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La caída de la otra mitad del mundo

El nuevo mundo tendrá que asumir un paradigma de transformación incluyente sobre la base de la esencialidad humana compartida.

El 9 de noviembre de 1989 el mundo sufría una sacudida. Caía, con el Muro de Berlín, el telón de la experiencia soviética y se desgranaba el bloque de naciones que en el Este europeo habían cultivado, con luces y sombras, un socialismo centralista.

Del lado occidental, el triunfalismo dominaba la escena y se difundía, en un gigantesco intento de manipulación, un supuesto fin de la historia y de las ideologías, dando por sentada la victoria definitiva del capitalismo, bajo la égida de su país insignia, los Estados Unidos de América.

Ya en el estertor de aquel breve espejismo neoliberal, el pensador humanista Silo se preguntaba: “¿Cómo ocurrirá la caída en la otra mitad del mundo?”[1]

Esa caída está ocurriendo ahora.

La rivalidad de los contrincantes

Con signo distinto, pero con herramientas similares, China disputa hoy en todas las esferas la preeminencia que tuvo Estados Unidos durante el siglo pasado. El gigante oriental aprovecha su potencia demográfica -virtud y a la vez preocupación principal- para ascender al podio de los indicadores socioeconómicos a nivel mundial.

Si bien su producto bruto interno sitúa a la potencia norteamericana todavía en lo más alto de la escala, con más de 19 billones de dólares frente a los 14.7 billones de China, el nivel de las exportaciones de la potencia oriental ya duplica en 2021 el de los primeros.[2] De este modo, mientras la balanza comercial del país asiático muestra un superávit de 572 mil millones, la de su adversario occidental exhibe un aplastante déficit de casi 1 billón (en la notación en español, millón de millones).

Otro tanto sucede con la deuda, que en el caso estadounidense asciende a un 134% del PIB (2020), mientras que la de China comporta un 68%, a pesar de su inversión sostenida.

Significativo es también el avance chino en la producción energética. A pesar de la elevación en su consumo general (un 50% más que el de EEUU), China exporta en este rubro el doble e importa más de 10 veces menos.[3]

Más allá de las cifras económicas, es imponente el avance chino en el aspecto de la mejora socioeconómica de su población. Según los datos del sitio consultado, el riesgo de ser pobre en aquel país ha descendido desde el año 2000 de un 50 a un 0%. Mientras tanto, en EEUU ese porcentaje ha oscilado en los últimos veinte años entre un 11 y un 15% de la población. Es decir que, con una población cuatro veces menor, más de un estadounidense de cada diez se encuentra con severas dificultades en su supervivencia, lo que es una muestra evidente de decadencia sistémica.

Otro indicador del declive del modelo otrora dominante, es la violencia física extendida y el temor que sufren los habitantes de los Estados Unidos, donde a diario suceden un promedio de 45 asesinatos. Por otra parte, constituyendo menos del 5 por ciento de la población mundial, tiene casi la cuarta parte de los presos del mundo, exhibiendo así una mezcla explosiva de criminalidad y represión legalizada. China supera ligeramente a EEUU en términos absolutos en la cantidad de reclusos (unos 2 millones y medio de presos), pero en razón de su volumen de población la proporción de personas encarceladas es de 170 frente a los 670 por cada cien mil del país del Norte.

El espacio avasallado

Más allá de estas breves comparaciones casi escolares, la sombra del declive de la otrora potencia hegemónica, se extiende sobre los espacios que logró o pretendió convertir en vasallos. El llamado “hemisferio occidental” en la jerga de la política exterior estadounidense, se encuentra sumido en una severa crisis, que tiene a la inflación, el endeudamiento, las desigualdades y la miseria como principales componentes.

Así, en estos territorios situados en Europa, Latinoamérica y el Caribe, blanco del proyecto neocolonial,  abundan las revueltas populares contra el alineamiento impuesto por la política imperial y las legiones de la OTAN.

Mientras los pueblos de Europa, con mayor o menor conciencia de sus causas, se alzan contra la situación producida por el status de ocupación de la posguerra – que en su momento supuso cierto bienestar y estabilidad, cuestiones centrales para el mandato cultural de sus componentes nórdicos –, sus débiles gobernantes continúan siendo portavoces de rendir tributo a un mundo que ya no existe.

Huelgas en el Reino Unido, Francia, Alemania y Bélgica, la paralización de vuelos a comienzos de la temporada estival, las protestas de agricultores en Holanda o de los trabajadores de la sanidad en Grecia, masivas manifestaciones en Bulgaria, Macedonia del Norte e Italia, se enhebran en un collar de malestar antigubernamental creciente, cobrándose renuncias como las de Mario Draghi, Boris Johnson o la primera ministra de Estonia Kaja Kallas. Asimismo el impetuoso avance de la France Insoumise liderada por Melenchon, pero también el crecimiento de la extrema derecha de Marine Le Pen en las últimas elecciones parlamentarias de Francia, signadas además por un alto abstencionismo, muestran el humor político anti-establecimiento que campea en tierras europeas.

El conflicto bélico en Ucrania, producido por la insistencia militarista estadounidense de expandir las fronteras bajo su dominio y evitar que Europa se incline cada vez más hacia el Oriente, no ha hecho sino agudizar la situación, cuyos factores estructurales habían sido ya empeorados por la pandemia del Covid-19.

Por otra parte, los bancos y los fondos de inversiones de todo el mundo se preparan para un recrudecimiento sin precedentes de los disturbios civiles en Estados Unidos, Reino Unido y Europa, ya que la subida de los precios de la energía y los alimentos eleva el coste de la vida a niveles astronómicos, dice Nafeez Ahmed, citando en condición de anonimidad a un alto ejecutivo de Wall Street.

Las mismas señales de rebelión surcan el frente latinoamericano y caribeño. La movilización social en Panamá, Ecuador, Colombia o Chile, países atravesados por la insensibilidad social del neoliberalismo como política de Estado, dan clara muestra de ello. De este modo, la breve revancha del capital luego de la ola de gobiernos progresistas en la primera década del siglo XXII, trajo nuevamente consigo el hastío popular.

Sin embargo, el marco de crisis sistémica cobra muy caro los errores a los nuevos gobiernos emergentes, que de no abrirse a nuevos rumbos, sufren el azote de anclarse, voluntaria o involuntariamente, al poder establecido generando finalmente la desazón popular en lugares que generaron esperanza como Argentina o Perú.

En esta región, el desalineamiento del derrumbe estadounidense es primordial y parece ser solo posible a través de la aceleración de la integración supranacional con fuerte participación de los pueblos.

La implosión imperial

Tal como sucede con diversas enfermedades derivadas de un crecimiento desproporcionado, los imperios, pretendidos o consolidados, suelen caer por su propio peso. La dificultad de mantener el orden en territorios cada vez más distantes, el desmedido costo de aprovisionar y sostener su poder militar, las reyertas de poder en su interior y la falta de adaptación al advenimiento de ideas y prácticas superadoras, son algunas de las causas frecuentes del desmembramiento de imperios que en su momento parecían invencibles.

Pero previo a ser superados por potencias adversarias, sus centros se derrumban por implosión.

Tal es el caso de los EEUU, país que sostuvo una política expansionista en términos militares, económicos, diplomáticos y culturales desde su misma creación. Hoy la entropía hace estragos en su propio territorio y a pesar de la persistencia en exportar sus esquemas violentos a través de la cinematografía y la tecnología digital, hace ya tiempo que dejó de ser un modelo a imitar. La muerte que sus legiones llevaron a todo el planeta, se ensaña hoy en sus calles y escuelas con su propia población.

La glorificación supremacista continúa, hoy como ayer, segregando a negros y latinos, cuya proporción poblacional es cada vez mayor, sobre todo en el segmento joven y más vapuleado por la desocupación y la precarización. Según el Censo 2020, 53% de los menores de 18 años residentes en el país, manifestaron ser de un origen diferente al blanco-anglosajón. En estados como California, Nuevo México, Nevada, Texas, Maryland y Hawái y, por supuesto, en el territorio colonizado de Puerto Rico, los blancos no hispanos ya están en minoría.

A su vez, los guarismos del mismo censo revelan que, a pesar del crecimiento poblacional de un 7.35% entre 2010 y 2020 (de 308,7 millones a 331,4 millones), hubo una disminución poblacional en los condados del interior y un aumento en las grandes ciudades.

En este transcurso a una nación multirracial, más diversa, menos rural y más metropolitana, es comprensible la aparición de rémoras como el trumpismo, encontrando seguidores entre los nostálgicos de un pasado cada vez más inexistente.

Esta resistencia a las nuevas realidades, junto a las carencias en la contención sanitaria y educacional, falta de horizonte laboral, vacío existencial, adicciones, criminalidad extendida y armamentismo interno, configuran una explosiva mezcla, que podría desbordar hacia una nueva guerra civil.

Las contradicciones se exacerban. Al mismo tiempo que un importante sector de la población hace resonar alto y claro que “las vidas negras importan” o proclamas con contenido feminista, proliferan las milicias armadas ultranacionalistas y la infiltración de la ideología de extrema derecha en la policía. Mientras tanto, la Corte Suprema elimina el derecho constitucional al aborto y uno de sus jueces, Clarence Thomas, pide revisar el fallo que consagró el derecho al matrimonio homosexual y a obtener métodos anticonceptivos, en una clara cruzada conservadora que alienta a quienes promueven el discurso del retroceso.

El sistema político estadounidense, cooptado hasta la médula por la corrupción empresarial,  ya no cuenta con el respaldo mayoritario de la población. El asalto al Capitolio y el desconocimiento de Trump de su derrota electoral no hacen sino enardecer a un amplio sector que ya reniega del barco hundido de una democracia inexistente.

La superación de lo viejo por lo nuevo

Hay quienes, con fe bienintencionada pero finalmente ingenua, son impulsados a creer en la inexorabilidad de futuribles producidos por fuerzas mecánicas. Con ello, no hacen sino debilitar, al menos en lo conceptual, la potencia agente de la intencionalidad de los conjuntos humanos en el desarrollo de la historia y muchos de ellos, a restarse de toda acción que contribuya a la conformación de nuevos modelos de relación y organización social, dando por supuesto que ello se producirá de cualquier modo.

Aplicando un enfoque humanista, debe afirmarse que no existen tales determinismos sino condiciones de posibilidad y oportunidad. Desde esta mirada, señala Silo, es preciso distinguir entre proceso revolucionario como “un conjunto de condiciones mecánicas generadas en el desarrollo del sistema”,  y dirección revolucionaria, cuya “orientación en cuestión depende de la intención humana y escapa a la determinación de las condiciones que origina el sistema”.[4]

Así fue como los movimientos emancipadores de las Américas, portadores de los fuegos de libertad que los vientos de la ilustración habían derramado en sus conciencias más destacadas, aprovecharon los conflictos entre las potencias europeas para abrirse camino hacia su independencia.

Así ocurrió también unos años después de finalizada la guerra en 1945, cuando muchos pueblos del África y del Asia, luego de difíciles e inacabados procesos de unidad, vieron llegada la posibilidad de recuperar cierto grado de autonomía, alumbrando identidades nacionales.

La caída de “la otra mitad del mundo” y la esperanza viva de otro mundo posible en el que quepan muchos mundos, representan hoy una fuerte ventana de oportunidad para la superación de lo viejo por algo sustancialmente nuevo.

En este interregno, los “monstruos”[5] son indicadores de las resistencias a la transformación, no solo externas sino también de los pueblos, que se debaten entre la necesidad de cambio y viejos errores, entre la incertidumbre vital que atrae como un imán a antiguos dogmas y la necesidad de nuevos horizontes.

El nuevo mundo tendrá entonces que asumir un paradigma de transformación incluyente sobre la base de la esencialidad humana compartida. Una transformación radical que requiere de compromiso individual y colectivo en la construcción de la nueva realidad, tanto en la organización social, como en el paisaje interno y en los modos de relación interpersonal.

(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en la agencia internacional de noticias Pressenza.


[1]En ocasión de la Inauguración del Parque Latinoamericano, La Reja, Buenos Aires, 7/5/2005.

[2] Datos de https://datosmacro.expansion.com/paises/comparar/usa/china

[3] Según el sitio DatosMundial.com https://www.datosmundial.com/comparacion-pais.php?country1=CHN&country2=USA

[4] Silo. Cartas a mis amigos. Séptima Carta.  El proceso revolucionario y su dirección. Obras Completas vol. I. Editorial Plaza y Janés.

[5] Al decir de Gramsci

Fuente: https://rebelion.org/la-caida-de-la-otra-mitad-del-mundo/

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El mundo está en guerra

Franklin González

“El mundo ha elegido -es duro decirlo- el patrón

de Caín y la guerra es implementar el cainismo,

es decir, matar al hermano»(El Papa Francisco).

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La humanidad pareciera encontrarse sumida en una suerte de barbarie por cuanto lo que retumba por todos los rincones del planeta Tierra es la palabra guerra. La situación en Ucrania, las hambrunas anunciadas para los próximos meses y años en África, la mayor caída de los salarios reales y de la inflación en Europa en los últimos 40 años o las masacres que se producen en otros espacios (Yemen, Somalia, Irak, Palestina), son realidades que no se pueden ocultar.

De allí que una afirmación que no puede negarse es que el mundo está sumido en guerra, por doquier. Es una guerra fragmentada, una guerra donde las expresiones son multimodales, porque es económica, financiera y monetaria; social  (ganadores y perdedores); es espacial, tiene lugar en varios continentes; es por la hegemonía mundial; también sus expresiones políticas y en definitiva, es una guerra real y concreta, nada tibia y tampoco fría.

Una guerra económica, financiera y monetaria.

El 22/07/2022 el inversor estadounidense y autor del libro Padre rico, padre pobre, Robert Kiyosaki, ha hablado de que el mundo está en presencia del “efecto dominó” y advirtió que: «La inflación puede conducir a una gran depresión. Colapso inmobiliario. Las ejecuciones hipotecarias aumentaron un 700 % respecto al año pasado. Comenzaron los despidos”.

La inflación en EEUU se disparó en junio, llegando al 9,1 %, cifra que representa el ritmo más rápido de incremento inflacionario en esa nación para un periodo de 12 meses desde noviembre de 1981. Además, el mercado inmobiliario continuó debilitándose en junio, con las ventas de viviendas y la demanda de hipotecas cayendo a un mínimo de 22 años, debido al aumento de las tasas de interés y los temores de recesión. Se han incrementado las ‘propiedades zombis’ como resultado de las ejecuciones hipotecarias, y en el segundo trimestre más de 1,3 millones de viviendas se encontraban vacantes, lo que representa 1 de cada 76 hogares en todo el país.

Los despidos están en el orden del día en varias empresas tecnológicas (Netflix y Microsoft) y también eso está presente en Wall Street, donde los principales bancos como JP Morgan y Morgan Stanley anuncian masivos recortes de personal.

Este inversionista se pregunta: «¿Podría ser este el comienzo de la depresión más grande de la historia?».

Se ha dicho que la guerra en Ucrania, los confinamientos en China, los trastornos de la cadena de suministro y el riesgo de estanflación afectan el crecimiento y que para muchos países será difícil evitar la recesión.

El Banco Mundial sostiene que la coyuntura actual se asemeja a la padecida en 1970 por las siguientes razones: perturbaciones continuas del lado de la oferta que favorecen la inflación precedidas por un período prolongado de política monetaria altamente acomodaticia en las economías avanzadas; perspectivas de menor crecimiento y vulnerabilidades de los mercados emergentes y las economías en desarrollo a la hora de aplicar una política monetaria restrictiva, necesaria para frenar a la inflación.

El FMI, a través de su jefa, Kristalina Georgieva, ha rebajado su expectativa de PIB mundial. Antes de la guerra en Ucrania sus pronósticos eran de un crecimiento del 4.9% de la economía global, pero ahora lo ha reducido a 3.6%, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), estimaba un PIB mundial del 4.5%, pero con la guerra lo ha reajustado al 3%.

La estanflación ya es un hecho para el FMI y la OCDE y el Banco Mundial ve cierto “riesgo”.

El 14/07/2022, la Comisión Europea volvió a revisar negativamente su pronóstico para los países de la Unión Europea y la zona euro, y afirma que “los choques provocados por la guerra [en Ucrania] impactan en la economía europea de modo directo e indirecto, encaminándola hacia un menor crecimiento y una mayor inflación. El crecimiento rápido de los precios de los alimentos y los combustibles atiza la presión inflacionaria global, debilitando el poder adquisitivo de los hogares y obligando a los reguladores a responder con su política monetaria más rápido de lo que se suponía antes».

El 21/07/2022 el Banco Central Europeo anunció la elevación de los tipos de interés en 50 puntos básicos para frenar la creciente inflación en los países de la Unión Europea en medio de la crisis energética y política que atraviesa el bloque y se destacó que estas «nuevas e importantes» medidas permitirán que la inflación vuelva a situarse en su objetivo del 2 % a medio plazo.

La inflación interanual en la eurozona alcanzó el 8,6 % el mes de junio, frente al 8,1 % registrado en mayo y el mayor impulsor de la subida fueron los precios de la energía, que crecieron un 42 % en junio.

La divisa europea también ha pasado por su peor período en 20 años en medio de crecientes temores de una recesión. El 13 de julio, un día después de que el euro y el dólar alcanzaran la paridad, la moneda estadounidense superó a la europea.

Europa, golpeada por los efectos colaterales de la crisis ucraniana y las sanciones impuestas a Rusia, enfrenta también el riesgo de crisis de deuda de la zona del euro que presentan los países más endeudados del bloque.

Lo anterior está en pleno desarrollo y EE.UU. sigue utilizando el dólar como un instrumento para sancionar y saquear otros países, pero eso, como rebote, genera que se debilite la confianza global en el dólar y obliga a los países a usar monedas alternativas, como el Yuan y el Rublo, grandes ganadores hoy por hoy.

Una guerra social

La pandemia del Covid-19 no sólo ha traído encierro, confinamientos y mayores niveles de desigualdad. También ha traído muy buenas noticias para un selecto puñado de personas. El sumo de la riqueza mundial, esto es, el 0,1% del 0,1%, vivió en 2021 uno de sus mejores años. Las 20 mayores fortunas del mundo vieron crecer su patrimonio conjunto en 500.000 millones de dólares (440.000 millones de euros), casi un 30% más.

Hubo rotación en el primer lugar de los ganadores. El fundador de Tesla, Elon Musk, rebasó al fundador y propietario del 10% de Amazon, Jeff Bezos, gracias al estirón bursátil del fabricante de coches eléctricos. Las acciones de Tesla se dispararon un 50% en 2021 y acumulan dos años consecutivos de ganancias exorbitantes, y eso se traslada directamente a las cuentas particulares del empresario de origen sudafricano.

De esos 20 primeros puestos 14 son de EEUU. Las mujeres están en franca desventaja en esta competencia. Sólo aparece la francesa Francoise Bettencourt, heredera del imperio L’Oréal en el undécimo peldaño y  Alice Walton de la cadena estadounidense de supermercados Walmart en la vigésima posición.

Mientras eso es parte de la realidad, el director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley, advirtió que una catástrofe de hambre inminente está a punto de explotar en los próximos dos años, creando el riesgo de una presión política global sin precedentes y dijo que es probable que la actual crisis de asequibilidad de los alimentos se convierta en un verdadero peligro a menos que se encuentren soluciones.

Beasley escribió: “Los mercados mundiales de alimentos se han sumido en la agitación, con precios altísimos, prohibiciones de exportación y escasez de alimentos básicos que se extienden más allá de las fronteras de Ucrania. Las naciones de África, Medio Oriente, Asia e incluso América Latina están sintiendo el calor de este conflicto”.

Según diversas agencias de la ONU, los niveles de hambre en el mundo volvieron a aumentar el año 2021 tras dispararse en 2020 debido a la pandemia del COVID-19, y este año, con la guerra de Ucrania y el cambio climático, existe una amenaza de una hambruna y una migración masiva a una “escala sin precedentes”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la edición 2022 del informe de seguridad alimentaria y nutrición de la ONU, sostienen que hasta 828 millones de personas, o casi el 10% de la población mundial, se vieron afectadas por el hambre el año 2021, 46 millones más que en 2020 y 150 millones más que en 2019.

“Hay un peligro real de que estas cifras suban aún más en los próximos meses”, dijo David Beasley, quien agregó que el aumento de los precios de los alimentos, el combustible y los fertilizantes derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania amenazan con empujar a los países a la hambruna y añadió “el resultado será la desestabilización mundial, el hambre y la migración masiva a una escala sin precedentes”.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que la guerra en Ucrania se ha sumado a los trastornos causados por el cambio climático, la pandemia del coronavirus y la desigualdad para producir una «crisis de hambre mundial sin precedentes» que ya afecta a cientos de millones de personas. Advirtió que el mundo se enfrenta a una «catástrofe» debido a la creciente escasez de alimentos en todo el planeta y «hay un riesgo real de que se declaren múltiples hambrunas en 2022″ y que “2023 podría ser incluso peor».

Guterres subrayó que las cosechas en Asia, África y América se verán afectadas, ya que los agricultores de todo el mundo luchan por hacer frente al aumento de los precios de los fertilizantes y la energía.

Repetirán los ganadores de esta guerra social, como se plantea en la Fábula de las abejas de Bernard Mandeville, lo siguiente: “Dejad, pues, de quejaros: sólo los tontos se esfuerzan por hacer de un gran panal un panal honrado. Fraude, lujo y orgullo deben vivir, si queremos gozar de sus dulces beneficios».

Una guerra que amenaza la existencia misma del ser humano.

Según del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, desde que empezó el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, el temor de una posible guerra nuclear aumentó.

Actualmente, nueve países en el mundo tienen control de 13.000 armas nucleares y aunque algunas naciones se destacan más que otras como Estados Unidos, Rusia y China, la investigación concluye que “no importa” a quiénes se ataquen con este tipo de armas, pues los impactos serían los mismos en todo el planeta.

En ese sentido, se han realizado distintas simulaciones de guerras nucleares globales para evaluar los efectos que estallidos nucleares pueden tener sobre la Tierra. Los escenarios simulados fueron diversos, pero en la evaluación de una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia donde se utilizarían unas 4.400 armas nucleares de 100 kilotones (1 kilotón equivale a 1.000 toneladas) para bombardear ciudades y zonas industriales, los resultados fueron “incendios que expulsaron más de 330.000 millones de libras de humo y carbono negro” absorbiendo la luz solar, dirigidos a la atmósfera superior.

También se realizó una simulación más pequeña entre India y Pakistán. En esa prueba se planteó un escenario en el cual decidieran atacarse con 500 armas nucleares de 100 kilotones, lo que resultaría en arrojar de 11 millones a 103.000 millones de libras (46 000 000 millones de kilos) de humo y hollín a la atmósfera superior.

En cualquier caso, el equipo científico indicó que la liberación de humo y hollín bloquearía la luz solar en la Tierra y se perderían las cosechas de alimentos a gran escala.

Asimismo, en el primer mes, después de una explosión nuclear, las temperaturas caerían -10,56 grados Celsius, un cambio de temperatura mayor que en la última Edad de Hielo.

Así que la cuestión no es juego, más bien es muy sería para la existencia del planeta Tierra.

Una guerra por la hegemonía mundial

Como hemos dicho y se ha insistido en otros escritos, en el mundo actual si vive una lucha tripolar por la hegemonía del mundo. Sus actores están claros e identificados: EEUU, China y Rusia.

De esta guerra hablemos a través de dos verdaderos representantes del dominio occidental y de un disidente.

El 20/07/2022 el exsecretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, criticó a los políticos europeos actuales y señaló que no tienen puntos de referencia y no entienden cuáles son sus verdaderas tareas.

Kissinger afirmó en una entrevista con Bloomberg que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el canciller de Alemania, Olaf Scholz, a diferencia de líderes anteriores, no entienden cuál es su misión. Los líderes europeos no tienen sentido de la dirección y la misión. En este sentido, recordó al excanciller alemán Konrad Adenauer, así como al expresidente francés Charles de Gaulle y señaló que se daban cuenta de su misión y cumplían su papel.

También aseveró que el presidente estadounidense Joe Biden y las Administraciones anteriores se han dejado influir demasiado por los aspectos internos de la visión de China.

Por supuesto, es importante evitar la hegemonía china o de cualquier otro país, reconoció Kissinger, agregando que eso no es algo que se pueda conseguir con enfrentamientos interminables. Hay que recordar que a principios del mes de julio había dicho que no creía que había un líder trascendente en la escena mundial que respondiera a las necesidades de la época, que eso era doloroso y le preocupaba que el liderazgo no surja, en parte porque la naturaleza de la información ha cambiado tanto, que el impacto diario de los acontecimientos invalida la reflexión sobre su significado.

El 17/07/2022, Tony Blair, quien ocupó el cargo de primer ministro del Reino Unido entre 1997 y 2007 y fue un prominente líder del Partido Laborista, en un discurso durante una conferencia anual organizada por la Fundación Ditchley, dijo: «Estamos llegando al final del dominio político y económico de Occidente. El mundo va a ser al menos bipolar y posiblemente multipolar» y señaló que «el mayor cambio geopolítico de este siglo vendrá de China, no de Rusia» y subrayó que se trata de «la primera vez en la historia moderna que Oriente puede estar en igualdad de condiciones con Occidente».

Señaló que el gigante asiático «ya es la segunda superpotencia del mundo» y que, aunque Rusia «tiene un importante poderío militar», «su economía es un 70 % del tamaño de la de Italia», por lo que el poder de Pekín «está en un nivel totalmente diferente». Asimismo, detalló que China «tiene más de 1.300 millones de habitantes: muchos más que toda la población junta de Europa y Norteamérica», mientras que «su economía se aproxima a la de EE.UU.». «Durante las dos últimas décadas, ha mantenido un compromiso activo y exitoso con el mundo estableciendo conexiones con respecto a las cuales, como puedo atestiguar, existe una profunda reticencia, incluso por parte de los aliados tradicionales de Estados Unidos, a ceder».

Indicó que las autoridades chinas actúan cada vez con más agresividad, no ocultan que tratan a los países occidentales con desprecio, se acercan a Rusia y quieren resolver por fin el problema de la isla de Taiwán, que se autogobierna con una administración propia y se muestra firme en su determinación de defender su soberanía. Pero en este último punto Pekín la considera una provincia de la República Popular China. «No me malinterpreten. No estoy diciendo que a corto plazo China vaya a intentar tomar Taiwán por la fuerza, pero no podemos basar nuestra política en la certeza de que no lo haría. Incluso dejando de lado a Taiwán, la realidad es que China, bajo el liderazgo de Xi [Jinping], está compitiendo por la influencia y lo está haciendo agresivamente».

Opinó también que Pekín no estará solo y tendrá aliados: Moscú y, posiblemente, Teherán y subrayó que Occidente «debería aumentar los gastos de defensa y mantener la superioridad militar», siguiendo lo suficientemente fuerte como para enfrentarse al país asiático en cualquier escenario futuro, pero manteniendo al mismo tiempo los lazos con China, siendo pragmático pero no agresivo, y demostrando su voluntad de mantener relaciones de respeto mutuo.

Por último, instó a las naciones occidentales a hacer un mayor uso del ‘poder blando’ y dijo textualmente lo siguiente: «No solo China, sino también Rusia, Turquía e incluso Irán han estado vertiendo recursos en el mundo en desarrollo y echando gruesas raíces en las esferas de la defensa y la política. Mientras tanto, Occidente y las instituciones internacionales que controla han caído en la burocracia, han sido poco imaginativos y a menudo políticamente intrusivos sin ser políticamente eficaces».

Mientras que el 17/07/2022, el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov, recomendó a los países occidentales que «vuelvan a la tierra desde su mundo de ilusión» y manifestó que llegó la hora de «jugar limpio, no con las reglas de los tramposos, sino sobre la base del derecho internacional» y cuanto antes se dé cuenta todo el mundo de que no hay alternativa a los procesos históricos objetivos en cuanto a la formación de un mundo multipolar sobre la base del respeto al principio de la igualdad soberana de los Estados, que es fundamental para la Carta de la ONU y todo el orden mundial.

Asimismo, apuntó que, «si los miembros de la Alianza (se refiere a la OTAN) no son capaces de vivir según este principio y no están dispuestos a construir una estructura universal de seguridad y cooperación igualitaria, entonces que dejen en paz a todos los demás, que dejen de obligar a entrar en su campo con amenazas y chantajes a los que quieren vivir su vida con sensatez, que reconozcan el derecho a la libertad de elección de los países independientes que se respetan a sí mismos».

La guerra es espacial.

La guerra está en pleno desarrollo en muchos espacios del mundo.

En el viejo continente se desarrolla, con todas su secuelas, la guerra de Ucrania, que no ha debido comenzar nunca y ahora en el horizonte no se vislumbra su final.

En el continente africano, las guerras están en el orden del día. Aquí sólo hablaremos del caso de Somalia. Esta nación vive una de las peores crisis humanitarias del mundo, provocada por una grave sequía y el COVID-19 sumados a los efectos de décadas de conflicto. Unos 7,7 millones de somalíes necesitarán asistencia humanitaria en 2022, lo que supone un aumento del 30% en tan sólo un año. Este país, el más afectado por la sequía en el Cuerno de África, se encuentra en primera línea del cambio climático. Lleva tres temporadas consecutivas de lluvias por debajo de la media. A finales de 2021, más de 3,2 millones de personas se enfrentaron a una grave escasez de agua, alimentos y pastos, y casi 169.000 fueron desplazadas de sus hogares debido a la sequía.

La actual sequía ha devastado los medios de subsistencia y ha llevado a las familias al borde del desastre y existe un alto riesgo de que, sin ayuda humanitaria inmediata, niños, mujeres y hombres empiecen a morir de hambre. El ganado está muriendo de hambre y los precios de los alimentos, el agua y el combustible están aumentando rápidamente.

Y por si eso fuera poco, es probable que los conflictos y la inseguridad sigan siendo los principales motores de las necesidades humanitarias y los desplazamientos internos en Somalia a lo largo de este año.

En el continente asiático, encontramos en el Sur, la guerra que se libra en Afganistán desde hace décadas con resultados realmente devastadores para ese pueblo.

En Yemen, ubicado en el Oriente Próximo, la guerra dejó en 2021 más de 2.500 civiles muertos o heridos y obligó a unas 300.000 personas a desplazarse de sus hogares, elevando la cifra a 4.3 millones de 2015 al 2022 (Según la ONU). Al menos 47 menores fueron asesinados en este país entre enero y febrero de 2022.

En Asia Occidental se encuentra, por un lado, Irak que también sigue en guerra. Por ejemplo, el 20/07/2022, nueve civiles, entre ellos mujeres y niños, murieron y 23 resultaron heridos en el norte de ese país por supuestos disparos de artillería. Las autoridades iraquíes acusaron a Turquía y denunciaron una «violación de la soberanía del país» y amenazaron con «tomar represalias» y por el otro, está Siria, en guerra desde hace más de 11 años. Aquí, en este país, un 90 % de la población vive actualmente por debajo del umbral de la pobreza. Dos tercios de ellos dependen de la ayuda humanitaria, mientras que más de la mitad de la población sufre inseguridad alimentaria y, sin embargo, el Ejército estadounidense, irrespetando la soberanía y la integridad territorial de Siria, sigue ocupando los principales campos petrolíferos y regiones productoras de grano de Siria y transporta para otros países «petróleo robado» en los yacimientos petrolíferos sirios ocupado, en acciones que China ha calificado de bandolerismo.

Sobre el drama de Siria, los presidentes de Turquía (Recep Tayyip Erdogan), Irán (Seyed Ebrahim Raisi) y Rusia (Vladímir Putin), se reunieron en el llamado proceso de Astaná, amparado por la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, para buscar una salida a esa guerra.

Ante la gira reciente el presidente estadounidense, Joe Biden, por Oriente Próximo, el ambiente se ha calentado por esos lares.

Y en el continente americano también la guerra está presente. Tres países (Cuba, Venezuela y Nicaragua) en particular son objeto de guerra. Los que mandan en EEUU se “convencieron” que el instrumento de la guerra convencional o clásica no les da buenos resultados como otrora si lo fue. Ahora están acudiendo a las guerras de la tecnología comunicacional y en particular las redes sociales que, además de constituir hoy quizás el principal medio o instrumento de comunicación, representan un actor internacional de peso superlativo.

Ahora se utilizan herramientas de propaganda y estudios psicológicos combinados con el uso de esas redes sociales con el objetivo de desestabilizar gobiernos por medio de “manifestaciones de masas” en nombre de reivindicaciones abstractas como “democracia”, “libertad”, “defensa de los derechos humanos”, “ayuda humanitaria”. Buscan encontrar la “chispa que encienda la pradera”, genere un conflicto interno incontrolable y por esa vía se logre derribar y sustituir al gobierno “indeseable”, “represor”, “dictador” (“golpe suave”). Son las llamadas guerras híbridas. Una de la expresiones de esta guerra es aplicar “una política de asfixia económica» (bloqueo y medidas unilaterales, llamadas descaradamente sanciones) con el objetivo de provocar «estallidos sociales en el país». Todo ello acompañado por una «operación comunicacional de alta envergadura» para movilizar a los ciudadanos descontentos con los gobiernos. Las ONGs, la “sociedad civil” y los “defensores de los derechos humanos y la libertad” juegan papel de primer orden en esa guerra, que básicamente se fundamenta en el aprovechamiento masivo de los medios cibernéticos y en el “dominio de la mente”.

Una guerra que también tiene sus víctimas políticas

La guerra también tiene sus expresiones en la política y dos “líderes europeos” lo han padecido en carne propia. Por un lado, Boris Johnson, uno de los más entusiastas promotores de la guerra en Ucrania, que le hacía muchas carantoñas y el juego a EEUU, tuvo que dimitir a principio del mes de julio por una gestión gubernamental llena de muchos escándalos y el 21/07/2022, lo hizo el primer ministro italiano, Mario Draghi, tras perder mayoría parlamentaria y en medio de la crisis económica más grave en cuatro décadas, provocada por la pandemia y, además, adherirse a la promesa europea de independizarse del gas ruso.

La tasa de inflación de Italia aumentó en junio hasta el 8 % interanual, el nivel más alto desde 1986, principalmente por el alza en los precios de la energía, a causa de las sanciones con efecto adverso a Rusia.

Y el principal responsable de la guerra en Ucrania, Joe Biden, también es noticia permanente porque comete cualquier desaguisado cada vez que tiene una intervención pública o se le ocurre salir de su país. Es que ya se volvió habitual que en sus discursos tenga alguna equivocación grosera, por lo que sus lapsus en cierta medida ya tienen acostumbrado al público.

La salud de Joe Biden es un tema del que se viene hablando y cada vez con mayor frecuencia. En un discurso sobre el calentamiento global afirmó tener cáncer. Lo hizo casi como al pasar, sin atribuirle demasiada atención y como si se tratase únicamente de estadísticas: “Es por eso que yo y tantas otras personas con las que crecí tenemos cáncer y por eso, durante mucho tiempo, Delaware tuvo la tasa de cáncer más alta de la Nación”. Ante esto, la Casa Blanca tuvo que aclarar que su estado de salud estaba en condiciones para desarrollar sus funciones. Un nuevo lapsus de Biden que expondría una supuesta demencia.

Esta no es la primera vez que comete una equivocación durante su discurso. En abril tuvo dos episodios curiosos: primero junto a Barack Obama en la Casa Blanca y luego en un escenario durante su discurso en Auburn. Las dos veces saludó a personas imaginarias y quiso retirarse del lugar por una salida que no existía.

Y a principios de julio, en un homenaje a combatientes de la Guerra de Vietnam, puso la medalla al revés.

Lo anterior hace que cada vez se hable más de una posible demencia del presidente de Estados Unidos.

Recientemente la Casa Blanca confirmó que el mandatario dio positivo de Covid-19 y está transitando la enfermedad con “síntomas leves”.

Conclusión

Así está el mundo de hoy, caliente, muy caliente, en guerra permanente, y cualquier error o provocación puede ser fatal para la existencia misma del planeta tierra.

En este mundo donde “los trabajadores están siendo explotados, el planeta está siendo destruido y el capital sigue creciendo” (Douglas Rushkoff teórico estadounidense de medios digitales), diríamos que las contradicciones están incrementándose y la lucha de clases no está demodé, está viva y coleando.

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

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INFORME ECONOMÍA MUNDIAL: Análisis Semanal de Coyuntura Nº 1

INFORME ECONOMÍA MUNDIAL: Análisis Semanal de Coyuntura Nº 1

               

Observatorio Latinoamericano y Caribeño de Organismos Multilaterales, Bancas de Desarrollo, Corporaciones Tecnológicas y Filantropía

Economía Mundial: Análisis Semanal de Coyuntura

 

Julio, 14 de 2022

Luis Bonilla-Molina y Nelson Ortega Bonilla

  

Caracas, Venezuela

 

INFORME ECONOMÍA MUNDIAL: Análisis Semanal de Coyuntura Nº 1

 

1) Las subidas de las tasas de interés pueden ser contraproducentes

 

Cuando suben las tasas de interés en un escenario inflacionario, lo que se espera es contener la demanda. Una demanda insatisfecha sube los costes de los productos.

 

La alta inflación global, en la que EEUU ha alcanzado niveles históricos no vistos en 40 años, en 9,1%, ha obligado a la FED[1] a subir las tasas de interés.

 

La subida de las tasas de interés, en este escenario para frenar la inflación, desacelera el crecimiento, y busca incentivar el ahorro. Pero ¿qué pasa si los ciudadanos y los gobiernos no pueden cumplir sus compromisos, o se enfrentan a circunstancias sobrevenidas?; estos se verían obligados a endeudarse a un costo mayor.

 

Los Fondos de inversión más importantes del mundo como JP Morgan ven la subida de las tasas de interés contraproducente, porque estarían aplicando políticas económicas para crisis de demanda, cuando de lo que se trata es de un shock en la oferta, y esto puede originar una agudización de la crisis.

 

2) Entender el problema puede estar en la teoría del shock de oferta

 

Un shock en la oferta significa añadir valor a la oferta agregada de un producto, que origina un incremento en los precios de este. Desde la teoría capitalista, es positiva si ocurre mediante progreso tecnológico, lo cual hace una producción más eficiente. No es este el caso, ya que la misma es negativa, por cuanto significa una disminución de la oferta repentina de un producto, aumentando los precios, y haciendo que caiga la producción, que en este caso son los hidrocarburos.

 

La crisis energética no sólo inició con el conflicto en Ucrania. La disminución de oferta al mercado energético de la UE en 2022, desequilibró todo la geopolítica del gas y petróleo a nivel global. Pero esto ya venía sucediendo, mediante la aplicación de embargos y sanciones sobre el tema petrolero, a países como Irán y Venezuela. El nuevo intento de hacerlo con Rusia, sólo ha añadido un detonante muy peligroso a la economía global. No es casual que el propio Presidente Macron haya planteado la necesidad de recuperar la producción petrolera de Irán y Venezuela.

 

Los más grandes fondos de inversión estadounidenses están sugiriendo a la FED que la solución no es elevar las tasas de interés, sino disminuir la carga fiscal para luchar contra las dificultades inflacionarias y así disminuir los costos a los ciudadanos. El problema con esto es que reduce los ingresos fiscales de los Estados, que los verían obligados a endeudarse, y podrían verse envueltos como en los 70; en una creciente demanda crediticia creando una burbuja de liquidez.

 

Sin embargo, hasta los momentos una mayor revalorización del dólar en los mercados globales, puede ser un detonante de mayores problemas para un futuro cercano. Previo a la actual crisis financiera, economistas como Michael Roberts (1938 – ) han venido demostrando que el aumento de liquidez por parte de la Reserva Federal había alcanzado niveles exorbitantemente históricos. El asunto en este punto es ¿qué tan hegemónico es el dólar en una economía global financiera mucho más compleja que en los setenta? Veamos lo que esto significa.

 

3) Revalorización del dólar: significado y perspectivas

 

Un dólar revalorizado en plena crisis busca que el valor donde refugiarse, de gobiernos y personas se haga sobre este subyacente, y por otra parte encarece los costos de los productos importados, especialmente la energía, lo cual explica de forma simple las actuales cotizaciones de la divisa estadounidense. Ahora los países tendrán que colocar más de sus monedas locales para adquirir sus productos. Esto en teoría no representaría un problema mayor para países altamente industrializados; porque harían sus precios más competitivos. Pero, justo aquí está la pieza del rompecabezas central.

 

Para producir los países requieren energía, y los elevados costos de energía por el shock de la oferta eleva los precios a escala global, y de nuevo volvemos al ciclo inflacionario. En este sentido el gran afectado es la UE, que ha visto incrementado hasta por 12 veces sus precios promedios del gas, importándolo ahora de EEUU, mientras durante la semana vimos como el Euro perdía su paridad con respecto al dólar cotizando por debajo de él, a niveles no vistos desde hace 20 años.

 

Entonces, ¿Qué significa esto para la UE?. Le costará más que a otros países industrializados producir, y tendrá que importar no sólo energía, sino cualquier producto más costoso desde el exterior. Incluso economías como la alemana podrían verse fuertemente afectadas por los precios del petróleo y el gas. Estamos frente a un escenario Europeo de absoluta pérdida de la competitividad global.

 

En términos simples, si usted posee un Euro, frente a este escenario querrá salir de él, por tanto, venderlo y buscará refugiarse en otro subyacente, en este caso el que más se ha revalorizado durante la crisis; el dólar. Esto pudiera estar originando una migración masiva entre pares de divisas que explique la caída estrepitosa de la moneda Europea y la revalorización de la moneda estadounidense. De cualquier forma, la UE sigue perdiendo.

 

4) La solución de la Banca Europea

 

A diferencia de los Fondos de Inversión estadounidense, la Banca Privada Europea, ha pedido al BCE[2], que suba de forma más agresiva las tasas de interés, de lo que ha previsto, lo cual significa detener la caída del Euro y según sus proyecciones colocarlo alrededor del 1,05 a 1,07 dólares. El problema con esto es que implica una reducción de los ingresos fiscales en una cada vez mayor agitación social europea, que los gobiernos no parecieran tener la más mínima intención de enfrentar. En síntesis, hagan lo que hagan probablemente sería insuficiente para contener la debacle europea.

 

Veámoslo en un ejemplo simple. La inflación en la Eurozona tiene en la actualidad una previsión anual del 7,6%, mientras que las tasas de interés, para incentivar el ahorro están por debajo del 1%, dejar el dinero en los bancos no parece ser una opción razonable. La otra variable de la ecuación es la conversión Euro-Dólar; si en el mismo período la divisa estadounidense se ha revalorizado como lo ha hecho un 22% desde junio de 2021, la reacción común sería refugiarse en esa moneda, mediante la compra de bonos de deuda estadounidense, acciones de la bolsa de Nueva York, o sencillamente mediante la venta de los Euros. Esto no sólo reafirma lo expuesto con anterioridad, de los intereses de EEUU de re-hegemonizar el sistema financiero, sino que parece haberse planteado hundir a Europa y su moneda como objetivo inmediato, además de llevarnos al siguiente elemento; la presencia de una nueva burbuja financiera.

 

5) Buybacks y nueva burbuja financiera

 

Con la revalorización del dólar, pese a la inflación y la subida de las tasas de interés, el mercado de acciones de los principales índices de la bolsa de valores americana como el SP500[3], Nasdaq[4] y Dow Jones[5] han visto recuperado sus caídas los días recientes pese a haber retrocedido un 20% durante el transcurso del año, así como también ha ocurrido una creciente valorización del mercado inmobiliario en los EEUU. Esto quiere decir que se podrían proyectar a generar rendimientos por encima de la inflación, con una recuperación importante de los mercados. Pero ¿qué tan cierto es esto?.

 

Para explicar este fenómeno, podemos iniciar preguntándonos si ha ocurrido algo extraordinario que empuje la productividad de esas compañías, y luego comprender que parte de lo que podría estar ocurriendo es una subida altamente especulativa del mercado, mediante buybacks, que se refieren a la recompra de acciones por parte de sus poseedores, especialmente en la situación previa al conflicto en Ucrania. Esta actitud, por parte de las principales instituciones privadas financieras, bancos y fondos de inversión, empujan los precios, pero al alcanzar sus objetivos venden y originan una debacle en las acciones. En cualquier caso, esto se explica en compra barato, vende caro mientras la banca siempre gana. Si toda esta jugada sale mal, y las acciones caen estrepitosamente la gran recesión global tendría consecuencias de pronóstico reservado para la economía mundial. En un mercado bajista los activos refugios son más difíciles de conseguir, esto dejaría prácticamente al dólar estadounidense en solitario frente una gran crisis, y habría que evaluar la sostenibilidad de unos precios altos de esta moneda.

 

Esto trae consecuencias generalizadas, porque quienes buscan un refugio accionario para enfrentar la alta inflación, son víctimas además del propio sistema especulativo.

 

Para los gobiernos por otra parte puede resultar un laberinto, porque los incitaría a endeudarse más en sus monedas locales, para evitar sufrir los embates de la revalorización del dólar, endeudarse en dólares con tasas de interés más altas, o reducir la carga fiscal, que disminuiría el flujo de ingresos nacionales, reduciendo el gasto público, y generando mayor malestar social. El problema del endeudamiento interno finaliza cuando culmina el ciclo de revalorización del dólar, que incrementaría notablemente su deuda interna.

 

6) ¿Y el Oro?

 

Frente a este escenario, muchos pudieran verse tentados a buscar refugiarse en otro subyacente como el Oro. El problema con ello es que ocho de los principales fondos de inversión en este metal, entre los que destacan, Morgan Stanley, Goldman Sachs, JP Morgan y Citibank han apostado a una bajada de los precios del oro, según un informe de la oficina contralora de la moneda del Departamento del Tesoro de los EEUU. El informe indica que por cada 1.000$ que se invierte para que el precio suba, estas instituciones financieras tienen de 200.000$ a 300.000$ apostando a una bajada de los precios de este subyacente. Pareciera entonces un escenario coordinado para darle mayor poder al dólar estadounidense.

 

7) La geopolítica petrolera y sus precios

 

Mientras ocurre todo este escenario financiero, las previsiones de JP Morgan y Citibank difieren sobre sus proyecciones para los precios del petróleo en el futuro, mientras la primera advierte sobre una subida de hasta 380$ la otra ha planteado que los mismos pueden llegar a 65$. ¿Por qué difieren estas instituciones financieras en su análisis?.

 

No sólo se refiere una sobrevaloración o subestimación de las expectativas, sino de las condiciones objetivas del mercado, en ese sentido, dos variables juegan los elementos esenciales, para determinar el rumbo de los precios del petróleo y el gas; a) el suministro de gas a Europa, que pareciera inclinarse por los precios exorbitantes que está exportando EEUU en el que países como España ya desde enero de este año contaban con este país como principal proveedor, además de la incapacidad en el mediano plazo de cubrir la oferta total europea, mientras que Rusia viene reposicionando sus productos a China e India, quienes por su parte incrementan sus inventarios a mejores costos en plena subida de los precios de los combustibles fósiles; y b) el impacto de las sanciones en el mercado petrolero global, pues ante la ecuación previa de Venezuela e Irán, se suma Rusia, lo que podría como hemos mencionado anteriormente desarrollar un escenario de shock de oferta, que algunas instituciones como JP Morgan afirman que ya está ocurriendo.

 

8) Ralentización, Inflación, Estanflación[6], y Recesión

 

Estamos en presencia de una combinación explosiva, pero que dividirá también los signos de la crisis actual en regiones globales. Algunas locomotoras industriales como China e India podrían ver afectado su crecimiento económico, especialmente China por las medidas que ha tomado recientemente para contener la nueva ola de COVID-19, pues los analistas debaten entre una caída del PIB, frente a una ralentización, como la que se está viviendo actualmente en la UE y el Reino Unido.

 

En el caso de China estos síntomas se agudizan por la reciente crisis inmobiliaria que vive el país y que puede llegar a representar casi una tercera parte de su economía. Las medidas anti-especulativas del mercado inmobiliario tomadas por el Gobierno para evitar una crisis mayor, ha puesto ya en default, por incumplimiento de pagos a buena parte de las compañías del sector. En todo caso aún tienen margen de maniobra para evitar una recesión, mediante un paquete de estímulos previstos por el Presidente Xi Jinping, No olvidemos que buena parte de la deuda norteamericana, ahora también revalorizada con la alza del dólar y de las tasas de interés, favorece considerablemente la economía del país asiático.

 

De cualquier forma, una ralentización de la economía, que no es más que una caída de la producción, por múltiples factores: estimulación de reducción de la demanda mediante la subida de las tasas de interés, alta inflación apalancada por los elevados costos de la energía, caída de los mercados financieros, sin salir aún de las crisis de la cadena logística y los impactos recientes de la pandemia, siguen empujando los precios aún más, por lo que no se avizora en el corto y mediano plazo una reducción inflacionaria.

 

Desestimular la demanda, e incentivar el ahorro, con altos precios de energía, menos producción y competitividad representa para una sociedad de consumo un proceso que los puede conducir a una estanflación, lo que significaría al menos una década para su recuperación. Ese es quizás el escenario más probable de la UE.

 

La recesión parece ser inminente pero no todos los países podrán enfrentarla de la mejor manera, algo en lo que EEUU, Rusia y China parecen ser los grandes ganadores y la UE la gran perdedora, aunque con una combinación de caída de los precios de los hidrocarburos, los índices de las bolsas de valores y altas tasas de inflación, las consecuencias de la crisis pudieran ser mucho más intensas y menos previsibles.

 

En términos del estado de bienestar, esto nos conduce probablemente a un escenario de conflictividad social, que atenta contra las conquistas históricas de la clase trabajadora, como el derecho al empleo, una remuneración digna, menor carga laboral, seguridad social y un sistema de pensiones para todos. Lo que se estará jugando en los próximos años para el ciudadano de a pie, será la capacidad de poder resistir ante los embates del reposicionamiento geopolítico del poder global, tanto institucional como armamentista y corporativo.

 

[1] Sistema de Reserva Federal de los Estados Unidos. Consorcio público privado que ejerce las funciones de Banco Central.

 

[2] Banco Central Europeo. Encargado de manejar la política monetaria de la Unión Europea.

[3] 500 Empresas más grandes que cotizan el la Bolsa de Valores de Nueva York

[4] 100 Empresas Tecnológicas más grandes que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York

[5] 30 Empresas más grandes que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York

[6] La estanflación se refiere a la combinación de una elevada tasa de inflación con una elevada tasa de desempleo

 

Descarga el informe en: INFORME ECONOMÍA MUNDIAL Análisis Semanal de Coyuntura Nº 1

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El futuro de la subjetividad humana

Por: Slavoj Zizek

“¿qué quedará de la humanidad si, a través de la tecnología, se pierde todo lo que constituye al ser humano? Esta es una cuestión intrínsecamente filosófica que la ciencia o la historia no pueden resolver.”

La siguiente entrevista entre Slavoj Žižek y Leonardo Caffo fue publicada  en la revista italiana Sette —suplemento semanal del diario Corriere della Sera.  

Slavoj Žižek es uno de los pocos filósofos vivos cuyas ideas se han traducido a más de sesenta idiomas. Su pensamiento sigue siendo decisivamente importante para la filosofía contemporánea, trayendo consigo implicaciones que se extienden a lo largo y ancho del arte, la literatura, la ciencia y la política. Su fama mundial está respaldada por la longevidad de décadas de investigación.

En su relectura de Marx, Freud, Hegel y Lacan, Žižek ha construido una obra monumental. Se han publicado películas, obras musicales y documentales que, junto a su pensamiento, intentan delinear y esbozar lo que significa ser humano hoy, los mayores desafíos que se presentan en un futuro no muy lejano, cómo cuestionar el capital sin destruirlo. , o, como en su último libro Hegel in a Wired Brain [versión italiana: Hegel e il cervello postumano (Ponte alle Grazie)], la cuestión de qué sucede en caso de Singularidad humana, el momento en que (potencialmente) nuestros cerebros se vuelven interconectados digitalmente.

Leonardo Caffo [LC]: En tu opinión, ¿qué tan sana es la filosofía contemporánea y en qué estado se encuentra?

Slavoj ŽižeK [SZ]: Digamos que la filosofía se disputa entre dos versiones muy clásicas de “el fin de la filosofía”. Uno, siendo el más obvio, es el que tiende a resolver sus mayores cuestiones de significado con una especie de cientificismo extremo: las ciencias cognitivas, las neurofilosofías y una mecánica cuántica que ni siquiera se comprende completamente pero que se utiliza para resolver todos los dilemas. del espíritu. Y luego, del otro lado, encontramos un historicismo que tiende a secularizar todas las cuestiones conceptuales. En parte, la insalubridad de la filosofía también está relacionada con las luchas internas en la academia, la división falsa y sin sentido entre la filosofía continental y la filosofía analítica (cuando en realidad solo hay una filosofía buena o mala), y una dificultad más amplia para hacer que las personas vean cómo las preguntas más importantes de la filosofía se resuelven.  Es un momento paradójicamente interesante para la filosofía. “El fin de la filosofía” siempre se ha dicho de boquilla y, sin embargo, es precisamente hoy que deberíamos ser mucho más capaces de señalar los nudos filosóficos que se entrelazan de manera crucial con lo que está sucediendo hoy.

LC: Esto es también lo que haces con tu último libro sobre Hegel, donde nos dices algo sobre el futuro de la subjetividad humana después de la supuesta interconexión de nuestros cerebros con implantes tecnológicos cada vez más omnipresentes.

SZ: Sí, pero el punto es que ni siquiera importa si todas estas grandes profecías sobre nuestros cerebros interconectados realmente suceden. Lo que me interesa es lo que habría de pasar si pasa. ¿Cómo cambiaría nuestra concepción del inconsciente si, por ejemplo, realmente pudiéramos comunicarnos con los demás directamente a través de nuestra mente? O, ¿qué quedaría del sexo tal como lo conocemos si pudiéramos interconectar directamente nuestro disfrute sin esfuerzo físico? De hecho, estos son escenarios posthumanos, pero no se refieren a las características técnicas de cómo se verá ser posthumano, bueno, no como tal. Simplemente me pregunto: ¿qué quedará de la humanidad si, a través de la tecnología, se pierde todo lo que constituye al ser humano? Esta es una cuestión intrínsecamente filosófica que la ciencia o la historia no pueden resolver.

LC: ¿Te refieres a filósofos como Graham Harman o Markus Gabriel (con los que también he hablado en este periódico)?

SZ: Sí, por supuesto. Tanto Harman como Gabriel hacen un gran trabajo con esas preguntas generales que conciernen a la filosofía. Sin embargo, si estas preguntas —qué significa la realidad, qué significa la libertad, qué significa la objetividad— no se sumergen en la urgencia de un mundo retrocedido por un virus y la digitalización, entonces existe un riesgo real de dejar el terreno filosófico abierto a diversas formas de escepticismo. Creo que sería un error bastante grave que se puede evitar fácilmente. En Italia tienes grandes filósofos que son célebres en todo el mundo; Pienso en Giorgio Agamben, con quien, sin embargo, no he compartido su enfoque de Covid, ya que se acerca demasiado a esas teorías de conspiración reaccionarias fáciles (como: «el pase verde limita nuestra libertad…» como si morir de Covid no hubiera lo limitó mucho más), o Gianni Vattimo,

LC: ¿Pero Agamben no ha sumergido también su filosofía en nuestra situación actual, usándola para resolver tales asuntos de la misma manera que acabas de sugerir antes?

SZ: Por supuesto, pero buscar usar esas herramientas teóricas que le gustan (en su caso, usar la biopolítica de Michel Foucault) es una forma torpe de lanzar la filosofía al presente, ya que estas herramientas específicas no resuelven cuestiones más nuevas y complejas. Obviamente, está claro que, cuando se hace abstracción, limitar la libertad de una población a través de normas sanitarias prohibitivas es algo serio con lo que lidiar, pero, en la práctica, dado que el mundo que ha producido este virus se ha formado en primer lugar a partir de mucho más atrocidades graves, ¿qué se supone que debemos hacer? Agamben solo ha razonado con las consecuencias del Covid. Creo que la filosofía debe preocuparse principalmente por sus raíces.

LC: ¿Qué decir entonces del antropocentrismo, aunque sea, quizás, un término reduccionista?

SZ: No comparto el tipo de mentalidad de víctima extrema representada por algunas filosofías ecológicas: «Todos somos iguales a todos los demás seres vivos, todos debemos dejar de operar de una manera antropocéntrica». Lo que se requiere de nosotros en este momento es, paradójicamente, una especie de superantropocentrismo: debemos controlar la naturaleza, controlar nuestro entorno; debemos permitir que exista una relación recíproca entre el campo y las ciudades; debemos usar la tecnología para detener la desertificación o la contaminación de los mares. Somos, una vez más, los responsables de lo que está pasando, por lo que también somos la solución. El tema que subyace en mi libro sobre Hegel es que la filosofía contemporánea debe tener una actitud hegeliana adecuada cuando se enfrenta a cuestiones como el trabajo con la dialéctica. Estamos llamados a no proponer soluciones simples, a no hacernos la víctima,

LC: También tomas esta posición compleja hacia temas como el racismo, el sexismo, la corrección política. . .

SZ: Obviamente. Pensar que las cosas se pueden resolver con “todos somos iguales, todos somos amigos, hermanos, hermanas; usemos un buen lenguaje neutral” no tiene sentido. Al final, causa más daño que bien. El tema de género no puede ser solo un tema de ética, también el tema del racismo. El punto no es la tarea banal de respetarse unos a otros de una manera abstracta. Por el contrario, se trata de cómo deberíamos unir las diferentes moralidades y culturas y esas monstruosidades inquietantes que encontramos en nosotros mismos en el encuentro con un extraño, y también es la cuestión de por qué podemos criticar tanto a Europa como queramos con la bandera del anticolonialismo, ya que Europa es la única construcción filosófica en la que hay posibilidades para una ética avanzada o un pensamiento crítico, que se les dio vida hace un milenio con Tales. La corrección política que reacciona ante las cosas anulándolas empobrecerá un tipo de pensamiento que pasa necesariamente por contradicciones y salta a ideas muchas veces podridas y políticamente incorrectas. ¿Qué pasaría con mis anécdotas políticamente incorrectas del cine europeo o americano (y de aquellos lectores que están acostumbrados a ellas)?

LC: ¿Las universidades y la academia en general ayudan a concebir la filosofía como aquello que puede sumergirse en los problemas apremiantes de la actualidad, y quizás resolverlos?

SZ: No. Sobre todo en el sur de Europa, que creo que conoces demasiado bien, las universidades tienen la predisposición de defender una especie de partición de posiciones, de mantener el poder, de dar posiciones a sus estudiantes a menudo de mala calidad y, en al final, sin querer generar un tipo de filosofía que pueda ser percibida como profunda e intervencionista. No hay diferencia entre la investigación filosófica y la intervención filosófica, excepto para aquellos que hacen la primera sin saber cómo hacer la segunda, quienes luego brindan excusas académicas tontas e infundadas.

LC: El riesgo, entonces, de que una visión científica sustituya nuestra capacidad conceptual es concreto, como afirmas en tu libro.

SZ: El riesgo es concreto, actual, pero está listo para ser eludido tratando de explicar por qué, por ejemplo, en vista de nuestros cerebros potencialmente interconectados (el tema que enfrento en este trabajo mío más reciente) la cuestión de su probable tecnología. la potencialidad se ve eclipsada por la cuestión de cómo cambiará nuestra especie. Por lo tanto, de alguna manera, también es una cuestión que involucra una tragedia potencial (nuevamente, con respecto a ti y tu trabajo sobre lo posthumano, soy mucho más crítico con lo que esto significará para la subjetividad humana). Necesitamos restaurar horizontes hermenéuticos robustos, para demostrar cómo la mayoría de las cosas en el futuro no dependerán únicamente de la aceptación de datos y descubrimientos científicos, sino de nuestra propia capacidad para saber interpretar y manejar sus efectos, buscando comprender lo que realmente es. en juego. Somos libres de hacer todas las proclamas que queramos sobre el retorno a lo real de la filosofía, pero si luego no nos enfrentamos a las condiciones actuales estamos condenando a la filosofía a su propia desaparición, lo que no será agradable para nadie. Existe una necesidad estrictamente concreta de un tipo de pensamiento que pueda pensar tanto trascendentalmente como traducirse rápidamente en visiones políticas, artísticas y técnicas reales.

LC: ¿Hay espacio para una filosofía como esta?

SZ: Hay mucho espacio. Pero debemos defender, y al repetir esto, probablemente estoy decepcionando a muchos de mis seguidores que están del lado de la izquierda radical, esos bastiones del pensamiento crítico como Europa, reformar profundamente las universidades y supervisar hermenéuticamente muchas de las conquistas incuestionables de la ciencia contemporánea.

Hacerlo requiere que no reavivemos el fuego de las teorías de conspiración, ocultando su poder junto a viejos conceptos filosóficos. La tarea de la filosofía, entonces, es centrarse en el “cómo” de las cosas. Tener un enfoque así es complejo. Es uno que no quiere proponer soluciones rápidamente, donde “blanco” se puede distinguir fácilmente de “negro”. ¿Es el futuro digital? No del todo, no si la digitalización no es compatible con la ecología. ¿Es necesario el feminismo? Por supuesto, pero si se construye siendo políticamente correcto entonces implosionará. ¿Somos verdaderamente antirracistas? En teoría sí, pero cuando nos encontramos pasando por debajo de casas en un barrio donde hay diferentes culturas y diferentes brújulas morales, corremos el riesgo de que toda certeza se derrumbe. ¿Está mal el antropocentrismo? No del todo, dado que, como dije antes, ahora estamos obligados a adherirnos a un superantropocentrismo si queremos salvar la existencia de la humanidad en el planeta Tierra.

Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/el-futuro-de-la-subjetividad-humana/

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Francia Márquez, vicepresidenta electa de Colombia: «Después de 214 años logramos un gobierno del pueblo, el gobierno de los nadies de Colombia»

«Gracias Colombia por este momento histórico. Quiero agradecer a todos los colombianos y colombianas que dieron la vida por este momento. Todos nuestros hermanas y hermanos líderes sociales que tristemente fueron asesinados en este país», así habló Francia Márquez, vicepresidenta electa de Colombia, al dirigirse a sus seguidores en Bogotá tras la victoria de la fórmula Gustavo Petro/Francia Márquez en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del país.

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Rita Segato: el enfoque postcolonial en América Latina

Por: M.Phil. Heidi Venegas

El patriarcado es central para sostener todas las formas de desigualdad. Estamos experimentando una vuelta atrás, viviendo una guerra que se focaliza en el cuerpo de las mujeres, muy a pesar de que las mujeres no somos el antagonista bélico. Estamos cayendo en una trampa, nos dice Rita Segato, al ser interpelada a referirse al género como una ficción.

¿Cómo hacemos para cambiar esto? ¿Cómo hacemos para mover esto? Ese mandato femenino que es histórico, universal. ¿Por qué la historia no se ha movido? Y nos dice Rita, porque el Estado como forma institucional tiene el ADN patriarcal. Si queremos cambiar la historia, tenemos que volver la mirada hacia la voz de las mujeres. Es decir, tenemos que hacer política de otra forma. Recuperando formas de politicidad que la vida de las mujeres tenía y que perdió en el tránsito de la colonial-modernidad. Y muy importante tenemos que tomar en cuenta que es una forma no burocratizada, es decir, no es burocrática, como su principal característica.

Pensar en una humanidad de personas sería el ideal. El problema es cómo hacer ese camino cuando nuestros países son por ejemplo extremadamente racistas. En el Brasil del que tengo conocimiento de causa, los antagonistas de proyecto histórico, nos dijeron, pero para qué pedir cuotas (lucha por reserva de cupos) para los estudiantes negros en las mejores universidades públicas, si la raza no existe. No obstante, la raza es una representación que tiene un impacto en la vida de las personas. Lo mismo es con el género, tienen exactamente la misma estructura. La raza es la atribución de una biología a una desigualdad. El género es lo mismo sólo que con diferentes profundidades históricas.

Género y raza, tienen un impacto en la vida de las personas, en el acceso a recursos, a derechos, a educación, a salud, a vivienda. Entonces, cómo hacer ese balance entre nombrar sin consolidar esas asimetrías. Brasil es el país más africano después de Nigeria, mas de 80 millones de personas tienen ese trazo visible de la afrodescendencia pero ese trazo no se ve en la universidad. Si uno va a las universidades públicas de prestigio no se ve esa representación. Ahora está cambiando gracias a esa lucha que hemos dado por cuotas, por acciones afirmativas.

Entonces, nuestros antagonistas de proyecto histórico nos decían que no se debe nombrar la raza, porque si la nombramos hacemos nombrar algo que no existe. Pero si no la nombramos no podemos producir políticas públicas y hasta leyes capaces de transformar la realidad. Estamos frente a una trampa, evidentemente el género es una ficción, los tejidos con iguales —en mujeres y hombres-, los mismos y el cerebro igual, lo único diferente es la próstata.

La política es de los hombres, puede haber excepciones, pero ha sido un campo masculino. En la naturaleza no, en los primates por ejemplo puede ser una hembra la que lidera el grupo, hay transitividad.

Entonces, ¿cómo hacer para salir de la política patriarcal? Esa política que castiga todo lo que percibe como un desacato y que en nuestro continente se manifiesta de forma letal.

Fuente de la información e imagen: https://www.diarioextra.com

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«Centrémonos en impedir la guerra nuclear en lugar de debatir sobre la ‘guerra justa’»

Los líderes de la OTAN anunciaron el miércoles que la alianza planea reforzar su frente oriental con el despliegue de muchas más tropas –incluidas miles de tropas estadounidenses– en países como Bulgaria, Hungría, Polonia y Eslovaquia, y el envío de “equipos para ayudar a Ucrania a defenderse de las amenazas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares”. Y aunque la propia alianza de la OTAN no está suministrando directamente armas a Ucrania, muchos de sus Estados miembros sí están enviando armas entre las que se incluyen misiles, cohetes, ametralladoras, etc.

Con toda probabilidad, el 24 de febrero, cuando ordenó una invasión en el país vecino tras un largo y masivo despliegue militar en la frontera, el presidente ruso Vladímir Putin creyó que su ejército tomaría Ucrania en cuestión de días.

Sin embargo, un mes más tarde, la guerra continúa y varias ciudades ucranianas han sido devastadas por los ataques aéreos rusos. Las conversaciones de paz se han estancado y no está claro si Putin sigue queriendo derrocar al gobierno o si, por el contrario, pretende ahora una Ucrania “neutral”.

En la siguiente entrevista, Noam Chomsky, académico de renombre mundial y principal voz disidente, comparte sus pensamientos y percepciones sobre las opciones disponibles para poner fin a la guerra en Ucrania, y reflexiona sobre la idea de la guerra “justa” y sobre si la guerra en Ucrania podría provocar la caída del régimen de Putin.

Noam, ya llevamos un mes de guerra en Ucrania y las conversaciones de paz se han estancado. De hecho, Putin está intensificando la violencia mientras Occidente aumenta la ayuda militar a Ucrania. En una entrevista anterior, usted comparó la invasión rusa de Ucrania con la invasión nazi de Polonia. ¿Así, la estrategia de Putin es la misma que la de Hitler? ¿Quiere ocupar toda Ucrania? ¿Intenta reconstruir el imperio ruso? ¿Por eso se han estancado las negociaciones de paz?

Hay muy poca información creíble sobre las negociaciones. Algunas de las informaciones que se filtran no parecen muy optimistas. Hay buenas razones para suponer que si Estados Unidos aceptara participar seriamente, con un programa constructivo, aumentarían las posibilidades de poner fin al horror.

El que sería un programa constructivo, al menos en líneas generales, no es ningún secreto. El elemento principal es el compromiso de neutralidad de Ucrania: no pertenecer a una alianza militar hostil, no acoger armas que apunten a Rusia (incluso las que llevan el engañoso nombre de “defensivas”), no realizar maniobras militares con fuerzas militares hostiles.

No se trata de nada nuevo en el ámbito internacional, incluso aunque no se reconozca de forma oficial. Todo el mundo entiende que México no puede unirse a una alianza militar dirigida por China, colocar armas chinas apuntando a Estados Unidos y realizar maniobras militares con el Ejército Popular de Liberación.

En resumen, un programa constructivo sería todo lo contrario a la Declaración Conjunta sobre la Asociación Estratégica entre Estados Unidos y Ucrania firmada por la Casa Blanca el 1 de septiembre de 2021. Este documento, que recibió poca atención, declaró enérgicamente que la puerta para que Ucrania ingrese en la OTAN (la Organización del Tratado del Atlántico Norte) está abierta de par en par. También “concluía un Marco Estratégico de Defensa que crea una base para la mejora de la cooperación estratégica en materia de defensa y seguridad entre Estados Unidos y Ucrania”, lo cual proporciona a Ucrania armas avanzadas antitanque y de otro tipo, junto con un “sólido programa de entrenamiento y maniobras acorde con el estatus de Ucrania como Socio de Oportunidades Mejoradas de la OTAN”.

Todo el mundo entiende que México no puede unirse a una alianza militar dirigida por China, colocar armas chinas apuntando a Estados Unidos y realizar maniobras militares con el Ejército Popular de Liberación

La declaración fue otra maniobra para provocar a la bestia. Se trata de otra aportación a un proceso que la OTAN (es decir, Washington) ha estado perfeccionando desde que, en 1998,  Bill Clinton violara el firme compromiso que hizo George H.W. Bush de no ampliar la OTAN hacia el Este, una decisión que suscitó serias advertencias por parte de diplomáticos de alto nivel como George Kennan, Henry Kissinger, Jack Matlock, (el actual director de la CIA) William Burns, y muchos otros, y por la que el secretario de Defensa William Perry estuvo a punto de dimitir en señal de protesta, junto con una larga lista de personas que sabían muy bien lo que hacían. A esto hay que añadirle, por supuesto, las acciones agresivas que atacaban directamente los intereses de Rusia (Serbia, Irak, Libia y crímenes menores), llevadas a cabo de modo que maximizaran la humillación.

No es difícil sospechar que la declaración conjunta fue un factor que provocó que Putin, y el reducido círculo de “hombres duros” que le rodean, decidieran aumentar su movilización anual de fuerzas en la frontera ucraniana en un esfuerzo por atraer la atención respecto a sus preocupaciones en materia de seguridad, en este caso con la agresión criminal directa, que, de hecho, podemos comparar con la invasión nazi de Polonia (junto con Stalin).

La neutralización de Ucrania es el elemento principal de un programa constructivo, pero hay más. Se debería intentar avanzar hacia algún tipo de acuerdo federal para Ucrania que implique un grado de autonomía para la región del Donbás, de acuerdo con las líneas generales de lo que queda de Minsk II. Una vez más, esto no sería nada nuevo en el ámbito internacional. No hay dos casos idénticos y ningún ejemplo real se acerca lo más mínimo a la perfección, pero existen estructuras federales en Suiza y Bélgica, entre otros casos, e incluso en Estados Unidos hasta cierto punto. Los esfuerzos diplomáticos serios podrían encontrar una solución a este problema o al menos contener las llamas.

Y las llamas son reales. Se calcula que, en esta región, desde 2014, unas 15.000 personas han muerto en el conflicto.

Eso nos deja con Crimea. Respecto a Crimea, Occidente tiene dos opciones. Una es reconocer que, de momento, la anexión rusa es sencillamente un hecho, que sería irreversible sin acciones que destruirían Ucrania y posiblemente mucho más. La otra es ignorar las muy probables consecuencias y hacer gestos heroicos sobre cómo Estados Unidos “nunca reconocerá la supuesta anexión de Crimea por parte de Rusia”, como proclama la declaración conjunta, acompañados de numerosas declaraciones elocuentes de personas que están dispuestas a condenar a Ucrania a una catástrofe total mientras pregonan su valentía.

Nos guste o no, esas son las opciones.

¿Quiere Putin “ocupar toda Ucrania y reconstruir el imperio ruso”? Sus objetivos anunciados (principalmente la neutralización) difieren bastante, incluida su declaración de que sería una locura intentar reconstruir la antigua Unión Soviética, pero puede que haya tenido algo así en mente. Si es así, es difícil imaginar lo que él y su círculo siguen haciendo. Para Rusia, ocupar Ucrania haría que su experiencia en Afganistán parezca un picnic en el parque. A estas alturas eso está muy claro.

Putin tiene la capacidad militar –y a juzgar por Chechenia y otras correrías, la capacidad moral– para dejar a Ucrania en ruinas. Eso significaría el fin de la ocupación, el fin del imperio ruso y el fin de Putin.

Nuestra atención se centra, como es lógico, en el incremento de los horrores provo cados por la invasión de Ucrania por parte de Putin. Sin embargo, sería un error olvidar que la declaración conjunta tan solo es uno de los deleites que las mentes imperialistas están conjurando en silencio.

Putin tiene la capacidad militar para dejar a Ucrania en ruinas. Eso significaría el fin de la ocupación, el fin del imperio ruso y el fin de Putin

Hace unas semanas hablamos de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional del presidente Biden, tan poco conocida como la declaración conjunta. Este brillante documento –citando de nuevo a Michael Klare– aboga por “una cadena ininterrumpida de Estados centinela armados por Estados Unidos –que se extiende desde Japón y Corea del Sur en el norte del Pacífico hasta Australia, Filipinas, Tailandia y Singapur en el sur y la India en el flanco oriental de China–”, con la intención de rodear a China, incluyendo a Taiwán, “de un modo bastante ominoso”.

Podríamos preguntarnos cómo se siente China ante el hecho de que, según se informa, el comando indopacífico de Estados Unidos está planeando reforzar el cerco, duplicando su gasto en el año fiscal 2022, en parte para desarrollar “una red de misiles de ataque de precisión a lo largo de la llamada primera cadena de islas”.

Es para defenderse, por supuesto, de modo que los chinos no tienen por qué preocuparse.

Hay pocas dudas de que la agresión de Putin contra Ucrania incumple la teoría de la guerra justa, y que la OTAN también es moralmente responsable de la crisis. Pero ¿qué pasa con el hecho de que Ucrania arme a los civiles para que luchen contra los invasores? ¿No está moralmente justificado por los mismos motivos que la resistencia contra los nazis?

La teoría de la guerra justa, lamentablemente, tiene tanta relevancia en el mundo real como la “intervención humanitaria”, la “responsabilidad de proteger” o la “defensa de la democracia”.

A primera vista, parece una obviedad que un pueblo en armas tiene derecho a defenderse de un agresor brutal. Pero como siempre en este triste mundo, cuando se piensa un poco en ello, surgen preguntas.

Por ejemplo, la resistencia contra los nazis. Difícilmente podría haber habido una causa más noble.

Uno puede ciertamente entender y simpatizar con los motivos de Herschel Grynszpan cuando asesinó a un diplomático alemán en 1938; o con los partisanos entrenados por los británicos que mataron al asesino nazi Reinhard Heydrich en mayo de 1942. Y uno puede admirar su coraje y pasión por la justicia, sin reservas.

Sin embargo, ahí no acaba la cosa. El primero sirvió de pretexto de los nazis para las atrocidades de la Kristallnacht e impulsó aún más el plan nazi para lograr sus espantosos resultados. El segundo dio lugar a las impactantes masacres de Lidice.

Los hechos tienen consecuencias. Los inocentes sufren, quizá terriblemente. Las personas con valores morales no pueden esquivar estas cuestiones. Es inevitable que surjan preguntas cuando consideramos armar a quienes se resisten valientemente a la agresión asesina.

Eso es lo de menos. En el caso actual, también tenemos que preguntarnos qué riesgos estamos dispuestos a asumir de una guerra nuclear, que no solo supondrá el fin de Ucrania sino mucho más, hasta lo verdaderamente impensable.

No es alentador que más de un tercio de los estadounidenses esté a favor de “emprender acciones militares [en Ucrania] aunque se corra el riesgo de iniciar un conflicto nuclear con Rusia”, tal vez inspirados por comentaristas y líderes políticos que deberían pensárselo dos veces antes de imitar a Winston Churchill.

Quizá exista el modo de proporcionar las armas necesarias a los defensores de Ucrania para repeler a los agresores y al mismo tiempo evitar las graves consecuencias. Pero no debemos engañarnos creyendo que se trata de un asunto sencillo, que se resuelve con declaraciones audaces

¿Prevé usted una evolución política dramática dentro de Rusia si la guerra dura mucho más tiempo o si los ucranianos resisten incluso después de que hayan terminado las batallas oficiales? Al fin y al cabo, la economía rusa ya está asediada y podría acabar con un colapso económico sin parangón en la historia reciente.

No sé lo suficiente sobre Rusia ni siquiera para aventurar una respuesta. Una persona que sí sabe lo suficiente al menos para “especular” –y solo eso, como él mismo nos recuerda– es Anatol Lieven, cuyas apreciaciones han sido una guía muy útil en todo momento. Considera muy poco probable que ocurran “acontecimientos políticos dramáticos” debido a la naturaleza de la dura cleptocracia que Putin ha construido cuidadosamente. Entre las conjeturas más optimistas, “el escenario más probable”, escribe Lieven, “es una especie de semigolpe, la mayor parte del cual nunca se hará público, por el que Putin y sus colaboradores inmediatos dimitirán ‘voluntariamente’ a cambio de que se garantice su inmunidad personal frente a la detención y la riqueza de su familia. Quién sería el sucesor del presidente en estas circunstancias es un interrogante que queda totalmente abierto”.

Y no es necesariamente un interrogante fácil de digerir.

Texto original: https://truthout.org/articles/chomsky-lets-focus-on-preventing-nuclear-war-rather-than-debating-just-war/

Traducción: Paloma Farré

Fuente: https://ctxt.es/es/20220301/Politica/39205/chomsky-ucrania-rusia-putin-guerra.htm

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