Este volumen reúne –por primera vez traducidos al castellano– una selección de textos de Ana Mae Barbosa entre 1980 y la actualidad. El universo de su obra, así como su ideario y práctica pedagógicos, estuvieron siempre enfocados en restituir la voz propia, a través de las artes, a los excluidos del sistema y de los códigos culturales hegemónicos. Esta selección de sus textos busca difundir la importancia de sus aportes a la enseñanza artística y transmitir su obra a educadores y educadoras.
Las artes en la educación, como parte del derecho que tienen nuestras sociedades a gozar de las experiencias artísticas, no solo se configuran como objeto de reflexiones que hoy resultan imprescindibles, sino que también nos interpelan para construir un gran espacio de diálogo en torno a los asuntos y problemas que concitan el interés común y compartido de las ciencias sociales y las humanidades. La UNA y CLACSO consolidan un vínculo que es plataforma y punto de partida para impulsar esta iniciativa y seguir estimulando los debates vitales del siglo XXI.
Autoras(es): Ana Mae Barbosa. [Autora]
Gabriela Augustowsky. Sidiney Peterson F. de Lima. Damián Del Valle. [Coordinadores]
La Declaración universitaria frente a la crisis climática que resultó de la 5ª Jornada de innovación en educación superior, realizada en Xalapa los días 24 y 25 de mayo es un planteamiento programático para el cambio institucional, para la reforma de las universidades y el sentido de su contribución frente a la crisis ambiental.
La Declaración resulta del conocimiento experto de biólogos, meteorólogos, ecólogos, expertos en cambio climático, e investigadores de la educación superior, profesores y estudiantes preocupados por la gravedad de la crisis que vivimos y que se revela por todas partes. Quienes la suscribimos consideramos que “Toda la evidencia científica indica la gravedad de la crisis ambiental que vivimos y que pone en riesgo las condiciones de la vida (de todos los seres vivos) en el planeta. La crisis ha sido provocada por la industrialización, el hiperconsumo, por priorizar los beneficios económicos por sobre los riesgos ambientales; la crisis afecta de modo diferenciado a los grupos humanos, aumentando la desigualdad y la marginalidad social. La crisis es inminente, pareciera irreversible, progresiva y urge de una acción mundial concertada para detenerla, como ha expresado la ONU.
Las universidades han contribuido en la producción de conocimiento que nos permite hacer observables múltiples dimensiones de la crisis ambiental y sus efectos sobre las sociedades humanas y sobre los ecosistemas. También han creado programas académicos para formar científicos y profesionistas orientados a la salvaguarda y protección medioambiental. Muchos universitarios participan de actividades de reforestación, reciclaje, cuidado y restauración medioambiental. En muchas instituciones se cuenta con programas institucionales que promueven la reducción de su huella ecológica y promueven buenas prácticas en el consumo de materiales, en el ahorro de energía, en reciclaje, en producción de compostas. Sin embargo, esto no ha sido suficiente, ni para lograr una transformación profunda de la universidad, de sus objetivos y funciones, ni para tener un impacto suficientemente efectivo en la sociedad como para coadyuvar a su transformación cultural.
Las universidades deben continuar impulsando sus programas institucionales relativos al campus verde, pero deben transformarse de un modo acelerado y profundo, urge:
En el orden de su misión, sus objetivos y metas institucionales: 1) Adoptar claramente una postura institucional hacia un cambio civilizatorio. 2) Asumir los compromisos para el desarrollo sostenible (Agenda 2030 de la ONU). 3) Determinar los perfiles universitarios regionales con el propósito de realizar contribuciones específicas desde y para sus territorios, aportando soluciones y adaptaciones a los efectos diferenciados de la crisis ambiental.
En la dimensión curricular: 1) Reformar todos los planes y programas de estudio de la Universidad para redefinir su perfil de egreso e incorporar contenidos, prácticas, ejercicios, actividades, bibliografías y referencias relativas a la crisis ambiental; fomentar una perspectiva compleja e integral, una nueva educación ambiental que coloque a la Tierra en el centro de la atención, que valore el cuidado y la restauración de los ecosistemas, que sea práctica e interdisciplinaria. 2) Transformar el contenido de los planes de estudio que promuevan el uso de tecnologías sucias, el extractivismo y la destrucción ambiental como vía del desarrollo, el hiperconsumo y la sobrevaloración del dinero. 3) Reformar las prácticas educativas de todas las asignaturas, para favorecer una educación basada en la solución de problemas locales, territoriales, comunitarios, que favorezcan su conocimiento interdisciplinario. 4) Reformar el sentido general de la formación, para orientar hacia el egreso de ciudadanos comprometidos en la lucha contra la crisis ambiental, con la transformación de las prácticas profesionales, con una conciencia crítica sobre el hiperconsumo, el dispendio y los modos de vida individualistas. 5) Hacer partícipes a los estudiantes del diseño de las políticas institucionales y de su implementación.
En investigación: 1) Orientar la investigación para una mayor contribución específica en relación con los efectos regionales de la crisis ambiental. 2) Promover la investigación interdisciplinaria, ligada a los problemas territoriales regionales. 3) Ampliar la comunicación y la divulgación científica sobre la crisis ambiental (biodiversidad, recursos naturales, servicios ambientales y bienestar humano). 4) Generar programas de capacitación para los profesores universitarios en relación con la crisis ambiental y sus soluciones.
En relación con sus prácticas: 1) Generalizar el uso de tecnologías limpias y de procesos que privilegien el ahorro y el reciclaje. Medir y reducir la huella ecológica. Trazar y recorrer una hoja de ruta hacia la sostenibilidad institucional. 2) Jugar un papel activo en las luchas medioambientales, en la defensa de los territorios y en la promoción de procesos limpios en las empresas y en la economía. 3) Contribuir a la generación de una nueva conciencia social que propicie un cambio civilizatorio en el que logremos reformular nuestro papel como humanos en los ecosistemas naturales”.
Estos 15 puntos sintetizan una preocupación mayor, la que nos exige hacernos cargo del presente y de la responsabilidad que tienen las universidades, en tanto instituciones culturales, para fomentar un cambio civilizatorio que posibilite la continuidad de la vida en el planeta.
En las últimas décadas, la sociedad ha sufrido una transformación en su modo de vivir pasando a un modo prácticamente condicionado entre paredes “para protegerse de los peligros del exterior”. Y es que el urbanismo y la llamada “colonización de entornos naturales” ha creado una auténtica generación la cual podría catalogarse perfectamente como “de asiento trasero”.
Actualmente los niños tienen cada vez menos contacto con el medio ambiente, afectándoles no solo su salud física sino su desarrollo integral. Es por ello que se requiere de un cambio en el modelo educativo tradicional donde se pase de la mera asimilación y memorización de información a un modelo donde se valore los efectos del humano sobre el medio ambiente. Afortunadamente en varios países está comenzando a extenderse la llamada “educación al aire libre” la cual se basa en dos pilares fundamentales: la naturaleza como entorno educativo y la libertad que se le da al alumno para que investigue y experimente por sí mismo.
Beneficios que ofrece el modelo de educación al aire libre
¿Te imaginas que el aula de clases sea en medio de un agradable parque natural, playa o zona forestal? ¿Que en lugar de que los alumnos repitan y asimilen por horas información dictada por un docente, aprendan mediante su curiosidad y exploración nata? Esos son algunos de los métodos que se utilizan en la educación al aire libre. Por ende, se evita que el niño sea tratado como un sujeto pasivo subordinado a la autoridad encarnada en el maestro.
Este modelo educativo indudablemente ofrece numerosos beneficios a los niños. Algunos de estos son:
Al estar en contacto constante con el medio ambiente, el sistema inmunitario de los niños se verá fortalecido. Además, se evitará el padecimiento de la obesidad ya que los niños estarán en constante actividad física.
Se estimula el desarrollo de habilidades motoras tales como el equilibrio, agilidad y coordinación, al estar en un entorno natural.
Al basarse en la investigación y experiencia por parte del niño, se fomenta la capacidad de razonamiento, toma de decisiones y emprendimiento.
Se fomentan las relaciones sociales.
Se reduce drásticamente el comportamiento violento, ya que los niños no sufren de estrés ni ansiedad. También desarrollan un fuerte sentido de defensa hacia el medio ambiente.
Casos exitosos en cuanto a la implementación de la educación al aire libre
Las escuelas al aire libre o bosques escuelas son bastantes conocidas sobre todo hacia el centro y norte de Europa. Un caso de éxito lo encontramos en el colegio Baleares International College, ubicado en Mallorca, debido a la calidad de educación que ofrecen en sus diferentes centros. ¿Qué hace del Baleares International College todo un ejemplo? Entre sus metodologías de estudios ofrecen al alumno:
Los niños pasan mucho tiempo al aire libre, permitiéndoles así disfrutar al máximo de la naturaleza.
En los espacios exteriores de las instituciones disponen de elementos que estimulan el desarrollo y la educación del niño.
Se fomenta la exploración y la realización de actividades propias de acuerdo al entorno en montañas y playas. También permiten que los niños disfruten de deportes como la práctica de vela.
El Fondo Mundial para el Medioambiente destinará 43 millones de dólares, 40,72 millones de euros, a revertir la pérdida de especies en 139 países en desarrollo, según ha anunciado la entidad con motivo de la celebración el próximo 22 de mayo del Día Internacional de la Diversidad Biológica.
En la actualidad, 139 países obtendrán fondos para adoptar medidas rápidas sobre la naturaleza, dado que el Marco Global de Biodiversidad 2020 que se adoptará a lo largo de este año pretende lograr detener y revertir la pérdida de biodiversidad en lo que queda de década.
Los países recibirán el apoyo de la experiencia técnica del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que podrán optar a nuevas subvenciones de 300.000 dólares (unos 284.000 euros) para analizar y alinear sus políticas nacionales, objetivos, finanzas y sistemas de monitorización para tomar medidas efectivas contra las amenazas globales a la biodiversidad.
La secretaria ejecutiva de la Convención sobre la Biodiversidad Biológica, Elizabeth Mrema, ha destacado que este compromiso muestra que el mundo está unido al reconocer la urgente necesidad de poner fin a la destrucción de la naturaleza y la pérdida de los servicios que brinda. Además, ha añadido que esta acción temprana preparará a las Partes para movilizarse para la acción que todos los sectores de la sociedad tomarán para hacer realidad estas aspiraciones en los próximos 10 años.
A final de año, las 196 partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica se reunirán en Kunming (China) con el objetivo de alcanzar un Marco Global de Biodiversidad Post-2020, que busca detener el aumento de la tasa de extinciones y proteger el 30 por ciento de las áreas terrestres y marinas.
El presidente del Fondo Global para el Medio Ambiente, Carlos Manuel Rodríguez, considera de «vital importancia» que todos los países estén preparados para actuar con rapidez una vez que se apruebe el nuevo marco global.
«Establecer nuestras aspiraciones es solo un primer paso, y esta próxima década requiere que corramos», dijo Rodríguez, que reconoce las intensas presiones sobre los desarrollo, así como su compromiso sin precedentes para cambiar la trayectoria de la pérdida de biodiversidad.
Así, ha destacado que el organismo pone a disposición estas subvenciones para acciones tempranas incluso antes de que se acuerde el nuevo acuerdo global. Los países pueden utilizar este enfoque financiero de «vía rápida» para actualizar sus estrategias de biodiversidad y desarrollar capacidades.
«Estamos listos para continuar ayudando a los administradores de la biodiversidad de importancia mundial a elevar la naturaleza en su planificación y aumentar rápidamente los esfuerzos que juntos pueden convertir los objetivos internacionales en realidad», ha apuntado.
Por su parte, la directora Ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, ha afirmado que el Marco Global de Biodiversidad representa una «oportunidad crítica» para poner al planeta en un nuevo rumbo. En ese sentido, advierte de que la pandemia mundial no deja tiempo que perder.
«Esta iniciativa conjunta para acelerar la preparación de los actores nacionales muestra que juntos estamos listos para poner la naturaleza en el centro de la toma de decisiones sobre nuestro futuro compartido», ha manifestado.
De ese modo, el administrador del PNUD, Achim Steiner, ha reclamado la creación de una red planetaria que ponga a la naturaleza en el centro de la economía y marcos de desarrollo globales, nacionales y locales. Asimismo, ha recordado que la naturaleza sustenta la mitad de los trabajos y medios de vida del mundo y es la base de la seguridad alimentaria y del agua nacional.
«Es esencial para abordar nuestra crisis climática. Invertir en acciones tempranas sobre la naturaleza es una triple victoria para las personas y el planeta», ha afirmado Steiner.
El bailarín marfileño de hip hop y danzas urbanas, con residencia en Barcelona, gira por Europa con dos coreografías que reivindican la negritud y la preservación de la naturaleza. Aquí nos habla de sus raíces africanas y de lo adquirido de Lima a Londres
¿Cómo puede bailarse la violencia? Esta es, quizá, la pregunta que naturalmente surge en cualquier espectador frente a la plasticidad de Oulouy, en Black (Negro), una puesta escénica de danza urbana, sobre fondo de imágenes históricas que denuncian la segregación racial, con la que actualmente gira por España y el exterior. Solo, el resto es oscuridad, su cuerpo se retuerce, recortando el paisaje hecho de persecución, cuerpos linchados, porras policiales o asfixia, así como de manifestaciones de resistencia. Y, sin embargo, la danza del breaker resulta de una elegancia y una belleza ligeras, que alivian el peso de la historia, ese que carga sobre sus hombros cualquier africano o afrodescendiente en este presente que afortunadamente se sacude lastre. Un lastre de racismo que, a veces, cae a plomo con un arte inigualable, como en este caso.
Black –que se vio una semana atrás en el Teatro Fernán Gómez de Madrid y se verá el próximo 6 de mayo, en el Centre Cívic Sagrera La Barraca, en Barcelona– es una de las dos piezas coreográficas que Oulouy expone a ojos nuevos durante esta primavera. La otra puesta con la que también se presenta en estos días es The Very Last Northern White Rino (El último rinoceronte blanco del norte), dirigida por Gastón Core, sobre la amenaza de extinción que pende sobre los últimos individuos de una especie de rinocerontes única en África oriental (próximas actuaciones, fechas y lugares, aquí).
¿Quién es Oulouy? Podría ser la siguiente pregunta que se formule el mismo espectador boquiabierto frente a su danza conmovedora, hecha de calle de asfalto, pero también de intimidad. Su nombre es Yao Dapre Georges Nicol (él mismo nos escribe su nombre completo en un mensaje), nació en 1990, en Costa de Marfil y salió de Abiyán, con casi 12 años, el mismo día en que se producía un golpe de Estado que sumió a su país en unos años turbulentos. De hecho, a causa de la revuelta militar de septiembre de 2002, el avión que había reservado su padre para llevárselo a vivir con él a Europa, no despegó aquel día y tuvo que esperar a una reprogramación de vuelos. Sin embargo, Francia, que era el país donde su padre trabajaba desde hacía tiempo como ingeniero, seguiría allí, en la misma geografía de la vieja metrópolis, para los descendientes de las excolonias del África Occidental. En París creció Oulouy, que es el nombre artístico que el bailarín de break dance escogería más de diez años después, ya viviendo en Barcelona, su primera elección propia.
En Barcelona, durante años, fue uno de los chavales de la explanada del MACBA o en el ‘Arc de Triomf’, que, frente a los altavoces portátiles, intercambiaban destrezas del ‘coupé decalé’ y de los zapateos sudamericanos
“Siempre había bailado, pero recién en España dejé la empresa de marketing con la que me había instalado, junto con mi socio, y empecé a bailar profesionalmente”, nos confiesa Oulouy (en Instagram: @enfantdesbois), también codirector del festival I Love This Dance. Su tono risueño, al otro lado del teléfono, contrasta con ese hombre de gesto profundamente serio que baila la violencia en Black. En el diálogo, recorre sintéticamente su vida, de la que forman parte la música y un vínculo natural con su cuerpo, el footwork –la especialidad del trabajo con los pies que es de sus ejercicios preferidos– y la infancia vivida en distintas ciudades de Costa de Marfil. Quizá por eso también conoce bien de qué culturas étnicas proviene y cuál es su lengua honda, materna (en su caso, la baoulé, aunque tenga raíces adjoukrou), junto con la danza, que siempre lo ha acompañado.
“El baile es el idioma escondido del alma”, nos advierte, mientras recuerda con gracia su asombro ante el cambio de protocolos educativos que conoció al llegar a Francia. Allí vio que los escolares podían hablar a los profesores casi de igual a igual, sin recibir una colleja, algo habitual en las escuelas primarias marfileñas en su memoria, en cuyas aulas había una autoridad incontestable. “En Costa de Marfil, el maestro te podía dar una colleja y, luego, cuando se enteraba tu padre, te daba otra”, ríe Oulouy. Lo cuenta sin acritud porque dice entender que esto forma parte de la cultura y que nunca le molestó. Tras el instituto, estudió una carrera informática y siguió consagrando todo el resto del tiempo a las danzas urbanas y al hip hop, que lo llevaron a Londres, a aprender en la House Dance. Pero en el cuerpo traía las danzas zulúes y los ritmos congoleños, y en lugar de camuflarlos, los incorporó a su estilo.
En Barcelona, durante años, fue uno de los chavales que se encuentran en la explanada del MACBA o en el Arc de Triomf; chicos y chicas de todos lados, –españoles, latinoamericanos, marroquíes y otros africanos– que, frente a los altavoces portátiles, intercambiaban destrezas del coupé decalé y de los zapateos sudamericanos. Poco a poco, Oulouy empezó a dedicarse a la danza como profesión y a dar clases.
Tras el 25 de mayo de 2020, cuando George Floyd murió asesinado bajo una rodilla policial en una calle de Minesota (EE UU), el panorama mundial de la negritud cambió de repente; surgió el movimiento #BlackLivesMatter y la adhesión fue inmediata, desde todos los rincones de la Tierra. “Eso unió a comunidades que no tenían la misma experiencia frente al racismo, porque en Francia no vienen de la esclavitud y, en cambio, hay cosas cotidianas, no tan frontales, a las que uno no les daba tanta importancia, que cobraron fuerza”, explica el artista. Como lo suyo es la danza y el freestyle, comenzó a improvisar en homenaje a Floyd, y así surgieron los primeros pasos de Black, una obra concebida en un primer momento para el certamen Burgos-Nueva York de danzas urbanas, en su edición de 2020, del que finalmente salió con un segundo premio y 2.000 euros en el bolsillo.
Tras el galardón de Burgos, vinieron una gira con los finalistas, la producción de Africa Moment y, entre otros, el Festival Grec, que lo impulsaron a continuar alimentando ese trabajo. Para Oulouy, no solo fueron las coreografías –en este caso, ensayó únicamente determinadas transiciones para dar lugar a la improvisación en los durantes– sino que se abocó él mismo al montaje de un vídeo que muestra imágenes sobre canciones. Una de ellas es la desgarradora Strange Fruits, que popularizó Billie Holiday en los años 30, para hablar las personas negras que aparecían colgadas de los árboles de los estados del sur de Estados Unidos, como “frutos extraños”. Él eligió la versión de Nina Simone, que canta descarnadamente aquello de que la sangre de esa gente teñía hojas y raíces: en ese pasaje, el bailarín prefiere quedarse tirado en el suelo, “porque ese tema me remueve mucho y me cuestiono, y prefiero no bailarlo, respirarlo y dar al público más aire para proyectarse y pensar”.
A Oulouy no le cabe duda de que todos los estados de ánimo pueden bailarse: “Ese es, justamente, el viaje de las danzas urbanas que permiten la improvisación, de donde puede surgir rabia o tristeza, porque hay movimientos que permiten canalizar esas emociones que cuesta expresar con la boca”, asegura.
En algunos movimientos de Black, el espectador puede incluso evocar ritmos del folklore sudamericano, como el malambo. Oulouy asiente, porque en Perú aprendió el zapateo afroperuano. “He ido muchas veces a América del Sur, en particular, a Lima y a Cincha, donde uno se siente más en casa que en Europa, especialmente por el vínculo de la gente con la música y el baile, o con las comidas (el mafé es como el pollo con maní) y donde se sienten cosas parecidas a las de África: esa opresión o afección mental que se plasma en un sentimiento de inferioridad con respecto a Europa, o en las propias segregaciones basándonos en las distintas gradaciones del color de piel”. También sucede en el Caribe, según ha podido comprobar: “En la República Dominicana les dicen ‘rubias’ a las mujeres con piel un poco más clara”, comenta.
No obstante, ahora estamos en otra época. En efecto, Oulouy cree que muchas cosas han cambiado gracias a que los chicos y chicas negras ven que otros como ellos logran cosas sin cambiar lo que son y quizá a esto ayuden redes como Instagram. Y, por supuesto, todo es diferente después de episodios tan dolorosos como el de George Floyd, que los ha hecho unirse en un orgullo nuevo: “Somos negros, ¿y qué?”, concluye.
El representante permanente de Cuba ante Naciones Unidas, Pedro Luis Pedroso, abogó este viernes por un modelo de desarrollo alternativo, cuyo objetivo sea garantizar el derecho de la humanidad a existir en armonía con la naturaleza.
En su intervención en el diálogo interactivo de la Asamblea General sobre Armonía con la Naturaleza, en conmemoración del Día Internacional de la Madre Tierra, el diplomático cubano reiteró el compromiso de su país con un desarrollo sostenible.
Asimismo, recalcó que vivir en armonía con la naturaleza debería significar un imperativo ético, social, político y económico para todos los Estados miembros de la ONU.
En estos momentos es fundamental transformar el injusto orden económico internacional existente y eliminar las desigualdades y la pobreza en todas sus formas y dimensiones, aseveró Pedroso.
Según destacó, en Cuba los pilares del desarrollo sostenible están integrados en la Constitución de la República y, en consecuencia, pasan a formar parte constitutiva del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.
Por su parte, en su mensaje por el Día Internacional de la Madre Tierra, el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que el planeta se enfrenta a una triple crisis: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación.
Además, apuntó que tales problemas globales amenazan el bienestar y la supervivencia de millones de personas en todo el mundo.
Los componentes básicos de una vida feliz y saludable (agua limpia, aire fresco, un clima estable y predecible) están en desorden, lo que pone en peligro los Objetivos de Desarrollo Sostenible, advirtió el titular.
El Día Internacional de la Madre Tierra, celebrado cada 22 de abril, reconoce una responsabilidad colectiva, como se exige en la Declaración de Río de 1992, para promover la armonía con la naturaleza y lograr un equilibrio justo entre necesidades económicas, sociales y ambientales.
Este libro es el resultado de la convocatoria lanzada por CLACSO en febrero de 2020 para el desarrollo de proyectos de investigación sobre «Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe». Los ensayos presentados reúnen a más de veinte investigadoras e investigadores de ocho países latinoamericanos, que abordaron las temáticas propuestas desde diferentes perspectivas, considerando los vínculos entre el concepto de «buen vivir» y los fenómenos ambientales y económicos que están ocurriendo en todo el mundo, como el innegable cambio climático, y en particular en los países latinoamericanos, como el modelo extractivista de explotación de la naturaleza.
Autoras(es): Tatiana Cuenca Castelblanco. Letícia Larín. Juan Manuel Delgado Estrada. Luz Carina Durán Solarte. Cindy Vanessa Quintero Ramírez. Manuel Alejandro Henao Restrepo. Sara Latorre. Andrea Bravo. Marisabel García Acelas. Robert Adrián Quintero Leguizamón. Marisela Pilquimán Vera. Stepfanie Ramírez. Clarena Rodríguez Jaramillo. Melisa Argento. Ariel Slipak. Florencia Puente. Sarah Patricia Cerna Villagra. Agustín Carrizosa. María Irene Rodríguez. Stefannia Parrado Morales. [Autoras y Autores de Capítulo]
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2473&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1609
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