La semiología de la exclusión en un webcómic sobre la crisis del coronavirus en Guatemala

Elpidio Guillén

Profesor y académico universitario

“El futuro parece escribirse en las pantallas de las computadoras o de los móviles”

Este ensayo, es básicamente una exposición sintética entre la semiología y la semiología de la exclusión de un webcómic sobre el coronavirus en Guatemala; el cual fue publicado a través de la red virtual WhatsApp, el 28 de marzo del año pasado. El propósito principal es analizar los distintos componentes del webcómic en mención para encontrar las relaciones interpretativas entre las disciplinas en mención.

Ahora bien, conviene indicar que la caracterización se realizó a través de un análisis semiológico a partir de cinco niveles de pertinencia, seleccionados y jerarquizados por el autor de esta comunicación.

El webcómic analizado se basa en temas de actualidad y que se suceden en la vida real (el coronavirus) pero tratados en forma humorística y al poner de manifiesto en la temática, la relación entre explotadores y explotados, el webcómic establece un nexo con la semiótica de la exclusión y la teoría de la comunicación.

 A finales del siglo XX el Webcómic se ha ido desarrollando de manera independiente en los medios On line. Internet es un fenómeno que ha ayudado a escribir su historia; no cabe duda, con esta tecnología el género aumentó su expansión y adquirió nuevos brillos y popularidad. Internet ha servido de caldo de cultivo para la proliferación de éste género y de su encuentro con un nuevo público.

El webcómic analizado en este ensayo narra una historia actual en forma secuencial utilizando viñetas y textos. Los textos, como se verá más adelante, generalmente, sirven para reforzar la sátira y el humor que se observan en los íconos.

En el decir de Wikipedia (2020) un webcómic es una historieta que se publica en Internet o por las redes sociales virtuales y, que se puede mirar en las pantallas de cualquier dispositivo: computadora, tableta o teléfono móvil. El contenido puede ser informativo, satírico, político, histórico, juvenil, infantil, entre otros.

La inclusión del webcómic en el campo de la semiótica es reciente, por ende, ha sido poco estudiarlo en su globalidad.  Desde el punto de vista morfológico, dos aspectos, sin dudas, deben ser destacados: forma o estructura y recursos internos. Desde el punto de vista de la estructura puede utilizar distintos recursos visuales tales como: viñetas, figuras, globos con texto, diálogos, imitaciones de sonidos (onomatopeyas) con el fin de provocar ciertos efectos y distraer a los lectores. Las viñetas que sirven para delimitar los cuadros donde se desarrollan las acciones, ayudan a brindar algunas pistas sobre la historia que se está narrando.

Entre tanto, las figuras son los sustantivos icónicos que permiten dar un giro especial a la historia y, pueden ser figuras humanas o de animales. Éstas aparecen con sus respectivos códigos gestuales y expresivos (actitudes o estados de ánimo) y los ángulos de visión, que se refieren a los distintos puntos de vista en que se puede ver una acción.

El autor de una historieta utiliza entre los elementos internos, principalmente, el código cromático (colores) para dar mayor visibilidad a todos los recursos icónicos y lingüísticos, además, también para dotarlos de verosimilitud, provocar reacciones en el receptor y resaltar estados de ánimo.

En el webcómic, desde la óptica semántica, es frecuente el uso de metáforas visuales y metáforas convencionales, las cuales están presentes en todos los webcómics en mayor o menor grado en forma de diagrama o de ícono.   Con las metáforas se pueden expresar ideas de un modo particular, creando un efecto de trasnominación para hacer más fácil su interpretación y crear el universo semiótico del cómic.

El reto de realizar un análisis semiológico sobre este webcómic, inició un día, cuando al abrir un mensaje de WhatsApp, apareció en la pantalla del teléfono una historieta sobre un tema actual, presentado de una manera tan divertida; acompañada de un texto que a la letra decía: “hola licenciado.  Le comparto esta tira para que se ría un poco, en medio de tanta crisis”.

Desde la primera vista al autor de este ensayo, el webcómic le pareció interesante, divertid y reflexivo. La primera tarea fue investigar sobre el comic que se comparte por Internet y las redes sociales virtuales, y el primer descubrimiento fue saber que se les denomina webcómic.  Luego, aprovechando las herramientas de la semiología, decidió abrir una puerta poco conocida para él y, ofrecer al alumnado de la Escuela de Ciencias de la Comunicación un breve análisis semiológico sobre este creativo pero polémico género.

Se espera que el presente análisis semiológico del webcómic sobre el tema del coronavirus en Guatemala, motive a investigar y profundizar más sobe la temática y, en el mejor de los casos, sirva como punto de referencia para un debate entre alumnos y profesores de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Cabe destarar que el webcómic es un objeto semiótico tan particular, capaz de dirigir la mirada hacia distintas y variadas lecturas. Cuenta con sus propias reglas y sus propios códigos; por lo mismo, desde el inicio hasta el final, el análisis de este webcómic sobre el tema del coronavirus en Guatemala resultó para el investigador de esta comunicación, una experiencia singular, no solo por la coyuntura política y social del momento, sino porque era un camino nuevo por explorar.

Las pautas que se siguieron para el análisis semiológico del webcómic sobre el tema del coronavirus en Guatemala fueron: lectura general del texto, elección de los niveles de pertinencia, (todo aquello que es relevante, apropiado y congruente con el objeto de estudio) análisis de cada nivel de lectura elegido y redacción de conclusiones.

Una vez jerarquizados los niveles de pertinencia se fue avanzando en el análisis. Se tuvo que leer varios artículos y ensayos para poder encauzar el trabajo. Seguidamente, se estructuró un bosquejo (explicación tentativa) compuesto por las primeras ideas para abordar el análisis.  Poco a poco se afinaron detalles y se fue ampliando la propuesta inicial.

El análisis de cada uno de los niveles de pertinencia, ayudó a entender y resumir la idea central del webcómic, y a conocer los elementos semiológicos que subyacen en el texto objeto de estudio. A tenor de lo dicho, este webcómic analizado, tiene sus génesis en momentos complejos en la historia de Guatemala, un momento de gran tensión causado por la pandemia del coronavirus que afectó y sigue afectando al mundo.

Para poder evidenciar los contenidos latentes y ocultos en los mensajes que transmiten el objeto de estudio de este ensayo, la semiología fue una herramienta insoslayable.

Los niveles de pertinencia seleccionados para la lectura del webcómic en mención fueron:

  1. Argumento general del webcómic
  2. Descripción y análisis del nivel o componente icónico y descripción y análisis del nivel o componente verbal.
  3. Lectura de las principales oposiciones.
  4. Integración de los niveles icónico verbal.
  5. Lectura de las principales connotaciones sociales e ideológicas.

Ciertamente, existen más niveles de lectura, pero esta es la selección que el autor de este ensayo consideró oportuna por su fácil aplicación.

Análisis de los componentes semiológicos del webcómic sobre la crisis del coronavirus en Guatemala.

Objetivos propuestos

  1. General:

-Realizar un análisis semiológico de un webcómic que aborda el tema del coronavirus en Guatemala.

  1. Específicos:

-Identificar a través de los niveles de pertinencia (o de lectura) los principales elementos que integran el webcómic objeto de estudio.

-Analizar cada nivel de pertinencia seleccionado para la explicación semiológica del webcómic en mención.

PRESENTACIÓN

El texto “La semiología de la exclusión en un webcómic sobre la crisis del coronavirus en Guatemala” de nuestro colaborador Elpidio Guillén, profesor universitario y académico investigador de la Universidad de San Carlos, explora las claves interpretativas del webcómic desde la certeza de los significados que se alojan en esa propuesta visual.

Guillén echa mano tanto del método científico aplicado al objeto de su investigación como del talento de sus intuiciones para estudiar el webcómic.  Reconoce la narrativa que subyace en el género, en un discurso coherente, inadvertido a los ojos poco entrenados y críticos.  Su labor, por ello, es también hermenéutico.

El autor mismo lo establece cuando afirma que la finalidad de su trabajo consiste en “analizar los distintos componentes del webcómic para encontrar las relaciones interpretativas entre las disciplinas en mención”.  Su esfuerzo quedará plasmado en el Suplemento Cultural en tres entregas para comodidad de los lectores.

INGRESE PARA DESCARGAR EL SUPLEMENTO CULTURAL

Fuente: https://lahora.gt/la-semiologia-de-la-exclusion-en-un-webcomic-sobre-la-crisis-del-coronavirus-en-guatemala/

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Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, un recordatorio de que aún queda mucho por hacer

Por: Paulette Delgado

Con el objetivo de visibilizar la desigualdad y empoderar a las mujeres, la ONU proclamó el 11 de febrero como el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia”.

 

Aunque cada vez más mujeres tienen acceso a una educación superior, esto no significa que se ha eliminado la brecha de género. Según el informe de la UNESCO, Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), sólo el 35 % de los estudiantes de carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres. Y de esas, el 3 % está en carreras en el ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación, otro 5 % en matemáticas y estadísticas y un 8% en manufactura y construcción.

El informe de la UNESCO también encontró que las mujeres abandonan su profesión a tasas mucho más altas que los hombres, aún después de graduarse y encontrar trabajo. Esto representa un desperdicio de inversión social, del esfuerzo en sus estudios y es un reflejo de los problemas estructurales al involucrar y retener a las mujeres en los campos STEM. Además, esto significa una pérdida de distintas perspectivas en diseño, código, innovación y desarrollo en las distintas áreas.

Parte del problema tiene que ver con perspectiva, según explica la UNESCO: El mundo está diseñado por y para los hombres. Cosas esenciales de uso diario como cinturones de seguridad, no toman en cuenta el tamaño de las mujeres. O en fuentes tan utilizadas hoy en día, como la Wikipedia, sólo el 17 % de los perfiles de editores son de mujeres. Estos son solo algunos ejemplos de la falta de perspectiva en el área.

¿Por qué es necesario que las niñas y mujeres se interesen en las áreas STEM?

Por muchos años, se ha estereotipado a las carreras STEM como profesiones para hombres y que el género masculino es mejor en ciencias y matemáticas. Este tipo de prejuicios afecta las aspiraciones de niñas y mujeres, quienes creen que son malas para estas materias, lo cual puede impactar su sentido de autosuficiencia y pertenencia, afectando su interés y aspiraciones.

Con el objetivo de visibilizar la desigualdad y empoderar a las mujeres, la ONU proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Parte de la importancia de esta fecha es su misión de acabar con estereotipos y visibilizar que las mujeres son igual de capaces que los hombres en todas las áreas del conocimiento. Entre más mujeres haya en campos de la ciencia y la tecnología, más niñas sentirán que pueden tener éxito en estas áreas y sentirse más motivadas por estudiar carreras STEM. Si desde temprana edad las niñas se involucran en actividades y temas de estas áreas, al igual que los niños, más probabilidad tendrán de romper con los estereotipos y confiar en que pueden destacar en las áreas STEM.

“Para estar a la altura de los desafíos del siglo XXI, necesitamos aprovechar todo nuestro potencial. Ese esfuerzo exige desmontar los estereotipos de género. En este Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, hemos de asumir el compromiso de poner fin al desequilibrio de género en esta disciplina”.

– António Guterres, Secretario General de la ONU

Otra razón por la cual es necesario romper con estos estereotipos, es que las mujeres puedan sentirse cómodas en profesiones que comúnmente han sido dominadas por hombres, como por ejemplo en el área de ingeniería en sistemas. En compañías como Google, sólo el 31.6 % de sus empleados son mujeres. Con el constante cambio e innovación que hay en el mundo, es necesario reafirmarle a las niñas que pueden convertirse en expertas en el área y llegar a trabajar en este tipo de empresas. A su vez, tener más mujeres en la fuerza laboral ayudará a que más niñas tengan mujeres que sirvan como modelos a seguir que las inspiren a ser como ellas.

Debido a que las áreas STEM implican desarrollar el pensamiento crítico, lógico, creativo y analítico para resolver problemas, enseñar a las niñas desarrollarse en esas áreas las ayudarán a mejorar sus habilidades en la resolución de conflictos. Además, de ser habilidades clave para recopilar información, así como abordar problemas desde distintas perspectivas y comunicar mejor sus ideas y conceptos.

Al tener más mujeres en los campos STEM, hay más perspectivas distintas, lo que puede resultar en más y mejores soluciones y un mejor futuro para todos. Aunado a eso, debido a que cada vez el mundo está innovando y buscando cómo satisfacer necesidades del mercado, se necesitan mujeres que desarrollen productos nuevos para ellas.

Necesitamos una nueva narrativa donde se cuenten historias positivas de mujeres en los campos STEM para brindarle a las niñas modelos a seguir. Es por eso que el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia es tan importante, porque visibiliza la brecha de género en el área y busca que cada vez más mujeres se interesen por las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Como demostró el estudio de la UNESCO, sólo 35 % de los estudiantes en campos STEM son mujeres. Y según el Proyecto Colaborativo Nacional de Niñas, las mujeres ocupan sólo un 28 % del mundo laboral en STEM. Hacer que se involucren desde pequeñas en estas áreas y promoviendo su interés en las ciencias no sólo les enseñarán habilidades esenciales para el mundo laboral, sino que también las preparará para la vida.

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La identidad y narrativa de la mujer contemporánea

Por:  Lorena García Caballero

Pongamos atención a los discursos e ideas que expresamos. Muchas veces, nosotras mismas perpetuamos prácticas que violentan, invalidan o minimizan al otro.

La representación de la mujer en el cine, en la literatura y en su papel como lectora, es una cuestión que atañe directamente a la vida de todas y cada una de nosotras. Dependiendo de las historias que nos contamos, cómo lo hacemos y hacia quién las dirigimos, es como creamos, reafirmamos y reinventamos nuestras identidades.

En la misma universidad he notado algunas veces que a mujeres estudiantes se les dificulta hablar en primera persona femenino cuando se refieren a la actividad “del arquitecto”, “del ingeniero”, “del mercadólogo”, etc., cuando en realidad, deberían de presentarse al mundo seguras y –sin dudarlo– hablando desde el “yo” y desde lo que estudian en una acepción femenina. El lenguaje configura la realidad, la moldea y nos hace partícipes de la misma.

En la medida en que nos apropiamos de la palabra hablada, escrita y narrada en distintos medios, también nos hacemos visibles con todo y nuestras problemáticas, la manera en la que enfrentamos el día a día y los retos internos y externos que nos imponemos de manera real, imaginada y proyectada por nosotras mismas y por el colectivo sociocultural.

“El empoderamiento de las mujeres y nuestro papel en la narrativa escrita, hablada y visual, están íntimamente relacionados”.

Una actividad aparentemente sencilla, pero con gran impacto, es la narrativa personal autodirigida. Llevar una bitácora que registre lo que siento, lo que pienso y narrarlo desde la primera persona en femenino, me hace ver mi vida y mi situación en perspectiva. Por ejemplo: “Soy narradora”, “soy creadora”, “soy protagonista”, “soy productora”, “soy lectora”, etc. Todas estas posibilidades me incentivan a sentirme más cómoda en mi piel, en mi realidad. Ayudan a que me reconcilie conmigo misma y que las luchas que han librado otras mujeres para que se escuche mi voz, hagan eco y encuentren cobijo en la reconciliación y la coherencia que le doy a mi narrativa personal.

En el ámbito académico, así como también en la industria literaria, cinematográfica y publicitaria, las mujeres y los hombres hemos alzado la voz para generar un cambio. Hemos propuesto campañas, slogans, historias y el uso del lenguaje inclusivo con el fin de minimizar el impacto negativo de los estereotipos creados y perpetuados en las industrias creativas. Tanto el uso del lenguaje inclusivo y lo que llamaría “gramática del empoderamiento” son dos herramientas que, en conjunto, hacen referencia a una narrativa personal que devuelve el poder y la confianza en sí mismo(a), al tiempo que abre la puerta a nuevas posibilidades de repensar la identidad propia.

Como casos de éxito en el campo de la narrativa, me gustaría mencionar las aportaciones de David Epston y Michael White (1992), quienes se basaron en la teoría constructivista, adaptándola al uso de medios narrativos para emplear terapéuticamente la palabra hablada y escrita. Estos autores han sido críticos en cuanto a cómo algunas personas nos sentimos con cierta desventaja respecto de otras en nuestro entorno, por ejemplo, padres, profesoras, jefes(as), personas que parecen estar por encima de nosotras y a cuyas palabras y narrativa sobre nuestra persona les damos mucho peso. Lo que hace que estas historias se vuelvan en dominantes –que no quiere decir verdaderas– pero a las que damos por hecho cuando no tomamos en cuenta historias alternativas, incluidas las de nuestra propia voz, las de nuestra sensación, memoria y narración, durante el suceso a narrar y después visto en retrospectiva.

El trabajo de Epston y White se ha centrado en otorgar un nuevo modelo de pensamiento y verbal para contrarrestar lo que ellos denominan el “problema–etiqueta”. Básicamente consiste en tomar distancia de lo que pensamos sobre nosotras mismas o de nuestra vida como un problema o estereotipo. En otras palabras, cuando los miembros de una familia, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo o los profesionales piensan que una persona ‘tiene’ una cierta característica o un problema determinado, están ejerciendo un poder sobre ella al “representar” este conocimiento sobre la persona (Castillo, Ledo & Pino, 2012).

El uso de la metáfora y otras figuras literarias en cómo nos hablamos y describimos a nosotras mismas y nuestra situación existencial, también ayuda a empoderarnos y repensarnos desde espectros identitarios más amplios. Cómo comunicamos esto a los demás puede reforzar esta postura o hacerla tambalear.

Algo que adapté de las aportaciones de los autores mencionados arriba al caso concreto del empoderamiento femenino, fue trasladar el recurso teórico del “problema-etiqueta” que proponen a estereotipo o “narrativa tóxica” –como les llamo–. Lo que estos autores vieron en el plano de la terapia, lo he llevado al aula con el empleo de bitácoras personales, en donde indico que es importante escribir una historia personal y poner las versiones de “cómo lo dirían mis padres o tutores”, “cómo la narraría un amigo o amiga cercano(a)”, y “cómo lo narro yo”. Después de esto, realizo un trabajo de análisis, igual que los terapeutas que cito –y en cuyo trabajo me inspiro– para adaptarlos al ámbito educativo. Una de las cosas que he notado es que mis estudiantes –tanto hombres como mujeres– tienden a sentirse más aliviados(as) al releer lo que escribieron al cabo de dos días que es cuando tenemos la siguiente sesión.

A partir de este ejercicio de narrativas, incentivo a mis estudiantes varones y mujeres– que cuenten cómo han sido partícipes en la desigualdad de género, describiendo lo que han hecho o dicho que pudiera desplazarlas (en el caso de ellas) a un papel secundario en su propia historia. En el caso de ellos: qué partes de sus narrativas han omitido, minimizado o violentado el rol de alguna mujer en su vida y cómo podrían relatarlo de manera diferente.

Otro aspecto que me parece importante trabajar para mejorar es lo concerniente al lenguaje inclusivo. Tanto expertos como mis propios alumnos en clase opinan que no basta con decir “l@s”, o “todes”. Creen que debemos de trabajar en la base, es decir, lo que subyace a nuestra manera de hablar de las cosas. Esta base tiene tanto que ver con cuestiones culturales como sociohistóricas. Partiendo de esta observación, mi propuesta de trabajo se orienta más a indagar en el nivel discursivo. Esto quiere decir que me parece más importante poner la atención en el contenido de lo que se dice que en el cómo se dice. Si bien es cierto que el “todes” o “todas/ todos” pretenden hacer un trabajo de inclusión, si no lo logran, al menos ponen de relieve que algo en la palabra que se escribe con un cierto énfasis apunta a una cosa más, en este caso podría ser el señalamiento a la sensación de malestar o injusticia porque históricamente se ha hablado de todos en plural masculino, o en “él” también tomando como parámetro al hombre. No quiero decir que dejemos de hacer estas prácticas en el lenguaje, pero propongo que vayamos más allá y empecemos a observar, reflexionar y cuidar el contenido de lo que decimos. ¿Qué hay de trasfondo en nuestras palabras? ¿Las ideas que expresamos o proponemos tienen cierta carga de exclusión, sexismo o machismo? De ser así, parte de nuestra narrativa personal también tendría como labor importante la de responsabilizarnos de lo que decimos.

Para ahondar más en este tema, les sugiero la revisión de los elementos teóricos propuestos por la filósofa Julia Kristeva en su obra Extranjeros para nosotros mismos (1991), en donde lleva al plano de lo simbólico lo que nos identifica de algunos elementos heterogéneos que pueden irrumpir en esa identidad o, por el contrario, complementar. Como ejemplo, algunas cuestiones que podemos considerar como parte o abono a la identidad serían: el lenguaje expresado desde el “yo”, la aceptación del propio cuerpo y la importancia y respeto al mismo en tanto que nuestra apertura al mundo y a los otros, el amor propio y la empatía pensada desde una comprensión integral de mí misma y, desde allí, al acercamiento respetuoso con el otro. Algunos ejemplos de elementos heterogéneos: el autorechazo, la autocrítica, la sensación y/o sentimiento de que nuestro cuerpo es ajeno o tiene menos valor que el “yo” en su totalidad, prácticas de discriminación que parten de ver en el otro cosas que nos desagradan de nosotras mismas, darle más poder a lo que otros opinan o dicen de nosotras mismas, más que nuestra propia opinión.

También las invito a compartir sus experiencias educativas en este tema con el fin de aprender juntos cómo empoderarnos a nosotros/as mismos/as y ayudar a nuestras y nuestros estudiantes también a que lo lleven a cabo en su vida. Los invito a prestar más atención a las creencias, discursos e ideas que expresan, comparten o piensan para que seamos cada vez más conscientes de cómo nosotras mismas perpetuamos, muchas veces, prácticas verbales que violentan, invalidan, humillan o minimizan al otro. Les invito a ser observadores/as meticulosos/as y que incentivemos a nuestros y nuestras estudiantes a que lo sean también.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/identidad-y-narrativa-de-la-mujer-contemporanea

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La literatura colombiana tras medio siglo de guerrilla

Redacción: El País

Los escritores colombianos siempre han dado cuenta del conflicto armado del país. Pero el acuerdo de paz representa nuevos retos para su narrativa.

“Al caer el sol, las tropas guerrilleras bailan: siempre chico y chica juntos, muy jóvenes, apretados, él con una mano en la cadera de ella, los pies moviéndose con destreza, entrelazándose sin llegar a pisarse. Cada canción les aleja un poquito más de la única vida que han conocido: la guerra. En su mirada, un combate: el de un horizonte sin armas contra un pasado en el que la violencia se llegó a normalizar”.

Si la literatura responde al espíritu del momento en una sociedad, el relato de X: el francotirador rebelde, del periodista José Fajardo, refleja el que vive Colombia: un periodo de transición después de una guerra de medio siglo tras la firma de un acuerdo de paz, el reacomodo, la incertidumbre o, como los personajes de este libro, un combate por dejar el pasado violento atrás. «Colombia ha sido el país de los nadie, del que mata y no quiere que su nombre se sepa, del que muere y nadie se acuerda’, dice Fajardo en el libro en el que se ocupa de un excombatiente al que la guerra le borró la identidad.

La literatura sobre posconflicto o, si se quiere de paz, una palabra aún polémica porque es esquiva en amplias regiones del territorio nacional, no es nueva en Colombia. Más bien, como ha dicho el escritor Sergio Álvarez (La Lectora35 muertos) el conflicto hace parte del ADN de la narrativa del país. No hay escritor que haya escapado a esta realidad. Se encuentra en Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez; en Los Ejércitos, de Evelio Rosero; o en Delirio, de Laura Restrepo, por mencionar unos pocos. Álvarez, por ejemplo, ha contado la historia de los campesinos desplazados, pero también ha navegado en el mundo de delincuentes, narcotraficantes y guerrilleros. Sin embargo, como dijo en el Festival Internacional de Literatura de Berlín en 2017, espera que el proceso de paz fructifique y que “podamos empezar a contar lo que viene después, la construcción de un país distinto y la secuela de todos esos enfrentamientos violentos, pero vistos de una forma más constructiva”.

La literatura sobre paz en Colombia se entiende también como memoria. La novela- dice el escritor Santiago Gamboa (Será larga la noche)- es un espejo. “Nosotros hemos tenido tres grandes catarsis como sociedad en los últimos 15 años, ¿y de donde han provenido? Del arte. La primera, El olvido que seremos, libro de Héctor Abad Faciolince, que refleja la muerte del padre, la orfandad. Es el padre de Héctor Abad, pero lo leemos como un espejo, entonces lloramos con ese libro y nos conmueve profundamente. Es el más leído en Colombia después de García Márquez porque produjo una gran catarsis nacional”, dice Gamboa, cuyo último libro da voz a un excombatiente. “La segunda, la obra de Doris Salcedo: la paz, la reconciliación, la dureza de las armas, las víctimas. Y la tercera, las fotos de Jesús Abad Colorado. Es el arte el que nos permite comprender la realidad y conmovernos con ella. Eso produce mejores ciudadanos”, agrega.

Pero encarar esta nueva etapa de Colombia no es un desafío sencillo para los escritores y cada uno se acerca desde distintos ángulos. Se trata de una narrativa de la fragilidad porque da cuenta de una paz endeble, quebradiza. Pablo Montoya (Tríptico de la infamia, Los derrotados), afirma que tras los acuerdos de paz abunda la narrativa testimonial y que se viene una avalancha de literatura sobre desaparecidos porque “necesitamos nombrarlos y rescatarlos desde la literatura misma”.

Para Montoya, quien lanza este año su novela sobre la escombrera, una gran fosa común en las laderas de Medellín, en un país con tantas víctimas -cerca de 83.000 desparecidos-, la literatura tiene el papel de darles voz a quienes han estado silenciados y de “aguar la fiesta” a aquellos que buscan pasar la página como si Colombia no estuviera fracturado. “Nuestra obligación es más recordar que olvidar, más remover los escombros del ayer que ocultarlos o ignorarlos”, dice el ganador del premio Rómulo Gallegos.

“La pregunta que, por lo tanto, me concierne como escritor es: ¿cómo la literatura podría participar en esta confluencia de múltiples inquietudes desprendidas por los acuerdos de paz firmados en La Habana? Debe sustentarse en un credo que ha movido la escritura literaria más arrojadiza: ha de hundirse en zonas turbias”, agrega en su ensayo Paz y literatura.

El relato oficial sobre lo que ha pasado en Colombia es un terreno en disputa. Y las grandes editoriales han apostado por novedades de no ficción, por el relato de algunos de sus participantes. La más conocida es La Batalla por la Paz (Planeta), escrita por el expresidente Juan Manuel Santos, que aborda la filosofía y detalles sobre cómo llegó al proceso de paz. El título del libro que alude, tal como el de los personajes de X: el francotirador rebelde, a la paz como una batalla por dar, a un combate.

En esa misma línea y desde adentro, también está Revelaciones al final de una guerra, el testimonio del negociador del gobierno, Humberto de la Calle. Y Disparos a la paz (Penguin Random House), de los exministros Juan Fernando Cristo y Guillermo Rivera. Ambos libros revelan episodios desconocidos sobre el proceso de paz, las dificultades durante el plebiscito y lo que viene para los actores del acuerdo.

Pero no son las únicas voces que se están levantando. Los excombatientes también quieren narrar cómo han vivido la guerra y ahora, la paz. Martín Cruz Vega, que estuvo en la guerrilla de las FARC durante 43 años, es un prolífico escritor y desde que se selló el acuerdo de paz ha publicado varios libros: Diario de la guerra y la pazEl último fusilDe las trochas a la pazCrónicas clandestinas y Orbitar en mis versos, este último por salir. “Publiqué el primer libro en 2017 cuando todavía estábamos con las armas en las manos. Pero el proceso de paz fue un estímulo. Mi vida en la selva fue muy larga y siempre escribí. Ese era mi bálsamo e iba recopilando todo esperando para publicar. Es importante la literatura sobre lo que pasó en la guerra para que no vuelva a pasar en ninguna parte del mundo”, dice. “La posibilidad para escribir es ahora en la paz”, concluye Cruz Vega.

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Graciela Bialet: «Los temas que eran tabú hoy están en las narrativas»

Entrevista a Graciela Bialet

Por: José Playo

La escritora Graciela Bialet explica que los temas de la literatura infantil han cambiado hace tiempo.

A  juzgar por lo expresado por algunos sectores editoriales, quizá lo más llamativo en la actualidad sea la incursión en historias de tramas no frecuentes o con protagonistas que antes no llevaban la voz del relato. La escritora cordobesa Graciela Bialet observa el fenómeno de manera similar. Y sobre los hábitos de lectura, dice: “Hay distintos modos de leer. Los chicos pasean de un texto a otro con algunas paradas en YouTube o en un link, en una serie, u otro contenido”.

A pesar de que reconoce un cambio en la literatura infantil y juvenil que se orienta al arte, es consciente de que en el mercado y en el imaginario popular coexisten tres tipos de literatura para niños: una con visible enseñanza, otra con tinte lúdico/artístico y una de tradición oral.  “Por suerte –dice sobre esta última–, porque es la que mantiene como un hilo histórico distintas instancias desde el surgimiento de la literatura hasta el día de hoy”.

–¿Hoy se escribe “distinto”? ¿Hay autores “nuevos” o “nuevas” temáticas?

–¿Qué temáticas o autores identificarías en la actualidad?

–Hay muchas obras que abordan temas como el cáncer, las enfermedades, la sexualidad, la muerte, la guerra. Todos los que antes eran temas tabú en la literatura infantojuvenil ya hace bastante que están en las narrativas de autores como Sandra Comino (Panza prestada). O mi libro El que nada no se ahoga, sobre abuso, para niños muy pequeños. Mónica Weiss y Silvia Schujer también tratan temas, al igual que María Teresa Andruetto, Mercedes Pérez Sabbi y Ángela Lago. Toby, de Graciela Cabal, se enfoca en la diversidad.

–¿Cómo se forma un lector hoy?

–En la habitualidad de la lectura. Viendo gente leer, con los libros de la escuela, con las bibliotecas como tema de conversación, con la difusión de formatos.

–¿Con las tecnologías también?

–Las nuevas tecnologías hicieron un gran aporte porque hoy se lee y escribe mucho más que antes de los teléfonos celulares, por ejemplo. El interactuar con diferentes textos hace a la formación. Leer no es sólo decodificar signos, leer es entender que hay un relato, un argumento, y que el lector se pone a disposición para poder poner en pie en su imaginario lo que está leyendo. En la vida cultural, los libros van a circular en la medida en que sean compatibles con la necesidad y las ganas que tenga un lector de abrirlos. Un libro es sólo un objeto: se convierte en algo activo cuando un lector le da vida.

Fuente: http://www.lavoz.com.ar/numero-cero/los-temas-que-eran-tabu-hoy-estan-en-las-narrativas

 

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¿Podemos hablar de los mejores 10 libros africanos de 2016?

Por: Sonia Fernández Quincoces

Presentamos un listado de publicaciones que conmueven y sumergen en otros mundos.

El final de año tiene mucho de hacer balance. Echar la vista atrás puede ser un ejercicio difícil. Con un pie dentro y el otro ya casi fuera, nos esforzamos en desterrar los malos momentos y tratamos de dejar que afloren aquellos otros que nos emocionaron. Tal fue el caso de la traducción del relato de Ngugi wa Thiong´o por el, siempre original y lleno de ideas, colectivo Jalada a más de 30 lenguas africanas (también el castellano) o la participación de Alain Mabanckou en el Collège de France.

Y, a falta de traernos el Nobel de Literatura a casa (próxima campaña ya preparada: #NgugiwaThiongoNobel2017), tuvimos la nominación para “The Man Booker International Prize 2016” de Fiston Mwanza Mujilla y José Eduardo Agualusa (con su Teoría general del olvido, publicado en Argentina), y las del egipcio Mohamed Rabie y el marroquí Tareq Bakari para el IPAF. Sin olvidar una finalización de año vertiginosa con la aparición de nuevas editoriales (como Baphala, que acaba de publicar El peluquero de Harare de Tendai Huchu), la noticia del aumento de Clubs de lecturas africanas, la concesión del Gouncourt a Leila Slimani por Chanson Douce, que la editorial Cabaret Voltaire ha anunciado traducirá para febrero de 2017, o el premio Cinq continents de la Francophonie a la tunecina Fawzia Zouari

Con rapidez acuden a nuestra mente algunos títulos que nos deslumbraron, tras ellos otros bien escritos pero que, por una u otra razón, no nos llegaron a enganchar, o los que nos desilusionaron después de haber depositado en ellos todas nuestras ilusiones… y nos ponemos a confeccionar “la lista” que todo final de año que se precie tiene que lucir. Sin embargo, las listas suelen englobar una gran cantidad de imprecisiones. Finaliza un nuevo año, se nos va el 2016, y seguimos cuestionándonos lo mismo en relación a la literatura que nos llega del continente africano, ¿podemos hablar de los mejores libros africanos de 2016?. La respuesta, para todos los que consideramos que hablar de literatura africana es hablar en términos de generalización, cosificación y reducción de lo múltiple y diverso, es no.

Esta es una lista más, tan incompleta y parcial como muchas otras que aparecen estos días. Sin embargo, no lista los “mejores 10 libros africanos de 2016”, pecaríamos de un exceso de soberbia. Resalta los 10 mejores libros (traducidos de manera inédita o reeditados este año pero muchos de ellos escritos con anterioridad a 2016) a los que hemos podido tener acceso (fuera queda un inmenso mar lleno de lecturas inalcanzables), y a través de los cuales diferentes escritores, originarios de otras tantas culturas y diversos países africanos nos han conmovido, nos han interpelado, nos han hecho profundizar en nuestros conocimientos, nos han abierto puertas, nos han brindado la oportunidad de tratar de entender (lo primero a nosotros mismos) y nos han sumergido en otros mundos, cada cual en el suyo propio.

Sabemos que otras listas no son solo posibles sino también necesarias y completan a la actual (las de expresión inglesa de Africa is a country, Writivism, Brittle Paper o Bookshy, o, los repasos a lo que ha surgido en expresión francesa que ofrecen Jeune Afrique o Le Monde Afrique, por ejemplo). Bienvenidas sean todas. Ésta es la nuestra:

1.- La confesión de la leona de Mia Couto (Alfaguara) / La confessió de la lleona (Edicions del Periscopi). Traducción: Rosa Martínez Alfaro (cast.) y Pere Comellas (cat.)

'La confesión de la leona', de Mia Couto.
‘La confesión de la leona’, de Mia Couto.
El mozambiqueño Couto es un mago del lenguaje y también un ensoñador de historias. En ésta, Mariamar, una de las narradoras, vive bajo la tiranía de un padre que la somete a una situación asfixiante y sabe que cuando el sol despunta es igual ser gacela o león; tienes que empezar a correr. El terror y el miedo se han adueñado de la aldea de Kulumani que continúa en guerra para las mujeres y en donde todos son infelices, sobre todo ellas, siempre excluidas, apartadas y borradas. Mientras leemos, iremos comprobando que en esta aldea hay leones de la sabana, leones fabricados por el hombre y hombres leones. Y que todos ellos, para nuestra sorpresa, son de verdad.

2.- Los pescadores de Chigozie Obioma(Siruela) / Els pescadors (Quaderns Crema). Traducción: Dora Sales Salvador

Portada de 'Los pescadores', de Chigozie Obioma.
Portada de ‘Los pescadores’, de Chigozie Obioma.
Con esta su primera novela, Obioma ha sorprendido al mundo literario. Con ella nos engancha a través de una narración trágica, que trae ecos de Chinua Achebe y que indaga en las relaciones familiares y fraternas dentro de una sociedad que respira modernidad pero que aún cree en supersticiones y creencias. De factura clásica, provista de un lenguaje evocador repleto de metáforas y descripciones prolijas y abundantes y traspasada por la nostalgia, nos engancha a través de una trama original con varias capas de lecturas. Novela sobre pérdidas, ya sean las de los sueños, las de un futuro luminoso o las del amor incondicional entre hermanos

3.- Sueños en tiempos de guerra de Ngugi wa Thiong´o (Rayo Verde). Traducción: Rita da Costa

Primer volumen de sus memorias traducido al castellano (el segundo es In the House of the Interpreter y el tercero, publicado este mismo año y seleccionado por The Guardian como uno de los libros de 2016, Birth of a Dream Weaver). En esta ocasión Ngugi nos descubre con ojos de niño la Kenia de su infancia y nos narra “el sueño de cambiar el destino de un país colonizado inmerso en una guerra genocida”. La evocación de su madre, junto con los esfuerzos por construir un modelo educativo propio que distara del impuesto, nos van dando la medida de la visión del escritor en ciernes que disciplinado acude a la escuela día tras día mientras va surgiendo en él la necesidad de contar a través de la ficción. Simplemente añadimos: queremos más.

4.- Crítica de la razón negra de Achille Mbembe (Nedediciones). Traduccción: Enrique Schmukler

El camerunés en este libro nos coloca delante de un reverso. Si para Kant la crítica fue de la razón pura, para Mbembe lo es de la razón negra. Y como armazón la raza. O el racismo, “del que solo se puede hablar a través de un lenguaje fatalmente imperfecto, gris inadecuado”. Ya que todo lo pervierte y lo quebranta. Algo que no existe, pero al que hemos dotado de presencia encarnada. El pensador parte de tres momentos que han ido dotando a la imagen del negro de un conglomerado de ficciones: esclavitud, colonialismo y neoliberalismo. De ficciones, sí, porque la denominada “razón negra” surge de ella.

5.- Civilización y barbarie de Cheikh Anta Diop (Bellaterra). Traducción: Albert Roca

6.- Vivir en la frontera de Leónora Miano (La Catarata). Traducción: Lola Bermudez

Se trata de un volumen de breves pero muy jugosos ensayos en los que la escritora nos habla sobre identidades y nos muestra algunas de las claves para tratar de entender su obra. “Afropea”, “la frontera” o “fondo humano universal” son algunos de los originales conceptos que analiza. Destacan los escritos dedicados a la música, ya que ésta ha actuado como “bálsamo y terapia” y las formas del jazz o del blues se encuentran en la composición de cada una de sus obras, en mayor o menor medida. Abundan sus reflexiones en torno a la literatura, la propia y las ajenas. No en vano, tal y como recoge Josefina Bueno en el prólogo, en una entrevista afirmó: “Escribo para intentar comprender al ser humano”.

7.- El bebedor de vino de palma de Amos Tutuola (Navona Editorial). Traducción: Jose Rodríguez-Feo

Recuperar un clásico como éste es traer a un escritor que nació en Abeokuta (Nigeria) en 1920, de familia perteneciente a los yoruba, su padre fue un agricultor. Sus comienzos no fueron fáciles, para poder ayudar a sus padres tuvo que dejar de ir a la escuela. De joven practicó diversos oficios: desde cartero hasta vigilante nocturno en un almacén para sobrevivir. Con el tiempo fue ganándose el respeto, incluso entre sus colegas, y está considerada un clásico, llegando a encontrar su propio lugar, el que le corresponde a una obra original, bella, nueva y única, narrada desde la honestidad de querer transmitir un mundo propio, con su propio lenguaje, con toda su complejidad y riqueza.

8.- La bastarda de Trifonia Melibea Obono (Flores raras)

'La bastarda', de Trifonia Melibea Obono.
‘La bastarda’, de Trifonia Melibea Obono.
 Melibea Obono era una desconocida hasta hace poco cuando en la última recta de este año que termina ha visto publicadas dos de sus obras: Herencia de bindendee y la que se ha seleccionado para esta lista. La ecuatoguineana habla sin tapujos, a través de la narración de una joven de la etnia fang, de lesbianismo y homosexualidad. Frente a un ambiente tradicional, rígido y nada permisivo, esta mujer va encontrando su propio camino. La búsqueda de un mayor espacio de libertad se realiza a través de una ruta hacia los orígenes (¿quién es su padre?) y por la reafirmación de una sexualidad prohibida frente a una sociedad que vela por la tradición y sus valores.

9.- El Millonario de Venance Konan (2709 books). Traducción: Alejandra Guarinos. Formato: ePub

La editorial 2709books ha ido publicando año tras año los relatos de este autor marfileño: Robert y los Catapila, El entierro de mi tío, La gata de MaryseLa guerra de las religiones y En nombre del partido. Konan afirma que lo que le lleva a sentarse delante del papel en blanco “son las ganas de contar cosas. A veces, son ganas de gritar” y que “los asuntos serios llegan mejor cuando se narran desde el humor.” El cuento o relato corto es un género difícil, y los de Venance Konan nos dejan un buen sabor de boca al acabar de leerlos tras haber soltado alguna carcajada, mientras nos inducen a la reflexión. En El Millonario nos promete: “Una fábula sobre el dinero y su capacidad de transformar los principios”. Dice la editorial que habrá más Konan en 2017 también.

10.- Trilogía de Argel de Yasmina Khadra (Alizanza). (Reedición)

'Trilogía de Argel', de Yasmina Khadra.
‘Trilogía de Argel’, de Yasmina Khadra.

El loco del bisturí (Editorial Esdrújula) es la primera cronológicamente en introducirnos al Comisario Llob. En esta Trilogía de Árgel se reúnen Morituri, Doble blanco y El Otoño de las quimeras que tuvo también su quinta entrega en La parte del muerto. A estas alturas, quien más quien menos, sabe que detrás del nombre femenino de Yasmina Khadra se encuentra un escritor que apenas necesita presentación. De su imaginación surgió un día el Comisario Llob, un hombre honrado y felizmente casado, pero también directo, violento y dueño de un lenguaje brutal, que además escribe novelas policíacas. Le suele acompañar el tembloroso y despistado Teniente Lino. Duras y descarnadas, las novelas que protagonizan muestran las lacras profundas de un país cosido por el integrismo y sometido a una auténtica “mafia política”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/12/27/africa_no_es_un_pais/1482865501_900087.html

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Las cartas de Juan Rulfo

Por León Magno Montiel


“Me gusta más Juan que Jorge Luis,

                                                                                        con sus cuatro letras tan breves
                                                                                                                 y tan definitivas”.
                                                                                  (Plática entre Borges y Rulfo, 1973).

La palabra epístola es tan misteriosa y antigua como la atmósfera que se percibe en la narrativa de Juan Rulfo. El célebre escritor jaliscience que vivió entre largos silencios, en ocasiones prefirió expresarse a través de la fotografía, más que por las palabras. Tuvo un gran talento para captar imágenes, para apreciar el cine, y para escribir hermosas carta a su amada Clara. Fue un gran observador de la vida rural mexicana, la absorbió como el medanal ardiente al rocío, y esa sabiduría adquirida la plasmó en cuatro libros; aunque solo dos le bastaron para ser un totem de las letras hispanoamericanas: uno de cuentos titulado “El llano en llamas” publicado en 1953. El otro, una novela, la más relevante del siglo XX en México: “Pedro Páramo”, aparecida en 1955, cuando apenas tenía 38 años de edad el autor.

 Además escribió importantes guiones para cine, un libro de investigaciones antropológicas, y nos dejó un interesante epistolario, con unas 200 cartas dedicadas a su gran amor: Clara AngelinaAparicio Reyes, su bella vecina de Guadalajara. Cada epístola está llena de reflexiones, confesiones, y metáforas del amor que comenzó a escribir en 1944, a  sus 27 años. Según Gabriel García Márquez, sus líneas revelan a un autor con un talento equiparable al de Sófocles.

De esa compilación epistolar extraemos frases como estas:

  • “La vida es corta y estamos mucho tiempo enterrados”.
  • “Me metí en tantos trabajos para dar contigo”.
  • “Cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de la herida”.

Clara era una hermosa mujer, de senos turgentes, elegante y femenina; once años más joven que Rulfo, licenciada en administración. Ella había nacido el 12 de agosto de 1928 en Ciudad de México, se conocieron en 1943 en el “Café Nápoles” de la ciudad de Guadalajara. A los días de ese primer encuentro, el escritor enamorado le propuso matrimonio, ella le pidió tres años de plazo, de noviazgo a la distancia, para luego acceder. Se casaron el 24 de abril de 1948, procrearon y levantaron cuatro hijos: Juan Carlos, Juan Francisco, Claudia Berenice y Juan Pablo (los talentosos hermanos Rulfo Aparicio). Clara era de piel blanca, cabello castaño oscuro y abundante, con rizos sensuales, de rasgos delicados y ojos serenos: como dos estanques de agua reflejando la luz lunar.

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació el 16 de mayo de 1917 al sur de Jalisco, en una zona rural casi desértica, Apulco. Se crió en el pueblo San Gabriel donde cohabitaban mitos y apariciones, donde se le rendía culto a los muertos. No obstante, él siempre prefirió la ciudad. Era un gran lector, un transeúnte sin tiempo, hombre culto, hablaba inglés, conocía a los clásicos de laliteratura. Estudió primaria en la escuela de las monjas, el Colegio Josefino. Fue seminarista. Muy pequeño emprendió sus primeras lecturas en la biblioteca del cura Irineo Monroy, la que había donado a la casa de su madre en 1926. Devoró todos sus tomos.

Amaba las grandes ciudades, así lo expresó a Clara en su epistolario, le confirmó que estimaba la idea de habitar la ciudad donde había nacido su amada, con gente como riachuelos por las calles, oyendo cláxones y estruendos de autobuses. En sus cartas le comentaba: “prefiero los ruidos y las calles llenas de gente”. En la Ciudad de México moró por primera vez desde 1940 hasta 1942. Luego pasó algunos meses entre 1945 y 1946. Y se instaló definitivamente en la megalópolis azteca desde 1947 hasta el día de su deceso, el 7 de enero de 1986. Con una particular extrañeza, que estosamantes que se conocieron en Guadalajara, los esposos Juan Nepomuceno y Clara Angelina, murieron el mismo mes y el mismo año: enero de 1986.

Debemos al investigador y catedrático Alberto Vital (Ciudad de México, 1958) el rescate y la compilación de 81 epístolas reveladoras del mundo interior de Rulfo, de su romance juvenil con Clara que duró toda una vida. Vital lo plasmó en el libro titulado “El aire de las colinas” (Plaza Juanes, 2000) En el prólogo el filólogo nos advierte:

“Estas 81 cartas atestiguarán la importancia del amor y, más adelante de la familia en la construcción de un mundo propio para quien hará de Comala o de Luvina lugares simbólicos que, cerrados y opresivos para los personajes, se abren para los lectores sin dejar de deslumbrarnos”.

El escritor catalán Enrique Vila-Matas en su genial libro “Bartleby y compañía” (Anagrama, 2000), cataloga a Rulfo como uno de los escritores del NO, un miembro honorífico de esa secta dominada por la pulsión del silencio, que lleva a los autores a no publicar. Y lo explicaba apoyándose en la fábula: “El Zorro es más sabio” del maestro Augusto Monterroso (Honduras, 1921-2003) quien así lo fabuló:

“Empezaron a murmurar y a repetir ¿Qué pasa con el Zorro?, y cuando lo encontraban en los cocteles puntualmente se le acercaban a decirle. tiene usted que publicar más.

-Pero si ya he publicado dos libros -respondía él con cansancio.

Y muy buenos -le contestaban- por eso mismo tiene usted que publicar otro.

El Zorro no lo decía, pero pensaba: En realidad lo que estos quieren es que publique un libro malo; pero como soy el Zorro, no lo voy a hacer. Y no lo hizo”.

Mucha gente considera banal el lenguaje epistolar, cursi, repleto de lugares comunes; hasta que tiene que hacer una carta a la mujer adorada, entonces esas frases encarnan y toman sentido. En el caso de Rulfo, sus cartas tienen un lenguaje austero, diáfano, sin mayores pretensiones que el acercarse a la novia distante, como hablándole al oído:

– “Solo espero poder ir a verte pronto para tenerte cerca y para sentirte cerca del alma”.

– “Me duele estar lejos de ti y no poder mirar lo que quiero”.

– “Yo lloro sabes, lloro a veces por tu amor. Y beso pedacito a pedazo cada parte de tu cara y nunca acabo de quererte”.

El escritor Luis Yslas (Lima, 1972) relata: “La tarde del siete de enero de 1986, Rulfo le dijo a su secretaria Reina Roffé: Soy ya un cadáver”. Había revisado el diagnóstico de su médico sobre sus males pulmonares. Rulfo murió a causa de un enfisema que devino en cáncer de pulmón, producto de haber sido un fumador obseso toda su vida. Cuando apenas tenía 68 años de edad se marchó entre flores y llantos. Yslas describe: “se encerró durante los meses siguientes en su habitación. Permanecía horas callado, comiendo dulces y contemplando un muro”.  Así se fue el alpinista, el fotógrafo, el amante epistolar de Clara, el incesante viajero: el autor más traducido y más leído de México.

Cuando nos preparamos para celebrar un siglo de Juan Rulfo, el sobrino del cuentacuentos Tío Celerino, el niño silencioso de una zona que le parecía ”La boca del infierno”, tenemos este epistolario publicado para reencontrarnos con su grandeza, con su genio, y con su eterna vigencia. Es una obra de amor oferente para Clara, “claridad esclarecida”. En una de sus cartas, expresaba con hermosas imágenes su amor por su mujer:

“Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye. Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba”.

Cada año son más numerosos los homenajes a Rulfo, sus libros llegan a nuevas manos, se publican en lenguas extrañas. Bien sabemos, que él nunca quiso semejante alboroto. Entonces leamos a Juan, recordémoslo, y después, justo: hagamos silencio.

León Magno Montiel

@leonmagnom

leonmaagnom@gmail.com

Fuente: http://noticiaaldia.com/2016/08/las-cartas-de-juan-rulfo-leon-magno-montiel/

Imagen tomada de: http://media.diariolasamericas.com/adjuntos/216/imagenes/000/099/0000099295.jpg

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