Page 13 of 22
1 11 12 13 14 15 22

No tenemos más remedio

Por: Elena Simón

La cultura de la violación no apela al deseo sexual masculino irresistible, sino que engarza con las relaciones desiguales de poder entre los sexos. Y ello no está erradicado, ni mucho menos.

Estamos en verano y eso significa sobre todo y en España FIESTA: fiestas locales y patronales, playeras, discotequeras, conmemorativas, conciertos, concentraciones humanas en las calles, etc. Fiestas de cuerpo, de música, de pérdida de mesura y de conciencia, a veces.

Nos acabamos de dar cuenta de que la cultura de la violación como fiesta masculina está instalada con «normalidad» en todas partes y es posible que algunos chicos extranjeros vengan aquí de vacaciones atraídos por estas fiestas veraniegas que, además de ser muy divertidas, son también permisivas respecto a los actos de violación contra las que viven y hacen fiesta aquí, en cualquier pueblo o ciudad, en cualquier calle o plaza.

Estamos en julio y recordamos qué pasó en Sanfermines hace tres años, pero no debemos olvidar que después de tres años de injusticia, por fin tenemos una sentencia que califica de horrendo el acto de violación colectiva intencionada, no de banal, divertido o inconsciente.

Como vivimos desde siempre en una cultura de la violación, donde los hombres se pueden permitir sentir deseo indiscriminado por cualquier cuerpo sexuado de cualquier mujer y ejecutarlo en solitario o en grupo, con o sin testigos presenciales; los hombres, hasta ahora, creían que eso era un simple ataque contra el honor (de las mujeres siempre estuvo en entredicho) y no un atentado contra las personas y su libertad sexual. Como los chicos siguen creciendo y viendo escenas sexuales violentas normalizadas, lo que quieren es repetirlas, pensando que las víctimas de su crimen no sienten ni sufren ni padecen, no sólo asco y dolor físico, sino consecuencias psicológicas y confusión mental, que arrastran durante buena parte de sus vidas, ante la permanente duda de si, en último extremo, consintieron.

El asunto de la violación es cosa de hombres y son ellos los que han de posicionarse claramente en contra, colectivamente y con toda clase de instrumentos a su alcance: manifiestos, libros, artículos, audiovisuales, publicidad, acciones colectivas visibles y hasta simples conversaciones entre amigos, conocidos o familiares.

Es cierto que muchos hoy día no son sujetos activos de violaciones, pero muchos más son sujetos pasivos y cómplices: no se pronuncian, no reaccionan, no hacen ni dicen, miran para otro lado o, incluso, sospechan de la palabra denunciante de las mujeres víctimas.

La verdad es que hay que romper drásticamante una acción patriarcal que tenía patente de corso: en las familias, en el vecindario, en los entornos ciudadanos o familiares y profesionales, en los gimnasios, en las playas.

Que las mujeres hayan adoptado formas de estar, vestirse y presentarse atrevidas y, en otros tiempos llamadas “descaradas”, no quiere decir en absoluto que vayan anunciando jornada de puertas abiertas por doquier. La mayoría de las jóvenes adoptan una estética de desnudez que, al ser tan generalizada, no habla de ninguna actitud sexualmente provocadora, sino de una moda para el verano.

Y otra cosa es que tenemos que conseguir desterrar esa idea masculina y aceptada socialmente de que el sexo “un poquito” forzado tiene más gracia y procura más placer. Las adolescentes y las jóvenes son objeto de deseo masculino, sin discusión, pero también lo son mujeres de otras edades, por el mero hecho de ser mujeres. Y, por ello, los chicos y los niños tienen que aprender que sus iguales, las chicas y las niñas, tienen unos genitales penetrables por los genitales penetradores, que son gobernados por ellas mismas.

La cultura de la violación no apela al deseo sexual masculino irresistible, sino que engarza con las relaciones desiguales de poder entre los sexos. Y ello no está erradicado, ni mucho menos.

Mientras tanto, vamos poniendo parches, inundando nuestras fiestas de puntos violeta y whatsapps de ayuda, poniendo carteles y logos y apelando a la solidaridad ciudadana para parar estos actos criminales, para crear conciencia.

¿Podemos hacer algo más al respecto?

Ir arrinconando, denunciando y condenando la frivolización de las violaciones, aislar a los sujetos, afear esas conductas, contrarrestar la única visión pornográfica que se divulga: mujeres sometidas a todo tipo de penetraciones y vejaciones, fingiendo deseo y placer.

Es verano, hay muchas fiestas, la gente sale y entra, se mueve por lugares sin normas y -yo diría- sin derechos, todo vale.

NO TENEMOS MÁS REMEDIO que empezar a actuar desde la justicia y el buen trato. Los hombres no tienen una condición humana superior que los convierta en impunes.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/07/15/no-tenemos-mas-remedio/

Comparte este contenido:

Voto, educación y aborto: más de 150 años de lucha feminista en Argentina

Redacción: El País

La muestra ‘Emancipadxs’ de la Biblioteca Nacional traza el camino recorrido por las mujeres: de ser consideradas incapaces respecto del hombre a las últimas marchas de Ni Una Menos.

En 1830, Argentina hacía sólo 14 años que era un país independiente cuando desde La aljaba lanzaron las primeras flechas feministas contra una sociedad profundamente patriarcal. Esta primera revista escrita por mujeres en Argentinadefendía el derecho a la educación femenina y la igualdad entre géneros, pero sus autoras la veían tan lejana que sacaron la publicación con el subtítulo: «Nos libraremos de las injusticias de los hombres solamente cuando no existamos entre ellos». En ese momento la mayoría de mujeres estaban confinadas al hogar, como amas de casa o criadas, bajo la potestad masculina. La Biblioteca Nacional Argentina parte de esos pasos iniciales de la lucha feminista para llegar hasta la actualidad en la muestra Emancipadxs, que abre hoy sus puertas al público.

Ejemplar de la revista La aljaba.
Ejemplar de la revista La aljaba. MARCELO HUICI / BIBLIOTECA NACIONAL

Otros títulos de la época que figuran en la exposición, como Álbum de señoritasLa Flor del Aire y Siempre-Viva, también pusieron el énfasis en la educación de las mujeres, lideradas por la escritora, traductora y maestra Juana Manso. En 1885 la argentina Élida Passo se convirtió en la primera mujer de América del Sur en terminar una carrera superior, Farmacia, pero le negaron el acceso a Medicina. Ese muro lo derribó Cecilia Grierson, quien se licenció cuatro años después.

A caballo entre el siglo XIX y XX, en plena efervescencia de las ideas anarquistas y socialistas traídas por los inmigrantes, el diario La voz de la mujer defendía la necesidad de mejoras laborales a la vez que predicaba el amor libre y el placer sexual. «Hastiadas de ser el juguete, el objeto de los placeres de nuestros infames explotadores o viles esposos, hemos decidido levantar nuestra voz en el concierto social y exigir, decimos exigir, nuestra parte de placeres en el banquete de la vida», escribieron las autoras de esta publicación anarquista en 1896.

La Biblioteca Nacional rinde homenaje a las primeras universitarias argentinas, pioneras del movimiento por la conquista de derechos de la mujer. Feministas como la médica Alicia Moreau de Justo redoblaron la exigencia de emancipación civil e iniciaron la campaña para el voto femenino. Su colega Julieta Lantieri «buscó vacíos legales para burlarse de las leyes y fue la primera mujer en votar en Argentina», explica Jorgelina Nuñez, una de las coordinadoras de la muestra. Lantieri ejerció ese derecho cívico en 1911 autorizada por un juez, pero el Gobierno modificó después la ley para impedir que lo repitiese u otras copiasen su ejemplo. El veto se mantuvo hasta 1947, cuando el peronismo aprobó el voto femenino por iniciativa de la primera dama, Eva Duarte de Perón.

«Hay excepciones, pero en general los hombres no acompañaron, no es como ahora. Ante cada avance hubo muchos hombres que escribieron en los medios en contra, en algunos casos con notas muy machistas y ofensivas», dice Evelyn Galiazo, una de las investigadoras de la Biblioteca.

Los diarios y revistas de mayor circulación no salen muy bien parados y menos aún la industria publicitaria. La mujer se incorporó de forma masiva al mundo laboral, en 1987 se aprobó el divorcio, en 1991 la ley de cupos, en 2007 asumió la primera presidenta electa, pero la publicidad quedó rezagada respecto a esos grandes cambios sociales.

«La publicidad reproduce los estereotipos y sorprendentemente los mantiene pase lo que pase. No encontrás hombres en avisos de productos de limpieza hasta hace muy pocos años y el cuerpo femenino se usa aún para vender productos», denuncian las organizadoras de la exposición. En una sala que emula una peluquería pueden verse revistas destinadas a un público femenino con títulos como «Lo que las novias inteligentes nunca hacen», «Tratamientos y cirugías para hacer ya» y «Es feo sentirse gorda todo el tiempo». Hay también anuncios de maquillaje y trucos de belleza.

El tramo final de Emancipadxs está dedicado a luchas emblemáticas lideradas por mujeres y movimientos LGBT+ en las calles de Argentina. Entre ellas destaca la que encabezaron Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en plena dictadura para denunciar la desaparición de sus seres queridos, la que culminó con la aprobación del matrimonio igualitario en 2010 y la ley de identidad de género en 2012, la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito -iniciada hace tres décadas y ahora abanderada por las más jóvenes– y el movimiento Ni Una Menos contra los feminicidios.

En 2019, una mujer argentina es asesinada en promedio cada 31 horas. Miles sufren otras formas de violencia machista como abusos sexuales, humillaciones y acoso. Casi medio centenar muere por abortos realizados en la clandestinidad con métodos inseguros. Las mujeres cobran menos que los hombres en sus trabajos. Ocupan menos cargos directivos. Dedican más horas a tareas no remuneradas de cuidados y en el hogar. Quedan grandes obstáculos por superar, pero empequeñecen al mirar el largo camino recorrido.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/06/06/actualidad/1559826755_889728.html

Comparte este contenido:

Un “cuadernillo” de feminismo para adultos

Redacción: El País

‘Juegos Reunidos Feministas’ es un libro de actividades tan pedagógicas como macarras para aprender y desaprender sobre el patriarcado y la igualdad

«Aviso. Vamos a emplear el femenino genérico mucho, así que acostúmbrate si eres un tío. Si eres de la RAE, tómate un tranquimazín y llama a la línea de la esperanza que habilitaremos en breve para ti. Queremos ayudarte: se puede salir del infierno en que te encuentras». Así, dentro de un recuadro azul sobre el anaranjado de una melena afro, comienza Juegos Reunidos Feministas (Planeta, 2019), un libro que su autora llama «cuadernillo». En parte lo es, cumple con la función pedagógica asociada a esos libritos de actividades que inundan los veranos de los escolares desde hace más de medio siglo, pero a lo macarra.

Una de las ilustraciones del interior del libro.
Una de las ilustraciones del interior del libro. ANA GALVAÑ
Dice la autora que es una propuesta sencilla con contenido complejo contra «esa masa que cree que el feminismo es lo que no es y además cree que sabe mucho sobre eso». Escalona sintetiza la definición, aunque sabe que es «reduccionista»: «El feminismo es el movimiento que defiende la igualdad social, política y económica entre mujeres y hombres». Y punto, no hay más. O al menos no debería haberlo.

«Incomprensiblemente», todavía hay quienes argumentan que el objetivo de las feministas es colocarse «por encima de los hombres», o repiten aquello de «ni machista ni feminista». «Y no, obviamente no es eso. Tampoco es que peleando por ser iguales caigamos en la misma mierda en la que están ellos metidos», apunta la editora, convencida de que, a quien no le gusta la palabra es porque la asocia a señoras quemando sujetadores hace unas cuantas décadas. «El feminismo es diverso y poliédrico y con líneas de pensamiento que engloban muchas filosofías».

Una de las páginas de 'Juegos Reunidos Feministas'.
Una de las páginas de ‘Juegos Reunidos Feministas’.
Si fuese por ella, haría un envío del libro a ciertos señores: «Con un afán social y de progreso». Ella no habla de coches porque no sabe, y opina que quien no tiene ni idea sobre feminismo debería hacer lo mismo «y no repetir como un eco argumentos estúpidos que han leído en redes sociales o han escuchado por ahí». «Que revisen sus creencias, que es algo muy feminista», explica.

A lo largo de los últimos años el movimiento ha experimentado un crecimiento exponencial que no solo ha arrastrado a mujeres y hombres, sino que ha conseguido que muchas y muchos de ellos reflexionaran sobre sus propios comportamientos: «Todas estamos criadas en el patriarcado, tenemos actitudes machistas, como también racistas, homófobas… Cuestionarse a una misma desde el feminismo también implica esas otras revisiones».

Como también cuenta en el libro, los derechos no son un pastel en el que si tú coges los demás tienen menos: «Es todo lo contrario. Se refuerzan unos y otros». En ese refuerzo, el feminismo es parte imprescindible, «y un aprendizaje, un camino constante de deteccion de prejuicios, actitudes y maneras de comportarse que pueden estar infiltradas en tu día a día». El libro de Escalona y Galvañ sirve para barrer algunas.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/02/21/mujeres/1550746986_860101.html

Comparte este contenido:

Las mujeres y el cooperativismo en sociedades patriarcales

Por:  Ana María Ramírez Zarza

“¿Liberación femenina? Ello es también asunto de la liberación del hombre, no es posible uno sin el otro, pues el origen del vasallaje, de la cultura patriarcal, de ambos, mujer y varón, es el mismo, el capitalismo” (José Yorg)

Con motivo de la reciente conmemoración del Día Internacional de la mujer, consideré pertinente exponer algunas líneas, pensadas desde mi condición de mujer, trabajadora-educadora, profesional y cooperativista, son reflexiones que no escapa al clamor de las mujeres que viven en medio de la economía capitalista, en sociedades patriarcales, y que enfrentamos dilemas y desafíos en torno a necesidades de ser respetadas.

¿Por qué se conmemora el Día Internacional de la Mujer? El 8 de marzo de 1909, murieron en un incendio 129 mujeres cuando se declararon en huelga en una fábrica de Nueva York, así que lejos de un día festivo desde TECNICOOP conmemoramos esa lucha por la igualdad de género, hoy bajo un contexto neoliberal adverso.”

Las cooperativas también se desenvuelven en sociedades patriarcales, capitalistas, cuyos subvalores son el egoísmo, la mezquindad y la supremacía del más fuerte, de la cultura a lo mbaretépe* y, por tanto, el cooperativismo lucha con sus valores y principios para evidenciar que es posible superar esas atrocidades.

Pensar en terminar con la violencia hacia las mujeres requiere de otras condiciones de vida, otra visión sobre la especie humana, otra organización socio-económica. El cooperativismo puede ayudar a conquistar esa otra organización humana puesto que pone en movimiento una estructura empresarial basada en el esfuerzo propio y la ayuda mutua, liquida la plusvalía con su mecanismo de repartición proporcional de beneficios y revocación de mandatos en cualquier tiempo.

Nuestro homenaje

Me gustaría, con las disculpas de las compañeras de otras latitudes, hablar sobre mujeres destacadas del cooperativismo argentino, y que en verdad son muchas, pero debo resumir esa mención en dos mujeres para dar nuestro homenaje, en la Dra. María Argentina Gómez Uría y la Prof. Lina Frederich de Acuña.

María Argentina Gómez Uría por su trayectoria y pionera de la enseñanza de la cooperación en las aulas de las instituciones educativas a nivel nacional, referente latinoamericana y Lina Frederich por ser la impulsora del cooperativismo escolar en Formosa, alma mater de José Yorg, además de ser la impulsora de la fiesta nacional del pomelo en Laguna Blanca como motor del desarrollo agrícola y la educación.

Y, claro que sí, la liberación feminista es también un asunto del hombre.

*Mbaretépe (en guaraní): Hombre que actúa por la fuerza, poderosa y soberbiamente.

*Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253509

Comparte este contenido:

Karmele Marchante: «Viajé a Nigeria para ver a las niñas, vendidas a los 10 años»

Redacción: Última Hora

La periodista y feminista Karmele Marchante (Tortosa, 1946), muy conocida por su presencia en programas de prensa rosa, presentará este viernes a las 20.00 horas en La Biblioteca de Babel Puta no se nace, un libro en que denuncia la explotación sexual de mujeres y niñas en España.

En Puta no se nace sigue el rastro de las prostitutas de origen africano que ejercen en Europa.
— Al hacer este libro me planteé hacer la ruta de la trata. Prostitución y trata están ligadas porque existen putómanos, que no puteros, y que compran los cuerpos de las mujeres. La trata europea viene fundamentalmente de Nigeria. Y viajé a Nigeria para ver a estas chicas que a los 10 años son vendidas por sus familias, con la intermediación de la iglesia pentacostal, para acabar en manos las mafias, en la industria del sexo.

Estas chicas saldrán de entornos de pobreza…
— Siempre salen de entornos de pobreza, de países pobres o campos de refugiados, que también visité. Pero Nigeria, que es el núcleo de la trata, tiene una explosión demográfica impresionante, con un 75 por ciento de analfabetismo y con familias polígamas que pueden tener 30 o 40 criaturas. No les pueden alimentar y luego venden a las chicas.

¿Cómo llegan a Europa?
— Por dos rutas, una que va por Argelia y otra por Marruecos. Desembarcan en lo que yo llamo el sarcófago mediterráneo y son dirigidas a España o a Italia, desde donde se las distribuye por Europa. En la travesía por la África subsahariana sufren violaciones, palizas… Recuerdo el caso de una niña a la que la mafia había apartado porque se rebelaba constantemente y que a los 11 años consiguió escapar. Cuando la cogieron le pusieron una cuchara ardiente en el ano y la vagina. Me enseñó las cicatrices. Jamás lo podré olvidar.

De vez en cuando vemos que la policía desmantela esas organizaciones.
— Muy de vez en cuando. Aquí la prostitución es alegal y la trata delictiva. Entonces, si la policía no tiene una constancia fehaciente no puede entrar. Y España, quiero decirlo, es el primer paraíso sexual del mundo, por delante de Tailandia y Puerto Rico.

En las zonas turísticas de Mallorca es corriente ver a prostitutas de origen africano ejerciendo.
— Ejerciendo no, obligadas a trabajar por la mafia de la industria del sexo. Les hacen el vudú, una ceremonia que les subyuga mentalmente, y si no cumplen amenazan a sus familias y les reclaman la deuda. Son vendidas por 50.000 o 60.000 euros.

Antes ha distinguido entre ‘putero’ y ‘putómano’.
— No, no he distinguido. A los puteros les llamo putómanos.

¿Cuál es el perfil del ‘putómano’?
— Cualquiera. Puedes ser tu, el señor que está allí… De cada diez varones españoles cuatro son putómanos.

Pablo Casado ha dicho que es partidario de retrasar la expulsión de mujeres inmigrantes si dan a su hijo en adopción. Después lo ha matizado.
— Para empezar, todo lo que dice Casado es una locura. Segundo, es un fascista nazi porque esto se hacía con las mujeres judías en los campos de concentración. Les cogían sus bebés y los daban en adopción. También se hacía con las presas políticas argentinas durante la dictadura, para darlos a familias fachas. Es traficar con las criaturas. Alguien que dice esto debería estar en la cárcel por nazi.

Vox crece con un discurso…
— Vox es lo mismo que el PP, no hago diferencias. Lo que acabo de decir del PP es para Vox. Si dicen esto, deberían estar en la cárcel.

Usted se mostró partidaria del referéndum catalán. ¿Qué le parece que ahora los presos digan que no declararon la independencia y la justicia española defienda que sí?
— Hemos llegado aquí porque no ha habido diálogo. Se declaró la independencia por un minuto, y luego Puigdemont no convocó elecciones, cosa que fue un error. Son personas presas políticas, nada más. Lo que dicen ahora creo que es una estrategia de juicio. De todas maneras, La Haya declarará nulo el juicio dentro de unos años.

¿La volveremos a ver colaborando en algún programa del corazón?
— No, jamás, he tenido una época para esto pero también una trayectoria muy ilustrativa en la que he hecho de todo. He vuelto a lo que es lo mío, prensa escrita y periodista.

Fuente: https://www.ultimahora.es/noticias/local/2019/03/15/1065065/karmele-marchante-viaje-nigeria-para-ver-ninas-vendidas-anos.html

 

Comparte este contenido:

Y después del 8M ¿Qué?

Por: Jaume Carbonell

La larga y meritoria lucha por la liberación de la mujer y la abolición del patriarcado tiene lugar en varios espacios: también en la educación desde la primera infancia.

Todas las previsiones apuntan a que dentro de un par de días las calles se llenarán con el grito de mujeres de todas las edades -también de hombres- en una jornada donde, a buen seguro, la fiesta se mezclará con la indignación para denunciar todo tipo de discriminaciones, así como el machismo tóxico que pervive y que puede recrudecerse si se imponen las políticas ultraconservadoras de viejos y nuevos actores políticos. Esta nueva oleada feminista, vista como una nueva revolución social, celebra conquistas, señala reivindicaciones pendientes, condena todo tipo de agresiones y acosos, y rechaza las amenazas involucionistas. Y se ponen de relieve las desigualdades y estereotipos en el mundo laboral y de la empresa, en la ciencia y el deporte, en la política y la justicia, en el hogar y en el cuidado de las personas. El tema adquiere una creciente relevancia en los medios de comunicación y en los distintos entornos laborales y sociales.

Pero, ¿cuál es el impacto en los centros educativos? El año pasado, por estas mismas fechas, visité un instituto donde las paredes estaban plagadas de murales en torno al trabajo al 8-M y los derechos de las mujeres. También presencié una conferencia debate en otro centro sobre la misma problemática, donde una buena parte de las voces masculinas no invitaban precisamente al optimismo. En estos y en otros casos menudean las intervenciones puntuales sin ningún recorrido posterior. El reto consiste en articular una intervención permanente en relación a la educación no sexista que impregne los contenidos de todas las áreas curriculares, las relaciones que se establecen entre chicas y chicos tanto en el aula como en el patio, las actitudes y valores que se trabajan, el lenguaje que se utiliza y la calidad de los vínculos afectivos que se establecen.

La LOGSE, una de las leyes educativas más emblemáticas de la democracia, contemplaba los llamados ejes o temas transversales entre los cuales se incluían la coeducación y la educación afectivo-sexual. Una apuesta que esperaba superar el tratamiento parcial de una asignatura para darle una perspectiva interdisciplinar y global, en la medida que atañe al sentido de la educación en su conjunto. No hubo tiempo de evaluar el éxito de este planteamiento porque, justo cuando empezaban a consolidarse programas, con materiales y actividades de gran interés, llegó otra ley educativa y frustró el intento. Pero quedaron semillas que de modo lento y discontinuo han ido fructificando en algunos lugares.

Se ha repetido hasta la saciedad: los estereotipos machistas se construyen desde la primera infancia y, por tanto, hay que tratar de liberarlos mediante una sostenida intervención coeducadora y de educación afectivo-sexual a lo largo de la escolaridad. Una tarea que compromete a todo el profesorado. Las iniciativas parciales que funcionan en algunos centros son muy diversas: comisiones de género con la participación de los diversos agentes de la comunidad educativa; diversificación de los usos del patio que suele estar ocupado por la práctica del fútbol por parte de los chicos; creación de equipos deportivos mixtos con nuevos códigos de comportamiento; utilización conjunta de juguetes y juegos estereotipados sexualmente; realización de tareas compartidas de cocina, limpieza y mantenimiento tanto en la escuela como en las colonias y campamentos; organización de debates y conversaciones donde afloren emociones y sentimientos reprimidos, el respeto y otros valores genuinos de una conversación democrática e igualitaria; clubes de lectura y cine donde se muestren referentes de la lucha por la dignificación de la mujer y otros ejemplos masculinos; exposición de testimonios que enseñen los distintos rostros de la discriminación y las luchas por la liberación de la mujer. En algunos lugares ya existen programas que incorporan estas y otras iniciativas, pero convienen que se extiendan y generalicen, tanto en los centros educativos como en la familia y los medios de comunicación. Porque no conviene olvidar que la educación es más, mucho más que escuela.

La lucha por la igualdad de la mujer es más que un derecho: es la condición necesaria para la dignificación de sus vidas y para la consecución de la plena justicia y libertad. Es una nueva mirada sobre la vida compartida que también beneficia a los hombres. Mucho habrá que andar para lograr la paridad y la violencia cero en el camino por la abolición del patriarcado. De ahí la importancia de que el 8-M, esta jornada histórica, se prolongue a lo largo del año.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/03/06/y-despues-del-8m-que/

Comparte este contenido:

El machismo es la enfermedad del patriarcado

Por: Marta Sanz

Urge una teoría y una acción feminista racional, infraestructural y global

El machismo es la enfermedad, la pústula visible del patriarcado, y el feminismo un discurso corrector, aunque temo que la fortaleza del discurso esconda un cristal delicado. Que la educación se transforme en crestomatía de textos, en represiones que se vuelvan contra nosotras. Temo entrar, y me rebelo contra ello, en una competición de feminismos. Tengo miedo —no un miedo paralizante, un miedo de alerta precavida, un miedo estratégico—. Acudo a las manifestaciones y junto mis esperanzas con otras esperanzas, y confío en que mis gritos —siempre afónicos— sirvan para que egoístamente no me llamen fea por mi trabajo. Pero también para que nunca se repita el horror de La Manada y se mejoren las condiciones laborales de las cajeras de los supermercados y se acabe con la brecha salarial. Y, si es posible, de paso, con todas las putrefacciones que adornan nuestro sistema económico.

Pero hoy, algunos días, me siento desconcertada y llego a pensar que mi debilidad, mi duda, mi renuencia a pertenecer a ciertas tribus, es otra forma de suavísima vindicación que se adapta con más facilidad a ese feminismo tolerado que hace de cada mujer un ser razonable. Un feminismo que no mete mucho ruido o que mete mucho ruido sin producir muchas nueces. Un feminismo espectacular que sale en todos los periódicos porque aspira a cambiarlo todo sin que nada cambie demasiado: hombre o mujer, en Hollywood o en el polígono industrial de Coslada, reproduciendo los mismos papeles de amo/ama-esclavo/esclava. A veces tengo un sueño como Martin Luther King y aspiro a un alter-feminismo que cambie el mundo de raíz. Un mundo de ayudas mutuas. Yo soy de esas feministas que no saben separar el patriarcado del capitalismo.

A veces tengo un sueño como Luther King y aspiro a un feminismo que cambie el mundo de raíz

Soy feminista, pero cuando veo a las damas del Me Too me entra un algo de desconfianza. Sin embargo, en Farándula sugerí que el glamur servía para amplificar la voz a la vez que expresaba mis dudas sobre el compromiso de Angelina Jolie. Lo tolerado y lo no tolerado. La solidaridad como variante —cebollitas, pepinillos…— del comercio y los actos de beneficencia como «nueva política». Todas esas imágenes se me atraviesan dentro como espina de jurel. Me cuesta tanto darle la mano a Oprah Winfrey. Me cuesta tanto darle la mano a Cristina Cifuentes. (…) Al fin y al cabo, soy una mujer que debe hacerse la crítica continuamente, porque ha sido educada con los esquemas patriarcales de su padre, de su madre, de su abuela, de su abuelo, de su colegio, de su universidad, etcétera, etcétera.

Agito la cabeza y quiero salir de ese bucle, pero me llegan voces que dicen: «El Me Too es un movimiento anglosajón y protestante», como si las católicas nominales del Mediterráneo exhibiésemos todo el día una sensualidad de maggiorata que, muerta de calor, saca entre los labios la puntita de la lengua, no porque nadie les pida que hagan un mohín frente al objetivo, sino porque les da la real gana. Me hace gracia que esa definición —»El Me Too es un movimiento anglosajón y protestante»–, como sentencia acusatoria, solo se aplique a un movimiento feminista y no a la inmersión de protestantismo anglosajón que practicamos diariamente a la hora de comer, ver películas, construir nuestra sentimentalidad, preocuparnos por nuestro cuerpo, escuchar música, correr por las calles, hacer barbacoas, comprar productos financieros e hipotecas, contratar empresas privadas de salud…

Nos estamos pensando. A nosotras mismas y al mundo en que vivimos. Como nos recuerda Noelia Ramírez: «Trump, alineado con los críticos del Me Too por ‘destrozar’ la vida de hombres con ‘simples acusaciones’, destina 277 millones de dólares a promover la abstinencia sexual». También menciona Ramírez a Tarana Burke, mujer, negra y activista, que inventó el Me Too hace una década y asiste a niñas en riesgo de exclusión. De modo que el puritanismo tiene demasiados rostros y habría que pensar si es más puritano un concurso de Miss Universo, promover la castidad desde las escuelas o la campaña de Emma Watson para educar sobre el orgasmo femenino.

Me preocupan las inmolaciones en plaza pública que no encuentran su raíz en el pensamiento feminista, sino en el uso espurio e irreflexivo, en los linchamientos oclocráticos de las redes sociales y en la deficiente comprensión lectora de textos artísticos y literarios. Nacen en el imperio de la literalidad, la posverdad y la ira que brota de la insuficiencia legislativa, la violencia fundacional del sistema y de todas sus macro y micro-violencias aliadas: explotación laboral, machismo, aporofobia, intolerancia, juicios mediáticos paralelos, muros, reaccionarismo, trata de esclavas.

Por eso, os necesito tanto, hermanas mías. Tanto, tanto. Me arrepiento tanto de mis maldades y de la mezquindad de mis críticas. De mi apisonadora falta de lucidez. De este carácter quisquilloso que atenta contra el sentido de la sororidad, por culpa de mi arcaica conciencia de Barrio Sésamo: arriba y abajo, izquierda y derecha, delante y detrás. Y me hago una serie de preguntas tontas, que daría lugar a respuestas demagógicas de esas que pretenden desbaratar cualquier posicionamiento feminista y colocar a la mujer en el vértice de esa presión comercial relacionada con la falsa elección.

Como si siempre estuviésemos frente al anaquel de un supermercado. (…) Sigo jugando como la niña perpetua que me obligan a ser: ¿Qué prefieres el Me Too o la tribuna Mujeres liberan otra voz?, ¿el feminismo anglosajón o el feminismo francés?, ¿Butler o Beauvoir?, ¿qué prefieres ser mujer rica u hombre pobre? Y me digo que yo lo único que no quiero ser en la vida es mujer pobre. Mujer negra lesbiana pobre. Mujer negra lesbiana pobre enferma analfabeta. Adjetivos especificativos que se retroalimentan y trazan un mapa bastante preciso del mundo en que vivimos y de la urgencia de una teoría y una acción feministas racionales, infraestructurales y globales.

Fragmento de Monstruas y centauras (Anagrama), el nuevo libro de Marta Sanz, en el que reflexiona sobre el #MeToo.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2018/10/04/actualidad/1538679769_550150.html

Comparte este contenido:
Page 13 of 22
1 11 12 13 14 15 22