Este libro es el resultado de la convocatoria lanzada por CLACSO en febrero de 2020 para el desarrollo de proyectos de investigación sobre «Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe». Los ensayos presentados reúnen a más de veinte investigadoras e investigadores de ocho países latinoamericanos, que abordaron las temáticas propuestas desde diferentes perspectivas, considerando los vínculos entre el concepto de «buen vivir» y los fenómenos ambientales y económicos que están ocurriendo en todo el mundo, como el innegable cambio climático, y en particular en los países latinoamericanos, como el modelo extractivista de explotación de la naturaleza.
Autoras(es): Tatiana Cuenca Castelblanco. Letícia Larín. Juan Manuel Delgado Estrada. Luz Carina Durán Solarte. Cindy Vanessa Quintero Ramírez. Manuel Alejandro Henao Restrepo. Sara Latorre. Andrea Bravo. Marisabel García Acelas. Robert Adrián Quintero Leguizamón. Marisela Pilquimán Vera. Stepfanie Ramírez. Clarena Rodríguez Jaramillo. Melisa Argento. Ariel Slipak. Florencia Puente. Sarah Patricia Cerna Villagra. Agustín Carrizosa. María Irene Rodríguez. Stefannia Parrado Morales. [Autoras y Autores de Capítulo]
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2473&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1609
Pensar procesos de desarrollo territorial autónomos, con más justicia social, preservación de la naturaleza, recuperación de espacios degradados y valorización de las culturas es el objetivo de este libro de Marcos A. Saquet escrito a partir de la problemática relacional que involucra la interacción territorio-autonomía-desarrollo. A través de una minuciosa investigación empírica sobre seis municipios del sudeste de Paraná (Brasil), el autor configura una geografía de la praxis que busca entender las formas de uso de los territorios y las temporalidades que caracterizan a la agricultura campesina agroecológica que se desarrolla en esta zona desde 1970. Desde una perspectiva teórico-metodológica novedosa y mediante un profundo estudio empírico, este volumen aporta herramientas para la construcción participativa de proyectos de desarrollo territorial en redes locales de cooperación.
Es preocupante observar cómo se recrudecen los problemas vinculados al cambio climático y en el ámbito educativo todo continúa como si esto no estuviera ocurriendo.
Hace varios años que el cambio climático es tema de diálogo, de preocupación y de investigación permanente. Los llamados a afrontar el cambio climático con celeridad y corresponsabilidad son más persistentes. Los jóvenes se muestran cada vez más sensibles a este problema y están constituyendo redes humanas comprometidas con la causa del cambio climático. En reuniones de carácter global, el cambio climático aparece como tema relevante, como ocurre ahora en la reunión del G20, que se desarrolló los días 30 de octubre y 1° de noviembre del año en curso. Los líderes mundiales, aunque hacen poco para frenar las embestidas provocadas por los efectos del cambio climático, continúan prometiendo la búsqueda de acuerdos para eliminar o, al menos, reducir las emisiones de gases que afectan la biodiversidad y la existencia humana. Los 20 países más industrializados del mundo y los invitados a la reunión que tuvo lugar en Roma, tienen una responsabilidad muy grande para que se inicien ya programas y proyectos que incidan integralmente en acciones para revertir la destrucción del planeta. Hay resistencias a un cambio en el modo de producir, de invertir y de vivir. Hay un interés marcado en grupos económicos poderosos en continuar obviando los riesgos y desastres ocasionados por la acción del cambio climático. No les basta observar los resultados de sequías prolongadas, de la reducción y la extinción de especies. Mucho menos los inmutan las enfermedades y las muertes de humanos, producto de la ferocidad del cambio climático. Pero esto no es solo tarea obligada de los países más desarrollados. Es un compromiso de todos.
Si el cambio climático es un compromiso global, que no exime a nadie, la educación de la República Dominicana tiene que ponerse a tono con lo que éste exige. El Ministerio de Educación, MINERD, y el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, unidos a otras instituciones del país, como el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Medio Ambiente y la red de instituciones que le dan seguimiento a la prevención de riesgos y desastres- COE, Defensa Civil y otros-, deben estar ya trabajando para diseñar un plan maestro que garantice información de más calidad y educación para afrontar el cambio climático. Este es un problema de Estado; y ninguna de las instituciones se pueden sustraer de éste. Para afrontar el cambio climático, no solo se pueden firmar documentos locales e internaciones. Se requiere trabajo definido, organizado y con implicaciones prácticas. Los Ministerios señalados están actuando con baja intensidad y de forma unilateral. Lo que tiene más fuerza es la exhortación, pero de ahí a la acción con incidencia real, hay poco. La educación para afrontar el cambio climático demanda una mirada profunda al currículo del ámbito preuniversitario y a los planes de estudios del ámbito de la educación superior. Asimismo, requiere una revisión de las estrategias implementadas por estas instituciones para que las poblaciones que lideran cambien actitudes y prácticas para la construcción de unas relaciones más amigables y respetuosas con la naturaleza. Estas instituciones han de evaluar sus aportaciones para que se cuide y se respete la vida de todos los seres que habitan el territorio dominicano. Es preocupante observar cómo se recrudecen los problemas vinculados al cambio climático y en el ámbito educativo todo continúa como si esto no estuviera ocurriendo. Ya es tiempo de replantear concepciones y prácticas en el desarrollo curricular y en el diseño y ejecución de los planes de estudios. También es tiempo de reenfocar la gestión de las instituciones que más directamente tienen una función educativa en el país. El trabajo que se realice tiene que generar una transformación en el modo de pensar y de tratar la naturaleza. Para avanzar en esta dirección, el gobierno tendría que explicitar su posición con respecto al cambio climático. Pero no es ampliar el discurso, es presentar la estrategia gubernamental para que en el país se realice un trabajo articulado desde todas las instituciones. Tenemos grandes retos en este campo y, sobre todo, un compromiso importante con la generación actual y con la futura.
Los programas actuales de los gobiernos conducen a un calentamiento de 2,7 grados. El organismo internacional reprocha que menos del 20% del gasto global en la recuperación sea realmente verde.
El cambio climático vuelve a la primera línea de la agenda internacional tras el parón obligado por la pandemia en 2020. Lo hace de la mano de la cumbre del clima que comienza el domingo en la ciudad escocesa de Glasgow y que durará dos semanas. Pero a la COP26, que tuvo que aplazarse un año por la covid, se llega con la misma certeza que se tenía antes de que el coronavirus paralizara la economía mundial e hiciera pensar a algunos que las cosas iban a cambiar también en la lucha climática: los planes de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero que los países tienen sobre la mesa siguen siendo insuficientes para que el calentamiento se quede dentro de los márgenes más seguros. Las naciones en su conjunto deben duplicar sus promesas de recorte para esta década, según se desprende del informe de situación que presenta este martes la agencia del medio ambiente de Naciones Unidas (Pnuma). El análisis también destaca que solo entre el 17% y el 19% de las inversiones puestas en marcha hasta el primer semestre de este año para salir de la crisis económica generada por la pandemia serán realmente verdes y ayudarán a reducir las emisiones de efecto invernadero.
António Guterres, secretario general de la ONU, ha avisado de que el mundo se sigue “encaminando hacia una catástrofe climática”. Y ha reprochado la falta de liderazgo internacional en esta lucha. “El futuro de la humanidad depende de mantener el aumento de la temperatura global en 1,5 grados″, ha advertido.
Mantener el incremento de la temperatura entre los 1,5 y los dos grados respecto a los niveles preindustriales es, en efecto, el principal objetivo del Acuerdo de París, de 2015. Todos los firmantes presentaron planes voluntarios de reducción de sus emisiones de efecto invernadero al cerrarse aquel pacto. Pero el calentamiento medio ha llegado ya a los 1,1 grados y la suma de los programas climáticos de las naciones no llevaban a cumplir con París. Por eso se necesitaba que los países aumentasen sus esfuerzos.
Alrededor de 120 países han actualizado durante el último año sus planes. Los nuevos programas implican que las emisiones se reducirán un 7,5% más de lo que se habían comprometido los países un año antes. Sin embargo, se necesita una disminución de entre el 22% y el 50% más de lo que se han fijado las naciones en su conjunto para 2030, según el informe del Pnuma. Porque, de momento, estos planes encaminan al mundo a un calentamiento de 2,7 grados, bastante más del doble del registrado hasta ahora. Cuanto mayor sea el calentamiento global, más virulentos y frecuentes se volverán los fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor y las lluvias torrenciales.
La meta para mediados de siglo es alcanzar esas emisiones cero. Pero los estudios científicos han establecido la senda a corto y medio plazo que se ha de seguir para tener una probabilidad alta de conseguir que la temperatura no supere el umbral de los dos grados: en 2030 las emisiones anuales de la economía mundial deben rondar las 39 gigatoneladas de CO₂ equivalente (la unidad de medida que se emplea para los gases de efecto invernadero). Si se quiere conseguir el objetivo más ambicioso, que no se supere el 1,5, deberán estar en 25 gigatoneladas. En el mejor de los casos, los planes climáticos actualizados de los países llevan a unas emisiones mundiales de 50 gigatoneladas.
“Sabemos que el futuro de la humanidad depende de mantener el aumento de la temperatura global a 1,5 grados”, ha insistido Guterres. “Y sabemos también que, hasta ahora, los países no están logrando mantener ese objetivo a su alcance”, ha añadido máximo responsable de la ONU. Anne Olhoff, la coordinadora del informe, reconoce que cada año que pasa se “está volviendo menos realista” cumplir con la meta de los 1,5 grados. “Y se volverá imposible dentro de unos años, a menos que la acción se acelere significativamente”, señala Olhoff a EL PAÍS.
Los países deben aumentar de nuevo sus planes de recorte de emisiones esta década, pero cada vez parece más difícil que el ser humano pueda reducir a la mitad los gases de efecto invernadero que expulsa en solo ocho años. La pandemia, por ejemplo, hizo caer las emisiones de CO₂, el principal de los gases que sobrecalientan el planeta, un 5,4%. Pero se espera que durante este 2021 vuelvan a dispararse y regresen prácticamente al nivel de 2019 al no haberse producido un cambio estructural en la economía mundial.
Planes a largo plazo
La cruz del informe son los planes para 2030. La cara más positiva son los anuncios que muchos Gobiernos están haciendo para mediados de siglo. Un total 76 países han presentado ante la ONU planes en los que prometen llegar a 2050 con emisiones netas cero —solo podrán emitir los gases que puedan ser capturados por sumideros como los bosques—. A ellos se suman otros tantos países que están anunciando objetivos similares para 2050 o 2060, como hizo hace unos meses China y acaban de hacer países que reman habitualmente contra la lucha climática como Arabia Saudí, Rusia y Australia.
El informe de la ONU señala que, si se cumpliesen todos los objetivos a largo plazo anunciados y presentados por los Estados, el calentamiento se podría quedar en 2,2 grados, bastante más cerca de los objetivos fijados por el Acuerdo de París. El problema es que esas promesas a largo plazo no concuerdan con los planes de reducción de emisiones concretos para esta década en muchos casos. Los expertos de la ONU explican que muy pocos programas nacionales fijan “un camino lineal” de reducción de emisiones para lograr las emisiones netas cero. Y solo 11 países —entre ellos España— cuentan con una ley nacional en la que se obligue a alcanzar esa neutralidad de las emisiones. “Muchos de los planes climáticos nacionales retrasan la acción hasta después de 2030, lo que genera dudas sobre si se pueden cumplir los compromisos netos cero”, señala el Pnuma. “Doce miembros del G20 se han comprometido a un objetivo neto cero, pero siguen siendo muy ambiguos”, abunda este organismo.
Guterres ha pedido a los países que participan en la cumbre de Glasgow que asuman el liderazgo en esta crisis climática y que ayuden a limpiar el planeta de gases de efecto invernadero “todos los sectores, desde la energía hasta el transporte, la agricultura y la silvicultura”. Ha solicitado también que se comprometan a eliminar gradualmente el carbón para que en 2030 no se use en los países desarrollados y en 2040 en el resto. Además, el secretario general de la ONU ha reclamado que se termine con los “subsidios a los combustibles fósiles y a las industrias contaminantes” y se fije un “precio al carbono”. Por último, ha recordado que los países desarrollados tienen la obligación de proporcionar 100.000 millones de dólares anuales de financiación climática a las naciones con menos recursos.
Metano y mercados de carbono
El informe anual presentado este martes forma parte de una serie y es la edición número 12. El estudio tiene un apartado específico referido a los beneficios de reducir las emisiones de metano, el segundo gas que más contribuye al calentamiento global y cuya concentración en la atmósfera se está disparando. La ONU recuerda que si se adoptan medidas técnicas de control ya existentes, y que tienen un bajo coste, se podrían reducir estas emisiones alrededor de un 20%.
Otro asunto en el que se centra la edición de este año es en los mercados de carbono, que permiten intercambiar derechos de emisión (es decir, que se compensen las emisiones de efecto invernadero a través, por ejemplo, de la reforestación). Según el estudio, “los mercados de carbono pueden ofrecer una reducción real de las emisiones e impulsar la ambición”. Pero se advierte de que solo será así si existen unas normas “claramente definidas” y “diseñadas para garantizar que las transacciones reflejen las reducciones reales de las emisiones y estén respaldadas por acuerdos para rastrear el progreso y proporcionar transparencia”. En la cumbre de Glasgow se debe desarrollar precisamente el artículo 6 del Acuerdo de París, que hace referencia a los mercados de carbono.
Fuente e Imagen: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2021-10-26/la-onu-enmienda-los-planes-climaticos-de-los-paises-deben-duplicar-sus-objetivos-para-evitar-la-catastrofe.html
Mundo/29-10-2021/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net
Los pequeños productores son los que protegen los recursos naturales y, al hacer esto, los ecosistemas son saludables y diversos.
La pérdida de la biodiversidad está amenazando a los pequeños agricultores y con ello a la lucha contra el hambre.
Esa fue la advertencia dada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola en su último informe, el cual refiere que las personas en situaciones más vulnerables no podrán adaptarse al cambio climático ni producir alimentos de forma sostenible si esta situación continúa.
Son los productores rurales quienes más sufren, a escala mundial, los efectos del hambre y de la pobreza.
De acuerdo con el análisis, al menos el 80 por ciento de las necesidades de las personas pobres del mundo están relacionadas con recursos biológicos, entre ellos, para las actividades agropecuarias y producir ingresos.
Sumado a esto, la fauna y la flora también están amenazadas por esta situación, con un millón de especies en peligro de extinción, luego que 31 fueran declaradas como extintas en 2020.
Momento crítico
El informe nombrado Biodiversity Advantage- Thriving with Nature: Biodiversity for Sustainable Livelihoods and Food Systems refiere que la agricultura a gran escala es la causa principal de la pérdida de biodiversidad, partiendo de su expansión e intensificación.
La vicepresidenta adjunta del Departamento de Estrategia y Conocimientos del Fondo y encargada del estudio, doctora Jyotsna Puri, comentó que actualmente la humanidad vive un momento crítico.
“La pérdida de la biodiversidad nos impedirá luchar contra el cambio climático o el hambre. Sabemos que la agricultura a gran escala amenaza la biodiversidad”, alegó.
Además, afirmó que son los pequeños productores los protegen los recursos naturales y, al hacer esto, “los ecosistemas son saludables y diversos, y los agricultores disfrutan de una mayor producción y resiliencia al cambio climático”.
En el informe también se destaca que la diversidad biológica permite la producción de alimentos mediante la formación de los suelos, el control de plagas y enfermedades, así como la reposición de las aguas subterráneas y servicios de polinización.
Los manglares, además de los arrecifes de coral, son barreras biológicas que disminuyen el impacto de desastres naturales, por lo que el aumento de la biodiversidad agrícola en las pequeñas explotaciones facilita tener suelos más saludables y productivos, que requieren una mayor cantidad de carbono y suponen una importante contribución al almacenamiento del mismo.
Importancia de las inversiones en biodiversidad
Sobre las inversiones en biodiversidad, el informe destaca que estas ayudan a consolidar la igualdad de género, también a mejorar de la nutrición e impulsar el empoderamiento de mujeres y jóvenes.
Un ejemplo de ello fue la restauración de bosques llevada a cabo en Kenia, lo que contribuyó a una mejor captación del agua de lluvia, aumentando el suministro y su calidad, así como la productividad de los agricultores.
De igual modo, en Burkina Faso se aplicaron diversas técnicas agroecológicas y se han plantado varios árboles, permitiendo que las cosechas mejoren. Todo esto ha hecho posible que se almacenen más de 1,7 millones de toneladas de dióxido de carbono.
“Si no se tiene presente la naturaleza cuando se invierte en el desarrollo, estamos malgastando dinero”, fue el comentario de la doctora Puri.
El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola prevé destinar, hasta el 2030, un 30 por ciento de su financiación para contribuir a aquellas soluciones que se concentren en la naturaleza y la agricultura rural a pequeña escala, ayudando así a disminuir el daño ocasionado al ambiente.
Estas soluciones son las que promueven la conservación, gestión y restablecimiento de los ecosistemas naturales y la biodiversidad, de cara a los desafíos que trae el cambio climático, ante fenómenos extremos que no se han visto antes y una alerta roja para que la humanidad tome conciencia sobre sus acciones y se una para salvar el planeta.
Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/telesuragenda/perdida-biodiversidad-lucha-contra-hambre-20211026-0036.html
El rápido aumento de la temperatura de la superficie del mar vinculado al calentamiento global está provocando la pérdida de los arrecifes de coral del mundo en medio de una amenaza para los medios de vida de las comunidades costeras, dice un informe presentado hoy martes por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y socios de investigación.
El informe, titulado «Estado de los arrecifes de coral del mundo: 2020», dice que alrededor de 14 por ciento de este hábitat vital se ha perdido a nivel mundial desde 2009 a causa del estrés climático, la pesca excesiva y el desarrollo costero insostenible.
«Desde 2009, hemos perdido más coral en todo el mundo que todos los corales vivos en Australia», dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
Andersen indicó que las próximas cumbres mundiales sobre el clima y la biodiversidad, que se celebrarán en Glasgow, Escocia, y en Kunming, China, respectivamente, ofrecen una oportunidad para que los responsables de la toma de decisiones adopten una hoja de ruta ambiciosa para acelerar la restauración de los arrecifes de coral degradados.
Otras organizaciones involucradas en la compilación de la sexta edición del informe sobre arrecifes de coral son la Red Mundial de Monitoreo de Arrecifes de Coral, la Iniciativa Internacional de Arrecifes de Coral y el Instituto Australiano de Ciencias Marinas.
El informe indica que los arrecifes de coral se encuentran en más de 100 países y territorios, cubren 0,2 por ciento del lecho marino pero apoyan a 25 por ciento de las especies marinas, además de sustentar la supervivencia de millones de habitantes de la costa.
A pesar de proporcionar bienes y servicios por valor de 2,7 billones de dólares al año junto con 36.000 millones de dólares en turismo, los arrecifes de coral se han convertido en uno de los ecosistemas más vulnerables del planeta debido al cambio climático y a las actividades humanas.
El informe sobre el estado de los arrecifes de coral de 2020 señaló que la acidificación de los océanos relacionada con el calentamiento global, la contaminación terrestre y las actividades pesqueras dañinas son perjudiciales para su salud.
«Los eventos de blanqueamiento de coral a gran escala causados por temperaturas elevadas de la superficie del mar son la mayor perturbación para los arrecifes de coral del mundo», dice el informe y agrega que el evento de blanqueamiento masivo de 1998 observado en el océano Índico, Japón y el Caribe batió el récord en términos de severidad.
Sin embargo, el informe dice que los arrecifes de coral han demostrado resistencia frente a las amenazas humanas y climáticas, mientras que las regiones afectadas por el blanqueamiento masivo de 1998 registraron una recuperación significativa entre 2002 y 2009.
«La alta cobertura de coral y la diversidad pueden conferir un grado de resistencia natural a las temperaturas elevadas de la superficie del mar», dice el informe.
«Reducir las presiones locales sobre los arrecifes de coral para mantener su resiliencia será fundamental al mismo tiempo que se abordan las amenazas globales planteadas por el cambio climático», agrega.
El informe pide inversiones para una vigilancia y recopilación de datos fortalecidas con el fin de mejorar la comprensión de las amenazas que enfrentan los arrecifes de coral y las intervenciones que deben implementarse para mejorar su salud ecológica.
América del Sur/Brasil/01-10-2021/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net
De acuerdo a la investigación, Brasil tuvo un 19 por ciento de área devastada del territorio amazónico.
La Amazonía perdió un 52 por ciento de sus glaciares, localizados en su región andina, y 74.6 millones de hectáreas de su cobertura vegetal, un área equivalente al territorio de Chile en el período de 1985-2020, según constató un estudio divulgado por Map Biomas Amazonía.
La investigación de la Red Amazónica de Informaciones Socioambientales Georreferenciadas (RAISG), constató que en 36 años hubo un aumento de un 656 por ciento en la implementación de la actividad minera.
De igual manera, hubo un crecimiento de un 130 por ciento en infraestructura urbana y un 151 por ciento en agricultura y ganadería, donde en 1985 solo un 6 por ciento de la Amazonía se había convertido en áreas para el pastoreo, minería o agricultura.
Sin embargo, en 2020 se contabilizó casi la triplicación de esta alcanzando un 15 por ciento en toda la región amazónica. De los países que componen el territorio amazónico Brasil ha sido el que más ha incidido en la depauperación amazónica.
En Guyana, Surinam y Guyana francesa hubo un 1 por ciento de pérdidas de vegetación, mientras que Brasil tuvo un 19 por ciento de área devastada.
Por su parte, el Sistema de Alerta de Deforestación del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon) en Brasil reveló este mes que en dicho territorio han sido destruidos 1.606 kilómetros (km²) de bosque, equivalente a cinco veces el tamaño del estado de Belo Horizonte y el índice más alto del mes en 10 años.
La investigación alerta de que una pérdida de vegetación de entre un 20 por ciento y un 25 por ciento podría significar un «punto de inflexión», para los servicios ecosistémicos de la Amazonía, lo cual significa el no retorno del proceso de sabanización.
Asimismo el bioma brasileño Pantanal, el mayor humedal del mundo, ha perdido el 29 por ciento de la superficie de agua entre los años 1988 y 2018 en Brasil, refiere el Observatorio MapBiomas.
Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/alertan-perdida-area-amazonia-equivalente-chile-20210930-0025.html
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