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Bombo N’dir, activista senegalesa: “Es necesario descolonizar las mentes”

Esta defensora de los derechos humanos habla de la prepotencia del feminismo blanco y critica el racismo institucional que sufre la población negra en España.

Bombo N’dir, senegalesa, llegó a Barcelona un 10 de octubre de 1998, embarazada de su hija. “El primer recuerdo que tengo no fue nada positivo. Como Francia está muy cerca de España, yo hablaba en francés al llegar, y para mí fue un shock cuando descubrí que no me entendían. Le escribí al taxista que quería ir a Sant Feliu de Codines, y cuando lo leyó me dijo, ¿estás segura de que quieres ir ahí? Igual pensó que no podría pagar un trayecto tan largo”, cuenta mediante una videollamada por Zoom.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces y Bombo, activista por naturaleza, ha ido encontrando su lugar. Aunque no ha sido nada fácil. Ahora es la presidenta de la Associació de Dones Immigrants Subsaharianes, una organización nacida en Granollers en 2004, que quiere servir de punto de referencia y encuentro de las mujeres migrantes africanas en Cataluña. Allí imparten cursos de formación; pero también hablan, y mucho, de feminismo, de los derechos de las mujeres, de tejer redes…

Hace no mucho han lanzado una escuela feminista. “Lo primero que nos preguntaron es que quiénes serían los expertos y expertas con los que contaríamos”, recuerda. “Les dijimos que no somos catedráticas, pero sí mujeres con muchas vivencias y conocimientos de nuestras antepasadas que queremos compartir con nuestras hermanas. Parece que en España necesitas tener un título para enseñar y eso está muy bien, ¿pero significa eso? ¿que tienes que negarme todo mi recorrido vital? ¿todo lo que me han transmitido oralmente mis antepasados?”, se pregunta. “Es necesario descolonizar las mentes”, concluye.

“La igualdad de género africana es una lucha que ya iniciaron nuestros antepasados contra el colonialismo”

Una descolonización que Bombo piensa que también debe aplicarse al feminismo. Al incorporarse a estos círculos en Barcelona, se lo dejaron claro: “Acabarás muy agotada”. Muy crítica, se muestra convencida de que todas debemos tener voz. Pero que, debido a la ascendencia colonial, el feminismo blanco occidental comete a menudo el error de pensar que es superior. “Una compatriota a la que había convocado para asistir al 8M y hacer huelga, me comentó que su jefa le había dicho que, si podía ir a limpiar la casa, porque ella iba a hacer huelga e ir a la manifestación. ¿Ves la contradicción? Ella va a reivindicar los derechos de las mujeres, pero ignora los de la persona que limpia su casa”.

“¿Por qué algunas mujeres no ven su privilegio? Reconozco que, seguro que ha sido muy complicado para muchas mujeres españolas y occidentales, pero, ¿no es igual de difícil que lo que yo he vivido? Que no hablo el idioma y llego a un país desconocido… Es necesario notar las diferencias”, explica. Y asegura que aunque, con nuestra visión de mujer occidental blanca nos pueda parecer diferente, en África, el feminismo tiene un gran recorrido. Llevan cientos de años reivindicando la igualdad: “El feminismo africano es una lucha que ya iniciaron nuestros antepasados contra el colonialismo. Es la pelea de las mujeres por decidir por sí mismas y tener voz. Si realmente el feminismo es reconocer tus derechos, ya lo practicamos desde que nacimos”.

Si bien, comenta, es cierto que en África ha existido en el pasado cierta reticencia a usar el nombre de feminismo directamente. “Nosotras usábamos más la locución ‘negarnos’. Las mujeres, como luchadoras que eran, se negaban a ser sometidas, se negaban a quedarse sin voz”. Y reconoce que usar la palabra “feminismo” es, en sí mismo, otra lucha. “Hay que revisar los códigos del lenguaje, porque en ocasiones los hombres ven como una imposición. Nosotras le damos la vuelta y usamos el lenguaje tradicional para decir “tu mujer es tu igual”, ya que si usamos la palabra “feminismo” lo ven como algo europeo traído de fuera, copiado, y entonces lo rechazan”.

“El mundo está dibujado desde el machismo. Aquí y en Senegal. Yo soy mujer y migrante al mismo tiempo. Nací mujer y en mi pueblo las mujeres siempre han sido migrantes, porque donde nacimos no era nuestra casa, era un sitio donde nos ponían obstáculos y nos obligaban a cumplir metas que no eran las que habíamos elegido”, sigue contando.

El mundo está dibujado desde el machismo. Aquí y en Senegal

Y precisamente para cumplir sus propias metas, un día tomó la difícil decisión de migrar. “En el trayecto somos violadas, embarazadas y, cuando llegamos, nos quitan los niños. Las instituciones nos ponen muchas barreras, porque ser mujer migrante con hijos es una imposibilidad”. Las rutas migratorias son más peligrosas para ellas, por eso reivindica la necesidad de que el Gobierno español abra la agenda política sobre inmigración y se haga una profunda revisión con perspectiva de género. “Todo es una pesadilla. Pero la cosa apenas mejora cuando llegamos. Hay un racismo institucional terrible. Es necesario revisar los códigos y las leyes”.

Ese racismo institucional lo inunda todo: el acceso a la vivienda, el espacio de trabajo, el sistema educativo… “El 45% de nuestros hijos e hijas no llegan a la universidad. Un número preocupante que el Estado español no quiere ver, ni analizar. España debería valorar nuestra aportación demográfica positivamente, en especial en el país con el índice más bajo de natalidad en la zona euro”. Hay mucho que cambiar y es algo en lo que, asegura, seguirá insistiendo: “Si las españolas ya tienen un techo de cristal, nosotras tenemos una torre”.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-08-03/bombo-ndir-activista-senegalesa-es-necesario-descolonizar-las-mentes.html

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Guatemala: emigrar o morir, el dilema tras un deslave fatal

Por: Alberto Arce y Rodrigo Abd

El día antes de irse a Estados Unidos Víctor Cal estuvo muy ocupado recolectando dinero, de pariente en pariente, para comprar comida durante el viaje.

Su madre, desconsolada, no acababa de aceptarlo. “Le pedí que no se fuera porque podemos vivir aquí”, repetía una y otra vez, “pero él ya había tomado la decisión”.

Compartieron en silencio la poca comida que tenían, apenas un par de chiles con ajonjolí. La tristeza de su madre caía sobre Víctor como una losa. Lo mejor era moverse. Necesitaba encontrar un lugar en el que cargar su teléfono “para poder recibir llamadas del coyote. Tiene que decirme dónde y cuándo nos vamos a ver”.

Salió al camino de tierra repleto de baches que comunica su comunidad con el resto del país para que alguien le diera jalón hasta algún lugar con electricidad, a kilómetros de distancia. Se montó en una motocicleta y desapareció.

Esta historia es parte de una serie, Después del Diluvio, producida con apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting.

A los 26 años, Cal no veía otra opción que irse. La aldea en la que vivía ofrecía un futuro de hambre y muerte. Para él, Estados Unidos se convertía en la única opción de futuro.

Otros 11 hombres de la aldea ya habían emprendido el camino en lo que va de año. Las autoridades estadounidenses han detenido a más 150.000 guatemaltecos en su frontera sur en 2021, cuatro veces más que en 2020.

Muchos de ellos se encontraban en la misma situación que Víctor Cal, empobrecidos y pasando hambre. Miembro del pueblo Pocomchí, no logró encontrar trabajo en Ciudad de Guatemala y cuando llegó la pandemia se sumó a miles de personas que abandonaron la capital para regresar a las montañas. Las tierras en las que su padre cultivaba café, cardamomo, maíz y frijoles sonaban entonces a lugar seguro. Al menos, pensó, allí, en Quejá, Alta Verapaz, habrá comida.

Se equivocaba.

Lo que se encontró fue su peor pesadilla. Nunca podría haber imaginado que la lluvia torrencial de un huracán lo destruiría todo. Su casa, sus tierras, la aldea entera. Toda la familia se encontró sin nada, desplazada y dependiente de la ayuda humanitaria de organizaciones internacionales en un asentamiento precario bautizado como Nuevo Quejá.

Así que ahora estaba a punto de abandonarlo. Una vez que logró cargar su teléfono, tras la puesta de sol, regresó. Un grupo de amigos le esperaba para la despedida. Evasivo, no quiso despedirse.

No tardó mucho en llenar su mochila amarilla: una camisa, un jersey, jeans y unas zapatillas de deporte. Ya lo había perdido casi todo en el deslave que sepultó su casa.

Llovió sin parar durante 25 días. La carretera de acceso estaba cortada e inundada. Los habitantes de Quejá llevaban 10 días atrapados en sus casas cuando sucedió el deslave.

Una mujer y su hijo caminan entre la devastación causada por un deslave provocado por el huracán Eta, en Quejá, Guatemala, el 7 de julio de 2021. Cincuenta y ocho personas desaparecieron en cuestión de segundos en esta aldea guatemalteca en noviembre de 2020. Cuarenta viviendas quedaron sepultadas bajo toneladas de lodo y docenas más quedaron sin acceso. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Sin electricidad, los teléfonos se habían descargado. Nadie pudo avisarles de que corrían peligro porque aquel día había llovido cinco veces más de lo habitual en un mes entero y debían evacuar la aldea.

A la hora del almuerzo del 5 de noviembre, los árboles comenzaron a caer y la ladera de la montaña se derrumbó. Los habitantes de Quejá huyeron dejando la comida en el fuego.

“Los que tuvimos tiempo para huir sólo pudimos echarnos los niños a la espalda”, recuerda Esma Cal, una de las supervivientes. Articulada, enérgica y de discurso fluido, esta mujer de 28 años asumiría gran parte del liderazgo comunitario desde el momento de la tragedia. (Gran parte de los habitantes de Quejá comparten el apellido Cal aunque no siempre son familia directa)

En cuestión de segundos, 58 personas desaparecieron bajo la tierra. La mayor parte de los cuerpos no aparecerá jamás. 40 viviendas quedaron sepultadas bajo toneladas de escombros, decenas más son inhabitables.

Los supervivientes lograron tender cuerdas para cruzar los ríos nacidos del derrumbe y llegar caminando hasta la aldea más cercana. Sus habitantes compartieron con ellos la comida que les quedaba y ofrecieron las escuelas y el mercado para alojarlos. Debido al aislamiento provocado por el huracán, los camiones con suministros no podían llegar hasta allí. Esma Cal explica que cuando los helicópteros lo lograron, “algunas personas llevábamos casi dos días sin comer”.

Quejá no era un pueblo rico. Pero sí un lugar que, tras décadas de esfuerzo, había alcanzado algún progreso. Todo se perdió en un abrir y cerrar de ojos.

Erwin Cal, de 39 años, ubica su origen hace un siglo. Un grupo de familias logró acceso a la tierra de una gran plantación de café. “Mi abuelo era esclavo. Recogían la cosecha sin cobrar a cambio de permiso para construir sus chozas y usar algunos lotes para sus cultivos”.

Comenzaron con alimento para autoconsumo, maíz y frijol. Después llegaron el café y el cardamomo para la venta. Con el tiempo lograron ahorrar lo suficiente para comprar tierra.

Cacerolas con chile rojo y ajonjolí, o semillas de sésamo, sobre el fuego, parte de una comida compartida en silencio por Victor Cal y sus padres un día antes de partir hacia Estados Unidos, su casa en un asentamiento improvisado en Nuevo Quejá, Guatemala, el 8 de julio de 2021. La víspera de iniciar su camino hacia Estados Unidos fue un día ocupado para Cal, fue de familiar en familiar recolectando dinero para comprar comida en su viaje al norte. (AP Foto/Rodrigo Abd)

En la década de los 80 algunos de los hombres comenzaron a alistarse en el ejército de Guatemala. Al comenzar este siglo, la ola de violencia que invadió las ciudades generó empleo en el sector de la seguridad privada y muchos acabaron convertidos en vigilantes.

Con ese dinero comenzaron a levantar casas de cemento, suelos de azulejo, ventanas y electrodomésticos. Erwin Cal dice que tenía un ordenador personal, un equipo de sonido y televisión por cable. Todo lo perdió.

En enero, Esma Cal, Erwin Cal y Gregorio Ti, amigos desde la infancia, decidieron organizar un Consejo Comunitario de Desarrollo. En febrero ya habían fundado un nuevo asentamiento en lo que quedaba de sus tierras de cultivo, una tercera parte de la extensión previa, muy cerca de la aldea sepultada. El lugar no está a salvo de un nuevo deslave, pero es el único al que tenían acceso. Así nació Nuevo Quejá, donde viven hoy alrededor de 1.000 supervivientes.

Ti, de 36 años, dice: “sabemos trabajar”. Perdió a su mujer embarazada, a sus dos hijos de 2 y 6 años y a su madre. Hoy, las dos hijas que lograron salvarse no se separan de su lado.

Ofelia Cal Jom, de 14 años, con su hermana Dora, de 9, en brazos, mientras posan para una foto en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 6 de julio de 2021. Ofelia y Dora son las únicas sobrevivientes de su familia, que falleció en el deslave provocado por el huracán Eta en noviembre de 2020. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Se rompen la espalda de sol a sol. No tienen animales de carga. Desde el amanecer, hombres, mujeres y niños cortan y cargan madera para cocinar y limpian tierra a machete.

Las viviendas que habitan están hechas a base de madera de los pinos que ellos mismos han cortado y láminas de zinc donadas por un cura. El suelo de muchas aún está repleto de piedras que no han logrado levantar. Llenas de agujeros, el agua de lluvia las inunda. Usan cualquier cosa para tratar de sellarlas, incluso banderas de Estados Unidos que aparecen dentro de los sacos de ropa de segunda mano donada que reciben.

Germán Cal, tío de Esma Cal, que regresó a los 37 años a Quejá tras dos décadas en la capital del país para montar una granja de pollos que desapareció sepultada por el deslave, es quien ahora trata de conseguir que llegue el tendido eléctrico al asentamiento.

Su tarea es casi imposible. Nuevo Quejá no existe, al menos para el estado. El gobierno, que nunca ha sido de gran ayuda, declaró el lugar inhabitable. Por eso, no va a ser fácil que se instalen postes de electricidad, se repare la carretera de acceso o se mejore el suministro de agua.

Esma Cal no tiene duda alguna. “Más allá de declarar este lugar como inhabitable, el estado de Guatemala no llega hasta aquí. Sin matices”.

Carmelinda Gualim observa mientras un enfermero pesa a su hija de 16 meses, Becky, durante un control en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 9 de julio de 2021.Antes del huracán los niños estaban más sanos. “Hoy es raro el niño que presenta peso y altura correctos. Casi todos están en riesgo. Sus familias no viven en un sitio apto para la cosecha. Han perdido la sostenibilidad”. dijo el enfermero, César Chiquín. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Los habitantes de Nuevo Quejá han recibido ayuda de algunas organizaciones gubernamentales financiadas por la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID). Su utilidad varía.

Una organización les dio carretillas, picos y palas mientras dos psicólogas jugaban con los niños y les recordaban cómo lavarse los dientes. Otra recorrió las viviendas para comprobar que una donación previa de equipos de potabilización de agua funcionaba correctamente. Una tercera invirtió dos días a mediados de julio en realizar un censo de necesidades.

Pese a la precariedad y carencias del lugar, de todas las cabañas cuelga un espejo donado por USAID. Lo entregan, dicen, para elevar la autoestima.

Miembros de la Iglesia Baptista CrossPoint, la familia Leonardi, de Argo, Alabama, rezan sobre Ofelia Cal Jom y su hermana pequeña, Dora, tras instalar una cocina en su choza en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 12 de julio de 2021. (AP Foto/Rodrigo Abd)

UNICEF donó una escuela a la comunidad. Pero lleva cerrada cinco meses. Nadie encuentra la llave. Resulta que UNICEF se la dio a una de las maestras que, al dimitir, no la devolvió. Otra copia fue para uno de los vecinos que dice que nunca la tuvo.

Así que tuvieron que levantar otra escuela a base de tablones y láminas. Pero como todas las construcciones de la aldea, se inunda cuando llueve y se llena de barro. El mobiliario se pudre.

Una alumna escribe en su cuaderno sentada contra la pared, sobre el piso embarrado de la choza que sirve de escuela, que se inundó por las fuertes lluvias de la noche anterior, en el asentamiento improvisado en Nuevo Quejá, Guatemala, el 6 de julio de 2021. UNICEF donó una nueva escuela para la comunidad, pero lleva cinco meses cerrada porque nadie puede encontrar la llave para abrirla. (AP Foto/Rodrigo Abd)

A esa escuela asisten 250 niños. De los 12 maestros que había antes del huracán, cuatro continúan impartiendo clases pese a que el Ministerio de educación no lo permite debido a la pandemia. Uno de los maestros explica, sin dar su nombre por miedo a represalias, que los materiales educativos son en español y los niños hablan Pocomchí.

“Ninguno llegará a la secundaria. Ya han perdido años. El fracaso escolar es total”, agregó el profesor.

César Chiquín es, a sus 39 años, el enfermero responsable de la zona. Visita Nuevo Quejá al menos una vez al mes. Las madres se dan cita en el patio de la única casa de bloques de la aldea y allí esperan a que mida y pese a los niños.

A los pequeños no les gusta que los pongan sobre los instrumentos. Lloran. Las madres miran en silencio a Chiquín, como si hiciera magia.

Residentes rezan en el interior de una iglesia en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 11 de julio de2021. Los sobrevivientes de un deslave causado por el huracán Eta, que enterró su aldea, viven ahora en un asentamiento temporal levantado en un tercio de sus terrenos agrícolas, cerca de sus antiguas viviendas. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Los resultados son malos. “La malnutrición se ha multiplicado por dos. Uno de cada tres presenta retrasos”. No tiene muchas opciones. “Lo único que puedo hacer es darles vitaminas y consejos que no pueden seguir. Incluso si quisieran, no disponen de los recursos”.

Antes del huracán los niños estaban más sanos. “Hoy es raro el niño que presenta peso y altura correctos. Casi todos están en riesgo. Sus familias no viven en un sitio apto para la cosecha. Han perdido la sostenibilidad”.

Sergio David Jom, de 2 años, tendido sobre una báscula para medirse durante un control en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 9 de julio de 2021. Al menos una vez a mes, un enfermero visita Nuevo Quejá. Los resultados son malos. “La malnutrición se ha multiplicado por dos. Uno de cada tres presenta retrasos”, dijo César Chiquín. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Esa es la petición recurrente de los habitantes de Nuevo Quejá. Hagan lo que hagan, no pueden cultivar la comida que necesitan para sobrevivir. Parte de ese problema nace de que la tierra no espera. Perdieron la cosecha del año pasado y “llegamos a Nuevo Quejá demasiado tarde para plantar como es debido”, explica Esma Cal.

Además sólo cuentan con un tercio de la tierra que cultivaban antes del huracán. Gran parte del suelo está degradado: las lluvias torrenciales “lavan” la capa de tierra negra más superficial y fértil y dejan al descubierto otra más arcillosa en la que es imposible plantar nada.

“Antes cosechábamos dos veces al año, ahora recogemos sólo una cosecha y mucho más pequeña que cubre una parte mínima de lo que necesitamos. Estamos comenzando de nuevo por debajo de cero”, dice Esma Cal. Los obstáculos se multiplican. Las semillas y los fertilizantes cuestan el doble. Las carreteras están muy dañadas y en cuanto llueve quedan cortadas. Pero sobre todo, la tierra. Ya no es buena. Eso es lo peor.

El Consejo Comunitario ha hecho los cálculos. Necesitan 75 acres más. Pero no tienen dinero para comprarla.

El gobierno cuenta con un fondo de tierras. Algún día podrían recibir la tierra que necesitan. Pero la ley no dice que eso tenga que suceder en la misma zona de la que son originarios. Y no se les pasa por la cabeza abandonarla. La mayoría no habla español. Irse lejos supondría el fin de su cultura.

“Nuestra comunidad ha colapsado y necesitamos una solución permanente. Este lugar no es apto para la vida, pero por ahora no tenemos una salida”, dice, frustrada, Esma Cal. “Nuestro problema está en que no tenemos tierra y somos dependientes. Vivimos de la tierra. Necesitamos tierra”.

Los habitantes de Nueva Quejá conviven con la muerte. Sobrevivieron a un deslave en el que fallecieron 58 de sus vecinos de modo instantáneo y saben que podría volver a suceder.

Pero necesitan madera para cocinar. Así que continúan deforestando el bosque, generando condiciones para más deslaves una vez que comience la temporada de lluvias.

Miembros de la familia Hualim Lem desayunan después de trabajar durante la noche matando a un toro para vender la carne a sus vecinos, en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 13 de julio de 2021. La familia está entre los sobrevivientes del deslave causado por el huracán Eta que sepultó su aldea, y ahora vive en el asentamiento temporal levantado cerca de aquel lugar. (AP Foto/Rodrigo Abd)

“Por el momento, no podemos elegir”, se lamenta Gregorio Ti.

Julio Cal, de 46 años, es el responsable de vigilar el impacto de la lluvia sobre la montaña. Tienen un plan de evacuación. Sobre una colina, en un pinar, han levantado una construcción de madera con espacio para acoger a varios cientos de personas. Pocos creen que esa sea la solución definitiva a sus problemas.

“Sabemos que no podemos vivir aquí”, dijo Cal. “En cualquier momento esa montaña puede romperse y aquí nos morimos todos, somos conscientes. El gobierno tiene que reubicarnos permanentemente”.

Mientras tanto, la escasez y necesidad de este asentamiento continúa matando a sus habitantes. En julio, una joven de 17 años agonizaba en la cama. En su pierna derecha, un tumor del tamaño de una pelota de fútbol. Vomitaba continuamente entre lamentos de dolor, en un estado de desnutrición avanzada. Cuando meses antes la comunidad logró enviarla a visitar a un especialista, ya no quedaba más opción que amputar la pierna para salvarle la vida.

Flor Maribel Cal, de 17 años, tendida sobre su cama con un tumor del tamaño de una pelota de fútbol en su pierna derecha, en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 8 de julio de 2021. Los médicos dijeron que la amputación en su única esperanza, pero su madre se negó porque no tenía fuerzas para cuidar de una hija que no podría valerse por sí misma. Flor murió el 22 de julio. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Su madre se negó. Había perdido a su marido y otros dos hijos en el deslave. Encerrada en el silencio de quien no tiene opciones, perdió la fuerza. No se sentía capaz de cuidar de una persona dependiente de por vida. Tuvo que dejarla morir. El 22 de julio, la menor falleció.

Se puede salir de Nuevo Quejá de dos modos. Uno es la muerte. El otro, la emigración a Estados Unidos.

Pregúntenle a cualquier hombre si quiere irse.

De quedarse, ganan 4 dólares diarios por una jornada completa limpiando tierra, recogiendo café o cortando madera. Según Víctor Cal con ese dinero, a duras penas se mantiene una familia. Ha escuchado que en Estados Unidos pueden ganarse hasta 80 dólares diarios.

Y mudarse a Ciudad de Guatemala ya no es opción porque allí ya no hay trabajo para ellos, Pocomchís con dificultades para manejarse en español.

Así que muchos explican que lo único que impide que emigren a Estados Unidos es que no tienen el dinero para hacerlo.

Víctor Cal contactó con un primo lejano que lleva años en Miami y aceptó prestarle los 13.000 dólares que necesitaba para invertir en un coyote. Por esa cantidad puede intentar el viaje al norte dos veces.

Es optimista. Cree que una vez allí podrá devolver el dinero.

A las cuatro de la madrugada, en plena noche, escribió dos números sobre un trozo de papel. El suyo y del coyote que lo llevaría hasta el desierto de Arizona.

Lo dejó sobre una mesa, uno de los pocos muebles en su cabaña de suelo de tierra. “Mi objetivo”, repitió, como convenciéndose a sí mismo, “es enviar dinero para que mis padres puedan volver a vivir en una casa de verdad y consigan algo de tierra”.

Tras despedirse brevemente de su familia, Victor Cal inicia su viaje hacia Estados Unidos desde su casa en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 9 de julio de 2021. A sus 26 años, Cal sentía que no tenía más opción que marcharse. El asentamiento donde vivía, surgido del desastre, solo ofrece hambre y muerte. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Y antes de decir adiós sin mirar atrás, dijo: “Su tuviera opción, no me iría. Regresaré lo antes posible”.

Fuente: https://apnews.com/article/noticias-bae242c91583972e4ba841e4c10cab6e
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Diáspora de talentos venezolanos: Características de una migración de alta calificación. Autor: José Manuel Martínez. Libro en pdf

Créditos:
Este trabajo pudo ser realizado por el estímulo inicial de Alfredo Cilento, miembro de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela, quien me informó del interés de Ruth Castillo, para ayudar a los talentos venezolanos emigrados a conseguir apoyos institucionales para seguir desarrollando sus carreras profesionales, con quien me puse en contacto y empezamos a trabajar juntos en estas ideas. El Dr. Francisco Kerdel-Vegas (qepd) aupó con simpatía esta iniciativa y también Tomás Páez, coordinador del Observatorio de la Diáspora Venezolana con su estímulo y apoyo. Sin la activa colaboración de quienes escribieron artículos conceptuales (Humberto García Larralde, Tomás Paéz, Ruth Castillo, Jassir Heredia) para trabajar la problemática de la migración de personas altamente cualificadas ni la de quienes escribieron sobre sus experiencias de vida como emigrados (Alberto Nichols, Christian Schmeer, Jesús Salazar, María Cristina Parra, M. Dolores Méndez, Ramón A. Mata-Toledo, Rubens Yanes, José Manuel Martínez, Pedro Grases, Yara Jaffé, Luisa Messina), ni de los que evaluaron los artículos recibidos (Luis Loreto, Marta Ysern, Carlos Añez, Pedro Aso, Marisol Aguilera, Henrique Méndez, Narciso Planas, José Manuel Martínez, Francisco. Rodríguez, Enrique Añez, Hebe Vessuri, Concetta Sposito) no se hubiera podido realizar este trabajo.
Se le agradece enormemente a Rogelio Chovet por el diseño de la portada.
Diagramación de portada: Rogelio Chovet Editado por: José Manuel Martínez. j

Descarga en: Libro_Diaspora_de_talentos_venezolanos_Jose_Manuel_Martinez

 

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España: Las ONG denuncian que la trata sigue siendo «invisible» y afecta a mujeres y niñas migrantes

Este fenómeno afecta a más de 21 millones de personas en el mundo.

Las ONG han denunciado, con motivo del Día Mundial contra la Trata de Personas que se celebra este 30 de julio, que la trata sigue siendo un fenómeno «invisible» a pesar de afectar a más de 21 millones de personas en el mundo, sobre todo a mujeres y niñas migrantes.

Por ejemplo, Cruz Roja Española atendió en 2020 a 700 personas en situación de trata en su mayoría mujeres (84%) y niñas y niños (8,5%). Del total, el 80% lo fueron con fines de explotación sexual (564) y el 5% laboral. Las nacionalidades mayoritarias fueron personas procedentes de Colombia (120), Nigeria (92), Costa de Marfil (53) y Rumanía (47).

Ante esta situación, desde la ONG agradecen el impulso que se ha iniciado este año en relación a una Ley Integral que proteja a todas las personas en situación de trata.

Dentro de las recomendaciones que Cruz Roja ha presentado durante el periodo de consulta, piden que contemple todas las finalidades de la trata (explotación sexual, laboral, órganos, actividades delictivas, matrimonios forzados) y que incluya a todas las personas afectadas, independientemente de su edad, sexo, género e identidad sexual, nacionalidad y situación administrativa.

Aumenta durante la pandemia

Sobre el modo en que la pandemia ha podido afectar a este fenómeno, la ONG de la Iglesia católica Manos Unidas ha denunciado que la trata ha aumentado durante la emergencia sanitaria y ha alertado de que muchas de las víctimas potenciales están ahora más lejos de los mecanismos de prevención y apoyo, lo que complica su identificación y rescate.

Según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en 2018, 148 países detectaron alrededor de 50.000 víctimas de trata, aunque el número real de personas afectadas es mucho mayor, dada la naturaleza oculta de este delito, según precisa la organización.

24/02/10 Chicas que ejercen la prostituci#{emoji}151;n en el club Dallas en Agullana (Girona) a pocos kilometros de la frontera con Francia. PERE DURAN / Nord Media

Imagen de archivo de chicas ejerciendo la prostitución

Pere Duran / NORD MEDIA / Colaboradores

El informe muestra que los traficantes se aprovechan especialmente de los más vulnerables, como los migrantes, las personas sin trabajo y los menores de edad. En el caso de los niños y niñas, su presencia entre las víctimas de trata se ha triplicado en los últimos 15 años y las niñas son tratadas principalmente con fines de explotación sexual mientras que los niños son utilizados para trabajos forzados, según añade.

Manos Unidas pone el ejemplo de la ciudad costera de Zamboanga, la sexta ciudad más poblada de Filipinas, cuyo puerto internacional supone la «puerta trasera» para la trata de personas en el continente asiático.Según detalla, aproximadamente 8.000 víctimas de trata han sido rescatadas en el puerto internacional de Zamboanga desde 2011, de las que 300 eran menores de edad, principalmente niñas.

En este contexto, Manos Unidas colabora desde hace más de 10 años con la ONG Katilingban Sa Kalambuan Org. Inc. (KKI), que puso en marcha en 2008 el Tanglaw Buhay Center, un centro de acogida y reinserción de niñas víctimas de tráfico y violencia sexual, que ha logrado reintegrar en la sociedad a más de 350 niñas.

Suelen ser chicas jóvenes, y también niñas, que vienen de hogares rotos o con escasos recursos económicos»

Marcelina CarpizoDirectora del Tanglaw Buhay Center

«Suelen ser chicas jóvenes, y también niñas, que vienen de hogares rotos o con escasos recursos económicos, bajos niveles educativos y cuya biografía está marcada por la violencia física, psicológica o sexual. En algunos casos, es en el seno de la familia donde se cometen los primeros abusos», revela la directora del Tanglaw Buhay Center, Marcelina Carpizo.

La pobreza generalizada y la persistencia del conflicto armado en numerosas zonas del país son factores que alimentan la trata. Otras causas son la discriminación de género, las secuelas de la guerra, la falta de información y educación y la corrupción oficial, según añade.

Además, advierte de que en estos tiempos de crisis, la ciberprostitución se consolida como una nueva forma de abuso y un grave riesgo para los niños y niñas de familias empobrecidas.

Por otro lado, la ONG también denuncia que mujeres y niñas migrantes venezolanas son un objetivo cada vez más recurrente para las redes de trata con fines de explotación sexual en Colombia, una situación que «no es nueva, pero sí se ha agudizado como consecuencia de la diáspora constante de venezolanos que cruzan la frontera con Colombia».

Combatir la corrupción

Por otro lado, desde la Fundación de la cooperación española para la mejora de políticas públicas en el mundo (FIIAPP) recuerdan que el combate no es solo contra proxenetas y grupos criminales, y denuncian que también hay «corrupción de funcionarios públicos como policías, fiscales, agentes migratorios o técnicos municipales», la parte «invisibilizada» de la trata, sobre todo en casos de explotación sexual.

FIIAPP pone el ejemplo de «un empleado corrupto que falsifica un documento de identidad para hacer pasar a una niña por mayor de edad; un guardia que facilita que los proxenetas y sus víctimas crucen ilegalmente las fronteras; un técnico municipal que otorga una licencia de hostelería a un prostíbulo, o un fiscal que avisa a grupos criminales antes de una intervención judicial».

«La trata de niñas y mujeres para ser explotadas sexualmente no sería posible sin la complicidad de empleados públicos que miran a otro lado, posibilitan, facilitan, y a veces hasta controlan la actividad de los grupos criminales de trata. A cambio reciben cobros periódicos de dinero o la posibilidad de recibir favores sexuales por parte de las mujeres explotadas», denuncia la coordinadora de Gobernanza Democrática del Programa EUROsociAL+ en la FIIAPP, Sonia González.

Por ello, la Red de Fiscales contra la Corrupción y la Red TRAM de Trata de Personas y Tráfico Ilícito de Migrantes (ambas integrantes de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos (AIAMP), la FIIAPP, y EUROsociAL han lanzado esta semana una campaña en redes sociales para sensibilizar sobre casos de corrupción concretos que facilitan la trata en América Latina.

Historias de supervivientes

Una vez que consiguen salir de la situación de trata, las ONG ayudan a estas mujeres y niñas en su proceso de recuperación. Así, por ejemplo, desde la ONG evangélica Diaconía realizan proyectos en España como ‘Desactiva la trata’ para que las supervivientes puedan relatar sus historias y transmitir sus demandas y propuestas a los actores más relevantes en la lucha contra la trata en España.

En concreto, lo hacen a través de talleres y otras herramientas de expresión, respetando sus tiempos y protegiendo su confidencialidad, para que se sientan seguras y en confianza a la hora de contar sus historias.

Estos talleres se están desarrollando en Madrid y en ellos actualmente participan seis mujeres, que provienen de lugares como Costa de Marfil, Nigeria, Colombia o Marruecos. Sus franjas de edad están comprendidas entre los 19 y 43 años, y tres de ellas tienen hijos a su cargo. Junto con otras entidades como la Asociación Entre Mujeres y la empresa de inserción Soulem, trabajan para favorecer su participación y empoderamiento.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20210730/7634610/ong-denuncian-trata-invisible-mujeres-ninas-migrantes-dia-mundial.html

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Libro (PDF): Juventudes indígenas en México : estudios y escenarios socioculturales

Reseña: CLACSO

Este libro pretende mostrar desde disímiles aristas cómo se estudia lo juvenil “indígena” y cómo los jóvenes indígenas viven en el México actual. Ofrece un horizonte investigativo amplio con miradas particulares que documentan la emergencia y las vivencias de estas juventudes entre las etnias contemporáneas. Definitivamente es una propuesta que aportará a la consolidación de los campos de investigación interdisciplinarios, así como a las comunidades epistémicas. Aquí ensayamos una mirada centrada en su movilidad y agencia para reconocer un nuevo modo de estar en el mundo a partir de la voluntad y pertenencia etnojuvenil. Los autores de este libro trabajan con jóvenes indígenas en distintos escenarios y con diferentes condiciones de México, y se enfocan en las transformaciones culturales, en sus anclajes juveniles y en sus vivencias.

 

Autor(es):               López Moya, Martín de la Cruz –   Urteaga, Maritza –   Cruz Salazar, Tania –
 

Editorial/Editor:

 

El Colegio de la Frontera Sur
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

 

País de Edición:

 

México

Año de Edición

ISBN :

             2020

 

978-607-543-113-0     y      978-607-8429-99-8

Descarga:                      Libro (PDF): Juventudes indígenas en México : estudios y escenarios socioculturales

Fuente e imagen:         http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/

 

 

 

 

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Empeora situación de migrantes en huelga de hambre sin que Bélgica reaccione

Las condiciones de salud de algunos de los más de 400 inmigrantes sin papeles que siguen desde el 23 de mayo una huelga de hambre en Bélgica han empeorado, sin que las autoridades del país hayan dado de momento esperanzas al colectivo, que pretende continuar con su protesta, explicaron este viernes a Efe dos de los participantes en la acción.

«Actualmente el estado físico de los huelguistas está en caída libre, los participantes han perdido entre cinco, diez y quince kilos. Tienen problemas de bajada de tensión, incluso ha habido algún caso de crisis cardíaca», explicó a Efe Tarik, portavoz de los migrantes que se encuentran en la iglesia de San Juan Bautista, en pleno centro de Bruselas.

Añadió que también ha habido varios casos de depresión y dos intentos de suicidio en los últimos días.

Lo que piden los inmigrantes confinados desde enero en esa iglesia, así como en los refectorios de la Universidad Libre de Bruselas (ULB) y la Universidad Libre de Bruselas (VUB), son unos criterios básicos de regularización que tengan en cuenta el tiempo que llevan en el país y su arraigo.

«Queremos criterios claros y permanentes y una comisión independiente sobre regularización. Como lo que hay en España, allí existe el arraigo social», añadió Tarik, que llegó a Bélgica en 2013 desde Marruecos.

En la céntrica iglesia hay 257 hombres, mujeres y niños desde el pasado 30 de enero, procedentes de Marruecos, Argelia, Pakistán, Nepal, Túnez y otros países.

Pese a llevar «cinco, diez, quince, veinte años» y de que hay niños nacidos y escolarizados en Bélgica, no tienen la posibilidad de regularizar su situación.

«La mayoría de los sin papeles somos trabajadores que trabajan 15 horas al día por 30 euros, estamos explotados», denunció, y subrayó que lo que quiere el colectivo es «una regularización para trabajar legalmente, como los ciudadanos belgas».

Explicó que el secretario de Migración y Asilo belga, Sammy Mehdi, con quien mantuvieron un encuentro recientemente, no les ha dado esperanzas.

No obstante, los inmigrantes no piensan de momento en abandonar la lucha.

«Es la única solución que nos queda», explicó Tarik, que aseguró que las protestas seguirán hasta que el colectivo encuentre «dignidad».

Por su parte Mehdi, de 29 años, señaló a Efe que lleva once años en Bélgica, y en ese tiempo ha trabajado en la restauración, como carpintero, en tareas de limpieza y en otros empleos.

Indicó que ha perdido cerca de diez kilos desde que se sumó a la protesta, a la que recurrió después de que no hayan dado resultado las «muchas acciones y manifestaciones» que han llevado a cabo, según dijo.

«No buscamos el sueño americano, sino poder trabajar y contribuir legalmente. Ahora contribuimos a la economía pero de forma invisible», añadió.

Mehdi no se plantea ir a otro país en caso de que sus peticiones no sean aceptadas.

«Hemos fundado un círculo de amigos, familiar y profesional. No es fácil abandonarlo. Yo me siento un ciudadano belga, he crecido aquí, tenía 17 años cuando llegué ahora 29», puntualizó.

Pese a la dureza de esta última acción, en la que cuatro de los huelguistas se han cosido los labios para protestar contra el silencio administrativo, las autoridades belgas no parecen dispuestas a hacer excepciones a las normas que se aplican a la migración irregular.

«No importa cuán dramática sea una huelga de hambre, no puede determinar la política de una coalición, lo que lo determina es el acuerdo de Gobierno y este no prevé ninguna posibilidad de regularización colectiva», dijo De Croo en una comparecencia este jueves en el Parlamento belga.

«Los huelguistas de hambre no tienen derecho a quedarse. La mayoría de ellos recibió la orden de abandonar el territorio hace años. No lo hicieron, se quedaron aquí durante años trabajando en negro y ahora exigen papeles», dijo Mahdi en su cuenta de Twitter.

El dirigente, miembro del partido político Cristiano Demócrata y Flamenco (CD&V) e hijo de un refugiado iraquí, inquirió que «la excepción no debe convertirse en la regla» y aseguró que «no habrá regularización colectiva».

Entre 100.000 y 150.000 personas están actualmente indocumentadas en Bélgica, según datos manejados por los sindicatos.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/b%C3%A9lgica-inmigraci%C3%B3n_empeora-situaci%C3%B3n-de-migrantes-en-huelga-de-hambre-sin-que-b%C3%A9lgica-reaccione/46754718

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Explosión demográfica africana

Por:  Samir Azrak
Las proyecciones demográficas mundiales son realmente impresionantes y preocupan a todos los países, especialmente a los ricos, dado que se habla de una bomba demográfica, con epicentro en África, en el continente y los países más pobres, que sin lugar a duda afectarán a las naciones más cercanas, a las del sur de Europa en la costa del mar Mediterráneo y del oeste de Asia en el Medio Oriente.

Informes del Banco Mundial indican que en Europa el crecimiento demográfico anual no supera el 0,6%, y en algunas regiones se da incluso un “crecimiento negativo”. Contrariamente en África, especialmente la subsahariana (países africanos que no tienen costas en el mar Mediterráneo), hay un crecimiento superior al 3% anual, lo que significa que cada 20 años muchos de esos países duplican su población. En 1960 los africanos representaban 9% de la población mundial; hoy son 16%; se estima que para 2050 alcancen 21% (https://www.worldbank.org/en/region/afr/publication/50-things-you-didn-t-know-about-africa-2012-13).

El origen del crecimiento vertiginoso de la población africana es visto por los investigadores como el resultado del altísimo índice de natalidad sumado a una reducción de la mortalidad, sobretodo infantil. El  promedia africano de hijos por mujer es de 4,7 (que alcanza 5,8 en África central y occidental), en comparación con la media mundial de 2,2 hijos por mujer. Cuando hay un alto número de nacimientos, bien sea por motivos religiosos, culturales o económicos, y además hay mejora de la atención sanitaria permitiendo un incremento en la cantidad de niños que alcanzan la edad adulta, el crecimiento poblacional se dispara aumentando la expectativa de vida y la densidad demográfica. Eso ocurre en África.

Este crecimiento demográfico pudiera dar buenos frutos si es manejado para que origine  desarrollo en los países que lo presenten. El incremento poblacional es un hecho importante para el progreso y la evolución de toda nación, puede cosechar altos dividendos  demográficos siempre y cuando esté acompañado con la ejecución de planes y proyectos que lo direccionen hacia una más eficiente productividad y elevación del nivel de vida de los pobladores. El Informe Unicef “Generación 2030, África 2.0”, de octubre 2017, identifica tres áreas en las que se hace imprescindible invertir: servicios de salud, sistema educativo y el empoderamiento de la mujer y su protección contra la violencia. Debido al rápido crecimiento de la población, África tendrá que formar a 4,2 millones de nuevos médicos y 5,8 millones de nuevos docentes antes del 2030 para cumplir con los estándares internacionales mínimos en atención médica y educación. “La inversión en salud, protección y educación debe convertirse en una prioridad absoluta para África de aquí a 2030″, ha explicado Leila Pakkala, directora regional de Unicef para África oriental y meridional (https://www.unicef.org/reports/generation-2030-africa-20).

Por el contrario, si no se realizan inversiones en la juventud y la infancia de África, la  posibilidad que tiene esta generación de jóvenes de vivir una estabilidad y progresar puede convertirse en un verdadero desastre demográfico determinado por el desempleo y la inseguridad, que irán motivando el desplazamiento hacia mejores espacios, es decir, Europa y Medio Oriente.

Hasta los momentos, cuatro años del informe de la Unicef, no se ha logrado ni siquiera 10% de los objetivos parciales para 2021.

Como resultado de esta situación decenas de miles de personas tratan cada año de llegar ilegalmente a Europa desde África, y lo hacen entrando por los países más próximos, España y sobre todo Italia, convencidos de que las oportunidades de trabajo son mayores. No es posible hacerlo por las vías legales pidiendo un visado en una embajada europea. Gastan todo lo que tienen en el viaje pero muchos no consiguen llegar: mueren al cruzar el Mediterráneo o al atravesar el desierto del Sahara. Los que lo logran dicen que nunca volverían a repetir esta experiencia.

Europa está intentando lograr acuerdos de colaboración con los países africanos de donde procede la mayoría de los inmigrantes ilegales. La alta presión e interés es de Italia que soporta la más elevada carga del rescate y el cuidado de inmigrantes. Las negociaciones no están siendo fáciles. Gran parte de las zonas claves de la costa libia está siendo controlada por traficantes. La Unión Europea tiene que negociar con numerosos y diversos gobiernos: algunos son democráticos, pero otros son regímenes autoritarios (Eritrea). Algunos son países de tránsito (Libia), y otros son fuente de inmigrantes (Nigeria). Algunos tienen gobiernos monárquicos centrales efectivos (Marruecos) y otros están fragmentados y son incapaces de imponer los controles fronterizos más básicos (Libia). (Félix Flores, ¿Por qué huyen de África?, El Diario de la Educación, 2017).

En los últimos cinco años, casi medio millón de personas, sobre todo del África subsahariana, han llegado a Italia tras ser rescatados de lanchas y botes en las que llegan procedentes de Libia, punto de partida de la mayoría de inmigrantes que cruzan a Italia. Roma podría haber negociado un acuerdo con Trípoli para frenar la inmigración, como ocurrió durante el mandato de Muamar el Gadafi. En 2008, el exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi firmó un acuerdo para pagar 5.000 millones de euros durante 25 años a cambio en parte de imponer duras medidas sobre el tráfico de personas. Pero desde que Gadafi fue derrocado en 2011, el país se ha visto asediado por una guerra civil creando un vacío político y de seguridad, incrementando el desplazamiento ilegal hacia Europa, tanto de libios como de los demás países subsaharianos, especialmente Nigeria, de donde procede la mayor cantidad de desplazados ilegales que lo hacen a través de Libia.

A pesar del esfuerzo europeo de impedir la inmigración ilegal de africanos tanto controlando sus fronteras, especialmente las marítimas, como los acuerdos y convenios con los países del norte de África, todo parece indicar que esta situación crítica de desplazamiento ilegal de africanos dentro del propio continente y hacia los otros continentes seguirá, causando las conocidas consecuencias de la inmigración sin control.

Así se observó el mes pasado en Ceuta, uno de los dos enclaves de dominio español en Marruecos (el otro es Melilla), con la llegada de casi 6,000 marroquíes de manera irregular en cuestión de horas debido al más reciente de los choques entre España y Marruecos.

Todo parece aconsejar que lo más conveniente es seguir los lineamientos presentados en el informe de “África de la Generación 2030” de la Unicef donde se expone que “si las naciones africanas invierten en esta creciente población de niños y jóvenes, especialmente en su educación, y adoptan políticas económicas que fomenten nuevos empleos, el continente en su conjunto podría ver cómo los ingresos per cápita se multiplican. El primer paso crucial para lograr este dividendo demográfico será cerrar las brechas que existen dentro de los sistemas de salud y educación de África”.  (https://www.unicef.org/reports). Claro está que para lograr esto en África se requiere el apalancamiento económico de países y organismos internacionales, a través de importantes inversiones como resultado de decisiones políticas desde los altos niveles de los estados como muestra de solidaridad y apoyo hacia el continente.

Lamentablemente muchos africanos, y en algunos casos sus gobiernos, consideran hoy la  emigración un hecho positivo, ya que baja la presión social al reducir el número de jóvenes que buscan empleos en su país. La explosión demográfica africana es una realidad conocida por los dirigentes mundiales, que tienen el tiempo en su contra.

Fuente: https://www.elnacional.com/opinion/explosion-demografica-africana/

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