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España: Buenos tratos, masculinidades alternativas y prevención de violencia de género para avanzar en la igualdad entre jóvenes

 

En España se han promulgado importantes y muy adecuadas leyes cuyo objetivo esencial es el logro de la igualdad entre hombres y mujeres: desde el artículo 14 de la Constitución, que excluye toda discriminación por razón de sexo, hasta la Ley Orgánica integral contra la violencia de género, de 2004; la Ley Orgánica sobre la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, de 2007; la misma Ley de reforma educativa, LOMLOE, de 2020, y la Ley de igualdad de trato y no discriminación, también de 2020.

Pero, aún siendo estas disposiciones legales muy importantes como expresiones institucionalmente vinculantes del valor superior de la igualdad constitucional, no dejan de existir brechas importantes. Así nos lo han manifestado las y los jóvenes participantes en Equilibres, la investigación acción participativa que hemos desarrollado en la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular. Todos ellos ponen distancias entre la igualdad formal establecida por las leyes y la igualdad real, muchas veces degradada o inexistente, que constituyen auténticas derogaciones prácticas y singulares que, en ocasiones, experimentan prioritariamente muchas mujeres en sus vidas cotidianas. Por eso es tan importante que la igualdad cívica que consideramos una conquista democrática para mujeres y hombres supere sus aspectos de igualdad formal de oportunidades proclamada, para convertirse en igualdad real de resultados, es decir, la igualdad palpable y efectiva en todos los planos y momentos de la vida de todas las personas; la igualdad en todas sus expresiones y circunstancias civiles, políticas, sociales, económicas, laborales, educativas, culturales, en el espacio de lo público y en el de la vida privada.

Equilibres se ha centrado en la promoción de los buenos tratos y las masculinidades alternativas al viejo patriarcado, así como a la prevención y erradicación de una endémica violencia de género que para ello requiere actuaciones de sensibilización y educación más potentes de las que hasta ahora se vienen practicando. Se trata de un relato, y también un retrato, construido con la participación de 1.000 chicas y chicos de 14 a 25 años, en el que se reflejan sus opiniones, creencias, miedos y esperanzas sobre cuestiones que afectan y condicionan mucho a sus vidas personales y sociales, como los cuidados, los privilegios de unos y las desventajas de otras, en los ámbitos familiares, públicos y relaciones de pareja, sus vivencias reales y percepciones sobre lo que entienden como alcance efectivo de la igualdad y los obstáculos derogatorios o infranqueables para la misma derivados del patriarcado sistémico y del machismo activo en muchas conductas, las agresiones sexuales, la prostitución, etc.

Resulta evidente para las chicas y chicos participantes que, frente a sus aspiraciones y proyectos de igualdad se erigen dos poderosas figuras paradigmáticas que obstaculizan sistemáticamente su realización. Hablamos, hablan, del patriarcado y del machismo. Y, de un modo más preciso, hablamos del patriarcado fundamentalista, aquel que hoy con sus sofismas, falsas noticias y propagandas pretende legitimar habitualmente la inferioridad de la mujer, ignorar la violencia de género, degradar las conquistas de igualdad y libertad de la mujer como despreciable “ideología de género”, impedir la educación afectivo-sexual tratando de imponer su rancio dogmatismo, condenar la libertad de decidir, y otras censuras extraídas de las teorías que alimentan su vuelta al pasado, al mundo de sus retrotopías. Ahora, cuando no hace muchos años las legislaciones y la conciencia social han comenzado a abordar la necesidad de eliminar la gran asimetría en el estatus y en  el ejercicio de todo tipo de derechos históricamente existentes entre hombres y mujeres.

Hoy queda claro que una de las claves más importantes de todas las batallas que culturalmente vive la moderna sociedad es la que se refiere a la conquista plena de la ciudadanía democrática igual por parte de la mitad del género humano, es decir, por y para todas las mujeres. Y esto lo saben o intuyen los jóvenes de ambos sexos, como se aprecia claramente en esta investigación participada con ellos y ellas.

El otro gran obstáculo que impide o boicotea los avances del principio de igualdad sobre el terreno de la realidad de las relaciones sociales entre sexos es el machismo, un adversario endémico, a veces íntimo y muchas veces disfrazado. Se trata frecuentemente de un comportamiento irracional frente al movimiento igualitario de liberación femenina, amparado, promovido y normalizado por diferentes orientaciones y partidos ultraconservadores, populistas y autoritarios que articulan sus doctrinas religiosas y políticas fundamentalistas en orden de combate cultural frente a las conquistas de derechos  democráticos de las mujeres. El machismo como característica típica de lo que, según Umberto Eco, cabría denominar como “Ur-fascismo” o “Fascismo eterno”, una expresión cultural reiterativa que, sin ser exactamente la creación partidaria de Mussolini en el primer tercio del siglo XX, proyecta también hoy alguna de sus manifestaciones más rotundas: “La voluntad de poder en cuestiones sexuales”. ”Este es el origen del machismo, que implica desdén hacia las mujeres y una condena intolerante de las costumbres sexuales no conformistas” (Umberto Eco, Contra el fascismo. Lumen, 2018).

Equilibres es principalmente un proyecto ideado y realizado en términos coeducativos, queriendo así poner de relieve en la Liga de la Educación la extraordinaria importancia que la coeducación tiene para abrir caminos y hacer realidad la igualdad entre hombres y mujeres. Creemos firmemente que su implantación generalizada es un importante objetivo y que de hecho está recogido en la reforma educativa regulada por la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, Lomloe, donde queda reflejado que “con el fin de favorecer la igualdad de derechos y oportunidades y fomentar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, los centros sostenidos parcial o totalmente con fondos públicos desarrollarán el principio de coeducación en todas las etapas educativas”.

Las enseñanzas y aprendizajes de estos jóvenes han quedado plasmadas en la Criaturas del Más Acá: Guía Ilustrada de seres abominables y sus patri-arcadas, una especie de animalario fantástico en el que hemos querido reflejar, desde la Liga, esos comportamientos aún tan presentes en el rango de edad que construirá la sociedad que viene, y con la que esperamos poder contribuir a su desaparición.

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Género y Educación Superior

En memoria, y exigencia de justicia, para las 11 mujeres que fueron asesinadas justo en ¡El día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer!

El ocho de marzo de 2020, en todo el mundo —y de manera extraordinaria en México— ocurrieron grandes movilizaciones por parte de las mujeres que exigían su derecho a una vida sin violencia, fuera de la constante del miedo cotidiano, y por la igualdad en las oportunidades de desarrollo de sus trayectorias. Coincidió su enorme marcha con la plenitud del florecimiento de las jacarandas en la Ciudad de México y el color de las pañoletas que portaban. Al día siguiente, vivimos el paro de sus labores y apreciamos la relevancia de su participación en la vida social.

Pese al trancazo de la pandemia y el confinamiento al que condujo, quienes saben de procesos sociales advierten que ese movimiento, el de las mujeres organizadas de acuerdo a sus propias decisiones, modalidades y compleja diversidad, es la acción colectiva más importante en nuestros tiempos en el país y el mundo. Les asiste la razón.

Aún en el encierro, las acciones organizadas por ellas, en las universidades y más allá, no cesó: se adecuó a las circunstancias. En marzo de 2021, por ejemplo, en las calles aledañas al sitio desde donde escribo, el día ocho se cubrieron los nombres oficiales con carteles en que estaban escritos los nombres de mujeres que han luchado por esta causa y, desgraciadamente, con los de algunas que fueron asesinadas por el hecho de ser mujeres.

Entre otras acciones, no estuvo ausente la actividad académica: el Programa Universitario de Estudios sobre la Educación Superior (PUEES) de la UNAM, dedicó la decimoquinta versión del Curso Interinstitucional que organiza cada año a la cuestión del género y la educación superior. Entre agosto y noviembre de este año, cada viernes, se llevaron a cabo 16 sesiones para analizar y comprender este fenómeno en y desde estos espacios de la vida social.

De manera virtual, más de 900 personas inscritas, ubicadas en 43 sedes pertenecientes a 22 Instituciones de educación superior (19 en México, y 3 en el extranjero: una en Costa Rica y dos en Colombia, a las que se sumaron asistentes de Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Reino Unido y Bélgica) participaron en este esfuerzo notable no solo por su alcance, sino por la profundidad y solvencia de las personas encargadas de exponer y coordinar las reuniones.

Inició con una introducción dedicada a la contextualización y el carácter transversal de la cuestión en nuestras casas de estudio. Posteriormente, a través de 3 módulos — las mujeres en la educación superior; problemáticas de género en ese campo, y género y movilización estudiantil en y desde los linderos del nivel terciario de los estudios— quienes asistieron pudieron profundizar en el conocimiento y las perspectivas para entender, tanto el problema así y ahí situado, como las formas de organización y legislación que han surgido. No se redujo a lo que acontece en las instituciones mexicanas, sino que la mirada se amplió a otros países.

Como los anteriores 14 cursos, las sesiones del que doy noticia se pueden ver en YouTube y en la página electrónica del PUEES. Revisar las maneras en que las relaciones de género se dan en nuestras aulas, pasillos y espacios universitarios, es importante, no solo por la referencia a la situación de las colegas académicas, estudiantes y trabajadoras y sus luchas, sino porque el curso se abrió a las nuevas masculinidades y las circunstancias en las que se vive desde una perspectiva no heteronormativa ni binaria.

Enhorabuena: la universidad, así, no es ajena ni de espaldas a los problemas nacionales.

Fuente de la información: http://www.educacionfutura.org/generpo-y-educacion-superior/

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Inscripciones Abierta VIII Escuela Internacional “Agendas Urgentes en Educación: Nuevas Masculinidades, Ecología, Adultocentrismo y Antiracismo

Otras Voces en educación 
💥La escuela está dirigida a docentes de aula de todos los niveles de los sistemas educativos, tesistas de postgrado, investigadores, educadores y educadoras populares, público en general. Se realizará por medios virtuales del 22 al 28 de noviembre de 2021. Es promovida, organizada y acreditada por el Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en educación (CII-OVE), la Cooperativa de Educador@s e Investigador@s Populares Histórica (CEIP-H), Circulo de Investigadores del Pensamiento Crítico de América Latina y la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa.
💥Cada sesión se iniciará con conferencias y diálogo de ponentes internacionales de reconocida trayectoria y contarán con la conducción de personal académico de las instituciones promotoras.
💥Formalizar la inscripción en el siguiente link: https://otrasvoceseneducacion.org/viii-escuela…
💥Más información: cursointernacional2021@gmail.com
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El legado de la generación de las estudiantes de la Unach

Por: Sandra De Los Santos Chandomi

El 2 de febrero del 2021 cientos de estudiantes de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) realizaron una marcha e iniciaron un paro de labores después de que el cuerpo de su compañera Mariana Sánchez Dávalos, quien realizaba su servicio social en la comunidad Nueva Palestina, de Ocosingo, fuera encontrado en ese lugar. La joven había hecho denuncias de acoso sexual, pero no fueron atendidas.

Una de sus demandas principales era que se realizara un protocolo efectivo, avalado por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), para la atención de la violencia de género en la universidad.

No era la primera vez que demandaban un instrumento de este tipo. El primer protocolo que se hizo en la universidad fue producto también de la movilización de las estudiantes, pero este se hizo al vapor y tuvo muchas deficiencias en su implementación además de que consideraba la mediación entre las personas agraviadas y quien estaba siendo denunciado.

¿Por qué tanta preocupación por un Protocolo de actuación ante situaciones de violencia, violencia de género, hostigamiento sexual y discriminación?

Este documento marca las pautas que deben de seguir tanto la institución como autoridad y toda la comunidad universitaria para presentar una denuncia por violencia, violencia de género, hostigamiento sexual y discriminación, así como para atender esa queja.

La Defensoría de los Derechos Universitarios de la Unach tiene alrededor de 260 denuncias formalmente interpuestas por algún tipo de estos hechos, algunos de estos casos están ante la Fiscalía General del Estado por su gravedad. Ninguna universidad se puede sentir orgullosa de esta cifra, pero también hay que decir que hay instituciones de nivel superior que ni siquiera tienen un número que reportar porque no tienen una instancia en dónde denunciar y ni hablar de documentar esas denuncias o darle seguimiento o tener un protocolo de actuación (aunque sea igual de “chafa” como lo tenía la Unach).

Cinco meses después, la semana pasada, se hizo entrega del nuevo protocolo al Inmujeres, y el documento fue publicado en la Gaceta de la Unach el pasado 25 de junio.

Hacer realidad este protocolo le costó a la universidad, sobre toda a las integrantes de la Red de Colectivas Feministas Universitarias de Chiapas (Recofuch), un paro de labores de casi dos meses y un plantón de un mes, y casi tres meses de mesas de trabajo con sesiones maratónicas para que el documento quedara listo.

Las negociaciones pasaron de ser de un ambiente muy tenso hasta lograr el entendimiento, y esperamos que así siga. A las autoridades de rectoría de la Unach les costó entender que lo que demandaban las estudiantes era algo justo, que no eran “una bola de chamacas berrinchudas”, sino todo lo contrario, son mujeres jóvenes que no están dispuestas a tolerar ninguna clase de abuso. Es una nueva generación que quien no la atienda debería de jubilarse de la educación.

Las integrantes de Recofuch pasaron meses arrastrando el lápiz, leyendo sobre protocolos y lineamientos de actuación para estos casos, consultando expertas en el tema, peleando cada punto y coma que iba a ir en el documento, que todavía es perfectible y que posiblemente al implementarlo se vean otras deficiencias, que exija de nueva cuenta una revisión.

A algunas de las estudiantes que participaron en el movimiento y las mesas de trabajo les falta poco para egresar, pero el legado que dejan a la universidad es enorme. A las que se van y a las que se quedan debe de ir todo el reconocimiento, a esas estudiantes que renunciaron a su nombre por temor a represalias y decidieron nombrarse como otras feministas: Hermelinda Galindo, Malala, Fidelia Brindis, Elena Poniatowska, Leonora Vicario.

Y las otras tantas mujeres jóvenes que sostuvieron el movimiento y que me encantaría nombrar, pero ni siquiera yo que seguí toda la movilización, termino de ubicarlas porque son muchas. La lucha empezó con cuatro colectivas y terminó con once y se siguen formando en cada Facultad.

El movimiento estudiantil también sumó a hombres aliados que trabajan en su deconstrucción y ahí la llevan, tropezando y levantándose. Ojalá y haya más hombres que trabajen con nuevas masculinidades que quieran entrarle a dialogar con este grupo, acompañarlos en su proceso. En lo personal me declaro incompetente.

El movimiento universitario también logró la integración de las comisiones de género, que tienen mucho trabajo por hacer en cada Facultad porque el protocolo apenas es el inicio de la gran transformación que las estudiantes desean hacer.

Entre lo que falta está: atender todas las quejas pendientes; cambiar el reglamento del servicio social; que las comisiones de género tengan planes de trabajo producto de la evaluación de cada contexto, sean consensados y operativamente viables; capacitar al personal docente y administrativo de la universidad en materia de género y Derechos Humanos; y la implementación del protocolo de manera efectiva.

El trabajo continúa, pero el primer paso está dado, las colectivas universitarias siguen organizadas y están cada vez más fortalecidas, lo que me da mucho gusto porque estoy segura que la transformación se logrará sólo con su participación activa y su mirada crítica.

Lo que está sucediendo en la Unach debe de servir de ejemplo para todas las instituciones educativas de Chiapas, no esperen a que les reviente la realidad en la cara. Las aulas (virtuales y presenciales) deben ser espacios libres de violencia, donde todas las personas puedan desarrollarse en toda su potencialidad porque sólo cuando lo logremos el lema de la universidad “por la consciencia de la necesidad de servir” no sonará hueco.

Queridas estudiantas, siéntanse profundamente orgullosas de lo que lograron, honran la memoria de las que ya no están y marca el camino para las que vienen.

Fuente de la información e imagen: CIMAC Noticias

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Ser padres en la era de la deconstrucción masculina: un mapeo sobre las paternidades actuales

Por: Mariana Fernández Camacho

Papás que cambian pañales, participan de actos escolares y leen cuentitos de noche. ¿Es suficiente? Los últimos datos nacionales revelan que las mujeres dedican seis horas promedio al día en las tareas de cuidados del hogar y de los niños y los hombres sólo dos. ¿Se puede pensar en una nueva paternidad sin pensar en nuevas masculinidades?

La anécdota familiar recuerda seguido la vez que el bisabuelo hizo volar de un sopapo a su hijo Delfino, cansado de las travesuras con las que su esposa le contaba que tenía que lidiar todos los días.

-¿¡¡Pero qué has hecho Manuel?!! ¡¡Vas a matar al niño!! ─parece que gritó angustiada la bisa.

-Entonces, no me vengas con esas cosas mujer. Soluciónalo tú.

“Esas cosas” eran ni más ni menos que criar cinco hijos durante los primeros años del siglo 20 en una habitación de una casa de alquiler del microcentro porteño.

La historia se va heredando siempre en el mismo tono jocoso. “Es que el gallego era buenísimo, pero era así la época…”. Una época en la que se vivía con la amenaza firme sobre aquello que iba a ocurrir “cuando llegue tu Padre”. Un Padre con mayúscula ocupado en proveer que acechaba de lejos.

Pero los tiempos cambian y “ser papá” no es una vivencia inamovible que surge por default después de un parto. Ser papá es una posibilidad, un proceso en construcción permanente. La invitación a desaprender para hacer otros caminos al andar.

 

Sebastián Fonseca, sociólogo, fundador del Centro de Estudios de Masculinidades de la Universidad Nacional del Comahue y autor del libro La Ilusión Masculina

“Se supone que paternamos como aprendimos, de acuerdo a nuestra propia experiencia en tanto hijos. Existe una relación muy clara entre el modelo de masculinidad mayoritaria y la paternidad tradicional, donde podemos identificar roles y actitudes clásicas como ser competitivo, fuerte, independiente, no expresar emociones consideradas signo de debilidad, ser dominante, protector, etc. Pero quienes intentamos desaprender esas maneras tradicionales de ejercer la paternidad como una función de transmisión de normas sociales, empezamos a entenderla como relación afectiva, como presencia que estimule y acompañe el desarrollo emocional”, dice Sebastián Fonseca, sociólogo, fundador del Centro de Estudios de Masculinidades de la Universidad Nacional del Comahue y autor del libro La Ilusión Masculina.

Desde hace siete años, Mariano milita el apego con sus mellizos varones. Reconoce lo que le faltó y por eso insiste en democratizar el derecho a mimar y a disfrutar de los mimos: “En lo que más me esfuerzo en hacer distinto es en la demostración del amor. Llenar a mis hijos de besos, decirles que los amo, abrazarlos, estarles encima. Porque es hermoso construir un vínculo de pegoteo con los hijos y porque quiero que ellos sientan que es genuino y propio de la relación con un papá. A mí de chico me faltó y sentí esa falta, por eso hago lo contrario”.

Los mellis usaban pañales todavía cuando su mamá y su papá se separaron y comenzaron a pasar la misma cantidad de días y de noches en casas diferentes. Acomodar horarios para la consulta al pediatra o la reunión con las señoritas del colegio, bancar las clases de pileta y los zoom de matemática, cambiar regalos que quedaron chicos, mirar tutoriales de cocina que ayuden a variar menús, y recordar que en la heladera siempre haya tomate para un hijo y huevo para el otro son algunas de las tareas de Mariano que marcan rutinas paternas diversas.

Pablo también es papá de varones y también se propuso criar a consciencia a partir de revisar cómo se construyó su identidad de varón: “Creo que el desafío primero y fundamental tiene que ver con mostrar en acciones lo que transmito en palabras. No `ayudo´, me hago cargo de la crianza y de las tareas de cuidado a la par de mi compañera. Pero además trato de pensar en mi infancia ─los grupos de pertenencia, los medios de comunicación, etc─ para transmitirles ahora a mis hijos por ejemplo que las emociones, sean cuales fueren, no tienen sexo ni género”.La distribución de las tareas domésticasLa distribución de las tareas domésticas

¿Revolución masculina o lavado de cara?

Pareciera, entonces, que empieza a instalarse una era de cambios en el ejercicio de la paternidad. Camada de nuevos papás decididos a abandonar el rebaño en pos de porvenires familiares menos crueles y más liberadores.

Sin embargo, este imaginario colectivo choca de frente con la evidencia de los datos. Según la “Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia COVID‐19 y las medidas adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana” que UNICEF realizó en hogares urbanos con niñas, niños y adolescentes durante 2020, las mujeres concentraron la mayor parte de las tareas del hogar y del cuidado sin distinción por nivel educativo.Mariano y sus mellizos en la cancha. La encuesta de UNICEF dice que los padres prefieren compartir con sus hijos actividades recreativasMariano y sus mellizos en la cancha. La encuesta de UNICEF dice que los padres prefieren compartir con sus hijos actividades recreativas

El informe asimismo reveló una mayor predilección de los hombres por las actividades ligadas a la esfera económica y el comando de recursos ─como ir de compras durante el aislamiento─ y a lo recreativo ─jugar con los niños y las niñas─. En cambio, tareas como cocinar, limpiar y acompañar en las responsabilidades escolares quedaron exclusivamente a cargo de las mujeres. Home office mata refregar inodoros. Es decir, lejos de aprovechar la oportunidad para renovar la baraja, el ASPO reafirmó los roles de género en la distribución de “lo doméstico”.

Lo llamativo es que a veces efectivamente el árbol tapa al bosque. Un trabajo de la consultora Bridge The Gap y Bumeran, que apuntó a conocer también el impacto de la pandemia en hogares del país, señaló una notable diferencia en la percepción de la realidad según el género. Mientras seis de cada diez varones encuestados consideró que existe una distribución más equitativa de las tareas domésticas, apenas tres de cada diez mujeres estuvieron de acuerdo con esa afirmación.

Fonseca describe el panorama en términos de ilusiones: “En los talleres, cuando describo las características de la masculinidad tradicional nunca falta el varón que señala que ese modelo ya no se condice con la realidad y que muchos están cambiando. Pero cuando pregunto si alguien conoce a un varón que haya tomado la decisión de poner en pausa sus estudios o su carrera profesional para dedicarse tiempo completo a la crianza, la respuesta siempre es parecida: menos del 5% asegura conocer, o haber conocido, alguna experiencia así. Entonces, ¿de verdad está cambiando la manera en la que los varones construimos nuestra identidad masculina? Porque puede que se trate de una ilusión, de un maquillaje que la masculinidad tradicional nos presenta para no perder su centralidad en la configuración de las relaciones de poder. Es necesario que de verdad nos interesemos por las desigualdades que reproducimos a diario y que nos ocupemos de generar espacios igualitarios”.Licencia por partenidad en la ArgentinaLicencia por partenidad en la Argentina

Más días para cuidar

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Pero para modificar rasgos culturales súper naturalizados bueno sería contar con un sistema de licencias equitativo que aporte a garantizar el derecho a cuidar de las familias y a ser cuidados de las niñeces.

En Argentina, los varones y progenitores no gestantes que trabajan en el sector privado tienen derecho a dos días de licencia remunerada por nacimiento de hija o hijo ─de los cuales al menos uno debe ser hábil─, de acuerdo a la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo (LCT) sancionada en 1974. Por el Convenio Colectivo de Trabajo que regula a cada sector se pueden ampliar. La misma legislación establece para las mujeres y personas gestantes 90 días de licencia por maternidad paga. Si bien los tiempos son claramente más extensos, no alcanzan el piso de 14 semanas que marca el Convenio 183 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).Licencia por paternindad en América LatinaLicencia por paternindad en América Latina

En paralelo, el sector público cuenta con distintos plazos según la jurisdicción. A nivel nacional la licencia es de 15 días por nacimiento para la persona no gestante y de 100 días para la persona gestante.

El régimen actual, además, ni siquiera repara en la diversidad de grupos. Las familias homoparentales y las adoptantes no disfrutan de los mismos derechos, tampoco se consideran días adicionales de licencia por embarazos múltiples o por hijos con discapacidades.

Cuando nacieron los mellizos, Mariano se pidió vacaciones. Que el parto fuera en diciembre le permitió juntar dos períodos de vacaciones y alargar un poco la vuelta al AFSCA (actual ENACOM) donde trabaja. Cuando ese tiempo acabó, pidió cambiar su turno laboral a la noche para lograr el enroque con la vuelta a la casa de la mamá de los nenes. Cual juego de ajedrez se fueron moviendo buscando la delicada y estresante conciliación de las vidas productivas y reproductivas.

Muy importante es señalar que solo el 47,5% de los trabajadores y el 51,1% de las trabajadoras que son padres o madres están cubiertos por las licencias escuetas. El acceso a este derecho se encuentra, encima, condicionado al modo de inserción laboral y es una garantía únicamente para los asalariados formales. El esquema excluye a informales, monotributistas, autónomos, desocupados e inactivos.Florencia Caro Sachetti, coordinadora del programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPECFlorencia Caro Sachetti, coordinadora del programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC

En diálogo con Infobae propone Florencia Caro Sachetti, coordinadora del programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC): “Proponemos una reforma del régimen de licencias por nacimiento o adopción basado en tres principios. La universalidad, abarcando a todas las personas con hijos/as. La co-parentalidad, fomentando el rol de los progenitores no gestantes en el cuidado y la crianza. Y, por último, la adaptabilidad, que apunta a brindar flexibilidad a las familias en el uso de las licencias. En este sentido, tanto la ampliación de la licencia por paternidad (o para progenitores no gestantes) como la creación de una licencia familiar de uso distinto pueden contribuir a avanzar en los principios por involucrar a ambos progenitores y por otorgar mayor libertad a las familias para organizarse según sus necesidades. Así, las familias tendrían mayores oportunidades para ejercer su derecho al cuidado”.

Por su parte, Carolina Villanueva, directora de la organización Grow -género y trabajo-, pone el foco en las evasivas: “Proyectos de reformas de licencias ha habido y hay un montón. Lo que falta es decisión política. La primera excusa que surge es la de pensar que en Estados quebrados es difícil aumentar la presión social sobre el sistema de seguridad y previsión para el financiamiento de estas licencias. Pero el tema es definir qué se prioriza en las políticas y por qué nunca termina siendo prioridad acciones que los movimientos de mujeres estamos demandando hace mucho. Por otro lado, creo que debería aumentar el pedido de los hombres por paternidades más activas. Sino, seguimos siendo las mujeres quienes demandamos por el derecho a cuidar de los varones”.

Lo personal es político

-Como hombre me beneficia, pero igual me parece raro que el feminismo no plantee más fuertemente el tema de las licencias siendo algo que igualaría bastante las situaciones laborales.

-¿Pero siempre depende de que nosotras nos movamos?

-Bueno, aprovechemos el impulso. Es como si te viera yendo a la cocina y te pida que lleves un vaso.Carolina Villanueva, directora de la organización GrowCarolina Villanueva, directora de la organización Grow

¿Por qué los varones se resisten a protagonizar una lucha que los involucra tan directamente? ¿Por qué no rebelarse con más compromiso quienes no se sienten reflejados en el espejo de la masculinidad tradicional? ¿Qué lugar se autoasignan como padres en realidad?

Para Sebastián Fonseca, los cambios identitarios ─entre varones de diferentes generaciones por ejemplo─ no alcanzan para hablar de nuevas masculinidades si no impactan en el plano de la subjetividad pero, sobre todo, en la democratización de las relaciones de poder: “Como colectivo no tenemos un horizonte político claro. Por eso es importante que cada vez más varones comuniquemos las ideas del feminismo, que es una invitación para el mundo, y desarrollemos propuestas que despierten el interés de los varones ideológicamente más cercanos. Es preciso que nuestras unidades organizacionales, familiares, de militancia, de acción social, política, sindical, barrial, etc, se parezcan lo más posible al horizonte social que nos permitimos desear”.

Criar y cuidar es un trabajo, una actividad permanente y fundamental que necesita de la politización de un abordaje colectivo. No debería tratarse de producir generaciones en serie, sino de crear un mundo nuevo con varones decididos a desmoldarse para paternar desde lo personal, lo familiar y lo político. Porque “padres eran los de antes”, pero mucho mejor serán los que vendrán… si se lo proponen.

Fuente e imagen: https://www.infobae.com

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Nuevas masculinidades: ¿Qué papel juegan los hombres en la lucha feminista?

Lejos de autoproclamarse como feministas o aliados, expertos y expertas coinciden en que el rol de los varones es reconocer sus privilegios, cuestionarse constantemente y promover masculinidades más sanas.

En los últimos años, el feminismo en América Latina y el mundo ha cobrado mucha fuerza ante —solo por nombrar algunas problemáticas— las alarmantes cifras de feminicidiosviolaciones, el acoso sexual callejero, las brechas de género o la criminalización del aborto, que día a día le quita la vida a miles de mujeres.

Movimientos feministas como Ni una Menos o Me Too han logrado poner en la agenda pública las urgentes demandas en la lucha por la tan ansiada igualdad de género en los espacios públicos y privados de los diversos ámbitos.

Todo ello ha generado que muchos(as) se pregunten sobre la participación masculina en la lucha feminista: ¿es el feminismo solo un asunto de mujeres? ¿Cuál es el papel de los hombres en este movimiento? ¿Cómo ellos pueden contribuir en la lucha por la igualdad de género? Un debate complejo en el que tanto mujeres como varones tienen mucho qué decir.

Angélica Motta, antropóloga feminista especializada en género y sexualidad, sostiene que, en primera instancia, es necesario entender que el feminismo se basa en la búsqueda de la emancipación por un mundo más igualitario, de modo que alcanzar ese objetivo es un “compromiso de todos y todas”.

“La desigualdad no va a cambiar si, desde todos los frentes, no hay una voluntad de transformación”, advierte la experta, en diálogo con La República. Sin embargo, aclara que el feminismo, entendido como un movimiento de lucha política y social que se organiza y articula, debe estar bajo el liderazgo de las mujeres.

“Para muchas feministas, el haber posicionado el feminismo como una lucha política es una reivindicación, donde el protagonismo lo tienen que llevar las mujeres en un mundo donde siempre lo han querido tener los hombres”, explica.

En este punto coincide el antropólogo e historiador Juan Carlos Callirgos, quien opina que el movimiento feminista es de las mujeres, motivo por el que los varones no deben tomar un protagonismo, y más bien su rol está en escucharlas, aprender de ellas (así como del feminismo) y, además, promover el cambio.

“Es necesario examinarse a uno mismo y examinar los ambientes en los que uno habita y socializa. A nivel macro, [debemos] ver cuáles son los privilegios con los que uno goza, ser conscientes de ello, y también de los costos de la masculinidades”, precisa.

Callirgos añade que es necesario promover nuevas masculinidades; es decir, replantear alternativas más sanas de la idea de masculinidad, en las que no se deshumanice a los hombres cuando, por ejemplo, “se nos pide no llorar, no sentir o no correr riesgos innecesarios”.

Otra de las formas para contribuir con la igualdad de género es romper con la “complicidad masculina”, asegura J.C.B, estudiante de la maestría de Estudios Culturales en la PUCP. Él señala que esto es posible mediante la denuncia o el llamado de atención a actitudes machistas de personas que conforman nuestros círculos más cercanos.

Además, hace hincapié en que este proceso de autocuestionamiento, en el que se encuentra hace cuatro años, es largo y que seguramente nunca acabará. “Yo no fui consciente de esto hasta el movimiento Ni una menos. […] Para mí fue un duro golpe y lo primero que hice fue reconocer (la violencia machista) y empecé a pedir disculpas hacia quienes había ejercido cierta violencia psicológica o machismo”, reflexiona.

Hombres que se organizan en la lucha por la igualdad de género

Como hemos visto, en los últimos años cada vez son más hombres que buscan su transformación personal: cuestionándose, deconstruyéndose y desaprendiendo prácticas machistas y sexistas. Saben que se trata de un camino largo y constante, donde aún queda mucho por aprender.

– Red Peruana de Masculinidades

Por ello, algunos ya han empezado a hacer incidencia organizándose junto a otros compañeros y/o compañeras. Este es el caso de la Red Peruana de Masculinidades, un colectivo mixto fundado hace 11 años, que apuesta por el “activismo antipatriarcal”.

“Es importante reconocer que esta lucha por la igualdad de género es individual y colectiva”, enfatiza la psicóloga Sofía Mondragón, activista de la red, y menciona que este es un trabajo que convoca a todos(as).

De este modo, hace un llamado a que los varones interesados en su transformación personal busquen organizarse, con el objetivo de crear una agenda trenzada y espacios de diálogo. “Ellos pueden construir su propio espacio, ya que no tienen la necesidad de, por ejemplo, participar de la marcha por el 8M (Día Internacional de la Mujer) porque es un espacio que las mujeres hemos construido y a veces no nos sentimos seguras”, explica.

Por su parte, Zuider Zamalloa, también activista de la Red Peruana de Masculinidades, comenta que, lejos de debatir sobre si son o no feministas o aliados, el foco principal se encuentra en qué están haciendo por la igualdad de género. Para eso, dice que es necesario analizar las relaciones de jerarquía que existen entre hombres y mujeres en el hogar, en el grupo de amigos o espacios de trabajo.

El proyecto Hombres por la Igualdad es una iniciativa del Mimp que trabaja en diversas zonas del Perú. Foto: EFE.

El proyecto Hombres por la Igualdad es una iniciativa del Mimp que trabaja en diversas zonas del Perú. Foto: EFE.

 

– Hombres por la Igualdad

Una campaña que apunta a erradicar la violencia contra la mujer es ’Hombres por la Igualdad’. Se trata de una estrategia comunitaria del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), dirigido a varones entre 18 y 59 años, con el cual se busca capacitarlos para promover relaciones equitativas en su entorno familiar y de pareja.

Finalmente, la antropóloga Angélica Motta resalta que será posible avanzar en la lucha por la igualdad, siempre y cuando el Estado peruano implemente políticas públicas con enfoque de género.

Fuente: https://larepublica.pe/genero/2020/09/02/feminismo-que-papel-deben-cumplir-los-hombres-en-la-lucha-feminista-masculinidades-atmp/

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Entrevista a Thaïs Gutiérrez : “La sociedad aún no digiere bien a los niños que no encajan con la masculinidad tradicional”

Entrevistas/Autora: Mar Calpena

A menudo, cuando se habla de educación para la igualdad, el énfasis se pone en las niñas. La periodista Thaïs Gutiérrez se ha propuesto explorar cómo la masculinidad tóxica marca a los niños más allá de la infancia. En Ni forts, ni valents –de momento, sin fecha aún de edición castellano–, Gutiérrez explora a través de su propia experiencia cómo la publicidad, los dibujos animados, la presión del grupo y la sociedad entera tejen un sistema que oprime también a los niños.

¿Cómo surge la idea del libro?

Fue por dos motivos. La primera, como madre de dos niños iba observando cosillas a nivel personal que creía que ya estaban superadas, y descubría que existían muchos estereotipos aún. La segunda, que en el periódico en el que trabajo hicimos un dossier sobre masculinidades, y yo me encargué de la parte de los niños. En una conversación con un antropólogo vasco que sale en el libro, Rixar Bacete, él me abrió mucho los ojos hacia este tema que quizás ya percibía como madre, y me hizo darme cuenta de que no estamos trabajando para librar a los niños de los estereotipos. Todos los expertos con los que hablé luego coincidían en una idea: estamos haciendo mucho trabajo con las niñas, las estamos empoderando, les estamos dando muchos recursos para que crezcan libres, todo ello muy necesario, pero nos hemos olvidado un poco de los niños. Y ellos también lo sufren. Me dije: “Necesito seguir investigando y tirando de este hilo”.

¿Cree que en esto la situación ha ido a peor desde hace unos años?

En general diría que no, que no ha ido a peor. Pero sí que en algunos campos se percibe un empeoramiento. Un ejemplo de ello es la publicidad infantil. En los años ochenta no tenía todos los estereotipos que tiene ahora. Lo peor es la campaña de Navidad, que desmonta todo el trabajo que se hace de educación durante un año. Está llena de estereotipos, en particular respecto a las niñas, que se presentan como cuidadoras de bebés, o con juguetes para estar guapas, para hacerse trenzas, maquillaje, diademas, todo siempre rosa… y a los niños se los presenta siempre en acción, yendo en bici, haciendo carreras de coches. El Consell de l’Audiovisual de Catalunya alertaba de que en la campaña de Navidad de 2019 en el 48,6% de los anuncios se usaban estereotipos sexistas. Es la peor tasa desde 2012. Y personalmente sí que noto este retroceso, porque no recuerdo este sesgo de género tan bestia en mi infancia. Sin embargo, poco a poco vamos avanzando como sociedad. Y luego está cómo los estereotipos afectan a los niños, que creo que es algo que dábamos por superado, que ya todos sabíamos que los niños no están obligados a ser fuertes y valientes y que si quieren pueden elegir el ballet en lugar del fútbol… pero esto no está superado. La sociedad aún no digiere bien a los niños que no encajan con el mandato de la masculinidad tradicional.

¿El trabajo para desmontar estos patrones debe comenzar por los adultos?

Lo ideal sería comenzar con los niños para no llegar a encontrarnos estos patrones en los adultos. Seguro que con los mayores también queda mucho por hacer, pero no quiero entrar mucho en eso porque se escapa un poco al alcance del libro y no lo tengo tan analizado. Si no se permite que los niños no expresen determinados sentimientos, los tienes castrados emocionalmente toda su infancia, negándoles quiénes son y dándoles un mensaje muy peligroso, que es que tienen que esconderse o el grupo no los aceptará, porque no son suficientemente hombres… Esto aún pasa, y hay niños que siguen sufriéndolo. Tener que crecer así, con esta carga, me parece muy duro.

¿Los modelos sociales que les damos refuerzan estos estereotipos?

Totalmente. Los referentes van todos a reforzar esta idea. Si miras quiénes son los referentes de los niños, normalmente son futbolistas, cantantes de reguetón, youtubers… muchos de ellos sólo refuerzan este mensaje. Y a nivel político, que quizás no sea el referente de los niños, pero sí que es lo que ven que sale en las portadas de los periódicos o en la tele, que son la gente que les presentamos como que merece ser escuchada, muchos de ellos encarnan la masculinidad tóxica, como los Trumps, los Bolsonaros, los Putins… El tema de los referentes es preocupante, porque es el espejo de los niños y cuesta mucho encontrar alternativas.

¿Qué papel jugamos las mujeres?

Mi conclusión es que es muy importante que las mujeres ofrezcamos a los niños referentes de mujeres interesantes y potentes, para que nos vean más allá de la imagen estereotipada de la publicidad o el cine, o de la idea de que las mujeres tenemos que ser jóvenes, bonitas, y simplemente un objeto. Por eso tenemos que presentarles mujeres que sean lo que ellos quieren llegar a ser. Para mí eso es fundamental. Lo intento hacer en casa a pequeña escala. Ojo, no hablo sólo de mujeres famosas. Tienen que entender que el trabajo de la abuela importa tanto como el del abuelo, revalorizar el trabajo que se hace en casa…

Precisamente en el libro usted comenta que muchos padres desean y apoyan que sus hijas ocupen lugares de poder, pero que nunca estimulan a sus hijos para que elijan hacer trabajos de cuidados…

Esto es prácticamente inexistente. Lo que te dicen los expertos es que, como los hombres ocupan una posición dominante en esta sociedad, si las mujeres acceden a trabajos tradicionalmente masculinos se acepta porque en el fondo viene a ser como si subieran un nivel. En cambio, como casi siempre se nos ha presentado a las mujeres en un escalafón inferior al de los hombres, cuando los hombres o los niños quieren entrar en espacios tradicionalmente femeninos se considera que van hacia atrás. Todo lo femenino sigue estando devaluado y hay que trabajar para revalorizarlo, y eso también pasa porque si el niño quiere hacer algo considerado tradicionalmente femenino, o ponerse alguna pieza de ropa que se consideraba “de niña”, no se le cuestione.

¿Qué es la “caja de la masculinidad”, que usted comenta en el libro?

Es un concepto que enunció el educador Paul Kivel, la caja de creencias de la masculinidad. Se desarrolla después en un estudio que a mí me gusta mucho, porque tuvo en cuenta datos de tres países distintos: Estados Unidos, México y Gran Bretaña. Lo llevó a cabo la organización Promundo, y desglosaba en siete puntos las creencias con las que los hombres “cargan”. Estas creencias consisten en ser autosuficiente, ser fuerte, ser atractivo, ceñirse a los roles masculinos tradicionales; ser heterosexual y menospreciar a los homosexuales, ser hipersexual y ser agresivo y controlador. Resumen muy bien la masculinidad tradicional. Me llama la atención que las conclusiones del estudio entre países tan distintos sean tan parecidas, y que apunten a que los chicos encuestados en su mayoría han sentido presión para encajar en estos conceptos.

En el libro dedica un tema al riesgo, y a cómo la masculinidad tóxica es la causa de conductas peligrosas. ¿Le sorprenden los estudios que apuntan que la incidencia de la covid sea mayor en hombres por esta razón?

Me sorprende sólo porque no los conocía, pero después de escribir este libro y hablar con los expertos en el tema, en realidad no, ya no me sorprende. La socióloga Marina Subirats me dijo que “los hombres se mueren de masculinidad”, que es una frase que es muy reveladora. En el caso de los niños, esto se traduce en conductas peligrosas para demostrar su virilidad, como los casos que cuento en el libro [sobre colgarse de un vagón de metro en marcha, y otros] y que vi en mis amigos en la adolescencia. Para demostrar tu virilidad tienes que hacer estas “pruebas” de riesgo absurdas, por todo el sistema de premios y castigos del grupo. Si las haces el grupo te premia y te trata como a un líder; mientras que si tienes un poco de criterio y no las llevas a cabo, el grupo te castiga. Y este mecanismo sigue muy activo. Está desprestigiado cuidarse y, como te decía antes, cuidar a los demás. Las estadísticas nos muestran que más chicos conducen bajo los efectos del alcohol o consumen drogas; tenemos que enseñarles a cuidarse. Porque luego, cuando son adultos, van menos al médico y no piden ayuda cuando tienen problemas de salud mental, según alerta la Asociación Americana de Psicología.

También aborda el tema del porno…

Tengo la sensación que con el porno estamos mirando hacia otro lado. Ponemos la excusa de la libertad de expresión para no abordar que la pornografía violenta se ha convertido en la educación sexual de los chicos. Se trata de pornografía agresiva, machista y cosificadora, en la que no aparece el placer de las mujeres, en la que siempre hay una dominación masculina, y que se convierte en el primer ejemplo de sexo que ven los jóvenes. No hablamos de adultos, los adultos que vean lo que quieran, eso me da absolutamente igual. Estamos hablando de niños de ocho años, que acceden a ello de forma casual, o que buscan a partir de los doce. Los sexólogos alertan de las consecuencias de jóvenes que llegan a la edad adulta con relaciones desiguales, que recurren a la prostitución porque las mujeres no quieren acceder a las prácticas que ellos han visto en el porno. La gente todavía se ríe cuando se habla de porno, y hace ver que no condiciona. Las escuelas tienen que mejorar el tema de educación sexual y afectiva, se debe implantar antes. Y hay que hablarlo con los críos desde pequeños, porque si se tropiezan con ello por primera vez a los ocho años, significa que deberían saber ya algo. A los padres les incomoda mucho hablar de sexo con sus hijos, pero tenemos que quitarnos esta incomodidad de encima.

Uno de los temas que subyacen en el libro es la del género como algo construido.

No he querido entrar en eso porque me parece un debate infinito. Lo que sí tengo claro es que las personas pueden sentirse como quieran, y que hay, es indudable, una construcción y una socialización de género, que no determinan los genitales. Si un niño se siente niña hay que acompañarlo y darle las herramientas, y que sus derechos se respeten. Tendríamos que dar a todo el mundo la misma educación y explicarles también que hay personas no binarias, que no se reconocen en ningún género, y que no son bichos raros si eso es lo que sienten. Queda mucho por hacer.

En concreto, ¿qué pueden hacer las administraciones?

No lo sé. En Cataluña el departamento de Educación ha anunciado que la educación afectivosexual, como te decía, se va a implementar a partir de P3 (educación infantil, a partir de tres años). Pero no creo que sea una prioridad de los políticos. Debería serlo, porque la educación en la igualdad de los niños es lo que determinará cómo son los adultos del día de mañana, así que tendría que haber una apuesta mucho mayor, y con recursos, por ella.

Fuente e imagen tomadas de: https://insurgenciamagisterial.com/la-sociedad-aun-no-digiere-bien-a-los-ninos-que-no-encajan-con-la-masculinidad-tradicional/

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