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África: La astrofísica que lucha para que las niñas africanas también puedan ser científicas

África/24 Enero 2019/Fuente: El país

Mirjana Pović ha sido galardonada por ‘Nature’ por fomentar la vocación de las mujeres por las carreras STEM

La serbia Mirjana Pović (Pançevo, 1981) solo tenía nueve años cuando comenzaron las guerras de Yugoslavia. En la escuela, faltaba el material educativo y motivación entre el personal. Fuera de ella, se enfrentaba a una fuerte tensión social y familiar. El conflicto duró 10 años, pero los efectos mucho más: “Mi familia antes de la guerra era de clase media baja, pero durante la guerra la clase media desapareció”. Poco después Pović comenzó la carrera de astrofísica en la Universidad de Belgrado. Cada día tenía que viajar más de 20 kilómetros desde Pançevo a la capital y “no tenía ni para pagar el transporte”. Por ello, hacía autostop para poder ir a clase. Aún así, consiguió graduarse y hoy es profesora del Instituto Etíope de Ciencia y Tecnología Espaciales y un referente para muchas niñas que viven en condiciones de pobreza.

Su labor para impulsar el interés de las mujeres en la investigación aeroespacial ha llamado la atención de la revista científica Nature y la compañía The Estée Lauder. Pović ha recibido el premio Nature Research Award en la categoría de ciencia inspiradora. Este galardón, dotado con 10.000 euros, reconoce los logros de jóvenes investigadoras y sus esfuerzos para que otras mujeres accedan al ámbito científico.

“En la mayor parte de África subsahariana las familias viven de la agricultura y la ganadería, tienen un promedio de cuatro o cinco hijos y los recursos para que los niños vayan al colegio son muy limitados”, cuenta. Pese a que cada vez más chicas tienen la posibilidad de acceder a la educación primaria y secundaria, todo se complica cuando deben ir a un centro escolar de otra ciudad o a la universidad. “La pobreza no afecta a toda la sociedad de la misma forma. Las que más sufren son las mujeres. Todavía se da prioridad a los chicos para que puedan estudiar”, afirma la astrofísica.

Esta doctora ha dado clases en orfanatos y enseñado a niños de la calle en Tanzania, Sudáfrica y Ruanda. También ha formado a las primeras generaciones de estudiantes de máster y doctorado en Astronomía en Etiopía, Tanzania, Ruanda y Uganda. Ahora pretende destinar el premio a poner en marcha el proyecto STEM for Girls Ethiopia, que tiene como objetivo dar visibilidad a las mujeres científicas y fomentar la vocación entre las estudiantes de secundaria para hacer carreras STEM (siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

Ella empezó a interesarse por la astronomía cuando era una niña. Cada día observaba el cielo y se preguntaba qué eran la Luna y el Sol. “Tenemos un laboratorio encima nuestro [el cielo]. Yo sentía mucha curiosidad y pensaba: ‘Cuando sea mayor voy a entender de dónde viene esa luz y esos puntos del cielo”. En aquel entonces ya tenía pasión por África. En 2005 obtuvo una beca para hacer el doctorado en el Instituto de Astrofísica de Canarias y comenzó a ahorrar para ir a trabajar como voluntaria al tercer continente más grande del planeta.

Desde 2016, esta doctora vinculada al Instituto de Astrofísica de Andalucía da clases y supervisa a los estudiantes que estudian un máster y un doctorado en el Instituto Etíope de Ciencia y Tecnología Espaciales. Allí, el principal problema para ofrecer una formación de calidad es “la falta de personal cualificado”. De los 111 empleados en el instituto —entre los que también están los trabajadores administrativos, financieros y personal de apoyo—, solo cinco cuentan con un doctorado. Y de esos cinco, ella es la única mujer.

La falta de personal dificulta la posibilidad de dedicar tiempo a sus propios proyectos. Pero siempre que puede intenta avanzar en sus investigaciones en astronomía extragaláctica. Concretamente estudia las propiedades de las galaxias activas: “De ellas recibimos energías y luminosidades mucho más altas que de galaxias normales y son unos de los objetos más brillantes que tenemos en el universo”. Por ejemplo, analiza cuál es el rol de estas galaxias activas en la evolución y formación de las galaxias en general, como han ido evolucionando a lo largo del tiempo cósmico o cuáles son las propiedades de las que tienen muy baja luminosidad.

Esta falta de tiempo para progresar en los proyectos es uno de los problemas a los que se enfrentan muchas mujeres científicas africanas. “Tener una familia en África es una deber. Es difícil encontrar mujeres que no tienen hijos. Cuando vuelven a casa, el peso no se comparte de la misma forma entre hombres y mujeres. Ellas son las que normalmente se encargan de las labores del hogar y de cuidar a sus hijos”, cuenta.

No obstante, para estas mujeres las dificultades comienzan mucho antes. Los sesgos sobre la capacidad de las mujeres para realizar ciertos trabajos están presentes desde edades tempranas. En un estudio publicado en 2017 en la revista Science, se preguntaba a niños y niñas si, cuando se les hablaba de una persona especialmente inteligente, creían que era de su sexo o del contrario. Cuando los pequeños tenían cinco años, no se observaban diferencias, sin embargo, a partir de los seis, la probabilidad de que las niñas considerasen que la persona brillante fuera de su sexo descendía.

“Desde que somos pequeñas siempre hemos sido sobreprotegidas en todo el mundo. Se nos muestra que somos más frágiles y esa confianza que los demás no tienen en nosotras se nos queda grabada para siempre”, cuenta Pović. Para acabar con estos prejuicios y fomentar la vocación entre las niñas es imprescindible tener referentes femeninos: “Si desde que somos pequeñas no tenemos referencias de mujeres matemáticas o físicas, ¿cómo vamos a elegir uno de estos campos cuando nos hagamos la pregunta?”.

Luchar contra estos estereotipos y conseguir que las niñas puedan ser científicas en África o en cualquier lugar del mundo “no corresponde solo a las maestras, madres o mujeres líderes”. “Es un trabajo de la sociedad”, asegura la astrofísica. Para ella, es fundamental informar de que este tipo de sesgos existen para intentar evitarlos tanto en las escuelas como en Internet y los medios de comunicación. Crear vínculos entre las mujeres científicas para que se apoyen entre sí y se sirvan de inspiración también es muy útil. Pović, por ejemplo, forma parte de la organización española AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas).

También considera que acabar con la pobreza e invertir en proyectos de desarrollo en educación y en políticas de igualdad “va a ser beneficioso para las niñas”. La astrofísica aboga por la discriminación positiva hasta que hombres y mujeres tengan las mismas posibilidades: “Dar más becas y oportunidades a las mujeres para intentar sacar lo mejor de ellas”. Ella da prioridad a las chicas que estudian en el instituto a la hora de supervisar sus proyectos y está convencida de que poco a poco el cambio es posible. Muestra de ello es que ella ha supervisado a la primera chica en Ruanda que ha cursado un máster en Astronomía y está haciendo un doctorado. La idea es que cada vez sean más las mujeres que trabajen como matemáticas, físicas o astrónomas y den clases en universidades. Es decir, que haya más referentes para que las niñas en África también quieran y puedan ser científicas.

POR QUÉ ES IMPORTANTE INVERTIR EN CIENCIA EN ÁFRICA

¿Por qué es importante invertir en programas de desarrollo científico en lugar de hacerlo en solucionar problemas de primera necesidad en África como el acceso a la luz, al agua o a la sanidad? Pović tiene la respuesta: “En las últimas décadas solo se ha invertido en bienes de primera necesidad, pero es imprescindible tener también proyectos de desarrollo científico, tecnológico e industrial a largo plazo. Solo así se puede sacar a los países de la situación en la que están desde hace años”. Lugares como Etiopía, Kenia, Namibia o Botswana ya han empezado a invertir en proyectos científicos. El Instituto Etíope de Ciencia y Tecnología Espaciales, en el que la astrofísica es profesora e investigadora, es un proyecto fundado en 2016 que busca resultados a largo plazo. El objetivo es usar datos espaciales y de satélite para afrontar uno de los retos más grandes del país como es el acceso al agua. Con esta información, también se pretende mejorar la producción agrícola, el sistema de electricidad (solo 25% de población tiene acceso a la luz), gestionar desastres naturales, mejorar el sistema de infraestructuras y elaborar planes urbanísticos.

Imagen: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/01/14/ciencia/1547481302_000224_1547481494_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/01/14/ciencia/1547481302_000224.html

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El mensaje de Jane Goodall a las niñas que quieren ser científicas

Jane Goodall/16-01-2019

Está considerada como una de las mujeres científicas de mayor impacto en el siglo XX. Los ojos de Jane Goodall brillan al compartir sus historias de ayer, convertidas hoy en grandes lecciones de vida sobre la ciencia y la educación: «Sé curiosa y comete errores, sé paciente y no te rindas», repite esta mujer extraordinaria. Goodall es Doctora en Etología por la Universidad de Cambridge y Doctora ‘honoris causa’ por más de 45 universidades del mundo.

Ha recibido más de 100 premios internacionales como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación, la Legión de Honor de la República de Francia, el título de Dama del Imperio Británico o la Medalla de Oro de la UNESCO, entre otros. Además es “Mensajera de la Paz” de Naciones Unidas. Goodall vivió su infancia y juventud con un solo sueño: viajar desde su Inglaterra natal a África para estar cerca de los animales y escribir sobre ellos.

En 1960, con apenas 23 años, hizo realidad su propósito de la mano del famoso antropólogo Louis Leakey quien le encargó la arriesgada misión de viajar a la selva de Gombe, Tanzania y convertirse así en el primer ser humano en observar e investigar a los chimpancés salvajes. Acompañada de su madre comenzó un proyecto de investigación de seis meses de duración.

Hoy, casi 60 años después, continúa desarrollándose gracias al equipo de investigadores del Instituto Jane Goodall en la que es, una de las investigaciones de campo más prolongadas sobre animales en libertad. Las investigaciones de la Doctora Goodall revolucionaron a la comunidad científica y fascinaron al mundo entero. Su perseverancia, intuición, empatía y capacidad de observación, no solo nos han permitido descubrir el desconocido mundo de los chimpancés y de otras especies, sino que, nos invitan a reflexionar sobre nosotros mismos, promover un estilo de vida más sostenible y a construir una sociedad más justa.

Fuente: https://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/el-mensaje-de-jane-goodall-a-las-ninas-que-suenan-con-ser-cientificas/

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Patricia Contreras Tejada “Hay que empujar todo lo que podamos del lado de las mujeres y, si nos pasamos, ya hablaremos”

Entrevista/elpais.com

A comienzos del siglo XX, en las barberías de EE UU a los hombres les dio por cantar a capela mientras esperaban su turno para afeitarse. Así se popularizó la llamada música de barbería (barbershop music), reservada durante años a los oídos de los hombres. Los laboratorios científicos no eran entonces muy diferentes a las barberías. La melodía de la ciencia estuvo mucho tiempo vetada a los oídos de las mujeres. Patricia Contreras Tejada, nacida en Madrid en 1992, es una muestra de lo caducados que están estos clichés. Estudió Matemáticas y Física en la Universidad de Bristol, un máster en Filosofía de la Física en la Universidad de Oxford y ahora se doctora en los fundamentos matemáticos de la mecánica cuántica en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT). Y en sus ratos libres canta en The Barbees, un coro femenino de música de barbería en Madrid. La semana pasada, con el apoyo económico de la Fundación BBVA, Contreras Tejada coorganizó un encuentro de jóvenes matemáticos de todo el mundo. En el ICMAT, solo el 12% de los investigadores son mujeres.

Pregunta. ¿Qué pasaría si ahora mismo rigieran las leyes del mundo cuántico en el mundo macroscópico de esta habitación?

Respuesta. Si rigieran en lo macroscópico sería muy divertido porque podríamos interferir tú y yo y entonces podríamos trasladarnos muy rápidamente a otros espacios. No tendríamos necesariamente que recorrer todo el camino intermedio.

P. ¿Por ejemplo?

R. Pues tú y yo podríamos ir de aquí al hall, pero alguien que nos buscara por el camino nunca podría saber por cuál de las dos posibles rutas habríamos pasado.

«No tenemos lenguaje para explicar la mecánica cuántica»

P. ¿Por qué dos personas?

R. Porque podemos interferir constructivamente el uno con el otro, es decir, podemos sumar nuestra probabilidad de que los dos estemos en un sitio o restarla. La cuestión es que nunca podrías saber por cuál de los dos caminos has pasado.

P. Eso es lo que se denomina superposición cuántica.

R. Sí.

P. ¿La idea de que algo puede estar en dos sitios a la vez es una excesiva simplificación?

R. Sí, es muy simplificado. La cuestión es que tú nunca sabes en cuál de los dos sitios está. Y a ciertos efectos te interesa decir: matemáticamente se escribe que está en la suma de los dos sitios. Y entonces, claro, el lector ingenuo, o el estudiante de Física de primero, lee eso y dice: “Ah, vale, eso claramente quiere decir que está en los dos sitios a la vez”. Pues no. El problema está abierto porque evidentemente la mecánica cuántica no casa con nuestra intuición, es más que obvio. Entonces no tenemos lenguaje, porque el lenguaje lo hemos construido con mesas y sillas que sabemos perfectamente dónde están.

P. Su tesis trata del entrelazamiento cuántico. ¿Eso qué es?

R. Pongamos que las dos personas se han juntado antes, han metido dos dados en un laboratorio y los han sacado. En vez de al hall vamos a mandar a una persona a la Luna, porque así es más divertido. Si yo estoy en la Luna, tiro mi dado y me sale un 1, y yo sé que tú vas a tirar tu dado, sé que te va a salir un 1. Tú no sabes que te va a salir un 1, porque no sabes lo que me ha salido a mí. Entonces, en cierta manera yo puedo predecir el futuro, pero eso no es muy útil, porque no te lo puedo contar a ti antes de mandarte el mensaje por la vía normal, que es la velocidad de la luz como máximo. No es muy útil inmediatamente, pero sí podemos explotar esas correlaciones. Lo bonito de esa relación es que no necesita ningún medio físico, ninguna cuerda, ninguna onda, que exista entre las dos partículas.

«Un ordenador cuántico podría transmitir información de forma más barata y más rápida»

P. ¿De qué sirve tener dos fotones de la luz, o los dos dados del ejemplo, entrelazados?

R. Supongamos que tenemos un dado tú y un dado yo, hemos pasado por el laboratorio, están entrelazados y yo me voy a la Luna. Yo te quiero transmitir a ti que me ha salido un 1. Entonces tengo que elegir entre seis posibles mensajes, del 1 al 6, y me las puedo ingeniar para transmitir eso de la forma más eficiente posible. Pongamos que la forma más eficiente posible son tres bits. La cuestión es que si los dados están entrelazados a lo mejor con que yo te transmita a ti un solo bit tú puedes deducir que a mí me ha salido un 1. ¿Qué ventaja tiene eso? Que la información es cara de transmitir, porque el cable lo cobran. Tenemos tarifas planas, pero a alguien le cobran por cada bit transmitido. Y, además, cuantos más bits tengas que mandar más tiempo tarda. Así que un ordenador cuántico podría transmitir información de forma más barata y más rápida.

P. ¿En qué consiste su tesis doctoral sobre entrelazamiento cuántico?

R. Ahora supongamos que en vez de dos dados tenemos tres. Y hemos invitado a una amiga, Ágata, y la mandamos a Saturno. ¿Qué relación tiene que existir entre esos tres dados —yo con mi dado en la Luna, tú con tu dado en la Tierra, Ágata con su dado en Saturno— para que yo pueda comunicar la información de la forma más eficaz posible?

P. Una pregunta que le surge a cualquier persona que se acerca a la mecánica cuántica es: ¿A partir de qué tamaño dejan de regir las leyes de la mecánica cuántica y funcionan las de la física clásica?

R. Hay una línea difusa. Experimentalmente está todo más o menos atado: tú te vas mañana al CERN [la Organización Europea para la Investigación Nuclear, en la ciudad suiza de Ginebra], entrevistas al primero que pase y te dirá: si tengo dos protones va bien [el funcionamiento de las leyes de la mecánica cuántica]. ¿Por qué no tenemos un ordenador cuántico hoy? Porque en lo grande dejan de funcionar. Un ordenador cuántico de pocas partículas te sirve para muy poco, porque una calculadora de bolsillo te sale más barata y te lo hace igual de rápido. Lo que queremos es un ordenador cuántico muy grande. Problema: que en lo muy grande se nos rompen las leyes de la mecánica cuántica. ¡Oh, oh! Sabemos más o menos dónde está la frontera, pero la estamos cambiando, porque vemos que estamos un poquito más cerca del ordenador cuántico, que cada vez conseguimos entrelazar más partículas y meterlas todas en una caja para no se destruya esa relación.

«Yo nunca me he parado a decir: ‘Uy, como soy mujer lo he tenido más difícil en este punto de mi carrera’. Yo eso no lo he vivido, pero muchas de mis amigas, sí»

P. El físico teórico Oriol Romero-Isartpropuso atrapar con láser una esfera diminuta de vidrio de 100 millonésimas de milímetro, enfriarla y llevarla a un estado de superposición cuántica. O sea, poner esa bolita en dos sitios diferentes a la vez, para explorar dónde está la frontera a partir de la cual la mecánica cuántica no es válida. También propuso hacerlo con virus e incluso con ositos de agua, unos animales microscópicos que viven en musgos y helechos. Desde un punto de vista filosófico, abre la posibilidad mental de poner a una persona en dos sitios a la vez. ¿Teóricamente se podría hacer?

R. Teóricamente, si consideramos solo la mitad de la teoría, sí. Con los postulados de la mecánica cuántica puedes describir matemáticamente a una persona y ponerla en dos sitios a la vez rápidamente, en un papel, sin problema. ¿Qué pasa? Que experimentalmente se han dado cuenta de que existe otra ley, la decoherencia, que afecta a las cosas grandes. ¿Cómo de grandes? Lo estamos cambiando, estamos en ello. ¿Pasaremos de partículas de vidrio a virus y llegaremos a personas? Pues confío en que no y me extrañaría un montón. Por muy grandes que sean los ordenadores cuánticos no creo que hagamos esto con personas. Para gestionar algo así en un ordenador cuántico la gracia sería tener las partículas cada una por su sitio, no integradas todas en una persona. Son dos cosas distintas. Aunque tengamos un ordenador cuántico de dos metros de altura no será posible interferir con personas, hasta donde yo sé.

P. Usted afirma que iniciativas como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra el 11 de febrero, o incluso el reciente congreso de jóvenes matemáticos celebrado en el ICMAT sirven para promover un ambiente académico «más inclusivo». ¿No es inclusivo hoy en día?

R. No es tan inclusivo como podría ser. Siempre me gusta pensar que podría existir una ley natural que dijera que a los hombres se le dan mejor las matemáticas que a las mujeres, en cuyo caso nos podría aún así interesar meter a más mujeres en el campo, pero tendríamos también una razón de peso para decir: esto es así, porque parece que la evolución hizo que sea así. ¿Qué pasa? Que las mejores explicaciones que hay hasta la fecha de por qué menos de la mitad de los matemáticos son mujeres son patrones que tenemos muy arraigados en la sociedad, pero que no tienen ninguna razón de ser, más allá de la costumbre y otras desigualdades que tampoco tienen ninguna razón de ser. Es decir, que se nos cae todo el tenderete de las razones por las que existe. Entonces, vamos a cambiarlo. Yo personalmente nunca me he parado a decir: «Uy, como soy mujer lo he tenido más difícil en este punto de aquí de mi carrera». Yo eso no lo he vivido, afortunadamente, pero muchas de mis amigas sí, tanto matemáticas como no matemáticas. Yo creo que un ambiente inclusivo es saludable porque estás potenciando a la persona y le estás diciendo que puede hacer lo que quiera. Y eso es sano.

P. Hay un discurso que argumenta que si ahora en la carrera de Medicina hay un 65% de mujeres y un 35% de hombres, nadie exige despertar más vocaciones de los hombres hacia la Medicina.

R. Sigue habiendo un poco de techo de cristal, por muchas mujeres que entren en el campo de la medicina. Las estructuras de poder están en los hombres, así que sobra el comentario de que es igual de malo que se incline la balanza de un lado que del otro, porque no se inclina del otro todavía. Cuando se incline, hablaremos. Y yo hablaré encantada, pero es que de momento no se inclina. Lo que hay que hacer, para mi gusto, es, si la balanza se inclina muy hacia uno de los lados, empujar todo lo que podamos del otro. Y, si nos pasamos, ya hablaremos, pero de momento hay que empujar con todas nuestras fuerzas.

«Claro que faltan figuras femeninas de referencia en los medios de comunicación»

P. ¿Cuántas mujeres investigadoras hay en el ICMAT?

R. Yo hice un conteo en la web el día del 8 de marzo y me salió un 12%.

P. ¿Cuando usted hizo la carrera cuántas mujeres eran?

R. Como hice el doble grado tenía dos comunidades de personas. En física éramos aproximadamente un 20%. En matemáticas, aproximadamente un 50%. Yo estudié en la Universidad de Bristol, en Inglaterra, pero eso también se observa aquí en España. En las carreras de físicas hay una gran mayoría de hombres y en las de matemáticas hay más o menos mitad y mitad. En el salto al máster, olvídate. Muchas mujeres se van. ¿Y eso por qué es? Yo no soy socióloga ni soy experta en el área, pero por lo que se lee las mujeres valoran mucho la estabilidad y dudan más de sus propias capacidades. La investigación no te da ni estabilidad ni razón para confiarte. Entonces, eso tira a muchas mujeres a por salidas laborales fuera de la investigación. Por eso no continúan y por eso aquí no hay muchas.

P. ¿Faltan figuras femeninas de referencia en los medios de comunicación?

R. Claro que faltan, y esa es una buena manera de hacer ver que el talento está. Lo que hay que hacer, yo creo, es dar visibilidad al buen trabajo que ya hacen algunas mujeres en las matemáticas.

P. Solo una mujer ha ganado la medalla Fields desde su creación en 1936 y ninguna ha ganado en los premios Abel, instaurados en 2003. ¿Esto es explicable por la ausencia histórica de mujeres en las matemáticas o se ha ignorado a mujeres merecedoras?

R. Primero, claro, ha habido ausencia de mujeres en matemáticas. Y no se valoraba el trabajo de las pocas que había, con lo cual, complicado. Así nadie gana nada. Ha habido ausencia de mujeres que supieran leer y escribir, lo primero; estudiando matemáticas, lo segundo; e investigando matemáticas, lo tercero. Entonces, claro, pocas papeletas hay para que ganen las mujeres los premios.

Fuente; https://elpais.com/elpais/2018/05/16/ciencia/1526472491_554764.html?rel=mas

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El mayor informe sobre el acoso sexual en la ciencia de EE UU revela un abuso sistemático

América del norte/Estados Unidos/14 Junio 2018/Fuente: El país

Las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina publican el estudio que revela que más de la mitad de las mujeres en esas áreas sufren algún tipo de acoso

Sus amigos, aquellos que no tenían nada que ver con la medicina, no se lo podían creer. “¿Me estás tomando el pelo o qué?”, le preguntaron. Sin embargo, compañeros y personal de la facultad donde trabajaba, lo que le pidieron fue dejarlo pasar: “Si informas de esto no te va a ir bien. No quieres armar un escándalo”. Esta mujer, miembro de una facultad de Medicina en Estados Unidos, sabía que sus compañeros de la institución tenían razón, pero también era consciente de que lo que había ocurrido, y seguía ocurriendo, era demasiado: “No debería tener que estar preparándome para ser violada cuando voy a trabajar”.

Este es solo uno de las decenas de testimonios que recoge el informe Acoso sexual en las mujeres: clima, cultura y consecuencias en las Academias de Ciencia, Ingeniería y Medicinaque las tres instituciones estadounidenses publicaron el pasado martes. Es el análisis más exhaustivo sobre este tema hasta la fecha, trabajado durante más de dos años y basado en centenares de estudios, entrevistas, estadísticas e informes que se remontan y avanzan desde la década de los ochenta. Sus conclusiones no hacen más que apuntalar una realidad que cada vez es más visible y menos sorprendente: más de la mitad de las mujeres en esos tres ámbitos, y a todos los niveles (alumnas y profesoras), han sufrido algún tipo de acoso, laboral o sexual o ambos, abusos, agresiones sexuales, desprecio o menosprecio profesional y personal durante su formación o el ejercicio de su profesión.

“A pesar de que cada vez hay más mujeres en los campos científicos, asumiendo responsabilidades y liderando investigaciones, los datos indican que esto pasa demasiado a menudo”, comentaba el pasado martes Marcia McNutt, la presidenta de la Academia Nacional de Ciencias, que aseguró que esta “cultura” provoca una devastación clara en las mujeres, a nivel personal y profesional, y en su salud física y psíquica. “Es, además, una pérdida tremenda de los recursos humanos que tenemos, de potencial, de talento y de inversión en ese talento”. Con un agravante, que las políticas y los protocolos actuales para controlar esta situación no dan signos de funcionar y las consecuencias suelen ser el freno a las carreras profesionales de las mujeres o incluso el abandono.

Para la presidenta, el informe ha sido publicado en el momento justo, después de que el movimiento Me Too haya roto con el oscurantismo y el silencio de millones de mujeres en el mundo y se haya generado un movimiento global y creciente de toma de conciencia y rechazo a esta violación constante de sus cuerpos, sus aptitudes y sus voluntades. Frente a esto, la respuesta de las instituciones es contundente: cambiar no solo es urgente sino imprescindible. Y para ese cambio, apuntó McNutt, las academias y las organizaciones públicas y privadas deben crear un clima totalmente distinto que logre evitar ese acoso desde el primer indicio: “Nuestro informe ofrece soluciones específicas para los distintos espacios, para poder reducir o eliminar ese acoso. Es necesaria una cultura basada en la diversidad, la inclusión y el respeto”. Algo que, por el momento, no ocurre.

Una de las infografías que la Academia ha preparado para resumir algunas de las recomendaciones que apuntan en el informe.ampliar foto
Una de las infografías que la Academia ha preparado para resumir algunas de las recomendaciones que apuntan en el informe.

El investigador Kevin Swartout, de la Universidad Estatal de Georgia, fue el encargado de armar el puzzle con los datos de los sistemas de la Universidad de Texas, a los que se añadieron después los de la Universidad Estatal de Pensilvania para tener una visión más amplia; una base de más de 10.000 estudiantes de grado y posgrado y profesorado que reveló un comportamiento constante de acoso por parte de los docentes o el personal. “Alrededor del 20% de las estudiantes de ciencias (grado y posgrado) lo sufrieron, más de una cuarta parte de las estudiantes de ingeniería y más del 40% de estudiantes de medicina”, apunta el informe en referencia a la encuesta de la institución texana. “En Pensilvania se realizó una encuesta similar con resultados parecidos: el 33% de las estudiantes de grado, el 43% de las de posgrado y el 50% de las de medicina”.

Aunque no se han conseguido cifras determinantes en torno a grupos minoritarios, el informe apunta a que las mujeres que pertenecen a colectivos LGTBIQ o son de raza negra son objetivos más habituales que cualquier otra mujer blanca y heterosexual; y añade otros datos de encuestas que revelan los mismos porcentajes e incide en que no debería suponer una sorpresa. “Los empleados de instituciones académicas tienen la segunda tasa más alta de acoso sexual [en Estados Unidos] con el 58% (los militares se posicionan en primer lugar con el 69%)”.

Las encuestas fueron completadas con cuarenta entrevistas a profesionales de todos los campos, de distintas edades y a distintos niveles. Alrededor de la mitad denunció algún tipo de acoso físico, sin embargo, el psíquico también despunta como una importante arista a limar. “La mayoría de ellos están degradando a la mujer, encerrándola en el lugar de trabajo, menospreciándola frente a otros colegas, diciéndole que no es tan capaz como otros, o hablando mal de ellas al resto… No es solo tocar o invadir sexualmente, sino más bien a nivel intelectual. Intentan hacer esos juegos mentales para que no puedas defenderte físicamente”, apunta una profesora asistente de Ingeniería en el estudio.

Comentarios sexistas, bromas constantes y alusiones que degradan o humillan a las mujeres en el ámbito personal o profesional aparecían una y otra vez en la recogida de información. Apuntan a cuatro aspectos que se dan en esos lugares de trabajo como algunas de las causas de estas actitudes: “La dependencia de los asesores y mentores para el avance profesional; el sistema de meritocracia que no tiene en cuenta la disminución en la productividad como resultado del acoso sexual; la cultura machista en algunos campos; y la red informal de comunicaciones, a través de la cual se difunden rumores y acusaciones dentro y a través de programas y campos especializados”. Y añadieron cinco factores que podrían explicar, en parte, este acoso generalizado: la percepción de tolerancia hacia estas actitudes, una mayoría de hombres en este entorno, la férrea jerarquía —que además suele concentrar mucho poder en muy pocos nombres—, sin la educación ni las herramientas para luchar contra esto, y un mal enfoque de las leyes que regulan el acoso en las instituciones.

El estudio explica que, demasiado a menudo, la interpretación judicial de esas leyes incentiva a las instituciones a crear políticas que se centran más en un cumplimiento simbólico de esa legislación y a evitar la responsabilidad que a prevenir el acoso. Es decir, normas que acaban protegiendo a quien perpreta el acoso y no a la víctima. Algo que queda definido como “desalentador”. “Al mismo tiempo que se invierten mucho dinero y energía en atraer y retener a las mujeres en estos campos, a menudo son intimidadas o expulsadas de su carrera. Incluso cuando se quedan, su capacidad para contribuir y avanzar puede verse limitada como consecuencia del acoso sexual, ya sea de forma directa, por el acoso ambiental en el entorno en su departamento, programa o disciplina, por las represalias o porque son tratadas como traidoras después de informar formalmente el acoso”.

Por eso, entre otros estudios, el de Vicki J. Magley en 2002, Hacer frente al acoso sexual: reconceptualizar la resistencia de las mujeres, descubrió —con una base de datos de más de 15.000 mujeres— que con frecuencia las respuestas eran ignorar o intentar apaciguar al acosador. Rara vez lo enfrentaban y siempre intentaban mantener una buena relación con él. “Por ejemplo, el 74,3% de las mujeres en uno de los siete conjuntos de datos analizados por Magley evitaron a su autor, el 72,8% se separó psicológicamente de la situación, el 69,9% por ciento soportó la situación sin intentar resolver el problema y el 29,5% intentó calmar a su perpetrador inventando una excusa para explicar su comportamiento”.

La historia de siempre. Culpabilización, miedo a no ser creídas en un primer momento y al descrédito posterior, y a ser vapuleadas, maltratadas o a soportar venganzas después; algo que refleja bien el testimonio de una investigadora en medicina que, tras haber sufrido varios tipos de acoso laboral y sexual, acabó informando al director de su programa, que dejó el asunto en manos del jefe de la institución en cuestión; fue él quien le dijo que le recordaba a su exmujer —»a la que todos sabíamos que odiaba”, anota en el informe la médica—, y que si lloraba menos tal vez tendría más amigos. “A partir de ahí, la calificación que hacía de mi trabajo simplemente se fue cuesta abajo”.

El iceberg del acoso.
El iceberg del acoso.

Algo incomprensible a todos los niveles. Décadas de investigación han demostrado cómo ganan en calidad la industria y la investigación cuando su fuerza laboral es diversa. “Este acoso continuo tiene consecuencias para el avance del bienestar económico y social del país y su salud pública en general”, sentencia el estudio.

El panorama plantea una serie de cambios profundos, estructurales, que según la Academia deben ser tenidos en cuenta desde ya y que han concentrado en 15 recomendaciones no solo para su propia organización, sino para otras agencias federales y políticas para que ese viraje hacia un mundo más inclusivo pueda llegar a todos los rincones. Entre esas recomendaciones está abordar de forma directa el acoso sexual e ir más allá del mero cumplimiento de las leyes para cambiar desde la raíz la cultura y el clima en esas instituciones; generar ambientes más diversos, inclusivos y respetuosos; mejorar la transparencia y la responsabilidad en todos los niveles; rebajar al máximo esas relaciones jerárquicas tóxicas que se dan entre las alumnas y el profesorado, con un poder tremendamente concentrado y que sobrevuela el futuro de las estudiantes; dar siempre apoyo a la víctima; o comenzar investigaciones que puedan seguir dando luz a esta realidad e iniciar cambios legislativos y políticos para paliarla.

Muchos detalles y consejos repartidos en las más de 300 páginas de este trabajo que comenzó a prepararse hace más de dos años, cuando el Comité de Mujeres en Ciencia, Ingeniería y Medicina propuso que se creara un grupo especial para analizar el pasado y el presente del acoso sexual en sus áreas, qué impacto produce y sentar las bases para su prevención y erradicación en el entorno académico. Científicos, ingenieros, médicos, expertos en el tema, juristas y psicólogos se pusieron entonces a recopilar y desmenuzar la literatura existente. Y, aunque se radiografiaron también a sí mismos, olvidaron uno de los engranajes de su propia maquinaria.

Parte de la comunidad científica, sobre todo mujeres, han apuntado hacia la ironía de la publicación de este informe cuando entre sus propias filas hay científicos que renuncian o son despedidos tras ser acusados por estas conductas pero mantienen su pertenencia a la Academia. Como el cazador de planetas Geoff Marcy, que dimitió de su puesto en Berkeley (California) en octubre de 2015; el neurocientífico Thomas Jessell, que fue despedido de la Universidad de Columbia el pasado abril; o Inder M. Verma, el biólogo molecular que está de “permiso”· en el Instituto Salk de Estudios Biológicos donde llevaba trabajando desde los setenta y que renunció el pasado 1 de mayo como editor de la revista Actas de la Ciencia, de la propia institución, después de que la publicación Science denunciase que varias mujeres —cinco científicas veteranas y tres más jóvenes— lo habían acusado por abusos sexuales, que el biólogo habría llevado a cabo durante décadas.

Pero hay más. La científica de la Universidad Estatal de Michigan Julie Libarkin, que creó el pasado 4 de junio una plataforma web para denunciar el acoso en su área, MeTooSTEM, lleva desde los años ochenta engrosando una base de datos sobre acoso sexual que acumula más de 650 casos; la revisión de The Washington Post de esos nombres, apunta a que hay hasta cinco hombres sancionados por acoso sexual que siguen siendo miembros de las Academias Nacionales estadounidenses, y tres que todavía forman parte de investigaciones con subvención pública. Solo como apunte, la Academia Nacional de Ciencias, creada por el Congreso de Estados Unidos en 1863, tiene como académico medio a un señor blanco de más de 70 años; los nuevos entran elegidos por los miembros actuales y sus cargos son vitalicios. Pase lo que pase.

En mayo, la profesora asistente de neurología en la Universidad de Vanderbilt BethAnn McLaughlin, inició una petición en Change.org para exigir a las academias que destituyan a sus miembros si han sido condenados por acoso sexual o laboral o agresiones, algo que ahora mismo, por sus propios estatutos, varados en algún punto del siglo XX, es imposible. Los presidentes de las tres academias aludieron al asunto a finales del pasado mayo y aseguraron que habían comenzado a tratar el tema de los “estándares de conducta profesional para la membresía”. Otras instituciones, como la Sociedad Astronómica Americana o la Unión Geofísica Americana, ya han cambiado, por estos mismos motivos, sus políticas de expulsión. Tal vez las Academias Nacionales también deberían empezar por ahí.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/06/13/ciencia/1528899877_715296.html

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España: Académicos e investigadores de Ciencias Sociales de Ceuta se suman a la iniciativa #NoSinMujeres

Un amplio número de investigadores y académicos del ámbito de las Ciencias Sociales de toda España, entre ellos varios de la Facultad de Educación, Economía y Tecnología de la UGR en Ceuta como Julio Gacía Ruda, Santiago Real, Santiago Ramírez, José Antonio Liébana, entre otros, ha firmado el compromiso #NoSinMujeres a través del cual se comprometen públicamente a «no participar como ponente en ningún evento académico (Conferencia, Congreso, Jornadas o similar) o mesa redonda de más de dos ponentes donde no haya al menos una mujer en calidad de experta».

Igualmente, instan al cumplimiento de lo establecido en la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.

El Grupo de Investigación HUM-840 ‘Conocimiento Abierto para la Acción Social’ apoya esta iniciativa y se ha comprometido a «respetarla y promoverla tanto en los eventos que organicemos como en aquellos a los que seamos invitados o en los cuales participemos».

Los académicos o profesionales de las Ciencias Sociales que quieran sumarse a la iniciativa y dar otro paso «para evitar la invisibilización de la mujer en todos los ámbitos de la vida pública» pueden hacerlo rellenando un sencillo formulario.

Evaluación del profesorado universitario

El Grupo de Investigación también sintoniza con el colectivoUNI-Digna, integrado por miembros del PDI de distintas universidades, para «reivindicar un sistema de evaluación y acreditación del profesorado universitario comprensivo, razonable y justo».

«Creemos que sus reivindicaciones y el manifiesto que han redactado son positivos para la universidad española y, además, nuestro grupo se reconoce en la defensa de la investigación y el conocimiento abierto, por lo que animamos a conocer la iniciativa, a valorarla y a que quien lo estime oportuno firme para «derogar el RD 415/2015, habilitando transitoriamente el anterior sistema de acreditación (RD 1312/2007) a fin de negociar un nuevo sistema consensuado con la comunidad académica».

Fuente: http://www.ceutaldia.com/articulo/educacion/facultad-educacion-ceuta-nosinmujeres/20180521182911180576.html

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Las mujeres no tienen espacios justos de participación en las conferencias académicas, revela la investigación

Los organizadores de conferencias hombres eligen desproporcionadamente a los hombres sobre las mujeres cuando asignan espacios para hablar

TheGuardian

Las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres de hablar sobre su trabajo en las conferencias científicas, en gran parte porque los que están en los niveles superiores de la academia son hombres, según revela la investigación.

Mientras hablar en conferencias es una parte clave de la vida académica, no solo alzando el perfil de los investigadores sino ayudándoles a compartir ideas y encontrar oportunidades de empleo y financiación, el último estudio confirma lo que muchos científicos sospechaban desde hace tiempo: los hombres dan más charlas que las mujeres

«Las mujeres se concentran en estas etapas de estudiantes y carreras tempranas y hay pocas oportunidades de hablar en esas etapas de la carrera», dijo la Dra. Heather Ford, primera autora de la investigación de la Universidad de Cambridge.

En un artículo publicado en la revista Nature Communications , Ford y sus colegas examinaron la cantidad de científicos hombres y mujeres que dieron charlas en la conferencia geofísica más grande del mundo: la reunión de otoño de la Unión Geofísica Americana (AGU).

El equipo analizó listas que detallaban breves resúmenes de investigaciones presentadas por científicos para reuniones entre 2014 y 2016. El equipo analizó si el científico había sido invitado a proporcionar un resumen, lo que a menudo significa que también se le pedirá al científico que brinde una charla, o si, en cambio, el científico había enviado un resumen y les había pedido a los organizadores de la conferencia que les asignaran una charla o la oportunidad de exhibir su investigación con un póster de sus resultados.

El equipo también tomó nota de la etapa de género y carrera del primer autor de la obra, que es más probable que realice la presentación, y, en el caso de los autores invitados, quién estaba emitiendo las invitaciones.

Los resultados revelan, en general, que las mujeres hablaban menos que los hombres, representando el 29% de las charlas que se les habían asignado, y el 27% de los oradores invitados. De hecho, solo un poco más del 41% de las mujeres que pidieron a los coordinadores que les asignaran una charla o la oportunidad de mostrar un póster pidieron hablar, en comparación con casi el 45% de los hombres.

El análisis posterior de los resultados, teniendo en cuenta la proporción de mujeres en cada etapa de la carrera, mostró que esto parece deberse al hecho de que los autores masculinos superan en número a las autoras, un efecto particularmente marcado en los niveles superiores donde los individuos son mucho más propensos a ser asignado o pedido dar una charla.

Pero el equipo descubrió que los convocantes masculinos de las sesiones de la conferencia eligieron desproporcionadamente menos mujeres para hablar, ya sea invitando o asignando una charla. Lo que es más, la tendencia se mantuvo independientemente de su propia etapa de carrera y si invitaban a un científico de carrera a principios, mediados o finales. «Este es un problema de toda la comunidad, no es un problema generacional», dijo Ford.

«Si estamos interesados ​​en mejorar la paridad de género general dentro de una conferencia de investigación en términos de oportunidades de hablar, realmente debemos enfocarnos en las etapas estudiantiles y de carrera temprana, porque ese es el momento en que tenemos más mujeres actualmente», dijo Ford.

Añadió que la investigación también señala la necesidad de abordar el llamado «conducto de fuga» de la ciencia, según el cual las científicas se vuelven menos numerosas en la parte superior de la escala de la carrera, y que las mujeres convocantes deben ser alentadas.

La Dra. Seirian Sumner, ecóloga del comportamiento en University College London y cofundadora de la plataforma SoapboxScience , dijo que el tema de los hombres que dominan los roles de orador en las conferencias es generalizado en la comunidad científica y que se debe hacer más para garantizar que las científicas escuchado, señalando que hablar también podría aumentar la confianza de las científicas y elevar sus perfiles, lo que ayudaría a hacer frente a la tubería que gotea.

Chris McEntee, Director Ejecutivo y CEO de AGU, dijo: «AGU está comprometida a mejorar la diversidad de género en las ciencias y somos conscientes de las brechas de género que existen no solo en la Tierra y las ciencias espaciales, sino también en las actividades de AGU».

McEntee agregó que el sindicato ha hecho esfuerzos para aumentar el número de mujeres científicas revisando el trabajo de otros y aumentando la diversidad de género en comités, programas y el proceso de reconocimiento y honores, mientras que un grupo de trabajo de diversidad e inclusión proporcionará recomendaciones finales al final del año.

Fuente: https://www.theguardian.com/science/2018/apr/24/women-not-getting-a-fair-say-at-academic-conferences-research-reveals

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Según Investigación de UNESCO en Argentina: La brecha de género también se puede medir en la ciencia

América del Sur/Argentina/ellitoral.com

¿Equidad de género en ciencia y tecnología en Argentina? Desde una pantalla, el interrogante desafiaba a arriesgar una respuesta, y no hubo que esperar demasiado para conocer el resultado:

– Las mujeres dirigen en menor medida proyectos de investigación y desarrollo, con una diferencia porcentual de 26,7 puntos en el total del registro nacional de proyectos para el período 2009-2015.
– Solicitan y reciben en promedio la mitad del financiamiento para proyectos de investigación y desarrollo que los varones.
– Publican en menor medida en las revistas de mayor impacto y visibilidad internacional, con una diferencia porcentual de 7 puntos.
– Acceden en menor medida a los cargos más altos de la carrera de investigación (11,5 % contra 17,2 %).
– En todo el país, sólo el 11 % de los rectores son mujeres; éstas ocupan el 27 % de las secretarías de ciencia y representan solo el 10.5% de las autoridades de organismos de ciencia y técnica.

Los datos surgen del Proyecto SAGA (STEM and Gender Advancement) de la Unesco, en el que la Argentina participó como país piloto, y se obtuvieron a través de una encuesta sobre políticas e instrumentos de ciencia, tecnología e innovación enviada a 320 organismos del sistema científico nacional, el análisis de 34.000 curriculum vitae cargados en la base CVAR y de 18.000 proyectos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el Conicet y el Inta. Y fueron presentados este miércoles en la Facultad de Ingeniería Química de la UNL donde se realizó, además, un taller para analizar estos resultados.

La presentación estuvo a cargo de la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la provincia Erica Hynes, quien llevó adelante la coordinación científica de la investigación; la directora Nacional de Programas y Proyectos del Ministerio de Ciencia y Tecnología María Guillermina D’Onofrio, y Rocío Lafuente Duarte y María Victoria Tignino. Las palabras de bienvenida fueron de la vicedecana de esa casa de estudios, María Élida Pirovani.

El diagnóstico y las razones

“Este estudio pretende ofrecer a los países una caja de herramientas para diagnosticar si hay equidad de género, en cuánto se avanzó y cuánto falta para lograr la igualdad, y eso le sirve a los países como insumo para diseñar sus propias políticas públicas”, explicó la ministra, quien destacó el trabajo de un equipo interdisciplinario que, como tal, trabajó desde distintas miradas. “El trabajo estuvo centrado en este diagnóstico del que surgieron los indicadores y los resultados de la encuesta de organismos de ciencia y tecnología. Resta por hacer una encuesta de uso del tiempo que se va a llevar a cabo este año”, anticipó.

El Proyecto SAGA tiene como objetivo principal reducir la brecha de género en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas en todos los niveles de educación e investigación mediante la determinación, medición y evaluación de datos desagregados por género, así como el apoyo al diseño e implementación de instrumentos de política que tengan una influencia sobre la equidad de género.

Argentina y Uruguay son los únicos países de América Latina que participaron de este proyecto al que se va a sumar Chile, anticipó D’Onofrio quien explicó a este diario la metodología que se siguió para alcanzar este resultado, a partir de una muestra prácticamente censal por el volumen de las fuentes consultadas.

La actividad desarrollada en la FIQ se completó con un taller para analizar los resultados de este estudio y encontrar “los por qué, las razones por las que se producen estas desigualdades”, apuntó la experta. En esa misma línea, se trabaja en una agenda de políticas puertas adentro de las instituciones donde la temática de equidad de género en sus políticas o planes está ausente en casi la mitad de fuentes consultadas, según se desprende de la investigación.

“Hay que trabajar muchísimo; hay poco conocimiento sobre de qué estamos hablando”, reconoció D’Onofrio y recordó una respuesta que se repetía a la hora de hacer las respuestas: “Yo tengo muchas mujeres trabajando acá”, le decían. “Pero no estamos hablando de eso; la intención es no quedarnos solo con un diagnóstico con toda su crudeza, sino tratar de avanzar en un trabajo coordinado y articulado del sistema”.

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/id_um/169060-la-brecha-de-genero-tambien-se-puede-medir-en-la-ciencia-resultados-de-una-investigacion-de-unesco-en-el-pais-politica.html

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