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Una educación de excelencia con docentes de calidad

Panamá/Julio de 2016/La Estrella de Panamá

Por: Lucas Rodríguez

Es por ello, que el desarrollo docente es fundamental y estratégico para el éxito en cualquiera ecuación educativa.

Los sistemas educativos son dinámicos, complejos y regularmente impulsan procesos de transformación dirigidos a mejorar la calidad de la formación en cada uno de sus niveles y subsistemas.

Estos cambios educativos implican una mirada reflexiva acerca del rol de los diferentes actores directos e indirectos en el proceso de enseñanza-aprendizaje que se desarrolla en el aula o desde ella.

Uno de los protagonistas principales que regularmente es consultado, es el sector docente, ya que ellos son los que deben conocer, manejar e interpretar adecuadamente las políticas y lineamientos del cambio educativo y hacerlo práctico a sus estudiante en los diferentes escenarios donde el sistema tenga presencia.

Es por ello, que el desarrollo docente es fundamental y estratégico para el éxito en cualquiera ecuación educativa.

La UNESCO, PRELAC (2015), plantea el desafío que enfrentan las políticas públicas en el sector educación para potenciar la calidad del desempeño docente, que las propuestas tradicionales ya no son suficientes para las demandas actuales en donde el mayor reto es poner en práctica la mejora de calidad del sistema educativo.

Este importante reto, es planteado de igual manera para las instituciones de educación superior universitaria, que en Panamá, a partir de los procesos de evaluación y acreditación institucional desarrollados por el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria en el 2012, se ha impulsado de manera significativa las iniciativas dirigidas a contar con docentes cada vez mejor cualificados para desarrollar las labores formativas en las diversas ofertas académicas de las más de 25 universidades que funcionan en el país.

Ante este hecho relevante, la Universidad Especializada de las Américas ha definido como uno de sus proyectos estratégicos, la organización, estructuración, ejecución y seguimiento de un sistema de carrera docente dirigido a fomentar su desarrollo profesional de excelencia, que asegure la formación de calidad de los estudiantes que participan del proceso educativo en la universidad.

Este proyecto tiene cinco componentes específicos que conducen a fortalecer las capacidades institucionales, así como las oportunidades de formación y movilidad, tales como:

Marco Normativo: implica la revisión, actualización y elaboración de los reglamentos, procedimientos, manuales e instrumentos necesarios para el establecimiento y ejecución del sistema de carrera docente, pertinentes con las políticas, principios, misión y visión institucional.

Formación y actualización permanente: incluye planes y acciones continuas de capacitación en dos áreas fundamentales: en docencia universitaria, hacia el fomento de las capacidades pedagógicas y andragógicas; y en las áreas de especialidad, dirigidas a fortalecer las didácticas en las diversas disciplinas humanísticas, científicas y sociales.

Movilidad docente: esta iniciativa se impulsa como parte de las acciones de cooperación, que promueve la participación de docentes en pasantías, becas, intercambios y capacitación internacional.

Evaluación del desempeño: es imprescindible evaluar la gestión docente, sus aportes cualitativos y cuantitativos en la formación de los estudiantes, para lo cual se revisan, actualizan y validan los instrumentos de evaluación, que brinden insumos para la mejora continua del profesorado.

Innovación Docente: se trata de una línea de acción dirigida a reconocer e impulsar las buenas prácticas e innovación del docente en la promoción de aprendizajes de calidad, pertinentes con el modelo universitario udelista. De igual manera, se estimula el interés por la gestión de la investigación a través de la red de docentes investigadores.

Este esfuerzo se ha potenciado con la definición de una instancia administrativa encargada del desarrollo docente. La universidad es consciente que el profesorado es el principal recurso humano institucional con el que asume el compromiso de formación integral de calidad en cada una de las carreras que se imparten a nivel nacional.

Fuente: http://laestrella.com.pa/panama/nacional/educacion-excelencia-docentes-calidad/23953325

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Una+educaci%C3%B3n+de+excelencia+con+docentes+de+calidad&biw=1024&bih=623&espv=2&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwiUrajGopbOAhXBNSYKHe_fBQUQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=W_CJtH_ZNQyZkM%3A

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Pedagogía de la Tierra y Cultura de la Sustentabilidad

América del Sur/Brasil/Julio del 2016/Moacir Gadotti/www.uyitskaan.org/

Por primera vez en la historia de la humanidad, no por efecto de armas nucleares, pero por el descontrol de la producción, podemos destruir toda la vida del planeta. Es a esa posibilidad que podemos llamar la era de la exterminación.

Pasamos del modo de producción al modo de la destrucción; tendremos que vivir de ahora en adelante enfrentando el permanente desafío de reconstruir el planeta. Tenemos quizás un poco más de 50 años para decidir si deseamos o no destruir el planeta. Los paradigmas clásicos que orientaron hasta ahora la producción y la reproducción de la existencia en el planeta pusieron en riesgo no solamente la vida del ser humano, sino todas las formas de vida existentes en la Tierra.

Las alertas se han dado durante varias décadas por científicos y filósofos desde los años ’60. Necesitamos de un nuevo paradigma que tenga como fundamento la Tierra. Por otra parte, vivimos en una era de la información próspera en tiempo real, de la globalización de la economía, pero para pocos, de la realidad virtual, de la Internet, de la eliminación de fronteras entre naciones, de educación a distancia, de oficinas virtuales, de robótica y de sistemas de producción automatizados y del entretenimiento. Vivimos el ciberespacio de la formación continuada.

Las nuevas tecnologías de información y de comunicación marcaron todo el siglo XX. Marx sostenía que el cambio en los medios de producción transformaba el modo y las relaciones de producción. Eso mismo sucedió con la invención de la escritura, del alfabeto, de la prensa, de la televisión y hoy está sucediendo con la Internet.

El desarrollo espectacular de la información, ya sea en lo que dice respecto a las fuentes, ya sea la capacidad de difusión, está generando una verdadera revolución que afecta no solamente la producción y el trabajo, pero principalmente la educación y la formación. El escenario está dado: globalización provocada por el avance de la revolución tecnológica, caracterizada por la internacionalización de la producción y por la expansión de los flujos financieros; regionalización caracterizada por la formación de bloques económicos; fragmentación que divide globalizadores y globalizados, centro y periferia, los que mueren de hambre y los que mueren por el excesivo consumo de alimentos, rivalidades regionales, enfrentamientos políticos, étnicos y confesionales, terrorismo.

El término «sustentabilidad» puede no ser muy apropiado para lo que pretendemos exponer a continuación, que es darle a ese concepto un nuevo significado. De hecho, es un término «sustentable» que asociado al desarrollo, sufrió un gran desgaste. Mientras para algunos es solamente un rótulo, para otros se tornó la propia expresión del absurdo lógico: desarrollo y sustentabilidad serian lógicamente incompatibles. Para nosotros es más que un calificativo del desarrollo. Va más allá de la preservación de los recursos naturales y de la viabilidad de un desarrollo sin agresión al medio ambiente. Implica un equilibrio del ser humano con él mismo y con el planeta, más aún, con el universo.

La sustentabilidad que defendemos se refiere al propio sentido de lo que somos, de dónde venimos y para donde vamos, como seres del sentido y donantes de sentido de todo lo que nos rodea.

Ese tema deberá dominar los debates educativos de las próximas décadas. ¿Qué estamos estudiando en las escuelas? ¿No estaremos construyendo una ciencia y una cultura que sirven para la degradación del planeta y de los seres humanos? La categoría de sustentabilidad debe ser asociada a la de planetaridad. La Tierra como un nuevo paradigma. Complejidad, universalidad, y la transdisciplinable aparecen como categorías asociadas al tema de planetaridad. ¿Qué implicaciones tiene esa visión del mundo sobre la educación?

El tema nos transporta a una ciudadanía planetaria, a una civilización planetaria, una conciencia planetaria. Una cultura de la sustentabilidad es también, por tanto, una cultura de planetaridad, o sea, una cultura que parte del principio de que la Tierra es constituida por una sola comunidad de seres humanos, los terráqueos, y que son ciudadanos de una única nación.

1. Sociedad sustentable Nuestra intención es lanzar a continuación el debate a respecto a una Pedagogía de la Tierra, que comprenda la ecopedagogía y la educación sustentable. Ese debate ya tuvo su inicio con el nacimiento del concepto de «desarrollo sustentable» utilizado por primera vez por la ONU en 1979, indicando que el desarrollo podría ser un proceso integral que debería incluir las dimensiones culturales, étnicas, políticas, sociales, y ambientales, y no solamente las dimensiones económicas. Ese concepto fue diseminado mundialmente por los informes del Worldwatch Institute en la década de los 80 y particularmente por el informe «Nuestro Futuro Común» elaborado por la Comisión de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, en 1987.

Muchas fueron las críticas hechas a ese concepto posteriormente, en numerosas ocasiones por su uso reducible y trivialización, a pesar de parecer «políticamente correcto» y «moralmente noble». Existen otras expresiones que tienen una base conceptual común y que son complementarias, tales como: «desarrollo humano», «desarrollo humano sustentable» y «transformación productiva con equidad». La expresión «desarrollo humano» tiene la ventaja de situar el ser humano en el centro del desarrollo. El concepto de desarrollo humano, cuyos ejes centrales son «equidad» y «participación», es un concepto aún en fase evolutiva y que se opone a la concepción neoliberal del desarrollo. Concibe la sociedad desarrollada como una sociedad equitativa que será lograda a través de la participación de las personas. Como el concepto de desarrollo sustentable, el concepto de desarrollo humano es mucho más amplio y, algunas veces, aún un poco vago. Las Naciones Unidas, en los últimos años, pasaron a usar la expresión «desarrollo humano» como indicador de calidad de vida basada en índices de salud, longevidad, madurez psicológica, educación, ambiente limpio, espíritu comunitario y entretenimiento creativo, que son también los indicadores de una sociedad sustentable, o sea, una sociedad capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones de hoy sin comprometer la capacidad ni las oportunidades de las generaciones futuras.

Las críticas al concepto de desarrollo sustentable y a la propia idea de sustentabilidad parten del hecho que el ambientalismo trata separadamente los asuntos sociales y los asuntos ambientales. El movimiento conservacionista apareció como una tentativa elitista de los países ricos en el sentido de reservar grandes áreas naturales preservadas para su entretenimiento y contemplación, la Amazonía, por ejemplo.

No era una preocupación por la sustentabilidad del planeta, pero sí por la continuidad de sus privilegios, en contraste con las necesidades de la mayoría de la población. Ante esas críticas, el éxito de la lucha ecológica hoy depende mucho de la capacidad de los ecologistas de convencer a la mayoría de la población, al sector más pobre, de que se trata no solamente de limpiar los ríos, descontaminar el aire, reforestar los campos devastados para que podamos vivir en un planeta mejor en un futuro distante. Se trata de dar una solución, simultáneamente, a los problemas ambientales y a los problemas sociales. Los problemas que trata la ecología afectan no sólo al medio ambiente, sino que afectan al ser más complejo de la naturaleza que es el ser humano.

El concepto de «desarrollo» no es un concepto neutro. Tiene un contexto bien definido dentro de una ideología del progreso, que supone una concepción de historia, de economía, de sociedad y del propio ser humano. El concepto fue utilizado en una visión colonizadora, durante muchos años, la cual dividió a los países del globo en «desarrollados», «en desarrollo» y «subdesarrollados»… sujeto siempre a un patrón de industrialización y de consumo. Este concepto supone que todas las sociedades deberán orientarse por una única vía de acceso al bienestar y a la felicidad, alcanzables únicamente por la acumulación de bienes materiales. Se impusieron metas de desarrollo por medio de políticas económicas neo-colonialistas de los países llamados «desarrollados», en muchos casos, con un gran aumento de la miseria, de la violencia y del desempleo.

Conjuntamente con ese modelo económico, con sus ajustes a veces criminosos, fueron trasplantados valores éticos e ideales políticos que condujeron a la falta de estructuración de pueblos y naciones. No es de sorprenderse, por lo tanto, que muchos tengan reservas cuando se habla en desarrollo sustentable.

El tema desarrollo llevó a una «agonía del planeta». Tenemos hoy conciencia de una inminente catástrofe si no traducimos esa conciencia en acciones para retirar del desarrollo esa visión predatoria, concebirlo de una forma más antropológica y menos economista y salvar la Tierra.

Parece claro que entre sustentabilidad y capitalismo existe una incompatibilidad de principios. Esa es una contradicción de base que está incluso en el centro de todos los debates de la Carta de la Tierra y que puede hacerla inviable. Se intenta conciliar dos términos inconciliables. No son inconciliables en sí, metafísicamente. Son inconciliables en el actual contexto de la globalización capitalista. El concepto de desarrollo sustentable es impensable e inaplicable en ese contexto. El fracaso de la Agenda 21 lo demuestra. En ese contexto, el «desarrollo sustentable» es tan inconciliable como la «transformación productiva con equidad» defendida por la CEPAL. ¿Cómo puede existir un crecimiento con equidad, un crecimiento sustentable en una economía volcada hacía la ganancia, por la acumulación ilimitada, por la exploración del trabajo y no por las necesidades de las personas? Llevado a sus últimas consecuencias, la utopía o el proyecto del «desarrollo sustentable», pone en duda no solamente el crecimiento económico ilimitado y predador de la naturaleza, sino las formas de la producción capitalista. Eso solamente tendría sentido en una economía solidaria, una economía volcada a la «compasión» y no a la ganancia

Los graves problemas socio-ambientales y las críticas al modelo de desarrollo fueron generando en la sociedad mayor conciencia ecológica en las últimas décadas. Aunque esa conciencia no haya aún provocado cambios significativos en el modelo económico y en los rumbos de las políticas gubernamentales, algunas experiencias concretas apuntan hacia una creciente sociedad sustentable en marcha, como lo demostró la Conferencia de Asentamientos Humanos Hábitat II, organizada por las Naciones Unidas en Estambul, Turquía, en 1997. En esa Conferencia fueron presentadas experiencias concretas de lucha contra la «crisis urbana», como es la violencia, el desempleo, la falta de vivienda, transporte y salubridad, que viene degradando el medio ambiente y la calidad de vida. Esas experiencias apuntan hacia el nacimiento de una ciudad sustentable. Las políticas de sustentabilidad económica y social, poco a poco, van apareciendo, constituyéndose en una esperanza real de que aún estamos a tiempo para enfrentar «nuestros desafíos globales».

2. Educación sustentable La sensación de pertenencia al universo no comienza en la edad adulta, ni tampoco por un acto razonable. Desde la infancia, nos sentimos unidos con algo que es mucho mayor que nosotros. Desde niños nos sentimos profundamente unidos al universo y nos colocamos delante de él con una expresión mixta de respeto y asombro. A través de nuestra vida, buscamos respuestas a lo que somos, de dónde vinimos, para dónde vamos, en fin, cual es el sentido de nuestra existencia. Es una búsqueda incesante que jamás termina. La educación puede jugar un papel preponderante en ese proceso si nos enseña a valorar muchos asuntos filosóficas fundamentales, pero también, se logra explorar al lado del conocimiento esa capacidad que todos tenemos de encantarnos con nuestro universo. Hoy, tomamos conciencia de que el sentido de nuestras vidas no está separado del sentido del propio planeta. Frente a la degradación de nuestras vidas en el planeta llegamos a una verdadera encrucijada entre un caminoTecnozoico, que pone toda la fe en la capacidad de la tecnología de sacarnos de la crisis sin cambiar nuestro estilo contaminador y consumista de vida, y un camino Ecozoico, basado en una nueva relación saludable con el planeta, reconociendo que somos parte de un mundo natural, viviendo en armonía con el universo, caracterizado por las actuales preocupaciones ecológicas. Tenemos que escoger. Esto definirá nuestro futuro. Realmente, no me parece que sean caminos totalmente opuestos. La tecnología y el humanismo no se contraponen. Pero, claro está, hubo excesos en nuestro estilo contaminador y consumista de vida que no es producto de la tecnología, sino del modelo económico. Esto es lo que debe ser visto como la causa, y constituye uno de los roles en el que deberá orientarnos la educación sustentable o ecológica.

El desarrollo sustentable, visto de una forma crítica, tiene un componente educativo formidable: la preservación del medio ambiente depende de una conciencia ecológica y la formación de la conciencia depende de la educación. Aquí entra en escena la Pedagogía de la Tierra, la ecopedagogía. Ésta constituye una pedagogía para la promoción del aprendizaje del «sentido de las cosas a partir de la vida cotidiana», como dicen Francisco Gutiérrez y Cruz Prado en su libro ecopedagogía y ciudadanía planetaria (São Paulo, IPF/Cortez, 1998). Encontramos el sentido al caminar, viviendo el contexto y el proceso de abrir nuevos caminos; no solamente observando el camino.

Es, por consiguiente, una pedagogía democrática y solidaria. La investigación de Francisco Gutiérrez y Cruz Prado sobre la ecopedagogía se originó en la preocupación en el sentido de la vida cotidiana. La formación está ligada al espacio/tiempo en el cual se realizan concretamente las relaciones entre el ser humano y el medio ambiente. Éstas se encuentran sobre todo a nivel de sensibilidad del individuo, mucho más que en a nivel de la conciencia. Por lo tanto, se encuentran mucho más al nivel de la subconciencia: no las percibimos y, muchas veces, no sabemos cómo suceden. Es necesaria una ecoformación para volverlas conscientes. Y la ecoformación necesita de una ecopedagogía. Como destaca Gastón Pineau en su libro De l’air: essai sur l’écoformation (París, Païdeia, 1992) una serie de referencias se asocian para eso:

la inspiración bachelardiana, los estudios del imaginario, el abordaje de la transversalidad, de la transdisciplinalidad y de la interculturalidad, el constructivismo y la pedagogía de la alternancia. Necesitamos una ecopedagogía y una ecoformación hoy, necesitamos de una Pedagogía de la Tierra, justamente

Necesitamos una ecopedagogía y una ecoformación hoy, necesitamos de una Pedagogía de la Tierra, justamente porque sin esa pedagogía para la reeducación del hombre o la mujer, principalmente del hombre occidental, prisionero de una cultura cristiana predatoria, no podremos hablar más de la Tierra como un hogar, como un abrigo, para el «bicho-hombre», como lo dice Paulo Freire. Sin una educación sustentable, la Tierra continuará solamente siendo considerada como el espacio de nuestro sustento y del dominio técnico-tecnológico, objeto de nuestras investigaciones, ensayos, y, algunas veces, de nuestra contemplación. Pero no será el espacio de vida, el espacio de nuestro abrigo, del «cuidado» (Leonardo Boff, Saber cuidar, Petrópolis, Vozes, 1999). No aprendemos a amar la Tierra leyendo libros sobre esa materia, ni tampoco en libros de ecología integral. La experiencia propia es lo que cuenta. Sembrar y acompañar el crecimiento de un árbol o de una plantita, caminando por las calles de la ciudad o aventurándose en una floresta, escuchando el canto de los pájaros en las mañanas asoleadas o quien sabe, observando como el viento mueve las hojas, sintiendo la arena caliente de nuestras playas, mirando las estrellas en una noche oscura.

Existen muchas formas de encantamiento y de emoción frente a las maravillas que la naturaleza nos brinda. Es lógico que exista la polución, la degradación ambiental para recordarnos que podemos destruir esa maravilla y para formar nuestra conciencia ecológica y movernos hacia la acción.

Acariciar una planta, contemplar con ternura una puesta del sol, oler el perfume de una hoja de pitanga (frutilla), de guayaba, de naranja o de ciprés, del eucalipto… son múltiples formas de vivir en relación permanente con este planeta generoso y compartir la vida con todos los que en él habitan o lo componen. La vida tiene sentido, pero ella sólo existe cuando existe en relación. Como dice el poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade: «Soy un hombre disuelto en la naturaleza. Estoy floreciendo en todos los robles». Eso Drummond sólo podría decirlo aquí en la Tierra. Se estuviese en otro planeta del sistema solar, no diría lo mismo. Solamente la Tierra es amigable con el ser humano. Los demás planetas son, honestamente, hostiles a él, aunque hayan sido originados por el mismo polvo cósmico. ¿Existirán otros planetas fuera del sistema solar que alberguen vida, quizás una vida inteligente? Si tomamos en consideración que la materia de la cual se originó el universo es la misma, es muy probable que así sea. Pero, por ahora, solo contamos con uno que es indudablemente nuestro amigo.

Tenemos que aprender a amarlo. ¿Cómo se traduce en la educación el principio de la sustentabilidad? Se traduce por preguntas como: ¿Hasta qué punto hay sentido en lo que hacemos? ¿Hasta qué punto nuestras acciones contribuyen con la calidad de vida de los pueblos y con su felicidad? ¿Es la sustentabilidad un principio reorientador de la educación y principalmente de los currículos, objetivos y métodos? Es en ese contexto de evolución de la propia ecología que aparece, y que aún gatea, lo que llamamos «ecopedagogía», inicialmente llamada de «pedagogía del desarrollo sustentable» y que hoy ultrapasó ese sentido.

La ecopedagogía se está desarrollando sea como un movimiento pedagógico, sea como un abordaje curricularComo la ecología, la ecopedagogía también puede ser entendida como un movimiento social y político. Como todo movimiento nuevo, en proceso, en evolución, él es complejo y, puede tomar diferentes direcciones, y algunas veces contradictorias. Él puede ser entendido diferentemente como lo son las expresiones «desarrollo sustentable» y «medio ambiente». Existe una visión capitalista del desarrollo sustentable y del medio ambiente que, por ser anti-ecológica, debe ser considerada como una «trampa», como viene argumentando Leonardo Boff.

La ecopedagogía también implica una reorientación de los currículos para que incorporen ciertos principios defendidos por ella. Estos principios deberían, por ejemplo, orientar la concepción de los contenidos y la elaboración de los libros didácticos. Jean Piaget nos enseñó que los currículos deben contemplar lo que es significativo para el alumno. Sabemos que eso es correcto, pero incompleto. Los contenidos curriculares tienen que ser significativos para el alumno, y solo serán significativos para él, si esos contenidos son significativos también para la salud del planeta, para un contexto más amplio.

Colocada en este sentido, la ecopedagogía no es una pedagogía a más, al lado de otras pedagogías. Ella solo tiene sentido como proyecto alternativo global donde la preocupación no está apenas en la preservación de la naturaleza (Ecología Natural) o en el impacto de las sociedades humanas sobre los ambientes naturales (Ecología Social), pero en un nuevo modelo de civilización sustentable desde el punto de vista ecológico (Ecología Integral) que implica un cambio en las estructuras económicas, sociales y culturales. Ella está unida, por lo tanto, a un proyecto utópico: cambiar las relaciones humanas, sociales y ambientales que tenemos hoy. Aquí está el sentido profundo de la ecopedagogía, el de una Pedagogía de la Tierra, como la llamamos.

La ecopedagogía no se opone a la educación ambiental. Todo lo contrario, para la ecopedagogía la educación ambiental es una conjetura. La ecopedagogía la incorpora y ofrece estrategias, propuestas y medios para su realización concreta. Fue justamente durante la realización del Foro Global 92, en el cual se discutió mucho la educación ambiental, que se percibió la importancia de una pedagogía del desarrollo sustentable o de una ecopedagogía. Hoy, sin embargo, la ecopedagogía se ha convertido en un movimiento y en una perspectiva de educación mayor que una pedagogía del desarrollo sustentable. Ésta se inclina más hacia la educación sustentable, hacia una ecoeducación, que es mucho más amplia que la educación ambiental. La educación sustentable no se preocupa solamente por una relación saludable con el medio ambiente, sino también con el sentido más profundo de lo que hacemos con nuestra existencia, a partir de nuestra vida cotidiana.

Conciencia planetaria, ciudadanía planetaria, civilización planetaria La globalización, impulsada sobre todo por la tecnología, parece determinar cada vez más nuestras vidas. Las decisiones sobre lo que nos pasa en nuestro día a día parece que se nos escapa, por tomarlas lejos de nosotros mismos, comprometiendo nuestro papel de sujetos de la historia. Pero esto no está bien. Como fenómeno y como proceso, la globalización se volvió irreversible, pero no ese tipo de globalización. el globalismo. al cual estamos sometidos hoy: la globalización capitalista. Sus efectos más inmediatos son el desempleo, la profundización de las diferencias entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco, la pérdida de poder y autonomía de muchos Estados y de muchas Naciones.

Tenemos entonces que distinguir los países que hoy comandan la globalización, los globalizadores (países ricos), de los países que sufren la globalización, los países globalizados (pobres). Dentro de este complejo fenómeno podemos distinguir también la globalización económica, realizada por las transnacionales, de la globalización de la ciudadanía. Ambas se utilizan de la misma base tecnológica, pero con lógicas opuestas. La primera, sometiendo Estados y Naciones, es comandada por el interés capitalista; la segunda globalización es la realizada a través de la Organización de la Sociedad Civil. La Sociedad Civil globalizada es la respuesta que la Sociedad Civil como un todo y las ONGs están dando hoy a la globalización capitalista. En este sentido, el Foro Global 92 se constituyó en un evento de los más significativos del final del siglo XX: dio gran impulso a la globalización de la ciudadanía. Hoy, el debate con relación a la Carta de la Tierra se está constituyendo en un factor importante de construcción de esta ciudadanía planetaria. Cualquier pedagogía, pensada fuera de la globalización y del movimiento ecológico, tiene hoy serios problemas de contextualización.

«Extranjero yo no voy a ser. Ciudadano del mundo yo soy», dice una de las letras de una música cantada por el cantante brasileño Milton Nascimento. Si los niños de nuestras escuelas entendiesen con profundidad el significado de las palabras de esta canción, estarían iniciando una verdadera revolución pedagógica y curricular. ¿Cómo puedo sentirme extranjero en cualquier territorio del planeta si pertenezco a un único territorio, la Tierra? ¡No hay lugar para extranjero entre los terráqueos, en la Tierra! Si soy ciudadano del mundo, no pueden existir para mí las fronteras. Las diferencias culturales, geográficas, raciales y todas las demás diferencias se debilitan, frente de mi sentimiento de pertenencia a la Humanidad.

La noción de ciudadanía planetaria (mundial) se sustenta en la visión unificadora del planeta y de una sociedad mundial. Ella se manifiesta en diferentes expresiones: «nuestra humanidad común», «unidad en la diversidad», «nuestro futuro común», «nuestra patria común», «ciudadanía planetaria». Ciudadanía Planetaria es una expresión adoptada para expresar un conjunto de principios, valores, actitudes y comportamientos que demuestra una nueva percepción de la Tierra como una única comunidad, con frecuencia asociada al «desarrollo sustentable», mucho más amplia de lo que esa relación con la economía. Se trata de un punto de referencia ético indisociable de la civilización planetaria y de la ecología. La Tierra es «Gaia», un súper organismo vivo y en evolución, todo lo que sea hecho en ella se verá reflejado en todos sus hijos.

La cultura de la sustentabilidad supone una pedagogía de sustentabilidad que tome conciencia de la gran tarea de formar la ciudadanía planetaria. Ese es un proceso ya en marcha. La educación para la ciudadanía planetaria está comenzando a través de numerosas experiencias que, aunque muchas de ellas sean locales, apuntan hacia una educación para sentirnos miembros mucho más allá de la Tierra, para vivir una ciudadanía cósmica. Los desafíos son enormes tanto para los educadores como para los responsables de los sistemas educativos. Pero ya existen ciertas señales, en la propia sociedad, que apuntan hacia una creciente búsqueda no solamente de temas espirituales y de autoayuda, sino de un conocimiento científico más profundo del universo.

Movimiento por la ecopedagogía Esa travesía del milenio se caracteriza por un gran avance tecnológico y también por una enorme inmadurez política: mientras que la Internet nos pone en el centro de la Era de la Información, el gobierno humano sigue siendo muy pobre, generando miserias y deterioración. Podemos destruir toda la vida del planeta. Quinientas (500) empresas transnacionales controlan un 25% de la actividad económica mundial y un 80% de las innovaciones tecnológicas. La globalización económica capitalista debilitó los Estados Nacionales imponiendo límites para su autonomía, subordinándolos a la lógica económica de las transnacionales. Gigantescas deudas externas gobiernan algunos países e impiden la implantación de políticas sociales ecualizadores.

Las empresas transnacionales trabajan para 10% de la población mundial que se sitúa en los países más ricos, generando una tremenda exclusión. Ese es el escenario de la travesía, un escenario aún más problemático por la falta de alternativas. Los paradigmas clásicos están agotando sus posibilidades de responder adecuadamente a ese nuevo contexto. No logran explicar esa travesía, mucho menos, pasar por ella.

Muchos falsos profetas y charlatanes ofrecen soluciones mágicas. Una nueva espiritualidad surge muy bien aprovechada por las merco-religiones. La respuesta dada por el estatismo burocrático y autoritario es tan deficiente como el neoliberalismo del dios mercado. El neoliberalismo propone más poder para las transnacionales y los estadistas proponen más poder para el Estado, reforzando sus estructuras. En el medio de todo eso está el ciudadano común que no es, ni empresario, ni Estado. La respuesta parece estar más allá de estos dos modelos clásicos, pero seguramente no en una supuesta «tercera vía» que desea solamente dar sobrevida al capitalismo sofisticando la dominación política, la exploración económica y provocando una enorme exclusión social. La respuesta parece venir hoy del fortalecimiento del control ciudadano frente al Estado y al Mercado, a la Sociedad Civil fortaleciendo su capacidad de gobernarse y controlar el desarrollo. Aquí entra el papel importante de la educación, de la formación para la ciudadanía activa.

Podemos decir que hay una comunidad sustentable que vive en armonía con su medio ambiente, no provocando daños a otras comunidades, ni para la comunidad de hoy, y ni para la de mañana. Y eso no puede constituirse solamente en un compromiso ecológico, pero ético-político, alimentado por una pedagogía, o sea, por una ciencia de la educación y una práctica social definida. En ese sentido, la ecopedagogía, inserta en ese movimiento socio-histórico, formando ciudadanos capaces de escoger los indicadores de calidad de su futuro, se constituye en una pedagogía completamente nueva e intensamente democrática.

Las pedagogías clásicas eran antropocéntricas. La ecopedagogía parte de una conciencia planetaria (géneros, especies, reinos, educación formal, informal y no-formal…). Ampliemos nuestro punto de vista. Del hombre para el planeta, por encima de géneros, especies y reinos. De una visión antropocéntrica para una conciencia planetaria, para una práctica de ciudadanía planetaria y para una nueva referencia ética y social: la civilización planetaria. No se puede decir que la ecopedagogía representa ya una tendencia concreta y notable en la práctica de la educación contemporánea. Si ella ya tuviera sus categorías definidas y elaboradas, ella estaría totalmente equivocada, pues una perspectiva pedagógica no puede nacer de un discurso elaborado por especialistas. Al contrario, el discurso pedagógico elaborado es el que nace de una práctica concreta, probada y comprobada.

Laecopedagogía está aún en formación y en formulación como teoría de la educación. Ella está manifestándose en muchas prácticas educativas que el «Movimiento por la ecopedagogía», liderado por el Instituto Paulo Freire, intenta congregar. El Movimiento por la ecopedagogía, nacido en el seno de la iniciativa de la Carta de la Tierra, está dando apoyo al proceso de discusión de la Carta de la Tierra, indicando justamente una metodología apropiada que no sea la metodología de la simple «proclamación» gubernamental, de una declaración formal, pero la traducción de un proceso vivido y por la participación crítica de la «demanda», como lo dice Francisco Gutiérrez. La Carta de la Tierra debe ser entendida sobretodo como un movimiento ético global para llegarse a un código de ética planetario, sosteniendo un núcleo de principios y valores que hacen frente a la injusticia social e a la falta de equidad reinante en el planeta. Cinco cimientos sostienen a ese núcleo: a) derechos humanos; b) democracia y participación; c) equidad; d) protección de la minoría; e) resolución pacífica de los conflictos. Esos cimientos son frutos de una visión del mundo solidaria y respetuosa de la diferencia (conciencia planetaria). El intercambio planetario que ocurre hoy en función de la expansión de las oportunidades de acceso a la comunicación, notablemente a través de la Internet, deberá facilitar el diálogo ínter y transcultural y el desarrollo de esta nueva ética planetaria. La campaña de la Carta de la Tierra agrega un nuevo valor y ofrece un nuevo impulso a ese movimiento por la ética en la política, en la economía, en la educación, etc. Ella se hará realmente fuerte y, quizás, decisiva, en el momento en que representar un proyecto de futuro un contra proyecto global y local al proyecto político-pedagógico, social y económico neoliberal, que no solamente es intrínsecamente insostenible, como también esencialmente injusto y deshumano.

La Tierra como paradigma Gaia, igual vida. Muchos entienden que es ilegítimo considerar la Tierra como un organismo vivo. Esta calidad la Tierra no tendría. Miremos la vida solamente por la percepción que tenemos de la nuestra y de la vida de los animales y de las plantas. Es verdad, no tenemos el distanciamiento que tienen, en el espacio, los astronautas, pero podemos tener el mismo distanciamiento de los astronautas en el tiempo, mucho más dilatado que el nuestro propio tiempo de vida. La «hipótesis Gaia» que concibe la Tierra como un súper organismo complejo, vivo y en evolución, encuentra respaldo en su historia de billones de años. La primera célula apareció hace ya 4 billones de años. De ese tiempo hacia ahora el proceso evolucionado de la vida no ha cesado de presentar complejidad, formando ecosistemas interdependientes dentro del macrosistema Tierra que, por su vez, es un microsistema, si comparado con el macrosistema del Universo. Solamente logramos entender la Tierra como un ser vivo distanciándonos de ella en el tiempo y en el espacio.

La visión que los astronautas tuvieron «de lejos» los cambió muchísimo a ellos y también a nosotros mismos que no vivimos directamente esa fantástica experiencia. No solo ella fue vista como una bola azul en el medio de la oscuridad del universo, pero fue percibida como una sola unidad. Por lo tanto interfirió también en la visión que tenemos de nosotros mismos, como una «única comunidad» (Leonardo Boff), como un «sistema vivo» (Fritjop Capra). Esa visión cambió nuestra conciencia, con el paradigma que nos orientaba hasta entonces. Con la conciencia planetaria nació nuestra conciencia de ciudadanía planetaria.

Es verdad, el paradigma de la razón instrumental nos condujo a la violencia y a la negación de valores humanos fundamentales como la intuición, la emoción, la sensibilidad. Somos humanos porque sentimos, percibimos, amamos, soñamos. Pero hay también un peligro o una trampa en ese nuevo paradigma: él puede llevarnos a la contemplación de la naturaleza y hasta a la mistificación de la realidad, a una espiritualidad canalizada por una religiosidad basada en la pasividad. En vez de la solidaridad y de la lucha por la justicia, estaríamos esperando por un mundo mejor sin trabajo, sin esfuerzo, sin conquista, sin sacrificios. Nuevos valores humanos que no toman en cuenta la complejidad y la contradicción inherente a todos los seres, objetos y procesos destruye la posibilidad de un cambio cualitativo en dirección de un nuevo y necesario proyecto civilizacional. Para dimensionarnos como miembros de un inmenso cosmos, para que asumamos nuevos valores, basados en la solidaridad, en la afectividad, en la trascendencia y en la espiritualidad, para superar la lógica de la competitividad y de la acumulación capitalista, debemos abrir un difícil camino. Ningún cambio es pacífico.

Pero él no se hará realidad, orando, rezando, solamente por nuestro puro y sincero deseo de cambiar el mundo. Como nos enseñó Paulo Freire, cambiar el mundo es urgente, difícil y necesario. Pero para cambiar el mundo es necesario conocer, leer el mundo, entender el mundo, también científicamente, no solamente emocionalmente, y, sobretodo, intervenir en él, organizacionalmente. El racionalismo debe ser condenado sin condenar el uso de la razón. La lógica racionalista nos llevó a saquear la naturaleza, nos llevó a la muerte en nombre del progreso. Pero la razón también nos llevó a la descubierta de la planetarización. La poética y emocionante afirmación de los astronautas de que la Tierra era azul fue posible después de millones de años de dominio racional de las leyes de la propia naturaleza.

Debemos condenar la racionalización sin condenar la racionalidad. Al llegar a la Luna por primera vez, el astronauta Neil Amstrong afirmó: «un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad». Eso fue posible a través de un descomunal esfuerzo humano colectivo que tomó en consideración todo el conocimiento técnico, científico y tecnológico acumulado hasta entonces por la humanidad.

Eso no es nada despreciable. Si hoy formamos redes de redes en el enmarañado mundo de la comunicación planetaria por la Internet, eso fue posible gracias al uso tanto de la imaginación, de la intuición, de la emoción, cuanto de la razón, por el gigantesco y sufrido esfuerzo humano para descubrir cómo podremos vivir mejor en este planeta, como podremos interactuar con él. Es cierto que lo hemos hecho de manera equivocada. Nos consideramos «superiores» gracias a nuestra racionalidad y exploramos la naturaleza sin cuidado, sin respecto por ella. No nos relacionamos con la Tierra ni con la vida con emoción, con afecto, con sensibilidad. En ese campo estamos apenas gateando. Pero, estamos aprendiendo. Estamos presenciando el nacimiento del ciudadano planetario.

Aún no logramos imaginarnos todas las consecuencias de ese singular evento. En ese momento sentimos, percibimos, nos emocionamos con ese hecho, pero no conseguimos adecuar nuestras mentes y nuestras formas de vida a ese acontecimiento espectacular en la historia de la humanidad. Percibimos, como Edgar Morin, que es necesario ecologizar todo, y así, ensayaremos la vida en este nuestro planeta cuyos habitantes descubrirán la planetarización. ¿Qué podemos hacer desde ya? Podemos interrogarnos profundamente sobre los paradigmas que nos orientaron hasta hoy y ensayar la vivencia de un nuevo paradigma que es la Tierra vista como una única comunidad. Y continuar caminando, juntos, para que logremos llegar «allá» aún a tiempo. Moacir Gadotti es profesor titular de la Universidad de São Paulo, Director del Instituto Paulo Freire y autor de varias obras, entre ellas: La educación contra la educación (Paz y Tierra, 1979: Francés y Portugués), Invitación a la lectura de Paulo Freire (Scipione, 1988: Portugués, Español, Inglés, Japonés e Italiano), Historia de las ideas pedagógicas (Ática, 1993: Portugués y Español), Pedagogía de praxis (Cortes, 1994: Portugués, Español e Inglés), Perspectivas actuales de la educación (Artes Médicas, 2000) y Pedagogía de la Tierra (Petrópolis, 2000). Este artículo es el resultado de diversos debates en encuentros y en congresos y especialmente en la Conferencia Continental de las Américas, en diciembre de 1998, en Cuiabá (MT) y durante el Primer Encuentro Internacional de la Carta de la Tierra en la Perspectiva de la Educación, organizado por el Instituto Paulo, con el apoyo del Consejo de la Tierra y de la UNESCO, del 23 al 26 de Agosto de 1999, en São Paulo y del I Foro Internacional sobre Ecopedagogía, realizado en la Facultad de Sicología y Ciencias de la Educación de la Universidad del Porto, Portugal, del 24 al 26 de marzo de 2000. El autor viene acompañando ese tema desde 1992 cuando representó la ICEA (Internacional Community Education Association) en la Rio-92 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo), llamada de «Cúpula de la Tierra», que elaboró y aprobó la Agenda 21. En el Foro Global-92, en la misma época, coordinó, al lado de Moema Viezer, Fabio Cascino, Nilo Diniz y Marcos Sorrentino, la «Jornada Internacional de Educación Ambiental» que elaboró el «Tratado de Educación Ambiental para Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global». Este texto retoma ideas tratadas en el libro Pedagogía de la Tierra publicado por la Editora Petrópolis de São Paulo.

Fuente:http://www.uyitskaan.org/wp-content/uploads/2015/06/Pedagog%C3%ADa-de-la-Tierra-y-Cultura-de-la-Sustentabilidad.pdf

Fuente imagen : https://quintacohorte2013.files.wordpress.com/2015/05/environmental-protection-326923_1280.jpg?w=551&h=367

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La Enseñanza de la Historia y los jóvenes

Centroamérica/Cuba/24 de Julio de 2016/Autor: Yasel Toledo Garnache/Fuente: Granma

Bostezos, dibujos en las libretas y el deseo de que el tiempo transcurra más rápido constituyen parte de la realidad durante algunas clases de Historia de Cuba y en ciertos centros es­colares del país, aunque duela ad­mitirlo.

Conozco de estudiantes que mi­ran constantemente por las persianas, unos escriben carticas y otros hasta son vencidos por el sue­ño, cuando la impartición de la asignatura se convierte en un tedio.

Algunos profesores repiten siem­pre las mismas palabras, extraídas del libro de texto o de manuales, con­feccionados hace poco o mu­cho. Y eso cansa, levanta una especie de muro entre ellos y los alumnos.

Afortunadamente, no siempre su­­cede así y existen buenos ejemplos de lo contrario. Mi mente pasa, cual rollo de cine en blanco y negro, mo­mentos en las aulas, y siento otra vez la emoción transmitida por quie­nes lograban llevarnos a combates, asambleas y más sucesos en la manigua y otros sitios.

Por las mareas de mi cuerpo circula otra vez la tristeza, después de preguntar sobre la infancia de Carlos Manuel de Céspedes…, y recibir un largo silencio como respuesta. ¿Por qué las omisiones de contenidos tan importantes como lo relacionado con las primeras edades del Padre de la Patria, incluidas sus preferencias, juegos y cómo era la familia, además de acaudalada…?

Los héroes también son seres humanos y sus gustos y hábitos terrenales los acercan más a las personas deseosas de conocerlos. To­dos los profesores debieran ser co­mo manantiales de conocimientos y tener la creatividad suficiente para lograr, o al menos intentar, que las palabras cobren vida y cautiven a quienes escuchan.

Hace poco una abuela me contó con pena que a su nieto no le supieron explicar, de forma detallada, el significado correcto de la bandera. Y eso me dolió. Según agregó, en la casa tampoco recordaban, llamaron por teléfono a varios amigos y nada, hasta que por fin encontraron unas páginas “salvadoras”.

Lo ideal es que todos nos sumerjamos en los textos sobre hechos del pasado con pasión y tengamos siem­pre deseos de aprender, pero muchos no tienen el impulso y tampoco pueden ser obligados.

Resulta esencial aprovechar ma­neras más creativas para enseñar y motivar la búsqueda de saberes. La literatura, a pesar de sus deudas con el reflejo de sucesos transcendentes de la historia nacional, puede ser una vía atractiva.

Las multimedias, dramatizados, animados y otros materiales audiovisuales de calidad sobre temas históricos también son escasos en el país, y eso es bastante lamentable en un contexto caracterizado cada vez más por la preferencia por lo digital y las imágenes en movimiento.

Es preciso aprovechar sitios históricos cercanos y las experiencias de combatientes y más personalidades de la localidad. Sería propicio incrementar las visitas a otras zonas exactas donde ocurrieron los acontecimientos y se pueden impartir algunas de las mejores clases.

Jamás olvidaré los momentos en La Demajagua, donde Céspedes en­cendió con más fuerza la llama del anhelo de libertad. Cerca de la campana emblemática, utilizada el 10 de octubre de 1868 para convocar a todos en el entonces ingenio, parece gravitar su voz y el ejemplo de aquellos hombres, decididos a empuñar las armas para acabar con el sufrimiento en Cuba.

Me emociono cada vez que re­cuerdo una de las rememoraciones del desembarco de los expedicionarios del yate Granma. El 2 de di­ciembre del 2015, como cada año, 82 jóvenes abordamos dos pequeñas embarcaciones y antes del amanecer nos tiramos al mar, por donde se estima lo hicieron quienes llegaron provenientes de México en 1956.

En el agua, el frío entraba a nuestros cuerpos, y seguimos hacia la orilla con la emoción de saber que por allí llegaron y continuaron los corajudos guiados por Fidel. Todos teníamos la luz del orgullo en nuestros ojos.

La Comandancia General del Ejército Rebelde en La Plata, intrincado paraje de la Sierra Maestra, es otro de los sitios que enamora y donde se respiran las esencias de la nación.

Allí crece una leyenda respecto al bohío de tablas, piso de madera y techo de guano, ocupado por el Co­mandante en Jefe. Cuentan trabajadores del lugar que la fuerza del hu­racán Dennis, en el año 2005, prácticamente arrasó con las demás edificaciones, sin embargo, la referida edificación sobrevivió con apenas unos rasguños. Aña­den que, con un gesto protector, la potencia del viento apartó un árbol que amenazaba con caerle encima.

Ningún libro transmitirá jamás la emoción percibida en lugares que constituyen altares de la Patria, en los cuales se pueden observar y palpar objetos reales.

La historia es una de las mayores fortalezas de Cuba, fuente de saberes y certezas, que es importante preservar como un ser vivo, para el bien de todos.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-07-21/la-ensenanza-de-la-historia-y-los-jovenes-21-07-2016-23-07-36

Fuente de la imagen: http://sociales.uaslp.mx/licenciaturas/historia

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Libro: La lectura, clave del aprendizaje permanente

openlibra.com/22 de julio de 2016/

La Dirección Nacional de Bibliotecas a través del CONACULTA, se encuentra impulsando en las bibliotecas públicas de la Red Nacional, la capacitación para los bibliotecarios y la elaboración de publicaciones destinadas a su sensibilización, para brindarles las herramientas y las estrategias que contribuyan a la promoción de la lectura como un ejercicio no sólo de utilidad en el proceso educativo, sino también como una practica cotidiana y placentera, en este sentido el libro: La Lectura: Clave del Aprendizaje Permanente, cumple con este rol de enfocar esfuerzos al hábito de la lectura desde temprana edad.

Al paso de los años y luego de una experiencia acumulada en el trabajo directo con bibliotecarios, destinatarios de los programas de capacitación que diseña y realiza la Dirección General de Bibliotecas del Conaculta, tenemos la certeza de que es necesario brindarles materiales diversos a esos bibliotecarios, quienes asumen su labor e interactúan con nuestros instructores como interlocutores atentos y entusiastas. Por ello, nos interesa avanzar en la reflexión acerca del sentido de la labor la biblioteca pública y, específicamente, acerca de la importancia de la promoción de la lectura como parte de su oferta básica de servicios al usuario.

A partir de los datos que aportan diversas voces autorizadas en el tema del fomento a la lectura, y de la investigación reciente en materia de desarrollo infantil, además de las conclusiones derivadas del trabajo directo de varios años con bibliotecarios y con niños en las bibliotecas públicas de todo el país, se ha integrado este libro que reúne una serie de propuestas, ideas prácticas y actividades de utilidad para los maestros, padres de familia y bibliotecarios, así como reflexiones acerca de la vinculación entre la escuela, la biblioteca pública y el entorno familiar como factores determinantes en la formación de lectores.

En este trabajo ponemos sobre la mesa temas que pertenecen a varios campos pero que, indudablemente, tienen muchas zonas de contacto que resulta muy útil considerar, siempre desde una perspectiva de interacción entre la biblioteca, la escuela y la casa; hablamos de lo que es y puede ser enseñar a leer y a escribir, o más ampliamente formar niños que sean eficaces receptores y productores de textos, y simultáneamente contagiarles el placer de leer. Asimismo, partimos de uno de los puntos considerados en el Manifiesto de la IFLA/Unesco sobre la biblioteca pública, acerca del valor de la educación permanente, entendida como el aprendizaje durante toda la vida (lifelong learning), una de las prioridades que la IFLA considera como su misión impulsar en las bibliotecas públicas, dado que es una condición necesaria para el desarrollo de los individuos y de las sociedades.

Tomado de: https://openlibra.com/es/book/la-lectura-clave-del-aprendizaje-permanente

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Aurora Lacueva | La política debe educar

Caracas / 20 de julio de 2016 / Por: Aurora Lacueva / Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/

¿Es una ingenuidad pretender que la política nos eduque?

¿Es una ingenuidad pretender que la política nos eduque? Estamos acostumbrados a oír que la política “es muy sucia” y que todo se vale en el juego por ganar o conservar poder. Se acepta como normal que ser hábil y exitoso en política implica engañar a la población, maniobrar para incumplir leyes incómodas, atropellar al contrario si es posible… Esta forma de pensar es parte de un “sentido común” enraizado en el autoritarismo, que logra hacernos ver con resignación o indiferencia las peores prácticas y que nos impide exigir algo mejor. Frente a tan negativa actitud, el maestro Prieto Figueroa dijo en una entrevista poco antes de morir: “No hay que distanciar ni separar lo pedagógico de lo político. Cuando se hace esa separación se pierde el sentido de lo pedagógico y no se alcanza el sentido total de lo político”.

En efecto, la acción política debe ser pedagógica o, al menos, debe aspirar a serlo. En el difícil momento que vivimos esto se hace aún más necesario, y lo esperamos especialmente de un gobierno que asume el socialismo. La primera faceta de esta política con contenido pedagógico es la de la participación: el liderazgo debe incitar a nuestro involucramiento. Todas y todos, como ciudadanos, tenemos el derecho y el deber de ser también políticos. Contamos con una Constitución que nos ofrece herramientas para ello, en el marco de un sistema que supera el de la democracia representativa y se orienta hacia la democracia participativa. Actuando en política vamos cada día aprendiendo más del poder y de la sociedad, y nos capacitamos para una acción de creciente calidad. Porque no se trata de“participar” como obcecados seguidores o como receptores de dádivas, carentes de pensamiento propio y de reflexión crítica.

Por su parte, las y los dirigentes auténticos son aquellas y aquellos que hablan al pueblo con sinceridad, sin falsedades o medias verdades, y que propician el máximo protagonismo de la población siguiendo el lema popularizado por el chavismo: “mandar obedeciendo”. No obnubilan, no apelan a lo emocional para arrastrarnos tras ellas y ellos, sino que explican las situaciones de manera honesta, reconocen sus errores, consultan para superarlos, y nos alejan de caer en los abismos de la violencia y el odio ciegos.

lacuevat@hotmail.com

Fuente artículo: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/aurora-lacueva-la-politica-educar/

Foto: http://consultacalidadeducativa.me.gob.ve/wp-content/uploads/2014/07/023.png

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TIC para un desarrollo social y económico incluyente

14 de julio de 2016 / Fuente: http://revistaeducacionvirtual.com/

Durante el período comprendido entre 2000 y 2015, los avances tecnológicos combinados con la liberalización de los mercados dieron lugar a un crecimiento vertiginoso de las redes móviles, tanto en términos de su cobertura como de su capacidad. Sin embargo, aunque esta expansión de los servicios ha afectado a una parte considerable de la población mundial, el acceso a un Internet asequible sigue siendo limitado para las personas que más se podrían beneficiar de él, especialmente las que viven en los países menos adelantados. Esto pone de relieve la importancia de cerrar la brecha digital que existe entre los países y dentro de ellos. Hay oportunidades y retos en materia de políticas en relación con el acceso a Internet.

La importancia del acceso a internet recae en la correlación directa que existe entre la penetración de Internet, la apropiación de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en la generación de empleo, la reducción de la pobreza y por ende la disminución del hambre. El uso de las TIC, más que su producción como tal tiene un notable impacto en el PIB (producto interno bruto). Lo que significa que la propagación y uso de las TIC en sectores diferentes, generan en sí mismos efectos positivos en el crecimiento económico. Los costos de transacción se reducen o eliminan, permitiendo así, mayor productividad en los circuitos producción-distribución-consumo; modalidades como el comercio electrónico, ilustra la simplificación de estos ciclos que han permitido el abaratamiento gradual de los dispositivos y uso de servicios para el público. Los impactos en ámbitos como los de la educación y salud, por ejemplo, pueden ser enormes tanto en la ampliación de coberturas como en el mejoramiento de la calidad.

Específicamente, en el actual escenario de la educación las tecnologías impactan las esferas de la vida social; la escuela, la familia, el grupo social de amigos, entre otros. Este impacto que se siente no sólo en el uso de la información sino en las dinámicas de comunicación que se establecen a través de ella, ha llevado en el caso de la escuela que se inicien procesos significativos de incorporación tanto en las prácticas docentes como en el currículo mismo.

Es evidente entonces, que se debe establecer una articulación entre los fines de la educación (generación de conocimiento) y la pedagogía (encuentro de saberes) como el uso de las TIC en el espacio educativo, es una posibilidad atractiva para los jóvenes y una oportunidad para el maestro; este uso intencionado fuera de dinamizar los procesos de enseñanza aprendizaje, permite también contribuir al propósito de responder a los procesos de multiculturalidad existentes en el ámbito educativo, propiciando llevar a cabo con efectividad la inclusión de las experiencias de los estudiantes y sus saberes de base. Además, permite la construcción de una posición crítica de los actores frente a la información, que les permita analizar la realidad de su contexto, su proyecto de vida y comprender y dimensionar una realidad multicultural coexistente en su espacio.

https://3.bp.blogspot.com/-CkAWiyqu6KM/VrnFxbXZ9HI/AAAAAAAAJRM/2LYP9ZPOGDs/s1600/TIC-nuevas-tecnologias.jpg

Katz, R. (2010). El papel de las TIC en el desarrollo . Barcelona: Planeta .

UNCTAD. (2010). Informatiòn Economy Report 2010. New York: United Nations Conference on trade and Development.

http://repository.udistrital.edu.co/bitstream/11349/2118/1/Cort%C3%A9sPedrazaJulioReinaldo2015.pdf

 

Fuente artículo: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/2031

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¿Educar para qué?

Por. Frei Betto

Hablar de educación es hablar de sociedad. Uno de los reflejos de la educación cartesiana que tenemos de la educación es que las distinciones son más acentuadas que las conexiones. Por eso hoy se habla en concepción holística de la educación, tratando de reunir a los que estamos desunidos por la modernidad cartesiana. Dice la Constitución Brasileña: «La educación es responsabilidad de la familia, de la escuela y de la sociedad». A veces imagino a los promotores, o sea al Ministerio Público entrando con recurso junto a la Unión, penalizando a la sociedad por no cumplir su papel educativo. En naciones indígenas tribalizadas, la educación de un niño depende de toda la comunidad; no es responsabilidad de la escuela, que no existe, ni de los padres, porque toda la comunidad es concebida como la familia de crianza del joven.

Es evidente que esa utopía ya no es realizable en nuestras ciudades, que incluso fueron concebidas no en función de la humanización de las personas sino como burgos. De ahí el nombre de «burgués»: el que vivía en una confluencia, en un cruce de caminos donde se llevaba a cabo el trueque de mercancías. Lo que marca el origen de las ciudades en Occidente, tales como las conocemos hoy, es el interés económico. Todo el planteamiento viario de la ciudad está hecho en función del flujo de la economía y no de la calidad de vida de los ciudadanos. Aunque Brasil tenga hoy más del 80% de su población en ciudades, todavía resisten en el campo casi un 20%. Y es en el campo donde se encuentra el mayor contingente de mano de obra entre los 64 millones de trabajadores brasileños. ¿Cómo es posible que la agricultura represente todavía el sector que absorbe más mano de obra (23%) -siguiendo el sector de servicios (que emplea el 21%)- si hay tan poca gente en el campo? Por desgracia eso es perfectamente explicable si trabajáramos con el factor eventuales. Personas que todas las madrugadas se desplazan desde un centro urbano para trabajar, o personas que pasan períodos en la zona rural en busca del sustento. Lo cual no significa que Brasil tenga un mundo urbano en contraposición al mundo rural, pues hay una progresiva unificación de la mentalidad de los brasileños gracias al avance de los medios de comunicación. En esa red de comunicación el vehículo más poderoso es la televisión. Según el censo del 2000, 86% de los hogares brasileños tienen televisor.

Datos de la UNICEF 2000 revelan que en Brasil los adolescentes pasan como media 4 horas al día en la sala de clase y poco menos de 4 horas ante la televisión. Ambas medias están muy distantes del índice de Cuba, el país más avanzado en educación de toda América Latina, donde los alumnos pasan 12 horas al día en el aula de clase. Ciudadanía versus consumismo. Hay una dicotomía o tensión entre el propósito educativo y el contenido predominante en la televisión brasileña. No tengo nada contra las emisoras; el problema está en el contenido, que, salvo raras excepciones, trata de formar consumidores y no ciudadanos. Por otra parte están la escuela, la familia, las iglesias, que en principio quieren formar ciudadanos. Eso explica nuestro desasosiego como educadores. Con frecuencia me preguntan algunos educadores: «¿Por qué en nuestra época éramos tan disciplinados en el aula y ahora son tan agitados?» La respuesta, según mi modo de ver, es obvia: porque ahora a la muchachada le gustaría cambiar al profesor como cambia de canal. Aguantar durante 40 ó 50 minutos un tono monótono no es fácil, sobre todo cuando el profesor no está dotado de pedagogía para hacer atractiva su presencia en el aula. La TV brasileña es una concesión pública; el Estado debería, en nombre de la sociedad y como proveedor, no sólo de nuestro bienestar sino también de nuestro crecimiento cultural y espiritual, exigir a las emisoras ciertos parámetros educativos; lo cual no sucede. Las emisoras son el mejor regalo que unas pocas familias pueden recibir de ese Estado clientelista que privilegia a determinados segmentos de la sociedad. Ni se exige a esas familias «dueñas» de los canales de TV lo mínimo que se espera en cualquier país decente, o sea la devolución a las arcas públicas de una parte de los fabulosos ingresos de publicidad. Imaginen si el 10% de esos ingresos de esos fueran destinados a la educación fundamental. Sería una revolución, sobre todo considerando que, de los gastos destinados a la enseñanza fundamental, apenas un 8% llega al segmento que representa a los 20% más pobres de la población; y de los gastos destinados a la enseñanza superior, casi la mitad va al 20% de los más ricos. Es un embudo al revés. O se cambia eso, modificando la política de orientación educacional, o continuaremos remando contra corriente y haciendo un trabajo inocuo, porque las fuerzas contrarias son más poderosas que nuestros buenos propósitos.

En el caso de la TV la cuestión es seria porque el contenido es hegemónico. Estoy hablando de la TV abierta, mayoritaria, que llega al 86% de los domicilios del país. No me refiero a la TV de pago, de más calidad. La TV abierta ejerce un papel deseducativo de desinformación y deformación de las nuevas generaciones brasileñas, porque tiene como prioridad fortalecer el mercado. Lo que rige la grada de programación de TV es aquello que da índices de audiencia, porque implica mayor contingente de consumidores. No importa si esa prioridad consumista hiere principios, parámetros y elementos éticos que la familia, la escuela, la iglesia y la sociedad quieren inculcar en los jóvenes. Lo que importa es aumentar el nivel de consumo. Lo cual no sería tan grave si no hubiese un antagonismo. No es una competición, sino que hay un conflicto ético entre la formación y la deformación de una persona. Una persona no puede ser simultáneamente ciudadana y consumista. Hay un momento en que una de esas dimensiones es prioritaria en su vida. La publicidad sabe muy bien que cuanto más culta es una persona -cultura es todo aquello que engrandece nuestro espíritu y nuestra conciencia- tiende a ser menos consumista. Un pequeño ejemplo: quien gusta de la música clásica, será raro que contribuya a enriquecer la industria fonográfica. Quien aumenta la fortuna en esta industria es el consumidor que día a día desea experimentar una nueva banda, un estilo diferente, porque si no fuera así, si sólo le gustaran media docena de compositores clásicos, el consumo sería menor, pues apenas comprará las nuevas interpretaciones de las obras de su preferencia. La TV abierta no trabaja mirando cómo favorecer la cultura, porque la cultura crea discernimiento crítico, sino que trabaja con el entretenimiento que estraga nuestros principios éticos. ¿Qué es el entretenimiento? Es el conjunto de enlatados que vienen de los EE UU, películas violentas, dibujos animados, programas humorísticos, etc., en resumen lo que vemos el domingo, Día Nacional de la Imbecilización General. Imbéciles el presentador, los participantes y el público que permanece en ese siéntate-levántate aplaudiendo.

Todos obedecen a programadores invisibles, que el teleespectador no ve. Imbéciles nosotros que, en lugar de ir a pasear con la familia, quedamos sentados en el sofá, creyendo que estamos absorbiendo alguna cosa útil cuando en realidad estamos rompiendo el diálogo familiar, la diversión de los niños, el contacto con la naturaleza y toda una serie de actividades saludables. Y lo peor es que nos avisan: ¡Sal de abajo! La gente no sale y despierta el lunes con resaca espiritual. O alertan: ¡Cuidado: alta tensión!, pero continuamos insistiendo y marcando puntos en el índice de audiencia. ¿Cuál es el secreto del entretenimiento? Quien trabaja en publicidad o en ambientes de enlatados conoce la alquimia. No es fácil crear entretenimiento, porque no se puede dar sustancia al espíritu y a la conciencia del público; apenas se deben dar unos toques sensibles capaces de hipnotizar al público. La radio por ejemplo es universal; puede ser oída manejando el carro, cocinando, plantando etc.; la TV no. Ésta exige una actitud de sumisión, provoca hipnosis. Tengo que estar frente al aparato. Yo creo que ya es hora de que las escuelas lleven la TV a las aulas, como hacen con los textos; debatiendo el contenido de las imágenes los alumnos educarán su propio mirar con más discernimiento crítico. ¿Cómo se logra la alquimia del entretenimiento? Gracias a los conocimientos del doctor Freud sabemos que nuestro inconsciente gira en el diapasón inicio de la vida/fin de la vida. Somos el único animal que sabe que nació y que va a morir. Ningún otro tiene esa conciencia. Todos los animales son contemporáneos de su presente. Son todos aquí y ahora. Nosotros no sólo oscilamos en el nivel de lo consciente, como tenemos un gran peligro en la vida, que es el de no ser contemporáneos del propio presente, como enseña por ejemplo la tradición budista.

Envejecemos más rápido cuando vivimos con nostalgia de lo que pasó o con ansiedad de lo que vendrá, y no somos capaces de ser presentes en la actualidad. Por eso me gusta mucho un poema que dice: «El pasado pasó / el futuro vendrá / pero eso aquí y ahora / es de hecho un presente». Sin embargo es necesario saber disfrutarlo. El diapasón de la industria del entretenimiento es transformar el comienzo de la vida en sexualidad, pornografía, y el fin de la vida, la muerte, en violencia. Unen ambas cosas y ahí está el éxito, ahí está el crecimiento del índice de audiencia, ésa es la formación de los consumidores. Apreciamos ser espectadores de algo que es incitante en nuestro inconsciente y se mueve con las profundidades de nuestro psiquismo. Pero no podemos estar permanentemente en una actitud de Eros. Todavía no llegamos a la fase de humanización en que las estructuras de nuestro cerebro, tributarias de reptiles y primates, hayan sido totalmente superadas. Suelo ponerme alerta cuando me dicen que necesitamos «escoger políticos que tengan diploma de carrera universitaria», pues las bombas de Hiroshima y Nagasaki fueron construidas por grandes científicos, todos ellos doctorados en física, química, etc.; los hornos crematorios de Auschwitz fueron construidos por ingenieros, las armas biológicas por médicos. O sea el hecho de que alguien tenga alta calificación desde el punto de vista erudito, académico, significa poco. Sentido de la educación Educación es formar personas verdaderamente humanizadas y felices. Eso significa formar personas con mucha ética, principios y proyecto de vida. Sin ello no es posible ser humano y ser feliz.

¿Qué educación es esa que forma un mundo de desigualdad, que forma un mundo en que la competitividad es un valor superior a la solidaridad? ¿Qué educación es esa que, ella misma, es factor de estímulo a la competitividad, en forma de pruebas, premios, humillación de los que no pasaron de curso, de los que no avanzaron, y que son la mayoría? La mayoría no alcanza el primer lugar. Me acuerdo de cuánto sufrí en la secundaria, en la enseñanza fundamental, por no ser premiado, por no estar mi nombre en el cuadro de honor, no recibir medalla, no figurar entre los primeros de la clase, como cuento en mi libro Alfabetto. Autobiografía escolar. Me consideraba un perdedor. La educación me enseñaba a tragar mi humillación de ser un perdedor. Entonces ¿qué educación es esa que no consigue trabajar la formación de principios éticos? Criado en Belo Horizonte, iba al centro de la ciudad a comprar clavos para mis carritos de pasamanos o para las manivelas que yo mismo fabricaba. En aquella época, felizmente no existía la palabra marca, la gente hacía sus propios juguetes. Mi padre me alertaba: «No pases por determinadas calles del centro». Era por donde quedaba la zona bohemia de la ciudad. ¿Cómo un padre va a decir eso hoy a un hijo si al prender la televisión se le mete dentro de casa la zona bohemia y el burdel entero? Uno de los desafíos más difíciles y urgentes que hay que afrontar es la formación sexual y afectiva de los niños y de los jóvenes. Pasé 22 años en las bancas escolares y nunca las escuelas a las que asistí abordaron las situaciones-límite de la vida, por las que todos pasamos o habremos de pasar. La escuela nunca habló de dolor, pérdida, ruptura afectiva, carencia, muerte, espiritualidad. Por suerte sólo estudié cuatro años en colegio religioso; los otros fueron en escuela pública. En los 4 años como alumno de colegio religioso oí hablar de doctrina y de moralismo pero no de la experiencia de Dios, de valores evangélicos ni del amor preferencial a los pobres. La escuela nunca me habló de sexualidad; hoy habla de cuidados higiénicos, para evitar enfermedades de transmisión sexual. ¿Y la educación afectiva? ¿la educación para el amor? La relación afectiva es determinante en la vida de todas las personas. Actualmente la media brasileña de duración del matrimonio es de 7 años. (Quien pasó de esa media puede festejarlo, porque ya es ganancia).

Es curioso que algo tan determinante no tenga un mecanismo educativo que ayude a esa formación. Más curioso es que haya una excepción paradójica: la única escuela de formación afectiva-conyugal que existe en todo el país es la Iglesia Católica, que exige el celibato de sus sacerdotes y religiosos, pero no celebra casamientos sin que la pareja haga un curso de novios. Por suerte la mayoría de los cursos los dan los laicos. Una vez me dijo una amiga: «Betto, no voy a bautizar a mis hijos ni educarlos en ninguna religión. Que ellos cuando tengan 20 años decidan si quieren seguir alguna religión y cuál. Fui alumna de un colegio de hermanas y pagué análisis durante años para que me libraran de tabús y advertencias que me fueron inculcados». Y yo le dije: «Usted como madre y su marido como padre tienen todo el derecho de educar a sus hijos como mejor entiendan, aunque no concuerdo con su punto de vista. Usted no tiene disyuntiva: o educa usted o educa Xuxa, no hay alternativa. Si usted no da educación religiosa a sus hijos -educación entendida aquí como valores evangélicos, principios éticos, apertura a la trascendencia-, será Xuxa quien les enseñe lo que es cierto y lo que es falso, lo que es bueno y malo, quién es sinvergüenza y quién buenagente, cual es el juego ético, aético o antiético de la vida social. Usted no tiene disyuntiva, o sea, la formación de la subjetividad es una cuestión educativa de la mayor importancia». La escuela, en su tradición occidental y brasileña, por razones históricas y cartesianas, olvida la cuestión de la subjetividad, una de las dos dimensiones esenciales del ser humano. * (Traducción de José Luis Burguet)

Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia2.asp?lang=ES&cod=4608

Imagen: http://www.diariolareforma.com.ar/2013/wp-content/uploads/2015/06/educar.jpg

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