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Sextorsión en Siria: mujeres jóvenes se apoyan entre sí en contra de la tortura sexual

La explotación sexual de las mujeres en Siria no es nada nuevo, pero ha aumentado a medida que los depredadores se aprovechan de las redes sociales y de una década de conflicto para perseguir a sus víctimas.

Como la mayoría de las chicas de su edad, Nour*, de 19 años, estaba cegada por el amor por su novio. Durante seis meses, sintió que estaba viviendo un cuento de hadas hasta que él le pidió fotos de desnudos.

«Al principio me negué. Pero después de múltiples peticiones y promesas de que nunca traicionaría mi confianza, cedí y le envié un par de fotos», dice.

Poco después empezó a pedir más. «Esta vez no eran solo fotos. Cuando le dejé claro que nunca aceptaré esto, empezó a amenazar con enviar las fotos a mi familia. Si mi familia descubre que envié esas fotos, me repudiarán», dice.

Los tabúes que prevalecen en la sociedad siria

En Siria, las relaciones sexuales prematrimoniales o cualquier otro acto de ese tipo son una fuente de desgracia y vergüenza, especialmente para las mujeres.

Nour no sabía qué hacer hasta que una amiga suya le habló de la iniciativa Gardenia** a finales de 2019.

La médica siria Zainab Alassi estableció Gardenia en 2017 como una iniciativa para empoderar a las mujeres mediante la sensibilización sobre cuestiones relacionadas con la mujer. En 2019, Gardenia puso en marcha la campaña «Es tu derecho» para alentar a las jóvenes que han sido objeto de explotación y acoso sexual a romper su silencio.

Alassi dice que los mensajes de una víctima de sextorsión la impulsaron a iniciar la campaña de Gardenia.Alassi dice que los mensajes de una víctima de sextorsión la impulsaron a iniciar la campaña de Gardenia.

Hasta la fecha, 1.100 mujeres sirias han presentado sus historias, según la campaña. Todos estos casos tenían una cosa en común: «miedo», dice Alassi, «miedo a los padres, miedo a la sociedad».

«Este es uno de los mayores retos de nuestra campaña también», añade.

Apoyo y asesoramiento a las víctimas

La campaña trata de ayudar a las víctimas de la sextorsión tanto a nivel jurídico como sociopsicológico y colabora con varios abogados para ofrecer consultas jurídicas gratuitas.

«Ayudamos a alrededor de 90% de los casos a presentar una demanda. En la mayoría de los casos, el acusado se echa para atrás una vez que sabe que se ha presentado una denuncia oficial a la policía», dice Alassi.

La organización Gardenia ha lanzado la campaña Es tu derecho.La organización Gardenia ha lanzado la campaña «Es tu derecho».

Según el derecho penal sirio, la extorsión se castiga con un máximo de dos años de prisión, además de una multa. Esta pena se duplica si el delito se comete en línea, de conformidad con las leyes que regulan la comunicación en línea y la lucha contra los delitos cibernéticos. Además, el material en línea que viole la privacidad es punible con una pena de prisión de uno a seis meses, además de una multa de entre 100.000 y 500.000 liras sirias (65 a unos 325 euros).

Después de obtener asesoramiento jurídico a través de la campaña, Nour se enfrentó a su exnovio y le dijo que lo llevaría a los tribunales si cumplía su amenaza. «Una vez que supo que yo iba en serio con la presentación de una demanda, se detuvo y desapareció de mi vida», apunta ella.

Las cicatrices mentales permanecen

Pero el efecto mental y emocional de la experiencia no desaparece así nada más. Por lo tanto, la campaña de Gardenia se centra en seguir trabajando con estas sobrevivientes a través de sesiones impartidas por una red de psicólogos y terapeutas voluntarios para ayudar a estas mujeres a volver a su vida normal.

Gardenia no es la única iniciativa no gubernamental en Damasco que está ayudando a las víctimas de la sextorsión de diferentes partes de Siria.

Bara Altrn, abogada, también ofrece asesoramiento jurídico a las mujeres que han sido objeto de amenazas sexuales en línea.

«Todo comenzó con un anuncio sobre las disposiciones legales que protegen a las mujeres contra la sextorsión en redes sociales hace dos años, después de observar varios casos que ocurrieron a personas de mi entorno», dice.

Después, las mujeres comenzaron a acercarse a ella pidiéndole ayuda y fue entonces cuando empezó a ofrecer consultas legales gratuitas a las víctimas, detalla.

El antiguo complejo de tribunales de Damasco en Al-Hamidiyah, donde los tribunales especiales para delitos electrónicos examinan las demandas por sextorsión.El antiguo complejo de tribunales de Damasco en Al-Hamidiyah, donde los tribunales especiales para delitos electrónicos examinan las demandas por sextorsión.

Altrn no lleva la cuenta de las mujeres que ayuda, pero dice que hay muchas. «Yo misma he presentado tres demandas en nombre de las víctimas. Hay otras que sé que han remitido el asunto a los tribunales después de consultarme, pero yo no era su abogada», señala. «Curiosamente, una vez que el caso llega a los tribunales, el acusado se echa atrás y trata de llegar a una solución fuera de los tribunales».

Altrn está de acuerdo en que el miedo a la reacción de sus padres es la principal preocupación de todas las jóvenes víctimas que la contactan.

Recuerda un incidente en el que una estudiante universitaria de la provincia de Homs se quitó la vida hace unos meses tras ser amenazada por su novio para que publicara fotos de ella desnuda.

«Lamentablemente, la sociedad siria culpa a la víctima de la sextorsión. Creen que ella es la que aceptó compartir estas fotos y, por lo tanto, se merece lo que le pase», lamenta Altrn.

Las redes sociales y el COVID-19 exacerban la situación

El acoso sexual y la sextorsión no son nuevos en la sociedad siria. Pero la expansión de las redes sociales y 10 años de conflicto han facilitado que los acosadores se dirijan a sus víctimas para obtener sexo, dinero o ambos.

El COVID-19 también ha empeorado las cosas, obligando a la gente a quedarse en casa y, por lo tanto, pasar más tiempo en línea, lo que ha llevado a un aumento de estos casos en redes.

Sham Alsahhar dice que a través de su campaña han sido capaces de cerrar varias cuentas de Facebook que tienen como objetivo a las mujeres.Sham Alsahhar dice que a través de su campaña han sido capaces de cerrar varias cuentas de Facebook que tienen como objetivo a las mujeres.

Sham Alsahhar, de 20 años de edad, se enfrentó varias veces al acoso sexual en redes, lo que la impulsó a ella y a tres de sus amigas a lanzar en septiembre el grupo «No al acoso sexual electrónico».

El objetivo principal del grupo es cerrar las cuentas de Facebook que acosan a las mujeres. El grupo lo hace pidiendo a sus miembros que denuncien estas cuentas.

«Nos encontramos con muchos casos en los que las cuentas de Facebook de mujeres jóvenes fueron hackeadas y las fotos privadas de ellas fueron publicadas en redes», dice Alsahhar, «tratamos de cerrar estas cuentas tan pronto como sea posible antes de que las fotos empiecen a circular».

Asimismo, destaca que tomar acciones legales contra el acosador lleva tiempo y «para el momento en que se presente una demanda, las fotos ya estarán en las redes sociales y el daño ya estará hecho».

Hasta ahora, el grupo, que actualmente tiene 2.400 miembros, ha cerrado con éxito docenas de cuentas de Facebook, dice Alsahhar. «También buscamos involucrar a los hombres jóvenes en la solución. Por lo tanto, nuestro grupo está abierto tanto a hombres como a mujeres y animamos a los miembros femeninos a añadir amigos y familiares masculinos al grupo».

*Nombre ficticio para proteger su identidad.

**Gardenia y las otras iniciativas mencionadas aquí son completamente independientes del gobierno, que no las apoya ni se opone a ellas, dada su naturaleza no política.

Este artículo fue escrito en colaboración con la red de medios Egab.

Fuente: https://www.dw.com/es/sextorsi%C3%B3n-en-siria-mujeres-j%C3%B3venes-se-apoyan-entre-s%C3%AD-en-contra-de-la-tortura-sexual/a-56115255

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COVID-19: Menos mujeres dispuestas a vacunarse en el mundo

INMUNIZACIÓN. Según estudios, las mujeres tienen entre 13 y 18 por ciento menos de probabilidades de inmunizarse que los hombres.

Rocío Velando, Margarita Baquero Fajardo, Yamileth Espinal, Liliana Milagros Bonta y Berti Angulo, son mujeres de diferentes nacionalidades, edades y lugar de residencia, pero con un común denominador: ninguna está dispuesta a recibir la vacuna contra el COVID-19 por más que esta estuviera disponible.

Las cinco se encuentran entre un alto porcentaje de mujeres en Estados Unidos —en comparación con los hombres— que no tienen la intención de ponerse la vacuna, según afirman dos estudios a nivel nacional.

En el primer sondeo realizado por el Pew Research Center, los encuestadores preguntaron a casi 13 mil personas si tenían la intención de obtener una vacuna contra el COVID-19. Las mujeres mostraron 13 puntos porcentuales menos de probabilidades que los hombres: 54 frente a 67.

Otra encuesta, de National Geographic apuntó nuevamente a esta brecha y con mayor diferencia las mujeres quedaron atrás por 18 puntos, 51 a 69.

Ninguno de los sondeos apuntó a razones específicas por las que las mujeres se inclinan menos a la inmunización.

Hasta cierto punto el estudio puede sorprender, dado que las mujeres han sido más cuidadosas y han tomado el COVID-19 con mayor seriedad en comparación a los hombres.

Según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences de los Estados Unidos, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de cumplir con los esfuerzos de mitigación.

El equipo de investigadores internacionales dice que el comportamiento puede explicar las diferencias de género en la mortalidad.

Teme dejar desamparada a su hija

En el caso de la peruana Rocío Velando —quien vive en Ashburn, Virginia y es técnica en cuidados de salud— la vacuna ya está disponible, pero prefirió rechazarla por ahora. “Yo trabajo cuidando ancianos y ya me dijeron que en cualquier momento me la podría poner. Pero yo he dicho que no. Tal vez más adelante cambie de idea”, expresó Velando, el lunes 28 de diciembre. “Estoy esperando que se la suministren a otras personas a mi alrededor y ver las reacciones que puedan tener”, manifestó.

La mujer dice que una de las razones por la que no se quiere recibir la vacuna es precisamente por cuidar de su hija.

“Yo soy madre soltera y tengo temor a que pueda haber un efecto secundario que me inmovilice y dejar a mi hija a la deriva”, manifestó.

La reacción de Velando concuerda con lo que señala la profesora de historia Nancy Tomes, en la Universidad de Stony Brook. Ella es la autora del libro “El evangelio de los gérmenes: hombres, mujeres y el microbio en la vida estadounidense” y dice que “históricamente las mujeres han sido encargadas de proteger a sus familias contra las ‘amenazas microbianas’, anteponiendo la salud de los demás a la suya propia”.

La columnista Mónica Hesse dijo que más de una persona que entrevistó expresó que “no le sorprendía que las mujeres tuvieran más probabilidades que los hombres de usar una mascarilla, pero menos probabilidades de recibir una vacuna. Las mascarillas se comercializan como herramientas para ayudar a proteger a los demás, mientras que la vacuna contra el coronavirus, que puede no prevenir la transmisión a otros, se percibe como algo que ayuda a uno mismo”.

Es alérgica y teme reacciones

La colombiana Margarita Baquero no tiene ninguna intención de recibir la vacuna debido a que sufre de varias alergias y teme a las reacciones que puedan surgir. “Creo que podría haber complicaciones, por eso prefiero no obtenerla”, expresó.

Hasta hace una semana —la tercera de diciembre—, cuatro personas habían desarrollado reacciones alérgicas en Estados Unidos después de recibir la dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech. Los expertos dicen que eso no debería disuadir a la mayoría de las personas de la necesidad de recibir las dosis.

Sin embargo, en Inglaterra las agencias que regulan los medicamentos se pronunciaron en contra del uso de la vacuna de Pfizer en personas que tienen cierto tipo de alergias.

Baquero, quien vive en Springfield, Virginia, dice que prefiere seguir cuidándose con la mascarilla y distanciamiento social.

Su madre, Rosalía Figueroa sí está dispuesta a ponerse la vacuna. “Ni bien esté disponible hago fila”, expreso Fajardo.

Es madre y quiere tener más hijos

La peruana Berti Angulo, residente en Germantown, Maryland tiene una niña de 13 meses y teme que, si se pone la vacuna, la pequeña se vea afectada. “Yo no me la pondría por varias razones, pero sobre todo porque le doy de lactar a mi bebé y no quiero causarle daño en caso que yo pueda tener una reacción o efecto secundario fuerte”, dijo Angulo.

La doctora María Márquez, pediatra de la clínica materno-infantil, Mary’s Center, en Washington, DC señala que “las mujeres que están en edad de reproducción son más cautelosas para adquirir la vacuna”.

De hecho, si la mujer está gestando o intenta quedar embarazada, la recomendación es que no se inmunicen.

“No ha habido estudios con mujeres embarazadas ni con niños. Estos grupos deben esperar hasta el último para ser inmunizados”, dijo la doctora Márquez.

Angulo no descarta el quedar embarazada de nuevo. “Por eso prefiero no ponerme la vacuna”, dijo.

Falta más información

La salvadoreña Yamileth Espinal dice que rechazará la vacuna porque cree que falta más información sobre estas. “No tengo mucho conocimiento de todos los estudios y creo que la vacuna se ha hecho de manera muy rápida y los efectos secundarios se verán más tarde”, expresó.

Tanto Espinal como Rocío Velanda ya desarrollaron el COVID-19/ “En mi casa todos nos infectamos. Por fortuna no me chocó tan fuerte. Pero mi hermano se puso muy mal”, contó Espinal.

Por su parte Velando dijo que ella no desarrolló muchos síntomas: “sólo se me fue el sentido del olfato y sabor”.

Ambas son conscientes de que no serán inmunes permanentemente, pero prefieren esperan más tiempo para suministrarse la inyección.

Teorías de conspiración infundadas

El periodista especializado en temas de desinformación, Ben Collins, dijo que la brecha de género y el escepticismo de las mujeres se alinea con la explosión general del sentimiento anti-vacunas que se ha generado en las redes sociales, una comunidad que históricamente ha sido impulsada en gran medida por mujeres blancas de clase acomodada.

Collins también sugiere que el rechazo proviene de la popularidad de la película contra las vacunas “Plandemic” en Facebook, así como a la proliferación generalizada de las teorías de conspiración del Q’Anom.

En las redes circulan videos en los que supuestos médicos afirman falsamente que las vacunas alteran el ADN de las personas.

La doctora Márquez enfatizó que las teorías que sugieren estos cambios en el ADN son “totalmente infundadas”. Como sucede con todas las teorías conspirativas: toman una parte de la verdad y la tergiversan.

Lo que se ha visto con estas nuevas vacunas especialmente la de Pfizer y Moderna es que usan una tecnología completamente innovadora que está revolucionando la ciencia: el ARN mensajero. Para entender, veamos cómo funcionan las vacunas convencionales. Estas utilizan el virus debilitado o desactivado de la enfermedad como en el caso del sarampión, lo introducen al cuerpo y el sistema inmunológico crea anticuerpos en respuesta a este virus. Así para cuando la persona es impactada por el verdadero virus, ya están los anticuerpos que derrotarán al invasor.

Con las vacunas del COVID-19, los científicos trabajan con el Ácido Ribonucleico (ARN) mensajero, una creación sintética que copia la genética del virus. Al introducirse en el cuerpo el ARNm tiene la capacidad de crear unas proteínas específicas que funcionan como si fueran el COVID-19, entonces el sistema inmunológico responde con la creación de anticuerpos.

“Así cuando la persona esté expuesta al COVID-19, los anticuerpos ya creados anulan al virus”, dijo Márquez.

“La vacuna no tiene una capacidad genética por lo que no puede alterar el ADN. Lo que sí tiene es la capacidad de fabricar esas proteínas que son como una copia del virus para que se generen los anticuerpos”, dijo. “Este método es inofensivo y revolucionario, con resultados de eficacia muy alentadores”, expresó la doctora.

Relación con el médico

“Se ha comprobado que si hay una buena relación con el médico, este puede influenciar en la toma de decisiones de la persona”, dijo el doctor, Fabián Sandoval, cofundador del Centro de Investigaciones Clínicas Emerson en Washington, DC. “El otro día estuve con una persona que no creía en las vacunas. Porque pensaba que le iba a hacer más mal que bien. Me tomó dos minutos educarla y luego cambió de opinión”, dijo.

La peruana Liliana Milagros Bonta, residente en Annandale, Virginia, es un ejemplo de ello.

“Yo no quería ponerme la vacuna, pero hablé con varios de mis clientes que son médicos y me dieron la confianza para yo poder ponérmela”, dijo. “Como yo no estoy dentro de ningún grupo esencial, calculo que la estaré recibiendo en julio. Para ese entonces ya veremos más resultados”, indicó.

Por lo pronto, el hecho de que personalidades del gobierno hayan recibido la primera dosis de la vacuna en público genera credibilidad y confianza. El vicepresidente Mike Pence, el presidente electo, Joe Biden, la vicepresidenta electa Kamala Harris y el doctor Fauci han estado entre los primeros inmunizados públicamente.

Fuente: http://eltiempolatino.com/news/2021/jan/02/covid-19-menos-mujeres-dispuestas-vacunarse/

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¿Educación Inclusiva? Crisis, pandemia y exclusión

Por: Luis Miguel Alvarado Dorry

“[…] La más grande crisis de la humanidad no es ni política, ni económica, ni ideológica, religiosa; es una crisis de humanidad. No tratamos humanamente a los seres humanos, los maltratamos […]” (Boff, 2020) (minuto 58 con 25 segundos).

Para comenzar, quisiera que reflexionemos acerca de ¿Cómo consideramos a la normalidad en estos tiempos tan anormales? En las expresiones como “cuando regresemos a la normalidad” ¿quiere decir que nos hace anormales? Por otro lado, “la nueva normalidad” tuvo que llevarse a cabo un proceso de transición de anormalidad a esa otra nueva normalidad, por tanto, ¿fuimos anormales y ahora somos nuevos normales?

En este sentido, los lenguajes sobre normalidad-anormalidad no solo son una construcción social sino que, también, “política y económica” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 22). Y son una construcción social, política y económica porque son establecidas desde el mismo sistema hegemónico que impone sus propias “reglas”, “normas” y “lenguajes”, las cuales, todas las sociedades bajo su dominio tienen que alinearse y alienarse.

Las tensiones y contradicciones sobre normalidad-anormalidad se observan en la historia, para ello, me remitiré a uno de los eventos trascendentales que marcaron la historia en Nuestra América, la conquista de nuestros territorios y nuestros cuerpos; de nuestros territorios porque desde 1492 han venido extrayendo recursos de nuestra madre tierra con el fin de mercantilizarla y acumular capital, asimismo, de nuestros cuerpos, nuestros cuerpo sin fragmentación cartesiana (mente-cuerpo) basadas en una explotación con el mismo fin, la acumulación de recursos, precarizando las condiciones de les oprimides-explotades.

Por lo anterior, Eduardo Galeano señala lo siguiente:

“[…] el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos” (Galeano, 2004, pág. 16).

En esa época de conquistas y, desde la mirada eurocéntrica, empezamos a ser vistas como anormales, anormales porque, en nuestras diferencias, no encontraban parecidos a la imagen y semejanza europea, por tanto, esa “anormalidad” debiera ser exterminada, por ello y por otras razones, los españoles mataron a diestra y siniestra a les originaries natives de Nuestra América. Este genocidio fue legitimado y justificado por el discurso de Ginés de Sepúlveda en (Fernández, 1992) sobre “la justicia de la guerra contra las poblaciones indígenas  es causada por […] 2) la inferioridad natural de los indígenas […]” (pág. 323), esa inferioridad era establecida a partir de las diferencias físicas, culturales, sociales, políticas, económicas y religiosas que tenían los pueblos originarios del Abya Yala de las europeas.

Bajo este marco y estereotipos eurocéntricos, se viene estableciendo clasificaciones al respecto, negras y negros, amarillas y amarillos, originaries o indígenas y, lo que dista de estos estereotipos que, más adelante se instauran en los imaginarios colectivos por medio del complejo industrial cultural, se considera anormal e inferior.

Los “casi humanos”, forma despectiva que los españoles estigmatizaban a les originaries, eran asesinades, en tanto animal salvaje, debido a sus condiciones antes mencionadas que, distaban, del estereotipo europeo (hombre blanco ojos claros), estos estereotipos normalizados a posteriory y, como una meta a la que hay que llegar, fueron instaurados en los imaginarios de las sociedades dominadas, en este sentido ¿cómo llegar a ser normales? O bien, ¿Cómo llegar a ser humano?

Acá me quiero detener un poco para reflexionar que, la discapacidad, no dista mucho de las condiciones que tenían (y siguen teniendo) les originaries desde las miradas eurocéntricas y, ahora, norteamericana, es decir, llegar a la meta de la “normalidad”, o bien, ser lo más humano posible, humano en el sentido biológico-físico como mencionan (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) “[…] instaurar la normalidad como modo de reconquista de la humanidad perdida” (pág. 35), no en el sentido de la complejidad de ser humano biológico-social-político-económico-ético-crítico-tecnológico-espiritual-afectual.

De manera que, la discapacidad, se encuentra inmersa en esas tensiones y contradicciones de la normalidad-anormalidad fincada en estereotipos de la lógica de mercado, es decir, de producción y reproducción social, política y económica. En este marco y en esta perspectiva mercantilista estereotipada, la discapacidad es situada en la anormalidad, por tanto, esa anormalidad, debe ser normalizada lo más o totalmente posible.

En el aspecto económico, las personas con discapacidades eran vistas, en principio, como improductivas que, únicamente, generaban gastos a las sociedades y a los estados (aunque todavía estos imaginarios persisten en la actualidad), improductivas, en el sentido de no poder realizar los trabajos de una persona “normal”, por tanto, fueron aisladas de estos menesteres, ante esto Paula Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) se interroga sobre “¿podríamos inferir que la idea de discapacidad esté asociada a la invalidez laboral?” (pág. 83), al parecer así viene sucediendo. Posteriormente, como entes mercantilizades con el ideal de “normalizarles” con base en “[…] la atención socio-sanitaria-educativa y de rehabilitación […]” (pág. 91) en palabras de la misma autora. En este sentido, señalo a los programas televisivos como por ejemplo, TELETÓN, originadas desde empresas privadas que, cerca de apoyar a todas comunidades con discapacidades, anteponen sus intereses financieros para evadir impuestos y así “donar” caritativamente dineros para la construcción de centros de rehabilitaciones, estos programas terminan siendo similares, en palabras de Sonia Marcela Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), a  “los circos […] escenarios de exhibición de las rarezas humanas” (pág. 123) muy populares en el siglo antepasado.

En lo político, al enmarcar la discapacidad desde su génesis y más allá de ella en un contexto de opresión, dominación, control, exclusión, discriminación y explotación, estas subjetividades se han venido resistiendo, formando alianzas y organizándose para luchar contra toda injusticia; estas luchas y resistencias, se han legitimado en los derechos humanos con altos costos de muertes, persecuciones, torturas y demás, sin embargo, falta mucho para que esos derechos se vivencien, para ello, es necesario fracturar nuestros paradigmas desde nuestros propios lenguajes. A lo largo de la historia, estos lenguajes, han sido modificados con respecto a la filosofía de la época y por las subjetividades que se resisten, en este marco, en la evolución o involución, en lo despectivo o loable, de las concepciones de les “impedidos, discapacitados, minusválidos, deficientes, inadaptados, hasta otros de corte más coloquial como tullidos, idiotas, lentos, torpes retrasados” Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 108). Todo palabrerío quedan en lo abstracto pues carecen de praxis, es decir, no se vivencian en la cotidianidad, por un lado, en las empresas transnacionales que ven a las personas con discapacidades como mercancías consumidoras y, por otro, el estado que las ven como cargas, toda esta verborrea (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) argumentan que “[…] más formas políticamente correctas de nombrar que contenidos reales y sustantivos en pro de la población directamente implicada” (pág. 30), y no se vivencian, porque los lenguajes y legitimaciones políticas y jurídicas son realizadas, en su mayoría, desde lo externo y no desde las propias comunidades de personas con discapacidades que son y están con sus especificidades.

En lo sociocultural, por la instauración de estos lenguajes en los imaginarios sociales, sus concepciones y sus prácticas han provocado, en la mayoría de les “normales” emociones y sentimientos hacia las personas con discapacidades, de lástima, compasión, tristeza, miedo, entre otras, transformando las subjetividades de las segundas en “objetos de caridad” Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 93), y, ser un objeto de caridad, según Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), “hasta del nombre desaparece y con él todos sus rasgos de humanidad” (pág. 113), entonces, aparece la estigma, es decir, expresiones como “no te juntes con ese rarito”, “el hiperactivo del salón”, “la distraída esa”, “la de sillas de rueda”, entre otras no menos peyorativas.

En lo tecnológico, solo aquellas personas con discapacidades que tienen una estabilidad económica suficiente, pueden adquirir dispositivos electrónicos, prótesis, sillas de rueda, o cualquier innovación científico-tecnológica que se requiera, mientras que muchas quedan excluidas de estas. Estas innovaciones son muy frecuentes y bajo la lógica de obsolescencia programada para captar la mayor cantidad de capital.

Por lo anterior, el modelo neoliberal lleva una cosificación de la cosificación, es decir, dentro de las cosas “normales” hay unas otras “anormales” en tanto mercancías consumidoras, las cuales, hay que dominarlas y controlarlas, estigmatizarlas, señalarlas, clasificarlas e inferiorizarlas para obtener las más jugosas ganancias posibles.

Pero ¿qué es la discapacidad? En principio, las religiones las vinculaban como un “castigo divino” o “pecado” cometido por generaciones familiares anteriores, o bien, actuales, las familias de estas procuraban no mostrarles o sacarles de casa por vergüenza a que le vieran y les señalaran como pecadoras. Posterior a ello, en los avances de las ciencias y las tecnologías en medicina, las relacionaban como fenómenos de la naturaleza humana, los cuales, tenían que examinarlas para poder curarlas o “normalizarlas”. Desde el sistema capitalista les conceptualizaban (y siguen) como les “improductivos” o poco productivos en comparación con les “normales”.

En la actualidad, según el diccionario de Google lo define como “Falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona” (google.com, 2020). Mientras que la Organización Mundial de la Salud dicta como “Discapacidad en un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación” (OMS, 2020). Por otro lado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en México en su texto titulado “La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo” en el inciso e) del Preámbulo, emanados de la misma ONU dicta lo siguiente:

“la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás […]” (2018, pág. 10).

Contraria a estas concepciones Yarza, Sosa, & Pérez (2019) refieren a una deconstrucción de la conceptualización emanada por los grupos de poder que clasifican y estigmatizan a cada une, en este sentido, mencionan que “entendemos a la discapacidad como una producción social e histórica moderna y colonial, inscrita en los modos de producción y reproducción de una sociedad” añadiendo que, está “enmarcada en un sistema de clasificación de sujetos inventado y reproductor de un orden hegemónico basado en relaciones de asimetría y desigualdad” (pág. 22).

De las significaciones anteriores, observamos que las tres primeras manejan lenguajes desde los modos de producción y reproducción económico-político-social, lenguajes despectivos como “deficiencias”, “normal”, “limitaciones”, “restricciones”, entre otras, los cuales, las pondremos en tensiones con sus contradicciones con el fin de comprender mejor el contexto: deficiencias-perfección, normal-anormal, limitaciones-libertad. Podemos decir entonces que, la discapacidad, es una esclavitud de la imperfección anormal.

La última significación nos da cuenta que, la discapacidad, es gestada y reproducida desde el propio sistema hegemónico clasificatorio, el cual, es inherente su resignificación como acto ético-político para la emancipación de las diversas subjetividades.

De lo anterior, quisiera irme desde su génesis etimológica de la palabra en un tanto superficial, pero desde otros frentes, para ello, me es necesario fragmentar la palabra discapacidad en el prefijo “dis” y “capacidad”, esta fragmentación me permite ver desde otra perspectiva con el fin de desaprenderla para comprenderla y, por tanto, reaprenderla al momento de unirlas y, más aún, vivenciarla en mi cotidianeidad.

En este contexto, el prefijo “dis” significa según un diccionario etimológico en internet encontré en una de sus definiciones lo siguiente: «el prefijo latino dis- significa “divergencia o separación múltiple”» (dechile.net, 2020), por otro lado, “capacidad” significa “[…] es la cualidad de lo que es […]” (Diccionario Actual, 2017). Entonces, al unir los dos significados el prefijo “dis” y la palabra “capacidad”, tenemos “divergente cualidad”.

De la misma manera, me es necesario fragmentar y, por tanto, me acercaré a una aproximada re-significación de cada una de las palabras anteriores, en primer lugar, tenemos la palabra “divergente”, la cual, en uno de sus significados la mencionan como “diferencia” (significados.com, 2017), este se le asocia con el pensamiento divergente que, en el mismo diccionario, nos remite a la creación de “ideas creativas y diferentes”, mientras que “cualidad” la significan como “[…] la esencia de una persona […]” (Google, 2020), por tanto, la dis-capacidad podríamos re-conceptualizarla como una “diferente y creativa esencia”, entonces, en este marco, todes somos seres diferentes y creativas, en tanto con dis-capacidades, bajo esta reconstrucción paradigmática me referiré a las personas con discapacidades.

Esta re-significación debe ser un acto ético-político evitando caer en el romanticismo y en la caridad, por el contrario, posicionarnos, todes, en la rabia y rebeldía misma que provoca la discriminación, exclusión y estigmatización originada desde el sistema asimétrico neoliberal, el cual, establece la “normalidad-anormalidad” en los imaginarios sociales impregnados de una violencia simbólica (Bourdieu & Passeron, 1995, pág. 44). Esta re-significación debe fincarse en el diálogo con les otres, con los que viven esas discriminaciones, exclusiones y estigmatizaciones, es decir, con las personas con discapacidades, convirtiéndose en “observador(a), auto-observador(a) y observado(a)” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 64) en el proceso investigativo.

Dentro de las clases sociales se clasifican antagónicamente bajo las perspectivas Darwinianas imponiendo verdades absolutas y universales entre ricos-pobres, inteligentes-ignorantes, burgueses-proletarias,  blancos-negras, normales-anormales, entre otras, unas superpuestas a las otras, ante esto Yarza, Sosa, & Pérez (2019) aseveran que “no nos cabe duda alguna de las clasificaciones y calificaciones del Norte Global son tales en virtud de una “verdad” hegemónica autoimpuesta y desplegada hacia el Sur Global” (pág. 41). En esta perspectiva clasista y clasificatoria del modelo neoliberal dueño de las élites de las sociedades del conocimiento, encasillan todo lo que esté a su alcance como meras materias primas en un almacén, es decir, lo bueno, lo regular y lo malo, asimismo se clasifican las discapacidades, esta clasificación legitima social, política y económicamente las inferioridades de las personas.

Estas clasificaciones han originado nuevos lenguajes del cómo llamar a los espacios escolares en donde se ha pretendido más que educar, a rehabilitar o “normalizar” a las personas con discapacidades que han, en el supuesto, evolucionado para hacerlas menos despectivas, tenemos a los centros para enfermos mentales, educación especial, escuelas con necesidades educativas especiales, ahora educación inclusiva.

Yo te integro o te incluyo porque tienes alguna discapacidad o porque eres mujer, o porque eres originaria, o porque eres negra y eso satisface mi conciencia (más bien mi ego), es decir, se ve a la inclusión como medio para un fin, el fin sería satisfacer mi conciencia o mi ego, por el contrario, la inclusión debe ser un fin en sí misma y no un medio con características excluyentes y clasificatoria, en otros términos, la inclusión como forma de vida en el conocimiento y reconocimiento de les otres, ante esto Freire (1997) menciona que «La asunción de nosotros mismo no significa la exclusión de los otros. Es la “otredad” del “no yo” o del tú, la que me hace asumir el radicalismo de mi yo» (pág. 42), de manera que, te incluyo porque tú eres yo y, yo eres tú, y juntes construimos un nosotres.

De modo similar, la educación no debe adjetivarse como inclusiva, o sea, educación inclusiva, las dos debieran ser verbos (educar e incluir) y, debieran ser verbos, en tanto acción y existencia, y, a la vez, dialécticas, porque al momento de incluir educo y, al momento de educar, incluyo.

En este marco, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) reflexionan acerca de la construcción de nuevos paradigmas para pensar la educación y las discapacidades desde otras aristas y, con base en el diálogo directo con las comunidades de les seres diferentes y creativas, principalmente, más desde el sur en contrapuesta a la mirada euronorteamericanocentrista, ante esto, aseveran que  se “pongan en supuesto las narrativas anglocéntricas y visibilicen otras génesis, tensiones, trayectorias intelectuales, categorías, entramados, constelaciones conceptuales y luchas ético-políticas” (pág. 36), esto nos dirige a una praxis verdadera y no a una reproducción social excluyente y a una repetición teórica construida desde lo exógeno.

En efecto, para la construcción de esos otros paradigmas es inherente tomar en cuenta, a mi perspectiva, los siguientes aspectos –cabe aclarar que no son un imperativo categórico, ya que pueden ser más u otros- 1. Dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas; 2. Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades; 3. Romper paradigmas establecidos desde y a partir de nuestros propios lenguajes; 4. El diálogo como principal aspecto en las investigaciones y 5.  Sistematización de experiencias para la construcción de saberes emergidos desde el contexto y desde les sujetos.

Por lo anterior, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) mencionan que “Ser sujeto en la investigación, estar en el proceso investigativo y actuar desde su lugar de enunciación implica sentir una constante relación con lo investigado” (pág. 52), por tanto, desde las universidades, organizaciones sociales y, desde les estudiantes en materia, insisto, es un compromiso ético-político la deconstrucción, reconstrucción y resignificación de las investigaciones.

Ahora bien, ¿cómo se ve la discapacidad en la actual coyuntura? Ese es el problema, no se ve, no les vemos, para Fanón (1963) los condenados de la tierra eran les pobres campesinos africanos, las personas con discapacidades son ubicadas por las sociedades y, por el mismo sistema hegemónico, como las condenadas de las condenades de las condenadas de la tierra, o bien, les invisibilizades de les invisibilizades de les invisibilizades.

Estas crisis y exclusiones ya existían antes de la pandemia, ésta, vino a desnudarlas y a exponenciarlas; en este contexto de sobrevivencia, ser pobre es riesgoso para sobrevivir, más  aún, ser pobre y ser desempleada, peor si se es pobre, desempleada y migrante, se agrava más si se es pobre, desempleada, migrante y mujer, y se sobrevive en una constante inseguridad social, política, económica y de salud, si se es es pobre, desempleada, migrante, mujer y etiquetada con alguna discapacidad, en este sentido, existen constantes “violaciones a mujeres con discapacidad que se quedan en el silencio…” Rojas Campos en  (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 106), debido a la lógica de violencia originada por el sistema hegemónico que cosifica a las personas y las deshumaniza, las deshumaniza en tanto “animal: sin alma, sin pensamientos y sin razón” (pág. 117).

Esta deshumanización, o bien, “crisis de humanidad” en palabras de Leonardo Boff, es originada, a mi perspectiva, por diversos aspectos, en primer lugar por la “lobotomía” en donde, el mismo Boff, la conceptualiza como “una persona que perdió la capacidad de sentir, no siente el dolor del otro” (Boff, 2020). En segundo, por la racionalidad instrumental formada, es decir, vivir con base a “medios y fines” (Horkheimer, 1973, pág. 09), uso a las personas (medios) con base a mis intereses personales (fines) y, cuando estas ya no me sirven, las desecho como meros objetos. En este marco, la mayoría de las empresas han usado a las comunidades con discapacidades para crear ONG’s y así, captar el mayor capital posible en las donaciones para luego, evadir impuestos; los gobiernos, para captar y destinar recursos para estas comunidades que, cerca de apoyarles, distan por la corrupción establecida en el desvío de estos recursos, o bien, en las reducciones presupuestales. En tercer lugar, ver como enemigos a les otres, en donde cada persona “vive obcecado con la búsqueda del interés propio y en constante competencia y comparación con otros” (Torres, 2017, pág. 71), entre otros aspectos no menos importantes. De manera que, la deshumanización, se va gestando a través de la formación y desarrollo de subjetividades neoliberales educadas de manera formal, no formal e informal, bajo los intereses del mismo modelo neoliberal asimétrico.

Hemos venido develando e insistiendo a lo largo del confinamiento pandémico que, gran parte de les estudiantes, de todos los niveles, han quedado fuera de las estrategias y modalidades que han tomado los gobiernos en américa latina y en el mundo para llevar a cabo el proceso educativo. En este contexto, de los 137 millones de estudiantes en América Latina, según el informe de la UNICEF (2020) denominada “educación en pausa” publicada el pasado 09 de noviembre, que fueron desterritorializados de sus escuelas y territorializados en sus hogares, creemos que solo la mitad, es decir, 68.5 millones de elles cuentan con las posibilidades de una educación a distancia (llámese virtualizada, televisada, radiodifundida), aunque esta, se haya convertido en una neoeducación bancaria.

De lo anterior, el otro 68.5 millones de estudiantes quedaron excluides, y quedaron excluides por ser y estar precarizadas por un sistema desigual e injusto y, en donde las sociedades, hemos sido cómplices, y hemos sido cómplices por la formación de la “lobotomía” antes mencionada construida desde las cosmovisiones y bajo los intereses del modelo neoliberal. Dentro de estas sociedades vulneradas y precarizadas, “incluidos las niñas, los indígenas, niños y niñas con discapacidad, refugiados y migrantes que viven en zonas rurales” (UNICEF, 2020, pág. 9), encontramos hogares (en la mayoría de los casos, porque muches no cuentan ni con un hogar) sin electricidad, sin acceso a internet o señal telefónica, sin dineros para pagar los servicios de datos, desempleadas y, con hambre. Hogares que prefieren salir ante la peligrosidad del contagio, y prefieren salir porque aseveran que es mejor morir por causas del COVID-19, que morir o ver morir a les suyos lentamente de hambre.

Las del primer grupo, tienen la fortuna de poder solventar los gastos que requiere la educación a distancia, sea la modalidad que sea, ya que tienen dineros para pagar esos servicios, los cuales, se toma como indicios de una nueva modalidad de privatización de los sistemas educativos, privatización porque tanto familias y docentes tienen que pagarlos de su propio salario (mientras que este se mantiene inmóvil), es decir, los gobiernos se desentiende de estos gastos, pero si exigen autoritariamente que se rindan cuentas de lo que se hace y que vean, tanto familias como docentes, como le hacen para ello, esta rendición de cuentas, las acomodan en los discursos en donde dictan que “todo marcha bien”, que “el aprendizaje a distancia va marchando bien”, aunque esta solo sea una captación de grandes cantidades de información que distan de ser aprendizajes.

El segundo grupo, ha quedado completamente excluide de estas modalidades y, cerca de que los gobiernos garanticen una educación gratuita y para todes, solo se preocupan en convertirles en estadísticas (aunque muches hasta ni a eso llegan) para sus intereses deshumanizados. Estos grupos vulnerados y precarizados quedan expuestos con mayor facilidad a la violencia intrafamiliar (física y psicológica), de género, abusos sexuales, entre otros no menos importantes, y se han acrecentado durante el confinamiento. Lo anterior, según el informe de la UNICEF (2020) es debido a ”mayores niveles de estrés entre los padres y cuidadores” (pág. 11).

En el mismo informe, la UNICEF, tiene mayor preocupación en que les estudianttes de secundaria “caerán por debajo del nivel mínimo de competencia en lectura” (UNICEF, 2020, pág. 9) . En este sentido, se le pide leer a les niñes, en tanto repetir palabras, oraciones y frases en el menor tiempo posible, no se preocupa para que estes lean su realidad y las condiciones de injusticias en las que viven muchas sociedades, más las personas con discapacidad.

Por otro lado y, estas circunstancias, las personas con discapacidades siguen presentado mayores dificultades, las cuales, han venido en aumento; y han venido en aumento porque la mayoría no hemos hablado de ellas, por decirlo de otro modo, las hemos invisibilizados. Hemos hablado de los grupos de personas excluidas en condiciones de pobrezas, sin conectividad, sin paquetes de datos, sin dispositivos, de una neoprivatización de los sistemas educativos, de una explotación de les cuerpos por el teletrabajo o por la teleeducación con respecto al exceso de tareas que les dejan a les estudiantes, del extractivismo de la madre tierra, entre otras, las cuales, sabemos que son muy importantes develarlas, sin embargo, en lo personal, no les había pensado, por ello, creo inherente que, las pedagogías críticas y educaciones populares, no solo las visibilicen sino que también tengan el compromiso ético-político-revolucionario para la construcción de propuestas educativas no segregadas o paralelas a estas, sino que pensadas desde las propias diversidades.

La educación a distancia sea esta virtualizada, televisada, radiodifundida, no fueron creadas para las personas con discapacidad, por ejemplo, en México, en la estrategia “Aprende en Casa I”, bajo el manejo virtual de la plataforma de Google Meet, solo eran dirigidas a personas con conectividad a internet, con dispositivos inteligentes y sin discapacidades, excluyendo totalmente a las personas con discapacidad.

En la estrategia “Aprende en casa II” en este ciclo escolar que transcurre, esta se basa en la transmisión de contenidos educativos a  través de la televisión, por decirlo de otro modo, televisada, las autoridades educativas (Secretaría de Educación Pública) volvieron a excluir a las personas con discapacidades, sin embargo, por presiones sindicales, al menos pudieron integrar a una persona que interpreta en lenguaje de señas pero ¿qué sucede con las demás? Vuelven a quedar excluidas, pero dichas autoridades se jactan de ser inclusivos.

En otras latitudes que, aproximadamente queda entre en medio de Costa Rica y México, en Honduras, Cristian Murillo del Centro de Atención Progreseño a la Discapacidad aseveró fuertemente contra el gobierno de Juan Orlando Hernández diciendo que “las personas con discapacidad no son prioridad en esta crisis humanitaria, y nunca han sido para el gobierno de Juan Orlando Hernández” añadiendo “porque miserablemente solo se destinan menos de 0.25 centavos de dólar al año para cada persona con discapacidad” (kaosenlared.net, 2020).

La pandemia vino entonces a ser visible lo invisibilizado y a acrecentar lo que ya existía, lo que ya estaba, y lo que estaba eran esos olvidos, esas invisibilizaciones, exclusiones, discriminaciones, injusticias, violencias y demás. En este sentido, muchas familias sacrificaron las atenciones y educaciones de sus hijes por quedarse sin trabajo y, por tanto, sin ingresos, lo poco que ganan o se tiene les ha servido para malalimentarse no por culpa del COVID-19, sino por culpa de un sistema de explotación que genera grandes asimetrías.

Ahora bien, antes de finalizar quisiera regresarles la palabra a dos voces que, por cuestiones personales, no quisieron estar presentes, pero que nos mandaron algunas vivencias desde sus especificidades. En una entrevista informal a modo de charla:

Julio Cesar (20 años), diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) nos comenta lo siguiente: “a menudo me sentía discriminado y excluido en la escuela por ser diferente a los demás, los que más me discriminaban y excluían eran mis compañeros dentro y fuera del salón de clases, algunos profesores entendían lo que tenia, pero si llegó a ver en una ocasión que fuese un maestro que lo hiciera, ante esto me sentía triste porque no querían platicar conmigo o no me integraban en sus pláticas, para estar concentrado y menos hiperactivo en clases, me recetaron los médicos tomar una pastilla llamada Ritalin, si no la tomaba, era seguro que me ponía a hacer un alboroto en el salón de clases y me distraía de la tarea; cuando dejé de tomar esa pastilla, al mismo tiempo, dejé de sentirme dependiente, ya que era una rutina que tenía que llevar obligadamente. Mi vida ha sido un poco complicada, pues aún me distraigo mucho y me cuesta recatar información en el salón de clases”.

Jonathan de Jesús Gamboa Flores (27 años). El neurólogo lo diagnosticó con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) nos comenta que “me sentí muchas veces excluido y discriminado en la escuela porque, en los distintos niveles, siempre había algún compañero estudiante o un docente que no me aceptaba. Me sentía muy mal porque, a la hora de formar equipos, no me tomaban en cuenta; ahora ya hemos sido tomados en cuenta en diferentes actividades escolares, deportivas y laborales. En este tiempo de confinamiento nos cuidamos quedándonos en casa, pero me he sentido un poco desesperado por no poder salir a dar una vuelta a la casa de mi abuelita. Y sobre las clases virtuales que recibo, no pongo mucha atención por eso me gusta más la presencial. Mi vida ha sido muy complicada porque dependo de mis papás y familiares, mi parálisis me atrofia tres extremidades de mi cuerpo (mis dos piernas y mi brazo izquierdo).

Bajo estas perspectivas y vivencias podemos observar por un lado que, la medicación de los trastornos creados y clasificados por la ciencia hegemónica, sirven a determinadas empresas farmacéuticas transnacionales que se enriquecen con base a las ventas de fármacos que son clasificados por su toxicidad y adicción similares a la cocaína, anfetaminas y morfinas como el Ritalin, el cual, ha servido para adormecer las subjetividades rebeldes de nuestra niñez y juventud, dejando grandes secuelas en su salud.

Por otro, se crea y “normaliza” en los imaginarios sociales una violencia por parte de familiares tras el telón de la “sobreprotección” que inutiliza a muches niñes y jóvenes, los cuales, estas toman decisiones por elles sin consulta alguna con el fin de protegerles de cualquier discriminación, exclusión y violencia, sin embargo, a esta “sobreprotección” podríamos afirmar que también es considerada como tal por no permitirles ser con sus especificidades.

Reflexiones finales

  • Es inherente que, desde nuestra propia praxis, resignifiquemos los lenguajes no para romantizarlos, o bien, por compasión o misericordia, sino con base a un autentico compromiso ético-político con el fin de darles existencia a les inexistentes.
  • Las discapacidades al ser ubicadas dentro del grupo oprimido, es necesaria una formación permanente que devele toda clase de dominación y que den cuenta de su propia emancipación.
  • Es necesario el conocimiento y reconocimiento de mi subjetividad diversa y creativa en tanto ciudadanía, con el hito de legitimar nuestros derechos como seres humanos.
  • Es importante romper nuestros propios paradigmas para la reconstrucción de otros y, así, dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas.
  • Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades.
  • Empoderar a las personas con discapacidades a partir del compromiso ético-político para investigar sus condiciones y, así, construir saberes a partir de la dialéctica endógena-exógena, sujeto-objeto.
  • Denunciar y proponer alternativas que atiendan a las diversidades.
  • Las personas con discapacidades deben tomar sus vidas bajo sus propias manos y luchar en favor de la construcción de políticas públicas y de sus propios procesos educativos (dejar por un lado el adultocentrísmo y, por el otro, el infantilismo).
  • Regresémosles sus voces y que elles luchen por ello, que elles nos digan cuan excluídes, discriminades, estigmatizades han sido a lo largo de su vida, y más en la actual coyuntura pandémica, como acto ético-político debemos escucharles.
  • Avivar ese espíritu rebelde en vez de adormecerles con fármacos que benefician las finanzas de las empresas transnacionales con base en alternativas educativas que formen subjetividades críticas, luchen por mejores condiciones y construyan un mundo más justo, humano y humanizante.
  • Desde las pedagogías críticas y educaciones populares, en palabras de Freire “con una legítima rabia” comprometernos con las personas con discapacidades para visibilizar lo invisibilizado, construir espacios donde den cuenta de lo que, por mucho tiempo, se han callado. Asimismo construir propuestas surgidas desde los contextos y desde les sujetos.

Referencias

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Yarza, A. d., Sosa, L. M., & Pérez, B. R. (2019). Estudios críticos en discapacidad. Una polifonía desde América Latina. Buenos Aires: CLACSO.

Fuente: El autor escribe para OVE

Imagen: Gerd Altmann en Pixabay

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Activistas denuncian violencia contra mujeres por motivos políticos en Cuba: “Sufren mayores niveles de represión que los hombres”

América Central/Cuba/21-12-2020/Autor(a) y Fuente: www.cibercuba.com

Activistas cubanos publicaron una declaración en que alertan sobre la violencia desatada por el Estado y sus aparatos represivos contra las mujeres, particularmente aquellas que se oponen de alguna forma a la ideología gubernamental en la Isla.

En un largo texto, destacan las acciones que durante estas últimas semanas se han producido a raíz de los sucesos de San Isidro y la protesta pacífica del 27 de noviembre frente a la sede del Ministerio de Cultura en La Habana.

Seguidamente, reproducimos de manera íntegra la declaración en defensa de las mujeres cubanas, vulneradas con la anuencia del Estado y las instituciones gubernamentales que, en teoría, deberían ampararlas.

Feministas cubanas y aliades pretendemos con esta carta contextualizar y pronunciarnos en contra de recientes y reiterados episodios de discriminación, exclusión y violencia promovida y/o ejercida por el Estado contra las mujeres cubanas.

Señalando que la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer “Convención de Belém do Pará” (1994) define que la violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica que tenga lugar dentro de la familia, comunidad, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, en cualquier lugar donde ocurra.

Partiendo de la Convención sobre la eliminación de todo tipo de violencias contra la mujer, presentada en las Naciones Unidas y en vigor desde el 3 de septiembre de 1981, que Cuba se precia de ser el primer país en ratificar. Según el Artículo 7 de este documento de carácter internacional: “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del país y, en particular, garantizarán a las mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres, el derecho a (…) participar en organizaciones y en asociaciones NO GUBERNAMENTALES que se ocupen de la vida pública y política del país.”

Recordando que la sociedad civil cubana no puede articularse de manera orgánica en sus propias asociaciones que representen otros modelos de pensamiento de naturaleza diversa, pues estas no son reconocidas legalmente.

Reconociendo que estamos en un momento en que la solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género en Cuba, impulsada por activistas feministas, luego de ser discutida con miembros del Parlamento cubano no fue incluida en el Cronograma  Legislativo a ejecutarse hasta 2022.

Activistas feministas y antirracistas, así como del colectivo LGBTIQ+, son víctimas de ciberacoso desde cuentas falsas que responden a lógicas de vigilancia y deslegitimación, un comportamiento que es frecuentemente utilizado por cuentas anónimas presuntamente asociadas al Estado cubano. A feministas cubanas se les disminuye y minimiza abiertamente desde publicaciones oficiales. La criminalización del activismo feminista es de larga data en el período llamado revolucionario, que comenzó con el ostracismo y desconocimiento de feministas de la etapa anterior como Mariblanca Sabás Alomá (1901-1983), continuó con la desactivación de la Asociación de Mujeres Comunicadoras Magin en 1996 y se ha mantenido con escarnios públicos, desconocimientos y amenazas a feministas que han mantenido una postura crítica hacia las autoridades cubanas sobre la defensa de los derechos de las mujeres.

Sin embargo, hoy vivimos en un escenario diferente porque el acceso a internet permite mayor visibilidad de los problemas y causas pendientes que urge abordar: acoso y violencia machista en la calle, en centros laborales y de estudio, en la intimidad; feminicidios; necesidad de refugios; violencia obstétrica; violencia institucional y política. Los datos acerca de feminicidios y hechos de violencia machista son conocidos gracias a medios independientes y activistas que mantienen una red transparente y efectiva de observación y estadística, y no a una labor estatal implicada o interesada por estos procesos.

Se dispone de varios informes preparados por la organización no gubernamental Cubalex, incluyendo el informe sombra a la CEDAW presentado en 2013, que alerta que la violencia institucionalizada contra la mujer en Cuba es ejercida por el Estado de diferentes formas y con manifestaciones que los hombres que participan en activismo político no padecen. Este sesgo de género se evidencia en el intento de descrédito a través de la exposición de su vida íntima; el uso de expresiones misóginas, sexistas, racistas, homofóbicas y transfóbicas; en la instrumentalización de la seguridad de las y los integrantes más vulnerables de su familia para presionarlas; e incluso en violencia sexual. Cubalex ha documentado también varios casos de amenazas por parte del Estado de quitarles a madres activistas las custodias de sus hijes. Estas violencias sistemáticas se ven muchas veces atravesadas por otras formas de discriminación: racial, religiosa, económica, etc.

La brutalidad de los agentes policiales y de la Seguridad del Estado, incluidas las mujeres integrantes de estos órganos, contra las mujeres disidentes, es avalada por el Estado. Las mujeres que disienten con el sistema político en Cuba sufren mayores niveles de represión que los hombres. A pesar de que la cantidad de mujeres activistas es menor, ellas denuncian mayor cantidad de actos de hostigamiento y detenciones arbitrarias, así como eventos de vigilancia policial fuera del domicilio para restringir su derecho a la movilidad: estos son métodos recurrentes para impedir el ejercicio de sus derechos a expresarse, asociarse y manifestarse. En los centros de detención los agentes utilizan la violencia física y psicológica, la ofensa y el agravio sexual como medios de represión. Se registran testimonios de encierros en calabozos sin condiciones higiénicas, con servicios sanitarios sin privacidad o sin condiciones apropiadas para las mujeres, llegando incluso a compartir celdas con hombres. Algunas denuncian haber sido forzadas a desnudarse, a hacer cuclillas para verificar si tienen objetos en sus genitales, e incluso que les han introducido un bolígrafo en la vagina, a pesar de tener en ese momento su período, bajo la justificación de la búsqueda de objetos de grabación.

Entre las prácticas represivas más comunes que afectan especialmente a las mujeres migrantes internas está la expulsión de las casas donde se encuentran alquiladas a través de la presión policial sobre los dueños de la vivienda, con argumentos fabricados por agentes de la Seguridad del Estado que equiparan el hecho de alojar a activistas políticos con ser cómplices de mercenarismo y “contrarrevolución”. El Decreto Ley 217 restringe la libertad de circulación a cubanos entre La Habana y otras provincias y les exige solicitar permiso a autoridades administrativas para residir en la capital. Aunque no es delito la estancia en la capital, la policía arresta y “deporta” a su lugar de origen a quienes incumplen el decreto.

Además, el Estado cubano ha impedido a mujeres, por causa de su actividad política, el acceso al mercado laboral. Igualmente,  ha expulsado a estudiantes y a profesoras de centros de estudios superiores.

El Estado organiza en centros laborales las llamadas Brigadas de Respuesta Rápida (BRR) con la misión de participar de actos de repudio que atentan contra el orden público y promueven el odio entre cubanes. Las mujeres cubanas disidentes han sido víctimas de estos eventos. Esta violencia ha sido ejercida recientemente incluso a través de la Federación de Mujeres Cubanas, organización a la cual todas las mujeres cubanas pertenecemos por mandato del Estado desde los 14 años de edad y a la cual cotizamos, por lo que rechazamos la participación de la organización y el uso de su estandarte en estas acciones violentas.

A todo lo anterior, se suman los medios de comunicación, con campañas para desacreditar a estas mujeres, que no tienen oportunidad para ejercer su derecho a réplica. Los medios estatales han lanzado hacia estas personas acusaciones graves, sin respaldo, de mercenarismo, penado con las penas más graves bajo la Ley No. 88 “Ley de Protección a la Independencia Nacional y la Economía de Cuba”.

Afirmamos que existe actualmente en Cuba un clima de evidente hostilidad hacia un segmento amplio y diverso de la ciudadanía que se encuentra en disenso con el estatus quo, y demanda un proceso de revisión y restauración de daños ocasionados. En este sentido, advertimos sobre importantes eventos recientes de discriminacion, violencia y exclusión protagonizados por instituciones estatales, fuerzas policiales y militares, y servidores públicos, motivados especialmente por las acciones más recientes de protesta pacífica del Movimiento San Isidro (MSI), creado en 2018 en respuesta al Decreto Ley 349, que institucionaliza la censura a la creación artística en Cuba.

Feministas cubanas y aliades denunciamos públicamente la situación de varias mujeres, que han padecido, documentado o dado testimonio de acciones violentas por parte del Estado cubano en los últimos tres meses en La Habana:

– Anamely Ramos, curadora, crítica de arte y miembro del MSI: Acto de repudio y detención arbitraria el 10 de octubre. Detenciones arbitrarias los días 13, 14 y 15 de noviembre durante averiguaciones por el caso de Denis Solís. Detención arbitraria durante todo el día 27 de noviembre, luego de ser desalojada por la fuerza de Damas 955 la noche del 26, donde se encontraban sitiados los huelguistas desde el día 18. Vigilancia policial desde el día 28 de noviembre hasta la fecha en la casa de Omara Ruiz Urquiola, a excepción del día 3 de diciembre. Detención arbitraria el 15 de diciembre. Previo a esta ola de represión, Anamely fue expulsada de su puesto como profesora del Instituto Superior de Arte, expulsada del apartamento donde estaba alquilada y se vio obligada a separarse de su hijo para evitar que fuese constantemente expuesto al acoso policial.

– Omara Ruiz Urquiola, historiadora de arte: Detención arbitraria con agresión física el 13 de noviembre durante averiguaciones por el caso de Denis Solís. Desalojada por la fuerza de Damas 955 la noche del 26, donde se encontraban sitiados los huelguistas desde el día 18. Vigilancia policial desde el día 28 de noviembre hasta la fecha en su casa, a excepción del día 3 de diciembre cuando fue al hospital a recibir tratamiento. Difamación en la TV nacional. En 2019 fue expulsada de su puesto como profesora del Instituto Superior de Diseño y desde entonces sufre fuerte acoso policial.

– Iliana Hernández, activista y reportera de CiberCuba: Detenciones arbitrarias los días 12, 13, 14 y 15 de noviembre durante averiguaciones por el caso de Denis Solís. Su madre fue detenida el 19 de noviembre mientras intentaba visitarla en la sede del MSI. Desalojada por la fuerza de Damas 955 la noche del 26. Vigilancia policial fuera de su casa desde el 28 de noviembre hasta la fecha. Detención arbitraria el 2 de diciembre. Acto de repudio encabezado por la Federación de Mujeres Cubanas el 8 de diciembre luego de ser difamada en la TV nacional. Detención arbitraria el 15 de diciembre cuando se dirigía a una cita en la Embajada de España en La Habana (Iliana es ciudadana española).

– Daylys Bandera, vecina de la sede del MSI: El 18 de noviembre agentes de la Seguridad del Estado le decomisaron suministros de comida y dinero que llevaba a Damas 955. Este evento motivó el inicio de las huelgas de hambre de algunos integrantes del MSI.

– Rosmelis Hernández y Jade Castillo, pareja e hija de Maykel (Osorbo) Castillo: La hija de 4 años del rapero fue agredida físicamente por supuestos agentes de la Seguridad del Estado el 21 de noviembre mientras accedía junto a su madre a Damas 955. Rosmelis ha recibido amenazas de retirarle la custodia de su hija, por parte de la Dirección de Menores del Ministerio del Interior, con los argumentos de que no le enseña “los conceptos reales de la Revolución” lo cual puede derivar en “un trastorno en la conducta”.

– Tania Bruguera, artista y fundadora del Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR): Detención arbitraria y acto de repudio el 10 de octubre. Detenciones arbitrarias e interrogatorios el 2, 4 y 6 de diciembre. Vigilancia policial desde el día 6 de diciembre hasta la fecha frente a su casa. Desde el 15 de noviembre tiene deshabilitado el servicio de telefonía móvil y el acceso a internet por datos.

– Katherine Bisquet, escritora: Detención arbitraria y acto de repudio el 10 de octubre. Detenciones arbitrarias los días 13, 14 y 15 de noviembre durante averiguaciones por el caso de Denis Solís. Sacada por la fuerza de Damas 955 la noche del 26, donde se encontraban sitiados los huelguistas desde el día 18. Detención arbitraria el 29 de noviembre por intentar visitar a Maykel Castillo. Vigilancia policial desde el 2 de diciembre hasta la fecha fuera de la casa donde reside. A pesar de que amenazaron al propietario de la vivienda para que fuera desalojada, la policía le impidió efectuar la mudanza. Katherine ha tenido que cambiar de sitio por el mismo motivo en diez ocasiones anteriores.

– Camila Ramírez Lobón, artista visual: Detención arbitraria y acto de repudio el 10 de octubre. Luego de su participación en la reunión en el MINCULT el 27, vigilancia policial desde el 4 de diciembre hasta la fecha fuera de la casa donde reside Katherine Bisquet, a donde se trasladó para ayudar con la mudanza que nunca ocurrió.

– Claudia Genlui, curadora de arte y miembro de MSI: Detención arbitraria el 25 de noviembre por intentar acceder a la sede del MSI. Acto de repudio fuera de INSTAR durante reunión de la plataforma 27N y detención arbitraria el 29 de noviembre por intentar visitar a Maykel Castillo. Detención arbitraria el 2 de diciembre junto a Luis Manuel Otero Alcántara (su pareja sentimental), cuando intentaba reunirse con él luego de ser dado de alta del hospital. Inhabilitación de servicio de telefonía móvil  el 11 de diciembre.

– Aminta De Cárdenas, productora: Detención arbitraria el 10 de octubre. Luego de su participación en la reunión en el MINCULT el 27, vigilancia policial el día 5 de diciembre y desde el día 10 hasta la fecha, fuera de su casa.

– Luz Escobar, periodista de 14yMedio: Detención arbitraria el 22 de noviembre por intentar cubrir la protesta convocada en el Parque Central de La Habana. Vigilancia policial y arresto domiciliario arbitrario el 25 de noviembre y desde el 4 al 10 de diciembre, impidiéndole recoger a sus dos hijas de la escuela.

– Yoani Sanchez, bloguera y directora de 14yMedio: Inhabilitación de servicio de telefonía móvil y vigilancia policial los días 11 y 12 de diciembre.

– Anyell Valdés, trabajadora en el hogar y activista: Sacada por la fuerza de Damas 955 la noche del 26. Su papel durante las huelgas fue de cuidados. Recibió una visita de agentes de la Seguridad del Estado el 2 de diciembre y fue detenida arbitrariamente el día 5 y nuevamente el día 10, en la vía pública cuando llevaba a sus hijos a la escuela.

– Iris Ruiz, actriz y coordinadora del MSI: Detención arbitraria el 10 de octubre, y el 29 de noviembre por intentar visitar a Maykel Osorbo. Inhabilitación de servicio de telefonía móvil y vigilancia policial desde el día 10 de diciembre hasta la fecha fuera de su casa, donde viven también sus 6 hijes.

– Camila Acosta, periodista de Cubanet: Detención arbitraria el 10 de octubre, durante la cual tuvo que orinar dentro de la patrulla de policía porque le impidieron ir al baño. Participó del diálogo en el MINCULT la noche del 27 de noviembre. Vigilancia policial desde el día 5 de diciembre hasta la fecha fuera de la casa donde ha sido acogida temporalmente. Entre marzo y octubre de este año, ha sido detenida en cuatro ocasiones, ha tenido que mudarse 10 veces y reponer tres veces su teléfono celular, que han roto agentes de la Seguridad del Estado. Ha sido amenazada con ser procesada por presunta “usurpación de funciones públicas” y multada bajo el decreto Ley 370 por sus publicaciones en redes sociales.

– Miryorly García Prieto, historiadora de arte: Luego de su participación en la reunión en el MINCULT el 27 de noviembre, ha sufrido detención domiciliaria arbitraria y vigilancia policial los días 4 y 5 de diciembre.

– Solveig Font, curadora de arte independiente: Luego de su participación en la reunión en el MINCULT el 27 de noviembre, ha sufrido vigilancia desde el 4 hasta el 6 de diciembre fuera de su casa, por hombres vestidos de civil. Inhabilitación del servicio de telefonía móvil el 10 de diciembre.

– Marthadela Tamayo, activista antirracista y por los derechos de la mujer: Detención arbitraria el 19 de noviembre, y el 22 de noviembre por asistir a la protesta convocada en el Parque Central de La Habana, donde fue agredida físicamente durante el acto de repudio permitido por el Estado. Vigilancia policial el 10 de diciembre fuera de su casa.

– Kirenia Yalit, psicóloga y activista: Acto de repudio y detención arbitraria el 10 de octubre. Vigilancia policial entre el 18 y el 22 de noviembre fuera de su casa.

– María Matienzo, periodista de Cubanet: Vigilancia policial entre el 18 y el 22 de noviembre fuera de su casa.

– Maylin Alonso, periodista de Agence France-Presse (AFP): Agredida durante el acto de repudio permitido por el Estado el 22 de noviembre, mientras cubría como parte de su trabajo la protesta convocada en el Parque Central de La Habana.

– Diasniurka Salcedo, activista del proyecto comunitario Casa a Casa: Detención arbitraria el 20 de noviembre por sospechas de que intentaba acercarse a San Isidro, durante la cual asegura que sufrió abusos sexuales por parte de los oficiales. Detención arbitraria el 28 de noviembre en los alrededores del Hospital Manuel Fajardo, donde se encontraba retenido Luis Manuel Otero. Fue liberada en horas de la madrugada en una zona desierta a 14 kilómetros de su casa. Vigilancia y arresto domiciliario arbitrario los días 4, 5 y 10 de diciembre fuera de su casa.

– Bertha Soler, coordinadora de las Damas de Blanco y Premio Sárajov del Parlamento Europeo: Detención arbitraria el 22 de noviembre por intentar asistir a la protesta convocada en el Parque Central de La Habana en apoyo al MSI. Detención arbitraria el 6 de diciembre cuando salía de la sede de la UNPACU. Vigilancia policial los días 9 y 10 de diciembre a la sede nacional de las Damas de Blanco. Detención arbitraria el 10 de diciembre antes de participar en una Reunión Extraordinaria del Parlamento Europeo. Inhabilitación de servicio telefónico los días 11 y 12 de diciembre.

– Lourdes Esquivel, integrante de las Damas de Blanco: Detenciones arbitrarias los días 6 y 10 de diciembre.

– Dayana Zerquera: Detención arbitraria el 28 de noviembre durante una protesta por el cierre de las tiendas en MLC (monedas libremente convertibles) frente a la sede del Ministerio del Comercio Interior (MINCIN), convocada por madres cubanas. Estas tiendas, donde se venden productos de primera necesidad en una moneda con que no se remunera a trabajadores cubanes, generan segregación económica y exclusión social violando derechos consagrados en la Constitución de la República de Cuba. También asistió a la sentada fuera del MINCULT.

– Rossane Carmona, estudiante de Comunicación Social y activista feminista: Detención arbitraria el 29 de noviembre en camino a una manifestación pacífica convocada en el Capitolio de La Habana.

– Yeilis Torres, ex fiscal e integrante de UNPACU: Detención arbitraria el 10 de diciembre.

– Ketty Méndez, activista: Secuestrada por agentes vestidos de civil el 14 de diciembre, en presencia de su hija menor, mientras se dirigía a una manifestación pacífica por el cierre de las tiendas en MLC y en contra de las medidas económicas anunciadas recientemente. Se ha manifestado en las redes sociales por el desamparo que sufre su hija de 22 años, que padece autismo y desnutrición.

Esta lista incluye solamente a quienes han hecho pública su denuncia y autorizado su divulgación. Además nos consta que al menos una mujer que se acercó a llevar comida a las personas sitiadas en San Isidro, ha recibido citaciones y amenazas de la policía. Tenemos conocimiento de que varias mujeres que participaron de la sentada fuera del MINCULT han recibido amenazas directas o a través de familiares, pero no están preparadas para denunciar públicamente. Algunas fueron gaseadas con spray pimienta por la policía cuando trataban de acercarse a la sentada frente a esta institución la noche del 27 de noviembre. La firma de peticiones o la adhesión a declaraciones como esta, en apoyo a quienes han sido víctimas de estas formas de violencia recientemente, ha sido también causa de acoso y amenazas por parte de autoridades.

La mayoría de estas mujeres lleva meses o incluso años sufriendo estas formas de persecución, acoso y represión. Las parejas, madres, hermanas, hijes de los activistas, artistas, o periodistas hombres vinculados a estos eventos también son víctimas secundarias de la violencia ejercida por el Estado.

La organización Human Rights Watch advirtió recientemente que el gobierno ha usado normas relativas a la covid-19 para intensificar la represión, en forma de detenciones, multas y acoso a disidentes, incluso antes de los hechos de las últimas semanas.

Consideramos importante llamar la atención sobre el caso de Keilylli de la Mora Valle, del grupo opositor Unión Patriótica de Cuba, detenida por la policía el 12 de abril en la ciudad de Cienfuegos por el uso incorrecto de la mascarilla. En la estación de policía, De la Mora Valle comenzó a quitarse la ropa a modo de protesta. Un policía la tomó del cuello, la llevó a una celda y comenzó a darle puntapiés en el muslo y en la rodilla. Después de un juicio que tuvo lugar el 7 de mayo, en el cual no contó con representación legal, De la Mora Valle fue condenada a un año y medio de prisión por “desacato”, “resistencia”, “desobediencia” y “propagación de epidemias”. Hasta la fecha continúa detenida. De la Mora Valle ha intentado quitarse la vida en dos oportunidades a causa de amenazas y acoso por parte de guardias carcelarios. Estos cargos han sido utilizados para juzgar a otras mujeres integrantes de la UNPACU y de las Damas de Blanco, de las que al menos dos continúan en prisión a pesar de la crisis de la Covid-19, durante la cual el Estado cubano ha excarcelado a más de 10 mil personas bajo las figuras de ‘libertad condicional’ y ‘licencia extrapenal’. Las activistas políticas Aymara Nieto Muñoz y Martha Sánchez González han denunciado maltratos físicos, incomunicación y privación de atención o tratamiento médico dentro de los centros penitenciarios.

Considerando todo lo cual, feministas cubanas y aliades nos sentimos compelidas a manifestar nuestro desacuerdo con las prácticas discriminatorias, excluyentes y violentas que el Estado cubano ejerce, estimula y normaliza, en contra de mujeres y ciudadanxs en general, cuyo pensamiento y actuar cívico o político disienta de las formas de ordenamiento social admitidas según el discurso ideológico promovido por el Partido Comunista de Cuba, único e inapelable órgano rector de las políticas públicas e institucionales del país. Las violencias ejercidas desde el Estado cubano son una manifestación de un orden patriarcal político que busca perpetuarse en el poder por todas las vías. La supuestamente alta representatividad de las mujeres en cargos públicos se ve anulada por el mandato de tipo patriarcal que ellas representan y reproducen. El Estado ha vaciado de significado las instituciones cubanas, que reproducen los valores ideológicos del Partido Comunista de Cuba y son inflexibles e inoperantes en su capacidad para representar la pluralidad de la sociedad civil cubana, cada vez con más actores.

Solicitamos apoyo internacional de colectivos feministas y organizaciones defensoras de derechos humanos, a la vez que insistimos en posicionarnos en contra de la injerencia de gobiernos extranjeros en los asuntos de Cuba, y ratificamos nuestro interés en que estos conflictos sean resueltos de una manera justa para todos sus implicados, incluyendo a cubanes que residen fuera del país. Nos pronunciamos en contra del uso de expresiones y de acciones misóginas, sexistas, racistas, homofóbicas y transfóbicas, independientemente de quien las utilice, así como de señalamientos a cubanos de “marginales”, “enemigos al servicio de entidades mercenarias”, “alienados”, “manipulados” o “confundidos”, inmerecedores de la condición de ciudadanos. No admitiremos, como ha venido aconteciendo recientemente, que el Estado desplace el diferendo interno con una parte de la sociedad cubana hacia el conflicto con los Estados Unidos, haciendo uso de un ejercicio retórico reductivista y arbitrario.

Desde nuestras prácticas feministas diversas promovemos el activismo pacífico y decimos NO A LA VIOLENCIA en todas sus manifestaciones. El Estado cubano debe cumplir con las convenciones internacionales de las que es signatario, y comprometerse con la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, en especial en lo concerniente a la participación en la vida política y pública del país independientemente de nuestra orientación política o ideológica. El Estado debe permitir nuestra organización al margen del Estado mismo, sin ser por causa de ello víctimas de acoso policial o violencia institucional.

Convocamos a las autoridades a entablar un diálogo nacional, sin discriminación de actores o posturas, sin represalias para quienes participen, y del cual emerjan acuerdos vinculantes que permitan la implementación de soluciones a los reclamos urgentes de la sociedad civil y a la actual crisis política que atraviesa el país.

A los 15 días del mes de diciembre.

Firman,

Salomé García Bacallao, conservadora de arte e investigadora

Anaeli Ibarra Caceres, investigadora

Marta María Ramírez, periodista y feminista autónoma. Coordinadora del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR)

Juliana Rabelo, coordinadora de INSTAR

Camila Ramírez Lobón, artista visual y coordinadora de INSTAR

Kirenia Yalit Núñez Perez, psicóloga y activista

María Matienzo Puerto, narradora y periodista

Simone García Bacallao, artista

Laura Rodríguez Arango, creadora escénica

Ana Victoria Pérez, cineasta

María Gabriela Sánchez Álvarez, diseñadora de vestuario

Fernanda Montalvo, creadoræ escénico independiente y acompañante corporal holístico

Katia Gato Rimbau, abogada

Lisandra Castro López, filóloga

Ena Lucía Portela, escritora

Frida Alejandra Lobaina Pérez, teatróloga

Yanelys Nuñez Leyva, activista y productora cultural

Ileana Álvarez, directora de la revista Alas Tensas

Danae Diéguez, investigadora y experta en temas de género

Hector Luis Valdés Cocho, periodista independiente

Ricardo Sarmiento Ramírez, dramaturgo

Mara Karla Sanchez, psicóloga

Karla Perdomo, psicóloga

Laura Verdecia, Marketing Manager

Geisy Guia Delis, periodista independiente

Elaine Díaz Rodríguez, directora de Periodismo de Barrio

Ismario Rodríguez Pérez, periodista en Periodismo de Barrio

Yasmín S. Portales Machado, escritora, crítica literaria y activista LGBTIQ+

Maykel González Vivero, director de Tremenda Nota

Laritza Diversent, abogada

Adria Valdés Peyrellade, arquitecta

Thais Milanés, autónoma

Liz Peláez, archivista

María de los Ángeles Bonet Hevia, asistente

Lia Villares, artista

Aminta de Cárdenas Soroa, productora

Karla María Pérez González, periodista y editora en la revista ADN Cuba

Claudia Genlui Hidalgo, curadora de arte

Fabiana Salgado Bernal, realizadora audiovisual

Ariadna Del Carmen Kott, actriz y músico

Virginia Ramírez Abreu (LA POLAKA), Directora/fundadora y profesora titular de Antropología de la Cultura e Historia del Arte de la Escuela Superior de Artes Cinematográficas de Galicia. Guionista, productora y directora audiovisual.

Maielis González Fernández, escritora e investigadora literaria

Janet Batet, curadora independiente, crítica de arte y ensayista

Lynn Cruz, actriz y productora independiente

Daleysi Moya, curadora y crítica de arte

Diana Carmenate Castellano, comunicadora visual y docente

Claudia Padrón Cueto, periodista en Tremenda Nota

Laura N. Díaz Ravelo, diseño escénico

Maria Carla Rodríguez, vedette

Laura Kaila López Duarte, historiadora del arte

Clara González, feminista

Hilda Landrove Torres, investigadora

Iris Ruiz Hernández, actriz y coordinadora del MSI

Elena Larrinaga de Luis, Presidenta del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) y Directora Ejecutiva de la Red Femenina de Cuba

Dunia Medina Moreno, Comité Ciudadanos Integración Racial (CIR) y Red Femenina de Cuba

María Elena Mir Marrero, Secretaria General de la Confederación Obrera Nacional Independiente de Cuba (CONIC) e integrante de la Red Femenina de Cuba

Yanela Reyes, activista por los Derechos Humanos, Red Femenina de Cuba

Marthadela Tamayo, Comité Ciudadanos Integración Racial (CIR) y Red Femenina de Cuba

Lázara Eumilla Ayllon  Reyes, Comité Ciudadanos Integración Racial (CIR) y Red Femenina de Cuba

Tania García Hernández, Red Femenina de Cuba

Zelanda de la Caridad Perez Abreu, Red Femenina de Cuba

Yacqueline Madrazo Luna, Red Femenina de Cuba

Mileisis Vigoa Marrero, Centro Democracia Proactiva y Derechos Humanos “José de la Luz y Caballero”

Maribel Isidra Hernández, Mujeres Democristianas Cuba

Rocinante Sotolongo Cruz, Mujeres Democristianas Cuba

Maritza Concepción Sarmiento, Mujeres Democristianas Cuba

Lázara María Dorrego, Mujeres Democristianas Cuba

Evelyn Pineda Concepción, Mujeres Democristianas Cuba

Yusleidy Valero Concepción, Mujeres Democristianas Cuba

Anai Penalba Subit, Mujeres Democristianas Cuba

Delices González Dorrego, Mujeres Democristianas Cuba

Mimi Onel, Mujeres Democristianas Cuba

Sara Cuba Delgado, Alianza Cubana por la Inclusión

Aimara Peña González, Directora de Somos Nueva Cuba, activista feminista y YouTuber

María Cristina Labrada Varona, Consejo de Dirección de las Damas de Blanco

Marisel Nápoles González, periodista de Diario de Cuba y coordinadora del grupo Mujeres Esperanza

Adriana González Téllez

Olivia Blanco Martín, psicóloga forense (España)

Roberto Garcés Marrero, investigador

Luis Alberto Dieguez Albelo, informático de Habana Verde

Yudith Vargas Riverón, curadora e historiadora de arte

Linet Cums Yumar, editora de Rialta

Ibrahim Hernández, editor de Rialta

Carlos Aníbal Alonso, director de Rialta

Camila Cabrera Rodríguez, investigadora y gestora cultural

Leticia Ramos Herrería, activista por los Derechos humanos

Miriam Herrera Calvo, Licenciada en Enfermería

Sheyla Pool, cineasta

Lidia M Romero Moreno, jurista y activista por los derechos humanos de las personas LGBTIQ y de las mujeres

Organizaciones, colectivos y medios que se adhieren a esta carta:

Revista Alas Tensas

Cubalex

ONG de Derechos Humanos José de la Luz y Caballero

Candela Review

Mujeres Democristianas Cuba

Red Femenina de Cuba

Habana Verde

Alianza Cubana por la Inclusión (ACI)

YoSíTeCreo en Cuba

Fuente e Imagen: https://www.cibercuba.com/noticias/2020-12-16-u1-e185759-s27061-activistas-denuncian-violencia-contra-mujeres-motivos

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El 40% de las mujeres se sienten incómodas al ver a otra mujer dando el pecho en público

Por: ABC

6 de cada 10 afirman haberse escondido en el baño o en una habitación separada para poder extraerse la leche.

Hoy por hoy, la lactancia materna no es un tema tabú en España, ya que de acuerdo con la Sociedad Española de Pediatría la leche materna es el alimento más recomendado para el lactante durante los primeros meses de vida, tanto por los nutrientes y anticuerpos que aporta al bebé como por los beneficios que aporta a las madres. Por ello, el 80% de las madres españolas decide dar el pecho. Pero ¿en qué medida es todavía una acción tabú, sobre todo en público? ¿cómo experimentan las madres españolas la lactancia? El «Barómetro Elvie España: La lactancia según las madres y la sociedad» desvela por primera vez cómo vive y qué opina al respecto las madres y la sociedad española.

Amamantar en público

A pesar de que dar el pecho en fuera de casa siempre ha sido visto por la sociedad como una acción tabú, lo cierto es que en los últimos años esta percepción ha cambiado notablemente. La lactancia según un estudio que ha llevado a cabo la marca británica de tecnología femenina Elvie, el 84% de las madres españolas ha dado alguna vez el pecho en un lugar público. El hecho de que cada mujer pueda decidir cuándo, dónde y durante cuánto tiempo dar el pecho a sus hijos se ha convertido en un tema reivindicado por muchas mujeres, y cada vez son más las que muestran la lactancia como parte de su día a día.

Entonces, ¿por qué en una sociedad que está normalizando cada vez más algo tan natural, muchas madres todavía no se sienten cómodas amamantando en público? Dar el pecho forma parte de la naturaleza humana pero aun así, de acuerdo con la investigación, un 40% de las madres encuestadas se sienten incómodas dando de mamar en público. Sin embargo, a pesar de la creencia popular, informe revela que las damas (60%) se sienten menos cómodas viendo a otras amamantar frente a los hombres (81%). En otras palabras, todavía hay un 40% de la población femenina que dice no sentirse a gusto viendo amamantar y sólo un 19% de los varones.

Los datos afirman que la lactancia materna es un tema con el que cada vez la gente está más concienciada. Son muchas las celebrities que dan visibilidad a este tema y que se muestran en redes sociales dando el pecho con naturalidad y sin tabús. Gracias a estas reivindicaciones, gran parte de las mujeres han perdido el miedo o la vergüenza a hablar sobre esta situación.

Llama la atención que cada vez son más las mujeres que hablan de la lactancia en un entorno social, mientras antes solía ser un tema tratado a nivel médico entre mamá y doctor. Pero ¿con quién prefieren hablar las madres españolas sobre lactancia? En primer lugar con su pareja (48%), con quién comparten su día a día; en segundo lugar, con familiares (39%); en tercer lugar, con otras madres (34%), ya que comparten una misma experiencia; y en cuarto lugar, con profesionales de la salud (30%) y con amigos (30%).

«La leche materna es poderosa, está cargada de agentes que previenen al bebé de infecciones, además de la hormona de crecimiento, glóbulos blancos… Proporciona al bebe una gran inmunidad, protección, y el aporte perfecto de nutrientes que necesita para el óptimo desarrollo de sus órganos», explica Paula Camarós, matrona y fundadora de Baby Suite, centro para la maternidad de referencia en España. «A muchas madres les resulta difícil conciliar la lactancia con su vida laboral ya que ésta acaba siendo a demanda, sin tiempos ni horarios. En estos casos, la extracción de leche será esencial para las progenitoras que deseen continuar con amamantando más allá de los primeros meses, ya que es muy útil para crear una reserva que permita a la criatura tomarla cuando lo necesite», concluye.

Vida social y laboral durante la lactancia

El 58% de las madres españolas deja de dar el pecho a los 6 meses por limitar la vida social y la dificultad que supone el continuar con el proceso en la vuelta al trabajo. De hecho, de acuerdo con el informe: «La lactancia según las madres y la sociedad», el 45% cree que dar el pecho limita su actividad y al 42% le resultó difícil seguir amamantando al reincorporarse. La realidad es que aunque muchas mujeres se sienten cómodas dando el pecho en casa, hacerlo en público es algo distinto. Incluso, 6 de cada 10 afirman haberse escondido en el baño o en una habitación separada para poder extraerse la leche.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-40-por-ciento-mujeres-sienten-incomodas-otra-mujer-dando-pecho-publico-202012110056_noticia.html

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Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes

Reseñas/rebelion.org

Índice:

Prefacio. Peter Linebaugh  pag 13

Agradecimientos 21

Introducción 27

PRIMERA PARTE. Sobre los nuevos cercamientos 39

Introducción 41

1. Acumulación primitiva, globalización y reproducción 45

2. Introducción a los nuevos cercamientos. Colectivo Midnight Notes 59

3. La crisis de la deuda, África y los nuevos cercamientos 71

4. China rompe el cuenco de arroz de hierro 93

5. De la comunalización a la deuda. La financiarización, los microcréditos y la arquitectura cambiante de la acumulación de capital 105

SEGUNDA PARTE. Sobre los comunes 125

Introducción 127

6. Bajo Estados Unidos están los comunes 129

7. Comunes contra y más allá del capitalismo, con George Caffentzis 137

8. La universidad, ¿un común del conocimiento? 155

9. El feminismo y las políticas de lo común en una era de acumulación primitiva 159

10. La lucha por la tierra de las mujeres africanas y la reconstrucción de los comunes 177

11. La lucha de las mujeres por la tierra y el bien común en América Latina 201

12. Marx, el feminismo y la construcción de los comunes 221

13. De la crisis a los comunes. El trabajo reproductivo, la tecnología y el trabajo afectivo y la transformaciòn de la vida cotidiana 251

14. Reencantar el mundo. Tecnología, cuerpo y construcción de lo común 267

Bibliografía 281

Enlace a edición completa en versión digital: https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map60_Reencantar_interior_web.pdf

Nuestro extracto del capitulo 11.

La lucha de las mujeres por la tierra y el bien común en América Latina

Pàginas 203 a 220

(…)

Como defiendo en este artículo, las mujeres son las principales protagonistas del cambio. Sin duda, el activismo de las mujeres es hoy en día la fuerza de cambio social más importante en América Latina. En 2017, 70.000 mujeres de distintas zonas de la región se reunieron en Chaco, Argentina, para celebrar el 32º Encuentro Nacional de Mujeres, que se celebra cada año en la semana del 11 de octubre, en el que debatieron sobre lo que hay que hacer y las estrategias que hay que adoptar para cambiar el mundo.

Estas movilizaciones masivas que aparecen en un momento en el que la política institucional latinoamericana está experimentando un realineamiento no son ninguna sorpresa.

Las mujeres tienen un papel clave en las luchas sociales porque ellas son las más afectadas por la desposesión y la degradación medioambiental y sufren directamente en su vida cotidiana los efectos de las políticas públicas. Son las mujeres quienes se ocupan de las personas que enferman a causa de la contaminación generada por el petróleo o porque el agua que emplean para cocinar, lavar y limpiar es tóxica; ellas no pueden alimentar a sus familias porque se está perdiendo la tierra y se está destruyendo la agricultura local.4

Por eso las mujeres se ponen en primera línea para luchar contra las corporaciones transnacionales de la minería y el agronegocio que invaden las zonas rurales y devastan el medio natural. Como señala la activista e investigadora ecuatoriana Lisset Coba Meja, las mujeres encabezan la lucha para defender el agua en la región amazónica.5

También son las principales oponentes contra la extracción de petróleo porque saben que afecta a sus actividades productivas y, en palabras de la activista ecuatoriana Esperanza Martínez, de Acción Ecológica, «exacerba el machismo»; el salario que pagan las petroleras a los hombres que trabajan para ellas ahonda la desigualdad de género, estimula el consumo de alcohol e intensifica la violencia contra las mujeres.6

Sus palabras encuentran eco en las quejas de muchas mujeres amazónicas que están luchando contra la extracción petrolera. «No podemos alimentar a nuestros hijos con petróleo», dice Patricia Gualinga, líder kichwa de Sarayaku, un pueblo de la selva amazónica. «No queremos alcoholismo, no queremos que haya prostitución, no queremos que los hombres nos golpeen. No queremos esta vida que, por más que nos den escuelas, letrinas o casas con zinc, no nos hace sentir dignas».7

Durante los últimos años, esta postura de oposición ha confrontado directamente a las mujeres con el entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, una confrontación que alcanzó su culmen el 16 de octubre de 2013, cuando un centenar de líderes de las organizaciones de mujeres indígenas partieron de sus tierras en la selva en dirección a Quito, con sus hijos en brazos, para responder a la decisión de Correa de abandonar su plan de conservación y emprender la extracción de petróleo en el Parque Nacional de Yasuní, que alberga uno de los ecosistemas más diversos del planeta. Ellas seguían el ejemplo de las miles de mujeres que, el año anterior, marcharon a la capital para defender el agua de sus territorios ante el proyecto de explotación minera pactado por el gobierno de Correa con la empresa china EcuaCorriente. Pero, en una muestra de arrogancia e insolencia, coherente con su reputación de haber sido el presidente más misógino de Ecuador, Correa se negó a recibirlas.8

En Bolivia, las mujeres también han puesto en entredicho el «progresismo» del gobierno y, en especial, la defensa de la Pachamama (madre naturaleza) proclamada por Evo Morales; en 2011 y 2012 lideraron las marchas contra la construcción de una autopista que, según tenía planeado el gobierno, atravesaría el Parque Nacional Isiboro Sécure, situado en territorio indígena.

Como pasa a menudo, las mujeres aportaron la infraestructura necesaria para las marchas, desde alimentos hasta mantas, y organizaron la limpieza de los campamentos instalados a lo largo de la carretera de tal modo que se asegurara que los hombres que participaban en las marchas hicieran su parte.9

Las mujeres campesinas / indígenas, junto con redes feministas como la Marcha Mundial de Mujeres, también estaban en el núcleo de la Cumbre de los Pueblos, un encuentro de movimientos sociales que se celebró en Río de Janeiro en junio de 2012, con ocasión de Río+20, la Conferencia de la onu sobre el Desarrollo Sostenible que se celebró veinte años después de la Cumbre de la Tierra de la onu, celebrada en 1992.10

Una de las características de estos nuevos movimientos de mujeres es que reflejan un proceso de radicalización política. Las mujeres son cada vez más conscientes de que su activismo no solo tiene que proteger la vida de sus comunidades ante la actividad de las compañías transnacionales y luchar por la soberanía alimentaria o, por ejemplo, en contra de la manipulación genética de las semillas creando un banco de semillas. También tiene que convertir el modelo de desarrollo económico en un modelo respetuoso con los seres humanos y la tierra. Saben que los problemas a los que se enfrentan no surgen solo de una política concreta o de las empresas, sino que tienen su origen en la lógica mercenaria de la acumulación capitalista, la cual, incluso cuando promueve una «economía verde», está convirtiendo la limpieza del medio ambiente en un nuevo campo para la especulación y la obtención de beneficios.

Otro rasgo de esta radicalización es que las mujeres rurales / indígenas están asimilando progresivamente las cuestiones planteadas por el feminismo popular, tales como la devaluación del trabajo doméstico, el derecho de la mujer a controlar su cuerpo y su capacidad reproductiva o la necesidad de resistir la creciente violencia que sufren. Es un proceso que no se ha desencadenado por consideraciones ideológicas, sino por las propias contradicciones que las mujeres han ido experimentando en su vida cotidiana, incluso en las organizaciones en las que participaban.11

Un caso típico es el de las mujeres zapatistas, cuyo papel crucial en la despatriarcalización de sus comunidades es cada vez más evidente. Como bien documentan las obras Compañeras, de Hilary Klein (2015), y Des-ordenando el género / ¿Des-centrando la nación?, de Márgara Millán (2014), las mujeres han marcado el rumbo del zapatismo desde sus primeros días de existencia; ellas se unieron a los primeros grupos que se formaron en las montañas de Chiapas cuando el movimiento daba sus primeros pasos con el objetivo de cambiar sus condiciones de existencia además de luchar contra la opresión institucional. Gracias a su iniciativa, y a partir de sus ideas y demandas, el movimiento adoptó la Ley revolucionaria de mujeres en 1993, una ley que, como señala Klein, «dada la situación de las mujeres indígenas en la Chiapas rural de esa época, fue un posicionamiento radical y […] conllevó una serie de cambios drásticos».12

Los diez artículos que componen la ley establecen el derecho de la mujer a participar en la lucha revolucionaria de la forma que desee, según su capacidad; el derecho a decidir el número de hijos que quiere tener y criar; el derecho a elegir a su pareja y a no casarse; a participar en los asuntos de la comunidad y a ocupar cargos de autoridad, si es elegida de manera libre y democrática; a ocupar posiciones de liderazgo en la organización y tener rango militar en las fuerzas armadas revolucionarias.13 Dicho en palabras de Klein, la aprobación de esta ley fue un «punto de inflexión» que «transformó la vida pública y privada en las comunidades zapatistas».14 De todas formas, las mujeres se dieron cuenta de que su trabajo no terminaba ahí. Una vez se promulgó la ley, algunas mujeres recorrieron los territorios zapatistas para promover su aplicación e imponer la prohibición del consumo de alcohol en territorio zapatista, convencidas de que era una de las principales causas de la violencia dirigida hacia ellas.15

Otra señal del auge de la conciencia feminista es la aparición de una nueva postura crítica entre las mujeres indígenas, que están cuestionando las estructuras patriarcales que gobiernan sus comunidades, especialmente la transmisión de la tierra, que a menudo tiene lugar por filiación patrilineal. Esta «inclusión diferenciada»16 tiene consecuencias importantes, como señala Gladys Tzul Tzul, académica / activista de la zona de Totonicapán, en Guatemala, porque afecta «[a]l registro de la propiedad familiar, la potestad sobre los hijos y el significado simbólico de tener hijos fuera del matrimonio».17 Por ejemplo, las mujeres que se casan fuera de sus grupos étnicos se exponen a que sus hijos queden excluidos del acceso a la tierra en propiedad comunal del clan. El desafío, dice Tzul Tzul, es cambiar esta costumbre sin recurrir a la propiedad individual de la tierra que legitima la tendencia a privatizar la tierra, la estrategia que defiende el Banco Mundial desde la Conferencia de Beijing de 1995.

Una de las estrategias que han empleado las mujeres de los movimientos indígenas para poner fin a su marginación ha sido la creación de espacios autónomos para mujeres. Un ejemplo es Hijas del Maíz, definido como «un punto de encuentro de las mujeres que son parte de organizaciones y comunidades indígenas y campesinas de la costa, sierra y Amazonía ecuatoriana».18 «En estos tiempos ha cambiado […] la vida de los pueblos», afirma Blanca Chancosa, una de sus fundadoras. «[Los hombres] han migrado […] [y] quienes se han quedado […] han sido las mujeres. Esto ha obligado a que las mujeres debamos conocer más para poder avanzar […] Esto hace que nos veamos con la necesidad de un espacio de mujeres, donde podamos discutir desde nuestra mirada».19 Una estrategia similar para tener autonomía e impulsar la participación social de las mujeres ha sido la formación de movimientos campesinos integrados exclusivamente por mujeres. Un ejemplo es el Movimento de Mujeres Campesinas de Brasil que, según Roxana Longo, «recupera la teoría y la práctica del movimiento feminista».20 Creado en 1983, cuando las poblaciones rurales empezaron a sentir los efectos negativos de la «Revolución Verde»,21 esta alianza de mujeres relacionadas de diversas formas con el trabajo agrícola ha luchado para cambiar la identidad social de las mujeres campesinas para que se las reconozca como trabajadoras y conseguir que tengan derecho a la Seguridad Social?.

En 1995, el movimiento formó una red nacional de grupos de mujeres campesinas y mujeres pertenecientes a movimientos campesinos mixtos que consiguió la baja pagada por maternidad y luchó en defensa de la sanidad pública.22 También participó en acciones de protesta contra la actividad de las corporaciones transnacionales ante la certeza de que su presencia supondría el fin de sus comunidades.

Conforme ha aumentado la participación política, las mujeres han ido cobrando conciencia de su necesidad de educarse de manera autodidacta y formarse en política. Estos elementos son comunes hoy en día en muchas organizaciones de mujeres, en tanto se enfrentan a fuerzas sociales cuya lógica se formula a nivel internacional y exige el conocimiento de la política internacional. Sumadas a la autoconfianza que se desarrolla con el activismo social, estas prácticas generan nuevas formas de subjetividad que contrastan con la imagen de las campesinas que propagan las instituciones internacionales ancladas al pasado, que solo tienen conocimientos desfasados en vías de extinción.

Desde luego, a las mujeres campesinas de América Latina no les preocupan solamente sus derechos de cultivo locales o el bienestar de sus familias. Participan en asambleas, desafían al gobierno y a la policía y se consideran las guardianas de la tierra, ya que es más difícil captarlas a ellas que a los hombres, que a menudo son seducidos por el salario que prometen las corporaciones transnacionales; un salario que les otorga más poder sobre las mujeres, alimentando una cultura del macho que instiga a la violencia contra ellas.23

Un factor que alienta el papel de las mujeres como guardianas de la tierra y la riqueza comunal es la preponderancia de su papel en la preservación y transmisión de los saberes tradicionales. Como «tejedoras de memoria»,24 según lo expresa la teórica / activista mexicana Mina Navarro, ellas constituyen un importante instrumento de resistencia porque el conocimiento que nutren y comparten produce una identidad colectiva más fuerte y genera cohesión frente a la desposesión.25 La colaboración con los nuevos movimientos de mujeres indígenas, que traen con ellas una visión del futuro moldeada por la conexión con el pasado y un fuerte sentido de continuidad entre el ser humano y la naturaleza, es crucial en este contexto. Aludiendo a las «cosmovisiones» que tipifican las culturas indígenas en América Latina, algunas feministas han acuñado el término «feminismo comunitario», donde el concepto de lo común se entiende como la expresión de una concepción específica del espacio, el tiempo, la vida y el cuerpo humano. Como explica Francesca Gargallo en Feminismos desde Abya Yala (2013), las feministas comunitarias, como la feminista xinka Lorena Cabnal, de Guatemala, han aportado conceptos nuevos como cuerpo-territorio, que contempla el cuerpo en un continuo con la tierra, en la que a menudo se entierra la placenta de los recién nacidos, y ambos poseen una memoria histórica y están igualmente implicados en el proceso de liberación.26

Sin embargo, aunque defiendan su origen ancestral, las feministas comunitarias rechazan el patriarcalismo de muchas culturas indígenas tanto como el que fue implantado por los colonizadores, que ellas describen como «fundamentalismo étnico».27

La lucha de las mujeres y la producción de los comunes urbanos

La lucha que se produce en las zonas rurales continúa en la ciudad; los hombres y mujeres desplazadas de la tierra crean nuevas comunidades en las zonas urbanas. Toman los espacios públicos, construyen refugios, caminos y tiendas de alimentos, todo ello mediante el trabajo colectivo y la toma de decisiones comunal. Una vez más, las mujeres han asumido un rol de liderazgo.

Como ya explico en otro texto,28 en las periferias de las megaciudades en expansión de América Latina, en áreas ocupadas principalmente por medio de la acción colectiva y a pesar de la crisis económica permanente, las mujeres están creando una economía política nueva, basada en formas cooperativas de reproducción social, estableciendo su «derecho a la ciudad» y sentando las bases para nuevas formas de resistencia y recuperación de tierras.29

La socialización de las actividades reproductivas, como comprar, cocinar y coser, ha sido igual de importante. La historia de estas actividades es larga. En Chile, después del golpe de Estado militar de 1973, las mujeres de los asentamientos proletarios, paralizadas por el miedo y sometidas a un programa de austeridad brutal, pusieron en común su trabajo y sus recursos. Empezaron a comprar y cocinar juntas en equipos de veinte o más mujeres en los barrios en los que vivían. El acto de juntarse y rechazar el aislamiento al que las estaba forzando el régimen de Pinochet transformó sus vidas cualitativamente, les dio autoestima y acabó con la parálisis inducida por la estrategia de terror del gobierno. También reactivó la circulación de información y conocimientos, que es esencial para resistir. Y transformó el concepto de lo que significa ser una buena madre y esposa, contribuyendo a que se redefiniera en salir fuera de casa y participar en las luchas sociales.30 El trabajo de reproducción social dejó de ser una actividad puramente doméstica e individual; el trabajo doméstico salió a las calles junto con las ollas31 grandes y adquirió una dimensión política.

Esta nueva dimensión no pasó desapercibida a las autoridades, que llegaron a considerar la organización de comedores populares una actividad subversiva y comunista. Para responder a esta amenaza y a su poder, la policía montó redadas para acabar con las ollas comunes en los barrios. Algunas mujeres que participaban en el comedor popular rememoran:

Sara: Con 300 personas participando, era difícil ocultar lo que pasaba. Llegaron y volcaron los puestos de comida, nos obligaron a parar de cocinar y se llevaron presas a todas las líderes […] Vinieron muchas veces, pero el comedor siguió en marcha […]

Olga: Vino la policía: «¿Qué tenemos aquí? ¿Un comedor comunal?

¿Y por qué lo hacen si saben que está prohibido?». «Porque tenemos hambre». «¡Paren de cocinar!». Dijeron que era algo político.

Los porotos estaban a medio cocer y tuvimos que tirarlos todos […]

La policía vino muchas veces, pero conseguimos mantener la cocina abierta, una semana en una casa, la siguiente en otra.32

Existe el consenso general de que esta clase de estrategias de supervivencia potenciaron los sentimientos de solidaridad e identidad y demostraron la capacidad de las mujeres para reproducir sus vidas sin tener que depender totalmente del mercado, contribuyendo a mantener con vida el movimiento popular que había puesto a Allende en el poder durante la etapa previa al golpe de Estado. Cuando llegó la década de 1980, el movimiento ya era lo bastante fuerte como para organizar una resistencia potente contra la dictadura.

Las formas de reproducción social colectivas también han proliferado en Perú, Argentina y Venezuela. Según el teórico social uruguayo Raúl Zibechi, en los años noventa, solo en Lima había ya 15.000 organizaciones populares que distribuían vasos de leche o desayunos entre los niños y organizaban comedores populares y juntas vecinales.33

En Argentina encontramos a las piqueteras, mujeres proletarias que, junto a sus hijos y muchos hombres jóvenes, asumieron un importante papel en respuesta a la catastrófica crisis económica de 2001, la cual paralizó el país durante meses. Cortaban carreteras, montaban campamentos e instalaban barricadas ?piquetes? que en ocasiones aguantaban más de una semana.

Parafraseando a Zibechi cuando escribe sobre las famosas Madres  de la Plaza de Mayo,34 podemos decir que las piqueteras «comprendieron la importancia de ocupar el espacio público». Reorganizaron sus actividades de reproducción social en la calle; allí cocinaban, limpiaban, cuidaban de los niños y mantenían relaciones sociales, y en ese proceso transmitieron una pasión y una valentía que fortalecieron y enriquecieron la lucha.35 El testimonio de la investigadora de ciencias sociales cubana Isabel Rauber es muy significativo:

Desde el primer momento, desde los primeros piquetes […] la presencia de las mujeres y de sus hijos? en los piquetes es fundamental. Determinadas a no volver a sus casas con los brazos vacíos y sin nada para «poner en la olla», las mujeres van a los piquetes a defender la vida con uñas y dientes. Decididas a lograr los objetivos

propuestos, se incorporan desde el inicio y garantizan protagónicamente la instalación y la vida diaria en los cortes, que frecuentemente duran más de una jornada. Si hay que armar las carpas para instalar campamentos, hacer guardias rotativas, contribuir con la preparación de los alimentos ?junto con los hombres, claro?, hacer las barricadas y quedarse en ellas para defender las posiciones tomadas, allí están las mujeres.36

Lo que subraya Rauber y yo diría que se puede aplicar a muchas de las luchas actuales de las mujeres en América Latina y en otros lugares?, es que, conforme el neoliberalismo despliega un ataque genocida sobre los medios de subsistencia de los pueblos, el rol de las mujeres en la lucha cobra una importancia superior.

Esta lucha debe nacer de las actividades que reproducen nuestra vida porque, en palabras de un hombre militante citadas por Rauber: «Todo empieza en la vida cotidiana y después se traduce en términos políticos. Y donde no hay cotidianidad, no hay organización, y donde no hay organización, no hay política».37

Este punto de vista se confirma en un artículo de Natalia Quiroga y Verónica Gago sobre el movimiento de las piqueteras; ellas afirman que la crisis económica de 2001 indujo a una «feminización de la comprensión de la economía y, con ella, un activo descercamiento de los recursos para la reproducción».38 Cuando la economía oficial colapsó y cerraron muchas empresas e incluso los bancos, lo que impidió a los ciudadanos retirar sus ahorros, surgió una economía diferente, «femenina». Se inspiraba en la lógica del trabajo doméstico, pero estaba organizada en colectivo y en espacios públicos de un modo que visibilizaba el carácter político y el valor social del trabajo reproductivo. Conforme las mujeres ocupaban las calles y llevaban sus ollas y sartenes a los piquetes y a las asambleas de barrio, conforme se organizaban las redes de intercambio y cooperativas de distinto tipo, fue emergiendo una economía de subsistencia que permitió sobrevivir a miles de personas y, al mismo tiempo, redefinió qué es el valor y dónde se produce, identificándolo cada vez más con la capacidad para gestionar colectivamente la reproducción de nuestra vida, cuyos ritmos y necesidades reconfiguran el espacio y el tiempo urbano.

Aunque, desde entonces, las piqueteras se han desmovilizado, sus lecciones no han caído en el olvido. Por el contrario, lo que fue una respuesta a una crisis inmediata se ha convertido en una realidad social extendida y ahora forma parte de un tejido social más duradero. Como ha documentado Marina Sitrin, años después de la rebelión de 2002, las asambleas de barrio y las formas de acción colectiva y cooperación nacidas en los piquetes siguen existiendo.39

En las villas de Buenos Aires podemos ver claramente cómo la resistencia al empobrecimiento y a la desposesión que dio vida a los piquetes puede tornar en la creación de un mundo nuevo.40 Allí hay mujeres que viven en una situación tal que cada momento de sus vidas se convierte en una cuestión de acción política, ya que a ellas nada les es debido y nada está garantizado; hay que obtener todo mediante la negociación o la lucha y hay que defender todo continuamente. El agua potable y la electricidad se tienen que contratar con el Estado, al igual que algunos de los materiales necesarios para pavimentar las calles y evitar que la lluvia las convierta en ríos de barro. Pero las mujeres que luchan para conseguir estos recursos no esperan, y de hecho no permiten, que el Estado les organice la vida. Cooperando entre ellas, decididas a no dejarse vencer y a escapar del empobrecimiento social y económico, están creando espacios nuevos que no pertenecen a nadie, en los que tomar colectivamente las decisiones que afectan a la reproducción de la vida cotidiana, incluyendo la provisión de servicios a todas aquellas personas que contribuyen. Zibechi describe la situación de Villa Retiro Bis, una de las 21 villas de Buenos Aires:

Hay vecinas que almuerzan en el comedor popular […] por la noche estudian en la primaria o en el bachillerato, atienden en el centro de salud y se socializan en la casa de mujeres […] Es cierto que son espacios precarios, que tienen algún vínculo con el mercado o el Estado, pero esos vínculos son mínimos, marginales. Lo central es que son emprendimientos que se sostienen por la ayuda mutua, la autogestión, la cooperación y el hermanamiento de la gente.41

Cuando yo visité esa misma villa en abril de 2015, las mujeres, que formaban parte de la Corriente Villera Independiente, estaban orgullosas de lo que habían conseguido. «Todo lo que estás viendo», me dijeron, «lo hemos construido con nuestras manos». Y lo que pude ver al caminar por las calles que ellas habían ayudado a pavimentar, al visitar los comedores populares en los que servían cientos de comidas cada día, trabajando por turnos, al acudir a una actuación del Teatro del Oprimido que ellas habían organizado,42 es que este espacio que recorrían era su espacio, no el territorio ajeno que solemos atravesar, en el que no tenemos  agencia ni medios de control. Cuando, antes de mi visita, la ciudad de Buenos Aires construyó un muro para evitar que la villa siguiera extendiéndose, las mujeres inmediatamente lo derrumbaron en parte porque, como ellas dijeron: «Queremos poder movernos libremente y nos negamos a estar encerradas».

Mientras que la crisis de la agricultura de subsistencia generada por la política neoliberal a menudo ha tenido como resultado la formación de campamentos parcialmente autogestionados, como los que encontramos en las villas, en Bolivia el fenómeno más común ha sido la proliferación de un sinnúmero de puestos callejeros que han ocupado áreas urbanas y las han transformado en «ciudades mercado», principalmente a través del «trabajo incesante de miles y miles de mujeres».43 Haciendo frente al desplazamiento de los territorios rurales y al empobrecimiento de sus comunidades, muchas mujeres proletarias han sacado de sus casas el trabajo reproductivo y «los puestos de los mercados se han ido transformando […] en su espacio cotidiano de vida», donde «cocinan, cuidan a sus hijos, planchan, ven televisión, se visitan entre sí… todo en medio del bullicio de la compraventa».44

Como indica María Galindo, de la organización anarcofeminista boliviana Mujeres Creando, la lucha por la supervivencia de las mujeres bolivianas ha quebrado el universo del hogar y la vida doméstica, ha acabado con el aislamiento que caracteriza al trabajo doméstico para convertir la figura de la mujer encerrada en casa en una imagen del pasado. Ha surgido una cultura de resistencia en respuesta a la precarización del trabajo y la crisis del salario masculino. Las mujeres se han apropiado de las calles y han convertido «las ciudades en espacios domésticos de abaratamiento del costo de vida de toda la población»45 donde pasan la mayor parte del tiempo vendiendo mercancías (alimentos, productos de contrabando, música pirateada, etc.), organizándose con otras mujeres y enfrentándose a la policía en un proceso en el que están «reinventando sus maneras de relacionarse con la sociedad».46

Mujeres Creando ha contribuido en esta nueva apropiación femenina del espacio público con la apertura de un centro social, La Virgen de los Deseos, que María Galindo describe como «una máquina reproductiva» por las múltiples actividades que se desarrollan allí. Este ofrece servicios pensados especialmente para las mujeres de la calle, como una guardería, la venta de comida, una emisora de radio a través de la cuál las mujeres difunden noticias sobre sus luchas o denuncian los abusos que sufren, y la publicación de materiales de formación en política.

Podría parecer que la venta callejera de productos no es una actividad radical, pero cualquier persona que esté familiarizada con las intrincadas relaciones sociales que hay que crear, particularmente en nuestra época, para poder ocupar el espacio público en formas ajenas a las autorizadas por el Estado, sabe que esta impresión es errónea. Las mujeres que constituyen la mayoría de los vendedores ambulantes tienen que realizar una serie considerable de negociaciones y transacciones políticas para crear las condiciones que les permiten pasar la mayor parte del día en la calle, garantizar la seguridad de su mercancía ?especialmente de los ataques de la policía? y trabajar juntas en paz, coordinando el uso compartido del espacio y el tiempo, así como las actividades de limpieza, y acordando los precios. Una vez culminado, este esfuerzo genera un contrapoder que las autoridades no pueden ignorar. Por esa razón, los gobiernos organizan campañas de «limpieza» en todos los rincones del planeta, recurriendo al argumento de la mejora de las condiciones sanitarias y el embellecimiento urbano para acabar con aquellas presencias que desafían sus planificaciones urbanas y que por su forma de ocupar el espacio público y su propia visibilidad suponen una amenaza a la autoridad gubernamental.

Un ejemplo de los riesgos a los que se exponen los ambulantes es la criminalización de la Unión Popular de Vendedores y Ambulantes 28 de Octubre,47 una organización establecida en la ciudad mexicana de Puebla y que fue declarada enemigo público por el entonces presidente Enrique Peña Nieto. La mayoría de los hombres en posiciones de liderazgo están en la cárcel o amenazados de muerte, en un país con una triste fama por su alta cifra de asesinatos políticos, por lo que son las mujeres de 28 de Octubre las que llevan a cabo el trabajo político en la actualidad.

Actúan como madres, esposas y vendedoras ambulantes, cuidan de los presos y de sus hijos mientras trabajan durante horas y horas, y a todo ello suman el trabajo de organización política. Un escenario propicio para una vida de preocupaciones constantes, sin tiempo para el descanso o esparcimiento alguno. Sin embargo, como suele ocurrir en las organizaciones de mujeres, sus palabras traslucen el orgullo por lo que están consiguiendo y por el crecimiento personal y colectivo que están experimentando en su forma de entender el mundo, su capacidad para resistir ante la intimidación y su respeto por sí mismas y por otras mujeres.

En las palabras de estas mujeres se ve la posibilidad de un mundo diferente, en el que el compromiso con la justicia social y la cooperación confluyen en una nueva concepción de la política que es la antítesis de la comúnmente aceptada. Una muestra de esta diferencia son las prácticas organizativas adoptadas por las mujeres de 28 de octubre, que se inspiran en el principio de horizontalidad y en una insistencia en la toma colectiva de decisiones, que a menudo se lleva a cabo en asambleas en las que puede participar todo el mundo.

¿Serán capaces, estos nuevos movimientos de mujeres, de resistir el ataque de la expansión de las relaciones capitalistas? ¿Tendrán poder para responder a los intentos de recolonización de sus tierras y comunidades? Estas preguntas no tienen una respuesta evidente. Lo que está claro, sin embargo, es que en momentos de crisis aguda, cuando los mecanismos de la economía capitalista colapsan, las mujeres dan un paso adelante y, mediante el esfuerzo colectivo, garantizan las formas básicas de reproducción social y derrumban los muros de miedo que encerraban a sus comunidades. Cuando una crisis política y económica se «normaliza», muchas veces la economía alternativa creada por las mujeres se va desmantelando poco a poco, pero siempre deja tras de sí nuevas formas de organización comunal y un horizonte de posibilidades más amplio.

En definitiva, como ha señalado a menudo Raúl Zibechi, en las villas de Argentina, México o Perú, igual que ocurre en las comunidades campesinas / indígenas y afrodescendientes de América Latina, se está gestando un nuevo mundo y una nueva política.

Se trata de un mundo que otorga una nueva vitalidad al tan maltratado concepto de lo común, al tiempo que lo resignifica: no es solo una riqueza a compartir, es un compromiso con el principio de que esta vida que tenemos tiene que ser una vida digna de ser vivida. En su centro, como ha escrito Raquel Gutiérrez, está la reproducción y cuidado de la vida material y la reapropiación de la riqueza producida de forma colectiva, organizada de una forma que es subversiva porque se basa en la posibilidad de «articular la creatividad y la actividad humana para fines autónomos».48

Promotora de un grupo de estudio, investigación y escritura integrado por académicas / activistas de la Universidad Autónoma de Puebla, México, actualmente Gutiérrez es una de las principales promotoras en América Latina de la articulación de las experiencias que he descrito, en toda su capacidad de recuperar las prácticas, conocimientos, valores y visiones sedimentadas por generaciones de comunidades indígenas y su continua producción de nuevos significados y formas de existencia. Su trabajo, al igual que el del grupo de mujeres con las que ha colaborado

Mina Lorena Navarro, Gladys Tzul Tzul, Lucía Linsalata, es parte importante de la lucha, como ejemplo de «común del conocimiento», pues trabajan en el contexto académico; pero de una forma contraria a los principios impuestos por la academia a la producción de conocimiento, debido a su empeño en dar voz a esa poderosa pero casi invisible madeja de afectos y emociones que forman la substancia y el suelo en el que se producen las relaciones comunitarias. Esta clase de trabajo es ahora más indispensable que nunca, en tanto visibiliza cuán arraigadas son las relaciones que generan común en nuestra vida afectiva, cuán esenciales son para nuestra supervivencia y la valorización de nuestra vida, al tiempo que nos da fuerza y coraje ante el ataque más violento y brutal que ha lanzado el capitalismo sobre todas las formas de solidaridad social desde el apogeo de la colonización. Estos trabajos demuestran que el hacer común es un aspecto indispensable de nuestras vidas, uno que no puede destruir la violencia y que siempre vuelve a aparecer en nuestra existencia como una necesidad.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/reencantar-el-mundo-el-feminismo-y-la-politica-de-los-comunes/

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Raquel Yotti: “Hay que llamar a una ciencia feminista”

Por: Núria Jar/SINC

Las científicas del coronavirus, episodio 1: ‘Gestión de una crisis’

Las mujeres han trabajado en primera línea de la pandemia; no obstante, han estado infrarrepresentadas en la toma de decisiones. Una excepción es Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III y experta del comité de coronavirus del Gobierno español. En el primer episodio de esta audioserie, cuenta cómo ha vivido estos meses intensos en los que ella misma ha pasado la covid-19; y reflexiona sobre la necesidad de trabajar por una igualdad de oportunidades “que nos enriquezca a todos”.

Los profesionales de la salud han trabajado sin descanso para atender a las personas enfermas de la covid-19. Tres de cada cuatro profesionales sanitarios son mujeres, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El mismo organismo advierte del alto riesgo de infección, la fatiga, el estrés y la violencia y estigma al que se enfrenta este colectivo, sobre todo ellas.

Solo en España y durante la primera ola, el 76 % de los sanitarios contagiados por COVID-19 fueron mujeres, según recogía un informe del Instituto de Salud Carlos III publicado en mayo.

A pesar de que las sanitarias han vivido la pandemia en primera línea, las mujeres han estado infrarrepresentadas en las posiciones de liderazgo y toma de decisiones, tal y como pone de manifiesto un informe sobre el impacto de género en la pandemia del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Raquel Yotti (Madrid, 1973) es una excepción.

Esta cardióloga ha trabajado casi veinte años de su vida en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, pero ahora le ha tocado enfrentarse a esta crisis sanitaria mundial desde «otra trinchera», como cuenta ella misma. En agosto de 2018, Yotti fue nombrada directora del Instituto de Salud Carlos III y se convirtió en la segunda mujer que ocupa el cargo de responsable del principal organismo público de investigación de biomedicina y salud en España, que depende del Ministerio de Ciencia e Innovación.

“Se nos juntaba el día con la noche todos los días de la semana. No recuerdo en qué momento existió por primera vez un lunes o un domingo, todos los días eran iguales”

“Se nos juntaba el día con la noche, todos los días de la semana —rememora sobre el inicio de la pandemia—. No recuerdo en qué momento existió por primera vez un lunes o un domingo, todos los días eran exactamente iguales”. En la gestión de esta crisis, ella también ha sido una de las expertas del comité de gestión técnica del coronavirus del gobierno español.

En estos meses ha liderado el estudio nacional de seroprevalencia ENE-COVID, cuyos resultados se publicaron en la revista The Lancet; ha fomentado la investigación a través del Fondo COVID-19, dotado con 24 millones de euros; y ha coordinado la respuesta diagnóstica del Sistema Nacional de Salud (SNS) mediante test de PCR, a través del Centro Nacional de Microbiología. No obstante, asegura que siempre ha tenido presentes a sus compañeros de hospital. “El impulso de ponerte la bata y el fonendo y ofrecerte para atender a pacientes yo creo que para cualquier clínico es inevitable”, confiesa.

La covid-19 en primera persona

El primer episodio de la audioserie Las científicas del coronavirus, retratos sonoros de una pandemia está protagonizado por Raquel Yotti. En él habla de cómo ha vivido desde dentro la gestión de la crisis sanitaria en España. Esta entrevista es la única de la audioserie que no se grabó presencialmente, sino por teleconferencia. El día anterior a nuestra cita Raquel ya no pudo asistir al homenaje que brindó el Instituto de Salud Carlos III a su primer director, Rafael Nájera, ya que se encontraba aislada al ser positivo por coronavirus.

Al enfrentarse a la comunicación pública durante la pandemia dice haberle ayudado “pensar que quien estaba al otro lado de esa cámara era uno de mis pacientes o una persona normal que tenía inquietud y quería entender lo que estaba pasando”

“Me siento con mucha empatía con muchas de las personas que han tenido que pasar la enfermedad y que han estado en casa y que a lo mejor hasta han tenido algún momento de preocupación, porque el curso clínico de esta enfermedad es bastante curioso. Parece que uno mejora y luego empeora”, me cuenta desde casa, aislada, a través de la pantalla de su iPad.

En la conversación, Raquel explica que haber vivido la enfermedad en carne propia y el aislamiento de dos semanas le han dado mucho que pensar. “Hay que hacerse consciente del privilegio que supone poder pasar la enfermedad en casa y además tener una red de apoyo. Yo he sido una afortunada tanto desde el punto de vista clínico [no requirió de hospitalización] como de los recursos alrededor”, se sincera con el pudor de quien no es dada a hablar de su vida privada.

Su experiencia clínica con pacientes ha esculpido su capacidad comunicativa, esencial en esta pandemia; por ejemplo, a la hora de comparer serena en Moncloa para dar los resultados de las diferentes rondas del estudio ENE-COVID: “Pensar que quien tenía al otro lado de esa cámara era uno de mis pacientes o una persona normal que tenía inquietud y quería entender lo que estaba pasando” dice haberle ayudado a enfrentarse a una situación que vivió como “excepcional”.

El secretario general del Ministerio de Sanidad, Faustino Blanco, la directora del Centro Nacional de Epidemiología, Marina Pollán y la directora del Instituto de Salud Carlos III, Raquel Yotti, durante una rueda de prensa celebrada el 6 de julio en el Palacio de la Moncloa para dar a conocer las conclusiones del Estudio nacional de seroepidemiología de la infección por SARS-Cov-2 en España. EFE/ Fernando Alvarado

Preocupación por la brecha de género

Días después de la declaración del primer estado de alarma en España, el gobierno aprobó un Real Decreto-ley de medidas urgentes para facilitar la investigación en coronavirus. Desde estudios biológicos del patógeno al desarrollo de pruebas diagnósticas y ensayos clínicos para probar nuevos fármacos. El objetivo era desentrañar las incógnitas de una enfermedad nueva, desconocida por todos, con un presupuesto de 24 millones de euros.

Yotti reclama “una ciencia que no esté hecha por y para unos pocos, sino en la que tengan cabida todas las personas que puedan contribuir, independientemente del género y de otros factores de desigualdad”.

En pocos días, esta convocatoria extraordinaria recibió más de 1.500 propuestas, la mayoría presentadas por hombres. “La pandemia por coronavirus ha acentuado la brecha de género”, admite Yotti, que recurre a los resultados del cuestionario sobre el impacto del confinamiento en investigadores del Ministerio de Ciencia e Innovación para dimensionar el problema. “Esto puede impactar en los currículos de las investigadoras y especialmente de las madres investigadoras, y es algo que realmente no nos deberíamos permitir”, subraya con preocupación.

De cara al futuro, Raquel considera que la ciencia será feminista o no será. Este es su deseo de cara a los próximos años: “Una ciencia que no esté hecha por y para unos pocos, sino en la que tengan cabida todas las personas que puedan contribuir, independientemente del género y otros factores de desigualdad. Actualmente no estamos en esa situación, por eso hay que llamar a una ciencia feminista. Porque el feminismo lo que persigue es alcanzar esta meta de igualdad de oportunidades en la que nos enriquezcamos todos”.

Fuente:

SINC
Fuente e Imagen: https://www.agenciasinc.es/Entrevistas/Raquel-Yotti-Hay-que-llamar-a-una-ciencia-feminista
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