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La violencia sexual en India es igual que antes de la violación de 2012 que agitó el país

India/30 junio 2016/Autor: Laura Olías/Fuente: El Diario

La india Vandinika Shukla, de 22 años, fue una de los 16 «jóvenes líderes» que asistieron a los Días Europeos de Desarrollo 2016 por sus proyectos para reducir la pobreza y desigualdad.

«El problema más importante en India es una cultura del patriarcado muy fuerte, especialmente en los ambientes rurales, que afecta a todos los aspectos de la vida».

Dos experiencias condujeron a Vandinika Shukla (22 años) desde Delhi hasta una sala repleta de asistentes en los Días Europeos de Desarrollo de este año en Bruselas. «Cuando iba a la universidad, estuve dos semanas en una aldea remota de bajos recursos. Me ayudó a comprender realmente la desigualdad. A entender cómo es preocuparse por si tendrás comida al final del día». La segunda fue participar en la primera cumbre Women 20 (W20), cobijada por el G20, con el objetivo de luchar por los derechos de las mujeres. Ese encuentro le dejó una forma distinta de mirar: cada vez que diseña sus proyectos sobre educación y desarrollo se detiene a pensar «cómo afectarán a las mujeres y niñas».

Vandinika ha sido una de las 16 «jóvenes líderes» que la Comisión Europea seleccionó para el debate sobre desarrollo de los EDD2016, celebrados en la capital belga la semana pasada. Más de 300 solicitantes se presentaron para ser la voz de su generación en este encuentro que abordó la estrategia europea contra la pobreza y la desigualdad. Un proyecto para hacer más inclusivas las escuelas en India y su inquietud le valieron a la joven india el billete hasta Bruselas.

 «Lo que hacemos es empoderar a los niños para que sean ellos los que luchen y pidan que sus escuelas sean más inclusivas. Ellos elaboran proyectos para que sus propios centros, para ayudar al gobierno en esta meta», cuenta en una conversación con eldiario.es, tras participar en paneles con representantes de las instituciones europeas. Vandinika explica que en India la educación pública está garantizada por ley, pero la calidad y la igualdad de oportunidades para acceder a los centros de nivel son una asignatura pendiente. La joven ha llevado su proyecto a más de «20 colegios, con unos 300 niños», con los que emplea la misma receta que le abrió a ella los ojos: la experiencia.

La joven divide a los niños por colores, unos de rosa y otros de azul. «Les decimos que los del color rosa pueden sentarse en sillas; los de color azul deben permanecer de pie. En la comida, los de rosa tienen más comida y los de azul, menos. Después de un rato, los niños te preguntan. ‘¿Por qué estás haciendo eso? ¿Hemos hecho algo mal?’ Nosotros les decimos que no, que simplemente los de color rosa tienen más comida y ya está. Que es así», cuenta.

Así transmite el sinsentido que mina el futuro a cientos de miles de personas en el país asiático, habitado por 1.311 millones de habitantes en 2015. «Cuando les preguntamos al final cómo se han sentido, todos describen el sentimiento de ser discriminado, no tener acceso a algo muy básico sin ningún motivo». Con el impulso de la experiencia propia, los alumnos elaboran estrategias para «que sus escuelas sean inclusivas con los niños más desfavorecidos».

Vandinika cree que la escuela abre un ventanal de posibilidades a los niños, les enseña a qué pueden aspirar en un futuro. En su caso fue así. «En mi colegio nos decían que podíamos hacer todo, cualquier cosa. Era muy abierto en muchos sentidos, la igualdad de género era un principio, por ejemplo».

Salvo con la excepción de algunas personas más conservadoras, «sobre todo con determinados lazos religiosos», Vandinika nunca se sintió amenazada ni especialmente criticada por sus compañeros por reivindicar la igualdad de derechos de las mujeres. Lo dice viviendo en una sociedad «profundamente patriarcal, con una desigualdad mantenida como norma social durante mucho tiempo», en la que es consciente de que ser mujer, por desgracia, un peligro. Un riesgo real y diario.

Cuatro violaciones a la hora

La violencia sexual es un ejemplo de ello. Según las cifras oficiales del Gobierno indio, 36.735 mujeres fueron violadas en 2014. Cuatro cada hora. Las cifras son muy inferiores a la magnitud del problema, según las organizaciones de mujeres. Las víctimas no siempre denuncian los hechos y, además, India no considera violación las agresiones sexuales dentro del matrimonio.

Vandinika recuerda la agresión sexual colectiva a una chica en un autobús en diciembre de 2012. La brutalidad del ataque y asesinato –la chica murió tras varios días en coma–, conmocionó al país. «Hubo muchísimas protestas, la juventud fue más consciente del problema, también la policía». El gobierno endureció las penas para violadores reincidentes y ciertas normas, pero no todas: la violación conyugal sigue sin estar penada, por ejemplo.

«Lo sorprendente es que cada día hay un caso nuevo de abuso sexual. No sé si es porque antes no se denunciaba y ahora sí, o si está aumentando las agresiones sexuales a mujeres, no lo sé. Pero lo cierto es que el problema todavía existe y con la misma magnitud que en 2012», apunta la joven de su propia experiencia. Los datos oficiales sí registran un aumento de las denuncias: eran 18.233 en 2009; 24.923, en 2013; 36.735, en 2014.

La idea general de violación es la de una chica sola, en la calle, en la oscuridad. Cuando ves a una niña de 3 años abusada, ¿es que acaso andaba sola por la calle?

Ese peligro marca la rutina de las chicas. «Hay aplicaciones del móvil para dar a un botón cuando te sientas en peligro y que pueden indicar en qué lugar te encuentras», explica Vandinika. La joven, que trabaja con ONU Mujeres, destaca que a menudo se difunde una idea de agresión sexual que no es la más frecuente. «La de una chica sola, en la calle, en la oscuridad. Cuando ves a una niña de tres años abusada, ¿es que acaso andaba sola por la calle?», critica.

El foco a menudo señala al comportamiento de la víctima y no al agresor. Las estadísticas oficiales sí aportan un dato sobre ellos: el 86% de las agresiones registradas en 2014 fueron ejecutadas por hombres cercanos a la mujer (familiares, vecinos, compañeros de trabajo y amigos).

Vandinika cree que las nuevas generaciones deben invertir estas estadísticas. En su opinión, gran parte depende de la educación y de la movilización social. «Si no se lucha desde dentro de la sociedad, para combatir esas normas sociales, estamos en riesgo de quedarnos atrasados en el desarrollo», advierte. Ella se aplica la lección y, dentro sus posibilidades, trabaja para cambiar las cosas. «En 2014, durante las elecciones generales en India, creamos una campaña en las redes sociales para ver qué políticas sobre mujeres tenían los partidos y también si después cumplían con sus promesas. Qué decían y que hacían luego».

«Conseguimos hasta 400.000 personas interactuando con nosotras cada semana, desde diferentes lugares del país, involucradas en política. Eso puede ayudar a las personas a pedir responsabilidad a sus líderes y, además, presiona a los políticos porque sienten que están siendo observados», añade.

Vandinika pide a Europa que mire a India «más allá de los tópicos de la pobreza, las diferentes religiones, los colores… India es todo eso, pero también mucho más. Hay mucha gente joven muy cualificada». Ellos son los que pueden impulsar el desarrollo desde dentro, dice. «La India de la semana pasada no es la India que tendremos mañana», entona como si pronunciara un proverbio.

Fuente noticia: http://www.eldiario.es/desalambre/violencia-sexual-mujeres-violacion-India_0_530198019.html

Fuente imagen: http://www.lapatilla.com/site/wp-content/uploads/2013/12/india.jpg

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El Quinto Patio

Once años no es nada

Por Carolina Vazquez Araya

No estamos entendiendo. Los embarazos en niñas son producto de violación.

Sin duda mi columna ya les parece disco rayado, pero si no menciono en este espacio a Mariela Vásquez Díaz, su existencia pasará inadvertida porque una niña embarazada no es noticia hasta cuando muere. Mariela era una adolescente de 15 años. “No lloren por mí, tomé la decisión porque estaba embarazada” reza la escueta nota con la cual explica su decisión de suicidarse. El mismo procedimiento de colgarse de una soga fue utilizado por Diana Marisol Carrillo López, de 18 años y con siete meses de gestación, quien decidió poner fin a su vida en mayo del año pasado.

Así como Mariela y Diana, miles de menores son abusadas sexualmente por hombres de su entorno cercano, algunas desde sus primeros años de vida. Lo excepcional en estos casos es haber tomado la decisión de acabar con su vida. A muchas otras víctimas de violación la vida se les acaba más lentamente y de distinto modo: convirtiéndose en adultas sin haber disfrutado su niñez, cargando con un hijo cuando ni siquiera tienen conciencia de su propia infancia, enfrentando un futuro cortado de tajo por un adulto abusador cuyos crímenes quedarán impunes al ser tolerados por una sociedad patriarcal que mira hacia otro lado.

¿Recuerdan a la niña de 11 años rescatada por la Procuraduría General de la Nación hace pocos días, presuntamente embarazada por su padrastro? ¿Y otra de 13 años, originaria de Quiché, ingresada al hospital Roosevelt con 28 semanas de gestación? Son solo ejemplos de un problema de enormes dimensiones poco advertido por la ciudadanía. De acuerdo con el Observatorio de Salud Reproductiva, Osar, Guatemala registró aproximadamente 58 mil embarazos en niñas y adolescentes durante los primeros siete meses de 2015 y 71 mil en 2014. Por si fuera poco, de las 680 denuncias registradas en 2014 por abuso sexual contra menores, apenas se resolvieron 40 con condenas. Esos números tan marcadamente desiguales constituyen ya de por sí la evidencia de impunidad en uno de los delitos más recurrentes y perturbadores de esta sociedad. Se supone que el sub registro en este tema alcanza dimensiones dantescas, dadas las cifras de embarazos que los superan largamente.

Pero algo sucede que el Estado se abstiene de tomar acciones correctivas para reducir o eliminar esta pandemia de abusos contra la niñez guatemalteca. Si es presión de las instituciones eclesiásticas o simple desidia de las autoridades, no está tan claro, más parece una poderosa combinación de ambas con un componente adicional: el desprecio por esta importante mitad de la población conformada por niñas, adolescentes y mujeres adultas.

Al no tener voz ni voto en las decisiones concernientes a su vida, su salud, su acceso a la educación, se encuentran en una tremenda desigualdad de condiciones en un sistema que las ha marginado históricamente y continúa haciéndolo por obra y gracia de una casta política corrupta y clientelista.

El sistema –con su paredón de influencias capaz de bloquear cualquier iniciativa paritaria- provoca un daño irreversible a estas generaciones de nuevas ciudadanas cuyo destino está sujeto a la desvalorización de su sexo, el desprecio por su esencia femenina, la discriminación profunda desde las bases de la cultura en la cual nacieron. Los intentos por desarrollar campañas de educación destinadas a erradicar la ignorancia sobre salud sexual y reproductiva se estrellan una y otra vez contra un machismo pasado de siglo. Es hora de entender que no es un asunto de moral sino de justicia y supervivencia. Y que de políticas correctas de un Estado laico depende la vida de miles de seres humanos.

elquintopatio@gmail.com

Artículo enviado por su autora a la redacción de OVE

Imagen tomada de: http://www.embarazo-precoz.com/wp-content/uploads/2014/07/embarazo-precoz1.jpg

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Pasiones españolas: construcciones del amor romántico heterosexual

De la copla al pop estatal

Por Coral Herrera Gómez

Otras canciones románticas son posibles

La mayor parte de nuestras canciones siguen exaltando la violencia pasional, las guerras románticas, la necesidad de venganza cuando nos rompen el corazón, la sumisión erótica de la mujer, el asesinato de mujeres, y el sufrimiento femenino como muestra de amor verdadero. Pero muchas de nosotras estamos hartas de dramas alemanes, tragedias griegas, culebrones latinos, y sufrires eternos, y reivindicamos nuestro derecho a disfrutar del amor. Queremos otras canciones, otros romanticismos, otros finales felices, otras formas de querernos.

Existen muchas canciones que rompen con la tradición romántica del amor como una prisión o una enajenación mental que te limita y te ata al ser amado. Canciones maravillosas como la de Silvio Rodríguez: “Yo te quiero libre, libre de verdad, libre como el sueño de la libertad… “.

Necesitamos poner de moda canciones e historias de amor que rompan con la ideología hegemónica que atraviesa nuestra cultura amorosa: poesía que rompa con la propiedad privada y la exclusividad en la pareja, con las jerarquías, el sadomasoquismo romántico y las luchas de poder. Tenemos que reivindicar una música que no perpetúe los estereotipos y los roles de género, y que reivindique la diversidad sexual y amorosa de nuestra realidad cotidiana. Necesitamos canciones que canten más al amor y menos al desamor, y que sean capaces de ampliar nuestro concepto de “amor” mucho más allá de la pareja monógama en edad reproductiva.

La música es un motor de transformación, igual que el amor. Con música podremos visibilizar y crear otros modelos de relación, otras tramas, otras historias, otros protagonistas que en lugar de emplear la violencia para resolver sus conflictos, tengan herramientas para quererse bien, para respetarse, para cuidarse mutuamente, y para separarse con cariño.

Es fundamental que revolucionemos nuestro arte, nuestra música, nuestros relatos y nuestras representaciones a la vez que transformamos el mundo de los afectos, la sexualidad y el erotismo, las emociones y los sentimientos. Tenemos, también, que reivindicar nuestro derecho al amor y trabajar para que todo el mundo pueda unirse independientemente de su género, su orientación sexual, su clase social, su profesión, su edad, o su ideología.

Tenemos que cantarle al amor colectivo, a la ternura social entre los barrios y los pueblos, a otras formas de quererse alejadas de la ideología patriarcal y capitalista que nos hace sufrir tanto. Tenemos que dar espacio a los músicos y músicas, a la gente que compone y que canta otras historias de amor que nos muestren la riqueza del mundo en el que vivimos: hay muchas formas de juntarse y organizarse, y no tenemos por qué seguir cantando eternamente la misma canción.

Fuente: http://haikita.blogspot.com/

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El impacto de los casos

Algunas revelaciones provocan mayor indignación por ser más mediáticas.

Por Carolina Vásquez Araya

Los jueves de Cicig y MP se han convertido en un punto de convergencia de la atención ciudadana. La sucesión indetenible de escándalos revelados con lujo de detalles por la Fiscal General y el Comisionado de la Cicig, junto con el ministro de Gobernación, en algunos casos, y los fiscales encargados del trabajo de base, constituyen una novedad en este país de los ocultamientos.

La transparencia con la cual han procedido las instancias encargadas de las investigaciones y el armado de los expedientes dista mucho de las manipulaciones usuales cuando los involucrados son individuos de gran poder político o económico, como en estos casos. Quizá ese ha sido uno de los factores que ha motivado a la población a volver a la plaza.

Sin embargo, duele constatar que algunas denuncias incluso más graves en incidencia y alcance pasen casi inadvertidas para la ciudadanía. Entre ellas, la de la trata de personas que afecta a miles de niñas, niños, adolescentes, hombres y mujeres, cuyo destino incierto a veces se decanta por la prostitución forzada, el tráfico de órganos, la esclavitud o la muerte.

Pero si devanamos los hilos llegaremos a la conclusión de que todo está conectado de un modo u otro. Veremos que los actos de corrupción no han sido solo el saqueo de los recursos del Estado por medio de argucias administrativas o descarados robos de caja, sino también una estrategia perversa de asesinato masivo de la institucionalidad en todos sus niveles. Amarrar las cosas de tal modo que la cooptación del Estado echara sus raíces para siempre en un sistema garante de la impunidad para sus amplias organizaciones criminales.

Los objetivos resultan cada vez más claros si nos remitimos a los inicios de la campaña que llevó al poder a esta clica criminal, aunque es indispensable incluir en la fórmula a toda la casta política y a sus jefes directos: los financistas. Esa mirada en perspectiva permite captar en toda su dimensión la profunda podredumbre mental y espiritual de quienes han gobernado al país con el único fin de servirse de ese privilegio para sus beneficios personales y de grupo.

La trata de personas, uno de los crímenes de lesa humanidad más repugnantes que conciba la mente humana, ha pasado por debajo del agua gracias al poder de sus redes. La inmensa estructura construida gracias al increíble capital amasado en esta actividad y al tráfico de influencias en sectores de decisión, tiene un alcance operativo que trasciende al de otras actividades delictivas –aunque asociadas- como el narcotráfico.

Por qué el informe divulgado por la Cicig, junto con el Ministerio Público y Unicef sobre el negocio de la trata no convocó a una plaza, resulta incomprensible. Cuando nos adentramos en la descripción de las experiencias de una sola de las víctimas de este negocio maldito cuesta comprender cómo es posible tanto silencio. Cómo las víctimas escogidas por esas redes aparezcan a diario en las alertas y no haya reacción masiva de la sociedad: niñas y niños que deberían estar seguros en sus hogares, asistir a la escuela y vivir felices y protegidos, perdidos muchas veces de manera definitiva en manos de explotadores, ellos sí acunados por el sistema.

¿Alguien lo recuerda? 33 personas captadas diariamente, 64 por ciento de ellas niñas y mujeres ofrecidas “por categoría” y obligadas a atender unos 30 servicios sexuales por día. Y esos son los casos denunciados o captados por quienes se han tomado la molestia de investigar. Hay, sin duda, muchos más perdidos en esta vorágine interminable de escándalos. ¿Qué haremos por ellos?

elquintopatio@gmail.com

@carvasar

Blog de la autora: https://carolinavasquezaraya.com

Imagen de uso libre tomada de: https://farm9.staticflickr.com/8357/8320783267_d09d8f558c_o_d.jpg

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Los amores swinger

Por Coral Herrera Gómez

 Debido a la doble moral de la cultura patriarcal, tradicionalmente los hombres han podido tener relaciones sexuales al margen del matrimonio frecuentando prostíbulos, burdeles, mancebías, casas de citas, puticlubs, etc. en los cuales podían satisfacer sus fantasías sexuales con una o más mujeres a cambio de dinero. Nunca ha existido un lugar semejante para las mujeres, a excepción de las cortes faraónicas o reales en las que las reinas y las mujeres de la nobleza tenían sus harenes masculinos más o menos encubiertos.

Sin embargo, en la posmodernidad existen espacios para el placer compartido en los que las mujeres pueden desarrollar prácticas sexuales alejadas de la norma y de la moral sexual tradicional. Estos lugares de encuentro (chalés, casas particulares, hoteles, discotecas o bares) son utilizados por mujeres que llevan a cabo sus fantasías sexuales, a solas o con sus compañeros, en un ambiente liberal.

En las ciudades occidentales proliferan este tipo de espacios normalmente enfocados a los intercambios de pareja, en los que su máxima ley es el consentimiento mutuo y la libertad de elegir el número de personas o el tipo de prácticas sexuales que se  prefieren. En ellos se cuida al máximo la higiene y la seguridad (por un lado, la sexual –se fomenta el uso de preservativos- y por otro la seguridad de las personas ante situaciones conflictivas).

Su norma básica es el respeto: “No” significa siempre “no”, y no suele ir seguido de un “¿Por qué?”, de modo que las relaciones entre las personas que se encuentran allí no se tensen ni se produzcan malentendidos. Dado que nuestra cultura amorosa está basada en la posesividad y la exclusividad sexual de la pareja, las personas que acuden a este tipo de locales, fiestas, festivales o encuentros cuidan al máximo sus comportamientos y modos de relacionarse,porque son conscientes de que es un mundo alternativo a la sexualidad hegemónica en el que pueden surgir emociones intensas (celos, miedo, inseguridades, y emociones contradictorias como excitarse por ver a su pareja disfrutar con otra persona y a la vez sentir celos). Por ello la cortesía, la educación y la elegancia en el trato son básicos.

Existen, además, las figuras de los mediadores, que vigilan la armonía del entorno y guían a las parejas en el funcionamiento del local. Una pareja puede elegir el grado de implicación y participación en los intercambios sexuales según sus apetencias. En España estos sitios proporcionan una pulsera de colores que marca ese grado de implicación: desde parejas que solo quieren mirar o que los demás les miren mientras practican sexo, hasta la forma de empezar por primera vez un intercambio con una pareja. Los mediadores pueden presentar a parejas que se gusten y no se atrevan a saludarse por miedo al rechazo, asesoran a las parejas para su actitud no presione a otras personas, y resuelven cualquier duda o conflicto que pudiera presentarse.

Existe una especie de manual de etiqueta para este tipo de contactos, aunque es un código no escrito y está normalizado más que nada por el uso y por la cortesía elemental.

  1. Amabilidad. Aunque no te interesara llevar a cabo algún encuentro sexual con otra pareja o persona, respeta sus sentimientos, sus deseos y sus gustos, aunque no coincidan con los tuyos.
  2. Contesta los mensajes. No dejes de contestar los mensajes que te envíen, aun cuando sea para decir simplemente «No, gracias»; de esa manera evitas que alguien pierda el tiempo esperando inútilmente.
  3. Prepárate. Si deciden con tu pareja concretar un encuentro con alguien, toma las previsiones del caso. No olvides JAMAS llevar encima la correspondiente cajita de preservativos.
  4. Toma en cuenta los sentimientos de los demás. Observa si tu pareja y la otras personas actúan de un modo relajado o tenso, e intenta, si algo anda mal, disipar el mal momento con un gesto afectuoso o de confianza.
  5. No seas insistente. Si alguien te dice NO, no es válido preguntar POR QUÉ, porque después de todo, el ser swinger significa también la libertadde decisión y de elección para todos. Aquí en todos los caso NO significa NO.
  6. Sólo acepta lo que sea divertido para tod@s. Recuerda, ésa es la idea, divertirse y pasar un rato agradable.

Lo curioso del fenómeno es que el perfil de este colectivo de personas es de clase media-alta y profesiones liberales: jueces, profesoras, ejecutivos, empresarias, académicos, funcionarias, médicos, etc. En las páginas webs de los locales de encuentros de parejas existen guías y recomendaciones para las personas que quieran abrir su intimidad sexual para compartirla con más gente. Todas ellas recomiendan tener tacto, actuar con sinceridad, honestidad, y propiciar la comunicación. Normalmente son los hombres quienes introducen a sus parejas femeninas en este mundo. Sin embargo, cada vez es más común que las mujeres tomen la iniciativa o que incluso acudan solas a fiestas de este tipo donde son bienvenidas.

Estas prácticas sexuales se engloban bajo el término swinger, que deriva del inglés to swing (balancearse, oscilar). El movimiento swinger incide en el hecho de que las parejas que practican el libre intercambio se quieren, se respetan y poseen una profunda complicidad entre ellos. Nunca recomiendan entrar en el mundo swinger cuando la pareja sufre problemas graves, porque suponen que empeorarán sus problemas y su falta de confianza, inseguridad, miedos o contradicciones. El movimiento swinger en cambio es apta para parejas que se quieren, que se comunican entre sí con fluidez y que son capaces de compartir y expandir su sexualidad sin miedo a perder a su pareja.

Según el estudio de Mcginley  (1979), las parejas swinger:

1.- Disfrutan y están más satisfechos con su actual relación emocional.

2.- Se comprenden mejor a sí mismos y a su pareja.

3.- Tienen una comunicación más íntima y eficaz con su pareja.

4.- El sexismo es menor en su relación de pareja.

La tolerancia, el respeto y la sinceridad mutua eliminan la doble moral y la hipocresía, y supone un trato igualitario entre los miembros de la pareja, que se sienten libres para compartir sus fantasías con su pareja y con más gente afín. El movimiento swinger, en este sentido, separa la fidelidad sexual de la afectiva: se trata de divertirse y disfrutar en colectividad pero manteniendo la relación afectiva con su pareja como algo valioso e indispensable. De algún modo, creen en la fidelidad sentimental aunque no en la sexual, y se les ha criticado precisamente porque no rompen con la estructura de pareja de dos, ni con la heterosexualidad ni el matrimonio. Sólo rompen con la hipocresía burguesa del binomio matrimonio-adulterio. Los swingers, como principio teórico, no tienen sexo al margen de la pareja, por lo cual no mienten ni traicionan a su cónyuge, ya que lo hacen con su propio compañero o compañera.

A pesar de esta fidelidad sentimental, entienden que se exponen al riesgo de que su pareja se fascine con otra persona, pero al final ese riesgo es el mismo que corren las personas que practican la monogamia y el adulterio clandestino. Según Daniel Bracamonte, de la Asociación Argentina de Swingers, la gran mayoría de las parejas se iniciaron estando muy bien en su sexualidad íntima e, incluso, fue el alza del deseo el que los llevó a buscar “nuevos horizontes”.

Para Bracamonte el sexo swinger no reemplaza al sexo en pareja porque en realidad distinguen muy bien entre las relaciones fugaces y descomprometidas que establecen con otros y otras, y su relación, que es más compleja, más profunda y duradera. Practicar los intercambios, los tríos y las orgías comunales no empobrece el sexo dentro de la pareja, sino que lo enriquece: “Podemos hablar de una interacción entre ambas variantes: el intercambio eleva el morbo junto a las fantasías de la pareja, y generan una complicidad sexual que estimula genitalmente. Es por esta razón que muchas parejas ven incrementada su sexualidad de pareja después del primer intercambio”.

Los swingers entienden que la fidelidad es una cuestión que tiene que ver con la función reproductora de la sexualidad. Sin embargo, la sexualidad va más allá de la reproducción porque se convierte en un instrumento de placer y un modo de relacionarse eróticamente con otras personas; por eso creen que el placer debe ser algo libre y múltiple, no constreñido socialmente. Los swinger son conscientes de la contradicción de sus planteamientos, porque por un lado defienden la pareja clásica heterosexual y por otro, a la vez, defienden la libertad sexual (pero compartida con el otro)

Daniel Bracamonte, por ejemplo, admite que el miedo es el trasfondo de la contradicción que sentimos las personas al ver gozar a nuestra pareja con un tercero. Los swingers transforman el miedo en confianza, y transforma “la aterradora imagen de que nuestra pareja goce con otros en una placentera forma de compartir fantasías y placer mutuo. Lo contradictorio es en general dialéctico: negamos lo que aceptamos y aceptamos lo que supuestamente negamos. El swinger es en sí una contradicción: puede ser placentero y nocivo, conveniente e inconveniente, todo depende de cómo se viva”.

Los swingers no necesitan, para sentirse seguros y amados, tener la exclusividad sexual, y declaran sentir el amor de una forma más profunda, menos posesiva: “Vemos a la pareja no como una unidad reproductiva sino como la unión de aspiraciones, proyectos y fantasías, y entendemos que acompañarnos es a la vez comprendernos y ayudar al otro a realizar aquellas cosas que lo hacen feliz o le aportan placer. No hay en la posesividad ni en los celos nada que nos asegure amor, más bien hay mucho de un individualismo no elaborado”.

Este individualismo además conlleva un egoísmo y una serie de mentiras que convierten las relaciones monogámicas heterosexuales en una institución hipócrita en el que cada uno de los miembros puede llevar una doble vida: actuar como una perfecta casada o casado y tener amantes sin problemas, y con mucha discreción. Los swinger entienden que mentir, ocultar o reprimirse no es sano para la salud física y mental de las personas, y además conlleva multitud de problemas asociados. El adulterio supone traicionar un pacto o contrato de fidelidad y sinceridad, hace mucho daño a las personas que lo practican y a los terceros protagonistas. En cambio, las prácticas swinger no socavan la confianza del otr@, sino que refuerza la unión de la pareja porque entre sus miembros no hay mentiras ni secretos.

El swinger es una actividad de parejas que nace de una relación estable, crece como fantasía de ambos, recorre el proceso de construcción de la confianza mutua, de la caída de los prejuicios y, superado ese momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera experiencia”. La ley mayor del swinger es oscilar. Pasamos fugazmente por la cama de los otros, no nos quedamos en ella ni buscamos más atención que la genital en ese momento concreto. Si esto se respeta -y la mayoría de los swingers lo hacemos-, no hay otras historias que lamentar. Cuando, por el contrario, nos aferramos a otra pareja o a un solo o sola en el caso de los tríos, la cuestión comienza a tener sus riesgos. Somos ¨osciladores¨, vamos del placer hacia lo nuevo. Sólo tenemos un puerto fijo en nuestro constante navegar: nuestra pareja«

Daniel Bracamonte Los swingers

Según Terry Gould  en “The Lifestyle: A Look at the Erotic Rites of Swingers”, el intercambio de parejas comenzó entre los pilotos de su fuerza aérea y sus esposas durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de los años 60, la práctica se ha extendido por E.E.U.U y Europa principalmente, y de ahí a muchos otros países. En la España de los años setenta fue conocido en círculos restringidos un lujoso chalé de la sierra madrileña donde se organizaban reuniones de pequeños grupos de parejas no profesionales. También por la misma época se habría dado actividad swinger con cierta asiduidad en determinados campings, entre clases sociales más modestas. Revistas como la histórica Lib fueron uno de los pocos canales de contacto entre parejas a finales de los setenta y durante la década de los ochenta.

En Estados Unidos existen al menos 400 clubes de intercambio de pareja y en Europa más de 600. Los clubes se dividen típicamente en clubes “internos” o «On premise», donde la actividad sexual puede ocurrir dentro del local, y clubes “externos” » Off premise» donde la actividad sexual no está permitida en el interior del local pero se puede concertar en un lugar cercano.

En Europa existen tres formatos de clubes estándar:

  • el bar / club nocturno, usualmente pequeño, ubicados en los centros de las ciudades, y enfocado alrededor de la pista de baile;
  • el formato de Spa en ambiente nudista, con piscinas, piscinas de hidromasaje, saunas, cuartos de vapor;
  • el formato de club de campo, fuera de las ciudades, que incluyen elementos de los dos anteriores, ofrece además amplias áreas recreativas y usualmente los alimentos se sirven a manera de buffet.

Existen algunas organizaciones nacionales que organizan el intercambio de sus miembros, convenciones y vacaciones grupales. En Europa, los intercambiadores de todo el continente se congregan en julio y agosto en el pueblo nudista de Cap d’Agde en el sur de Francia donde existen cerca de 8 clubes de intercambiadores de pareja. En su temporada alta, Cap d’Agde alcanza una población de 30.000 personas.

 En España proliferan chalés de encuentro swinger en la costa, o clubs cada vez más exitosos, como Momentos Club, Encuentros, o Satén en Madrid, o Training Events(*) en Barcelona.

Al margen de los organizadores empresariales que ven el movimiento swinger como un negocio, existen organizaciones autogestionadas que ven el swigerismo como un modo de vida y que tratan de no mercantilizar el sexo. Así que otras formas de conocer gente swinger es a través de anuncios personales, fiestas caseras de intercambio y principalmente Internet.

“Te amo, te comparto” es una contradicción, pero como toda contradicción respeta las generales de la evolución. Compartir no es entregar, dar un paso al costado ni perder nuestra posición dominante en el plano del amor, único sustento de la pareja. Compartir es más precisamente dejar hacer en comunidad para el placer mutuo. Esto parece muy filosófico, pero es esencial. También se ve como una contradicción aun más compleja el hecho de que los swingers gocemos viendo al otro gozar con un tercero. Allí lo que se expresa es el principio de la omnipotencia genital: si ella o él me ama, nadie le podrá dar placer sexual. Nada más inexacto. Quizás el amor nos asegure el lugar más cálido y requerido en la sexualidad del otro, pero no inhibe su capacidad natural para gozar. Podemos gozar con otros sexualmente y amar en exclusividad, esto es así, podemos aceptarlo o mirar para otro lado. Y si es así, ¿por qué no dejar que esa capacidad fluya y no mentirnos con la idea de que somos los únicos que excitamos a nuestra pareja?” 

Si las bodas son actos luminosos celebrados a plena luz del día, los intercambios de pareja pertenecen al lado oscuro de nuestra realidad, porque transgreden la monogamia y abren otras formas de relacionarse eróticamente. Sin embargo, gracias a Internet, este fenómeno invisibilizado por los grandes medios está experimentando un fuerte desarrollo; existen numerosos blogs, webs y redes sociales de swingers como Vidas Libres (*) en el que las parejas pueden conocerse, quedar, intercambiar fotos, vídeos, etc.

Coral Herrera Gómez

Fuente: http://haikita.blogspot.com/2010/11/los-amores-swingers.html

(*) El artículo original cuenta con varios enlaces rotos o ya no disponibles.

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A propósito de las nuevas masculinidades

Por Rubín Morro

“Para llegar a la igualdad entre los géneros es necesario terminar con la separación de los espacios masculinos y femeninos. Hace falta una mayor participación de la mujer en el espacio social y una inserción masculina más igualitaria y equitativa en el espacio privado” (Revista Cubana de Salud Pública).

Los temas de orientación e identidad sexual, y su diversidad, no siempre se tratan con la seriedad y responsabilidad que implica esta verdad social, lo cual merece reconocimiento, visibilidad y tolerancia desde la perspectiva de género, para llegar a una completa convivencia sin discriminación y estigmatización, lo cual es un enorme reto de la sociedad.

La nueva masculinidad nada tiene que ver con la pérdida de las características del hombre, de su sexualidad o de su hombría como suele llamarse. Al contrario, se busca que el hombre adquiera toda su dimensión humana, su sensibilidad, su enorme potencialidad social. La nueva masculinidad está enmarcada en una nueva concepción del hombre, una nueva personalidad y actitud, a partir del ser humano, de exteriorizar sus sentimientos, afectos y emociones. Una construcción social que ubica al hombre en plena igualdad frente a su par de género. Valga aclarar que el sexo no define el género.

La sociedad, en su mayoría, estamos frente a unos estereotipos muy marcados del machismo. A través de miles de años en el curso de la historia humana, donde tanto el hombre como la mujer se nos han asignado papeles o roles determinados, según el sexo. Enorme equivocación. A la mujer el trabajo doméstico, la cocina, los hijos, el cuidado de su marido y si es posible el trabajo público o laboral. Al hombre, es el de los negocios, el protector, el “mandamás”, y para rematar no puede expresar sentimientos, porque atenta contra su condición de varón, se nos prohíbe en esta absurda concepción exteriorizar emociones y afectos.

Estas imposiciones derivadas de un patriarcado enraizado es una cruel realidad, muy a pesar de los logros de reconocimiento y visibilización de nuestra condición sexual. A partir de esto, se crean unos equivocados valores, al punto que cuando el hombre se ocupa de ciertas labores destinadas discriminatoriamente a la mujer, o muestra afectos o síntomas de debilidad, es catalogado como una niña y en el peor de los casos de homosexual. Presiones sociales con honda estigmatización.

La Nueva masculinidad entonces, pretende hombres más humanos, que exteriorice sus naturales vulnerabilidades y fortalezas, que exprese sentimientos, que comparta el trabajo en el hogar, en la vida de pareja, que se ocupe de sus hijos en plena igualdad con su compañera. El nuevo hombre debe buscar su plena realización como ser humano en condiciones de igualdad con las mujeres.

Tanto la mujer como el hombre han sido protagonistas y sujetos políticos activos en el desarrollo de la sociedad, en lo cultural, económico, político y social. En correspondencia es esencial la igualdad de oportunidades y disfrute, sin desconocer la diferencia o diversidad, es decir, siendo distintos biológicamente, con características únicas de acuerdo a nuestra orientación e identidad.

Por último, el antiguo patriarcado, ahora reforzado con el modelo económico neoliberal, cuya esencia es la economía de mercado, impone que lo que existe debe ser rentable y ante la voracidad y la codicia, tanto el hombre como la mujer son salvajemente explotados, siendo más ostensible en el caso de las mujeres. El feminismo y las nuevas masculinidades debe luchar mancomunadamente, desde la perspectiva de género, buscando su visibilización y reconocimiento.

¿Cómo humanizar la hombría y que esta sea la gran virtud, pero que además acepte y respete la participación de las mujeres?. ¿Cómo ser hombres y a la vez justos?, este es el gran dilema que nos tiene que llevar a una nueva masculinidad en una integración e interacción total respecto de las mujeres en total igualdad y equidad.

Fuente: http://www.mujerfariana.org/vision/377-a-proposito-de-las-nuevas-masculinidades.html

Imagen tomada de: https://aecosextremadura.files.wordpress.com/2013/11/nevas-masculinidades-2.jpg

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Otras formas de quererse son posibles

Por Coral Herrera Gómez

El amor es una construcción (cultural, social, política), y por eso, lo mismo que se construye, se puede deconstruir, reformar, eliminar, reconstruir, y transformar.  El amor es una energía que mueve el mundo, y cambia con las épocas históricas y las culturas que se expanden a lo ancho del planeta, de modo que cambia, muta y se transforma como cualquier otra construcción humana. Otras formas de relacionarnos son posibles: ya es hora de que asumamos el reto colectivamente, con alegría y desparpajo, que liberemos al amor del patriarcado y del capitalismo, que inventemos otras formas de querernos, que reivindiquemos los afectos y los sentimientos como un espacio político, y que nos permitamos explorar otras formas de organizarnos.

Pese a que nos quieren hacer creer que el romanticismo es un asunto privado e individual, lo cierto es que el amor no es un virus ni una enfermedad a la que una ha de enfrentarse en solitario. No estamos condenados a padecer el hechizo del amor que nos roba el juicio y la sensatez, que nos quita horas de sueño, que nos hace infelices y desgraciados, que nos enloquece y nos enajena sin que podamos hacer nada por evitarlo.  Se puede sufrir menos y disfrutar más del amor, es cuestión de ponerse manos a la obra.

Tenemos que desmontar el amor para volver a reinventarlo, y así transformar también nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. Para acabar con este sistema jerárquico basado en la explotación de la naturaleza, los animales y las personas, y en la violencia de todos contra todos, necesitamos una transformación política, económica, social, afectiva, sexual, y cultural.

Necesitamos un cambio radical profundo en nuestras formas de relacionarnos con las personas, con los animales, con la naturaleza, con los pueblos y los países. Para lograrlo, necesitamos crear redes de solidaridad y ayuda mutua, acabar con la cultura del “sálvese quien pueda”, y trabajar colectivamente para mejorar las vidas de todos y todas.

Necesitamos derribar la desigualdad de género para poder construir relaciones basadas en la libertad, no en la necesidad y el interés egoísta de cada sexo.  Tenemos que desaprender lo que significa ser mujer o ser hombre, para poder ser como queramos sin tener que someternos a las “normas de género” que nos imponen un estilo de vida, unos estereotipos y unos roles, y nos encierran en una identidad inmutable.

Despatriarcalizar el amor nos permitirá amarnos y querernos de tú a tú, sin jerarquías, sin dominación y sin violencia. Desmitificar todas nuestras historias de amor nos permitirá querernos los unos a los otros tal y como somos. Para poder desmontar el romanticismo patriarcal y capitalista, tenemos que ensanchar el concepto de amor a toda la comunidad, sin reducirlo a una única persona.

Tenemos que contarnos otros cuentos e inventar otros finales felices, mostrar la diversidad amorosa y sexual del mundo real, construir protagonismos colectivos y crear personajes capaces de salvarse a sí mismos, alejados de la masculinidad o la feminidad hegemónica.

Es necesario derribar las antiguas estructuras de dependencia e inventarnos otras formas de relacionarnos basadas en la solidaridad, la empatía, la libertad y la ternura social. Así podremos acabar con las guerras románticas, aprender a juntarnos y a separarnos con cariño, relacionarnos con amor con todo el mundo, y diversificar afectos.

Queriéndonos bien podremos acabar con las fobias y las enfermedades sociales como el machismo, la misoginia, el racismo, la xenofobia, la homofobia, o el clasismo. Con las guerras que hacemos contra los vecinos o los compañeros de trabajo, contra los raros y los diferentes… con más amor común, tendremos más herramientas para construir un mundo más pacífico y habitable.

Para aprender, organizarnos, celebrar, y transformar colectivamente el mundo que habitamos necesitamos mucho amor del bueno: es un asunto político que nos concierne a todos y todas, por eso es tan importante sacar el debate a las calles y a las plazas, a los congresos y las academias, a las asambleas y a los bares, a los medios de comunicación y a los espacios de discusión pública. Ya es hora de reivindicar el buen trato, el derecho al placer y al gozo, el respeto mutuo, las relaciones entre iguales, la expresión de nuestras emociones, la alegría de vivir y construir con más gente.

Tenemos que repensar colectivamente el amor, liberarlo de las estructuras que lo constriñen, romper con las normas del romanticismo tradicional y la doble moral sexual, derribar el régimen heterosexual, acabar con la sacralidad del dúo, cuestionar todos nuestros tabúes.

El reto es apasionante, porque una vez analizado y desmontado el amor, tenemos que lanzarnos sin referencias ni fórmulas mágicas a construirlo de nuevo, a probar nuevas vías de relacionarnos sexual, afectiva  y sentimentalmente, a crear otros romanticismos que nos permitan sufrir menos, y disfrutar más.

Sí, otras formas de querernos son posibles… hay que lanzarse sin miedo, apostar por la revolución de los afectos y las emociones, construir nuestras propias utopías para querernos bien, más y mejor.

Coral Herrera Gómez

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Este post es un fragmento del capítulo que Coral ha escrito para el libro colectivo (H)amor, de la editorial Con Tinta Me Tienes. Puedes leer el texto completo aquí.

Fuente: http://haikita.blogspot.com/2015/06/otras-formas-de-quererse-version-corta.html

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