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La avaricia y la codicia arruinan a la condición humana

Por: Javier del Arco

Las neurociencias podrían moderar estos comportamientos perniciosos

La condición humana está marcada hoy por la avaricia y la codicia, convertidas en valores por el pensamiento liberal dominante. Su implantación ha dado lugar a la corrupción política, consagrada por las mayorías parlamentarias. Este comportamiento tiene una arquitectura cerebral que las neurociencias podrían explicar y atemperar.

Decía en mi anterior artículo que hay signos claros de finitud, de agotamiento en el planeta. Y de ese agotamiento hay un solo responsable: el Homo Sapiens. Quiero recordar aquí nuevamente la reflexión de Kant sobre el ser humano “con un leño tan torcido como aquél del cual ha sido hecho el ser humano no puede forjarse nada que sea del todo recto” ¿Pesimismo antropológico? Quizá, pero sobre todo realismo antropológico. Basta echar un ojeada breve a la acción del hombre durante el siglo XX para comprender hasta qué punto han quedado manifestados y realizados los “vicios capitales” enunciados por Tomás de Aquino. Hablábamos de exceso. Pues bien, quiero tratar en este breve escrito la primera consecuencia de esa terrible propiedad humana. Y esa es la codicia y su hermana gemela, la avaricia.

La avaricia es el afán o deseo desordenado de poseer riquezas, bienes, posesiones u objetos de valor abstracto y concreto con la intención de atesorarlos para uno mismo, mucho más allá de las cantidades requeridas para la supervivencia básica y la comodidad personal. Se le aplica el término a un deseo excesivo por la búsqueda de riquezas, placer, estatus y poder. La codicia, por su parte, es el afán excesivo de riquezas o de personas, para su utilización ilícita, inmoderada y/o criminalmente lucrativa. También es aplicable en situaciones donde la persona experimenta la necesidad de sentirse por encima de los demás desde un punto de vista relacionado con el poder, la influencia política, el resplandor social, la ostentación, el éxito económico, sexual y de cualquier otra manera imaginable, permitiéndose incluso, en un obsceno alarde de cinismo, dar lecciones de supuesta probidad moral.

La codicia y la avaricia generan deslealtad, traición deliberada -especialmente para el beneficio personal- como es el caso de dejarse sobornar o exigir la recompensa ilícita  antes de que los hechos se produzcan. Es también la búsqueda y acumulación de dinero, objetos y posesiones de todo tipo (incluidas personas) mediante el abuso de poder de cualquier tipo, la estafa, el robo, el secuestro y el asalto en todas las variedades imaginables. Todo ello valiéndose del engaño, el poder económico y político, los variados mecanismos de presión, la manipulación, la tergiversación o descalificación de las leyes que estorban, pasando por encima o engañando a las autoridades íntegras y de todo lo que puede quedar de limpio del entramado social y económico de la sociedad. Si algo se interpone en la codicia humana, sencillamente hay que cambiarlo o destruirlo.

En todas las épocas

Ciertamente, siempre ha existido la codicia como elemento consustancial del Homo Sapiens. Si estudiamos esta desgraciada propiedad de nuestra estirpe cainita desde las primeras civilizaciones hasta el siglo XX, detectamos su presencia e influencia en la acción humana a nivel personal o colectivo en todas las épocas.

Ciertamente, los avances tecnológicos han supuesto unas herramientas fundamentales para que la codicia alcanzase metas más amplias. Simultáneamente  han refinado y extendido sus métodos de actuación. No soy tecnófobo en absoluto como se verá en los diversos artículos que tengo ya planeados. Antes bien, creo que en una buena y amplia utilización de la tecnociencia reside la configuración moral del hombre nuevo y la salvación de nuestro hogar, la Tierra.

Sin embargo, cuando la tecnociencia se sustrae al ámbito del progreso para el bien y se utiliza con fines desaprensivos, esto es, egocéntricos, codiciosos o de poder, inevitablemente aquella se convierte en un elemento auxiliar pero decisivo para hacer el mal conscientemente.

Schopenhauer, un filósofo fundamental y por cierto, hispanófilo declarado, con quien me identifico en algunos aspectos importantes, introdujo un razonamiento que parte de la división de Epicuro respecto de las necesidades humanas (o los placeres): las posesiones y el lujo han de contarse entre las que no son «ni naturales, ni necesarias». En efecto, el límite de la riqueza que se desea depende del horizonte de necesidades de cada cual y siempre es relativo. Las aspiraciones dependen del horizonte de lo que se considera posible alcanzar, y además Schopenhauer añade la frase que quiero resaltar: “la riqueza se asemeja al agua salada: cuanto más se bebe, más sediento está uno. Lo mismo vale para la fama” (1).

Una reflexión para enmarcar que hace años, alguien muy codicioso, quiso que simpatizase con ella, bien que dicho mucho más toscamente. Me produjo tristeza y asco.

Y Schopenhauer razonaba que la razón por la que los hombres desean siempre más dinero, incluso el poder, se desea, según Schopenhauer, por la riqueza a la que conduce.

Corrupción del espíritu

En un interesante y acertado artículo publicado en el diario El País el 6 de junio de 2010, titulado “Anatomía de la codicia” el filósofo y ensayista Borja Vilaseca (2) se pregunta “¿Qué motiva a un hombre que lo tiene todo a querer más? ¿Por qué tantas personas se vuelven corruptas, mezquinas y perversas al alcanzar el poder?”

Vilaseca establece que, según la opinión de muchos psicólogos, los casos más conocidos de corrupción por codicia representan la punta del iceberg de uno de los dramas contemporáneos más extendidos en la sociedad: la corrupción del espíritu […] “Y es que, para cometer actos corruptos, primero tenemos que habernos corrompido por dentro. Esto implica marginar nuestros valores éticos esenciales -como la integridad, la honestidad, la generosidad y el altruismo en beneficio de nuestro propio interés”

Esta posición de Vilaseca coincide, a mi modo de ver, con la moral tradicional occidental de raíz judeocristiana, que seguía guiándose en esta cuestión, al menos formalmente, por el décimo mandamiento de las llamadas Tablas de la Ley, “No codiciarás los bienes ajenos”.

Sin embargo, el paso de los siglos y las adaptaciones culturales han desactualizado su vigencia formal y efectiva. Hoy, paradójicamente, la codicia no es algo que, en el fondo, esté mal visto. Con frecuencia, es todo lo contrario: muchos apelan a ella como remedio de la pobreza. Pues según dicen: ¿quién no busca su propio beneficio?

Y es que la codicia, al igual que la avaricia -que como ya hemos dicho vienen a ser lo mismo, pero con el deseo de atesorar-, son términos que no se oyen, no están de moda. Y sé que cuando una palabra sale del circuito natural de la comunicación humana, se desvirtúa también el concepto que la acompaña. Y en caso de mantenerse su original acepción, se buscan caminos para desvirtuar los significados. De ahí que se hagan esfuerzos por cambiar los términos con el objetivo de modificar lo que significan. Con las palabras se van los conceptos. Con ello, unos tranquilizan sus conciencias y otros tratan de adaptar la realidad a sus intereses.

La corrupción política se refiere al mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima generalmente de forma secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es transparencia. Según Hernández Gómez (3), la corrupción se define como «toda violación y/o acto desviado, de cualquier naturaleza, con fines económicos o no, ocasionada por la acción u omisión de los deberes institucionales, de quien debía procurar la realización de los fines de la administración pública y que en su lugar los impide, retarda o dificulta«. Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o de transparencia de un Estado legítimo.


Geralt.

Cuestión de mayorías

Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada, los sobornos, el tráfico de influencias, las extorsiones, los fraudes la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadreo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad y el despotismo. La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero, la prostitución, el tráfico de personas, las agresiones al medio ambiente… Ahora bien, la corrupción no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes.

Por ello, en la práctica, en las llamadas democracias avanzadas, con los comportamientos-corruptos próximos al poder, casi nunca pasa nada. Quedan exonerados con lo que se entiende como castigo político. Un castigo que se reduce, normalmente, a «perder el poder», para volver a alcanzarlo cuando las aguas se hayan calmado. Y si se mantienen los cargos después de unas elecciones, la consecuencia es que lo que se hizo, aunque fuera una fechoría, se considerará positivo, ya que el pueblo así lo dictamina. De manera que la moral pública se asimila a la opinión de la mayoría. Así, lo que está bien o mal acaba reducido a la relatividad democrática. Hecho que explica, de alguna manera, los por qué de la sociedad relativista actual. Son las mayorías -por lo general mayorías minoritarias- las que dictaminan lo que es bueno y lo que no lo es.

Pero en el mundo actual la pérdida de valores resulta demasiado general. Lo que se trata es de concretar.

Para conocer las causas y proponer soluciones, no bastan las ideas generalistas. Apelar a la pérdida de valores sin más, me parece demasiado general. Cualquiera se perdería tratando de definir cuáles son los valores perdidos.

Como señala Eduardo Olier (4) en su acertada obra “Codicia financiera”(5), he procurado investigar las causas próximas de los gravísimos problemas socioeconómicos y por ende políticos de hoy.

Mamífero dominante

Para comenzar, identifico la primera y principal causa en la propagación, promoción  e imposición sistemática de un neoliberalismo sin control basado  en un peligrosísimo “laissez faire”como fundamento de la creación de riqueza. ¡Como si al mamífero dominante se le pudiese dejar campar por sus respetos sin control alguno! (6)

Estas ideas tienen su origen el siglo XVIII, cuando Adam Smith aseguraba que la búsqueda del interés propio acabaría trayendo el bienestar a todos. Según él, una mano invisible acabaría ajustando los desajustes. Un pensamiento que se ha convertido en la regla de oro de los últimos cuarenta años. Este pensamiento ha tenido el aplauso y el apoyo de reconocidos economistas que han defendido la codicia, sin mencionarla en absoluto, en total connivencia con la clase política.

Identificada la causa, surge el problema principal actual: una jauría de renombrados financieros pusieron en práctica toda su creatividad con las bendiciones de los economistas, la protección de los responsables políticos y de los grandes organismos económicos internacionales, que han permitido prácticas absolutamente inmorales cuando no criminales.

Efectivamente, la economía financiera sin control y las inestabilidad que ha producido en la economía real, han sido la primera consecuencia de la crisis que hemos padecido y que hoy continúa. Asimismo, la economía financiera es la principal responsable de las desigualdades gigantescas que se ven entre pobres y ricos y del mayor ataque global a las clases medias que estas han sufrido.

En España, sin ir más lejos, uno de cada cinco ciudadanos, el 21 % de la población, se encontrara en 2012 por debajo del umbral de la pobreza.

Creo que ha quedado claro que las viles prácticas de la economía financiera no serían posibles sin el concurso y apoyo de los reguladores, es decir, de los responsables políticos. Hoy es la política la que condiciona los mercados. Y son las clases políticas dominantes las que facilitan que los mercados financieros ahoguen a la economía real.

Complicidad política

En efecto, el destrozo económico del que hemos sido testigos, y que aún sufrimos, no habría sido posible si los reguladores no hubieran permitido la expansión de productos financieros tóxicos, ni hubieran facilitado unas condiciones en los mercados que fueron el inicio de otros abusos. Tampoco habrían sido posible los problemas habidos en numerosas entidades financieras sin la cohabitación de políticos y gestores empresariales. Entidades que han tenido que ser rescatadas a base de impuestos a los ciudadanos, mientras los responsables se otorgaron, en muchos casos, enormes sumas por su gestión al frente de empresas quebradas. Mayor inmoralidad no cabe.

Los que aún tienen fe en el hombre actual, proponen un cambio de rumbo manifestando que este no debiera contemplar como única solución el llevar a cabo políticas económicas restrictivas y ajustes excesivos que, al final, sufren los que menos tienen. Esto solo llevará a un retroceso de muchos de los derechos hasta ahora adquiridos. Con ello, el Estado de bienestar irá poco a poco desapareciendo. ¿Y cuál es ese nuevo rumbo?  Pues los teóricos bien pensantes creen que, simplemente, sería suficiente la creación de estructuras políticas más democráticas, clases políticas más honradas, más separación de poderes y una justicia efectiva e independiente. Y todo ello encaminado a trasladar a los mercados globalizados los mismos mecanismos.

Mayor ingenuidad no cabe. ¿No recuerdan la historia? La democracia y la separación de poderes se trajeron con sangre; el Estado de bienestar también. De manera que de pronto emerja una clase política honrada y justa es algo inconcebible.

Creo que ha quedado perfectamente demostrado que la codicia es un problema profundo vinculado a la naturaleza biológica del hombre. En un contexto social líquido (7), sostenido por un pensamiento postmoderno ya crepuscular, no veo la posibilidad de subsistencia de este Homo tardío, tal como está, a medio plazo.

Habrá  que buscar la senda de la biología porque la ética, en el fondo, siempre ha capitulado frente a la codicia.

Lo que dice el cerebro: neuropéptidos clave

La labor del epistemólogo, a mi juicio, es encontrar respuestas en la ciencia allí donde otras disciplinas tradicionales no las encuentran. Y eso es lo que trato de hacer tras describir la codicia quizá demasiado extensamente. Y, efectivamente, en la ciencia parece estar la clave: en los mecanismos evolutivos de la cognición humana.

Algunos experimentos de la neurociencia han mostrado que cuanto más codiciosa es una persona, la corteza prefrontal de su cerebro tiene menos capacidad para disminuir  el placer de ganar más dinero, inhibiendo la actividad de las neuronas del estriado ventral, implicado en ese placer. El cerebro del codicioso podría funcionar entonces de manera diferente al de las personas que no lo son. Otros estudios han sugerido que, como los codiciosos tienden además a apostar fuerte para maximizar sus ganancias, podrían padecer una perturbación mental que anula su capacidad para percibir el riesgo o para ver las necesidades de los demás.

Las personas con una corteza prefrontal ventromedial diferente o dañada, carecen de la capacidad empática para llegar a respuestas morales, y cuando se enfrentan con dilemas morales, estos sujetos entienden y defienden con toda frialdad  que «justifica el fin de los medios» Además, estos sujetos parecen tomar decisiones sin la angustia que aqueja a quienes tienen un cerebro que funciona normalmente.

Estos son algunos datos empíricos que ayudan a entender el mecanismo cerebral implicado en la codicia.

-Los neuropéptidos oxitocina (OXT) (8) y arginina vasopresina (AVP) han desempeñado papeles clave en la evolución de los mamíferos en cuanto a la regulación de la cognición y comportamientos sociales complejos como el apego, la socialización, el altruismo, la codicia, el reconocimiento y la agresión, así como la ansiedad, el miedo y la extinción del miedo. .

-Mi propósito no es entrar a describir como los sistemas OXT y AVP actúan   bioquímicamente en cerebro humano. Solamente trataré de mostrar que son determinantes con respecto al comportamiento social. Y todo ello a través  de estudios genéticos, de neuroimagen, neuroendocrinología y de estudios clínicos.

-Para evaluar lo que estos neuropéptidos representan, experimentalmente pueden administrarse de forma no invasiva en el cerebro humano mediante administración intranasal, con claras consecuencias a nivel conductual y neural.

-Después de la administración intranasal, OXT mejora el reconocimiento de emociones, mejora la mirada hacia la región ocular, promueve la confianza y el comportamiento pro-social, y reduce las respuestas de comportamiento y endocrinas al estrés social.

-En estudios iniciales, la administración intranasal de AVP parece influir  en la comunicación social y frenar el estrés- Las variantes de riesgo en los genes que codifican para estos receptores cerebrales específicos para OXT y AVP se han asociado a determinadas patologías y también comportamientos humanos como parece ser la tendencia a la codicia.

-Los estudios de imágenes genéticas muestran que las variantes de riesgo genético en los receptores cerebrales para OXT y AVP afectan la estructura y función de las regiones clave para el comportamiento social, incluida la amígdala, la corteza cingulada anterior y el hipotálamo.

-Los estudios de neuroimagen funcional que utilizan la aplicación intranasal de neuropéptidos, respaldan la opinión de que los efectos de OXT y AVP en la conducta  social están mediados por circuitos límbicos con la amígdala como estructura central.

-Estudios recientes han comenzado a proporcionar evidencias del deterioro del funcionamiento de OXT y AVP en trastornos mentales caracterizados por una alteración precoz del vínculo o una patología de interacción social.

-Resulta fundamental establecer que las variantes comunes de riesgo genético en los genes que codifican los receptores cerebrales para OXT y AVP se han asociado con el autismo y los fenotipos de comportamiento social en humanos. Los receptores parecen ser el factor clave, en especial el avpr1a que es el acrónimo de arginine vasporesin receptor 1a. (9)

Pienso que bien podría estar este fenómeno relacionado con el proceso evolutivo del Homo Sapiens. En efecto, la inercia a acumular recursos contrarresta el sentimiento de incertidumbre sobre lo que le puede pasar a uno en el futuro, por lo que la codicia pudo haber evolucionado en nuestros antepasados ancestrales como una forma de adaptación cuando el entorno es pobre en recursos.

Finalizamos este artículo expresando nuestra confianza en la ciencia para generar un hombre nuevo y sin las taras del viejo Homo Sapiens.

Notas

(1) Schopenhauer A., Parerga y paralipómena”. Madrid, Trotta, 2 vols., 2006 y 2009. Tomo I, 2006 (2ª edición 2009).

(2) Borja Vilaseca es escritor, filósofo, conferenciante, profesor y emprendedor de proyectos orientados a la transformación y el despertar de la consciencia de la sociedad. Su gran pasión es democratizar la sabiduría para inspirar un cambio de actitud y de mentalidad, de manera que las personas aprendan a ser verdaderamente felices y sepan cómo desplegar todo su talento y potencial al servicio de una función profesional útil, creativa y con sentido.

(3) Hernández Gómez, José Ricardo. “La anticorrupción en Colombia el agente encubierto y la función de inteligencia” Prolegómenos 21 (41): 99-114.

(4) Eduardo Olier, nacido en Madrid en 1949, es doctor ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid. Fue profesor titular en la Cátedra de Matemática Fundamental y Programación de la Escuela de Ingenieros de Telecomunicación de Madrid y realizó programas de postgrado en Crandfield School of Management y Harvard Business School.  En la actualidad, dirige la Cátedra de Geoeconomía y Estrategia Internacional del Instituto de Postgrado CEU.

Ha sido director de programas tecnológicos en la Agencia Espacial Europea (Holanda) y ha ocupado puestos directivos en Repsol y el Grupo Industrial BBV-Iberdrola. Fue socio director de la firma de consultoría estadounidense Deloitte Consulting y presidente para Iberia, así como vicepresidente ejecutivo de la empresa japonesa NEC, donde fue responsable del sur de Europa y Latinoamérica.

Asimismo, ha ocupado la presidencia del Consejo Asesor de la consultora Bearing Point en el sur de Europa; y de la firma de recursos humanos Korn Ferry en la misma región. En el ámbito de los medios, fue presidente del Grupo Negocios, así como editor de la Gaceta de los Negocios y vicepresidente de Intereconomia Corporación. Casado y con 5 hijos, actualmente preside en España el Institut Choiseul, think tank de origen francés, y dirige la edición de las dos revistas Choiseul que se publican en español: Geoeconomía y Seguridad Global. Es, igualmente, miembro del Consejo de l’Union Culturel pour la Méditerranée (París) y presidente para España y Portugal, de la sociedad de gestión de inversiones BN Capital Assets con sede en Milán.

Recientemente, ha sido nombrado nuevo presidente del Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. Sustituye en el cargo a Enrique Sendagorta, recientemente homenajeado en el acto del 25 aniversario de este centro.

(5) Olier, E., “Codicia Financiera”. Pearson, Madrid.

(6) Macfarlane Burnet. “El mamífero dominante. La biología del destino humano”. Alianza Editorial. Madrid, 1973

(7) Bauman Z., “Modernidad líquida”, FCE. Madrid, 2016

(8) Carsten K.W. De Dreu, H. Steven Scholte, Frans A.A.M. van Winden y K. Richard Ridderinkhof. “Oxytocin tempers calculated greed but not impulsive defense in predator-prey contests”.Social Cognitive and Affective Neuroscience, Volume 10, Issue 5, 1 May 2015, Pages 721–728,

(9) Uzefovsky, F., Shaley, I., Israel. S., Edelman, S., Raz, Y., Makuta, D., Kanofo Noara, A., Ebstein, R.B.”Oxytocin receptor and vasopressin receptor 1a genes are respectively associated with emotional and cognitive empathy” Hormones and Behavior, Vol. 67Enero 2015. Pag. 60-65

Fuente: https://www.tendencias21.net/La-avaricia-y-la-codicia-arruinan-a-la-condicion-humana_a44617.html
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El falso dilema de innovación educativa versus experiencia docente

España / 15 de junio de 2018 / Autor: Víctor Manuel Rodríguez / Fuente: El Diario de la Educación

Es necesario asumir, como docentes, que pueden hacerse aportaciones a nuestro trabajo en el aula desde disciplinas como la pedagogía, la psicología, la neurociencia o el feminismo. La práctica de aula no es la única fuente de conocimiento.

No es la primera vez que en este medio abordamos la cuestión de la innovación educativa como un asunto que sigue siendo muy controvertido, dado el contenido de muchas proclamas antipedagógicas y beligerantes con cualquier innovación y cambio que circulan cada día por las redes. Cabría decir también que dilemático si no fuera porque, en realidad, la mayor parte de los pronunciamientos más encendidos parten de una premisa que, desde mi punto de vista, es equivocada, conservadora y defensiva.

Muchas de estas consideraciones plantean la cuestión oponiendo innovación a experiencia docente. Alegan que la mayor parte de las propuestas de innovación se realizan desde sectores o profesionales –a los que suelen denominar gurús– que no han tenido una experiencia práctica en el aula. En realidad, las más de las veces, ni siquiera contrastan si esa experiencia existe. Por lo general, dan por hecho que todo lo que no provenga de una experiencia particular o no haya sido fruto de una especie de insight tras unos cuantos años de brega debe ser automáticamente denostado como ocurrencia, injerencia o delirio.

Imagino que estas prevenciones deberían ser aplicadas, con carácter retroactivo, a filósofos intrusos como Dewey; a psicólogos intrusos como Luria, Vygotski o Leontiev, o a un pedagogo agricultor como Pestalozzi. Entiendo que Piaget podría librarse por los pocos años que pasó por la escuela de Binet, aunque tal vez en aquel tiempo a más de uno/a le parecerían también sospechosas sus aportaciones desde el Instituto Rousseau, la Universidad de Lausana o la dirección de la Oficina Internacional de Educación.

Aunque tal vez, no. Es posible que el paso del tiempo nos haya hecho ver que algunas de las aportaciones que realizaron estas personas insignes pueden ayudarnos a organizar mejor nuestra complicada tarea en las aulas. Lo verdaderamente importante es rechazar con virulencia cualquier idea nueva, cualquier investigación o sugerencia que se realice hoy en día, en especial si proviene del ámbito de la pedagogía, la psicología, la neurociencia, el arte, el feminismo o la ecología. La consigna entre algunos docentes –espero que pocos– podría formularse de esta manera: “Si no se me ha ocurrido o lo he descubierto yo, con todos los años que llevo dando clase, tiene que ser que no vale o, en todo caso, no es necesario, porque no tengo problema en seguir haciendo lo que llevo haciendo toda la vida y además lo hago muy bien. Nadie que no trabaje en un aula está legitimado para hablar de nuestro quehacer”.

Los procesos de innovación y cambio no se gestan sólo en las aulas, aunque la experiencia debería enseñarnos a distinguir cómo podemos mejorar a partir de lo que otros y otras nos proponen y a rechazar también –al menos en nuestra práctica, no de manera generalizada, como suele hacerse– aquello que no tiene cabida, no es pertinente o no se ajusta a nuestra forma de ver y entender las cosas en un determinado momento.

En FUHEM, la experiencia docente acumulada a lo largo de los años nos ayuda precisamente a estar abiertos y abiertas al cambio y la innovación, aunque sin olvidar nuestras necesidades como profesionales y las de nuestro alumnado y familias. Resumo algunas de las conclusiones a las que hemos llegado tras años de experimentar y poner en marcha actuaciones de innovación, a veces con éxito y otras no tanto, por si pudiera ayudar a entender esta breve y precipitada reflexión:

  • Sabemos que la necesidad de innovar tiene que partir de un análisis real de la situación que vivimos cada día en nuestras aulas y centros y no tanto de mandatos y urgencias que llegan del exterior.
  • Entendemos que no todo vale, que pocas cosas funcionan igual en cualquier contexto y que no siempre las propuestas más novedosas o rompedoras son las adecuadas.
  • Sabemos también que, a la hora de poner en marcha procesos de innovación, hay muchas fuentes de las que beber y muchos profesionales o entidades que pueden ayudarnos.
  • Creemos que no es preciso cambiar lo que funciona bien, lo que nos satisface como docentes y lo que valoran nuestras familias y nuestro alumnado, aunque también somos conscientes de que siempre es posible mejorarlo.
  • Estamos convencidas de que promover estos procesos es, en sí mismo, un valor. Que el deseo, las ganas y la energía para cambiar es ya un activo para hacer mejor nuestro trabajo en el día a día, por modestos que sean los cambios que se promueven o incluso cuando no alcancemos todos los objetivos que nos habíamos propuesto.
  • Reivindicamos también que la innovación educativa no puede quedar circunscrita al marco metodológico. Que es preciso ambicionar también otra forma de entender los objetivos, las competencias, los valores o los contenidos que queremos trabajar con nuestro alumnado.
  • Y asumimos, por último, que los procesos de innovación deben ser participativos, consensuados y sostenibles. Y que, para lograrlo, deben partir de la iniciativa de los propios equipos de profesionales de los centros, deben emprenderse a través de procesos de reflexión colectiva, contando con las aportaciones de todas las personas que nos puedan aportar algo y deben ser encauzados a través de las estructuras de coordinación y participación del centro, incluyendo, tanto como sea posible, al alumnado y las familias.

Soy consciente de que esta perspectiva, con los matices que cada cual quiera incorporar, es compartida por muchos y muchas docentes y profesionales de la educación. La preocupación por la violencia con la que se ataca a la pedagogía la compartimos un buen número de personas. Recientemente, se planteaba un debate en una red social, organizado bajo el lema #VolverALapedagogia. A sus impulsores y a todas las que han realizado aportaciones sosegadas y dialogantes, sea cual sea su orientación, les dedico estas líneas. Por nuestra parte, seguiremos formándonos este verano, en compañía de muchos profesionales, para aprender cosas nuevas.

Fuente del Artículo:

http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/06/11/el-falso-dilema-de-innovacion-educativa-versus-experiencia-docente/

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¿Qué es la neuroplasticidad y cómo afecta a la educación?

Por: Universia

Los nuevos descubrimientos científicos demuestran que el cerebro humano no es tan estático como se creía hace decenas de años

  • El cerebro es uno de los órganos más intrigantes para los científicos que han estudiado esta parte del cuerpo humano durante años.
  • Docentes y responsables de centros educativos pueden utilizar los nuevos conocimientos sobre este órgano para ajustar sus políticas educativas.
  • La estimulación cognitiva puede permitir desarrollar las capacidades de las personas.

El cerebro, uno de los órganos más importantes para el ser humano, fue por muchos años considerado como un misterio para la ciencia. Debido a que el conocimiento evoluciona de manera constante, los científicos modernos han logrado resolver dudas del pasado, dando respuesta a diversos enigmas vinculados al cerebro.

Hace tan solo unos años la ciencia consideraba al cerebro como un órgano estático y como un conjunto determinado de neuronas que se creaban en el nacimiento y no evolucionaban en la edad adulta. De hecho, se creía que mediante determinadas acciones estas podrían perderse.

Tras años de investigación y experimentos realizados, los científicoshan analizado y modificado sus investigaciones. En la actualidad, la hipótesis de que los cambios cerebrales solo podían darse durante la infancia se han desechado.

En la actualidad, se sabe que el cerebro puede crear nuevas conexiones neuronales y modificar las ya existentes a medida que se enfrenta a nuevas experiencias. Este órgano procesa la información nueva y las conductas realizadas para reorganizarse. Esta capacidad se denomina como neuroplasticidad o plasticidad cerebral.

¿Qué es la neuroplasticidad?

En pocas palabras, es la capacidad que posee el cerebro para cambiar y adaptarse ante nuevas situaciones. Es decir, de modificar y ampliar sus conexiones neuronales. Por tanto, puede decirse que el cerebro se adapta a los entornos y estímulos.

Con esta confirmación, la ciencia moderna abandona completamente la idea del cerebro como un órgano estático y confirma que es un órgano plástico que cambia su estructura con el paso de los años.

Este descubrimiento promete cambiar completamente la forma en que se aborda la rehabilitación de pacientes que han sufrido daño cerebral, pero también, la forma en que se entiende la educación.

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Neuroplasticidad y educación

En el campo educativo, la neuroplasticidad podría causar una verdadera revolución, especialmente debido al concepto de estimulación cognitiva.

En 1987 Greenough y Wallace realizaron un curioso experimento con el que demostraron este concepto. Dividiendo a ratas en dos grupos, colocaron a unas en un ambiente poco estimulante y a otras en uno rodeado de diferentes estímulos, dicha división causó que el segundo grupo presentara un mayor grado de conexiones neuronales.

Este experimento luego se replicó en humanos y permitió demostrar dos supuestos: que la plasticidad cerebral se puede presentar a lo largo de toda la vida y que con los estímulos adecuados las conexiones neuronales de una persona se incrementan de forma considerable.

En humanos, la estimulación cognitiva puede lograrse mediante ejercicios y estímulos para el lenguaje, la memoria o la atención. Por tanto, aquellos docentes que deseen mejorar el rendimiento de sus alumnos y lograr que estos desarrollen determinadas capacidades, deberán encontrar los estímulos necesarios para hacerlo.

Este descubrimiento pone en jaque la planificación de los docentes, entendiendo a cada alumno como un ser individual que responderá ante estímulos especialmente pensados para él. Pero al mismo tiempo, promete cuestionar los programas educativos planteados por los mismos centros de enseñanza y la importancia de tratar a los alumnos de forma individual.

Fuente: http://noticias.universia.es/ciencia-tecnologia/noticia/2018/05/31/1159930/neuroplasticidad-como-afecta-educacion.html

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Desde Alemania se presenta el sistema por el que podrás «aprender cualquier cosa» en solo 20 horas

Alemania/19 de Mayo de 2018/El Nacional

Personalidades como Elon Musk, Warren Buffett, Mark Zuckerberg y Oprah Winfrey son usuarios exitosos de este sistema y lo han reconocido en el pasado

¿Ruso, árabe, chino? ¿Violín, guitarra? ¿Física cuántica? Nuestro cerebro está preparado para aprender cualquier cosa, por difícil que sea, y además lo hace de forma rápida. Al menos, al principio.

Algunos expertos establecieron el periodo de aprendizaje más productivo en las primeras 20 horas de contacto con una materia, y tiene que ver con la capacidad de respuesta y el interés que muestra nuestro cerebro ante nuevos estímulos.

El filósofo y psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus diseñó a finales del siglo XIX lo que llamó la curva del aprendizaje. Consiste en dos variables, en el que el eje vertical representa la materia o conocimientos a adquirir y el eje horizontal las horas a invertir.

De esta manera, podemos calcular el tiempo que necesitamos para aprender algo. Se usa a día de hoy para evaluar la productividad en una empresa o para saber si una tarea es o no difícil, en función del tiempo que demoremos en realizarla.

La curva del aprendizaje va primero en ascenso rápido y después entra en una llanura donde los progresos son más lentos | Getty

Con su diagrama, Ebbinghaus quería ilustrar que la primera vez que entramos en contacto con una materia la mayoría de los conocimientos se adquieren en el periodo inicial.

Después de cierto tiempo, el aprendizaje se ralentiza y entramos en un periodo de perfeccionamiento que es menos productivo, porque tardamos más tiempo en conseguir objetivos.

Esto tiene que ver con un proceso del cerebro llamado habituación, la fase más primitiva del aprendizaje.

Ante un estímulo nuevo, la respuesta sensitiva y receptiva del cerebro es muy intensa. A medida que ese estímulo se repite, la respuesta del cerebro es menos potente.

Nuestro cerebro está más atento a información y estímulos nuevos. Cuando ya se acostumbra, es como si bajase su interés | Getty

Por eso el aprendizaje de algo nuevo, por difícil que sea, va en rápido ascenso, ya que partimos de cero. Después, se ralentiza.

«La regla de las 5 horas»

Ese periodo de escalada en el aprendizaje son las primeras 20 horas de contacto con una materia, según Josh Kauffman, escritor y experto en procesos didácticos y de productividad.

Uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Benjamin Franklin,usaba un método por horas para aprender cosas nuevas. Lo llamaba «aprendizaje deliberado», o como se conoce más popularmente, «la regla de las cinco horas».

Benjamin Franklin solo estudió en la escuela tres años pero leía, escribía y se marcaba objetivos de crecimiento personal cada día | Getty

Cada día de lunes a viernes, Franklin dedicaba al menos una hora a aprender algo de lo que no tuviese conocimiento antes. Al cabo de un tiempo, cuando sentía que ya había adquirido un buen nivel, pasaba a otra materia. Y así constantemente.

Si aplicásemos la regla de las cinco horas, cada cuatro semanas aprenderíamos algo nuevo con suficiente destreza, asegura Kauffman en su libro «Las primeras 20 horas. Cómo aprender cualquier cosa rápidamente».

Con la regla de las cinco horas, podríamos aprender algo nuevo cada cuatro semanas.

Este sistema, con algunas variables, lo utilizan hoy en día empresarios de éxito como Elon Musk, Warren Buffett, Mark Zuckerberg u Oprah Winfrey, según han reconocido abiertamente cuando se les ha preguntado por el éxito de sus carreras.

La clave, por tanto, parece residir en dos factores: en nosotros mismos y en nuestra fuerza de voluntad para hacer tiempo y aprender algo «deliberadamente», como diría Benjamin Franklin.

Fuente: http://www.el-nacional.com/noticias/bbc-mundo/sistema-por-que-podras-aprender-cualquier-cosa-solo-horas_235753

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Neurociencia y educación

Por: José Antonio Marina

Todos estamos de acuerdo en que la neurociencia es importante para la educación. Lo difícil es precisar en qué consiste esa importancia. La neurociencia tiene su alma dividida.

La neurología ha descubierto con precisión extraordinaria muchos secretos de nuestro cerebro: el funcionamiento de las neuronas, su organización en redes, las zonas que se activan cuando se realizan determinadas operaciones, la plasticidad que nos permite aprender.

Esto sólo explica fenómenos que ya conocíamos por experiencia pedagógica, no nos proporciona herramientas nuevas, como sucede en cambio en la clínica. Sin embargo, unas investigaciones siendo muy útiles a la escuela: las que estudian las «funciones ejecutivas».

Permiten elaborar una «teoría dual de la inteligencia», que revolucionará la pedagogía. Hay un nivel en el que la inteligencia trabaja sin que sepamos cómo lo hace. Es lo que llamamos «inconsciente cognitivo» o «inconsciente neuronal». Sobre este, ha aparecido un nivel superior, encargado de controlar y dirigir las operaciones del inferior. Es lo que llamamos «inteligencia ejecutiva». Transforma las operaciones básicas: percepción, atención, gestión emocional, toma de decisiones, planificación, mantenimiento de la acción.

Fuente del Artículo:

http://www.elmundo.es/cronica/2018/05/13/5af72a3dca47419a128b4586.html

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Estados Unidos: Estudio revela cómo funciona aprendizaje por observación

Estados Unidos/05 de Mayo de 2018/Xinhua Español

Una de las ventajas evolutivas de los animales es que pueden aprender experiencias de los demás en lugar de vivir los hechos personalmente y un nuevo estudio publicado hoy en la revista Cell analizó el mecanismo neuronal subyacente a esta habilidad llamada aprendizaje por observación.

Kay Tye, profesora asociada de ciencias cognitivas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y sus colegas identificaron el circuito neuronal requerido para este tipo de aprendizaje.

Este circuito, distinto de la red neuronal utilizada para aprender mediante experiencias de primera mano, depende de lo captado por una parte del cerebro responsable de interpretar normas sociales.

Anteriores estudios con escaneo del cerebro humano mostraron que dos partes del cerebro, la corteza cingulada anterior y la amígdala basolateral, se encuentran activos cuando aprendemos observando a los demás.

La corteza anterior cerebral está involucrada en evaluar la información social, entre otras funciones, y la amígdala basolateral desempeña un papel clave en el procesamiento de las emociones. Sin embargo, se desconocía cómo interactuaban estas regiones para aprender de la experiencia de los demás.

El equipo del MIT investigó que ocurre en el cerebro de los ratones cuando observan a otro ratón recibiendo descargas eléctricas junto con una pista como tono o luz.

Los investigadores encontraron que cuando los ratones que vieron este proceso escucharon la pista un día después, se congelaron de miedo aunque no hayan experimentado ninguna descarga durante el condicionamiento.

Los investigadores registraron actividad eléctrica en ambas regiones mientras los ratones observaban el proceso de condicionamiento por miedo y luego realizaron un nuevo tipo de análisis llamado análisis de trayectoria, el cual revela cómo modifican sus tasas de activación las neuronas conforme se aprende un comportamiento.

El análisis mostró que la corteza cingulada anterior se vuelve más activa mientras el ratón presencia la experiencia de otro ratón y luego transmite la información sobre la experiencia a la amígdala basolateral, que la utiliza para formar una asociación entre la señal y la descarga.

Los investigadores identificaron después las neuronas específicas en la corteza cingulada anterior que se conectan directamente con las neuronas de la amígdala basolateral.

Cuando los investigadores bloquearon la conexión entre la corteza cingulada anterior y la amígdala basolateral, no hubo efecto en la capacidad de los ratones observadores de vincular la pista con la descarga.

«De modo que mucho de lo que aprendemos cada día es mediante observación», dijo Tye. «Especialmente para algo que va a potencialmente matarte o herirte, uno puede imaginar que el costo de aprenderlo de primera mano es muy alto. La capacidad de aprender mediante observación es en extremo adaptativa y brinda una mayor ventaja para la supervivencia».

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2018-05/04/c_137154316.htm

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Correr más rápido, relacionado con mejor capacidad de aprendizaje

Portugal/28 de Abril de 2018/El Médico Interactivo

Las investigaciones se han centrado en el cerebelo que es una estructura bien conservada a través de las especies y los circuitos son comunes en todas las especies

Un nuevo estudio, publicado en la revista ‘Nature Neuroscience’ por un equipo del Centro Champalimaud para lo Desconocido, en Lisboa, Portugal, ha demostrado que cuanto más rápidos son los ratones, aprenden más rápido y mejor. “Nuestro principal descubrimiento fue que podíamos hacer que modelos experimentales aprendan mejor haciéndoles correr más rápido”, resume Catarina Albergaria, primera autora del nuevo estudio.

El hallazgo fue fortuito: los neurocientíficos estaban estudiando algo completamente distinto. “Nuestro objetivo inicial era relacionar la plasticidad celular en el cerebro con el aprendizaje”, relata Albergaria. En última instancia, trataron de comprender cómo los circuitos neuronales en una parte del cerebro llamada cerebelo se modifican mediante el aprendizaje de una tarea motora.

“El cerebelo es importante para aprender movimientos hábiles –explica la directora del estudio, Megan Carey–. Calibra los movimientos frente a un entorno cambiante para coordinarlos de una manera muy precisa”. Para comprender los cambios celulares en el cerebelo que acompañan el aprendizaje, los investigadores estaban estudiando una tarea de aprendizaje de condicionamiento clásico, similar al comportamiento condicionado del perro de Pavlov de salivar cuando escuchó una campana solo porque había aprendido a asociar ese sonido con ser alimentado.

En estos experimentos, mientras corrían en una cinta rodante, los individuos tuvieron que aprender a cerrar los párpados en respuesta a una luz que brilló justo antes de que recibieran una nube de aire en el ojo (lo que normalmente evoca un parpadeo reflexivo). Esta es una forma de aprendizaje que tiene lugar en el cerebelo.

Sin embargo, los experimentos que los científicos emprendieron para analizar esta cuestión simplemente no funcionaron. El equipo no pudo ver ningún efecto de la tarea de aprendizaje porque hubo demasiada variabilidad en los datos que obtuvieron de diferentes individuos e incluso de otro ensayo con el mismo animal. ¿Qué creó este “ruido contaminante” del que aparentemente no pudieron deshacerse? “Los experimentos no funcionaron durante mucho tiempo”, recuerda Albergaria.

Aumentar la actividad locomotora mejora el aprendizaje

En cierto punto, entendieron qué estaba sucediendo: los individuos mutantes que estaban usando realmente no podían correr muy bien. Cuando tuvieron en cuenta su velocidad de carrera, se borró el “ruido” en los datos. Además, cuando se estableció que todos los animales corrían a la misma velocidad, tenían curvas de aprendizaje similares y un rendimiento máximo de acondicionamiento de los párpados. “Este fue un resultado bastante sorprendente”, dice Carey.

Esto confirmó que existía un vínculo causal entre la velocidad de carrera y el aprendizaje mejorado, y no solo una correlación. “El hallazgo de que los cambios impuestos externamente en la velocidad de carrera son suficientes para modular el aprendizaje (…) proporcionan evidencia causal de que el aumento de la actividad locomotora mejora el aprendizaje”, escriben los autores en su artículo.

El equipo demostró además que una vez que los modelos experimentales habían aprendido la tarea, su posterior realización de esa tarea todavía dependía de su velocidad de carrera. “Los individuos se desempeñaron peor cuando ralentizamos la cinta rodante, y esto sucedió a escalas de tiempo de algunos segundos”, dice Albergaria.

Así es como la misma cosa de la que habían tratado de deshacerse –la variabilidad aparentemente aleatoria en el aprendizaje y el rendimiento– “se convirtió en la historia”, dice Albergaria. “Ahora queríamos descubrir cuál era el mecanismo cerebral detrás de este vínculo entre correr y aprender”, subraya.

Su siguiente pregunta fue: ¿en qué parte del cerebro estaba ocurriendo esta mejora? Primero, los científicos se preguntaron si el efecto de correr en el aprendizaje era específico del sistema visual. Para ello, entrenaron a los individuos para cerrar sus párpados cuando experimentaron otros tipos de estímulos sensoriales (como escuchar un tono o sentir una vibración en sus bigotes) antes del soplo de aire. Y, de hecho, encontraron el mismo efecto de velocidad al aprender en todas estas diferentes modalidades sensoriales, tal como lo hicieron con los estímulos visuales.

Lo que esto significaba era que el proceso neuronal que impulsa la mejora del aprendizaje era independiente del sistema sensorial involucrado, lo que sugiere que podría tener lugar después de que las señales sensoriales hayan sido procesadas por áreas visuales, auditivas o táctiles en la corteza cerebral.

Entonces, los investigadores luego recurrieron al cerebelo. Usando la técnica de optogenética, que les permitió estimular directamente neuronas específicas con luz láser, estimularon las neuronas que se proyectan hacia el cerebelo a través de axones llamados fibras musgosas.

“Reemplazamos la actividad motora con estímulos directos al cerebelo y descubrimos que, si puede aumentar la actividad de las fibras musgosas, mejora el aprendizaje”, explica Albergaria. “Encontramos el lugar en el cerebelo donde tiene lugar esta modulación”, enfatiza Carey.

“El cerebelo es una estructura bien conservada a través de las especies y los circuitos son comunes en todas las especies “, señala Albergaria, especulando que el hallazgo “podría aplicarse a otras formas de aprendizaje del cerebelo en humanos”. Una de las implicaciones de sus hallazgos fue que “no necesariamente es necesario estar en movimiento; cualquier cosa que impulse un aumento en la actividad de la fibra musgosa podría proporcionar una modulación equivalente de aprendizaje “, dice Albergaria.

Sin embargo, advierte que no se sabe si es así para otros tipos de aprendizaje no cereberal. Si fuera así, por lo tanto, esto podría tener implicaciones generales para el aprendizaje en humanos. ¿Alguna vez te has preguntado por qué a veces necesitas pasearse por una estancia cuando tienes un problema difícil de resolver? Puede ser porque pensamos mejor cuando caminamos, porque somos mejores organizándonos

“Tendemos a pensar que, para manipular la plasticidad del cerebro, para que las personas aprendan más rápido y los alumnos más lentos mejoren, tenemos que usar fármacos –dice Carey–. Pero aquí, todo lo que teníamos que hacer era controlar cómo de rápido corrían los modelos experimentales para obtener una mejora. Sería interesante ver si esto es válido para los humanos, para las formas de aprendizaje del cerebelo, e incluso para otros tipos de aprendizaje”.

Fuente: http://elmedicointeractivo.com/correr-mas-rapido-relacionado-con-mejor-capacidad-de-aprendizaje/

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