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Cuando los científicos adaptan la realidad a sus teorías

Reseñas/27 Febrero 2020/elpais.com

Fragmento del libro ‘La naturaleza del tiempo’, de Gustavo Romero, en el que realiza un crítica de la crisis que atraviesa parte de la física teórica

En diciembre de 2014, dos de los más importantes cosmólogos del mundo, George Ellis y Joe Silk, publicaron en la revista Nature un artículo titulado Defend the Integrity of Physics. Se trataba de un artículo valiente donde expresaban su preocupación porque muchos físicos que trabajan en el área de la teoría de cuerdas están abogando por un cambio en los criterios de evaluación de las teorías científicas. En particular, están sosteniendo que criterios como la capacidad de realizar predicciones sobre el mundo real, o que una teoría deba ser confrontada con experimentos, deben ser abandonados y reemplazados por otros más laxos, basados en consideraciones estéticas o de orden no empírico, como ser el consenso de cierta comunidad. En una época en que la cosmología, una disciplina usualmente considerada como especulativa, ha entrado en una etapa de enorme precisión debido a la existencia de datos de alta calidad obtenidos por satélites y telescopios, no sorprende que este clamor por la especulación sin control experimental sea visto como un retroceso y una amenaza. Más aún si consideramos que la ciencia, desde hace bastante tiempo, es objeto de permanentes ataques por parte de filósofos posmodernos, fundamentalistas religiosos y otros elementos fanatizados.

Los científicos que sostienen que sus trabajos no se deben evaluar por el hecho de que predigan o no cosas contrastables, sino por su belleza interna y por consenso dentro de la comunidad donde esos trabajos han sido realizados, han tomado lo que en filosofía se llama una posición posmoderna: la ciencia es un discurso entre otros muchos que forman el texto social. Para estos posmodernos, una teoría, considerada como discurso, es válida si es aceptada por la comunidad que genera ese discurso. La sensación que deja esta posición es que esa gente está cuidando su trabajo y no busca una representación lo más verdadera posible de la realidad. De hecho, han abandonado el ideal de buscar la verdad, expresarse claramente y entender la realidad, que ha caracterizado a la actitud científica desde los tiempos de los filósofos presocráticos y el nacimiento del pensamiento racional y crítico. Si lo que están produciendo no satisface los estándares de lo que hasta hace poco se llamaba ciencia, este grupo de personas hace una gran presión para que se cambien los estándares de evaluación, en lugar de cambiar ellos y dirigirse hacia otro tema de investigación que pueda permitir una salida al callejón en el que se encuentran. Es una situación muy grave porque, si esas tendencias llegan a predominar, pueden llevar al sistema científico a una enorme crisis, sobre todo en una época en la que otras áreas de la ciencia están creciendo mucho y con grandes aportaciones.

Los avances recientes en neurociencias, por ejemplo, son asombrosos. En los últimos 20 años, toda la experimentación sobre el cerebro ha revolucionado el conocimiento que tenemos acerca de cómo funcionan las capacidades cognitivas del ser humano. Propagar en esas disciplinas jóvenes los criterios antiempíricos y antiexperimentales que promueven algunos físicos de cuerdas puede generar una situación que detenga el crecimiento de esas disciplinas que se hallan en enérgico desarrollo. En cierta forma, algunos cuerdistas están tratando de exportar y universalizar su fracaso, en vez de admitirlo.

La situación de la física teórica es difícil por múltiples causas. La causa sociológica reside en la organización empresarial de estilo norteamericano del sistema científico. Esa organización funcionó para fabricar una bomba atómica, o para crear los aceleradores de partículas que llevaron a la gran explosión de la física de partículas a fines de la década de 1950, pero no sirvió para encontrar una nueva física. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial no se ha descubierto esencialmente una nueva física fundamental comparable a la hallada en la primera mitad del siglo XX. En el sistema científico norteamericano, al investigador no le queda tiempo para dedicarse a los fundamentos de sus teorías o a cuestiones de fondo: hay una enorme presión por publicar artículos que servirán para ganar subsidios o subvenciones, que es lo que, en el fondo, hace valioso al investigador. ¿Por qué? Porque la universidad norteamericana elige a los profesores que va a contratar de acuerdo con sus capacidades para conseguir subsidios, dado que a ella le quedan los diezmos u overheads de los mismos, lo que significa para ellos una importante fuente de ingresos. Así pues, la universidad prioriza a aquellos investigadores que publican mucho en áreas de moda y que pueden conseguir, por tanto, subsidios jugosos.

El mundo académico se ha monetarizado, se ha comercializado en detrimento de la búsqueda de la solución a los grandes problemas científicos. La gente ya no se plantea problemas fundamentales porque los grandes problemas requieren mucho tiempo y maduración y eso afecta a los altos ritmos de publicación. El publish or perish (“publica o perece”, en inglés) ha llegado a una reductio ad absurdum produciendo un flujo permanente de artículos superfluos que en su gran mayoría jamás serán leídos o comprendidos. Todo esto ha llevado a que la originalidad tienda a desaparecer, porque siempre es más fiable adoptar una técnica comprobada y volver a aplicarla que tratar de plantear desde cero un nuevo problema. El mercado académico presiona para que se asignen puestos estables a los científicos que tienen capacidad de obtener grandes subsidios y son reconocidos por sus pares. Estos científicos estarán luego en posición de elegir a las nuevas personas que se incorporan al sistema, personas cuyos trabajos estarán en general en la línea de quienes los seleccionan. Ocurre entonces una especie de reproducción de los temas: los discípulos se forman a imagen y semejanza de los maestros y, a continuación, los maestros deciden que ellos sean quienes los reemplacen en las cátedras. El sistema académico monotematiza la investigación por medio de un círculo vicioso cuyo resultado es un investigador hiperespecializado y de poca versatilidad y originalidad.

Esto pasó en buena medida con el boom de publicaciones en teoría de cuerdas a finales de la década de 1990 en EE UU. El resultado es que hoy hay un montón de físicos ocupando muchas cátedras muy importantes en las mejores universidades y cuya especialización es algo que no sirve básicamente para nada, ni hay esperanzas de que sirva en algún momento. Esto lleva a la crisis actual de la física: se trata de gente sin formación para dedicarse a otra cosa y, por tanto, presiona para que las condiciones externas se adapten a lo que pueden hacer. Ante una situación como la de la teoría de cuerdas, […], los nuevos paladines de la teoría, en vez de decir “esto es un callejón sin salida y nunca voy a poder predecir nada”, lo que dicen es: “Para cada una de estas representaciones topológicas de la teoría de cuerdas hay un universo donde la teoría es válida”. Esto los lleva a postular algo increíble: infinitos universos.

En lugar de tratar de estudiar el universo observable, lo que hacen, para solucionar el problema de la degeneración, es postular infinitos universos. Es el paroxismo de la inflación ontológica. Un camino metodológico opuesto a lo que, tradicionalmente, ha llevado a los grandes descubrimientos de la ciencia. Cuando una teoría no es compatible con la realidad, se cambia la teoría, no se cambia la realidad agregando infinitos universos. Algunos cosmólogos están aterrorizados de que, en breve, proliferen los trabajos sobre universos múltiples y su disciplina vuelva a la vieja especulación sin asideros. Por esta razón, Ellis y Silk publicaron ese artículo valiente para llamar la atención de la comunidad científica y proponer una reunión, en la cual también participen filósofos, con el fin de mostrar que hacen falta estándares estrictos a la hora de evaluar las teorías científicas. El problema de tratar estas cuestiones con filósofos es que muchos de ellos no están de acuerdo con usar criterios estrictos de evaluación de las teorías. La filosofía académica en el mundo anglosajón ha sufrido un proceso similar al de la física teórica después de los grandes desarrollos en lógica de la década de 1930 y 1940, cuando se estableció la semántica formal.

A partir de los años cincuenta, los lógicos de orientación filosófica se dedicaron, más que nada, a fabricar lógicas alternativas. La mayor parte de las aplicaciones de la lógica están en la lógica de primer orden, que es lo que se llama la lógica de predicados, y en algunos aspectos de la lógica de segundo orden. Hay muchas otras lógicas, infinitas lógicas posibles, pero en general no tienen aplicación a la realidad. Una de esas lógicas se llama lógica modal o lógica de la posibilidad, que siempre se ha considerado como un mero juego formal que no tiene aplicación en ciencia. El filósofo estadounidense Saul Kripke postuló que la lógica modal podía resolver su problema fundamental, que es cómo establecer el valor de verdad de sus enunciados, postulando infinitos mundos: un enunciado modal es verdadero si y sólo si hay un mundo en el cual ese enunciado es verdadero. Un montón de lógicos y filósofos analíticos se dedicaron a reformular la lógica modal en términos de la pluralidad de los mundos o de los infinitos universos. Esto concuerda con la postura de algunos físicos cuerdistas radicales y sus multiuniversos. Estos supuestos universos no interactúan entre sí y están totalmente desconectados unos de otros. Jamás se podrá, siquiera en principio, planear un experimento que permita establecer la realidad de esos otros universos.

Se presenta así una situación peculiar y potencialmente muy peligrosa: tanto lógicos y filósofos que están sin problemas serios de los que ocuparse, como físicos teóricos que se hallan atrapados en el callejón de la teoría de cuerdas, de repente se encuentran que tienen intereses comunes y comienzan a apoyarse mutuamente. Esto termina en científicos como Stephen Hawking, quien hablaba de la muerte de la filosofía refiriéndose a la filosofía tradicional, y filósofos que dicen que “hay que basar la filosofía en las modernas teorías de la física”, haciendo referencia a la teoría de supercuerdas y a la del multiuniverso o multiverso. Es un movimiento peligroso: los investigadores se apartan de la realidad y de los problemas reales y pasan a considerar como actividad científica legítima algo que sólo es un discurso o un monólogo posmoderno. Un relato. La realidad se genera en el despacho del físico.

Este movimiento ha tenido otra consecuencia perjudicial: la aparición de científicos mediáticos y gurús de la ciencia. Lo opuesto a la imagen tradicional del científico, que se cuida de hacer observaciones extravagantes y es un referente para detener la charlatanería. Muchos cuerdistas consideran a Ed Witten una especie de gurú. Su sola opinión expresada en una conferencia puede hacer que cientos de científicos jóvenes se pongan a trabajar en una dirección sin cuestionarse las razones. Otros científicos, más preocupados por su popularidad que por la ciencia, se pasan el tiempo haciendo profecías sobre toda clase de temas, desde el fin de la filosofía o la física hasta el fin del mundo. Es el triste caso de Hawking, que en los últimos años de su vida parecía dedicado solamente a cultivar su popularidad personal entre el gran público por medio de las más disparatadas afirmaciones. Todo esto crea una muy pobre imagen de la ciencia y su contribución a la cultura, en particular si comparamos la situación con la época en que las figuras de referencia eran Einstein, Max Planck, Niels Bohr y otros científicos de similar envergadura y conciencia cívica y social.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/10/ciencia/1581348827_625914.html

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Libro(PDF): «La formación de docentes en América Latina. Perspectivas, enfoques y concepciones críticas»

Reseña: CLACSO

El libro centra su atención en los análisis de la formación desde la investigación. En este sentido, es necesario destacar la relación que el grupo establece entre formación docente y pensamiento crítico, ya que existe una tendencia a considerar este tipo de formación desde la perspectiva del deber ser; se ve a la formación de los profesores a partir de modelos normativos o prescriptivos, lo que provoca un vaciamiento de su complejidad y obtura la posibilidad de reconocer la formación en sus diversas aristas (pedagógica, didáctica, ontológica, ética, etc.) y a los docentes en sus múltiples espacios de construcción de significaciones: la región, la localidad o el barrio, como escenarios donde se despliega su experiencia, su práctica y sus saberes.

Interesa reconocer las perspectivas y enfoques de la formación docente en la región Latinoamericana. En este sentido, son parte de este libro textos que aportan elementos para nuevas lecturas desde la pedagogía de la memoria, la mirada decolonial, la educación para la paz, entre otras. Asimismo, se recuperan las tradiciones del pensamiento de América Latina que, como en el caso de Paulo Freire, contribuyen al desarrollo del pensamiento crítico en el ámbito educativo. Así, se ratifica que la formación implica un saber hacer, pero también requiere adquirir marcos de pensamiento y juicio.

Autores (as):
Rosa María Torres Hernández; Daniel Lozano Flórez. (Editores académicos),

Luis Bonilla-Molina; Jorge Hernán Marín Maya; Orlando Pulido Chaves; Rodrigo Castillo Aguilar; Laura Arese; Johana Méndez Sarmiento; Catalina Rodríguez-Amaya; María Dolores Covacevich; Catalina Rodríguez-Amaya; Mario Ramírez-Orozco; Mariana Frechtel; Rafael Lucio Gil; Marco Fidel Vargas Hernández; Daniel Lozano Flórez; María Eugenia Parodi Bartora; Elizabeth Castillo Guzmán; Paulo Emilio Oviedo: Rosa María Torres Hernández; Marcela Contreras Avellaneda; Lorena Chacón Ortiz; Mauricio Páez Ochoa; Esperanza Hernández Delgado. (Autores y Autoras de capítulos).

Editorial/Editor: CLACSO, CRESUR

Año de publicación: 2019

País (es): Argentina

Idioma: Español.

ISBN: 978-607-8671-15-1

Descarga: Libro Fomacioěn Docente. CLACSO. CRESUR

Fuente e Imagen: CLACSO

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Libro: Apuntes para la re-construcción de la historia de las pedagogías críticas. Luis Bonilla-Molina

Apuntes para la re construcción de las pedagogías críticas es un documento de trabajo, que muestra parte de los avances de uno de los libros de la serie PEDAGOGIAS CRÍTICAS que Luis Bonilla-Molina está escribiendo.
Este documento de trabajo forma parte de los trabajos de investigación de la alianza investigativa internacional conformada por el GT CLACSO Reformas y Contrarreformas Educativas, el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) asociado al IESALC UNESCO, la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa integrante de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), el portal de las y los maestros Otras Voces en Educación (OVE), el Centro Internacional Miranda (CIM) y el Centro Internacional de Pensamiento Crítico Eduardo del Rio (Rius).

Link de descarga:  https://rebelion.org/docs/254822.pdf

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Epistemologías desde abajo

Por: Isabel Rauber

I. Salir del cerco de la epistemología occidental II. Sacudirse el fantasma de la modernidad III. Pensar con los sujetos y no para (ni por ) los sujetos I. Salir del cerco de la epistemología occidental Elementos de partida 1. Parecería un lugar común comenzar haciendo referencia a la crisis civilizatoria que nos atraviesa y […]

I. Salir del cerco de la epistemología occidental

II. Sacudirse el fantasma de la modernidad

III. Pensar con los sujetos y no para (ni por ) los sujetos



 
I. Salir del cerco de la epistemología occidental
Elementos de partida
1.

Parecería un lugar común comenzar haciendo referencia a la crisis civilizatoria que nos atraviesa y por la que atravesamos. Pero es necesario recordarla para tener presente que -aunque muchos lo reconozcan teóricamente- es importante enfrentarla con la profundidad y multidimensionalidad que ella tiene e impone, es decir, desde la raíz para desde ahí buscar su superación.

La cualidad de «civilizatorio» indica que se trata de una crisis de los cimientos mismos del sistema – mundo dominante, hegemónico, del cual -en este caso‑ se buscaría «salir», superar, ir «más allá». Esto es: superar-reemplazar-abandonar el sistema de producción y reproducción que lo gestó, expandió y afianzó multidimesionalmente en sus modos de vida y en la existencia y espiritualidad humanas. No solo en lo económico, sino en lo político-institucional, en la educación, el conocimiento, la cultura, la ideología, la subjetividad, el lenguaje, la comunicación social y sus medios, las interrelaciones humanas, en la producción y reproducción de su hegemonía en todos los órdenes de la vida.

En tanto economía es sociedad, un modo de producción y reproducción económica es a la vez un modo de producción y reproducción social; define modos de vida, de interrelacionamiento humano y con la naturaleza, modos de pensar, de sentir, de soñar, desear y morir.

Hoy transitamos un tiempo de agotamiento civilizatorio integral y multidimensional: de un modo de producción, reproducción, distribución (intercambio), apropiación y acumulación económica, cultural, social y política capitalista que se ha desarrollado a tal punto que evidencia descarnadamente su irracionalidad creciente, situación que prácticamente ha anulado su inicial racionalidad [Hinkelammert]. Esta irracionalidad se expresa nítidamente en su irrefrenable destrucción de la vida; es un modo de no-vida que cínicamente los defensores del capital pretenden sostener y defender, disfrazándolo como una evolución «natural» de la sociedad y, por tanto, «irremediable» para la humanidad. Por eso resulta «saludable» no confiar en sus propuestas de soluciones a los problemas por ellos mismos creados, ni adoptar sus pretendidas alternativas de «superación» de los anteriores patrones de «desarrollo», por ejemplo, la llamada «economía verde».

Indagar una salida por fuera de esta civilización generada y sostenida por el capital requiere de la creación colectiva global del conjunto de sujetos sociales populares, para pensar y construir propuestas capaces salir del cerco económico-cultural del capital y poner fin a sus mecanismos de producción y reproducción, a sus preceptos ideológicos y a sus paradigmas justificatorios.

Se trata de buscar, crear y definir alternativas superadoras a esta locura de la muerte, lo que demanda un «pensamiento crítico» consciente de las exigencias del tiempo histórico en el que se desarrolla y de las realidades en las que los sujetos populares despliegan sus experiencias de resistencia, luchas y creaciones con grandes atrevimientos políticos, expresándolos con toda la riqueza de la diversidad de su existencia, sus identidades, culturas, cosmovisiones, cosmopercepciones, conocimientos, saberes, sabidurías, pensamientos y prácticas sociales y comunitarias (base para su articulación). Esta cualidad del pensamiento crítico es la que expreso con el concepto «pensamiento crítico situado».

Implica asumir el desafío histórico de buscar, crear y construir una nueva civilización, basada en una cosmovisión abierta que ‑dando cabida a diversas cosmovisiones‑, promueva la armonía, el intercambio y la complementariedad entre los seres humanos y con la naturaleza, en búsqueda, creación y tránsito hacia un nuevo modo de producción, reproducción y acumulación sociales, que se haga cargo de promover y sostener la reproducción en equilibro con la naturaleza. Esto se expresará en un nuevo modo de vida.1

Una semblanza del modo de vida al que aspiramos resulta sintetizada, por ejemplo, en la propuesta de los pueblos indígenas originarios conocida como el vivir bien o buen vivir: en equilibrio, equidad entre los seres humanos y con la naturaleza de la cual somos parte; sin asimetrías de poder. Esto contrasta con las propuestas consumistas de bienestar y progreso individuales (e individualistas) alimentadas por la filosofía occidental moderna (capitalista). Se asienta en un principio civilizatorio para la vida que, en aras de ella, promueve y defiende el bien común: «No es posible vivir bien si los demás viven mal». No resultan compatibles con él las guerras, ni el saqueo, ni las desigualdades extremas que provocan hambre, enfermedades, muertes… que destruyen nuestro hábitat y -con ello‑ nuestra humanidad. De ahí que su carácter civilizatorio para la vida, sea una de las claves para pensar crear un mundo nuevo.

2.

Cuando se hace referencia al «pensamiento crítico» se abre una dimensión de diversidad; hay mucho escrito, pensado, publicado. Acá quiero referirme particularmente a las corrientes cuyos representantes o referentes lo colocan (y se colocan) «afuera» de la historia, es decir, se refieren a un pensamiento no situado elaborado al margen de las realidades concretas del tiempo histórico de que se trate y de sus sujetos. Estas vertientes de pensamiento resultan incapaces de identificar claramente los problemas raizales que la crisis civilizatoria plantea a la sobrevivencia de la humanidad. Tampoco reconocen que tanto el origen como el desarrollo de los conceptos y paradigmas del «pensamiento crítico» que enarbolan fueron moldeados, de alguna manera, por la civilización que pretenden analizar críticamente, por lo que resultan también alcanzados por los cimbronazos (culturales e ideológicos) de su crisis.

En tanto pensamiento abstracto (atemporal, no contingente y sin sujetos concretos), esta corriente de «pensamiento crítico no situado» comulga con la concepción liberal y cientificista . Con ello pretendió dotarse de una objetividad no «contaminada» con las contradicciones de la vida real, pero ‑por esa vía‑, terminó desconectado de la realidad, sus acontecimientos y sus actores sociales. Resultó entonces, un pensamiento «crítico» dogmático, apriorístico, trascendental.

En tanto esta corriente se desarrolló y difundió con el apoyo de poderosas instituciones académicas, políticas y culturales (editoriales) a nivel mundial, en primer término la Academia de Ciencias del PCUS y el Instituto de Marxismo-Leninismo de la URSS, su influencia fue considerable también en el terreno de las actividades político‑sociales. En Indo-afro-latinoamérica su irradiación fue devastadora: negación o rechazo de las realidades socioeconómicas; de los sujetos realmente existentes y de sus realidades, identidades, culturas, etc., implantación de esquemas clasistas teóricos extrapolados, desconocimiento generalizado de las deformaciones de la dependencia multidimensional impuesta por el colonialismo, etcétera.

Adoptando la denominación de «marxismo» -transformado en doctrina‑, esta corriente de pensamiento ha sido -y aún es, en ciertos ámbitos‑, considerada como uno de los mayores exponentes del «pensamiento crítico» de izquierda, cualificación que muchos emplearon para descalificar otros aportes teóricos revolucionarios, como los de la educación popular, la teología de liberación, el feminismo…. Con tales actitudes, su difusión e instrumentación política se tradujo en intolerancia, desprecio, rechazo y marginación de lo diferente. Sus referentes intelectuales fueron (y muchos aún lo son) considerados poco menos que dioses a los que habría que reverenciar y seguir si se deseaba ser parte del cuerpo crítico «iluminado» o contar con su aprobación (para publicaciones, doctorados, becas, concursos, distinciones, premios…).

3.

Ese «pensamiento crítico» que adoptó posiciones supuestamente «objetivas e imparciales», resultó un pensamiento sin sujetos, despojado de sus realidades, contradicciones y subjetividades (reducidas a «lo subjetivo»). Fue un pensamiento disecado, desposeído de la riqueza emergente de la diversidad de los sujetos, de sus sentimientos, saberes y sabidurías, de sus cosmovisiones y cosmopercepciones, negador de sus identidades y culturas… En síntesis, devino un pensamiento no situado (abstracto), ajeno a las contingencias de la historia y a los sujetos y sus subjetividades (y sus calamidades, luchas, resistencias…). Ello constituyó y constituye su deficiencia epistemológica de raíz. Y alcanza tanto a su matriz raizal como a sus contenidos, sus conceptos y paradigmas, sus lenguajes y formatos y, de conjunto, fundamentalmente, a su proyección práctica.

Muchos ejemplos dan cuenta de ello, pero vale recordar aquí a uno de sus resultados más negativos para el pensamiento y la acción sociopolítica de la izquierda en el mundo y, particularmente, en Asía, África y en este continente. Me refiero, en primer lugar, a la fragmentación del pensamiento revolucionario (de Marx, Engels y Lenin) en materialismo dialéctico y materialismo histórico. Con ello, sus promotores pretendían, tal vez, evitar una posible herencia idealista de Hegel («corte epistemológico» althuseriano, por ejemplo), pero en realidad, al separar materialismo y dialéctica sepultaron la gran revolución epistemológica realizada por Marx en el pensamiento social. Sobre esa base hicieron posible la creación de un materialismo histórico sin sujetos y sin sus contingencias en la historia; es decir, sin atender tampoco a las transformaciones que ello exigiría en los contenidos de los conceptos, las categorías, las propuestas… La dogmatización se abría paso ocultándose tras una supuesta concepción «científica» que aislaba al «marxismo» de su fuente genealógica sine qua non: la concepción dialéctico‑materialista de la historia. Despojado de la dialéctica y de los sujetos, artífices, creadores y constructores de las dinámicas vivas, con sus luchas y pensamientos‑, ese «marxismo» solo podía ser doctrina muerta, vacía de contenido histórico social, su raíz y proyección revolucionaria.

Un referente importante de esta concepción fue Althusser, quien ‑aunque se pretendió anti-dogmático‑, definió al materialismo histórico como «ciencia de la historia». Ella aborda temas relativos a la estructura social y a la superestructura. Las clases y la lucha de clases existen, pero estáticas, pues no modifican sustantivamente la realidad ni son modificadas por ella, ni pueden tampoco crear algo nuevo. Y aunque se afirma que la lucha de clases marca el curso de los acontecimientos, en realidad estos resultaban pautados apriorísticamente por esa supuesta «ciencia de la historia», en virtud de su conocimiento de las leyes que rigen el movimiento histórico. Un galimatías que fue el adalid del «pensamiento crítico» de gran parte de la izquierda autodenominada marxista en el siglo XX. Para ella Mariátegui fue un «bicho raro», un pensador «maligno» cuyos textos no había que leer, ni nombrar. Al igual que Gramsci, Lukács, Rosa Luxemburgo, Ernesto Che Guevara, Flora Tristán… junto a tantos otros y otras que pensaron, escribieron y lucharon en el mundo.

En nuestro continente esta variante del marxismo rígido, dogmatizado, antidialéctico y desconocedor de los sujetos reales hizo verdaderos estragos. El reconocimiento -esta expresión ya lo evidencia‑, de los pueblos indígenas originarios como integrantes del sujeto social y político, ha sido ‑y en muchos casos aún lo es‑, una carencia, una ausencia. Como así también a los peones rurales, a los trabajadores golondrinas temporarios, a los asalariados en condiciones de semi-esclavitud, a los afrodescendientes, mestizos, criollos y mulatos… Todos ellos fueron desconocidos y excluidos de los análisis sociopolíticos, pues no se ajustaban a la definición de clase social proveniente de los manuales.

Hoy esto parece estar cambiando significativamente y eso contribuye a la proliferación de lecturas sociológicas y políticas más ajustadas a las realidades y a la diversidad de sujetos sociopolíticos concretos. Pero hay mucho por hacer aún en este sentido. Porque no es un tema que pueda resolverse solo con declaraciones o escritos; es vital abrir el pensamiento y el corazón y reconocer las identidades, culturas, saberes, conocimientos y cosmovisiones de los sujetos diversos. Esto provoca un cortocircuito en los liderazgos político-ideológicos dentro del campo popular, tradicionalmente hegemonizados por una izquierda (intelectual y política) ilustrada y por ello -supuestamente‑ dueña de la verdad y, por tanto, del (verdadero) «pensamiento crítico».

4.

Surgen entonces varias interrogantes, entre ellas: ¿Quiénes elaboran el pensamiento crítico? ¿De cuáles fuentes, realidades, sujetos, fuerzas o pensamientos se nutren? ¿Quiénes lo interpretan o «entienden»? ¿Quiénes le dan vida, lo «llevan a la práctica», lo «concretan» o lo «aplican»?

Evidentemente, al asumir la condición de «científico» siguiendo los cánones liberales, la corriente de «pensamiento crítico no situado» lo (auto)constituyó en una cualidad propia de especialistas, expertos, académicos, élites iluminadas alejadas de las prácticas sociales populares.Sobre esa base, establecieron una brecha entre quienes elaboran pensamiento y quienes lo «aplican». Es decir, entre los que saben (y piensan) y los que no saben (y ejecutan).

En el mundo universitario esto se expresó -tal vez de un modo más benévolo‑, particularmente en la distinción entre los saberes académicos y los saberes populares, brecha que desde hace algún tiempo se intenta acortar con el llamado «diálogo de saberes», evidentemente por la presión que ejercen los movimientos sociales en la arena política y por la fuerte influencia cultural de la concepción de Paulo Freire con su defensa de los saberes de los oprimidos.

El «diálogo de saberes» resultó ciertamente una especie de puente ideológico y cultural entre dos categorías de saberes (y de sujetos) que, a la vez que los articula, los diferencia y distancia. Un claro ejemplo de ello es que, en décadas, el tan mentado «diálogo de saberes» no llegó a generar propuestas deselitizantes del saber. Hasta hoy no hay logros significativos en este sentido; no se ha conseguido, por ejemplo, que los currículos universitarios se abran e incorporen -institucionalmente‑, otros conocimientos, sabidurías, cosmovisiones…

Existen espacios como el de la llamada «extensión universitaria» con los que se busca poner parches a esta separación, pero esto ‑lejos de disminuir las distancias‑, las reafirma. En primer lugar porque en ese esquema, son los académicos los que «se acercan» a los espacios «no ilustrados», pero los referentes de estos espacios no son recibidos con la misma amplitud en los espacios de la academia. Además, la concepción de la educación popular tampoco ha sido epistemológicamente comprendida e integrada a una profunda reforma pedagógica educativa; se mantiene en las orillas, construyendo otra epistemología, no para disputar espacios sino porque las realidades de este continente y sus sujetos así lo reclaman y lo producen en consecuencia. En resumen: la fractura epistemológica de saberes se mantiene y afianza.

Un diálogo de saberes requiere reconocimiento del otro, de la otra, respeto, preguntar y escuchar; estar abiertos a racionalidades diferentes, a no excluir, a sumar en actitud de articular; lo que en el pensamiento indígena se denomina complementar o completar (completitud en matemáticas). Y esto supone lo intercultural y, de conjunto, la descolonización. «Aquí es importante reflexionar y entender que forjar el respeto mutuo, entre civilizaciones, implica descubrir lo encubierto, dignificar lo marginado, excluido y colonizado, poner en condiciones de diálogo, luego recién viene el respeto mutuo entre las partes. Una vez logrado el descubrimiento de los valores ancestrales, haber dignificado, y forjado el respeto mutuo, viene el apthapi/complementario de saberes y conocimientos intercivilizatorios…» [Yampara, 2009: 21]. Y claro, esto habla de una relación no unívoca, que articula múltiples dimensiones de existencias e intereses. Ponerse con ello es, precisamente, parte de los desafíos.

5.

En tanto aceptamos que saber es poder, todo ensimismamiento del «pensamiento crítico» obstaculiza el reconocimiento y la comprensión de la dimensión destructiva raizal de la civilización del capital que actualmente carcome y desangra a la humanidad. Y esto -a su vez‑, limita sus posibilidades para buscar, identificar, definir y construir las respuestas de superación civilizatoria alternativa, tarea que no puede ser obra de un grupo de intelectuales sino elaborada entrelazadamente con los quehaceres, experiencias, conocimientos, saberes y propuestas de los actores-sujetos populares, tal como lo exigen la magnitud y los alcances de las amenazas dominantes que definen el tiempo actual.

La grieta histórico-cultural de saberes, conocimientos, sabidurías… condensa entonces, uno de los principales obstáculos epistemológicos, gnoseológicos, políticos e ideológicos del «pensamiento crítico» hasta ahora predominante, cuyo sostén impide su transformación en fuente de inspiración y guía del quehacer socio-transformador de los sujetos populares. Esto no puede lograrse desde afuera de las prácticas sociales de los sujetos, tampoco en el fragor de los hechos; es importante contar con un pensamiento comprometido con las prácticas, que sea parte de ellas pero que -a la vez‑tenga la suficiente capacidad para distanciarse y aportar un punto de vista crítico, es decir, reflexivo, que ponga de relieve lo que la experiencia arroja como enseñanzas, conceptos, propuestas, caminos… y nada de esto puede resultar de una labor individual ni monocultural. Construir pensamientos y saberes colectivos es la clave. Interculturalidad, descolonización, despatriarcalización resultan en este empeño ‑junto con la educación popular y la investigación participativa‑ postulados insoslayables, a la vez que posibilidad, concepción y herramientas.

6.

El «pensamiento crítico no situado» predominante en el siglo XX ‑aparte de dejar afuera a los sujetos, sus subjetividades y sus experiencias históricas‑, se constituyó en torno a una cientificidad a-histórica y quedó anclado a sus «rigores científicos», correspondientes a las revoluciones industriales y sus exigencias socioculturales. Luego se fue acoplando -de diferentes maneras‑, con los descubrimientos de las ciencias y la tecnología: la física cuántica y nuclear, la robótica, la electrónica, la informática… De conjunto, esto se tradujo -no sin debates y contradicciones‑, en una suerte de aggiornamiento científico del «pensamiento crítico», apoyado en lo que se ha dado en llamar «teoría de la complejidad». Esta perspectiva le ha brindado a ciertas corrientes una mayor flexibilidad y apertura, pero ‑lejos de reencaminar al «pensamiento crítico» hacia una transformación raizal de sus cimientos‑, fortaleció, en general, sus tendencias al elitismo.

Es importante tener presente que toda producción de conocimiento parte de una base cultural y está también intercondicionada por ella, además de estarlo también por los instrumentos que emplea, por el «clima ambiental» donde se hacen los estudios… Todo esto influye e interviene en la creación de lo nuevo, en el desarrollo de nuevas miradas, nuevas lecturas, análisis, síntesis y en la elaboración de propuestas encaminadas a superar‑colocarse, desde la experiencia viva de sus procesos internos, «afuera» de la civilización del capital (occidental, moderna). Por eso es saludable promover siempre una actitud abierta, atenta a la pluralidad y diversidad de cosmovisiones, conocimientos, saberes… en búsqueda de posibilidades y nuevas herramientas para construir las convergencias hacia un horizonte compartido común. Lo común implicaría al menos, en tal caso, la creación de un ámbito para pensar colectivamente en clave intercultural, descolonizada y abierta a renovaciones y transformaciones constantes.

Llegado a este punto, entre las huellas más fuertes de los siglos XIX y XX que marcaron la pretendida cientificidad de la corriente predominante del «pensamiento crítico», pueden subrayarse las siguientes:

  • Pensamiento lineal, cuantitativo-ascendente
  • Pensamiento binario
  • La historia como una sucesión lineal de hechos inconexos
  • Lo universal abstracto divorciado y contrapuesto a lo particular concreto y viceversa
  • Monoculturalidad, uniformidad y pensamiento único (verdad absoluta)
  • Posicionamiento liberal como sinónimo de independencia, objetividad (y racionalidad)
  • Predominio de lo cuantitativo (desarrollo como crecimiento, por ejemplo)
  • La naturaleza como objeto (y mercancía)
  • El capital como dinero
  • El mercado como «piso y techo» inevitable
  • Las clases y sus luchas como datos (no como raíz y motor)
  • La exacerbación de lo individual
  • La competencia como modalidad «natural» de las relaciones humanas
  • El conocimiento como un acto de erudición individual y no como práctica social colectiva
  • La sociedad y los sujetos como «objeto de estudio»
  • Los sujetos reales y su diversidad como «problemas»
  • Las mujeres como «objeto» de explotación a «liberar»
  • Los pobres como ignorantes e incompetentes por «naturaleza»
  • La enajenación como fenómeno externo
  • La subjetividad como un defecto
  • La conciencia como «un espacio vacío» a colonizar.
  • El adoctrinamiento como práctica «concientizadora».
  • El fundamentalismo epistémico como sustrato
  • La soberbia como característica
  • La colonización cultural como alternativa

II. Sacudirse el fantasma de la modernidad

Los reclamos, las tareas y los desafíos para el «pensamiento crítico» son muchos y se multiplican potenciándose unos a otros a diario. Urgen cambios raizales. No bastan aggiornamientos formales o retoques; se trata de abrir las entendederas, despojarse de la herencia colonial del pensamiento único, para crear y construir dialogal e interculturalmente lo que será -ya se avizora‑, un nuevo «pensamiento crítico» abierto, centrado en el quehacer sociotransformador de los sujetos populares, intercultural, con identidades socioclasistas claras, es decir, con pertenencia de clase y compromiso con la búsqueda, creación y construcción de una nueva civilización.

Esto supone salir del cerco ideológico-cultural hegemónico del poder del capital, replantearse y revitalizar los horizontes sociotransformadores del pensamiento crítico, recuperar su sentido y sus contenidos revolucionarios, no para quedarse allí sino para nutrirse desde los orígenes con el quehacer teórico-práctico de los pueblos. Esto supone abrir las compuertas del pensamiento, fortalecerlo con la vitalidad epistemológica de las prácticas sociotransformadoras de los movimientos indígenas y sociales que buscan, luchan y construyen día a día en sus comunidades y territorios avances hacia un nuevo mundo, una nueva civilización plurinacional indo-afro-latinoamericana.

Esto coloca en el centro del quehacer epistemológico a los «viejos» y nuevos actores sociales y políticos, y al conflicto social como dimensión vertebradora de articulaciones sociopolíticas, ámbitos de desarrollo de potencialidades colectivas que pueden emerger de la convergencia programática de actores sociopolíticos diversos del campo indopopular. Estos han sido y son:

  • Protagonistas históricos de la resistencia, social, cultural y política.
  • Creadores de nuevos «paradigmas» de transformación social.
  • Creadores-constructores de nuevas modalidades y formas organizativas para la representación social y política: la comunidad y lo común como corazón, referencia y eje.
  • Creadores y desarrolladores de nuevas concepciones acerca del poder y la democracia, de nuevas modalidades de interrelación sociedad-ciudadanía: intercultural, descolonizada, despatriarcalizada, plurinacional…
  • Baluartes de esperanza y re-creación de las utopías libertarias, socialistas, humanistas en el siglo XXI. 

Pistas epistémicas indispensables para un nuevo pensamiento crítico Un pensamiento situado con pertenencia de clase

Pensar integralmente el poder y los caminos para su transformación raizal (desde abajo) implica rechazar la supuesta neutralidad epistemológica que, en aras de su «objetividad» prefiere no exponer sus presupuestos reales de partida ni explicitar «desde dónde» realiza el análisis o, aunque lo haga, no logra superar el horizonte abstracto liberal burgués que no da cuenta de los fundamentos últimos de la explotación, desigualdad, discriminación u opresión entre seres humanos, contribuyendo a invisibilizar el contenido de clase de las realidades sociales, para afianzar, por esa vía, la idea de que la diferenciación socioclasista de las sociedades resulta una característica «natural» de la vida social y por tanto, es inevitable.

Es precisamente contra este forma de leer y explicar las realidades que se levantan también los pueblos, apoyados en sus experiencias de vida, sus luchas y creaciones colectivas. Con su epistemología de la praxis ponen sobre el tapete el colapso de las viejas formas de conocer y entender las realidades sociales, de las viejas modalidades de pensar y practicar la política, la organización y articulación de los sujetos y sus interrelaciones, del viejo papel de las instituciones y sus interrelaciones con la ciudadanía… Tales reflexiones tienen un posicionamiento de clase ‑tal cual la clase existe y se proyecta actualmente‑, y sobre esa base analizan las realidades socioeconómicas de nuestro continente e identifican quiénes son (o podrían llegar a ser) los sujetos populares concretos de los cambios.

P ara importante s corrientes de las ciencias sociales y políticas, esto se resolvía afirmando genéricamente que la clase obrera era el sujeto revolucionario. Dicha postura se identificó durante el siglo XX como «clasismo», cuyo contenido era obviamente abstracto, no situado ni en el lugar y ni en el tiempo histórico concreto de que se trataba, ni con los sujetos concretos existentes en cada tiempo y lugar.

En el estadio actual del capital, su lógica de producción y acumulación se resume y expresa en la contradicción antagónica vida‑muerte. Esta contradicción resulta del agravamiento extremo de la contradicción capital‑trabajo y de las contradicciones a ella articuladas. Es decir, que ella contiene, sintetiza y expresa las contradicciones raizales de clase (burguesía‑proletariado) de un modo específico, propio del momento histórico concreto y, ‑convergentemente‑ configura además, nuevas contradicciones y sujetos sociales, a la vez que posibilita la visibilización y el reconocimiento de viejos sujetos, negados como tales por los paradigmas propios de la epistemología de la modernidad.

Esto se relaciona directamente con la necesidad de analizar con un claro posicionamiento histórico‑concreto la existencia e interrelación sujeto‑clase y en Indo-afro-latinoamérica particularmente a la relación sujeto-clase-pueblo/s originarios… para reconocerla en todo su diversidad.

En las complejas realidades de las sociedades indo-afro-latinoamericanas lo «clasista» no resume la totalidad de lo conflictivo sociopolítico, así como tampoco la clase obrera o trabajadora puede identificarse con la totalidad del sujeto político revolucionario. La clase obrera, en toda la diversidad de su existencia, es potencialmente parte constitutiva del sujeto popular junto con otros actores sociales y políticos, del mismo modo que la lucha de clases se expresa actualmente en un sinnúmero de luchas y conflictos sociales no necesariamente encasillables en la antigua definición «clasista». Por ejemplo: las luchas ecológicas, de género, de identidad sexual libre, la de los pueblos indígenas originarios, la de los campesinos, la de las poblaciones urbanas empobrecidas y marginadas, la de los migrantes, etc. Obviamente, la clase obrera con empleo y sus organizaciones «naturales» como son los sindicatos, pueden desempeñar un papel activo motorizador de la articulación de las luchas, problemáticas y actores e identidades sociales, pero ello no es algo que ocurrirá indefectiblemente. Si ocurre impulsa los procesos socio-transformadores, pero -como lo evidencia nuestra historia continental reciente‑, no es condición necesaria ni suficiente para ello.

Tener claridad de estas realidades es tanto más necesario cuanto que los institutos ideológicos del capital, en especial la industria cultural y los medios de comunicación de masas a su servicio influyen de modo perverso en la mente de los desposeídos desdibujando los contenidos de su pertenencia clasista.

Urge salir del manual, de lo abstracto, genérico, binario, anquilosado, encorsetado, para situarse en la realidad concreta en tiempo y espacio. Esta es la primera condición de «situado» y es, precisamente, la que posibilita y posibilitará al pensamiento recuperar su sentido y su carácter crítico, esclareciendo -a la vez‑ su pertenencia de clase, no referida a la mítica clase obrera de los manuales, sino expresando el claro punto de vista de los sujetos populares diversos, cuestión que abordaron con claridad, entre otros, Mariátegui y Camilo Torres.

Al igual que Mariátegui, Camilo tenía cabal conciencia de la «estrechez» de la concepción «clasista» importada e impuesta en estas latitudes, que se limita a identificar únicamente a la «clase obrera» (idílica) como sujeto del cambio revolucionario en las sociedades latinoamericanas. Reconoce la diversidad de nacionalidades, clases, sectores y actores sociales que conforman el pueblo, y para expresarlo conceptualmente, se refiere a ellos identificándolos como «clase popular»2. Esta clase es la que constituye al sujeto pueblo: plural, diverso, multicultural y plurinacional.

Reflexiones como esta -aunque minoritarias‑, no son una excepción ; sin embargo, una suerte de ceguera persiste todavía en amplios sectores de la izquierda partidaria e intelectual cuyos exponentes se resisten a quitarse las anteojeras para ver y escuchar lo que los sujetos de nuestras realidades sociopolíticas muestran y gritan. Enredados con los dogmas de su marxismo y la ideología del poder, continúan abonando el camino del pensamiento binario y dicotómico generando oposiciones falsas entre: ¿clase o etnia?, ¿clase o género?, ¿ideología o cultura?, ¿condiciones objetivas o condiciones subjetivas?, ¿conciencia o subjetividad?… Pretende definir lo que está «incluido» y lo que es o será «excluido», lo que es correcto e incorrecto, la verdad y el error, el bien y el mal… Su enfoque es binario y binario es lo que reproduce, afianza, proyecta y acepta como válido.

Estas contraposiciones ocultaron lo central: la complejidad de la vida real, las identidades y culturas de los pueblos indígenas, de la población negra, de los campesinos empobrecidos, de los obreros, de las mujeres… Todo ello es parte de la problemática «de clase» en este continente porque su existencia ha estado y está marcada por la llegada del capitalismo temprano a estas tierras de la mano de la conquista y colonización.

Capitalismo y colonización son parte de un mismo proceso de violencia, muerte, exclusión, explotación, opresión, discriminación, saqueo… Y esa realidad perdura hasta nuestros días, reciclada y ampliada por diversos mecanismos sociales, económicos, jurídicos, culturales, además de los mecanismos ideológicos dominantes que se modernizan y expanden su hegemonía día por día, actuando mancomunadamente con la reproducción de las lógicas de una sociedad-mercado colonizada (dependiente).3

No vale entonces pretender ubicarse «fuera» de los acontecimientos históricos y sus sujetos; no es así que se logra la «objetividad» tan infundida por las academias.

En la perspectiva epistemológica desde abajo la objetividad se logra situándose adentro del proceso del cual se opina, pensando críticamente con la diversidad de los actores del campo popular, para actualizar colectivamente la conciencia política y el pensamiento sociotransformador en las condiciones concretas, en el tiempo concreto, con los sujetos concretos. Esta sería una segunda dimensión del pensamiento crítico situado (junto con los sujetos populares).

En los procesos de transformación raizal del poder, los sujetos populares -mancomunadamente con intelectuales orgánicos y académicos «situados»‑, irán reflexionando desde sus experiencias, aprendiendo de sus errores y aciertos, nutriéndose de sus creaciones cotidianas de lo nuevo, en las comunidades, las comunas, los movimientos barriales… En ese proceso construirán la contrahegemonía popular, aportando claramente a la construcción de un nuevo pensamiento crítico popular colectivo.

Interculturalidad y descolonización

Al reconocer (y reconocerse) parte activa de las experiencias colectivas, al contribuir a recuperar y analizar críticamente los caminos de resistencia, luchas, organización y creación de lo nuevo, los diversos actores y actoras sociales populares resultan co-partícipes de la creación de horizontes comunes de conocimientos, saberes y sabidurías, fortaleciendo así sus prácticas sociotransformadoras colectivas. Esto supone articular la diversidad y, en ello resulta clave la perspectiva intercultural y la descolonización. Ambas contribuyen a ampliar las miradas sectoriales y a derribar muros de contención y divisiones apriorísticamente fijadas entre los/las actores/as diversos, sus identidades, saberes y culturas.

Lo intercultural remite de inmediato, en primer lugar, a un ámbito de prácticas sociopolíticas y cognitivas que están en contradicción con los paradigmas predominantes en el pensar, el saber y el «deber ser» dominantes, hasta hace poco considerados los únicos valederos y eficientes, hoy en crisis profunda.4 Por un lado, porque lo intercultural significa ‑de entrada‑ el reconocimiento de la diversidad de identidades, culturas, cosmovisiones, saberes, modos de vida y organización sociales (económicas, políticas y jurídicas), todas racionalidades válidas que es necesario rearticular sin exclusiones ni jerarquizaciones en sus interrelaciones. Por otro lado, porque esto pone en cuestión el sentido y el contenido de la racionalidad -del poder occidental‑ predominante hasta ahora. Todo ello remite las miradas hacia los creadores de las diferentes racionalidades, es decir, a los sujetos de la producción y reproducción de la vida (comunitaria, urbana, social), a los sujetos de los saberes, a los sujetos de las transformaciones sociales (culturales, políticas, económicas). En segundo lugar, es saludable tener en cuenta que el propio planteo de la interculturalidad es intercultural. Es decir, sus contenidos, definiciones y significaciones, son diversos y múltiples.

No hay una única propuesta intercultural monolítica (dogmática); el abordaje de esta dimensión en estas páginas no pretende, por tanto, ser «la interpretación» de la interculturalidad, ni todo «lo que hay que saber» acerca de ella, sino brindar los elementos claves que permiten colocar a la interculturalidad como una de las piedras conceptuales (y prácticas) fundantes de la nueva racionalidad plural y multidimensional ya en gestación.

Construir colectivamente un pensamiento crítico emancipatorio y las alternativas emancipadoras, requiere nutrirse y articular diferentes experiencias, saberes, sabidurías y cosmovisiones. Y esto hace imprescindible que todos y todas dejemos de lado viejos prejuicios discriminatorios y jerárquicos, en lo organizativo y también en lo cultural, para reconocer(nos) y aceptar(nos) en la diversidad, entendiéndola -no como una «desgracia» que hay que soportar, sino‑ como fuente enriquecedora, forjadora de capacidades colectivas para conocer, saber y poder actuar con equidad y mayor tino. Esto supone, obviamente, desterrar la concepción (y las prácticas propias) del pensamiento y la verdad únicos, correspondientes con la ideología, cultura y hegemonía de los poderosos. A este proceso, se lo identifica como descolonización. La descolonización abre las entendederas y el corazón para adentrarnos en este empeño munidos con los posicionamientos interculturales. Ambas: interculturalidad y descolonización resultan entrelazadas en este proceso que es cimiento y parte del complejo proceso de liberación.

No existe una única cosmovisión «verdadera». Los nuevos paradigmas epistemológicos civilizatorios interculturales descolonizados en construcción se fundamentan en la riqueza de la pluralidad y diversidad, y se anclan en principios tales como: solidaridad, ética, diferencias, equilibrio, complementariedad, paridad, horizontalidad, espiritualidad, democracia intercultural, vivir bien, buen vivir, autogestión, vida comunitaria, redes sociales.

Cuidar de no «tirar el niño con el agua sucia»

Descolonizar no significa renegar ni rechazar los aportes y el legado cultural y de los saberes de la modernidad, sino relacionarnos con ellos desde un lugar diferente, ajeno a la subordinación y la dependencia.

Coincido en esto con Samanamud, cuando señala que «…los propios presupuestos de la modernidad se van a entrelazar de una manera diferente en nosotros, no es que se van a negar (…), sino que se van a entrelazar de otra forma, pues la interculturalidad supone también encontrarnos con lo humano. Si desde nuestro ángulo, que no es universal, encontramos también lo humano que hay en mí, en tí y en lo que estamos haciendo, en el momento de descolonizarnos, no estamos realizando ninguna negación de occidente ni otra síntesis necesariamente. En este sentido debe ser explicitado este movimiento de la descolonización, no se trata de una síntesis, no es sólo eso, allí podremos «articularnos» relacionalmente sin negar la dialéctica, es simplemente otra conciencia de la realidad. // Se va entender de otra manera el sujeto, pero no va a desaparecer, se va a entender de otra manera la autonomía del sujeto, pero no va a desaparecer.» [2009]

Un pensamiento «abierto al mundo» y en debate con «los otros»

Es importante nutrirse de las enseñanzas de la historia de las luchas anticapitalistas y de las experiencias socialistas del siglo XX, revalorizar y actualizar los aportes teórico-filosóficos de Marx, Engels, Lenin, Mao Tse Tung, Luxemburgo, Gramsci, Luckacs, Korsch, Freud, Althusser, Ho Chi Min, Foulcault, Mészaros, Amín, Mariátegui, Mella, Gabriela Mistral, Varela, Ingenieros, Flora Tristán, Guevara, Nela Martínez, Dussel, Sánchez Vásquez, Graciela Bustillos, Zavaleta Mercado, Kusch y muchos otros/as grandes pensadores/as revolucionarios, profundizar la crítica al funcionamiento del sistema del capital en la actualidad, y -en nuestro caso, muy importante‑ rescatar la riqueza de los pensamientos independentistas (de San Martín, Bolívar, Juárez, Martí…), de los pensamientos y cosmovisiones de los pueblos indígenas, de la teología de liberación, de la educación popular, de los feminismos y las concepciones despatriarcalizadoras, etc., en aras de fortalecer el pensamiento crítico intercultural, emancipatorio, despatriarcalizado y descolonizado indo-afro-latinoamericanista y su papel político estratégico de orientador de las luchas de los sujetos y las sujetas populares.

Esto resume su posicionamiento político y epistémico revolucionario actual, a la vez que lo torna parte de las herramientas de rechazo a la colonización y colonialidad del poder [Quijano] y fortalece las búsquedas de fundamentos descolonizados e interculturales para aportar a la construcción de un proyecto colectivo común, encaminado a la superación concreta de la civilización creada y afianzada por el capital, es decir, creada, desarrollada y afianzada por la humanidad bajo la dominación del capital y sus tentáculos hegemónicos, contribuyendo a construir una civilización rehumanizada, intercultural, que apueste por la diversalidad del mundo, con interrelaciones humanas individuales y colectivas basadas en principios de solidaridad, justicia, equidad y horizontalidad , reencontrada con la naturaleza, la vida y el futuro.

Despatriarcalización, feminismos, igualdad de géneros e identidades

En principio vale destacar que el feminismo y los enfoques de género ‑y sobre todo las luchas de las mujeres durante años‑, han contribuido claramente a pensar lo colectivo y la unidad sobre nuevas bases, haciendo del reconocimiento de las diferencias ‑en vez de un obstáculo‑ un enriquecimiento, un pilar para las articulaciones. Es un granito de arena aportado por las mujeres militantes al pensamiento emancipatorio y al caldero de la construcción plural y diversa del nuevo sujeto popular colectivo.

Este posicionamiento llama a dar cuenta de las nuevas realidades y sus nuevos suje­tos/as: los/as desplazados/as de diversos orígenes, los/as precarizados/as permanentes, los LGTBIQ…, así como también de los viejos sujetos negados: los movimientos indígenas, los afrodescendientes, las mujeres, los/las jóvenes, los niños y las niñas, los y las adultos/as mayores… Llama a abrir espacios a las di versas identidades, cosmovisiones, saberes, sabidurías y corrientes de pensamiento: los saberes originarios y sus cosmovisiones, los saberes ecológicos, la biopolítica, la bioética, el feminismo político y la despatriarcalización como crítica raizal del poder del capital. 5

La generalización de los privilegios de los hombres en el capitalismo -y antes en el feudalismo, etcétera-, como si fueran características «naturales» propias de todos los hombres, le garantiza al poder machista‑patriarcal del capital, por un lado, el ocultamiento de su origen, contenido y pertenencia de clase y, por el otro, la permanencia de su brutal autoritarismo subordinante, discriminante y explotador de los seres humanos. Es aquí donde género y clase se dan la mano, y lejos de contraponerse y excluirse logran desentrañar la génesis raizal del poder patriarcal‑machista, poniendo al descubierto -a la vez‑, su pertenencia de clase: la de los que detentan el poder en lo económico, político, jurídico, ideológico, religioso, cultural.

Perfeccionando viejos mecanismos, modelos y modalidades de subordinación de la mujer al hombre, el capital ha acondicionando el funcionamiento de la vida social pública y privada y los roles de hombres y mujeres en ellas, acorde con el funcionamiento del mercado y los complejos mecanismos de producción y reproducción de su hegemonía. Las consecuencias deshumanizantes que ello acarrea en la vida familiar de millones de seres humanos empobrecidos, despojados de sus trabajos, de sus tierras, de sus casas, de su país, representa una sobrecarga económica, física y espiritual para las mujeres y alcanza hoy niveles antes insospechados. Todos los sectores empobrecidos y excluidos lo sufren en carne propia, pero doble o triplemente las mujeres del pueblo que suman jornadas mal remunerada s a su agotadora jornada laboral doméstica. Ellas en primer lugar -y sus hijos-, resultan los soportes humanos de la criminal y gigantesca nueva etapa de acumulación del capital a escala global.

En tanto nuevas actoras sociales, las mujeres resultan fuera de los paradigmas del pensamiento político tradicional. En tal sentido, el feminismo ‑con enfoque de género‑ propone una profundización inexcusable a la democracia (en la práctica y en su contenido políticosocial), incluyendo en ella también a las relaciones sociales hombre-mujer fuera y dentro del hogar, incluyendo la diversidad de identidades sexuales y de géneros. Resulta por ello enriquecedor de los procesos de despatriarcalización‑transformación raizal de la sociedad y de un nuevo pensamiento crítico de cuya construcción es parte y del cual, a su vez, se nutre.

En este empeño busca‑experimenta y aporta modalidades de convivencias interculturales que, nutriéndose de la diversidad de miradas y subjetividades, van construyendo también un pensamiento revolucionario indo-afro-latinoamericano, acorde con las realidades socioculturales de cada pueblo, un pensamiento descolonizado, despatriarcalizado, intercultural, abierto a la creación colectiva permanente de los pueblos con toda la riqueza de su diversidad y desarrollo histórico.

Esto es parte de las nuevas prácticas, pero al ser estas todavía culturalmente minoritarias constituye ante todo un llamado de alerta.

Las herramientas conceptuales culturales heredadas de la cultura occidental moderna nos impiden asiduamente trabajar en y con pluralidad; ellas hacen de la exclusión su modus vivendi por lo tanto hay que dar un paso al costado, salir del cerco de la modernidad para replantearse otras miradas y rumbos. La interculturalidad supone la descolonización; y anudadas con los feminismos, la despatriarcalización y los enfoques de géneros, abren caminos hacia el nuevo mundo y conforman uno de los nervios constitutivos de las epistemologías emergentes desde abajo.

Aportar a la construcción de un nuevo tipo de unidad del campo popular

Interculturalidad, descolonización y despatriarcalización contribuyen a replantear también los criterios acerca de la unidad del campo popular y los caminos para construirla: no se logrará sobre la base de la unicidad ni la homogenización de todo pensamiento y opción, ni aplicando la lógica del «ordeno y mando». Abren las puertas a un nuevo tipo de unidad del campo popular formada sobre la base de la complementariedad y la articulación de los y las diferentes para enriquecer lo colectivo. Esto supone, por ejemplo -siguiendo cosmovisiones otras‑, reconocer la incompletitud de cada uno, en lo individual y en lo sectorial y, consiguientemente, ver en las diferencias, en el otro y en la otra, la posibilidad de completitud, desarrollando variados procesos de articulación basados en el reconocimiento de las virtudes y ventajas de lo diferente más que en sus restricciones.6

En contraste con la supuesta «verdad absoluta» de pocos, la «verdad revolucionaria» se construye entre todos los sectores del pueblo, con sus puntos de vista, identidades, subjetividades, perspectivas y objetivos diversos. Por eso es plural, intercultural, descolonizada, compartida, relativa, histórica y en desarrollo. Concibe y apuesta a la unidad con diversidad a la que articula. Se va construyendo día a día en las prácticas, en las conciencias. Existe con diversidad y se fortalece en las interdependencias y en los ámbitos comunes para germinar nuevas pertenencias e identidades colectivas. Porque la «verdad revolucionaria» es una verdad históricamente construida por los actores sociales y políticos del campo popular. Por ello suma, fortalece y multiplica en vez de disciplinar, debilitar, restar y dividir, rescata en vez de desechar, constituye sujetos a la vez que es constituida por ellos.

No hay metodología alguna que garantice resultados ni verdades. Se trata de un complejo proceso práctico‑reflexivo, yuxtapuesto y simultáneo de sujetos en lucha y creación intercultural, descolonizada, despatriarcalizada, cuya coherencia y trascendencia está marcada por la participación consciente en él del conjunto de sus protagonistas.

La educación popular y la investigación acción participativa

¿Por qué articular educación popular, interculturalidad y descolonización? ¿Qué relación guarda esto con la revitalización-refundación del pensamiento crítico y con los actuales procesos de constitución-autoconstitución del «sujeto colectivo» del cambio social en Indo-afro-latinoamérica?

En realidades donde la cultura predominante y dominante ha sido y es aplastantemente monocultural, patriarcal-machista y colonizadora, la tarea pendiente no se agota en los enunciados de interculturalidad, descolonización o despatriarcalización. Hay que buscar caminos para construir, sostener y afianzar estas nuevas concepciones y cosmovisiones, contribuyendo a abrir canales estables de intercomunicación entre los actores sujetos, vasos comunicantes y puentes entre las diversas identidades y sus modalidades de existencia socioculturales, que hagan visibles y pongan en valor epistémico y cultural los saberes sumergidos. Ello contribuirá a recuperar y sistematizar experiencias colectivas, a construir conocimientos colectivos interrelacionados a partir de la interculturalidad descolonizadora.

Se trata, en definitiva, de poner en sintonía diversas formas, entendimientos y modalidades del saber hacer que convergerán en la conformación de nuevas modalidades y saberes colectivos surgidos de los pueblos y construidos a partir de su participación y sabiduría. Son los saberes populares fragmentados, rescatados, interarticulados y potenciados como saberes de todos para todos. Tal es la labor primera de la pedagogía intercultural: los distintos actores y actoras sociales la llevan adelante simultáneamente con el proceso de construcción de saberes colectivos. En este, la concepción (y la práctica) de la educación popular resulta altamente enriquecedora.

La educación popular es una concepción del mundo que reconoce los saberes oprimidos, ocultados, negados por el poder y, con ello, a los y las diferentes sujetos de esos saberes y poderes otros. Esto supone un modo de interrelacionamiento entre sujetos diversos que ‑desde el inicio‑ rompe con las estructuras y los presupuestos del poder dominante.

La educación popular busca rescatar al otro y a la otra para construir colectivamente nuevos saberes y nuevas interrelaciones. Fortalece (y se fortalece con) la propuesta intercultural y descolonizadora. Como dijo Paulo Freire, es una concepción del mundo que supone una concepción de los seres humanos en y con el mundo, en la que -afirma‑ podemos asumirnos como sujetos en el proceso de [auto]concientización. Por lo tanto, la educación popular es ‑a la vez que una concepción del mundo‑, una concepción del saber y el poder para transformar el mundo. Y resulta una herramienta político‑cultural imprescindible en la construcción de un pensamiento crítico situado.

La educación popular o pedagogía de los oprimidos toma como punto de partida las experiencias concretas, los saberes, conocimientos y cosmovisiones de los pueblos en ellas participantes. Reconoce y parte de la diversidad de los sujetos populares para reflexionar desde allí, promoviendo el diálogo de saberes de modo intercultural y descolonizado. Se propone re-construir el conocimiento fragmentado desde abajo, con los y las protagonistas de las luchas, enriquecer el pensamiento crítico desde las prácticas y con sus protagonistas participantes, articulados con el trabajo comprometido de la intelectualidad orgánica. Por ese camino, busca definir ‑coletivamente‑ los rumbos, alcances y objetivos del proceso sociotransformador.

La educación popular se caracteriza por construir ámbitos donde los sin voz toman la palabra, contribuye a hacer visible ‑social y políticamente‑ la presencia de los y las excluidos/as en los procesos sociotransformadores, para dignificar y valorizar su palabra, su pensamiento y su acción. Por eso puede constatarse que ‑aunque con diferenciaciones‑ la educación popular está presente en las organizaciones sociales, en sus procesos de formación y en las prácticas de vida y organización comunitaria promoviendo interrelaciones horizontales y participativas.

Su práctica pedagógica ‑que construye saberes a partir de los modos de vida de los sujetos concretos‑, pone al descubierto los nexos e intercondicionamientos entre un determinado modo de existir y reproducirse del mundo privado y un determinado modo de existir y reproducirse del mundo público, y contribuye a que los que participan del proceso pedagógico puedan descubrir los nexos entre una realidad supuestamente privada e individual, aparentemente casuística, con la realidad de un determinado modo de existencia económica, política y cultural de la sociedad en que viven.

Por ello la educación popular resulta, por un lado, cuestionadora raizal del poder hegemónico, discriminador y excluyente del capital, contribuyendo a que los sujetos tornen visibles sus nexos e interrelaciones. Por otro, al fortalecer el conocimiento colectivo de los movimientos sociales acerca de sus experiencias, al contribuir a un mejor análisis de evaluación de logros y deficiencias, la educación popular resulta clave también para los procesos de empoderamiento social, entendiendo que el primero y fundamental de ellos es el del saber: qué, cómo, para qué, quiénes.7

Queda claro, una vez más, que la conciencia no puede ser traída de afuera e implantada como «doctrina» en los sujetos. Estos construyen y desarrollan su conciencia a partir de su participación en los procesos de lucha y transformación, reflexionando críticamente acerca de ellas y de su modo de vida en interacción concreta con sus realidades, sus subjetividades, identidades y cosmovisiones. La «toma de conciencia» resulta por tanto, un proceso histórico concreto permanente y complejo de conocimiento-acción-reflexión crítica individual y colectivo que articula raizalmente la interculturalidad con la descolonización y viceversa. Como subraya Samanamud, «…no hay, por tanto, recetas, sino que se trata también de plantearse problemas pertinentes con el proceso histórico.»[2009]

En este sentido, en Indo-afro-latinoamérica la educación para la descolonización para la educación… resulta un entrelazamiento vital. A construirlo contribuyen: la educación popular, la investigación acción participativa (IAP), las historias de vida (con historia oral) y la construcción de conocimiento colectivo: gestión intercultural del conocimiento mediante.

La importancia de la investigación acción participativa (IAP)

La educación popular aporta su concepción acerca de la relación poder-saber-sujetos oprimidos al desarrollo de procesos de construcción‑reconstrucción de saberes populares (oprimidos, negados, excluidos) desde abajo. En este empeño conjuga la recuperación y articulación de la memoria histórica de los pueblos, la recuperación crítica de sus experiencias de lucha, organización y propuestas, mediante la sistematización de las mismas, interrelacionando su concepción y sus propuestas metodológicas con la investigación participativa (IAP) y las historias de vida, apelando, fundamentalmente, a la historia oral. Y todo ello reditúa en la posibilidad de enriquecer un pensamiento crítico emancipador intercultural colectivo, partícipe de las prácticas colectivas de búsqueda y construcción de un mundo nuevo.

La investigación acción participativa se articula directamente con la educación popular pues se nutre conceptualmente de ella, comparte sus principios. Apuesta a la construcción de conocimientos partiendo de los actores (desde abajo), reconociéndolos co-investigadores de su realidad. La investigación participativa se basa en una interrelación horizontal de saberes compartida entre sujetos, en tanto no reconoce «objetos de investigación», sino sujetos, actores, terrenos, problemas, temas, búsquedas de respuestas que son emprendidas co-participativamente por los investigadores «de afuera» y «de adentro» de la situación o realidad concreta de la cual se trate.

Se busca, en definitiva, interactuar entre sujetos/as que tienen conocimientos y saberes diversos anclados en experiencias adquiridas/desarrolladas durante años, en organización de tareas de sobrevivencia en diversos ámbitos, y que tienen por tanto amplios saberes que aportar, con pleno derecho a ser incorporados al pensamiento socio-transformador; son caminos también de empoderamiento y reconocimiento de sus valores en tanto protagonistas-creadores con reconocimiento de sus identidades, sus culturas, sus experiencias, sus tradiciones, cosmovisiones…

En ese sentido, la investigación acción participativa comparte los objetivos con la educación popular, la interculturalidad, la descolonización y la construcción de un pensamiento crítico situado.

III. Pensar con los sujetos y no para (ni por) los sujetos

Lo expuesto hasta aquí perfila un reto clave para intelectuales orgánicos del campo popular y de la izquierda político-partidaria: dejar de pensar por y para los sujetos, y disponerse a pensar con los sujetos, a partir de sus experiencias, conocimientos, saberes y sabidurías concretas para ‑desde ahí‑ crecer colectivamente en pensamiento y acción liberadoras.

Esta definición resume y proyecta uno de las más importante principios de las epistemologías emergentes desde abajo , revolucionarias, transformadoras, en tanto habilitan, posibilitan y sustentan las búsquedas y creaciones del nuevo mundo, la nueva civilización rehumanizada en hermandad armónica con la naturaleza, con centro en la vida, la paz , el bienestar colectivo y la felicidad.

En la perspectiva expuesta resulta claro que la construcción de un nuevo pensamiento crítico emancipador es una obra colectiva que supone la interacción de intelectuales con los y las protagonistas de los procesos de resistencias, luchas, creaciones y construcciones de los pueblos.

Las propuestas y reflexiones de cada actor sociopolítico del campo popular aportan contenidos claves al nuevo pensamiento sociotransformador construido en interacción dialéctica con los intelectuales orgánicos, en proceso de diálogo colectivo para la producción de nuevos saberes.

Esto supone articular las diversas dimensiones del pensamiento reflexivo crítico, es decir, del saber que es elaborado en su dimensión estrictamente teórica, con el saber que emerge de abajo y que mayormente queda contenido (inmerso) en las prácticas . D e ahí, entre otras razones, la importancia de rescatarlas, sistematizarlas y conceptualizarlas. La articulación de estas dimensiones diversas e interconectadas posibilita la integración e interrelación y construcción de un renovado diálogo horizontal entre los saberes: «científico» y «popular», encaminado a la construcción de un pensamiento colectivo común (pensamiento sobre pensamiento), indispensable para la producción de un nuevo pensamiento crítico estratégico situado sociotransformador indo-afro-latinoamericano.

Crear, no «aplicar»

En tanto la nueva civilización buscada solo puede ser producto de la creación de los pueblos, es inédita. Parte de la realidad concreta y de las experiencias de los sujetos populares, es decir, no está contenida en ningún texto; no es un algoritmo diseñado a priori que los sujetos tendrían que «aplicar».

El nuevo mundo supone la conjunción de procesos epopéyicos de creación heroica colectiva que se nutrirán y a la vez abonarán desde abajo el pensamiento crítico para promover, fortalecer, impulsar, aprender… y crecer colectivamente en ese empeño. Y para ello -desde esta perspectiva epistemológica‑, sus creadores, militantes sociales, intelectuales y académicos, tienen que ser parte del mismo. Es la democracia de la epistemología y por consiguiente de la política desde ella construida.

En tal sentido, vale subrayar que la primera y principal fuente de aprendizaje que tenemos es la experiencia colectiva de los pueblos; reflexionar críticamente a partir de ellas, con sus protagonistas, es fundamental. Al decir de Houtart: «Ver‑juzgar‑actuar, constituye la base de nuevas esperanzas que puedan reconstruir la adhesión de nuevas generaciones, actualmente muy despolitizadas.» [2016]

Y aquí radica un nudo epistemológico clave para el pensamiento crítico situado: la inseparabilidad sujeto‑objeto, teoría‑práctica, a la que se articulan pensamiento y acción, ser social y conciencia social, lo objetivo y lo subjetivo. Esto significa que:

‑La realidad social histórico-concreta es el punto de partida inequívoco de todo análisis social, económico, político, filosófico, cultural y, a su vez, también el destino de los mismos. Está claro, en esta perspectiva, que el pensamiento solo puede ser de la historia, si lo es en la historia.

No hay apriorismo en las reflexiones ni en las conclusiones de los análisis y las propuestas. Estas se construyen interarticulada y orgánicamente con las luchas de los movimientos sociales (indígenas, obreros, campesinos, de mujeres … ).

Al articular el pensamiento con las prácticas sociotransformadoras, el pensamiento crítico que las capta y sintetiza en conceptos y categorías, resulta ‑por su génesis‑ histórico, inacabado… y demanda, por ello, actualización y desarrollo permanentes junto con la construcción de nuevos conceptos. Se trata por tanto de un pensamiento abierto a la vida de los sujetos y sus prácticas en sus realidades histórico-concretas.

Son las prácticas sociohistóricas concretas de los actores-sujetos populares por cambiar la sociedad en que viven en el sentido de su liberación, las que posibilitan y articulan este pensamiento crítico situado con pertenencia de clase que, a la vez, se caracteriza por ser autocrítico, liberador y de liberación.

«Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario», sintetizaba Lenin, lo que señala también, interdependientemente, que sin movimiento revolucionario no hay teoría revolucionaria; son ambos a la vez o no son.

A diferencia de los saberes absolutos abstractos que abundan en las academias, que luego buscan canales para «aplicarse» a la realidad, el nuevo pensamiento crítico emancipatorio en gestación , el pensamiento crítico situado, no busca «aplicarse» a la realidad porque nace de ella, en interacción con sus protagonistas, los/las que piensan, disputan y construyen la nueva realidad. No cimenta sus posiciones y propuestas en legados académicos dogmáticos coloniales , eurocéntricos o nortecéntricos ni busca legitimarse en estos espacios; define su sentido en función del horizonte político intercultural de la transformación de la sociedad desde la raíz, desde abajo, por los de abajo en articulación con intelectuales, académicos…

Hacia un nuevo tipo de intelectual orgánico

Esto presupone el diálogo horizontal de saberes, miradas y experiencias, en construcción articulada desde abajo. Y constituye parte de las nuevas dimensiones del desempeño de lo que nos hemos acostumbrado a identificar como intelectual orgánico. En la perspectiva epistemológica expuesta, este no es «el que sabe y orienta», sino el que construye conocimiento, saberes y conciencia crítica colectiva junto con los actores-sujetos concretos de una sociedad determinada, partiendo de sus realidades, compartiendo prácticas, búsquedas, ideales y horizontes estratégicos para la liberación del yugo del capital.

Esto hace a una nueva forma de pensar el saber: como realidad presente y diseminada (múltiple) entre las distintas actoras y actores sociales del continente. El pensar no es un patrimonio exclusivo de la intelectualidad, está entre todos nosotros y nosotras, y tenemos que aprender a extraerlo, hacerlo palpable y construirlo (articularlo) colectivamente. Esto, claro está, sin desmerecer la necesidad de contar con pensamiento teórico en el sentido pleno del concepto; las dos vertientes son necesarias. 8

La organicidad de los intelectuales comprometidos se define entonces, no por su pertenencia partidaria, sino por su capacidad de ser y sentirse parte del proceso sociotransformador, en diálogo constante con los actores que lo protagonizan. Debe ser comprometido para ser creíble, y crítico para ser útil y así contribuir al avance del conocimiento y la conciencia colectiva. Y asumir que los protagonistas no están destinados a «ejecutar» o «aplicar» las ideas generadas por intelectuales, académicos o políticos, sino que son también creadores y portadores de ideas, conocimientos, pensamientos… el desafío es poner todos estos conocimientos y saberes diversos en común para producir un saber colectivo orientado hacia un horizonte estratégico común.

La creación de una nueva civilización, capaz de contener en pie de igualdad a las múltiples civilizaciones existentes y sus cosmovisiones para crear y construir un mundo en el que quepan todos los mundos, es tarea de multitudes no de élites iluminadas. En este espíritu van formándose las nuevas generaciones de luchadores sociales e intelectuales militantes orgánicos por la vida, conscientes de la integralidad manifiesta en la unidad entre humanidad y naturaleza, el reconocimiento de la diversidad y la búsqueda del equilibrio en la paridad, equidad y horizontalidad de sus interrelaciones.

La construcción de nuevo pensamiento crítico emancipatorio resulta entonces raizalmente articulada con los proceso de construcción‑acumulación de conciencia y poder propio que llevan adelante con sus luchas y propuestas los actores sociopolíticos del campo popular en el continente. Los análisis críticos sistemáticos de sus experiencias, la identificación colectiva de sus logros, sus errores y enseñanzas concretas constituyen una suerte de brújula epistémica sociopolítica que abona el camino hacia una nueva civilización. En este empeño es especialmente importante:

  • Salir del cerco ideológico, político, cultural y mediático del poder hegemónico.
  • Que los sujetos (concretos) recuperen su centralidad protagónica práctica y teórica.
  • Replantearse desde abajo los caminos de transición hacia la nueva civilización.

En conclusión, el desafío -en este sentido‑ supone construir colectiva y dialogalmente un nuevo pensamiento crítico, situado, con pertenencia de clase, intercultural, despatriarcalizado y descolonizado. Esto es clave para crear, pensar y simultáneamente encaminarnos hacia una convergencia global orientada hacia una salida civilizatoria colectiva superadora de la actual.

Bibliografía empleada

Houtart F. (2016). Carta a Marta Harnecker, compartida conmigo (4/10/16)

Marx, Carlos y Federico Engels (1845). La ideología alemana. 5ª ed. 1970. Barcelona (España) Ediciones Grijalbo.

Rauber, Isabel (2017) Refundar la política. Desafíos para una nueva izquierda latinoamericana. Ed. Continente-Peña Lillo, Buenos Aires.

Rauber, Isabel (2014) «Sujeto plural, descolonización y nuevo tipo de organización política (El legado de Camilo Torres)», en: Unidad en la diversidad. Camilo Torres y el Frente Unido del Pueblo. pp. 301-322Fundación Colectivo Frente Unido (CFU); Periferia Fondo Editorial; Ediciones Desde Abajo, Bogotá.

Rauber, Isabel (2012). Revoluciones desde abajo. Ed. Continente-Peña Lillo, Buenos Aires

Rauber, Isabel (1998). Género y poder. Ed. UMA, Buenos Aires.

Samanamud, Jiovanny (2009). «Interculturalidad, educación y descolonización» En: Integra Educativa Vol. III / Nº 1 79

Yampara (2009). En: Integra Educativa Vol. III / Nº 1 77.

Notas:

1. Según Marx: «El modo como los seres humanos producen sus medios de vida no se reduce a la reproducción de su existencia física, dado quemanifiesta un modo de vida del que son portadores. Esos seres humanos son tanto lo que producen como el modo como lo producen, siendo esto último el primer hecho histórico del que constantemente son protagonistas (…).» [Marx y Engels (1845: 19, 20, 28]

2. «Con la palabra clase popular yo quiero dar a entender los pobres de Colombia. Naturalmente que desde el punto de vista estrictamente sociológico yo comprendo que es una expresión bastante vaga, pero es la expresión que el pueblo entiende. Yo no creo que en Colombia los pobres tengan una conciencia de clase. Y en mi concepto tener la conciencia de clase es uno de los elementos importantes para constituir una clase, pero para designar a los pobres, y para no referirme únicamente a los obreros, sino también a los campesinos he utilizado esa expresión de clase popular». [C. Torres, 2014: 126]

Partiendo de la realidad latinoamericana, al referirse a los sujetos del cambio, Torres comienza reconociendo a los pueblos indígenas y sus realidades e identidades como sectores sociales que hacen al sujeto social y político; también se refiere, en ese sentido, a las poblaciones mestizas, a los obreros, a los campesinos, a las clases medias, a los empobrecidos de las ciudades y el campo, a los hombres y las mujeres, a los jóvenes, a las organizaciones sociales… [Rauber: 2014: 302]

3. Ver [Rauber, 2014: 305]

4. La interculturalidad supone la interrelación de las culturas, modos de vida y cosmovisiones diferentes. Y esto trae debates y pugnas por el corrimiento de los poderes históricos acuñados acerca de la posesión del conocimiento verdadero y válido consolidado en las sociedades coloniales y poscoloniales sobre la base del monoculturalismo, las academias, las instituciones públicas… Por otro lado, la interculturalidad se diferencia del multiculturalismo‑aunque lo presupone‑, porque no es una sumatoria estática de la diversidad sino que propone su interacción e interdefiniciones en pos del enriquecimiento y crecimiento mutuo colectivo a partir de ella.

5. «El planteamiento de género, en su cuestionamiento, llega hasta los cimientos mismos de la cultura del poder patriarcal heredado y desarrollado por el capitalismo. De ahí su fundamental importancia para un replanteamiento profundo del conjunto de relaciones sociales y del poder de una sociedad dada, en el sentido de nuevo proyecto social. No digo que sea suficiente, pero sí necesario, imprescindible, insoslayable.» [Rauber, 1998: 7]

6. Completitud-incompletitud: conceptos claves de las cosmovisiones indígenas. Lo que está solo, según esta lógica, está fraccionado, incompleto, y busca ‑casi ontológicamente‑ su completitud; la complementariedad es parte de esa búsqueda.

7. El levantamiento indígena de Chiapas, por ejemplo, es parte del proceso de toma de conciencia de sus integrantes acerca de su realidad. Y se construyó con el apoyo de la concepción y las prácticas político-pedagógicas de la educación popular desarrolladas en función de transformar las condiciones de vida colectivas, que fue , a la vez, un proceso de construcción de alternativas para la vida. Es decir, que supone, simultáneamente, la construcción de sujetos con capacidad de autonomía. Y esto también es parte de la descolonización.

8. Ver [Rauber, 1998: 7]

Fuente: https://rebelion.org/epistemologias-desde-abajo/

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Entrevista con Alex Beard: «Ser maestro debe ser el trabajo más importante del siglo XXI»

Por: Alejandro G. Millán Valencia

Alex Beard era maestro en una escuela en el sur de Londres hasta que, después de un tiempo de sentirse estancado en su oficio como profesor, decidió partir en búsqueda de nuevas alternativas.

Y ese viaje, que incluyó más de 20 países, le sirvió a Beard para encontrarse con escuelas que incuban los principales métodos para afrontar los retos que presenta el siglo XXI.

Su recorrido terminó en el libro «Otras formas de aprender» (Natural Born Learners), en el que no solo recoge los ejemplos más destacados sino también reflexiona sobre lo que tal vez son los temas más importantes que afrontará la educación en las próximas décadas.

«La creatividad, la capacidad de resolver problemas y la importancia de los maestros son los grandes desafíos de las escuelas. Y todo esto, envuelto bajo la gran incógnita de cómo manejar las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial», señaló.

Esta es la entrevista de Beard con BBC Mundo con motivo del Festival Hay en Cartagena.

Es una buena pregunta, que nos tenemos que hacer con urgencia. Mira, yo comencé como maestro en una escuela del sur de Londres, en Kent Road -que, para que te des una idea, en el juego Monopolio es la propiedad más barata- y ahí me golpeó el hecho de que enseñaba con los métodos que utilizaba Sócrates en el ágora hace unos 2.000 años a unos niños que tenían sus celulares y vivían en el futuro.

Creo que ese es el mayor error que estamos cometiendo actualmente: las escuelas se quedaron en el pasado y, bajo estos métodos caducos, nos pasamos 12 años dentro de las aulas, por lo que es muy difícil cambiar nuestras ideas sobre cómo debe ser la escuela.

El segundo reto que afronta la educación de hoy es que no sabe con claridad en qué debe enfocarse, en qué debe centrarse teniendo en cuenta el futuro. Cuando me veo de nuevo en un aula de clases, me veo como un profesor que entrena a los niños para que superen un examen.

Para que saquen una nota aceptable, que es lo que necesitan, si hablamos en términos prácticos, para pasar de grado en el colegio.

Niño sobre el céspedDerechos de autor de la imagenVEJAA
Image caption«Las escuelas está viviendo en el pasado y bajo estos métodos nos pasamos 12 años dentro del colegio, por lo que es muy difícil cambiar nuestras ideas sobre cómo debe ser la enseñanza».

Y eso no tiene nada que ver con formar profesionales del futuro…

Exactamente, los estamos entrenando para empleos y oficios que en el futuro van a poder hacer los robots. Me queda claro que no los estoy preparando para nada de lo que viene. Y el error que estamos cometiendo es que ponemos mucha de esa culpa en los maestros.

Lo que creo que debemos hacer es convertir al maestro o maestra en una de las personas más importantes de la sociedad. Porque al final son ellos los que van a moldear nuestra creatividad, nuestra cohesión social, los que van a sentar las bases que lleven a crear una economía fuerte y sostenible.

Debemos esforzarnos por darles autonomía y fortalecer su profesionalismo, en vez de culparlos porque las generaciones más jóvenes no dan la talla.

En ese sentido, ¿qué habilidades deben enseñar los maestros en las aulas para afrontar el futuro?

Creo que los niños requieren tres cosas. La primera es aprender a pensar, pero de una manera acorde a los retos del futuro. Deben pensar de forma crítica sobre el mundo, sobre el rol que quieren ejercer a partir de un conocimiento profundo de ellos mismos.

Lo segundo es aprender a actuar, pero especialmente cómo ser unas personas creativas. Ahora estamos afrontando retos inmensos en cuestiones ambientales, el aumento de la desigualdad, un escenario donde los trabajos actuales serán reemplazados por máquinas… Así que allí vamos a necesitar que los niños desarrollen a fondo su creatividad.

Y eso significa que los niños no solo deben aprender a ser creativos, sino también a trabajar, con la ayuda de las nuevas tecnologías, en conjunto con otras personas.

Robots.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Los maestros serán reemplazados por robots? Beard cree que no será así.

Y lo tercero, aplicar esa creatividad en la resolución de problemas que afronta el mundo moderno. Para cuidarse a ellos mismos y a las personas que los rodean.

Mientras la sociedad se polariza cada vez más, los estudiantes necesitan desarrollar su inteligencia emocional para ser capaces de conectar y sentir empatía con otras personas, ya sean de su comunidad o a nivel global.

Pero sobre todo que aprendan a comprender su propio desarrollo emocional, para que sean capaces de manejar su bienestar en un mundo en el que cada día es más difícil vivir.

Hay un tema que está presente en su libro «Nuevas formas de aprender»el papel de la educación en ayudar a buscar «el sentido en las cosas que estamos haciendo».

Una de las cosas que está transformando la forma en que entendemos la educación es la investigación sobre cómo funciona nuestro cerebro, en el campo de la psicología, el desarrollo temprano e incluso la neurociencia.

Y una de las cosas que los científicos cognitivos han encontrado es que hay una jerarquía en nuestras experiencias cuyos resultados nos llevan a aprender. Si insistimos en repetir y memorizar, entonces vas a retener una cierta cantidad de conocimiento y vas a aprender en alguna medida.

Pero, pero si las cosas que estás aprendiendo te causan una reacción emocional – o sea, te hacen sentir entusiasmado, triste, confundido, te estremecen y así- es posible que retengas más conocimiento que a través de la memorización.

Robot educador

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Las escuelas hoy en día no saben con claridad en qué deben enfocarse, en qué deben centrarse teniendo en cuenta el futuro»
 

Lo más importante de eso es que tanto los investigadores como los psicólogos han llegado a la misma conclusión: que si ese aprendizaje tiene un sentido para los estudiantes, es entonces cuando realmente ocurre.

¿Y qué significa que el aprendizaje tenga sentido?

Puede que una enseñanza tenga sentido porque hay un trabajo en particular que quieres tener y quieres que las cosas que aprendes te ayuden a conseguirlo y a ejecutarlo.

Pero esa es una visión muy estrecha del aprendizaje. Puede tener mucho sentido para ti porque es algo que amas hacer. Es importante para ti como persona. Tal vez ames las matemáticas, aprender nuevos idiomas, la música.

Y, cuando comienzas a hacer estas cosas que amas, tienen sentido para ti porque tienen que ver con tu identidad y tu manera de expresarte.

La gente incluso puede encontrar su propia autoexpresión en crear códigos. Por ejemplo, donde esta idea se convierte en una búsqueda creativa o donde puedes encontrar significado en lo que haces al ver que ayuda a resolver un problema sobre cosas que te importan en el mundo.

Por lo tanto, es posible que te interese el cambio climático, que te importe la creciente desigualdad dentro de la sociedad y si puedes aplicar el aprendizaje que se está llevando a cabo en el aula a intentar resolver problemas relacionados con esos temas que a ti te importan, entonces encontrarás significado en el aprendizaje y en la aplicación de ese aprendizaje.

CreatividadDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionUno de los únicos recursos ilimitados que tendremos en el futuro será nuestra creatividad.

El libro habla de la conexión entre el aprendizaje, la tecnología y la inteligencia artificial ¿es posible que el ser profesor pueda ser considerado una profesión obsoleta en el futuro?

Bueno… una de las razones por las que emprendí este viaje es que cuando trabajaba como profesor en Londres sentía que estaba estancado.

Veía cómo las nuevas tecnologías, las redes sociales y el surgimiento del big data estaban tomándolo todo alrededor y, de un momento a otro, mi principal interés fue saber cómo esas nuevas tecnologías, entre las que se cuenta la inteligencia artificial, se aplicaban en el campo de la docencia. Si realmente las nuevas tecnologías podían transformar el modo en que aprendemos.

Por eso, si la premisa era que los robots nos iban a quitar nuestro trabajo, mi primer destino fue Silicon Valley. Yo pensaba que, tras la estrepitosa derrota de Gary Kasparov ante Deep Blue en 1997, la inteligencia artificial iba a arrasar con todo.

Pero mi visita al Silicon Valley me enseñó otra cosa. Y allí vi por primera vez a un robot profesor. Y no era un androide que estaba de frente a un salón de clases: era, en cambio, un software de inteligencia artificial dentro de un ambiente de aprendizaje por internet.

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El problema es que yo enseñaba con los métodos que utilizaba Sócrates en el ágora hace unos dos mil años a unos niños que tenían sus celulares y ya viven en el futuro»
 

¿Cómo funcionaba eso?

Ellos tenían un laboratorio de enseñanza donde había un profesor y unos diez niños de 5 años, cada uno frente a un computador, con audífonos. Todos los niños estaban callados, concentrados en su computadora, donde había programas diseñados para ayudarles con su aprendizaje de lengua o con la solución de problemas matemáticos.

Lo interesante allí era que mientras el programa ayudaba a los estudiantes, a la vez «aprendía» con los datos que obtenía en cada sesión cuáles eran las debilidades y fortalezas de esos niños y automáticamente adaptaba esa experiencia para la siguiente sesión.

Así que al final se ofrecía un trabajo casi personalizado de aprendizaje, a la vez que estos datos se pasaban a los profesores, que contaban así con más información sobre cada uno de sus estudiantes.

Este es un ejemplo de lo que ha ocurrido: la inteligencia artificial no ha sobrepasado a los maestros, sino que se ha convertido en una herramienta útil, en un complemento muy necesario.

Otro ejemplo: en 2013, un estudio de la Oxford Martin School reveló que había 700 profesiones que podrían ser reemplazadas por robots en el futuro, pero ninguno de los trabajos relacionados con la docencia -o sea, maestro de primaria, preescolar, profesor bachillerato e incluso universitario- iban camino a desaparecer. Y es verdad. Y eso ocurre porque enseñar es el proceso humano definitivo.

Logo de GoogleDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionSilicon Valley es sede de grandes avances en el tema de la educación para el futuro.

¿Y no hay riesgos en esas convivencias con los datos y la inteligencia artificial?

Aunque haya inteligencia artificial o robots, la educación depende de la interacción humana. Aprendemos de manera natural, pero nacemos para aprender en sociedad. Nosotros conocemos las cosas de otras personas. Y en el futuro, vamos ver muchos avances tecnológicos, pero van a ser incorporados y utilizados por los maestros.

El gran riesgo es que esa inteligencia artificial logre ser mejor que los peores maestros en algunas zonas del mundo. Y el riesgo existe porque la inteligencia artificial es barata. Y tal vez no sea la mejor educación que un maestro pueda dar, pero al menos va ser más barata. Y eso es un gran peligro.

Pero esa es mi versión pesimista del futuro. Yo creo que podemos evitarla si invertimos más en los maestros, en su formación, que dé como resultado profesores más expertos y mucho más capaces de manejar adecuadamente las herramientas tecnológicas.

Pero hablando de eso, varias veces has dicho que los profesores son bastante reacios a aceptar esas nuevas maneras de enseñar, ¿por qué ocurre esto y cómo se puede resolver?

Creo que, en primer lugar, la enseñanza va ser el trabajo más importante del siglo XXI.

Estamos viviendo una era en la que los recursos de la Tierra se están agotando, nos estamos quedando sin nada.

Y lo único que es ilimitado, el único recurso ilimitado que tenemos, es la inteligencia humana, el ingenio humano, nuestra capacidad para resolver problemas. Los maestros son los que cultivan ese potencial humano.

Maestro ayudando a un niño

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El único recurso ilimitado que tenemos es la inteligencia humana, nuestra capacidad para resolver problemas y los maestros son los que cultivan ese potencial humano»
 

Así, sostengo que enseñar es el trabajo más importante de nuestro siglo. No tengo ninguna duda al respecto, pero por el momento no estamos preparando a los maestros para que tengan el mayor índice de éxito posible en ese trabajo.

Podemos tomar el caso de Finlandia: el curso más difícil de acceder es el de maestro de primaria. Y si entras, la carrera en sí es bastante rigurosa. Es difícil de aprobar y graduarse.

En mi mundo ideal, yo formaría a los profesores de la misma manera en que se enseña a los médicos. Es decir, los profesores se graduarían de la universidad y después deberían pasar tres años combinando la enseñanza con el aprendizaje de otros profesores más experimentados.

De ese modo, en su primer día como maestros no solo estarían aplicando lo que recibieron en la universidad, sino que además continuarían con su proceso en compañía de otro profesor que le ayudaría a mejorar sus capacidades.

Clase de educaciónDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionPara Beard, la educación siempre va a necesitar el elemento humano para ser efectiva.

Hablando de la región, ¿cuál crees que son los principales desafíos que enfrenta la educación en América Latina?

El principal es el tema de la inequidad. Creo que el sistema educativo en América Latina es significativamente desigual en el mayor nivel con relación al de los niveles más bajos.

Hay unos colegios excelentes, pero la gran mayoría de ellos solo son accesibles para el sector pudiente de la sociedad. Y al mirar hacia el otro lado del espectro, tienes unas escuelas que realmente están luchando por sobrevivir.

Esa desigualdad es mucho más evidente entre centros urbanos y zonas rurales. Y ése es un desafío al que debe prestarse atención no solo de manera integral, sino urgente.

El otro gran desafío creo que es el acceso a la educación misma para muchos niños. Ya ni hablar de educación de calidad: hay lugares donde los niños solo tienen acceso a cinco años de colegio, no más.

Y el tercer punto, creo que el más crítico, son los maestros. Que es el mayor desafío también alrededor del mundo. Hay que resolver los problemas de formación, pero no solo eso, sino de capacitación, de fomento de la vocación y de que no dejen el oficio por otros trabajos mejor pagos.

Creo que tenemos que hacernos la preguntas sobre varios aspectos: ¿cómo podemos formar mejores maestros dentro de las escuelas?¿Cómo podemos hacer que la enseñanza sea una profesión atractiva para las personas?

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En América Latina hay unos colegios excelentes, pero la gran mayoría de esas instituciones solo son accesibles para la parte pudiente de la sociedad»
 

Muchas de las escuelas en América Latina tienen un cariz religioso o confesional, ¿eso no es un obstáculo para un proceso de aprendizaje óptimo?

Bueno, creo que hay dos elementos que son fundamentales en el trabajo que realiza la escuela hoy en día.

Por un lado, ayuda a los estudiantes a entender quiénes son como ciudadanos, como miembros de una comunidad. Y transmite los valores de esa comunidad.

Y por otro lado, está el objetivo de formar personas creativas y comprometidas con la sociedad y que deseen acceder a la mayor cantidad de conocimiento posible.

Los colegios religiosos, en la mayoría de los casos, hacen muy bien lo primero, pero el error en el que no pueden caer estos colegios es el de limitar la ejecución de proyectos educativos excitantes que ayuden a desarrollar las habilidades necesarias para afrontar el siglo XXI.

Desafíos.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa capacidad de crear proyectos colaborativos serán fundamentales para los desafíos que trae el siglo XXI.

Yo estoy convencido de que lo pueden hacer. También sé que es difícil porque requiere un cambio cultural, pero si logras separar estos aspectos es posible que puedas llegar a desarrollar proyectos maravillosos.

Por ejemplo, hay un colegio en Barcelona que se llama «Escola Nova 21», que es dirigido por religiosas pero a la vez es una de las escuelas más futuristas e interesantes de todas las que visité para documentar el libro.

Allí están verdaderamente conectados con el tema de la tecnología, con que los estudiantes lleven a cabos proyectos basados en temas de la vida real, donde aprenden a colaborar entre ellos para resolver problemas en un entorno de aprendizaje natural.

Pero, a la vez, todas las maestras son monjas. Y ellas viajan por el mundo hablando sobre la educación en el siglo XXI, sobre cómo preparar a los jóvenes para afrontar desafíos económicos y sociales actuales, como la inequidad y el calentamiento global.

Otro de los proyectos del que hablas en tu libro es la Academia Khan, que en América Latina funciona, por ejemplo, en algunas lugares del Amazonas.

Sí, uno de los retos que constantemente enfrentan los lugares como América Latina es que hay algunos lugares donde el acceso desde los centros urbanos es casi imposible.

Por esa razón se deben crear nuevos modelos, para que los niños y jóvenes puedan tener una buena educación en lugares donde es muy difícil que lleguen los maestros

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En mi mundo ideal, yo formaría los profesores de la misma manera en que se le enseña a los médicos»
 

Y el ejemplo de la Academia Khan es muy bueno porque logra utilizar de forma adecuada las nuevas tecnologías para crear proyectos de educación a distancia, que les funcionan muy bien y que pueden ayudar al buen desempeño de los estudiantes.

Pero lo cierto es que la idea de la Academia Khan necesita de una infraestructura de acceso a internet para funcionar. Y además, aunque tengas la infraestructura, uno de los grandes desafíos que enfrentaba este lugar es la baja retención que tenían los cursos de educación a distancia.

Así que es revolucionario lo que están haciendo allí, porque entendieron el proceso de educación a distancia pero no se olvidaron de la importancia de los maestros para optimizar la educación que se imparte.

«Nos estamos moviendo hacia una sociedad que comparte sus ideas, desde una fuente de conocimiento sin restricciones», esa es una frase tuya, ¿cómo se traduce ese concepto en la educación del futuro?

Uno de los grandes problemas que tiene el sistema educativo actual es que establece una especie de competencia constante entre los estudiantes.

En Corea del Sur -que es uno de los países que visité para escribir el libro- hay un ejemplo extremo de esto: los estudiantes practican un examen a los 18 años para establecer un rango nacional que casi decide cuál es el trabajo que puedes tener y a qué universidad puedes ir.

Básicamente, toda tu salud, riqueza y felicidad, y todo el sistema educativo hasta ese momento es esencialmente una carrera para llegar tan alto como sea posible.

Y esto causa una serie de comportamientos terribles. Los cuatro o cinco años antes del examen, los jóvenes deben pasar estudiando 15 horas diarias los días de semana y el fin de semana, 12 horas. Se vuelven muy competitivos en estos centros de entrenamiento.

Jardín de bombillaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl siglo XXI debe ser el inicio de proyectos menos competitivos y mucho más colaborativos.

Allí no comparten el conocimiento. No hay colaboración. Les aterra la idea de hacer un proyecto alterno, porque eso significa que en el tiempo que ellos dedican a eso, los otros están preparando el examen.

Y eso crea un ambiente cerrado, de poca creatividad, nula colaboración. Y ahora sabemos que esos tres valores, apertura, creatividad y colaboración, son fundamentales para el mundo actual.

Estamos enfrentándonos a desafíos que solo podrán ser superados mediante la colaboración y la imaginación humana. Eso nos obliga a contar con personas que estén diseñadas para desarrollar una inteligencia colectiva más allá de una inteligencia individual.

Pero todavía vemos que en nuestros sistemas educativos los estudiantes no comparten el conocimiento ni colaboran porque están compitiendo. Incluso hay maestros que no aceptan que nadie venga a decirles cómo pueden hacer su trabajo mejor.

Una de las cosas que más me impactó cuando era maestro es que ningún colega venía a mi salón de clase y yo tampoco iba al salón de otros colegas. Parece que lo que estamos haciendo es tan vergonzoso que no merece que lo vea nadie. Personalmente, creo que hay que abrir nuestras aulas.

Hay muchos estudios y muy serios que demuestran la efectividad de los sistemas abiertos, donde se fomenta la creatividad, donde se generan más ideas, Y eso nos lo enseña la propia naturaleza: mientras un animal va creciendo, logra ser mucho más efectivo a la hora de concretar y canalizar la energía que necesita para sobrevivir.

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Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad colombiana entre el 30 de enero y el 2 de febrero de 2020.

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Manejo de información y pensamiento crítico en crisis de salud pública

Por: Sofía García-Bullé

Un acercamiento crítico a las fuentes de información es instrumental para mitigar la propagación de epidemias.

El 20 de abril del 2009, los medios mexicanos anunciaron lo que hoy recordamos como la pandemia de influenza AH1N1. Tras la noticia, diversos gobiernos en América y el resto del mundo comenzaron a aplicar protocolos de emergencia para controlar el brote. Para el 23 de abril, tan solo tres días después, el gobierno de Felipe Calderón ya había ordenado la suspensión de clases en todo el territorio nacional y la cancelación de actividades en sitios públicos. Además de esto, se procuró la difusión de información sanitaria y se orquestaron campañas de vacunación.

La medida de cerrar las escuelas causó polémica a nivel nacional, pero también se argumentó que esta clausura temporal podría reducir los casos de contagio, además aliviar la carga para el sector de servicios médicos y sanitarios. Al 30 de abril ya se habían reportado 257 casos que afectaron a 11 países diferentes.

El resto del mundo respondió acorde. El 27 de abril del mismo año la Unión Europea aconsejó suspender todos los viajes no esenciales a Estados Unidos y México. Dos días después, el pánico global alcanzó su cúspide cuando el gobierno egipcio ordenó la matanza de todos los cerdos en el país por temor a contagio. La cepa específica de esta pandemia se transmitía de humano a humano, pero el conocimiento de que versiones previas del virus eran híbridos de enfermedades porcinas fue suficiente para disparar esa reacción. En julio del 2010, cuando la pandemia empezó a ceder, había cobrado la vida de 18,000 personas.

Diez años después de este suceso, en diciembre del 2019, surgió en China el primer caso de Coronavirus, que recientemente ha alcanzado el estatus de epidemia. Los gobiernos a nivel mundial ya empezaron a tomar medidas para contener el brote pero, ¿qué pueden hacer las instituciones educativas para apoyar estos protocolos y asegurarse de que el virus no se propague a través de las escuelas?

La información puede salvar vidas

La higiene es clave para mitigar el impacto de enfermedades con alcance global, pero no solamente la que se refiere a las medidas sanitarias, también es necesaria una higiene de comunicaciones y contenidos. En artículos anteriores hemos hablado de la importancia de ser críticos con las comunicaciones que recibimos y a su vez compartimos. Esto es aún más indispensable cuando estamos tratando de combatir una epidemia o pandemia.

Un estudio realizado por Yotam Ophir, profesor de Ciencias de la Comunicación en el Centro de Política Pública de Annenberg de la Universidad de Pensilvania, ejemplifica la gravedad del problema. Ophir utilizó una base de datos con más de 5000 artículos de los mayores periódicos estadounidenses que cubrieron los tres brotes epidémicos más grandes de la década pasada: Ébola, Zika y AH1N1 (gripe porcina). Su análisis identificó tres temas principales: Información científica centrada en los riesgos para la salud y datos médicos; historias de índole social que abarcaban el impacto en el mercado, la política y la cultura; los últimos contenidos trataban más de prevención a través del hermetismo, con la idea de evitar la entrada de enfermedades a Estados Unidos.

Ophir encontró que los contenidos no formaban parte de un esfuerzo conjunto para brindar información práctica y útil sobre cómo prevenir el contagio y hacer frente a la pandemia, más bien trataban temas aislados y la influencia que esta podía tener sobre los contenidos. Caso similar al que pasaría con las Olimpiadas en Río de Janeiro o la Copa del Mundo en Sudáfrica, ante esta crisis de salud.

Una oferta informativa desorganizada que prioriza temas sociales por encima de datos duros e indicaciones prácticas, tiene mayor posibilidad de generar respuestas viscerales ante el miedo que produce la incertidumbre en tiempos de crisis. ¿Cómo pueden maestros y personal educativo evitar este problema en los estudiantes y sus familias? Enseñando sobre diversificación de fuentes y pensamiento crítico.

¿Cómo encontrar esta información? 

En tiempos de crisis de salud, necesitamos ser especialmente selectivos con nuestras fuentes. Saber distinguir entre aquellas cuyo objetivo es construir un panorama social, servir a una agenda política o económica y la que brindan información útil para evitar la propagación de una epidemia. La principal fuente que maneja estos datos es la Organización Mundial de la Salud (OMS), también la Red Jama (inglés) publica artículos a profundidad que explican claramente el proceso con el que se desarrollan enfermedades como el Coronavirus y otros problemas médicos. En una tercera instancia, es necesario estar atento de las indicaciones y medidas de prevención aplicadas por los gobiernos correspondientes, especialmente si se trata de lineamientos con base en las indicaciones de la OMS.

La primera señal de que el Coronavirus podría convertirse en una epidemia internacional se reportó en Japón el pasado 16 de enero del 2020. El Ministerio de Salud Trabajo y Bienestar del país, presentó ante la OMS el caso confirmado de una persona que había viajado desde China, siendo el segundo caso fuera de China, tras el reporte de otra persona en Tailandia. La OMS predijo la propagación de la enfermedad debido al gran volumen de viajes internacionales entre países donde se ha presentado el virus. A la fecha, Corea del Sur ha confirmado su primer caso, al igual que Taiwán, Estados Unidos registró ya su segundo caso; China, el país donde se originó el brote, recientemente reportó 830 casos confirmados y 25 fatalidades.

Es importante señalar que Coronavirus es un término que se refiere a una familia de virus completa, las enfermedades que lo causan pueden ir desde el resfriado común hasta el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Al brote que inició recientemente se le está llamando nuevo Coronavirus 2019-nCoV o neumonía de Wuhan. Sus síntomas corresponden a los de una infección severa de las vías respiratorias altas: fiebre, dolor de garganta y fatiga intensos, además de tos seca y en una buena parte de los casos dificultad para respirar. El Coronavirus puede generar casos de mayor gravedad en personas con un sistema inmune débil, niños de corta edad, pacientes de edad avanzada, mujeres embarazadas y personas con una condición respiratoria previa.

Expertos del programa de Sanidad Animal del Instituto de Investigación y Tecnología de Barcelona, reportaron que esta cepa es menos agresiva que otros coronavirus como el SARS y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS). Sin embargo, sigue siendo necesario no escatimar en precauciones.

Las instrucciones para prevenir el contagio de este nuevo coronavirus son las mismas que con cualquier otra infección de las vías respiratorias, como lo indica la OMS: “buena higiene de manos y respiratoria, el manejo higiénico de los alimentos y, siempre que sea posible, evitar el contacto estrecho con cualquier persona que muestre signos de afección respiratoria, como tos o estornudos”. Si la enfermedad siguiera propagándose, podría también recomendarse evitar salidas no esenciales a espacios públicos, por lo que es necesario estar atento tanto de los comunicados de la OMS como los de los gobiernos correspondientes.

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Nota para el lector: Los datos incluidos en este texto están actualizados al día enero 24 del 2020. Por la naturaleza del avance de las epidemias, estos datos pueden cambiar en un periodo reducido de tiempo.  Para datos más certeros en días posteriores, se recomienda consultar las fuentes mencionadas en este artículo.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/fuentes-epidemia-coronavirus

Imagen: Darko Stojanovic en Pixabay

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El documental para entender cómo los primeros años definen el futuro de los niños

Por: ABC

Brain Matters plantea una solución prometedora a muchos de los problemas del mundo actual.

Entender lo que necesitan los niños los primeros años de vida para que comiencen de la mejor forma posible y alcancen su máximo potencial en la edad adulta. Es la premisa sobre la que se construye el documental Brain Matters, que desde esta semana está disponible en YouTube, con el objetivo de llegar al mayor número posible de padres y educadores. Según informan sus productores, han decidido abrirlo al máximo público posible porque su objetivo es crear conciencia para promover los cambios necesarios en la política pública y privada.

Desde junio de 2019, el documental ha tenido una excelente acogida en la comunidad científica y educativa internacional, junto a un gran éxito de crítica y audiencias en proyecciones privadas.

Los productores han vinculado su lanzamiento gratuito mundial a una iniciativa aún mas ambiciosa del Desarrollo de la Primera Infancia (ECD, siglas en inglés) a través de Change.org. Se trata de una petición a líderes globales para que conviertan sus promesas en acciones reales y desarrollen e implementen sistemas y programas integrales para niños, padres y educadores de todo el mundo independientemente de su raza, nivel profesional, cultura o status socioeconómico.

Para romper el ciclo global de pobreza y desigualdad, una de las políticas mas eficaces será garantizar el acceso al desarrollo de calidad de la primera infancia. Se trata de uno de los factores clave relacionados con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Los líderes globales reconocen la necesidad de invertir en los primeros años de vida, pero muchos se han quedado cortos a la hora de asignar los fondos y el impulso necesario para que este movimiento global consiga mejoras permanentes.

El documental es un encargo de Genesis Foundation y repasa los últimos avances científicos en el desarrollo del cerebro en los primeros años de vida. Incluye testimonios de científicos, educadores economistas e institutos de investigación y centros de formación de primera línea, facilitando una mejor comprensión de cómo los primeros años ayudan a modelar y definir el futuro de los niños. La película demuestra de forma científica cómo los programas de calidad de Desarrollo de la Primera Infancia facilitan la oportunidad para que todos los niños prosperen.

Se trata del segundo largometraje dirigido por Carlota Nelson, cineasta afincada en Madrid y miembro de la Academia Española de Artes y Ciencias Cinematográficas. Nelson dedicó 8 meses a la investigación y contacto previo con los líderes mundiales en neuro-ciencia y la comunidad de ECD (Desarrollo de la Primera Infancia) antes de comenzar los rodajes.

«Brain Matters demuestra lo importantes que son los primeros años de vida y cómo ayudan a definir quienes somos realmente» apunta Carlota Nelson. «Esta realidad tan reveladora nos anima a compartir el documental de forma gratuita con el mundo para que nos replanteemos cómo educar a nuestros niños de manera que puedan tener el mejor comienzo en sus vidas».

Rodado en Colombia, India, México, Reino Unido, y Estados Unidos durante dos años, Brain Matters plantea una solución prometedora a muchos de los problemas del mundo actual que son consecuencia de un defectuoso entendimiento del potencial de los primeros años de vida.

El desarrollo saludable del cerebro del niño depende de un entorno seguro y estimulante, buena nutrición, salud y sobre todo de un cuidado y atención sensibles a sus necesidades. «Cuando los niños no crecen en un entorno favorable al sano crecimiento del cerebro -del que dependerá su futura creatividad, pensamiento crítico, capacidad de aprender, habilidades lingüísticas, conducta e incluso su salud y felicidad- empiezan con mal pie incluso antes de que comience la partida de la vida», comenta la responsable de Desarrollo de la Primera Infancia de UNICEF, la doctora Pia Rebello Britto. «Este documental transformador demuestra cómo el potencial de los niños puede optimizarse y porqué hacerlo bien desde el principio produce beneficios a lo largo de toda su vida».

«Como consecuencia de los programas que diseñamos y aplicamos estamos siendo testigos del considerable impacto que el desarrollo de la primera infancia tiene en el aprendizaje y el éxito futuro de los niños. Estamos muy ilusionados de compartir Brain Matters con el mundo como un avance de las experiencias aprendidas y el nuevo conocimiento adquirido» afirma Cristina Gutiérrez de Piñeres, directora ejecutiva de Genesis Foundation.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-documental-para-entender-como-primeros-anos-definen-futuro-ninos-202001310158_noticia.html

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