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Crueldad: Pedagogías y Contra-pedagogías

Por: Rita Segato

La forma

Este libro coloca a disposición del lector tres clases ofrecidas en a Facultad Libre de Rosario en agosto de 2016. Para los fines de esta publicación, las clases fueron reescritas en su totalidad. En su reescritura acompañé el itinerario temático de las exposiciones, pero fui completando las lagunas inevitables que dejamos al hablar. También gramaticalicé la expresión, porque la palabra hablada  es, algunas veces, sorprendentemente a-gramatical y antiestética. Pero mantuve, en la medida de lo posible, el estilo de la oralidad.

En las clases he trazado un panorama de mi recorrido por temas y debates desde la investigación para mi tesis doctoral hasta el presente.  Al hacerlo,  me he detenido en algunas experiencias y reflexiones, bañadas aquí apenas por una luz de bastidores, luz esquiva al intenso foco que delimita con claridad los bordes de las figuras cuando tratadas por la tecnología textual que se ha impuesto hoy en la academia. En ese sentido, estas tres clases representan una insubordinación, se acogen al Derecho a la Desobediencia y emprenden una huida ni siempre exitosa en dirección a la conversación, libertaria porque no sujeta el flujo del discurso a otra cosa que no sea su capacidad de nombrar lo que para el interlocutor será reconocible.  Nos han robado el tiempo, y con el tiempo se fue el arte y el placer de conversar. Podemos recuperar todavía algo de su creativa incerteza.

Ofrecí las tres clases aquí transcriptas y revisadas en la Facultad Libre de Rosario el 25, 26 y 27 de agosto de 2016. Ellas dan testimonio del estímulo creativo que recibí de los asistentes y de los organizadores. Aprovecho esta breve presentación para hurgar el diccionario en busca de palabras capaces de expresar mi agradecimiento y mi admiración a los jóvenes que me recibieron y anfitrionaron en la Facultad Libre, representados en la figura del Adriano Peirone. Aún en tiempos sombríos, mi estado de ánimo se recupera cuando recuerdo la dedicación de esos jóvenes a la tarea de mantener vivo el espacio comunitario de la Facultad, que permite la circulación y el debate de los conocimientos a través de los canales del compañerismo y por medio de un gesto educativo que resiste y rechaza la mercantilización del saber tan en la pauta tecno-académica de nuestros días.

A pesar de que revisé, edité, reescribí y complementé abundantemente las notas transcriptas para garantizar su comprensión, las tres clases que aquí se publican representan bien la deriva de mi manera de exponer a lo largo de muchos años. Uso el término deriva para describir lo que en inglés llaman “stream of consciousness”, traducible como “flujo de consciencia”, y estoy convencida de que permite algo próximo a una conversación en un nivel no plenamente consciente con las presencias en la sala – pido venia a los lectores sin tolerancia para todo lo que parezca esoterismo. Naturalmente, en la versión escrita , como dije, por quedar suspendida hasta cierto punto y solo hasta cierto punto la co-presencia de los interlocutores, el diálogo subterráneo entre la expositora y su público, he revisado cada párrafo, cambiando su redacción  y completando su sentido .

El tema

Llamo pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas. En ese sentido, esta pedagogía enseña algo que va mucho más allá del matar, enseña a matar de una muerte desritualizada, de una muerte que deja apenas residuos en el lugar del difunto. La trata y la explotación sexual como practicadas en los días de hoy son los más perfectos ejemplos y, al mismo tiempo, alegorías de lo que quiero decir con pedagogía de la crueldad. Es posible que eso explique el hecho de que toda empresa extractivista que se establece en los campos y pequeños pueblos de América Latina para producir commodities destinadas al mercado global, al instalarse trae consigo o es, inclusive, precedida por burdeles y el cuerpo-cosa de las mujeres que allí se ofrecen.

Cuando hablo de una pedagogía de la crueldad me refiero a algo muy preciso, como es la captura de algo que fluía errante e imprevisible, como es la vida, para instalar allí la inercia y la esterilidad de la cosa, mensurable, vendible, comprable y obsolescente, como conviene al consumo en esta fase apocalíptica del capital. El ataque sexual y la explotación sexual de las mujeres son hoy actos de rapiña y consumición del cuerpo que  constituyen el lenguaje más preciso con que la cosificación de la vida se expresa. Sus deyectos no van a cementerios, van a basurales.

La repetición de la violencia produce un efecto de normalización de un paisaje de crueldad y, con esto, promueve en la gente los bajos umbrales de empatía indispensables para la empresa predadora. La crueldad habitual es directamente proporcional a formas de gozo narcísico y consumista, y al aislamiento de los ciudadanos mediante su desensitización al sufrimiento de los otros. Un proyecto histórico dirigido por la meta del vínculo como realización de la felicidad muta hacia un proyecto histórico dirigido por la meta de las cosas como forma de satisfacción[1].

La sujeción de las personas a la condición de mercancía impuesta a las mayorías por el carácter precario del empleo y del salario, así como el retorno y expansión del trabajo servil, semi-esclavo y esclavo, también son parte de lo mismo. La predación de territorios que hasta hace poco permanecían como espacios de arraigo comunal, y de paisajes como inscripciones de la historia, es decir, como libros de historia, para su conversión en commodities por la explotación extractivista en las minas y el agro-negocio son facetas de esa cosificación de la vitalidad pachamámica. Incluyo aquí también la alienación, robo o cancelación de la fluencia del tiempo vital, encuadrado ahora, encarcelado, por los preceptos del capital -competitividad, productividad, cálculo de costo/beneficio, acumulación, concentración-, que confiscan la fluencia que llamamos “tiempo” en la que toda vitalidad está inmersa. La pedagogía de la crueldad es, entonces, la que nos habitúa a esa disecación de lo vivo y lo vital, y parece ser el camino inescapable de la modernidad, su último destino.

El paradigma de explotación actual supone una variedad enorme de formas de desprotección y precariedad de la vida, y esta modalidad de explotación depende de un principio de crueldad consistente en la disminución de la empatía de los sujetos. Como he afirmado en otras oportunidades[2], el capital hoy depende de que seamos capaces de acostumbrarnos al espectáculo de la crueldad en un sentido muy preciso: que naturalicemos la expropiación de vida, la predación, es decir, que no tengamos receptores para el acto comunicativo de quien es capturado por el proceso de consumición. Expropiar el aliento vital pasa a ser visto como un mero trámite que no comporta dolor, que no puede comunicarse, un acto maquinal, como cualquier consumición. Es por eso que podemos decir que la estructura de personalidad de tipo psicopático, no vincular, defectiva en lo que respecta a emociones y sentimientos, es la personalidad modal de nuestra época por su funcionalidad a la fase actual extrema del proyecto histórico del capital: la relación entre personas vaciada y transformada en una relación entre funciones, utilidades e intereses.

Es muy difícil encontrar las palabras adecuadas para describir lo que no es nada, la nada marmórea restante del proceso de consumición y obsolescencia en que se ha transformado la vida en los centros de la modernidad. ¿Acaso no percibimos que todas las obras de la más nueva tecnología inician su proceso de degradación apenas erigidas? ¿No es éste, entonces, un ambiente mortuorio, de decadencia acelerada?

Naturalmente, las relaciones de género y el patriarcado juegan un papel relevante como escena prototípica de este tiempo. La masculinidad está más disponible para la crueldad porque la socialización y entrenamiento para la vida del sujeto que deberá cargar el fardo de la masculinidad lo obliga a desarrollar una afinidad significativa -en una escala de tiempo de gran profundidad histórica- entre masculinidad y guerra, entre masculinidad y crueldad, entre masculinidad y distanciamiento, entre masculinidad y baja empatía. Las mujeres somos empujadas al papel de objeto, disponible y desechable, ya que la organización corporativa de la masculinidad conduce a los hombres a la obediencia incondicional hacia sus pares –y también opresores-, y encuentra en aquéllas las víctimas a mano para dar paso a la cadena ejemplarizante de mandos y expropiaciones.

En este sentido, es muy importante no guetificar la cuestión de género. Esto quiere decir, no considerarla nunca fuera del contexto más amplio, no verla exclusivamente como una cuestión de la relación entre hombres y mujeres, sino como el modo en que esas relaciones se producen en el contexto de sus circunstancias históricas. No guetificar la violencia de género también quiere decir que su carácter enigmático se esfuma y la violencia deja de ser un misterio cuando ella se ilumina desde la actualidad del mundo en que vivimos.

El hombre campesino-indígena a lo largo de la historia colonial de nuestro continente, así como el de las masas urbanas de trabajadores precarizados, se ven emasculados como efecto de su subordinación a la regla del blanco, el primero, y del patrón, el segundo -patrón blanco o blanqueado de nuestras costas. Ambos se redimen de esta emasculación, de esta vulneración de su condición social, laboral, incompatible con las exigencias de su género mediante la violencia. Ante el avance de la pedagogía de las cosas, como también podríamos llamarle a la pedagogía de la crueldad, el hombre indígena se transforma en el colonizador dentro de casa, y el hombre de la masa urbana se convierte en el patrón dentro de casa. En otras palabras, el hombre del hogar indígena-campesino se convierte en el representante de la presión colonizadora y despojadora puertas adentro, y el hombre de las masas trabajadoras y de los empleos precarios se convierte en el agente de la presión productivista, competitiva y operadora del descarte puertas adentro.

A esto se le agrega la expansión  de los escenarios de las nuevas formas de la guerra en América latina, con la proliferación del control mafioso de la economía, la política y de amplios sectores de la sociedad. La regla violenta de las pandillas, maras, sicariatos y todos los tipos corporaciones armadas que actúan en una esfera de control de la vida que he caracterizado como para-estatal atraviesa e interviene el ámbito de los vínculos domésticos de género, introduce el orden violento circundante dentro de casa. Es imposible hoy abordar el problema de la violencia de género y la letalidad en aumento de las mujeres como si fuera un tema separado de la situación de intemperie de la vida, con la suspensión de las normativas que dan previsibilidad y amparo a las gentes dentro de una gramática compartida.

Al hablar de la pedagogía de la crueldad no podemos olvidarnos de mencionar a los medios masivos de información, con su lección de rapiña, escarnio y ataque a la dignidad ejercitadas sobre el cuerpo de las mujeres. Existe un vínculo estrecho, una identidad común, entre el sujeto que golpea y mata a una mujer y el lente televisivo. También forma parte de ese daño la victimización de las mujeres a manos de los feminicidas como espectáculo televisivo de fin de tarde o de domingos después de misa. Los medios nos deben una explicación sobre por qué no es posible retirar a la mujer de ese lugar de víctima sacrificial, expuesta a la rapiña en su casa, en la calle y en la sala de televisión de cada hogar, donde cada una de estos feminicidios es reproducido hasta el hartazgo en sus detalles mórbidos por una agenda periodística que se ha vuelto ya indefendible e insostenible.

A partir de lo dicho, ¿cómo entonces concebir y diseñar contra-pedagogías capaces de rescatar una sensibilidad y vincularidad que puedan oponerse a las presiones de la época y, sobre todo, que permitan visualizar caminos alternativos?  Son cuatro los temas que vinculo a la posibilidad de instalar en el mundo esas contra-pedagogías. Me referiré a ellos de forma muy sucinta y aforística, más que nada como una convocatoria para juntar esfuerzos y seguir debatiendo. El texto de las clases podrá dar pistas para entender mejor lo que propongo.

  1. La contra-pedagogía de la crueldad tendrá que ser una contra-pedagogía del poder y, por lo tanto, una contra-pedagogía del patriarcado, porque ella se contrapone a los elementos distintivos del orden patriarcal: mandato de masculinidad, corporativismo masculino, baja empatía, crueldad, insensibilidad, burocratismo, distanciamiento, tecnocracia, formalidad, universalidad, desarraigo, desensitización, limitada vincularidad. El patriarcado, como he afirmado anteriormente[3], es la primera pedagogía de poder y expropiación de valor, tanto en una escala filogenética como ontogenética: es la primera lección de jerarquía, aunque la estructura de esa jerarquía haya ido mutando en la historia[4].
  1. La experiencia histórica de las mujeres podrá sentar el ejemplo de otra forma de pensar y actuar colectivamente. Una politicidad en clave femenina es –no por esencia sino por experiencia histórica acumulada[5]-, en primer lugar una política del arraigo espacial y comunitario; no es utópica sino tópica; pragmática y orientada por las contingencias y no principista en su moralidad; próxima y no burocrática; investida en el proceso más que en el producto; y sobre todo solucionadora de problemas y preservadora de la vida en el cotidiano.
  1. Las mujeres hemos identificado nuestro propio sufrimiento y hablamos de él. Los hombres no han podido hacerlo. Una de las claves del cambio será hablar entre todos de la victimización de los hombres por el mandato de masculinidad y por la nefasta estructura corporativa de la fratria masculina. Existe violencia de género intra-género, y la primera víctima del mandato de masculinidad son los hombres: obligados a curvarse al pacto corporativo y a obedecer sus reglas y jerarquías desde que ingresan a la vida en sociedad. Es la familia la que los prepara para esto. La iniciación a la masculinidad es un tránsito violentísimo. Esa violencia va más tarde reverter al mundo. Muchos hombres hoy se están retirando del pacto corporativo, marcando un camino que va a transformar la sociedad. Lo hacen por sí, en primer lugar. No por nosotras. Y así debe ser.
  1. De una forma esquemática es posible decir que existen dos proyectos históricos en curso en el planeta, orientados por concepciones divergentes de bienestar y felicidad: el proyecto histórico de las cosas y el proyecto histórico de los vínculos, dirigidos a metas de satisfacción distintas, en tensión, y en última instancia incompatibles. El proyecto histórico centrado en las cosas como meta de satisfacción es funcional al capital y produce individuos, que a su vez se transformarán en cosas. El proyecto histórico de los vínculos insta a la reciprocidad, que produce comunidad. Aunque vivamos inevitablemente de forma anfibia, con un pie en cada camino, una contra-pedagogía de la crueldad trabaja la consciencia de que solamente un mundo vincular y comunitario pone límites a la cosificación de la vida.

En Brasília, el  martes 13 de  febrero de 2018

[1] Para una extensión sobre el tema, ver “La pedagogía de la crueldad”, entrevista que di a Verónica Gago  publicada en  Las 12, Página 12, Buenos Aires, 29 de mayo de 2015

[2] “Patriarcado: del borde al centro. Disciplinamiento, territorialidad y crueldad en la fase apocalíptica del capital”en La Guerra contra las mujeres. Madrid: Traficantes de Sueños, 2016

[3] Ver Las estructuras elementales de la violencia Buenos Aires: Prometeo, 2003 y 2013.

[4] Ver La Crítica de la Colonialidad en Ocho Ensayos y una Antropología por Demanda,Buenos Aires: Prometeo, 2015

[5] Ver “Manifesto in Four Themes” in  Critical Times 1/1, 2018 (de próxima aparición)

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/crueldad-pedagogias-y-contra-pedagogias/

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No tenemos más remedio

Por: Elena Simón

La cultura de la violación no apela al deseo sexual masculino irresistible, sino que engarza con las relaciones desiguales de poder entre los sexos. Y ello no está erradicado, ni mucho menos.

Estamos en verano y eso significa sobre todo y en España FIESTA: fiestas locales y patronales, playeras, discotequeras, conmemorativas, conciertos, concentraciones humanas en las calles, etc. Fiestas de cuerpo, de música, de pérdida de mesura y de conciencia, a veces.

Nos acabamos de dar cuenta de que la cultura de la violación como fiesta masculina está instalada con «normalidad» en todas partes y es posible que algunos chicos extranjeros vengan aquí de vacaciones atraídos por estas fiestas veraniegas que, además de ser muy divertidas, son también permisivas respecto a los actos de violación contra las que viven y hacen fiesta aquí, en cualquier pueblo o ciudad, en cualquier calle o plaza.

Estamos en julio y recordamos qué pasó en Sanfermines hace tres años, pero no debemos olvidar que después de tres años de injusticia, por fin tenemos una sentencia que califica de horrendo el acto de violación colectiva intencionada, no de banal, divertido o inconsciente.

Como vivimos desde siempre en una cultura de la violación, donde los hombres se pueden permitir sentir deseo indiscriminado por cualquier cuerpo sexuado de cualquier mujer y ejecutarlo en solitario o en grupo, con o sin testigos presenciales; los hombres, hasta ahora, creían que eso era un simple ataque contra el honor (de las mujeres siempre estuvo en entredicho) y no un atentado contra las personas y su libertad sexual. Como los chicos siguen creciendo y viendo escenas sexuales violentas normalizadas, lo que quieren es repetirlas, pensando que las víctimas de su crimen no sienten ni sufren ni padecen, no sólo asco y dolor físico, sino consecuencias psicológicas y confusión mental, que arrastran durante buena parte de sus vidas, ante la permanente duda de si, en último extremo, consintieron.

El asunto de la violación es cosa de hombres y son ellos los que han de posicionarse claramente en contra, colectivamente y con toda clase de instrumentos a su alcance: manifiestos, libros, artículos, audiovisuales, publicidad, acciones colectivas visibles y hasta simples conversaciones entre amigos, conocidos o familiares.

Es cierto que muchos hoy día no son sujetos activos de violaciones, pero muchos más son sujetos pasivos y cómplices: no se pronuncian, no reaccionan, no hacen ni dicen, miran para otro lado o, incluso, sospechan de la palabra denunciante de las mujeres víctimas.

La verdad es que hay que romper drásticamante una acción patriarcal que tenía patente de corso: en las familias, en el vecindario, en los entornos ciudadanos o familiares y profesionales, en los gimnasios, en las playas.

Que las mujeres hayan adoptado formas de estar, vestirse y presentarse atrevidas y, en otros tiempos llamadas “descaradas”, no quiere decir en absoluto que vayan anunciando jornada de puertas abiertas por doquier. La mayoría de las jóvenes adoptan una estética de desnudez que, al ser tan generalizada, no habla de ninguna actitud sexualmente provocadora, sino de una moda para el verano.

Y otra cosa es que tenemos que conseguir desterrar esa idea masculina y aceptada socialmente de que el sexo “un poquito” forzado tiene más gracia y procura más placer. Las adolescentes y las jóvenes son objeto de deseo masculino, sin discusión, pero también lo son mujeres de otras edades, por el mero hecho de ser mujeres. Y, por ello, los chicos y los niños tienen que aprender que sus iguales, las chicas y las niñas, tienen unos genitales penetrables por los genitales penetradores, que son gobernados por ellas mismas.

La cultura de la violación no apela al deseo sexual masculino irresistible, sino que engarza con las relaciones desiguales de poder entre los sexos. Y ello no está erradicado, ni mucho menos.

Mientras tanto, vamos poniendo parches, inundando nuestras fiestas de puntos violeta y whatsapps de ayuda, poniendo carteles y logos y apelando a la solidaridad ciudadana para parar estos actos criminales, para crear conciencia.

¿Podemos hacer algo más al respecto?

Ir arrinconando, denunciando y condenando la frivolización de las violaciones, aislar a los sujetos, afear esas conductas, contrarrestar la única visión pornográfica que se divulga: mujeres sometidas a todo tipo de penetraciones y vejaciones, fingiendo deseo y placer.

Es verano, hay muchas fiestas, la gente sale y entra, se mueve por lugares sin normas y -yo diría- sin derechos, todo vale.

NO TENEMOS MÁS REMEDIO que empezar a actuar desde la justicia y el buen trato. Los hombres no tienen una condición humana superior que los convierta en impunes.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/07/15/no-tenemos-mas-remedio/

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Voto, educación y aborto: más de 150 años de lucha feminista en Argentina

Redacción: El País

La muestra ‘Emancipadxs’ de la Biblioteca Nacional traza el camino recorrido por las mujeres: de ser consideradas incapaces respecto del hombre a las últimas marchas de Ni Una Menos.

En 1830, Argentina hacía sólo 14 años que era un país independiente cuando desde La aljaba lanzaron las primeras flechas feministas contra una sociedad profundamente patriarcal. Esta primera revista escrita por mujeres en Argentinadefendía el derecho a la educación femenina y la igualdad entre géneros, pero sus autoras la veían tan lejana que sacaron la publicación con el subtítulo: «Nos libraremos de las injusticias de los hombres solamente cuando no existamos entre ellos». En ese momento la mayoría de mujeres estaban confinadas al hogar, como amas de casa o criadas, bajo la potestad masculina. La Biblioteca Nacional Argentina parte de esos pasos iniciales de la lucha feminista para llegar hasta la actualidad en la muestra Emancipadxs, que abre hoy sus puertas al público.

Ejemplar de la revista La aljaba.
Ejemplar de la revista La aljaba. MARCELO HUICI / BIBLIOTECA NACIONAL

Otros títulos de la época que figuran en la exposición, como Álbum de señoritasLa Flor del Aire y Siempre-Viva, también pusieron el énfasis en la educación de las mujeres, lideradas por la escritora, traductora y maestra Juana Manso. En 1885 la argentina Élida Passo se convirtió en la primera mujer de América del Sur en terminar una carrera superior, Farmacia, pero le negaron el acceso a Medicina. Ese muro lo derribó Cecilia Grierson, quien se licenció cuatro años después.

A caballo entre el siglo XIX y XX, en plena efervescencia de las ideas anarquistas y socialistas traídas por los inmigrantes, el diario La voz de la mujer defendía la necesidad de mejoras laborales a la vez que predicaba el amor libre y el placer sexual. «Hastiadas de ser el juguete, el objeto de los placeres de nuestros infames explotadores o viles esposos, hemos decidido levantar nuestra voz en el concierto social y exigir, decimos exigir, nuestra parte de placeres en el banquete de la vida», escribieron las autoras de esta publicación anarquista en 1896.

La Biblioteca Nacional rinde homenaje a las primeras universitarias argentinas, pioneras del movimiento por la conquista de derechos de la mujer. Feministas como la médica Alicia Moreau de Justo redoblaron la exigencia de emancipación civil e iniciaron la campaña para el voto femenino. Su colega Julieta Lantieri «buscó vacíos legales para burlarse de las leyes y fue la primera mujer en votar en Argentina», explica Jorgelina Nuñez, una de las coordinadoras de la muestra. Lantieri ejerció ese derecho cívico en 1911 autorizada por un juez, pero el Gobierno modificó después la ley para impedir que lo repitiese u otras copiasen su ejemplo. El veto se mantuvo hasta 1947, cuando el peronismo aprobó el voto femenino por iniciativa de la primera dama, Eva Duarte de Perón.

«Hay excepciones, pero en general los hombres no acompañaron, no es como ahora. Ante cada avance hubo muchos hombres que escribieron en los medios en contra, en algunos casos con notas muy machistas y ofensivas», dice Evelyn Galiazo, una de las investigadoras de la Biblioteca.

Los diarios y revistas de mayor circulación no salen muy bien parados y menos aún la industria publicitaria. La mujer se incorporó de forma masiva al mundo laboral, en 1987 se aprobó el divorcio, en 1991 la ley de cupos, en 2007 asumió la primera presidenta electa, pero la publicidad quedó rezagada respecto a esos grandes cambios sociales.

«La publicidad reproduce los estereotipos y sorprendentemente los mantiene pase lo que pase. No encontrás hombres en avisos de productos de limpieza hasta hace muy pocos años y el cuerpo femenino se usa aún para vender productos», denuncian las organizadoras de la exposición. En una sala que emula una peluquería pueden verse revistas destinadas a un público femenino con títulos como «Lo que las novias inteligentes nunca hacen», «Tratamientos y cirugías para hacer ya» y «Es feo sentirse gorda todo el tiempo». Hay también anuncios de maquillaje y trucos de belleza.

El tramo final de Emancipadxs está dedicado a luchas emblemáticas lideradas por mujeres y movimientos LGBT+ en las calles de Argentina. Entre ellas destaca la que encabezaron Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en plena dictadura para denunciar la desaparición de sus seres queridos, la que culminó con la aprobación del matrimonio igualitario en 2010 y la ley de identidad de género en 2012, la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito -iniciada hace tres décadas y ahora abanderada por las más jóvenes– y el movimiento Ni Una Menos contra los feminicidios.

En 2019, una mujer argentina es asesinada en promedio cada 31 horas. Miles sufren otras formas de violencia machista como abusos sexuales, humillaciones y acoso. Casi medio centenar muere por abortos realizados en la clandestinidad con métodos inseguros. Las mujeres cobran menos que los hombres en sus trabajos. Ocupan menos cargos directivos. Dedican más horas a tareas no remuneradas de cuidados y en el hogar. Quedan grandes obstáculos por superar, pero empequeñecen al mirar el largo camino recorrido.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/06/06/actualidad/1559826755_889728.html

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Un “cuadernillo” de feminismo para adultos

Redacción: El País

‘Juegos Reunidos Feministas’ es un libro de actividades tan pedagógicas como macarras para aprender y desaprender sobre el patriarcado y la igualdad

«Aviso. Vamos a emplear el femenino genérico mucho, así que acostúmbrate si eres un tío. Si eres de la RAE, tómate un tranquimazín y llama a la línea de la esperanza que habilitaremos en breve para ti. Queremos ayudarte: se puede salir del infierno en que te encuentras». Así, dentro de un recuadro azul sobre el anaranjado de una melena afro, comienza Juegos Reunidos Feministas (Planeta, 2019), un libro que su autora llama «cuadernillo». En parte lo es, cumple con la función pedagógica asociada a esos libritos de actividades que inundan los veranos de los escolares desde hace más de medio siglo, pero a lo macarra.

Una de las ilustraciones del interior del libro.
Una de las ilustraciones del interior del libro. ANA GALVAÑ
Dice la autora que es una propuesta sencilla con contenido complejo contra «esa masa que cree que el feminismo es lo que no es y además cree que sabe mucho sobre eso». Escalona sintetiza la definición, aunque sabe que es «reduccionista»: «El feminismo es el movimiento que defiende la igualdad social, política y económica entre mujeres y hombres». Y punto, no hay más. O al menos no debería haberlo.

«Incomprensiblemente», todavía hay quienes argumentan que el objetivo de las feministas es colocarse «por encima de los hombres», o repiten aquello de «ni machista ni feminista». «Y no, obviamente no es eso. Tampoco es que peleando por ser iguales caigamos en la misma mierda en la que están ellos metidos», apunta la editora, convencida de que, a quien no le gusta la palabra es porque la asocia a señoras quemando sujetadores hace unas cuantas décadas. «El feminismo es diverso y poliédrico y con líneas de pensamiento que engloban muchas filosofías».

Una de las páginas de 'Juegos Reunidos Feministas'.
Una de las páginas de ‘Juegos Reunidos Feministas’.
Si fuese por ella, haría un envío del libro a ciertos señores: «Con un afán social y de progreso». Ella no habla de coches porque no sabe, y opina que quien no tiene ni idea sobre feminismo debería hacer lo mismo «y no repetir como un eco argumentos estúpidos que han leído en redes sociales o han escuchado por ahí». «Que revisen sus creencias, que es algo muy feminista», explica.

A lo largo de los últimos años el movimiento ha experimentado un crecimiento exponencial que no solo ha arrastrado a mujeres y hombres, sino que ha conseguido que muchas y muchos de ellos reflexionaran sobre sus propios comportamientos: «Todas estamos criadas en el patriarcado, tenemos actitudes machistas, como también racistas, homófobas… Cuestionarse a una misma desde el feminismo también implica esas otras revisiones».

Como también cuenta en el libro, los derechos no son un pastel en el que si tú coges los demás tienen menos: «Es todo lo contrario. Se refuerzan unos y otros». En ese refuerzo, el feminismo es parte imprescindible, «y un aprendizaje, un camino constante de deteccion de prejuicios, actitudes y maneras de comportarse que pueden estar infiltradas en tu día a día». El libro de Escalona y Galvañ sirve para barrer algunas.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/02/21/mujeres/1550746986_860101.html

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Las mujeres y el cooperativismo en sociedades patriarcales

Por:  Ana María Ramírez Zarza

“¿Liberación femenina? Ello es también asunto de la liberación del hombre, no es posible uno sin el otro, pues el origen del vasallaje, de la cultura patriarcal, de ambos, mujer y varón, es el mismo, el capitalismo” (José Yorg)

Con motivo de la reciente conmemoración del Día Internacional de la mujer, consideré pertinente exponer algunas líneas, pensadas desde mi condición de mujer, trabajadora-educadora, profesional y cooperativista, son reflexiones que no escapa al clamor de las mujeres que viven en medio de la economía capitalista, en sociedades patriarcales, y que enfrentamos dilemas y desafíos en torno a necesidades de ser respetadas.

¿Por qué se conmemora el Día Internacional de la Mujer? El 8 de marzo de 1909, murieron en un incendio 129 mujeres cuando se declararon en huelga en una fábrica de Nueva York, así que lejos de un día festivo desde TECNICOOP conmemoramos esa lucha por la igualdad de género, hoy bajo un contexto neoliberal adverso.”

Las cooperativas también se desenvuelven en sociedades patriarcales, capitalistas, cuyos subvalores son el egoísmo, la mezquindad y la supremacía del más fuerte, de la cultura a lo mbaretépe* y, por tanto, el cooperativismo lucha con sus valores y principios para evidenciar que es posible superar esas atrocidades.

Pensar en terminar con la violencia hacia las mujeres requiere de otras condiciones de vida, otra visión sobre la especie humana, otra organización socio-económica. El cooperativismo puede ayudar a conquistar esa otra organización humana puesto que pone en movimiento una estructura empresarial basada en el esfuerzo propio y la ayuda mutua, liquida la plusvalía con su mecanismo de repartición proporcional de beneficios y revocación de mandatos en cualquier tiempo.

Nuestro homenaje

Me gustaría, con las disculpas de las compañeras de otras latitudes, hablar sobre mujeres destacadas del cooperativismo argentino, y que en verdad son muchas, pero debo resumir esa mención en dos mujeres para dar nuestro homenaje, en la Dra. María Argentina Gómez Uría y la Prof. Lina Frederich de Acuña.

María Argentina Gómez Uría por su trayectoria y pionera de la enseñanza de la cooperación en las aulas de las instituciones educativas a nivel nacional, referente latinoamericana y Lina Frederich por ser la impulsora del cooperativismo escolar en Formosa, alma mater de José Yorg, además de ser la impulsora de la fiesta nacional del pomelo en Laguna Blanca como motor del desarrollo agrícola y la educación.

Y, claro que sí, la liberación feminista es también un asunto del hombre.

*Mbaretépe (en guaraní): Hombre que actúa por la fuerza, poderosa y soberbiamente.

*Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253509

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Karmele Marchante: «Viajé a Nigeria para ver a las niñas, vendidas a los 10 años»

Redacción: Última Hora

La periodista y feminista Karmele Marchante (Tortosa, 1946), muy conocida por su presencia en programas de prensa rosa, presentará este viernes a las 20.00 horas en La Biblioteca de Babel Puta no se nace, un libro en que denuncia la explotación sexual de mujeres y niñas en España.

En Puta no se nace sigue el rastro de las prostitutas de origen africano que ejercen en Europa.
— Al hacer este libro me planteé hacer la ruta de la trata. Prostitución y trata están ligadas porque existen putómanos, que no puteros, y que compran los cuerpos de las mujeres. La trata europea viene fundamentalmente de Nigeria. Y viajé a Nigeria para ver a estas chicas que a los 10 años son vendidas por sus familias, con la intermediación de la iglesia pentacostal, para acabar en manos las mafias, en la industria del sexo.

Estas chicas saldrán de entornos de pobreza…
— Siempre salen de entornos de pobreza, de países pobres o campos de refugiados, que también visité. Pero Nigeria, que es el núcleo de la trata, tiene una explosión demográfica impresionante, con un 75 por ciento de analfabetismo y con familias polígamas que pueden tener 30 o 40 criaturas. No les pueden alimentar y luego venden a las chicas.

¿Cómo llegan a Europa?
— Por dos rutas, una que va por Argelia y otra por Marruecos. Desembarcan en lo que yo llamo el sarcófago mediterráneo y son dirigidas a España o a Italia, desde donde se las distribuye por Europa. En la travesía por la África subsahariana sufren violaciones, palizas… Recuerdo el caso de una niña a la que la mafia había apartado porque se rebelaba constantemente y que a los 11 años consiguió escapar. Cuando la cogieron le pusieron una cuchara ardiente en el ano y la vagina. Me enseñó las cicatrices. Jamás lo podré olvidar.

De vez en cuando vemos que la policía desmantela esas organizaciones.
— Muy de vez en cuando. Aquí la prostitución es alegal y la trata delictiva. Entonces, si la policía no tiene una constancia fehaciente no puede entrar. Y España, quiero decirlo, es el primer paraíso sexual del mundo, por delante de Tailandia y Puerto Rico.

En las zonas turísticas de Mallorca es corriente ver a prostitutas de origen africano ejerciendo.
— Ejerciendo no, obligadas a trabajar por la mafia de la industria del sexo. Les hacen el vudú, una ceremonia que les subyuga mentalmente, y si no cumplen amenazan a sus familias y les reclaman la deuda. Son vendidas por 50.000 o 60.000 euros.

Antes ha distinguido entre ‘putero’ y ‘putómano’.
— No, no he distinguido. A los puteros les llamo putómanos.

¿Cuál es el perfil del ‘putómano’?
— Cualquiera. Puedes ser tu, el señor que está allí… De cada diez varones españoles cuatro son putómanos.

Pablo Casado ha dicho que es partidario de retrasar la expulsión de mujeres inmigrantes si dan a su hijo en adopción. Después lo ha matizado.
— Para empezar, todo lo que dice Casado es una locura. Segundo, es un fascista nazi porque esto se hacía con las mujeres judías en los campos de concentración. Les cogían sus bebés y los daban en adopción. También se hacía con las presas políticas argentinas durante la dictadura, para darlos a familias fachas. Es traficar con las criaturas. Alguien que dice esto debería estar en la cárcel por nazi.

Vox crece con un discurso…
— Vox es lo mismo que el PP, no hago diferencias. Lo que acabo de decir del PP es para Vox. Si dicen esto, deberían estar en la cárcel.

Usted se mostró partidaria del referéndum catalán. ¿Qué le parece que ahora los presos digan que no declararon la independencia y la justicia española defienda que sí?
— Hemos llegado aquí porque no ha habido diálogo. Se declaró la independencia por un minuto, y luego Puigdemont no convocó elecciones, cosa que fue un error. Son personas presas políticas, nada más. Lo que dicen ahora creo que es una estrategia de juicio. De todas maneras, La Haya declarará nulo el juicio dentro de unos años.

¿La volveremos a ver colaborando en algún programa del corazón?
— No, jamás, he tenido una época para esto pero también una trayectoria muy ilustrativa en la que he hecho de todo. He vuelto a lo que es lo mío, prensa escrita y periodista.

Fuente: https://www.ultimahora.es/noticias/local/2019/03/15/1065065/karmele-marchante-viaje-nigeria-para-ver-ninas-vendidas-anos.html

 

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Y después del 8M ¿Qué?

Por: Jaume Carbonell

La larga y meritoria lucha por la liberación de la mujer y la abolición del patriarcado tiene lugar en varios espacios: también en la educación desde la primera infancia.

Todas las previsiones apuntan a que dentro de un par de días las calles se llenarán con el grito de mujeres de todas las edades -también de hombres- en una jornada donde, a buen seguro, la fiesta se mezclará con la indignación para denunciar todo tipo de discriminaciones, así como el machismo tóxico que pervive y que puede recrudecerse si se imponen las políticas ultraconservadoras de viejos y nuevos actores políticos. Esta nueva oleada feminista, vista como una nueva revolución social, celebra conquistas, señala reivindicaciones pendientes, condena todo tipo de agresiones y acosos, y rechaza las amenazas involucionistas. Y se ponen de relieve las desigualdades y estereotipos en el mundo laboral y de la empresa, en la ciencia y el deporte, en la política y la justicia, en el hogar y en el cuidado de las personas. El tema adquiere una creciente relevancia en los medios de comunicación y en los distintos entornos laborales y sociales.

Pero, ¿cuál es el impacto en los centros educativos? El año pasado, por estas mismas fechas, visité un instituto donde las paredes estaban plagadas de murales en torno al trabajo al 8-M y los derechos de las mujeres. También presencié una conferencia debate en otro centro sobre la misma problemática, donde una buena parte de las voces masculinas no invitaban precisamente al optimismo. En estos y en otros casos menudean las intervenciones puntuales sin ningún recorrido posterior. El reto consiste en articular una intervención permanente en relación a la educación no sexista que impregne los contenidos de todas las áreas curriculares, las relaciones que se establecen entre chicas y chicos tanto en el aula como en el patio, las actitudes y valores que se trabajan, el lenguaje que se utiliza y la calidad de los vínculos afectivos que se establecen.

La LOGSE, una de las leyes educativas más emblemáticas de la democracia, contemplaba los llamados ejes o temas transversales entre los cuales se incluían la coeducación y la educación afectivo-sexual. Una apuesta que esperaba superar el tratamiento parcial de una asignatura para darle una perspectiva interdisciplinar y global, en la medida que atañe al sentido de la educación en su conjunto. No hubo tiempo de evaluar el éxito de este planteamiento porque, justo cuando empezaban a consolidarse programas, con materiales y actividades de gran interés, llegó otra ley educativa y frustró el intento. Pero quedaron semillas que de modo lento y discontinuo han ido fructificando en algunos lugares.

Se ha repetido hasta la saciedad: los estereotipos machistas se construyen desde la primera infancia y, por tanto, hay que tratar de liberarlos mediante una sostenida intervención coeducadora y de educación afectivo-sexual a lo largo de la escolaridad. Una tarea que compromete a todo el profesorado. Las iniciativas parciales que funcionan en algunos centros son muy diversas: comisiones de género con la participación de los diversos agentes de la comunidad educativa; diversificación de los usos del patio que suele estar ocupado por la práctica del fútbol por parte de los chicos; creación de equipos deportivos mixtos con nuevos códigos de comportamiento; utilización conjunta de juguetes y juegos estereotipados sexualmente; realización de tareas compartidas de cocina, limpieza y mantenimiento tanto en la escuela como en las colonias y campamentos; organización de debates y conversaciones donde afloren emociones y sentimientos reprimidos, el respeto y otros valores genuinos de una conversación democrática e igualitaria; clubes de lectura y cine donde se muestren referentes de la lucha por la dignificación de la mujer y otros ejemplos masculinos; exposición de testimonios que enseñen los distintos rostros de la discriminación y las luchas por la liberación de la mujer. En algunos lugares ya existen programas que incorporan estas y otras iniciativas, pero convienen que se extiendan y generalicen, tanto en los centros educativos como en la familia y los medios de comunicación. Porque no conviene olvidar que la educación es más, mucho más que escuela.

La lucha por la igualdad de la mujer es más que un derecho: es la condición necesaria para la dignificación de sus vidas y para la consecución de la plena justicia y libertad. Es una nueva mirada sobre la vida compartida que también beneficia a los hombres. Mucho habrá que andar para lograr la paridad y la violencia cero en el camino por la abolición del patriarcado. De ahí la importancia de que el 8-M, esta jornada histórica, se prolongue a lo largo del año.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/03/06/y-despues-del-8m-que/

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