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El tabú del orgasmo femenino

Reseñas/06 Junio 2019/El país

Un documental rescata el testimonio de cinco mujeres que sufrieron represión y violencia en su intimidad sexual y se rebelaron

Un día, Deborah Feldman subió a su hijo al coche y se marchó. No llegó a salir de Nueva York: apenas recorrió unos pocos kilómetros y atravesó el puente de Brooklyn. Pero, en realidad, cruzó la frontera a otro universo. Llevaba cinco años preparándose para ello, aunque tal vez ni eso bastó ante lo que vino a continuación. Cuenta a la cámara que su familia únicamente contactó con ella para animarla a “comprar una lápida”. La invitaron a suicidarse, así podrían “bailar sobre su tumba”. Tampoco cambiaría mucho: para ellos, Feldman ya estaba muerta. Era el precio por romper sus cadenas, por una rebelión inaudita. Una mujer se alzaba contra la comunidad judía ortodoxa de Williamsburg; contra una vida de obediencia, un marido impuesto, un idioma que no prevé la expresión “te quiero” o la prohibición de tocar siquiera a su esposo si tenía la menstruación, para no contagiarle su impureza.

La cineasta Barbara Miller (Zúrich, 1970), en cambio, quiere que la historia de Feldman se difunda por todo el planeta. Y, con ella, la de las otras cuatro protagonistas de Placer femenino, un documental que se estrenó el pasado viernes en España. “Me preguntaba por qué la sexualidad de la mujer es un tabú y solo se habla del deber. El placer nunca está en el centro”, aclara la cineasta sobre el origen del proyecto. Tras realizar filmes sobre el clítoris o la pornografía en Internet, Miller apuntó con su foco hacia las sombras que envuelven la intimidad.

Leyla Hussein (centro), en un fotograma de 'Placer femenino'.ampliar foto
Leyla Hussein (centro), en un fotograma de ‘Placer femenino’.

Acabó iluminando fragmentos que invitan a golpear, humillar o controlar a la mujer en los textos sacros de las cinco religiones más importantes del mundo. “Hace cientos de años que se demoniza nuestro cuerpo, afirmando que es la fuente de todos los pecados. No es un filme contra la religión, pero se ha abusado de ella para perpetuar nuestra sumisión”, afirma la directora. De ahí que buscara otras tantas voces, una por cada fe, dispuestas a contar su tragedia y su rebeldía: mujeres que hubieran sufrido la injusticia en sus carnes y hubieran tenido el valor de oponerse. Solo así, asegura Miller, podrían afrontar también las amenazas que vendrían por aparecer en el filme.

Al fin y al cabo, para todas ellas ha sido el pan amargo de cada día. La japonesa Rokudenashiko se enfrenta a dos años de cárcel por “obscenidad”, por crear moldes de su vagina como obras de arte, en un país donde se anuncian mangas de contenido pedófilo y el festival del pene se celebra con desfiles y esculturas tan colosales como explícitas; Vithika Yadav ha pasado del acoso y el manoseo callejero a sufrir ahora la intimidación de sus compatriotas indios, desde que lanzó la web de educación sexual Love Matters; la alemana Doris Wagner prometió amor eterno a Dios y al catolicismo y recibió a cambio los repetidos abusos de un cura; y a la somalí Leyla Hussein, con siete años, le pusieron su vestido más bonito y la llevaron a casa de la tía, junto con su hermana de tres años. Cuando escuchó los gritos de la pequeña desde la otra habitación, supo que no habría fiesta. Ya era tarde para ambas, como para las otras 200 millones de mujeres en el mundo que han sufrido la mutilación genital.

Placer femenino también tuvo que pelear, en una carrera de obstáculos de varios años. “¿Cinco mujeres, hablando de religión y de su sexualidad? Demasiados tabúes”, le decían a Miller los potenciales financiadores. Finalmente, entre otros fondos, logró también una ayuda del Parlamento Europeo. Al fin y al cabo, por más que su filme cuente historias extremas y tal vez remotas para algún occidental, un hilo resistente las une desde hace siglos. “Como se dice en la película, el patriarcado es la gran religión global. A la mujer se la oprime y se le pide que sea linda. Lo importante es que el hombre esté feliz”, sostiene Miller. Y cita violencia de género, brecha salarial, anuncios machistas o una pornografía a medida masculina, donde el clítoris y el éxtasis femenino son ausentes injustificados. La cineasta, básicamente, viene a decir que ningún país está a salvo. “El lugar más peligroso para una mujer es su casa”, tercia, antes de recordar que el 75% de las violaciones en Alemania ocurre entre las paredes domésticas.

Rokudenashiko, en un momento de 'Placer femenino'.
Rokudenashiko, en un momento de ‘Placer femenino’.

Además de la violencia, tanta presión conlleva secuelas psicológicas. “Siempre nos están juzgando por ser mujeres”, dice Hussein en la película. “Pierdes confianza, te haces chiquita”, agrega Miller. Ambas comparten la convicción de que la represión invade también la cama y las preferencias sexuales femeninas. En otro documental, En pocas palabras de Netflix, se estima que solo el 65% de las mujeres alcanza regularmente el clímax en el coito heterosexual, frente al 95% de hombres. Hussein, en el filme, lo resume más gráficamente: “Hay un coro de orgasmos femeninos fingidos que resuena por todo el mundo”. También lo contó ante la ONU o el Parlamento británico, así como Feldman ha escrito el libro Unorthodox. Ahora, su relato llega a la gran pantalla: se estrenará incluso en alguna sala de la India y, en otoño, en Japón. Más difícil es que el contagio llegue hasta un par de cines de Nueva York: los del distrito de Williambsburg, justo al lado de la comunidad judía ortodoxa. Pero nunca se sabe: hace tiempo que Deborah Feldman huyó de ahí. Es hora de que su historia regrese.

Vithika Yadav (derecha), en un fotograma del filme'.ampliar foto
Vithika Yadav (derecha), en un fotograma del filme’.

HOMBRES CONDENADOS A SER VIRILES

A la vez que denuncia la represión sexual que sufren las mujeres, Placer femenino subraya la necesidad de una lucha conjunta con los hombres. Nada de guerra de sexos, según Miller: se trata de avanzar codo con codo. Tanto que a la cineasta, durante el rodaje, se le acercaron varios hombres para hablarle de los problemas de su propia sexualidad: la obligación de ser viril, las presiones de la pornografía, la falta de comunicación masculina. Sobre todo ello vertirá un documental que Miller quiere filmar próximamente, con un esquema parecido a Placer femenino: buscará testimonios de varios países y contextos que expliquen contradicciones y silencios de la sexualidad masculina.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/cultura/imagenes/2019/05/20/actualidad/1558374444_729640_1558534971_sumario_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/05/20/actualidad/1558374444_729640.html

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España: En 39 pueblos, el poder solo es femenino

Europa/España/30 Mayo 2019/Fuente: El país

Un puñado de minúsculos municipios tiene gobiernos locales integrados únicamente por mujeres

Las paredes empapeladas de carteles de los candidatos y, en las calles céntricas, la megafonía ambulante montada sobre los coches que escupe mensajes electorales: ese el decorado habitual de los más de 8.000 municipios que votarán el domingo, y también el paisaje urbano de estos días en Alcázar de San Juan, en Ciudad Real, con algo más de 30.000 vecinos. De tradición socialista, en la pasada legislatura esta localidad eligió por primera vez una alcaldesa, Rosa Melchor (PSOE), que se rodeó de un equipo de mayoría femenina: cuatro hombres y cinco mujeres, a las que decidió atribuir carteras de las que antes se habían encargado ellos.

Alcázar de San Juan es una excepción. Apenas hay un puñado de singularidades más en España: según el Ministerio de Hacienda y Función Pública, en 39 municipios de los 8.124 de toda España, los Ayuntamientos están regidos solo por mujeres. Pero se trata de municipios minúsculos, porque de ellos solo hay dos con más de cuatro concejales: Alcázar del Rey (Cuenca) y Remondo (Segovia).

El caso de Alcázar de San Juan es algo distinto: al ser una localidad más grande cuenta con 21 concejales. Si Melchor gana las elecciones repetirá con esa mayoría femenina de ediles. Además, de las seis candidaturas que se presentan, cuatro cabezas de lista son mujeres, incluida la de Vox.

La alcaldesa de Alcázar de San Juan defiende que las mujeres suelen estar más pendientes de los detalles, de las cosas pequeñas. E insiste en que su trabajo ha estado centrado en la atención a las personas, que, según ella, se había dejado de lado la anterior legislatura, con el PP en la alcaldía. “Hemos recuperado el punto de encuentro familiar, donde se hace el intercambio de menores entre parejas separadas sin buena relación. Hemos incentivado la conciliación de la vida familiar y laboral, y hemos abierto una aplicación para que los vecinos contacten con nosotros que se llama línea verde”, explica Melchor.

Amparo Bremard, de 56 años y responsable de tráfico y seguridad ciudadana, entre otras áreas, añade que está cansada de que ser mujer dé pie a comentarios que se repite una y otra vez en los plenos. “A veces nos encontramos con gente que nos trata con cierta condescendencia por el mero hecho de ser mujeres”, añade. Si gana la próxima legislatura, la regidora alcazareña tiene como uno de sus objetivos apostar por las energías renovables, seguir reduciendo la tasa de desempleo —que ha pasado del 30% al 18% en estos cuatro años—, y añadir a los servicios del hospital local un psicólogo en el área de oncología y una sala de hemodiálisis, entre otros asuntos. “Hemos cerrado con 4,5 millones de superávit; algo bien hemos hecho, ¿no?”, sentencia.

Remondo, con 305 habitantes, es uno de los dos ayuntamientos españoles con más de cuatro concejales en las que todas son mujeres. María José González (51 años), del PP, se convirtió en alcaldesa en 2007 y espera repetir este domingo. Para González, el hecho de que el Ayuntamiento esté formado solo por mujeres es anecdótico. “Quizá somos un poco menos pasotas. Solemos llevar la economía doméstica y eso tal vez hace que sepamos aprovechar mejor los recursos, ser más previsoras o ahorrativas, pero líbreme Dios de pensar que esto no lo puede hacer un hombre”, señala.

El Manzano

Carmen Ruano, alcaldesa de El Manzano (Salamanca), nació en esta localidad hace 65 años. Tras un tiempo en la capital, regresó a sus orígenes para cuidar a su madre. Fue en 2011 cuando decidió presentarse a alcaldesa por el PSOE tras algunos roces con el anterior regidor, del PP, que llevaba en el Ayuntamiento más de 20 años. “El pueblo estaba abandonado. No había ningún parque, las fachadas estaban muy perjudicadas, había casas en ruinas… Estaba todo muy mal”, asegura.

Con apenas 80 habitantes —la mayoría jubilados— Ruano afirma que ella y las otras dos mujeres que la acompañan en el concejo —una de su mismo partido, y otra del PP— han centrado su trabajo en que los vecinos estén atendidos y no tengan que desplazarse a la capital. “A los líderes nacionales se les llena la boca con las medidas para la despoblación”, se queja, pero esas medidas no terminan de llegar hasta los pueblos que las necesitan. Cuando le preguntan la diferencia entre un consistorio dirigido por mujeres o por hombres, Ruano lo tiene claro: “Yo quería rodearme de gente con ganas de trabajar y que me pudiese ayudar. Las mujeres son más participativas; tenemos otra sensibilidad para identificar problemas y prioridades”, concluye.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/politica/imagenes/2019/05/24/actualidad/1558726789_491832_1558726854_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/politica/2019/05/24/actualidad/1558726789_491832.html

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Reafirmamos nuestra promesa de poner fin a la violencia de género

Por: Natalia Kanem

Juntos, la ONU y la UE, llevaremos la paz a nuestros hogares, comunidades y países, y a los corazones y las mentes de mujeres y niñas en todas partes

Piense en esto cuando cierre la puerta de su casa para ir a trabajar hoy: que acaba de dejar el lugar más peligroso del mundo para las mujeres. Ahora eche un vistazo alrededor mientras camina por la calle, toma el tren o el autobús. Lo más probable es que una de cada tres mujeres que vea haya sobrevivido o sea víctima de violencia física o sexual. O ambas.

Lo más posible es que uno de cada cuatro niños que vea viva en una casa donde su madre es golpeada o maltratada, y que los varones que sean testigos de la violencia de su padre, tengan más probabilidades de golpear a sus parejas cuando crezcan.

La violencia contra las mujeres y las niñas no es algo por lo que otras personas en entornos lejanos deban preocuparse. Está a nuestro alrededor. Está en nuestras comunidades y vecindarios, en nuestros trenes, en los lugares donde trabajamos. Está en internet, en las redes sociales, que han abierto la puerta a una gran cantidad de información, así como a la explotación y el acoso.

¿Qué vamos a hacer al respecto? Durante más de dos años, los movimientos de mujeres han dominado las conversaciones globales, creando solidaridad a través de campañas potenciadas por el acceso a la información y las redes sociales. Desde el #MeToo y el #TimesUp, destacando el acoso y abuso sexual, hasta el movimiento #NiUnaMenos, como protesta al feminicidio, las mujeres y las niñas están alzando sus voces para exigir igualdad y poner fin al abuso y a la impunidad.

La violencia contra las mujeres y las niñas ha penetrado tanto en los hogares como en la sociedad, y es una de las violaciones de derechos humanos más generalizadas en el mundo.

Romper las normas y actitudes sociales dañinas que perpetúan la violencia y que han continuado sin cesar durante generaciones requerirá determinación, ideas creativas e inversión. Aquí es donde entra en juego la Iniciativa Spotlight. La alianza entre la Unión Europea y las Naciones Unidas —que supone un apoyo de 500 millones de euros— está diseñada para ayudar a poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas.

Codirigida por la Unión Europea y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y ONU Mujeres, y en colaboración con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la Organización Mundial de la Salud, Unicef y otros socios, incluidos los Gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y los organismos regionales e internacionales, la iniciativa Spotlight está creando un consorcio para el cambio.

Esta iniciativa supone una inyección de apoyo financiero y técnico a la escala necesaria para hacer frente a esta plaga. Ayudará a las comunidades a tomar medidas para desarrollar e implementar leyes y políticas para combatir la violencia sexual y de género. Ayudará a aquellos, jóvenes y adultos, que están trabajando para cambiar el comportamiento de niños y hombres. La Iniciativa Spotlight apoyará a quienes aseguran que las víctimas tengan acceso a los servicios que necesitan. Colaborará también con quienes trabajan para mejorar el acceso a la justicia para las supervivientes y para poner fin a la impunidad de los perpetradores.

Un primer paso es poner fin a la violencia y hacer que el hogar se sienta como el refugio seguro que debería ser. Junto con nuestros socios de la Unión Europea, reafirmamos nuestra promesa de trabajar para poner fin a la violencia y otras prácticas dañinas contra mujeres y niñas en todo el mundo para el año 2030. Juntos, llevaremos la paz a nuestros hogares, comunidades y países, y a los corazones y las mentes de mujeres y niñas en todas partes.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/09/planeta_futuro/1557399113_306287.html

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India: el país de los ‘bollygarcas’ que vive de espaldas a las mujeres

Por: Angel L. Martínez

El crecimiento sostenido depende del desarrollo de infraestructuras en las zonas rurales, donde vive el 65% de su población, y de la inserción laboral femenina

Se tardan 14 horas en viajar en tren desde la capital de la India, Nueva Delhi, a su centro financiero, Bombay. La misma distancia entre las principales ciudades chinas, Pekín y Shanghái, se hace en cuatro horas. Mientras el vecino asiático ha duplicado sus vías férreas desde 1990, las de la India han seguido igual y su inversión ha sido tres veces menor. La mejora de una red de ferrocarriles lenta y obsoleta condiciona el éxodo de cientos de millones de personas a las ciudades y el equilibrio del desarrollo de la India rural y urbana, también segregada en clases, castas, religiones y géneros. La mejora de las infraestructuras en las zonas más abandonadas y la inserción laboral de las mujeres son aspectos vitales para que el país goce de un crecimiento sostenido.

Nacido hace 165 años, Indian Railways es el mayor empleador del país —1,4 millones de trabajadores—, pero ha estado gestionado por el clientelismo político. El alto impuesto a las mercancías transportadas en tren —para subvencionar pasajes a viajeros— ha reducido al 30% los bienes distribuidos por esta red cuando el porcentaje era del 65% en 1970. La restricción afecta a la distribución del carbón; principal fuente de energía en la India, aunque tres veces más costoso y lento de transportar que en China, lo que frena el desarrollo industrial.

En 2018, el Gobierno invirtió 18.500 millones de euros para remodelar estaciones y vías férreas, medida que corrió en paralelo a la eliminación de las restricciones a la inversión extranjera, una decisión esta última no exenta de controversia por el temor a la privatización. “El ferrocarril es el medio de transporte para las clases bajas. Su privatización aumentará los pasajes de viajeros y el precio de los bienes de primera necesidad, lo que afectará a todos los bolsillos”, explica el profesor emérito del Centro de Observación e Investigación Abhijit Mukopadyay.

Geografía inabarcable

El mismo equilibrio exige el desarrollo sostenible de las poblaciones unidas por la red de ferrocarriles en la vasta y desigual geografía del séptimo país más extenso del planeta. Más del 65% de los 1.250 millones de indios viven en pueblos, pero se estima que 404 millones de personas emigrarán a las ya superpobladas megalópolis del país hacia 2050. Así, en 2015, el Gobierno creó la misión Smart City para mejorar 100 ciudades medias con una inversión de 6.700 millones de euros. Sin embargo, un informe de expertos concluye, tras analizar las condiciones de chabolas de las urbes o la falta de agua potable en pueblos, que el plan no satisface las necesidades de la población.

El desarrollo rural depende, en buena medida, del éxito de promesas como la construcción de 30 kilómetros de carreteras diarias, cientos de millones de retretes e infraestructuras que suministren a poblaciones remotas. “Hay una red muy limitada para que el gas natural llegue a los consumidores, independientemente de lo que se produce”, explica el experto de ORF, Aparajit Pandey, en referencia a una posible desregulación del gas natural para reducir la dependencia importadora. “Para hacer que el gas natural sea una opción viable en la India, la infraestructura para tuberías tiene que ser mejorada e incrementada”.

La abismal brecha entre las urbes de los bollygarcas —mezcla de Bollywood, industria del cine de Bombay, y oligarcas— y las aldeas que bordean la pobreza extrema pasa por solucionar la perenne crisis del campo. Alrededor del 18% del PIB de la sexta economía del planeta depende del sector agrícola, que reclama inversión pública y exención de deudas para unas cosechas condenadas a calamidades y a la fluctuación de precios. Ante el peso del voto de los 144 millones de labriegos indios (32% de la población), la medida de los Gobiernos ha sido subvencionar la agricultura; incluido el del reacio Modi, que asignó 7.380 millones en planes de empleo para el sector con vistas a las elecciones.

Si los esfuerzos se redoblan para el desarrollo rural, más velocidad aún debe tomar la inclusión de la mujer india en la economía, ya que solo el 27% participa en el mercado laboral. La violencia machista, —en proceso de erradicación de fenómenos culturales como la dote o los feticidios femeninos— ha truncado la educación de generaciones de mujeres, ahondando la discriminación y la brecha salarial. Pero la tendencia no augura cambios radicales. Según la encuesta del Estudio Nacional de Estadística (NSSO), más jóvenes de 15 a 19 años prefieren la educación al trabajo prematuro, pero los datos para las edades de entre 20 y 24 años muestran menos mujeres en el mercado laboral. Estos datos ratifican el estudio del Banco Mundial sobre empleo femenino, que subraya que la reducción de trabajo en el campo no se corresponde con un aumento similar en actividades productivas no agrícolas en las ciudades.

“No solo la participación laboral de la mujer es baja, también su proporción en trabajos de ingresos elevados, altamente productivos y seguros; mientras que la relación de mujeres es mayor en sectores agrícolas y en la producción informal”, explica Pallavi Choudhuri, investigadora del Consejo Nacional para el Estudio de la Economía Aplicada (NCAER).

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/economia/imagenes/2019/05/10/actualidad/1557482275_835617_1557482479_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/economia/2019/05/10/actualidad/1557482275_835617.html

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Entrevista a Marcela Junguito: «El empoderamiento de las mujeres tiene que empezar desde la infancia»

Entrevista/Autor y fuente: Semana

La rectora del Gimnasio Femenino, Marcela Junguito, explica que aún hay muchos sesgos inconscientes en la forma cómo educan a las mujeres. La educación del siglo XXI tiene que hacer más énfasis en que se animen a explorar, a estudiar ciencias exactas y a ser líderes de su comunidad.

La equidad de género es una necesidad cada vez más apremiante en cada sector de la sociedad. Pero desde la escuela no se está propiciando los espacios  suficientes para que las mujeres sean líderes y y lleguen adonde tradicionalmente han estado sub-representadas, opina Marcela Junguito, rectora del Gimnasio Femenino.

Esta institución de educación acaba de lanzar un libro sobre “La educación de la mujer en el siglo XXI”, que aborda el problema de cómo empoderar a las mujeres desde su etapa escolar.

SEMANA Educación habló con la rectora sobre las estrategias que deben implementar las instituciones de educación para empoderar a sus estudiantes y enfrentarse a un mundo laboral desigual.

SEMANA Educación: ¿Por qué quisieron hacer un libro sobre la educación de la mujer en el siglo XXI?

Marcela Junguito: La idea es aterrizar en la práctica el discurso del empoderamiento de las mujeres desde la edad escolar. Si hay un tema que se esté discutiendo mucho en este momento es ese, y la importancia de la representación femenina en todos los ámbitos. Lo que quisimos con el libro es aterrizar eso en la práctica, qué significa desde el colegio. Somos unos convencidos de que el empoderamiento de las mujeres tiene que empezar desde la infancia, desde su relación con su entorno, con sus profesores, con su proceso de aprendizaje. Que ellas puedan romper la brecha de los sueños, que quiere decir que le enseñamos a los niños a soñar muy en grande y a las niñas no tanto…

S.E.: ¿Cómo es eso?

M.J.: Aún hoy en el siglo XXI, el espectro de posibilidades profesionales que se le presentan a las niñas de manera consciente o inconsciente es muy limitado. Todavía las estamos encaminando a ciertas carreras, a escoger un poco desde el temor, de buscar lo seguro, las carreras que dan cierta estabilidad. Eso tiene que ver con la educación de las mujeres, que está muy centrada en la protección. Lo cual no es malo en sí, pero no les estamos permitiendo explorar, arriesgarse y equivocarse. Si queremos mujeres representando en todos los sectores, pues las tenemos que animar a estudiar cualquier carreras y a equivocarse, también, y saber que eso es parte de la vida, que no es tan grave.

S.E.: ¿Es decir que no se todavía se están educando a las niñas y a los niños con enfoques distintos?

 

M.J.: Pues es que todavía hay muchos sesgos. Un profesor entra a un salón de clases y tiene sesgos subconscientes. En el campo deportivo los hay todos. Todavía no estamos educando a las niñas con la mentalidad de que ellas pueden ser deportistas profesionales. Las educamos pensando que el deporte es algo complementario, marginal. No existe en nuestro imaginario colectivo que una niña pueda dedicarse a eso y seguir siendo femenina. Por eso tenemos tan poquitas mujeres en deportes. Ninguna niña quiere que la señalen.

S.E.: Ya que habla de eso, en Colombia también son pocas las niñas que escogen una carrera en Ciencia, Tecnología, Ingeniería o Matemáticas (STEM). ¿Por qué cree que es así?

M.J.: Pues por lo mismo, porque hay muchos sesgos. Creemos que las mujeres son mejores para las humanidades. Hemos asumido que en ellas son más naturales las habilidades sociales y comunicativas, y las invitamos a seguirlas desarrollando. Hay un libro muy interesante que creo que se llama Pink brain, blue brain sobre las diferencias entre los cerebros de niñas y niños y habla de cómo las diferencias son muy chiquitas cuando nacen. Pero las potenciamos culturalmente. Me explico: las niñas, en promedio, aprenden a hablar más rápido que los niños. Eso inmediatamente condiciona el tipo de juegos que les hacen los papás y los juguetes que les regalan. A las niñas les regalan muñecas, que son juegos que estimulan esas habilidades comunicativas. Mientras, a los niños se les anima a ser superhéroes, exploradores, a armar cosas. Y ese tipo de juguetes son muy limitados para las niñas. Ahí la pregunta es qué pasaría realmente si educamos a los niños y niñas igual. De pronto se nos quitaría la idea de que las diferencias entre ambos son enormes.

S.E.: Ustedes hablar de promover que las mujeres sean líderes desde el colegio. Incluso tienen una clase de Liderazgo en su programa curricular. Pero ¿cómo se enseña a las niñas a que sean líderes en un mundo mixto, cuando están aprendiendo en un contexto exclusivamente femenino?

M.J.: La gente históricamente asocia los colegios femeninos con colegios tradicionales, que buscan es proteger en lugar de exponer. Pero en las últimas décadas ha cambiado radicalmente el discurso de los colegios femeninos en todo el mundo. Hemos encontrado que, sin darnos cuenta, estábamos potenciando esa posibilidad de que las mujeres ocupen desde muy pequeñas roles de líderes. La enorme ventaja de colegios de niñas es que no hay sesgos de género. Nadie opina que una niña debería estar más en ballet y no en fútbol. Es un escenario ideal para que ellas crezcan en esa libertad de expresión. Ahora, este enfoque lo puede adoptar cualquier colegio. Sería muy interesante un colegio mixto con esta apuesta de empoderar a las mujeres.

S.E.: ¿Cómo ve el panorama del empoderamiento femenino en el país?

M.J: Nos falta mucho. A nosotros Aequales, una empresa que trabaja con temas de desigualdad de género, nos presentó el panorama actual de la equidad en las empresas del país y casi nos vamos de para atrás. A uno le daba la impresión de que las cosas están mucho mejor que antes, que ya la desigualdad de género era tema superado. Pero de 2004 a 2019 no ha cambiado nada la proporción de inequidad. Eso demuestra que si no se hace algo intencionadamente para cambiar el panorama, planes, proyectos, programas, etc. el mundo no va a cambiar solo. Dándole tiempo no vamos a llegar a la equidad.

Imagen tomada de: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2019/5/14/615280_1.jpg

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/como-ensenar-a-las-ninas-a-ser-lideres-en-el-colegio/615282

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Cosmética con superpoderes a base de karité

Por: Chema Caballero

Un proyecto en Benín hace de la manteca de karité el elemento clave para el desarrollo de varios pueblos gracias a la comercialización de sus productos en España

“Esta es la crema. Probadla”. Unas mujeres, sentadas en un banco, hacen como se les dice. Cogen un poco del recipiente que se les muestra, lo huelen, cuchichean algo, se untan las manos, hacen signos de aprobación con la cabeza. “Y este es el cacao para los labios. Probadlo también”. La operación se repite. Ahora ríen, aplauden, comentan en voz alta, en definitiva, celebran. Lamotou Sero Mama Lafia y Abdel-Kader Modougou han llegado hasta la aldea de Sansi-Gando, en el distrito de Ouenou, comuna de Nikki, en el norte de Benín, muy cerca de la frontera con Nigeria, para mostrar a las mujeres los productos elaborados a partir de la manteca de karité que ellas fabrican año tras año.

Los envases de crema son el último eslabón de un proceso que comienza en esta aldea y otras dos vecinas: Monnon y Besan-Gourou. En ellas, las mujeres recogen el fruto del karité y lo transforman en manteca refinada que, luego, es exportada a España. Allí, en los laboratorios Naáy Botanicals de Valladolid es transformada en los productos que las vecinas de Sansi-Gando han visto ahora por primera vez y que se comercializan bajo la marca Nikarit.

Nikarit es un proyecto de la ONG española OAN International que intenta empoderar a las mujeres productoras de karité a través del fomento del comercio justo y sostenible de la manteca. En las zonas empobrecidas del Sahel, muchas mujeres buscan en la elaboración de este producto una fuente de ingresos que les permita ser económicamente independientes. El problema es la falta de medios para acceder a los mercados internacionales donde hay mayor demanda de este producto. Con este proyecto se ha conseguido conectar la demanda que había en España con la oferta de Benín. Ahora, esas mujeres venden los frutos de su trabajo a un precio justo.

“Hay tres productos: la manteca de karité, a la que solo se le añade vitamina E para que se conserve mejor, la crema de manos y el cacao de labios”, comenta Beatriz Vázquez de Miguel, coordinadora del Comité de política social de OAN y fundadora de Nikarit. Las fórmulas utilizadas fueron desarrolladas por dos voluntarias de la organización que estudiaron un máster en cosmética.

Este proyecto está muy vinculado a un hilo creado en la universidad. Comenzó con el trabajo fin de grado (TFG) de Vázquez, que estudió derecho y administración de empresas, y consistió en un plan de negocios. “Luego, fui a Nikki con José María Elola y Pablo Jordán y allí hicimos una investigación sobre el terreno que nos permitió conocer cómo funcionaba el mercado del karité. Más tarde, otro compañero hizo otro TFG con un nuevo plan de negocios que contenía la información actualizada. Luego otra estudiante presentó como trabajo fin de máster (TFM) un plan de evaluación de todo el proyecto. Le siguió otro voluntario con otro sobre las bases sostenibles del karité; ahora un alumno está realizando uno sobre cómo hacer un sello de comercio justo para este proyecto, y una voluntaria ha desarrollado un plan de marca…”.

El proyecto también ha conseguido un impacto indirecto, que en un primer momento no se buscaba, la protección de una planta que es un tesoro de la naturaleza y que se ve muy amenazada. El árbol de karité (Vitellaria paradoxa) llega a medir hasta 15 metros de altura. Puede vivir hasta tres siglos. Tarda entre 15 y 20 años en producir frutos: unas nueces carnosas. Tras cocerlas y triturarlas se obtiene una grasa vegetal conocida como manteca de karité; una sustancia comestible que tradicionalmente se utilizaba para cocinar. Sin embargo, desde hace años existe una gran demanda de este producto para la cosmética. Como tarda tanto tiempo en producir beneficios económicos, es normal que los campesinos lo corten o quemen para tener más tierra cultivable o lo sustituyan por cultivos más rentables, como el anacardo. El hecho de que ahora genere ingresos hace que empiece a estar protegido.

En pocos años, se ha conseguido que en Benín más de 200.000 mujeres vivan directamente de actividades relacionadas con el karité, según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca beninés. Desde hace tiempo, este organismo impulsa y promociona la mejora y exportación de estos productos. Tanto es así que se ha convertido en la tercera gran exportación del país después del algodón y el anacardo y, por tanto, constituye una importante fuente de divisas. Esto coloca a Benín como el cuarto productor mundial de karité, tras Malí, Burkina Faso y Nigeria, con un volumen de producción de alrededor de 30.000 toneladas de nueces secas. Pero son muchas las mujeres que se quejan de no poder vender la manteca que elaboran.

Normalmente, “las empresas cosméticas importan la nuez de karité, no el producto procesado. Se utiliza a África como materia prima y no se la incluye en los procesos productivos. El mensaje que nosotros queremos dar es el contrario”, comenta Daniel Alfaro Posada, presidente de OAN. La nuez de karité se compra a 80 céntimos de euro el kilo, mientras que la manteca cuesta 2.50 euros el kilo y además genera trabajo e ingresos mayores para muchas mujeres. En la actualidad, el proyecto compra 650 kilos de manteca al año.

“A nosotros nos gustaría que todo el proceso, de principio a fin, se realizara en Benín”, explica Vázquez. “El problema es que la importación de cosméticos a la Unión Europea tiene unos controles de calidad muy exigentes y en el país no hay laboratorios que puedan certificarlos. Pero trabajamos para que cada vez más parte del proceso se haga en terreno, incluso para que laboratorios españoles puedan compartir conocimientos con los benineses”.

El proyecto tiene un claro impacto social. “El que se hace con los beneficios”, explica Alfaro. “Somos una empresa social en los dos sentidos: el producto genera impacto y los beneficios generan impacto”. “Nuestra filosofía es que el impacto fuerte sea la compra de la manteca”, añade Vázquez. “Si mejoran su producción podrán vender a más gente, no solo a nosotros”.

Un porcentaje de lo que genera el proyecto se reinvierte en los tres pueblos. “El primer año decidimos devolver todo a las comunidades en dinero. En uno de los pueblos construyeron una escuela, una cabaña realmente, en los otros compraron semillas de soja. Pero nos dimos cuenta de que reinvertir directamente no era sostenible. Además, genera dependencia porque, al final, el beneficio es mayor que el que realmente corresponde, por lo que corríamos el peligro de que las mujeres no quisieran vender su producto a otras personas, ya que con nosotros conseguían más, por lo que nos convertíamos en imprescindibles. Nada más lejos de nuestro deseo”.

Por eso, este año la reinversión ha sido en la formación de las mujeres para mejorar sus técnicas de extracción del karité. Así se ha conseguido una manteca más refinada con la calidad suficiente para la exportación. Con esta mejora se ha conseguido que la Asociación de Karité de Benín (AKB) admita en su seno a los grupos de estos tres pueblos. Esta organización da apoyo a las distintas cooperativas de mujeres para promover el comercio económicamente viable de los productos del karité. Además, también facilita que los distintos miembros compartan buenas prácticas y experiencias. Una vez al año organiza una conferencia y así “las mujeres salen de sus aldeas y pueden ver lo que se hace en otros sitios lo que les da más conocimiento y mayor amplitud de miras”, explica la fundadora de Nikarit.

Otras de las reinversiones de este proyecto se materializa en la construcción de pozos en las aldeas de la zona para garantizar el acceso al agua limpia a toda la población. Tal es el caso del construido en un claro entre las casas de Sansi-Gando en el que se concentran mujeres y niños que por turno aprietan el pedal que hace brotar el agua que llena los recipientes depositados bajo el caño. En este caso concreto, OAN ha contado con la ayuda y financiación de AUARA y la Fundación Salvador Soler. Junto a Lamotou y Abdel-Kader han viajado hasta la aldea un mecánico y Daniel Alfaro. Van a inspeccionar si la bomba está en buenas condiciones. Miden el caudal de agua por minuto que sale por la tubería y ven que está por debajo de lo normal, lo que indica que la bomba tiene algún problema. La abren y observan que el pistón del pedal está desgastado. Hay que cambiarlo y así se lo explican a las mujeres.

OAN ha previsto que las bombas de los pozos no son eternas y necesitan mantenimiento. Por eso, ha formado a varios mecánicos y ha creado una tienda donde las comunidades pueden comprar los repuestos que necesitan. Gracias al dinero que las mujeres consiguen con la venta de la manteca de karité les es fácil asumir las reparaciones. El agua es cosa de ellas y por tanto están dispuestas a hacer cualquier sacrificio para facilitar al máximo esta tarea. Quedan con el mecánico para que traiga de Nikki las piezas necesarias y ajustan el pago de su trabajo.

La intervención abarca además un proyecto complementario en materia de salud y agua potable, que pretende reducir las altas tasas de diarrea y mortalidad infantil que prevalecen en la zona, debido a la mala calidad del agua. Para alcanzar ese objetivo, OAN diseñó unos filtros de bioarena que son fabricados por técnicos locales entrenados para ello. Se trata de unos recipientes altos de cemento en los que se vierte el agua. Esta pasa por distintas capas de arena y sale filtrada y apta para el consumo humano. Gracias a los beneficios generados por la venta de la manteca de karité, la mayoría de las familias ha adquirido uno y consume agua en buenas condiciones, lo que ha mejorado notablemente la salud de toda la población.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/04/25/planeta_futuro/1556200859_207718_1556203698_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/04/25/planeta_futuro/1556200859_207718.html

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Senegal: Primero el colegio; la boda, ya veremos

África/Senegal/09 Mayo 2019/Fuente: El país

En muchos países, las niñas abandonan los estudios para contraer matrimonio demasiado pronto. Y estos las suelen formar solo para su tarea como esposas. Por eso este instituto, el Ameth Fall de Senegal, es una rara avis en un país en el que el 31% de las niñas se casan antes del cumplir 18. Es un centro exclusivamente femenino y les enseñan a tener autoestima e independencia

En todo el edificio y los alrededores pululan de un lado a otro alumnas vestidas con uniforme rosa. En este instituto africano tienen carteles que exigen que se hable de la regla en las aulas y que haya más mujeres en las carreras de ciencias. Algo no muy habitual en un país en el que el 31% de las adolescentes llegan casadas a los 18 y el 9% a los 15, según Unicef. Es el instituto Ameth Fall de Saint Louis de Senegal, una localidad costera al norte del país que fue la capital de África occidental bajo la ocupación francesa. 1.500 alumnas de entre 12 y 20 años acuden aquí cada día.

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