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Entrevista a Marcela Lagarde: «Tenemos que decir no al borrado de mujeres diciendo sí a su existencia legal y protegida»

Entrevista/Autora: Nuria Coronado/Rebelion.org

La Antropóloga, investigadora y activista feminista mexicana, Marcela Lagarde, aborda en esta entrevista cuenta un amplio abanico de temas que van desde su vida privada, el impacto del neoliberalismo en el feminismo, el papel de los hombres y el transactivismo queer, que amenaza con provocar el «borrado de las mujeres».

Antropóloga, investigadora, activista. Catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México y fundadora de la Red de Investigadoras por la Vida y la Libertad de las Mujeres. Feminista. De la voz profunda y clara de María Marcela Lagarde y de los Ríos mana feminismo a raudales y en mayúsculas. Es maestra entre las maestras. Quien dotó de perspectiva de género y de contenido político a la palabra sororidad y la definió como «la complicidad de actuar entre mujeres» y a la lucha feminista como aquella que «no es contra la violencia, sino por la paz«. En esta entrevista a Público habla de todo: de su vida privada, del impacto del neoliberalismo en el feminismo, del papel de los hombres y del transactivismo queer que amenaza con provocar el «borrado de las mujeres».

El barco en el que Marcela Lagarde y de los Ríos navega por la vida se mueve en el océano de la sabiduría. Una manera de ser y de expresarse que le viene de su pasado, «de familia de corsarios del siglo XVIII de la que provengo», ríe. Por eso, entre sus estanterías abarrotadas de libros de los que bebe, resplandecen dos veleros a modo objetos de decoración que muestra como niña con zapatos nuevos en esta entrevista por videollamada. Los mira porque le recuerdan que sin genealogía no hay presente y mucho menos futuro. «Verlos mientras escribo o leo me da nostalgia, me recuerdan de dónde vengo», reconoce.

Ahora, recuperada de una temporada complicada de salud, vuelve a ser ella. «Tuve una intervención muy delicada con trepanación incluida. Suena muy mal la palabra, pero así fue. Salí bien de la operación, pero me puse muy grave. Tuvieron que sacarme coágulos del pulmón. Cuando estaba convaleciente llegó el coronavirus y pasé de estar en la cama confinada por la salud a estarlo en casa por el bicho. Afortunadamente me he ido fortaleciendo. He perdido diez kilos, pero ya no me siento tan frágil. El cuerpo se va adaptando y la mente también, porque tenía dificultades de memoria y de concentración».

Cuidarse como una reina

Estar en su hogar es precisamente el mejor tratamiento que ha podía tener. «Mi casa es mi tesoro, es muy bonita, tengo en ella todo lo que necesito. Aquí ahora estoy aprovechando para hacer todo lo que no puedo hacer normalmente por falta de tiempo. Por eso leo, escucho ópera, veo películas, participo en conferencias en línea y en foros, escribo, cocino…». Todo aquello que no tiene se lo lleva su hija a la puerta. «Ella me deja ahí toda la comida. Quiere preservarme de cualquier contacto. Me cuida así», resalta.

Mientras Lagarde disfruta del autocuidado no se olvida ni un minuto de la situación de las mujeres con la pandemia. «Los derechos humanos de las mujeres y las niñas están todo el tiempo en juego. Contra nosotras siguen pasando cosas terribles. Ahora con el confinamiento ha aumentado la violencia que sucede en las casas». Y pensar en ello la desespera. «Me inquieta pensar que inventamos que hay futuro, que vivimos gracias a que pensamos que vamos a mejorar, y con esta crisis, como con todas, la realidad sigue siendo lo incierto. Esta incertidumbre me tironea bastante y me hace sentir que no hay tanta confianza en el futuro».

Precisamente por eso, porque la «nueva realidad» hace caminar a las mujeres en una cuerda de alambre cada vez más fina y sin red que sostenga la caída, la autora de Cautiverios de las mujeres, replica que el mundo necesita del feminismo como nunca antes. «Se necesita la lucha por la igualdad no solo por la violencia en la que vivimos sino por todo. Como una visión utópica y con ciertas topías. Hay una utopía en constante desarrollo, una aspiración, en la que coexisten las topias reales y lo que hemos conseguido a través de la emancipación del mundo», subraya.

La docente también arenga a la urgencia del tránsito a la nueva normalidad «mediante el reconocimiento social, cultural y político de las propuestas y las realizaciones feministas. Es preciso que se vean los aportes a la teoría del desarrollo de la sociedad y a la democracia hacía la modernidad a través de la crítica radical de las feministas. Una modernidad que, aunque no ha cumplido con su propia utopía, reformula y propicia muchas propuestas para lograr construir la igualdad».

Y es que como esta antropóloga subraya la equidad se ha construido con sangre, sudor y lágrimas. «Todo ha pasado por el debate feminista para después ponerlo en práctica con leyes como las que tiene España o en el resto del mundo. Hemos puesto en el centro del debate lo que es importante. El feminismo ha luchado por lo que es justo, que no es otra cosa que la justicia contra los delitos contra mujeres y niñas porque nos expropian la condición humana desde nuestra condición sexual«.

Gracias a todos estos pasos y a que las mujeres, según la profesora, «cada vez tenemos más agencia e incidencia», estamos en un momento histórico decisivo. “Elaboramos hace años la propuesta de enfrentar la violencia contra mujeres y niñas, otras colegas pusieron la atención en atender a mujeres que ya habían sido víctimas de violencias y pensamos que no bastaba con atenderlas. Queríamos que no hubiera víctimas y enfrentamos la justicia de la impunidad».

Ante este pacto social el sistema patriarcal reacciona aumentando la violencia. «A diario millones de personas con una visión neoliberal contemporánea se esfuerzan en hacernos creer que nada por lo que luchamos es importante. Esa es la respuesta desesperada para ver si nos atemorizan, para ver si nos vamos a cansar y no vamos a continuar. Ante ese incremento de la violencia contamos cada caso, lo documentamos, exigimos justicia porque se trata de personas. Por eso la lucha del feminismo es la cuenta de los siglos porque ese es el tamaño de la profundidad patriarcal«.

La solidaridad social

Lagarde recuerda también otra conquista que ha hecho el movimiento feminista y que ha ido de la mano de movimientos pro derechos civiles y por la salud: el acceso a la salud como uno de los tres pilares para lograr el desarrollo. «Sin salud no podemos hablar de desarrollo, ni de democracia. La salud es un derecho humano que debe ser propiciado por gobiernos nacionales e internacionales. La gente que sobreviva saldrá mejor, pero debemos propiciar una cultura solidaria y el feminismo ha planteado la solidaridad social como un recurso político«.

Esa solidaridad tal y como describe, «se ha sustentado en la sororidad como alternativa a las relaciones misóginas y enemistosas que tenemos las mujeres en la modernidad. La ética de la sororidad, el apoyo mutuo, el reconocimiento, la generosidad y todo aquello que permita que las mujeres compartamos con otros avances, recursos o cualidades para ahorrarnos tiempos y poder potenciar un desarrollo humano y solidario para nosotras».

Y pone dos ejemplos de plena actualidad. «Con la pandemia vivimos un momento crítico porque hay mucha fragilidad. Precisamente por eso no podemos poner en segundo plano la violencia. Somos nosotras quienes debemos estar ojo avizor en los derechos humanos porque si no, quienes queden después de la pandemia, van a estar débiles en derechos humanos y no tendrán cómo enfrentarse a un mundo marcado por el destrozo de la salud de la mayoría de la gente. Si fortalecemos la causa de la erradicación de la violencia tocaremos la urgencia de la salud de las mujeres«.

En segundo lugar, alude a cómo esto repercute a México. «En mi país las personas que se están viendo más afectadas y son más propensas a morir por la covid son quienes tienen menos, quienes por esa pobreza tienen exceso de peso por una mala alimentación, problemas de salud en el páncreas, en el hígado, en el corazón, tienen falta de ejercicio, o viven en la contaminación. Necesitamos cambiar la producción y las relaciones con el medio ambiente, conseguir un planeta verde y de energías renovable. El feminismo tiene que ser la base del paradigma hacía donde vamos«.

¿Dónde están los hombres?

Preguntada sobre los aliados feministas la escritora responde que sin ellos nada es posible. «En la lucha también incluimos la igualdad entre mujeres y hombres para lo que propiciamos el respeto a la dignidad de ambos. El respeto como actitud de convivencia en el mundo que no es necesariamente ni sexual ni amoroso. Es la relación en muchos espacios con funciones múltiples. Tenemos que hacer penetrar la igualdad en la diversidad social de hombres y mujeres para generar la economía, la cultura, la vida social en positivo. Es imprescindible ahora, pero siempre lo ha sido que, en los tiempos patriarcales, nuestro objetivo sea erradicar el patriarcado del nudo, porque ese es el tamaño de la utopía«.

Además, pide «que los hombres que son violentos sean tratados como delincuentes en el marco normativo a través de las leyes que erradiquen y prevengan todas las violencias”. También en que unas y otros nos unamos. «Necesitamos articularnos. Esa es la manera de acabar más rápido con la violencia. Mientras más propiciemos una visión compensativa de la violencia las victimas acudirán antes a buscar apoyo y nosotras podremos ayudarlas».

El caballo de Troya queer

Otra de las preocupaciones de esta académica es la que tiene que ver con el movimiento queer. «Todo esto me apena mucho porque contrapone los avances que tanto nos han costado lograr a las mujeres».

Y pone una fecha al origen del transactivismo y del borrado de las mujeres que este movimiento neoliberal pretende. «El principio de todo ello se ubica como parte de un quiebre que hubo en el movimiento hace 30 años. En aquellos momentos algunas lesbianas se retiraron de las organizaciones feministas y fueron a militar a organizaciones LGTBI sin vínculos con el feminismo. Fueron mujeres huérfanas del feminismo, generaciones de mujeres muy comprometidas que no reconocieron su tradición política. De ahí a lo queer solo hay un paso«.

Por ello anima a vencer a este caballo de Troya a través de la recuperación de la tradición feminista. «Es la más importante aportación de las mujeres como género a la cultura. Así de transcendental es el feminismo. Es la más importante obra creativa de mujeres críticas con el movimiento para mejorar el mundo«.

Una obra que no se aprende en un abrir y cerrar de ojos, pero es clave para ser arrastradas por el falso modernismo de lo queer. «La primavera no la hace una flor. Hay que ir a las universidades, asistir a foros, leer a Celia Amorós o a Amelia Valcárcel. A tantas que explican claramente todo. Al aprender del origen de los movimientos se adquiere una gran riqueza en la vida personal porque permite enunciar a cada quien como lo que es. Es hacer que nos reconozcamos como lo que somos en esencia».

Por eso recalca algo que ha percibido sobre todo en estos últimos meses: «he visto y palpado una necesidad grandísima de reconocer y conocer el feminismo entre cada vez más mujeres que quieren nombrarse como tal. La expresión de grupos solo puede ser disminuida en el afán por eliminar a las mujeres como el sujeto del feminismo, y eso es lo que quieren eliminar en nosotras con lo queer. Y nosotras decimos que no. El primer paso a ese no, empieza por el sí a nosotras mismas. Ese no borrar a las mujeres es el sí a la existencia legal y protegida de las mujeres«.

Esta respetada feminista acaba lanzando un mensaje al transactivismo. «El feminismo es lo único que puede eliminar la orfandad patriarcal. No somos huérfanas, tenemos genealogías, no somos seres de la diversidad, somos las mujeres. No usaremos el supremacismo peso si la condición universal de nuestro género por el hecho de ser mujeres. Hay que pensar y colocarnos desde ahí para salvar todo. No solo somos seres de la diferencia. Somos seres humanos, somos las mujeres en plural. Espero que reflexionemos juntas y logremos al fin nuestros derechos humanos», finaliza.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/marcela-lagarde-tenemos-que-decir-no-al-borrado-de-mujeres-diciendo-si-a-su-existencia-legal-y-protegida/
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Facebook busca educar a 15,000 mujeres en educación financiera

Noticia/30 Julio 2020/expasion.mx

La quinta edición del programa Ella Hace Historia, impulsado por la tecnológica Facebook, se enfocará en brindar herramientas de educación financiera a mujeres empresarias.

Facebook lanzó la quinta edición del programa Ella Hace Historia, una serie de contenidos educativos que este año se enfocará en educar a mujeres en temas financieros y de acceso a capital para sus empresas, con ésta busca impactar a 15,000 mujeres al cierre de 2020.

“Nos hemos dado cuenta que hay un tema fundamental en el tema de poder emprender en México, y hay muchas más brechas de conocimiento con las mujeres, uno de ellos es el tema de educación financiera. Por ello en esta edición no vamos a hablar de herramientas de Facebook, si no de herramientas financieras, una de las barreras que se está enfrentando, más en épocas de crisis”, comentó Adriana Peón, directora comercial en Facebook México.

Las cuatro pasadas ediciones del programa, que ha operado en México desde 2017, se habían enfocado a dar contenidos en marketing digital y herramientas digitales; sin embargo, la fuerza con la que la crisis económica actual está impactando a las empresas lideradas por mujeres y a la población laboral femenina llevó a la empresa, y a sus socios en este programa, CREA y Mujer Emprende, a enfocar los contenidos del curso en educación financiera.

En lo que va de la pandemia en México, las mujeres entre 15 y 29 años de edad, que trabajan en una microempresa de servicios son el perfil que más ha perdido el empleo, según datos de Coneval. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), durante la crisis generada por el COVID-19, las empresas lideradas por mujeres han sufrido 7% más afectaciones que las lideradas por hombres, y al hacer zoom en México, este porcentaje puede irse hasta 15%.

Peón explicó que el curso consta de 10 módulos, que abordan temas como finanzas personales y herramientas financieras para definir precios y para llevar un negocio, hasta formas para levantar capital. El contenido de la currícula fue diseñado por Value for Women y Pearl Consulting, consultoras especializadas en iniciativas con perspectiva de género.

Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación acompañó el lanzamiento de este programa y dijo que la fortaleza y el talento no son exclusivos del género y que las mujeres son pieza fundamental de la reactivación económica nacional.

“Las mujeres no necesitamos favores, solamente oportunidades equitativas… somos nosotras, mujeres de México, las que venceremos las circunstancias sumando carácter y capacidad a las nuevas herramientas digitales”, dijo la Secretaria a través de un comunicado.

El programa Ella Hace Historia está vigente desde 2016, aunque a México llegó en el 2017, y ha beneficiado a 600,000 mujeres en 30 países, en México se ha impactado a 21,600 mujeres al corte de 2019. El curso estará disponible de manera gratuita a través de esta página.

Fuente: https://expansion.mx/tecnologia/2020/07/28/facebook-busca-educar-a-15-000-mujeres-en-educacion-financiera

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Divulgan reporte sobre matrimonios infantiles en Pakistán

Asia/Pakistán/30 Julio 202o/prensa-latina.cu

Más de un cuarto (28 por ciento) de las mujeres en Pakistán se casan antes de cumplir los 18 años de edad, divulgó hoy aquí un informe sobre los matrimonios infantiles.
Los hallazgos forman parte de la investigación ‘Mujeres jóvenes en Pakistán: Informe sobre la situación en 2020’, que publicó la organización ONU Mujeres y la Comisión Nacional de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, reflejó el portal Geo News.

Según el reporte, el 16 por ciento de las jóvenes pakistaníes se convirtieron en madres antes de los 18 años. En tanto, alrededor del 48 por ciento de las mujeres entre 15 y 24 años de edad no tenían educación, empleo o formación, en comparación con el 7,0 por ciento de los hombres.

Asimismo, menos del 2,0 por ciento de las mujeres jóvenes son propietarias de activos físicos, mientras que sólo el 3,0 por ciento de todas las mujeres jóvenes (casadas o solteras) poseía tierras agrícolas y un 2,0 por ciento era dueña de una casa.

En cuanto a la toma de decisiones y el empoderamiento, sólo el 24 por ciento de las mujeres jóvenes toman decisiones sobre su educación y empleo.

Sobre el matrimonio, sólo el 1,0 por ciento podía decidir sobre su matrimonio, mientras que el 16 por ciento era consultado por la familia.

Se constató que una cuarta parte de las mujeres jóvenes necesitan permiso para buscar atención médica y menos de un tercio puede decidir sobre la compra de alimentos y ropa.

El 49 por ciento de las mujeres casadas empleadas reportó tener control sobre sus ingresos en efectivo, mientras solamente el 9,0 por ciento tiene voz en cómo se utilizan los ingresos del cónyuge.

De las mujeres jóvenes casadas, el 29 por ciento informó que experimentan comportamientos de control por parte de sus maridos.

Por otro lado, el 44 por ciento de las mujeres y los hombres jóvenes casados no veían ningún daño en el maltrato de las esposas.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=385103&SEO=divulgan-reporte-sobre-matrimonios-infantiles-en-pakistan
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De la agricultura al empoderamiento femenino

Reseñas/30 Julio 2020/Autor: M Niaz Asadullah/elpais.com

Las mujeres están sobrerrepresentadas en el trabajo no remunerado, y están infrarrepresentadas en la fuerza laboral. Sin embargo, existe un sector del que las mujeres se están adueñando: el agrícola

El registro histórico de Asia meridional con respecto a la igualdad de género es débil, por decir lo menos. La región tiene la tasa más alta del mundo de matrimonio infantil, y la violencia doméstica contra las mujeres es generalizada. Las mujeres están sobrerrepresentadas en el trabajo no remunerado, y están infrarrepresentadas en la fuerza laboral, incluso esto ocurre en países como Sri Lanka, que ha hecho grandes inversiones en la escolarización de las niñas. Sin embargo, existe un sector del que las mujeres se están adueñando: el agrícola. Esta es una oportunidad para el empoderamiento económico de las mujeres que no se debe desaprovechar.

A medida que se desarrollan las economías del Asia meridional, los hombres van cada vez con más frecuencia tras conseguir empleo en la industria manufacturera (o conseguir empleo en el extranjero), dejando a las mujeres como responsables de una proporción cada vez mayor de la mano de obra agrícola. En Bangladés, Bután, India, Nepal y Pakistán, la proporción de mujeres económicamente activas que trabajan en la agricultura oscila en la actualidad entre el 60% y el 98%. En cada uno de los sectores agrícolas de estos países, las mujeres superan en número a los hombres.

Se produjo un cambio parecido en algunos países de ingresos altos durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando los hombres partieron al campo de batalla, las mujeres ocuparon los puestos de trabajo civiles que quedaron vacantes, incluyendo aquellos en la agricultura. En Estados Unidos, por ejemplo, la proporción de trabajadoras agrícolas dio un salto desde el 8% en 1940 al 22,4% en 1945.

Cuando terminó la guerra, las mujeres no iban a volver simplemente al status quo anterior a la guerra. En algunos sectores, especialmente en los puestos de mayor cualificación, el shock laboral de la Segunda Guerra Mundial al parecer alteró directa y permanentemente el empleo remunerado de las mujeres. En términos más generales, sin embargo, las mujeres saborearon la libertad económica y personal que proporciona el empleo, adquirieron habilidades comercializables y demostraron el valor de sus capacidades. La experiencia de las mujeres en tiempos de guerra, consiguientemente, proporcionó un poderoso impulso al movimiento a favor de la igualdad de género.

¿Tendrá un efecto similar la feminización de la agricultura en las economías en transición de Asia? No se puede garantizar que así será. La evidencia muestra que una mayor presencia femenina en la agricultura no contribuye necesariamente al empoderamiento socioeconómico de las mujeres.

De hecho, incluso cuando las mujeres asumen más deberes agrícolas, su poder de decisión sigue siendo limitado. En Bangladés, la revolución de las micro-finanzas y los programas de capacitación dirigidos por las ONG han permitido que miles de mujeres de las zonas rurales se conviertan en trabajadoras de primera línea e incluso que inicien sus propias pequeñas empresas desde la década de 1990. El país es ahora líder en Asia meridional con respecto a la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres. Sin embargo, en la agricultura, las mujeres tienen aproximadamente la mitad del poder que los hombres, medido según variables como la propiedad de los activos y el control sobre los ingresos.

Además, investigaciones realizadas en la India han revelado que la creciente participación de la mujer en la agricultura está fuertemente vinculada a varios indicadores de pobreza. Esto refleja, al menos en parte, el hecho de que el ingreso de las mujeres a la fuerza laboral remunerada no va acompañado de ninguna reducción de su ya pesada carga de trabajo no remunerado. Y, una creciente proporción de mujeres empleadas en el sector agrícola no recibe, en absoluto, remuneración por su trabajo.

Agregue a ese escenario la naturaleza impredecible de la producción agrícola y, como señalaron los investigadores en India: “La feminización de la agricultura puede describirse mejor como la feminización de la angustia agraria”. En el Estado indio de Maharashtra, las crecientes deudas han llevado durante los últimos cuatro años a que se duplique el número de suicidios entre mujeres agricultoras.

Por el contrario, mis colegas y yo hallamos que, entre las mujeres de las zonas rurales de Bangladés, el empoderamiento —que se muestra, por ejemplo, en la capacidad de influir en las decisiones de compra y de unirse a asociaciones voluntarias— contribuyó sustancialmente a su sentimiento de satisfacción con la vida, independientemente de la situación económica. Como Amartya Sen en una ocasión escribió: “Las vidas que las mujeres salvan mediante un albedrío más empoderado, sin duda, incluirán las suyas propias”.

Entonces, ¿cómo pueden los gobiernos de Asia meridional traducir la creciente participación femenina en la agricultura en un verdadero empoderamiento?

Uno de los enfoques se centra en los ingresos obtenidos fuera del hogar. Los datos de las zonas rurales de Bangladés indican que no es el empleo remunerado per se el que aumenta la autonomía de las mujeres agricultoras, sino más bien el empleo afuera de las granjas agrícolas de sus maridos.

Sin embargo, el hecho es que la mayoría de las mujeres que trabajan en la agricultura en el Asia meridional lo hacen en granjas familiares, donde no pueden obtener un ingreso independiente (o, en muchos casos, ningún ingreso en absoluto). Una forma de abordar esto podría ser promover las exportaciones de productos agrícolas de alto valor agregado, como por ejemplo mariscos. La formalización del proceso de producción podría fomentar la monetización de la mano de obra femenina y mejorar las condiciones de trabajo, como lo hizo en muchas economías emergentes de Asia la fabricación orientada a la exportación de prendas de vestir, textiles y calzados.

La tecnología también puede ayudar inclusive permitiendo que las mujeres eludan barreras arraigadas en normas sociales. Por ejemplo, a pesar de que las mujeres bangladesíes son quienes hacen más en las granjas, ellas están tradicionalmente excluidas de la acuicultura. Sin embargo, las redes de enmalle de bajo costo del proyecto Aquaculture for Income and Nutrition que es financiado por USAID han hecho posible que las mujeres bangladesíes pesquen de manera rápida y fácil en pequeños estanques locales, de forma que ellas no tengan que competir con los hombres por obtener acceso a fuentes de pesca más grandes.

Del mismo modo, la tecnología digital puede mejorar la capacidad de las mujeres para vender sus productos. En muchos lugares, las mujeres están excluidas de los mercados, y un miembro masculino de la familia debe estar presente para la venta de las cosechas; esto no ocurriría en el caso de ventas en línea. Los gobiernos deberían apoyar el desarrollo y la difusión de tales tecnologías, que también podrían permitir a las mujeres ejercer más poder adquisitivo, como por ejemplo, sobre los insumos agrícolas.

Otro elemento de crucial importancia dentro una estrategia eficaz para empoderar a las mujeres en el sector agrícola del Asia meridional es la reducción de la mano de obra no remunerada de la que son responsables. Ir tras la consecución de este objetivo es complicado, habida cuenta que en las sociedades patriarcales las intervenciones que empoderan a las mujeres a expensas de los miembros masculinos de la familia con seguridad provocarían una resistencia formidable. Sin embargo, esquemas de mejora de la productividad, como por ejemplo Biotech-KISAN, pueden ayudar a allanar el camino para una distribución más equitativa de las tareas domésticas.

La antropóloga Penny van Esterik en una ocasión escribió: “Las mujeres son vulnerables y poderosas —victimizadas y empoderadas— a través de la comida”. Con las políticas correctas y el uso eficaz de la tecnología, podemos inclinar la balanza en la dirección correcta.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/21/planeta_futuro/1595344689_534727.html

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Entrevista a Silvia Federici: “Para realizar un cambio se debe colocar la vida en el centro”

Entrevistas/23 Julio 2020/rebelion.org

16 jul, CI.- La pandemia de la Covid-19 ha provocado muchas reflexiones sobre las estrategias de salida a la crisis. Mientras que muchos abogan por un «retorno a la normalidad» y un regreso al crecimiento sin cuestionar los puntos ciegos del sistema económico dominante, ciertas perspectivas más radicales proponen salir del «capitalismo patriarcal».

La teórica y feminista marxista Silvia Federici compartió sus ideas sobre el actual momento en un seminario web correspondiente a un proyecto de investigación sobre sociedades de postcrecimiento, adscrito al Centro de Investigación sobre Innovaciones y Transformaciones Sociales de la Escuela de Innovación Social Elisabeth-Bruyere de la Universidad de Saint Paul, en Ottawa (Canadá). Colombia Informa publica una traducción al español editada de este seminario* que exploró formas de construir una sociedad más allá del crecimiento, del capitalismo, del colonialismo y del patriarcado.

La reproducción social, los bienes comunes, la relación con el cuerpo y el territorio fueron los diferentes temas abordados en este intercambio con una de las intelectuales críticas más relevantes de nuestro tiempo.

Silvia Federici es profesora emérita de la Universidad Hofstra en el Estado de Nueva York. Miembro fundador del Colectivo Internacional Feminista en la década de 1970. Fue una de las activistas detrás de la campaña Salario para el trabajo doméstico, que continúa alimentando las luchas contemporáneas contra la invisibilización del trabajo de las mujeres. Es autora de varios libros como Revolution at Point Zero, Tareas domésticas, reproducción y lucha feminista (2012), Calibán y la bruja (2014), Reencantar el mundo, Feminism and the Politics of the Commons (2018), Le capitalisme patriarcal (2019) y Beyond the Periphery of the Skin: Rethinking, Remaking, and Reclaiming the Body in Contemporary Capitalism (2020).

Escuela de Innovación Social: En sus últimos libros Reencantar el mundo y Más allá de la periferia de la piel ha hablado del tema del “postcapitalismo” bajo el lente de la visión de reproducción social. ¿Nos podría compartir qué significa postcapitalismo?

Silvia Federici: Creo que es importante poner en contexto la pregunta del tipo de transformación que necesitamos. Ojalá la crisis actual, esta pandemia, sea una oportunidad histórica, un momento fundamental de toma de conciencia. El sistema social actual, de manera sistemática, devalúa la vida humana y devalúa toda forma de vida en general. Nos lleva a un ciclo infinito de crisis. Esa crisis tiene una dimensión global que está afectando todas las esferas de la vida. Ojalá sea un punto de inflexión. Estamos en un punto que no permite el retorno a la normalidad en la cual estábamos. Es un momento crítico para todo las personas en este planeta. La Covid-19 ha puesto a la luz las crisis que ya estaban y eso es muy importante. Ha hecho que sea visible y que sea inevitable ver una cantidad de crisis que ya existían, incluyendo la crisis de la reproducción por ejemplo.

El hecho de que, sistemáticamente, en los últimos 30 años el sistema sanitario y de salud haya diferenciado poblaciones en distintos grados y en distintas maneras, ha tenido un impacto diferente en muchas partes del mundo. Pero en todas partes estamos ante unos sistemas totalmente desmantelados. Por ejemplo, en Estados Unidos las comunidades racializadas y negras han sido afectadas de manera desmedida por los impactos del desmantelamiento de la salud. El sistema sanitario a nivel global ha sido privatizado.

Paralelamente, hemos presenciado un ataque sistemático al sistema agrícola en los últimos 30 años con monocultivos y agroindustria que han ido en contra de la producción de la comida (la cual es esencial para la reproducción de la vida). La producción de la comida ha sido asimilada al mundo industrial con el uso de químicos y de semillas modificadas genéticamente. Todo eso tiene un impacto directo sobre nuestro sistema corporal, social, inmunitario. Incluso tiene un impacto sobre nuestra capacidad de reproducirnos como especie. Es importante porque tenemos que ver cómo esas crisis se conectan al trabajo.

Y esto nos permite entender la razón por la cual hay tanta gente desempleada que está siendo remplazada por máquinas. Mientras que otros tienen que trabajar más que nunca. Entonces, tenemos de un lado ese desempleo y del otro esa obligación de trabajar más y más. Esta tendencia afecta, especialmente, a las mujeres.

Las mujeres se quieren hoy emancipar a través del trabajo. Pero deben tener dos o tres trabajos para poder tener algún tipo de autonomía económica. Necesitan tener más de un empleo. Es una contradicción fundamental entre la reproducción de la familia y el trabajo. Por eso vemos a los niños y a las personas de la tercera edad en esta situación.

Pero, sin extenderme mucho en este punto porque pienso que muchos de los elementos de esta crisis ustedes los conocen muy bien, ustedes saben que a distintos grados hemos vivido estas consecuencias concretas. Entonces, ¿qué está pasando hoy?

Estamos tomando conciencia de que nuestras vidas están en peligro. Hay una necesidad de cambio estructural. Una necesidad de empezar un cambio social desde la reconstrucción del proceso de reproducción social, ya que la misma lógica del capitalismo está basada en devaluar la vida humana y subsumirla a la acumulación del capital.

Este sistema económico coloca la idea de crecimiento continuo como principio de la explotación de la vida humana. Para realizar un cambio se debe colocar la vida en el centro, lo cual es un lema importante para el movimiento feminista. Poner el “buen vivir” en el centro. Estamos hablando de una sociedad que permita a los individuos y a las colectividades prosperar y que no estén esclavizadas de manera perpetua, haciendo que la riqueza producida beneficie a todos y a todas.

Para eso todos los aspectos de las reproducciones se deben de transformar. Empezando, claramente, con esas actividades centrales al desarrollo de nuestras vidas: el trabajo doméstico, la crianza de los niños, el cuidado a las personas que no son autosuficientes. Pero no es suficiente, debemos de repensar la agricultura y alejarnos del modelo de agricultura actual, que es una producción de la muerte. Si lo pensamos, reproduce carencias y muerte porque se basa en el comercio y en el mercado. Solo beneficia a las personas que tienen los medios para adquirir esta comida y, al mismo tiempo, la producción de esta comida está contaminando el agua y acabando las semillas. Estos químicos están en la tierra, están en el aire y están en nuestros cuerpos.

Cuando compramos comida, no sabemos si nos estamos nutriendo o si nos estamos envenenando. Esta es la situación actual. Comprar comida hoy es un acto de ansiedad. Tenemos que proyectarnos a una transformación fundamental y cultural. Cultural en el sentido de que tenemos que tomar el camino hacia una sociedad que llegue a acabar con esta desconfianza entre nosotros. Una desconfianza que nos ha sido inculcada por todos los medios posibles. Tenemos una relación negativa con el otro. Esta relación es el centro de nuestras riquezas y de la sociedad, al igual que nuestra relación con los animales y con la naturaleza. Esto debe cambiar y tenemos que poner fin al tratamiento barbárico contra los animales.

En el Oeste de Estados Unidos, por ejemplo, son centenares de miles de animales maltratados que morirán porque no hay en este momento suficiente personal para procesar y venderlos en el mercado. A estos animales los van a matar. Es una barbaridad, como toda la industria de la alimentación. Esta industria se construye sobre el sufrimiento. En las fábricas hay hasta 5.000 puercos o pollos que se encuentran encerrados y son alimentados con medicamentos y patógenos. Es un problema bastante grave.

Existe una conexión básica de lo que pasa a nivel ecológico (como la contaminación de los mares) con la destrucción de la agricultura. Cabe resaltar que esa transformación de la agricultura tiene que ver con el desplazamiento forzado de millones de campesinos y campesinas. Olas gigantes de migración. Esta gente no abandona sus tierras o países sin ningún motivo. La gente abandona su país porque le toca, porque sus tierras han sido privatizadas y ese es el motivo fundamental de las olas de migración mundial. Son cambios gigantes y estructurales los que necesitamos plantear.

Uno de los momentos del seminario.

Debemos empezar a pensar en nuestro compromiso en dos niveles. Un nivel es inmediato. Hay necesidades inmediatas que se deben resolver con la ayuda mutua. Necesitamos proteger a la gente que está en peligro inmediato y que se encuentra marginalizada por esta crisis. En el otro nivel, debemos pensar a largo plazo porque una sociedad postcrecimiento, postcapitalista es una sociedad en la cual tenemos que empezar a construir el proceso de producción y reproducción en un sentido amplio. Desde la casa hasta la finca. Incluso hasta la relación con la naturaleza y los animales. Eso supone un esfuerzo colectivo muy fuerte.

Mi trabajo en los últimos años se ha enfocado de manera persistente en el tema de las políticas de los comunes. Entendiendo a los comunes como un principio cultural que se refiere a una sociedad en la cual colectivamente tenemos acceso a los medios de nuestra reproducción. En donde colectivamente tomamos decisiones sobre los medios de reproducción y podemos definir sobre los temas más importantes de nuestras vidas. No siendo unos recipientes pasivos que se encuentran alienados sobre decisiones que se toman arriba. Hemos visto y de hecho tenemos una historia de más de 500 años de actividad del capitalismo que nos dice que tenemos que comprometernos, no solamente como individuos sino como un colectivo que tiene como propósito la reconstrucción del proceso de reproducción social.

Debemos cambiar la relación con los recursos y con las riquezas que estamos produciendo hacia nuestro buen vivir. Poner en el centro de esta colectividad la reproducción. Tenemos que reconstruir la reproducción de una manera más cooperativa sin que nos aisle a cada uno en casa.

Sería bueno decir algo sobre el tema de crecimiento que está muy conectado al tema del consumismo. Existen muchas críticas a los individuos por ser consumistas. Incluso gente pobre que no tiene muchos recursos y que van a gastar lo poco que tienen en comprar cosas. Eso es consecuencia del empobrecimiento que hemos sufrido. El consumismo es la respuesta a ese empobrecimiento social. Las relaciones sociales son tan insatisfactorias que nos hacen sentir como perdedores todos los días. Así es que estas necesidades incumplidas se reflejan en el consumismo. Para sentir algún tipo de poder, se nos ofrece tener la capacidad de comprar cosas.

Si pensamos en una sociedad donde nuestras relaciones sociales con el conjunto de la sociedad fueran completas y nos llenaran, no tendríamos que comprar cinco pares de pantalones para poder rellenar esa falta que sentimos en nuestra relación con el mundo. La mercancía, la “commodity”, se vuelve la manera de rellenar esa falta que sentimos. Eso tiene que ver con el crecimiento, por eso es tan importante mencionarlo.

Se deben amplificar los procesos de reconstrucción de la sociedad junto con nuestra capacidad de cooperación. Obviamente, ya hay muchas personas trabajando y no es que estemos iniciando desde el punto cero. Hay movimientos muy importantes que están trabajando en este momento. Lo que debemos de hacer es conectar nuestras luchas y trabajar juntas. Eso es fundamental, porque esta unión de luchas nos puede dar la capacidad de encontrar nuevas posibilidades para hacer surgir las cosas que queremos.

No se puede afirmar que exista un solo modelo. Es importante citar a los zapatistas: “un no y muchos sí”. Tenemos que tener mucha claridad colectiva en qué es lo que no queremos ver en la sociedad que queremos construir. Una sociedad que no queremos que destruya el planeta y que no sea injusta. Tenemos que reconocer la existencia de muchas trayectorias históricas y muchas luchas.

El Buen Vivir, por ejemplo como lo dicen en América Latina, se puede actualizar de muchas maneras distintas en cada territorio. Ese es el trabajo más creativo. Ver cómo estas luchas y cómo esta reconstrucción colectiva es un trabajo creativo que incluye esa diversidad.

Si no queremos condenar a los niños a un futuro terrible, tenemos que poner atención en lo que está pasando ahora con esta pandemia. Es un signo de alarma que debemos escuchar y tenemos que transformar esta situación con una premisa importante: los que van a determinar la salida de esta pandemia no pueden ser los que nos llevaron a la destrucción de este planeta. No podemos encargarlos a ellos de encontrar las soluciones. Nosotras debemos ser participantes de estas soluciones a la salida de la crisis.

E.I.S.: ¿Cómo podemos aprovechar este contexto para dar pasos hacia una sociedad postcrecimiento sin que la salida de esta pandemia esté totalmente apropiada por la misma élite económica y política que nos llevó ahí?

S.F.: Como venía diciendo, esta pandemia visibiliza una crisis que ya habíamos anunciado. Su existencia es de conocimiento de todos. Por eso hemos visto que las áreas de la sociedad más afectada son las personas que cuidan a las personas de la tercera edad. Hace muchos años que mi trabajo se enfoca hacia el cuidado de este tipo de población. En muchas partes del mundo el tema del cuidado de las personas mayores es terrible. La gente ya se estaba muriendo. La crisis en esta área de la sociedad ya existía. El sistema capitalista se encarga de devaluar sistemáticamente la vida y lo aplica más a unas personas que a otras.

Los mayores de las clases trabajadoras ya no son productivos. Con el neoliberalismo se recortaron los presupuestos y los recursos, sobre todo a las familias trabajadoras. Son los adultos mayores las víctimas centrales de estas políticas. No es un accidente que haya un desastre con los mayores en medio esta crisis de la Covid-19.

Siempre han existido muchos errores en términos de accesos a la salud, a medicamentos. También muchos abusos de parte del personal que atiende a las personas mayores. Estos incurren en abusos. Los hospitales no estaban preparados porque se había tomado la decisión política de no tener los recursos en los hospitales. Por tal motivo faltaron las cosas más necesarias.

Es muy importante que la gente entienda ese elemento. La falta de preparación de la sociedad ante un desastre como esta pandemia tiene que ver con lo que estaba pasando antes. Esto es el resultado de decisiones que se tomaron y nos llevaron a esta situación. Decisiones como afirmar que el derecho a la salud no era tan importante. Entenderlo es lo que nos puede llevar a resolver esta pregunta.

El objetivo principal es dar un salto cualitativo a otro nivel. Si uno ve lo que ha pasado en África, en el Sur asiático, en América Latina en los últimos 30 años, podrá constatar que han existido muchas olas de epidemias. Una tras otra, como resultado de la pobreza económica, el sistema y los ajustes estructurales.

En todo el mundo colonial ha habido una reducción de la calidad de vida. La gente ha sido víctima de muchas epidemias como la meningitis, el cólera, el zika, el ébola. Pero ahora la pandemia es global. Si no entendemos esto, no vamos a estar dispuestos a crear el tipo de movimiento que necesitamos para transformar la vida cotidiana y comprometernos con ese cambio de una manera muy profunda.

¿De qué manera debemos actuar cuando este sistema se ha construido durante siglos y es un sistema que no se va a transformar de la noche a la mañana? En el activismo del presente podemos dar respuesta a las necesidades inmediatas pero es necesario incluir una perspectiva a largo plazo. Debemos incluir una perspectiva de reapropiación de las riquezas sociales, de reclamar y reapropiarse de la tierra, de retomar el control sobre la cadena de producción alimenticia. Y volver a conectar estas luchas. La lucha estudiantil se debe conectar a la lucha del sector salud y juntas se deben conectar con las luchas campesinas.

La destrucción del ecosistema es central. Hoy la lucha social no puede ignorar la destrucción del ecosistema. Cualquier lucha debe tener una dimensión ecológica, ya que es fundamental a la reproducción. Ese sería el primer punto.

El segundo punto es que desde el inicio debemos de empezar a cambiar la manera en la cual vivimos en este mundo. Personalmente, me ha impresionado y lo he escrito en Reencantar Al Mundo (mi último libro) y en otros de mis trabajos, todo lo que he aprendido de las mujeres de América Latina. Específicamente las mujeres que viven en zonas periféricas de las ciudades latinoamericanas como las favelas y todos estos territorios que quedan en los límites de las grandes ciudades. Estas personas han estado ahí desde hace mucho tiempo, enfrentándose a lo que hoy nos estamos enfrentando. Es gente que se desplazó porque les robaron la tierra y hace mucho tiempo se dieron cuenta de que el sistema no tenía nada para ofrecerles.

Claramente, su accionar podría ser entrar en desesperación. Pero no es así. Se organizan colectivamente y en unidad miran cómo seguir negándose a perder. Crean huertas comunitarias, cocinas comunitarias y medios para acceder a la comida. En ese proceso hay un nuevo tejido social que se construye. Esas nuevas relaciones afectivas y de solidaridad son una revolución. Porque ese nuevo poder de este nuevo tejido social le da habilidad a la gente de relacionarse de una nueva manera con el Estado. No como la última línea de la pirámide, sino desde una posición que obliga al Estado a soltar algún tipo de control. Hablemos de comida, de educación, de salud, de agricultura. Sobre todo esto tenemos algo que decir. Sobre lo que pasa en los hospitales tenemos algo que decir. Sobre qué tipo de sistema de salud queremos. Esos son los pasos que debemos dar. No son utopías. No son cosas extraordinarias. Son cosas que podemos hacer y que nos permitirán tener un tipo de control sobre nuestra forma de vivir cotidiana.

*Esta conferencia continúa en una segunda entrega.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/silvia-federici-para-realizar-un-cambio-se-debe-colocar-la-vida-en-el-centro/

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La fábrica de las mujeres protectoras

Reseñas/África/Kenia/23 Julio 2020/elpais.com

En esta empresa textil de Kenia han reorientado su producción para mantener al 100% de su plantilla, casi toda femenina, y producir un bien de primera necesidad: los equipos de protección para los sanitarios que atienden a los enfermos de covid-19

Shona EPZ es una empresa de textil en Nairobi, la capital de Kenia. Con la caída de pedidos debido a la pandemia tuvo que prescindir del 40% de su plantilla, pero sus dirigentes pronto pensaron en cómo reinventarse para mantener todos los puestos de trabajo, la mayoría ocupados por mujeres. La respuesta fue fabricar un bien de primera necesidad en estos momentos de alerta sanitaria: los equipos de protección personal para los profesionales que atienden a los enfermos de covid-19. Hasta la fecha, Kenia ha notificado 14.168 positivos y 250 fallecidos por el nuevo coronavirus. Así les están protegiendo desde esta empresa.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/19/planeta_futuro/1595192663_329142.html

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India: Amistad ‘online’ para supervivientes de violencia machista en la pandemia

Asia/India/23 Julio 2020/elpais.com

En plena cuarentena, un grupo de activistas de India ha organizado unos encuentros digitales para que las mujeres compartan sus experiencias

Sentada en una posición relajada con los brazos abiertos, Singh, pelo negro largo y mirada serena, rompe el silencio para explicar las reglas del juego: “Esta es una comunidad donde las personas son libres, aunque nunca obligadas, para compartir sus experiencias y a escuchar con paciencia, empatía y sin juicio; no es una sesión de terapia, así que si alguien necesita consejos o ayuda legal, por favor que avise al final de la sesión”.

Supreet K. Singh, terapeuta y profesora de yoga, es la facilitadora de SafeCircle. Lanzado un mes después del comienzo del periodo de confinamiento en la India, es un espacio de encuentro virtual pensado para dar apoyo a supervivientes de violencia de género en la pareja y de violencia doméstica (la que puede ser ejercida sobre cualquier miembro de la familia).

A primera hora de la tarde de un viernes de comienzo de junio, nueve personas se han conectado a través de la plataforma Zoom a la tercera sesión del círculo online. Las participantes tienen en su historial experiencias duras, en algunos casos todavía por procesar. La terapeuta sabe muy bien que podría darse el caso de que alguien necesitara acompañamiento una vez el encuentro haya acabado y por eso lo destaca nada más empezar.

Debido a la epidemia de coronavirus, Elsa Marie D’Silva, de la ONG Red Dot Foundation y creadora de Safe City —una plataforma que permite geolocalizar episodios de acoso y abuso sexual en espacios públicos y en la que también trabaja Singh—  empezó a recibir llamadas y mensajes en sus redes sociales por parte de mujeres víctimas de violencia en el entorno doméstico y que pedían ayuda.

Encerradas con sus agresores, en una situación de estrés para todo el mundo y con menor acceso a vías de escape, las mujeres y sus hijos no solo corren más riesgos de padecer episodios de violencias, sino que tienen menos posibilidad de pedir y recibir ayuda. Además de tener en estos momentos una sobrecarga de trabajo, emocional y de curas (de criaturas y personas mayores, por ejemplo), las mujeres representan, también en tiempo de crisis, el grueso del personal que se dedica a los servicios esenciales en el sector sanitario, en la limpieza y en los supermercados, entre otras.

Conscientes de esa situación, las mujeres del equipo de Safe City decidieron ponerse manos a la obra. “Después de organizar seminarios web sobre qué es la violencia de género en la pareja y cuáles son los recursos disponibles, decidimos organizar SafeCircle. Ya que no se puede salir a la calle a pedir ayuda, por lo menos quien la necesite puede sentirse parte de una comunidad donde romper el silencio, encontrar solidaridad y aprender estrategias para salir adelante”, explica vía Zoom Elsa Marie D’Silva.

Nandita Devraj tiene 50 años, vive en Jaipur, es emprendedora del sector textil y consultora de marca personal y medios sociales. En su juventud padeció violencias y acoso por parte de una expareja. A principio de junio se unió al círculo gracias a un artículo que leyó en las redes sociales. “La sociedad culpa a las personas que sufren violencia, y tener un espacio donde se te escuche sin juicio es muy empoderador, hace que sea más fácil abrirse y te permite también tener más claridad, u otra perspectiva, sobre lo que has vivido”, explica en una llamada de WhatsApp después de la sesión.

Los círculos virtuales tienen un valor reconocido también para las expertas. “En todo el mundo faltan espacios seguros para las mujeres y en todo el mundo parece que el patriarcado esté volviendo a coger fuerzas”, apunta Lalitha Kumaramangalam, quien hasta 2017 fue presidenta de la Comisión Nacional para las Mujeres (CNW), la principal entidad gubernamental que se ocupa de estas cuestiones en el país. “En la India, además, todavía se considera normal que un hombre pegue a su mujer y es común que incluso la policía justifique a los agresores y culpe a las que se presenten a denunciar”.

No es fácil para todas las supervivientes acceder a espacios como SafeCircle. Según la información publicada el pasado mes de mayo por la Telecom Regulatory Authority of India de cada 100 personas, 49,78 tienen acceso a Internet, es decir, una de cada dos. Las mujeres son las que menos disponen de él: según lo últimos datos de la Asociación de Internet y Teléfonos de la India (AMAI), solo el 33% de las personas usuarias son mujeres y el dato se reduce al 28% en las zonas rurales.

Las dificultades que tienen las mujeres para pedir ayuda durante el confinamiento y el estigma social se reflejan en las cifras proporcionadas por la Comisión Nacional para las Mujeres. A pesar de que las expertas alertan sobre un aumento de los casos de violencia durante y después del confinamiento, las denuncias recibidas a lo largo de estos meses por la entidad han bajado. “Las denuncias no se pueden hacer cuando las supervivientes están en casa con sus agresores sin tiempo, sin espacios seguros y sin privacidad”, señala Kumaramangalam. Y añade: “Sabemos muy bien que el hecho de que saben que las culparán es una de las principales razones por las que la mayoría de las mujeres que sufren violencias no denuncian y callan; por eso poder tener un espacio donde se te anima a hablar sin culparte es el primer paso y lo que más necesitamos tener aquí en la India para superar el problema”.

Para algunas, el círculo de seguridad ha representado no solo un lugar donde compartir experiencias vividas, sino una especie de catarsis. Es el caso de Tania Echaporia, de 48 años, que también es parte de Safe City. “Aquí es donde por primera vez he podido primero, darme cuenta, y después, hablar de la violencia que mi padre ejercía sobre mi madre. Esto me está ayudando también a construir una relación mejor con ella”.

Tania nunca había pensado en hablar del tema con nadie hasta que llegó al círculo. Y ahora está intentando involucrar a sus conocidas que actualmente están viviendo con sus abusadores y no tienen espacios y tiempo para hablar. Para poder acompañar también a las mujeres que no tengan cómo participar en las sesiones del círculo durante la cuarentena, SafeCity está desarrollando otra iniciativa. Lo llaman WhatsApp bot: enviando un mensaje a un número, recibes las posibles opciones de situaciones que estás viviendo y todos los números para pedir ayuda o consejos (legales, psicológicos etcétera) sin tener que hablar en voz alta.

Las sesiones del círculo virtual tampoco acabarán con el confinamiento: las activistas y las expertas saben que es probable que la violencia de género se dispare cuando acabe la emergencia sanitaria y las mujeres y criaturas salgan libremente, porque entonces los agresores podrían sentir peligrar el control que han estado ejerciendo durante el confinamiento. Otro riesgo es que las mujeres que han perdido el trabajo o pierdan el trabajo con la crisis, y las que hayan renunciado a su puesto para dedicarse a los cuidados, se encuentren ahora más dependientes económicamente de sus parejas y tengan, por lo tanto, más difícil salir de situaciones de violencia. Lalitha Kumaramangalam insiste: “Se necesitan más espacios seguros y servicios para mujeres, no solo en la India, sino en todo el mundo”.

La sesión de esa tarde de junio está a punto de terminar. En las dos horas que ha durado las participantes no solo han compartido sus historias, sino que también han hecho ejercicios de relajación y meditación. Y han dibujado. Mientras, en la pantalla aparece la lista de contactos útiles (policía, ONG asociadas con Safe City que hacen acompañamiento legal y psicológico…) y en el aire permanece la calma tras la última meditación. La facilitadora Supreet lanza una propuesta: “Esta semana haz algo especial para ti y la que viene, vuelve y compártelo”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/14/planeta_futuro/1594730349_227247.html

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