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El aquelarre de las Insumisa: Impacto de la pandemia en la vida de las mujeres.(Video)

Por: Otras Voces en Educación 

«Es necesario»

Es necesario revertir el hechizo.

Ese, que borra a las mujeres de los libros de historia,

de las esferas de poder,

de las antologías.

Ese, que las encierra entre cuatro paredes,

con solo colocarles un anillo.

Poema de Guisela López

El aquelarre de las insumisas es un espacio pensado para tejer redes, organizarnos y visibilizarnos, esta conformados por un grupo de mujeres, de diferentes organizaciones, de diferentes creencias y de diferentes países, que decidimos juntarnos en clave feminista todos los sábados, para desandar juntas las opresiones patriarcales y mostrar expresiones libertarias entre mujeres, para otro mundo posible, a traves del encuentro, el dialogo, denunciando nuestras opresiones, proponiendo alternativas para tranformar la realidad colectivamente, con un objetivo en común derrotar el patriarcado.

La emergencia derivada del COVID-19 está provocando impactos específicos sobre las mujeres y profundizando las desigualdades de género existentes, tanto al interior de los hogares como fuera de ellos, en los hospitales y centros sanitarios, en el trabajo y también en la política. E

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Mujeres de América Latina ‘bajo presión’ para aceptar cesáreas durante la pandemia

Mujeres que dieron a luz en medio de la pandemia de COVID-19 en América Latina enfrentaron una presión creciente en favor de las cesáreas, revela una nueva investigación de openDemocracy, publicada este jueves 16 de julio.

La investigación encontró además múltiples reportes de maltrato, prohibiciones de acompañante y negativas de asistencia en casos de emergencia – pese a la existencia de leyes contra la “violencia obstétrica” y la “medicalización abusiva” en varios países.

América Latina ya tenía la mayor tasa de cesáreas del mundo, estimada en 40% de todos los nacimientos, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que no sobrepasen el 15% e insiste en que solo deben practicarse cuando las justifican razones médicas.

La OMS reiteró esta recomendación en sus pautas sobre el parto durante la pandemia publicadas en marzo, y añadió además que las mujeres deben contar con una compañía de su elección al parir, recibir un trato digno y respetuoso, información clara, analgesia adecuada y apoyo para amamantar si lo desean.

La práctica de cesáreas, inducciones, episiotomías y otros procedimientos que no sean médicamente necesarios, o que no cuenten con consentimiento informado, está prohibida por leyes nacionales o estadales contra la violencia obstétrica en por lo menos ocho países latinoamericanos, entre ellos ArgentinaEcuadorMéxicoUruguay y Venezuela.

La mayoría de estas leyes garantizan una compañía en el parto, cohabitación con el recién nacido y apoyo para amamantar. Pero activistas por la salud materna aseguran que ni esas normas ni las pautas de la OMS eran suficientes para proteger estos derechos incluso antes de la COVID-19. Y la pandemia no hizo más que empeorar las cosas.

En Argentina, Margarita Goñi, del grupo activista El Parto es Nuestro (EPEN), dijo que “en marzo y las primeras semanas de abril”, cuando el gobierno decretó el aislamiento obligatorio, en algunos hospitales “se comenzó a citar a inducción o directamente a cesárea por estar de 38 semanas de embarazo”, si bien las pautas del propio ministerio de salud establecen que “es importante evitar cesáreas injustificadas”.

Violeta Osorio, del grupo de derechos humanos Las Casildas, agregó: “Se le dice a las embarazadas que es mejor programar una cesárea a entrar en trabajo de parto en el medio de un pico de COVID-19. Pero esto es contradictorio con la necesidad de no saturar el sistema de salud, dado que una cesárea implica más tiempo de internación e insumos”.

En Ecuador, Sofía Benavides (también de EPEN) dijo que su grupo reunió testimonios de 26 mujeres que dieron a luz durante el brote de COVID-19. Trece de ellas dijeron que se vieron obligadas a parir “solas” por las restricciones que prohibieron los acompañantes, y quince dijeron que no pudieron tener contacto temprano piel con piel con los recién nacidos.

Benavides también describió que una clínica privada “ofrecía: ‘vienes sola, se te practica una cesárea, no te damos habitación, te mantenemos en zona de observación y te cobramos 1.200 dólares’. Lo único bueno es que le permiten permanecer con el bebé”.

En México, el ginecólogo y obstetra Christian Mera, del Grupo Médico Proparto Natural, prevé que las estadísticas mostrarán “en abril y mayo un aumento en las cesáreas”, impulsado por “el miedo a que se saturen los hospitales”, un miedo “contradictorio porque la cesárea tiene mayores riesgos y, en el caso del COVID-19, se suma el riesgo de la hospitalización e infección”, observó.

En toda la región, “los niveles de cesáreas han llegado a ser extremadamente altos, incluso en las mujeres sin COVID-19”, dijo a openDemocracy Bremen de Mucio, asesor regional en salud materna de la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

En Uruguay, que a mediados de julio registraba alrededor de 1.000 casos de COVID-19 y una treintena de muertes, el ministerio de salud fue acusado de hacer la vista gorda cuando varios centros de salud suspendieron temporalmente los acompañantes en partos, contraviniendo la ley.

En Venezuela, dos mujeres jóvenes que dieron a luz en mayo en maternidades públicas de Caracas, reportaron haber permanecido “solas” y “asustadas” hasta que les dieron el alta, luego de pasar por procedimientos sobre los que no las consultaron, como ruptura artificial de membranas (lo que se conoce como romper bolsa), inducción y episiotomía (corte en la abertura vaginal).

Solas y mal informadas

A partir de marzo, openDemocracy entrevistó a decenas de mujeres y organizaciones no gubernamentales, parteras y obstetras de Argentina, Ecuador, México, Uruguay y Venezuela, que detallaron experiencias de parto en la pandemia que parecen infringir tanto las pautas internacionales como las leyes locales.

La mayoría de las mujeres dijeron que debieron parir sin acompañantes de su confianza, prohibidos por la COVID-19. Esto “multiplica el riesgo de maltrato” en países donde la violencia obstétrica “siempre está presente”, advirtió la partera mexicana Nuria Landa, del grupo Nueve Lunas.

Varias mujeres denunciaron asimismo abuso verbal de un personal hospitalario sobreexigido, mientras otras parturientas dijeron que fueron separadas de sus bebés y no pudieron amamantarlos.

“Me sentí abandonada. Fue una mezcla de angustia y dolor”

Las infracciones a la guía de la OMS y a las leyes se presentan tanto en hospitales públicos como privados. “No nos trataron con dignidad”; así es como Lidia Cordero describe lo que sintió al quedarse sola en trabajo de parto en una sala de emergencias de un hospital público de Huixquilucan, México, donde asegura que no le dieron información necesaria para entender lo que los médicos hacían con ella.

“Literal, fuimos las apestadas del hospital”, dijo Montse Reyes, que tuvo una cesárea programada en mayo en una clínica privada de México. Reyes asegura que tras el nacimiento ella y su bebé dieron positivo en el test de COVID-19, pero el personal no le informó los resultados hasta que le dieron el alta, tras pasar dos días en aislamiento.

No la separaron de la recién nacida, pero ambas fueron colocadas “en una zona aislada detrás de una puerta de cristal” y “nadie quería tener contacto con nosotras. Eran las 11 de la noche y yo no había tomado ni un vaso de agua desde las 10 de la noche del día anterior”, relató.

“Me sentí abandonada. Fue una mezcla de angustia y dolor”, explicó Daniela Echeverría, en Ecuador.Si bien le permitieron estar con su esposo, los dejaron solos en la sala de partos durante tres horas, tras lo cual ella sufrió un desgarro vaginal y su beba había tragado líquido amniótico y meconio, señal de sufrimiento fetal.

Echeverría cree que el personal fue reducido por la pandemia, y el único equipo de guardia (una médica y dos enfermeras) estaba atendiendo otro parto.

En Uruguay, la coordinadora del Grupo por la Humanización del Parto y Nacimiento, Laura Vega, dijo que su organización recibió “70 denuncias en todo el país”.

La ausencia de información clara es un asunto que se reitera en los testimonios recopilados por openDemocracy. Dos mujeres que fueron a cesárea en dos ciudades uruguayas en abril (antes de que el gobierno revirtiera la prohibición de acompañantes en mayo) dijeron haberse enterado a último momento que darían a luz sin sus parejas.

“Ni siquiera me preguntaron. La ginecóloga le dijo a mi compañero que no era conveniente que entrara al quirófano”, dijo Anahí Oudri.

Andrea Fernández sostuvo: “En ese momento no me daba para discutir. Tenía terror a la cesárea, y sabés que si no ganás la discusión, no está bueno ver caras malas”.

Una crisis global

En todo el mundo, la investigación de openDemocracy identificó infracciones a las pautas de la OMS en al menos 45 países desde que comenzó la pandemia. Esta evidencia procede de testimonios directos, de ONG y de otros medios periodísticos.

En América Latina, los toques de queda y las restricciones al transporte por el coronavirus llevaron a que muchas mujeres perdieran controles de embarazo, tuvieran que caminar largas distancias para llegar a un hospital o incluso se vieran obligadas a partos en casa, no planificados y riesgosos.

En mayo, nuestra reportera en Venezuela vio a una mujer con una gestación de 31 semanas a la que le negaron inicialmente asistencia en una maternidad pública de Caracas. Fue trasladada horas más tarde a otro hospital, pero su bebé estaba muerto.

En Ecuador, durante el mes de abril, a dos mujeres con emergencias obstétricas se les negó asistencia varias veces en salas de urgencia de hospitales públicos de Guayaquil, según la abogada feminista Ana Vera, del grupo de derechos sexuales y reproductivos Surkuna. La ciudad estaba por entonces sumergida en la crisis de COVID-19.

“Tuve que intervenir directamente llamando a autoridades del ministerio de salud pública” para que le “dieran antibióticos a una” y una “transfusión de sangre” a la otra, dijo Vera a openDemocracy.

También en abril, Nuria Landa, la partera mexicana, recibió llamadas telefónicas de emergencia de dos mujeres que estaban haciendo trabajo de parto en sus casas, tras ser rechazadas por un hospital reconvertido para atender casos de COVID-19 sin previo aviso.

Otra mujer en Guadalajara, México, relató a openDemocracy que había parido sin complicaciones en su casa en abril, pero al día siguiente se sintió mal y fue al hospital para que le hicieran un test de coronavirus, que al principìo le fue negado, según dijo.

“La doctora me introdujo más fuerte los dedos, remolineó dentro”, dijo la mujer, que aseguró haber sido regañada por el parto domiciliario e informada de que tenía restos de placenta y necesitaba un legrado. Esto resultó incorrecto, según explicó, cuando un segundo médico ordenó una ecografía, así como un test de coronavirus (que dio positivo).

La mujer denunció su caso a las autoridades como una violación a las normas sobre maltrato médico en su estado (que no cuenta con una ley contra la violencia obstétrica). Sin embargo, no está claro si esas autoridades van a investigar su queja, y nadie de los ministerios de salud de Argentina, Ecuador, México, Uruguay y Venezuela respondió las consultas de openDemocracy.

La defensoría del pueblo de Ecuador dijo en mayo, en respuesta a nuestras preguntas, que no había recibido ninguna denuncia de violencia obstétrica durante la pandemia. Esa oficina no respondió nuevas preguntas para actualizar esos datos en julio.

Mientras tanto, una portavoz de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo que su oficina “también ha recibido reportes preocupantes sobre los derechos humanos de las mujeres y niñas embarazadas en el contexto de la pandemia de COVID-19”.

“Nos preocupa que en todo el mundo, con sistemas de salud sobreexigidos, se desvíen con frecuencia los recursos para servicios de rutina como los de salud materna… Documentar estos incidentes es un primer paso crucial para exponer el problema. Los estados deben adaptar sin demoras sus prácticas a las pautas de la OMS”.

Contribuyeron a este artículo Magda Gibelli (Venezuela) y Agostina Mileo (Argentina).

Fuente: https://efectococuyo.com/coronavirus/mujeres-de-america-latina-bajo-presion-para-aceptar-cesareas-durante-la-pandemia/

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Un restaurante pensado para ellas

Reseñas/África/Marruecos/16 Julio 2020/elpais.com

Un proyecto busca empoderar y dar opciones a mujeres viudas, separadas, divorciadas y madres solteras discriminadas incluso por el Código de Familia en Marruecos

Zineb tenía tan solo seis años cuando su padre la envió a vivir con otra familia. Pensando que se iba de vacaciones a algún lugar desconocido, pronto descubrió que la habían enviado a una casa para lavar los platos, limpiar y cuidar de los hijos de los dueños. Las condiciones de trabajo eran extremadamente duras para ella y fue continuamente maltratada. Durante años, Zineb trató de huir, pero cuando su padre la encontraba, era enviada de vuelta al mismo lugar, a trabajar. Todo esfuerzo por cambiar su situación era inútil.

Un día Zineb dijo “basta” y decidió escaparse. Se movió de un lugar a otro en busca de un trabajo que le garantizara algo de dinero. En 2014 dio a luz a su primera hija y se convirtió en madre soltera, algo nada fácil en Marruecos, un país donde mujeres en su situación están completamente desprotegidas. Su suerte comenzó a cambiar cuando una organización le recomendó dirigirse a un centro de capacitación para aprender nuevas habilidades que le permitieran ser financieramente independiente y mantener a su niña.

El centro se llama Amal y, como explica su relaciones públicas, Abla Terrab Maskri, el proyecto que tienen en marcha busca “empoderar a las mujeres” a través de la cocina en una ciudad como Marrakech, donde se encuentra una floreciente industria turística y muchos puestos de trabajo en este sector.

Las alumnas de Amal, vestidas con batas blancas de chef, delantales naranjas y hijabs de color negro, trabajan sin cesar durante todo el día en la cocina aprendiendo el oficio. La organización capacita a cerca de 35 alumnas por curso. Allí aprenden a preparar platos marroquíes como el cuscús y el tajine, así como clásicos de la cocina internacional como la pizza y la pasta. El proyecto se ha hecho conocido por su buen hacer y su excelente cocina. De hecho, su restaurante es popular en Marrakech y cuenta con una situación privilegiada en TripAdvisor.

Un grupo de estudiantes cocina en la escuela. AMAL

Terrab Maskri dice que el programa ofrece formación “a las mujeres que se encuentran en una situación vulnerable, como divorciadas, viudas, huérfanas o madres solteras”. Para muchas de ellas esta es la primera educación formal que reciben, como es el caso de Aicha, otra de las integrantes del proyecto. Ella no tuvo la posibilidad de estudiar porque su padre le obligó a dejar la escuela cuando todavía era muy joven para ayudar a su madre en el hogar.

Amal busca empoderar a las mujeres a través de la cocina en Marrakech, donde hay una floreciente industria turística

Durante su infancia, Aicha ni siquiera tenía permitido salir de casa demasiado a menudo. La mayoría de sus hermanos mayores se casaron e independizaron, dejándola encargada de cuidar de los progenitores. Su madre murió de cáncer y su padre falleció el mismo mes de un accidente de coche. Aicha fue enviada a vivir entre familiares, yendo de casa en casa de tías, tíos y primos, sin experiencia ni control sobre su vida.

Como explica Stephanie Willman Bordat, socia fundadora de la organización Mobilizing for Rights Associates, una ONG del norte de África, las marroquíes con las que trabaja en el proyecto, viudas, separadas, madres solteras y divorciadas, “están discriminadas en el marco legal, especialmente el Código de Familia y el Código Penal”.

Un desafío principal para ellas es el factor económico. Las divorciadas en particular, y también sus hijos, quedan muy vulnerables a la pobreza después del divorcio, porque la exesposa no recibe pensión alimenticia ni comparte los activos adquiridos durante el matrimonio, como por ejemplo, la vivienda. “Las órdenes de manutención de los hijos generalmente son bajas e, incluso, cuando se otorgan, las mujeres tienen dificultades para que el tribunal ejecute estas órdenes, porque no pueden encontrar al padre, o este se niega a pagar”, dice Willman.

Al mismo tiempo, las mujeres tienen un poder de decisión limitado sobre sus hijos, como su escolaridad, dónde vivir u otros actos legales porque el padre sigue siendo el tutor legal de los niños, y está a cargo de la toma de decisiones y los asuntos financieros. La madre que se vuelve a casar o quiere mudarse a otro lugar en Marruecos corre el riesgo de perder la custodia.

Willman explica que las viudas también son vulnerables desde el punto de vista financiero debido a las cuotas de herencia desiguales que reciben, y que muchas veces los otros miembros de la familia encuentran formas, aprovechando su analfabetismo, por ejemplo, para no otorgarle su parte.

En el caso de las solteras, se ven privadas de cualquier relación íntima, ya que mantener sexo fuera del matrimonio es ilegal según el Código Penal. Esto significa que estas mujeres no pueden aprovechar la nueva Ley 103-13 sobre violencia machista. “Aunque esa norma penaliza todas las formas de violencia contra ellas, el hecho de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio sean ilegales significa que las que son maltratadas por parte de una pareja íntima con la que no están casadas no pueden presentar una queja porque serían arrestadas”, añade Willman.

Detrás del proyecto de Amal se encuentra Nora Fitzgerald, una estadounidense nacida y criada en Marruecos que comenzó un proyecto de repostería en 2012 con dos marroquíes a las que quería ayudar a crear un medio de vida para que pudieran mantenerse a sí mismas y a sus hijos. «Lo que comenzó como una idea esperanzadora con unas pocas mujeres horneando y vendiendo pasteles ahora se ha convertido en una organización estructurada con dos centros de capacitación», se enorgullece la fundadora.

Terrab Maskri, la relaciones públicas del proyecto, dice que no dejan de recibir solicitudes y que elegir a las candidatas es una tarea difícil. A la hora de seleccionar, buscan que las futuras estudiantes tengan entre 18 y 35 años, unos niveles bajos de ingresos y muchas ganas de aprender.

Durante el programa de capacitación, que dura seis meses, las mujeres aprenden todos los aspectos de la industria de los restaurantes, como cocinar, limpiar, servir y algunas pinceladas de francés e inglés para comunicarse con los clientes. Una vez terminado el curso, hacen dos semanas de prácticas para obtener experiencia en el mundo real, y esto les conduce muchas veces a una oferta de trabajo. De lo contrario, la organización ayuda a las recién graduadas a encontrar un empleo.

Según explica Terrab Maskri, “el entrenamiento es gratuito” porque que las estudiantes “ya se han enfrentado a demasiada exclusión”. Las participantes reciben una paga a lo largo del periodo de formación y aquellas que tienen hijos cuentan con un subsidio adicional por niño para ayudar con su cuidado cuando están fuera de casa. Las alumnas reciben también una tarjeta de autobús local que les permite cuatro viajes gratuitos cada día.

Terrab Maskri se enorgullece de que Amal “es una organización autosuficiente”. Inicialmente, el proyecto fue financiado por donaciones privadas de familiares y amigos, además de llevar a cabo algunas campañas de recaudación en Internet. El cambio principal llegó de la mano de los fondos de sus socios de la Fundación Drosos, una ONG radicada en Zúrich, permitiéndoles establecerse profesionalmente.

En la actualidad los ingresos de Amal se obtienen de las clases de cocina para invitados, su servicio de catering y el restaurante, ganancias que les permite pagar el alquiler, gastos diarios y de electricidad, pagas a las alumnas y al personal. Ahora, Zineb se graduó y tiene un trabajo estable en la cocina de un riad. Muchas otras mujeres graduadas están siguiendo sus pasos.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/03/planeta_futuro/1593782908_403776.html

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El ocaso del último reino de las mujeres

Reseñas/16 Julio 2020/Autora: Ana Salvá/elpais.com

La abogada china Choo Waihong retrata en un libro la cultura de los mosuo, una de las últimas sociedades matriarcales que quedan en el mundo

Durante más de 20 años, Choo Waihong trabajó como abogada corporativa en un par de firmas de letrados de prestigio, principalmente en Singapur y Los Ángeles, llevando una vida agitada que la dejaba muy poco tiempo para conocer el mundo. En 2006, se cansó de esa vida y decidió retirarse antes de tiempo para viajar en busca de sus raíces chinas, explorando las grandes ciudades y llegando posteriormente como turista al lago Lugu, el hogar de la tribu de los mosuo en el sureste del país. Se sintió tan fascinada por sus costumbres que optó por instalarse a vivir con ellos durante gran parte del año.

“Me gustó tanto la gente de mosuo y su estilo de vida que volví una y otra vez, quedándome más tiempo para convertirme en parte de su comunidad. Construir una cabaña en la tierra de un amigo de allí fue parte de la aventura que me atrajo a pasar más tiempo”, dice la abogada, hoy la persona no mosuo que mejor conoce a fondo sus costumbres.

Waihong creció en un mundo en el que los hombres son los jefes y acostumbraba a pelear mucho con su padre, considerado el jefe en una familia “extremadamente patriarcal” de Singapur. La experiencia eran tan diferente a lo que conocía que comenzó a escribir un libro para registrar todo lo que aprendía llamado La tribu de las mujeres: Vida, amor y muerte en las recónditas montañas de China (Editorial Península, 2018).

Ella comenzó el libro casi por casualidad, empujada por un amigo de Londres que fue a visitarla una vez a su cabaña en el lago. “Escribir el libro también me empujó a profundizar en lo que significaba la esencia feminista para una de las últimas sociedades matrilineales y matriarcales que quedan en el mundo”, explica la abogada.

En la tribu mosuo, los niños viven en la casa familiar de las madres y son criados por ellas, sus abuelas, tías y tíos. Nacen fuera del matrimonio y la familia nuclear tal como la entendemos existe de forma distinta. Los hombres y las mujeres tienen encuentros nocturnos ocasionales cuando lo desean. El sombrero de un varón colgado en la manija de la puerta del cuarto de una mujer es una señal para que otros no entren. Estos encuentros pueden ser de una noche hasta asociaciones exclusivas de por vida que pueden terminar o no en el embarazo, pero las parejas nunca viven juntas ni contraen matrimonio.

Ellas heredan las propiedades, siembran, cuidan a la prole y realizan tareas del hogar. Ellos se encargan de las tareas de fuerza, construyen y reparan casas, sacrifican animales y ayudan con grandes decisiones familiares, aunque la última palabra siempre la tiene la abuela, matriarca de la casa.

Según Waihong, en la comunidad mosuo viven entre 30.000 y 40.000 personas. Su cultura se ha hecho cada vez más popular a lo largo de los años, atrayendo a muchos curiosos desde que esta zona se abrió por primera vez a los viajeros hace dos décadas. La mayoría de los visitantes son los propios chinos de otras partes del país, probablemente porque el lago está alejado de las principales rutas turísticas conocidas y, por lo tanto, los extranjeros necesitan más tiempo y esfuerzo para desviarse a esta remota región montañosa interior. Aunque hoy en día, uno puede volar directamente a su nuevo pequeño aeropuerto.

Quienes visitan el lago no comprenden la libertad sexual de la comunidad mosuo y, como dice Waihong, muchos piensan y esperan tener «suerte» y conseguir una aventura de una noche con una persona mosuo durante su estancia. Los forasteros chinos ven como una rareza el concepto de la estructura familiar matrilineal de los mosuo, en lugar de su propia tradición patrilineal. Y “les cuesta comprender cómo el jefe de familia puede ser una mujer cuando la suya es, y siempre ha sido, una familia definitivamente dominada por los hombres”, dice la autora.

El número de visitantes ha crecido tanto que hoy toda la economía que rodea el lago depende del turismo y con ellos también han llegado de la mano el cambio de muchas de sus costumbres. Durante miles de años los mosuo fueron agricultores de subsistencia relativamente pobres y ahora tienen empleos más modernos relacionados con el turismo que no existían antes. Con estos trabajos, muchas personas han dejado de cultivar las tierras y se ganan la vida con el turismo.

La vida en el lago hace unos años era extremadamente rudimentaria y ahora cada granja tiene electricidad, agua corriente, conexión wifi y fuente de agua caliente con energía solar en el hogar. Toda persona adulta o adolescente tiene un teléfono móvil. Cada adulto tiene una cuenta bancaria y entiende de qué se trata al citar un préstamo o una hipoteca.

Todos los menores de 30 años han asistido a la escuela al menos hasta secundaria, mientras que la mayoría de sus madres y padres, que nunca han estudiado, no saben leer ni escribir. Los mosuo de los pueblos remotos ahora tienen el mismo acceso a oportunidades educativas que en el resto de China, ya que la escolarización es en el idioma oficial, el mandarín, y el plan de estudios sigue los modelos nacionales. Este hecho por sí solo, como dice Waihong, “ha traído cambios inmensos a la vida, las esperanzas y sus expectativas de las personas, incluida la posibilidad de poder salir al mundo en general y emplearse en trabajos que sus antepasados nunca habrían soñado hacer”.

Al mismo tiempo, su estructura familiar matrilineal tradicional también está evolucionando en sintonía con la estructura familiar nuclear que prevalece en el resto de China, y hoy en día los jóvenes mosuo están más inclinados a adoptar lo que para ellos es “la nueva y moderna forma de casarse legalmente” y formar una estructura familiar nuclear en un hogar separado. Esto divide la configuración familiar matrilineal y también significa que el matrimonio ahora une a la pareja en una pareja permanente.

“Todos mis amigos más jóvenes se han casado y han establecido hogares con el hombre y la mujer juntos en lo que rápidamente se está convirtiendo en una familia patriarcal. Los hijos nacidos de la pareja pertenecen a la pareja y no al árbol genealógico matrilineal más grande”, dice Waihong.

De hecho, ellos crecerán sin comprender ni experimentar el gran ambiente familiar matrilineal de un hogar típico de mosuo. “Lamentablemente, esto puede ser el comienzo del colapso del mundo matrilineal y matriarcal de Mosuo”, opina ella. Su tarea, con su libro, es recoger testimonio de su cultura e inmortalizarla.

Fuente e imagen tomadas de:https://elpais.com/elpais/2020/07/10/planeta_futuro/1594376916_869742.html

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Lo que el arte enseña sobre la desigualdad de género

Reseñas/Autora: Laura Luque Rodrigo/elpais.com

Las mujeres han aparecido en los cuadros a lo largo de la historia enmarcadas en determinados tipos: el ángel del hogar, la ‘fem fatal’ o las mujeres ociosas de las clases altas

Las representaciones de las mujeres en la pintura, desde la Antigüedad, han tenido que ver con su papel en la sociedad. A lo largo de la historia, las mujeres han aparecido en los cuadros enmarcadas en determinados tipos: el ángel del hogar (buena madre y esposa), la fem fatal (mujer seductora y malvada), las mujeres ociosas (de clase alta), la mujer moderna (en los albores del siglo XX, conduciendo o fumando como algo anecdótico), etc.

Esas imágenes de las mujeres se han perpetuado hasta llegar a nuestros días. Ahora, vemos esos prototipos en la publicidad, las series, el cine o los videoclips. No lo sabemos, pero no inventamos nada nuevo en ellos, sino que arrastramos el peso de una historia visual y literaria milenaria.

La historia del arte estudia esta transmisión de las imágenes a través del “método iconográfico”, que varios expertos desarrollaron desde finales del siglo XIX.

Este método analiza las obras de arte desde los símbolos que aparecen en las obras, qué significados se les otorga en cada época y lugar, y cómo evolucionan. Aplicar el método nos permite entender cómo se han ido construyendo los estereotipos en torno al género. Una de las muchas cuestiones que pueden estudiarse son las imágenes relacionadas con la sensualidad y el erotismo.

'Diana y Acteón', Tiziano entre 1556 y 1559.
‘Diana y Acteón’, Tiziano entre 1556 y 1559. WIKIMEDIA COMMONS

Es difícil saber desde qué momento el ser humano comenzó a representar la sensualidad en el arte. Lo cierto es que encontramos escenas de sexo explícito en todas las culturas desde la Antigüedad.

El baño, provocación o intimidad violentada

Un caso interesante es el de la mujer que está tomando un baño y es violentada. Lo encontramos en un mito de la antigüedad como es el de Artemisa (la diosa Diana en la mitología romana) y Acteón, muy representado durante la Edad Moderna por pintores como Tiziano, Clerck y Alsloot o Heintz, entre otros.

El mito, narrado por Ovidio, cuenta que Artemisa, mientras tomaba un baño en el río, sorprendió al cazador Acteón observándola. Como castigo, la diosa lo convirtió en un venado para que fuera apresado por sus propios perros. Sin embargo, el momento que eligen los pintores no es ese, sino el instante en el que el hombre observa a la diosa. Esta escena se repite en la obra literaria Los siete infantes de Lara, aunque sin apenas representaciones plásticas.

'Susana y los viejos', de Tintoretto.
‘Susana y los viejos’, de Tintoretto. WIKIMEDIA COMMONS

Encontramos un episodio de la Biblia muy similar: Susana y los viejos, historia muy representada en la pintura. Susana, una mujer casada, es observada por dos viejos jueces mientras toma un baño. Al rechazar sus proposiciones, es acusada de adulterio falsamente.

Gracias a la intercesión de Dios, los viejos terminan siendo castigados. Con todo, de nuevo el instante que plasma tradicionalmente la pintura es cuando ella es observada, no la del castigo ejemplarizante. La imagen de Susana aparece como prototipo de lo erótico y no como la encarnación de una violación.

Solo en la obra de Artemisia Gentileschi, una pintora barroca italiana, la situación parece más violenta que sensual. La restauradora y artista estadounidense contemporánea Kathleen Gilje, aprovechó esta visión de Gentileschi para realizar una de sus “lecturas alternativas”: su copia del cuadro incluía una primera versión, recuperada con una radiografía, en la que Susana aparece sujetando un cuchillo para defenderse y con el rostro contorsionado por el horror. Con su propuesta, Gilje simulaba una primera versión de Gentileschi que en realidad nunca existió. Además, en la radiografía el personaje violado no es Susana, sino la propia Gentileschi, violada en la vida real por Agostino Tassi.

'Ablutions', performance en el Guy Dill’s studio, con Judy Chicago, Suzanne Lacy, Sandra Orgel, y Aviva Rahmani (Patrocinado por Feminist Art Program at CalArts), 1972.
‘Ablutions’, performance en el Guy Dill’s studio, con Judy Chicago, Suzanne Lacy, Sandra Orgel, y Aviva Rahmani (Patrocinado por Feminist Art Program at CalArts), 1972.

En la misma línea, varias artistas encabezadas por Judy Chicago realizaron en 1972 la performance Ablutions, para resarcir a todas esas mujeres representadas como sensuales cuando sufrían un acto violento.

Fotograma de la serie 'Juego de Tronos'. Daenerys entrando al baño. Capítulo 1x01.
Fotograma de la serie ‘Juego de Tronos’. Daenerys entrando al baño. Capítulo 1×01.

Sin embargo, esta imagen se sigue repitiendo. Por ejemplo, en la primera escena en que aparece Daenerys, protagonista de la serie Juego de Tronos, en la que ella se dispone a tomar un baño bajo la mirada incestuosa de su hermano.

La mujer, la manzana y el mal

Otros casos los encontramos a través de la cuentística tradicional. Por ejemplo, la historia mitológica de Eros y Psique que cuenta Apuleyo, inspiró el conocido cuento de La Bella y la Bestia, cuya influencia llega a Pedro Almodóvar, que relacionó Átame con la versión del cuento de Disney.

También pervive a través de la historia la manzana como símbolo del mal asociado a la mujer. Una manzana está en el origen de la Guerra de Troya, desencadenada por una disputa entre Afrodita, Atenea y Hera. Paris elige a Afrodita como la más bella y la diosa le da a cambio el amor de Helena, lo que provoca la batalla.

La manzana vuelve a estar presente en la Biblia. El demonio consigue que Eva y Adán coman del fruto prohibido, una manzana. También aparece en el cuento de Blancanieves. Cómo no, de nuevo una disputa entre dos mujeres por ser la más bella.

Retos en nuestra sociedad

Todas estas representaciones de lo sensual están retratadas desde el punto de vista masculino. Llama la atención cómo en muchos episodios lo erótico se muestra a través de mujeres que son atacadas. Pero ¿y ahora? ¿Sigue siendo la sexualidad femenina un tabú en las artes? ¿Sigue predominando la violencia?

Algunos estudios recientes indican cómo la pornografía que consumen nuestros jóvenes está plagada de actos violentos sobre las mujeres, violaciones, incluso en grupo. Esto podría ser una de las causas de que este tipo de acciones se den cada vez con más frecuencia en la realidad. Por este motivo debemos educar en valores como la igualdad de género también a través del arte.

Es un reto que una sociedad que se comunica a través de imágenes, como son los emoticonos, adquiera más cultura visual. Esto podría conseguirse a través de una mayor formación en historia del arte, trabajando en el análisis visual de imágenes que nos rodean y son consumidas por la juventud, al igual que lo hacemos con los textos. De esta manera, seríamos más reflexivos y críticos con respecto a lo visual y más conscientes de qué percibimos a través de la vista.

Como dijo en los años setenta el escritor y crítico de arte John Berger:

“Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se miran a sí mismas a través de cómo son miradas. Esto determina no solo la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres, sino también la relación de las mujeres consigo mismas”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/04/mujeres/1593848715_483357.html

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Libro(PDF): «Retos latinoamericanos en la lucha por los comunes. Historias a compartir»

Reseña: CLACSO

A lo largo de la historia, particularmente en las últimas décadas, los pueblos campesinos e indígenas han sido despojados de sus territorios por distintas vías, incluyendo su patrimonio biocultural tanto tangible como intangible. Desde las tierras bajas o altas, los bosques, la biodiversidad, las selvas, los manantiales, los ríos, la agrobiodiversidad, las semillas, los conocimientos, las agroecotecnologías que transforman, conservan, utilizan y regeneran han sido la base de la vida, de la identidad y de la historia de los pueblos originarios. Las aceleradas apropiaciones y la destrucción de los comunes naturales por las corporaciones transnacionales han generado procesos de despojo centrales para abrir nuevos espacios de inversión, generando salidas espaciotemporales frente a las crisis de sobre-acumulación. Inclusive, los Estados latinoamericanos compiten para recibir porciones del capital global en sus territorios para tener «oportunidades» de inversión, a costa de la devastación de los comunes a través de la apropiación instrumental de la naturaleza y de los pueblos que les dan vida a expensas de la explotación laboral y la precarización de sus derechos sociales.

De las Reflexiones finales de Elena Lazos Chavero

Autor (a): 

Elena Lazos Chavero. [Coordinadora]

Elena Lazos Chavero. Cecilia Gárgano. Edith Carolina Pineda Pinzón. Luz Palestina Llamas Guzmán. Claudia Dary. Claudia Rivera Rosales. Gabriela Lichtenstein. Cloe Mirenda. [Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-611-9

Descarga: Retos latinoamericanos en la lucha por los comunes. Historias a compartir

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2212&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1404

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India: Salir a correr, un privilegio solo para algunas mujeres

Asia/India/09 Julio 2020/elpais.com

Una práctica tan habitual en muchos países es excepcional en otros. En India, la seguridad en las ciudades y el tradicional reparto de tareas son grandes obstáculos para la presencia femenina en calles y carreras. Varias iniciativas ciudadanas intentan cambiarlo

Más de un millar de mujeres indias en pantalones cortos, algunas acompañadas por hijas, madres, amigas o maridos, otras solas, se reunieron el pasado ocho de marzo a las seis de la mañana, antes de los primeros rayos de sol, junto al fuerte del barrio de Bandra, en Bombay. Estaban allí para calentar antes de participar en una carrera popular, en las categorías de cinco y diez kilómetros, organizada con motivo del Día Internacional de la Mujer. En otras dos ciudades de India, Bangalore y Chennai, se celebraron competiciones simultáneas.

En apenas tres cuartos de hora, aparecen las primeras participantes en la meta: Khavita Bhoir, en primer lugar, en 44:47 minutos; Pratibha Khutade, segunda (0:44:54) y Manisha Sanwa, tercera (00:49:08). Manisha dice, orgullosa y todavía fatigada tras bajar del pódium, que empezó a correr hace solo unos meses tras dar a luz por cesárea a su hija, en abril de 2019. Tras las vencedoras, sigue un goteo de mujeres de todas las edades. Hay algunas jubiladas y también niñas con sus madres, jóvenes en pantalones cortos y mallas, otras con camiseta larga y alguna con pañuelo.

Detrás de la iniciativa se encuentran Sangeeta y Sunil Shetty, un matrimonio indio, apodado por la prensa como la “ultra pareja” por sus récords acumulados en ultra maratones. “En 2012 nos convertimos en la primera pareja india que corría 100 kilómetros juntos; en 2013, fuimos la primera en correr durante 24 horas seguidas; en 2016, durante 36 horas, y en 2017 nos convertimos en la primera pareja del mundo que corría durante 48 horas”, enumera Sangeeta antes del evento. “Fueron tres días y dos noches en el estadio de Bangalore”, puntualiza, y explica que solo se podía parar un instante para cambiarse de ropa o comer algo. En ese tiempo, Sunil completó 266 kilómetros y Sangeeta, 214.

Este matrimonio lleva corriendo 17 años. Empezó Sunil, el marido, de 57 años, “simplemente porque quería perder peso”. Dos días después, se sumó Sangeeta y desde entonces, entrenan juntos. «Era el deporte más sencillo y barato, solo necesitábamos unas zapatillas», dice Sunil. “A veces ni eso”, añade Sangeeta. Sunil dice que correr cambió por completo su estilo de vida. Desde hace seis años organizan carreras multitudinarias por toda India con una empresa especializada en la organización de estos eventos deportivos.

“Entre unos 2.000 participantes, un 80% son mujeres”, explica Sunil sobre la asistencia a la carrera del día de la mujer de marzo citada. Reconoce que aunque en las competiciones de este deporte organizadas en India, la participación femenina es minoritaria, ha aumentado bastante: “Si miras atrás, hace 10 años, las corredoras era un 10% y ahora son un 20% o 25%. No voy a decir que vayamos a alcanzar la igualdad total en los próximos años, porque es demasiado optimista, pero al menos deberíamos lograr un 30 o 35%, porque vemos que India ya no es una sociedad tan conservadora como solía serlo; el hecho de que una mujer corra en pantalones cortos ya es un logro, así que las cosas están cambiando rápido”, concluye Sunil.

Sangeeta y Sunil Shetty son un matrimonio indio, apodado por la prensa como la “ultra pareja”, por sus récords acumulados en ultra maratones de hasta 100 kilómetros.
Sangeeta y Sunil Shetty son un matrimonio indio, apodado por la prensa como la “ultra pareja”, por sus récords acumulados en ultra maratones de hasta 100 kilómetros. L. G. A.

Shibani Gulati, de 40 años, no subió al podio ese día pero, para ella, su victoria es la carrera que empezó en 2010. Ese año, fue la primera superviviente a un trasplante de riñón en India. Fue su hermano quién le donó el órgano “y durante la recuperación pensé que se trataba de una segunda vida y quería ponerme un reto, así empecé a correr,” recuerda. Desde entonces, no ha parado. Esta es la 34ª carrera en la que participa.

“No digo que antes no estuviese viva, pero correr me ha hecho más disciplinada, he empezado a ver la vida de una manera más positiva y, sobre todo, mi salud ha mejorado”, asegura Gulati. “Si te levantas a las cuatro de la mañana para correr, tienes que acostarte más temprano, por lo que debes reestructurar todo”, agrega. Dice que, en estos años, “el número de mujeres indias que corren se ha multiplicado». En su mismo entorno, muchas. «Es muy importante que más se sumen. Que den ejemplo, y que los hombres que ya corren involucren a las mujeres de casa.» Aunque admite que aunque queda por delante una gran carrera de obstáculos. Uno de los retos más importantes en India aún es la inseguridad: “Hay mujeres que no se sienten seguras corriendo en la calle, especialmente cuando hay poca luz. Aunque Bombay —añade— es mucho más segura que otras ciudades de India».

Una violación cada 15 minutos

En India, en solo un año, casi 39.000 mujeres denunciaron violaciones, lo que supone que, al menos, una mujer fue violada cada 15 minutos según el último informe anual sobre crímenes (2018-2019) del Ministerio del Interior de India. Además, 64.000 indias denunciaron secuestros y abducciones. Solo un tercio de las denuncias va a juicio y hay miles de casos en espera, según el mismo informe. En el segundo país más poblado del mundo, con más de 1.300 millones de personas, las estadísticas de inseguridad difieren mucho entre norte y sur, entre regiones y entre zonas urbanas o rurales, con Madhya Pradesh y Chhattisgarh en cabeza, según Reuters, dos de los 28 Estados de India, en el interior del país.

«La imagen de las mujeres indias corriendo en pantalones cortos en ciudades como Bombay no representa un cambio real en la forma en que ellas acceden al espacio público en India», explica la escritora Kalpana Sharma, autora de Whose news? The media and women’s issues (¿Quiénes son noticia? Los medios y los problemas de las mujeres), que afirma que la mayoría de las indias, “rurales o urbanas», todavía no se sienten seguras llevando la ropa que desean en espacios públicos debido a la misoginia y la hostilidad inherentes. “Para muchas mujeres en India, los espacios públicos son de acceso, no de ocio”, añade.

Los cuatro de la manada de Delhi, ahorcados en marzo

En los últimos años, algunos de los casos de violaciones en el país han sido especialmente mediáticos y han despertado fuertes protestas, como el llamado Nirbhaya, un juicio que despertó el interés internacional tras la brutal tortura y violación en grupo de una joven estudiante en 2012. Los cuatro culpables fueron condenados recientemente a muerte y ejecutados el pasado 20 de marzo. “Yo soy contraria a la pena de muerte, no reduce los delitos y es deshumanizante”, añade Sharma.

Algunas voces, como la de Sharma, cuestionan que, por un lado, los medios utilicen las violaciones para incitar el odio de ciudadanos y políticos: “Incluso un parlamentario sugirió que los violadores debían ser linchados”. Y por otro, la prensa, trate a las víctimas con un doble rasero. Dice que las violaciones de mujeres de entornos humildes o de dalits (intocables) no provocan protestas y además, la mayoría de los delitos contra las mujeres en India se produce por un familiar o conocido, y muchos de ellos no se denuncian.

“Si yo corro los sábados, mi marido corre los domingos»

Otro de los obstáculos para que la comunidad de corredoras de India crezca es que las mayores responsabilidades de la casa recaen sobre ellas: los niños, familias grandes, cocinar. Lo cuenta Gulati: «Al final, del día, las mujeres están realmente exhaustas. Y si, además, tienes que salir a correr de madrugada es extenuante”.

India es uno de los países en los que las mujeres dedican más tiempo a las labores no remuneradas del hogar frente a los hombres, según la OCDE, 351 minutos al día, es decir, casi seis horas, frente a los 51,8 minutos que dedican ellos. En España, el reparto es de 289,1 minutos ellas y 145,9 minutos, ellos, es decir, casi cinco horas las mujeres y dos los hombres, más del doble. “Así que uno de los elementos necesarios para que las mujeres corran en India, es que el hombre se convierta en un socio equitativo,” reconoce Gulati. “En mi casa, por ejemplo, si yo corro los sábados, mi marido corre los domingos, y cada uno se ocupa de la casa un día”.

Las embajadoras de las carreras rosas de India

Entre las corredoras estaba también Shital, de 43 años, aún con la camiseta empapada tras la competición, quien explicaba que ella convenció a su amiga Bharti para que empezara a correr. Bhati, a su lado, dice que a su ver animó a otras amigas y estas, a su vez, enrolaron a más. Shital es una de las denominadas «embajadoras del pinkhaton» (maratones rosas, por el juego de palabras en inglés), otra iniciativa surgida en India que consiste en involucrar a más mujeres en la comunidad de corredoras del país y que actúa como un rumor en red: se lo dicen unas a otras hasta que se multiplican las participantes. Para Shital es más fácil motivar a las mayores que a las jóvenes: «Cuando eres joven tienes diferentes prioridades”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/30/planeta_futuro/1593526957_430805.html

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