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Un restaurante pensado para ellas

Reseñas/África/Marruecos/16 Julio 2020/elpais.com

Un proyecto busca empoderar y dar opciones a mujeres viudas, separadas, divorciadas y madres solteras discriminadas incluso por el Código de Familia en Marruecos

Zineb tenía tan solo seis años cuando su padre la envió a vivir con otra familia. Pensando que se iba de vacaciones a algún lugar desconocido, pronto descubrió que la habían enviado a una casa para lavar los platos, limpiar y cuidar de los hijos de los dueños. Las condiciones de trabajo eran extremadamente duras para ella y fue continuamente maltratada. Durante años, Zineb trató de huir, pero cuando su padre la encontraba, era enviada de vuelta al mismo lugar, a trabajar. Todo esfuerzo por cambiar su situación era inútil.

Un día Zineb dijo “basta” y decidió escaparse. Se movió de un lugar a otro en busca de un trabajo que le garantizara algo de dinero. En 2014 dio a luz a su primera hija y se convirtió en madre soltera, algo nada fácil en Marruecos, un país donde mujeres en su situación están completamente desprotegidas. Su suerte comenzó a cambiar cuando una organización le recomendó dirigirse a un centro de capacitación para aprender nuevas habilidades que le permitieran ser financieramente independiente y mantener a su niña.

El centro se llama Amal y, como explica su relaciones públicas, Abla Terrab Maskri, el proyecto que tienen en marcha busca “empoderar a las mujeres” a través de la cocina en una ciudad como Marrakech, donde se encuentra una floreciente industria turística y muchos puestos de trabajo en este sector.

Las alumnas de Amal, vestidas con batas blancas de chef, delantales naranjas y hijabs de color negro, trabajan sin cesar durante todo el día en la cocina aprendiendo el oficio. La organización capacita a cerca de 35 alumnas por curso. Allí aprenden a preparar platos marroquíes como el cuscús y el tajine, así como clásicos de la cocina internacional como la pizza y la pasta. El proyecto se ha hecho conocido por su buen hacer y su excelente cocina. De hecho, su restaurante es popular en Marrakech y cuenta con una situación privilegiada en TripAdvisor.

Un grupo de estudiantes cocina en la escuela. AMAL

Terrab Maskri dice que el programa ofrece formación “a las mujeres que se encuentran en una situación vulnerable, como divorciadas, viudas, huérfanas o madres solteras”. Para muchas de ellas esta es la primera educación formal que reciben, como es el caso de Aicha, otra de las integrantes del proyecto. Ella no tuvo la posibilidad de estudiar porque su padre le obligó a dejar la escuela cuando todavía era muy joven para ayudar a su madre en el hogar.

Amal busca empoderar a las mujeres a través de la cocina en Marrakech, donde hay una floreciente industria turística

Durante su infancia, Aicha ni siquiera tenía permitido salir de casa demasiado a menudo. La mayoría de sus hermanos mayores se casaron e independizaron, dejándola encargada de cuidar de los progenitores. Su madre murió de cáncer y su padre falleció el mismo mes de un accidente de coche. Aicha fue enviada a vivir entre familiares, yendo de casa en casa de tías, tíos y primos, sin experiencia ni control sobre su vida.

Como explica Stephanie Willman Bordat, socia fundadora de la organización Mobilizing for Rights Associates, una ONG del norte de África, las marroquíes con las que trabaja en el proyecto, viudas, separadas, madres solteras y divorciadas, “están discriminadas en el marco legal, especialmente el Código de Familia y el Código Penal”.

Un desafío principal para ellas es el factor económico. Las divorciadas en particular, y también sus hijos, quedan muy vulnerables a la pobreza después del divorcio, porque la exesposa no recibe pensión alimenticia ni comparte los activos adquiridos durante el matrimonio, como por ejemplo, la vivienda. “Las órdenes de manutención de los hijos generalmente son bajas e, incluso, cuando se otorgan, las mujeres tienen dificultades para que el tribunal ejecute estas órdenes, porque no pueden encontrar al padre, o este se niega a pagar”, dice Willman.

Al mismo tiempo, las mujeres tienen un poder de decisión limitado sobre sus hijos, como su escolaridad, dónde vivir u otros actos legales porque el padre sigue siendo el tutor legal de los niños, y está a cargo de la toma de decisiones y los asuntos financieros. La madre que se vuelve a casar o quiere mudarse a otro lugar en Marruecos corre el riesgo de perder la custodia.

Willman explica que las viudas también son vulnerables desde el punto de vista financiero debido a las cuotas de herencia desiguales que reciben, y que muchas veces los otros miembros de la familia encuentran formas, aprovechando su analfabetismo, por ejemplo, para no otorgarle su parte.

En el caso de las solteras, se ven privadas de cualquier relación íntima, ya que mantener sexo fuera del matrimonio es ilegal según el Código Penal. Esto significa que estas mujeres no pueden aprovechar la nueva Ley 103-13 sobre violencia machista. “Aunque esa norma penaliza todas las formas de violencia contra ellas, el hecho de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio sean ilegales significa que las que son maltratadas por parte de una pareja íntima con la que no están casadas no pueden presentar una queja porque serían arrestadas”, añade Willman.

Detrás del proyecto de Amal se encuentra Nora Fitzgerald, una estadounidense nacida y criada en Marruecos que comenzó un proyecto de repostería en 2012 con dos marroquíes a las que quería ayudar a crear un medio de vida para que pudieran mantenerse a sí mismas y a sus hijos. «Lo que comenzó como una idea esperanzadora con unas pocas mujeres horneando y vendiendo pasteles ahora se ha convertido en una organización estructurada con dos centros de capacitación», se enorgullece la fundadora.

Terrab Maskri, la relaciones públicas del proyecto, dice que no dejan de recibir solicitudes y que elegir a las candidatas es una tarea difícil. A la hora de seleccionar, buscan que las futuras estudiantes tengan entre 18 y 35 años, unos niveles bajos de ingresos y muchas ganas de aprender.

Durante el programa de capacitación, que dura seis meses, las mujeres aprenden todos los aspectos de la industria de los restaurantes, como cocinar, limpiar, servir y algunas pinceladas de francés e inglés para comunicarse con los clientes. Una vez terminado el curso, hacen dos semanas de prácticas para obtener experiencia en el mundo real, y esto les conduce muchas veces a una oferta de trabajo. De lo contrario, la organización ayuda a las recién graduadas a encontrar un empleo.

Según explica Terrab Maskri, “el entrenamiento es gratuito” porque que las estudiantes “ya se han enfrentado a demasiada exclusión”. Las participantes reciben una paga a lo largo del periodo de formación y aquellas que tienen hijos cuentan con un subsidio adicional por niño para ayudar con su cuidado cuando están fuera de casa. Las alumnas reciben también una tarjeta de autobús local que les permite cuatro viajes gratuitos cada día.

Terrab Maskri se enorgullece de que Amal “es una organización autosuficiente”. Inicialmente, el proyecto fue financiado por donaciones privadas de familiares y amigos, además de llevar a cabo algunas campañas de recaudación en Internet. El cambio principal llegó de la mano de los fondos de sus socios de la Fundación Drosos, una ONG radicada en Zúrich, permitiéndoles establecerse profesionalmente.

En la actualidad los ingresos de Amal se obtienen de las clases de cocina para invitados, su servicio de catering y el restaurante, ganancias que les permite pagar el alquiler, gastos diarios y de electricidad, pagas a las alumnas y al personal. Ahora, Zineb se graduó y tiene un trabajo estable en la cocina de un riad. Muchas otras mujeres graduadas están siguiendo sus pasos.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/03/planeta_futuro/1593782908_403776.html

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El ocaso del último reino de las mujeres

Reseñas/16 Julio 2020/Autora: Ana Salvá/elpais.com

La abogada china Choo Waihong retrata en un libro la cultura de los mosuo, una de las últimas sociedades matriarcales que quedan en el mundo

Durante más de 20 años, Choo Waihong trabajó como abogada corporativa en un par de firmas de letrados de prestigio, principalmente en Singapur y Los Ángeles, llevando una vida agitada que la dejaba muy poco tiempo para conocer el mundo. En 2006, se cansó de esa vida y decidió retirarse antes de tiempo para viajar en busca de sus raíces chinas, explorando las grandes ciudades y llegando posteriormente como turista al lago Lugu, el hogar de la tribu de los mosuo en el sureste del país. Se sintió tan fascinada por sus costumbres que optó por instalarse a vivir con ellos durante gran parte del año.

“Me gustó tanto la gente de mosuo y su estilo de vida que volví una y otra vez, quedándome más tiempo para convertirme en parte de su comunidad. Construir una cabaña en la tierra de un amigo de allí fue parte de la aventura que me atrajo a pasar más tiempo”, dice la abogada, hoy la persona no mosuo que mejor conoce a fondo sus costumbres.

Waihong creció en un mundo en el que los hombres son los jefes y acostumbraba a pelear mucho con su padre, considerado el jefe en una familia “extremadamente patriarcal” de Singapur. La experiencia eran tan diferente a lo que conocía que comenzó a escribir un libro para registrar todo lo que aprendía llamado La tribu de las mujeres: Vida, amor y muerte en las recónditas montañas de China (Editorial Península, 2018).

Ella comenzó el libro casi por casualidad, empujada por un amigo de Londres que fue a visitarla una vez a su cabaña en el lago. “Escribir el libro también me empujó a profundizar en lo que significaba la esencia feminista para una de las últimas sociedades matrilineales y matriarcales que quedan en el mundo”, explica la abogada.

En la tribu mosuo, los niños viven en la casa familiar de las madres y son criados por ellas, sus abuelas, tías y tíos. Nacen fuera del matrimonio y la familia nuclear tal como la entendemos existe de forma distinta. Los hombres y las mujeres tienen encuentros nocturnos ocasionales cuando lo desean. El sombrero de un varón colgado en la manija de la puerta del cuarto de una mujer es una señal para que otros no entren. Estos encuentros pueden ser de una noche hasta asociaciones exclusivas de por vida que pueden terminar o no en el embarazo, pero las parejas nunca viven juntas ni contraen matrimonio.

Ellas heredan las propiedades, siembran, cuidan a la prole y realizan tareas del hogar. Ellos se encargan de las tareas de fuerza, construyen y reparan casas, sacrifican animales y ayudan con grandes decisiones familiares, aunque la última palabra siempre la tiene la abuela, matriarca de la casa.

Según Waihong, en la comunidad mosuo viven entre 30.000 y 40.000 personas. Su cultura se ha hecho cada vez más popular a lo largo de los años, atrayendo a muchos curiosos desde que esta zona se abrió por primera vez a los viajeros hace dos décadas. La mayoría de los visitantes son los propios chinos de otras partes del país, probablemente porque el lago está alejado de las principales rutas turísticas conocidas y, por lo tanto, los extranjeros necesitan más tiempo y esfuerzo para desviarse a esta remota región montañosa interior. Aunque hoy en día, uno puede volar directamente a su nuevo pequeño aeropuerto.

Quienes visitan el lago no comprenden la libertad sexual de la comunidad mosuo y, como dice Waihong, muchos piensan y esperan tener «suerte» y conseguir una aventura de una noche con una persona mosuo durante su estancia. Los forasteros chinos ven como una rareza el concepto de la estructura familiar matrilineal de los mosuo, en lugar de su propia tradición patrilineal. Y “les cuesta comprender cómo el jefe de familia puede ser una mujer cuando la suya es, y siempre ha sido, una familia definitivamente dominada por los hombres”, dice la autora.

El número de visitantes ha crecido tanto que hoy toda la economía que rodea el lago depende del turismo y con ellos también han llegado de la mano el cambio de muchas de sus costumbres. Durante miles de años los mosuo fueron agricultores de subsistencia relativamente pobres y ahora tienen empleos más modernos relacionados con el turismo que no existían antes. Con estos trabajos, muchas personas han dejado de cultivar las tierras y se ganan la vida con el turismo.

La vida en el lago hace unos años era extremadamente rudimentaria y ahora cada granja tiene electricidad, agua corriente, conexión wifi y fuente de agua caliente con energía solar en el hogar. Toda persona adulta o adolescente tiene un teléfono móvil. Cada adulto tiene una cuenta bancaria y entiende de qué se trata al citar un préstamo o una hipoteca.

Todos los menores de 30 años han asistido a la escuela al menos hasta secundaria, mientras que la mayoría de sus madres y padres, que nunca han estudiado, no saben leer ni escribir. Los mosuo de los pueblos remotos ahora tienen el mismo acceso a oportunidades educativas que en el resto de China, ya que la escolarización es en el idioma oficial, el mandarín, y el plan de estudios sigue los modelos nacionales. Este hecho por sí solo, como dice Waihong, “ha traído cambios inmensos a la vida, las esperanzas y sus expectativas de las personas, incluida la posibilidad de poder salir al mundo en general y emplearse en trabajos que sus antepasados nunca habrían soñado hacer”.

Al mismo tiempo, su estructura familiar matrilineal tradicional también está evolucionando en sintonía con la estructura familiar nuclear que prevalece en el resto de China, y hoy en día los jóvenes mosuo están más inclinados a adoptar lo que para ellos es “la nueva y moderna forma de casarse legalmente” y formar una estructura familiar nuclear en un hogar separado. Esto divide la configuración familiar matrilineal y también significa que el matrimonio ahora une a la pareja en una pareja permanente.

“Todos mis amigos más jóvenes se han casado y han establecido hogares con el hombre y la mujer juntos en lo que rápidamente se está convirtiendo en una familia patriarcal. Los hijos nacidos de la pareja pertenecen a la pareja y no al árbol genealógico matrilineal más grande”, dice Waihong.

De hecho, ellos crecerán sin comprender ni experimentar el gran ambiente familiar matrilineal de un hogar típico de mosuo. “Lamentablemente, esto puede ser el comienzo del colapso del mundo matrilineal y matriarcal de Mosuo”, opina ella. Su tarea, con su libro, es recoger testimonio de su cultura e inmortalizarla.

Fuente e imagen tomadas de:https://elpais.com/elpais/2020/07/10/planeta_futuro/1594376916_869742.html

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Lo que el arte enseña sobre la desigualdad de género

Reseñas/Autora: Laura Luque Rodrigo/elpais.com

Las mujeres han aparecido en los cuadros a lo largo de la historia enmarcadas en determinados tipos: el ángel del hogar, la ‘fem fatal’ o las mujeres ociosas de las clases altas

Las representaciones de las mujeres en la pintura, desde la Antigüedad, han tenido que ver con su papel en la sociedad. A lo largo de la historia, las mujeres han aparecido en los cuadros enmarcadas en determinados tipos: el ángel del hogar (buena madre y esposa), la fem fatal (mujer seductora y malvada), las mujeres ociosas (de clase alta), la mujer moderna (en los albores del siglo XX, conduciendo o fumando como algo anecdótico), etc.

Esas imágenes de las mujeres se han perpetuado hasta llegar a nuestros días. Ahora, vemos esos prototipos en la publicidad, las series, el cine o los videoclips. No lo sabemos, pero no inventamos nada nuevo en ellos, sino que arrastramos el peso de una historia visual y literaria milenaria.

La historia del arte estudia esta transmisión de las imágenes a través del “método iconográfico”, que varios expertos desarrollaron desde finales del siglo XIX.

Este método analiza las obras de arte desde los símbolos que aparecen en las obras, qué significados se les otorga en cada época y lugar, y cómo evolucionan. Aplicar el método nos permite entender cómo se han ido construyendo los estereotipos en torno al género. Una de las muchas cuestiones que pueden estudiarse son las imágenes relacionadas con la sensualidad y el erotismo.

'Diana y Acteón', Tiziano entre 1556 y 1559.
‘Diana y Acteón’, Tiziano entre 1556 y 1559. WIKIMEDIA COMMONS

Es difícil saber desde qué momento el ser humano comenzó a representar la sensualidad en el arte. Lo cierto es que encontramos escenas de sexo explícito en todas las culturas desde la Antigüedad.

El baño, provocación o intimidad violentada

Un caso interesante es el de la mujer que está tomando un baño y es violentada. Lo encontramos en un mito de la antigüedad como es el de Artemisa (la diosa Diana en la mitología romana) y Acteón, muy representado durante la Edad Moderna por pintores como Tiziano, Clerck y Alsloot o Heintz, entre otros.

El mito, narrado por Ovidio, cuenta que Artemisa, mientras tomaba un baño en el río, sorprendió al cazador Acteón observándola. Como castigo, la diosa lo convirtió en un venado para que fuera apresado por sus propios perros. Sin embargo, el momento que eligen los pintores no es ese, sino el instante en el que el hombre observa a la diosa. Esta escena se repite en la obra literaria Los siete infantes de Lara, aunque sin apenas representaciones plásticas.

'Susana y los viejos', de Tintoretto.
‘Susana y los viejos’, de Tintoretto. WIKIMEDIA COMMONS

Encontramos un episodio de la Biblia muy similar: Susana y los viejos, historia muy representada en la pintura. Susana, una mujer casada, es observada por dos viejos jueces mientras toma un baño. Al rechazar sus proposiciones, es acusada de adulterio falsamente.

Gracias a la intercesión de Dios, los viejos terminan siendo castigados. Con todo, de nuevo el instante que plasma tradicionalmente la pintura es cuando ella es observada, no la del castigo ejemplarizante. La imagen de Susana aparece como prototipo de lo erótico y no como la encarnación de una violación.

Solo en la obra de Artemisia Gentileschi, una pintora barroca italiana, la situación parece más violenta que sensual. La restauradora y artista estadounidense contemporánea Kathleen Gilje, aprovechó esta visión de Gentileschi para realizar una de sus “lecturas alternativas”: su copia del cuadro incluía una primera versión, recuperada con una radiografía, en la que Susana aparece sujetando un cuchillo para defenderse y con el rostro contorsionado por el horror. Con su propuesta, Gilje simulaba una primera versión de Gentileschi que en realidad nunca existió. Además, en la radiografía el personaje violado no es Susana, sino la propia Gentileschi, violada en la vida real por Agostino Tassi.

'Ablutions', performance en el Guy Dill’s studio, con Judy Chicago, Suzanne Lacy, Sandra Orgel, y Aviva Rahmani (Patrocinado por Feminist Art Program at CalArts), 1972.
‘Ablutions’, performance en el Guy Dill’s studio, con Judy Chicago, Suzanne Lacy, Sandra Orgel, y Aviva Rahmani (Patrocinado por Feminist Art Program at CalArts), 1972.

En la misma línea, varias artistas encabezadas por Judy Chicago realizaron en 1972 la performance Ablutions, para resarcir a todas esas mujeres representadas como sensuales cuando sufrían un acto violento.

Fotograma de la serie 'Juego de Tronos'. Daenerys entrando al baño. Capítulo 1x01.
Fotograma de la serie ‘Juego de Tronos’. Daenerys entrando al baño. Capítulo 1×01.

Sin embargo, esta imagen se sigue repitiendo. Por ejemplo, en la primera escena en que aparece Daenerys, protagonista de la serie Juego de Tronos, en la que ella se dispone a tomar un baño bajo la mirada incestuosa de su hermano.

La mujer, la manzana y el mal

Otros casos los encontramos a través de la cuentística tradicional. Por ejemplo, la historia mitológica de Eros y Psique que cuenta Apuleyo, inspiró el conocido cuento de La Bella y la Bestia, cuya influencia llega a Pedro Almodóvar, que relacionó Átame con la versión del cuento de Disney.

También pervive a través de la historia la manzana como símbolo del mal asociado a la mujer. Una manzana está en el origen de la Guerra de Troya, desencadenada por una disputa entre Afrodita, Atenea y Hera. Paris elige a Afrodita como la más bella y la diosa le da a cambio el amor de Helena, lo que provoca la batalla.

La manzana vuelve a estar presente en la Biblia. El demonio consigue que Eva y Adán coman del fruto prohibido, una manzana. También aparece en el cuento de Blancanieves. Cómo no, de nuevo una disputa entre dos mujeres por ser la más bella.

Retos en nuestra sociedad

Todas estas representaciones de lo sensual están retratadas desde el punto de vista masculino. Llama la atención cómo en muchos episodios lo erótico se muestra a través de mujeres que son atacadas. Pero ¿y ahora? ¿Sigue siendo la sexualidad femenina un tabú en las artes? ¿Sigue predominando la violencia?

Algunos estudios recientes indican cómo la pornografía que consumen nuestros jóvenes está plagada de actos violentos sobre las mujeres, violaciones, incluso en grupo. Esto podría ser una de las causas de que este tipo de acciones se den cada vez con más frecuencia en la realidad. Por este motivo debemos educar en valores como la igualdad de género también a través del arte.

Es un reto que una sociedad que se comunica a través de imágenes, como son los emoticonos, adquiera más cultura visual. Esto podría conseguirse a través de una mayor formación en historia del arte, trabajando en el análisis visual de imágenes que nos rodean y son consumidas por la juventud, al igual que lo hacemos con los textos. De esta manera, seríamos más reflexivos y críticos con respecto a lo visual y más conscientes de qué percibimos a través de la vista.

Como dijo en los años setenta el escritor y crítico de arte John Berger:

“Los hombres miran a las mujeres. Las mujeres se miran a sí mismas a través de cómo son miradas. Esto determina no solo la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres, sino también la relación de las mujeres consigo mismas”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/04/mujeres/1593848715_483357.html

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Libro(PDF): «Retos latinoamericanos en la lucha por los comunes. Historias a compartir»

Reseña: CLACSO

A lo largo de la historia, particularmente en las últimas décadas, los pueblos campesinos e indígenas han sido despojados de sus territorios por distintas vías, incluyendo su patrimonio biocultural tanto tangible como intangible. Desde las tierras bajas o altas, los bosques, la biodiversidad, las selvas, los manantiales, los ríos, la agrobiodiversidad, las semillas, los conocimientos, las agroecotecnologías que transforman, conservan, utilizan y regeneran han sido la base de la vida, de la identidad y de la historia de los pueblos originarios. Las aceleradas apropiaciones y la destrucción de los comunes naturales por las corporaciones transnacionales han generado procesos de despojo centrales para abrir nuevos espacios de inversión, generando salidas espaciotemporales frente a las crisis de sobre-acumulación. Inclusive, los Estados latinoamericanos compiten para recibir porciones del capital global en sus territorios para tener «oportunidades» de inversión, a costa de la devastación de los comunes a través de la apropiación instrumental de la naturaleza y de los pueblos que les dan vida a expensas de la explotación laboral y la precarización de sus derechos sociales.

De las Reflexiones finales de Elena Lazos Chavero

Autor (a): 

Elena Lazos Chavero. [Coordinadora]

Elena Lazos Chavero. Cecilia Gárgano. Edith Carolina Pineda Pinzón. Luz Palestina Llamas Guzmán. Claudia Dary. Claudia Rivera Rosales. Gabriela Lichtenstein. Cloe Mirenda. [Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-611-9

Descarga: Retos latinoamericanos en la lucha por los comunes. Historias a compartir

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2212&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1404

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India: Salir a correr, un privilegio solo para algunas mujeres

Asia/India/09 Julio 2020/elpais.com

Una práctica tan habitual en muchos países es excepcional en otros. En India, la seguridad en las ciudades y el tradicional reparto de tareas son grandes obstáculos para la presencia femenina en calles y carreras. Varias iniciativas ciudadanas intentan cambiarlo

Más de un millar de mujeres indias en pantalones cortos, algunas acompañadas por hijas, madres, amigas o maridos, otras solas, se reunieron el pasado ocho de marzo a las seis de la mañana, antes de los primeros rayos de sol, junto al fuerte del barrio de Bandra, en Bombay. Estaban allí para calentar antes de participar en una carrera popular, en las categorías de cinco y diez kilómetros, organizada con motivo del Día Internacional de la Mujer. En otras dos ciudades de India, Bangalore y Chennai, se celebraron competiciones simultáneas.

En apenas tres cuartos de hora, aparecen las primeras participantes en la meta: Khavita Bhoir, en primer lugar, en 44:47 minutos; Pratibha Khutade, segunda (0:44:54) y Manisha Sanwa, tercera (00:49:08). Manisha dice, orgullosa y todavía fatigada tras bajar del pódium, que empezó a correr hace solo unos meses tras dar a luz por cesárea a su hija, en abril de 2019. Tras las vencedoras, sigue un goteo de mujeres de todas las edades. Hay algunas jubiladas y también niñas con sus madres, jóvenes en pantalones cortos y mallas, otras con camiseta larga y alguna con pañuelo.

Detrás de la iniciativa se encuentran Sangeeta y Sunil Shetty, un matrimonio indio, apodado por la prensa como la “ultra pareja” por sus récords acumulados en ultra maratones. “En 2012 nos convertimos en la primera pareja india que corría 100 kilómetros juntos; en 2013, fuimos la primera en correr durante 24 horas seguidas; en 2016, durante 36 horas, y en 2017 nos convertimos en la primera pareja del mundo que corría durante 48 horas”, enumera Sangeeta antes del evento. “Fueron tres días y dos noches en el estadio de Bangalore”, puntualiza, y explica que solo se podía parar un instante para cambiarse de ropa o comer algo. En ese tiempo, Sunil completó 266 kilómetros y Sangeeta, 214.

Este matrimonio lleva corriendo 17 años. Empezó Sunil, el marido, de 57 años, “simplemente porque quería perder peso”. Dos días después, se sumó Sangeeta y desde entonces, entrenan juntos. «Era el deporte más sencillo y barato, solo necesitábamos unas zapatillas», dice Sunil. “A veces ni eso”, añade Sangeeta. Sunil dice que correr cambió por completo su estilo de vida. Desde hace seis años organizan carreras multitudinarias por toda India con una empresa especializada en la organización de estos eventos deportivos.

“Entre unos 2.000 participantes, un 80% son mujeres”, explica Sunil sobre la asistencia a la carrera del día de la mujer de marzo citada. Reconoce que aunque en las competiciones de este deporte organizadas en India, la participación femenina es minoritaria, ha aumentado bastante: “Si miras atrás, hace 10 años, las corredoras era un 10% y ahora son un 20% o 25%. No voy a decir que vayamos a alcanzar la igualdad total en los próximos años, porque es demasiado optimista, pero al menos deberíamos lograr un 30 o 35%, porque vemos que India ya no es una sociedad tan conservadora como solía serlo; el hecho de que una mujer corra en pantalones cortos ya es un logro, así que las cosas están cambiando rápido”, concluye Sunil.

Sangeeta y Sunil Shetty son un matrimonio indio, apodado por la prensa como la “ultra pareja”, por sus récords acumulados en ultra maratones de hasta 100 kilómetros.
Sangeeta y Sunil Shetty son un matrimonio indio, apodado por la prensa como la “ultra pareja”, por sus récords acumulados en ultra maratones de hasta 100 kilómetros. L. G. A.

Shibani Gulati, de 40 años, no subió al podio ese día pero, para ella, su victoria es la carrera que empezó en 2010. Ese año, fue la primera superviviente a un trasplante de riñón en India. Fue su hermano quién le donó el órgano “y durante la recuperación pensé que se trataba de una segunda vida y quería ponerme un reto, así empecé a correr,” recuerda. Desde entonces, no ha parado. Esta es la 34ª carrera en la que participa.

“No digo que antes no estuviese viva, pero correr me ha hecho más disciplinada, he empezado a ver la vida de una manera más positiva y, sobre todo, mi salud ha mejorado”, asegura Gulati. “Si te levantas a las cuatro de la mañana para correr, tienes que acostarte más temprano, por lo que debes reestructurar todo”, agrega. Dice que, en estos años, “el número de mujeres indias que corren se ha multiplicado». En su mismo entorno, muchas. «Es muy importante que más se sumen. Que den ejemplo, y que los hombres que ya corren involucren a las mujeres de casa.» Aunque admite que aunque queda por delante una gran carrera de obstáculos. Uno de los retos más importantes en India aún es la inseguridad: “Hay mujeres que no se sienten seguras corriendo en la calle, especialmente cuando hay poca luz. Aunque Bombay —añade— es mucho más segura que otras ciudades de India».

Una violación cada 15 minutos

En India, en solo un año, casi 39.000 mujeres denunciaron violaciones, lo que supone que, al menos, una mujer fue violada cada 15 minutos según el último informe anual sobre crímenes (2018-2019) del Ministerio del Interior de India. Además, 64.000 indias denunciaron secuestros y abducciones. Solo un tercio de las denuncias va a juicio y hay miles de casos en espera, según el mismo informe. En el segundo país más poblado del mundo, con más de 1.300 millones de personas, las estadísticas de inseguridad difieren mucho entre norte y sur, entre regiones y entre zonas urbanas o rurales, con Madhya Pradesh y Chhattisgarh en cabeza, según Reuters, dos de los 28 Estados de India, en el interior del país.

«La imagen de las mujeres indias corriendo en pantalones cortos en ciudades como Bombay no representa un cambio real en la forma en que ellas acceden al espacio público en India», explica la escritora Kalpana Sharma, autora de Whose news? The media and women’s issues (¿Quiénes son noticia? Los medios y los problemas de las mujeres), que afirma que la mayoría de las indias, “rurales o urbanas», todavía no se sienten seguras llevando la ropa que desean en espacios públicos debido a la misoginia y la hostilidad inherentes. “Para muchas mujeres en India, los espacios públicos son de acceso, no de ocio”, añade.

Los cuatro de la manada de Delhi, ahorcados en marzo

En los últimos años, algunos de los casos de violaciones en el país han sido especialmente mediáticos y han despertado fuertes protestas, como el llamado Nirbhaya, un juicio que despertó el interés internacional tras la brutal tortura y violación en grupo de una joven estudiante en 2012. Los cuatro culpables fueron condenados recientemente a muerte y ejecutados el pasado 20 de marzo. “Yo soy contraria a la pena de muerte, no reduce los delitos y es deshumanizante”, añade Sharma.

Algunas voces, como la de Sharma, cuestionan que, por un lado, los medios utilicen las violaciones para incitar el odio de ciudadanos y políticos: “Incluso un parlamentario sugirió que los violadores debían ser linchados”. Y por otro, la prensa, trate a las víctimas con un doble rasero. Dice que las violaciones de mujeres de entornos humildes o de dalits (intocables) no provocan protestas y además, la mayoría de los delitos contra las mujeres en India se produce por un familiar o conocido, y muchos de ellos no se denuncian.

“Si yo corro los sábados, mi marido corre los domingos»

Otro de los obstáculos para que la comunidad de corredoras de India crezca es que las mayores responsabilidades de la casa recaen sobre ellas: los niños, familias grandes, cocinar. Lo cuenta Gulati: «Al final, del día, las mujeres están realmente exhaustas. Y si, además, tienes que salir a correr de madrugada es extenuante”.

India es uno de los países en los que las mujeres dedican más tiempo a las labores no remuneradas del hogar frente a los hombres, según la OCDE, 351 minutos al día, es decir, casi seis horas, frente a los 51,8 minutos que dedican ellos. En España, el reparto es de 289,1 minutos ellas y 145,9 minutos, ellos, es decir, casi cinco horas las mujeres y dos los hombres, más del doble. “Así que uno de los elementos necesarios para que las mujeres corran en India, es que el hombre se convierta en un socio equitativo,” reconoce Gulati. “En mi casa, por ejemplo, si yo corro los sábados, mi marido corre los domingos, y cada uno se ocupa de la casa un día”.

Las embajadoras de las carreras rosas de India

Entre las corredoras estaba también Shital, de 43 años, aún con la camiseta empapada tras la competición, quien explicaba que ella convenció a su amiga Bharti para que empezara a correr. Bhati, a su lado, dice que a su ver animó a otras amigas y estas, a su vez, enrolaron a más. Shital es una de las denominadas «embajadoras del pinkhaton» (maratones rosas, por el juego de palabras en inglés), otra iniciativa surgida en India que consiste en involucrar a más mujeres en la comunidad de corredoras del país y que actúa como un rumor en red: se lo dicen unas a otras hasta que se multiplican las participantes. Para Shital es más fácil motivar a las mayores que a las jóvenes: «Cuando eres joven tienes diferentes prioridades”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/30/planeta_futuro/1593526957_430805.html

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Las sursudanesas supervivientes rompen el tabú de la violencia sexual

África/Sudán del Sur/09 Julio 2020/elpais.com

Una ola de denuncias de agresiones se ha extendido por las redes para señalar a los responsables, para gritar el hartazgo y para generar un cambio social

“Escucha a una superviviente sursudanesa”, ha sido el mensaje recurrente en los círculos de las comunidades del país más joven de África y su diáspora en los últimos días. Lo que seguía eran los escalofriantes testimonios de todo tipo de episodios de violencia sexual sufrida por mujeres, explicados en primera persona por las… ¿víctimas? No, por las supervivientes. La ola de confesiones y denuncias se originó en la diáspora y fue impulsada por mujeres sursudanesas por todo el mundo, cuando las jóvenes residentes en el país se unieron a esta corriente, se convirtió en un tsunami dispuesto a levantarse sobre una sociedad en la que las mujeres intentan hacer oír su voz por todos los medios.

La experiencia que ha querido compartir la activista Ayak Chol Deng Alak representa de manera gráfica lo que supone un clima de violencia contra las mujeres muy enraizado. La joven sursudanesa, conocida como activista cultural y fundadora del movimiento Anataban ha explicado en tres tuits un repertorio de episodios de agresiones y abusos sexuales que empezaron cuando solo tenían ocho años y se fueron sucediendo durante su adolescencia y juventud, todo tipo de violencias y cometidos por todo tipo de hombres. Sin embargo, el cuarto mensaje sucesivo es igualmente representativo del espíritu de esta corriente de denuncias. “Ser una superviviente de la violencia sexual y la violación significa que viviré para siempre con lo que me pasó”, advertía la activista que concluía el tuit de manera contundente: “Me niego a ser una víctima”.

El fenómeno se extendió activando las redes y, en muy poco tiempo, los mensajes se difundían, se amplificaban, viajaban, se multiplicaban y traspasaban fronteras. Aunque las transiciones se produjeron de manera inmediata, la tormenta se fraguó en la diáspora en las comunidades sursudanesas de Estados Unidos, trasladándose a las de Canadá y Australia, principalmente, para irrumpir en el país, donde las mujeres, las supervivientes, las protagonistas sienten la presión de una manera más intensa.

El detonante de todo este movimiento fue un hecho casi imperceptible. Guye Furula es una joven de origen sursudanés de 26 años que reside en Estados Unidos. Participó en un podcast Views from the Uninspired que conducen unos amigos suyos y que se compartió el 15 de junio. “Empecé a recibir mensajes que me felicitaban por mi valentía”, explica Furula. “También recibí mensajes de mujeres que habían sido agredidas sexualmente”, continúa contando la joven, “las mujeres siguieron tendiéndose la mano y compartiendo sus historias sobre sus propias experiencias de violencia y así es como empezó”. En ese podcastGuye Furula explicaba que ocho años antes había sido agredida sexualmente en una fiesta, después de quedarse inconsciente. Explicaba que no lo había denunciado por miedo, por vergüenza y por una especie de sentimiento de culpa. Explicaba cómo se había comportado la gente a su alrededor en Nebraska, donde residía, y cómo esa experiencia había marcado su vida. Algo en ese relato tocó una tecla y en ese momento se desencadenó una ola de apoyo y empatía que encontró en las redes sociales un camino para extenderse.

A Guye Furula, sin embargo, no deja de sorprenderle la reacción y todo el movimiento que se ha desatado. No era la primera vez que explicaba su experiencia. En 2015, se lanzó a hablar sobre el tema, cuando ni siquiera se lo había contado a su familia. Lo hizo en su canal de YouTube porque consideraba que su experiencia podía ayudar a otras mujeres en la misma situación. “Me chocó mucho la reacción de la comunidad y de mis compañeros”, se lamenta al recordar el momento en el que rompió el silencio. “Tuve una mala reacción porque en ese momento nadie hablaba sobre la violencia sexual y yo no me quedé callada. Ha estado sucediendo durante muchos años y ahora la gente está cansada de llevar esa carga, por eso esta vez ha sido diferente”.

En un primer momento, fueron muchas las mujeres que se decidieron a compartir sus experiencias de violencia sexual, a través de las redes sociales, derribaron las fronteras y eliminaron las distancias que separan a las diásporas repartidas por todo el mundo y a las mujeres que viven dentro de las fronteras de Sudán del Sur, desde los entornos rurales hasta las ciudades, aparecieron las historias de tíos, de primos, de amigos, de novios, de pretendientes o de desconocidos; las confidencias hablaban de violaciones, de acoso, de matrimonios forzados, de agresiones, de proposiciones intimidatorias y de todo tipo de violencias sexuales. “Mi objetivo cuando compartí mi historia”, comenta Furula, “era ayudar a otras a reunir la fuerza necesaria para hablar y compartir sus verdades. Nunca pensé que llegaría a este punto. Creo que ha sido algo hermoso ver a nuestras mujeres de Sudán del Sur hablar porque esto normalmente se esconde y no se habla en nuestra cultura”. Los mensajes de las experiencias en primera persona se mezclaban con los de otras mujeres que no se sentían con fuerzas para denunciar públicamente y compartían sus historias para que otras las publicasen.

Apoyo mutuo y sororidad eran los mensajes que se transmitían. Algunas de las participantes en la acción se ocupaban de compartir recursos e intentar hacer pedagogía, para evitar los tropiezos del lenguaje que no disminuyen la gravedad de los hechos. La insistencia de que la supervivientes no estaban solas se reforzaba con la sensación de comunidad que genera una acción colectiva en las redes. Mujeres con rasgos comunes, en este caso su origen sursudanés; y preocupaciones compartidas, la violencia sexual; que actúan al mismo tiempo y en el mismo espacio, aunque sea virtual; se sienten arropadas y contribuyentes de una misma corriente. Y nada mejor que un hashtag, una etiqueta que diese unidad a las publicaciones y terminase de poner los cimientos de esa comunidad. La rapera Khat Diew propuso #SouthSudaneseSurvivor y esta ha sido la divisa que ha aglutinado una buena parte de los mensajes de esta ola de denuncias. “Me alegro de haber podido reunirnos”, comenta Diew, “para saber que no estamos solas y de haber compartido mi historia. Nuestras mujeres son fuertes y feroces; este movimiento estaba destinado a suceder”.

Como ha ocurrido en acciones similares en otros países, las supervivientes utilizaron las redes para exponer a sus agresores, ante la impotencia de unos sistemas y de unas sociedades que no les ofrecen las garantías para utilizar las vías de denuncia institucionales. Y también en esta corriente de ruptura del tabú de la violencia sexual entre las comunidades sursudanesas empezaron a aparecer, en Twitter y en Facebook, las listas de los hombres señalados como responsables impunes de esas violencias.

Sin embargo, la euforia por esta corriente de liberación ha tenido que enfrentarse a algunos problemas, también. Pronto, los mensajes de apoyo, de ánimo y de solidaridad no fueron los únicos que circularon por las redes. Replicas y desmentidos, reacciones de algunos de los señalados, advertencias, amenazas o acoso, en público o en privado, volvían a poner de manifiesto que la barrera que las supervivientes intentaban saltar era realmente alta. Unas participantes en la acción reafirmaban sus posiciones; otras, intentaban alejarse; y algunas llamaban a cerrar filas y recordaban la tozudez de algunas prácticas culturales con raíces profundas.

La cultura y las normas sociales se han puesto, durante esta campaña en el centro de la crítica. “El problema de las agresiones sexuales y la violencia de género es apremiante y las mujeres de Sudán del Sur se enfrentan a una violencia sexual «innombrable» tanto en las diásporas como en el país”, advertía Khat Diew. Muchas activistas han aprovechado para recordar la normalidad con la que viven los agresores, la necesidad de que la comunidad se oponga a cualquier forma de violencia sexual y de que las familias apoyen a las supervivientes. Y en esa línea intervinieron también algunos hombres sursudaneses, en la necesidad de combatir la educación que reciben los jóvenes y de que los hombres se conciencien de la discriminación y tomen responsabilidades. “Tenemos que cambiar esta cultura que tolera la violencia”, sentenciaba Diew.

Guye Furula se lamentaba del silencio que la sociedad sursudanesa impone sobre esta violencia. “Hay niñas convertidas en novias, matrimonios arreglados y forzados que también acaban generando violaciones y agresiones sexuales. No hay ningún sistema establecido para ayudar a proteger a las mujeres”, advertía la joven. Por su parte, Khat Diew recordaba: “Es imperativo que la comunidad tome medidas para apoyar a estas supervivientes, proporcionar recursos a las mujeres en situaciones de crisis, especialmente en relación con las agresiones sexuales y la violencia de género. Las consecuencias de esta acción aparecerán en forma de educación comunitaria, de divulgación y de apoyo a las supervivientes de la violencia sexual y sus familias para poner fin a los abusos”.

Por su parte, Furual reconocía que los efectos de una acción colectiva como la que se había desarrollado eran difíciles de prever: “No sé qué saldrá de esto. He visto cambios de mentalidad. He visto consecuencias negativas. Los abusadores ya están amenazando a sus víctimas en los medios sociales. Pero también espero que ayude a una especie de curación, que los padres y las familias crean más en sus hijas. Sé que este movimiento ya ha cambiado nuestra comunidad y que nunca volverá a ser igual, pero también sé que será un largo camino para ver qué más ocurre”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/06/planeta_futuro/1594028514_355472.html

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Al mundo le faltan 142 millones de mujeres ‘desaparecidas’ por machismo

Por: Alejandra Agudo

El informe del Estado Mundial de la Población 2020 publicado por el UNFPA denuncia que hay 19 formas de violar los derechos de las mujeres y analiza en profundidad tres de ellas: los feticidios de niñas, la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil

Las llaman «las desaparecidas». Son las que no llegaron a nacer porque fueron víctimas de feticidio femenino o murieron tempranamente porque sus padres desatendieron su alimentación y salud deliberadamente en su primera infancia. Por ser mujeres. El Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA, por sus siglas en inglés), la agencia que se encarga de la salud sexual y reproductiva, calcula que hoy al mundo le faltan 142,6 millones de mujeres. Nacen menos de lo que es naturalmente normal (100 niñas por cada 106 niños) y fallecen de más en sus primeros años de vida. La preferencia por los hijos varones detrás de estas desapariciones es una de las 19 violaciones de sus derechos fundamentales que sufren las mujeres por el hecho de serlo, según este organismo. Desde el planchado de senos hasta las pruebas de virginidad. Pero en su informe anual del Estado de la Población Mundial 2020 se ha centrado en tres: la ya citada selección de niños, el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.

«Imaginen a una niña de 12 años que adora ir a la escuela, pero a la que sus padres un día le dicen que se ponga su mejor ropa y dos horas después la casan con su vecino que le triplica la edad. O una chica de 16 años a la que le mutilan sus genitales. Imaginen a una pequeña de cuatro que escucha a sus padres quejarse de que no tienen un hijo y que ella es solo una carga», pide Natalia Kanem, directora ejecutiva del UNFPA, a un grupo de periodistas en la presentación por videoconferencia del informe titulado en esta edición Contra mi voluntad. «No nos hace falta imaginarlo porque son situaciones reales que ocurren miles de veces cada día en todo el mundo», agrega.

No fue una ficción paraJasbeer Kaur. Cuando tenía 25 años supo que estaba embarazada de trillizas. Tres niñas. «Ahora está prohibido pero, en aquel momento, te decían el sexo del bebé. La doctora se ofreció a practicarme un aborto porque consideró que sería difícil para mí criar a tres hijas Me explicó que el procedimiento era sencillo, similar a un parto. Por unos momentos tuve miedo, pero Dios me dio fuerzas para rechazar su oferta y dije que no», recuerda esta madre india 23 años después. Una decisión nada común que no gustó a su marido ni a sus suegros. «Ninguna niña había nacido en la familia de mi esposo en tres generaciones. Y dijeron que no iban a permitir que vinieran al mundo tres de golpe. Me dieron un ultimátum: aborta o vete», rememora Kaur. Y se marchó.

A pesar de que actualmente la revelación del sexo del bebé está prohibida en India para evitar los feticidios femeninos, tampoco algunos de los vecinos de Kaur en el Rajastán rural entienden aún hoy su decisión. «La gente aquí en mi pueblo a menudo me dice: ‘Pobrecita, deberías haber tenido al menos un hijo en lugar de tres hijas’. Y les digo: ‘¡Ahórrense esa basura! Soy mujer y estoy orgullosa de haber criado a estas chicas que ahora son adultas», relata. Pero esta madre es también un ejemplo vivo que todas las mujeres locales citan con orgullo, aseguran los autores del documento.

Sin embargo, la selección prenatal y posnatal de varones sigue muy extendida en India. De acuerdo con los datos analizados por el UNFPA, cada año se abortan selectivamente casi medio millón de niñas. Y una de cada nueve de las muertes infantiles de niñas menores de cinco años en el país son atribuibles a esta discriminación de género. India y China (666.300 feticidios femeninos anuales), son los mayores generadores de desaparecidas en el mundo. Y su balanza de sexos está muy descompensada con 112 niños por cada 100 niñas.

«Las mujeres no pueden esperar. Las chicas representadas en este informe no pueden esperar. Y sus derechos no deben dejarse de lado debido a la covid-19 o un huracán, ni por nada. Deben ser una prioridad. Es lo que exigen los Objetivos de Desarrollo Sostenible [ODS]», reclama Kanem en una entrevista por teléfono. «Aun así, muchas no van a la escuela, no terminan la primaria y ni sueñan con la secundaria. Y sabemos que la educación es protectora frente a otras violencias. El matrimonio infantil o la mutilación genital femenina es una discriminación hoy, pero es un trauma para el resto de sus vidas. Y, por supuesto, lo es la preferencia de hijos», resume.

En opinión de Kanem es necesario preguntarse por qué en algunas culturas y territorios los progenitores prefieren tener hijos varones y se producen abortos selectivos de niñas. «Es irónico. Encontramos que muchos quieren chicos para que, cuando sean adultos, les mantengan. Pero a veces eso no sucede e incluso tienen problemas para encontrar esposa. A veces es por cuestiones religiosas o porque es el hombre el que hereda y perpetúa el nombre de la familia». Pero todo eso se puede cambiar, anota la doctora, si se repiensa la seguridad económica de los ancianos o se pone en valor que una hija educada también cuidará de sus mayores, por ejemplo.

Es posible acabar con la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil en 10 años

Para acabar con las prácticas dañinas contra las niñas y mujeres es necesario que las leyes y las políticas se traduzcan en acciones sobre el terreno, apunta Kanem. Y que las intervenciones que se desarrollan en las comunidades se puedan hacer crecer. «Algunos enfoques no son escalables. Entonces, si solo estamos haciendo dos y tres pequeños cambios en comunidades aquí y allá, es posible que no sean lo suficientemente potentes como para conseguir la transformación radical que necesitamos para lograr la igualdad de género para el año 2030».

Kanem cree que es posible alcanzar algunas de las metas establecidas en los ODS, sobre todo, acabar con la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil para 2030. Pero con más acción y más actores involucrados. «Es por eso que hago un llamamiento a los hombres; para que sean parte de la solución, para que defiendan los derechos de las mujeres», apela. «También creo que es importante no subestimar el papel que están jugando los jóvenes. Ellas exigen la igualdad».

Tienen motivos. Los datos publicados por el UNFPA demuestran que hay progresos en la lucha contra la ablación o el matrimonio infantil, pero más niñas se verán afectadas debido al crecimiento demográfico en el planeta. Este 2020, se estima que 4,1 millones de niñas serán sometidas a la mutilación genital. En total, 200 millones de mujeres en el mundo han sido sometidas a esta violencia. Hoy, en un solo día, 33.000 niñas menores de 18 años serán obligadas a casarse, en la mayoría de los casos con hombres mucho mayores que ellas. Se sumarán a los 650 millones de esposas que fueron forzadas a enlazarse antes de alcanzar la mayoría de edad.

Alejandra Teleguario, de 19 años, es una de esas jóvenes que ha dicho basta. Esta guatemalteca es «activista feminista por los derechos sexuales de las juventudes y mujeres» de su país y forma parte del Grupo Asesor de Jóvenes del UNFPA en Guatemala. Comenzó su defensa de los derechos de las niñas y adolescentes con 13 años al conocer a chicas jóvenes, incluso de su edad, en el Hogar Seguro del Estado que habían sido víctimas de violencia de género, agresiones sexuales y matrimonio infantil. «Algunos casos eran muy fuertes», recuerda. En 2015, el Código Civil de Guatemala permitía las uniones desde los 14 años ellas y 16 ellos. Y los cambios que se produjeron desde entonces dejaban la puerta abierta a los enlaces entre menores. Hasta 2017. Teleguario se siente parte de esa victoria. «Aunque todavía hay datos preocupantes, sobre todo en municipios donde predomina la pobreza extrema y persisten prácticas culturales que no han permitido defender completamente los derechos de niñas y adolescentes», advierte.

Miembro de los programas de jóvenes líderes de la organización Women Deliver, Teleguario está involucrada con diferentes organizaciones, redes y actividades para acabar con las prácticas nocivas que sufren las niñas en su país, especialmente los embarazos adolescentes. «Entre enero y mayo de 2020 se han registrado 46.863 en chicas de 10 a 19 años. Es una cantidad desorbitada teniendo en cuenta que desde marzo el país ha estado en cuarentena por la covid-19. Y es un tema tabú la educación en temas de sexualidad», explica.

También es tabú el aborto y no constan casos de feticidios femeninos en el país, pero sí hay preferencia por los varones. «Cuando se festeja la llegada de un bebé, la alegría es mucho mayor si es un niño. Cuando se enteran de que es una niña, hay rechazo en algunas comunidades. Las familias son numerosas y hay una distinción muy fuerte entre las oportunidades que se le dan a los hombres y las mujeres. No es secreto que en Guatemala y otros países de la región se prioriza la educación de los chicos, entre otros privilegios», detalla. «Ellas se quedan en casa ayudando a la madre con las tareas del hogar. Además del hecho de que todavía se sigue practicando el intercambio de hijas por objetos o animales».

Nacer niña es una misión difícil en muchos países. Y una vez en este mundo, la vida va a ser más dura, plagada de obstáculos y violaciones de sus derechos. El ritmo hacia la igualdad de género y la erradicación de estas prácticas es lento. Así lo ha señalado la ONU: el ODS 5 que llama a poner fin a todo tipo de violencia ejercida contra las mujeres es el que menos ha progresado. «Es la década de la acción», apunta Kanem. «Y una estrategia para la acción concertada necesita una hoja de ruta, necesita un plan, necesita un acuerdo. Entonces, el estilo de debate combativo del feminismo puede ser productivo, pero el punto de ese debate debe ser: ¿qué vamos a hacer? Creo que las feministas, algunas de las estrategas más sabias y comprometidas del mundo, deben unirse para avanzar en esta agenda. Espero que defiendan la igualdad de derechos para las niñas, donde sea que estén. Y aunque se produzcan debates, aceptemos que una niña debe permanecer en la escuela, que tiene que estar bien preparada para el empleo y debe contar con la información para tomar decisiones sobre su cuerpo, su fertilidad y lo que quiere hacer para dar forma a su propio futuro», zanja la experta.

Y LLEGÓ LA COVID-19

Un informe del Fondo de Población de la ONU del pasado abril, advertía de que algunas medidas para combatir la covid-19, como el confinamiento y el cierre de clínicas por falta de material y personal, dejarán sin acceso a métodos anticonceptivos a 47 millones de mujeres. La investigación del UNFPA, realizada con contribuciones de Avenir Health, la Johns Hopkins University (EE UU) y la Universidad Victoria (Australia), desvelaba que, por cada trimestre de interrupción de los servicios de salud sexual y reproductiva habrá dos millones adicionales de mujeres que dejen de usar anticonceptivos modernos. Lo que supondrá un gran paso atrás en los progresos que se venían produciendo en la extensión de su uso, que casi se había duplicado en dos décadas, pasando de los 470 millones que los utilizaban en 1990 a 840 millones en 2018. ¿Resultado? Habrá siete millones de embarazos no deseados en seis meses en 114 países de renta baja y media.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/29/planeta_futuro/1593424633_591329.html

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