México / 22 de octubre de 2017 / Autor: SES-UNAM / Fuente: Youtube

México / 22 de octubre de 2017 / Autor: SES-UNAM / Fuente: Youtube
México / 22 de octubre de 2017 / Autor: Simón Vargas / Fuente: Eje Central
¿Qué es la educación y qué diferencia hay con el aprendizaje? ¿Por qué ahora tenemos niños escolarizados, pero no con conocimientos sólidos? Según la enciclopedia británica la educación consiste en una “disciplina que se preocupa por los métodos de enseñanza y aprendizaje en las escuelas o entornos similares a la escuela” por otro lado, el aprendizaje hace referencia a “la alteración del comportamiento como resultado de la experiencia individual, cuando un organismo puede percibir y cambiar su comportamiento”. Son dos temas que suelen tratarse como sinónimos y es aquí en donde quizá radica el principal error, no son iguales; son procesos completamente diferentes.
En una investigación reciente, el Banco Mundial afirma que millones de jóvenes de países con ingresos bajos o medianos podrían enfrentarse a la posibilidad de perder grandes oportunidades, esto debido a que las escuelas no brindan las herramientas y competencias necesarias para hacer frente a los cambios que se viven día con día en un mundo globalizado.
“Esta crisis del aprendizaje es una crisis moral y económica”, declaró el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim. “En el caso de los jóvenes, la educación, cuando funciona como es debido, fomenta el empleo, incrementa los ingresos, mejora la salud y reduce la pobreza. A nivel social, estimula la innovación, fortalece las instituciones y promueve la cohesión social. Pero estos beneficios dependen del aprendizaje, y la escolarización sin aprendizaje es una oportunidad desaprovechada. Más aún, es una gran injusticia: los niños con los que la sociedad está más en deuda son aquellos que más necesitan de una buena educación para prosperar en la vida”. http://bit.ly/2xINVWF
Sorprendentemente, ahora nos enfrentamos a una escolarización básica sin aprendizaje, donde se motiva a los alumnos a repetir planteamientos de los cuales, pasado un tiempo son incapaces de desentrañar conceptos reales. Así como una educación superior en donde existe una desconexión entre la realidad laboral y lo que se enseña, producto de la poca interacción entre el mundo académico y el mundo real. http://bit.ly/2pIT3bD
Mucho se ha hablado sobre el derecho a la educación, pero no debe limitarse a alumnos sentados en un aula, sino también a fomentar docentes comprometidos; pero no sólo eso, el aprendizaje y la buena educación es una suma de tres partes, el alumno, el catedrático y el sistema educativo; si uno de estos tres muestra deficiencias generalmente el resultado no será favorable para los otros dos.
¿Contar con seis años de escolaridad no es suficiente para que los niños puedan leer una oración y comprenderla? Pues aún con todos los esfuerzos volcados en la educación y a que nuestros niños y niñas reciban clases de calidad, se ha fallado en el proceso. Hay diversos puntos a evaluar, pero considero que uno de los principales es creer que tenemos un tiempo límite para “aprender”, no hay razón científica, detrás de la idea de que los niños deben aprender a leer y escribir en uno o dos años. No obstante, esto es lo que a menudo se da por entendido y generalmente se presiona al alumno para asimilar un proceso que por diversas razones parece no quedarle claro, y derivado de esto el fracaso es aún hoy en día atribuido a los estudiantes, no al sistema, ni a los padres, ni a los docentes; aunque a decir verdad el sano desarrollo de un niño involucra a todos los antes mencionados y no debe recaer la responsabilidad solamente en una parte.
Por otro lado, durante muchos años nos enfrentamos a catedráticos sin vocación, que escogen el oficio urgidos por la supervivencia más que por la pasión de enseñar; para dar un giro radical, se requieren docentes con tiempo y condiciones para prepararse, para enseñar sin apuros, con libertad y autonomía para ensayar, equivocarse, aprender y rectificar, que saben mucho, y que por eso mismo saben que no puede dejar de aprender, que toman decisiones informadas, que leen, escriben e investigan, que alientan al propio descubrimiento; pero que sobre todo facilitan la buena educación.
Aunado a lo anterior deben existir espacios pensados para el aprendizaje donde la infraestructura sea la adecuada, donde se impulse a la imaginación a salir a caminar de la mano del alumno, donde el ruido o falta de aseo no sean impedimento para que el conocimiento les haga cosquillas a los pequeños.
Pero tampoco todo es funesto, se ha avanzado a pasos agigantados en las diversas teorías del aprendizaje desde el conductismo propuesto por John Broadus hasta el actual que expone basarnos en competencias entendiendo los diferentes tipos de aprendizaje, y visualizando que el alumnado no es una masa homogénea de seres humanos sino personas individuales con capacidades propias.
Como ejemplo, recordemos que Corea del Sur a principios de 1950 tenía una tasa de alfabetización extremadamente baja, pero a través de un programa de alta calidad en educación primaria y secundaria creado en 1995 ha logrado que los jóvenes obtengan las mejores calificaciones internacionales en los últimos años. Un cambio estructural no es un trabajo de un par de años, debe ser un esfuerzo comprometido por décadas, el camino es largo pero transitable y más aún, necesario.
No sólo se trata de aprender, también debemos aprender a aprender, pero sobre todo a entender que el aprendizaje no es algo impuesto; porque para la mayoría la experiencia escolar es rígida, tediosa y repetitiva, hay que inculcar en nuestros niños y niñas el amor al conocimiento. Si cimentamos con consciencia del aprendizaje y del hambre de conocer, comenzaremos a ver edificados adultos responsables de sí mismos y de la sociedad, personas que mostrarán habilidades para ayudar a su entorno y al prójimo.
Tenemos que empezar por romper muchos paradigmas y clichés establecidos, atrevernos a confiar en los alumnos, a creer que ellos también pueden enseñarnos, a compartir sin prohibición, pero con respeto. La educación siempre tendrá que ir acompañada de un trabajo constante, de un ímpetu de salir adelante, no es suficiente con una maestría y un doctorado, nuestra sociedad requiere profesionistas incansables, llenos de sueños por cumplir y que no se detendrán al primer tropiezo.
Fuente del Artículo:
http://www.ejecentral.com.mx/inprincipio-crisis-del-aprendizaje-en-la-educacion/
Fuente de la Imagen:
https://www.observatoriodelajuventud.org/el-banco-mundial-alerta-sobre-la-presencia-de-una-crisis-del-aprendizaje-a-nivel-mundial/
México / 22 de octubre de 2017 / Autor: Patrick John Buffe / Fuente: Radio Francia Internacional
Presente en México desde el 2007, ATD Cuarto Mundo desarrolla proyectos en barrios de la ciudad. Uno de ellos es el de Biblioteca de Calle. Permite trabajar con niños de colonias desfavorecidas para que aprendan junto con sus familias el placer de leer libros, contar y crear historias, además de desarrollar su creatividad.
Reproductor de audio
Al igual que los otros niños del barrio, Emily y Mari Cruz siempre acuden a la Biblioteca de Calle que instalan cada quince días los integrantes de ATD Cuarto Mundo México. Como lo hacen desde hace ya cuatro años, estos voluntarios llegan a la colonia Los Hornos con mochilas llenas de libros. Avisan a los padres. Instalan lonas en la calle, en el mismo suelo. Y se sientan con los niños, ayudándolos a leer o a realizar actividades manuales, en el marco de este proyecto de lucha contra la pobreza que lleva a cabo Matt Davies, el coordinador de esta organización:
“La meta es que los niños puedan crecer en confianza en sí mismo. A menudo vemos que la experiencia de los niños en la escuela no es positiva, entonces el libro puede ser un objeto asociado al fracaso. Y en la Biblioteca de calle es todo lo contrario.”
Los padres de familia valoran mucho esta biblioteca de calle y la convivencia que propicia, como lo recalca Doña Socorro: “Antes los niños se peleaban en la calle. Ahora no, se ponen a jugar entre ellos. Mis hijas no leían bien y ahora agarran sus libros y se ponen a leer.”
Un niño que lee muy bien es Samuel, de10 años y a quien la iniciativa Bibliotecas de calle le despertó una gran ambición: “aprender a leer me va a servir para que cuando sea grande pueda enseñar a leer a los demás”
Con Bibliotecas de calle, lo que busca ATD Cuarto Mundo es erradicar poco a poco la pobreza.
Fuente de la Noticia:
http://es.rfi.fr/americas/20171016-las-bibliotecas-de-calle-de-atd-cuarto-mundo-para-ninos-mexicanos
Irazema Edith Ramírez Hernández. Mauricio Beuchot. Alcira B. Bonilla. Ángel Casado. Carlos A. Cullen. Pablo da Silveira. Tomás Domingo Moratalla. Silvio Gallo. Mario Magallón Anaya. Enrique Martínez. Gerardo Ramos Serpa. Héctor Samour. [Autores de Capítulo]
ISBN 978-607-8371-83-9
CLACSO. Ediciones Del Lirio. Escuela Normal Superior Veracruzana “Dr. Manuel Suárez Trujillo”. Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”.
México D. F..
Octubre de 2017
Voces de la Filosofía de la Educación pone en práctica lo que alude en su título: dialogar, escuchar, exponer, criticar, oponer, manifestar, expresar, etc., lo que tienen que decir diversas voces en relación con la Filosofía del de la Educación. Es precisamente la pluralidad de perspectivas que abordan el tan traído y llevado tema de la educación, lo que aquí desea resaltarse. La Filosofía de la Educación, campo muy trabajado y tal vez no reconocido en ciertos círculos de la academia, demuestra que tiene pleno derecho como disciplina filosófica, gracias a los abordajes que en esta obra se exponen.
Por: Mexicanos Primero.
Durante el pasado mes de julio el secretario de Educación Pública Aurelio Nuño presentó los planes y programas de estudio del Nuevo Modelo Educativo, así como las estrategias para cada uno de sus componentes. En el documento correspondiente a la Estrategia de Equidad e Inclusión, se plantea que para enfrentar la exclusión y la discriminación, es necesario contar con una perspectiva que avance hacia:
• Un sistema educativo que atienda de manera adecuada las necesidades específicas de los distintos grupos de población.
• Una educación inclusiva, que implica que el sistema escolar debe adaptarse a las necesidades de todos los alumnos y simultáneamente reconocer sus distintas capacidades, ritmos y estilos de aprendizaje, sin distinción de ningún tipo (SEP, 2017).
Bajo este esquema, las escuelas deben fortalecerse para que sean ambientes capaces de responder a las necesidades individuales de todos los estudiantes, sin importar su condición socioeconómica, su origen étnico o cultural, el género, sus capacidades o sus preferencias religiosas o de otro tipo.
Los resultados de la Encuesta OpiNNA, realizada en los meses de abril y mayo del presente año por la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), muestran que aún hay mucho trabajo por hacer para lograr la inclusión, no sólo en la escuela, sino también en nuestra sociedad.
En esta encuesta participaron 27,640 niños, niñas y adolescentes, entre 6 y 17 años. De los encuestados, 8% se encuentra cursando la primaria baja, 78% se ubica en los últimos tres años de primaria y los tres de secundaria, mientras que 13% está estudiando en el nivel medio superior. Todos estos estudiantes, en cada nivel, muestran el largo camino que se debe recorrer para que la participación en inclusión sea una realidad.
El 56% de los encuestados señala que todos los días se discrimina en la escuela, principalmente a aquellos que tienen un color de piel diferente (40%) y a quienes viven con alguna discapacidad (24%) o son indígenas (16%). ¿Cómo es posible la existencia de una escuela inclusiva, cuando la discriminación está presente en su cotidianidad? En la estrategia presentada por la SEP se proponen acciones para lograr la inclusión de personas con discapacidad, alumnos con aptitudes sobresalientes o de atención a la diversidad étnica, lingüística y cultural, pero no se explicitan las actitudes, prácticas y políticas que requieren las escuelas para lograr la inclusión integral. Si no se arranca toda la estrategia comenzando por abordar la exclusión generalizada desde las prácticas y las políticas, los ajustes a “grupos de población” tiene el riesgo de etiquetar, y por ello de reiterar y cristalizar la lesión constante a sus derechos.
Otro de los aspectos que también dejan ver los resultados de OpiNNA es que ni en la sociedad en general ni al interior de las escuelas se está trabajando en una verdadera cultura de inclusión para las personas en condición de discapacidad. El 45% de los encuestados considera que a los niños con discapacidad se les trata mal porque no se les ha enseñado a los demás a convivir con ellos, mientras que el 24% dice que no hay interés en estas personas. De nuevo, aquí el punto no es sólo qué intervención se puede pensar para el grupo afectado, sino en la formación general sobre las actitudes, las prácticas y las políticas; las barreras más graves no son la falta de rampas o de materiales en Braille, sino los prejuicios y la indiferencia de la comunidad que los circunda.
Inclusive en la misma estrategia sólo se menciona que es necesario fomentar la actitud de respeto a los derechos de las personas con discapacidad tanto dentro del sistema educativo como fuera de él, pero no se explicitan metas ni acciones concretas para alcanzarlas; tampoco se explica cómo obtener evidencia para medir dicho avance ni se plantea una estrategia de evaluación. Una pregunta que surge de estos planteamientos es ¿cómo eliminar la discriminación por tener un color de piel diferente o por tu origen étnico? ¿cómo creas conciencia en los niños, niñas y adolescentes (NNA) de la diversidad que existe en el país y que es constitutiva de su historia y su realidad presente?
La solución no la tiene sólo el sistema educativo, sino que es necesario establecer una estrategia social y cultural en la que todos estemos involucrados. Debe quedar claro que no basta con adecuar los espacios físicos para las personas con capacidades diferentes, es decir, que no se resuelve con mejorar la infraestructura o construyendo rampas, simplemente porque hay distintos tipos de discapacidad. Se necesita un cambio cultural, que sólo ocurre con acciones deliberadas y mensajes específicos.
En esta Estrategia de Inclusión y Equidad presentada por la SEP se prioriza la atención y mejora de las escuelas indígenas, pero no hay un plan de trabajo para la inclusión de los alumnos indígenas que están en las escuelas “regulares”. Tampoco se propone una estrategia para incorporar elementos relevantes para el respeto y promoción de la identidad de estos niños en este tipo de escuelas ni a su derecho de aprender en su lengua materna, como ocurre por ejemplo con los niños mazahuas que asisten a escuelas en la zona urbana de Toluca o Lerma, o los niños nahua, ñahñú o zapotecas en la Ciudad de México.
Una acción que sí puede hacerse al interior de las escuelas es crear conciencia en los NNA de la diversidad que existe en nuestro país, no sólo mostrando los grupos étnicos que existen, sino integrando al currículum la enseñanza de lenguas indígenas, así como los rudimentos del sistema Braille o el lenguaje de señas para todos los NNA. Para que esto se lleve a cabo es necesario empezar con la formación inicial –y continua- de los maestros en estas formas de aprendizaje y apoyarlos para que puedan crear ambientes de aprendizaje incluyente, eliminando las barreras que enfrentan los NNA con capacidades diferentes.
La encuesta OpiNNA busca garantizar el derecho de los NNA a participar y ser escuchados y a colocar la voz de la niñez y adolescencia como parte de la opinión pública. Sin embargo, no hay que asumir que la participación se reduce a esto; es sólo un primer paso. Es claro que la encuesta es poco conocida en la opinión pública, y no desató la discusión abierta que el asunto amerita. Hay que recordar que la participación auténtica implica escuchar a los NNA para conocer su realidad, pero también involucrarlos en la toma de decisiones sobre los ámbitos que competen su vida cotidiana y en los procesos de construcción de acciones y estrategias que les afectan.
Necesitan ser protagonistas de la inclusión la propia y la ajena pues es un ambiente empobrecedor para todos una escuela en la que no se superan los prejuicios, no se respetan las identidades y no se activa la colaboración en la diversidad. Todos perdemos así. Todos ganamos tus hijos, los míos, los de todos- con la inclusión verdadera.
Fuente: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/el-largo-camino-para-la-participacion-de-los-ninos-ninas-y-adolescentes-en-la-inclusion-educativa.html
Imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/10/11/59deea93c4b7c.jpg
México / 15 de octubre de 2017 / Autor: Cencos / Fuente: Youtube
México / 15 de octubre de 2017 / Autor: Eduardo Andere / Fuente: Educación Futura
Los padres de familia siempre queremos lo mejor para nuestros hijos. En la canasta de las mejores cosas está la educación. Entonces, por qué no hacemos un ejercicio hipotético en el que papás mexicanos (o de cualquier país) obsesionados por encontrar la mejor escuela para sus hijos, tuvieran la libertad de diseñar dicha escuela con base en las estadísticas publicadas por la OCDE el pasado 12 de septiembre. Veamos.
Si los papás quieren a la escuela con maestros felices por estar bien pagados, tanto desde preescolar hasta media superior, la escuela es la de Luxemburgo, seguida por la de Suiza y la de Corea del Sur. Los maestros de Luxemburgo en cualquier nivel educativo perciben, en el tope de la escala, más de 120 mil dólares ajustados por el poder adquisitivo. Los maestros mexicanos de preescolar perciben, en el nivel tope, 36,682 dólares anuales. Aunque dramático el contraste, la diferencia se tamiza cuando observamos que los maestros de Finlandia perciben en este nivel y al tope, 31,492 dólares y los maestros de la República Eslovaca, 14,126 dólares ajustados.
En primaria, la historia es similar. El maestro mexicano percibe en el nivel tope 36,682 dólares, contra 31,492 del maestro finlandés y 19,336 del eslovaco. En secundaria, el maestro mexicano percibe 46,898 dólares, contra 55,122 del promedio de la OCDE, 46,400 del finlandés y 19,336 del eslovaco. Así las cosas, pues una buena alternativa es llevarlos a Finlandia, porque más o menos perciben igual que en México, pero obtienen muy altos resultados. El único problema es que tienen primero que aprender finlandés.
Además, no solo quisiéramos maestros felices por el alto salario sino por la baja carga de trabajo, la combinación ideal. Los maestros con la mínima carga de trabajo en preescolar son los mexicanos con un total de 772 horas al año, comparados con un promedio de la OCDE de 1230 horas y una enorme carga de trabajo para los chilenos con 1883 horas. En primaria, los maestros de México trabajan al año en la escuela 800 horas comparadas de cerca con las de los maestros letones que ganan muy poco, pero nada más trabajan 735 horas. Tampoco queremos llevarlos con los chilenos en este nivel pues trabajan 1883 horas. En secundaria el paraíso está en Finlandia con 706 de trabajo al año, contra las abultadas 1167 horas de los maestros mexicanos o abultadísimas 1883 de los chilenos.
Además de maestros bien pagados, con pocas horas de trabajo, la escuela ideal es la que tiene menos estudiantes por clase o grupo. En México en primaria el número es 22 contra el promedio de la OCDE de 21 y el bajísimo número de 16 en Letonia o Luxemburgo. No queremos llevarlos a Chile donde los salones de clase están ocupados por 30 alumnos, el máximo del mundo OCDE. Quizá una alternativa más económica sería llevarlos a Costa Rica que, aunque no es un país de la OCDE, aloja solo a 15 estudiantes por grupo, aunque sus resultados tampoco son muy altos que digamos. En secundaria la historia es un poco diferente. En México el número de alumnos por grupo es 28, comparado con 23 del promedio de la OCDE y 15 de Letonia. Aquí los papás mexicanos quizá quisieran evitar las escuelas de Turquía con 34 estudiantes por grupo, o las de Japón con 32, o las de Corea con 30.
Ahora bien, si a los hijos o a sus papás les gustan las matemáticas, la escuela ideal sería donde enseñen muchas matemáticas. ¡Eureka! Esa escuela es la mexicana, donde del total del tiempo obligatorio de instrucción en primaria el 27% se dedica a las matemáticas contra el 17% en el promedio de la OCDE, o tan solo 12% del total en Dinamarca. ¡Qué horror! Pobres daneses, no han de aprender nada de matemáticas.
En secundaria del tiempo total obligatorio de instrucción, el 14% se dedica a las matemáticas en México, contra un 12% de la OCDE. Por supuesto que no queremos ir a países donde estudian muy pocas matemáticas en secundaria como serían Hungría y Corea Sur, con solo 11% del tiempo, aunque sus resultados, sobre todo los de Corea, son muy altos.
El consuelo es que los mexicanos estudian muchas matemáticas en la escuela. La desdicha es que les va muy mal. Papás, por favor aseguren que a sus pequeños no les guste ni el arte ni la educación física, si es que deciden llevarlos a la escuela mexicana donde enseñan muchas matemáticas. Resulta que el tiempo dedicado al arte y a la educación física en la escuela primaria mexicana es solo del 5% para cada una de las dos áreas o materias. Por supuesto que nadie quisiera llevar a los niños de primaria a la escuela húngara que le dedican 20% de la instrucción obligatoria a la educación física y salud o a Islandia, donde le dedican 19% al arte. ¡¿Pero a quién se le ocurre, hacer tanto deporte y experimentar con tanta arte, cuando existen las matemáticas, las lenguas y las ciencias sociales, la tecnología y otras ciencias?! Lástima que a los estudiantes mexicanos les va tan mal precisamente en lo que más estudian, es decir, español, matemáticas y ciencias. Pero eso es peccata minuta.
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