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Construyendo la casa de la educación

Por: Julio Rogero

Colectivos educativos de Getafe han puesto en marcha La Casa de la Educación, un espacio en el que educación y municipio se dan la mano para la construcción de la ciudad educadora.

Acababa mi artículo anterior, dedicado a La escuela en la ciudad educadora diciendo que muchos creemos que ya es hora de que la escuela y el municipio se reconozcan mutuamente y se propongan construir juntos la educación y la vida en común que queremos.

Parece importante que se vayan concretando algunas propuestas para desarrollar lugares y tiempos de encuentro y coordinación entre todas las instituciones, organizaciones y asociaciones de la ciudad relacionadas directa o indirectamente con la educación.

Entre esas propuestas está la de poner en marcha una “casa de la educación” o un “centro de la educación de la ciudad” o un “centro de la comunidad educativa local”, como quiera que se le llame.

Cuando nos proponemos transformar la educación en una ciudad como Getafe (177.000 habitantes, sur de la Comunidad de Madrid), entendemos que es importante tener claras las referencias que nos han de orientar en ese proceso. El referente de la educación en Getafe es la construcción de una ciudad educadora con un proyecto educativo de ciudad elaborado por toda la sociedad, sabiendo que tienen un papel central los directamente implicados en la educación formal y en la educación no formal. La Casa de la Educación puede ser un medio eficaz para este objetivo.

La realidad es que algo parecido ya se está creando y lo queremos llamar así:
El proyecto de la “Casa de la educación”. Ha comenzado a ser un hecho real en la ciudad de Getafe desde que la nueva corporación municipal hace suyo el proyecto y se implica en él, cediendo el espacio de un antiguo colegio, vacío durante largo tiempo, al que vamos dando vida poco a poco desde hace ya año y medio. En estos momentos somos siete asociaciones las que habitamos la Casa de la Educación. Ahora es importante que se vayan incorporando otras asociaciones educativas. Nos encontramos en la fase de puesta en marcha, de información y presentación pública del proyecto a las instancias educativas institucionales y a la red asociativa de la localidad.

Entre los objetivos que nos proponemos hacer realidad con la Casa de la educación está la construcción de un espacio colectivo de toda la comunidad educativa local, donde las organizaciones, colectivos y grupos educativos tengan un espacio donde reunirse y, además, puedan encontrarse con los demás miembros de la trama social educativa de Getafe. Poder así colaborar en los procesos de construcción de Getafe como ciudad educadora; participar en la elaboración, desarrollo y evaluación del proyecto educativo de ciudad, donde la Casa de la Educación sea un componente más; elaborar planes de trabajo conjuntos en los aspectos en que sea posible y tener un espacio donde desarrollarlos; plantear planes coordinados de formación, encuentros y foros de educación; tener un fondo documental y de recursos que podamos utilizar todos: biblioteca, mediateca, documentación…

Los posibles habitantes de la Casa de la Educación serían todos los actores de la educación formal ligados a la institución escolar y otras instituciones educativas: asociaciones de familias, de alumnado, de profesorado, representantes municipales en los consejos escolares, equipo técnico municipal de educación… Los protagonistas de la educación no formal: animadores socioculturales, educadores de infancia y adolescencia en el tiempo libre y de ocio, trabajadores sociales, educadores de calle… Organizaciones, redes educativas y plataformas de la escuela pública. Voluntariado educativo y asociaciones interesadas en la educación directa o indirectamente: asociaciones vecinales, de salud, de mayores, de jóvenes…

El contenido de la Casa de la Educación tiene una doble dimensión. Por una parte, están las programaciones y actuaciones de cada una de las asociaciones que forman parte de ella. Por otra, están las actividades comunes planificadas por varias o todas las asociaciones que la habitan. Estas pueden ir desde la organización interna del centro a actividades de todo tipo: planes de formación conjuntos, foros de conversación y debate sobre temas educativos, talleres, jornadas pedagógicas…

Esta es una propuesta que requiere la aportación de todos los implicados, y, sobre todo, precisa que se crea que es un proyecto viable. En nuestro país es una experiencia un tanto inédita. Sabemos que es necesario creer en la comunidad educativa local. Por ello, además de hacerla una realidad en los centros educativos, se ha de proponer ir más allá de los muros de la escuela para que esta se inserte en su comunidad y para que su comunidad penetre en ella. Así, en el ámbito de una ciudad educadora, se precisa poner los medios para la coordinación real de los actores de la educación en el municipio.

Los que estamos en la Casa de la Educación tenemos claro que hemos de auto-organizarnos para ir dando respuesta a las necesidades organizativas. Hasta este momento hay reuniones periódicas (mensuales y cuando se precisan por alguna cuestión urgente) de una comisión coordinadora con un representante de cada una de las asociaciones y la presencia esporádica de la Concejalía de Educación. En ellas se van distribuyendo las tareas y funciones que se necesitan para que el local esté en condiciones de ser utilizado por todos.

Además del local, se añaden los recursos que tiene cada colectivo en cuanto a mobiliario y otros recursos que se ponen al servicio de todos: biblioteca, medios audiovisuales… El Ayuntamiento está haciendo una importante inversión en la adecuación del edificio para hacerlo más acogedor y que responda mejor a sus nuevos usos.

En Getafe ya habitamos la Casa de la Educación. Ahora nos falta lo más importante: ir desarrollándola como Proyecto Compartido por todos y todas. Ello requiere la toma de conciencia de que hay vida más allá de nuestras particulares asociaciones, de que nos necesitamos y de que tenemos la misma problemática desde distintas especificidades de cada una de ellas, ya que no es fácil construir y encontrar lo común desde los intereses particulares de cada uno.

Es necesario también que nos demos tiempo, pues este es un proyecto a medio y largo plazo, y los cortoplacismos son enemigos de construir realidades sólidas. Se requiere que vayamos desarrollándolo poco a poco y avanzando todos juntos en este proyecto que nos ilusiona y nos abre importantes oportunidades de avanzar en la coordinación para la mejora de la educación en el objetivo común: la construcción colectiva de la ciudad educadora que quiere ser Getafe.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/02/17/construyendo-la-casa-de-la-educacion/

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Paraguay: organizaciones campesinas inician la “larga marcha” contra las políticas del gobierno.

América del Sur/Paraguay/14.02.2017/Autor y Fuente: http://www.nodal.am/

Miembros de la Federación Nacional Campesina (FNC), Partido Paraguay Pyahurã (PPP) y otras organizaciones sociales de San Pedro, Canindeyú y Concepción, partieron a Asunción para participar del gran acto de repudio el próximo 13 de febrero en la Plaza de Armas en protesta contra el proyecto de reelección de Horacio Cartes.

La salida de los campesinos con varios camiones de cargas y ómnibus contratados por la organización, provenientes de estos 3 departamentos se produjo ayer a la mañana y tienen como punto de descanso la ciudad de Arroyos y Esteros, de donde saldrán caminando hoy a las 5 de la mañana rumbo hasta a la localidad de Acevedo, ubicada sobre la Ruta 3 Gral. Aquino.

Ayer llegaron a Emboscada, hoy llegan a Limpio y el sábado a Mariano R. Alonso. El domingo prevén alcanzar la zona de calle última de la capital, donde el lunes 13 a temprana hora se acoplarán a otros grupos de la zona sur y este del país para dirigirse a la plaza de la Democracia.

María Vergara, coordinadora departamental del PPP de San Pedro, enfatizó el rechazo a la enmienda para reelección de Cartes y cualquier otro candidato. Manifestó que el Presidente, en vez de trabajar para mejorar la situación del país, dedica tiempo a reuniones con sus secuaces buscando su reelección en contra de la Constitución. Con esa actitud Cartes demuestra querer perpetuarse en su cargo a cualquier costo sin importarle lo que ocurra con los campesinos, la falta de medicamentos en hospitales, el mal estado de locales escolares, caminos y muchos otros problemas que afectan a todo el territorio, lamentó Vergara en su declaración.

FNC cuestiona falta de interés en cuestiones nacionales

“En ninguno de los sectores se está discutiendo un programa de desarrollo para el país, sólo el tema de los candidatos, sólo cargos están en el debate”, cuestionó el dirigente Marcial Gómez, presidente de la Federación Nacional Campesina.

Indicó que “además del abandono en todo los sentidos al campesinado, cualquier movilización se ataca con represión, violencia, desalojo, como son los casos de Guahory, Marinacue y San Juan- Puente kyjha”.

Por este motivo, señaló que decidieron participar de la “Larga Marcha” impulsada por el Partido Paraguay Pyahura (PPP) que será el próximo lunes 13, con la movilización de labriegos de todo el país hacia Asunción.

Fuente: http://www.nodal.am/2017/02/paraguay-movimientos-populares-y-campesinos-iniciaron-la-larga-marcha-contra-politicas-del-gobierno/

Imagen: http://www.nodal.am/wp-content/uploads/2017/02/los-campesinos-de-la-fnc-y-otras-organizaciones-iniciaron-la-marcha-que-culminara-en-asuncion-el-13-de-febrero-_745_573_1457366-600×350.jpg

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Argentina: organizaciones sociales preparan un plan de lucha por la Ley de Emergencia Social.

América del Sur/Argentina/31.01.2017/Autor y Fuente: http://www.nodal.am/

Ante la falta de reglamentación de la ley de Emergencia Social y la ausencia de certeza de cuándo ocurrirá, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Barrios de Pie y la Corriente Clasista Combativa (CCC) preparan un plan de acción con una movilización para el próximo 31 de enero y una gran manifestación para mediados de febrero junto a otras organizaciones sociales y las centrales obreras.

“Hay diálogo, prometieron la reglamentación pero no hay plazos establecidos y esto nos pone en una situación de conflictividad”, advierte a El Destape el dirigente de la CTEP Gildo Onorato. El diálogo con las organizaciones sociales es encarado, por parte del Gobierno, por los ministros Jorge Triaca (Trabajo), Carolina Stanley (Desarrollo Social), el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana y el titular de la Unidad Ejecutora de Ingreso Social con Trabajo, Matías Kelly.

“Se intenta flexibilizar a los trabajadores, reducir el gasto y el Ministerio de Trabajo toma parte por las empresas. El gobierno no reglamenta una ley que es de emergencia, por eso nos movilizamos y continuamos con la lucha para que se implemente la totalidad de la norma aprobada por todos los bloques en el Congreso Nacional”, manifestó Onorato, quien también es el secretario de políticas Sociales del Movimiento Evita. “El 31 de enero marcharemos al Ministerio de Desarrollo Social a las 10 y a mediados de febrero movilizaremos al Ministerio de Trabajo”, remarcó.

En este marco, el pasado martes Barrios de Pie protestó con ollas populares en varios puntos del país. Los principales puntos de concentración fueron el Obelisco, la municipalidad de Mar del Plata y la ciudad cordobesa de Carlos Paz, en donde realizaron movilizaciones e instalaron ollas populares.

“A pesar de contar con la aprobación de la ley de Emergencia Social como instrumento para paliar la agravada situación social, dicha medida aún no se reglamenta y las organizaciones sociales no hemos recibido ningún tipo de información al respecto”, afirmó Barrios de Pie en un comunicado.

La ley de Emergencia Social, acordada entre el Gobierno, la CGT y diferentes organizaciones sociales, establece el pago de un salario social complementario de 4.030 pesos, equivalente a la mitad del Salario Mínimo Vital y Móvil, para lo cual el Estado deberá destinar fondos por hasta 30.000 millones de pesos durante los próximos tres años.

Fuente: http://www.nodal.am/2017/01/argentina-organizaciones-sociales-preparan-un-plan-de-lucha-por-la-ley-de-emergencia-social/

Imagen:http://www.nodal.am/wp-content/uploads/2017/01/0000300189-600×350.jpg

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Una ocupación estudiantil en Paraná, Brasil

Por: René Rojas González

Si me preguntaran qué significa ocupar en Brasil, mi respuesta sería la siguiente: ocupar en Brasil es ocupar los latifundios, porque contar con un pedazo de tierra puede ofrecer la oportunidad de aprovechar la naturaleza en algún grado; es ocupar los edificios públicos, porque, por lo menos, es necesario incomodar al Estado para torcerlo y garantizar que respete la producción de la vida; es ocupar las escuelas, porque la educación no conoce de presupuestos gubernamentales y es más que la aceptación de materias planificadas. Ocupar es decirle a los que tienen la vida resuelta –o así creen tenerla- que no se está dispuesto a privarse de las condiciones materiales, mismas que pueden tomar diversas formas sociales decididas en colectivo; es decir, se ocupa contra la privatización de la tierra o de la educación, pero también puede ocuparse contra la privatización de la creatividad social para formar producciones propias: no se disputa un solo tipo de producción en la tierra, ni se disputa un solo tipo de producción de la educación, se disputan formas de organización social de lo que queremos producir; generalmente, entre unas que privan de las condiciones materiales y otras que abren las posibilidades de uso de éstas.

La ocupación estudiantil de la Universidade Federal da Fronteira Sul (UFFS) – Campus Laranjeiras do Sul, en el estado de Paraná, como parte de una desbandada de ocupaciones de escuelas que vuelve a Brasil, y con epicentro en ese estado, ha emergido justamente como forma de organización social, en el más instintivo sentido de paralizar las clases como manifestación de no querer privarse del acceso a una educación que depende de una crisis de presupuesto del Estado. El gobierno Temer aborda esta crisis con la típica re-gestión del capital para que esa educación del Estado se pague con más explotación social. Por un lado, la Medida Provisoria No. 746 (MP 746) propone flexibilizar la formación de los estudiantes y deshacerse de la carga social de su preparación, lo que se antoja entender como la construcción de los próximos robots obedientes para el empresariado. Es así que la MP 746 incluye “el retiro de las materias de artes, filosofía, educación física y sociología como obligatorias en el mapa curricular; 50% del mapa curricular será obligatorio y común nacionalmente, el otro 50% estará a cargo de los sistemas estatales, incluyendo la formación técnica profesionalizante; educación media nocturna sólo para mayores de 18 años; el reconocimiento de ‘notorio saber’ con el permiso de que profesores sin formación específica asuman materias para las cuales no fueron preparados” (Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, 2016).

Por otro lado, la Propuesta de Enmienda Constitucional 241 (PEC 241), que ha avanzado en su aprobación en la Cámara de Diputados –primera votación-, deja demasiado claro que los estudiantes son rehenes del presupuesto del Estado, ya que el gasto público en educación quedaría limitado por 20 años a través de un nuevo régimen fiscal, conduciendo al “aumento de la evasión escolar, la inviabilidad del acceso de casi 2 millones de jóvenes de 15 a 17 años que están fuera de la escuela o que trabajan y estudian”, así como “desprecia una formación que debe ser integral, además de estimular la diferenciación de la formación de los que deben ir a la universidad de los que deben ser ubicados de forma inmediata en el mercado de trabajo al concluir la educación básica” (Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, 2016).

Tampoco es que la gravedad de esta situación sea exclusiva del gobierno Temer. Sólo que hoy estamos viendo la re-gestión de la crisis del capital, cuando ayer, con los gobiernos Lula y Dilma, ya se estaba cocinando la rebanada privilegiada e intocable en el presupuesto. Hoy, se propone el recorte en educación, pero ya en 2014 el gobierno federal había gastado el 45.11% de todo el presupuesto de ese año en intereses y amortizaciones de la deuda pública, dejando a la educación el 3.73% y haciendo “evidente el privilegio a la deuda pública, detentada principalmente por grandes bancos, en detrimento del cumplimiento de los derechos sociales básicos establecidos en la Constitución Federal”. Aún más, la propuesta del Ejecutivo para los gastos con la deuda pública dentro del Presupuesto Federal para 2015 abarcaba el “47% de todo lo que el país va a recaudar con tributos, privatizaciones y emisión de nuevos títulos, entre otros ingresos” (Cornelli, 2016).

De esta forma, parece que la primera reacción de resistencia de los estudiantes fue lanzarse a la ocupación de la UFFS el día 11 de octubre en contra de la distribución desigual del presupuesto, acorde con algunos mensajes en los carteles que colocaron dentro del edificio principal, lugar donde se encuentran los salones de clase: de manera más o menos general, podía leerse que demandaban menos presupuesto para banqueros y más presupuesto para educación. A mi llegada, el día 13 de octubre, se percibía una ocupación bastante organizada, la cual impedía el acceso a los salones –concentrados en el segundo, tercer y cuarto piso- a través del cierre de los elevadores y escaleras, poniendo los estudiantes ocupantes sus propios cuerpos sentados –por lo menos, en el caso de los elevadores. Los salones del segundo piso y un salón del tercero eran ocupados para cambiar su uso a dormitorios y se usaban también decenas de colchonetas de la universidad. El resto de los salones del tercer y cuarto piso se mantenían bloqueados.

Justo aquel día de mi llegada, se llevaba a cabo una votación extensiva a todos los estudiantes de la universidad para decidir si se declaraba la huelga estudiantil, lo que, en otras palabras, significaba que, de conseguirse la mayoría, se obtendría la legitimidad de la ocupación. Ya entrada la noche acababa el conteo con el resultado favorable para los ocupantes, provocando en ellos una verdadera explosión de felicidad y alegría por la conquista, expresada en el múltiple contagio de abrazos, brincos, cantos de consignas, batucadas y bailes. Aún dentro de la euforia del momento, la Coordinación de la ocupación daba el mensaje de que se liberaban las trancas de los accesos a los pisos, pues “la universidad es nuestra”.

Efectivamente, la universidad era suya, y lo más probable era que la declaración, “al final”, representaba la reivindicación del carácter público de la universidad frente a la privatización de la educación, pues, si se acepta que la primera reacción de resistencia habría sido contra la distribución desigual del presupuesto, que es público y para la educación pública, la exigencia va por un espacio público de un todos incluyente para que nadie quede excluido de educación justamente. Dicho de otra forma, es muy posible que se declarase que la universidad era suya como parte del sentido de la demanda principal: más presupuesto público para la educación pública. Sin embargo, advertiría que ese “la universidad es nuestra” obedecía primordialmente a la disponibilidad de uso que había generado la ocupación de los estudiantes para ellos mismos: por ello, se abrían los accesos a los pisos de los salones de clase, para que ellos continuaran haciendo uso del espacio –por ejemplo, continuando el re-uso de los salones como dormitorios-, contando con ese respaldo de la votación que implicaba que ningún otro estudiante de la universidad podía interrumpir la ocupación-huelga usando los salones para dar clases. El uso estaba decidido por los ocupantes.

En esa línea, puede entenderse que lo que primaba era el uso sobre la propiedad pública de la universidad por parte de ellos y no el uso predeterminado de la universidad como propiedad pública; es decir, en la disputa de las condiciones materiales por la educación, hasta ese todos incluyente que pretende lo público, se detenía. La ocupación terminaba por fragmentar justamente lo público como cuerpo social monolítico y homogéneo, para abrir paso a una organización social de los estudiantes que se responsabilizaba por la universidad y que, por lo tanto, tenía que ir decidiendo qué hacer con ella. Los estudiantes ocupantes tenían que hacerse cargo del espacio de su propia educación. Podría leerse que su ocupación estaba encuadrada en la típica disputa entre lo público que “protege” y lo privado que despoja, pero su uso de la universidad ya agrietaba la propiedad pública de ésta al disputarle el uso al resto de los estudiantes, sin perder de vista que la preocupación principal era enfrentar la privatización de la educación. Pareciera, entonces, que la responsabilidad de los ocupantes por el uso de la universidad, replanteado a través de la ocupación, se tornaba el verdadero recurso social de protección de la educación, más allá de lo público. En este tenor, en efecto, la universidad era suya, pero más allá de un sentido de propiedad.

Así, esa apertura que producía la ocupación de los estudiantes reclamaba más el uso de las condiciones materiales –tierra, instalaciones, mobiliario, etc.- para decidir la educación, que la propiedad pública de las condiciones materiales para el mismo fin, aunque, contradictoria pero potentemente, todavía estuvieran enmarcados y disputados los usos dentro de lo público: pocos días después de mi llegada, entre los estudiantes ocupantes se escuchaba de la intención de algún profesor de dar clase forzosamente y corría un rumor de desalojo por parte de la Policía Federal. En la segunda semana de ocupación, se reculaba en negociaciones con la directora del campus al entregar los pisos tercero y cuarto para la impartición de clases.

Sin embargo, el movimiento interno de la ocupación puede decirnos otra cosa: la ocupación no sólo abre socialmente para contrarrestar privatizaciones, sino que también abre para desprivatizar lo público. Las decisiones sobre lo público se diversificaban. Se tenía la decisión gubernamental del congelamiento del presupuesto en la educación pública y se tenía la decisión de los ocupantes por encargarse del uso de la universidad pública frente a la decisión presupuestal sobre la educación pública. Pero, además, se tenían decenas de estudiantes que decidieron votar a favor de la ocupación-huelga estudiantil y que no se lanzaron a ocupar, si bien su apoyo fue determinante para conseguir legitimidad. Estos últimos también abrían lo público –aun sin colocar sus cuerpos en la ocupación- a la hora de ceder el uso público al uso relanzado de los ocupantes, es decir, respaldaban la generación de un uso disponible.

Parece que en ese uso disponible se jugaba la lucha de los ocupantes, pues, así como habían conseguido en votación la cesión del uso por parte de la mayoría de los estudiantes, también se preguntaban cómo era posible que los que habían votado a favor de la ocupación no estuvieran ocupando. Asimismo, ya desde el primer fin de semana de la ocupación, varios de los ocupantes salían por compromisos personales, si bien la organización de la ocupación emprendía un registro de los días que cada uno de ellos podía quedarse y, en su caso, de la fecha en que podía regresar. Varios ocupantes terminaban sus compromisos y regresaban. En otras palabras, la ocupación también iba enfrentando cierres: como podía presentarse falta de disciplina por batuquear a cualquier hora del día e incomodar a otros –exhortando varias veces a respetar-, como podía encontrarse a la ocupante que se había perdido el cumpleaños de su hijo por mantenerse en la ocupación.

Mal haríamos si no ubicásemos llamadas de atención sobre aquellas cosas que podrían proyectarnos con mayor fuerza social o que nos dejan sin fuerza social momentáneamente, y mal haríamos también si no diésemos reconocimiento a los esfuerzos personales de responsabilidad y compromiso. Pero esta suerte de faltantes y agradecimientos tampoco es tanto para cobrar la factura sobre algún fin último de la ocupación, pues si bien ésta era resultado de la decisión común de abrir un tiempo en cada vida afectada por la privatización de la educación, tampoco se trataba de que este tiempo terminase por restringir los otros tiempos necesarios de reproducción de vida que cada ocupante llevaba por fuera de la ocupación, es decir, cuando no era formalmente ocupante. La ocupación abría un tiempo no contemplado, que se sentía necesario, pero que no necesariamente tenía que pasar por encima de los propios ocupantes, como si fuera un objetivo mayor que, por “ser mayor que ellos”, los aplastaba y les impedía otras producciones.

Mal se haría también en pensar la ocupación como el momento en el que uno se convertía en ocupante: la ocupación no era algo separado y arriba de uno, la ocupación ya era la vida misma en relance. Creo que esto era lo que hacía que, por ejemplo, uno de los coordinadores, a propósito de reivindicar la prioridad de y el ánimo en la ocupación, expresase una ocasión en una asamblea que él qué más quería que en ese momento estar sentado en su casa tomándose una cerveza. La ocupación no tenía por qué opacar que se destinaban o se deseaban tiempos para otras producciones –como la del placer de beber alcohol donde era permitido-, y claro que ciertas circunstancias políticas podían determinar la prioridad productiva hacia la ocupación por parte de los estudiantes, pero nadie era obligado a quedarse.

Eso era interesante en la ocupación: cómo se relanzaban las vidas de los estudiantes ocupantes al disputar un uso disponible en la universidad frente al uso público, abriendo otro espacio y otro tiempo de reproducción de vida social, mientras ajustaban temporalmente las otras producciones necesarias en sus vidas. Esa apertura de tiempo y espacio generada por el uso disponible no estaba disociada del resto de producciones necesarias; al contrario, creo que el interés de los ocupantes en producir el uso relanzado a través de la ocupación estaba conectado con la sensación de imposibilidad de una educación como ámbito que reproduce otras producciones en la vida. Dicho de otra forma, los estudiantes ocupantes se preocupaban por esa educación que permite la continuidad de otras producciones, al percibir que el golpe presupuestal representaría para la UFFS la probable desaparición de cursos, la también probable desaparición de las cuotas para el acceso de los indígenas a la educación y el comprometimiento de la educación para las siguientes generaciones –esto último no sólo por tratarse de la universidad, sino de manera generalizada.

Tal vez, donde más era notoria esa conexión entre el uso disponible para una reproducción social otra y la preocupación por el peligro que corrían las otras producciones por falta de educación, era en aquellas y aquellos estudiantes ocupantes que ya cargaban trasfondos organizativos: varias de ellas y ellos ya venían de procesos de movimentación social con organizaciones como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA) y el Levante Popular de la Juventud. Por lo tanto, esa reproducción social otra en la ocupación, para la reproducción de la educación, ya traía sus perspectivas organizativas, mismas que, por experiencia personal-colectiva, pueden asociarse con el MST.

Tenemos así una manera de entender aquel re-uso de los salones como dormitorios y el uso de las colchonetas. La ocupación disponibilizaba el uso para generar otros usos, permitiendo una vida en relance, no sólo formalmente dentro de la ocupación, sino para garantizar la educación en el resto de producciones “por fuera” de los estudiantes ocupantes. Así, los espacios se adaptaban a la nueva organización del uso de las condiciones materiales de la universidad, por ejemplo: en el edificio de los cubículos de los profesores se usaba la única regadera con la que se contaba y se organizaban los tiempos de baño para la tarde-noche. Ahora bien, al destinarse el edificio principal para las necesidades más básicas como dormir, comer e ir a los baños, el re-uso social de este inmueble se volvía destellante.

En el edificio principal, no sólo se reusaban los salones como dormitorios, se maximizaba el uso de una pequeña cocina con la que ya contaba la universidad, para preparar las comidas y los refrigerios acorde a los tiempos acostumbrados de alimentación; a manera de comedores, se disponía, sobre todo, de las mesas de la cafetería y del gran patio interno que contaba con bancas largas; se garantizaba el uso de, por lo menos, cuatro baños para las diversas necesidades de higiene y se organizaba la limpieza de los mismos. El espacio de dicho edificio, en general, estaba relanzado para reuniones de organización en pasillos, en el patio, en los salones mismos o incluso en los alrededores, y para asambleas de organización que convocaban a todas y todos los ocupantes, generalmente, en el gran patio. El auditorio corría la misma suerte, abriéndolo para otros fines: ahí se realizó el conteo de la votación de la huelga, ahí hubo asambleas, ahí se realizó videollamada con otros campus y rectoría de la UFFS para discutir y posicionarse sobre el problema presupuestal en la educación, y ahí llegaron conferencistas para exponer temas, justamente, como el del presupuesto en la educación y la afectación en ésta por la deuda pública.

La organización del uso relanzado se reflejaba en la Coordinación de la ocupación y sus Sectores constitutivos, como el de Disciplina, encargado de vigilar y hacer respetar los tiempos de las actividades; el de Comunicación, que se responsabilizaba por la comunicación de pautas internas y de manifiestos internacionales de apoyo, así como por la producción de contenidos de texto y audiovisuales, haciendo también un re-uso del internet de la universidad para la publicación en redes de dichos contenidos; el de Infraestructura, que garantizaba la llegada de los alimentos a preparar y las colchonetas, primordialmente; el de Cultura, encargado de intervenciones político-culturales como mensajes en carteles pegados en la pared, música contestataria durante la ocupación, y noches culturales de representaciones artísticas críticas y de baile; o el de Alimentación, que llevaba el control de los alimentos y su preparación para las y los ocupantes. Además, según los pisos que se estuvieran ocupando en el edificio principal, se organizaba un mutirão de limpieza en fin de semana, es decir, casi todos los ocupantes se lanzaban a la labor coordinada de lavar los pisos con jabonadura, escobas y jaladores, como parte de una responsabilidad por lo que se estaba usando.

No obstante, ese uso disponible de la ocupación abría con altas y bajas, como ya se esbozó un poco: por otras producciones que los estudiantes ocupantes tenían que atender en sus vidas, tenían que irse, si bien, en diferentes tiempos, varios regresaban y se rearticulaban. En algunos momentos, se tenía entre 30 y 40 ocupantes, y en otros, con la llegada de algún contingente, se contaba probablemente con alrededor de 60 ocupantes. Conforme eran menos o más personas, la adaptación en la organización de ese uso se hacía necesaria, como fue en los casos de los Sectores de Comunicación y de Alimentación, los cuales, considerando que se tenía más gente en la ocupación, sufrieron modificaciones: el primero decidió una división interna entre Comunicación Interna y Agitación y Propaganda, y el segundo, que había fincado su actividad en una o dos personas específicas, desconcentró hacia una rotación por Núcleos, mismos que involucraban a toda la ocupación y donde cada uno de ellos, compuestos generalmente por tres ocupantes, era responsable por la preparación de los alimentos, según la comida o refrigerio en turno.

Esa vida en relance por la nueva organización del uso no se explica sin otras condiciones materiales que garantizaban la reproducción misma de la ocupación: se mantenían las donaciones de comida, si bien, también tenían sus altas y sus bajas, como el quedarse sin carne en alguna ocasión. Esa vida en relance tampoco se entiende sin el mantenimiento del ánimo, que igualmente dependía de las condiciones materiales con las que se contasen: disponibilidad de conexiones eléctricas, internet, bocina y laptops para la música que se colocaba buena parte del día desde el gran patio; las noches culturales realizadas, también en el gran patio; el reuso del internet en los celulares de cada ocupante, que no sólo se destinaba para los fines de la ocupación, sino también para el entretenimiento; el conocimiento, igualmente, a través del internet, del aumento en el número de ocupaciones en Paraná y en otros estados; un churrasco, cuando llegó carne para hacerlo, y que marcaba otro ánimo en el convivio, como si fuese un día relajado; y hasta la simple diversión por jugar cuando se limpiaba o por jugar el popular truco en las cartas. Todo esto, sin embargo, no eximía de una baja en el ánimo, que se reflejaba en momentos de tedio y cansancio –y se tenía que descansar también-, tal vez, por causa de las reuniones y producciones de cada Sector; por causa de las reuniones de Coordinación con cabezas de Sector; por las asambleas, que abarcaban a todas y todos; e incluso, tal vez, por los tiempos “muertos” de la ocupación –que eran más bien tiempos de alerta ante alguna contingencia.

Toda esa potencia de producciones sociales, a mi entender, desprivatizaba lo público en el contexto de resistencia a la privatización de la educación, a partir del uso disponible generado por la ocupación. Sin embargo, el uso público también ejercía presión para el cierre de esa disponibilidad: como se mencionó más arriba, en la segunda semana de ocupación, se reculaba en negociaciones con la directora del campus al entregar los pisos tercero y cuarto del edificio principal para la impartición de clases. En los siguientes días, al incorporarse decenas de estudiantes de la universidad a sus clases habituales en los salones de los pisos desbloqueados, la ocupación-huelga dejaba de frenar esa normalidad privatizadora al permitir el acceso. Si bien las actividades de ocupación continuaban, por lo menos algunas y algunos ocupantes iban sintiendo una “pérdida de sentido” de aquella.

A partir de esa evaluación que sentían y considerando la afluencia de aquellos estudiantes que se incorporaban a las clases, reorganizaron lo ocupado y lo cedido en lo público, con intervenciones político-culturales más enfáticas para el 24 de octubre: de los primeros carteles que demandaban menos presupuesto para banqueros y más para educación, se pasaba a unos segundos carteles que, en general, expresaban como mensaje un también te va a tocar a ti, pegados en varias partes del interior del edificio principal, pero, particularmente, justo afuera de los salones donde se tomaba clases. Durante una parte de la mañana, se repetía un performance, sincronizado con la hora de llegada a la universidad del transporte escolar, en el cual, varias y varios ocupantes se tiraban al piso cerca de la entrada del edificio, representando su muerte –y acompañándose de música alusiva- por causa de “la PEC de la muerte”, la forma como nombraban a la PEC 241. Un par de intervenciones más se hicieron en el gran patio interno: un performance contra la fobia LGBT y una simulación de álgida discusión estudiantil con argumentos a favor y en contra de la PEC 241.

No obstante, los momentos específicos dentro de la coyuntura creada por el gobierno continuaban marcando la pauta. Al día siguiente, 25 de octubre, se realizaba la segunda votación de la PEC 241 en la Cámara de diputados, con una mayoría de parlamentarios que ya había dejado claro, en la primera votación, que estaba decidiendo la privatización de la educación pública. Al tenerse noción de que la tendencia sería hacia la aprobación, en la ocupación se asomaba la opción de bloquear el acceso a los salones nuevamente. Una vez que se conoció que el resultado de la votación fue justamente hacia la aprobación –turnando a la Cámara de senadores-, se convocó a asamblea para decidir el uso de la UFFS de nueva cuenta. La Coordinación planteó ocupar todo, la propuesta fue sometida a consulta y votación en asamblea, y prácticamente el 100% de las y los asistentes se decidieron por dicha medida. El 26 de octubre, el edificio principal de la UFFS amanecía bloqueado en sus accesos al segundo, tercer y cuarto piso, y, por lo tanto, con los salones inhabilitados para dar clases. Ese mismo día, terminaba mi tiempo en la ocupación.Las últimas reflexiones, que me sugería esta última parte que me tocó vivir con las y los estudiantes ocupantes, son, que una vez más se apreciaba que, ante el uso público en proceso de privatización, volvía a torcerse lo público, volvía a cobrarse una responsabilidad por usar los medios que producen la educación, es decir, por usar la universidad. De hecho, frente a esa segunda votación parlamentaria, no había condiciones para respetar la negociación con la directora del campus sobre los pisos que habían sido desbloqueados. La ocupación se lanzaba nuevamente y, con ello, la vida social de las y los estudiantes ocupantes. Decidir volver a ocupar todo significaba, anímicamente, reconocer la preocupación por el riesgo de volver a poner el cuerpo para bloquear, desafiando el “resguardo” que podía hacer la fuerza pública, pero también era abrazarse en forma de rueda entre todas y todos y lanzar un mensaje de fortalecimiento anímico después de haber decidido la acción de ocupación ampliada para el día siguiente. Decidir volver a ocupar todo priorizaba la producción en la ocupación y no en las otras producciones “por fuera” que tuviesen las y los ocupantes: el Sector de Cultura preparaba nueva intervención; el Sector de Disciplina organizaba a las y los ocupantes que pondrían sus cuerpos justo en los accesos; el Sector de Infraestructura se encargaba de proteger las pertenencias en los dormitorios; la Coordinación daba la instrucción de que, durante el día, éstos se mantuviesen cerrados, concentrándose todas y todos los ocupantes en el patio interno con lo básico material. Esto, sólo por recordar algunos de los movimientos que eran efectuados, acorde con la nueva reorganización del uso del edificio principal de la UFFS.Hago hincapié en que considero que la vida social de las y los estudiantes ocupantes se relanzaba con la ocupación. ¿Por qué? Primero, porque, así hubiese momentos de prioridad en la producción de la ocupación, en detrimento del tiempo asignado a otras producciones “por fuera”, la ocupación finalmente correspondía a la preocupación por una privatización de la educación que afectaría a esas otras producciones, al estar faltando una educación que impactase en éstas. Por esta razón que pueda entenderse que eran más que ocupantes formales: eran personas que se valían de la reproducción de la ocupación sin soltar las otras producciones necesarias en sus vidas. Segundo, porque la ocupación ya asomaba un potencial desprivatizador a través de sus propias producciones: vivir en la universidad sólo era posible disputando lo público, amenazado por lo privado; pero, lo público ya privaba con su pretendido uso para un todos incluyente, al “consensuar” socialmente una sola forma de disponer de las condiciones materiales para la educación, además, dependiente del presupuesto. La ocupación representaba una forma disidente de la organización social que, si bien ya tenía muy claro que la responsabilidad de la educación no cayese en lo privado –sólo quien pueda pagar tiene acceso-, también iba más allá de lo público. Lo público se convertía en uso disponible para reproducir la vida social en la propia universidad con producciones propias, lo cual permitía a las y los ocupantes estudiantes no delegar la producción de la educación ni a lo privado ni a lo público. Por eso la potencia de que ellas y ellos dispusieran de la UFFS para reusarla, organizándose en Sectores, preparando sus alimentos y comiendo ahí, adaptando los salones a dormitorios, ocupando los baños y regadera para sus necesidades de higiene, reusando el internet para los fines políticos de la ocupación y para entretenimiento, tomando posesión de los diferentes espacios del edificio principal para reuniones y asambleas, etc.

Dicho todo lo anterior, mi balance es, que esa crisis de capital que el gobierno regestionaba privatizando la educación pública, es decir, haciéndole pagar al pueblo con la flexibilización de su formación y con la prioridad presupuestaria para el pago de la deuda pública, ya estaba siendo rebasada, en buena medida, por el mismo pueblo a través de sus producciones relanzadas en la ocupación. Tal vez ésta enarbolaba lo público para la educación como defensa frente a la privatización, y tal vez podía “desactivarse” para anclarse en lo público como puerto seguro, pero las y los estudiantes ocupantes estaban mostrando también la potencia de responsabilizarse por las condiciones materiales de su educación, o sea, de tomar la universidad pública: abrirse en tiempo y espacio para una organización social del uso que disputase los medios de producción de la educación, destinada al resto de producciones.

Hacia mi salida de la ocupación, más aperturas aparecían: ocupantes y profesores donaban clases sobre producciones que sabían hacer; se realizaba una segunda votación estudiantil, de la cual las y los ocupantes salían nuevamente victoriosos; lograban la cancelación del calendario escolar; trabajaban voluntariamente en la producción de un área de tierra en forma de mandala; establecían un servicio de guardería; etc. La ocupación abría posibilidades y desprivatizaba la vida social.[1]

Fuentes

Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, Manifesto de apoio aos povos indígenas otomí, tepehua e nahua da Sierra Norte do estado de Puebla no México, 2016.

Cornelli, Marcela, A lógica perversa da dívida e o orçamento de 2015, en http://www.auditoriacidada.org.br/blog/2015/03/13/a-logica-perversa-da-divida-e-o-orcamento-de-2015/, consultado el 09 de noviembre de 2016.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221276&titular=una-ocupaci%F3n-estudiantil-en-paran%E1-brasil-

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Boaventura de Sousa: “Hay que repensar cuanto antes la política de izquierda”

Entrevista a Boaventura de Sousa

Por: Sergio Segura

Boaventura de Sousa Santos es autor de varios libros, entre los que se destacan Epistemologías del sur y Hacia una sociología de las ausencias y de las emergencias; en ellos cuestiona la epistemología occidental dominante y los contextos culturales de la “producción y reproducción del conocimiento”. Parte de sus aportes académicos han estado orientados a acompañar diversos movimientos sociales latinoamericanos. Lanzas y Letras y la Fundación Rosa Luxemburgo retoman este diálogo dado en el cono sur sobre el panorama político de América Latina, las izquierdas europeas y el análisis de perspectivas organizativas cimentadas desde los movimientos populares.

¿Cómo se ven las organizaciones sociales latinoamericanas desde Europa?

En Europa tenemos otra noción del territorio, porque Europa se ha aprovechado del saqueo, de los recursos naturales. Ahí tenemos otros problemas, no solo la explotación capitalista sino la dominación colonial y patriarcal. En Europa el colonialismo no surge por el territorio sino por el racismo, ahora más con todos los inmigrantes y refugiados; es una vergüenza, es lo peor de la trayectoria colonialista de Europa.

Los movimientos sociales a veces excluyen el colonialismo; con el movimiento de Los Indignados (también llamado Movimiento 15-M por las protestas en España desde 2011) hicimos reuniones en España y Dinamarca, y nos dimos cuenta que los movimientos de lucha contra el capitalismo rara vez incluyen a los inmigrantes, y mucho menos a los que buscan asilo político; son invisibles, son los otros ausentes, son los indígenas de Europa, no son considerados como sujetos políticos. En Europa tienes el racismo como forma de colonialismo combinado con capitalismo y naturalmente con patriarcado. En América Latina, en India y en África el problema es por territorio, claro que hay otros problemas como el de las mujeres o la economía informal, pero la cuestión del territorio surge porque realmente es un problema planetario.

Este neoliberalismo es de raíz financiera, pero busca la especulación con una forma de acumulación primitiva. Como decía Rosa Luxemburgo, esa es una constante del capitalismo, no una fase del capitalismo, y hoy se manifiesta con el saqueo del territorio mucho más intensivo que el colonialismo, porque la maquinaria que no existía en el tiempo colonial permite hoy saquear los recursos de una manera más intensa: despojo, desplazamiento de poblaciones, expulsión de la gente. Estuvimos en Mozambique y en Zimbabue y es lo mismo, pero con diferentes perfiles. En África no tenemos el problema indígena, porque todos son indígenas, por así decirlo. En cada país la tierra funciona de manera distinta porque el colonialismo fue distinto. En América Latina la independencia fue obtenida por los hijos de los colonos, en África son pueblos originarios los que conquistaron la independencia, son problemas distintos.

sou1¿Qué posibles diálogos pueden existir entre las izquierdas europeas y las de América Latina?

Parte de mi trabajo los últimos 10 años ha sido en la crítica radical a las izquierdas europeas para refundarlas, reinventarlas; por otro lado, aprovechar todas las energías que surgieron en este continente los últimos 15 años. Hubo una izquierda que se mantuvo con un carácter genuino de búsqueda de socialismo; la gran mayoría, sobre todo los socialdemócratas, se vendieron al capitalismo, a la llamada ‘tercera vía’, en el caso del Partido Laborista inglés. En Alemania es un desastre porque prácticamente la izquierda no existe. Los socialistas que están en el poder no ofrecen ninguna política novedosa para Europa, los socialistas alemanes son los que han sido más duros con los países del sur de Europa, con la izquierda de Syriza en Grecia, por ejemplo. Eso es muy difícil de entender. Pero ahí viene la renovación desde dos factores: el primero es que los jóvenes que estaban formados para la política socialdemócrata, que no contribuye en nada a ninguna perspectiva socialista o poscapitalista en Europa, pasaron algún tiempo en América Latina con los gobiernos progresistas de Venezuela, Bolivia, Ecuador, también Brasil, y aprendieron mucho de este continente, aprendieron no solo a mantener la idea del socialismo del siglo XXI, sino también formas de democracia participativa. Esto fue lo que de alguna manera pasó a ser utilizado por los jóvenes inconformes con los socialdemócratas, por ejemplo en España con los consejos de ciudadanos de Podemos, con algunos problemas que se pueden discutir; también está Syriza, una trayectoria propia de una disidencia del partido comunista; por la misma línea está el bloque de izquierda en Portugal. Son partidos que están buscando reinventar la izquierda a través de alianzas e interconocimientos que han sido originados en América Latina.

Europa realmente no tiene nada que enseñarle al mundo, tampoco puede aprender por la tradición colonialista que tiene, pero algunos jóvenes como Los Indignados, entre otros movimientos, han intentado aprender con la experiencia latinoamericana. El problema con estas experiencias es que muchos partidos se olvidaron de la renovación política debido al modelo de desarrollo que se seguía, el único que lo intentó fue Hugo Chávez, pero de una manera muy carismática; ya sabemos que todo poder carismático depende del líder, y cuando el líder se va el poder se queda en vacío. Así pasó en Venezuela por la debilidad de las instituciones y los movimientos sociales, toda la movilización de izquierda vino desde arriba, al contrario de lo que pasó en Brasil y Argentina.

En este momento estamos en una fase de reflujo en América Latina y en Europa con algunas novedades, por ejemplo, el hecho de que en Portugal en este momento tengamos un gobierno de izquierda donde el partido socialdemócrata ha abandonado la tercera vía y se ha aliado con los comunistas y con el bloque de izquierda, donde está la izquierda socialista que es luxemburguista. Entonces está el aprendizaje desde el sur y el temor a la derecha revanchista, o a la extrema derecha como en Polonia, Hungría, Alemania. Ante el temor a la extrema derecha, la izquierda se está uniendo; por eso es que tenemos este gobierno en Portugal, por el temor de tener cuatro años más de una derecha totalmente revanchista que quería destruir todo lo que habíamos conquistado en los últimos 40 años.

De acuerdo a tus textos, tienes críticas al Estado-Nación, a la vez aprecias la construcción de un ‘Estado plurinacional’ en países de América Latina. ¿Qué saldo organizativo proyectan estas experiencias? Frente al actual giro conservador, ¿cuál es tu balance de la relación Estado-movimientos sociales?

La política de izquierda hay que repensarla cuanto antes. No es fácil, en algunos países es muy difícil porque los partidos de izquierda generaron sectarismo interno que liquida la disidencia. Quien tiene la posición crítica es echado o silenciado. Es necesario repensar la lógica de partido como existe. Los partidos, de ninguna manera, pueden tener el monopolio de la representación, hay que encontrar otras formas desde la democracia participativa, de los ciudadanos, de los movimientos sociales, tienen que tener una palabra fuerte de la renovación política. Hay que crear otras figuras políticas, eso es algo que está por hacer. Por otro lado, pienso que casi todos los gobiernos se vendieron a un modelo de desarrollo que acompañaron con una incidencia histórica que pareció muy buena pero que al final fue desastrosa.

El hecho de que la avanzada de los precios internacionales coincidiera con estos gobiernos y que pudieran tener alguna plata, sin cambiar la estructura de poder, sin cambiar las jerarquías sociales, sin cambiar la estructura de clase, sin cambiar el Estado, que podía generar alguna redistribución social, con algunos casos significativos como el de Brasil donde más de 45 millones de personas salieron de la pobreza… eso no se puede olvidar.

El costo social fue muy grande para los pueblos indígenas y campesinos, no fue un sistema sostenible porque estaba basado en los precios internacionales, no se luchó para que hubiera, por ejemplo, una reforma fiscal. Los ricos siguieron sin pagar impuestos y vemos que su plata está en los paraísos fiscales. Si esa plata pagara impuestos tendríamos salud para todos, educación de buena calidad. Esta izquierda va a tener que refundarse, básicamente porque la que hubo en la última década no es sostenible, después de la crisis interna en algunos casos hubo corrupción, con todo lo que puedas imaginar, por eso exige una renovación. En algunos países van a surgir partidos nuevos, en otros no es posible pero quizás hay partidos que se van a refundar. Algo dramático tiene que ocurrir. A menos que la derecha revanchista sea tan revanchista que gobierne de una manera tan desastrosa que los gobiernos de izquierda puedan volver rápidamente sin reconstruirse, ahí podemos tener un periodo de estabilidad a corto plazo.

Desde las ciencias sociales hay abordajes que obturaron el diálogo con los procesos sociales comunitarios que asumieron su opción por los gobiernos progresistas, con términos como “populismo”. ¿Qué desafíos quedan de este diálogo entre saberes académicos y saberes populares, conceptos que trabajas durante tu trayectoria investigativa?

Esos términos en América Latina son parte del debate, porque ya había una trayectoria en ese sentido. El concepto de ‘progresismo’ debería ser una cosa positiva, pero ahora es una mala palabra para muchos compañeros y colegas de izquierda con quienes tenemos algunas divergencias. El populismo en América Latina, sobre todo en Argentina, un patrimonio intelectual debido al trabajo de Ernesto Laclau, no se ha aceptado mucho fuera de Argentina, porque no es una buena hipótesis para hablar de lo popular.

Lo nacional-popular es una posición que toma un gobierno por ‘los de abajo’ y que tiene algún respeto por la soberanía nacional; pero allí puede haber fascismo y también clases de abajo, por eso se puede hablar de lo nacional-popular como se pudo hablar en Bolivia con el libro de René Zabaleta Mercado. Hablar de populismo se transformó en una manera de estigmatizar la izquierda por parte de la derecha, entonces cuando se dice que la derecha es populista es un elogio para ellos, no les molesta que les llamen populistas, cuando dicen que la izquierda es populista es para decir que la izquierda no es creíble. Ahora, todos los intentos por mejorar la vida de la gente, de defender derechos, son considerados populistas. El populismo es una trampa, se volvió en contra de quienes crearon la teorización del populismo. Discutí con Ernesto Laclau y con Chantal Mouffe (intelectuales posmarxistas) que nunca fue un significante vacío sino un significante vaciado, yo por eso prefiero los significantes dudosos, mejor lo nacional-popular que el populismo.

sou2¿Qué opinión te suscita la coyuntura colombiana en el marco de las ‘pedagogías de paz’ para darle fin al conflicto armado que aqueja al país hace más de medio siglo?

Desde los años 90 empecé a trabajar en Colombia, me apasiona. Fue un periodo de tanta violencia… pero también de mucha creatividad de los movimientos sociales. Durante un proyecto en el que estaba mataron a 15 padres jesuitas del CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular); a cada momento que matan a un cura otro movimiento surge, con otra gente, por los derechos humanos. Es fabulosa la energía del país. Los movimientos sociales son la esperanza de Colombia, hay un Congreso de los Pueblos que está siendo representado en varios países. Hay que hacer pedagogía de paz como alternativa contrahegemónica porque [el presidente, Juan Manuel] Santos ya hizo su pedagogía de paz, que es sacar a la guerrilla para profundizar la minería. Para mí simplemente es así.

Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), por su naturaleza política, hicieron un proceso de negociación muy cerrado en La Habana (Cuba), sin gran participación popular de las comunidades. El ELN (Ejército de Liberación Nacional) es distinto, quiere que sea un proceso de más participación social, de asambleas populares, movimientos sociales; no sé si lo va a lograr, pero la idea de una pedagogía de paz contrahegemónica me parece importante, no solamente para Colombia sino para todo el continente, porque vamos a tener guerras de baja intensidad que ya están emergiendo, y “baja” entre comillas en muchos territorios, porque se trata de masacres de pueblos indígenas, entre otros.

La afectación del nivel de vida en Argentina ha sido considerable tras el cambio de gobierno, al igual que la represión. ¿Qué retos enfrentan las organizaciones sociales que están en la oposición? ¿Cómo se puede dar la discusión de los “derechos que se perdieron”?

El gobierno de Mauricio Macri entró a hacer una ruptura con todo el periodo anterior, esto creó perplejidad entre los movimientos, se quedan paralizados sin saber cuál va a ser el contexto político, sin claridad de cuáles son los aliados, enemigos o adversarios. Aquí surgen muchas diferencias, pero también hay avances. Hace un par de años, por ejemplo, la cuestión indígena no se discutía en Argentina, ni negros ni indios. Hoy en día al menos se reconoce que son invisibles y están marcando una agenda a partir de su exclusión, que como digo normalmente, son exclusiones radicales; en sus territorios no hay derechos porque hay apropiación violenta, muerte y saqueo. Es difícil, porque a veces viven en zonas remotas que los pobladores urbanos no conocen. Lo más importante de los encuentros de organizaciones es que se conozcan, que estén intercambiando ideas.

Yo creo que hay que recuperar los derechos. No hay una zona de derechos en nuestras sociedades coloniales sino, insisto, una zona de no-derechos, de gente que está en zonas de despojo, de violencia, de apropiación. Frantz Fanon, un gran teórico que me gusta bastante, le llamaba “zonas de no-ser”: no existen. Ahora entra un gobierno de derecha que dice que los trabajadores tenían demasiados privilegios, y que hay que rebajar todos los derechos, en Portugal fue así, a punto de intentar eliminar lo que llamamos ‘la concertación social’, que es negociación colectiva de contratos, como están haciendo en los Estados Unidos, contratos individuales entre el patrón y el empleado, un fascismo sobre la forma contractual, porque son dos personas que no tienen el mismo poder; si no acepta las condiciones del patrón, ¿qué va hacer? Tenemos que ver que esos derechos tienen que ser recuperados, no hay otra forma de luchar por eso, y eso es muy difícil porque el capitalismo financiero que tenemos hoy logró transformar el trabajo en un recurso global, pero prohibió la posibilidad de un mercado global de trabajo: los sindicatos no se pueden unir, los trabajadores no se pueden organizar, hay federaciones mundiales pero no hay eficacia en ninguna en este momento. Cada vez hay más trabajadores pero cada vez menos identidad obrera; sin embargo, Argentina tiene mucha, estuve en una universidad creada por sindicatos, la única en el mundo que conozco. El sindicalismo está vivo, dividido por cierto, pero están intentando ver que realmente se necesita más unidad. El problema es cuando olvidamos los derechos de los indígenas, cuando no diferenciamos las clases sociales y se homogenizan las lógicas de las diferentes luchas, en sus diferentes tiempos y con sus diferentes alcances.

¿Cuáles son los resultados de los talleres realizados en diferentes partes del mundo como parte de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales?

Han participado diferentes intelectuales comprometidos, que son minoría, porque la mayoría son movimientos diversos. Ha sido significativo que las personas hablan de manera abierta, y nos damos cuenta de las diferencias y de las convergencias, hablan sin tutela ni conocimientos privilegiados. Los talleres son una manera muy simple de contribuir a una visión más amplia entre movimientos, se invierte tiempo y dinero porque tenemos como objetivo un cambio político, transformador, emancipador. Es importante que la gente vea que detrás de esto no hay grandes organizaciones, por eso las síntesis que hacemos son novedosas, porque dependen de los contextos específicos.

Fuente: http://www.marcha.org.ar/hay-que-recuperar-los-derechos-en-argentina-boaventura-de-sousa-santos/

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Ecuador: Ministro Espinosa informa sobre proceso de regularización de organizaciones sociales

Ecuador / 02 de septiembre de 2016 / Fuente: http://educacion.gob.ec/

En el conversatorio habitual con medios de comunicación, el ministro Augusto Espinosa dio a conocer sobre el proceso de regulación de las organizaciones sociales suscritas al Ministerio de Educación (MinEduc), proceso que busca contar con un registro actualizado de dichas organizaciones.

Durante su presentación, el ministro Espinosa explicó que todas las organizaciones sociales están debidamente regularizadas a nivel Constitucional, en la Ley Orgánica de Participación Ciudadana, así como en acuerdos ministeriales.

En el Ministerio de Educación existen 2.781 instituciones registradas, las cuales serán actualizadas de acuerdo con el cronograma establecido hasta el mes de diciembre de este año. Asimismo, explicó que la Subsecretaría de Educación del Distrito Metropolitano de Quito inició el proceso de regularización de nueve organizaciones sociales.

La Unión Nacional de Educadores (UNE) es una de las organizaciones sociales que fueron notificadas, y como tal está regida bajo el Reglamento para el Funcionamiento del Sistema Unificado de Información de las Organizaciones Sociales. Espinosa señaló que la UNE ha sido registrada en el MinEduc y no como un sindicato. “Si fuese un sindicato, [la UNE] estaría regulada por el código de trabajo y debería estar registrada en el Ministerio del Trabajo”, indicó.

Espinosa señaló que desde hace más de dos años, la Subsecretaría de Educación del Distrito Metropolitano de Quito ha requerido que la UNE regularice su directiva, ante lo cual no cumplió con lo solicitado. En vista de que venía incumpliendo sistemáticamente con la normativa vigente, en julio de 2016 la Subsecretaría envía una providencia en la que se da un nuevo plazo para que entregue la UNE la documentación faltante. Al incumplir con lo requerido, se promulga la resolución de disolución.

Entre los incumplimientos que determina la Subsecretaría  de la UNE, se encuentra que ha violado sus propios estatutos, que ha inobservado el Acuerdo Ministerial 430-13  de 2014, así como el Reglamento para el Funcionamiento del Sistema Unificado de Información de las Organizaciones Sociales. Incumple también con el artículo 30 inciso 2 de la Ley Orgánica de Participación Ciudadana y además atenta con el art. 96 de la Constitución de la República.

Dentro de la resolución se establece que debe instalarse una Comisión de Liquidación, la cual tiene 90 días para hacer un análisis del patrimonio de la UNE y en función de ese análisis cumplir con las obligaciones que esta organización tenga. Entre las distintas actividades que debe cumplir esta Comisión es analizar los activos y pasivos con la que cuenta la misma. El 25 de agosto, de acuerdo al cronograma que ha establecido, la Comisión liquidadora estará en la sede nacional de la UNE. Los docentes que se sientan afectados pueden acercarse.

Fuente noticia: http://educacion.gob.ec/ministro-espinosa-informa-sobre-proceso-de-regularizacion-de-organizaciones-sociales/

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Organizaciones Sociales y Educación en América Latina

Por: Alberto Croce

El Siglo XXI ha posicionado a la humanidad frente a grandes desafíos. El desarrollo tecnológico y el crecimiento del mercado comercial internacional ha superado las previsiones más audaces. El endodesarrollo del sistema financiero, ha sido más gigantesco aún. La Agencia de Inteligencia de los EEUU (CIA) calcula que el mercado de derivados supera 11 veces al PBI global, lo que está implicando impresionantes movimientos de dinero, de origen y destino señalados como opacos por numerosos centros de investigación y activismo mundial.

En este contexto, una de las grandes y amenazantes problemáticas planetarias  es el crecimiento de una desigualdad que se va transformando, cada vez más, en un flagelo insoportable para grandes mayorías populares en el mundo entero.

América Latina no es ajena a esta situación y, muy por el contrario, luego del crecimiento que fue posible experimentar en prácticamente todos los países en la última década, lo que hoy se constata dramáticamente es el “desarrollo de la desigualdad”, que llega incluso, a amenazar a nuestros procesos democráticos.

La desigualdad -que también puede mirarse como una de sus consecuencias más directas: la “fragmentación social”- puede descubrirse en numerosos procesos sociales, culturales, económicos y, también, educativos.

Es necesario comprender, entonces, que los desafíos por la inclusión social y educativa no pueden separarse de este contexto más amplio que es el de los mecanismos globales que producen esta “desigualdad” que venimos señalando.

La exclusión social ha existido, con diversos formatos, a lo largo de toda nuestra historia. Pero también es necesario reconocer que los pueblos han luchado contra ella y han tenido logros muy importantes. En nuestro país, procesos políticos “nacionales y populares” han conquistado el reconocimiento de derechos sumamente importantes que, de hecho, implicaron procesos de incorporación de inmensas mayorías a la vida cívica, a los derechos sociales y humanos, a condiciones de vida más dignas.

Sin embargo, el desarrollo de las sociedades es dinámico y complejo. Se generan nuevas condiciones y los contextos varían, tanto a nivel local como regional y global. Nuestra hipótesis es que la problemática que hoy enfrentamos es diferente a la que en otra época debimos enfrentar, por más que se puedan reconocer esperables continuidades y que aprendizajes de ayer puedan sernos también útiles en las actuales circunstancias.

En Argentina la situación de exclusión social tiene diferentes expresiones. Una de ellas se manifiesta en la problemática de la exclusión educativa de cientos de miles de niños, niñas y adolescentes, especialmente de estos últimos. Quedar fuera del sistema educativo es un dramático estigma de exclusión social y un preanuncio de una vida marcada por la pobreza o por la indigencia, en los casos más extremos, así como la clausura de la puerta por la que se accede al ejercicio de los derechos más básicos de ciudadanía.

Ante esta situación, miles de organizaciones sociales de todo el país centran sus esfuerzos en la reversión de esta gravísima injusticia social. Calculamos que en Argentina, existen más de 100.000 organizaciones sociales. Algunas son conocidas, respetadas o cuestionadas, por sus campañas más o menos visibles y publicitadas. La inmensa mayoría actúa a nivel territorial y de base, muchas veces bajo la figura de “asociaciones de hecho”, sin las formalidades que el código civil exige para ser reconocidas como tales.

Estas organizaciones, que reúnen generalmente a vecinos, jóvenes, militantes sociales de base, etc. se dedican a multitud de tareas. Pero, sin duda, una de las que prevalece por sobre muchas otras es el trabajo por lograr la permanencia escolar de los niños y niñas y la vuelta a la escuela de los adolescentes y jóvenes que debieron abandonar.

En centros comunitarios, capillas de diferentes credos, galpones, clubes barriales, locales sindicales… estas organizaciones desarrollan numerosas iniciativas tendientes a luchar contra la exclusión educativa que, a veces, aparece como un mal estructural de algunas comunidades. En los últimos años, hemos ido conceptualizando estas actividades, bajo el nombre de “Espacios Socioeducativos”. El concepto reúne actividades tan diversas como el mayoritario “apoyo escolar”, pasando por acompañamiento psicopedagógico, talleres de diferente tipo, actividades deportivas, culturales, artísticas, refuerzos alimentarios, apoyo en materiales para el estudio, facilitación para acceder a la Asignación Universal por Hijo, acompañamiento de los niños y sus familias en la relación con las escuelas, apertura de centros FiNes para los adultos que quieren seguir estudiando… entre tantas otras.

Creemos que la Sociedad en su conjunto aún no valora suficientemente esta tarea cotidiana y, como tantas otras cosas importantes, la deja abandonada al esfuerzo y a la militancia de los que se dedican a ella. Desde hace años venimos luchando para que se reconozca, valore y apoye el trabajo de estos miles de voluntarios y militantes sociales que se comprometen con esta tarea.

Muchas veces, la misma escuela se siente cuestionada por esta actividad. Por una parte porque pone de manifiesto las problemáticas que existen al interior del Sistema Educativo respecto de sus dificultades de acompañar pedagógicamente el proceso de los y las estudiantes que provienen de sectores más pobres o de dar respuesta a las inquietudes educativas de adolescentes y jóvenes de nuestro tiempo. La formación de los docentes no incluye suficientemente la perspectiva del trabajo conjunto con la comunidad. Más bien, se generan anticuerpos a esta mirada integradora a la que se la considera como una amenaza.

Las Organizaciones Sociales han ido logrando, en estos últimos años, que los Estados, los Ministerios de Educación y los organismos especializados, reconozcan, al menos en sus declaraciones y legislaciones, la importancia y necesidad de su trabajo.

La Ley de Educación Nacional afirma en su artículo 6:

ARTICULO 6º El Estado garantiza el ejercicio del derecho constitucional de enseñar y aprender. Son responsables de las acciones educativas el Estado nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en los términos fijados por el artículo 4º de esta ley; los municipios, las confesiones religiosas reconocidas oficialmente y las organizaciones de la sociedad; y la familia, como agente natural y primario.

O, por ejemplo, en su artículo 82:

ARTICULO 82. Las autoridades educativas competentes participarán del desarrollo de sistemas locales de protección integral de derechos establecidos por la Ley Nº 26.061, junto con la participación de organismos gubernamentales y no gubernamentales y otras organizaciones sociales. Promoverán la inclusión de niños/as no escolarizados/as en espacios escolares no formales como tránsito hacia procesos de reinserción escolar plenos.Asimismo, participarán de las acciones preventivas para la erradicación efectiva del trabajo infantil que implementen los organismos competentes.

El mismo espíritu encontramos en documentos internacionales, como, por ejemplo las Metas Educativas 2021, propuestas por el espacio iberoamericano:

META ESPECÍFICA 1: Elevar la participación de los diferentes sectores sociales y su coordinación en proyectos educativos: familias, universidades y organizaciones públicas y privadas, sobre todo aquellas relacionadas con servicios de salud, y promoción del desarrollo económico, social y cultural.

En no pocos casos se ha logrado desarrollar trabajos conjuntos tan importantes como maravillosos, que han significado que miles de niños, niñas y adolescentes pudieran recomenzar sus interrumpidas trayectorias educativas. Pero los desafíos son muy grandes y están aún muy abiertos.

Ante la evidencia que plantea la realidad, las políticas educativas recurren a este inmenso tejido comunitario que se ha ido reconstruyendo con tanto esfuerzo en nuestro país en los últimos años para poder “llegar” a esta gran parte de la sociedad a la que es muy difícil impactar con las políticas públicas que se diseñan. Los más pobres entre los pobres no acceden a algunos programas básicos por efecto de la exclusión social en la que se encuentran. Y es necesario llegar a ellos a través de una presencia cotidiana muy cercana, fraterna y solidaria que les permitan reconocer que el estar incluidos socialmente, no sólo es una necesidad sino también un derecho básico. Esta presencia, no es excluyente de estas organizaciones pero sí define a la mayoría de ellas en su trabajo territorial. Y lo sería aún más contundentemente si las mismas encontrarían más apoyo concreto para desarrollar estas tareas de cercanía.

Además, muchas organizaciones sociales se han convertido en instituciones educativas “de gestión social”, reconocidas en la nueva Ley, y desde allí también se proponen generar modelos de escuelas fuertemente inclusivas en territorios de pobreza y marginación social.

Por otra parte, en estos últimos años, políticas públicas fundamentales respecto de la cuestión que venimos desarrollando, como el Plan FiNes, recurren a las organizaciones sociales para poder “llegar” en el territorio a los jóvenes y adultos que han tenido que interrumpir sus propios trayectos educativos. Día a día, en miles de centros comunitarios de diverso tipo, es posible encontrar a docentes que son “recibidos” por organizaciones comunitarias que le ofrecen un “espacio” no sólo físico, para que miles de jóvenes y de adultos se vuelvan a entusiasmar con la educación como parte de sus proyectos de vida. Y no podemos negar que nos impresiona negativamente que, ante estas acciones tan fuertes, haya sectores de la sociedad que, partiendo de fuertes preconceptos y actitudes discriminatorias, desvaloricen todo este inmenso esfuerzo conjunto entre los propios estudiantes, los docentes y las organizaciones que, en este caso, trabajan en conjunto por un mismo objetivo pedagógico-social.

Pero las organizaciones no limitan a este tipo de servicios directos y en territorio su aporte a la problemática. El trabajo directo en estos territorios y con estas problemáticas permiten que las mismas puedan contribuir también desde sus experiencias, aprendizajes que pueden-deben ser tenidos en cuenta por las políticas y por las instituciones educativas.

Como hemos dicho más arriba, la escuela tiene hoy por delante desafíos muy importantes si quiere dar respuestas al conjunto de la población de nuestros países. No se trata sólo de lograr que los estudiantes no abandonen la escuela o que regresen… se trata de que puedan encontrar en la escuela el lugar en donde construyen los aprendizajes calificados que le permitan una vida positiva en la construcción de la sociedad de la que forman parte. Desde las organizaciones sabemos que esto no es un problema meramente “curricular”. También tiene que ver con el modelo pedagógico que incluye objetivos políticos y sociales. Las organizaciones sociales también aportamos a la comprensión de lo que es la creación y fortalecimiento de los “ambientes educativos” que pueden permitir que la escuela sea realmente un lugar de aprendizaje.

No estamos hablando de supuestos o posibilidades, sino de realidades concretas que hemos vivido y seguimos viviendo en América Latina. Desde las experiencias de Paulo Freire con sus “círculos de educación popular”, que se diseminaron desde el nordeste brasilero al mundo entero, hasta las experiencias mucho menos conocidas pero no poco valiosas, que desarrollan miles de organizaciones en conjunto con escuelas formales y en centros no formales de educación, las prácticas educativas encuentran numerosísimas iniciativas pedagógicas surgidas de espacios educativos alternativos y no formales, y que hoy se pueden encontrar en el corazón de las prácticas escolares cotidianas, aún cuando sus protagonistas no tengan suficiente conciencia de su proveniencia.

Así como en otros campos de la vida social, las organizaciones sociales han contribuido a que los derechos humanos y sociales de nuestros pueblos se expandiesen, en el terreno educativo ha sucedido lo propio en cuestiones ligadas directamente a los procesos de mayor inclusión social.

Es desde las distintas organizaciones sociales que se han reivindicado los derechos de los pueblos originarios y esto ha provocado cambios muy importantes en la manera de encarar la enseñanza de los procesos históricos de nuestro continente. Y en no pocos territorios hoy se reconoce la necesidad de la educación intercultural bilingüe, causa sostenida por numerosas organizaciones sociales especializadas y comprometidas con la temática.

Organizaciones sociales han luchado por el respeto a la diversidad sexual y esto ha repercutido también al interior de las escuelas, con cambios muy importantes en la vida cotidiana de la misma y con muchos desafíos aún por delante. Una mirada diferente sobre los pueblos migrantes ha implicado también nuevas maneras de encarar la cuestión de la diversidad cultural y el respeto a las diferencias, en particular en aquellas comunidades en donde la presencia de personas provenientes de distintos países es mucho más significativa.

Algo similar podemos decir alrededor de otras cuestiones, como la inclusión de estudiantes con discapacidades o la garantización del derecho a la educación de los jóvenes que están privados de libertad.

En los últimos años, además, en varios países de América Latina, varias organizaciones han comenzado a involucrarse en las reformas fiscales y en la lucha contra la elusión y la fuga de capitales, con el objetivo de garantizar mayores presupuestos públicos que permitan más fondos para las políticas que son responsabilidad del Estado, de las que la Educación es sin duda, una de las principales y la que más recursos requiere. Otras, están comprometidas en la lucha contra los reiterados intentos de privatización sobre la educación -tanto la endo como la exo privatización- y la mercantilización que se quiere imponer como paradigma confrontando con “la perspectiva de derecho”.

Como vemos, tanto de manera directa, en el trabajo en territorio con los niños y jóvenes, como en aquellos aspectos que hacen a cuestiones de política educativa y, hasta otras, que tienen que ver con las macro políticas nacionales e internacionales, las organizaciones sociales se han involucrado en la transformación de las situaciones que producen exclusión educativa y han logrado muchas transformaciones e impactos en los Sistemas Educativos.

El debate sobre la efectividad de estas acciones, su escalabilidad, su alcance… sigue estando abierto pero no hay dudas de que no es muy diferente al que se da al interior mismo de los Sistemas Educativos Nacionales. Lo que sabemos y afirmamos es que la responsabilidad de los Estados para garantizar el Derecho a la Educación es intransferible y que lo que las organizaciones puedan hacer siempre será una contribución, más o menos importante o significativa, pero nunca competirá con lo que el Estado esté en condiciones de realizar al respecto.

El esfuerzo por lograr que los aprendizajes y las prácticas que se dan en la educación no formal pueda dialogar con los saberes y con la pedagogía del Sistema Formal es uno de los desafíos más grandes de las políticas educativas actuales. Las preguntas que hoy surgen de las prácticas institucionalizadas, no se llegan a contestar con los elementos con que cuentan las propias instituciones educativas. Preguntas sobre el sentido de la educación, su aporte a la construcción de los proyectos políticos nacionales, su perspectiva en relación con el mundo del trabajo, la producción, la investigación y la creación… aparecen cotidianamente y requieren de un diálogo profundo con la comunidad, primero, y con la sociedad toda. Las organizaciones sociales se vuelven voceros de estas realidades que acogen a las instituciones escolares, las cobijan y las sostienen. Pueden ser mediadores o interlocutores de los mensajes que la escuela necesita para poder renovarse y transformarse.

No se trata de sobrevalorar idealmente a estas organizaciones. Tienen los límites de la sociedad toda. Pero tampoco de desconocerlas y, mucho menos, de desconocer sus aportes concretos a la perspectiva de luchar contra la exclusión educativa. Su mensaje puede ser difícil de comprender y, algunas veces, molesto. Sin embargo, la escuela y los sistemas educativos pueden beneficiarse mucho -y de hecho lo hacen- cuando logran dialogar con las organizaciones y, juntos, renovar los compromisos por garantizar el derecho a la educación de niños, niñas, jóvenes y adolescentes. Cientos de miles de estudiantes pueden dar testimonio de esto en toda América Latina. Nosotros también.

Autor: Alberto César Croce (Argentina) Educador Popular y Maestro.Presidente de Fundación SES. Coordinador del Programa «Aportes para una Nueva Secundaria». (Artículo publicado en la Revista Novedades Educativas n° 283, Julio 2014)

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