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Las raperas de Mozambique se levantan contra el machismo

África/Mozambique/02 Julio 2020/elpais.com

Muchos sectores de la sociedad mozambiqueña plantan cara a los abusos contra las mujeres utilizando diversos lenguajes. La música es uno de los más eficientes

“La música entra en tu vida sin pedir permiso. De la misma manera que se cuela en tu casa en cualquier momento, entra en tu subconsciente, tanto si quieres como si no quieres y a veces incluso sin que lo sepas” y así es como, según la rapera mozambiqueña Iveth, la música tiene poder para transmitir mensajes de sensibilización importantes. Ella lo ha experimentado, por ejemplo en la lucha contra la violencia de género en su país. “Una de las muchas funciones del hip-hop es la concienciación, transmitir menajes sobre la realidad actual y hacer una crítica social. En Mozambique, uno de los problemas que tenemos es la violencia de género, no solo por motivos culturales, sino también por el machismo enraizado en nuestras instituciones y a un nivel muy profundo. El hip-hop nos da la posibilidad de criticar esa situación, lanzar otro mensaje y favorecer un cambio de comportamiento, en los hombres, en las propias mujeres, y también en las instituciones”, explica esta rapera que, además, es una reconocida abogada.

Para Dama do Bling, “la música permite pasar mensajes de forma sutil”. “Hablamos de sociedades en las que a menudo hay poca escolarización”, añade, “y la música está muy presente. Cuando cantas una canción 50 veces, el mensaje pasa 50 veces mientras cantas y bailas, pero no puedes hacer un discurso 50 veces”, bromea. Esta artista de éxito mozambiqueña también ha puesto su micro al servicio de la lucha contra la violencia de género. Dama do Bling además destaca que el entorno social en el que se desarrolla la música ayuda a ese cambio de actitudes. “A través de la música puedes hacer una actividad en una comunidad remota en la que no solo te estás dirigiendo a las mujeres, sino que tienes delante a las autoridades, al jefe de barrio, los líderes comunitarios… Y que pueden participar en la actividad al margen de su formación. Un hombre, una mujer, un niño, da igual, pueden recibirla de manera transversal”, explica la cantante.

Hace años que desde diferentes perspectivas la sociedad mozambiqueña le ha declarado la guerra a la violencia que sufren las mujeres en el país, desde reformas legales hasta campañas institucionales y, evidentemente, acciones de la sociedad civil que pretenden cambiar conciencias. Las actividades de músicas como Iveth o Dama do Bling se enmarcan en esta estrategia de transformar los pilares más profundos de la sociedad. No han estadísticas claras, pero un estudio del Ministerio Salud y otros organismos oficiales de 2018 señala que el 22% de las mujeres mozambiqueñas de entre 15 y 49 habían sido víctimas de violencia física o sexual en el entorno doméstico y que un 16% la habían sufrido en el último año.

Iveth y Dama do Bling bromean en un hotel de Barcelona, donde han acudido al estreno del documental Woman, dirigido por Raúl de la Fuente y promovido por Medicus Mundi, en el que precisamente se habla de las nuevas formas de combatir la violencia de género en Mozambique. Ambas cantantes son dos de las artistas que muestran su experiencia en el documental y hacen evidente su complicidad mientras explican los motivos de su compromiso. “Muchas de las actividades que yo hago con voluntad de intervención social, son en realidad una respuesta a lo que te ha transmitido la gente que te rodea”, explica Dama do Bling, “porque, en realidad, como artista, nunca sabes cuántas personas han recibido tu mensaje, pero cuando te alguien te para en la calle y te dice que tu música refleja su realidad y lo que ha vivido, te das cuenta del papel de la música”. “Creo que primero, al menos en mi caso, intentas que la música sea el vehículo de tu activismo, para hacer la sensibilización, pero después hay esa segunda vertiente, cuando te das cuenta de que tu música puede generar esa respuesta, es cuando asumes el papel de activista”, resume la cantante.

Ellas, igual que otras artistas en Mozambique han tomado cartas en el asunto y se han comprometido en el cambio de la conciencia colectiva de la sociedad. “Si eres un artista y tienes una legión de fans y son personas para las que tienes autoridad, tú puedes dirigirles, de alguna manera, puede enviarles un mensaje. Nuestro papel como artistas es usar la música para esta transformación, pero no es solo por el tipo de música que hacemos, sino por el tipo de personas que somos. Somos artistas aspiracionales. No podemos cantar una cosa y después comportarnos de manera diferente”, recuerda Dama do Bling.

Esta cantante que lleva más de una década en la música, habla con propiedad del impacto de su música. Su perfil de Twitter es el segundo más popular de Mozambique con más de 170.000 seguidores; son 430.000 los que siguen su perfil de Instagram; y en su canal de YouTube hay vídeos con más de 300 mil visualizaciones.

Ambas son artistas con una enorme credibilidad. “Las músicas son el espejo de la sociedad”, comenta Iveth, “son sensibles a las necesidades de la sociedad. Su trabajo es diagnosticar las dolencias, los excesos y las carencias, como si fuese un médico”. “Para las personas es más fácil identificarse con una persona que sufre o que pasa las mismas necesidades que tú, que vive la misma realidad. Perciben que nosotras vivimos una realidad como la suya, pero los políticos no. Tenemos las mismas dificultades, vivimos las mismas problemas y tenemos las mismas reclamaciones, la ventaja de Iveth es que ella tiene el don de música y la retórica, de expresarlo”.

Pero además estas artistas consideran que el lenguaje musical es especialmente adecuado para desencadenar el cambio. “Si tú me explicas tu historia y yo la convierto en una canción, tú mismo acabarás llorando. La artista tiene la magia de transcender la realidad y contarla de manera que nos toca el corazón. Los políticos no tienen esa magia”, comenta divertida Iveth. “Por eso los políticos intentan usar a los artistas para conseguir entrar en la casa y las cabezas de la gente y sacar votos”, advierte la rapera. “Todas las grandes revoluciones se hicieron con música”, sentencia la activista mozambiqueña, “todos los grandes momentos de la historia tienen su música, pero es que además está presente en los grandes momentos de nuestra vida. El nacimiento tiene una música; los ritos de iniciación, tienen su música; hasta la muerte”.

A pesar de ese compromiso, Iveth reclama los espacios en los que la música es pura diversión. “El hip-hop nació en las discotecas”, defiende la artista, “y después se encontró con la revolución. Porque los que bailaban y cantaban en las discotecas estaban felices allí dentro, pero cuando salían se encontraban con la violencia de la policía y después con los contextos problemáticos en sus casas”. “La vida no es solo revolución. El que vive solo de revolución está frustrado, yo vivo, soy feliz y hay momentos en los que hago la revolución”, asevera riendo Iveth.

Para Dama do Bling, “la música se interpreta como una manifestación artística, como una opinión poética, un sentimiento, de manera que la censura es menor” por lo que se pueden poner sobre la mesa debates controvertidos y argumentos incómodos. “La música que hacemos es, habitualmente, música de intervención social para mujeres que después se extiende. Muchas veces de mujer para mujer, hace que esas mujeres no se sientan solas, que no es un problema que solo es suyo, sino que es social, y de la misma manera que viven la situación juntas, podemos buscar soluciones juntas”, cuenta Dama do Bling. “Las mujeres tienen que ser cantadas, habladas y tienen que sentir que su grito no es solo suyo, que nosotras podemos llevar su mensaje. Creo que la generación de nuestros hijos será mejor que la nuestra en la cuestión de género”, concluye esperanzada la rapera.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/25/planeta_futuro/1593073040_988477.html

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Hiam, la refugiada que se resiste a ser invisible

Reseñas/25 Junio 2020/Autora: Melissa Silva Franco/elpais.com

Hace seis años esta mujer llegó a Arsal, un pueblo fronterizo entre Siria y Líbano. Allí comenzó una batalla en solitario, con un propósito firme: convencer a las familias de que el futuro de las niñas está en las escuelas y no en los matrimonios pactados

Los bombardeos obligaron a Hiam a meter lo que podía en dos maletas, alistar a su hijo pequeño, repartirse el peso con su marido y caminar durante tres días hasta Arsal, un pueblo de Líbano que colinda con Siria. El trayecto no fue fácil, ni barato, por lo que Hiam vendió casi todas sus pertenencias durante el camino.

“Llegué con casi nada, solo con mi carné de identidad”, recuerda esta mujer, mientras prepara un té en la cocina de su casa. Esto ocurrió en 2014, cuando Arsal duplicó su población con la llegada de familias sirias que escapaban de la guerra. En este pueblo vivían alrededor de 37.000 libaneses pero a finales de ese año ya contaba con más de 77.000 nuevos habitantes sirios.

Esta ampliación de la población colapsó el sistema de viviendas, el de sanidad y disminuyó los puestos de trabajo. Por lo que Hiam se encontró en una ciudad con verdaderas dificultades para comenzar una nueva vida.

“Entramos por los caminos verdes desde Siria hasta Arsal y al llegar nos dimos cuenta de que había miles de familias que esperaban conseguir ayuda como nosotros”. Siguió el calvario. Los días se fueron entre largas esperas, colas para adquirir comida y citas para solicitar la protección internacional. Hasta que semanas después, Hiam consiguió que los organismos internacionales le asignaran un lugar en uno de los 117 campos de refugiados que se construyeron en este poblado, de 316 kilómetros cuadrados.

Pero este lugar donde dormir se esfumó a los pocos días. Un cortocircuito en el sistema de alumbrado ocasionó un voraz incendio que consumió más de 50 casas. Hiam y su familia quedaron a salvo, pero las llamas se llevaron lo último que le quedaba como ciudadana siria: el documento de identidad. Desde entonces, Hiam se ha vuelto invisible para el sistema de refugiados en Líbano y el mundo. No tener un carné de identidad le imposibilita legalizar su situación, optar a un trabajo, estudiar y hasta el volver a cruzar la frontera de regreso a Siria. Pero Hiam se resiste a ser invisible.

La lucha por mejorar las condiciones

Ahora, Hiam vive en el campo de refugiados Al-Abra 4 de Arsal. Un espacio de 8.000 metros cuadrados donde se han instalado 160 tiendas de campaña, hechas de lona blanca, poco resistente al frío. Estas condiciones han obligado a las familias sirias a vivir inviernos de extrema dureza, en los que la capa de nieve ha llegado a cubrir hasta dos metros de altura y con temperaturas que han alcanzado los 10 grados bajo cero.

Además, el espacio es mínimo. Cada tienda de acampar mide 4×6 metros, distribuidos entre un salón (que sirve de habitación), una letrina y una cocina. El acceso al agua se da una vez cada dos días, y la electricidad es tan precaria como inconstante. “Aquí vivimos unos 400 sirios. Un 60% somos mujeres, viudas, niños y personas con alguna discapacidad física tras la guerra. No tenemos escuela, tampoco un centro de salud”.

Hiam conoce como nadie este campo. Porque desde que llegó no ha parado de implicarse en la lucha pública, tras toparse con una montaña de problemas que afectan a las mujeres como ella. Por eso, decidió formar parte de cada protesta, organizar las reuniones vecinales, visitar a las organizaciones internacionales y a los políticos locales para exigir una respuesta a la demanda de sus vecinos.

En Al-Abra 4 se creó un comité de refugiados hace cuatro años. Hiam no es solo una de las fundadoras, sino también es la única mujer que forma parte de este grupo. Un hecho poco común en un país en el que la mujer no suele tener acceso a la vida pública, ni mucho menos política.

Najwa Frossine, activista de la League for Lebanese Women’s Rights (LLWR), denuncia que aún existes innumerables barreras para que las mujeres formen parte activa del ámbito público. Frossine denuncia esta situación con un ejemplo claro: “En el Líbano, solo seis de los 128 escaños parlamentarios los ocupan mujeres y, las que están, pueden estar allí porque han heredado el cargo de su padre, marido o familiar masculino fallecido”.

El papel de Hiam en este comité de refugiados es visibilizar las demandas de las mujeres. Una de ellas es el acceso al trabajo. “Las sirias al llegar a Arsal nos encontramos con una realidad muy distinta. En Siria, nosotras teníamos una vida con más comodidades, los maridos tenían sus trabajos, nuestras casas eran nuestros reinos. Pero la guerra acabó con todo y nos trajo hasta aquí, donde no hay empleo para los hombres y a las mujeres nos ha tocado salir a trabajar de lo que sea, sin ningún tipo de protección legal”.

Esta precaria situación ha provocado que muchas de ellas sufran acoso sexual y explotación laboral. Hiam, pese a que no puede acceder a un puesto remunerado, lleva los últimos años recogiendo las denuncias de esta realidad laboral que viven las mujeres para exponerla ante las autoridades locales. Ella es un puente entre las decenas de mujeres refugiadas y el Estado libanés.

“Yo misma sé lo que es ser empleada sin papeles, que se aprovechen. Trabajé en una tienda desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche, me ofrecieron 100 euros al mes que al final ni me pagaron. Pues esto lo tienen que saber las autoridades. Por ello, lo denuncio”.

Las niñas, a la escuela

Pero la punta de lanza en la batalla de Hiam es cambiar el destino de las niñas en los campos de refugiados de Arsal. Ella ha visto como cada vez más familias optan por pactar el matrimonio de sus hijas como una salida de la pobreza y un salvavidas ante la seguridad. “En nuestro campo hay mucha inseguridad, no hay acceso a la escuela y no tenemos dinero. Esto ha hecho que muchas familias estén casando a sus hijas adolescentes para protegerlas de que las violen y porque representan una carga económica”.

Pero la espiral de violencia no termina en el matrimonio. Hiam asegura que algunas de estas adolescentes después sufren agresiones físicas, sexuales y psicológicas por parte de sus maridos. “Es una cadena negativa porque luego quedan embarazadas, y cada vez sus vidas se vuelven más limitadas”. Lona (nombre ficticio) tiene 23 años. Tres hijos. Seis años casada. Cuatro años sufriendo palizas por parte de su esposo. “No le importa violarme delante de los niños. Cuando le va mal en el trabajo, él llega a golpearme. En el médico me han dicho que mi esposo me ha hecho mucho daño en la vagina”.

Esta joven más de una vez ha sido auxiliada por Hiam, quien pese a las constantes amenazas de otros hombres o los consejos de “evitar meterse en asuntos de pareja”, no solo ha intentado intervenir a través del comité de refugiados sino que además ha informado a las autoridades. Para evitar que más niñas y adolescentes vivan el infierno de Lona, Hiam en cuanto se entera de que una familia quiere pactar un matrimonio, visita a los padres para convencerles de que la educación es mejor herramienta. No es una sola visita, Hiam habla con los padres hasta el último momento.

“Con una sola familia que convenza ya el trabajo ha valido la pena. La niña tiene que crecer, la mejor arma son los estudios. Cuando termina sus estudios, esta niña es más consciente, más sabe y más confianza tendrá en sí misma y menos miedo tendrá a los obstáculos”. Otra de las estrategias que ha diseñado es invitar a las autoridades del Ayuntamiento de Arsal a reunirse con las mujeres en el campo. Es así como Rima Krombi, exalcaldesa y actual asesora de los asuntos de las mujeres en el gobierno local ha asistido más de una vez. “Estas reuniones entre mujeres son el lugar donde trasmiten sus experiencias. La poderosa a la vulnerable y la vulnerable revela sus debilidades. Esto hace que la poderosa se sensibilice y lo trasmita a más mujeres” resume la exalcaldesa.

Para estas reuniones, Hiam se esfuerza en encontrar información valiosa para el resto de las mujeres. Por ejemplo, se reúne con médicos para que le expliquen las consecuencias en los cuerpos de las niñas al quedarse embarazadas. Una aliada es la doctora Linda Abdo, quien explica que a su consulta a diario llegan menores de edad casadas con 13 y 14 años. “Pero realmente no es una niña enferma, es una niña casada, embarazada que puede sufrir abortos. Es un embarazo peligroso porque un matrimonio tiene consecuencias físicas y psicológicas graves para estas pacientes. Otra realidad es que a la consulta vienen familias a pedir certificados de salud de estas niñas que quieren casar, pero tengo que denegarlos porque no tienen el cuerpo, ni la salud para un matrimonio”.

Mostrar al mundo

Esta lucha de Hiam, sin sueldo, no solo se extiende en Arsal. Esta refugiada camina a contracorriente para que su vida y la de las mujeres a su alrededor no se diluyan. Es por eso que desde hace más de dos años, ha recibido a distintos medios internacionales para mostrar la vida en Al-Abra4, para que otras refugiadas cuenten sus historias y para exigir a las autoridades que den respuestas. En España, la vida de Hiam será contada en el documental Nisaah, que realizan desde hace dos años organizaciones catalanas como la Associació Catalana per la Pau y la Fundacio Pau i Solidaritat.

“Antes, en este campo, muchos refugiados recibían a los medios con piedras, porque todos estábamos cansados de que nos usaran. Pero con el tiempo he entendido que los medios nos ayudan a mostrar lo que aquí vivimos a países lejanos, y eso, al menos, es una esperanza de no quedarnos tan solas”, dice Hiam.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/16/planeta_futuro/1592305481_389559.html

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42 femicidios han ocurrido durante la cuarentena en Venezuela

América del Sur/ Venezuela/ 23.06.2020/ Fuente: www.laizquierdadiario.com.ve.

 

En el 2020 ya se encuentran registrados 109 casos de femicidios, de los cuales 42 de estos ocurrieron en el periodo de aislamiento social por la crisis sanitaria del Covid19. Para muchas mujeres y niñxs la cuarentena implica estar encerradas las 24 horas con sus agresores.

Esta investigación es realizada por Aimee Zambrano, activista feminista y principal impulsora del Monitor de Femicidios, que surge ante la ausencia de datos oficiales y la preocupación por la realidad de las mujeres en Venezuela.

Desde La Izquierda Diario venimos reproduciendo esta investigación para poder difundir y organizarnos contra la violencia de género ya que entendemos que los sectores más perjudicados somos parte de la clase trabajadora y de los sectores populares.

¿Incrementó el número de femicidios?

Según el informe, en los primero 6 meses del 2019 se registraron 61 femicidios. Este año se registran en el mismo periodo de tiempo 109 casos en total, lo que evidencia un salto. Estas alarmantes cifras indican que ocurren 1 femicidio cada 2 días.
Es importante señalar que toda esta información es recaudada de medios digitales regionales y nacionales y su página de sucesos, es un subregistro de los casos. Por lo que los casos oficiales deben ser más.

Mayo se registran 17 femicidios

Los datos señalan que las edades de las víctimas están entre los 16 y 50 años. La mayoría de esto crímenes de acuerdo el registro, 6 casos fueron realizados con armas de fuego, le sigue las armas blancas con 4 casos y por último asfixia mecánica; estas formas se repiten cada mes. Otro dato a destacar es que 6 de los femicidas eran parejas o exparejas de las víctimas. Y por último entre la victimas 6 de ellas eran madres, de los cuales 6 menores de edad quedaron huérfanos.

Imagenes de UTOPIX

Casos

01/05/20 DISTRITO CAPITAL: femicidio de Omaira María Barros de Rondón de 64 años, ocurrió en su vivienda ubicada en la calle 2 en el sector Armonía Juvenil de la parroquia El Valle, Caracas.

03/05/20 DISTRITO CAPITAL: femicidio de Damaris Alejandra Astudillos Urbina de 21 años, en Los Magallanes de Catia. Laboraba como vendedora y residía con su niña, madre y otros 6 hermanos.

05/05/20 BOLÍVAR: fue hallado el cuerpo de Daniela María Mónaco Sánchez de 30 años por vecinos del sector La Romana en Upata, municipio Piar.

06/05/20 TÁCHIRA: fue hallado el cuerpo de Maritza Elena Cáceres de Barajas, de 39 años en la Carretera Panamericana sector Quebradita. Estaba desaparecida desde el 3 de mayo, deja huérfanos a cuatro hijos.

10/05/20 BOLÍVAR: fue hallada una pareja sin signos vitales a la orilla del río Alto Paragua. Mineros localizaron las víctimas en la orilla del río, no pudieron ser identificadas.

12/05/20 MIRANDA: femicidio de Fanny Cuevas Quintero, asesinada presuntamente por la expareja sentimental de su hija, Gineth Carolina Cuevas Quintero de 27 años, en Las Lomas del sector La Horquilla de Charallave. Ellas habían denunciado al femicida anteriormente.
2/05/20 TRUJILLO: femicidio de Maryuani Suárez de 27 años, obrera, a manos de su marido. Ocurrió en el interior de una residencia ubicada en el sector “Aguas Negras, perteneciente al sector Brisas del Valle, en el municipio Pampán.

15/05/20 MONAGAS: feminicidio de Yaleidys López de 18 años en Aguasay, embarazada en trabajo de parto que debía ser trasladada por complicaciones al Hospital Central de Maturín. El informe médico y salvoconducto fue presentado en la estación de servicio Aguasay, pero no hubo forma de surtir. Ella murió al llegar al Hospital de Maturín.

15/05/20 NUEVA ESPARTA: fue encontrado el cuerpo de Bruhnke Enrike Gertrud de 61 años. Ocurrió en la población El Salado, del municipio Antolín del Campo.

20/05/20 DISTRITO CAPITAL: femicidio de Gloria Estela Martínez Palacios de 70 años, a manos de su hijo (está preso), ocurrió en la calle Las Flores, parroquia La Pastora, en Caracas.

21/05/20 ANZOÁTEGUI: femicidio de Yasmelis Coromoto Alcalá de 47 años a manos de dos sujetos. Ocurrió en Puerto La Cruz, parroquia Pozuelos, municipio Juan Antonio Sotillo.

21/05/20 ZULIA: femicidio de Milexis Gregoria Chourio de 41 años, a manos de su esposo, fue detenido por la comunidad y entregado a una comisión de la policía. Ocurrió en el sector El Cují, parroquia Luis de Vicente.

25/05/20 ARAGUA: femicidio de Veliz Johanna Rodríguez el sector Zamora del municipio Bolívar. Ocurrió cuando miembros de la banda “El Pastillita”, llegaron a la residencia y la asesinaron sin mediar palabras.

25/05/20 TRUJILLO: femicidio de Yuleydy del Carmen Martínez Duarte de 39 años, ocurrió en San Mateo de Sabana Grande de Monay, municipio La Candelaria. La víctima fue localizada en el interior de su habitación.

27/05/20 CARABOBO: Es hallado el cuerpo de Leida Rafaela Arias Benítez de 48 años, abandonado en la urbanización Flor Amarillo de Valencia.

27/05/20 DISTRITO CAPITAL: Es hallado enterrado en el patio de su casa, el cuerpo de Keiderly Morán de 29 años, en Tacagua Vieja, parroquia Sucre, tras haber sido reportada como «desaparecida» por su expareja. Fue asesinada por su expareja.

31/05/20 ARAGUA: femicidio de María Estefani Pantoja Muñoz de 28 años a manos de su expareja. Ocurrió en la urbanización Los Tulipanes, calle A de Palo Negro, municipio Libertador.

La situación de las mujeres y la ausencia de políticas pública

La cantidad reciente de femicidios pone en evidencia la violencia que estamos expuestas las mujeres, esta situación se vuelve más grave por el aislamiento. Si bien, como hemos comentado en varios articulo anteriores la línea 911 esta disponibles para llamar en casos como estos, pero no hay un plan por parte del Gobierno de Maduro para atender las necesidades de todas las mujeres que se encuentran en una situación tan precaria y vulnerable.

El Gobierno ha dejado claro que no le importa la vida de las mujeres imponiendo salarios de hambre, condiciones precarias y a esto debemos sumarle que los hogares de refugio han sido completamente desmantelados, las mujeres que sufren de violencia no tienen actualmente donde acudir.

Frente a esta realidad las mujeres debemos organizarnos para exigir que se reactiven refugios y que posteriores les garantice vivienda a todas aquellas mujeres víctimas de violencia de género, un ingreso igual a la canasta básica indexado según la inflación, que se prohíban los despidos, que se respeten las contracciones colectivas (anulación del Memorando 2792).

Fuente de la noticia: http://www.laizquierdadiario.com.ve/42-femicidios-han-ocurrido-durante-la-cuarentena-en-Venezuela

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Estados Unidos: Gobierno anuncia norma que permite a médicos negarse a hacer abortos y atender a transexuales

América del Norte/Estados Unidos/14-06-2020/Autor(a) y Fuente: www.telemundochicago.com

Desde que llegó a la Casa Blanca en 2017, Trump ha erosionado los derechos del colectivo LGBT, en un gesto hacia su base electoral más conservadora.

El Gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este viernes una norma que permite que los médicos se nieguen a practicar abortos y les autoriza a rechazar cirugías de reasignación de género para los transexuales, lo que hasta ahora era ilegal.

La nueva norma, anunciada por el Departamento de Salud, afecta a los médicos, hospitales y compañías de seguros que reciben fondos federales.

La nueva regulación sustituye a otra norma que había sido aprobada en 2016 por el expresidente Barack Obama, quien por primera vez en la historia incluyó en esta regulación una definición amplia del género, que podía ser «hombre, mujer, ninguno o una combinación de hombre y mujer».

Frente a ello, la iniciativa de Trump considera que el género es «hombre o mujer definido por la biología».

La regulación que aprobó Obama para prohibir la discriminación no llegó a entrar totalmente en vigor porque en diciembre de 2016 fue suspendida por un juez de Texas, por lo que el anuncio de Trump este viernes tiene un gran contenido simbólico y busca satisfacer a su base electoral de la derecha cristiana.

No obstante, la norma de Trump sí otorga protecciones legales a aquellos doctores que se nieguen a atender a pacientes transexuales y que no quieran practicar abortos, con base en sus creencias.

Además, la regulación deja sin protección a aquellos pacientes que no hablan inglés, que ya no tendrán derecho a un traductor.

Asimismo, la norma afecta a las personas con discapacidad que no podrán reclamar al hospital ayuda para acceder a sus instalaciones y, también, perjudica a quienes tienen dificultades para ver y oír porque ya no tendrán derecho a la tecnología necesaria para entender al médico.

Desde que llegó a la Casa Blanca en 2017, Trump ha erosionado los derechos del colectivo LGBT, en un gesto hacia su base electoral más conservadora.

También ha tomado medidas para dificultar el acceso al aborto, como dejar sin fondos públicos a las clínicas de planificación familiar que ofrecen abortos o desvían esos procedimientos a otros especialistas.

Fuente e Imagen: https://www.telemundochicago.com/noticias/la-casa-blanca/gobierno-de-trump-anuncia-norma-que-permite-a-medicos-negarse-a-hacer-abortos-y-atender-a-transexuales/2097310/

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Mundo: ¿Cómo ha impactado la Covid-19 el sector del trabajo doméstico?

Mundo/14-06-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Muchas trabajadoras domésticas se han visto «persuadidas/presionadas a pernoctar en sus lugares de trabajo, manteniéndose alejadas de sus familias y sin el descanso adecuado».

Durante la pandemia del nuevo coronavirus, las mujeres empleadas en el sector del trabajo doméstico han desempeñado una labor crucial dentro de la respuesta a la Covid-19 debido a su rol fundamental en el cuidado de niñas y niños, personas enfermas y dependientes, así como el mantenimiento de los hogares.

No obstante, este importante rol que han desempeñado las sitúa como uno de los principales colectivos más afectados por la crisis.

Un reciente informe realizado por la organización de las Naciones Unidas, ONU Mujeres; la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal); y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), refiere que la situación de especial vulnerabilidad que atraviesan las trabajadoras domésticas en América Latina y el Caribe, se ha debido, entre otras razones, a la precariedad en el empleo que presenta este sector, “caracterizado por bajos salarios y falta de prestaciones sociales para su supervivencia y el sostenimiento de sus familias ante situaciones de despidos o frente a la reducción de sus ingresos”.

Trabajo doméstico en América Latina

En América Latina y el Caribe, entre 11 y 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado. FOTO: ONU MUJERES

La OIT define el trabajo doméstico como “el trabajo realizado en un hogar u hogares, o para los mismos”. De esta forma, reconoce la organización internacional que si bien las tareas consideradas en el trabajo doméstico pueden variar de un país a otro, “principalmente involucran cocinar, limpiar, cuidar de niñas y niños, personas adultas mayores y personas con discapacidades, ocuparse del jardín o de mascotas, realizar compras o conducir el automóvil familiar”.

En América Latina y el Caribe, el mercado laboral se encuentra segmentado y discrimina a las mujeres por ser “responsables de los cuidados”. En este sentido, se concibe al empleo doméstico como una de “las pocas alternativas de empleo precario a la que pueden optar las mujeres que no han podido avanzar en la educación o no han tenido acceso a formación profesional”.

CUT Mujeres Ecuador@CutMujeres

Condiciones de trabajo digno para implica hacer visible la importancia de desnaturalizar la cultura del privilegio que generaliza el aumento de la desigualdad @OITAmericas @ONUMujeres @cepal_onu @EcuadorCut @monka78

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Cifras de la Cepal y la OIT, refieren que en esta región entre 11 y 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 93 por ciento son mujeres. Por tanto, esta alternativa laboral supone en promedio entre el 10,5 y 14,3 por ciento del empleo de las mujeres en la región, “lo que significa que una parte importante de la población activa, especialmente de las mujeres, lo hace en condiciones precarias y sin acceso a la protección social”, refiere el informe.

Por otra parte, más del 77,5 por ciento de las mujeres empleadas en el sector del trabajo doméstico lo hacen en condiciones de informalidad. Mientras, estimaciones de la OIT señalan que un 17,2 por ciento de las personas ocupadas como trabajadoras domésticas son migrantes, siendo un 73,4 por ciento de ellas mujeres.

Esta situación, se ha visto agravada por la propagación de la pandemia del nuevo coronavirus en la región. De acuerdo con la directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, María Noel Vaeza, la Covid-19 ha agudizado las desigualdades y las crisis sistémicas previas, registrándose impactos significativos en las trabajadoras del hogar en particular.

Coronavirus y trabajadoras domésticas

Muchas trabajadoras domésticas se han visto alejadas de sus familias y sin el descanso adecuado. FOTO: ONU MUJERES

Explica el director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, que la crisis derivada de la pandemia de la Covid-19 ha exacerbado las vulnerabilidades y las desigualdades existentes. “Además del fantasma del desempleo, la informalidad, la baja cobertura de la protección social y la falta de contratos escritos en muchos casos les impiden acceder a las ayudas establecidas por los gobiernos”.

Las medidas de restricción impuestas en la mayoría de los países para frenar la pandemia, han incrementado la responsabilidad de los cuidados y el mantenimiento de los hogares, tareas en las que las trabajadoras remuneradas del hogar ocupan un lugar crucial.

Sin embargo, refiere el informe de la Cepal, OIT y ONU Mujeres, que muchas se han visto “persuadidas/presionadas a pernoctar en sus lugares de trabajo, manteniéndose alejadas de sus familias y sin el descanso adecuado”. Mientras, en otros casos, les han cancelado contratos y se les ha reducido el tiempo de trabajo y el pago.

ONUMujeresElSalvador

@onumujeressv

70,4% de las de la región están afectadas por las medidas de cuarentena, la disminución de la actividad económica, desempleo y la reducción de ingresos y salarios.

Conoce más en: http://unwo.men/Y3RS50A5khD 

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Al mismo tiempo, la mayoría de las trabajadoras que sí pueden desplazarse lo hacen empleando el transporte público, lo que las deja expuestas a contraer el virus y a ser potenciales transmisoras dentro de sus hogares. Refiere el documento que “muchas de ellas incurren también en riesgos adicionales asociados con el uso excesivo de productos de limpieza y la realización de compras sin que se les facilite el equipo adecuado de protección para garantizar su seguridad”.

Según estimaciones de la OIT, el 70,4 por ciento de las trabajadoras domésticas están afectadas por las medidas de la cuarentena, por disminución de la actividad económica, desempleo, reducción de las horas o pérdidas de salarios.

CEPAL

@cepal_onu

No podemos volver a la normalidad, el telón de fondo antes del , era la cultura del privilegio. presenta un punto de quiebre respecto a la continuidad del modelo de desarrollo existente, enfatizó @aliciabarcena en evento .

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Ante este escenario, Noel Vaeza asegura que los estados deben “reconocer y proteger sus derechos para que nadie se quede atrás. Tenemos que abrir espacios de diálogo y considerar las propuestas de sus sindicatos como parte de las respuestas a la crisis y estrategias de recuperación socioeconómica que promueven los gobiernos y las instituciones financieras regionales e internacionales».

Recomendaciones para garantizar derechos

Se debe fomentar la formalización del trabajo doméstico y promover sistemas de protección social integrales. FOTO: UN MUJERES

Propone el informe que para abordar los impactos de la Covid-19 en las trabajadoras del sector se deben impulsar medidas para garantizar la retención de empleos en el trabajo doméstico como ampliar y promover las prestaciones por desempleo para trabajadoras domésticas. Así como garantizar transferencias monetarias o subsidios sociales de emergencia.

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La «nueva normalidad» debe reconocer carácter esencial de trabajo doméstico. Se requiere formalización aliada a protección social para dijo hoy @vinciuscp de @OITAmericas en conversatorio virtual con @ONUMujeres y @cepal_onu.

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Paralelamente, se deben elaborar protocolos de salud y seguridad que atiendan las especificidades del sector. Garantizar la cobertura en salud para todas las trabajadoras domésticas. Asegurar que los servicios de cuidados sean considerados prioritarios. Fomentar la formalización del trabajo doméstico y promover sistemas de protección social integrales.3

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/coronavirus-como-impacta-sector-trabajo-domestico-20200612-0050.html#

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“Estoy fallando como investigadora y madre”: la COVID-19 amplía la brecha de género en ciencia

Por: Cristina Sáez

El confinamiento ha puesto al límite a las personas a cargo de niños y familiares dependientes, y las mujeres se llevan la peor parte. También las científicas. Los primeros estudios señalan que ellas están publicando menos y arrancando menos proyectos nuevos que sus colegas hombres.

Hay señales tempranas de que las mujeres científicas, al estar dedicando más tiempo a cuidar y a la educación de los hijos en casa, están publicando menos. / Adobe Stock

“Cuando acabe esto los investigadores sin hijos tendrán escritos dos artículos o un capítulo de libro. Los padres, nuestro nombre con macarrones de colores”, se lamentaba en Twitter el profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Pau Alsina, director de la revista sobre arte, ciencia y tecnología Artnodes.

La crisis del coronavirus está impactando en la vida diaria de millones de personas que cada día deben conjugar teletrabajo, productividad y eficiencia con cuidado de personas dependientes, de niños y escuela en casa; además, a eso hay que sumar tareas domésticas y un extra de cocina, lo que repercute en niveles elevados de cansancio, ansiedad y estrés.

Además de poner sobre la mesa el (poco) valor que se otorga a los cuidados en la sociedad, la situación está exacerbando la desigualdad de género en toda Europa, alertan algunos estudios preliminares

Esa situación, además de poner sobre la mesa el (poco) valor que se otorga a los cuidados en la sociedad, está exacerbando la desigualdad de género en toda Europa, alertan algunos estudios preliminares. Porque, aunque las consecuencias económicas y sociales de la pandemia son peores para aquellos que cuidan, tanto hombres como mujeres, son ellas las que se llevan la peor parte. Y eso está reforzando la brecha de género en todos los ámbitos, también en el de la ciencia y la investigación.

“Mi marido tiene un trabajo totalmente inflexible y se encierra en el despacho de 9 a 6, casi todo el tiempo con teleconferencias. Yo tengo el ordenador en la cocina y tres hijos pequeños que me interrumpen cada cinco minutos porque no entienden alguna cosa de los deberes, tienen hambre o quieren que juegue con ellos. Es imposible concentrarse así para escribir un artículo”, explica a SINC Roni Wright, investigadora posdoc en el laboratorio que dirige Miguel Beato en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona. “Estoy exhausta y me siento desesperada porque estoy fallando como científica y como madre”.

No son casos anecdóticos

El caso de esta investigadora no es aislado. En las redes sociales numerosas académicas, con más o menos humor, están denunciando que esta situación de crisis, con hijos pequeños en casa, está impactando en su investigación, algo que también han observado editores de algunas revistas científicas, que advierten que los envíos de estudios por parte de mujeres se han desplomado, mientras que los de hombres aumentan.

Aunque la mayoría de las revistas no piden a los autores de los trabajos ni a los revisores que identifiquen su género —según han alegado NatureSciencePlosOne y The Lancet a SINC—, recientemente un metaanálisis sobre artículos relacionados con COVID en PubMed mostraba que hay un desequilibrio entre la cantidad de estudios publicados por ambos sexos.

En este sentido, la editorial holandesa Elsevier ha anunciado que emprende un ambicioso análisis para saber el impacto real que el confinamiento está teniendo sobre la tasa de envíos de manuscritos y la actividad de revisión por parte de académicas en todas sus publicaciones.

La editorial holandesa Elsevier ha anunciado que emprende un ambicioso análisis para saber el impacto real que el confinamiento está teniendo sobre la actividad de las académicas en todas sus publicaciones

“Hay señales tempranas de que las mujeres, al estar dedicando más tiempo a cuidar y a la educación de los hijos en casa, están publicando menos, lo que a largo plazo impactará en el desarrollo de su carrera, puesto que la publicación de artículos es la clave para obtener financiación y promoción en la mayoría de ámbitos”, señala la investigadora Bahar Mehmani, que junto a otros tres miembros de PEERE, entre ellos Francisco Grimaldo, de la Universidad de Valencia, llevará a cabo esta empresa.

“Las revistas científicas deberían apoyar ciencia que progresa y eso no ocurrirá a plena capacidad sin introducir diversidad e inclusión”, subraya Mehmani, que explica que el proyecto de Elsevier persigue, por un lado, ayudar a concienciar a la comunidad académica y a los editores sobre esta cuestión; y por otro, empujar a las instituciones académicas, entidades financiadoras y legisladores a considerar este periodo excepcional en sus decisiones.

A falta de conocer los resultados de este proyecto holandés, los primeros análisis realizados muestran que ellas están publicando menos preprints y arrancando menos nuevos proyectos de investigación que ellos.

Menos artículos, menos dinero y oportunidades

La ecóloga de la Universidad de Toronto Megan Frederickson fue una de las primeras en dar la voz de alarma. Revisó los repositorios arXiv y bioRxiv y comparó los nombres de los autores de 36.529 estudios con la base de datos de la seguridad social de los EE UU, que registra nombre y género. Analizó el periodo comprendido entre el 15 de marzo y el 15 de abril de 2019 y 2020, y vio que el número de mujeres autoras había crecido un 2,7 %, en comparación con el 6,4 % de hombres.

Otro estudio posterior halló una tendencia similar: había un decrecimiento en la proporción de envíos de investigadoras autoras y la diferencia era más acusada cuando se trataba de primeras autoras, que suelen ser jóvenes que están empezando su carrera.

“La manera de evaluar a un científico es qué pública y dónde. Eso tiene un impacto enorme a la hora de que le concedan una beca o le den una promoción, o se coloque en el ranquin de investigadores punteros”, remarca Isabelle Vernos

“La brecha de género es muy importante en toda la carrera investigadora, pero sobre todo en las primeras fases en que tienes que despegar, que coincide con cuando tienes niños pequeños”, apunta a SINC Elisa López Álvarez, con dos niños de uno y tres años,  investigadora de ISGlobal que acaba de volver de Sudáfrica de realizar un posdoc en el Centro Desmond Tutu. “Trabajar con ellos en casa es muy difícil y es posible que en seis o siete meses no logre publicar lo que se espera, lo que hará que no obtenga financiación y no consiga mantener el track científico”, se lamenta.

“La manera de evaluar a un científico es qué pública y dónde lo publica. Eso tiene un impacto enorme a la hora de que le concedan una beca o le den una promoción, o se coloque en el ranquin de investigadores punteros”, remarca a SINC Isabelle Vernos, investigadora Icrea en el CRG, quien hasta hace poco presidía el grupo de trabajo de género en el Consejo Europeo de Investigación.

Un estudio más exhaustivo realizado por investigadores canadienses y estadounidenses analizó 307.459 preprints y proyectos enviados por más de 1,3 millones de autores, lograron asignar género al 92 % y comprobaron que durante los meses de marzo y abril menos mujeres habían enviado trabajos a esos servidores en comparación con los dos meses precedentes y ese mismo periodo en 2019.

En fase de supervivencia

Estos resultados se hacen eco de las conclusiones de otros informes que alertan que no solo las mujeres están publicando hasta un 20% menos sino que, además, están participando menos que los hombres en proyectos relacionados con la COVID.

“Mis compañeros están empezando investigaciones nuevas relacionadas con coronavirus. Yo no puedo, estoy en fase de supervivencia, y temo que esto afecte a mi carrera porque estoy dejando pasar oportunidades”, comenta, preocupada, Cristina Villanueva, investigadora asociada del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que compagina el cuidado de sus hijas, de tres y siete años, con su marido.

“En los próximos meses tendremos un montón de artículos firmados por hombres y no por mujeres. Cuando compitan por financiación, por una promoción, habrá diferencia. Las investigadoras están perdiendo competitividad”, señala Staniscuaski

Que cuidar y criar pasa factura a los investigadores y sobre todo a las académicas no es nuevo. Fernanda Staniscuaski, investigadora de la Universidad Federal de Río Grande del Sur (Brasil), impulsó en 2017 un movimiento mundial, Parent in Science (paternidad en ciencia), precisamente para alertar sobre ello.

Un artículo en PNAS reciente mostraba que ambos padres se ven impactados, por supuesto, por la llegada de un hijo, pero en la academia casi el 50 % de las mujeres abandonan sus posiciones STEM tras ser madres, un porcentaje que en el caso de los hombres es del 23 %. Los hombres sufren un impacto, sí, pero no es comparable al de las mujeres”, afirma.

Medidas correctivas

Recientemente, Staniscuaski junto a otras investigadoras alertaba en una carta en Science de la situación de desventaja de las investigadoras durante esta crisis y reclamaba que se tomaran medidas para paliarla. “En los próximos meses tendremos un montón de artículos firmados por hombres y no por mujeres. Cuando esos investigadores compitan por becas, por financiación, por una promoción, habrá diferencia. Las investigadoras están perdiendo competitividad”, señala a SINC.

“La comunidad científica, las agencias financiadoras, tienen que pensar con carácter urgente formas de mitigar ese impacto”, reclama Christian Rutz, catedrático de la Universidad de Saint Andrews (Escocia) y editor sénior de la revista eLife.

“¿Cómo estimar cuántos artículos científicos no ha escrito un padre o una madre durante el confinamiento? ¿Es igual tener uno o dos hijos?”, cuestiona Rutz

“Se deberían permitir permisos por esta falta de oportunidades durante la pandemia en solicitudes de financiación, promoción, premios. Aunque soy consciente de que implementar esas medidas correctivas puede ser increíblemente difícil porque la productividad de los investigadores en condiciones ideales varía de forma natural. ¿Cómo estimar cuántos artículos científicos no ha escrito un padre o una madre durante el confinamiento? ¿Es igual tener uno o dos hijos?”, cuestiona Rutz.

Para Tània Verge, directora de la Unidad de Igualdad de Género de la Universitat Pompeu Fabra, “aunque aún es pronto y hace falta tener más datos para evaluar la situación y poder aplicar ponderaciones, una opción es hacer constar en los currículums la situación familiar, para que sea un indicativo de la productividad y que se tenga en cuenta en las evaluaciones. Los colegios no abrirán como mínimo hasta septiembre, lo que supondrá más de seis meses de parón, un tiempo suficientemente largo como para que tenga efectos importantes”.

Los centros de investigación y las agencias financiadoras también, reclaman los expertos, deberían ser muy flexibles a la hora de conceder extensiones para los proyectos. Habría que negociar los resultados que se esperan de las becas. Y revistas y congresos deberían implementar políticas activas correctivas, para que no haya colectivos infrarrepresentados.

Una acción en favor de la igualdad sería que científicos top explicaran que solo trabajan cinco horas al día porque “están cuidando a sus hijos, en lugar de limitarse a hacer declaraciones reconociendo que las mujeres están en desventaja”, dice Oertelt-Prigione

Porque al final, que las mujeres tengan menos presencia en ciencia no es un problema que les afecte solo a ellas. “Todos los actores del ámbito de la investigación y la ciencia deberían plantearse esta cuestión, porque si solo tenemos un tipo de científicos y un tipo de investigación, corremos el peligro de dejar de lado dimensiones esenciales de la sociedad, posiblemente las más vulnerables”, reflexiona Sabine Oertelt-Prigione, catedrática de género en medicina de la Universidad holandesa de Radboud.

Para esta investigadora, una manera eficiente de romper una lanza en favor de la igualdad y de poner en valor los cuidados sería que también científicos top hicieran público que solo trabajan cinco horas al día porque “el resto del tiempo están cuidando a sus hijos, porque sus parejas trabajan y su carrera es tan importante como la suya, en lugar de limitarse a hacer declaraciones reconociendo que las mujeres están en desventaja”, señala.

“Eso nos reduce a ‘pobres mujeres científicas’. Y yo no soy una pobre mujer científica. El sistema nos empuja a ciertos roles”, concluye.

Fuente e Imagen: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Estoy-fallando-como-investigadora-y-madre-la-COVID-19-amplia-la-brecha-de-genero-en-ciencia

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La ley las protege, los datos las ocultan y ellas callan

Reseñas/Asia/Tailandia/11 Junio 2020/elpais.com

En Tailandia, el estigma social, las tradiciones y la inacción policial mantienen a muchas mujeres víctimas de violencia de género en silencio, mientras que la falta de estadísticas las invisibiliza

Después de romper con su esposo, Saifon trató de comenzar de nuevo. Acabó pagando con su propia vida. La granjera de 21 años de Nakhon Si Thammarat, una ciudad del sur de Tailandia, había comenzado a verse con otro hombre después de que su matrimonio se rompiera seis meses antes. Cuando su celoso exmarido se enteró, la apuñaló hasta la muerte en un brutal ataque que también dejó gravemente herida a su nueva pareja.

Nunca se sabrá con certeza por qué Saifon dejó a su esposo, pero los medios locales sugirieron tras su asesinato que el hecho de que la matara de una manera tan despiadada apunta que estaba tratando de escapar de un hombre violento. En Tailandia este tipo de casos, de hombres que agreden y matan a sus exnovias o exesposas, no son infrecuentes, aunque la magnitud del problema se subestima y rara vez se ha documentado, explican varios expertos sobre la materia en la Revista Internacional de Salud de la Mujer.

La doctora Henriette Jansen, investigadora principal del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) apunta esta falta de datos de violencia contra las mujeres. Hace ya 20 años de la encuesta que las autoridades realizaron para conocer la prevalencia de la violencia de género entre la sociedad. En aquel estudio, el 44% de las mujeres dijeron haber sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja íntima en algún momento de su vida y alrededor del 22% informó de que había sucedido en los últimos 12 meses.

“En Tailandia nunca se ha hecho otra encuesta nacional hasta la fecha y es importante darse cuenta de que es la única forma de obtener información sobre cuál es la proporción de mujeres que experimenta violencia. Todavía usamos viejas tasas de prevalencia para el país”, lamenta Jansen. Y los datos parciales de los que se dispone no arrojan información positiva.

El Ministerio de Justicia comunicó en julio de 2018 que la violencia en el ámbito de la pareja o expareja había ido en aumento año tras año en sus estadísticas. Durante los primeros siete meses de 2018, más de 360 mujeres y niños fueron víctimas de abusos en el hogar en este país de 69 millones de personas. De estos casos, el 83,6% se produjeron solo en el primer trimestre, de enero a marzo.

Los datos más recientes de la Administración Metropolitana de Bangkok, la capital de Tailandia, ciudad de 8,2 millones de habitantes, muestran que 1.115 mujeres fueron víctimas de violencia de género entre octubre de 2018 y septiembre de 2019. El número se obtuvo de 11 hospitales y 68 centros de servicios de salud pública. Del total, el 33,75% de las víctimas estaban casadas y el 18,89% eran novias de sus agresores. No aparecen casos de ninguna exnovia. El 34,98% de las agresiones tuvo lugar en casa y el 27,09% en otros lugares.

Jansen subraya que si se suman los números de casos de violencia de los juzgados, la Policía y los centros de salud, se obtendrá solo la punta del iceberg. “Hace 20 años, la misma encuesta mostró que solo el 1% de las mujeres que había experimentado violencia en la pareja habían acudido a la policía. Los datos de los servicios oficiales no muestran lo que está sucediendo, son una gran subestimación”, advierte. En vista del hecho de que la mayoría no informa sobre la violencia, ella sugiere que no hay duda de que los datos, en realidad, “son mucho más altos”.

El pasado San Valentín, un hombre disparó y mató a su exmujer mientras trabajaba en una clínica de belleza en un centro comercial de Bangkok. La policía dijo que se habían divorciado una semana antes y él se había enfurecido tras ver en las redes sociales que alguien le había regalado un ramo de flores. Otra noticia reciente informaba de un caso en el que un marido celoso asesinó a un policía que había mantenido relaciones con su exesposa y después le cortó el pene y lo arrojó al fuego.

Jaray Singhakowinta, doctor en Filosofía y profesor adjunto de estudios de la sexualidad en la Escuela de Graduados de Lenguaje y Comunicación de Tailandia, dice que los medios locales se apoderan de estas historias y las cuentan de forma sensacionalista, aunque claramente existe un problema.

«Las dificultades económicas de Tailandia durante los últimos años y la creciente insensibilidad de las personas hacia la violencia contribuyen al aumento de los crímenes contra las mujeres», sugiere Singhakowinta. Los datos de la fundación Movimiento Progresista de Hombres y Mujeres (WMP), revelan que de los 623 casos de violencia de género contabilizados en 2018, 384 fueron asesinatos. Según sus estadísticas, además, estas cifras representan un incremento del 35,4% de las agresiones machistas respecto a 2016.

Los valores tradicionales de la familia tailandesa juegan un papel importante en esta situación, pues enfatizan una división clara entre los asuntos públicos y privados, alentando a las mujeres a guardar silencio sobre los problemas en el hogar y con sus parejas para mantener el honor de la familia. Algunos proverbios repetidos con frecuencia, incluso, desaconsejan intervenir en la vida amorosa de otras personas, para evitar que sus intenciones se malinterpreten y se les vea como la persona que intentó destruir la relación cuando la pareja finalmente se reconcilia.

Los valores tradicionales de la familia tailandesa alientan a las mujeres a guardar silencio sobre los problemas en el hogar y con sus parejas para mantener el honor de la familia

Phil Robertson, subdirector de la división de Asia de la organización Human Rights Watch, dice que “la vergüenza, el estigma social y la falta de interés o la capacidad de involucrarse por parte de la policía contribuyen aún más a que las víctimas estén realmente solas para hacer frente al problema y dependen de amigos o familiares para intervenir”.

Se suponía que esta situación cambiaría con la aprobación de la Ley de Víctimas de Violencia Doméstica de 2007 y la modificación del Código Penal. La citada ley comprende 18 secciones, muchas de ellas importantes para las víctimas, los perpetradores y los funcionarios del Gobierno. Por ejemplo, la número cuatro establece que “quien realice cualquier acto de violencia doméstica irá a prisión durante un máximo seis meses, pagará una multa de 6.000 bahts (unos 172 euros), o recibirá ambos castigos”. La sección cinco, por otro lado, señala que una víctima de violencia doméstica o una persona que ha tenido conocimiento de que ha sucedido una agresión, “tendrá el deber de notificarlo a un funcionario competente para que pueda ejecutar esta ley”.

Antes de 2007, la ley penal no incluía la violación conyugal como un delito, por lo que las mujeres no estaban legalmente protegidas contra las agresiones sexuales por parte de su pareja. La violencia que ocurre en la esfera pública o es cometida por un maltratador no familiar, como los ataques sexuales y el acoso, se condena con el Código Penal.

Sin embargo, aunque la policía tiene más poder que antes para actuar, sigue siendo reticente a intervenir. Las leyes pueden haber cambiado, pero las actitudes no. Como resultado, señala Robertson, “los maltratadores y asesinos a menudo se salen con la suya y sus crímenes quedan impunes. Algunos perpetradores, incluso llevan el asunto un paso más allá al afirmar que sus actos violentos no deben ni considerarse delitos”.

Ruengrawee Pichaikul, directora del Instituto de Investigación de Género y Desarrollo de Tailandia, reconoce que el sistema de Justicia que trata con el problema de la violencia de género “está fallando, comenzando por la policía que no la incluye en su lista de delitos prioritarios”. La experta recalca que en el último informe disponible sobre violencia contra las mujeres del Departamento de Asuntos de la Mujer y Desarrollo Familiar, de 2017, “no recoge ningún castigo a un maltratador en las estadísticas”.

De los 30.000 casos que Pichaikul estima que se dan realmente cada año, “el número de informes policiales se reduce a la mitad, y a un menor número de mujeres que buscan justicia en los tribunales, por lo que la impunidad es el principal problema”. Muchos casos, añade, acaban en una mediación entre la víctima y el maltratador.

Como explicó a un medio local en 2019 el coronel Ying Paweena Ekchat, un oficial investigador calificado, menos del 10% de las víctimas de violencia de género solicita el enjuiciamiento. Sittisak Wanachakit, vicepresidente de la Corte de Apelaciones, expresó en el mismo reportaje que por mucho que la ley de protección para las víctimas ya esté en vigor, pocos casos llegan a los tribunales y la mayoría de las personas no tienen ni siquiera acceso a la Justicia.

Katherine Gerson, investigadora para Tailandia de Amnistía Internacional, recuerda que en enero de 2017, “el Gobierno aprobó un proyecto de ley para reemplazar el de 2007”. De aprobarse, tras ser presentado a la Asamblea Legislativa Nacional para su consideración, cubrirá el acoso sexual, proporcionará medidas más integrales para combatir violencia doméstica y brindará una mayor protección a las víctimas.

Pese a los avances, y teniendo en cuenta la aceptación generalizada de la violencia machista entre la ciudadanía y las agencias gubernamentales, Tailandia todavía tiene «un largo camino por recorrer antes de que cese la violencia» contra las mujeres, concluye Robertson de HRW.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/12/planeta_futuro/1589299240_150276.html

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