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¿Por qué rompen la cuarentena en algunos países de Latinoamérica?

América Latina/19-04-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Sectores de la población no han cumplido con la cuarentena, implementada por algunos Gobiernos de la región, al no tener alimentos ni ayudas económicas para cubrir sus necesidades durante este período.

En medio de las medidas de aislamiento social para contener el nuevo coronavirus, distintos países de América Latina viven jornadas de protestas para exigir a sus respectivos Gobiernos mayores garantías alimentarias y de protección.

Sectores de la población no han podido cumplir con la medida preventiva de la cuarentena, implementada por algunos Gobiernos de la región, al no tener los recursos indispensables para cubrir sus necesidades durante este período.

Quienes ante la pandemia perdieron sus trabajos, no pueden comprar los implementos necesarios para permanecer en casa, pues también desaparecieron sus ingresos y no cuentan con ayuda económica o bonos alimentarios.

En países como Colombia, Brasil, Bolivia y Perú se han registrados protestas, bloqueos de calle, cacerolazos, entre otras acciones, para reclamar las condiciones adecuadas que les permitan resguardarse en sus hogares y evitar más contagios.

Colombia

En la capital colombiana de Bogotá se han presentado protestas contra las autoridades nacionales y locales para exigir ayudas económicas y alimenticias. Esta situación también se registra en otras localidades como Cali, mediante cacerolazos para que sus necesidades sean atendidas.

El Gobierno de Iván Duque anunció, en marzo pasado, que más de 2 millones de familias serían beneficiadas con ayudas superiores a los 330.000 pesos (80 dólares aproximadamente) para enfrentar la crisis, con el objetivo de «proteger» a más de 10 millones de colombianos, los más vulnerables.

Sin embargo, luego de 23 días de haber iniciado la cuarentena en esa nación, sectores de la población han salido a la calle para exigir a Duque las ayudas prometidas por los diferentes distritos, ya que aún no las han recibido.

Hernán Tobar@HernanTeleSUR

En medio de la cuarentena las familias vulnerables del sur de Bogotá Colombia, que vivian del rebusque, se han tomado las calles y han bloqueado las vías, exigiendo ayudas por parte del gobierno, aseguran que no tienen otra alternativa para no morir hambre. @teleSURtv

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Perú

El Gobierno de esa nación ha decretado multas de altas cuantías a quienes no cumplan con la inmovilización social, sin embargo, los sectores más vulnerables de la sociedad fueron perjudicados ante estas medidas de confinamiento.

Al respecto, la mayoría de los trabajadores informales no califican para los subsidios o entrega de alimentos de las autoridades, y deben continuar saliendo a las calles a buscar formas de ganar su sustento.

Verónica Insausti@Insausti_tlSUR

Diferencia abismal entre la ayuda que da gobierno de @MartinVizcarraC a sistema financiero y empresas respecto a los trabajadores, 70%de ellos, independientes. @AnahiDurandG lo explica. @teleSURtv

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Además, integrantes de comunidades indígenas peruanas han alertaron que no trabajan desde que empezó el aislamiento social, lo que significa que más de 370 familias están pasando hambre, pues no han recibido el bono de 108 dólares que prometió el presidente Martín Vizcarra al comenzar la pandemia.

Bolivia

Las familias bolivianas que viven de pequeños negocios de ventas en las calles o trabajan en otras residencias se han visto sin fuentes de ingresos y sin respaldos económicos.

Los habitantes de la ciudad de El Alto, en el departamento de La Paz, desoyeron la cuarentena para buscar alimentos, ya que no cuentan con los insumos necesario para permanecer en sus hogares.

Por su parte, vecinos del distrito 15 zona sur de Cochabamba salieron, a principios de este mes, a las calles para demandar al Gobierno de facto que garanticen sus derechos, ya que no tenían alimentos ni recibían los bonos ofrecidos por las autoridades. «Tenemos hambre, tenemos hambre», exclamaban durante la movilización.

Tras el golpe de Estado contra Evo Morales, el Gobierno de facto ha implementado políticas en retroceso de los beneficios y derechos sociales ofrecidos por la gestión anterior, lo que agrava la situación del país en medio de la actual pandemia.

Brasil

Pese a que el Gobierno de Jair Bolsonaro se ha negado a tomar las medidas preventivas necesarias para contener los contagios, varios gobernadores decidieron atender las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), implementando cuarentenas en sus respectivas entidades, como Sao Paulo y Río de Janeiro.

Por su parte, movimientos sociales y comunidades campesinas del estado de Paraná (sur) donaron 35.000 kilos de alimentos para aquellas perso3nas que se encuentren en situación de vulnerabilidad social en ocho ciudades.

Desde hace más de un mes, en las principales ciudades brasileñas se realiza a las 20H30 (hora local) un cacerolazo en contra de Bolsonaro y de su gestión frente a la pandemia por la Covid-19, que ha dejado hasta el momento más de 33.600 contagios y más de 2.141 muertes.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/coronavirus-paises-latinoamerica-cuarentena-necesidades-ayudas-20200417-0021.html

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Qué la pandemia no agrave los sufrimientos populares

Por Julio C. Gambina

Antes de la pandemia por el coronavirus la situación de la mayoría de las trabajadoras y los trabajadores, las/os regularizadas/os o las/os que no lo están, las/os activas/os y pasivas/os, era grave, en términos de ingresos y acceso a derechos. Es una característica de este tiempo del capitalismo y la ofensiva capitalista, neoliberal, construida desde la salida de la crisis de los setenta del siglo pasado, que se manifiesta en caída de los salarios e ingresos populares, flexibilización y precariedad laboral, con empobrecimiento ampliado de los de abajo. La tendencia, más allá de algunos intentos por contener los regresivos efectos sociales, en el país y en el mundo, confirma un retroceso en las condiciones de vida de la mayoría social por casi medio siglo, y con impacto negativo sobre la naturaleza, afectada por el extractivismo exacerbado y el saqueo de los bienes comunes.

Esa “normalidad” no nos satisfacía y no queremos a ella volver, sin embargo, la presencia del virus corona y agrava los efectos regresivos sobre la población empobrecida, incluso, afectando a sectores de ingresos medios y altos, que claman contra ciertas medidas preventivas de aislamiento. El tema es el cierre parcial, bastante extendido, de esferas de la producción y la circulación de bienes y servicios, con su impacto limitante en el acceso a la satisfacción de necesidades elementales. Volver a la normalidad es el reclamo que se instala en cierto “sentido común”. Nos parece interesante discutir el tema relativo a que “normalidad” es aquella a la que se pretende volver. Por ejemplo, en aras de la “normalidad” se negocian salarios a la baja para mantener empresas, afectando desde el 30 al 70% de los ingresos salariales previos a la pandemia. Es sin duda un ajuste, tal y como ocurre con el ascenso de los precios, especialmente de los alimentos, medicamentos y otros bienes y servicios que integran la canasta básica. Para el caso argentino, más allá del congelamiento de tarifas y combustibles, entre otras disposiciones para evitar subas de precios, la última medición del INDEC explicita una nueva escalada de una inflación que venía en retroceso desde diciembre 3,7%; enero 2,3%; febrero 2% y que escala en marzo con el 3,3%[1], incorporando nuevas incertidumbres sobre el futuro cercano.

La política pública asistencial en materia de alimentos y de ingresos monetarios intenta morigerar los efectos dramáticos sobre una mayoría empobrecida, que no puede resolver en la emergencia la reproducción de una cotidianeidad de subsistencia. Un tema adicional son los problemas logísticos del abastecimiento que no llega a todos los territorios, e incluso, se agrava con la evidencia de compras amañadas y sobreprecios. Por ello, no debe sorprender que ante las insatisfechas necesidades emerge la protesta e incluso la movilización pese al aislamiento, caso visible ante cesantías; pero también la solidaridad vía ollas populares, comedores en las barriadas y formas de asistencia comunitaria auto gestionada. La demanda por “resolver” estimula perspectivas críticas de desobediencia o movilización. En algunos casos, esta perspectiva es utilizada por el discurso de los sectores hegemónicos que inducen un fin apresurado de las medidas de prevención que involucran a la cuarentena. Es fuerte la presión empresaria para terminar con el aislamiento, que actúa sobre la realidad de necesidades insatisfechas en buena parte de la población empobrecida.

Por eso se necesitan medidas de política económica que vayan más allá de la emergencia y la subsistencia para empezar un camino de transformación en la producción y circulación de bienes y servicios. Una orientación hacia una nueva “normalidad”, diferenciada de la lógica de orden económico en que estábamos antes de la COVID19. Un punto de partida proviene de la cuarentena comunitaria, de esa parte de la población que no puede por condiciones objetivas cumplir con el aislamiento obligatorio. A estos sectores y espacios territoriales debe llegar asistencia financiera, material adecuado, incluso medidas y medios de seguridad sanitaria, formación y asistencia técnico profesional suficiente, que permita encaminar la producción material para el autoabastecimiento y la generación de producción social al entorno cercano, incluso más allá. Esa será la base de un plan más amplio que organice la producción y circulación de bienes y servicios hacia otra “normalidad” del orden económico social. Un plan que articule el saber popular con el profesional y que hoy recorre experiencias autogestionarias en todo el país.

¿De dónde saldrían los recursos?

La propia situación mundial está orientado el debate hacia inusitadas medidas, que en otro tiempo podían parecer imposibles. Los propios organismos internacionales están llamando la atención para flexibilizar restricciones fiscales o monetarios de los países ante la COVID19. Se demandan urgentes disposiciones relativas a la recomposición de la capacidad de atención de la salud pública y a una orientación estatal de la inversión en desarrollo científico y tecnológico relativo a la sanidad y a la emergencia. Más que achicar el déficit, las propuestas se orientan a relajar la contención del gasto público.

Es la caída de la producción mundial la que impone flexibilizar las restricciones a la emisión, que era y es norma sagrada entre los cultores de la corriente principal del pensamiento económico. Esta flexibilización de la política económica se verifica en los principales países del capitalismo mundial. Solo EEUU aprobó un paquete inicial de 8 billones de dólares más flexibilizaciones crediticias y subsidios. En el mismo sentido y en proporción relativa avanzaron Europa, Japón e incluso China. Se trata de una flexibilización relativa a contramano de una verdad sostenida por la ortodoxia monetarista, impuesta por la realidad del impacto económico y social de la situación de crisis.

No solo emisión, sino impuestos extraordinarios a los sectores más acomodados. La difusión de estudios sobre la desigualdad extendió el consenso para aplicar una tributación que achique la brecha de ingresos y riqueza. En Argentina empezó el debate, estando aún pendiente el alcance de los sujetos de la imposición y el monto a tributar, el que debe calibrarse en función de las necesidades de la emergencia y el plan de transformación productiva requerido y antes mencionado. Es obvio que los presuntos sujetos del impuesto despliegan una campaña crítica, intentando legitimar su papel de esenciales a la hora de definir el proceso productivo, invirtiendo la lógica teórica de que el capital es producto del trabajo humano.

La propuesta realizada a los tenedores de bonos de la deuda pública externa de legislación extranjera en estos días, habilita la discusión del uso de los recursos públicos, especialmente por los tres años de gracia en pagos de capital e intereses que promueve. Esta propuesta, como el re-perfilamiento de la deuda en divisas de legislación nacional, suspendiendo los pagos por este año abre un debate sobre el tema de la deuda. No es menor liberar recursos en la coyuntura, pero es evidente que no alcanza postergar un año los vencimientos de legislación nacional o tres años los de legislación extranjera. El problema subsiste, aun cuando se posterga un desenlace de inevitable default. Hay quienes sostienen que lo importante es el hecho de la suspensión temporaria, pero también habilita imaginarios que chocarán con la realidad de una impagable hipoteca sobre la economía y la sociedad en su conjunto.

Los anuncios del gobierno sobre unos 66.500 millones de dólares en manos de privados, un 20% del total de la deuda, acompañados por el arco diverso del oficialismo y gran parte de la oposición, especialmente los gobiernos provinciales, manifiesta la voluntad de pagar la deuda pública, aunque ahora aparece la novedad de quitas de intereses (62%) y capitales (5,4%) con tres años de gracia. Argentina ofrece canjear a tenedores privados de bonos, 21 títulos con vencimientos que llegan hasta el 2117. El canje será por 10 nuevos títulos, 5 nominados en dólares y otros 5 en euros, con tasas de interés en ascenso desde 0,5% para los primeros vencimientos en 2023, y una suba progresiva que llega a tasas del 4,875%. La propuesta supone pagos del capital en cuotas anuales desde el 2026 al 2047. Todo con tres años de gracia, 2020, 2021 y 2022. La propuesta está abierta por 20 días y resulta incierto el final de la negociación. No queda claro el qué y el cómo de la acumulación económica desde ahora hasta el 2023 para generar las condiciones de pagos en ese año y luego con intereses crecientes desde el 2025, los que se acompañaran de desembolsos de capital desde el 2026 y sucesivamente hasta el 2047.

Una verdadera hipoteca. Por eso, la suspensión de pagos que se demanda ante la situación mundial y local resultaría más efectivo, claro que supone un nivel de confrontación más decidido con la lógica de poder especulativo local y global. Argentina no puede pagar afirman desde el gobierno e incluso el FMI, por lo cual, los escasos recursos de reservas internacionales deben ser aplicados a la emergencia y a la transformación productiva que sugerimos. No alcanza con años de gracia sin modificar el marco de la organización económica de la sociedad.

En realidad, la voluntad de pago se expresó desde el comienzo de la nueva gestión con las negociaciones abiertas con el FMI, lo que supone el reconocimiento de lo actuado en la gestión previa, del mismo modo que se estableció un cronograma de ofertas de negociación a creedores privados. Por eso el aval parlamentario para disponer más de 4.500 millones de dólares de las reservas internacionales dispuesto para cancelación de deuda en la “Ley de solidaridad” aprobada en diciembre pasado. Fue la primera medida para sustentar las emergencias ante el cambio de gobierno.

Sostenemos un financiamiento planificado que incluya emisión monetaria, utilización de las reservas internacionales, suspensión total de pagos de la deuda junto a una auditoria con participación popular, y una reforma tributaria a grandes fortunas para sustentar la emergencia y un plan de transformación económica. Una transformación del régimen y legislación financiero será también necesaria, con un conjunto de medidas relativas a la modificación sustancial del sistema de producción y circulación. Son definiciones que requieren de una acumulación de poder político que hoy necesita ser programa de una perspectiva de construcción de poder político para frenar las amenazas de mayor ajuste sobre la mayoría de la sociedad, pero, sobre todo, para pensar en el escenario futuro post pandemia. ¿Cómo queda la sociedad superada la emergencia en curso por el COVID19? ¿A qué orden económico social aspiramos? ¿Cuál normalidad motiva nuestra reflexión relativa al presente y al futuro? Son interrogantes que circulan más allá de la inmediatez por atender las urgencias de la reproducción de la cotidianeidad.

Buenos Aires, 19 de abril de 2020

[1] INDEC. Índice de precios al consumidor (IPC), marzo 2020, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_04_20405E6A626E.pdf (consultado el 18/04/2020)

El Autor escribe para OVE

Imagen: Jackie_Chance en Pixabay

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Millones de niños en Sur de Asia corren el riesgo de abandonar sus estudios

Redacción: La Vanguardia

Millones de niños del Sur de Asia pertenecientes a los estratos más vulnerables de la sociedad corren el riesgo de abandonar sus estudios debido al cierre de escuelas por el coronavirus, alertó este lunes el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

«La región ya tenía una crisis educativa crónica, con 95 millones de niños en edad escolar fuera de los colegios. Con la crisis actual del COVID-19, ahora muchos de los 430 millones de niños afectados por el cierre de escuelas en el Sur de Asia pueden abandonarlas», afirmó Unicef en un comunicado.

ACCESO LIMITADO A LA TECNOLOGÍA

Los países de la región, hogar de casi un cuarto de la población mundial, han puesto en marcha canales educativos y cursos en línea para tratar de compensar el parón educativo, aunque Unicef advirtió de que pueden no ser suficientes para llegar a los más vulnerables y los residentes en zonas de difícil acceso.

«Solo el 33 % de los habitantes de la región tienen acceso a internet. El acceso a la radio y la televisión es limitado en algunas zonas», recordó Unicef.

ASIA DEL SUR SE DECANTA POR LA TELEVISIÓN

El Ministerio de Fomento de Recursos Humanos de la India, un país que cuenta con casi 4.000 casos de coronavirus y 109 muertes, está promocionando la televisión pública Swayam, con decenas de canales educativos, sin contar con las iniciativas de las escuelas.

«Estamos realizando clases en línea junto con nuestros estudiantes, y compartimos vídeos con ellos en Whatsapp (…) Si encuentran dificultades nos pueden preguntar directamente también por Whatsapp», dijo a Efe Vijay Sharma, profesor de instituto en una zona de Nueva Delhi afectada por la violencia entre musulmanes e hindúes que dejaron decenas de muertos en febrero.

«Emocionalmente, están muy desequilibrados», explicó Sharma.

En el vecino Bangladesh, donde las escuelas fueron cerradas el pasado 16 de marzo y por el momento cuenta con 123 positivos por COVID-19 y doce muertes, las autoridades también han elegido retransmitir lecciones por televisión.

Tele School es el canal televisivo educativo creado por el Gobierno de Pakistán para proporcionar clases a los millones de niños que no atienden a clases por el coronavirus, que ha causado 50 muertes y 3.227 contagios confirmados hasta ahora en el país, y donde los centros escolares estarán cerrados al menos hasta junio.

«Aunque no es tan bueno como clases directas, esperamos que esta herramienta alternativa sea útil para los estudiantes», dijo el ministro de Educación, Shafqat Mehmood, antes de aclarar que el canal empezará a emitir a mediados de este mes.

En Afganistán, un país en guerra donde el 75 % de las niñas están fuera del sistema escolar y que cuenta con una de las tasas de acceso a internet más bajas del mundo, la situación es más compleja.

«Hemos estado trabajando en una vía alternativa, a través de la televisión, radio, internet y reuniones reducidas en casas», dijo a Efe una portavoz del Minsiterio de Educación, Nooria Nazhat Nijrabi.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20200406/48344621281/millones-de-ninos-en-sur-de-asia-corren-el-riesgo-de-abandonar-sus-estudios.html

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México: «El virus del hambre mata a 8500 niños pero no sale en TV porque no mata a ricos», acusan en redes

Redacción: Tribuna

Internautas lamentan la gran difusión que se le ha dado al Covid-19 mientras que miles de niños pierden la vida diariamente pues no tienen qué comer

Al menos ocho mil 500 niños mueren cada día de desnutrición en el mundo, según estimaciones de Unicef, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la División de Población de Naciones Unidas.

Sin restarle importancia al brote de coronavirus surgido en China y que afecta a casi todos los países, usuarios en redes sociales piden no olvidar a esos niños que carecen de alimentos, cuyo futuro es aún más incierto por la pandemia.

Una usuaria de Twitter escribió:

@Mary55081681 :  Este es el virus del «HAMBRE» mata a 8500 niños y niñas y la vacuna se llama «COMIDA»! ah pero esto no sale en laT.V.! ¿Sabes porqué?

Porque el hambre no mata a los Ricos en el mundo.

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También diversos internautas comentan que lo importante no es saber cuántos niños mueren de hambre al día o cuáles son las causas, «lo también es actuar y ser conscientes de que tu ayuda puede salvar sus vidas».

Fuente: eacnur.org

Fuente: https://www.tribuna.com.mx/viral/2020/4/15/el-virus-del-hambre-mata-8500-ninos-pero-no-sale-en-tv-porque-no-mata-ricos-acusan-en-redes-165987.html

 

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Con hojas de plátano como cubrebrocas, indígenas peruanos claman por ayuda

Redacción: Telemundo

La escasez de alimentos está comenzando a afectar a estas comunidades en el interior del Perú.

Para comprender el alcance mundial de la pandemia de coronavirus, solo se necesita mirar la selva del Perú.

Lejos de los epicentros de la enfermedad, los pueblos indígenas del Perú luchan contra la pandemia de COVID-19 con mascarillas hechas de hoja de plátano y se recluyen en cuarentena voluntaria.

Esas se han convertido en las únicas armas que las comunidades remotas como estas tienen para combatir el virus. El martes una comunidad en la región amazónica se confinó del resto del Perú.

Con la clausura de la entrada de su asentamiento esperaban evitar que el virus entrara en su área. Algunos otros grupos indígenas se pusieron bajo encierro hace varias semanas.

Pero la escasez de alimentos está comenzando a afectar a estas comunidades en el interior del Perú. Muchos de los grupos indígenas están pidiendo ayuda al gobierno.

El presidente de Perú reconoció sus súplicas, pero dijo que enviar apoyo sería un desafío. Martin Vizcarra dijo que «debido a lo remotas que son las comunidades indígenas, es difícil atenderlas y más aún en este período de inmovilización. Pero eso no significa que no las tengamos en mente».

Agregó que «es necesario reconocerlo como un sector que no está siendo atendido como debería ser y tenemos que corregirlo lo más rápido posible».

Fuente: https://www.telemundoutah.com/noticias/mundo/con-hojas-de-platano-como-cubrebrocas-indigenas-peruanos-claman-por-ayuda/1994718/

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China acelera regreso de trabajadores pobres y reanudación de proyectos para alivio de pobreza

Redacción: Spanish

China ha acelerado el regreso de los trabajadores migrantes a trabajar y la restauración de los proyectos de alivio de la pobreza en medio de la batalla contra la pobreza y contra la enfermedad causada por el nuevo coronavirus (COVID-19).

Hasta el 10 de abril, alrededor de 23,53 millones de trabajadores migrantes pobres de 25 regiones a nivel provincial habían regresado a sus lugares de trabajo, un aumento aproximado de 9,33 millones respecto a los registrados el 6 de marzo, indicó la Oficina del Grupo Dirigente para la Liberación de la Pobreza y el Desarrollo del Consejo de Estado.

Alrededor de 2,39 millones de trabajares de 52 distritos pobres han regresado a trabajar, añadió la autoridad.

Más de 95 por ciento de importantes empresas y talleres de alivio de la pobreza han reanudado la producción, indicó la autoridad y añadió que la mayor parte de los proyectos para el alivio de la pobreza en el centro y occidente de China han reiniciado el trabajo.

Con el fin de lograr el objetivo de la eliminación de la pobreza, el país avanza en el establecimiento de un mecanismo para evitar que las personas regresen a la pobreza y proporcionar asistencia específica, mencionó la autoridad.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2020-04/16/c_138982674.htm

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Ante el eje del mal (viral), repensar el sur ante el mundo muy diferente de la pospandemia

Gobernantes, políticos y líderes nacionales y mundiales de la derecha ultramontana, entre ellos los aún jefes de gobierno Donald Trump (EE.UU.), Boris Johnson (Reino Unido) o el imitador Jair Bolsonaro (Brasil), han sobrepasado todas las fronteras de la ineptitud en su gestión de la pandemia del COVID-19, constituyendo un eje viral en el mundo.

Con su gran capacidad histriónica de mentir continuamente y de desviar la atención de los ciudadanos de un país que ya es líder mundial en contagios y muertes por la pandemia, Trump anunció que EEUU suspendió temporariamente la transferencia de fondos para la Organización Mundial de la Salud.

Acusado de ignorar las advertencias de sus propias agencias de inteligencia sobre la gravedad del virus y de no actuar de manera oportuna, Trump dijo que «los retrasos que experimentó la OMS al declarar que una emergencia de salud pública costó un tiempo valioso, enormes cantidades de tiempo”. Y acusó a la OMS de oponerse a las prohibiciones de viaje y de repetir la propaganda del gobierno chino de que el virus no se podía transferir de persona a persona.

Anunció que su administración revisa lo que él describió como el papel «desastroso» de la organización, a la que acusó de «encubrir» el brote del coronavirus en China«La realidad es que la OMS no pudo obtener, examinar y compartir información de manera oportuna», dijo Trump. «La OMS falló en su deber básico y debe rendir cuentas».

Trump ha acusado a casi todos –desde China, la OMS, el expresidente Barack Obama, los gobernadores, los medios de comunicación– por su propio fracaso al responder a la crisis sanitaria. “Él, básicamente, se declaró rey Trump”, le respondió el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, donde la cifra de muertos superó los diez mil.

En 2002 el entonces presidente George Bush entabló la guerra contra lo que llamó “el eje del mal” (Irak, Irán y Corea del Norte) para insertar esa idea en el imaginario colectivo de los estadounidenses y del mundo y así justificar la invasión a Irak  (y luego muchas otras). Veinte años antes Ronald Reagan había calificado a la Unión Soviética como “el imperio del mal”.

Respaldado por medios como el Wall Street Journal, el 24 de marzo, en  su campaña contra la cuarentena, sacrificó el confinamiento general en el tabernáculo de la “destrucción” económica del país y de la amenaza de una “grave recesión”. El tendal de muertos y contagios se agranda cada día: más de 600 mil casos y 26 mil fallecidos.

Pero Trump, Johnson y Bolsonaro no son los únicos: Alexander Lukashenko, dictador de Belarus (diez millones de habitantes), dice que no hay que cambiar nada en el cotidiano, y por eso determinó que todo siga igual. Combatir el coronavirus es sencillo, explicó: basta con hacer sauna y beber vodka. Y Gurbanguly Berdinuhamedow, en Turkmenistán (seis millones de habitantes), adoptó una decisión bastante más radical: prohibió expresamente que se pronuncie o escriba la palabra coronavirus.

Patoteros opacos, bufones brillantes e irresponsables sin redención, los califica Eduardo Febbro desde París.

Siguiendo el negacionismo del gobierno de Estados Unidos, varios países de América Latina, con gobiernos neoliberales, han demorado la puesta en marcha de medidas de aislamiento, condenando a un eventual genocidio. Es el caso de Brasil, de Ecuador, de Chile, de Colombia, donde la ciudadanía pide urgentes medidas contra el virus -con cacerolazos en las noches- y son los movimientos sindicales y sociales quienes salen en auxilio de la población más necesitada.

La crisis sanitaria producida por la pandemia muestra la debilidad de un sistema mundial regulado para beneficiar a sectores minúsculos de la población y desamparar a las grandes mayorías: carencia de infraestructuras científicas y médicas y la consecuente desprotección de los más vulnerados. ¿Es debilidad o todo está fríamente calculado?.

Los grupos monopólicos de poder globalizado poseen agendas ajenas a los grandes problemas de la humanidad: la salud, los derechos humanos básicos, el trabajo, el medio ambiente, la violencia institucionalizada, la disparidad de género o las guerras no aparecen como problemas acuciantes que deben ocupar el centro de las preocupaciones políticas y/o económicas. Para el neoliberalismo financiarizado, estas temáticas son analizadas sólo como oportunidades de negocios, explica el sociólogo argentino Jorge Elbaum.

Las cifras de contagio y muerte revelan una geografía de clases donde los más pobres  son los más devastados. Son primero víctimas no del virus, sino de la mayor desigualdad económica y social de las últimas nueve décadas. La epidemia es la tapadera perfecta para un golpe a las libertades. Algunas decisiones que están tomando estos días los poderosos,  nos acompañarán por años.

Acaparamiento, compras masivassubidas astronómicas de precios, mientras el desempleo se multiplica y se reducen los salarios de aquellos que aún conservan sus trabajos. La gente reacciona con histeria porque los políticos irresponsables minan la fe en la ciencia y en los medios de comunicación. Será difícil aprender a confiar otra vez.

El Covid 19 puso en descubierto, en todos los países que se basan en la lógica del mercado, la precariedad de la salud pública y la ausencia del Estado y de la planificación, con un “mercado laboral” desregulado, precarizado y mercantilizado en extremo, con niveles de desigualdad y pobreza económica, habitacional y energética que conforma el eslabón más débil de la sociedad.

Mientras un importante número de petroleras, aerolíneas y sectores industriales se enfrentan a posibles bancarrotas (y quizá a una mayor concentración del sector), las economías de plataformas, los servicios de telecomunicaciones, han tenido crecimientos sobresalientes junto con las grandes corporaciones trasnacionales de la biotecnología y de desarrollo farmacéutico.

Quizá esta nueva crisis no indique necesariamente un colapso del sistema capitalista, pero sí, al menos, una nueva  puja por el cambio en las manos que lo conducen.  Principalmente, dos sectores de la economía están transitando un acelerado crecimiento y son los que se alimentan de la vanguardia en ciencia y tecnología: el de las telecomunicaciones y el biotecnológico-farmacéutico.

En Francia, primer destino turístico del mundo con 90 millones de viajeros en 2019, y vecino de Italia y España, el presidente Emmanuel Macron recién empezó a diseñar medidas preventivas fuertes a mediados de marzo cuando dijo en la televisión “estamos en guerra”, dos días después de realizar la primera vuelta de elecciones municipales (la segunda vuelta la suspendió).

Pero la realidad es que los hospitales franceses llevan años de huelgas y movimientos sociales en protesta por mejoras de salarios y contra su desmantelamiento y la privatización encubierta de la salud.

En Gran Bretaña, sordo ante los reclamos de la comunidad científica, el conservador Boris Johnson, recién decretó la cuarentena el 23 de marzo tres días antes que él y su ministro de Sanidad, Matt Hancock, empezaron a sentir los primeros síntomas de la enfermedad, que ya cobró 12 mil víctimas fatales.

En Brasil, Jair Bolsonaro propuso plegarias, misas en los templos en un enfermizo negacionismo de la cuarentena pese a las medidas propuestas por su ministro de Salud (y que por suerte implementaron gobernadores de diferentes estados), lo que le valió que los militares de su gabinete asumieran la conducción de la batalla viral.

Los pálidos triunfos ante la pandemia se han debido a las medidas preventivas tomadas a tiempo, la capacidad de intervención colectiva del Estado, la ciencia y los servicios públicos. El hospital y la salud pública pasaron de ser el presupuesto a eliminar según las recetas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, a convertirse en salvadores posible, creíble, el único amparo ante el tsunami del virus.

Cuando ya debiéramos pensar en cómo serán las sociedades pospandémicas, en cómo reconstruir nuestros países, nuestras sociedades, incluso nuestras soberanías, pareciera que -¡al fin!- las miradas ya no se dirigen al norte.

La tarea es la de redescubrir nuestro sur, mirarnos en nuestro propio espejo, vernos con nuestros propios ojos. Hay que repensar todo: quizá todo el conocimiento adquirido sirva para saber que no va a servir para las próximas décadas, cuando sea necesario olvidarse de la inserción en el mercado mundial, para afianzar una política agroalimentaria que garantice la alimentación y supervivencia de nuestros pueblos.

No podemos seguir con los mismos versos, con las mismas consignas. Hay que comprender que aquel mundo del que hablábamos hasta hace una cuarentena ya no existirá más. La tarea es redescubrirnos desde el sur, el de la solidaridad, las culturas plurales, la innovación humana, la defensa de la naturaleza, partiendo de un nuevo pensamiento crítico para un mundo que será muy distinto al que aún soportamos hoy.

No pensar en oportunidad de negocio, como es la lógica capitalista, sino en la oportunidad de salvar vidas.

Fuente: https://rebelion.org/ante-el-eje-del-mal-viral-repensar-el-sur-ante-el-mundo-muy-diferente-de-la-pospandemia/

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