Por: Elisabeth De Puig
Encumbradas personalidades que aparentemente defienden los derechos humanos, cuando se toca el tema de la homosexualidad en círculos privados demuestran tener fuertes prejuicios.
Conservadurismo versus liberalismo fue el título de un artículo publicado recientemente en un diario de circulación nacional. Partiendo de la colocación de la bandera de la inclusión en el despacho de una vice ministra, en el texto se contraponían la fe religiosa de la cúpula gubernamental y el “liberalismo” de otro sector del mismo gobierno.
En otro artículo, publicado en Acento se hacía la pregunta de qué se excluye a la comunidad LGTBI en República Dominicana, enumerando a seguidas todos los parámetros legales que favorecen la inclusión de esta comunidad.
Como bien lo explica su autor, la ciudadanía cuenta con derechos legales explícitos. Sin embargo, en nuestro país no existe una ley que prohíba los delitos de odio de los cuales son a menudo víctimas miembros de la comunidad LGBTI.
Los delitos de odio son actos delictivos motivados por la intolerancia; es decir, por prejuicios o animadversión hacia personas y colectivos que se estima diferentes. Son delitos tan antiguos como la humanidad; sin embargo, su reconocimiento jurídico inició hace pocas décadas con el avance de los derechos humanos en el ordenamiento jurídico internacional.
No obstante, está claro que aún con un arsenal de leyes, la cotidianidad se maneja por medio de reglas implícitas. Estas normativas sociales contemplan los límites que debe respetar una persona en el seno de la sociedad según el nivel socio cultural de sus miembros.
Es posible que se diga que aquí no se discrimina legalmente a los homosexuales, pero la realidad práctica demuestra que sí, y que la discriminación tiene sustento ideológico, político, religioso y familiar.
Quisiera poner algunos ejemplos sobre el tapete:
Osniel: 9 años, parece un niño tranquilo, quizás lo hubiera sido si hubiera nacido en otro contexto. Fue expulsado de la escuela pública por su comportamiento. Como dijo claramente la psicóloga del plantel escolar,“no quiero bregar con mariconcitos”.
Pedro: 43 años, frente a su hijo con condiciones para ser un excelente bailarín: “Esas son vainas de la madre. Ella quiere que sea un mariconazo. El niño no va a seguir.”
Gabriel: 11 años, obeso y dulce, expresa su malestar con su cuerpo. Vive con un padrastro que abusó de él y de su hermano mayor, y con una madre que solo le ha brindado golpes. Por su obesidad y sus modales ha sido sometido a un bullying intenso en la calle y en la escuela. A veces se pone violento. Cuando lo sacan de la escuela por violencia, su familia lo acaba a golpes. Ha entrado en un ciclo depresivo.
Carlos: Su padre no soportaba tener un hijo afeminado. Después de varias palizas, para “reenderezar el muchacho”, trató de asesinarlo dejándolo con sus 13 años traumatizado, mal herido y en el hospital. Lo internaron en un hogar gestionado por una orden pentecostal. No recibió ningún apoyo emocional. No lo ayudaron a estudiar ni a adquirir algún tipo de habilidad social. El único reto institucional fue tratar de extirpar la peligrosa enfermedad que llevaba dentro, curarlo de la homosexualidad.
A los 18 años el joven salió de esta jaula. Está en prisión preventiva en la cárcel de la Victoria por un delito del que no hay pruebas suficientes.
La realidad esque hasta en el seno de la familia se manifiesta discriminación contra los homosexuales. Desdela primera infancia se lanza contra ellos epítetos hirientes. Muchas familiasven como una afrenta social que uno de sus integrantes sea gay o lesbiana. Muchos niños son golpeados, abandonados a su suerte cuando no encajan en la visión tradicional de hombría característica de una sociedad particularmente machista.
En las escuelas el bullying lleva a agresiones físicas y verbales que los niños y niñas no entienden. El acoso o rechazo proveniente de sus compañeros/as y/o de sus familias fomenta una baja auto estima. Estas situaciones se ven reforzadas por las actuaciones de un personal que no esta preparado para lidiar con este tipo de situaciones y que deja transparecer sus propios prejuicios.
Una gran parte de la sociedad no es consciente del sufrimiento personal que supone para niños, niñas y adolescentes afrontar dichas situaciones y no dispone de información sobre las graves consecuencias que se pueden derivar de las mismas.
Ya hace casi 100 años Sigmund Freud, en una carta a una madre que se encontraba angustiada por la homosexualidad de su hijo, le decía: “La homosexualidad no es un vicio, no es una degradación, y no es una enfermedad… es una variación de la función sexual”.
A pesar de que la mayoría de los profesionales médicos y especialistas en salud mental consideran que tanto la heterosexualidad como la homosexualidad son expresiones normales de la sexualidad humana, algunas organizaciones políticas y religiosas promuevenla idea que se puede cambiar la orientación sexual mediante terapia.
Cuando en 2015, Profamilia presentó el manual de educación sexual Hablemoseste hecho provocó que dirigentes religiosos y políticos llegaran a acusar esta institucion de querer incitar a los jóvenes a desarrollar conductas homosexuales, por el hecho de señalarse en el texto que la homosexualidad es una de las formas en las que las personas pueden expresar su orientación sexual.
Encumbradas personalidades que aparentemente defienden los derechos humanos, cuando se toca el tema de la homosexualidad en círculos privados demuestran tener fuertes prejuicios.
El respeto por las diferencias es un factor esencial para la prevención de la violencia y un derecho humano que niños, niñas, adolescentes y adultos deben ejercer a plenitud.
Es hora de fomentar a nivel nacional una cultura de paz y educación en derechos para que los niños, niñas y adolescentes, que serán los adultos de mañana, tengan una visión distinta a la que prima todavía en muchos conservadores y liberales de hoy. Como sociedad debemos acercarnos a la visión del papa Francisco, quien acaba de reafirmar su posición precisando que “la humanidad es más importante que las diferencias en la orientación sexual”.
Fuente e imagen: https://acento.com.do/editorial/conservadurismo-versus-liberalismo-8871113.html