América del Sur/Argentina/05-02-2021/Autor(a) y Fuente: www.diariodecuyo.com.ar
El desglose de los datos indicó que en el 59% de los casos, los femicidios fueron cometidos por parejas, exparejas o familiares.
Veintiséis femicidios, entre ellos seis vinculados, y 36 intentos, fueron cometidos en el primer mes de 2021, según informó la organización Mumalá-Mujeres de la Matria Latinoamericana, que exigió «la implementación urgente de todas las medidas económicas anunciadas por el Gobierno para víctimas de violencia de género y el colectivo travesti trans».
Según el listado difundido durante las últimas horas por el Observatorio de la mencionada agrupación, entre el 1 y el 31 de enero últimos se produjo un femicidio cada 27 horas, y en el mismo período ocurrieron también cinco muertes violentas de mujeres vinculadas con el narcotráfico o con crímenes relacionados con venganzas o deudas.
Además, otros siete casos de mujeres asesinadas se encuentran en etapa de investigación, a la espera de la realización de autopsias o pericias complementarias para que la Justicia determine el contexto en que sucedieron los homicidios.
A su vez, el registro señaló que 27 niños, niñas y adolescentes perdieron a sus madres como consecuencia de esos hechos, y que 36 mujeres fueron víctimas de intentos de femicidio.
En tanto, el desglose de los datos indicó que en el 59% de los casos, los femicidios fueron cometidos por parejas, exparejas o familiares; y que otro 29% por hombres conocidos por las víctimas o integrantes de sus círculos íntimos.
Sobre el lugar de los asesinatos, el informe explicó que el 63% se concretó en las viviendas de las mujeres -donde residían solas o con sus parejas-, el 17% en la vía pública, el 8% en el espacio de trabajo de las víctimas y el 4% restante en los domicilios de los femicidas.
Por último, las cifras destacaron que el 25% de las mujeres asesinadas había denunciado a su agresor, y que el 17% poseía una orden de restricción de contacto o perimetral y otro 4% contaba con un botón antipánico.
«Seguimos exigiendo al Estado Nacional que declare la #EmergenciaNiUnaMenos, priorizando recursos para la atención integral de mujeres e integrantes del colectivo LGBTIQ+», sostuvo Mumalá en un comunicado de prensa.
En ese sentido, demandó la puesta en marcha «sin burocracias ni clientelismo» de medidas económicas para las víctimas de violencia de género y para el colectivo travesti-trans, como los programas Potenciar Trabajo y Acompañar.
«Reclamamos la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral y la aplicación efectiva de la Ley Micaela de capacitación obligatoria en género y violencia de género en todos los ámbitos del Estado, desde una perspectiva feminista, diversa y disidente», finalizó .
El confinamiento paralizó la actividad de supervivencia de estas mujeres y rompió la frágil cadena de apoyo con las entidades sociales especializadas en prostitución. La ampliación teórica del Plan de Contingencia contra la violencia de género ante la crisis de la covid-19 con medidas adicionales para víctimas de trata, explotación sexual y mujeres en contexto de prostitución a duras penas se ha llevado a la práctica en la ciudad autónoma.
Pasada la medianoche, Lamya recorre a paso lento la calle de La Legión, arteria principal del barrio de El Real —el más extenso de Melilla—, a la espera de que algún hombre se le acerque o pare algún vehículo a su lado. «Con suerte, me llevo 30 euros por noche«, comenta amparada por el nombre con el que la conocen quienes se dedican al «comercio», que es como algunos puteros llaman a la prostitución, explica colocándose bien la mascarilla azul marino a juego con la sombra de ojos.
La crisis sanitaria del coronavirus y el consecuente cierre de la frontera de Melilla con Marruecos ha afectado especialmente a las mujeres migrantes que ejercen la prostitución como única vía de supervivencia dada su situación administrativa irregular que se enmaraña en trámites, papeles y un idioma que muchas veces desconocen.
«Trabajo de esto obligada. Busco empleo de friegaplatos en restaurantes, en la limpieza o cuidando a personas mayores o niños, pero sin papeles nadie quiere contratarme», relata en un castellano marcado por la musicalidad árabe esta marroquí de 44 años que se encuentra inmersa en la maquinaria burocrática para conseguir la residencia.
Habla de esclavitud porque le ofrecieron trabajar de interna en un domicilio cuidando a una señora mayor las 24 horas del día, de lunes a sábado. Por ello cobraría 250 euros al mes con la excusa de que le ofrecían una habitación y le permitían comer lo que preparara para la señora. «Estoy sola con un hijo de diez años a cargo. Él nació en Melilla, tiene la residencia, es hijo de un español que se niega a pagar algún tipo manutención. ¿Cómo voy a cuidar de mi niño si me paso el día fuera?», se pregunta.
Actualmente, Lamya vive con su hijo en un piso vacío en el barrio del Tesorillo. «Lo hemos ocupado. No vivía nadie. Se cae a trozos y está lleno de cucarachas. Que vengan a desahuciarnos de la misma manera que nos echaron de una pensión en el Rastro porque me retrasé un día con el pago de los 280 euros mensuales que pagaba por una habitación», apunta.
Ahora hace malabares para afrontar los gastos de la vuelta al cole de su hijo. «Con el cierre de frontera hay menos competencia entre las chicas, muchas se quedaron en Marruecos, también muchos hombres, los hay que se dedican a regatear 10 o 20 euros. Algunos se van sin pagar. Otros solo te paran para reírse de ti», comenta sentada en un banco junto a una farola.
Lamya calza unas chanclas rosas, viste unos leggins con un estampado floral verdoso y una camiseta negra con transparencias. En su bolso carga con un paquete de preservativos, lubricante y gel hidroalcohólico. «Todo esto de poco sirve. Con el condón claro que evitamos el sida y embarazos, pero seamos sinceras, ¿quién usa mascarilla para tener sexo? Enfermaré antes de coronavirus que de VIH», reflexiona con la mirada fija en otra joven apoyada en un quiosco.
Preguntada por la asistencia que diversas ONG ofrecen a mujeres en su situación, Lamya dice no confiar en estas entidades: «Vienen un par de días, te hacen preguntas y luego desaparecen a hacer informes o te dicen que no tienen recursos para todas o que todo va muy lento y que hay que tener paciencia». Del Gobierno dice no esperar nada: «Somos invisibles para ellos». Suena su móvil. Responde. «Un habitual», comenta mientras tira el cigarrillo, se despide y desaparece al doblar la esquina.
Sin registro de mujeres en prostitución
Lamya solo pone voz a la cifra indeterminada de mujeres migrantes que se ven forzadas a prostituirse por supervivencia. La responsable de la Unidad de Coordinación contra la Violencia de Género de la Delegación del Gobierno en Melilla, Laura Segura Sarompas, afirma que no existe documento alguno que contabilice o permita llevar un control para atender a las mujeres que ejercen la prostitución al tratarse de una actividad de economía sumergida.
Asimismo, niega que existan prostíbulos o clubs de alterne en la ciudad en los que aplicar las medidas anunciadas por el Ministerio de Igualdad durante el pasado mes de agosto para prevenir brotes de covid-19 en ellos, y desconoce la existencia de casas particulares de citas. «Sí que hay bares de copas que suelen frecuentar para ofrecer sus servicios», apunta.
Por su parte, Melilla Acoge lleva 20 años trabajando con mujeres que ejercen la prostitución. En los últimos tres años han centrado su acción en el barrio de El Real, donde han atendido a 213 mujeres, la mayoría de ellas transfronterizas, de las que 114 tienen hijos a su cargo y son las únicas responsables de la economía familiar. A pesar de este registro, reconocen que posiblemente sean muchas más las que están fuera de su red de ayuda por falta de recursos para ampliar su acción sobre el terreno y generar lazos de confianza con los que establecer un contacto continuo para posteriormente llevar a cabo programas de educación para la salud y prevención de infecciones de transmisión sexual.
Desde esta entidad también ofrecen atención individualizada para derivar a las mujeres que visitan su sede a servicios jurídicos o sociales específicos, además de clases de alfabetización o cursos formativos de auxiliar de limpieza, actividades que han quedado truncadas por el coronavirus: han cancelado las clases de lengua castellana para adultos, mientras que el curso de limpieza será virtual y muchas de ellas no tienen medios para conectarse.
Plan de Contingencia, ¿papel mojado?
Precisamente, con el objetivo de paliar las consecuencias económicas y sociales del coronavirus sobre este colectivo, el Ministerio de Igualdad aprobó el 31 de marzo el Plan de Contingencia contra las Violencias de Género ante la Crisis del Covid-19, donde definía una serie de medidas en el ámbito de la pareja/expareja, de la trata y explotación sexual y para mujeres en contexto de prostitución.
Este plan declaraba «servicios esenciales» todos los servicios de asesoramiento jurídico, atención integral y acogida para víctimas de violencia de género, explotación sexual y de trata, pero no mencionaba en este apartado como beneficiarias a las mujeres en contexto de prostitución, hecho que le valió numerosas críticas por parte de organizaciones como Acción en Red Andalucía y la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.
Sin embargo, el Estado de Alarma paralizó toda actividad, incluso estos servicios definidos como esenciales, y muchas entidades y ONG dedicadas a la atención de estas mujeres no pudieron mantener sus actividades a pie de calle por falta de medios y dificultades de localizarlas, lo que supuso una ruptura en esta red básica de apoyo, que forzó al Ministerio de Igualdad de definir y ampliar nuevas medidas para tratar de llegar a este sector.
No fue hasta el 21 de abril cuando se amplió este plan y se especificó que las mujeres que ejercen la prostitución también contarían con una alternativa habitacional en caso de verse con la necesidad derivada de la crisis sanitaria de la covid-19. De esta forma, daban respuesta a las reclamaciones de las asociaciones que alertaban de la vulnerabilidad de estas mujeres, que quedaron sin ingresos durante el confinamiento y sin posibilidad de beneficiarse de un ERTE, lo que les dificultaba hacer frente al pago del alquiler. También se garantizaba a este colectivo la posibilidad de acceder al Ingreso Mínimo Vital y detallaba que «se asegurará que las mujeres en situación administrativa irregular, que son la mayoría (…) puedan acceder a este derecho».
Ninguna mujer derivada en Melilla
Meses después de la publicación del Plan de Contingencia, la realidad muestra que las mujeres que ejercen la prostitución en Melilla no se han beneficiado de ninguna de estas medidas. La responsable de la Unidad de Coordinación contra la Violencia de Género en Melilla, Laura Segura Sarompas, afirma a este medio que «no se ha derivado a ninguna mujer en contexto de prostitución a los recursos disponibles» desde el inicio de la crisis sanitaria.
En referencia a las alternativas habitacionales, concreta que actualmente hay dos viviendas que acogen a 33 mujeres víctimas de violencia de género y se ha habilitado un tercer recurso alternativo y temporal, pero en ninguno consta ninguna mujer procedente del ámbito de la prostitución, independientemente de su situación documental. Tampoco se ha gestionado ningún expediente de Ingreso Mínimo Vital, extremo con el que coinciden desde Melilla Acoge.
Sarompas reconoce que queda un largo camino por recorrer: «Si en materia de violencia de género vemos la punta del iceberg, en cuestión de prostitución, trata y explotación sexual apenas vemos nada», lamenta. De ahí que se haya propuesto definir mesas de trabajo para desarrollar programas que permitan aplicar medidas que den resultados, pero alerta: «El problema es que no tenemos presupuesto». Mientras tanto, mujeres como Lamya dicen sentirse «huérfanas» por no contar con el apoyo que esperaban del Gobierno y que las ONG iban a traducir en medidas tangibles.
Mar Cambrolle Jurado: «Cuando niegan nuesTrans identidades, nos entregan a la violencia patriarcal, nos expulsan, nos dejan en las calles para que nos sigan agrediendo. Por eso el verdadero feminismo abraza y lucha por todas las mujeres. Somos más».
La Federación Plataforma Trans defiende la gestión de la Ministra de la Igualdad, Irene Montero, por su compromiso con la igualdad de todas las mujeres, niñas y colectivo LGTBI.
Su compromiso decidido y con un amplio apoyo de los movimientos feministas, LGTBI y colectivos sociales, hacen que las políticas publicas y propuestas legislativas partan de un principio feminista, inclusivo, intersecional y transversal donde ninguna mujer queda atrás.
La propuesta legislativa de la Ley Trans, que cuenta con el apoyo de más del 96% de personas que participaron en la consulta publica de esta propuesta, así mismo, el movimiento feminista no institucionalizado de manera unánime ha apostado por el avance en derechos de las personas trans y por tanto apoyan el tramite de la Ley Trans.
Todos estos apoyos, donde se incluyen también numerosos profesionales, hacen de la Ley Trans, una propuesta legitima y que viene a saldar la deuda que la democracia tiene con las personas trans.
En los últimos días hemos visto como paralelo al avance de la Ley Trans, grupos anti derechos trans, han elevado la presión hacia el Ministerio de Igualdad, convirtiendo a Irene Montero en el blanco de su guerra contra el avance en derechos de las personas trans, alineándose esta corriente con la ultraderecha y fundamentalismos religiosos, como ya ha sucedido en otros países.
Este compromiso valiente y decidido de Irene Montero con la igualdad plena de las personas trans, se enmarca en un contexto donde Europa, Latinoamérica y hora EEUU han decidido proteger a las personas trans contra las discriminaciones y blindar sus derechos en igualdad de condiciones.
“El feminismo ha sido y es la herramienta para luchar por la igualdad de condiciones y contra todas las opresiones, siendo una estrategia que se ha enfrentado a las políticas excluyentes, negacionistas y opresivas de la ultraderecha” declara Mar Cambrollé, presidenta de Plataforma Trans. “Es perverso atrincherarse bajo las siglas del feminismo para oprimir a las personas trans y atacar a un Ministerio que por primera vez representa a todas las mujeres y sus políticas están más que avaladas por el sujeto político” continua Cambrollé “El progreso histórico es imparable y sin lugar a dudas, el Siglo XXI será el de la liberación de las personas trans” Concluye Cambrollé.
Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/25/01/2021/la-plataforma-trans-defiende-la-gestion-de-irene-montero-al-frente-del-ministerio-de-igualdad/
Convocan una concentración para MAÑANA domingo, 24 de enero, a las 12:30 ante la obra pictórica, que se encuentra en el acceso principal del Polideportivo de La Concepción. C/ José del Hierro, 5, Madrid.
El mural feminista ‘La unión hace la fuerza’ realizado en el polideportivo La Concepción del distrito de Ciudad Lineal de Madrid va a ser borrado por una iniciativa del partido de extrema derecha Vox, que contó con el apoyo de PP y Ciudadanos en el pleno distrital del pasado 21 de enero. Las fuerzas de derecha alegan que se trata de un mural que refleja “sectarismo” político, a pesar de que su realización fue aprobada por unanimidad por todas las fuerzas políticas en mayo de 2018 a partir de una propuesta de la Mesa de Igualdad y Diversidad a través de la Comisión Permanente del Foro Local del distrito de Ciudad Lineal.
El mural fue elaborado por los artistas Unlogic Crew y su diseño fue elegido por las vecinas y vecinos dentro del programa municipal ‘Compartiendo Muros’ en 2018. Vecinas, vecinos y niñas y niños de colegios del barrio participaron asimismo en su elaboración. Se trata de un proyecto comunitario y multicultural que se ha convertido en un símbolo de igualdad y diversidad en Ciudad Lineal y se ha visto en el punto de mira de la intolerancia. No podemos comprender cómo un mensaje como “las capacidades no dependen del género” pueda ser cuestionado y atacado, sostiene colectivos vecinales, feministas, culturales y AMPAs del distrito.
Frida Khalo, Valentina Tereshkova, Kanno Sugako, Rosa Parks o Angela Davis son una parte de las protagonistas de este mural. Mujeres que lucharon por los derechos humanos y que son un ejemplo histórico en la lucha por la igualdad.
La decisión de los tres partidos de la derecha en Madrid el pasado jueves tiene como objetivo la destrucción del tejido social y el enfrentamiento político, atacando el feminismo, la igualdad y la diversidad.
A través de una convocatoria de reunión online difundida a través de Whatsapp, las vecinas y asociaciones que aparecen al final de esta nota decidieron crear un espacio donde defender y reforzar los lazos de solidaridad y convivencia representados por el mural ante este ataque por parte de algunas de las fuerzas políticas que están en las instituciones. Los colectivos sociales, asociaciones culturales y vecinales, así como numerosas vecinas y vecinos a título individual animan a participar en las acciones que impulsen para poder visibilizar y mantener este mural.
Mañana se concentrarán en el mural a las 12.30 (siguiendo los protocolos COVID), es decir, ante el número 5 de la calle José de Hierro de Madrid: será la primera de las acciones en su defensa.
Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/23/01/2021/decenas-de-asociaciones-vecinos-y-vecinas-de-ciudad-lineal-se-organizan-en-defensa-del-mural-de-mujeres-de-la-concepcion/
Nada mejor que descubrir una buena lectura hacia el fin de este verano 2021. Aquí va una recomendación: el primer número de ABC La cultura del psicoanálisis (2017) tiene quince artículos repartidos entre la Presentación y las secciones Reportajes, Flashes y Diversidades, tanto este número como el segundo (sobre ambos informa esta columna), pueden leerse online o descargarse desde la página web del Colegio Estudios Analíticos. Los enlaces más adelante, en esta misma nota.
Iniciar y profundizar debates
Una serie se inicia pero también se interrumpe, se bifurca, se diluye, florece. María del Rosario Ramírez (Psicoanalista, Miembro de Colegio Estudios Analíticos, Directora de ABC), en la Presentación del primer número de ABC La cultura del psicoanálisis, abre y ordena el juego con una primera frase (o sentencia): “Freud y Lacan fueron dos hombres de una amplia cultura, cada uno en su época.” (2017:13). Dice sobre Freud: “Alteró el orden de lo que había hasta allí, subvirtiendo los prejuicios sobre el sexo, las concepciones románticas sobre el lenguaje y las nociones de inconsciente. El suyo fue un descubrimiento sin antecedentes.” (2017:13). Dice sobre Lacan: “Tales fueron las transformaciones que produjo que suscitó el interés en muchos otros campos de la cultura.” (2017:13). Y continúa respecto del psicoanalista francés “Por cierto, el desarrollo de su enseñanza fue el de una progresión geométrica, cuya incidencia llevó a la expansión del psicoanálisis en el mundo.” (2017:14). También expresa una dificultad: “(…) se ha producido una asimilación del psicoanálisis por parte de la psicología, tanto en la práctica como en la enseñanza.” (2017:14). Estos son los senderos por los que el lector o lectora podrá atreverse, siempre considerando que “La enseñanza del psicoanálisis atraviesa la historia de sus instituciones, la episteme y la praxis, forjadas en esta relación insistente a otros discursos.” (2017: 14).
Luego de la Presentación hay dos Reportajes, también a cargo de María del Rosario Ramírez, uno a Juan Pablo Lucchelli y otro a Gustavo Dessal, ambos psicoanalistas.
Aquí puede destacarse, de la intervención en lo Real que siempre supone la letra, que el primer número de ABC, presenta como nudo central una serie de textos que resultan de investigaciones sobre Shakespeare, las cuales despliegan algunas cuestiones: la política, la educación de los analistas. Sobre algunos puntos en contacto con estas ideas escriben: Germán García, María del Rosario Ramírez, Laura Bosco, Silvia Conía, Marcela Varela, Nora Caputo y Mirtha Benítez, eso en la sección Flashes.
En la sección Diversidades escriben: Leonor Curti, Nora Caputo y Sergio Nervi, allí discurren notas y comentarios sobre Hannah Arendt, Rosa Falcone y Diego Peller.
En el segundo número de ABC, luego de la Presentación a cargo de María del Rosario Ramírez, se incluye una traducción al castellano de “Lo Real”, tal el título de la cuarta parte de Le Bovarysme (1902) de Jules de Gaultier (la primera traducción en nuestro idioma de este apartado). Gaultier fue referenciado por Lacan en sus Escritos (Acerca de la causalidad psíquica, texto de 1946) y en algunas clases de su Seminario. A continuación de ese texto fundamental, María del Rosario Ramírez junto a Gaultier, Flaubert y Rancière (o con su complicidad), traza vías para la reflexión sobre El Bovarismo en los personajes de Flaubert (la Primera parte del mismo estudio de Gaultier). “Hombres y mujeres disponen de un poder: el hombre se concibe a sí mismo como otro que no es. Tara, facultad esencial, ponen en circulación el bovarismo: un singular poder de metamorfosis.” (Ramírez, 2018: 46-47).
María del Rosario Ramírez (Psicoanalista)
“Si bien se conciben a sí mismos como otros que no son, los personajes de Flaubert están marcados por una impotencia que les impide igualarse al modelo que proponen… ¡Y tampoco admiten esa impotencia!” (2018:48). En este segundo número de ABC cuyo subtítulo es: El fin del bovarismo. La transformación de las mujeres en Argentina, se incluyen nuevos autores/as y se repiten otros/as. Completan la sección Flashes textos de Germán García, Silvia Conía, Ana Santillán y Gabriel Levy. Varios textos orbitan alrededor del bovarismo y ofrecen sobre el concepto diversas perspectivas. El conjunto cristaliza algunas advertencias sobre el bovarismo en psicoanálisis, al tiempo que profundiza los interrogantes sobre la formación de los analistas.
La sección Diversidades presenta textos de: Luciano Ducatelli, Mirtha Benítez, Verónica Knavs y Marcela Varela. Luego, Sebastián Bartel y Laura Bosco escriben en la sección Reseñas sobre libros de Germán García (Oscar Masotta y el psicoanálisis castellano) y Marcelo Izaguirre (Jacques Lacan: El anclaje de su enseñanza en la Argentina). También aparece una recomendación editorial: Informes para el psicoanálisis: una salida, de Germán García.
¿Por qué detenerse a leer la Revista ABC? Para aquellos que sin ser analistas se interesan por el psicoanálisis y para la formación de analistas, es más que interesante encontrar una política editorial que renueva el compromiso con la teoría al tiempo que interpela al campo de lo instituido. El psicoanálisis se repite, y en alguna medida se ve acorralado por otros discursos ¿cómo sobrevivirá? Quizás para sobrevivir deba retomar aquel gesto de incorporarse a la cultura de su tiempo, escucharla, criticarla, analizarla, ¿decir algo?
Al cuidado de la edición de ABC está Ana Santillán. El tercer número de la revista (2019), fue dedicado a la memoria de Germán García (asesor de ABC 2017-2018). En agosto de 2020 se publicó el cuarto número de ABC La cultura del psicoanálisis, con el subtítulo: Sexualidad: derivas y debates. Desde el año pasado la revista fue inscripta en Latindex, lo que sin lugar a dudas le suma prestigio. Todos los números de ABC se consiguen en formato papel en las más importantes librerías de Rosario, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y otras localidades. También pueden adquirirse por medios electrónicos.
El año pasado, año del inicio de la pandemia, fruto de la política editorial de Colegio Estudios Analíticos, a través de Ediciones RSI, fue publicado también Homenaje a Oscar Masotta, Versión Facsimilar (2020), un texto sobre el cual aquí no podemos más que sugerir al lector interesado en el psicoanálisis que, parafraseando a Freud, lo adquiera para poseerlo.
En febrero de 2021 Colegio Estudios Analíticos presenta un curso (vía Zoom) sobre Lacan y la psicología a cargo de algunos Miembros de la institución.
PD2 La Revista ABC en Rosario
Por la iniciativa de Miembros de Colegio Estudios Analíticos y bajo supervisión de María del Rosario Ramírez en 2019, tuvieron lugar en nuestra ciudad dos Lecturas de la Revista ABC. El 1ro de Noviembre de 2019 Julieta Morandi, Paola Valli, Florencia Fambrini y Fernando Gómez, leyeron fragmentos del Número 2 en la Biblioteca Argentina Dr. Juan Álvarez y el día 15to del mismo mes se leyeron fragmentos del tercer número en Oui Bar, participaron Paola Valli, Sol Páez Sosa y Fernando Gómez.
*Psicoanalista, Miembro de Colegio Estudios Analíticos
El medio rural y el término ‘trabajo’ han caminado indudablemente ligados desde el inicio de los tiempos. De junio a noviembre, la tierra ampara imponente la buena labor de quienes viven del azafrán. Una faena abocada a la intemperie y que deja tras de sí historias de fuertes sacrificios y, sobre todo, historias de grandes mujeres.
El cultivo del azafrán –especia que se obtiene a partir de los estigmas de la rosa con el mismo nombre– trae consigo una trayectoria histórica apenas cuestionable y que deja al cotizado condimento en un lugar de privilegio frente a otras especias. Con una llegada incierta, aunque presuntamente dependiente de los pueblos árabes que llegaron a la península, el azafrán consiguió colarse en las zonas rurales con la excusa de ser, tanto para grandes propietarios como para las gentes más humildes, un medio de sustento.
Actualmente, Castilla-La Mancha concentra la mayor parte de la producción española de esta especia, aunque el cultivo del conocido como «oro rojo» ya tiene su tiempo en una región donde ha pervivido, y convertido en tradición, gracias al esfuerzo de quienes no tenían más que su fuerza de trabajo. Una labor dura sustentada, en mayor medida, por mujeres; mujeres rurales.
«Empecé con el azafrán desde chiquitica, recién nacida prácticamente. Tenían ya mis padres cultivo por entonces», afirma Mónica Candel. A sus 74 años, repasa una juventud que dedicó a cultivar la preciada especia. Mónica reside en un pequeño municipio ubicado en La Mancha Alta Albaceteña, de nombre Barrax, donde ha cultivado desde siempre lo que «ha dado de comer a mucha gente» en el pueblo.
«La mayoría de los pobres nos hemos hecho la casa con el azafrán, la mayoría»
«Mi casa me la he hecho con el azafrán», afirma con cierto orgullo en la mirada. Cuando cada año terminaba la temporada, Mónica y su familia iban construyendo laboriosamente partes de la casa hasta completar, hace unos 30 años, el que sigue siendo hoy su hogar. «La mayoría de los pobres nos hemos hecho la casa con el azafrán, la mayoría», sentencia.
En la España de antaño el trabajo de la mujer rural apenas era reconocido o valorado más allá de una «ayuda del hombre». Desde Fademur (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales), María Seoane indica que «el trabajo que no se ve es un trabajo que no existe. Esas mujeres trabajadoras son mujeres invisibles. Mientras no se vea ese trabajo, nunca será reconocido».
Seoane, que es coordinadora en la provincia de Ciudad Real y miembro del Ejecutivo nacional y regional de la federación, declara a Público que «la mujer que tradicionalmente se ha dedicado al campo ha estado trabajando de la misma manera que un hombre, pero nunca ha tenido ni los mismos derechos ni las mismas oportunidades». Una afirmación que se entrelaza con las historias de las propias protagonistas y que no deja lugar a la indiferencia.
«Desde que tenía siete años, sacábamos las hojas de la flor para meterla en los colchones de las camas. Así era en las casas más pobres. No era cómodo, pero no había otra cosa», confiesa Milagros Candel, hermana mayor de Mónica.
«Esas mujeres trabajadoras son mujeres invisibles. Mientras no se vea ese trabajo, nunca será reconocido»
Hasta el tiempo de plantar el bulbo, se guardaba «debajo de las camas» porque en los hogares humildes no había más sitio donde poder almacenarlo. Una realidad que compartían las dos hermanas, junto a sus padres y otros cinco hermanos –dos mujeres y tres hombres– sin más remedio que seguir levantándose cada mañana para volver al trabajo.
«Para sembrarla, mi padre iba cavando y nosotras detrás poniendo las cebollas –bulbos–. Luego la recogíamos en familia y venía alguna conocida también», recuerda Milagros. Mientras mira las fotografías antiguas, señala una en concreto en la que aparecen cinco mujeres y dos hombres extrayendo el azafrán de la flor (la monda), y continúa: «Nos juntábamos siete u ocho para mondar y seguíamos hasta que hacía falta«. A veces, hasta bien entrada la madrugada. Demasiadas veces, se sanochaba (trasnochaba), como decían en estas tierras, para no acumular el trabajo al día siguiente; un trabajo que no entendía de horarios ni derechos laborales.
Entre más fotografías y cartas antiguas, repasa emocionada su trayectoria laboral. Milagros fue creciendo, contrajo matrimonio con un hombre dedicado a la cría de animales y alquilaron una casa en el pequeño municipio. Durante varios años, en las estaciones en las que no se cultivaba el azafrán, cosía con ahínco baberos para muñecas, desempeño que compaginaba con las tareas domésticas y el cuidado de los cinco hijos que había dado a luz.
Tras una vida humilde, de empeño rural, con poco más de 40 años perdió a su marido, el hombre con quien había planeado toda una vida, y se vio obligada a sacar adelante un hogar, una familia, como relata ella con ojos llorosos, «sola».
Milagros cuenta que todos los meses formaba tres montones de dinero con todo lo que obtenía. El primero sería para los albañiles que le construían una casa para su familia que decidió empezar tras perder a su marido, el segundo para gastos esenciales y el tercero para otras necesidades de la familia. Ahora tiene 77 años y presume con orgullo de haber podido criar, además de a sus hijos, a once nietos. Eso sí, sin dejar nunca de lado el azafrán.
«Mis primeras vacaciones las cogí ya cuando tenía 60 años»
«Aquí en mi casa éramos todas mujeres, excepto mi hijo. Íbamos al azafrán quienes podíamos. Mis hijas estaban trabajando en una fábrica y al volver venían también a ayudar. Además, yo lo tostaba por la noche», asegura. Todo un trabajo que dejó de ser esencial cuando consiguió empleo en el colegio municipal, donde Candel conoció por primera vez las vacaciones. «Mis primeras vacaciones las cogí ya cuando tenía 60 años», declara con rotundidad.
Ahora, tanto Mónica como Milagros siguen realizando la monda del azafrán, que siembra el hijo de la hermana menor, cuando llegan los meses de octubre y noviembre, pero ya no de manera profesional, sino como un entretenimiento que cuentan que ha sido su «modo de vida» y no quieren dejar de lado porque confiesan que les ha dado todo.
Las dos hermanas aseguran haber conocido de primera mano el esfuerzo que conlleva sacar adelante a una familia con el trabajo de la tierra. Sin embargo, ambas coinciden en una misma referencia que les ayudó a hacerlo: su madre. «Ella escribía las cartas de las novias a los novios que estaban en la mili. Leía muchísimo. Mis hermanos, los mayores, no fueron a la escuela y ella les daba la lección. Mi padre tampoco sabía –leer y escribir– y ella le enseñó. Todos aprendimos», afirma Milagros ante el asentimiento de su hermana Mónica.
Historias de superación que hacen del trabajo y el esfuerzo un orgullo, pero que muestran la evidente precariedad en la que las mujeres rurales tradicionalmente han estado –y muchas de ellas todavía siguen– sumidas, como indica María Seoane.
Aunque han pasado años desde que Milagros y Mónica trabajaran el azafrán como medio de sustento, desde Fademur indican que las diferencias apenas son palpables en la actualidad debido al perfil social que todavía tiene la mujer, con el cuidado de los hijos y los mayores, y las bajas oportunidades que ofrecen los pueblos. En palabras de Seoane: «Las mujeres necesitan desarrollarse y ser dueñas de su vida. Necesitan unas condiciones que aún no tienen en el medio rural».
Cristina Fallarás (Zaragoza, 1968) se ha saltado dos de sus máximas a la hora de sentarse a narrar; no escribir novela histórica y no estudiar para escribir. La culpa es de María Magdalena, o mejor, de la imagen de puta que la Iglesia ha perpetuado sobre su figura. Su último libro, El evangelio según María Magdalena (Ediciones B, 2021), planta cara a una versión patriarcal que ha resultado devastadora para las mujeres.
De prostituta a santa, el periplo de María Magdalena a lo largo de la historia no es cosa menor, que diría aquel…
Y el caso es que en La Biblia jamás aparece como prostituta ni nada que se le parezca. Ella en realidad es la que acompaña a Cristo en los evangelios y la única que está ahí cuando resucita, sólo ella puede dar fe de lo que ha ocurrido. Hay una contradicción tremenda en la construcción del personaje de María Magdalena, una contradicción que se hace evidente cuando encuentran los papeles del Mar Muerto y de repente la Iglesia católica no puede seguir ninguneando su figura.
Aquel hallazgo deslizaba la hipótesis de que María Magdalena venía de una «ciudad judía rica» y que cuidaba de Jesús con sus propios medios…
Y que era una persona culta perteneciente a la élite del momento, una mujer privilegiada para la época. De repente, la cúpula de la Iglesia con Bergoglio a la cabeza decide de la noche a la mañana que hay que santificarla, la hacen incluso apóstol de los apóstoles…
Pero el daño, entiendo, ya está hecho.
Exacto, María Magdalena será ya por siempre la puta. Pero es que esto no es lo que pone en los evangelios, y no sólo eso, es que resulta además redundante porque nosotros ¡ya teníamos una puta!La escritora Cristina Fallarás en su casa de Madrid. —Fernando Sánchez
Ah, ¿sí?
Claro, Eva, la del pecado original. Por eso sorprende que conviertan a María Magdalena en prostituta siglos más tarde, es una redundancia en toda regla.
No contentos con una…
Eva es la que ofrece la manzana de la tentación y por su culpa tú trabajas con el sudor de tu frente y yo paro a gritos de dolor, ella es culpable de todo lo que somos y por lo tanto merecemos castigo. Pero ahí no queda la cosa, es que también está la Virgen María, que es la madre de Dios y que siendo virgen da a luz, no como tú, puta, que para parir necesitas follar, y que incluso exiges gozar. Y ahí tienes un segundo castigo, que es el castigo de la sexualidad femenina.
Una sexualidad que, además, aborda con tremenda crudeza en el libro.
Es que a las vírgenes se les llamaba así no porque las casaran sin haber follado, sino porque las casaban sin la regla. Así que lo que les pasaba a aquellas muchachas es que el tipo las empezaba a follar cuando ni siquiera tenían la regla, eran crías de trece o catorce años, no estaban suficientemente desarrolladas y las pobres reventaban.
Y cuando esto sucedía, eran ellas, también, las que se encargaban de curarlas.
No sólo de curarlas, es que eran ellas las que se ocupaban de todo lo doméstico. El parto, la crianza, la salud, la higiene… La mujer no participa en el ámbito público, eso se lo apropian los hombres, la mujer permanece en el castigo, en el oprobio.
Ni penitente, ni prostituta, ni sirvienta… La María Magdalena de Fallarás es independiente y dura. ¿Así la imagina?
No hace falta imaginarla. Le doy la vuelta. Simplemente introduzco otro punto de vista a lo que narran los evangelios; el punto de vista de una mujer. Y al mirarlo así, te das cuenta de que todo lo que son grandes gestas, toda esa ampulosidad y esa épica, todos esos milagros, se convierten en asuntos cotidianos, porque la ampulosidad, la guerra y los milagros forman parte de un relato masculino, de esa épica masculina.Cristina Fallarás. —Fernando Sánchez
Y frente a esa épica, ¿lirismo?
Sólo en el estilo. Frente a esa épica; lo práctico, lo doméstico. Las narraciones épicas se convierten en historias domésticas. Así, cuando se escucha aquello de pedid y se os dará, en realidad de lo que se está hablando es de qué coño, todo se os dará porque nosotras ordeñamos las cabras, amasamos el pan, parimos, cuidamos, limpiamos la casa… De repente, todo es verosímil, es decir, todos aquellos milagros pasan al plano de lo cotidiano.
¿Qué opina de que ahora las mujeres puedan dar la comunión y leer textos en la misa?
Bueno, partamos de la base de que a mí la Iglesia católica me aterra. En realidad me aterran todas las religiones, pero la católica en particular; la Iglesia católica es la fuente de todo el dolor para la mujer. El papel de las monjas es el papel de aquellas que obedecen lo que de verdad la Iglesia querría para todas las mujeres. Fíjate en los votos de castidad de las monjas, en el de silencio o el de obediencia, es aterrador porque reproduce exactamente el papel que quisieran para la mujer. Quizá por eso las monjas se dedican a la educación y por eso somos como somos. A mí me educaron las monjas.
Pues algo no fue del todo bien…
Porque yo me revolví de puro cristiana, es decir, yo fui cristiana de la misma manera que ahora soy marxista, y por las mismas razones.
¿Abrazó una nueva fe?
Busqué otra construcción de la igualdad y del reparto de la riqueza. En realidad, si lees los evangelios te das cuenta de que te están hablando de igualdad.
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