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El Docente como sujeto sujetado: Las trampas del Neoliberalismo

Por: Miguel Ángel Pérez Reynoso*.

Revista Educarnos. 22/07/2017

La semana pasada fui invitado a un Coloquio de avances de trabajos de investigación dentro de un programa de Doctorado en la ciudad de Morelia, Mich., al interior del IMCED (Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación), distinción que agradezco. Ahí pude dialogar con colegas a propósito de los avances de 5 trabajos de investigación. A partir del avance y exposición de Lilia Neto Fernández es que surge el siguiente artículo. Todo su contenido es responsabilidad mía.

El neoliberalismo tiene una propuesta educativa perversa y maniquea la cual es instrumentalizada por la OCDE, los gobiernos de los países miembros y se disfraza con distintos nombres: “reforma educativa”, “modelo educativo”, “evaluación del desempeño docente”, etcétera. La fórmula es muy sencilla se trata de intensificar la carga de trabajo nulificando derechos históricos, incluso restando reconocimientos laboral y profesional y a cambio brindar los menores apoyos posibles.

Lo primero que salta a la vista es que el sujeto docente (individual y colectivo) es un sujeto sujetado, cercado o asediado por todos lados. Se trata de nulificarlo, de reducirlo al mínimo en cuanto al prestigio y reconcomiendo profesionales. Para la lógica del mercado los docentes se convierten en un trabajador más, el cual deberá someterse a las nuevas reglas de contratación y regulación laboral. Ya no es un profesionista encargado de educar a los hijos de la patria, ahora es un empleado de segunda con un bajo salario, que deberá maquilar lo que los organismos internacionales dicten.

En la contraparte está la guerra mediática, los menores apoyos, los docentes como apuntaban Remedí y Whitrock, realizan su trabajo en la soledad, la urgencia y la inmediatez. La soledad que será cada vez más sola, la urgencia más demandante y la inmediatez está cargada de una nueva forma de contar y administrar el tiempo, el cronómetro será un perseguidor de los docentes y de su práctica.

Aunado a lo anterior, lo primero que hay que lesionar es la autonomía profesional en el desempeño docente. La evaluación es un dispositivo persecutorio y fiscalizador, que no le ha resultado del todo bien al gobierno mexicano.
Una de las referencias clásicas del concepto de educar está asociada con la tarea de acompañar, el docente encargado de acompañar a los estudiantes a su cargo y de facilitar aprendizajes de diversas formas a los mismos, está solo o sola. Asistimos a una especie de orfandad pedagógica, dicha soledad es más bien un abandono intencionado, como dicen los abogados con premeditación, alevosía y ventaja.

De ahí que el docente sea un sujeto sujetado en mayor o menor medida, cuyos hilos de sujetación están marcados por el control, la persecución, la vigilancia, la regulación a partir de las nuevas reglas de la carrera docente y por los pocos espacios de maniobra profesional. ¿Cómo pueden hacer los docentes para des-sujetarse? Será a través del estudio, de la reflexión, del fomento del pensamiento crítico, de la capacidad para recuperarse como sujeto que (se)educa, en interacción con los otros y con el entorno. Esto da pie a seguir pensando y generando propuestas de acción y de intervención desde los propios docentes.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la Unidad 141 de la UPN. Correo mipreynoso@yahoo.com.mx

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Fotografía: revistaeducarnos

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Desde Colombia Miguel Ángel Pardo Romero: «Los acuerdos se materializarán defendiéndolos en cada territorio y colegio»

Entrevista a Miguel Ángel Pardo Romero Fiscal de la ADE en Radio Revista en Encuentros Pedagógicos [1] y Radio Revista Proyección.

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El maestro Miguel Ángel hace propuestas para fortalecer la movilización cívica por inversión social, educación y paz; a la vez que precisa los temas que se han abordado de manera inmediata en cuanto a la concreción de los Acuerdos FECODE –MEN, tales como: reposición de las actividades académicas, docentes orientadores y provisionales, jornada única, estatuto docente y otros puntos de importancia pendientes de resolver por parte de la Secretaria de Educación.

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Buenos días, maestro Miguel Ángel[2]

Muy buenos días, un fraternal y emotivo saludo para ti y para todos los docentes, directivos y docentes orientadores, como también, para el conjunto de la comunidad educativa.

En recientes artículos y editoriales, Usted ha planteado que el Paro Nacional tiene un alcance mayor que los mismos y favorables Acuerdos, suscritos entre FECODE y el MEN.[3]¿Nos precisa el punto?

El establecimiento neoliberal recibió un mandato social, liderado por FECODE para que asegure recursos para inversión social por 10 años más, batalla que deberá incluir a los sectores sociales de los territorios. Las contiendas de las poblaciones de Chocó y Buenaventura junto con la librada por el Magisterio y el conjunto de los trabajadores del Estado, son las primeras de la época posterior a los Acuerdos de la Habana, que se caracterizarán por exigir que el presupuesto asignado al conflicto interno se destine ahora a la inversión social y no termine en mayor acumulación de capital de las agencias financieras internacionales, tan ostentosas y miserables, como tampoco, a las manos de la decadente tropilla de corruptos del régimen. Este fue el pulso de fondo que realmente perdió el Gobierno Nacional frente a FECODE y la razón por la cual millones de colombianos apoyaron el Paro que se convirtió en una movilización cívica.

El establecimiento neoliberal se ha caracterizado por incumplir los Acuerdos que suscribe con la población y sus organizaciones, ¿Esta va a ser la excepción?

Por supuesto que no. Lo que sigue al portentoso Paro Nacional es fortalecer la movilización civil por inversión social, educación y paz; es decir, el carácter ciudadano de la lucha por la financiación estatal y adecuada a la salud, a la educación, al agua potable y el saneamiento básico, requisito obligado para que se garanticen como derechos fundamentales y humanos.[4]

La ADE lo ha resumido en la consigna “El Paro no Para”, sobre todo para la época que algunos denominamos “nuestros Pos- Acuerdos”. Precisamente en este Paro Nacional quedó claro que se requerirán muchos otros, con el propósito de seguir reversando los estragos que causaron las regresivas reformas constitucionales de 2001 y 2007, especialmente, en el caso de la educación y la salud o en temas como la reconquista del Estatuto Docente que dignifique la profesión para todo el Magisterio. Los avances derivados de los Acuerdos de los paros de 2013, 2015 y 2017, hace parte de una gran batalla que es permanente y continua.

¿Cuál o cuáles formas concretas debe tomar o expresarse esta movilización social?

Además de la movilización en las calles que logró replegar al Gobierno Nacional, he de insistir en cuatro formas que por supuesto no son las únicas:

La primera, la lucha por la financiación estatal y adecuada de la salud y la educación, exigirá la creación de un gran frente con todos los sectores sociales de los territorios, como también, con los mandatarios seccionales y municipales e integrantes de las corporaciones públicas y, por supuesto, con los Trabajadores del Estado que, en sus Acuerdos con el Gobierno, incluyeron un punto análogo en materia de salud. La participación del amplio y diverso espectro que constituye el sector educativo y académico será definitiva, especialmente en momento que se debe convertir en un debate en todo el país, el próximo Plan Decenal de Educación.

La segunda, la reactivación de las Juntas y los Foros de Educación a nivel municipal, distrital, departamental y nacional para restituirle el carácter que le otorgó la Ley 115 de 1994, es decir que la comunidad debata la política educativa. Esta razón de ser de los Foros fue desvirtuada convirtiéndolos en ferias educativas de experiencias exitosas que, si bien se deben realizar, no puede ser sobre la base de suplantar los Foros.

El punto número 13 de los Acuerdos FECODE –MEN, establece la participación de FECODE y sus filiales en la definición de los temas de los Foros educativos. En el caso de Bogotá, la ADE ya cursó a la Secretaria de Educación de Bogotá una propuesta de una reunión para discutir todos los puntos que se derivan de los Acuerdos FECODE -MEN, entre los cuales está la resolución 1203 de 11 de julio de 2017 por medio de la cual, la SED convoca el Foro Educativo para el 4 y 5 de octubre.

La tercera, nunca antes como hoy, se configuran condiciones favorables para que los gobiernos escolares asuman el papel que les otorgó la Ley 115 de 1994, cual es determinar el rumbo académico de los colegios porque es evidente que la desobediencia civil en las calles a la regresiva política educativa neoliberal se empieza trasladar a las escuelas una vez retornamos  a éstas, sobre la base de cohesionar la unidad alcanzada entre docentes, directivos, docentes orientadores, estudiantes, padres y madres de familia.

Los Acuerdos se defenderán, no sólo desde los niveles de las direcciones de FECODE y sus filiales sino territorio por territorio, colegio por colegio. Y contamos con las herramientas legales, pedagógicas y políticas en el mejor de los términos para ello.

Dos retos inmediatos tienen los órganos escolares, la reposición de actividades académicas en condiciones dignas para la comunidad educativa, como también, la proyección y/o modificaciones del PEI para 2018.

La cuarta, es que la alegre, diversa y arrolladora riqueza cultural que se convirtió en corazón e imprimió tesón y razón al Paro Nacional debe traducirse en un amplio movimiento cultural, apoyado desde la Federación y sus filiales.[5]

¿En cuáles actividades se ha traducido los pos acuerdos, la consigna “El Paro NO para?

Hemos asumido de manera inmediata, varios temas:

Primero: La reposición de las actividades académicas que no se desarrollaron durante el Gran Paro Nacional. Hemos dejado evidente que el revanchismo del MEN trata de convertir un compromiso ético del Magisterio en una represalia contra la comunidad educativa por su generoso y consciente apoyo a la hermosa gesta librada durante 5 semanas, llevándose por delante los derechos de los estudiantes y desconociendo la autonomía territorial e institucional.

El Gobierno Nacional y Distrital, han tenido que retroceder. De la absurda fecha de laborar durante las navidades y el año nuevo, ha tenido que declarar que el año lectivo no pasará del 15 de diciembre, lo que significa que puede terminar antes. Aunque la Directiva 40 del MEN, enreda nuevamente las cosas, lo único que queda claro es la vigencia de los 9 criterios planteados por la ADE[6] que propone una semana unificada del 27 de noviembre al 1° de diciembre y las demás jornadas deben ser programadas por los órganos de gobierno escolar teniendo en cuenta las particularidades de los colegios y los contextos regionales o locales de las zonas urbanas y rurales. Hemos solicitado una reunión con la SED para ele efecto, sin obtener respuesta. Seguiremos pendiente y orientando.

Segundo: con el propósito de cohesionar la unidad alcanzada en el Paro Nacional, se ha reactivado el Comité de Directivos Docentesque tendrá una nueva reunión el próximo martes 25 de julio a las 7 am.

Tercero: Con el propósito de materializar los avances del punto 9° y 21 de los Acuerdos FECODE –MEN, realizamos una Asamblea de Docentes Orientadores[7] y una reunión con la comisión que se derivó de ésta, integrada voluntariamente por 20 colegas para precisar las propuestas de redacción y criterios sobre el proyecto de norma o normas en cuanto a jornada laboral de 6 horas y funciones propias, como también, la modificación favorable de los parámetros, teniendo en cuenta la propuesta de la ADE en sus pliegos de peticiones 2016 – 2017.  Además de la Comisión, las propuestas individuales, institucionales o de las Mesas Locales se reciben virtualmente al correo de la ADE secredirectivos@adebogota.org . La Comisión se reunirá nuevamente esta semana.

Cuarto: realizamos Asamblea con los docentes provisionales con el propósito de proteger su derecho al trabajo y a la Asociación, dado que están siendo objeto de represalias por su participación el Paro; como también, dando alcance al punto 7° de los Acuerdos FECODE –MEN [8]y porque la Educación de la Ciudad necesita el conjunto de los 6.000 colegas, se trata de garantizar su continuidad en 2018 en adelante. Razón por la cual hemos convocado a todo el Magisterio a mostrar su solidaridad en un plantón el miércoles 26 de julio de 10:00 AM -2:00 PM.

Quinto: hemos convocado a los representantes de profesores, estudiantes, padres y madres de familia de los colegios que están en la mal llamada jornada única o proyectan hacerlopara precisar las respectivas orientaciones que se derivan del punto 6° de los Acuerdos FECODE –MEN y de los criterios planteados por la ADE en su Pliego de Peticiones para establecer una verdadera jornada única en condiciones digas y con sustentación pedagógica.[9]Nos veremos el próximo martes 25 de julio a las 5:30 pm.

Sexto: La Junta Directiva de la ADE, reactivará el debate sobre nuestra propuesta de un estatuto docente que dignifique la profesión de todo el Magisterio, frente a lo cual haremos precisiones de metodología y contenido que precisaremos la próxima semana.

Entre tanto la Asamblea de Delegados de la ADE se ha convocado para retomar la reforma estatutaria de nuestra organizaciónéste fin de semana, en la cual seguramente alcanzaremos el objetivo.

Profesor Miguel Ángel, mencionó una agenda propuesta por la ADE a la SED para abordar los putos que se derivan de los Acuerdos FECODE –MEN, como también, otros temas pendientes a nivel distrital  ¿Cuáles son?:

 

  1. En el terreno de los Acuerdos FECODE –MEN y del Pliego de Peticiones ADE –SED, están:

 

  • Sistema General de Participaciones (SGP) que garantice la financiación Estatal y adecuada de la educación, la salud, el agua potable y el saneamiento básico ambiental.
  • La implementación progresiva de los tres grados de preescolar en los colegios oficiales.
  • El respeto a las condiciones laborales de los docentes, directivos y docentes orientadores
  • Jornada única escolar en condiciones dignas y con sustentación pedagógica.
  • La convocatoria de la Junta Distrital de Educación –JUDI- y del Foro Educativo Distrital
  • Las garantías para los ascensos y reubicación salarial.
  • La financiación del Fondo de Prestaciones del Magisterio que garantiza las cesantías, las pensiones y la salud en condiciones dignas y oportunas.

 

2.  Temas pendientes Distritales:

  • Ajuste del Calendario Académico para garantizar la reposición en condiciones dignas.
  • Resolución de matrícula y cobertura escolar 2017 -2018 que corrija los estragos de la resolución 1293 de 2016.
  • Evaluación garantista de desempeño 2017 para los colegas regidos por el decreto 1278 de 2002.
  • Respeto y aplicación a la resolución 073 de 2013 para realizar trasdós y permutas.
  • Pago de primas y prestaciones a docentes incapacitados por enfermedad.
  • Respeto a los derechos de carrera a los colegas del 1278 de 2002, que terminaron periodo de prueba.

Derivado de la agenda anterior, la Junta Directiva de la ADE convocará eventos, foros, seminarios, Asambleas y/o movilizaciones, siempre fortalecidas por el papel de los Comités Sindicales de Localidad y de cada colegio.

Fuente: http://www.renovacionmagisterial.org/portada/los-acuerdos-se-materializar%C3%A1n-defendi%C3%A9ndolos-en-cada-territorio-y-colegio

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Empresario peruano revoluciona el sistema educacional en su país

Perú/Julio de 2017/Fuente: Gestión

Con una mensualidad de solo US$ 130, atiende a alumnos en algunas de las regiones más pobres del país, y en poco más de cinco años se ha convertido en la red privada más grande de Perú.

En 1994, Carlos Rodríguez Pastor regresó a su Perú natal, de donde había partido siendo un niño. Después de estudiar en la Universidad de California en Berkeley, pasó unos años trabajando en Wall Street, donde estableció un fondo de coberturas.

Tras su regreso a Perú, se enfocó en trabajar junto a su padre para convertir al banco Interbank en uno de los mayores grupos económicos del país. Hoy, a través del holding InterGroup, Rodríguez Pastor controla un imperio, que incluye la desarrolladora Urbi Propiedades, la cadena hotelera Casa Andina, la aseguradora Interseguro, además de Supermercados Peruanos, los centros comerciales Real Plaza y las farmacias InkaFarma, entre otros.

Pero algo faltaba. Perú había tratado bien al empresario, que veía con pesar los graves problemas sociales en su país y quería devolverle la mano. Por ello, en 2011, contrató a la firma de diseño IDEO, y juntos crearon un nuevo modelo educacional para niños de ingresos medio que hasta entonces no tenían una alternativa a los costosos colegios privados del país.

Debido a las deficiencias del sistema público, hoy existen más de 21 mil instituciones particulares en Perú, donde estudian casi la mitad de los niños en Lima y un cuarto de los 8 millones de niños a nivel nacional.

El resultado fueron los colegios Innova, que con una mensualidad de solo US$ 130 (cerca de 85 mil pesos chilenos) atiende a alumnos en algunas de las regiones más pobres del país y que está revolucionando el sistema peruano de educación. A sólo dos años de su inicio, el 61% de los alumnos de educación superior de Innova registraba puntajes destacados en los exámenes nacionales de matemáticas, frente a un promedio país de 17%.

Ahora es la red privada más grande de Perú, con 41 establecimientos que atienden a cerca de 31.000 alumnos, pero para el próximo año pretende expandirse a 50 locaciones y 40.000 estudiantes.

Colegios abiertos
El modelo de Innova ha sido destacado a nivel internacional por el programa global de premios de diseño International Design Excellence Awards (IDEA).

Cada uno de los establecimientos está dividido en dos secciones. Los niños pasan la mitad del tiempo en clases pequeñas de 30 alumnos enfocadas en la resolución de problemas y la colaboración, con una intervención mínima de los profesores. La otra mitad está destinada a aprendizaje independiente, utilizando sitios especializados. La iniciativa se basa en un sistema de aprendizaje mixto, que utiliza la tecnología y el estudio independiente-guiado para fomentar el pensamiento creativo, flexible y crítico.

Fuente: http://gestion.pe/empresas/empresario-peruano-revoluciona-sistema-educacional-su-pais-2195535

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Colombia analizará sus avances para poder ingresar a la OCDE

Colombia / www.finanzasdigital.com / 19 de Julio de 2017

La ministra de Trabajo de Colombia, Griselda Restrepo, analizará entre hoy y mañana con funcionarios del gobierno de Estados Unidos, los avances para el acceso del país neogranadino, a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –OCDE- y hará seguimiento al capítulo laboral del Tratado de Libre Comercio entre ambas naciones.

“Además de lo relacionado con el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –OCDE- vamos a contar los diferentes avances que el Ministerio del Trabajo y que Colombia ha hecho en los diferentes compromisos internacionales que ha adquirido”, señaló Restrepo en un comunicado.

La ministra añadió que “hay cifras importantes para destacar, lo cual demuestra el enorme compromiso de nuestro país alrededor de diferentes temas como el trabajo decente, la protección a sindicalistas, el reforzamiento de la inspección, vigilancia y control, y aumento de la formalidad laboral, entre otros”.

Colombia, logró el visto bueno en 20 de los 23 comités que hacen parte de la hoja de ruta para acceder a la OCDE, un proceso que comenzó en 2013, destacó EFE.

Fuente:http://www.finanzasdigital.com/2017/07/colombia-analizara-avances-poder-ingresar-la-ocde/

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EEUU: Por qué el presupuesto de Educación de Trump puede perjudicar a los estudiantes más pobres

EEUU / www.univision.com / 19 de Julio de 2017

Muchos de los programas que están siendo recortados en el presupuesto de educación Trump-DeVos ayudan a familias de bajos ingresos, muchas de ellas familias latinas, que muy probablemente no se beneficiarán de los fondos que serán reasignados hacia la libre elección de escuela.

Apodada ‘Un Nuevo Cimiento para la Grandeza Estadounidense’, la propuesta de presupuesto para 2018 del presidente Donald Trump pretende hacer que la economía crezca más rápidamente y reducir la deuda. Pero sólo 59,000 millones de dólares de ese presupuesto se han destinado para la educación: un recorte de 9,200 millones de dólares (13.5%) en comparación con el año pasado.

Read this article in English on The Conversation

El plan de educación también elimina o reduce más de 30 programas que la secretaria de Educación Betsy DeVos y su equipo consideran una duplicación de otros programas, ineficaces, o que resulta más apropiado apoyar con fondos privados, estatales o locales.

Como expertos en finanzas públicas y asociaciones escolares-comunitarias, hemos visto el impacto de muchos de estos programas. Estos recortes y otros aspectos del plan de educación Trump-DeVos podrían tener consecuencias duraderas para los niños en Estados Unidos, especialmente los que viven en la pobreza.

«Más niños latinos viven en la pobreza –6.1 millones en 2010– que otros grupos étnicos o raciales de niños en el país», reporta el Centro de Investigación Pew usando datos del censo de Estados Unidos. «En 2010, el 37.3% de los niños pobres eran latinos, 30.5% eran blancos y 26.6% eran negros».

DeVos declaró en la reunión del Subcomité de Trabajo, Salud y Servicios...
DeVos declaró en la reunión del Subcomité de Trabajo, Salud y Servicios Humanos, Educación y Agencias Relacionadas del Comité de Asignaciones de la Cámara sobre el presupuesto fiscal 2018 del Departamento de Educación, el 24 de mayo de 2017. Alex Wong/Getty Images

Los cortes y las consecuencias

En la superficie, el motivo de la administración para recortar estos programas parece claro: reducir gastos en algunos programas existentes o eliminarlos por completo para aliviar presupuestos a corto plazo. Nuestra conclusión, sin embargo, es que las consecuencias a largo plazo podrían ser graves.

Consideremos, por ejemplo, el programa Centros de Aprendizaje de la Comunidad para el Siglo XXI(CCLC, por sus siglas en inglés), el cual provee enriquecimiento académico extracurricular a estudiantes en comunidades muy pobres. El programa de los CCLC presta servicios a 2 millones de niños en 11,500 centros en todo el país. Auditorías de gestión llevadas a cabo por el Departamento de Educación en el año 2015 demostraron que «este amplio programa toca la vida de los estudiantes en formas que tendránrepercusiones de largo alcance«.

En estos centros, los niños en comunidades de alta pobreza –muchas veces latinos– obtienen ayuda adicional para enriquecer sus habilidades en matemáticas e inglés, mejorar las habilidades que les permiten participar en clase y para mejorar su comportamiento en esta. Según las auditorías, casi el 50% de los niños que participaron reportaron mejoras en sus calificaciones escolares y más del 20% reportaron mejoras en las puntuaciones de evaluaciones estatales. Más del 50% de los profesores reportan una mejora en el completamiento de tareas y el comportamiento de los alumnos.

Bajo el plan Trump-DeVos, la financiación de los CCLC sería eliminada, de inmediato. Las investigaciones han demostrado que eliminar gradualmente programas como los CCLC les da a las escuelas y a los gobiernos tiempo suficiente para determinar si los vacíos que quedan atrás pueden llenarse. En 2013, por ejemplo, se le hizo un recorte igualmente abrupto a Head Start, un programa preescolar para familias de bajos ingresos, y estos cortes repentinos dejaron a muchas familias sin cuidado diurno para niños de 3 a 5 años de edad.

El nuevo presupuesto también planea eliminar CCAMPIS, un programa que subvenciona la guardería infantil para padres que estén matriculados en la universidad, e IAL, que proporciona libros de alta calidad a bibliotecas escolares. Ambos programas atienden predominantemente a familias de bajos ingresos y ambos muestran un impacto positivo.

¿Quién realmente tiene la opción de elegir su escuela?

Algunos de estos recortes de educación serán reasignados para expandir las escuelas chárter, extender vales para escuelas privadas y religiosas, y apoyar escuelas públicas para que adopten políticas favorables a la libre elección. Estas reasignaciones, al igual que los recortes, afectarán principalmente a familias de bajos ingresos.

¿Por qué? Todo se reduce a quién realmente tiene una opción a la hora de elegir la escuela.

El programa de Centros de Aprendizaje de la Comunidad para el Siglo XXI...
El programa de Centros de Aprendizaje de la Comunidad para el Siglo XXI ofrece apoyo a programas extraescolares que ofrecen intervención académica, actividades de enriquecimiento, y actividades de desarrollo de los jóvenes. Arizona Department of Education

Aunque DeVos podría argumentar que su propuesta política proporciona a todas las familias la opción de seleccionar las escuelas chárter o privadas que reciben apoyo de los vales, sabemos que los niños de familias de bajos ingresos, que ahora representan el 51% de los estudiantes de las escuelas públicas de Estados Unidos, no tienen el mismo acceso a la elección de escuela que los niños de familias de clase media y alta.

Mientras que las escuelas públicas están obligadas a atender a todos los niños, las escuelas chárter y privadas atienden a los niños cuyas familias saben de ellas, las buscan y solicitan ingreso a ellas. Pero muchos padres enfrentan desafíos importantes para conectar a sus hijos con las oportunidades educativas de ‘elección’: los padres mismos pueden no tener estudios, ser analfabetos, no hablar inglés con fluidez, no tener acceso a computadoras y/o teléfonos, no tener transporte suficiente o tener más de un empleo. Estos desafíos afectan desproporcionadamente a las familias que viven en la pobreza.

Como resultado, el enfoque de DeVos en la elección y los vales es probable que amplíe, en lugar de reducir, la brecha entre los niños de familias de ingresos bajos y los de familias de ingresos medianos.

Hay maneras de mitigar esto (y algunas escuelas chárter lo están haciendo), pero la propuesta de DeVos ni exige ni premia estas disposiciones. Por ejemplo, la College Prep Charter School de la Sociedad de Ayuda al Niño tiene criterios de admisión que benefician a los niños que son de bajos ingresos, están aprendiendo el idioma inglés, y/o están «involucrados con el bienestar social».

Aunque algunas escuelas chárter en todo el país les dan prioridad a los estudiantes de bajos ingresos, el nuevo presupuesto no les da a las escuelas incentivo alguno para hacer esto.

El papel de la financiación federal en la educación va más allá del aume...
El papel de la financiación federal en la educación va más allá del aumento del desempeño académico general de los niños estadounidenses. Frederic J. Brown/AFP/Getty Images

La educación desigual y el futuro

Estados Unidos gasta más dinero que cualquier otro país en la educación de los niños. Creemos que esta inversión ha conseguido algunos resultados sustanciales en los logros educativos de los estudiantes del país: según el Centro Nacional de Estadísticas de Educación, los puntajes en lectura y matemáticas de alumnos de cuarto grado mejoraron significativamente entre 2006 y 2011.

Sin embargo, el papel de la financiación federal en la educación va más allá del aumento del desempeño académico general de los niños. La financiación federal complementa la a veces injusta financiación del gobierno estatal y local, garantizando que todos los estudiantes tengan la misma oportunidad de éxito.

Pero en el caso del nuevo presupuesto, los programas que reducen las diferencias para los estudiantes de bajos ingresos que tienen dificultades están siendo eliminados a fin de apoyar iniciativas de elección de escuela que normalmente utilizan las familias más acomodadas.

Hemos conversado con padres de todos los niveles de ingresos y la gran mayoría de ellos nos dijeron que lo que más desean es que sus hijos sean más exitosos que lo que ellos llegaron a ser. El presupuesto de DeVos perjudica a los padres que tienen dificultades para subsistir, y esto les hará todavía más difícil ver a sus hijos triunfar y hacer realidad ese sueño.

Fuente: http://www.univision.com/noticias/educacion-publica/por-que-el-presupuesto-de-educacion-de-trump-puede-perjudicar-a-los-estudiantes-mas-pobres

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Más sobre hay vida e innovación más allá del neoliberalismo

Por: Jaume Carbonell

En mi artículo de la semana pasada me despedía del público lector hasta principios de octubre. Pero voy a demorarla hasta hoy al verme obligado a dar respuesta a los comentarios del señor Enrique Galindo Ferrández -autor de uno de los libros citados- en torno a mi texto anterior.

Vaya mi agradecimiento por delante. Es saludable que este y los otros autores pongan palabras a lo que piensa un sector del profesorado, lamentablemente amplio en Secundaria y mucho menor en Infantil y Primaria. Mi propósito no fue el de realizar una crítica de ambos libros -porque esto me llevaría a dialogar con otras cuestiones planteadas, con las que coincido o igualmente discrepo- sino el de abrir un debate en torno al lugar, el sentido y alcance de la innovación educativa en la transformación de las prácticas educativas y de la institución escolar, donde concurran otras voces, tomando parte de ambos textos como botón de muestra. No quiero abusar del espacio ni reiterar en mis argumentaciones. Quienes estén interesados pueden consultarlos en dos de mis obras: La aventura de innovar. El cambio en la escuela (Madrid, Morata, 2000) y Pedagogías del siglo XXI. Alternativas para la innovación educativa (Barcelona, Octaedro, 2014). También pueden consultar la amplia hemeroteca de Cuadernos de Pedagogía, publicación de la que formé parte de su redacción desde 1975 y que dirigí durante dieciséis años hasta mi jubilación, revista que siempre se ha caracterizado por su inequívoca apuesta por la educación pública, defendiendo la esencia de sus principios y su necesaria renovación. En este compendio bibliográfico se ponen de relieve las potencialidades y debilidades  de la innovación pedagógica, sus logros basados en un amplio abanico de testimonios y evidencias, así como su carácter reproductor e innovador. Vaya, que los caminos de la innovación son diversos y plurales y, por tanto, no existe un pensamiento único al respecto.

Tras este posicionamiento de carácter general, sí me gustaría entrar en el detalle de algunos puntos que plantea el sr. Galindo -quien siga esta polémica apreciará que no contesta a varios de mis argumentos- sin abundar en los ya expuestos en mi anterior artículo.

  1. El autor tira de tópico al decir que “recurro al viejo procedimiento de sacar frase de contexto”. Se refiere a mi afirmación: “La escuela pública debe cambiar lo menos posible”. Es literal -eso no se pone en duda- y si no es más larga es porque en un diario, a diferencia de lo que sucede en una revista -sea de divulgación, de pensamiento o impacto- se exige brevedad. Pero es fiel al texto y al contexto, si se lee atentamente el conjunto de la obra y, sobre todo, las conclusiones (de donde se ha sacado).
  2. Hay una perversa insinuación a que un servidor “piense que la LOMCE es una ley muy innovadora y progresista”. Le recomiendo que se informe un poco mejor de mis posiciones -mis escritos son públicos y numerosos- y que se ahorre comentarios tan ligeros. Si investiga un poquito más también se enterará de mis posicionamientos críticos respecto a la LOGSE -especialmente en lo que concierne al diseño curricular-, y de mi reconocimiento a una de las grandes conquistas de esta ley: la extensión y democratización de la enseñanza hasta los 16 años, a pesar de todas sus flaquezas y dificultades. Algo que ha contribuido sin duda a la mejora del nivel educativo de la población y que estos autores -en ambos libros- pasan por alto.
  3. Resulta llamativa la obsesión -forma parte de su tesis central- por identificar de forma exclusiva y reduccionista el aprendizaje o trabajo por proyectos con el neoliberalismo. Es evidente que el nuevo capitalismo recurre a los proyectos como mecanismo de implicación y modernización empresarial -lo digo en mi primer artículo y lo he sostenido otras veces- pero es igualmente cierto que los proyectos se alimentan de la mejor tradición republicana y que han evolucionado en diversas direcciones: desde los centros de interés decrolyanos hacia distintas perspectivas de conocimiento integrado. Y tanto en sus planteamientos téoricos como en su plasmación práctica adquieren en muchos casos un claro sentido transformador y emancipador. He tenido la oportunidad de comprobarlo personalmente visitando centros de Infantil, Primaria y Secundaria.
  4. Sostienen que no hacen una lectura restrictiva de Dewey. Lo dudo, pues he leído buena parte de sus libros y algo sé del impacto de su obra que, como en el caso anterior se ha prestado a lecturas, interpretaciones y prácticas educativas muy variopintas. Las unas, ciertamente, muy integradas dentro del modelo de capitalismo dominante en cada momento y, otras, situadas en posiciones críticas que han contribuido a vincular más directamente la escuela con el entorno y a la democratización de la escuela y de otros espacios educativos. Pero lo curioso -es lo que les recordaba- es que ignoren totalmente los relatos de Freinet, Milani y Freire, por citar solo algunos nombres que no creo que puedan ser sospechosos de flirteos neoliberales.
  5. El sr. Galindo me invita a que un servidor “(o cualquier otro) encuentre el tiempo y el humor para escribir el libro que responda con argumentos a nuestras presuntas simplificaciones, inexactitudes y delirios, en lugar de quedarse en meras acusaciones y simplificaciones”. Ya les advertí que, al menos en mi caso, no dispongo de tiempo y humor, pero si les recomiendo un par de lecturas: 50 Myths & Lies That Threaten America´s Public Schools. The real crisis en education (Berliner, D.C; Glass, G.V. and Associates, New York in London, Teachers College Press). El debate que nos ocupa se polariza básicamente en los mitos y mentiras 14, 23, 24 y 50, aunque los otros puntos, en muchos de los cuales a buen seguro que coincidíamos, son igualmente interesantes. El otro es el monográfico “Antidotes”, de Cahiers Pedagogiques, una reputada revista cuyo lema es: “Changer la société pour changer l’école, changer l’école pour changer la société” (nº 46, abril 2017). Sería bueno escribir un libro sobre los mitos y mentiras en España que, lejos de las disputas académicas y corporativas de Filosofía contra Pedagogía, integrara las distintas disciplinas y campos del saber que pueden ayudar a una mejor comprensión de la escuela y la educación en toda su complejidad, de manera crítica y sin prejuicios.
  6. Lo más sorprendente es el final, cuando el autor  nos deja un enlace a “lo que consideramos una crítica de verdad”. Merece la pena entrar y leerla atentamente para darse cuenta que las tres entregas las escribe el mismo autor, un compañero que tiene previsto organizarles una presentación en septiembre y que, salvo alguna ligera discrepancia en la tercera, constituye una loa por todo lo alto. Vaya, que para el sr. Galindo las críticas de verdad son aquellas que les dan únicamente la razón. Sin comentarios. Que tengan un feliz y saludable verano.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2017/06/28/mas-sobre-hay-vida-e-innovacion-mas-alla-del-neoliberalismo/

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EDUCACIÓN S.A (el mercado ataca de nuevo)

Por: Pablo Gentili

Aunque quizás pocos lo hayan notado, la educación ha sido la verdadera protagonista de algunos de los principales acontecimientos políticos de la última semana en América Latina. El hecho parece inédito. El estrellato de la educación no se debió esta vez a ninguna mala noticia, como suele ser habitual, sino más bien a un inusual reconocimiento acerca del valor que ella tiene para resolver providencialmente los principales problemas que deberán enfrentar los países de la región.

El hecho debería alegrarnos. Finalmente, la educación parece estar ganando el lugar que le cabe como gran apuesta al futuro, como oportunidad para hacer de las nuestras, sociedades más democráticas y justas.

Entre tanto, una revisión de las razones y argumentos que dirigieron hacia la educación el centro de las atenciones en el debate regional, no dejan de ser frustrantes y, de cierta forma, lamentables.

Los días 5 y 6 de diciembre pasado, se celebró en Santiago de Chile la Conferencia “Desafíos para asegurar el crecimiento y una prosperidad compartida en América Latina”, organizada por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Allí, diversos funcionarios del organismo alertaron que el ciclo de reformas sociales de la última década se había agotado y que las bajas tasas de crecimiento económico del continente, en un contexto global cada vez más incierto y riesgoso para la región, obligaban a un mayor rigor fiscal y a una inmediata reorientación de las políticas macroeconómicas. La reunión contó con la participación de algunos ministros de economía, presidentes de bancos centrales de diversos países latinoamericanos y un destacado conjunto de intelectuales y representantes de organizaciones internacionales. En la ocasión, la titular del FMI, Christine Lagarde, expuso algunas de las recomendaciones elaboradas por el organismo para enfrentar los desafíos futuros, poniendo especial énfasis en que, la necesidad de reactivar las economías, dependerá de una progresiva y sistemática mejora de “la educación, la infraestructura y la promoción de políticas que conduzcan a un crecimiento más equilibrado, inclusivo y sostenible”.

Difícil es saber si alguno de los presentes, en su sano juicio, pudo haber confiado en semejante aspiración de buena voluntad, por parte de un organismo que mucho ha tenido que ver con los mayores desastres económicos que ha vivido América Latina durante los últimos cincuenta años. Lagarde no perdió oportunidad de exponer su particular visión sobre los avances en los procesos de integración regional, descalificando con una metáfora gastronómica al Mercosur, la Unasur y el Alba, a los que tildó de “plato de espagueti”, al mismo tiempo en que señaló magisterialmente a Chile como “un alumno que trabaja duro y trata de mejorar su destino”. (Esto último no se supo si era un elogio o una advertencia al gobierno de Michel Bachelet). Por cierto, nunca ha sido la delicadeza ni la cordialidad la marca del trato que los funcionarios del FMI le han dispensado a América Latina, algo habitual en sus anteriores gerentes, como el promotor de crisis globales Michel Camdessus, la poco amigable señora Anne Krueger, el eximio administrador de empresas Rodrigo Rato, o el festivo Dominique Strauss-Kahn.

Preocupada con los altos índices de desigualdad y de violencia en la región, Christine Lagarde sostuvo convencida que “hay que realizar reformas estructurales, y eso incluye mejorar el nivel de educación, asegurando que la formación responda a las necesidades del mercado”.

Desde este punto de vista, los problemas de competitividad y productividad que limitan las posibilidades de crecimiento de las naciones latinoamericanas en el actual contexto internacional, dependen de la necesaria y urgente orientación de la educación a los requerimientos de la economía. Por otro lado, en un contexto potencialmente recesivo, la disminución del fondo público obliga a orientar el gasto social de forma más efectiva, priorizando la formación profesional y el desarrollo de competencias que permitan una inserción más competitiva de los individuos en el mercado, contribuyendo al dinamismo de la economía. En otras palabras, la educación debe reducirse a la capacitación laboral ya que es el déficit de formación lo que explica, en buena medida, las trabas que impiden el desarrollo de las naciones latinoamericanas.

El desafío atribuido a la educación contrasta, naturalmente, con un diagnóstico muy negativo de las condiciones en que se promueven las políticas educativas en la región: la improductividad del sistema escolar, su pésima calidad, la mala formación docente y los bajísimos niveles de aprendizaje de los alumnos, sumados a una mala gestión y administración de los recursos invertidos. Reorientar la educación hacia las demandas y necesidades del mercado es la solución propuesta por el FMI, así como por el Banco Mundial, una receta que vienen repitiendo desde hace más de treinta años y que siempre plantean con una sorprendente pretensión de originalidad.

En una línea semejante, el día de ayer, 9 de diciembre, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), presentaron su publicación conjunta, Perspectivas Económicas de América Latina 2015: Educación, Comptencias e Innovación para el Desarrollo. El documento alerta también sobre las incertidumbres y desafíos que impone la nueva coyuntura internacional a las economías latinoamericanas:

“Para impulsar el crecimiento potencial y la equidad es necesario seguir avanzando en reformas estructurales. El crecimiento de la productividad continúa siendo modesto con relación a los países de la OCDE y otras economías emergentes y, a pesar de las reformas recientes, América Latina es la región más desigual del mundo. En particular, las bonanzas de los recursos naturales y los flujos de capital de corto plazo hacia la región no se han reflejado en un incremento del crecimiento económico potencial de la región. Reformas para fortalecer la educación, las competencias y la innovación han de favorecer la expansión del potencial de crecimiento y la productividad a través de una mejora de las capacidades de los trabajadores. Igualmente, deberán garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a una formación de calidad”. (+)

No deja de llamar la atención que la CEPAL y la CAF, cuya contribución ha sido fundamental para entender críticamente los procesos de desarrollo y la situación social latinoamericana durante las últimas décadas, ofrezca una visión tan limitada de la educación y de su potencial como medio promotor del progreso y del bienestar. Reducida a un mecanismo de transmisión de competencias y capacidades laborales, la acción del sistema escolar acaba así subordinada a las demandas económicas, a un mecanismo de valorización y dinamización de la fuerza de trabajo que debe adaptarse a las exigencias del mercado. El documento presentado se aleja de la perspectiva más amplia y crítica a partir de la cual estos organismos han entendido los derechos sociales, entre ellos el derecho humano a la educación, predominando aquí la visión tecnocrática y economicista que la OCDE, el FMI y el Banco Mundial siempre han defendido. El gran desafío de la educación queda reducido a mejorar las competencias laborales y a reducir (o, en el mejor de los casos, priorizar) toda aspiración de reforma educativa a la ampliación de la formación profesional.

El capítulo uno del documento, “Educación, competencias e innovación para una América Latina más dinámica e inclusiva”, amplía estos argumentos, afirmando que el aumento de la productividad y de la capacidad competitiva de las naciones latinoamericanas dependerá de la mejora en las condiciones de formación para el empleo, actualizando las competencias y la movilidad de los trabajadores. En tal sentido, “la participación y coordinación con el sector privado es muy importante tanto para orientar las demandas presentes y futuras de las empresas, como para proveer directamente formación en el lugar de trabajo”. (+)

El parámetro de la formación educativa son las demandas y necesidades empresariales y, por tal motivo, nadie mejor que los empresarios para determinar qué y cómo deben aprender nuestros alumnos.

Las referencias al carácter de la educación como un factor de inclusión social se reducen así a un problema estrictamente laboral y de inserción productiva. Un argumento al que la OCDE nos tiene ya bastante acostumbrados, pero que no era la perspectiva de la CEPAL ni de los valiosos aportes que nos ha brindado su excelente División de Desarrollo Social en los últimos años.

El problema planteado no deja de ser muy semejante al del FMI: los sistemas educativos latinoamericanos deberán salvar nuestras economías de un desastre quizás inminente. Y para hacerlo, deben cambiar, ya que son de bajísima calidad, como lo demuestran, según ellos, las pruebas PISA.

El documento citado fue divulgado mientras concluía la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno llevada a cabo en Veracruz los días 8 y 9 de diciembre. Su lema ha sido: “Iberoamérica en el siglo XXI: Educación, Innovación y Cultura”. Un evento de fundamental importancia para consolidar y ampliar los acuerdos de cooperación e integración educativa regionales. La Cumbre de Veracruz se realiza a cuatro años de la XX Cumbre de Mar del Plata, cuyo tema había sido “Educación para la Inclusión Social” y en cuyo ámbito se realizaron importantes acuerdos como las “Metas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios”.

Los acuerdos de la Cumbre de Veracruz significaron un avance en el recorrido sinuoso de la integración educativa regional, gracias a la creación de una Alianza para la Movilidad Académica iberoamericana, el fortalecimiento y ampliación del Programa Neruda para la movilidad estudiantil de posgrado y el relanzamiento del Programa Iberoamericano de Alfabetización.

El trabajo de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) ha sido, en este sentido, destacado y de gran valor. Sin embargo, las ausencias de los mandatarios de países de enorme importancia en la promoción de cualquier acuerdo regional, como Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela, sin lugar a dudas, poco ha ayudado a fortalecer una perspectiva de la educación que supere las visiones reduccionistas y economicistas que amplifican los gobiernos más conservadores y organismos como la propia OCDE.

Las Cumbres, a pesar de todas sus complejidades, fueron un espacio central para fortalecer una perspectiva que valoriza la dimensión de la educación como un derecho humano fundamental y de la política educativa como un factor de promoción de la igualdad y la justicia social. Algo bastante diferente a la visión que allí mismo manifestó el Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría, al sostener que “si deseamos evitar una década de bajo crecimiento económico en América Latina, debemos mejorar el nivel educativo, fortalecer las capacidades de los trabajadores e impulsar la innovación”.

El economicismo reduccionista de la OCDE quizás sólo haya sido ofuscado por las desatinadas declaraciones del presidente español Mariano Rajoy. Pareciendo querer justificar el éxodo científico que vive España, Rajoy propuso en la Cumbre que los países con “excedentes de talentos” cooperen con las naciones menos desarrolladas de la región. Además, como si uno de los méritos de su gobierno hubiera sido la promoción de más y mejores aportes financieros a los estudiantes más pobres, sostuvo la necesidad de implementar amplios programas de becas para fomentar la formación de calidad, “evitando que la falta de recursos sea un obstáculo”. Vaya, vaya…

Mariano Rajoy y el presidente de México, Enrique Peña Nieto en la Cumbre de Veracruz. Foto: Henry Romero (Reuters)

¿Qué problema hay en todo esto?

Si Ud ha llegado a esta altura de la nota, quizás se pregunte qué problema puede haber en destacar la necesidad de que la educación responda a las demandas productivas, que nuestros jóvenes tengan una mejor formación y que puedan insertarse competitivamente en el mercado de trabajo, mejorando sus ingresos y contribuyendo así con el desarrollo nacional.

Por supuesto que ninguno.

El problema no está en reconocer que la educación puede y debe contribuir con la economía. El problema reside en reducir todas las funciones educativas a las demandas y necesidades que formula el mercado y, más operativamente, a las demandas y necesidades de las empresas. Educar para el desarrollo social es algo más complejo que educar para las Sociedades Anónimas. Pensar políticas educativas de inclusión supone un desafío mucho más amplio, más complejo, y ambicioso que desarrollar políticas de formación profesional.

Es absolutamente verdad que América Latina es la región más desigual del planeta. Entre tanto, una perspectiva educativa como la defendida por el FMI, el Banco Mundial y la OCDE no hace otra cosa que cristalizar las enormes desigualdades que imperan en el sistema escolar, revirtiendo los importantes avances logrados por casi todos los países de la región en la última década.

América Latina ha vivido una importantísima transformación democrática durante los últimos años. Los niveles de pobreza, que a comienzos de los años 90 alcanzaban a casi la mitad de la población, se redujeron drásticamente llegando hoy a menos del 28%. En el período transcurrido entre el 2002 y el 2013, más de 60 millones de latinoamericanos superaron la línea de la pobreza y, la mitad de ellos, la línea de la indigencia. La región pasó de tener algo más de 225 a 168 millones de pobres en diez años. La desigualdad, aunque más tímidamente, también disminuyó, inclusive en algunos de los países en que parecía haberse impreso como la marca estructural e indeleble de un modelo de desarrollo que siempre benefició a unos pocos, despreciando los derechos y negando cualquier oportunidad de bienestar a las grandes mayorías. Podría haberse hecho muchísimo más, sin lugar a dudas. Pero las transformaciones vividas comenzaron a revertir un ciclo de estancamiento económico y de cristalización de injusticias sociales promovidas por las políticas neoliberales que se multiplicaron en la región desde los años 70 y, particularmente, con una radicalidad expresiva en los 90.

En este marco, uno de los más significativos avances sociales del continente fue la ampliación de las oportunidades educativas a millones de latinoamericanos y latinoamericanas. Los niveles de acceso y permanencia en la escuela aumentaron de forma exponencial, permitiendo que sectores tradicionalmente excluidos del sistema educativo accedieran a él o superaran las barreras que les impedían su progresión hacia niveles que nunca antes habían alcanzado. La matrícula universitaria creció. Y lo hizo porque los hijos de los sectores populares, en algunos de los países de la región, comenzaron a cursar, por primera vez, los estudios superiores, invadiendo un nivel del sistema que siempre había permanecido como privilegio de los más ricos.

Lejos está América Latina de haber alcanzado la igualdad educativa. Pero los avances fueron notables y pusieron de relevancia no sólo la dramática persistencia de la desigualdad escolar, sino la posibilidad de revertirla por medio de políticas públicas orientadas por gobiernos que, ampliando la inversión social y promoviendo programas de gran escala, asumieron ésta como una de sus deudas y como uno de sus desafíos más ambiciosos en la promoción de la democracia y la justicia social. El inventario de lo que aún falta hacer en el campo educativo es enorme. Pero solapar o desconsiderar los avances alcanzados no puede ser otra cosa que un gesto de indiferencia hacia una conquista colectiva que ha comenzado a cambiarle la vida a millones de personas.

El gran desafío de la educación latinoamericana es contribuir a afirmar y consolidar sociedades fundadas en los derechos humanos, ampliando el ejercicio de la ciudadanía y la participación democrática. Querer hacerlo por medio de la subordinación de la educación al mercado, no parece un buen camino. El mercado es el imperio de la desigualdad, de la necesidad, es el espacio de la diferenciación y la clasificación. Cuando la educación se subordina al mercado acabamos aceptando que su función no es ampliar la igualdad entre los seres humanos, sino profundizar sus diferencias sociales, de clase, de género, de raza, de origen. Atribuimos a la competencia y al mérito individual la virtud de seleccionar y elegir a los mejores, justificando así las injusticias y la reproducción sistémica de la desigualdad.

La educación es el espacio que las sociedades democráticas disponen para producir sentidos, conocimientos, saberes y prácticas que nos ayudan a construir sociedades más justas, igualitarias, solidarias y humanas.

Se trata de politizar la educación, como una herramienta de transformación y emancipación social. Reducir toda aspiración educativa a la capacitación laboral no nos lleva a otro camino que a pensar en el sistema escolar de los pobres como una gran agencia de formación profesional para empleos flexibles.

No debe así sorprender que, justo cuando América Latina comienza a transitar de forma incipiente por un proceso de ampliación de oportunidades ciudadanas, se activen de forma drástica los discursos que insisten en recordarnos que a los pobres les cabe ocupar el lugar que siempre ocuparon, y que su tránsito por la escuela no debe ser otra cosa que la apropiación de un aprendizaje supuestamente útil para su rápida inserción como fuerza de trabajo adaptada a las necesidades de aquellos que los contratarán, los cuales, por cierto, nunca aceptarían que a sus hijos les toque como única oportunidad educativa un curso corto de inserción profesional.

La estrategia discursiva parece ser siempre la misma, aunque algunos términos se modernicen y ganen nueva fisonomía: se atribuye a la educación un poder redentor (salvar a la nación del subdesarrollo y del atraso económico), mientras se condena el sistema educativo realmente existente, aquel en el que se educan, día a día, millones de niños, niñas y jóvenes; aquel en el que trabajan miles de docentes, muchos de ellos quizás mal preparados, pero que poco tienen que ver con el imagen caricaturesca que los presenta siempre como sujetos perezosos e indolentes. Hay una educación salvadora que se dibuja en el horizonte de la esperanza conformista de un mercado que sólo aspira a ser competitivo y dinámico (sólo eso). Y una educación real, digamos de carne y hueso, degradada y despreciada por los que aspiran a reformarla desde su totalitarismo economicista, especialmente cuando ella es pública y la garantiza el Estado; esa educación que, en apariencia, nos impide cumplir nuestro justo deseo de abandonar, de una vez por todas, el subdesarrollo.

Ya lo sabemos, ya lo hemos visto, escuchado y vivido a lo largo de los últimos cincuenta años: para los economistas oficiales, para el mainstream político y empresarial latinoamericano, la educación pasa a tener alguna función relevante cuando la economía va mal y cuando hay que elaborar un pase de magia que permita prometer una salida rápida y milagrosa a los problemas que se avecinan. Así, la economía latinoamericana creció gracias a la inteligencia y a las brillantes ideas de los economistas. Como ahora enfrentará problemas por la caída del precio de las materias primas, la desaceleración de China, el alto costo del financiamiento externo y las bajísimas perspectivas de ingreso de capitales en los países de la región, al sistema educativo le toca, providencialmente, cumplir su papel. Si no lo hace, estaremos mucho peor y la culpa será de él. ¿De quién? De los docentes, de los funcionarios educativos, de las familias y los jóvenes, de los sindicatos, de la “cultura nacional”… o de quien sea, pero nunca del mercado.

Cuando el mercado funciona bien, los méritos son del mercado. Cuando funciona mal, la culpa es de la educación.

“Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”, decía mi abuela. Menos en este caso. El argumento ha sido utilizado hasta el hartazgo. Y se lo repite, se lo repite y se lo vuelve a repetir.

No deberá sorprender que, en este marco, en toda América Latina, se multipliquen los cursos de formación profesional como la mejor opción de educación para los más pobres y se amplifiquen las demandas y reclamos empresariales por una educación que se adapte a sus necesidades de productividad y sus casi siempre poco modestas aspiraciones de ganancia. Tampoco deberá sorprender que cada vez más la voz y la participación empresarial en el campo escolar, inclusive en la formulación y ejecución de las políticas educativas, tienda a ampliarse y multiplicarse; una tendencia que se observa de forma clara durante los últimos 20 años.

La política latinoamericana muchas veces parece una sesión de cine continuado: siempre vuelve a comenzar. Los avances sociales, uno de cuyas causas y al mismo tiempo consecuencia fue la ampliación de las oportunidades educativas de los más pobres, parecen irrelevantes porque, ante la posible inminencia de una nueva crisis económica, los empresarios vuelven a reclamar que no producen más y mejor porque no disponen de una fuerza de trabajo calificada y que contribuya a aumentar la calidad y la productividad de las empresas. Una vez más, la culpa es del Estado y de los pobres.

Las discusiones de la Conferencia del FMI y el documento analizado, casi nada mencionan acerca de los problemas que hoy existen y persisten en el mercado de trabajo de los países latinoamericanos (y mundiales), como el racismo, la discriminación de género, la negación de oportunidades a las personas con discapacidad, a los jóvenes, o las precarias condiciones de protección y respeto a los derechos de los inmigrantes o a los que siendo del mismo país son tratados como si fueran indocumentados invisibles.

Tampoco mencionan que si hubo una disminución de la pobreza (algo que todos festejan), pero la desigualdad no se redujo con la misma intensidad, esto quiere decir que, en estos últimos años, a los más ricos mal no les ha ido. Los pobres dejaron de ser tan pobres, pero los ricos no dejaron de ser tan ricos; por el contrario, en algunos casos, se volvieron aún más ricos.

Frente a los obstáculos que enfrentarán las economías latinoamericanas, el FMI, el Banco Mundial y la OCDE proponen cambiar a los pobres haciéndolos más productivos, sin preocuparse siquiera cómo los ricos producen y acumulan riqueza, cómo la reproducen y garantizan intergeneracionalmente, en sociedades marcadas por la injusticia, la exclusión y falta de garantías para el ejercicio de los derechos fundamentales. Nada indica que arriando a las agencias de formación laboral a los jóvenes más pobres, sus condiciones de vida mejorarán substantivamente. Lo que sí parece claro es que el actual modelo de desarrollo económico latinoamericano ha generado formas predatorias de apropiación de ganancias que han beneficiado a algunos pocos. Por lo tanto, que colocar el problema en las capacidad de innovación del sistema científico o tecnológico y en el formación profesional de los jóvenes, aunque no deja de ser importante, puede distraernos más que concentrarnos en el asunto fundamental: para revertir los altos índices de desigualdad hay que cambiar primero a los ricos, no capacitar a los pobres para que se conformen con lo que tienen.

El futuro nos señala la luna. El FMI, el Banco Mundial y la OCDE, sólo le miran el dedo.

Las economías latinoamericanas enfrentan, sin lugar a dudas, enormes desafíos. Y los enfrentarán en la próxima década. Sería bueno comenzar democratizando las relaciones humanas en el mercado de trabajo, mejorando las condiciones de distribución de la riqueza (cada vez más concentrada), ampliando los derechos de los trabajadores, promoviendo reformas fiscales que reduzcan la regresividad tributaria estructural que tenemos y que poco se ha modificado.

Que el FMI, el Banco Mundial y la OCDE se dediquen a opinar acerca de cómo mejorar todo esto. Si lo hacen, otros, bastante mejores que ellos, se ocuparán de la formación humana de las futuras generaciones, sabiendo que al salir de la escuela los esperará un sistema económico inclusivo, democrático y que no antepone la competitividad de las empresas al bienestar de los ciudadanos de una nación.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2014/12/10/contrapuntos/1418224298_141822.html?rel=mas

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