África/Senegal/09 Mayo 2019/Fuente: El país
En muchos países, las niñas abandonan los estudios para contraer matrimonio demasiado pronto. Y estos las suelen formar solo para su tarea como esposas. Por eso este instituto, el Ameth Fall de Senegal, es una rara avis en un país en el que el 31% de las niñas se casan antes del cumplir 18. Es un centro exclusivamente femenino y les enseñan a tener autoestima e independencia
En todo el edificio y los alrededores pululan de un lado a otro alumnas vestidas con uniforme rosa. En este instituto africano tienen carteles que exigen que se hable de la regla en las aulas y que haya más mujeres en las carreras de ciencias. Algo no muy habitual en un país en el que el 31% de las adolescentes llegan casadas a los 18 y el 9% a los 15, según Unicef. Es el instituto Ameth Fall de Saint Louis de Senegal, una localidad costera al norte del país que fue la capital de África occidental bajo la ocupación francesa. 1.500 alumnas de entre 12 y 20 años acuden aquí cada día.
Solo hay tres institutos exclusivamente femeninos en todo el país. «En contextos de pobreza, las niñas son más vulnerables», justifica la directora del centro, Adiara Sy (poco después fue nombrada inspectora general de educación en Dakar). En Senegal acaban primaria el 44% de las niñas y el 43% de los niños, un porcentaje bastante igualado si lo comparamos con países vecinos en los que sí hay brecha de género como en Mauritania (49% / 57%) y Malí (44% / 52%). Aunque es cierto que las féminas suelen estar por debajo en los porcentajes, los datos muestran que el mayor sesgo es el poder económico de las familias. En este país el 34% de los menores nunca ha ido al colegio.
«Es un colegio público, pero las familias tienen que aportar 8.000 CFA al año (unos 12 euros), si alguna no puede y lo justifica, lo cubre el Estado», explica Sy. El salario mínimo en Senegal es de 46 céntimos de euro la hora. Antes las muchachas venían de toda la región y había internado, pero desde los 70, cuando comenzaron a construirse más colegios en todo el territorio ya no hay dormitorios. La directora presume de que tiene el sello de excelencia por parte del Gobierno por sus resultados académicos. A él se accede por una prueba semejante a la selectividad.
La directora muestra varios carteles que realizaron las alumnas en una actividad reciente. Los lemas que se pueden leer van del No al maltrato, al Dejad a las chicas acabar sus estudios, pasando por Evita el embarazo no deseado y Educación de calidad para todos. «Esto es una comunidad, nos hacemos cargo de cosas que van más allá de las clases. A veces su primera regla les llega aquí, por ejemplo, y nosotros les explicamos qué es y cómo funciona. Tienen talleres extraescolares en los que reforzamos la confianza en sí mismas». Los contrastes son difíciles de entender en un centro escolar en el que se lanzan estos mensajes y el presidente de la asociación de padres es el imán de la mezquita ubicada frente al mismo y se niega a dar la mano a una mujer. Cuando se le interroga por qué le satisface el tipo de educación que se da aquí responde simplemente: «¿Por qué no va a gustarme? Es un colegio muy bueno».
Los porcentajes de alumnos escolarizados descienden conforme avanza la edad. En Senegal, el 20% de las chicas logran graduarse frente al 23% de ellos. En las clases más bajas, este dato se reduce hasta el 3% para ambos sexos. En todo África subsahariana el 13% de los adolescentes pobres acaba secundaria, frente al 66% de los ricos. «Si todos los niños estuvieran igual de formados, se solucionarían los problemas», defiende Sy, que se autodefine como una «activista de la educación».
En este centro aseguran que el 44% de sus alumnas va a la universidad. A las puertas del instituto, a la hora del almuerzo, un grupo de estudiantes charla y se ríe. Cuando se les pregunta a qué se quieren dedicar contestan que les gustaría ser doctoras y profesoras. Una de ellas comenta que quiere marcharse a estudiar la carrera a Dakar. El centro incluso tiene un potente equipo de fútbol.
En Senegal, el 20% de las chicas logran acabar secundaria frente al 23% de alumnos. En las clases más bajas, este dato se reduce hasta el 3% para ambos sexos
El edificio y el lugar que ocupa hunden sus raíces en la historia. Se levanta sobre el antiguo cementerio cristiano y posterior centro sanitario. Después fue heredero del antiguo École des otages, otro colegio de la ciudad creado por los franceses en la época colonial para formar a determinados niños africanos según la educación occidental. Desde 1962 tiene su estructura y función actual como centro femenino.
Uno de los mayores estandartes de lo que representa lo que se hace en estas aulas es la que hasta enero ostentó la dirección. Madame Adiara Sy siempre tuvo claro lo qué quería para sus alumnas: «Yo he sido una buena madre , pero también hemos creado las condiciones en casa para que yo pueda desarrollar mi carrera y para que mi ausencia no haga que la casa deje de funcionar. Mi marido y yo sabemos que ambos somos igual de importantes en la sociedad y quiero que mis alumnas sean como yo. No les digo que no se casen, el matrimonio aquí sigue siendo importante, pero les pido que antes acaben sus estudios».