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La ley las protege, los datos las ocultan y ellas callan

Reseñas/Asia/Tailandia/11 Junio 2020/elpais.com

En Tailandia, el estigma social, las tradiciones y la inacción policial mantienen a muchas mujeres víctimas de violencia de género en silencio, mientras que la falta de estadísticas las invisibiliza

Después de romper con su esposo, Saifon trató de comenzar de nuevo. Acabó pagando con su propia vida. La granjera de 21 años de Nakhon Si Thammarat, una ciudad del sur de Tailandia, había comenzado a verse con otro hombre después de que su matrimonio se rompiera seis meses antes. Cuando su celoso exmarido se enteró, la apuñaló hasta la muerte en un brutal ataque que también dejó gravemente herida a su nueva pareja.

Nunca se sabrá con certeza por qué Saifon dejó a su esposo, pero los medios locales sugirieron tras su asesinato que el hecho de que la matara de una manera tan despiadada apunta que estaba tratando de escapar de un hombre violento. En Tailandia este tipo de casos, de hombres que agreden y matan a sus exnovias o exesposas, no son infrecuentes, aunque la magnitud del problema se subestima y rara vez se ha documentado, explican varios expertos sobre la materia en la Revista Internacional de Salud de la Mujer.

La doctora Henriette Jansen, investigadora principal del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) apunta esta falta de datos de violencia contra las mujeres. Hace ya 20 años de la encuesta que las autoridades realizaron para conocer la prevalencia de la violencia de género entre la sociedad. En aquel estudio, el 44% de las mujeres dijeron haber sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja íntima en algún momento de su vida y alrededor del 22% informó de que había sucedido en los últimos 12 meses.

“En Tailandia nunca se ha hecho otra encuesta nacional hasta la fecha y es importante darse cuenta de que es la única forma de obtener información sobre cuál es la proporción de mujeres que experimenta violencia. Todavía usamos viejas tasas de prevalencia para el país”, lamenta Jansen. Y los datos parciales de los que se dispone no arrojan información positiva.

El Ministerio de Justicia comunicó en julio de 2018 que la violencia en el ámbito de la pareja o expareja había ido en aumento año tras año en sus estadísticas. Durante los primeros siete meses de 2018, más de 360 mujeres y niños fueron víctimas de abusos en el hogar en este país de 69 millones de personas. De estos casos, el 83,6% se produjeron solo en el primer trimestre, de enero a marzo.

Los datos más recientes de la Administración Metropolitana de Bangkok, la capital de Tailandia, ciudad de 8,2 millones de habitantes, muestran que 1.115 mujeres fueron víctimas de violencia de género entre octubre de 2018 y septiembre de 2019. El número se obtuvo de 11 hospitales y 68 centros de servicios de salud pública. Del total, el 33,75% de las víctimas estaban casadas y el 18,89% eran novias de sus agresores. No aparecen casos de ninguna exnovia. El 34,98% de las agresiones tuvo lugar en casa y el 27,09% en otros lugares.

Jansen subraya que si se suman los números de casos de violencia de los juzgados, la Policía y los centros de salud, se obtendrá solo la punta del iceberg. “Hace 20 años, la misma encuesta mostró que solo el 1% de las mujeres que había experimentado violencia en la pareja habían acudido a la policía. Los datos de los servicios oficiales no muestran lo que está sucediendo, son una gran subestimación”, advierte. En vista del hecho de que la mayoría no informa sobre la violencia, ella sugiere que no hay duda de que los datos, en realidad, “son mucho más altos”.

El pasado San Valentín, un hombre disparó y mató a su exmujer mientras trabajaba en una clínica de belleza en un centro comercial de Bangkok. La policía dijo que se habían divorciado una semana antes y él se había enfurecido tras ver en las redes sociales que alguien le había regalado un ramo de flores. Otra noticia reciente informaba de un caso en el que un marido celoso asesinó a un policía que había mantenido relaciones con su exesposa y después le cortó el pene y lo arrojó al fuego.

Jaray Singhakowinta, doctor en Filosofía y profesor adjunto de estudios de la sexualidad en la Escuela de Graduados de Lenguaje y Comunicación de Tailandia, dice que los medios locales se apoderan de estas historias y las cuentan de forma sensacionalista, aunque claramente existe un problema.

«Las dificultades económicas de Tailandia durante los últimos años y la creciente insensibilidad de las personas hacia la violencia contribuyen al aumento de los crímenes contra las mujeres», sugiere Singhakowinta. Los datos de la fundación Movimiento Progresista de Hombres y Mujeres (WMP), revelan que de los 623 casos de violencia de género contabilizados en 2018, 384 fueron asesinatos. Según sus estadísticas, además, estas cifras representan un incremento del 35,4% de las agresiones machistas respecto a 2016.

Los valores tradicionales de la familia tailandesa juegan un papel importante en esta situación, pues enfatizan una división clara entre los asuntos públicos y privados, alentando a las mujeres a guardar silencio sobre los problemas en el hogar y con sus parejas para mantener el honor de la familia. Algunos proverbios repetidos con frecuencia, incluso, desaconsejan intervenir en la vida amorosa de otras personas, para evitar que sus intenciones se malinterpreten y se les vea como la persona que intentó destruir la relación cuando la pareja finalmente se reconcilia.

Los valores tradicionales de la familia tailandesa alientan a las mujeres a guardar silencio sobre los problemas en el hogar y con sus parejas para mantener el honor de la familia

Phil Robertson, subdirector de la división de Asia de la organización Human Rights Watch, dice que “la vergüenza, el estigma social y la falta de interés o la capacidad de involucrarse por parte de la policía contribuyen aún más a que las víctimas estén realmente solas para hacer frente al problema y dependen de amigos o familiares para intervenir”.

Se suponía que esta situación cambiaría con la aprobación de la Ley de Víctimas de Violencia Doméstica de 2007 y la modificación del Código Penal. La citada ley comprende 18 secciones, muchas de ellas importantes para las víctimas, los perpetradores y los funcionarios del Gobierno. Por ejemplo, la número cuatro establece que “quien realice cualquier acto de violencia doméstica irá a prisión durante un máximo seis meses, pagará una multa de 6.000 bahts (unos 172 euros), o recibirá ambos castigos”. La sección cinco, por otro lado, señala que una víctima de violencia doméstica o una persona que ha tenido conocimiento de que ha sucedido una agresión, “tendrá el deber de notificarlo a un funcionario competente para que pueda ejecutar esta ley”.

Antes de 2007, la ley penal no incluía la violación conyugal como un delito, por lo que las mujeres no estaban legalmente protegidas contra las agresiones sexuales por parte de su pareja. La violencia que ocurre en la esfera pública o es cometida por un maltratador no familiar, como los ataques sexuales y el acoso, se condena con el Código Penal.

Sin embargo, aunque la policía tiene más poder que antes para actuar, sigue siendo reticente a intervenir. Las leyes pueden haber cambiado, pero las actitudes no. Como resultado, señala Robertson, “los maltratadores y asesinos a menudo se salen con la suya y sus crímenes quedan impunes. Algunos perpetradores, incluso llevan el asunto un paso más allá al afirmar que sus actos violentos no deben ni considerarse delitos”.

Ruengrawee Pichaikul, directora del Instituto de Investigación de Género y Desarrollo de Tailandia, reconoce que el sistema de Justicia que trata con el problema de la violencia de género “está fallando, comenzando por la policía que no la incluye en su lista de delitos prioritarios”. La experta recalca que en el último informe disponible sobre violencia contra las mujeres del Departamento de Asuntos de la Mujer y Desarrollo Familiar, de 2017, “no recoge ningún castigo a un maltratador en las estadísticas”.

De los 30.000 casos que Pichaikul estima que se dan realmente cada año, “el número de informes policiales se reduce a la mitad, y a un menor número de mujeres que buscan justicia en los tribunales, por lo que la impunidad es el principal problema”. Muchos casos, añade, acaban en una mediación entre la víctima y el maltratador.

Como explicó a un medio local en 2019 el coronel Ying Paweena Ekchat, un oficial investigador calificado, menos del 10% de las víctimas de violencia de género solicita el enjuiciamiento. Sittisak Wanachakit, vicepresidente de la Corte de Apelaciones, expresó en el mismo reportaje que por mucho que la ley de protección para las víctimas ya esté en vigor, pocos casos llegan a los tribunales y la mayoría de las personas no tienen ni siquiera acceso a la Justicia.

Katherine Gerson, investigadora para Tailandia de Amnistía Internacional, recuerda que en enero de 2017, “el Gobierno aprobó un proyecto de ley para reemplazar el de 2007”. De aprobarse, tras ser presentado a la Asamblea Legislativa Nacional para su consideración, cubrirá el acoso sexual, proporcionará medidas más integrales para combatir violencia doméstica y brindará una mayor protección a las víctimas.

Pese a los avances, y teniendo en cuenta la aceptación generalizada de la violencia machista entre la ciudadanía y las agencias gubernamentales, Tailandia todavía tiene «un largo camino por recorrer antes de que cese la violencia» contra las mujeres, concluye Robertson de HRW.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/12/planeta_futuro/1589299240_150276.html

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Entrevista a Marcela Lagarde: “Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial”

Entrevista/11 Junio 2020/Autora: Meritxell Freixas Martorell/eldiariolaeducacion.com

  • La antropóloga feminista Marcela Lagarde y de los Ríos (1948) habla desde su confinamiento en México, donde el coronavirus ya se ha cobrado más de 12.500 vidas y también donde cada día diez mujeres son asesinadas por hombres. Referente del feminismo latinoamericano, Lagarde fue militante del Partido Comunista y luego diputada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Desde el Congreso mexicano impulsó la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007) y, a raíz de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, acuñó el concepto de feminicidio, utilizado hoy en las legislaciones de distintos países.

La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental”, escribía Lagarde en Soledad y Desolación hace dos años, cuando cuarentenas y confinamientos estaban lejos de ser una realidad. Hoy, desde su casa, al otro lado del teléfono, hace balance de lo que la crisis sanitaria global ha supuesto para miles de mujeres del mundo, sobre todo, para las más vulnerables. Convencida de que la humanidad atraviesa un cambio de civilización, apunta los principales ejes del nuevo paradigma que cree que regirá el mundo.

¿Qué ha desvelado la crisis del Covid-19 sobre la realidad que viven las mujeres?

Ha desvelado muchas cosas que se habían vuelto invisibles por el tratamiento que la sociedad les ha dado. La pandemia ha tocado múltiples factores y relaciones vinculadas a la manera de ordenar el espacio privado. La crisis se ha agudizado porque mujeres y hombres estaban organizados por espacios, horarios y calendarios que ahora se han modificado. El mundo privado, la vida cotidiana, de repente ha sido ocupado por los hombres. Estamos en una campaña mundial de confinamiento. Es la fórmula que han encontrado para que no nos contagiemos porque no hay vacuna y no hay cura. Hay que aislar y el mundo adoptó esta forma, pero los gobiernos e instituciones internacionales de salud han dejado a mujeres y hombres que sean ellos mismos quienes gestionen la crisis que se ocasiona con esta presencia renovada de los hombres en el espacio privado.

¿En qué se ha traducido eso?

En lugares como México, India, Brasil y en países donde hay una dominación patriarcal de género intensa, la presencia de los hombres en el espacio privado ha significado un incremento de las llamadas telefónicas de las mujeres en búsqueda de protección. Hay muchas fricciones por el espacio, las normas, quién hace qué. Eso ha evidenciado la crisis del sistema reproductivo, que deja a las mujeres a cargo de la casa, el hogar, el cuidado de niños, niñas, adolescentes, ancianos, enfermos o personas con una discapacidad. Ahora que estamos pasando por la estrechez de la vida cotidiana, se ha comprobado lo que hemos dicho siempre las mujeres: que este es un trabajo fundamental que ha sido invisibilizado siempre, pero que permite el desarrollo y la reproducción misma de la sociedad, la cultura y del poder. Se ha señalado muchísimo esta injusticia y la falta de apoyo de las instancias públicas. Muchas mujeres trabajamos por nuestra cuenta, como emprendedoras o asalariadas por el trabajo del hogar. Además, nos hacemos cargo de la casa y la familia como podemos. En México, por ejemplo, una gran cantidad de mujeres se constituyen en familias monoparentales. Si ellas no trabajan, nadie lleva ingreso y ahí se produce una crisis enorme. En la frontera norte vemos que una gran cantidad de migrantes mexicanas van a Estados Unidos a hacer el trabajo del hogar y regresan a México después de su jornada. Pero ahora, todos estos trabajos se suspendieron y también se suspendieron las industrias en las que trabajan las mujeres, sin entregarles salarios sustitutivos. Tampoco hay una renta básica.

¿Cómo podremos revertir esos efectos del confinamiento en las mujeres?

Tendríamos que tener la claridad de aprovechar esta ola enorme de confinamiento y trastocamiento de las normas de convivencia, sobre todo en el espacio privado, para evitar volver a relaciones que ya conocemos porque las tuvimos en el pasado. Reforzar esta conciencia social nueva sobre el papel de las mujeres en la vida social privada y pública, incluso en la gobernanza. Los 10 mejores gobiernos de esta pandemia son liderados por primeras ministras y presidentas mujeres. Fuera del esencialismo, el análisis es que ellas han estado menos tocadas por esquemas patriarcales y han luchado por los derechos, por la participación, con una sensibilidad distinta y una visión feminista. Gobiernan diferente por eso, no porque sean naturalmente así. No podemos desechar la oportunidad que tenemos: estamos viviendo un gran cambio civilizatorio y para salir de esta crisis hay que sintonizar con todos los sujetos sociales, todas las alternativas progresistas, como la Internacional Progresista que se ha formado tras el llamado de varios intelectuales. Hay que construir una opción de desarrollo humano sustentable, verde y feminista. Tenemos que lograr que la desescalada tenga un sentido humano, que tenga eso que el feminismo siempre ha criticado al humanismo androcéntrico que coloca en el centro al hombre y a los hombres, pero no a la humanidad y a las personas.

La extrema derecha en España ha acusado a las organizaciones feministas, periodistas y convocantes de las manifestaciones del 8M de provocar la propagación de la pandemia. ¿Qué opina?

Las redes que convocaron el 8M no pueden ser acusadas de nada, al contrario. La convocatoria fue para avanzar en la construcción de los derechos humanos y la democracia desde una perspectiva de género. Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial. Me parece desproporcionado, con falta de perspectiva y no científico. No es posible probar eso. No sólo hubo manifestaciones feministas, hubo partidos de fútbol con mucho público, ceremonias religiosas, bodas, misas, gente en las calles y en el transporte público. Necesitamos un esfuerzo de resiliencia y no aceptar las acusaciones gratuitas contra las feministas. Es central discutir cómo hacer que en esta crisis la sociedad sea coadyuvante y no solo víctima. En vez de culpar y acusar a las mujeres de expandir la pandemia, cosa que es falsa, tendríamos que aprovechar la sabiduría del movimiento feminista para integrar el feminismo en la gobernanza democrática, en la participación de la sociedad civil, en la construcción de un planeta verde. Tenemos que enfrentar lo que viene de manera compleja, sostenida, profesional y velando por el interés de las personas, de las comunidades y del pueblo en general. Hay que tratar de que prevalezca la ética. El fin de la pandemia está lejos, pero tenemos el espacio para colocar en el centro del desconfinamiento un debate ético sobre el nuevo paradigma que queremos impulsar.

¿Cómo hacer que los partidos de ultraderecha de todo el mundo no interfieran en la construcción de este nuevo paradigma?

Lo primero es observar que la derecha en el mundo tiene sus centros, su potencia, sus millones en juego, como está sucediendo en Estados Unidos con el neofascista presidente Trump. La gente progresista, las feministas, los ecologistas tenemos que ser conscientes de que ahora es el momento. En marzo se produjo un auge en la ola actual del feminismo en la que participan millones de mujeres y hombres de distintas generaciones que ya se están apropiando de la cultura feminista. Tenemos que difundir esta cultura. Convocar a la resiliencia, a lograr capacidades de restauración, de conservación y de innovación para empoderar el proceso de erradicación de la pandemia. Tenemos que escuchar a los científicos que muestran cómo estamos destruyendo la tierra, los territorios y que eso nos va a llevar a tragedias impensables. La desigualdad enorme que hay en el mundo se cobra vidas con la epidemia con las personas en mayor riesgo, las comunidades más frágiles. Debemos impulsar un sistema internacional, nacional y local del cuidado para tener una orientación de cuidados permanente y no solo para emergencias y que lleve a cuidar, a reparar y a innovar con lenguajes nuevos y acercamientos diversos. […] Las feministas hace tiempo estamos proponiendo como alternativa una economía solidaria, la economía feminista, que pone en el centro a las personas y que busca la calidad de vida, la salud, la educación, y tener mejores condiciones de vida, de trabajo y de convivencia con los hombres sin violencia.

¿Qué nos dejará esta crisis?

De esta crisis tiene que salir algo mejor. Al principio fue resistir, como la canción –“Resistiré”–, pero ahora, además de resistir, nos hemos propuesto transformar el mundo para privilegiar el ecosistema, el patrimonio histórico y cultural y los derechos humanos. Estamos incursionando en un cambio cultural civilizatorio porque por primera vez podemos hablar de una crisis que afecta a todos los territorios del mundo y a todas las personas a la vez, hablar de humanidad. Eso es un cambio paradigmático y exige que seamos capaces de llevar ese nuevo modelo a todos los espacios y que la política se ponga al servicio de construir esa nueva cultura del cuidado propio y de los otros, del medio ambiente, del patrimonio y de todo lo que tiene un valor para nosotros.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/06/10/es-misogino-acusar-a-las-feministas-de-una-pandemia-mundial/
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Opinión: Tres problemas que se acentuarían con un “pin parental”

Por: Sofía García-Bullé

El costo social de restringir el acceso a la educación sexual sería enorme, principalmente para los niños, niñas, víctimas de abuso sexual y la comunidad LGBTQ.

La iniciativa conocida como “pin parental” y presentada en el Congreso del Estado de Nuevo León, México, por el diputado del Partido Encuentro Social, Juan Carlos Leal, se perfila como un propuesta controversial, con el potencial de restringir el derecho a la educación sexual dando poder de veto a las familias.

La iniciativa propone otorgar a las familias control total sobre cómo y cuándo los hijos comenzarían a recibir información de la materia; decidiendo padres y madres de familia, a título personal, lo que consideran temas éticamente y moralmente controvertidos.

En un artículo anterior hemos explicado cómo dicha propuesta puede alterar el delicado balance entre la educación escolar, que representa un derecho básico, y la formación en casa, una primera necesidad para la infancia neolonesa.

Sin embargo, más allá de este balance, si se llegara a aprobar  la iniciativa del pin parental, el impacto que esta tendría sobre minorías sociales como menores de edad, víctimas de abuso sexual, mujeres, niñas y la comunidad LGBTQ, sería enorme.

Tres problemas que se verían agravados con la aprobación del “pin parental” 

1. Detección oportuna del abuso sexual infantil

La educación sexual básica es una herramienta crítica para prevenir y detectar el abuso sexual infantil, como lo sostiene Vicenta Hernández Haddad, psicóloga especialista en educación sexual con 30 años de experiencia. Hernández explica que muchas de las problemáticas que tenemos en México, primer lugar de abuso sexual infantil de acuerdo con la OCDE, tiene que ver con la falta de salud sexual, la cual se deslinda en primera instancia de la escasez de programas de  educación sexual clara y oportuna.

“Muchas veces cuando un menor viene al consultorio por una experiencia de abuso, nos encontramos con que ese niño no sabía los límites que debe haber entre un adulto y un niño”, comenta Hernández Haddad para el periódico La Razón. Hernández reiteró la necesidad de ofrecer recursos educativos sobre el tema inclusive en niveles básicos y no demorar la difícil, pero necesaria, conversación sobre la sexualidad hasta la pubertad o adolescencia.

Parte del problema es que muchos padres y madres de familia deciden hablar de sexualidad con los hijos solo hasta que sus cuerpos se han desarrollado lo suficiente como para ser sexualmente activos. No es común que a los adultos se les ocurra introducir el tema antes, dado que esto los obliga a pensar en la posibilidad de que sus hijos pudieran ser víctimas de abuso a temprana edad. Ninguna madre o padre se sentirían cómodos considerando esta terrible probabilidad.

Pero en un país en el que el 30 % de los agresores de menores son familiares directos y un 13 % adicional son parientes indirectos, la necesidad de una “alfabetización” en materia de educación sexual es imprescindible.  La educación sexual es la primera línea de defensa para combatir estas realidades.  Un estudio del Ministerio Público Tutelar de Buenos Aires, Argentina, reveló que entre el 70 % y 80 % de niños y niñas entre 12 y 14 años solo pudieron comprender que habían sido víctimas de abuso sexual hasta después de recibir clases de Educación Sexual Integral en la escuela.

La Asesora General Tutelar de Buenos Aires, Yael Bendel, enfatizó que fueron los recursos educativos obtenidos en las clases de educación sexual lo que les ayudó a comprender que fueron víctimas, así como abrirles un espacio de confianza en la escuela que les permitió contar lo sucedido.

2. Concientización sobre la salud reproductiva de la mujer y el número de embarazos infantiles y juveniles

Una de las minorías sociales más vulnerables ante la falta de educación sexual son las mujeres. La educación sexual no sólo las protege de la posibilidad de violencia y abuso sexual, sino también de embarazos infantiles, juveniles o no deseados.

El estudio realizado por el Ministerio Público Tutelar de Argentina, también mostró que el 70 % de los menores víctimas de abuso entre 12 y 14 años que acudieron a denunciar eran niñas. En México ocurren 366,000 nacimientos en mujeres menores de 19 años anualmente. El embarazo precoz se califica como de alto riesgo. Las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre las mujeres jóvenes de 15 a 19 años a nivel mundial, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS también reveló que en los países de ingresos bajos y medianos, los bebés de madres menores de 20 años se enfrentan a un riesgo un 50 % superior de mortalidad prenatal o de morir en las primeras semanas de vida, en comparación con los bebés de mujeres mayores de edad, entre los  20 y 29 años.

La educación sexual es clave para reducir estas cifras. Como lo sostiene Margarita Fuster, especialista en ginecología infantojuvenil y directora del Departamento de Ginecología Infantojuvenil de la Maternidad Nacional en Argentina.

“La educación sexual empieza por casa. Los padres deben hablar de sexualidad con sus hijos y deben admitir que el sexo existe en la adolescencia desde edades tempranas. Y también tienen que saber que mientras más informados estén los chicos, más tarde iniciarán las relaciones sexuales y más se cuidarán tanto de un embarazo no deseado como de adquirir una infección de transmisión sexual”, explicó la directora.

La especialista además puntualizó que uno de los principales factores que contribuyen a la alta incidencia de embarazos adolescentes es la negación del mundo adulto de la dimensión sexual en los jóvenes hasta que es imposible evadir el tema. En muchas de esas situaciones, para entonces ya sucedió un embarazo adolescente o una enfermedad de transmisión sexual. Por esto es imperativo una intención educativa que parta de la cooperación entre escuelas y las familias.

3. La invisibilidad de niñxs no heteronormadxs y el acoso escolar

Otro de los sectores más vulnerados por la falta de una educación sexual completa y oportuna, es la comunidad LGBTQ. El acoso escolar con base en la homofobia, es un serio problema a nivel mundial. En México, 61 % de los estudiantes LGBTQ reportan haber sido víctimas de acoso escolar homofóbico en sus escuelas. El 92 % de los estudiantes de la población general han sido agredidos verbalmente debido a su orientación sexual, apariencia física o atuendo.

Si se restringe el acceso a la información sobre la educación sexual más básica, que sería la heteronormada, y se supedita únicamente a las consideraciones de lo que acostumbran en casa las familias, se cerraría la puerta por completo a la enseñanza sobre las relaciones afectivas y manifestaciones de la sexualidad o del género que no entren dentro del espectro heteronormativo.

El golpe para los niñxs y adolescentes que no son heteronormados sería devastador, porque se les negarían los contenidos educativos y la formación tanto ética como emocional, que les ayudaría a comprender si pertenecen a un espectro afectivo, de manifestación de la sexualidad o de género distinto.

Se les negaría, además, el derecho de existir socialmente y definirse a sí mismxs fuera de las estructuras de heteronormatividad. De la misma forma se les negaría a otros niños y niñas el conocimiento necesario para desarrollar empatía, aceptación y la convivencia con sus compañeros de clase no heteronormados.

Si las cifras de acoso escolar con base en la homofobia son altas ahora, estos números perfilan un significativo aumento si la educación sexual básica, y la inclusiva es son una responsabilidad compartida entre familias e instituciones educativas, así como un derecho natural de los niños y adolescentes.

El dictamen para la reforma constitucional que abriría la puerta al pin parental en Nuevo León tenía programado votarse el martes 26 de mayo del presente año, pero se pospuso la votación para la primera semana de junio. Sin embargo, tras un llamado público de la SEGOB a no proceder con la iniciativa, la votación volvió a posponerse hasta nuevo aviso.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/pin-parental-problemas

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Libro(PDF): «Sombras y luces chinescas. Colonialidad y género en China, América Latina y el Caribe»

Reseña: CLACSO

Este libro constituye en sí mismo un acto de traducción cultural entre asiáticas, latinoamericanas y caribeñas. Es, al mismo tiempo, una posibilidad de sanar las propias «cicatrices coloniales» que nos habitan, como las experiencias sororas de las autoras como articuladoras de dos mundos. Fue escrito según la imagen del puente, inspiradas en los coceptos de He y «Buen Vivir», con el deseo de edificar los cimientos de una arquitectura femenina que intenta des-otrificar las relaciones de poder entre Occidente y Oriente basadas «retóricas salvacionistas» y versiones estereotipadas de las mujeres que habitan el Sur Global. Aporta la comprensión de las discusiones sobre colonialidad y género a partir de las narrativas de escritoras de minorías etnicas originarias y artísticas visuales de ambos lados del mundo. Deslenguadas, sus voces plasmadas en poemas, literaturas étnicas, performances, muestran la vitalidad de las experiencias de colonialidad de género/patriarcado que las atraviesan, experimentando las búsquedas de otras vertientes del pensamiento feminista en el «tercer espacio» que surge entre Oriente y Occidente.

Autoras:  Karina Bidaseca. Zhang Jingting.

Alicia Girón. [Presentación]

Editorial/Editor:CLACSO. PUEAA-UNAM.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-605-8

Descarga: Sombras y luces chinescas. Colonialidad y género en China, América Latina y el Caribe

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2126&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1398

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Honduras: Baja el contagio, pero no la violencia machista

América Central/Honduras/07-06-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Redacción TEGUCIGALPA

 Las muertes violentas se han reducido un 22% en Honduras, pero las denuncias por violencia machista aumentaron 4,1% en medio de la emergencia por la pandemia de Covid-19, alertó este miércoles el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma del país centroamericano.

Honduras ha sido considerado uno de los países más violentos del mundo por las altas tasas de muertes violentas, sin vivir en guerra, pero los últimos años ha logrado reducir en la mitad la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes, a 44,2.

«Hay una baja, en promedio 7 homicidios diarios, la mayoría de ellos por ajustes de cuenta», subrayó Ayestas, quien dijo que la mayor parte de las muertes violentas se producen con armas de fuego y blanca.

Fin de semana, más violencia

El descenso no ha sido tan evidente a partir de la segunda quincena de marzo, pese a que el mandatario de Honduras, Juan Orlando Hernández, decretó un toque de queda, los fines de semana.

Ayestas lamentó que el sábado y domingo, días cuando nadie circula en Honduras, se reporta «la mayor incidencia de homicidios», al acumular el 33,2 % del total de víctimas.

Durante la cuarentena en Honduras «ningún día ha cerrado con cero homicidios», señaló el Observatorio de la Violencia.

Los sectores más afectados por las restricciones por el coronavirus y la violencia son “las mujeres y los niños”, subrayó.

Honduras vive una «cultura de violencia que avala y promueve la violencia contra las mujeres y los niños, los homicidios y lleva a muchas personas al suicidio», indicó Ayestas.

EFE

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/noticia/1102319785/baja-el-contagio-pero-no-la-violencia-machista

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Libro(PDF): «El mundo al revés: imágenes de la Mujer Indígena»

Reseña: CLACSO

¿Qué tienen que decir sobre la mujer indígena en el Perú las feministas y los operadores de proyectos rurales de desarrollo? Este libro pretende hilvanar una curiosidad y una preocupación. Por la primera, se indagan las causas de las omisiones de las feministas de la década de 1970 respecto a las mujeres de zonas rurales andinas; por la segunda, las resistencias de los funcionarios de Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo para aceptar que las campesinas andinas están discriminadas, en su familia y comunidad. En estos dos casos estamos frente a representaciones sociales diametralmente opuestas sobre un mismo sujeto, las indígenas, y también ante un mismo temor, la contaminación. Ese es el puente entre ambos discursos, el miedo a reconocernos en los indios o el pavor a la invasión del «Occidente».

Autor (a):  Maruja Barrig. [Autora]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2001

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 950-9231-67-3

Descarga: El mundo al revés: imágenes de la Mujer Indígena

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=259&pageNum_rs_libros=124&totalRows_rs_libros=1396&orden=

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Pandemia académica: la cuarentena acentúa la desigualdad de género en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La cuarentena ha puesto en evidencia el “muro materno” que bloquea el avance de las mujeres en la academia.

Conforme el periodo de cuarentena avanza, un fenómeno social regresivo sucede en los hogares de profesionistas que son madres. El desbalance de género se ha vuelto patente en las dinámicas de parejas con hijos que ahora se encuentran trabajando desde casa, con las mujeres compensando por el tiempo y las tareas que implican el cuidado del hogar y los hijos. Como consecuencia, los trabajos académicos escritos por mujeres se han reducido considerablemente. La realidad epistémica durante la pandemia está siendo escrita en su mayoría por hombres. ¿Cómo se explica que esto suceda en pleno siglo XXI?

Esta dinámica desbalanceada puede deberse a un viejo hábito que aún forma parte la socialización con base en el género. De acuerdo a los principios relacionados con las labores, el trabajo pagado o profesional, por definición, vale más que las labores del hogar, el primero puede ser monetizado y tiene un valor económico claro, el otro carece de una tabulación que le asigne un valor económico medible, sin embargo, sus resultados pueden tener más alcance y significación que un trabajo de oficina.

Tradicionalmente, el trabajo para el sustento de una familia se ha asignado a los hombres, aunque hoy en día la fuerza de trabajo se comprende de una presencia femenina competitiva, es común ver a los hombres como el sostén económico del hogar. Esto afecta seriamente la capacidad de las profesionistas para trabajar las mismas horas, dado que, a diferencia de sus equivalentes masculinos, se espera que asuman el rol principal en las tareas del cuidado del hogar y de los hijos.

La merma de género en la academia

A mediados del mes de abril, la doctora Elizabeth Hannon, Directora Asistente en The British Journal for the Philosophy of Science, comentó públicamente en Twitter sobre una dramática disminución en la presencia de artículos enviados por académicas mujeres. “Insignificante el número de propuestas para el diario por parte de mujeres durante el mes pasado. Nunca había visto nada así”.

El breve comentario de Hannon fue seguido por una avalancha de reconocimiento y empatía de una gran cantidad de académicas para las que el aislamiento ha sido una experiencia muy distinta a las de sus parejas y colegas masculinos. Las breves crónicas fueron muy variadas pero todas coincidían en una sola cosa: No hay tiempo de escribir cuando los cuidados de la casa y de los niños no son una responsabilidad compartida y se espera más de ellas que de ellos.

Hannon no es la única editora de revistas académicas que ha notado este paradigma, David Samuels, co-editor del journal Comparative Political Studies, respondió al hilo de discusión que abrió su colega en Twitter con sus propios datos. Samuels declaró que las propuestas por parte de mujeres a su revista alcanzaron el mismo número que en abril del año pasado, mientras que las de los hombres aumentaron en un 50 por ciento.

“Publish or perish”: productividad en la academia

Alessandra Minello, estadística y demógrafa social de la Universidad de Florencia, Italia, escribió un artículo sobre lo que la cuarentena revelará sobre el «muro materno» que bloquea el avance de las mujeres en la academia, un sector que ya está mostrando señales de advertencia y serias fallas ante la constante presión que tienen académicos y académicas por publicar. Para mantenerse relevantes, los académicos deben presentar un ritmo constante de publicaciones, la presión de ser constantemente productivo no toma en cuenta las circunstancias especiales que genera una cuarentena, y menos la acentuación de brecha de género que provoca.

Sam Giles@GilesPalaeoLab

The next person who tweets about how productive Isaac Newton was while working from home gets my three year old posted to them.

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Estando en casa, se asume que los académicos tendrán “más tiempo” para trabajar en sus artículos. Esta suposición no podría estar más errada, más aún para las académicas, que más que tiempo libre, tienen más trabajo. Sam Giles, paleobióloga de peces fósiles, advirtió en Twitter: “La siguiente persona que tuiteé acerca de cuán productivo era Isaac Newton mientras trabajaba desde su casa, recibirá a mi hijo de tres años».

Comentarios breves como estos pueden parecer instancias de catarsis graciosas por parte de académicas que solo están pasando un mal día, como sabemos, Twitter está lleno de este tipo de contenidos, pero de la misma forma, mensajes como este son la punta del iceberg de una problemática más compleja que afecta desde la salud mental de quienes producen el conocimiento hasta la cantidad y calidad del contenido producido.

Mary-Ann Stephenson, directora de Women’s Budget Group ejemplifica claramente el desbalance de género entre académicos durante el aislamiento. “En la mayoría de los casos, las mujeres realizan la vasta mayoría de las tareas de cuidados de niños pequeños y de la educación en casa… los hombres pueden encerrarse en un estudio, mientras que las mujeres trabajan en la mesa de la cocina o los comedores, al tiempo que tratan de educar en casa”.

Por su parte, Minello señala que desde que la universidad donde trabaja cerró por las medidas de contingencia ante el COVID-19, “ha visto más amaneceres que nunca antes en su vida. Ahora, debo trabajar antes del amanecer”. Esto se debe a que Minello tiene un hijo de dos años y para poder hacer su trabajo, ella necesita silencio y concentración. Las horas de madrugada, mientras su hijo duerme, son el único momento en que ella puede trabajar. Y esto es solo para la carga de clases que imparte en la universidad. Ahora, Minello señala que cuenta con menos tiempo para escribir artículos científicos. “En lugar de trabajar, mis colegas y yo tenemos un único objetivo que es superar el día a día”.

El trabajo dividido en cifras

La raíz de esta falta de artículos académicos escritos por mujeres en publicaciones académicas y la productividad en general de las mujeres en otros rubros laborales, se encuentra en una distribución desbalanceada de las horas de trabajo en casa y el cuidado de menores de edad cuando se trata de una familia con hijos.

¿Cuántas horas creen los hombres que pasan realizando tareas domésticas en comparación con las mujeres? Una encuesta realizada por Morning Consult para The New York Times sobre trabajo doméstico y educación en el hogar durante la cuarentena, reveló que la mitad de los padres varones con hijos menores de doce años encuestados dicen que hacen la mayor parte del trabajo de enseñanza en casa, solo 3 % de las mujeres estuvieron de acuerdo.

En promedio, las mujeres pasan de media hora a una hora completa al día más que los hombres en tareas del cuidado del hogar y de los hijos, de acuerdo al investigador Theun Pieter van Tienoven y una encuesta realizada por el grupo de investigación TOR. En una situación como la que vivimos hoy en día, en la que debemos permanecer en casa, en una familia, un hombre tendrá más tiempo libre, ya que se concentrará prioritariamente en el trabajo de oficina; mientras que la mujer verá su horario extendido al tratar de balancear su trabajo con las necesidades del hogar y los hijos. Sostiene van Tienoven.

Esta distribución es puramente social, no sirve a fines económicos ni de desarrollo global, es simplemente un recordatorio de la valorización, o más bien la desvalorización, que damos a las tareas de cuidado, crianza y mantenimiento del hogar, así como a las personas que tradicionalmente toman ese rol: las mujeres. Independientemente de si trabajan o no.

Claire Cain Miller, corresponsal en The New York Times, concluye en tan solo dos líneas la explicación de este patrón regresivo que bien podría ser un comportamiento social en estado latente que había esperado a una situación como la de la pandemia para manifestarse: “La razón por la que las mujeres hacen más trabajo no pagado durante el periodo de aislamiento es simple, siempre lo hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academicas-pandemia-covid19

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