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Del guiño verde al primer encuentro nacional de Teachers For Future

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  • Los próximos 1 y 2 de octubre se celebra el primer encuentro nacional organizado por Teachers For Future. Lo hará en Madrid con el objetivo de compartir información, conocimiento y prácticas alrededor de la educación ambiental y ecosocial.

Parece casi un sueño si se echa la vista atrás. Hace ya unos años, un grupo de docentes preocupados por el medio ambiente y la sostenibilidad se reunían entorno al blog El Guiño Verde para hacer sus aportaciones de información, prácticas y experiencias en torno a estos temas. Un tiempo después, «explotaba» una marea mundial de grandes dimensiones que, parecía, estaba liderada por la juventud, encarnada por Greta Thunberg. De ese caldo de cultivo surgió Teachers for Future Spain (Profes para el futuro). Y aunque la pandemia de los últimos 18 meses se ha comido buena parte de todo, han seguido trabajando incansablemente este tiempo.

Y lo han hecho en dos frentes. Uno, la redacción de una propuesta curricular «para una educación ecososial frente a la emergencia climática» y, dos, la organización del primer encuentro nacional de Teachers For Future, que se celebra al final de esta semana en el Real Jardín Botánico de Madrid.

En él contarán con la presencia de científicas, divulgadores y activistas de diferentes ramas y, también, con maestras y profesores de medio país y que han estado involucrados muy activamente en la confección de la propuesta de currículo ecosocial que la organización tuvo oportunidad de compartir con representantes del Ministerio de Educación hace algún tiempo.

Concepción Arlandis es maestra de infantil en un colegio público. Ángel Silvente, profesor de secundaria en un instituto. Ambos trabajan en la Región de Murcia y han participado activamente en la redacción de la propuesta curricular y en la conceptualización del encuentro.

Ambos lo tienen claro, el encuentro surge de la necesidad de conocerse. Teachers For Future nace como tal en la primavera de 2019, recuerda Arlandis. Lo hace de un núcleo más pequeño que, de una u otra forma, tiene como una de sus preocupaciones más claras el medio ambiente y la educación ambiental. A finales de ese mismo año, tras haber presentado ya su manifiesto, algunos de estos miembros se conocen en Madrid durante la celebración de la Cop25.

Y después, llegó la pandemia y todo tuvo que posponerse. El trabajo que han venido realizando, en la práctica totalidad, desde 2019, ha sido telemático, aunque ya desde muy temprano querían organizar «una quedada, por decirlo así», confirma Arlandis. Un encuentro para «cargar pilas», comenta Silvente.

Finalmente, a principios de este año pudieron ponerse en marcha a dar los primeros pasos para organizarlo, sobre todo cuando las cifras de la pandemia parecían hacerlo posible. Los próximos 1 y 2 de octubre se han citado, pues, para compartir experiencias y conocimiento. Para saber de otras realidades escolares, pero no solo. También para hablar de problemáticas sociales relacionadas con el cambio climático, como las migraciones climáticas; o para aprender sobre el uso de los espacios, la renaturalización de los centros; escuchar la visión de las familias y un largo etcétera.

Dos días de mucho ajetreo en los cuales, comenta Silvente, también habrá que tomar decisiones sobre cuáles son los pasos siguientes que Teachers debe afrontar para llegar más lejos.

El cambio curricular

Entre todo el esfuerzo que han desarrollado en este tiempo, destaca la redacción de la propuesta curricular. Un documento de 128 páginas en el que han colaborado decenas de docentes desde infantil hasta secundaria. Un documento que tiene la virtud de haberse ido confeccionado en paralelo a los trabajos que se estaban desarrollando en el Ministerio de Educación de preparación del nuevo currículo de la Lomloe.

Este viaje paralelo ha servido para que la propuesta, ya presentada en su momento al Ministerio, haya tenido un carácter muy técnico y en una línea muy parecida a la que estaba redactando el Departamento que, en aquel momento, dirigía Isabel Celaá.

El documento entra con todo detalle en propuesta de contenidos y competencias que pueden trabajarse en las diferentes áreas de conocimiento tanto en infantil como en primaria, al tiempo que, en secundaria, ofrece ejemplos de en qué materias se pueden incardinar determinadas cuestiones.

Tanto Arlandis como Silvente tienen claro que la propuesta curricular debe ser transversal y desbordar lo netamente curricular, entendido esto como contenidos que se imparten en un área, o una hora determinadas. Silvente comenta por teléfono que hubo cierta discusión en el grupo sobre si debía plantearse la creación de una materia concreta o si deberían repartirse los saberes a lo largo y ancho del currículo escolar. Se optó por esta posibilidad.

La propuesta pretende ser tan abierta y «universal» como para salir del marco de las materias y mirar hacia otra dirección muy importante como es la de la organización de los centros. Organización en el sentido de lugar en el que se realizan compras y gastos como los de agua y electricidad. Los centros como agentes de cambio que deben predicar no solo con la palabra, sino con el ejemplo. Así lo entiende Silvente.

Las administraciones deben hacer su parte aquí; las autonómicas y las municipales, ya que son las que manejan los presupuestos de los centros, ya sean de infantil y primaria o los de secundaria. Administraciones que deberían apostar por la reducción de residuos, por la eficiencia eneregética o por la renaturalización (o naturalización, según el caso) de los espacios escolares. Un campo, al menos, que en los últimos años ha ido ganando más y más peso.

Por delante, les queda el arduo trabajo de contactar con las diferentes comunidades autónomas para intentar hacer la mayor incidencia posible. «Nacimos pasa eso, para empujar a las administraciones», comenta Arlandis. Es el momento, ahora y el próximo año, en el que se van a confeccionar, primero, los decretos de enseñanzas mínimas que, después, verán su traducción en las autonomías. Es el momento de hacer la incidencia para colar la emergencia climática, de nuevo, en la agenda de los representantes políticos.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/09/27/del-guino-verde-al-primer-encuentro-nacional-de-teachers-for-future/

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Más de 220 defensores del ambiente asesinados en 2020

Global Witness

Al menos 227 defensores del medio ambiente murieron el año pasado como resultado directo de sus esfuerzos por proteger la tierra, el agua, la vida silvestre y su propio futuro climático. Esa es la cifra más alta jamás registrada, según el informe anual publicado el lunes por la organización  Global Witness .

“En promedio, nuestros datos muestran que cuatro defensores han sido asesinados cada semana desde la firma del Acuerdo Climático de París, pero esta cifra impactante es casi con certeza una subestimación, con crecientes restricciones al periodismo y otras libertades cívicas, lo que significa que es probable que los casos no se denuncien”, Dijo el grupo con sede en el Reino Unido.

Estas muertes también parecen ir en aumento. Hace solo tres años, Global Witness descubrió que al menos 164 personas habían muerto mientras se defendían a sí mismos y a sus comunidades de las amenazas ambientales. Estos pueden provenir de compañías mineras en Honduras o de grupos de milicias armadas que atacan a los defensores de la vida silvestre en el Parque Nacional Virunga en la República Democrática del Congo.

Crecen los casos en América Latina

También incluyen la muerte de Óscar Eyraud Adams, un activista por los derechos del agua en México. Aproximadamente tres de cada cuatro muertes documentadas ocurrieron en las Américas, con el 70% de los países más desafiados de América Latina.

Colombia registró el mayor número de desenlaces fatales de disputas sobre recursos ambientales. Un total de 65 personas murieron allí en 2020, seguido de México con 30, seguido de Filipinas (29) y Brasil (20). En Brasil, así como en el vecino Perú, al menos tres cuartas partes de los ataques ocurrieron en la región amazónica.

La tala fue la industria vinculada a la mayor cantidad de asesinatos con 23 casos repartidos en Brasil, Perú, Nicaragua y Filipinas. Aproximadamente el 30% de los ataques registrados en general estaban relacionados con la tala, las represas hidroeléctricas y otra infraestructura, la minería y la agroindustria a gran escala.

“Algún día, esperamos informar el fin de la violencia contra quienes defienden nuestro planeta y su tierra, pero hasta que los gobiernos no se tomen en serio la protección de los defensores y las empresas comiencen a anteponer a las personas y el planeta a las ganancias, tanto el colapso climático como los asesinatos continuarán”, dijo Chris Madden, un activista senior de Global Witness.

Defensores del medio ambiente asesinados en todo el Planeta

El informe completo deja en claro que las muertes relacionadas con el activismo ambiental, particularmente entre los pueblos indígenas, ocurren en todas partes, desde Arabia Saudita hasta Indonesia y Sudáfrica.

 

Aunque el continente africano no vio el nivel de casos que tuvo Colombia en 2020, hubo casi tres veces más muertes relacionadas con el activismo en las naciones africanas que las registradas en 2019.

“Este conjunto de datos es otro recordatorio de que luchar contra la crisis climática conlleva una carga insoportablemente pesada para algunos, que arriesgan sus vidas para salvar los bosques, ríos y biosferas que son esenciales para contrarrestar el calentamiento global insostenible”, dijo Madden. “Esto debe terminar”.

El informe se hace eco de los llamamientos para una mejor protección para los activistas procedentes de las Naciones Unidas, la Unión Europea y otros organismos mundiales. También pide a las empresas que se aseguren de que sus prácticas estén alineadas con los derechos humanos y las protecciones climáticas en sus países de operación.

El informe completo está disponible en Global Witness aquí .

Por Laureen Fagan. Artículo en inglés

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Informe de Global Witness: Crisis climática y el riesgo de defender los bienes comunes. América Latina

Informe de Global Witness evidencia dramático incremento de asesinatos de personas defensoras de la tierra y el medio ambiente

El recién publicado informe de Global Witness «Última línea de defensa» lanza un grito de alerta: la explotación irresponsable y la codicia que impulsan la crisis climática también están impulsando la violencia contra las personas defensoras de la tierra y los bienes comunes.

De acuerdo con el informe (descargue aquí la versión en español) el año 2020 ha sido el más letal para las personas que defienden sus hogares, la tierra, los medios de vida y los ecosistemas.

Son 227 las personas defensoras asesinadas en el mundo (fueron 212 en 2019), tres de cada cuatro (165) en América Latina, que se confirma como el continente más peligroso para quienes defienden los bienes comunes. Esto significa más de 4 personas asesinadas en promedio cada semana.

El informe señala también que defensores y defensoras sufrieron toda una serie de ataques no letales, entre otros, detenciones, campañas de difamación, amenazas, acoso, hostigamiento, violencia sexual, demandas judiciales.

América Latina, la más peligrosa

Colombia (65), México (30) y Filipinas (29) son los países con más personas defensoras de la tierra y los bienes comunes asesinadas, y suman más de la mitad del total registrado.

En Colombia, un tercio de estos ataques fueron contra indígenas y afrodescendientes, y casi la mitad fueron contra personas dedicadas a la agricultura a pequeña escala. Estos datos se enmarcan en un contexto de ataques sistemáticos contra líderes sociales y ex combatientes firmantes del acuerdo de paz.

Según el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz), desde la firma del acuerdo (2016) han sido asesinados 1231 líderes (116 en 2021) y 285 ex combatientes de las FARC-EP (36 en 2021).

México resultó ser uno de los países que ha registrado el mayor aumento de asesinatos de personas defensoras respecto al 2019. La explotación forestal estuvo vinculada a casi un tercio de estos ataques, y la mitad de todos los ataques fueron dirigidos contra comunidades indígenas. El 95% de estos casos quedan en la impunidad.

Brasil (20), Honduras (17), República del Congo (15) y Guatemala (13) son los países con la mayor cantidad absoluta de personas defensoras asesinadas después de Colombia, México y Filipinas. Sin embargo, si calculamos el número de asesinatos per cápita, Nicaragua (12), Honduras, Colombia y Guatemala encabezan esta lista.

Más de un tercio de los ataques mortales están relacionados con la explotación de recursos (explotación forestal, minería y agroindustria a gran escala), represas hidroeléctricas y otras infraestructuras. La explotación forestal fue el sector con el mayor número de asesinatos (23), seguido por agroindustria y minería (17).

Global Witness señala que agroindustria y minería han estado vinculados a más del 30% de todos los asesinatos que la organización británica ha documentado a partir de 2015.

Otro dato muy preocupante es que, una vez más, los pueblos indígenas son las principales víctimas. A pesar de que apenas representan el 5% de la población mundial, más de un tercio de los ataques fatales estuvieron dirigidos contra ellos, en especial en México, América Central, Sudamérica y Filipinas.

De los 227 asesinatos de personas defensoras registrados por Global Witness, 226 ocurrieron en el Sur Global. En el período transcurrido desde que dicha organización comenzó a recopilar datos, menos del 1% de todos los ataques letales registrados se documentaron en el Norte Global.

La verdadera dimensión del problema

Global Witness advierte en su informe que todos estos datos no reflejan la verdadera dimensión del problema, ya que en algunos países la situación a la que se enfrentan las personas defensoras es difícil de medir.

En este sentido, las restricciones a la libertad de prensa, así como la ausencia de registros independientes de ataques contra las personas defensoras, dan lugar a un subregistro. Todo esto – asegura Global Witness – hace que las cifras publicadas en el informe sean una subestimación y que la dimensión del problema sea mucho más grande.

Empresas responsables

«Muchas empresas se involucran en un modelo económico extractivo que prioriza de forma abrumadora las ganancias sobre los derechos humanos y el medio ambiente. Este poder corporativo irresponsable es la fuerza subyacente que, no solo ha llevado la crisis climática al borde del colapso, sino que ha perpetuado el asesinato de personas defensoras», señala el informe.

«En muchos países ricos en recursos naturales y biodiversidad crítica para el clima, las empresas operan casi con total impunidad. En un contexto en el que el equilibrio de poder se inclina a favor de las corporaciones, no es frecuente que alguien sea arrestado o llevado ante la justicia por matar a personas defensoras», agrega.

Y cuando esto ocurre, suelen ser los autores materiales del crimen los que acaban sentados en el banquillo de los acusados, y no los mandantes y autores intelectuales que, en la inmensa mayoría de los casos, quedan en la impunidad.

«Mientras se acaparen más tierras y se talen más bosques para priorizar las ganancias a corto plazo, tanto la crisis climática como los ataques contra las personas defensoras se agravarán.

Los gobiernos pueden cambiar el rumbo de la crisis climática y preservar los derechos humanos protegiendo a la sociedad civil y aprobando leyes para que las corporaciones rindan cuentas de sus acciones y ganancias», concluye Global Witness.

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América Latina: El conocimiento ancestral como recurso al Cambio Climático

América Latina/Autor(a) y Fuente: es.unesco.org

La Plataforma de Cambio Climático, Riesgo y Resiliencia destaca el caso Geoparque mundial de la UNESCO, Mixteca Alta, en México, en donde se desarrolla un método de terrazas agrícolas puesto en marcha hace más de 3500 años, que permite maximizar los resultados de los cultivos expuestos a resistir la variabilidad climática

Un horizonte rojo, amarillo, anaranjado, verde, azul y morado. Pocos paisajes del mundo pueden hermanar tan bella paleta de colores con montañas, volcanes, valles y un sinfín de relieves y texturas naturales, en un encuadre tan rico como árido. Esa es una de las postales más singulares que tiene Mixteca Alta, uno de los ocho Geoparques mundiales de la UNESCO en América Latina. Ubicado en México, la comunidad local desarrolla hace más de 3500 años un sistema de terrazas agrícolas con resultados asombrosos para resistir, en pleno siglo XXI, al cambio climático.

Este es uno de los pocos -muy pocos- lugares del mundo donde todavía se aplican conocimientos ancestrales, transmitidos de generación en generación, para generar transformaciones que protejan la agrobiodiversidad del planeta. Dada su importante trascendencia, este caso ha sido categorizado como un referente de buena práctica en la Plataforma de Cambio Climático, Riesgo y Resiliencia que impulsa la Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe.

El mexicano Quetzalcoátl Orozco Ramírez es uno de los responsables de que dicho logro suceda. Hijo de un matrimonio campesino del antiguo México rural, ha dedicado su vida a la investigación agroecológica formal en el manejo de recursos naturales, tras haber alcanzado su Doctorado en Geografía en los Estados Unidos. Regresó a vivir a Oaxaca -uno de los Estados de México con mayor diversidad biológica y geológica- donde trabaja actualmente como investigador dentro del Geoparque mundial de la UNESCO, Mixteca Alta. Eligió esa tierra para criar junto a su esposa, a su hijo recién nacido, quien lleva el original nombre Centli, en náhuatl, una lengua azteca que data desde el siglo V, y que su traducción al castellano es, curiosamente, maíz. ​​

“Cuando llegué a la Mixteca Alta, me llamó la atención la variedad de maíz, particularmente del maíz de cajete, que es el que crece en las terrazas de estas tierras, tras un largo ciclo de producción y una notoria resistencia a la sequía. Representa muy poco porcentaje de la superficie pero, tomando en cuenta el valor cultural y la importancia para la seguridad alimentaria de los pueblos que no están asentados en el Valle, es muy relevante. Y de ahí el interés por iniciar este estudio de las terrazas”, detalló Orozco Ramírez a UNESCO Montevideo.

Terrazas agrícolas, un método ancestral

La población que reside en Oaxaca maneja prácticas agrícolas que datan de 3400 a 3500 años atrás y, asombrosamente, en la actualidad, su aplicación aporta a la resiliencia contra los efectos del cambio climático mediante una práctica singular de la agricultura en terrazas. En concreto, en este Geoparque, se aplican dos sistemas distintos de terrazas: el de laderas, que implica un esquema más conocido a nivel mundial, y de lamabordos, que sería el método más novedoso. Este último supone una estructura formada por una pared de piedra -camellón o muro- seguido de un arenal que genera la superficie plana. Estas construcciones se ubican estratégicamente sobre los arroyos o corrientes de agua, para aprovechar la erosión natural de los suelos que se encuentran por encima de ellas. Y esa es su mayor fortaleza.

Orozco Ramírez explicó que la variabilidad climática siempre ha estado presente en esta localidad, aún antes de que se sintieran los efectos del cambio climático. Si bien esas consecuencias adversas exacerbaron el fenómeno:  “Esta región, debido a su ubicación y elevación, siempre ha tenido periodos de sequía y de mucha lluvia, con fuertes cambios en las lluvias, incluso, dentro del mismo año. Desde el origen, existió siempre la necesidad de desarrollar una agricultura que fuera capaz de adaptarse a esas condiciones cambiantes”, señaló.

Lo que es evidente, dijo, es la resiliencia que tiene este esquema de terrazas, la cual se expresa en los resultados de la producción. Mientras que aquí la cosecha de maíz es segura año tras año -en el eje de un 50% y 70% de resultado favorable- en las zonas no “aterrazadas” los cultivos no progresan, dijo, ya sea por falta de agua o exceso de lluvia.

Este modelo de terrazas tiene particularidades que lo distinguen. Fue diseñado para rendir, especialmente, durante los años castigados por la sequía, con el cometido de aprovechar al máximo la poca agua que circula en la zona. En los cauces o fuentes de agua, se acumula sedimento hasta formar pequeños terrenos planos, dando origen, justamente, a los lamabordos.

“Son tan singulares debido a que el suelo que se genera es producto del sedimento que arrastra la corriente, que se nutre también de la materia orgánica y de las plantas que se crean en las microcuencas. Surgen sobre los cauces y sus suelos son de origen antropogénico”, distinguió el investigador, diferenciando este método del esquema de contorno que se ubica perpendicular a la pendiente de una loma.

Esta práctica es especialmente valiosa porque tiene un vínculo directo con la seguridad alimentaria en el proceso de adaptación al cambio climático. El Geoparque mundial de la UNESCO, Mixteca Alta es, este sentido, un gran referente a nivel global, porque implementa las terrazas con especial atención en las soluciones basadas en la naturaleza y en la sabiduría de las comunidades locales, impulsando la resiliencia ante la variabilidad climática.

Todos los Geoparques mundiales de la UNESCO son áreas geográficas únicas y unificadas, en donde los paisajes de importancia geológica se gestionan con un concepto holístico de protección, educación y desarrollo sostenible. Mixteca Alta, utiliza su patrimonio geológico, en conexión con todos los demás aspectos del patrimonio natural y cultural de la zona, para mejorar la concientización y la comprensión de cuestiones claves a las que se enfrenta la sociedad, como el uso sostenible de los recursos naturales, la mitigación de los efectos del cambio climático y la reducción de los riesgos relacionados con los desastres naturales.

Orozco Ramírez reconoce que este modelo agrícola tiene potencial para ser extrapolado a otras latitudes, en la medida que exista cooperación y compromiso entre varios actores para impulsar la práctica, invertir en ella y proteger la agrobiodiversidad, actualmente amenazada por los efectos adversos del cambio climático.

Foto: cortesía de Quetzalcoátl Orozco Ramírez, 2021

Una trama colaborativa

Además de los aspectos técnicos, esta práctica agrícola integra un valor ligado a la comunidad autóctona. Los terrenos en los que se trabaja se heredan de generación en generación hace miles de años, lo que configura un apego y compromiso comunitario por mantener los cultivos que los ancestros trabajaban. Sin embargo, la coyuntura del mundo actual impuso un reto importante a esa responsabilidad, dado que en los últimos años han aumentado las dificultades económicas que deben enfrentar varias familias de la zona, obligadas, muchas veces, a migrar en busca de mejores oportunidades de empleo.

“Quien cosecha en lamabordos requiere, necesariamente, de apoyo colectivo para poder sembrar, porque es un trabajo que implica mucho esfuerzo físico y una sola persona no la puedo hacer. Esto genera mecanismos de ayuda mutua y recíproca, que da más cohesión a la comunidad local”,

destacó Orozco Ramírez quien, ​​de hecho, para poder elaborar el manual sobre construcción de lamabordos, estuvo colaborando recientemente con una familia de Oaxaca. Se necesitan, dijo, incentivos para poder consolidar esta práctica agrícola.

“Lamentablemente, en la actualidad existe una combinación de factores socioeconómicos como ambientales que dificultan las actividades primarias en esa en esa zona”, alertó.

El valor de la UNESCO

Orozco Ramírez destacó la importancia del reconocimiento que ha hecho la UNESCO sobre ese territorio, al asignarle la categoría de Geoparque mundial de la UNESCO, lo que significa, dijo, proteger y resaltar el valor que existe a nivel de patrimonio ecológico, patrimonio cultural y patrimonio natural.

“Esto ha hecho que tanto en el interior del territorio como dentro del Estado, y hasta incluso a nivel país, se le ponga mayor atención y se reconozca lo interesante que hay en este sitio. Esta importante sinergia es el resultado directo del reconocimiento que ha hecho la UNESCO a través del Programa de Geoparques”, reafirmó el investigador.

Tras la designación de este territorio como Geoparque mundial de la UNESCO se han impulsado cantidad de actividades alternativas paralelas dentro del sitio, vinculadas, por ejemplo, a la educación y al turismo. El impacto de dichas acciones produjo un aumento a nivel de ingresos para familias de la comunidad local, lo cual contribuye a detener las migraciones forzadas que muchos colectivos se ven obligados a realizar. Estos resultados son “muy bien vistos” por la comunidad local, según el mexicano, quien destacó el rol de la UNESCO como un articulador capaz de provocar valiosos resultados tangibles e intangibles en el territorio.

Mediante la sensibilización de la importancia del patrimonio geológico del área en la historia y la sociedad actual, los Geoparques mundiales de la UNESCO dan a la población local un sentimiento de orgullo de su región y fortalecen su identificación con el área. Se estimula la creación de empresas locales innovadoras, de nuevos trabajos y cursos de formación de alta calidad, a medida que se generan nuevas fuentes de ingresos a través del geoturismo, protegiendo al mismo tiempo los recursos geológicos del área.

Fuente: https://es.unesco.org/news/conocimiento-ancestral-como-recurso-al-cambio-climatico

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DD.HH. Cambio climático: ¡No son los tráileres, es la película!

Por: Tercera Información

La realidad es tajante frente al cambio climático y el creciente calentamiento global. El incendiario resumen del informe del IPCC de la ONU, solo fueron los tráileres de una película que tiene siglos avanzando. La expresión más dramática se conocerá -con mayor certeza- en su próxima parte: el informe definitivo que se presentará en 2022. (1).

Se puede comprobar que la película no es de ficción: Diversas partes del planeta arden o se hallan inundadas. (2). Por tanto, los tomadores de decisiones en todas las instancias del planeta, han de considerar las violaciones transversales a los derechos humanos (DD.HH) que pueden suscitar sus sentencias sobre la ciudadanía, y especialmente en la generación que se levanta, incluyendo sus propios hij@s o niet@s.

Unos mil millones de niños, casi la mitad del total de 2200 millones que hay en el mundo, viven en uno de los 33 países considerados “de muy alto riesgo climático”, así lo alertó UNICEF en un nuevo informe que presenta un “índice de Riesgo Climático de la Infancia”, según news.un.org de este 20 de agosto (3).

Henrietta Fore, directora Ejecutiva de Unicef, advirtió mediante comunicado -en www.unicef.org- que “las perturbaciones climáticas y medioambientales están menoscabando la totalidad de los derechos de los niños, desde su acceso a un aire limpio, alimentos y agua potable, hasta su derecho a una educación, a una vivienda, a estar protegidos contra la explotación e incluso a sobrevivir”. (4). Según esta fuente, el Índice de Riesgo Climático para la infancia revela datos espeluznantes: “815 millones de niños están muy expuestos a la contaminación por plomo” e igual número se halla expuesto a olas de calor; mientras 920 millones de niños “están muy expuestos a la escasez de agua”. (4)

En cifras es simple matemática, pero en la praxis, son vulneraciones a DD.HH de niñ@s que sufren por inundaciones costeras (20 millones); inundaciones fluviales (330 millones) y enfermedades transmitidas por vectores (400 millones). Llegado a este punto, inevitablemente la mente se remonta a otras épocas y situaciones extremas, que constituyeron base para legislar sobre derechos de los niñ@s. (4).

Se trata de tiempos en que las clases pobres de la humanidad se vieron obligadas a lo que luego se hizo lugar común y abuso: Llevar a sus hij@s a trabajar como adultos, generando la necesidad de un marco legal para reducir la mortandad de la mano trabajadora y asegurar a los dueños de los medios de producción y del capital, manitas explotables en función de amasar riquezas. (5).

Por ello, tras siglos de lucha, y varios instrumentos legales, se erigió la Convención Internacional de los Derechos del Niño (1989), documento jurídicamente vinculante y que establece garantías para la supervivencia de la infancia; algunas, acordes a las secuelas del cambio climático: derecho a la vida, a participación de los padres en crianza y educación del niñ@, por igual; salud, asistencia médica y sanitaria; seguridad social; nivel adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual y social. (5).

De cualquier modo, las injusticias contra la niñez obstruyen el desarrollo de la humanidad, y en este caso, -como expresara Fore- “el cambio climático es profundamente desigual. Aunque ningún niño es responsable del aumento de las temperaturas mundiales, ellos sufrirán las peores consecuencias. Los niños de los países menos responsables sufrirán más que nadie”. (4)

La directora Ejecutiva de Unicef sostiene que “el informe revela incoherencias entre los países donde se generan las emisiones de gases efecto invernadero y aquellos en los que los niños sufren las peores consecuencias del cambio climático. (…) los 33 países “de muy alto riesgo” emiten tan solo el 9% de las emisiones mundiales de CO2”, mientras “los 10 países que generan más emisiones representan casi el 70% de las emisiones mundiales”. (4).

Fore critica que a pesar de ello, “solo uno de estos países se encuentra clasificado como “de muy alto riesgo” en el índice”. Son las disparidades de este drama las que hay ver con detenimiento, y sobre ellas, el sistema multilateral debe que ofrecer opciones de equidad.
Por ejemplo, el “Acuerdo de París” sobre el cambio climático, reza en su numeral 9, literales b y c que “cada Parte deberá, cuando sea el caso, emprender procesos de planificación de la adaptación y adoptar medidas, como la formulación o mejora de los planes, políticas y/o contribuciones pertinentes, lo que podrá incluir: (6)

El proceso de formulación y ejecución de los planes nacionales de adaptación; y c) La evaluación de los efectos del cambio climático y de la vulnerabilidad a este, con miras a formular sus medidas prioritarias determinadas a nivel nacional, teniendo en cuenta a las personas, los lugares y los ecosistemas vulnerables”.

Esto coincide con el comunicado de la Unicef en boca de la Oenegé “Viernes por el Futuro” (coautores del prefacio del informe ante referido), que solicita “incluir a los jóvenes en todas las negociaciones y las decisiones relacionadas con el clima a nivel nacional, regional e internacional, incluida la COP26”. (4)

O sea, asumir que lo que sucede con el cambio climático ¡No son los tráileres, es la película!

Referencias
1. https://www.ipcc.ch/languages-2/spanish/
2. https://www.geamap.com/es/incendios
http://spanish.xinhuanet.com/2021-04/05/c_139859402.htm
https://www.bbc.com/mundo/noticias-57870037
3. https://news.un.org/feed/view/es/story/2021/08/1495742
4. https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/1000-millones-ninos-gravemente-expuestos-efectos-crisis-del-clima
5. Declaración Universal de Derechos Humanos, Sección de Servicios de Internet, en español. Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, s/a. http://www.un.org/es/documents/udhr/
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Recuperado de https://www.unicef.org/spanish/crc/index_protocols.html
Freites, L. Convención Internacional de los Derechos del Niño. Apuntes Básicos. Recuperado de http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-49102008000300002
Convenio Sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil. Recuperado de https://www.humanium.org/es/convenio-182-peores-formas-trabajo-infantil-1999/</html
6. Acuerdo de París (2015). Recuperado de https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://unfccc.int/files/meetings/paris_nov_2015/application/pdf/paris_agreement_spanish_.pdf&ved=2ahUKEwjW1aSJlsHyAhWoTt8KHZFvD0UQFnoECAQQAQ&usg=AOvVaw1am0lFOwFFwkOniXfM-1eD

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/opinion/21/08/2021/dd-hh-cambio-climatico-no-son-los-traileres-es-la-pelicula/

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El Salvador: Los jóvenes hablan del cambio climático en Diálogos del Bicentenario

América Central/El Salvador/22-08-2021/Autora: Evelia Hernández/Fuente: www.elsalvador.com

A través de una tertulia impulsada por Unicef, Clacso, Glasswing, ConTextos y Fusal, nueve jóvenes expusieron sus posturas y preocupaciones frente a la problemática del medio ambiente.

Nueve jóvenes alzaron su voz y expusieron su preocupación frente a las situaciones que enfrentan en su comunidades debido al cambio climático.

La participación de los jóvenes se realizó a través de la iniciativa denominada: “Es Hora de la Niñez”, desarrollado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

“Es Hora de la Niñez” se desarrollada en el marco de los Diálogos del Bicentenario y que busca que la niñez y la adolescencia se expresen sobre diversos temas e incentivarlos a ser agentes de cambio en la sociedad salvadoreña.

El evento se desarrolló a través de Facebook Live sobre “La niñez y el cambio climático”; en el conversatorio, los jóvenes señalaron las problemáticas medio ambientales que existen dentro de sus comunidades, evidenciaron un aumento de la tala de árboles, falta de agua potable, cambios en la temperatura, amenazas de inundaciones y derrumbes.

Además de la destrucción de la flora y fauna, sequías que afectan a los agricultores, contaminación, mal tratamiento de desechos sólidos, falta de recolección de basura, son parte de las problemáticas que identificaron los jóvenes.

“Las empresas deberían tener un corazón verde, no un corazón de piedra, un corazón ecológico, amigable con el medio ambiente. Las empresas deben tener la conciencia ya que el medio ambiente es muy importante en el aspecto cultural, social y religioso”.

Fernando Castellón, originario de Apopa

Los adolescentes que participaron fueron: Symon Hernández ( de Santa Ana), Paula Umaña ( Jucuapa, Usulután), Fernando Castellón (Apopa), Anderson Martínez ( San Salvador), Rolando Escobar (Sonsonate), Elisa Polío (Morazán), Iris Guzmán (La Libertad) Joselyn Flores y Anderson Godínez, (Ciudad Arce).

Los jóvenes que forman parte del programas de Glasswing y ConTextos sugirieron a los empresarios que realicen acciones para minimizar el impacto climático, concienciando a la población a través de sus productos o desarrollen campañas.

“El rol que pueden tomar las empresas que tenga acciones amigables con el medio ambiente (…) si no afectará a muchas personas”, manifestó Joselyn Flores.

Mientras que Anderson Martínez recordó que el país se encuentra en estrés hídrico y que muchas zonas en el territorio hay escasez de agua. “Es inevitable, el deterioro del medio ambiente se dará, pero no por eso vamos a dejar de actuar, hay que retrasarlo el mayor tiempo posible. Si maltratamos al medio ambiente, no esperemos que este nos recompense de buena manera”, dijo Rolando Escobar.

A través del conversatorio, los adolescentes hicieron un llamado a los demás jóvenes para que se sumen y desarrollen pequeñas acciones para generar cambios dentro de su comunidad.

”Somos la primera generación capaz de acabar con la pobreza y la última que puede poner fin a los impactos adversos del cambio climático”.

Anderson Martínez, San Salvador

Entre la alternativas que promovieron está recolección de basura en parques, no botar basura en las calles, recoger las mascarillas que encuentre tiradas en la calle, ahorro de energía eléctrica, coordinar acciones con las alcaldías para hacer limpieza, reciclar, entre otras alternativas.

Los jóvenes también destacaron la importancia de la educación en el hogar. Y la importancia de reiterar en los centros educativos la educación ambiental.

“Se debe educar y amar la naturaleza desde el hogar, a través del ejemplo”, destacaron los jóvenes.

“El cambio climático afecta nuestra salud y para evitar tantas enfermedades que se dan por tanto cambio en el clima. Yo creo que deberíamos de pensar en nosotros y los demás para ver el futuro que tenemos planeado porque si no hacemos nada (detener el impacto) por tener un mejor país o un mejor mundo no vamos a lograr ni la mitad de los sueños que tenemos”.

Joselyn Flores, La Libertad

El espacio de participación para los jóvenes es promovido por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), ConTexto, Glasswing Internacional y Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo (Fusal).

Jimmy Vásquez, especialistas en Políticas Sociales de Unicef, destacó que la iniciativa se está desarrollando para crear políticas que tengan en cuenta las propuestas de la niñez y de los adolescentes.

“Los adultos no hemos tenido la sensibilidad necesaria para incluir la voz de las niñas, niños y adolescentes en temas que le compete como son la educación, medio ambiente, en la familia, migraciones, el uso de la tecnología, las redes sociales y otros”, reflexionó Vásquez.

Además de destacar la importancia de invertir en iniciativas que desarrollen las competencias de los adolescentes.

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/cambio-climatico-jovenes-unicef-es-hora-de-la-ninez-clacso/870956/2021/

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El cambio climático y la universidad

Por: Miguel Ángel Casillas

El 7 de agosto se difundió el reporte del Panel intergubernamental sobre cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas, 2021: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change.

En ese reporte se analiza con datos y referencias científicas la evolución del cambio climático que experimenta la Tierra como producto de las actividades humanas y presenta un modelo de evolución climática donde se hace observable la ruptura de todo equilibrio en los últimos 50 años, desde que el impulso a la industrialización y la ampliación del comercio han tenido consecuencias funestas para el planeta, que ponen en riesgo su existencia y con ella también la del género humano.

El informe tiene como base empírica un conjunto de indicadores. Se observa un incremento en la concentración de gases con efecto invernadero y de aerosoles producidos por las actividades humanas. Ha aumentado el dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno. Se constata un aumento de la temperatura global del planeta. Hay un cambio en los patrones de lluvias acusando un importante incremento en en siglo XX. Hay un cambio en los niveles de salinidad del mar, su acidificación y sus niveles de oxígeno. Ocurre un intenso derretimiento de nieves y glaciares. Aumenta el nivel del mar y se desatan fenómenos climáticos extremos: temperaturas muy altas y muy bajas, desertificación, intensificación en el número y la fuerza de ciclones y tormentas tropicales.

El grupo de expertos de la UNU formula diversos escenarios, pero en general se anuncia la catástrofe hacia 2050 y peor hacia 2100. Si no se hace nada la temperatura puede aumentar todavía más, hasta en 5 grados centígrados y si realmente proyectáramos una modificación profunda de la vida social, aún así el mundo seguirá calentándose por el efecto acumulado de la actividad humana. En el peor escenario de aumento superior a 4 grados, las consecuencias pueden ser terribles: por ejemplo América Central y casi toda Sudamérica sufrirían un proceso de desertificación, mientras que las lluvias se concentrarán en demasía en África, Asia menor y en los polos donde no habría más hielo. Hacia 2150 el mar habría aumentado hasta 8 metros su nivel, desbordando diques y costas.

El informe de la ONU es contundente, no deja lugar a medias tintas: las actividades humanas ligadas a la industrialización y la ampliación del consumo han generado una situación catastrófica que es necesario detener y hacerlo de manera urgente. Urge un cambio civilizatorio que modifique radicalmente los patrones de producción, el consumo de energías, las formas industrializadas de agricultura, los niveles de consumo de mercancías, el uso de medios de transporte, las maneras en como cuidamos y conservamos el medio ambiente.

Las universidades están obligadas a contribuir en la lucha contra el cambio climático. Ya se hacen muchas cosas, pero es todavía insuficiente su contribución. Hay que ampliar sus capacidades de investigación y de producción de nuevo conocimiento sobre los efectos locales del cambio climático; tienen una enorme responsabilidad en la difusión y concientización de la sociedad entera; disponen de una agenda de acciones que favorecen el ahorro y el reciclaje; muchas de las instituciones participan en proyectos de protección y restauración ambiental. Sin embargo, hasta la fecha no se ha modificado el contenido de la enseñanza profesional ni se han generado procesos de socialización suficientemente efectivos como para hacer de los universitarios agentes del cambio social requerido para salvaguardar el planeta.

En las universidades recientemente se ha desdibujado la lucha contra el cambio climático bajo el eufemismo de la responsabilidad social universitaria, que confunde y oculta el fundamento radical que se necesita en la transformación. Al mismo tiempo se construyen enormes aparatos burocráticos que tienden a disociarse de las comunidades y a generar sus propios espacios de poder. Urge replanter las prioridades y las formas de impulsar un cambio profundo en el sentido del trabajo universitario.

Las profesiones y las disciplinas deben reformular sus prácticas y contenidos; no pueden seguir formando egresados que reproduzcan los patrones de producción y consumo que nos están llevando a la ruina. Desde la universidad debemos luchar por cambiar las prácticas profesionales y las maneras de trabajar. Es inadmisible que las universidades sigan fomentando el consumo de energías no renovables, que se fomente la industrialización desmedida y el consumo de combustibles fósiles en todas las carreras de ingeniería, que no se consideren los impactos ambientales y sociales de seguir promoviendo la industrialización de la producción agropecuaria, que se desconozcan los impactos ambientales de los procesos económicos y que las carreras sigan promoviendo la cultura del negocio por encima de los criterios de conservación y protección del patrimonio natural.

Las universidades son el espacio privilegiado para la investigación y el desarrollo de energías limpias. Tienen ante sí el reto de comprender y brindar soluciones a los impactos específicos a escala regional del cambio climático: en la agricultura y la producción de alimentos, el agua, el aumento del nivel mar, y los riesgos meteorológicos. Pero también las universidades, en tanto agencias culturales, deben construir una nueva socialización que sostenga nuevas maneras de ser y vivir, reduciendo la dinámica global de consumo, de desperdicio y de gasto inútil; cuidando el impacto ambiental de las acciones humanas y reduciendo los efectos de la reproducción humana sobre el planeta; cuidando, conservando y restaurando los ecosistemas.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-cambio-climatico-y-la-universidad/

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