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Enrique Dussel: Comentarios al libro «Desde abajo, desde arriba» de Arkonada y Klachko

Resumen de la clase de Enrique Dussel en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM de México, donde dialoga con el libro «Desde abajo, desde arriba. De la resistencia a los gobiernos populares: escenarios y horizontes del cambio de época en América Latina» de Katu Arkonada y Paula Klachko.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=NlG3rw2ivCg

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Guatemala: Conferencia Internacional: Retos de las ciencias sociales en tiempos de crisis

Guatemala/17 de Julio de 2017/Clacso

En el contexto actual, asistimos a una profunda crisis geoestratégica mundial, la agudización de las contradicciones sistémicas y una transición intrasistémica cuyo desenlace para la humanidad es incierto.

En este marco y en ocasión del 50 aniversario del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, los centros CLACSO de Centroamérica convocan a participar de la Conferencia Internacional e invitan a presentar propuestas de ponencias y mesas de trabajo.

Se considera de vital importancia no solamente aportar a la comprensión de cómo este contexto se expresa en la región centroamericana, sino problematizar desde las ciencias sociales y el pensamiento crítico en torno de los escenarios y retos que se abren para la academia, los Estados, las fuerzas socio-políticas y los movimientos sociales.

Cierre de la recepción de ponencias y mesas de trabajo: 30 de julio

Resultados de ponencias y mesas seleccionadas: 28 de agosto

Preguntas y consultas: conferenciacentroamerica@clacso.edu.ar

Fuente: http://www.clacso.org.ar/50aniversario/guatemala/

 

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Ética entre la “posverdad” y la “plus-mentira»

Por: Fernando Buen Abad 

Urge intervenir la noción de “posverdad” -con una buena dosis de pensamiento crítico- para radiografiarla hasta saber qué contiene y a qué propósitos tributa su uso. Sus definiciones la pintan como una forma “emotiva” de la mentira para manipular la “opinión pública”… para subordinar los hechos a las habilidades emocionales del manipulador. Es la mentira que prescinde de los hechos, que los arrodilla ante los intereses del enunciado para revertir (pervertir) la relación conocimiento-enunciación. El conocimiento se convierte en producto del enunciado y no al contrarioLa realidad se convierte en un estorbo o en una anécdota decorativa -o prescindible- del enunciado. Una figura “retórica” más importante que la propia verdad. De cualquier manera parece ser necesario interpelar a la noción de “posverdad” con otra noción de contraste dialéctico que llamaremos aquí “plus-mentira”. Incluso la construcción histórica-social de la “verdad” debe ser obra crítica.

En todos los sistemas económico-políticos que dividen a la sociedad en opresores y oprimidos, la mentira es un dispositivo consustancial o, dicho de otro modo, son mentirosos por definición. Sistema mentiroso que se basa en robar el producto del trabajo, con estratagemas diversas, que usa represión, miedo, armas, idolatrías e ideologías. La dictadura de las creencias y las supercherías. Mentiras que se perfeccionan en laboratorios de guerra psicológica fabricantes de “plus-mentira”. Ahora quieren imponernos como “verdad” su reino de la des-honestidad y la anti-política. La fachada fagocitando el contenido; las técnicas de persuasión produciendo crisis de confianza; la política huérfana de sociedad. Se trata de aniquilar lo que contradiga, lo que interpele, lo incómodo, lo difícil, lo profundo y lo social. Es un modo más de la ideología de la clase dominante en su fase intolerante y excluyente. Uno de sus modos más extremos y contradictorios que se “justifica” con “posverdades” creadas exprofeso y con tono “académico”. Medios para coagular el odio de clase como “verdad” que aniquila “lo otro”.

Con la “posverdad” y la “plus-mentira” ya no habría rumores “falsos”… todo es “verdadero” mientras sirva para obturar la realidad. Se la usa para destruir al rol del Estado, para invisibilizar escenarios de represión y crimen, para ocultar fraudes electorales de todo tipo. La “posverdad” endiosa a los monopolios de guerra ideológica hacia públicos entrenados para no exigir “pruebas” ante ninguna calumnia, públicos entrenados para omitir “re-preguntas” y, especialmente, para no interrogarse a sí mismos sobre su información verdadera. Públicos entrenados para la “pereza mental”.

Ellos anhelan audiencias modeladas como repetidoras automáticas de falacias dramatizadas por la coyuntura donde domina el punto de vista hegemónico que anula los cánones de veracidad. Que los “hechos” queden sepultados por el énfasis, por las exageraciones y por todos los estereotipos imaginables. La red de “plus-mentiras” en que se sustenta la “posverdad”, se propone recorrer a lo ancho y a lo largo, a lo alto y a lo profundo… el cuerpo social para hacerlo adicto a las mentiras. Adicto a la ingeniería de la “plus-mentira”. Inyectarle odio coagulado en intolerancia para aniquilar lo otro, lo que implique a lo diferente… lo que implique a lo popular y a lo revolucionario. Imponer la negación compulsiva de la “verdad” su necesidad de existir, negarle su razón de proceder y negarle el ser. La “plus-mentira” liberada de toda culpa o penitencia. La “plus-mentira” basada en la inmoralidad misma. El vacío de principios. La desfiguración alevosa de la realidad cómo signo de clase. El dogmatismo de la falacia, el fundamentalísimo de la irracionalidad impune. Y entonces lo falso es real.

Acaso el “plus” de la mentira en la “posverdad” sea su capacidad de consenso aplastante, su manera de obturar la duda. Incluso su glamour autoritario. La “plus-mentira” basada en componentes dinámicos de usurpación simbólica para asesinar la verdad con las banderas de lo que se niega o se combate. Hitler se hizo llamar “socialista”, Franco en nombre de Dios produjo matazones diabólicas. Así que ni la “posverdad” ’ni la “plus-mentira” son novedades ni hallazgos teóricos actuales y acaso un factor decisivo, o de su vigencia, sea el uso de las tecnologías subordinándolas a sus fechorías. La tecnología aporta su “prestigio” para hacer más contundente el desprestigio de la verdad. Total pasará nada. Y todo conduce a la anti-política.

En esta reflexión hay un litigio filosófico profundo y crítico que atañe a la “verdad” sus búsquedas, encuentros y desencuentros siempre históricos. No sobre el valor de su existencia social e histórica sino sobre sus depredadores aunque en la “posverdad” se los niegue. Y todo esto pone de relieve la responsabilidad social por la verdad, su lugar y sus desafíos. La verdad en cada pliegue de la revolución, la verdad de las masas y para las masas. La verdad que expresa la ética política de la lucha emancipadora. La verdad desde las bases con sus derrotas y sus victorias. La verdad y sus procesos, sus logros reveladores como saltos cualitativos de conciencia y compromiso. La verdad que es táctica inmediata de combate, la verdad revolucionaria siempre. En suma, si el capitalismo anhela manipular la percepción y las creencias con rumores y calumnias, con sobrecarga acelerada de información falsa para decir que hay “crisis humanitaria” donde hay luchas sociales; para imponer “guerras económicas” y decir que la voluntad popular no es confiable o lograr que nadie pueda reconocer la verdad de las luchas y eso deje de tener importancia… entonces la “plus-mentira” también es un campo de guerra en la Batalla de las Ideas.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=228777ic

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En Chile: Robert Swartz “No queremos que nuestros estudiantes escuchen algo y lo sigan sin reflexionar”

El académico norteamericano y experto en pensamiento crítico fue el orador principal del X Seminario Internacional de la Red de Escuelas Líderes. Ante los cerca de mil asistentes al evento abordó estrategias prácticas para desarrollar esta habilidad en la sala de clases. Descarga aquí su publicación.

América del Sur/Chile/EducarChile

Robert Swartz, director del Center for Teaching Thinking y expositor principal del X Seminario Internacional de la Red de Escuelas Líderes: «No queremos que nuestros estudiantes escuchen algo y lo sigan sin reflexionarlo, queremos que puedan defender sus ideas».

“Todo el mundo piensa, pero no todos lo hacen con el cuidado y la habilidad que deberían”, afirmó Robert Swartz, director del Center for Teaching Thinking y expositor principal del X Seminario Internacional de la Red de Escuelas Líderes, instancia que este año cumple su décimo aniversario y que es impulsada Fundación Minera Escondida, Fundación Educacional Arauco Fundación Chile y El Mercurio.

En el encuentro, Robert Swartz hizo especial énfasis en la necesidad de los distintos establecimientos educativos del país no hagan que sus estudiantes aprendan todo de memoria, sino que les entreguen las competencias para resolver los problemas por ellos mismos, que se les empodere en las destrezas del pensamiento, ya que de esta manera se entrega una herramienta que les servirá toda la vida. «No queremos que nuestros estudiantes escuchen algo y lo sigan sin reflexionarlo, queremos que puedan defender sus ideas», afirmó el experto ante los cerca de mil asistentes al evento.

Esta aproximación fue respaldada por Alejandra Arratia, Coordinadora de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, quien participó del panel de conversación junto al experto. Arratia invitó a la audiencia, a través de una historia, a realizar una transición desde un “pasar el contenido” a un “pensar el contenido”. “Las habilidades de pensamiento crítico no se enseñan el día viernes de 9:00 a 11:00 de la mañana. Son algo que debe permear todas las áreas del currículum”.

El pensamiento crítico a la práctica 

El encuentro, que comenzó abordando los fundamentos del pensamiento crítico y creativo y su impacto en el aprendizaje, se transformó en un verdadero apoyo para los docentes y directivos asistentes, ya que Swartz entregó herramientas que pueden ser inmediatamente aplicadas. “Para los preescolares una buena idea es pedirles a los niños que se pongan en el papel de un personaje de un cuento que estén leyendo, preguntándoles qué harían en las distintas situaciones. En caso como estos, el pedirles que trabajen en grupos de forma colaborativa ha mostrado ser muy efectivo”, explicó el experto.

Para ilustrar de manera concreta de cómo aplicar el pensamiento crítico en la escuela, participó del panel de conversación César López, director del Colegio Roberto Matta de Quillota. Según López, el colegio optó por un sello artístico, “instaurando un proyecto donde los contenidos se aprenden con otros mecanismos didácticos”. De esta forma, los estudiantes de este colegio aprenden, por ejemplo, sobre la revolución francesa a través de una obra de teatro, lo que permite otro tipo de reflexiones que no se dan necesariamente cuando se anota en un cuaderno.

Fuente: http://www.educarchile.cl/ech/pro/app/detalle?id=229644
Imagen tomada de: https://fch.cl/wp-content/uploads/2017/06/Robert-Swartz-1440×640.jpg
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Investigación ética desde la filosofía crítica y metodología de ciencias sociales

Por: Agustín Ortega Cabrera

Como se ha estudiado, las ciencias sociales como es la sociología nacen con la conocida como cuestión social en la época moderna e industrial donde va dominando el capitalismo con sus desigualdades e injusticias sobre los obreros, las familias y los pobres. Frente a esta realidad, se van desarrollando corrientes de filosofía y pensamiento social que tratan de analizar, investigar todas estas patologías de las desigualdades e injusticias de la sociedad industrial y del capitalismo. Estamos en la génesis de la ciencia social y de la sociología con sus fundadores y clásicos. Lo que se pretende es explicar las causas de estos males y problemas sociales con las estructuras y sistemas que inciden, o comprender el sentido de la acción de las personas en sus inter-acciones sociales con la razón, carisma e ideales o valores. Un pensamiento social con conciencia, con carácter ético y crítico que explica la cohesión o el conflicto social con las estructuras y sistemas sociales que bien cohesionan o dominan y causan la desigualad, explotación laboral e injusticias sociales como es el empobrecimiento; que comprende a la razón y sus patologías, que re-fluyen con estas estructuras o sistemas, producidas cuando lo que impera es la racionalidad formal e instrumental que quiere lo utilitario, mercantilista y burocrático. Y olvida los fines y valores últimos como es la razón crítica-ética en la justicia con las víctimas.

Es pues una ciencia e investigación que quiere conocer, mejorar y transformar la realidad social e histórica con una praxis emancipadora de toda dominación, desigualdad e injusticia. Una práctica investigadora para la transformación humana, personal y social que se orienta y manifiesta los valores e ideales de justicia e igualdad, solidaridad y libertad. Comprendiendo y asumiendo los conflictos sociales, estratificación e injusticias entre los grupos económicos con las desigualdades, políticos con el poder y sociales con el estatus o prestigio. En donde el capital subsume al trabajo, al trabajo vivo negando así la vida de las personas que laboran y que son fines, no medios. Con la expropiación y alienación del valor real de su trabajo y salario, de la misma vida con sus necesidades y capacidades. La mercancía y el capital con su uso se convierte en fetichismo, que aliena a la persona con su valor, que convierte los bienes y al trabajo vivo, la misma vida, en mero instrumento de cambio, de lucro y rendimiento productivo. Lo que, como auténtica idolatría, diviniza al capital y al mercado que exige siempre el sacrificio de la vida del trabajador, de las personas y de los grupos sociales más oprimidos.

La investigación social crítica y ética siempre tiene como clave epistemológica el conocimiento real, inteligente y vital (asumir y sentir) la realidad de sufrimiento, desigualdad e injusticia u opresión que padecen las personas, los grupos sociales y víctimas. Como son los obreros, trabajadores, pobres (empobrecidos) y excluidos que se les priva de la satisfacción de sus necesidades vitales (privaciones sociales); que se les expolian los recursos y bienes que están al servicio de dichas necesidades o capacidades, deben servir liberadoramente a la vida y fin-dignidad de las personas. Con un destino y uso común, universal de los bienes, en este reparto y distribución justa de dichos recursos con solidaridad, equidad y carácter social de la propiedad-capital. La investigación social se lleva a todos los planos de la realidad, tanto el personal como el socio-estructural, en su crítica de todas estas patologías, contradicciones, asimetrías y desigualdades que generan los males e injusticias.

El análisis crítico-ético abarca la totalidad de la vida social, la realidad global de la persona con su vida social e histórica, que con su razón o conciencia y corazón puede alumbrar e idear malos sueños que se transmutan en pesadillas y monstruos como los patológicos de la modernidad. Los totalitarismos de los fascismos, del liberalismo economicista con el capitalismo y su mala repuesta como es un comunismo colectivista, el colectivismo estatalista de tipo leninista-stalinita, tienen unos presupuestos filosóficos, antropológicos y metafísicos más latentes o explícitos. Son esos reduccionismos y relativismos antropológicos que convierten metafísicamente la realidad humana en simple materialidad económica (economicismo), en colectivo amorfo estatal o en raza-nación. Son las idolatrías del mercado, capital, estado, partido y nación que como falsos dioses aniquilan antropológicamente al ser humano. Devorando metafísicamente a las personas que, despojadas de su sentido y condición de sujetos personales, se convierten en un mero objeto de cambio e instrumento de producción, dominio y apropiación por parte de este capital económico, político, racial, nacional y simbólico.

La razón formal e instrumental, que pervierte a la modernidad generando dichas patologías, se convierte en mecanismo de dominación de la naturaleza y del ser humano, de explotación del hombre por el hombre. Con la insaciable voracidad de dominio, utilitarismo, mercantilismo y burocracia que impide la memoria compasiva (sentida) y de la justicia liberadora con las víctimas de historia, que niega a la esperanza y liberación integral de todo mal, muerte injusticia. Esta ciencia social crítica con su filosofía humanista, ética y liberadora muestra que las personas no son objetos sino sujetos protagonista y gestores de toda la realidad social, política, económica y cultural, del mercado y del estado. Articula y asienta bien la justicia e igualdad en la sociabilidad solidaria de la persona, frente al capitalismo, con la libertad y participación (autogestión) democrática en contra del colectivismo estatalista que, en realidad, es un capitalismo de estado. Para una correcta comprensión de la inter-relación inseparable de la persona con la comunidad social/mundo en donde, lejos de todo dualismo u oposición, se fecundan mutuamente dichas realidades de la persona y lo social e histórico.

Como vemos, la ciencia social crítica se hace cargo (carga y se encarga) de lo real de la negatividad, de los sufrimientos e injusticias que padecen las víctimas u oprimidos. Con la materialidad de las condiciones de promoción de la vida y del bien común que son negadas por estos ídolos del capital económico (riqueza-ser rico) y político-estatal (el poder). Esta negatividad y materialidad, la negación de la vida digna a los seres humanos y a los pobres o excluidos, junto a una praxis liberadora de todo mal e injusticia con los oprimidos (pobres), son los criterios que constituyen a la ciencia (como es la social) en crítica. Y que analizan, juzgan o valoran como injusto, inmoral e inhumano a todo sistema, instancia real e ideología que niegue esta condición y naturaleza de la vida humana, que impida la vida digna e integral (en todas sus dimensiones o fases). Tal como impone el capitalismo o el colectivismo que son, por tanto, perversos, deshumanizadores y van en contra de esta ética socia crítica.

Por tanto, en la investigación social crítica se estudia toda esta desigualdad e injusticia causada por la acumulación del capital y los bienes en pocas manos, la de los rico y poderosos con sus sistemas e ideologías como el capitalismo y el colectivismo. Se observa y analiza como el capital crece exponencialmente, con dicha acumulación desigual e injusta, en detrimento de (contra) los bienes del trabajo, del trabajador, de las personas con sus familias y de los pueblos; como se alquila y se práctica la usura con todo, con los créditos e intereses y los bienes en general, negando este valor del destino universal y uso común de los bienes como es la propiedad para todos. Lo que endeuda para el presente y futuro a las personas, familias y pueblos con el cierre de todo desarrollo humano e integral. En esta línea, en nuestro mundo globalizado se investiga como este capital, sobre todo especulativo-financiero e irreal, genera un casino planetario. Con una economía de burbuja, tóxica y basura que especula con todo, genera las crisis y arruina a los pueblos, que pincha y estalla produciendo un estado de shock o colapso global.

Más esta ciencia social crítica, asimismo, articula la investigación con la acción-participación. Con la praxis protagonista y esperanza liberadora de los pueblos, pobres y movimientos u organizaciones populares, sociales y ciudadanos que buscan ese otro mundo posible. Una mundialización en la solidaridad, paz y justicia socio-ambiental e intercultural frente a la globalización del capital, de la guerra y la competitividad insostenible, anti-ecológica. Es la auténtica alternativa de la ecología integral en el desarrollo personal, humano, social y ambiental. La civilización del trabajo, la dignidad del trabajador con una economía al servicio de las necesidades de las personas, de los pueblos como clave del desarrollo integral; frente a la del capital, del lucro y beneficio. La civilización de la pobreza solidaria en comunión de vida, bienes y luchas liberadoras por la justicia con los pobres de la tierra como principio de humanización frente a la de la riqueza-ser rico, del tener y poseer por encima de este ser solidario.

Agustín Ortega Cabrera, Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Departamento de Psicología y Sociología, ULPGC), Experto Universitario en Moral, Doctor en Humanidades y Teología (UM-ITM). Es profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y en el Centro Universitario de Estudios del Seminario Diocesano de Ibarra. Investigador en la Universidad Loyola Andalucía.

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¿Qué es la educación imaginativa? Entrevista exclusiva con Magdalena Merbilháa

Por Observatorio ITESM-MX

Hoy en día la información está a un clic, antes la información solo estaba al alcance de unas cuantas personas. Hoy, el poder de la información está al alcance de todos, es por eso que la misión actual de los profesores ya no es la de difundir esta información, sino la de enseñar a los alumnos a procesar esta información, a entenderla y asimilarla a través del pensamiento crítico.

En entrevista exclusiva para el Observatorio, Magdalena Merbilháa, historiadora, docente y Directora Asociada del Grupo de Investigación en Educación Imaginativa, habla del nuevo rol de los docentes, del papel que jugarán las humanidades en el futuro de la educación y de su área de especialidad, el modelo de educación imaginativa, el cual destaca la importancia de las emociones en el aprendizaje.

«No hay aprendizaje sin emociones», asegura Merbilháa y destaca que el docente necesita enganchar las emociones de los estudiantes, de lo contrario lo que estos aprendan va a ser olvidado.

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Las enseñanzas de Marx: Educación popular y formación política

Por: Zur Pueblo de Voces

El pasado 5 de mayo se cumplieron 199 años de nacimiento de uno de los críticos más potentes de la formación capitalista. Aquí Hernán Ouviña comparte una faceta poco difundida, su preocupación por la formación política y la educación.

Si bien puede parecer redundante o conocido, es importante recuperar cómo la larga tradición del marxismo revolucionario supo tener a lo formativo y a la educación popular como algo central en su derrotero militante. En especial porque aunque suene paradójico, en coyunturas adversas como la que vivimos en América Latina, o en momentos donde la movilización popular nos encuentra de manera constante en las calles, los procesos de formación, de análisis y estudio, de lectura e investigación de la propia realidad que se pretende transformar, se resienten o bien ostentan -salvo contadas excepciones- un lugar residual al interior de las organizaciones de izquierda. A contrapelo, y en sintonía con los planteamientos de buena parte del marxismo crítico, es precisamente en contextos como el actual donde más urgentes resultan este tipo de apuestas pedagógico-políticas.

Consideramos un ejercicio imprescindible revisitar desde este ángulo las propias biografías e itinerarios de quienes constituyeron una referencia fundamental en la conformación del marxismo revolucionario, comenzando por el propio Karl Marx (1818-1883). En general predomina -a nuestro modo de ver, no casualmente- una visión de Marx como un genio solitario, dedicado casi exclusivamente a escribir libros y artículos detrás de un escritorio, sumergido cual ratón de biblioteca en la sala de lectura del Museo Británico durante años para elaborar El Capital. Sin embargo, se omite que desde su juventud hasta los últimos momentos de su vida, siempre produjo, intervino y reflexionó en diálogo constante con la realidad y las luchas que lo estimulaban a pensar y actuar como militante revolucionario, por lo que podemos definirlo como un verdadero intelectual orgánico de las clases populares.

Desde sus primeros artículos periodísticos de denuncia de las condiciones de miseria y explotación que padecían los campesinos de Mosela, pasando por el enorme aprendizaje político que resulta de sus diversos encuentros e intercambios en buena parte del continente con organizaciones clandestinas, sindicatos y asociaciones de exiliados, hasta la elaboración de sus incendiarios documentos y comunicados políticos al calor de la revolución de 1848 (entre los que se destaca elManifiesto Comunista, escrito a pedido de la Liga en la que participaba junto con Engels, y cuyo antecedente había sido el Comité de Correspondencia Comunista), puede decirse que su formación estuvo signada por el vínculo estrecho con -y el aprendizaje a partir de la experiencia vital de- las organizaciones y movimientos en lucha en toda Europa.

Sería infructuoso reseñar en detalle su abultada producción teórico-política, pero vale la pena recordar algunos de sus principales materiales y momentos de intervención, para dar cuenta de la importancia que siempre tuvo el estudio y la formación para Marx. No podemos dejar de mencionar las Tesis sobre Feuerbach, temprano borrador de 1845 cuya extensión es inversamente proporcional a su densidad filosófica y política, en la medida en que condensa en unos pocos párrafos una caracterización profundamente revolucionaria respecto del conocimiento de la realidad, y postula como criterio de verdad a la praxis, la cual presupone una unidad indisoluble entre reflexión y acción, así como el papel activo y dinámico que tienen los sujetos tanto en la comprensión como -sobre todo- en la transformación del mundo. A su vez, textos pedagógicos y de amplia difusión popular bajo el formato de folletos, como Trabajo asalariado y capital o Salario, precio y ganancia, son en realidad conferencias que fueron pensadas para el esclarecimiento teórico y la batalla política, en el seno de las organizaciones de base de trabajadores y activistas que el propio Marx frecuentaba. Su obsesión por lograr que la clase obrera pudiese acceder a los sucesivos tomos de El Capital a través de su desdoblamiento en fascículos sueltos divulgados a precios populares -tal como deja traslucir en más de una carta intercambiada con Engels y con su editor- tiene la misma vocación formativa.

Asimismo, dentro de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), una de las propuestas que supo impulsar fue la de una investigación “de la situación de la clase obrera en todos los países, llevada a cabo por la clase obrera misma”, donde uno de los puntos más relevantes era la educación del proletariado en términos mentales, físicos y tecnológicos, es decir, desde una perspectiva integral.Sumamente entusiasmado por concretar esta propuesta redactada en 1866 (no casualmente, escasos meses antes de que salga a la calle la primera parte de El Capital), Marx expresará que “al iniciar tan gran obra, los obreros mostrarán que son capaces de tomar sus destinos en sus propias manos”. En efecto, poco tiempo atrás, en ocasión del nacimiento de la Asociación Internacional de los Trabajadores, ya había escrito en su Manifiesto Inaugural que “la clase obrera posee un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber”.

No está de más recordar que otro texto imperecedero de Marx, publicado luego bajo el título de La guerra civil en Francia, fue en rigor un documento político redactado por él a pedido del Consejo General de la AIT (de hecho, sus integrantes fueron quienes firmaron como “autores” colectivos la primera edición de este material), con el propósito de brindar una lectura desde el punto de vista de la clase trabajadora, acerca de los sucesos ocurridos en París durante la instauración de la Comuna entre marzo y mayo de 1871, a tal punto que las diversas ediciones en inglés y en otras lenguas -por lo general como folleto- fueron vendidas entre los obreros a precios reducidos y se agotaron rápidamente. Es interesante destacar que el interrogante teórico-práctico que obsesionó a Marx durante casi dos décadas (¿con qué sustituir al Estado burgués tras la conquista y destrucción del poder político a través de una revolución?), no pudo ser respondido por él en términos intelectuales o eruditos, sino que fueron las y los desposeídos parisinos que osaron “tomar el cielo por asalto”, quienes resolvieron este enigma y le enseñaron a Marx -a partir de su experiencia colectiva y sin receta alguna- la forma política “al fin descubierta” que debía asumir el autogobierno popular luego de la desarticulación del poder estatal y capitalista.

Ya en su última década de vida, además de insistir en la necesidad de entender y analizar a las sociedades a partir del principio epistemológico de la totalidad (que implica concebir al capitalismo como un sistema, no disociando por tanto, salvo en términos estrictamente analíticos, las diferentes y complementarias relaciones de opresión, dominio y resistencia que lo constituyen como tal), Marx confrontará con aquellas corrientes que, como la liderada por Lasalle en Alemania, pregonaban la posibilidad de construir el socialismo de manera gradualista y desde el Estado. Conocido como “Crítica al Programa de Gotha”, este manuscrito póstumo redactado en 1875 cuestiona de manera radical los núcleos principales de un programa político que, elaborado en el marco de la unificación de las dos principales organizaciones obreras alemanas, se encontraba en las antípodas de su concepción revolucionaria. Frente a la sugerencia de los lasalleanos de subsumir toda propuesta de trabajo cooperativo y de educación popular a la lógica estatal, Marx responderá indignado: “Eso de ‘educación popular a cargo del Estado’ es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc., velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado (…) y otra cosa, completamente distinta, es nombrar al Estado educador del pueblo! (…) es, por el contrario, el Estado el que debe recibir del pueblo una educación muy severa”.

Unos años más tarde, retomará con mayor fuerza aquella vocación por la formación, el estudio y la investigación militante, a través del diseño y la difusión de una “encuesta obrera”, que tenía por propósito el indagar en la situación de explotación que padecía la clase trabajadora europea, pero también conocer sus condiciones de vida y reproducción más allá de la fábrica, así como sus formas organizativas y sus repertorios de lucha. Elaborada en 1880 para que sean los propios trabajadores quienes la implementen en sus ámbitos laborales, llegó a contemplar más de 100 preguntas, la mayoría de las cuales eran interrogantes “generadores”, que buscaban fomentar, a partir de su lectura y el debate colectivo que disparaban, un proceso de desnaturalización y cuestionamiento de la situación padecida, en paralelo a la autoconsciencia por parte de los obreros mismos, de su potencialidad como clase revolucionaria y con intereses antagónicos a los de la burguesía.

Este viejo Marx se encargará incluso de fustigar, junto con Engels, a la dirigencia socialdemócrata alemana que por aquel entonces ya dejaba traslucir su tendencia a la burocratización y comenzaba a denostar la capacidad de las y los trabajadores de liberarse del yugo capitalista sin tutela alguna. En una extensa y premonitoria carta, denunciarán a quienes consideran que “la clase obrera es incapaz de conquistar por sí misma su propia emancipación” y consideran que “para lograrla debe ponerse bajo la dirección del burgueses ‘cultos y pudientes’, los únicos que poseen el ‘tiempo y las oportunidades’ para informarse de lo que es bueno para los obreros”. A contrapelo de esta concepción paternalista y vertical, dirán: “Cuando se constituyó la Internacional, formulamos expresamente el grito de combate: el emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma. Por ello no podemos colaborar con personas que dicen que los obreros son demasiado incultos para emanciparse por su cuenta y que deben ser libertados de arriba por los burgueses y pequeños burgueses filántropos”

El 14 de marzo de 1883 su vida se apagará definitivamente. A partir de ese momento, las querellas e interpretaciones en torno a su legado y herencia serán una constante en el seno de las izquierdas (e incluso por fuera de ellas). Quizás previéndolo, el viejo Marx supo responder de manera irónica: “lo único que sé es que no soy marxista”. Sabias palabras éstas frente a quienes pretendían hacer de su pensamiento y su praxis revolucionaria un nuevo dogma al margen de todo tiempo y espacio.

Por ello lo fundamental es no vislumbrar a Marx ni al sin fin de grandes revolucionarios/as (desde Lenin y Gramsci a Rosa Luxemburgo, de Mariátegui y Amilcar Cabral al Che Guevara) como iluminados/as y sabelotodos/as que esclarecieron y guiaron a organizaciones y pueblos “ignorantes”, carentes de conciencia por sí mismos/as y meros/as ejecutantes de una estrategia que les era incorporada “desde afuera”. Si bien en todos los casos tuvieron un papel destacado en sus respectivos procesos revolucionarios, vale la pena recordar una de las tesis sobre Feuerbach escrita precisamente por el joven Marx, que criticaba aquellas lecturas unidireccionales que olvidan que “el educador a su vez debe ser educado”. De ahí que quizás sea más equilibrado afirmar que fue la praxis colectiva y el devenir histórico-político dentro del cual se situaron con creatividad y audacia en tanto aprendices-sistematizadores/as (o educadores-educandos), lo que les permitió destacarse como dirigentes e intelectuales revolucionarios/as a cada uno/a de ellos/as en los proyectos donde intervinieron.

A pesar de la indudable centralidad que han tenido estos/as referentes del marxismo en impulsar y sostener iniciativas de producción de conocimiento, investigación militante y educación popular liberadora, resulta imprescindible resituar -comenzando por el propio Marx- tanto sus liderazgos como los aportes teórico-prácticos que han generado, en el marco de procesos y sujetos de carácter colectivo, así como en función de una constelación de luchas e iniciativas emancipatorias, que constituyeron las verdaderas escuelas en la que se forjaron como intelectuales orgánicos de los pueblos.

El estancamiento del pensamiento crítico y la dogmatización han sido un peligro constante en los diferentes proyectos revolucionarios encarados por las fuerzas de izquierda, y hoy cobra nuevos bríos como tendencia en la actual coyuntura que vivimos. Acudir nuevamente a autores, corrientes, matrices de análisis e itinerarios de trastocamiento del orden social y político, que en algún contexto u época diferente quizás prosperaron o resultaron viables para caracterizar y transformarotra realidad, se torna una tentación difícil de escamotear y nos ahorra el ejercicio de pensar y actuar con cabeza propia, a partir del estudio riguroso y situado del propio territorio y desde el tiempo histórico que pretendemos revolucionar.

Como es sabido, la historia no se repite salvo como tragedia o como farsa. Por ello, frente al seductor recetario de manuales y esquemas abstractos en estos momentos sombríos donde prima el desconcierto y el desarme teórico, el planteo de Mariátegui de no calcar ni copiarconstituye un faro estratégico, desde ya sin que esta consigna implique partir de cero, pero sí cepillando a contrapelo y asumiendo la necesaria actualización y revitalización crítica de los aportes de Marx.

Ludovico Silva, uno de los intelectuales venezolanos más potentes para formarnos de manera des-manualizada, solía decir que “si los loros fueran marxistas, serían marxistas ortodoxos”. Por cierto, es sobre la base del análisis concreto de nuestra realidad específica -en la que finalmente actuamos e intervenimos a diario- que podemos traducir y (re)elaborar conceptos e ideas, así como construir una estrategia revolucionaria acorde a los desafíos que nos depara nuestro presente. No se trata, en suma, de “aplicar” esquemas o categorías prefabricadas, ni de concebir a la obra de Marx como un sistema acabado o un conjunto de verdades irrefutables, sino de recrear sus presupuestos y basamentos, a partir de su confrontación con la cada vez más compleja realidad en la que estamos inmersos. Pero a no dudarlo: Marx tiene todavía mucho que enseñarnos como “maestro de vida”.

Fuente: http://www.zur.org.uy/content/las-ense%C3%B1anzas-de-marx-educaci%C3%B3n-popular-y-formaci%C3%B3n-pol%C3%ADtica

 

 

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