Page 2 of 8
1 2 3 4 8

Libro(PDF): Horizontes convergentes II: aportes transdisciplinarios al estudio del ecosistema de la marginación cultural

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

El presente libro es fruto de las colaboraciones de una red amplia y diversa de actoras y actores sociales, de investigadoras e investigadores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, España, Francia, Georgia, Italia, Marruecos, Perú y los Países Bajos. Es la primera publicación colectiva del proyecto Converging Horizons: Production, Mediation, Reception and Efects of Cultural Representations of Marginality (PIA-ANID/ANILLOS SOC180045) y se divide en dos volúmenes, siendo éste el primero de ellos. El proyecto aborda los diferentes modos de exclusión y de marginalización que se ejercen, especialmente sobre los pueblos originarios, los colectivos de disidencia sexual, las comunidades migrantes y las personas privadas de libertad; ya sea -en general-, desde la sociedad y sus distintos regímenes políticos, como -en particular-, desde las políticas públicas, el modelo económico capitalista y los sistemas de salud y educación altamente privatizados. El libro -como el proyecto-, asume un compromiso no sólo con la presentación de los resultados derivados de diversos trabajos de aplicación de métodos y técnicas científicas, sino que, además, releva las voces de actoras y actores sociales y culturales. Así, el libro combina avances comparados de resultados empíricos y de reflexiones teórico-conceptuales en torno a los procesos de exclusión social y la producción de marginalidades. Es un trabajo caracterizado por su variedad disciplinaria, por el fuerte compromiso con las subjetividades y sus contextos, así como por la búsqueda de posibilidades de lograr horizontes de convergencia.

Autoras(es): Carlos del Valle. Konstantin Mierau. Sandra Riquelme. Beatriz Pérez. Gonzalo Albornoz. [Editoras y Editores]

Editorial/Edición: CLACSO. Converging Horizons.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-120-7

Idioma: Español

Descarga: Horizontes convergentes II: aportes transdisciplinarios al estudio del ecosistema de la marginación cultural

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2478&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1618

Comparte este contenido:

Escritoras peruanas, resistencia cultural frente al poder, la violencia y la muerte

Por: Daniel Francisco

La vida sin plazos son ventanas estrelladas –huella de los atentados terroristas–, portadas de periódicos que recuerdan la disolución del Congreso peruano en 1992, poemas que evocan una crisis económica, la militarización de un país, a los desaparecidos, a los muertos. La vida sin plazos fue la exposición del Pabellón de Perú, invitado de honor en la edición 35 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FILG).

El poema Nadie duerme de Grecia Cáceres está en uno de los muros de la muestra:

“Nadie duerme 
y el ruido de las vigilias es atronador
cada ruido destroza
un estilo de materia 
una forma de vida
en suma un nombre de cálidas 
sustancias poseído”

Esta exhibición dio cuenta del trabajo de las escritoras, narradoras y poetas peruanas durante el periodo de violencia política del Perú. Este tiempo es conocido como el conflicto armado interno, término adoptado por el Estado y que evidencia ese momento de terror, violencia, muerte que significó vivir en el Perú durante los años 1980 y 2000, señaló David Flores, curador y coordinador de exposiciones y cine de la presencia del Perú en la FILG.

Agregó, en entrevista con Gaceta UNAM, que fue un periodo violento, “a un nivel de violencia que llegó a nuestros propios cuerpos, es decir, el Perú es un país con una cantidad considerable de desaparecidos, de muertos, de personas que se han sentido vulnerables durante este periodo. Es aquí donde la literatura peruana y la cultura peruana en realidad está plagada de las figuras masculinas, es alucinante, es realmente increíble porque prácticamente es como si no hubiera mujeres, no hubiera  escritoras, no hubiera narradoras, no hubiera mujeres artistas”.

Esta muestra, indicó, da cuenta que esa es una posición errada, no existe una verdad histórica respecto a esto. Las mujeres peruanas fueron parte importante del desarrollo de ese vínculo entre las artes visuales, la literatura, los movimientos subterráneos como los conocemos. En esta exhibición vemos un escenario de crisis total, “por ejemplo, hay una reproducción de un periódico que se llama La República del 6 de abril de 1992 donde la portada aparece censurada, fue justamente al día siguiente de que Alberto Fujimori dio un golpe de Estado y este periódico en señal de protesta decidió sacar su portada en blanco como un símbolo de inconformidad ante la inminente censura y frente a eso da cuenta de la posición de la resistencia, una especie de resistencia cultural frente a la dictadura y frente al escenario de violencia y muerte que tuvieron estas escritoras, narradoras”.

Las explosiones

Los que somos peruanos, contó, y seguramente muchos de los que hemos vivido en América Latina, la ventana con un cruce de masking tape significa el momento como tú te protegías ante un estallido. “Durante los años 90 había muchos coches bomba y nosotros cubríamos las ventas con esas cintas. Lo que han hecho estos artistas es cubrir justamente esto y utilizarlo como una referencia a la vida en el Perú de esos años”.

Además de esto, añadió, tenemos en la Ciudad de Guadalajara dos muestras. La idea es trascender el recinto ferial, hacer una toma literal de Guadalajara, hacer una toma del Perú, una toma cultural y tenemos dos exhibiciones. “La exposición en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, que se llama Purga del artista Christian Bendayán, evidencia la visión amazónica, el arte amazónico del Perú. Se piensa erróneamente que el Perú solamente es un país andino. Es un error. Dos terceras parte del Perú pertenecen a la cuenca del Amazonas. La purga es parte del ritual del ayahuasca donde se da una limpia antes de este viaje psicodélico, psicotrópico y finalmente tenemos una que se llama El país que imaginamos que es una muestra en el espacio público en Paseo Chapultepec donde hay cerca de 60 fotografías que demuestran el universo del Perú actual, imágenes de la costa, la sierra, las vidas en las ciudades”.

Miluska Benavides forma parte de la lista de los 25 mejores narradores de lengua española de la revista británica Granta. Defiende el rol de las editoriales independientes, son las que han impulsado a las literaturas emergentes.

En entrevista con Gaceta UNAM afirmó que el rol de las ediciones independientes, históricamente ha cumplido factores interesantes: atender a nuevos productos literarios de nuevos procesos sociales. “Ahí podríamos atender el caso de las mujeres, el de las lenguas originarias, la literatura LGBTQ. Atiende a nuevas escrituras, es decir, son espacios que permiten a las escritoras y escritores asumir riesgos. De pronto trabajar con distintos géneros, intervenirlos, hacer una escritura que no se encuentra fácilmente”.

Fotos Diana Rojas.

¿Es difícil publicar?

El reto, dijo, es encontrar una editorial “que pueda responder a mis necesidades como escritora, es decir, son un poco las cualidades de una editorial independiente, una que pueda arriesgar, pensar que la literatura cumple ciertos roles, más que todo roles públicos, artísticos, políticos, antes que ser objeto de mercado”.

Advirtió de la dificultad de ser narradora en un mundo donde los valores del gusto, de la circulación de los libros responde a valores de cierto circuito dominado por escritores y críticos varones que juzgan la literatura de mujeres según las categorías de sus propios términos y no siempre se atienden los de las literaturas emergentes. “Esto no sólo pasa con la literatura escrita por mujeres, sino con las nuevas literaturas en general. Para mi esa sería la mayor dificultad, ¿por qué? Porque eso hace que el libro circule y sin una adecuada red de lectura los libros no circulan y de pronto se quedan en los estantes o ni siquiera tienen una vida pública”.

Es difícil escribir, “especialmente en mi país y en otras naciones que no tienen programas de apoyo económico o de residencias. No diría premio, pero sí de estímulos económicos constantes en la creación como tienen en México, Chile, Colombia, España, que es el país que conozco que más tiene. Escribir se hace en los momentos que no se trabaja y eso requiere de una serie de sacrificios de parte de los escritores a nivel material. Quizá a veces no tener familia, hijos o no gozar de una vida que nos permita, incluso, comprar libros, viajar. Sí afecta, en particular en el Perú, no tener un sistema que acompañe a la creación o que estimule dedicar tiempo a la narrativa.

“Hay un cierto romanticismo que también ha postergado y se ha negado cierta prioridad en políticas públicas a la creación porque también se la ha arrinconado como entretenimiento cuando en realidad contribuye a la formación.”

Precisó que cada escritor atiende a sus propios procesos y no solamente individuales, sino comunitarios, es decir, de su tiempo, de su gente, y en este caso, en este proyecto particular a mí lo que me interesan son dos cosas. “Lo primero es lo que no se encuentra, eso que no se dice en voz alta o que no figura de pronto en una historia oficial, y lo segundo que también encuentro que debe ser una conversación indispensable es dejar de pensar el mundo en relación a la mirada humana. Ese proceso sí lo siento necesario de repensar desde el arte, lo que muchos científicos han llamado el antropoceno. Yo creo que el arte siempre puede ser capaz de criticar la mirada de la Ilustración, de que el ser humano es el centro del cosmos, el centro del universo. Probado está que no lo es y sería mucho más sencillo indagar en esta realidad no humana o realidades no humanas que nos pueden dar respuestas en realidad al futuro, es decir, a dónde estamos viendo nosotros mismos. Lo que creo, lo que ha llevado a ese antropoceno es naturalmente a la exterminación y a la depredación en términos ecológicos pero también a una exagerada concentración en el ser humano, cuando en realidad habita un mundo poblado por otras entidades. Yo me pregunto por qué no queremos hablar de eso”.

Algo que admira mucho de los cronistas es la capacidad de responder creativamente, incluso al instante. “Hay autores que sí lo podrían hacer, pero en mi caso no, me es difícil responder con mi escritura a algo inmediato. Me gusta mirar hacia atrás. Ese mirar hacia atrás resulta en mi posibilidad de leer la realidad”.

Miluska Benavides escribe en su libro La caza espiritual: “Las personas peleaban por un lugar en los buses y yo me quedaba mirando, creyendo que si esperaba lo suficiente encontraría alguno vacío para regresar a casa. Estaba concentrada en el tráfico, en los rateros, en los buses que transitaban repletos por las dos autopistas y en el viento que aventaba las miserias de la calle, todas las trizas de basura acumulada de los peatones que pasaban sin mirar ni a los costados”.

Fuente de la información e imágenes:  Gaceta UNAM

Comparte este contenido:

Entrevista con el dibujante Don Rogelio J.: “El poder nos vende a diario el apocalipsis como una manera de desactivarnos”

Por: Pedro Montero

Se trata de un músico, tatuador, ilustrador y dibujante de cómics. Y aunque artísticamente sea definido como Don, es muy joven. Con Autsaider Cómics publica su segunda novela gráfica titulada “Tierra muerta”, una obra que, entre otros temas, cuenta el recorrido de una banda underground en tiempos de la Guerra Civil.

Pregunta: – Músico, tatuador, ilustrador y dibujante de cómics, ¿quién es Don Rogelio J.?

Respuesta: – Podríamos decir que es un superviviente, un cabezón empeñado en lo imposible y sobre todo un entusiasta XXL. Nacido y crecido en el extrarradio, adicto al papel barato, la tinta offset y el plástico vinílico.  A veces intenta otras cosas, pero tampoco le salen.

P: – ¿El cómic puede ser una vía para conmocionar a una sociedad anestesiada?

R: – No. El cómic es un medio artístico con posibilidades infinitas, pero está relegado a un medio de consumo limitado, elitista y abocado al proteccionismo. Puede conmocionar a alguna lectora, eso sí. Para mi más que suficiente.

P: – ¿Qué pretendes comunicar cuando haces arte?

R: – Creo que lo que pretendo en primer momento es comunicarme conmigo mismo. Hacer algo creativo siempre te obliga a un ejercicio previo de reflexión que te hace entenderte mejor. Ver tus miedos, inquietudes, obsesiones… muchas veces intentando hablar de algo estas enseñando otras cosas más interesantes.

P: – “Desde abajo” y ahora “Tierra muerta”, tus dos obras tienen un espíritu pesimista pero también combativo. ¿Cómo creador te mueves entre esas dos posibilidades?

R: – Creo que sí. La creación tiene esa pelea continua entre tu ego y la autocrítica, que muchas veces es demoledora. Mis dos trabajos largos hablan sobre el mundo de la creación de una manera cruda y romántica. Yo los vivo así.

P: – ¿Qué cuenta “Tierra muerta”?

R: – Lo que tú quieras leer. La premisa es sencilla, una banda de gira en un contexto complicado, rutinas de gira, anécdotas… creo que es un cómic coral donde los diferentes personajes muestran más de lo que parece. Puedes profundizar lo que estés dispuesto a hacer o quedarte en lo más estético. Todo está.

P: – ¿Por qué una banda underground en tiempos de la Guerra Civil?

R: – Son símbolos. Los utilizo para contextualizar rápido sin tener que dar muchas explicaciones. También la ciencia ficción me sirve para eso. Parece que todo vale, que todo tiene una explicación, pero no hace falta que yo la de, ya lo hace el lector partiendo de lugares comunes y de su propia experiencia y lecturas previas. También utilizo herramientas de la fábula, del cine contemporáneo del cuento… trucos.

P: – “Tierra muerta” tiene distopía y música. ¿Qué representa tu arte dentro del caos?

R: – Más caos. Pero un caos propio, creativo… La música en TM podría ser cualquier otro medio creativo, lo que pasa que la música en directo da mucho juego a la hora de representarla gráficamente. También me sirve para que la trama sea más divertida y movida que si por ejemplo hablase de un dibujante de cómic o un escritor. La relación con público, las aventuras, las drogas, los viajes…

P: – ¿El poder nos vende el futuro siempre apocalíptico?

R: – Para que no parezca que lo que estamos viviendo ya es el apocalipsis. Si todo va a ir a peor, oye pues no estamos tan mal…  es una manera de desactivarnos, eso está claro. Pero creo que todas las distopias siempre hablan del presente no del futuro. Proyectarlo en un posible futuro es una herramienta expresiva.

Fuente de la información  e Imagen: https://www.tercerainformacion.es

Comparte este contenido:

Erich Fromm: » El hombre ha perdido su capacidad de desobedecer»

Publicado en:  Bloghemia

«Amar con inteligencia y de forma plena es el resultado de un acto deliberado, un propósito que requiere y al mismo tiempo demanda buscar la excelencia.» – Erich Fromm 

Texto de Erich Fromm, publicado bajo el título «La desobediencia como problema psicológico y moral»

Por: Erich Fromm
Reyes, sacerdotes, señores feudales, patrones de industrias y padres han insistido durante siglos en que la obediencia es una virtud y la desobediencia es un vicio. Para presentar otro punto de vista enfrentamos esta posición con la formulación siguiente: la historia humana comenzó con un acto de desobediencia, y es probable que termine por un acto de obediencia.
Según los mitos hebreos y griegos, la historia humana se inauguró con un acto de desobediencia. Adán  y Eva, cuando vivían en el Jardín del Edén, eran parte de la naturaleza; estaban en armonía con ella, pero no la trascendían. Estaban en la naturaleza como el feto en el útero de la madre. Todo esto cambió cuando desobedecieron una orden. Al romper vínculos con la tierra y madre, al cortar el cordón umbilical, el hombre emergió y fue capaz de dar el primer paso hacia la independencia y la libertad. El acto de desobediencia  liberó a Adán y Eva y les abrió los ojos. Se reconocieron uno a otro como extraños y al mundo exterior como extraño e incluso hostil. El “pecado original” lejos de corromper al hombre, lo liberó; fue el comienzo de la historia humana. El hombre tuvo que abandonar el Jardín del Edén para aprende fiar en sus propias fuerzas y llegar a ser plenamente humano.
Para los profetas la historia es el lugar en que el hombre se vuelve humano, desarrollando sus capacidades de razón y amor, hasta que crear una nueva armonía entre él, sus congéneres y la naturaleza. Esta nueva armonía se describe como “el fin de los días”, ese periodo de la historia en que hay paz entre el hombre y el hombre, y entre el hombre y la naturaleza. Es un “nuevo” paraíso creado por el hombre mismo.
También para el mito griego de Prometeo, toda la civilización humana se basa en un acto de desobediencia. Prometeo, al robar el fuego de los dioses, echó los fundamentos de la evolución del hombre. No habría historia humana si no fuera por el “crimen” de Prometeo. Él, como Adán y Eva, es castigado por su desobediencia. Pero no se arrepiente ni pide perdón. Por el contrario, dice orgullosamente, : “Prefiero estar encadenado a esta roca, antes que ser el siervo obediente de los dioses”.
El hombre continuó evolucionando mediante actos de desobediencia. Su desarrollo espiritual solo fue posible porque hubo hombres que se atrevieron a decir no. Pero además su evolución intelectual dependió de su capacidad de desobediencia – desobediencia a las autoridades que trataban de amordazar los pensamientos nuevos, y a la autoridad de acendradas opiniones según las cuales el cambio no tenía sentido-.
Si la capacidad de desobediencia constituyó el comienzo de la historia humana, la obediencia podría muy bien, provocar el fin de la historia humana. No estoy hablando en términos simbólicos o poéticos. Existe la probabilidad de que la raza humana destruya la civilización y también toda la vida sobre la tierra. Estamos viviendo técnicamente en la era atómica, pero la mayoría de los hombres -incluida la mayoría de los que están en el poder-  viven aún emocionalmente  en la Edad de Piedra. Si la humanidad se suicida, será porque la gente obedecerá a quienes le ordenan apretar los botones de la muerte; porque obedecerá a las pasiones arcaicas de temor, odio, codicia; porque obedecerá a los clisés obsoletos de soberanía estatal y honor nacional.
Pero no quiero significar que toda la desobediencia sea una virtud y toda obediencia un vicio. Tal punto de vista ignoraría la relación dialéctica que existe entre obediencia y desobediencia. Un acto de obediencia a un principio es necesariamente un acto de desobediencia a su contra parte, y viceversa. Antígona constituye el ejemplo clásico de esta dicotomía. Si obedece a las leyes inhumanas del Estado, Antígona debe desobedecer necesariamente las leyes de la humanidad. Si obedece a estas últimas, debe desobedecer a las primeras. Todos los mártires de la fe religiosa, de la libertad y de la ciencia han tenido que desobedecer a quienes deseaban amordazarlos, para obedecer a su propia conciencia, a las leyes de la humanidad y la razón. Si un hombre solo puede obedecer y no desobedecer, es un esclavo; si solo puede desobedecer y no obedecer, es un rebelde (no un revolucionario); actúa por cólera, despecho, resentimiento, pero no en nombre de una convicción o de un principio.
Sin embargo, para prevenir una confusión entre términos, debemos establecer un importante distingo. La obediencia a una persona, institución o poder (obediencia heterónoma) es sometimiento; implica la abdicación de mi autonomía y la aceptación de una voluntad o juicio ajenos en lugar del mío. La obediencia a mi propia razón o convicción (obediencia autónoma) no es un acto de sumisión sino de afirmación. Mi convicción y mi juicio, si son  auténticamente míos, forman parte de mí. Si los sigo, estoy siendo yo mismo.
Es preciso dos precisiones más. La palabra conciencia se utiliza para expresar dos fenómenos que son muy distintos entre sí. Uno es la “conciencia autoritaria”, que es la voz internalizada de una autoridad a la que estamos ansiosos de complacer y temerosos de desagradar. La conciencia autoritaria es la conciencia de la que habla Freud, y a la que llamó superyó. Este superyó representa las órdenes y prohibiciones del padre internalizadas y aceptadas por el hijo debido al temor.
Distinta de la conciencia autoritaria es la “conciencia humanística”; ésta es la voz presente en todo ser humano e independiente de sanciones y recompensas externas. La conciencia humanística se basa en el hecho de que como seres humanos tenemos un conocimiento intuitivo de lo que es humano e inhumano, de lo que contribuye a la vida y de lo que la destruye. Es la voz que nos reconduce a nosotros mismos, a nuestra humanidad.
La conciencia autoritaria (superyó) es también obediencia a un poder exterior a mí, aunque este poder haya sido internalizado. Conscientemente creo que estoy siguiendo a mi conciencia; en realidad, sin embargo, he absorbido los principios del poder. La obediencia a la “conciencia autoritaria”, tiende a debilitar la “conciencia humanística”, la capacidad de ser uno mismo y de juzgarse a sí mismo.
También debe precisarse, por otra parte, la afirmación de que la obediencia a otra persona es ipso facto sumisión, distinguiendo la autoridad “irracional” de la autoridad racional. Un ejemplo de autoridad racional es la relación que existe entre alumno y maestro; uno de autoridad irracional es la relación entre esclavo y dueño. En ambas relaciones se acepta la autoridad de la persona que ejerce el mando, pero los intereses del alumno y del maestro, en el caso ideal,  se orientan en la misma dirección, es decir, el maestro se siente satisfecho si logra hacer progresar al alumno; si fracasa, ese fracaso es suyo y del alumno. El dueño del esclavo, en cambio, desea explotarlo en la mayor medida posible. Al mismo tiempo, el esclavo trata de defender lo mejor que puede sus reclamos a un mínimo de felicidad. Los interese del esclavo y del dueño son antagónicos.
Hay otra distinción paralela a ésta: la autoridad racional lo es porque la autoridad, sea la que posee un maestro o un capitán de barco que da órdenes en una emergencia, actúa en nombre de la razón que, por ser universal, podemos aceptar sin someternos. La autoridad irracional tiene que usar la fuerza o la sugestión, pues nadie se prestaría a la explotación si dependiera de su arbitrio evitarlo.
¿Por qué se inclina tanto el hombre a obedecer y por qué le es tan difícil desobedecer? Mientras obedezco al poder del Estado, de la Iglesia o de la opinión pública, me siento seguro y protegido. En verdad, poco importa cuál es el poder al que obedezco. Es siempre una institución, u hombres, que utilizan de una u otra manera la fuerza y que pretenden fraudulentamente poseer la omnisciencia y la omnipotencia. Mi obediencia me hace participar del poder que reverencio, y por ello me siento fuerte. No puedo cometer errores, pues ese poder decide por mí; no puedo estar solo, porque él me vigila; no puedo cometer pecados, porque él no me permite hacerlo, y aunque los corneta, el castigo es sólo el modo de volver al poder omnímodo.
Para desobedecer debemos tener el coraje de estar solos, errar y pecar. Pero el coraje no basta. La capacidad de coraje depende del estado de desarrollo de una persona.
Sólo si una persona ha emergido del regazo materno y de los mandatos de su padre, sólo si ha emergido como individuo plenamente desarrollado y ha adquirido así la capacidad de pensar y sentir por sí mismo, puede tener el coraje de decir “no” al poder, de desobedecer. Una persona puede llegar a ser libre mediante actos de desobediencia, aprendiendo a decir no al poder. Pero no sólo la capacidad de desobediencia es la condición de la libertad; la libertad es también la condición de la desobediencia. Si temo a la libertad no puedo atreverme a decir “no”, no puedo tener el coraje de ser desobediente. En verdad, la libertad y la capacidad de desobediencia son inseparables; de ahí que cualquier sistema social, político y religioso que proclame la libertad pero reprima la desobediencia, no puede ser sincero. Hay otra razón por la que es tan difícil atreverse a desobedecer, a decir “no” a la autoridad. Durante la mayor parte de la historia humana la obediencia se identificó con la virtud y la desobediencia con el pecado. La razón es simple: hasta ahora, a lo largo de la mayor parte de la historia, una minoría ha gobernado a la mayoría. Este dominio fue necesario por el hecho de que las cosas buenas que existían sólo bastaban para unos pocos, y los más debían conformarse con las migajas.
El hombre ha perdido su capacidad de desobedecer, ni siquiera se da cuenta del hecho de que obedece. En este punto de la historia, la capacidad de dudar, de criticar y de desobedecer puede ser todo lo que media entre la posibilidad de un futuro para la humanidad, y el fin de la civilización.
Fuente e Imagen: https://www.bloghemia.com/2021/10/erich-fromm-el-hombre-ha-perdido-su.html?m=1
Comparte este contenido:

Libro (PDF): Nuevos acercamientos a los estudios latinoamericanos. Cultura y poder

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este volumen realiza una cartografía de los últimos veinticinco años del campo de los estudios latinoamericanos organizada por giros. Sus dieciséis capítulos, que recorren desde el giro de la memoria, el decolonial, el transatlántico, hasta el afectivo, incluyen tanto una revisión de la bibliografía clave para entender el cambio paradigmático respectivo y sus efectos en el campo más amplio de los estudios latinoamericanos, así como una evaluación sobre los logros, posibilidades y limitaciones de la mutación estudiada. A través de un panorama amplio, aunque no exento de controversias ni polémicas, de la radical transformación de los temas, problemas, alcances y presupuestos epistemológicos y metodológicos del campo en ese periodo, sugiere algunos caminos para el futuro inmediato.

Autoras(es): Juan Poblete. [Editor]

Juan Poblete. Michael J. Lazzara. Abraham Acosta. Pablo Alabarces. Sonia E. Álvarez. Claudia de Lima Costa. Nicole Fabricant. Erin Graff Zivin. Robert McKee Irwin. Nelson Maldonado-Torres. Angela Marino. Mabel Moraña. Alberto Moreiras. Berenice Ortega Bayona. Laura Podalsky. Nancy Postero. Bécquer Seguín. Mónica Szurmuk. Ana Wortman. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. UNAM.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina. México

ISBN: 978-987-813-008-8

Idioma: Español

Descarga: Nuevos acercamientos a los estudios latinoamericanos. Cultura y poder

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2393&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1567

Comparte este contenido:

Zygmunt Bauman y el consumismo líquido

Por: Javier F. Ferrero

 

«¿Nos encontramos ante un futuro lúgubre de vigilancia continua o existen aún espacios de libertad y esperanza?»

Hoy en día, los detalles más insignificantes de nuestras vidas son registrados y examinados como nunca antes, y a menudo quienes son vigilados cooperan voluntariamente con los vigilantes. Desde Londres y Nueva York hasta Nueva Delhi, Shanghái y Río de Janeiro, la presencia de cámaras de vídeo en los lugares públicos ya es algo habitual y aceptado por la población.

En la actualidad, los viajes aéreos implican el paso por escáneres humanos y controles biométricos que se han multiplicado a raíz del 11-S. Diariamente Google y los proveedores de tarjetas de crédito apuntan el detalle de nuestros hábitos, preocupaciones y preferencias, y con ellos van elaborando estrategias de marketing personalizadas con nuestra activa y, en algunos casos, entusiasta cooperación. En este libro el análisis de la vigilancia de David Lyon confluye con el mundo líquido moderno que Zygmunt Bauman ha descrito con su característica agudeza.

¿Nos encontramos ante un futuro lúgubre de vigilancia continua o existen aún espacios de libertad y esperanza? ¿Cómo podemos ser conscientes de nuestras responsabilidades para con nuestros semejantes, perdidos como estamos con frecuencia en discusiones sobre datos y categorizaciones? Nos encontramos ante temas del poder, la tecnología y la moral. Vigilancia líquida.

Vigilancia consumista

Este es un diálogo entre el sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico Zygmunt Bauman, y el sociólogo escocés David Lyon:

David Lyon: Un tema central en su trabajo, Zygmunt, ha sido exponer las vías por las que el consumismo ha sido tan importante para la producción de las divisiones sociales pero también para las identidades. Yo me encontré entre aquellos que recibieron con alegría Work, Consumerism and the New Poor cuando se publicó en 1998. Pero la paradoja, tal y como yo la entiendo, está en que, mientras el consumo implica la seducción placentera de los consumidores, esa seducción también es el resultado de una vigilancia sistemática a escala masiva. Si esto no estaba tan claro con las formas anteriores de bases de datos orientadas al marketing, la llegada de Amazon, Facebook y Google da una idea de cuál es la situación actual. Aunque Thomas Mathiesen, en el prefacio de un libro reciente, Internet and Surveillance, destaca también cómo esta vigilancia se oculta: «Bajo la superficie se halla un enorme hinterland de vigilancia que recoge los usos de internet […] el amplio rastro de signos electrónicos que dejamos detrás de nosotros cada día, en el banco, en las tiendas, en los centros comerciales y en cualquier otro sitio, cada día del año» tormentas, las erupciones, los terremotos.

Cuando pasamos de considerar las materias urgentes en relación con la seguridad y la vigilancia a tratar la cuestión del consumo parece que podemos respirar aliviados. Después de todo, se trata del reino de la diversión, del flâneur, de la libertad. Pensémoslo mejor. Ahí tenemos operaciones de gestión que se basan de nuevo en reunir datos personales a gran escala para su concatenación, clasificación y tratamiento diferenciado de cada categoría de consumidor, en función de su perfil. Pensemos en qué medida nos ayuda que Amazon.com, mediante su técnica de «filtrado colaborativo», pueda decirnos qué compran los demás consumidores, que es como si miráramos lo que compran los demás. Cada transacción genera información propia que luego es utilizada para orientar los gustos de otros consumidores. Hace unos años combiné sus ideas sobre la seducción de los consumidores con las de Gary T. Marx sobre las clasificaciones policiales de sospechosos probables («sospecha por categoría») para crear el concepto de «seducción por categoría». Creo que todavía funciona.

Sin embargo, Amazon.com avisa amablemente a los consumidores de cómo los demás consumidores los vigilan, a través de su Lista de Deseos. ¡No se trata de un proceso totalmente oculto! Hasta ahora, para que algo fuera secreto tenía que ser ignorado por casi todo el mundo. La Lista de Deseos nos recuerda lo mucho que le gusta a cierta gente que la miren; existe aquí una suerte de escopofilia de los consumidores. Como destacó dana boyd, el voyeur converge con el paseante gracias a las redes sociales. Pero no es solamente eso, sino que la Lista de Deseos da a los consumidores la oportunidad de mostrar un aspecto específico de su persona. Amazon.com ha conseguido, aparentemente, influir en los consumidores a través de la relación con ellos y también dándoles la impresión de que ellos son los que deciden.

Sin embargo, al final del día, Amazon.com habrá conseguido los datos que necesita, dejando que los consumidores habiten felizmente lo que Eli Pariser llama de manera reveladora su «burbuja filtrada» . Es de sobra conocido que cuando diferentes personas buscan en Google la misma palabra pueden llegar a resultados distintos. Esto se debe a que Google refina su búsqueda de acuerdo con las búsquedas anteriores. De la misma forma, los que tienen muchos amigos en Facebook sólo recibirán las actualizaciones de aquellos amigos que Facebook entiende que quieren recibir, según la frecuencia de su interacción con esas personas. Por supuesto, Amazon.com también utiliza este modelo. Una preocupación paralela a la de Pariser, y legítima, es la que concierne a «los filtros de personalización al servicio de una suerte de autopropaganda invisible, que nos adoctrina con nuestras propias ideas, amplificando nuestro deseo por las cosas que nos son familiares y alejándonos de los peligros que rondan por el oscuro territorio de lo desconocido».

Pero en un contexto más amplio, los efectos generales de la vigilancia de los consumidores, especialmente la que se da a través de cualquiera de los usos de internet, no son sólo seleccionar a esos consumidores contentos y prometerles beneficios y recompensas futuras, sino también eliminar a aquellos que no cumplen las expectativas. Mencioné antes el trabajo de Oscar Gandy sobre este tema, que muestra cómo, en varios ámbitos, la «discriminación racional» que llevan a cabo las empresas tiene efectos negativos para algunos. Como dice Gandy:

“La discriminación estadística que permiten los sofisticados análisis contribuye a la desventaja acumulativa que sobrecarga, aísla y excluye y que, por último, amplía la brecha entre los que están arriba y todos los demás. Aunque los observadores han tendido a centrarse en el uso de esos sistemas publicitarios por internet, el alcance de estos es mucho mayor. Incluye el acceso a una serie de bienes y servicios, entre ellos los mercados financieros y de la vivienda, así como el de la salud, la educación y los servicios sociales”.

Todos estos temas ilustran la «vigilancia líquida», pero ahora desde el punto de vista del consumidor, y estoy seguro de que le apetece hacer comentarios sobre más de uno. Pero ¿podemos empezar con una pregunta que surge de su propia obra? Me parece que su preocupación por los efectos excluyentes de la vigilancia —en la que coincido plenamente con usted— le lleva algunas veces a minimizar las vías por las que los propios mecanismos de la vigilancia líquida ejercen presión sobre todos los consumidores. Esto es cierto si creemos que el análisis social tiene que preocuparse especialmente por aquellos que están marginados y excluidos; resulta vital comprender los mecanismos que lo facilitan. Pero el propio poder de vigilancia produce una variedad de comportamientos que afectan a diferentes grupos de manera diversa. ¿Está seguro de que, debido a la normalización de la mayoría, en este caso mediante la seducción por categorías, la minoría es objeto de una desventaja acumulativa?.

Zygmunt Bauman: Hace varias décadas, la gran ruptura (o salto adelante, como se recuerda en los anales del marketing) en el progreso de la sociedad de consumo fue el paso de la satisfacción de las necesidades (es decir, de la producción que responde a la demanda existente) a la creación de necesidades (es decir, el ajuste de la demanda a la producción existente) mediante la tentación, la seducción y el incremento del deseo. Este cambio estratégico produjo un enorme aumento de las ventas, junto con un considerable aumento de los costes: «Crear demanda» (o sea, producir y mantener un deseo por obtener y poseer algo) cada vez resultaba más costoso. Y ese coste en principio no se puede reducir: cada nuevo producto lanzado al mercado requería un deseo que tenía que crearse prácticamente de la nada, porque el deseo siempre es específico y orientado, y por ello no es transferible.

En la actualidad estamos avanzando hacia el tercer segmento de la tríada hegeliana. Dada la propensión general y asentada de buscar satisfacción entre los bienes en venta y la disposición universal a identificar «nuevo» con «mejorado» — así como la sofisticación de la tecnología de almacenamiento de datos que permite a esta predisposición situarse donde se le pueda dar respuesta cuanto antes—, puede producirse otro cambio fundamental: dirigir ofertas a personas o categorías de personas dispuestas a responder con entusiasmo a las mismas. La parte más costosa de esta estrategia de marketing —el surgimiento de los deseos— es eliminada entonces del presupuesto del marketing y trasladada a las espaldas de los consumidores potenciales. Como en la vigilancia, el marketing de bienes se vuelve cada vez más un asunto individual, y la servidumbre resultante del mismo se hace más y más voluntaria… Siempre que entro en Amazon, recibo un saludo con una serie de títulos «seleccionados especialmente para usted, Zygmunt». Siguiendo los datos de mi última compra de libros, existe una alta probabilidad de que me sienta tentado… ¡Y de hecho lo estoy! Por supuesto, gracias a mi diligente, aunque inocente, cooperación, los servidores de Amazon conocen ahora todas mis preferencias y aficiones mejor que yo mismo. Por eso ya no considero sus sugerencias como anuncios; las veo como una ayuda amable para facilitar mi progreso a través de la selva del mercado de libros. Y les estoy agradecido. Y con cada nueva compra, pago por actualizar mis preferencias en su base de datos e inevitablemente influyo en mis futuras compras…

Rastrear los nichos de mercado disponibles, una actividad que no necesita inversiones preliminares y promete resultados inmediatos, ha resultado ser un ámbito especialmente apropiado para el desarrollo de la tecnología de la vigilancia, como hecho a su medida. Es en este sector donde se realizaron los progresos más rápidos e impresionantes, y donde se espera el incremento más rápido e importante en un futuro próximo. El ejemplo de Amazon, que usted ha comentado con acierto, constituye un ejemplo perfecto de ello; se inicia aquí, como ya dije, la última parte de la tríada hegeliana en su aplicación a la historia del marketing. Otras compañías han seguido a Amazon, y muchas otras se preparan para hacerlo. Las herramientas de la vigilancia en el marketing se han afilado y adaptado a la vez que se difundían. Y en el marketing que practica Facebook, por ejemplo, se evitan las referencias a las preferencias personales del receptor de la oferta que puedan causar su rechazo. Se recurre en su lugar a las referencias «socialmente correctas», inofensivas para los defensores de las libertades personales, como las referencias a los gustos, las preferencias y las compras preferidas de algún amigo. De hecho, una ofensiva intencionada y descarada, de estilo panopticista, se disfraza bajo un ejemplo de sinóptico hospitalario y desinteresado, socialmente positivo, que actúa en nombre de la solidaridad…

Todas las campañas, por supuesto, se llevan a cabo únicamente sobre verdaderos consumidores. Pues los intentos de llegar a consumidores imperfectos o indolentes, los «sospechosos habituales» que los banópticos deben descubrir, identificar y eliminar, sólo supondrían un gasto inútil de recursos. En el ámbito de la vigilancia consumista, los dispositivos panópticos y sinópticos se ponen en marcha una vez que la labor de limpieza del terreno de los banópticos se ha completado.

Consumismo líquido

David Lyon: Sí, exactamente. Y esta es otra razón por la que pienso que su teoría de la «modernidad líquida» es tan útil para estudiar la vigilancia. Allí donde reina el consumismo, las llamadas redes sociales resultan más bien escasamente sociales.  Como usted dice, estas pueden verse como un sinóptico que actúa bajo el seductor pretexto de la solidaridad. Los consumidores líquidos modernos, incitados por los dispositivos electrónicos, tienden a acabar buscando el placer de manera individual. De hecho, oí un día a un estudiante que se quejaba (en una yuxtaposición curiosa de discursos) de que «tenemos el derecho a pasarlo bien». La burbuja con filtros en que nos envuelven las redes sociales, pero que inflamos nosotros cuando le soplamos nuestras preferencias y predilecciones con cada clic de ratón, reproduce simplemente esa «introversión» líquida, moderna y consumista que es simultánea y paradójicamente una forma de extroversión, y un deseo de publicidad.

En mi opinión, todo esto tiene que ver con un prolongado proceso en las culturas occidentales en el que la escopofilia (es decir, la afición a ser visto) se mezcla con la creciente ubicuidad de las prácticas de vigilancia, con varios efectos importantes. El primero concierne a la clara voluntad de participación de los consumidores en su propia vigilancia. Como hemos dicho, con el ejemplo de Amazon podemos entender desde dentro cuán atractivo resulta este proceso. Pero me pregunto si este fenómeno, que también puede considerarse en un sentido más crítico como la nula preocupación de los consumidores por su propia información personal, no puede llevarnos a complacernos por los viajes que realizan nuestras encarnaciones digitales. Antes que preguntarnos por qué la persona que está detrás del mostrador nos pide nuestro número de teléfono, el número de nuestro permiso de conducir y nuestro código postal, o por qué la máquina nos solicita más datos para poder completar la transacción, asumimos que debe haber una razón para ello que nos beneficia. Por ejemplo, cuando se trata del uso de las, ahora generalizadas, «tarjetas cliente» de alguna cadena de supermercados, compañías aéreas y otras. Un estudio reciente muestra que el pueblo «o bien no sabe o bien le da igual» saber la relación entre la utilización de tarjetas cliente y la elaboración de perfiles.

Sin embargo, por otra parte, la burbuja filtrada que con frecuencia creciente intenta convertir nuestra categoría de mercado en un nicho de consumidor también impide averiguar si otras personas han sido filtradas mediante el mismo criterio. Si el pueblo «no sabe o no se preocupa» por la construcción de perfiles de consumidores en la red, no es difícil deducir que todavía le interesará menos saber sobre el dispositivo banóptico del consumo, con su abruptamente llamada «desmarketización» de los consumidores fallidos. Por no mencionar los demás sistemas banópticos que abundan en los espacios urbanos, como los que impiden el acceso a servicios esenciales a las poblaciones proscritas conforme a sus perfiles personales, o aquellos otros que valorizan algunos distritos y demonizan otros, lo que nos devuelve a nuestra conversación anterior. Como mostró Stephen Graham, algunas ciudades norteamericanas, al igual que algunas del lejano Afganistán u otros lugares, se han vuelto «espacios de batalla», y por ese mismo hecho se han convertido en objetivos, también basados en los perfiles de la población. Y en estos casos trabajan juntos los militares y el mercado, en lo que James Der Derian llama el «complejo militar-industrial-mediático de entretenimiento».

Así pues, en varios aspectos, parece que la vigilancia del mundo del consumidor que busca la comodidad muestra curiosas conexiones con otros aspectos más familiares de la vigilancia. Estos mundos se apoyan mutuamente, y se ayudan mutuamente a crece…

Zygmunt Bauman: Sí, la tecnología es transferible, y en este caso, al igual que en muchos otros, fielmente transferida. No resulta fácil, imagino, decidir qué elemento del nuevo (ampliado, y presumiblemente más impresionante) «complejo» lleva la delantera. Hasta hace relativamente poco —durante la Guerra Fría y las subsiguientes aventuras militares del aspirante, y finalmente fallido, imperio mundial— la opinión más común asumía que el liderazgo era de los militares. Sin embargo, parece que la centralidad continuada de la seguridad pública en las políticas estatales se apoya hoy en día más en la búsqueda de legitimidad por parte de los Estados que en las «situaciones de hecho», esos hechos que orientan el centro de gravedad hacia el sector comercial (que incluye los medios de entretenimiento) del «complejo».

Usted sabe seguramente más que yo sobre la situación actual en este campo, pero supongo que los departamentos de I+D de las grandes compañías comerciales van camino de situarse a la cabeza en desarrollo actual de los gadgets y las estrategias de vigilancia, por delante de los laboratorios militares ultrasecretos. No dispongo de estadísticas —cuento en esto con usted, que está en una mejor posición, ya que estudió la materia con mucho mayor detenimiento que yo—, pero supongo que hoy en día no sólo los grandes beneficios de las empresas las orientan hacia esta vía, sino que también en tiempos de depresión económica esos departamentos de I+D forman parte de esas pocas áreas que no han sufrido recortes y que son inmunes a los mismos en el conjunto truncado o severamente recortado del capital de riesgo.

En cuanto a la cooperación silenciosa o vociferante, consciente o inadvertida, intencionada o por defecto, pero indudablemente masiva de los vigilados con el negocio de la vigilancia mientras este elabora sus «perfiles», no quiero atribuirlo sin más al «amor de ser visto». Es conocida la frase de Hegel que define la libertad como la necesidad aprendida y reconocida… La pasión por hacerse notar es la principal, y quizá el ejemplo más flagrante de esa regla hegeliana en nuestra época, en la que la versión actualizada y ajustada del cogito de Descartes es «Me ven (miran, notan, recuerdan) luego existo».

La llegada de internet puso al alcance de todo hijo de vecino una hazaña que antes requería escapadas nocturnas por parte de algunos artistas grafiteros entrenados y aventureros: hacer visible lo invisible, convertir lo ignorado y abandonado en flagrante e inesperado presente. En suma, convertir el existir en el mundo en tangible e irrefutable. O, recordando el diagnóstico realizado hace una docena de años por Dick Hebdige, del Centre for Contemporary Cultural Studies de Birmingham, internet ha sustituido el trabajo de intentar salir de la invisibilidad y del olvido, y de dejar de esta manera una huella en un mundo ciertamente extraño e inhóspito, sin tener que romper botellas o espinazos… Visto desde esta perspectiva, existir en el mundo con la ayuda de Facebook presenta ventajas sobre pintar graffitis, no requiere habilidades especiales y está libre de riesgos (la policía no te pisa los talones), es legal, está ampliamente reconocido, apreciado y respetado. El impulso es más o menos el mismo. Sólo son diferentes los medios para conseguirlo, que son mejores y proporcionan una mayor disponibilidad y un manejo más fácil. Y eso plantea si se ha convertido en diversión la rendición ante la necesidad…

Este impulso en cuestión, igual de imponente y arrollador, si no más, que en la era anterior a internet, surge de la extendida sensación de haber sido abandonado y descuidado, obligado a la invisibilidad en medio de un bazar de abigarradas y seductoras imágenes. Esa sensación genera sentimientos que, utilizando un reciente comentario de Le Monde, «oscila entre una rabia entumecida y una desesperación resentida». Creo que, en último término, ese impulso y esas sensaciones son los principales responsables del enorme e impresionante éxito de la actividad de «creación de perfiles elaborados por uno mismo».

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es

Comparte este contenido:

Disparen contra el lenguaje

Por: Sandra Russo

En 1954, George Orwell escribió el artículo al que no paro de volver, porque más allá de su descripción de lo que él veía como la decadencia del idioma inglés, contenía un concepto madre, una idea fuerza para comprender un poco más tanto su época como ésta (ya entonces él como varios otros previeron la tendencia a la vigilancia permanente a través de dispositivos que serían consumidos como puentes a “la libertad”: así imaginó su Gran Hermano). Esa idea fuerza es simple, y es la siguiente: toda decadencia cultural tiene una base económica, y lo primero sobre lo que se lanza el poder cuando está en plan de conquista es sobre el lenguaje.

Cierta actualización de la mirada de Orwell nos mostraría hoy cómo no una lengua, sino un conjunto de lenguas al mismo tiempo, son permanentemente fumigadas por el veneno degenerador del poder neoliberal en su caída, ya carcomido por la ideología del sinsentido, que enmascara el fetichismo del dinero. Para lograr una verdadera colonización masiva, el poder del dinero y sus operadores han descubierto que, ya con los medios concentrados como sus adelantados, el objetivo hoy no es la desinformación, porque ése es objetivo cumplido, sino la incomunicación.

¿Pero cómo lograr semejante operación simbólica, para lograr sus verdaderos fines, que son materiales? Enloqueciendo el lenguaje a nivel global, e intentando en ese mismo movimiento varias cosas: el borramiento entre lo real y lo ficcional, el potenciamiento de la negación al dolor y la fobia al otro, la exacerbación narcisista, porque una comunicación rota deja a cada uno solo. Y con todo esto: esfumando la razón de ser de la política.

Muchos nos reímos cuando vimos el video de la conductora de un canal de cable creer que William Shakespeare acababa de morir, o leyendo los tuits de una diputada que confundía la avenida Córdoba con su provincia del mismo nombre. Pero muchos no se habrán reído porque nunca en su vida escucharon hablar de un tal Shakespeare, como la conductora, o porque aunque lean desmentidas explicaciones no comprenden lo que leen. Nuestras sociedades han involucionado culturalmente en una medida difícil de precisar. Cuando el presidente de un país no podía distinguir que el Día de la Independencia no era el Día de la Bandera, o cuando uno de sus funcionarios se jactaba de que “algo chiquito pero lindo” que habían hecho era borrar a los héroes nacionales de los billetes, no estaban solamente siendo cínicos o ignorantes: estaban llevando a cabo una operación cultural regresiva de grandes proporciones. No lo planificaron: es una inercia. El exhibicionismo de la ignorancia es un subproducto de la destrucción del lenguaje.

En los procesos decadentes, hay algo de efecto dominó que no requiere conciencia sino inercia. No es que Macri finja ser una persona con grandes baches culturales: lo que está diciendo un hombre con mucho dinero y poder cuando exhibe su ignorancia es que la cultura no es necesaria ni un bien valorado en el reino del dinero.

En los panfletos que dejaron quienes pusieron la bomba en el local de La Cámpora de Bahía Blanca se leía línea tras línea la descomposición de la lengua, en tanto soporte del pensamiento. No era un texto regido por ninguna lógica, como exigiría un panfleto del viejo fascismo: “por los jueces puestos a dedo y la falta de justicia” o “por los políticos cínicos y corruptos” precedían a la queja por la ley del aborto y por la educación sexual. El mismo sinsentido del cartel de un manifestante del Obelisco: a “Terminemos con la tiranía” le seguía “Basta de anarquía”.

¿Qué discusión se podría dar con gente que se expresa de esa forma? Hablan un nuevo lenguaje, el que han forjado las noticias falsas, el lawfare, los que desde las pantallas hacen acción psicológica o terrorismo sanitario: no es castellano. Es un lenguaje sin sentido que replica palabras pero son a su vez significantes de significados impuestos por el cocoliche del sinsentido.

Hace poco leía que las plantas se comunican entre ellas en tres niveles de lenguaje y dos maneras: a través de moléculas que liberan a la atmósfera y a través de impulsos eléctricos que envían sus raíces. Stefano Mancuso, neurobiólogo vegetal de la Universidad de Florencia, concluía que las plantas nunca dejan en enviar mensajes sobre posibles obstáculos a otras plantas, aunque no sean de su misma especie. Por eso están aquí hace 5 millones de años, y por eso los “sapiens”, que aparecimos hace menos de medio millón de años, estamos preocupados por nuestra propia y posible extinción. Nuestro cerebro, decía Mancuso, no es, desde el punto de vista evolutivo, una ventaja sino un inconveniente.

Nuestros lenguajes están rotos. Hay que repararlos o inventar otros nuevos.

 

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/346162-disparen-contra-el-lenguaje

Comparte este contenido:
Page 2 of 8
1 2 3 4 8