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Opinión | Lo más antipedagógico del mundo

Por: Andrés García Barrios

 

Obligar a un estudiante a leer poesía es lo más antipedagógico del mundo, sólo superado por la obligación de disfrutarla, lo cual ya es una locura.

 

¿Quieres adelantarte a tu tiempo? Escucha a los jóvenes.

Mañana en la mañana tengo una cita importante: voy a ir a charlar sobre poesía con alumnos del Bachillerato Internacional del TEC de Monterrey. Su profesora de Literatura me ha comentado que algunos están interesados en platicar con un poeta acerca de cómo éste lleva a cabo su labor.

¿Cuál labor? me pregunto en este momento, ¿qué es lo que hace un poeta? Tratando de responder tan enorme pregunta, hurgo aquí y allá en mi acervo mental y por respuesta sólo se impone en mi memoria la conversación que tuve esta mañana con mi hijo. Se trata de algo que al parecer no tiene que ver con el tema y sin embargo me permitirá, si bien no decir lo que es poesía, al menos decir lo que no lo es. Dado lo misterioso del género literario, eso puede ser un gran avance.

Mi hijo y yo salimos hoy de casa rumbo a la escuela, y él reparó en un montón de basura que había en el camellón de enfrente. Con desagrado me llamó la atención sobre él. Para mí, la atmósfera de nuestra conversación se llenó de remordimiento: ¿qué hacemos nosotros, nuestra familia, para contribuir al bienestar de la comunidad, de la humanidad, del planeta?  Empezaba a sumirme en la vergüenza, cuando se me vino a la cabeza, como inspirada, una idea:

─ ¡Fíjate! ─le dije─, los seres humanos tenemos que elegir día a día la forma en que vamos a contribuir al bienestar de la naturaleza y de nuestra comunidad. Hace una semana tú y tu mamá recogieron un par de gatitas bebés que estaban abandonadas en la calle, y que muy probablemente habrían muerto de no darles socorro. Las resguardamos, las alimentamos, las llevamos al doctor, las medicamos, una de ellas requirió una operación de hernia…  y ahora, ésta sigue en casa ─a pesar de que ya tenemos una perra y dos gatos adultos─ y a la otra ya le conseguimos un hogar con personas que la cuidarán con muchísimo cariño. Todo esto no ha sido ni será del todo fácil, así que por el momento nos obliga a dejar de lado labores como ir al camellón a limpiar basura. ¿Tú qué crees que es más importante, recoger a las gatitas o levantar la basura?

─ Las gatitas ─comentó él de inmediato.
─ Yo pienso lo mismo.
─ ¿Pero por qué no hacemos las dos cosas? ─insistió.
─ Ese es el punto: tal vez tú puedas hacerlo, pero yo no: no tengo tiempo, tengo muchas ocupaciones, las cuales, entre otras cosas, me permiten ganar dinero, por ejemplo para mantener viva a nuestra nueva gatita. Si quisiera también recoger la basura tendría que dejar de hacer algunas de esas cosas.

Mi hijo respondió con uno de sus temas preferidos.

─ Si yo fuera presidente, prohibiría los videojuegos para que los niños siempre tuvieran tiempo de adoptar gatitas y levantar la basura.

Sentí que mi hijo estaba inspirado… y yo, igual.

─ ¡Eso es exactamente lo que hace un político! ─exclamé─: descubrir las necesidades de una comunidad, decidir cuáles de ellas son prioritarias y establecer leyes para que se atiendan.
─ Y eliminar a las personas que rompan esas leyes ─dijo él, como si nada.
─ Eso es lo que hace un tirano ─afirmé.
─ Un político tirano, un politirano ─concluyó.

Una vez que lo dejé en la escuela y me quedé solo, seguí inmerso en lo que para mí eran inspiradas intuiciones: cuando una comunidad no puede organizarse de manera legal para asumir prioridades y hacer que las cosas marchen según ciertos acuerdos, la única alternativa al sistema tiránico ─que desprecia todo tipo de acuerdos─ es un sistema de corrupción como el que ha imperado en nuestro país históricamente, es decir, una especie de autogobierno de la población en el que algunos de los acuerdos se efectúan sólo entre personas (son acuerdos privados, no públicos), y a través de ellos se sobrellevan algunas necesidades prioritarias que las leyes todavía no resuelven de forma eficaz. La tranza política, la mordida policial y judicial, el fraude… todas son medidas con las cuales funciona una sociedad todavía inmadura, que ciertamente resuelve sus necesidades de manera irresponsable pero que prefiere eso a invocar a un padre tiránico, a un dictador que ponga orden.

Ya dirán mis lectores qué valor tienen éstas que yo llamo “mis intuiciones”. Lo cierto es que para mí fueron conclusiones brillantes, y lo digo sin envanecerme porque a mí mismo me resultaron verdaderas sorpresas, respuestas que no andaba buscando, ideas que parecían presentarse sin ser invocadas, como si tuvieran vida propia, como si pertenecieran a un ámbito de inspiración.

Sin embargo, si algo tengo claro es que ninguna de ellas deriva de eso que llamamos “inspiración poética”.

Creo que la diferencia principal es que la aparición de esas intuiciones intelectuales, aunque súbita y no buscada, resuelve incógnitas también intelectuales. Es decir, son conclusiones razonables, y como tales, cuando aparecen, se tiene la clara impresión de que empujan hacia adelante, de que en nuestros razonamientos se produce un avance. Sin embargo, quizás lo más importante de todo esto es que no se necesita que tengamos claras las preguntas a las que esas conclusiones responden. De hecho, en el momento en que surgen, esas respuestas son como resortes que hacen aparecer también las preguntas que las detonaron. Nosotros nos podemos estar preguntando algo conscientemente, y sin embargo la intuición nos revelará la pregunta que de verdad nos estamos haciendo. Por un instante, todo en nuestro pensamiento adquiere dirección, y ésta parece tener un final: sentimos (o pensamos, o creemos) que al fondo del camino hay una verdad (por cierto, este tipo de intuiciones intelectuales son las que se supone que brincan de pronto en el género literario del ensayo; de ahí que algunos escritores digan: “Escribo para saber lo que he estado pensando”).

La poesía es así, pura intuición, pero no intelectual: con ella no nos ubicamos en una sola dirección, sino en muchas, en todas. Se pierde dirección y se cobra sentido. Digo esto y se me viene a la cabeza algo que me ocurrió hace unos días, con una amiga. Mientras comíamos, surgió el tema de la poesía y ella me explicó que era un género que definitivamente no apreciaba (su gesto fue más bien de “la aborrezco”). “Y es que ─me dijo─ los poetas eluden el decir lo que quieren decir, el expresar abierta y directamente lo que piensan”. Nuestra plática tuvo que desviarse porque en ese momento llegó otra amiga a la que estábamos esperando. Más tarde, caminábamos los tres juntos por las calles de Coyoacán, en la Ciudad de México, cuando la primera amiga ─la intelectual, la razonable, la que no entiende ni aprecia la poesía─ se detuvo bruscamente y en una especie de epifanía, exclamó con toda la parsimonia de su carácter:

─ ¡Ya vieron que este auto se despintó sobre la banqueta!

¿A qué se refería? Sobre el cemento, a nuestros pies, había aquí y allá manchas de pintura azul, ya secas, justo a la altura donde estaba estacionado un auto de ese mismo color. Para entender aquella exclamación sólo había dos posibilidades: preguntarle a mi amiga de qué estaba hablando y aceptarlo con un esfuerzo de imaginación (sin que nadie lo viera, el auto había aventado chorros de pintura en la acera), o sumarse al mismo mecanismo que se había disparado dentro de ella al decirlo: la inspiración poética. A mí, a quien una que otra vez me asaltan estas “ocurrencias”, la del auto y las manchas de inmediato me pareció hermosa. Y me reveló lo que ya está claro: mi amiga ama la poesía (aunque no haya ejercitado el oficio de leerla ni de escribirla).

¿Me voy acercando un poco a describir qué es la poesía y qué hace un poeta?

*

Abusando de mis lectores, abro esta breve nota para explicar lo siguiente: si ya he dicho que la diferencia entre intuición intelectual y poesía es la misma que entre dirección y sentido, quisiera ahora añadir dónde veo yo la diferencia entre poesía y espiritualidad. Es tan breve mi nota, que dudo que me permita explicarme, pero no quiero dejar de aprovechar que el punto viene al caso, para intentarlo.

Es de alguna forma muy simple: mientras que la poesía nos enseña el sentido de la vida (y por ello resulta la más sublime pedagoga), en la espiritualidad ese sentido se amplía a toda nuestra existencia. Lo repito: la poesía nos enseña el sentido de la vida; la espiritualidad, el de la existencia. Obviamente, para quien no hay diferencia entre nuestra vida y nuestra existencia, tampoco lo habrá entre espiritualidad y poesía.

*

Continúo este texto un día después de escribir los párrafos anteriores, habiendo ya charlado con estudiantes de la Prepa TEC. Trataré de recordar algo de lo que dijimos. Una de las alumnas me preguntó si yo creía que para escribir poesía es necesario leer muchos poemas. Contesté que no, que la poesía (como una vez me dijo un sabio sacerdote acerca de Dios) no pone trabas a quien quiere acercársele. Ciertamente, leer muchos poemas puede, por una parte, sensibilizarnos a un tipo específico de expresión, y por otra, puede darnos experiencia para saber más o menos como abordar la lectura de un poema. Conté al grupo que hace muchos años, al empezar a leer a Rainer María Rilke, impresionado por la común idea de que fue el mejor poeta del siglo XX, pensé también que su escritura sería difícil de penetrar y que implicaría un gran esfuerzo. Cuando años después logré por fin “entrar” en sus versos, me di cuenta de que en realidad eran muy sencillos y de que aquellos esfuerzos míos solo habían servido para tensarme e impedirme la relajada experiencia de comprenderlos.

Ni leer ni escribir poesía pueden surgir de una obligación. Obligar a un estudiante a leer poesía es casi lo más antipedagógico del mundo, sólo superado por la obligación de disfrutarla, lo cual ya es una locura (como obligar a alguien a creer en Dios).

Otro estudiante me preguntó si yo creía que es necesario conocer la época en que vivió un poeta para entender su obra. Yo le dije que en realidad ese conocimiento sirve para deshacernos de prejuicios. Toda época tiene sus estilos de escritura. Si los leemos ahora, algunos quizás nos parezcan viejos, añejos, y ello puede impedirnos percibir la poesía que hay debajo de ellos. Conocer un poco de esa época y esos estilos, tal vez nos ayude a hacerlos a un lado, es decir, a despejar lo que nos aleja del poeta. Y quizás descubramos que detrás de un estilo que parece muerto, hay un ser vivo que habla aún.

Otra de las estudiantes trajo a colación el tema de la rima y la métrica, y su desaparición en casi toda la poesía contemporánea. Respondí con unas ideas que ya había esbozado en una charla anterior, con jóvenes de otra generación. Y es que no es la primera vez que la maestra Ileana Reyes ─Directora del departamento de Español y Literatura de la Prepa TEC de Metepec─ me invita a charlar con sus estudiantes. Hace un par de años, durante la pandemia, lo hizo también. En ese entonces, el encuentro fue por Zoom, y toqué también el tema de la rima y la métrica. Para ya no extenderme más en este texto, rescribo a continuación algunas de las breves notas en las que basé mis comentarios. Espero que su sintaxis no resulte demasiado árida.

Son las siguientes:

  • Desde siempre, el arte ha estado ligado al entretenimiento. Quienes niegan que el arte deba ser siempre divertido, fingen.
  • Emparentados con el arte, los rituales deben ser emocionantes, amenos. Lo mismo que las pinturas y la música de las iglesias.
  • En épocas y lugares en que la gente no tenía acceso a música en sus casas, escuchar a alguien tocar la vihuela o cantar bellamente podía ser todo un espectáculo. Lo mismo pasaba cuando alguien podía adquirir o dibujar un buen retrato o un paisaje, y colgarlo en su casa: resultaba algo sorprendente e inusitado. De igual forma, oír a una persona decir cosas o contar historias con rima y métrica, habrá sido un gran entretenimiento.
  • Con la era industrial, conforme la tecnología electrónica avanzaba, la gente iba teniendo más acceso al arte, incluso en su propia casa. Llegó la fotografía, luego el fonógrafo, la radio, el cine, la tele… Las copias abarataron el precio del arte y su comercio se extendió. Con la aparición de la foto, la pintura temió caer en desuso, y los artistas reaccionaron pintando la realidad tal como no era. Las canciones del fonógrafo y la radio empezaron a competir con la poesía declamada, y en este caso los escritores respondieron primero exacerbando la sonoridad de rimas y métricas (como en el caso del poeta nicaragüense Rubén Darío), y después despojando a sus textos de ellas para limitarse a plasmar la idea y la imagen en ritmos y sonidos más libres.
  • Es así como la poesía se dividió drásticamente en dos: poesía popular (asociada con las canciones rimadas y la cada vez más extendida y barata tecnología) y poesía culta, que se apreciaba sobre todo en libros.
  • Algunos poetas de los llamados “cultos” llevaron sus textos a niveles de una ilegibilidad y un aburrimiento extremos (por lo menos para los no cultos). En 1957, el humorista Jorge Llopis, en su libro Las mil peores poesías de la lengua castellana, se burló de ellos en un poema titulado Amor (poema de esos tan modernos que no se sabe lo que quieren decir), donde exclama:

Yo te canto a la sombra de este glauco
despertar de teoremas y cimborrios,
como el volar del híspido enfisema,
como el raudo esplendor de las mantisas,
como el inane fraude del peciolo
que, sudando vigilias incoherentes,
ondula el profiláctico cacumen…

  • Sea como sea ─y a pesar de todas las vicisitudes que pueda atravesar en las distintas épocas─, la poesía siempre será de todos y para todos, ya sea cantada o leída, en voz baja o en altavoz.

Quiero, por último, dedicar este artículo a las alumnas y alumnos de las generaciones 2019-2022 y 2021-2024 del Bachillerato Internacional del TEC, sede Metepec. Ellas y ellos, como la vida en la canción de Violeta Parra, me han dado tanto…

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

 

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Entrevista a Julio César Pol, poeta, docente e investigador puertorriqueño: “Mi trabajo actualmente es levantar los fundamentos para esta nueva poesía, la poesía etnográfica”

Julio César Pol nació en agosto de 1976 en Ponce, Puerto Rico. Ha publicado cuento y poesía en revistas como El Sótano 00931 (2001), Encuentro (1997), Desde el límite (2002), Palabreiros (2004), Letras Salvajes (2004), Borinquen Literario (2004), Hostos Review (2005), Aullido (2006), Prometeo Digital (2006), Los Poetas del Cinco (2007), Baquiana (2007). Obtuvo premios en los certámenes del ICPR Junior College, Universidad de Puerto Rico en Ponce, Universidad Politécnica de Puerto Rico, Círculo Jaime Marcano, Certamen del Círculo de Recreo de San Germán, Pen Club de Puerto Rico y el Certamen de Poesía Olga Nolla. Fue director de la revista El Sótano 00931 y Coordinador General de los encuentros de (De)Generaciones. Es editor de la antología Los rostros de la Hidra (2008) con las casas de Isla Negra Editores y Ediciones Gaviota y Poesía de Puerto Rico: Cinco décadas. Sus libros La luz necesaria (2006), Idus de Marzo (2008), Mardi Gras (2012) y Sísifo (2017) fueron publicados bajo el sello de Isla Negra Editores. Posee un doctorado en Economía. Es docente e investigador en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. A partir de El ala psiquiátrica (2020), su quinto poemario, volvemos a intercambiar unas palabras que son para ser compartidas con todos vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Julio, El ala psiquiatra (2020) es su quinto poemario. ¿De qué trata este poemario?

– Julio César Pol (JCP, en adelante) – El ala psiquiátrica (2020) es una confrontación a cómo la sociedad percibe y oculta los problemas de salud mental; cómo los sistemas de salud mental manejan la “locura”, al “loco” o a la “loca”; cómo el mercado clasifica y diseca los problemas de salud mental y los convierte en flujos financieros. También es una inmersión en la locura, en los razonamientos de las personas con problemas de salud mental, en la experiencia de saberse sin control.

Con El ala psiquiátrica continúo trabajando un tipo de poesía al que llamo “poesía etnográfica”. La etnografía es el estudio de las etnias, de su modo de vida, de los rasgos, de su cultura (i.e., signos, valores, creencias, motivaciones, prácticas, énfasis y perspectivas). Trata de observar, descubrir y documentar el modo de vida de la gente en ese grupo: ¿Qué hace esta gente? ¿Cómo se comportan? ¿Cómo interactúan entre ellos? ¿Cómo interpretan “la realidad”? ¿Cómo justifican sus decisiones? ¿Cuáles son sus aparentes incongruencias y sus ambigüedades? Entonces, he estado trabajando con mis últimos libros una poesía que haga eso. Una poesía que logre una inmersión profunda en la etnia, en un grupo (e.g., en los lugares de trabajo, en los hogares, en los manicomios, en las cárceles). Una poesía que le permita al lector vestirse de otra piel, en esa otra realidad. Que permita al lector descubrir los signos, los procesos mentales, las decisiones, las f(r)icciones, las incongruencias de ese grupo de gente. Una poesía que explore la gente en un espacio físico y en un período de tiempo, la experiencia humana en el cronotopo. No un cronotopo como los propuestos por Immanuel Kant o Mijaíl Bajtín, sino uno en el que el espacio y el tiempo (i.e., que habita en las mentes humanas) están intervenidos por una causalidad en reversa (i.e., cum hoc ergo propter hoc) donde el conocimiento y la experiencia se apropia de las realidades físicas, para crear nuevas formas, mediciones, significados y valores en el cronotopos percibido. El cronotopos percibido, en contraposición al físico, el cual es el que es vital para la literatura.

El yo lírico ha gobernado la poesía por los últimos siglos. Ese modelo está agotado y es la gran barrera para que la poesía se integre a la sociedad. Los temas de la poesía se han limitado al amor, a las pasiones, a la familia, al hogar, lo que está bien, pero no se puede quedar ahí. El mundo es más rico y complejo que esto. ¿Cuánto se puede decir de todos los grupos que forman los seres humanos? Principalmente de los que no tienen voz. Los que actualmente son invisibles en la poesía por que el yo lírico los rechaza y aborrece sus circunstancias. Pienso en las 867 ocupaciones de la Clasificación Estándar de Ocupaciones (SOC, por sus siglas en inglés); en las 1,065 industrias que tiene el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (NAICS, por sus siglas en inglés) del 2017; en los 70,000 códigos de enfermedades que posee la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés); en las 4,300 religiones a nivel global y aproximadamente 650 grupos étnicos en el mundo. Todos estos códigos interactuando los unos con los otros en distintos escenarios de tiempo y espacio. Cada uno de estos códigos, o estos grupos es una vida alterna, un pequeño mundo y merece su propio poemario. Y ni remotamente lo tiene. Hasta hoy los poetas han girado en torno al yo lírico, teniendo como centro su narcisismo, dándole vueltas a su cola. Por eso, la poesía ha perdido pertinencia. Hasta hoy los poetas hemos hecho un trabajo sencillamente deficiente. La poesía actual apenas roza la superficie de la experiencia humana.

El poeta tiene que asumir su responsabilidad como un termostato social. Con la poesía se tiene tomar el pulso de los grupos de personas, de las etnias y de los pueblos. Tenemos que retomar ese propósito. Con esa visión, la poesía tiene tanto o más que aportar que cualquier rama de las ciencias sociales.

Pero, una vida no da para esa encomienda. Mi objetivo es crear la zapata. Mi trabajo actualmente es levantar los fundamentos para esta nueva poesía, la poesía etnográfica.

– WRS – Sé que vos es un autor temático. ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar el tema que abordas en El ala psiquiátrica? ¿En qué se diferencia del tema que tratas en sus otros cuatro poemarios?

– JCP – Estudié dos doctorados. Uno en Economía, el cual es puramente cuantitativo, y un segundo doctorado en Evaluación Interdisciplinaria, el cual es primordialmente cualitativo. En los estudios cualitativos tuve la oportunidad de estudiar y practicar un poco la etnografía y hacer un pequeño estudio sobre las decisiones de consumo de las familias nucleares con niños en centros comerciales. Fue una experiencia rica y luminosa. Esta técnica busca documentar y describir la cultura de grupos humanos atados por denominadores comunes, así también comunidades, en un principio comunidades primitivas. Esta forma de investigación contempla a los individuos, dentro de su grupo social con el fin de descifrar sus creencias, su perspectiva, su sistema de valores, su ubicación espacial y temporal -su cronotopos.

Esa experiencia coincidió con discusiones con mis compañeros de la revista y grupo literario El Sótano 00931. Ellos me trajeron la idea de escribir “un poemario redondo y circular”. Para la mayor parte de los poetas el reto es realmente escribir “el poema”. Pero en El Sótano 00931 los ojos estaban puestos en algo mucho más ambicioso y complicado, crear unos poemas que funcionaran como un sistema. Generar un grupo de poemas que se alimentaran mutuamente, que llevaran al lector a un pequeño universo. Conozco muchos poetas que han escrito uno o dos poemas excepcionales, pero muy pocos han escrito un poemario que en su unidad sea excepcional. Eso se convirtió en el reto para mí y para los miembros del grupo.

En mí la poesía etnográfica y la creación de un libro redondo surge con Mardi Gras (2012)Mardi Gras entra al espacio del hogar y el tema de la familia y del obeso. Luego en Sísifo (2017) trabajo el espacio de la oficina y el tema de las relaciones de poder entre los trabajadores y los jefes. En El ala psiquiátrica (2020) me adentro en el espacio del hospital psiquiátrico y abordo la temática de la locura y los shocks entre las desviaciones de los “locos” y las “locas” con la “norma-lidad”. Ahora me encuentro trabajando los espacios de la cárcel y la iglesia.

En el caso de El ala psiquiátrica (2020) tuve una experiencia personal con un familiar muy querido el cual desarrolló una enfermedad mental crónica. Esta persona sencillamente no tenía ningún tipo de control. Si bien la experiencia fue surreal, lo que más me impresionó y a los que nunca había estado expuesto fue al sistema de salud mental, con sus trabajadores, especialistas e instituciones y a los usos y costumbres de esa sub-cultura, los cuales también son surreales

Entonces, para descifrar esta experiencia, me distancié y me puse los sombreros de investigador social y escritor; combiné la técnica de la etnografía con mis herramientas de poeta y con lo que había aprendido como estudiante de psicología. Comencé a analizar, a deconstruir, a estudiar mis experiencias con pacientes de salud mental, sus cuidadores y el personal entrenado. Así abordé la documentación las experiencias utilizando un medio artístico.

– WRS – El ala psiquiátrica es un poemario entre otros poemarios, cuentos y ensayos. Sé que el Colegio Ergos le premió un trabajo poético en 1994. Todavía no lo conocía, ni idea tenía de su existencia. ¿Cómo llega a la literatura? ¿Quiénes fueron esos maestros, madres, abuelas, vecinos que te pusieron ese primer papel en la mesa para que se llenara de palabras, de imágenes literarias?

– JCP – La poesía llega por mi madre. Ella me leía poemas de pequeño. Luego en el Colegio una de mis maestras, Adelaida Bidot, me regaló unos casetes de música de protesta y leyó mis primeros cuentos y poemas. También compartí mis poemas con la psicóloga escolar, la Dra. Charline Lizarraga y ella me puso en contacto con el gran escritor ponceño Juan López Bauzá. El a mis 15 años me obsequió mi primer libro de Vallejo y de Neruda. Ese encuentro con Juan fue trascendental, formalizó mi amor por la lectura y me alentó a continuar escribiendo. Yo he intentado continuar con ese legado que me transfirió Juan, y en ocasiones, he tenido la oportunidad de obsequiar libros de poesía a los escritores jóvenes que se me acercan.

– WRS – En sus primeros dos poemarios, La luz necesaria e Idus de Marzo, ¿cómo el poeta nos devela su mirada a lo marginal en el Caribe que habita?

– JCP – En estos dos poemarios un tema reincidente es la poesía desde la pobreza. Cuando los escribí era un joven universitario pobre. Pero, sin importar estas circunstancias estaba descubriendo y experimentando los mundos caribeños. Idus de Marzo es un poemario contra la desigualdad social y los atropellos de la clase dominante.

– WRS –¿Cómo vos ha integrado su experiencia creativa a su diario quehacer y a su interés por un lenguaje propio y disciplinado en Mardi Gras y Sísifo?

– JCP – El día es para mi familia y mi trabajo. La noche es para mi obra literaria. Requiere mucha disciplina. Pero cada proyecto literario es obstinado y me exige que le dedique su tiempo. Es intenso para el cuerpo.

– WRS – El ala psiquiátrica es una mirada que nos retrotrae a la realidad desde un imaginario de seres vivos y enfermos. A mí me recordó que ya en Sísifo vos nos dejaba entrever la locura que se vive dentro de contextos normales de trabajo.

– JCP – En Puerto Rico la locura es un síntoma colonial, pero también es un síntoma de la percepción de que se vive al final de los tiempos, esto a nivel colectivo o individual. La situación colonial de Puerto Rico, el desplome de la población, una depresión económica que ha durado más de 15 años, desastres naturales como sequías categoría 3 y 4, huracanes categoría 4 y 5, terremotos y pandemias han generado un contexto amenazante que la gente ha percibido como apocalípticos. Cuando la gente experimenta amenazas continuas a su vida y a su bienestar y no encuentra como zafarse, se disocia.

En el libro Los condenados de la Tierra, Franz Fanon describe los trastornos mentales de los sujetos colonizados como “psicosis reaccionales”. Fanon dice que lo que desencadena esas psicosis reaccionales es no solamente “la historia psicológica, afectiva y biológica del sujeto”, sino también “la atmósfera sanguinaria, despiadada, la generalización de prácticas inhumanas, la impresión tenaz que tienen los individuos de asistir a un verdadero apocalipsis.” Ese miedo constante no solo por la vida biológica, sino la continua amenaza al estilo de vida, quiebra a muchas personas.

Foucault también habla de esto en su libro Historia de la locura en la época clásica. En este libro Foucault dice:

¿Qué anuncia el saber de los locos? Puesto que es el saber prohibido, sin duda predice a la vez el reino de Satán y el fin del mundo; la última felicidad es el supremo castigo; la omnipotencia sobre la Tierra y la caída infernal. La «Nave de los locos» [el ala psiquiátrica] se desliza por un paisaje delicioso, donde todo se ofrece al deseo, una especie de Paraíso renovado, puesto que el hombre no conoce ya ni el sufrimiento ni la necesidad; y sin embargo, no ha recobrado la inocencia. Esta falsa felicidad constituye el triunfo diabólico del Anticristo, y es el Fin, próximo ya. Es cierto que los sueños del Apocalipsis no son una novedad en el siglo XV; pero son muy diferentes de los sueños de antaño. La iconografía dulcemente caprichosa del siglo XIV, donde los castillos están caídos como si fueran dados, donde la Bestia es siempre el Dragón tradicional, mantenido a distancia por la Virgen, donde —en una palabra— el orden de Dios y su próxima victoria son siempre visibles, es sustituida por una visión del mundo donde toda sabiduría está aniquilada. Es el gran sabbat de la naturaleza; las montañas se derrumban y se vuelven planicies, la tierra vomita los muertos, y los huesos asoman sobre las tumbas; las estrellas caen, la tierra se incendia, toda vida se seca y muere. El fin no tiene valor de tránsito o promesa; es la llegada de una noche que devora la vieja razón del mundo.”

Nosotros los puertorriqueños vivimos en ese apocalipsis en esa ausencia de PROMESA.

– WRS – Vos ha sido editor de otros autores, además de escritor. ¿Qué otros autores inspiran su trabajo creativo?

– JCP – Los poetas que más me han impresionado son Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Oliverio Girondo, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Leopoldo María Panero Blanc, Manuel Ramos Otero, Charles Bukowski, Gioconda Belli, Ana Istarú, entre tantos otros.

– WRS – Vos no sólo ha escrito poesía. ¿En qué otros géneros literarios se siente cómodo?

– JCP – Es natural para los poetas sentirse cómodo con el ensayo. Como economista y evaluador trabajo mucho el ensayo. Pero me gusta trabajar el cuento. He escrito varios libros de cuento infantil y comencé dos libros de cuentos cortos. Solo que el cuento requiere mucha soledad y tiempo para desarrollarlo efectivamente. En este momento me interesa consolidar mi propuesta como poeta.

– WRS – Cuando nos conocimos, ya vos estudiaba economía a nivel graduado en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras. ¿Cómo relaciona su quehacer de escritor con su trabajo creativo publicado o no y su formación académica en economía?

– JCP – La poesía y la economía son herramientas para la descubrir la verdad. Una utilizando la razón y la otra las emociones. El orden y el caos son vitales para entender la experiencia humana.

Mi poesía está inmersa en teoría económica. Escondo en mis poemarios muchos conceptos económicos que en un futuro probablemente se integren al lenguaje coloquial. Esto me permite aportar a la poesía desde otro ángulo. El marco de la poesía es uno íntimo, privado, reflexivo. Por eso la poesía debe a aspirar a confrontar al individuo a la reflexión intima, social y estética.

El campo de batalla de la poesía es el individuo, esa es la variable de elección o el sujeto de cambio. Por el contrario, las herramientas de la disciplina económica que tengo me permiten proponer cambios sociales, justificarlos, llevarlo al plano del plan, ejecutar la idea. Hoy la economía es la ciencia social más escuchada en términos de política pública y es la disciplina desde la cual se puede ejecutar más efectivamente renovaciones sociales.

– WRS – En el año 2007, obtuvo el Premio Nacional de Poesía, 2006 que concede el PEN Club de Puerto Rico por La luz necesaria. En el 2013 y en el 2018 recibió también menciones del Pen Club de Puerto Rico por Mardi Gras (2012) y Sísifo (2017). ¿Cómo se sintió vos al obtener dichos premios de parte de sus pares?

– JCP – El escritor se añeja, se curte no solo en sus lecturas. Los certámenes, las reseñas, las publicaciones personales y antológicas, las lecturas al público, las conversaciones con los pares hacen al escritor. En el caso particular de los certámenes, los certámenes le toman el pulso a la literatura y cumplen el propósito de alentar a que se continúe con la tradición de publicar y de que los trabajos sean evaluados por pares.

Los compañeros del Pen Club han hecho un trabajo excepcional. íBravo por ellos! Sin recursos económicos ni dádivas del estado han mantenido un proyecto nacional propio y vivo, a contracorriente. A ellos mi más profunda admiración y agradecimiento.

– WRS – Si fuera a hacer un escogido de un poema de cada uno de sus cinco poemarios, ¿cuáles serían esos cinco poemas? ¿Por qué? ¿Puede compartirnos algunos?

– JCP – Un poema de cada poemario: Expreso de occidente de La luz necesaria; Las bailarinas de Idus de Marzo; La intemperancia de Salomón de Mardi Gras; Supervisor de Sísifo; y cuerpos celestes de El ala psiquiátrica. Los escogí porque son poemas que en mayor o menor grado confrontan a la sociedad y al lector.

EXPRESO DE OCCIDENTE

Amémonos de tren en tren

como dos dioses que huyen

y saben

que en la última parada

les esperan

los ateos

LAS BAILARINAS

A Isabel

Las bailarinas

destrozan sus pies diez años

para entrar en el Bolshoi.

Sus costillas atraviesan su carne;

ellas, el escenario.

Sus dedos deformes

chocan contra el suelo

en esas largas horas

en que practican su hambre.

Las bailarinas

lacónicas y perfectas, guardan el equilibrio.

Anulan su espíritu bajo el rostro frío

del mármol de Moscú.

Con gracia extienden sus manos.

Y -como ángeles o cisnes-

levitan en el contrapeso de su sombra.

Las bailarinas yerguen

sus pechos secos

para alcanzar la promesa

de los escenarios de Tokio y Londres

antes de cumplir los treinta años.

Ellas olvidan, engañan su aliento

y sus cuerpos parecen entender.

Las bailarinas

mueren o nacen girando

sobre la punta de sus dedos.

LA INTEMPERANCIA DE SALOMÓN

beber del fruto

-no de la manzana-

del glúteo

que no sacia

probar la gota de sudor

en la mujer amarilla

bajando espesa como la soya

la leche avinagrada y tibia

del sudor de la mujer blanca

haciendo surcos

entre estrías

desvariar en el vahído del sudor

de la mujer negra

probar el éter del comino

subiendo puñales por la carne

pero de la mujer roja

no la gota de azafrán

sino el vapor

de un pubis que te consume

lentamente entre llamas

SUPERVISOR

El súper-visor

Sabe

Abre sus ojos

Y estás desnuda

Puede ver lo que subyace

Debajo de tu lengua

Lee el demeanor de las sombras

La carta que piensas

Atraviesa el reloj y la pared que lo sostiene

Él ve los memos venir

La gente irse

En su clarividencia

Cierra sus ojos

Te deja de pensar

Y vuelves

A estar

Vestida

cuerpo celeste

el hombre es una cuerda

tendida entre el animal y el superhombre,

-una cuerda sobre un abismo

friedrich nietzsche, así habló zaratustra

sus dedos arrastran cuerpos celestes

se ennegrecen con el hollín de las estrellas

con sus uñas perfora hoyos negros

en el canvas infinito

con un giro de cintura mueve galaxias

hilvana con ondas gravitacionales de baryshnikov

planetas y satélites en espiral

sus manos chocan de prisa sobre sistemas solares

y del polvo nacen nébulas

en la excitación estática de los erizos

su pelo

ramalazos puntiagudos de oro puro

explosiones de lava dorada

de las venas de sus manos emanan astros azules

de su sudor

planetas líquidos

un soplo dispersa meteoritos

y de su saliva

surge el hielo de los cometas

aquel cuarto de hospital

no lo guardaba de él mismo

aquel rectángulo

era el universo que se expandía

– WRS – Vos fue el editor de una revista literaria que sirvió de junte con escritores de su generación, pero también de escritores de otras generaciones. De su generación, ¿qué escritores destaca de aquellos con los que compartió en El Sótano 00931?

– JCP – De mis contemporáneos, Casquillos (2008) de J.D. Capiello; Testamento (2013) de Carlos Cana; Efectos secundarios (2004) de Kattia Chico; Miss carrusel (2010) de Myrna Estrella; Ventriloquus (2013) de Juanmanuel González; Kitsch (2006) de Federico Irizarry; Simplemente Angelats (2019) de Robert Jara; Bilis (2017) deZuleyka Pagán; Realid(H)ades (2006) deAmarilis Tavárez; Undead (2017) de John Torres; y Malacostumbrismo (2012) de Carlos VázquezSon libros excepcionales.

– WRS – De la experiencia de ser el Coordinador General de los encuentros de (De)Generaciones, ¿qué tiene que recordar? ¿Cuál fue la acogida entre pares de generaciones literarias diferentes? ¿Qué escritores conoció y destaca de esa época de (De)Generaciones?

– JCP – Fue una experiencia bien grata integrar a los escritores de todas las generaciones o promociones literarias. Yo soy amigo de muchos escritores Guajanos y del ’80, sin contar los de mi generación. Los del ’70 fueron siempre un poco más herméticos. Pero todos estos grupos son grupos idiosincráticamente disímiles. Eso me trae a relieve todas las transformaciones que ha experimentado Puerto Rico en las últimas décadas.

El Puerto Rico donde creció la generación del ‘60 fue uno rural, de extrema pobreza. En cambio, los miembros de la generación del ‘70 se formaron en una isla con tasa de crecimiento de dos dígitos, la envidia de cualquier país industrializado del mundo. En gran medida esto se dio porque Estados Unidos utilizó a Puerto Rico como “la gran vitrina” de su modelo capitalista. Entiendo que por eso los escritores del ’70 tienen una personalidad más aristocrática y están obsesionados por la belleza. A partir de los ‘70 este modelo se desinfló y las tasas de crecimiento mostraron una pendiente decreciente. Los compañeros del ’80 crecieron en un claroscuro, la transición al desastre. Esa rebeldía en ellos se lee. Pero, todos los autores de El Sótano 00931, con los que he podido compartir más de cerca, nacieron y se criaron en un país con un modelo desgastado en continua desaceleración. Esta muerte lenta continuó hasta que el modelo no dio más y comenzó a presentar crecimientos negativos a mediados de la década del 2000. Esto ha provocado, entre tantas cosas, la migración de más de un millón de puertorriqueños, una reducción poblacional y de la economía agregada, la imposición de una Junta de Control Federal y la quiebra del gobierno. Nosotros somos hijos de esa vorágine social, de un Puerto Rico en estado de descomposición.

– WRS – Vos es oriundo de Ponce. ¿Se considera un autor puertorriqueño o no? O, más bien, un autor de literatura sea esta puertorriqueña o no. ¿Por qué? ¿Cómo integra su identidad étnica, su género e identidad de género, su orientación sexual y su ideología política en su trabajo creativo-poético?

– JCP – Ponceño, puertorriqueño, negro puertorriqueño y caribeño, varón, cristiano, heterosexual, socialdemócrata, escritor y economista. Uno le pertenece a su contexto, al espacio y al tiempo en que uno se desarrolla. Indiscutiblemente todo esto está ahí. Uno siempre es más que la suma de las definiciones y todas las limitaciones que impone cada categoría. Lo que soy resulta de todas estas interacciones e incongruencias.

– WRS – Ya para finalizar, ¿qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

– JCP – Estoy culminando mi más reciente poemario, titulado Panóptico. En Panóptico, el cual espero sea publicado para el 2022, trabajo el espacio de la cárcel. Trata sobre los temas de la legalidad, la norma, el castigo, y cómo los seres humanos se enfrentan a ese mundo. Ya comencé a abordar otros espacios que son críticos para nuestra sociedad, como las instituciones educativas, de investigación y las iglesias.

También, estoy trabajando con una antología de los autores de la Revista El Sótano 00931. Esta antología compila los más de 40 libros publicados por el grupo en los últimos 20 años. También espero que sea publicada para el 2022 por el sello de Isla Negra. Estoy trabajando en adición el cuento infantil y el cuento breve. Además, de un libro de ensayos en que mezclo economía y literatura, que ya me parece eterno.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Fuente: https://rebelion.org/mi-trabajo-actualmente-es-levantar-los-fundamentos-para-esta-nueva-poesia-la-poesia-etnografica/

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Amor y experiencia poética: otra forma de mirar la realidad

Filósofa, sindicalista y profesora que llegó a abrazar el cristianismo, Simone Weil (1909-1943) se integró en la Columna Durruti de anarquistas durante la guerra española de 1936; en la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y, en los años 30 del siglo pasado, trabajó como proletaria en la empresa Renault. Una de sus reflexiones destacadas es la siguiente: “De todos los seres humanos, sólo reconocemos la existencia de aquéllos a los que amamos”.

Es la frase que encabeza, y tal vez resuma, La doble rendija, poemario de Daniel Noya Peña publicado en julio por Ediciones Dyskolo. Profesor de Filosofía y poeta, Daniel Noya Peña trabaja actualmente en el libro Cien Fuegos. Asimismo es autor de No todos los días alcanzan la belleza (2019); La sabiduría de las uvas (2015); y Luces de gálibo (2004-2009), entre otros libros de poemas.

A menudo las poesías recopiladas en La doble rendija tienen el amor como eje. Así, en la primera composición: “Pero ahora crezco a contraluz/en la ternura,/estoy vivo/mientras tú existas/y no paro de repetir/y no paro de repetir/tu nombre”. O bien en el sexto poema: “Mi aliento está sin deseo,/mi memoria/sin sábanas para la calidez,/es otoño pero no vas a besarme/y hay un silencio/que no sé descifrar (…)”; y remata el autor: “Espero como un animal herido/que regrese mi alma”.

También hay ocasiones, desde el inicio del poemario, en que todo se confunde con la amada. Por ejemplo, “Todos los colores me conducen hacia la misma/senda./Abro mapas/y ocupas todos los continentes./Estás/en todas las miradas/y en todos los insomnios”. O en los cuatro últimos versos del poema 35: “Eres/el espacio donde beben las semillas,/el paraíso donde se eclipsan las lámparas/y en donde se calla la poesía”. Hasta el punto la hipérbole, ya que “nombrarte es atravesar el Asia (…)”.

Daniel Noya Peña es autor de Cierra el portón (1989-1991), Cuatro raíces (1993) y Cuaderno de incidencias (2004). El poeta reside actualmente en el municipio de Piedralaves (2.070 habitantes, Ávila). ¿De qué modo entiende la Poesía? “Nos hace ser inocentes, nos acerca a la mirada del otro, es lo único necesario. La poesía es el eco que deja una voz verdadera”, afirma. Además de la lectura en bibliotecas, institutos y casas de la cultura, el autor ha publicado textos en revistas como Trasierra, El Signo del Gorrión o Contracorriente.

El título La doble rendija remite a un experimento del científico británico Thomas Young, de 1801, en el que trataba de demostrar que la luz es una onda; éste es “un descubrimiento sorprendente que cuando se conoce, no permite concebir la realidad material de la misma manera que antes”, explica Pablo Canales Tejedor en el texto de Dyskolo.

Este cambio de percepción se explica por la no localidad e indefinición espacio-temporal de los entes individuales. Expresado en otros términos, el ser humano no vive sólo en un tiempo y en un espacio. Según Canales Tejedor, “quizá en eso se parezca finalmente la experiencia poética y la científica. Ambas modifican nuestra forma de ver la realidad, cualquiera que ésta sea”.

Pero el poemario de Daniel Noya no tiene pretensiones científicas. Los anhelos de belleza y amorosos del poeta surgen -en La doble rendija– del afán por superar la pérdida, introduce la sinopsis de Dyskolo. Por otra parte los versos fueron escritos de una sola vez, sin correcciones.

Tanto los poemas como las notas introductorias incluyen referencias artísticas, culturales y geográficas. La amada es la música que evoca la lluvia de Dublín. En la poesía 29 París está triste por la muerte del poeta vanguardista Guillaume Apollinaire, creador del caligrama. En unos versos anteriores, el vate pide que se le dé, como al simbolista Arthur Rimbaud, la Belleza sobre las rodillas. También se compara a la amada con un verso del poeta checo Vladimir Hollan, “que habla del destello de la hierba”. Y en otra ocasión, se trata del recuerdo de los sueños de Scherezade.

Quizá Daniel Noya requiera trascender los límites del lenguaje convencional y las normas de los diccionarios. De ahí el hallazgo de nuevas formas verbales: “Estrelleo con tu sonrisa como la rama verde que lucea en ese árbol” (al igual que Frida Kahlo –pintora mexicana de obras con contenido indigenista, popular y autorretratos- inventara la expresión “Te cielo”).

De la lectura de La doble rendija se puede inferir la concepción poética del autor. Promete fidelidad a la poesía en la salud, pero no en la enfermedad, y amar los versos toda vida “hasta que la falta de inspiración nos separe”. En la composición 26 revela una importante lección del género: “Amar el horizonte/y/amor por el hombre/a pesar del hombre…”. Pero la creación poética también tiene limitaciones; de hecho, la persona amada es “en donde se calla la poesía”.

En otro conjunto de estrofas se advierte una caracterización de los poetas; desde los trazos y atributos más bien sencillos: al alba escriben sobre el amanecer y, cuando están enamorados, acerca del amor y las noches; hasta las cualidades más especiales y menos mundanas: “Porque tienen piel escriben con la piel/y arden sus ramajes/dejando una huella de polvo sobre la tierra”; a veces se les reviste, incluso, de rasgos casi visionarios: “Son ciegos los poetas/y videntes,/relámpagos, islas de luz que se reflejan/en las nubes”.

No cabe encajar al artista y amante en definiciones estrechas, ni en identidades a la manera de corsé. Así, el poeta podría ser un fósil, un barco, unos ojos o un perfume, pero es niebla, un aroma, unos labios y un espejo. Tampoco el autor tiene por qué –inspirándose en la memoria de la mujer querida (el balcón de su recuerdo o el olor de su cuerpo)- renunciar a los “pulmones para la felicidad”; lo contrario implicaría “dejarse humanamente devorar por la tristeza”.

Hay además, en La doble rendija,una visión personal sobre el paso del tiempo. De modo que la vida –tal como la  percibe el escritor, en uno de las poesías- es un sueño que dura un suspiro, un abrir y cerrar de ojos (las estrofas están precedidas por una imagen de In ictu oculi, cuadro del pintor barroco Juan de Valdés Leal). “Brindamos por la vida/pero son sirenas en la oscuridad”, afirma Daniel Noya Peña en otro de los versos.

Tal vez el amor se represente como ideal platónico, cuando el poeta encarna en un viajero que al fin “reposa entre las sábanas de las constelaciones”. Asimismo el autor deja espacio para la esperanza (en la que dejarse arrullar y dejar el corazón con sonido); y hay composiciones  de versos sobre el deseo, de resonancia bíblica (“sus ojos miraban el sabor de las serpientes”).

En 2012 Daniel Noya Peña publicó el poemario titulado Órdenes del corazón, editado dos años después por Dyskolo. La editorial presenta al autor como “lector incansable, mitófilo de la antigua Grecia, coherente con sus alumnos…”. Son rasgos que atraviesan la obra, en la que se incluyen poemas más extensos -con versos más largos y sin rima- que en el caso de La doble rendija. Se inicia Órdenes del corazón con la pregunta al oráculo sobre un arcano: el secreto de la sabiduría de los poetas; el intermediario levanta la mirada y “adivina la edad del sauce/a través del vuelo de unas aves”.

Pero además de preguntas, se revela alguna certeza. En el final de la existencia –representada en el hinduismo por el velo de Maya o ilusión de la realidad- el poeta descubre que sólo hay una cosa importante: “La vida que otra vez amanece”. En Lejos de África es el profesor quien aparece, con cuatro alumnos marroquíes en el aula. No han podido irse a la nieve de excursión y escuchan música en árabe: “La lluvia sigue cayendo silenciosamente/pero ninguno le prestamos atención/porque en este momento todos somos extranjeros y estamos de viaje”.

En el poema Invocación a un dios menor, Daniel Noya inserta personajes de la mitología griega como Sileno, Baco, Sémele o el rey Midas; rodeado de estos, comparte con el lector sus miedos: “Desaparecer en la oscura noche sin carne, sin besos, sin aire”. Y concluye que no sabe qué hacer sin un pequeño recuerdo que haga de rastro: “Y que me lleve suavemente de nuevo hacia el temblor de tu cuerpo”.

Fuente: https://rebelion.org/amor-y-experiencia-poetica-otra-forma-de-mirar-la-realidad/
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Entrevista a Marioantonio Rosa: “La poesía, como única ambición que necesito, es una libertad”

Por Wilkins Román Samot/ Rebelión

Marioantonio Rosa (San Juan, Puerto Rico, 1965-) es poeta, editor, crítico literario, periodista y docente e investigador adscrito a la Universidad de Puerto Rico. Oriundo de Puerto Rico, es egresado de la Universidad de Puerto Rico en Pedagogía. Rosa obtuvo su grado de maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Guadalajara, Jalisco, México. Es autor de, entre otros trabajos Misivas para los tiempos de Paz (Isla Negra Editores 1997), Tristezas de la Erótica (Isla Negra Editores 2004), Duelo a la Transparencia (Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña 2006) y Kilómetro Sur (Palabra Pórtico Editores 2013). Parte de su trabajo creativo ha sido publicado en Luvina (Universidad de Guadalajara), Tierra Baldía (Universidad Nacional Autónoma de México), Exégesis (Universidad de Puerto Rico), Claridad (Puerto Rico), El Post-Antillano (Puerto Rico)y Poetas del Mundo, Voces para la Educación (Sindicato de Maestros del Estado de México). Rosa ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirlas con vosotros.

1.1 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace algún tiempo publicó Tristezas de la erótica (Isla Negra Editores 2004).¿De qué trató o tratas en dicho poemario? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

1.2 Marioantonio Rosa (MR, en adelante) – La existencia, sobre todo. Vivido y en memoria, lo escrito en ese poemario. Tristezas de la erótica plantea, en poesía, lo que sucede cuando ese cuerpo en comunión contigo, ya no está, y se ha marchado. Desde el paroxismo que nos ilustra el hambre y la medida del amor, hasta la lenta lumbre que queda hundida en las sábanas vacías, la memoria…y la idea de escribir versos.

2.1 WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo a Tristezas de la erótica y vuestro trabajo creativo-poético previo y posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño-caribeño y su memoria personal o no de/ con lo caribeño o no dentro de Puerto Rico y el Caribe?

2.2 MR – Antes de Tristezas de la erótica, existió Misivas para los tiempos de paz, también con la siempre queridísima Isla Negra editores. Poemas extensos inspirados en un libro que desde muy joven caminó conmigo: La estación violenta de Octavio Paz. También habría un atisbo de Los Cantos de Ezra Pound, un poco Lord Byron, algo presente de Lorca Y S.T. Coleridge, en fin, un viaje. En Misivas para los tiempos de paz, hay reafirmación puertorriqueña, caribeña y latinoamericana que es la esencia que me define como ser humano y poeta. He escrito versos patrióticos, sí, varios y muchos. Abundo en la teoría del abandono de nuestras raíces, y lo que nos define como esencia, a cambio de apostar por tambaleantes diatribas del progreso económico y de abrazarnos a un país que, ni nos incumbe y en nada nos dialoga como caribeños en sangre y espíritu. Bajo resumen, me confieso puertorriqueño, caribeño y latinoamericano, sobre cualquier cambio, a toda prueba y en infinito, si acaso el infinito nos comprueba un toque humano.

3.1 WRS – Si comparas vuestro crecimiento y madurez como persona, poeta, artista, editor y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

3.2 MR – Pregunta profunda, esta. Creo que en el andar del poeta, que, es un caminar a la buena manera de Antonio Machado y su ‘’converso con el hombre que va conmigo’’ es decir ese ininterrumpido diálogo interior entre el silencio, la lectura, el proceso de las imágenes, el desprendimiento, el buen uso de la soledad, y la palabra; aquí ese hombre elemental se robustece, madura, se impone a sus propias fórmulas previas en la creación. La existencia es un árbol innumerable de cortezas, y semillas. O sea, digo, los temas perduran y nos persiguen: alma, espíritu, cuerpo, miedo, patria en derrumbe, la mentira del voto, y la necesidad de libertad. Mi estimadísimo, somos esclavos. La poesía, como única ambición que necesito, es una libertad. Creo que he madurado, que se distancian unas materias de otras, pero que el lanzamiento al vacío a la hora de enfrentarme al poema y de cómo irán las imágenes en el poema, continúan siendo un principio.

4.1 WRS – Marioantonio, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo a su quehacer poético y vuestro trabajo de docente-investigador?

4.2 MR – Vengo de una generación de escritores y creadores, de la cual aprendo. Un marco de referencia absoluto en diversidad y temas, otras presencias, buenas divergencias, estilos, discursos, protestas. Inclusiva, la generación o cauce de generaciones por las cuales he cruzado; antes, la muralla tenía la palabra; era el rito del canon, de la atalaya de marfil que se desangraba perfilando luces. Ahora la mesa siempre tiene un sitio, donde nos sentamos, y hablamos. Visualizo un trabajo compartido, en constante proceso de discurso, y en brecha luminosa.

5.1 WRS – Ha logrado mantener una línea de creación enfocada en una poesía ausente de “los aceites que dictan las caducas modas literarias” en Puerto Rico. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

5.2 MR – ¿Será atrevido exclamar que he sobrevivido a la crítica? Soy muy tímido al momento de trazar visualizaciones exteriores a mi obra. Se me hace muy difícil-por el mismo rigor que exige la poesía, como un orden contra el ‘’mayor orden de las mayorías”-poder ubicarme en un tiempo, espacio, discurso, traslación, o continuidad en un camino cada vez en desafío, escribir es libertad, y la libertad nos desnuda al desafío.

6.1 WRS – Sé que vos es de San Juan, Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? O, más bien, un escritor, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

6.2 MR – No soy capitalino, eso vino después bajo ciudadanía de estudios. Al tiempo fue Guadalajara, Juan Rulfo, Arreola, Efraín Bartolomé, Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, y más aún, el Caribe. Mi pueblo es Naguabo; ahí mi escuela Rafael Rocca con su centenario árbol y repleta de tardes tranquilas entre la biblioteca, buenos amigos, una primera novia y el ajedrez. En esa escuela mis primeros escritos, en la revista Ondas, y el honor de escribir el poema de la clase graduanda. Soy escritor puertorriqueño, echando de menos el abrazo de esa Latinoamérica y esa Cuba que el coloniaje nos niega. Y sí, fui universitario mexicano, más hice periodismo en México, y también mi primer saltillo mediático en Radio Universidad de Guadalajara con “Páginas de Puerto Rico y el Caribe”. Recuerdo aun la primera grabación: La Confederación Antillana.

7.1 WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo y su formación en Puerto Rico?

7.2 MR – Mucho. Es todo personal en mi obra. Siempre pasa algo donde nuestra identidad irresoluta saca el rostro. Hay un espejo que se rompe y muestra otro. Hay una soledad crucificada por la ceguera de un pueblo sin verdaderos líderes y el circo del voto. La existencia, también es otro hemisferio que camino descalzo y sin clima.

8.1 WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo a su experiencia de vida como estudiante antes y después de su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor en Puerto Rico hoy?

8.2 MR – La moneda lleva una sola cara, supongo: la poesía en su libertad y como aprendizaje. Mi meta ha sido en la universidad y después, mantenerme en ese ‘’aprendiz de poesía’’ La lectura de contemporáneos que no siguen charoleos mediáticos, o de creerse alpinistas en su propio ego. El poeta, bien ha dicho Miguel Hernández “es viento del pueblo” Su voz recae en su patria, que le necesita. Punto. Me encantan los poetas o escritores enteramente libres, directos al hombre y sus circunstancias. Gusto del escándalo de un gran poema, no de lo enano del desorden o la soberbia. En eso y para eso, yace toda mi integración en la energía ordenadora que me impone la poesía.

9.1 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo y a la temática poética del mismo? ¿Cómo ha variado?

9.2 MR – Siempre-creo, y con el margen de error alto-ha habido un diálogo limpio y receptivo con mis lectores. La reacción ha sido caminante con el abrazo al desconocido que, de momento camina conmigo y los mensajes que intento transmitir. No tengo queja. La vida me ha saludado en ese aspecto a manera de estímulo y con felicidad. Lo que pasa es que, de nuevo-vale repetirlo- la poesía no es aspirar, es caminar, evolucionar, aprender a entrar desnudo al oráculo, que es la palabra. Confieso que fracaso a diario, pero la lucha me deslumbra, y creo que mis lectores así lo sienten.

10.1 WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes pendientes?

10.2 MR – Actualmente, comparto un espacio con la queridísima poeta y productora radial Rosa Vanessa Otero en su programa ‘’Alapoesia” que transmite Radio Universidad de Puerto Rico todos los miércoles a las 3 PM y donde reseño las nuevas publicaciones del país, también trabajo entrevistas con ella y sus invitados. Tengo dos libros producidos, y uno en construcción: “La era del cielo”, que espero publicar el año próximo. Lo otro es editar que siempre hay mucho trabajo, hay pujanza en nuestros autores y quieren presentar sus propuestas a la patria. Editar, es un oficio entre la imaginación, la inteligencia y el silencio, y a su vez, una forma de nacimiento: sabes, que la causa no está perdida.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

https://rebelion.org/la-poesia-como-unica-ambicion-que-necesito-es-una-libertad/
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Ilka Oliva Corado: única forma que posso expressar meus sentimentos é através da escrita

 Por: Ilka Oliva Corado


Tradução do Beatriz Cannabrava, Revista Diálogos do Sul


Recordo claramente esse instante, as palavras presas na garganta sem poder sair se tornavam um remoinho, o coração batia a mil e o encantamento mal me deixava dar um passo. Saí daquele lugar estonteada e me encontrar com a luz pálida da tarde abraçando a noite; olhei ao meu redor, respirei fundo e caminhei em direção ao ponto de ônibus; estava na zona 1 da capital guatemalteca e tinha 17 anos.

O curso de Educação Física tinha aulas o dia inteiro de segunda a sexta; para que os alunos descansassem um pouco nos davam uma tarde livre por semana, para a minha turma era a quarta-feira. Então eu às vezes me punha a caminhar pela zona 1, sozinha, porque gostava de observar e parar onde quisesse; assim foi como entrei a várias igrejas pelo puro afã de respirar o aroma do incenso que eu gosto, ver as formas dos círios e suas cores e as luzes das velas agonizantes queimando-se lentamente, levando consigo mesmas nem sei quantos preces dos fiéis que as deixavam ali. O silêncio muito peculiar desses recintos, o ar frio que passa por debaixo dos bancos como uma corrente que toca os calcanhares.

Arquivo Pessoal. Norte, o 15º livro de Ilka Corado, publicado em 8 de setembro de 2019.

Eu, que não havia passado das ruas do arrabalde e dos corredores do mercado La Terminal, caminhar pela zona 1 foi um descobrimento monumental, como impressionante foi o instante em que conheci o arco do edifício dos correios; lembro de haver entrado e observado lentamente tudo. Sem falar no dia em que caminhei nas cercanias do teatro nacional, aquele grande animalzão. Digo caminhar porque não tinha dinheiro nem para comprar um chiclete. Essa limitação do dinheiro eu a havia vivido sempre com as necessidades básicas de sapato, comida, a mensalidade do colégio, mas comecei a vivê-la mais quando entrei nas livrarias e não podia comprar um livro. Ficava enamorada deles e os deixava aí nas estantes, com o coração partido. Então quando cada dois meses nos davam por parte do governo um cheque com a quantidade exata para uma passagem de ônibus diária de transporte urbano para 60 dias, eu o gastava em livros. Do banco ia diretamente às livrarias e aí deixava até o último centavo; o dinheiro da passagem eu ia ver depois como me arranjava. Esses livros foram minha companhia naqueles anos. Eu os comprava nas versões que faziam para estudantes em livros de bolso, buscava os mais baratos para poder comprar a maior quantidade possível.

Mas naquela tarde, caminhando pelos arredores da igreja de São Domingos vi em um vitrine que anunciavam a projeção de um documentário, eu nem sabia o que significava essa palavras, não sabia o que era um documentário mas entrei chamada pelo nome e pela minha eterna curiosidade. Tive tanta sorte que a entrada era gratuita e acabei de entrar e a poucos minutos começou e tudo aquilo me maravilhou. O recinto de paredes brancas como as casas dos povoados de paredes rústicas pintadas com cal, uma enorme manta branca pendurada na parede e as imagens em branco e preto que saiam de um aparelho tão pequenininho que eu não podia crer que tanta atrocidade, tanta formosura e tanta história coubessem em algo tão pequeno. Saí dali com o coração partido em mil pedaços e com um revoo de sentimentos e palavras que me formigavam nos lábios; nesse instante me dei conta e soube por primeira vez que era incapaz de me expressar. O que havia me causado ver o documentário sobre a vida de Ana Frank não pude contar a ninguém, nunca. Foi tão profundo o que senti nesse dia, chorei esse tipo de pranto que não sai em lágrimas, mas se amarra no peito.

Para esses anos a poesia que havia começado a escrever em minha adolescência estava enterrada a três metros abaixo da terra, a deixei de lado, tudo o que havia começado a escrever aos 14 anos de idade se perdeu, enterrei. Como enterrei a pintura. Até que passaram os anos e longe daquele muro onde me sentava para escrever olhando para as montanhas verde garrafa, uma madrugada a poesia voltou a mim para salvar-me a vida uma vez mais. Publiquei 15 livros desde então, longe daqueles edifícios, daquelas ruas, daquele muro. Mas, por que ter um blog e publicar livros? Meu blog é meu livro de bordo, meu diário; a única forma em que posso expressar meus sentimentos mais profundos é por meio da escrita e é minha única forma de comunicação real, pura. Poderei falar, fazer vídeos, por aí conceder alguma entrevista (as quais recuso porque não gosto delas) mas a única forma em que posso expressar a profundidade dos meus interiores é através da escrita.

Sou néscia. Meus livros refletem minha ignorância, minha insistência e meu agradecimento. Meu amor próprio no qual trabalho todos os dias porque o amor também se aprende como se aprende a andar.

São essa obstinação por dar abrigo à adolescente que vagava desorientada pelas ruas da capital. Dizer-lhe que pode criar seus próprios livros, que pode expressar por meio da poesia, dos relatos, que pode pintar os rabiscos que desejar. E que não lhe importe se outros criticam sua instabilidade emocional, devido às suas formas. Porque não há formas precisas para expressar a profundidade da alma.  Meus livros são minha forma de amá-la, de abraçá-la, de dar-lhe abrigo e calor. E são esse instante, aquele instante na porta daquele edifício, acompanhando-a de regresso à sua casa depois de haver descoberto não só a magia monumental do documentário, a Ana Frank, mas a profundidade de seus silêncios e sua inexpressão.

E através dela às adolescentes que têm medo de sonhar porque lhes disseram que os sonhos não são para os pobres, para as loucas, para as putas, para as que cheiram cola, para as mamães solteiras, nem para as que vendem nos corredores dos mercados. Nem para as que trabalham em casas de segunda a sábado e saem nos domingos para dar uma volta no parque, vagando desorientadas nas ruas empoeiradas das grande urbes, com os braços doloridos de tanto passar pano e encerar o chão. Sim, meu livros também são para elas e sei que algum dia vamos nos encontrar, nem que seja através das filhas de suas filhas, mas nesse dia nos vamos a fundir em um abraço único e cálido finalmente. Para vocês é minha letra e minha pintura que significam a insistência das alienadas às oportunidades e à realização dos sonhos.

Nota: Em 8 de setembro de 2019 publiquei meu livro Norte, meu livro número 15. Esta foto não a publiquei, mas é minha fotografia favorita dessa série tomada pela magnífica Moira Pujols. E a celebro como celebro a cada uma das minhas pinturas e cada uma das minhas crias.

Fonte:  https://cronicasdeunainquilina.com

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Violeta, la transgresora

En la sociedad conservadora de mediados de siglo, Violeta fue un soplo de libertad

 

La obra de esta gran folklorista nacida un 4 de octubre, marcó para siempre un cambio de perspectiva sobre el valor de la expresión popular. Además, en cada etapa de su intenso paso fue dejando lecciones valiosas sobre el papel de la mujer dentro de una sociedad cuyas normas la relegaban a la domesticidad como función primordial de su sexo. Luchadora sin tregua y sin miedo para destrozar los paradigmas que ataban a sus congéneres a un marco de valores estrecho y limitante, “la Violeta” podía expresar, sin recato ni medida pero con un talento fuera de serie, un discurso de humanismo y equidad a través de su música, su poesía, su obra plástica y sus impresionantes tapices.

Innumerables son los estudios realizados sobre la vida y obra de esta mujer pionera, muchos de ellos realizados fuera de Chile, su país natal. Referente mundial como investigadora de costumbres y expresiones artísticas de las comunidades rurales y sus pueblos originarios, su legado cubre el rescate de tradiciones y leyendas populares relegadas al olvido. Viajera incansable y ávida por absorber otras culturas, su bagaje personal de experiencias le fue confiriendo un papel protagónico como ejemplo de identidad desde Chile hacia el mundo y la transformó en un personaje esencial para conocer, desde otras latitudes, la riqueza cultural de su patria.

En la obra de esta mujer notable sobresale de manera constante su mensaje contestatario, pero también está cruzada por un himno al amor:

“El amor es torbellino

de pureza original;

hasta el feroz animal

susurra su dulce trino,

detiene a los peregrinos,

libera a los prisioneros;

el amor con sus esmeros

al viejo lo vuelve niño

y al malo solo el cariño

lo vuelve puro y sincero.”

Pero ese talento universal, esa cualidad expresiva que la llevó a la cumbre de la fama fue también un acto de libertad y denuncia impreso en poemas y canciones para la posteridad, en donde se refleja la ironía de un mundo que, en el fondo, nunca cambia:

“Miren como sonríen los presidentes cuando le hacen promesas al inocente /

Miren como le ofrecen al sindicato, este mundo y el otro, los candidatos.

Miren como redoblan los juramentos, pero después del voto, doble tormento /

Miren el hervidero de vigilantes para rociarle flores al estudiante.

Miren como relumbran Carabineros para ofrecerle premios a los obreros /

Miren como se visten cabo y sargento, para teñir de rojo los pavimentos.

Miren como profanan la sacristía con pieles y sombreros de hipocresía /

Miren como blanquearon mes de María y al pobre negaron la luz del día.

Miren como le muestran una escopeta para quitarle al pobre su marraqueta /

Miren como se empolvan los funcionarios para contar las hojas del calendario.”

Violeta Parra no solo dejó un legado artístico imborrable; logró fusionar de manera inigualable lo folclórico con lo académico y formal, demostrando la exquisita sensibilidad estética de uno de los personajes más relevantes del siglo veinte.

Violeta: la memoria de un pueblo hecha canción.

elquintopatio@gmail.com

Fuente: https://rebelion.org/violeta-la-transgresora/

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Los 10 libros africanos que destacamos del 2019

Reseñas/04 Enero 2020/El país

Repasamos en esta lista las novedades que nos trajo el año, tal como hemos venido haciendo desde 2016. Hay más, mucho más; lo sabéis, lo sabemos, pero el número elegido marca las reglas del juego

Sería un error no aprovechar el interés que suscitan las listas para tratar de mostrar parte de lo que ha dado de sí este 2019 en el ámbito literario. Un año fulgurante en el que tuvimos la suerte de que nos visitaran tantos escritores: Leila Slimani (Operación ogro. Cabaret Voltaire), Mona Eltahawy, Mia Couto, Ngugi wa Thiong´o (La revolución vertical. Rayo Verde, también en euskera, catalán, gallego y aranés y Gerra garaiko ametsak. Txalaparta, la traducción a euskera de Sueños en tiempos de guerra, primera parte de las memorias del escritor), Ben OkriFelwine SarrChimamanda Ngozi Adichie, Mohamed Mrabet (El limón. Cabaret Voltaire) y Helen Oyeyemi (Lo que no es tuyo no es tuyo. Acantilado).

Ha sido también el año en el que Guinea Ecuatorial ha consolidado su presencia entre las novedades de las librerías. Junto a Hija del camino (Grijalbo) de la periodista Lucía Mbomío, se ha mostrado lo nuevo de veteranos como Justo Bolekia (Quien es quien entre los escritores de Guinea Ecuatorial. Sial), prolíficas como Trifonia Melibea Obono (Yo no quería ser madre. Eganes), diferentes como Óscar Nchaso Bekari (Dreams, Universo de letras), reflexivas como Ángela Nzambi (Mayimbo. Sial), autobiográficas como Carolina Nvé Diaz San Francisco (Mis madres son estrellas. Sial) o antólogicas como Juan Riochí (Nuevas voces de la literatura de Guinea Ecuatorial. Diwan).

Pero, además de novedades, 2019 nos trajo un documental, que ha visto la luz, gracias al crowdfunding, bajo la dirección de Marc Serena con el significativo título de El escritor de un país sin librerías, en torno a Juan Tomás Ávila Laurel. Este, aun siendo uno de los escritores que más reconocimiento ha recibido por su trayectoria, sobre todo gracias a su obra Arde el monte de noche (Calambur, 2009), sigue siendo un desconocido. Este mismo año, precisamente, publica su última obra Cuando a Guinea se iba por mar (Carena) en la que recupera la historia del periodo colonial español.

Lo triste lo dejamos para el final. Las pérdidas irrecuperables, la nostalgia de lo leído y creado por voces que no volverán a narrar más, que no volverán a cogernos de las manos para sumergirnos en sus mundos. Se fueron Gabriel Okara, el gran poeta nigeriano y Bernard Dadiéla biblioteca ambulanteNos quedamos sin tambores para decir adiós a Binyavanga Wainaina, que se llevó su ironía, su inteligencia y su brillo demasiado pronto. Se nos vino a la boca el grito cuando se fue ese tejedor de palabras que fue Antonio Lozano, el escritor siempre en marcha, dispuesto, comprometido… necesario, tan necesario. Se fueron, es cierto, pero también esto lo sabéis, lo sabemos, quedan sus obras para reencontrarnos siempre con ellos.

Ahora sí, esta es la lista. En esta ocasión hemos añadido una cita de cada libro como regalo. Esperamos que la disfrutéis.

FICCIÓN

1. Hermanos de alma, de David Diop. Traducción: Rubén Martín Giráldez. Editorial Anagrama. En 2018 se celebró el centenario del final de la I Guerra Mundial y Diop publicó esta novela que descubría otras voces silenciadas por el relato histórico. Original y magnética la trama nos sumerge en la historia de un tirador senegalés, un joven reclutado para luchar muy lejos de su tierra natal. Diop nos ofrece descubrir otra ángulo de la Historia no tan conocido y también sentir en las venas la guerra con todo su horror.

La cita: “Pensar demasiado por cuenta propia es traición” (pág.113).

2. Asesinato entre las yucas, de Bai T. Moore. Traducción, prólogo y notas Guillermo López Gallego. Editorial La Umbría y la Solana. Se agradece la recuperación de obras del pasado. Esta fue publicada en 1968 y, partiendo de un asesinato, el hallazgo del cuerpo mutilado de una joven, Moore nos sumerge en una trama en apariencia sencilla, exenta de visión crítica, que nos sumerge en el tejido liberiano de manera muy realista, proporcionando la sensación de estar dentro de ese mundo. La obsesión amorosa hasta el extremo emerge como fondo de una novela que huye de los tópicos de la literatura de su tiempo.

La cita: “Ves, cuando las mujeres hacen bien las cosas, les llueven las alabanzas” (pág.80)

3. Bajo las ramas de los udalas, de Chinelo Okparanta. Baile del Sol. Trad. Iballa López. Ijeoma, cuya orientación sexual le lleva a elegir a mujeres y no a hombres que es lo que todos; familia, sociedad y país esperan de ella, es la protagonista de una novela que ha abierto muchas conversaciones en Nigeria. Volvemos a la guerra de Biafra dentro de una trama en la que la religión tiene una gran presencia mostrándonos la vida cotidiana cuando transcurre en medio de una guerra, un internado, una familia o un matrimonio.

La cita: “Quizá el amor era una mezcla de amistad y encaprichamiento. Un profundo afecto unido a una suerte de asombro reverencial” (pág. 149)

4. La expedición al Baobab, de Wilma Stockenström. Traducción: Lorenzo Luengo. Editorial Siruela. Escrita en afrikáans en 1981 fue un J.M. Coetzee rendido quien la tradujo al inglés. La voz íntima y personal, poética, de la protagonista sin nombre nos adentra en su vida de esclava, en los horrores soportados, en las claudicaciones padecidas, hasta encontrarse a si misma en el interior de un baobab en algún lugar del veld sudafricano. Desde allí su mente volará libre hacia todos los lados.

La cita: “Y guardar silencio, también, tal vez guardar silencio hasta el punto de soñar hacia fuera pues el sueño es nuestro séptimo sentido” (pág.2)

5. La sociedad de los soñadores involuntarios, de Jose Eduardo Agualusa. Traducción: Claudia Solans. Editorial Edhasa / La societat dels somiadors involuntaris. Traducción Pere Comellas. Editorial Periscopi (catalán). Huyendo de la realidad, llena de personajes unidos por el sueño, ya sea porque alguien sueña con ellos, porque ellos sueñan los sueños de otros o porque quieren llegar a grabarlos, así se puebla la última novela escrita por el angoleño. En esta, de nuevo, nos habla de un país que arrastra muchos dolores de la guerra de independencia, pero que tiene la capacidad de emprender nuevos caminos para salir de la cerrazón y la imposición que ha venido después. Una joven mostrará la necesidad de las utopías cuando se sueñan de manera colectiva.

La cita: “Un tipo sabe que nació en el tercer mundo cuando tiene más miedo a los policías que a los ladrones” (pág.127).

6. Cuentos de los niños perdidos, de Diriye Osman. Traducción: Héctor F. Santiago. Team Angelica Publishing.  Las historias que conforman este volumen nos adentran en las experiencias y vivencias de jóvenes homosexuales somalíes. La confrontación con una sociedad y un entorno familiar que se manifiesta brutalmente contra ellos complementa el periplo de los campos de refugiados, del exilio, de la migración. Muchos personajes soportan además de esta carga un estrés postraumático, otros el tabú de las enfermedades mentales. Son niños perdidos en búsqueda de su lugar.

La cita: “En la cultura somalí hay cosas que no se expresan: cómo amamos, a quién amamos y por qué”.

7. Mi hermana, asesina en serie, de Oyinkan Braithwite. Traducción: Montse Meneses. Editorial Alpha Decay. Como un fogonazo ha sido el debut de la nigeriana. Lluvia de críticas, de reconocimientos y de premios para una obra que, bajo el paraguas de “thriller”, se adentra en las relaciones familiares y fraternales. Las protagonistas son dos hermanas antagónicas a las que les une un pasado en el que les quitaron la ingenuidad de forma abrupta.La trama muestra también a las nuevas generaciones que desde Lagos viven a través de las redes sociales mientras siguen sumergidas en una sociedad patriarcal que las ahoga. Ágil, con tono de juego y pinceladas de humor negro, es un experimento irónico con cierto aire Nollywood,

La cita: “Todo el mundo está obsesionado con su físico, Muhtar” (pág. 79).

8. Doce relatos urbanos. Doce voces africanas. Edición de Ángeles Jurado. Traducción: Iballa López Hernández, José Luis Márquez, Sandra Moradell Cabello y Ángeles Jurado Quitana. Editorial Baile del Sol y Casa África. Las mil caras de las ciudades bajo las lentes de las miradas de doce escritores de diferentes partes del continente africano. En el prólogo Ángeles Jurado destaca que “Ben Okri habla de la literatura como un billete de avión imaginario cuando el viaje físico es imposible”. También es una manera de adentrarnos en voces poco o nada conocidas que a través de pequeñas ventanas nos dejan entrar de manera tímida a unos universos que podemos seguir conociendo, en una excitante exploración que ya únicamente le corresponderá al lector. Destacamos la presencia de Armand Gauz, ganador este año del “Gran Premio literario del África negra”.

NO FICCIÓN

9. Las mentiras que nos unen, de Kwame Anthony Appiah. Traducción: María Serrano Giménez. Editorial Taurus. El libro, ya lo dijimos, invita a más de una reflexión sobre quiénes somos, una cuestión central y muy viva en el mundo global. Appiah ha escrito una texto con la idea central de echar por tierra un error en el que solemos caer: «el de dar por hecho que en el corazón de cada identidad residen unas similitudes profundas que vinculan a todas las personas que comparten dicha identidad». Dando muestras de gran erudición, contando historias de su propia historia personal, habla sobre las etiquetas que nos construyen y de la dificultad de liberarnos de ellas, pero al mismo tiempo asume que no podemos prescindir de las identidades, ya que a pesar de todo, sirven para unirnos.

POESÍA

10. Antología poética, de Gabriel «Mwènè» Okoundji. Traducción Leandro Calle. Editorial Pretextos. De versos como este está lleno este libro: «Se necesita todo el silencio de las palabras para decir tu nombre». El del poeta, admirador de Césaire, es uno de los más reconocidos. Originario de República del Congo, en 2010 le concedieron el “Gran Premio del África negra”. Su traductor y prologuista, Leandro Calle, recoge las palabras de Okoundji, quien afirma “No somos ante todo seres de inteligencia, somos ante todo seres emocionales”.

MENCIÓN ESPECIAL

Dejamos un espacio para tres libros más.

El primero es una Antología de poesía tunecina contemporánea, traducida del árabe por Ridha Mami y editada por Sial, a la que hemos llegado tarde pero que creemos es una apuesta interesante siendo, además, la única antología de este tipo y uno de los escasos libros que se pueden leer en castellano de la rica e interesante literatura tunecina que se está produciendo hoy en día.

El segundo es fruto de la incesante labor de la editorial 2709Books que publica únicamente en formato digital. Este año, traducido por Alejandra Guarinos, nos ha llegado la última parte de la trilogía político-social marfileña de Venance Konan, bajo el título Catapila, jefe del pueblo que “puede leerse como relato independiente o como continuación de Robert y los Catapila y Los Catapila, esos ingratos». 

El tercero que destacamos es la reedición tantas veces esperada de un “clásico” de las letras africanas, Mi carta más larga de Mariama Bâ (Traducción de Sonia Marín Pérez. Editorial Wanafrica). Bâ eligió contar su historia desde la perspectiva de tres generaciones de mujer, salpicando el texto de ideas y pensamientos sociales y políticos en un texto que sigue manteniendo vivo su interés.

Con la cita de este último libro nos despedimos por este año:

“Celebro de corazón cada vez que una mujer surge de la sombra” (pág.135).

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/12/30/africa_no_es_un_pais/1577739992_192956.html

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