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Países centroamericanos firman acuerdo sobre proceso migratorio

Los países firmantes expresaron que el proceso migratorio debe realizarse de manera segura, ordenada y regular.

Los gobiernos de Guatemala, El Salvador, Honduras y México presentaron este lunes una declaración conjunta con el fin de abordar de manera integral los temas migratorios.

“Ante los flujos migratorios mixtos irregulares de personas migrantes que tienen como destino los Estados Unidos de América» los firmantes comunicaron «su firme compromiso en la promoción y protección de los derechos humanos de toda persona migrante, especialmente de aquellas poblaciones en mayores condiciones de vulnerabilidad”.

Asimismo, la nota oficial llama a realizar «un fuerte llamado para evitar exponer a las niñas, niños y adolescentes acompañados, no acompañados y separados a los peligros que conlleva el trayecto migratorio irregular, previendo que sean posibles víctimas de delitos asociados a la migración irregular” .

A su vez, el comunicado destacó “la necesidad de fomentar más campañas informativas de prevención sobre los riesgos de la migración irregular y sobre el acceso a medidas de protección internacional, proveyendo información suficiente para que las personas puedan tomar decisiones con conocimiento de causa”.

«La dinámica migratoria actual constituye un desafío a nivel regional que ningún país puede resolver por sí solo, por lo que es necesario su abordaje (…) desde el principio de responsabilidad compartida y el respeto irrestricto de los derechos humanos de las personas migrantes y sus familias», agrega el mensaje.

El Salvador, Guatemala, Honduras y México respaldan los principios del Parto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, así como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible propuesta por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/paises-centroamericanos-firman-acuerdo-proceso-migratorio-20210111-0034.html

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Más del 60% de los venezolanos menores de 17 años que vive en Perú no va a la escuela

Un informe de Unesco reporta que solo el 1% de jóvenes migrantes tiene acceso a educación superior en el país sudamericano.

Un informe de la Unesco revela que más del 60% de venezolanos en edad escolar no está matriculado en Perú, el país con más solicitudes de refugio de venezolanos en el mundo, cuyo Gobierno impulsó una política migratoria que facilitó el ingreso en 2017 y 2018, pero que endureció el año pasado, al imponer una visa para personas de esa nacionalidad. Tomando como cifras de 2018, el estudio Derecho a la educación bajo presiónde la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de Unesco, muestra que de los venezolanos que han conseguido ingresar, el 68% manifestó como su mayor preocupación alimentación, mientras que el acceso a la educación aparece en décimo lugar.

Un 74% de los niños de la diáspora venezolana en el país andino no asiste a educación inicial, un 54% no va a primaria y un 60% no está matriculado en secundaria. Unesco señala que aunque en Lima antes de la pandemia había 339 colegios habilitados para recibir a migrantes, el Ministerio de Educación calcula que, en la capital, 37.400 venezolanos no están cubiertos por el sistema educativo.

Sin embargo, el acceso a la educación superior es mucho más complicado. Mariana termina la secundaria este mes en Lima y su madre, una migrante venezolana con empleo formal, le ha hecho notar que el dinero no alcanza para inscribirla en una academia preuniversitaria. La adolescente no sabe aún dónde buscar una opción gratis en los próximos meses para estudiar. Ella se encuentra entre el 99% de los migrantes venezolanos de 17 a 25 años que en Perú no tienen acceso a la educación superior, un problema que se ha agravado durante la pandemia.

Según la plataforma de coordinación de migrantes y refugiados de Venezuela, hasta agosto había en Perú más de un millón de venezolanos, y 394.195 peticiones de refugio de personas de esa nacionalidad. Una encuesta de OIM, Unicef y Unesco refiere que el 63% de los venezolanos consultados en un control migratorio de la frontera norte de Perú no fue admitido. Unesco indica que una parte de ellos intenta entrar de manera ilegal.

A mayo de 2020, cuando el desempleo empezó a aumentar debido al confinamiento y la pandemia del nuevo coronavirus, había 80.541 escolares venezolanos matriculados en Perú, el 88 % en colegios públicos y el 11 % en privados. El chef Rómulo Landaeta llegó a Lima con su esposa y dos hijos en 2017. “Antes de la pandemia trabajaba como mesero en un restaurante en Lima Norte, ganaba unos 340 dólares mensuales, sumando propinas; pero el establecimiento cerró. Tengo un hijo de 15 y una de cuatro años y tuve que retirar a mi hija de un colegio inicial privado”, comenta a EL PAÍS en una avenida, mientras vende tapabocas. Landaeta encontró como solución los contenidos del sistema Aprendo en casa y él mismo revisaba las tareas de su hija.

El informe de Unesco, basado en 69 documentos y las opiniones de funcionarios del ministerio de Educación de Perú, especialistas y representantes de la sociedad civil, abarca la realidad educativa desde enero de 2017 hasta febrero de 2020, antes del impacto de la pandemia en el sector.

Estrategia diferenciada

Unesco destaca la necesidad de ampliar a otras regiones del país el programa Lima aprende, que identificó escuelas que podían recibir a escolares venezolanos —evitando las que tuvieran infraestructura inadecuada— e invirtió en ellas casi cinco millones de dólares.

Angélica Zevallos, una de las funcionarias que puso en marcha Lima Aprende, indica que en el primer año —2019— abrieron 10.000 vacantes para educación inicial y primaria de escolares venezolanos, y en 2020 hubo 16.000 vacantes adicionales, incluyendo secundaria.

Zeballos explica que el financiamiento, además del pago a los profesores y auxiliares, incluyó el personal de limpieza y guardianía, y los gastos de luz, agua y material educativo. El presupuesto cubrió también el costo de diez equipos interdisciplinarios e itinerantes de convivencia escolar, cada uno integrado por dos psicólogos, un trabajador social y un docente, anota la especialista. Con ellos trabajaban para lograr escuelas interculturales e inclusivas.

Desde 2013, el Ministerio de Educación peruano registra denuncias de acoso escolar en la web Sí se ve, que clasifica agresiones psicológicas, físicas o sexuales, precisa en qué distrito ocurrieron, quién fue el agresor y el “motivo”. En las estadísticas hasta noviembre pasado, cientos de casos de agresión tuvieron como causa “el lugar de origen del escolar”; en 49 de ellos, la violencia, humillación o discriminación ocurre “por ser de otro país”, y en muchas ocasiones, el agresor es el personal del colegio.

Lima Aprende capacitó a docentes y directores de las 120 escuelas con mayor población extranjera de la capital en prácticas de autocuidado, resolución de conflictos y prevención de la violencia y discriminación, comentó Zevallos. “Para ello se consideró la información recogida en la plataforma Sí se ve sobre casos reportados de violencia escolar”, agrega.

La funcionaria informó a Unesco que el trabajo de los equipos itinerantes de convivencia escolar en las escuelas fue muy valorado por los directores y docentes, pero no pudieron continuar en 2020, debido a recortes presupuestarios originados por la pandemia.

Unesco consultó al ministerio de Educación, como complemento al reporte, sobre las variaciones en la matrícula por causa de la crisis sanitaria y económica. Aunque el año escolar empieza en Perú en marzo, en mayo el sistema educativo público reabrió la matrícula para los niños que tuvieron que abandonar las escuelas privadas por razones económicas. Recibió entonces 110.000 nuevos escolares en el sistema público, de los cuales más de 4.000 eran de niños, niñas y adolescentes extranjeros, destaca Zevallos.

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Nuevas dinámicas migratorias de Centroamérica agudizan riesgos para tutela de derechos humanos de población migrante

Los riesgos asociados al desplazamiento son mayores cuando las víctimas son personas jóvenes: niñas, niños y adolescentes que dejan de asistir al sistema educativo o lo hacen con temor debido a factores asociados a la violencia e inseguridad, como las amenazas de las pandillas.

La integridad física y patrimonial de la población migrante en Centroamérica, así como la tutela de sus derechos humanos, enfrentan riesgos crecientes ante las nuevas dinámicas migratorias, que a partir del año 2000 han estado determinadas por el aumento en los flujos de mujeres y menores no acompañados, el desplazamiento forzado, la movilidad en grupos masivos llamados “caravanas” y el incremento de personas que solicitan el estatus de refugiados.

De acuerdo con los principales hallazgos del proyecto de investigación “Migraciones internacionales, refugiados y desplazamientos internos en Centroamérica” auspiciado por la Panamerican Development Foundation (PADF), estas nuevas dinámicas han hecho que el fenómeno migratorio sea más complejo.

En el 2018, la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) registró 315.779 solicitudes de refugio de personas de Centroamérica. Un 38% de estas las hicieron personas de El Salvador, un 27% correspondieron a nicaragüenses y 24% a hondureños.

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Salvo en el caso de los nicaragüenses, de los cuales el 73% se dirige a Costa Rica, los solicitantes de El Salvador, Guatemala y Honduras tienen como primer destino los Estados Unidos, como segundo México y España ocupa el tercer lugar para los salvadoreños y Canadá para el caso de los guatemaltecos.

Las investigaciones señalan que la falta de información sistemática y el reconocimiento de algunos Estados, han limitado la toma de conciencia pública sobre la magnitud y características del desplazamiento forzado en la región.

De acuerdo con el “Centro de Monitoreo Internacional sobre Desplazamiento Interno”, El Salvador encabezaba la lista de países del hemisferio con la mayor cantidad de personas desplazadas: 246.000 nuevas víctimas en 2018. Aunque las cifras son menores para Honduras y no hay reportes para Guatemala, los problemas que origina el desplazamiento son comunes a los tres países: desarraigo, abandono de propiedades y pérdida de empleo e ingresos.

Una de las principales amenazas en contra de la niñez y adolescencia es el reclutamiento forzado por las pandillas, el acoso y las amenazas, con mayor intensidad en El Salvador. Para las niñas y jóvenes el riesgo es mayor, ya que además de ser reclutadas como integrantes, cuando un pandillero está interesado sexualmente en ellas, todo el grupo familiar se ve amenazado para presionar a los padres a entregarlas. Las llamadas “novias de la pandilla” corren el riesgo de convertirse en esclavas sexuales de los pandilleros. Dinámica que también se presenta en Honduras y Guatemala.

Con base en información recopilada por la Fundación Cristosal, en Guatemala, Honduras y El Salvador existe un creciente número de líderes comunitarios, defensores de los derechos humanos y dirigentes de organizaciones que han sido víctimas directas de situaciones de amenazas y atentados, siendo obligados a desplazarse.

Una investigación realizada por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y la Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala, señaló que entre 2017 y 2018 fueron asesinados 39 líderes sociales en ese país, y se ejecutaron unos 884 ataques contra líderes indígenas, mujeres defensoras de derechos humanos, activistas de colectivos LGBTI, periodistas, jueces, abogados, entre otros.

En Nicaragua, a partir de abril del 2018, se comenzó a generar desplazamiento interno y externo como consecuencia de la crisis política que vive ese país. De acuerdo con un estudio realizado en 2019, 75% de las personas nicaragüenses que llegaron a Costa Rica a partir de esa fecha abandonaron Nicaragua por razones políticas, y un 51% señalaron haber recibido amenazas.

Los riesgos y vulnerabilidad asociados al desplazamiento son mayores cuando las víctimas son personas jóvenes o menores de edad.

Un estudio realizado en 2018 por Save the Children en Guatemala, señaló que en 131 centros educativos se encontró que 817 estudiantes (57.5% del total) vivían con temor de ir a la escuela debido a factores externos a la institución, 23% del estudiantes y 28% del cuerpo docente han sido víctimas o conocen a alguien que ha sido acosado por miembros de la pandilla Mara Salvatrucha a la llegada o salida de la escuela.

Además, desde el 2018 las caravanas improvisadas de migrantes que salieron de Honduras, Guatemala y El Salvador marcaron un hecho relevante en las dinámicas migratorias de Centroamérica. Muchas de estas personas dependen de la caridad de los habitantes locales o de la ayuda que prestan organizaciones humanitarias e iglesias para continuar su viaje, y para tener acceso a albergues o campamentos improvisados.

Los testimonios de la investigación de campo realizada por la Fundación Cristosal en El Salvador y Honduras en el año 2019, afirman que las víctimas del desplazamiento forzado no encuentran amparo en las instituciones policiales ni en el sistema judicial para la investigación de los casos, ni tampoco para beneficiarse de asistencia legal y de protección.

Por ejemplo, 7 de cada 10 personas atendidas por Cristosal en el 2018 por desplazamiento no presentaron ningún tipo de denuncia. Para las víctimas, interponer una denuncia supone un alto costo y el riesgo de sufrir represalias, lo que implica para ellas una situación de desamparo.

El relevante y a la vez controversial tema de los desafíos de la población migrante es uno de los tantos que están contemplados en las preguntas de una novedosa herramienta de investigación y análisis llamada Test Identidades.

Quienes respondan este test, pueden comparar su posición sobre diversos temas con otras personas de su país u otros países de Centroamérica. El test es gratuito, corto y sencillo y puede responderlo al ingresar a este enlace: www.testidentidades.com

Fuente: https://www.estrategiaynegocios.net/newsletter/newsletter2015/1426542-330/nuevas-din%C3%A1micas-migratorias-de-centroam%C3%A9rica-agudizan-riesgos-para-tutela-de-derechos-humanos

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Libro (PDF): Saberes compartidos y saberes comparados: experiencias de investigación en ciencias sociales y humanidades

Reseña: CLACSO

El desarrollo de las Jornadas de estudiantes y tesistas se enmarca en las políticas institucionales de fomento y apoyo a la investigación del Centro de Estudios Avanzados. Desde sus orígenes, hace ya 25 años, el CEA se proyecta como una institución de posgrado que desarrolla actividades de docencia e investigación de carácter multidisciplinario y, en este sentido, la consolidación de espacios de trabajo académico con estudiantes de posgrado constituye un compromiso institucional con la formación de investigadores en ciencias sociales capaces de descifrar los problemas de las sociedades actuales y pensar críticamente su relación con ellas.

  

Autor/a:                               Zanotti, Juan Martín – Tcach, Iván – Siles, Matías – Salamanca Agudelo, Katherine – Ruffini, María Luz – Roqué López, Camila – Rivero, Patricia – Pereira, Andrés – Rivero, Karem – Moreiras, Diego – Autor/a  Montes, María de los Ángeles – Llimós, Ana Gabriela – Falvo, Marina – Decándido, Érica – Coppari, Lucía – Casali, Carolina – Ambort, Matilde – Anastasía, Pilar – Alvites Baiadera, Angélica – Almada, Luciana – Molina, Guadalupe – Compilador/a o Editor/a 
Editorial/Editor: Centro de Estudios Avanzados
Año de publicación:  2016
País (es): Argentina
Idioma: Español
ISBN :  978‐987‐1751‐29‐7
Descarga:   Libro (PDF): Saberes compartidos y saberes comparados : experiencias de investigación en ciencias sociales y humanidades
Fuente e imagen:

 

http://biblioteca.clacso.edu.ar/
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La realidad de la emergencia

Por:  Roberto Patiño

Argenis es uno de los jóvenes líderes cuyo trabajo se desarrolla en el marco de Alimenta La Solidaridad Falcón. Proactivo, articulado y compenetrado con su comunidad, Argenis siempre es una voz de voluntad y trabajo. Cuando iniciamos nuestra reunión, Argenis señala con orgullo cómo Alimenta Falcón se ha mantenido en funcionamiento durante el complejo año de 2020. “A pesar de todo”, nos cuenta, “hemos llegado a los 17.000 almuerzos servidos en este año”.

Pero los logros alcanzados por Alimenta se producen en un estado Falcón que muestra todos los problemas de la crisis sistémica y la emergencia humanitaria que padece el país. El colapso de servicios primarios, la orfandad institucional de los ciudadanos, las realidades de la migración forzada, la hiperinflación y el caos generado desde la dictadura, convierten el día a día de los falconianos en una odisea ininterrumpida para sobrevivir.

Argenis nos testimonia cómo la crisis de salud lleva a madres de su comunidad a esperar en los pasillos de un centro médico para que puedan cortarles el cordón umbilical, luego de haber dado a luz en sillas o en los estacionamientos. “La situación ha llegado a un punto en que han reaparecido las comadronas ante la imposibilidad de los trabajadores de la salud de poder atender los partos”.

Hay comunidades sin servicio de agua por 7 meses y, de manera oportunista, representantes del Estado entregan una bomba de agua con fines propagandísticos, que luego no dura en funcionamiento más de tres días. En Paraguaná, entre apagones de luz, las personas aprovechan el agua que destila de los aires acondicionados cuando ocasionalmente y por breves horas hay electricidad.

Pero tal vez una de las cuestiones que más preocupa a Argenis es la falta de oportunidades para profesionales y jóvenes en su región. Nos cuenta que muchos docentes en su estado se ven forzados a sembrar conucos para poder tener alimentos a los que no pueden acceder por la situación económica y los problemas de distribución derivados de la falta de combustible. El aumento de la migración entre los jóvenes, que parten por diversas vías buscando medios de supervivencia y fuentes de trabajo para proveer a sus familias, ha aumentado en los últimos meses. De Falcón parten botes pesqueros a Curazao y Aruba, en travesías de gran peligro, en embarcaciones que exceden sus capacidades, ocupadas hasta por 30 pasajeros. Se han producido ya varios volcamientos y naufragios, que no son reconocidos públicamente por los organismos oficiales.

Frente a esta realidad, Argenis resalta la importancia de iniciativas convivenciales como las de Alimenta La Solidaridad, no solo por el abordaje que estos programas hacen de problemas tan prioritarios como la crisis alimentaria, sino también por la vinculación, el encuentro y la organización que plantea nuestro modelo. La articulación de diversos actores sociales, la creación de redes de solidaridad y apoyo, representan en estos momentos los esfuerzos más significativos de la sociedad civil para enfrentar y aliviar los problemas de la terrible situación que hoy padecemos en el país.

Para Argenis es evidente que sin un cambio político no podrán superarse los problemas que estamos atravesando, pero señala la importancia de la organización y articulación de las personas en iniciativas como Alimenta, que están lidiando con la gravedad de lo inmediato y apoyando a las personas, sometidas, reprimidas y olvidadas por el régimen.

robertopatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/la-realidad-de-la-emergencia/

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Estéticas migratorias. Historia y definición

El término estéticas migratorias, pretende dar cuenta de la dimensión estética de la experiencia de la migración y su impacto y visualización a través de las prácticas artísticas contemporáneas.

Aunque en su origen se encuentra en el debate en torno a lo global, la identidad, lo poscolonial, la memoria y los afectos —cuestiones presentes en el mundo del arte desde los años noventa—, el término  como tal entra en escena a mitad de la década de 2000, y su inclusión se debe  principalmente al trabajo de Mieke Bal, quien, a lo largo de ensayos, películas y exposiciones, ha ido dando forma poco a poco al concepto. (1)

Durante las dos últimas décadas, el término se ha expandido en el vocabulario artístico contemporáneo, y su empleo se ha generalizado para nombrar y definir algunas prácticas y actitudes artísticas relacionadas con la migración y la movilidad. Esta popularización del concepto en textos, exposiciones, cursos, incluso colecciones  de libros (2), condujo  en 2014  al editor de la célebre  Encyclopedia of Aesthetics, Michael Kelly, a platearse la necesidad de incluir la voz “Migratory Aesthetics” en la segunda edición, ampliada y revisada, de esta vasta cartografía del pensamiento sobre arte y estética publicada originalmente en 1998 (3).

Este capítulo presenta una versión en español de la entrada que escribí para dicha enciclopedia. Aunque  apenas he modificado el texto original —que mantiene el formato descriptivo del diccionario—, sí que debo advertir de una pequeña dificultad en la traducción precisa del término. En realidad, la traducción lógica del inglés “migratory aesthetics” debería ser “estética migratoria” en singular. A priori, Aesthetics se refiere al campo filosófico que llamamos “Estética”. Sin embargo, en la formulación de Mieke Bal, la “s” no alude a ese campo filosófico, sino que indica un plural, una multiplicidad de formas de experiencia, una conectividad basada en los sentidos (4). Por esa razón, parece apropiado utilizar el plural y hablar de “estéticas migratorias”.

* * *

Cuando escribimos “estéticas migratorias” no nos referimos exactamente a una categoría estética, ni tampoco a un estilo o movimiento artístico, sino mas bien a un campo de problemas, prácticas, situaciones y teorías. Se trata de un constructor complejo empleado para observar algunas transformaciones en las sociedades contemporáneas —la migración y su impacto estético—, pero también para describir y calificar las prácticas artísticas que dan cuenta de dichas transformaciones —no sólo a nivel de contenido, sino también en los modos de hacer y promover una sensibilidad migratoria—. Y, al mismo tiempo, las estéticas migratorias también conforman un campo intelectual, una actitud teórica, una manera de enfocar los problemas y un posicionamiento político de compromiso.

Las estéticas migratorias parten de la observación de la metamorfosis que la migración produce en el ámbito de la estética en las sociedades contemporáneas. Una mutación que, como ha sugerido Bal, tiene que ver, en esencia, con la transformación de las sociedades y los espacios por los sujetos migrantes, pero también con la transformación de los sujetos en los encuentros con esos espacios (5). Un movimiento doble que afecta en dos direcciones, puesto que no solo modifica los modos de experiencia, sino también los modos de sentir —la aisthesis, el ámbito de los sentidos y las emociones—. Como señalan Aydemir y Rotas, el constructor “Estéticas migratorias” sugiere “la implicación mutua de la dimensión estética de las prácticas de la migración y la dimensión migratoria de los procesos estéticos” (6)  Es precisamente en este sentido en el que Mieke Bal entiende el término, más como un sentir plural que como un campo filosófico (7). Se trata, de este modo, de conducir la reflexión hacia caminos que devuelvan a la estética su viejo significado en el ámbito de la experiencia sensible y las emociones.

Las metáforas de la migración ya habían sido utilizadas ampliamente por la teoría contemporánea. Desde finales de los años ochenta, la sociología, la antropología, los ustedlos culturales o los estudios poscoloniales comenzaron a visibilizar y a dar importancia a la migración y a sus implicaciones en la cultura. Sin embargo, a través de una serie de ideas que enfatizaban el lado fatal y traumático de la migración: las teorías del desplazamiento, diáspora, exilio, el desarraigo… Por otro lado, también desde la teoría —tanto desde los desarrollos de las ideas de Deleuze y Guattari sobre el nomadismo (8) como del pensamiento sobre lo híbrido y el cosmopolitismo de autores como Homi Bhabha (9), se había producido una especie de idealización del universo migratorio, convirtiendo la metáfora en un lugar común que poco tenía que ver con la realidad. Las estéticas migratorias pretenden pensar la migración como un paso más allá de las visiones excesivamente negativas, y observan los efectos valiosos de la migración en las sociedades de acogida (la transformación estética a todos los niveles de la experiencia), pero no por eso dejan de prestar atención a la realidad que está detrás de la metáfora, y atienden a los desarrollos reales de la migración. De este modo, se sitúan más allá de la visión puramente victimista, pero también de la reflexión glorificadora.

Una de las articulaciones esenciales para romper estas visiones extremas se encuentra precisamente en el ámbito de la estética, en el terreno de lo sensible, en la experiencia de las emociones y los sentidos. Es precisamente ahí donde ese sentir trasciende lo temático. De manera que las estéticas migratorias no sólo tienen que ver con “el tema” de la migración, sino especialmente con cómo los modos de sentir y las experiencias migratorias se extienden a otros contextos, y sus estéticas llegan a ser claves en las transformaciones artísticas contemporáneas. A lo que se refieren, pues las estéticas migratorias es a los modos de sentir, de experimentar el tiempo, a los espacios, las memorias, las subjetividades…, a la experiencia estética del mundo, en definitiva, que puede considerarse definitoria de nuestro tiempo. Sin embargo —y esto también es importante— este modo de experimentar el mundo no siempre es evidente, sino todo lo contrario: en los discursos hegemónicos, esa experiencia heterocrónica, contradictoria e inestable suele ser anulada  o mostrada de modo arquetípico y, en consecuencia, manipulada. Lo que estos nuevos sentires que son perceptibles pero que, sin embargo, no ocupan —aún— un espacio en los imaginarios y discursos acerca del presente y, por tanto, necesitan encontrar un lugar en el registro de la política.

Ese modo de sentir y experimentar —caracterizado por lo cercano, lo abstracto, el afecto, la emoción o la recuperación de lo puramente estético— es el que comienza a incorporarse también en un gran número de prácticas artísticas recientes. Como observó Kobena Mercer, desde finales de los años noventa, lo migratorio se convirtió en uno de los problemas centrales de las artes contemporáneas (10). Cuestiones como alteradas, raza, pero también desplazamiento, exilio, diáspora, extranjería o transculturalidad se convirtieron en elementos centrales de la reflexión artística, y muchos creadores comenzaron a trabajar como virtuales antropólogos o etnógrafos, mostrando las transformaciones de la subjetividad contemporánea y la presencia de nuevos lugares, tiempos, ámbitos y espacios de produccion artística (11). Antologías como Over Here, por ejemplo, establecieron esos buenos mapas de la creación que, poco a poco, están siendo actualizados y redefinidos (12).

El arte por el que se interesan los teóricos de las estéticas migratorias se encuadra pues, en esos nuevos mapas del arte global. Pero va más allá de la pura representación de los otros, del mero contenido. No es sólo un arte “acerca” de estas problemáticas, sino que lo que verdaderamente interesa es cómo a través de las imágenes —pero también de los textos, en el campo literario— los artistas reflexionan y piensan lo migratorio como realidad, como metáfora, pero también como forma de experiencia.

El arte se configura aquí, pues, como un lugar de conocimiento y producción del mundo. No como un espejo que refleja lo social, sino como lo social en sí. Las estéticas migratorias parten, pues, de esta imposibilidad de separar el arte de la sociedad. Pensar como sugiere el antropólogo Johannes Fabian, no “sobre” sino “con” los implicados, llevar a cabo el análisis “a través” del corazón de las cosas (13). Ése podría decirse que es el cometido de las estéticas migratorias: pensar el mundo contemporáneo —e intervenir y actuar en él—  a través de las prácticas artísticas que incorporan la experiencia estética migratoria.

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Fragmento del libro: El arte a contratiempo. Historia, obsolescencia, estéticas migratorias, AKAL / Arte contemporáneo, Madrid, 2020.

Imagen de portada captura del video Don’t Cross the Bridge before you get to the River. Estrecho de Gibraltar, Marruecos-España 2008. Francis Alÿs en colaboración con Julien Devaux, Rafael Ortega, Felix Blume, Ivan Bocara, Jimena Blasquez, Roberto Rubalcava, Begoña Rey, Abbas Benhnin y los niños de Tánger y de Tarifa.

Notas:

  1. Aunque la formulación no se encuentra en estado puro en ninguno de sus textos, podría decirse que su ensayo para la exposición 2Move: Double Movement/Migratory Aesthetics es uno de los lugares donde de modo más extenso se hace cargo del significado profundo del término (“Double Movement” en Mieke Bal y Miguel Ángel Hernández, 2Move: Double Movement/Migratory Aesthetics, Murcia, CENDEAC, 2008, pp. 15-80)
  2. Véase por ejemplo la colección “Estéticas migratorias en el arte contemporáneo” del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia.
  3. Michael Kelly (ed.), Encyclopedia of Aesthetics, 6 vols., Nueva York, Oxford University Press, 2014.
  4. Bal, “Double Movement”, cit., p. 19.

Fuente: http://campoderelampagos.org/critica-y-reviews/10/10/2020

Fuente de réplica: https://rebelion.org/esteticas-migratorias-historia-y-definicion/

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La situación de las niñas venezolanas en Colombia es “para ponerse a llorar”, describe Mayerlín Vergara

La defensora de la niñez ganadora de este año del Premio Nansen, el más alto galardón entregado por ACNUR por el trabajo humanitario con refugiados, relató a Noticias ONU la aterradora situación que viven niños y niñas venezolanas víctimas de explotación sexual en el norte de Colombia, e hizo un llamado a su país y a la comunidad internacional para que dejen de ignorar una situación que le está robando la niñez a miles de inocentes.

Mayerlín Vergara, defensora de los derechos de la niñez por más de 20 años, ha sido testigo de desgarradoras historias de niños colombianos maltratados, ha visto pequeños de cinco años consumir pegamento para calmar el hambre, ha conocido a otros que sufren maltrato y abuso diario en sus hogares y a algunos que le piden comida o un refrigerador a Santa Claus como regalo de navidad, pero nunca había visto tanto dolor como el que actualmente viven los refugiados y migrantes venezolanos en el norte de Colombia.

“Lo que vimos aquí en La Guajira con los niños y niñas, principalmente con los refugiados y migrantes, era para ponerse a llorar. Una situación deplorable. No solo físicamente hablando, no solo porque no tenían dónde dormir, o donde vivir, o qué comer, sino era la desesperanza en sus ojitos, esos rostros tan apagados, esa tristeza tan profunda”, describe la coordinadora regional del departamento de La Guajira de la Fundación Renacer, una organización que ha asistido a más de 22.000 niños, niñas y adolescentes sobrevivientes de la trata y de otros tipos de violencia sexual y de género.

“Maye”, como la llaman con cariño los niños que ayuda y sus compañeros, se ofreció voluntariamente para abrir y dirigir un hogar para menores en Riohacha, en la frontera oriental de Colombia con Venezuela, después de ser testigo de la terrible situación a la que se enfrentan miles de migrantes que han cruzado para huir de la situación socioeconómica del país vecino.

Una de las grandes problemáticas, la que más duele, es la explotación sexual que sufren las niñas. La educadora ha tenido que presenciar situaciones extremadamente injustas y fuertes.

Escuchar a las niñas decir que no quieren vivir, que no quieren abrir sus ojitos porque ya no tiene sentido la vida.

“Escuchar a las niñas decir que no quieren vivir, que no quieren abrir sus ojitos en la mañana porque ya no tiene sentido la vida. Verlas intentar suicidarse, tener estrés postraumático, cuadros depresivos tan profundos, es lo más duro que yo he visto en toda mi historia y mi trayectoria en la Fundación Renacer. En esos momentos tan duros y difíciles yo recuerdo que le decía a Dios, ¡Señor, ayúdame porque yo sola no puedo!”.

Colombia, que alberga a unos 1,7 millones de venezolanos desplazados, ha informado de un aumento en los casos de trata de personas que se cree que está relacionado con la afluencia del país fronterizo. Los primeros cuatro meses de 2020 vieron un aumento del 20% en el número de víctimas de explotación no colombianas, en comparación con todo 2019, aseguran datos del gobierno.

Desde que abrió sus puertas hace poco más de un año, el hogar de rehabilitación que dirige Maye ha atendido a más de 75 sobrevivientes de violencia sexual, algunos de tan solo siete años. Se trata de niños y niñas que han sido rescatados de bares, burdeles, de la calle o que han sido sacados de hogares abusivos.

“Hay adolescentes de 12-14 años que uno creería que una muñeca no les va a emocionar, y les llevamos una muñeca a las niñas pequeñas y ellas terminan llorando porque también querían una. Es una cuestión de vulnerabilidad, es haberles negado la posibilidad de ser niños y ser niñas, y en el hogar ellos pueden hacer eso, gritar jugar y saltar, sin miedo a ser juzgados o cuestionados”, asegura la coordinadora.

UNICEF/Arcos
Una madre y su hijo saliendo de Venezuela y en camino hacia Cali, Colombia.

De Venezuela a Colombia

Pero darles a los niños la ayuda que necesitan no es trabajo fácil. Maye y su equipo se enfrentan a las organizaciones criminales y con ayuda de la comunidad logran identificar a las víctimas.

“Si ha habido situaciones de amenaza, claro que sí, porque  de alguna manera estamos enfrentados a delincuentes. Pero cuando entramos a las comunidades no entramos con miedo y creo que la tranquilidad nos la da la convicción de que estamos haciendo algo bueno”, señala.

Maye explica que hay muchas niñas y jóvenes que migran solas desde Venezuela hasta la Guajira y una vez en la calle son alcanzadas por proxenetas y explotadores. Otras, son abducidas por delincuentes en su país y trasladadas a través de la frontera a municipios cercanos.

Son doblemente valientes, porque soportan todo ese doble impacto de la migración y la explotación.

“Hay niñas que han sido encerradas en casas de pueblos más pequeños con una proxeneta cobrando y los explotadores entrando. Yo creo que por eso tienen tanto daño, no solamente emocional, sino todas las afectaciones mentales, porque un cuerpo tan chiquito no puede aguantar tanto. Por eso para mí son doblemente valientes, porque soportan todo ese doble impacto de la migración, de dejar su casa, su familia, su escuela, su colegio , pero también todo el impacto de la violencia sexual y de sentirse tan vulnerables y aquí, en un lugar que ni siquiera es su territorio y su país”, señala Mayerlín.

La educadora narra que también hay niñas que cruzan con sus familias, y que, aunque estas no sean necesariamente las explotadoras, a veces ya venían de situaciones de maltrato o de indigencia.

Hay niñas y niños que han venido solitos. Es decir, se vienen grupitos, se viene la amiga, la prima, la prima un poquito más grandecita, una de diecinueve con otra de diecisiete con otra de quince y con otro de cinco. Incluso nos hemos encontrado niñas que vienen con la vecina porque la mamá las mandó porque era mejor que estuvieran acá, y que no estuvieran pasando hambre allá. Entonces hay como una diversidad de situaciones”, explica.

Agência Brasil/Elza Fiuza
Durante la pandemia del coronavirus han aumentado los casos de violencia contra las mujeres y las niñas.

Un trabajo con la comunidad

Maye tiene un equipo que trabaja en las calles y se va a los asentamientos informales, donde el 80% de la población es refugiada o migrante. También van a barrios de comunidades de acogida y conversan con sus habitantes, hombres, mujeres y líderes y lideresas, a quienes capacitan para detectar a las víctimas más allá de los prejuicios.

“Con ellos hay que hacer un proceso de sensibilización, de formación, que es muy importante porque es muy fácil encontrar a una persona en la sociedad que vea a una adolescente que está siendo explotada sexualmente y crea que ella propicia su explotación sexual o crea que a ella le gusta, o que esto es una vida fácil o que piense que pobrecita porque no tiene qué comer entonces mejor que consiga dinero para su casa. Son imaginarios que son erróneos, hay que desmontarlos, y para desmontarlos hay que formar a los líderes y lideresas”, resalta la directora del hogar de rehabilitación en Riohacha.La educadora afirma que a medida que la comunidad comienza a entender que las niñas no son prostitutas sino víctimas de explotación sexual, van ganando aliados en los asentamientos.

“Se convierten en esas personas que cuando ven una niña o un niño víctima lo remiten”, dice.

Su equipo también hace el trabajo de recorrer las comunidades, y conversar directamente con quienes sospechan que son víctimas en parques, calles o tiendas donde las encuentran.

“Ya por la experiencia más o menos alcanzamos a conocer la actitud de las niñas que son víctimas. Entonces conversamos con las niñas y en ese diálogo, de esa generación de confianza, porque al inicio no nos van a contar todo de una vez, vamos insistiendo. Si no logramos nada, intentamos conseguir por lo menos un teléfono o un Facebook, nos comunicamos con ellas y es una comunicación casi que del día a día, hasta que ellas logran contar lo que les está pasando y luego de ahí les presentamos la oferta del hogar, siempre queremos como respetar sus ritmos, sus tiempos y que sea algo voluntario”, detalla.

ACNUR/Nicolo Filippo Rosso
Mayerlín Vergara Pérez, que trabaja con niños y niñas explotados sexualmente, ha ganado el premio Nansen que otorga ACNUR

Testigo del dolor, pero también de la recuperación

Mayerlín fue testigo de la recuperación de una niña que fue captada por otros niños en Venezuela y luego trasladada y explotada sexualmente en la Guajira.

“Fue explotada y abusada en todas las formas que uno se puede imaginar y luego abandonada en un monte. Esa niña… era tanto lo que le había pasado en la vida que ella misma llegó a la policía a pedir ayuda. Cuando uno habla con ella, ella dice “yo me entregué”. Y yo siempre le digo: ¡tú no! Los que se entregan son los delincuentes, tú no te entregaste, tú pediste ayuda.  La nena estaba sola en la vida y llegó a nuestro hogar y pasaron como cinco o seis meses sin que pronunciara palabra”, relata la educadora.

La víctima de explotación no podía tan siquiera hablar de lo que había pasado, sino que se manifestaba con violencia. En el hogar la acompañaron, “respetando su ritmo”.

“No confiaba al inicio en nosotros y hoy se la pasa pegada. Ahora se la pasa sonriendo y soñando y encontramos a su familia, que es lo más importante también”, cuenta Maye.

La directora del hogar dice que casos como el de esa chica venezolana son una motivación para su equipo, ya que pueden ver el increíble resultado de su esfuerzo y trabajo.

“Al inicio ni los niños tenían esperanza, ni yo. Yo veía a los educadores como con todo el amor del mundo y les pedía que no se cansaran. Ver que esos primeros niños que llegaron hoy día están realizando prácticas pre laborales porque ya se capacitaron en cocina, en manicura y pedicura, en maquillaje, en peinados y verlos ya a todos empoderados y ver que ya tenemos dos líderes dentro de la casa, acompañando a otros a los que llegan nuevos.  Ver por ejemplo a la niña que te contaba sentarse al ladito de la niña nueva y “decirle no te preocupes, esto va a pasar”. Eso no tiene precio”, asegura la ganadora del Premio Hansen de los Refugiados 2020.

Más de 20 años de trabajo

Desde muy joven, Mayerlí Vergara pudo ver el grave sufrimiento de los niños más vulnerables en Colombia. Con apenas 18 años, fue maestra de matemáticas de estudiantes de segundo grado de una de las zonas más pobres de la ciudad de Cali, el distrito de Aguablanca.

“Trabajaba en un en una zona bastante vulnerable y ahí empecé a conocer y acercarme a las historias de los niños con los que trabajaba, que eran niños y niñas de 7, 8 añitos, y empecé a escuchar cosas tan dolorosas de maltrato en la casa, niños que decían que les pegaban todos los días, o que en una carta de navidad pedían comida y una nevera porque en su casa no había”, rememora la ahora defensora de los derechos de la niñez.

Fue en ese entonces cuando intentó ir más allá de enseñarles operaciones matemáticas y comenzó a interesarse por su bienestar, pero se encontró con la pared de que no podía hacer nada por ellos fuera del aula de clase.

“Años más tarde, vi a unos niños en la calle consumiendo pegamento, un niño y una niña, como entre los 4 y los 5 años, y eso me partió el alma, llegó directo a mi corazón y en ese momento yo le dije a Dios que quería trabajar con niños y niñas que necesitaran un poco más que aprender a multiplicar”, recuerda.

Vergara, de regreso a su ciudad natal, Sahagún, en el norte del país, aun sintiendo ese llamado de ayudar a los niños respondió a un clasificado del periódico de una fundación que buscaba un psicopedagogo para trabajar en las noches con menores en Cartagena.

Maye no tenía título de psicopedagoga y ni siquiera sabía que era una ONG, pero quien la entrevistó se dio cuenta de la pasión que tenía por ayudar a los niños y decidió darle la oportunidad.

“A pesar de lo difícil y duro que fue al inicio, porque yo nunca había trabajado con adolescentes con tantas problemáticas, yo venía de trabajar con niños y con niñas de un colegio, sabía que eso era lo que yo quería hacer en la vida. Me conecté inmediatamente con sus historias, con sus vidas, con su dolor, con su alegría y quedé enamorada completamente a partir de ahí”.

Ya han pasado más de 20 años desde que Mayerlín comenzó a trabajar con la Fundación Renacer, sus décadas de esfuerzo y su más reciente trabajo con los niños y niñas refugiados venezolanos la hicieron acreedora este año al Premio Nansen de la Agencia de la ONU para los Refugiados.
“Yo he podido ver a los niños recuperarse y los he podido ver desarrollar un proyecto de vida sano para ellos, para su familia, para la sociedad. Hoy día tengo grandes amigos egresados de la Fundación Renacer, que son grandes empresarios, que son enfermeros, que son médicas, que son psicólogos, que son mamás y papás amorosos y protectores. Y ver eso y saber que estamos en el camino correcto, eso me da la fuerza para levantarme y seguir adelante”, expresa.

Maye dedicó el premio Nansen a quienes sirve y dijo que también pertenece a los niños, niñas y adolescentes, cuya capacidad de soñar inspira para seguir creyendo que sí es posible construir una sociedad libre de la trata de personas con fines de explotación sexual.

“Este premio es un reconocimiento a la fuerza, valentía y resistencia de estas niñas, niños y adolescentes, ha sido un privilegio acompañarlas y acompañarlos en su proceso de recuperación emocional”, dijo durante la entrega del Premio.

UNICEF/Vincent Tremeau
Los menores de edad son susceptibles de sufrir una mayor violencia sexual durante el confinamiento por el coronavirus.

Una tragedia oculta

Mayerlín considera que la explotación sexual es una tragedia oculta y sabe que lo que muestran las cifras es una mínima parte de lo que ocurre.

“Yo diría que tenemos que reaccionar, que esto no puede seguir siendo parte del día a día. Es muy triste ver las estadísticas y ver que cerca del 90% de los delitos sexuales en general son cometidos contra mujeres y contra niños y niñas. No es posible que este delito haya sido creado para atentar contra la vida de los niños y de las niñas”, reflexiona.

El mensaje de Maye es muy claro: hay que actuar, porque según ella, algo está pasando en la sociedad que hace que esto se perpetúe.

Necesitamos vernos como adultos y como adultas responsables, tenemos una deuda histórica con los niños y con las niñas y necesitamos por lo menos abonar. Necesitamos convertirnos en una sociedad más justa que escucha a los niños, que los respeta, que los valora, que los tiene en cuenta, porque hoy en día no se está escuchando a los niños. A veces se prefiere el celular o la televisión que escuchar a los hijos y a las hijas”, lamenta.

La educadora dice que se siente honrada de recibir el Premio Nansen, que es un gran privilegio y una oportunidad para hablar con el mundo y los medios y contarles que los niños víctimas de explotación sexual “sí pueden sobrevivir”.

“La explotación sexual y la trata de personas van más allá de las cifras y de las estadísticas, tienen rostros y duelen en lo más profundo del ser de los niños y de las niñas. Los niños y niñas y las familias refugiadas inmigrantes no salieron de Venezuela porque quisieron salir de turistas, salieron porque estaban en unas condiciones difíciles y necesitan de nosotros como adultos y como colombianos y colombianas y del mundo entero en general”.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/10/1481932

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