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Perú: el culto al Mercado Camuflado en los planes de gobierno

lobo con piel cordero

 

Lima, Perú / 02 de marzo de 2016 / Teresa Tovar/ Fuente: Diario UNO

 

FORO EDUCACIÓN Y ELECCIONES

El Foro sobre Educación organizado por La República, mostró algunos consensos aparentes sobre “calidad educativa” que, sin embargo, esconden orientaciones divergentes. Veamos.

Educación Pública y privatización. Hoy en América Latina hay una tendencia hacia diversas modalidades de privatización de la educación: escuelas privadas subsidiadas, escuelas públicas concesionadas al sector privado, Asociaciones Público Privadas, Obras por impuestos, servicios privados para materiales y otros componentes de la educación pública, redes de escuelas privadas de bajo costo, etc.

Por fuera flores y por dentro temblores. Así aparecen las propuestas sobre educación de los partidos conservadores que encabezan las encuestas. ¿Por qué? Porque por fuera hablan de “calidad educativa”, pero por dentro preconizan o cobijan el lucro en la educación.

 

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Veamos 5 propuestas textuales de 5 partidos que expresan claramente esta tendencia:

  1. “(proponemos) la administración de los colegios públicos y de sus programas de educación pública por la empresa privada… En un Estado de derecho las reglas deben ser claras y simples para hacer empresa en busca de más y mayores mercados, emprender al menor costo posible”.
  2. “que se entienda que las entidades privadas que hoy existen, de acuerdo a la Constitución pueden ser con fines de lucro o sin fines de lucro” “se propondrá la reinstauración de incentivos al sector privado para que este se vincule con las entidades de educación superior y técnica, con el fin de encargarles el desarrollo de investigaciones para sus negocios”.
  3. “para continuar con el proceso de renovación de infraestructura escolar se deberá evaluar el esquema de las Asociaciones Público-Privadas, con la finalidad de fortalecerlas en el ámbito urbano”.
  4. “las instituciones financieras darán créditos para estudios superiores… con el objetivo de mejorar la calidad educativa y agilizar el mercado financiero para la educación superior que actualmente es limitado”.
  5. “es necesario generar un shock en la calidad educativa de los institutos superiores tecnológicos públicos. En algunos casos se podrá lograr concesionándolos a través de asociaciones público-privadas (APP)… Facilitaremos y desburocratizaremos los procesos para permitir que los Institutos Superiores Tecnológicos puedan ser gestionados bajo APP”.

Intente ahora adivinar a cuál partido pertenece cada Frase. Opciones: Alianza Para el Progreso, Fuerza Popular, Todos por el Perú, Peruanos por el Cambio o Alianza Popular.

Estas propuestas aparecen detrás de grandilocuentes declaraciones en favor de la prioridad de la educación y, lamentablemente, constituyen parte de una tendencia creciente en A. Latina. Estamos ante la instauración de una nueva relación entre el Estado y el sector privado, que reduce la educación pública, la subordina crecientemente a la lógica de los grandes capitales y busca que el Estado subsidie parte de la inversión privada. Dato: hoy el Estado dispone de 26% de presupuesto para gastos de inversión mientras que hace 10 años el 93% del presupuesto público se destinaba a gasto corriente.

Hay que votar por el derecho a una educación pública de calidad, no por la calidad de la educación a cualquier costo.

Nota. La solución al ejercicio es: Frase 1: Alianza Popular. Frase 2: Fuerza Popular. Frase 3: Peruanos por el Cambio. Frase 4: Todos por el Perú, y Frase 5: Alianza para el Progreso.

 

FUENTES CONSULTADAS:

http://diariouno.pe/columna/el-culto-al-mercado-camuflado-en-los-planes-de-gobierno/

FUENTE DE IMAGEN:

http://1.bp.blogspot.com/-QR3yN2zogEc/TdfHrjdFaQI/AAAAAAAAEBM/JvwilgtTW6I/s1600/lobo-elecciones.jpg

 

PROCESADO POR:

Hans Mejía Guerrero

hans_mguerrero@hotmail.com

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¿A quién le importan las notas?

Javier Martínez Aldanondo

 

 

calificaciones

 

En marzo se inicia el año académico en el hemisferio sur y comienza a vislumbrarse la recta final en el norte. En ambos casos, las notas de los estudiantes son el factor que genera la máxima preocupación para absolutamente todo el mundo.

Para los profesores porque se trata del indicador exclusivo para comprobar si sus alumnos aprenden. Y recientemente se han convertido en el principal instrumento para premiarlos (cuando las notas de sus cursos son buenas) o castigarlos (cuando son malas).

Para los padres porque es el único elemento que les permite saber si a su hijo le va bien o mal en el colegio, y por tanto, si tienen un niño inteligente, responsable y obediente o un niño tonto, rebelde y con déficit atencional. La mayoría de peleas en el seno familiar tienen su origen en las notas.

Para los dueños y directivos de los establecimientos educativos porque se convierten en su gran herramienta de marketing y venta: “matricule a sus hijos en este colegio y le aseguramos una nota de X. Recuerde que usted está comprando la garantía de que su hijo estudiará la carrera que quiera en la universidad que desee”.

Para los políticos porque los resultados de las pruebas nacionales (SIMCE, Inicia, PSU, Selectividad) e internacionales (PISA) son el argumento perfecto para responsabilizar a los profesores y a los alumnos cuando los resultados son malos o atribuirse el mérito, las pocas que veces que son buenos.

Para la industria inmobiliaria porque mientras el modelo se base en impartir clases en aulas físicas y realizar exámenes presenciales, su negocio de construcción continuará boyante. Por suerte, hay arquitectos que no comparten esa visión.

Y desde luego, para la industria editorial que sigue enriqueciéndose mediante la venta de libros caros y mediocres a un mercado cautivo que no tiene libertad para escoger. Y también para los actores del grosero negocio de la pseudo-educación (preparación de exámenes y evaluación) donde florecen todo tipo de academias, cursos, libros, metodologías milagrosas y aplicaciones informáticas que siguen aprovechándose de tanto incauto que solo quiere “lo mejor para el futuro de sus hijos”. Aquí tienen un ejemplo de este lucrativo negocio en acción.

¿Y para los niños y jóvenes? Las notas les importan porque todo su entorno les presiona de manera tan asfixiante que no tienen cómo escapar, llegando a veces a extremos trágicos. ¿Quién puede olvidar el miedo previo a la recepción de las notas después de los exámenes? ¿Y el terror de llegar a casa con malas notas? Las notas son el elemento que más condiciona la vida de un joven desde que entra al colegio hasta que termina la universidad porque toda su trayectoria se mide en función de ellas. Las notas influyen de manera tan injusta, que obtener malas calificaciones, aun teniendo una vocación definida, te impide dedicarte a lo que realmente te apasiona. Eres lo que tus notas dicen. Si sacas buenas notas, puedes estar tranquilo y si no es así, prepárate a sufrir.

Pero la verdad es que todo eso no es más que una inmensa mentira porque las notas no tienen ninguna relevancia. No somos números. El año pasado, una noticia escandalizo a la opinión pública chilena: alumnos de Ingeniería de la Universidad Católica – una de las carreras más apetecidas en la universidad más prestigiosa del país- fueron descubiertos copiando masivamente. La conclusión y el mensaje son inequívocos: los futuros líderes del país no tienen ningún interés en aprender sino en aprobar (que es muy distinto) de la manera que sea. Lo que importa es obtener un título. Todos sabemos que una vez superas el último examen de la última asignatura de la carrera, las notas jamás vuelven a aparecer en tu vida. Una pesadilla recurrente entre los adultos consiste en soñar que todavía te falta un examen para terminar la carrera. Pero además, las notas nos engañan: El 93% de los profesionales reconocemos que seríamos incapaces de aprobar los mismos exámenes que hicimos en la facultad. ¿Sacarías mejores notas que tus hijos en cualquier examen de su colegio o en la prueba de acceso a la universidad? Intuyo la respuesta pero si tienes dudas, prueba con este simple test.

¿Quiere eso decir que tus hijos –que “saben” más que tú- podrían ocupar tu puesto de trabajo? Si no te acuerdas de lo aprendiste, significa que estudiar lo que estudiaste no tiene sentido y de la forma que estudiaste tampoco. Hoy Sócrates diría “solo sé que no sé nada porque lo que sabía se me olvidó”. Pero lo más grave de todo es ¿tiene eso alguna importancia? No parece que te haya ido tan mal a pesar de “saber” menos que tus hijos. ¿Las notas han tenido impacto directo con la forma en que se ha desarrollado tu vida? ¿Elijes a tus amigos o a tu pareja por sus notas? ¿Crees que de verdad que a tus clientes o a tu empresa les importan tus calificaciones? Hace 3 años el jefe de RRHH de Google declaraba que el expediente académico no sirve para nada . ¿Tu jefe te hace un test cada mes y te paga tu sueldo en función de cuantas preguntas respondes correctamente?

Durante tu vida adulta, los exámenes te los hacen diariamente tus clientes, tus compañeros de trabajo, tus competidores, tu familia, la sociedad entera, pero para aprobarlos, no tienes que memorizar asignaturas ni contestar tests de respuesta múltiple sino que tienes que hacer cosas que aporten valor. Saber no es suficiente. No te equivoques, que hayas estudiado no significa que sepas pensar.

¿Cómo hemos llegado a este despropósito? La explicación es sencilla: Evaluar el aprendizaje es algo muy complejo ya que se trata de un fenómeno que ocurre en el cerebro y es muy poco lo que sabemos respecto del funcionamiento de nuestro órgano fundamental. El sistema educativo se diseñó partiendo de la premisa diabólica de que su misión consistía en ordenar a los niños de más listo a más tonto para decidir quiénes seguían estudiando en la universidad y quienes iban a trabajar. Para clasificarlos, inventamos un método artificial y perverso que les hace rivalizar entre ellos. Las notas son el señuelo que colocamos para hacer competir a los niños. Igual que los perros en el canódromo, persiguen una presa falsa que no les conduce más que a estresarse.

¿Tiene sentido comparar a unos niños con otros y que aprendan lo mismo si todos son distintos y harán cosas diferentes en su vida? Aunque la realidad nos demuestra que el sistema es absurdo, un ejército de académicos eminentes (que “aprendieron” con clases expositivas y sacaron buenas notas) lo defienden a capa y espada con argumentos sofisticados para que siga inamovible y nadie se atreva a cuestionarlo. No entienden que la educación es un proceso de siembra, donde los resultados importantes (y no las actuales notas inservibles) ocurren a largo plazo, muchos años después, cuando esos niños se conviertan en ciudadanos responsables.

Veámoslo objetivamente. ¿Podrías predecir que alguien va a ser un buen profesional en cualquier disciplina por sus notas? Todos tenemos amigos que jamás se distinguieron por su brillantez académica y han desarrollado carreras profesionales envidiables. Esos exámenes generales y comunes a todos ¿te aseguran quién será buen ingeniero, abogado o profesor? En absoluto porque no se parecen en nada a las competencias que se requieren para ejercer cada una de esas profesiones. ¿Qué mide una nota? Evalúa tu capacidad de seguir instrucciones, estudiar contenidos y repetirlos al pie de la letra. ¿Se trata de habilidades esenciales en la vida de las personas? Tampoco. Más bien, estamos menospreciando el inmenso potencial del cerebro. Las notas de un niño no son ni un predictor de cómo le irá en la vida ni tampoco un indicador de su capacidad de aprender. Nos hablan más de la motivación del alumno por tener éxito que de aprendizaje. Porque cuando de verdad algo te interesa, no te acuerdas de las notas ni necesitas premios sino que aprendes y te esfuerzas por el placer de progresar, de demostrarte a ti mismo que eres capaz, que no te rindes.

Es cierto que para estudiar y sacar buenas notas, se requiere un cierto grado de concentración y de esfuerzo. Pero en absoluto estamos frente a habilidades decisivas. De hecho, es al revés. Dado que lo importante en la vida son intangibles difíciles de medir (pensar, colaborar, aprender, comunicar, ser creativo, curioso, manejar la autoestima, etc), hemos organizado el sistema educativo para que enseñe aquello que luego podemos medir fácilmente en un examen: la geografía, las matemáticas, la física, el lenguaje, la historia tienen respuestas correctas, se pueden enseñar con un libro y una pizarra y se pueden evaluar a través de un examen escrito a miles de alumnos. Más fácil imposible. Para el sistema educativo y para el resto de la sociedad, el conocimiento está codificado en libros y por tanto es transmisible lo que simplifica su manipulación. Para medir la educación, nos tuvimos que inventar las notas mientras que para medir el aprendizaje no hacen falta números. ¿Cuántos estudiantes protestan cuando un profesor les dice que lo que está explicando no entra en el examen? ¿Y quién se queja, si eliminas el examen y le regalas la máxima nota, porque quiere aprender? Dado que enseñamos aquello que es fácil de medir en un examen, los alumnos sólo se interesan por las notas y a los profesores se les evalúa por los resultados de sus alumnos. Cuando el objetivo es pasar de curso, el aprendizaje deja de tener importancia. Mientras evaluemos como lo hacemos hoy, el sistema seguirá igual: enseñando contenidos con libros y pizarra y memorizando para el examen.

Por si tenían dudas, el fenómeno es internacional: El examen de selectividad en China está severamente cuestionado. En EEUU, los malos resultados en los tests tienen a la educación sumida en una grave crisis mientras el país lidera el mundo en emprendimiento e innovación. Curioso.

¿Es imprescindible evaluar? Sin duda alguna. Necesitamos verificar que las personas están capacitadas para realizar aquellas tareas que les exigimos que aprendan. La sociedad tiene que recibir garantías de que un médico o un electricista cuentan con las competencias requeridas para desarrollar su profesión. El objetivo de la evaluación es comprobar que eres capaz de hacer cosas que antes no podías. Las notas nunca son el objetivo sino la consecuencia.

Y si no es mediante un examen, entonces ¿cómo evaluamos? El ejemplo más universal de cómo evaluar el aprendizaje es el examen de conducir. Claro, debes hacer un examen teórico bastante inútil. Pero ningún país serio te entrega el carnet por aprobar dicho test sino que se preocupa de comprobar que sabes conducir. El proceso es muy simple: te colocas a los mandos del vehículo y un experto (no teórico sino práctico) te acompaña y te solicita que realices una serie de maniobras para verificar tus competencias. Si las ejecutas adecuadamente, quedas habilitado (sin que haga falta una nota) y si no lo haces bien, debes seguir practicando hasta una nueva oportunidad. Cuando tienes que mostrar competencia (saber hacer), las trampas son más difíciles porque no puedes copiar ni te pueden “soplar” la respuesta. También se elimina el factor suerte (que te pregunten justo lo que estudiaste o que elijas por azar la alternativa correcta). Es evidente que evaluar de esta forma es mucho más complejo y más caro y por eso hemos escogido el camino fácil. Pero es aquí donde la tecnología nos puede echar una mano. Estamos en la era de los computadores y el uso de la tecnología solo se va a intensificar. El modelo actual está pesimamente diseñado porque evaluamos lo que se sabe y no lo que se es capaz de hacer. Por eso tenemos legiones de alumnos inventando todo tipo de estratagemas para aprobar y profesores buscando desesperadamente maneras de evitar el fraude.

Conclusiones.

Un profesor belga pidió a sus alumnos que completaran la siguiente frase:

El gato tiene _____ patas, y el pájaro _____ .

La mayoría de los alumnos escribieron la respuesta esperada “4” y “2”. Excepto un alumno que escribió “El gato tiene malas las patas, y el pájaro está triste”. ¿Qué nota debería darle el profesor? ¿Un “0” por no haber encontrado la solución correcta? ¿Dos notas diferentes una por convergencia y otra por divergencia (creatividad)?

El actual sistema de evaluación es nocivo. El desempeño académico es solo una de las múltiples facetas del ser humano y no de las más importantes. Sin embargo, nuestros jóvenes están convencidos de que las calificaciones obtenidas a lo largo de su trayectoria educativa definen su vida, tanto el éxito como el fracaso. Creen que las notas son la única forma que tenemos de demostrar el talento y capacidad de un ser humano. Y cuando no obtienes buenas notas, el mensaje de la sociedad es cruel: no sirves, no serás nada en el futuro.

Formar empleados que obedezcan sin rechistar pudo ser útil durante siglos para sociedades verticales y organizaciones fuertemente jerarquizadas pero ya no sirve. Mientras las empresas eliminan los rankings internos y las evaluaciones de desempeño, el sistema educativo insiste con ellos explotando un negocio deleznable. La comparación puede sonar cruda el colegio funciona igual que el circo desde que abandonamos la noble tarea de educar. Los niños, como los leones o las focas, son amaestrados por sus profesores para ejecutar un amplio repertorio de piruetas. Los “buenos” col egios amaestran mejor a los niños que los malos colegios, pero siguen enseñando las mismas piruetas sólo que de forma más eficiente y cobrando mucho más caro a los padres. Algunos profesores son más diestros en enseñar esas piruetas pero la mayoría están aburridos de enseñar siempre las mismas y cabreados al comprobar que a sus alumnos no les interesan lo más mínimo y las olvidan al poco de haberlas aprendido. Algunos niños son más rápidos en aprenderlas y a otros les cuesta más trabajo (los que no lo logran son expulsados). No importa si esas piruetas que aprendes te serán útiles en el futuro o si te interesan ya que el objetivo es pasar a la siguiente etapa y para eso necesitas complacer a tu profesor ejecutándolas cómo espera que lo hagas (y no como a ti se te ocurra aunque te parezca más divertido o innovador). Se evalúa a los niños por lo bien que son capaces de repetir las piruetas pero, ojo, siempre por escrito y tus padres verifican tu pericia mediante las notas. Ni hablar de imaginación, ni rastro de pensamiento propio, el pescadito solo se gana siendo complaciente y haciendo lo que se te pide.

Hace 1 semana, un diario financiero publicó que el 65% de los niños que ingresa a la educación básica, trabajará en empleos que hoy no existen. Las notas siguen midiendo una parte menor del mundo (asignaturas desfasadas que no tienen nada que ver con la realidad que te espera) y fomentando las habilidades menos valiosas: memorizar sin entender (en la mayoría de los casos) y repetir. Para obtener una nota, escribes o hablas pero no haces lo que tiene consecuencias funestas. Si las notas son tan poco representativas, si no tienen apenas impacto en tu vida y miden temas menores ¿por qué les seguimos dando tanta importancia?

Cuando se colocan las grandes decisiones sobre educación en manos de economistas e ingenieros, se está reafirmado que el aprendizaje es una cuestión de números. Por eso, todo el aparato educativo público trabaja abocado a aquello que se puede medir, solo se preocupa de las estadísticas (de cuantos niños asisten, de los presupuestos o de las notas). Cualquiera que sepa de aprendizaje sabe que medirlo con cifras es una falacia. Las notas son un pésimo mecanismo si queremos evaluar el aprendizaje. Necesitamos construir una escala para evaluar el conocimiento mucho más robusta y menos banal que la que venimos padeciendo hace años: desarrollar un procedimiento que reconozca con mayor detalle y de forma objetiva, lo que sabes hacer y lo que te falta, en lugar de cuanta información eres capaz de recordar un día concreto.

La educación que tenemos demuestra que no hemos pensado como será el mundo dentro de 20 ó 30 años, cuando los niños que están empezando el colegio se gradúen de la universidad. Si será distinto y condicionado por la tecnología, entonces debemos prepararlos para ese futuro y no para el pasado. Un mundo diferente requiere de otras personas, otros valores y habilidades, otra educación y otra manera de evaluar. Tenemos que recuperar el placer por aprender. La decisión de fondo es: ¿educamos para que te vaya bien en el examen o educamos para que te conviertas en una persona creativa que persigue sus propios intereses? ¿Buscamos ciudadanos eficientes, trabajadores productivos que contribuyan a mejorar los resultados de sus empresas (y los bolsillos de sus accionistas) o ciudadanos libres, independientes y exploradores, capaces de entusiasmarse y aprender? Si la propuesta educativa es débil, los ciudadanos no se cuestionan, no participan ni proponen, no critican ni vigilan. Como acertadamente comentaba un caballero en una sección de cartas al director, hoy estamos ante el triunfo de los borregos. ¿Será eso lo que interesa? Las mentes de los niños son la materia prima más importante del universo. Llegó la hora de aprovecharla.

“Todos nacemos con alas, nuestra tarea es aprender a volar”.

Javier Martínez Aldanondo

Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria

jmartinez@catenaria.cl y javier.martinez@knoco.com Twitter: @javitomar

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¿Cuáles son las ventajas de la jornada escolar extendida?

Mercedes Mateo-Berganza y María Luisa Iribarren

EDUCACION ALTERNATIVA

En Paraguay, la mayoría de las escuelas públicas tiene una jornada escolar corta, de apenas cuatro horas. Los niños que van a clases, ya sea por la mañana o por la tarde, pasan el resto de su día en casa o en las calles, muchas veces sin la supervisión de un adulto. Y, lamentablemente, las posibilidades de estos niños de recibir estimulación de calidad fuera de la escuela suelen ser muy diferentes entre niveles socioeconómicos. Pero hay buenas noticias: se está haciendo un gran esfuerzo al respecto.

El Ministerio de Educación (MEC) ha desarrollado un ambicioso plan de reforma de la educación para hacer frente a la baja atención y la alta deserción y repetición de grado de los estudiantes que resulta en un bajo aprendizaje. Uno de los principales componentes de este plan de reforma es ampliar la jornada escolar de cuatro horas diarias a un total de ocho. Los estudiantes recibirán refuerzo escolar en las materias básicas, pero también recibirán horas adicionales de formación en nuevas disciplinas que añadan valor a su formación y a su comunidad, tales como deportes, artes y valores cívicos (VIDEO: Ver la experiencia reciente con el BID y Scholas Occurrentes).

¿Por qué ampliar la jornada escolar?

Un reciente documento de Holland, Alfaro y Evans (2015) revisa 15 estudios que miden los efectos de reformas educativas similares en otros países de América Latina. Los autores reconocen a la jornada escolar extendida como una medida que genera impactos positivos y ganancias en los niveles de aprendizaje del estudiante, pero dicen que es probable que haya reformas más rentables para obtener resultados similares.

Mientras leíamos este documento, Angus Deaton fue galardonado con el Premio Nobel de Economía, y nos recordó que “el mundo es un lugar complicado y que reducirlo a teorías simples casi siempre es peligroso”. De hecho, dijo que “la historia del bienestar humano, por lo que realmente vale la pena vivir, no se logra mirando solo una parte de lo que es importante”, y volvimos a convencernos que prestar atención únicamente a los resultados de las pruebas de aprendizaje en las vidas de estos chicos, claramente, no era todo lo que importaba.

Veamos más de cerca los números de Paraguay. Las pruebas nacionales estandarizadas muestran que, entre el 30% y el 45% de los grados 3, 6 y 9 los estudiantes paraguayos apenas llegan a su nivel I de IV en lectura. Y en matemáticas, este grupo es casi el 50%. Según TERCE, Paraguay está por debajo del promedio de América Latina.

Por otro lado, las estadísticas señalan que aproximadamente un 24% de los niños viven en hogares de bajos ingresos; que casi el 12% de todas las familias son monoparentales, en gran mayoría encabezadas por mujeres (85%); que hay incidencia de pobreza en estos hogares y que la probabilidad de que la madre deba trabajar es mucho mayor. También se muestra que 150 mil niños están fuera de la escuela primaria, y que, de ellos, la mayoría están en los hogares más pobres. Casi uno de cada seis niños de entre 10 y 14 años de edad trabajan (15%), el 6% de las adolescentes dará a luz un niño, y que la delincuencia juvenil representa aproximadamente un 5% del total de los arrestos.

En estos contextos, la escuela debe ser mucho más que solo pruebas y exámenes. Un análisis económico razonable en educación debe tener en cuenta otras ganancias como que los niños se mantengan en un lugar seguro como la escuela, en vez de las calles.

La evidencia muestra que más horas en la escuela puede traer como beneficios la reducción de los embarazos de adolescentes y las tasas de delincuencia juvenil. Incluso podría aumentar la participación femenina en la fuerza laboral, ya que se ofrecerían opciones de cuidado de calidad a los padres y madres que trabajan. Y, debido a que hay grandes diferencias en las posibilidades entre niños ricos y pobres de hacer algo útil con su tiempo fuera de la escuela, extender la jornada escolar puede obtener importantes mejoras en la equidad, ya que los impactos de la misma tienden a ser mayores en las escuelas más desfavorecidas y en los estudiantes más pobres.

La escuela no puede resolver todos estos problemas, pero como Marta Lafuente, Ministra de Educación de Paraguay, lo ve: la escuela puede tener un papel en la comunidad que vaya más allá de la contribución educativa tradicional. En el programa propuesto por el gobierno, la extensión de horas se complementa con innovaciones pedagógicas y otras actividades que tradicionalmente son consideradas como extracurriculares. Esperamos ver un impacto no solo en las habilidades cognitivas, sino también en las habilidades blandas que son cruciales para asegurar una buena transición de la escuela a la fuerza de trabajo.

 

Publicado en “La educación de calidad es posible” del BID

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AVANCES Y OBSTÁCULOS EN LA MEDICIÓN DE LA INNOVACIÓN: MAL DE MUCHOS, CONSUELO DE…

POR MONICA SALAZAR

BID Innovacion

Lo que no se mide, no se mejora. De acuerdo a ese credo, para cualquier área de política pública, como lo es innovación y competitividad, es fundamental la medición. Primero, para saber dónde estamos y tras un análisis de esa situación decidir hacia dónde queremos ir y qué necesitamos hacer para lograrlo. Posteriormente durante la ejecución de la política debemos hacer monitoreo y seguimiento, para lo cual también necesitamos indicadores. Finalmente, a la terminación de los programas volvemos a requerir de mediciones, que nos permitan evaluar los resultados y el impacto de la intervención. En el mundo desde la década de 1990, se han venido posicionando las encuestas de innovación como el mecanismo idóneo para recopilar información sobre los objetivos, determinantes, resultados, obstáculos, y fuentes de las ideas para la innovación empresarial. Los países de América Latina y el Caribe (ALC) no han sido ajenos a este movimiento e igualmente han desarrollado encuestas para alimentar el diseño y seguimiento de las políticas de innovación.

La región de ALC tiene una historia rica y fructífera en materia de medición de la innovación. Uruguay fue pionero en realizar una encuesta de innovación en el año de 1987. Posteriormente, a partir de la publicación en 1992 del Manual de Oslo de la Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile, Argentina y Colombia hacen una primera ronda de encuestas a mediados de la década de los noventa. Y aquí comienza un desarrollo propio de la región: la formulación de lo que se conoce como el Manual de Bogotá, fundamentado en el Manual de Oslo pero adaptado a la realidad y la situación del sector productivo en materia de innovación y competitividad de los países de la región. La elaboración del Manual fue apoyada por la OEA y Colciencias (entonces Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología), y liderada por la Red Iberoamericana/Interamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología – RICyT.

En el Manual de Bogotá se innovó en varios frentes, como por ejemplo abordar la innovación en sentido amplio, es decir no solo la innovación tecnológica de productos y procesos sino también la innovación organizacional y en comercialización; se hizo más énfasis en las actividades conducentes a la innovación, en el proceso mismo de la innovación, y no solo en los resultados (número de empresas innovadoras), y en las capacidades. El Manual de Bogotá partía de reconocer que nuestras economías se diferencian en muchos aspectos respecto de las de la OCDE, como por ejemplo estructuras de productivas concentradas en industrias de consumo masivo o extractivas, competencia en mercados nacionales y locales principalmente, sistemas de innovación desarticulados y débiles, actividades de Investigación y Desarrollo (I&D) menos formalizadas, escasez de capital altamente calificado en las empresas, y un ambiente protegido y cerrado, poco competitivo.

Hoy la región ha avanzado mucho en materia de medición, 16 países hacen encuestas de innovación, aunque no todos regularmente, pero se tiene buena información. Se destacan Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, y Uruguay, que llevan más de 6 rondas de encuestas de innovación y tienen series de datos. Los países no solo aplican el Manual de Bogotá sino también el de Oslo, que ya va en su tercera versión (2005) y además usan el formulario básico y el Manual para la implementación de encuestas de innovación desarrollados por la División de Competitividad e Innovación del BID. Adicionalmente el Banco ha apoyado con recursos financieros y experticia a varios países para que realicen sus encuestas.

Sin embargo tenemos obstáculos, como son: la no confiabilidad de los indicadores de inversión o gasto en innovación; el limitado acceso a los microdatos para la realización de estudios longitudinales y su combinación con datos de otras encuestas; la dificultad para hacer comparaciones internacionales por las diferencias en la interpretación de las preguntas y por lo tanto las respuestas obtenidas; y, el escaso uso que hacen los formuladores de política de los indicadores; y los problemas a la hora de hacer comparaciones internacionales por diferencias en los procesos de recolección de información y metodológicos. Pero estos problemas no son solo de los países de la región, sino también de los países de la OCDE. Mal de muchos…. consuelo de tontos, como dice el dicho.

En una reunión reciente de los expertos en indicadores de la OCDE en la ciudad de Oslo (Noruega), en la cual participó la División de Innovación y Competitividad del BID, se discutieron varias propuestas para ir resolviendo estos problemas, las cuales se espera sean incorporadas en la nueva versión del Manual de Oslo cuyo proceso de revisión inició en dicha reunión. Los temas a abordar en la revisión del Manual fueron acordados en dicha reunión:

El contexto en el que se desempeñan las empresas, y en general la cultura y el lenguaje del país, son factores determinantes. En tal sentido se espera que el Manual y las encuestas se muevan de una mirada a las empresas innovadoras hacia mirar la innovación y las condiciones en que esta se da.

Costo de la innovación y la inversión en conocimiento: se requiere mejorar la evidencia de los insumos a la innovación, alejándose un poco de la inversión en I&D como un proxy, y capitalizando en los avances de la literatura sobre intangibles.

Recursos humanos para la innovación: cómo incorporar a las encuestas empresariales el conocimiento desarrollado sobre los individuos y sus habilidades.

Novedad y sus atributos: nuevo para la empresa, nuevo para el mercado, nacional o internacional. Este es un asunto que sigue en discusión y sobre el cual se debe profundizar para entender mejor que es novedoso para el mercado, pero además entender los procesos de difusión y las prácticas de imitación, como aspectos fundamentales asociados a la innovación.

Vínculos e innovación abierta: dados las nuevas formas de hacer innovación y de comercializar y difundir conocimiento, la revisión abordará la innovación abierta.

Innovación y sector público: el sector público es una actor fundamental en el proceso de innovación, bien sea como financiador (directa o indirectamente) pero también a su vez como innovador. Se explorará si se hace una guía separada para atender este último caso.

Innovación en todos los sectores: a pesar de los esfuerzos por incluir en el Manual la innovación en el sector servicios, todavía se manifiestan dificultades para identificar y caracterizar adecuadamente los procesos de innovación en servicios, agricultura y otras industrias no manufactureras. Se explorará el desarrollar guías diferenciadas de acuerdo al sector.

Metodologías estadísticas: este fue el tema más ampliamente discutido, viendo la necesidad de abordar conceptos, definiciones, preguntas, formularios, recolección de información, estimación de indicadores, entre otras dimensiones metodológicas. Se ve la necesidad que esta revisión profundice en los asuntos metodológicos y de armonización, con miras a mejorar la calidad y confiabilidad de la información y a facilitar la comparabilidad internacional.

Son muchos los temas por discutir y revisar para formular una nueva versión del Manual de Oslo, instrumento de amplia utilización en los países de ALC. Es importante que la experiencia de la región sea escuchada y tenida en cuenta en dicho proceso de revisión, y que entre todos resolvamos los problemas de la medición de la innovación. En particular se resalta el énfasis que se ha hecho en las encuestas en la región por diferenciar el mercado al cual se orienta la innovación, es bien diferente innovar para un mercado netamente local que para uno global. Igualmente se resalta la categoría de firmas potencialmente innovadoras, en la cual se reconocen aquellas que hacen actividades de innovación, que tienen una actitud positiva al cambio y la innovación pero que aún no logran resultados. El mantener una definición amplia de innovación es clave para ALC. Por último, en algunos países de la región ya se han hecho encuestas de innovación en el sector agropecuario, experiencia invaluable a la hora de definir si se mantienen formularios idénticos para todos los sectores o se adaptan el lenguaje, las preguntas y los ejemplos, adecuados a las características de cada sector.

Es bien importante resaltar que alrededor de la medición de la innovación se han desarrollado comunidades de práctica, en la cual participan las agencias de estadística, las instituciones a cargo del fomento de la CTI, académicos, organismos internacionales, entre ellos bancos de desarrollo, generándose un intercambio muy rico en conocimiento y experiencia. ¡Seguimos midiendo y mejorando!

 

Publicado originalmente en el Boletín y la pagina del BID

 

 

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La educación rural en el marco de la revolución en la estructura de las poblaciones de las naciones

Jurjo Torres Santomé

 

A medida que el siglo XX iba avanzando y las grandes industrias y negocios optaban por instalarse en los núcleos urbanos, con la subsiguiente oferta de puestos de trabajo, los procesos de desplazamiento hacia las ciudades fueron haciéndolas crecer a un fuerte ritmo, como nunca antes se había visto. De esta manera, se acabaron conformando espacios más heterogéneos, donde el contacto entre personas pertenecientes a distintas clases y colectivos sociales posibilitaba una convivencia con mayor proximidad y más facilidades para las interrelaciones.

Este proceso de concentración de la población en las ciudades, de urbanización de la humanidad y, en consecuencia, de despoblamiento de los núcleos rurales alcanza su punto más álgido en el año 2008; con más de la mitad de la población mundial viviendo en ciudades, 3.300 millones de personas; con una humanidad mayoritariamente urbana por primera vez en la historia. Así, por ejemplo, las ciudades en Europa albergan ya a un 80% de la población. Los estudios de prospectiva prevén que a nivel planetario, si el modelo de desarrollo sigue siendo el actual, en el año 2030 más del 60% de las personas vivirán en las ciudades, y más del 75% en el 2050 (UNFPA, 2007).

En las ciudades conviven personas de muy diferentes orígenes geográficos y culturales, lo que suele crear, en bastantes ocasiones, problemas de comunicación, de cohesión y de convivencia, especialmente cuando, como resultado de las políticas que allí rigen, se llevan a cabo agrupamientos diferenciados que visibilizan la precarización laboral, la discriminación. Compartir zonas para vivir puede ir acompañado de un aumento de la tensión y de la conflictividad en esos espacios urbanos, en la medida en que no se acompaña de una reducción de las diferencias entre las distintas clases y grupos sociales a la hora del acceso al mercado laboral, y de las posibilidades de beneficiarse de similares oportunidades en el resto de los servicios culturales, de salud y de ocio.

Tales desigualdades pasan dada vez menos desapercibidas, haciéndose muy visibles hasta en la organización de los espacios. Este es el caso, por ejemplo, de determinados barrios periféricos que pasan a concentrar a los sectores más desfavorecidos de la población: inmigrantes pobres, sin techo, sin papeles, bandas juveniles, personas drogadictas, prostitutas pobres, …, a lo que sociológicamente hablando denominamos las “nuevas clases peligrosas”. Grupos a los que un sector importante de las clases altas y medias contemplan como no recuperables, sin esperanza, sin posibilidades reales de que se “normalicen”, de ser integrados. Son las personas que “sobran” y a las que da la sensación de que las clases más ricas no van a precisar; por esta razón, tampoco les están ofreciendo su colaboración y ayuda.

Quienes primero suelen notar el paro, la destrucción de empleos, la precarización y degradación de los puestos de trabajos son las capas más jóvenes de la sociedad, y en concreto las hijas e hijos de las clases sociales más populares, al igual que las poblaciones inmigrantes de países pobres; colectivos que non encuentran otro lugar para habitar que no sean esos poblados o barrios más marginales.

Esta concentración espacial en zonas diferenciadas en la actualidad es, asimismo, una buena muestra de situaciones que son novedosas en las actuales economías neoliberales, en concreto de la movilidad descendente. Frente al mensaje y ejemplos de otros periodos históricos en los que las posibilidades eran casi siempre de ascender en la escala social, laboral y económica; en la actualidad son demasiados los ejemplos contrarios: la pérdida de estatus, de poder y de recursos para sobrevivir. Gente que hasta hace poco tenía un puesto de trabajo y podía considerarse como miembro de una clase media, normalmente clase media baja, ahora en momentos de crisis del neoliberalismo, pasa a engrosar el mundo de las clases pobres, y desde ese momento estas personas se ven forzadas a localizar una vivienda en este tipo de barrios.

 

Un fenómeno novedoso del presente son los barrios-guetos en los que también se ubica una buena parte de esa población rural que se ve forzada a desplazarse a las ciudades, dado que en su medio de origen no dispone de recursos para sobrevivir. Los guetos son los lugares donde habitan los expulsados y los no admitidos; no son espacios elegidos, sino emplazamientos obligados, las cárceles abiertas en las que se mora involuntariamente. En la actualidad, mil millones de personas viven en chabolas, y esta cifra sigue subiendo debido al modelo económico neoliberal de desarrollo que hoy es dominante en el mundo.

La aceleración de este proceso de urbanización no planificado explica que los suburbios donde habitan las poblaciones de inmigrantes pobres y de razas marginadas, no hagan nada más que crecer desorganizadamente, en especial en las grandes urbes. Estos espacios, al no tener ni accesos fáciles posibilitan que la marginación y las injusticias pasen casi completamente desapercibidas para los sectores sociales que habitan en las zonas mejor dotadas. Las situaciones de pobreza no se hacen visibles con facilidad y, de ahí, la sorpresa con la que acostumbran a ser recibidos los informes y estadísticas que sacan a la luz estas realidades.

En gran medida, en una buena parte de los países más desarrollados es una realidad la conceptualización que hace Zygmunt BAUMAN (2007, pág. 26) de que “las ciudades son lugares repletos de desconocidos que conviven en estrecha proximidad”, generando miedo y una considerable agresividad latente que, de vez en cuando, estalla. “El desconocido, por definición, es un agente movido por intenciones que a lo sumo se pueden intuir, pero que nunca se conocerían a ciencia cierta” (Zygmunt BAUMAN, 2007, pág. 27). Un ser del que desconocemos sus intenciones e intereses y, que por tanto, ante el que hay que estar alerta, del que es lógico sospechar.

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La contribución del sistema educativo a la “desruralización”

 Contemplada esta revolución urbana desde las instituciones escolares, lo que no podemos es obviar que el sistema educativo tradicional contribuyó también en gran medida a “desruralizar”, convirtiendo a la ciudad en el arquetipo de vida para las nuevas generaciones.

Todo planteamiento mínimamente riguroso acerca de la educación en el mundo rural conlleva abrir un debate acerca de los modos de vida en el país de que se trate; interrogarse sobre qué tipo de economía, qué modelos productivos, que ubicaciones preferimos incentivar para que puedan vivir las personas que lo habitan; decidir qué infraestructuras es preciso construir, qué recursos va a utilizar la población para poder vivir, trabajar y desarrollar todas sus potencialidades como seres humanos.

La realidad es que hasta el momento presente, este debate explícitamente no está teniendo lugar, pero en la práctica los modelos económicos y productivos por los que se viene apostando conllevan de manera implícita un ideal de sociedad completamente urbano.

Desde los inicios de la transición democrática el debate sobre qué tipo de sociedad queremos construir, dónde queremos que viva, trabaje, estudie, disfrute y conviva la gente no se abrió en ningún momento. Pero las políticas que se vienen implementando suponen una apuesta por la concentración de las poblaciones en las zonas urbanas, en las ciudades.

Buena prueba de ello son las políticas de comunicaciones y transporte, obsesionadas por la construcción de autopistas, autovías, trenes de alta velocidad y aeropuertos y, por tanto, preocupadas por interconectar las ciudades entre sí y, simultáneamente, dejar incomunicados a los núcleos rurales. Igualmente, las políticas en vigor de vivienda, de sanidad, de cultura, de trabajo, de justicia, de educación, de interior, de ciencia y tecnología, de hacienda, … son el resultado de las miradas de carácter urbano de los partidos políticos, del cuerpo de funcionarios de las Administraciones públicas y del conjunto de especialistas que asesoran a los gobiernos de turno. Cada vez es frecuente observar como el medio rural es contemplado de manera reduccionista como espacio de ocio para la ciudadanía urbana que acude a ese entorno con la idea de descansar y relajarse. Pero la ignorancia sobre las condiciones de vida de las personas que habitan en los núcleos rurales, sobre sus posibilidades laborales, culturales, recreativas, sanitarias, educativas, … es demasiado notoria y, por tanto, generadora de demasiadas injusticias.

 

Por lo que atañe a los sistemas educativos, venimos careciendo desde hace décadas de debates sobre cómo debería ser la educación en los entornos rurales. Entre otras cosas, no se abrió nunca un debate riguroso y democrático acerca de si el sistema educativo debía servir para que las generaciones jóvenes descubran o no el mundo rural, para convencerles de las posibilidades de vivir y desarrollarse plenamente en ese contexto o, si por el contrario, el sistema educativo debía capacitar y orientar a la ciudadanía para que pusiera sus miradas en la vida en las ciudades y, seguidamente, el destino de sus decisiones también en este lugar: la ciudad.

Pensemos que ninguna de las leyes de reforma del sistema educativo que se vienen legislando e implementando desde mediados del siglo XX le prestaron la debida atención a la educación rural. Política que además chocaba frontalmente con una realidad en la que casi la mitad de la población del Estado Español a mediados de ese siglo habitaba en núcleos rurales. En 1940, el 51.9% de la población activa del Estado Español se dedicaba a la agricultura; en 1950 esa cifra se reducía al 49.3%. A partir de esos años el éxodo del campo a la ciudad crecerá a un fortísimo ritmo; al tiempo que la población que queda en el ámbito rural se va a caracterizar también por ser personas de edad muy avanzada; las generaciones jóvenes van a apostar por las ciudades. La realidad de una península ibérica agraria, rural y tradicional va transformándose en industrial y urbana.

Las distintas leyes educativas no contemplaron con la debida atención las características del mundo rural y, en consecuencia, como debía ser la red educativa destinada a ese medio. Un entorno en el que entre sus notas distintivas hay que subrayar: la dispersión de la población, el reducido número de niñas y niños de una misma edad, los dificultad de acceso a recursos y materiales educativos, …

Tengamos en cuenta que, por ejemplo, las editoriales de libros de texto producen únicamente libros “urbanos” en cuanto a los contenidos que incorporan. El mundo rural no suele contemplarse ni en los contenidos escolares vehiculados por los libros de texto, ni en los modelos sociales, laborales y comunitarios que se trabajan como explicación del funcionamiento de la sociedad. Los que se proponen y estudian, implícitamente, son los que se recomiendan como más adecuados para la vida en las ciudades. Lo que resulta mucho más frecuente es encontrarnos con ejemplos del mundo rural vistos con ojos urbanitas; o sea, como espacios bucólicos donde la naturaleza “incontaminada” se muestra en todo su esplendor; con unos animales y plantas consideradas respectivamente, mas al estilo de las mascotas urbanas o elementos de decoración que como seres que son imprescindibles tanto para realizar tareas agrícolas y de transporte, como para asegurar la alimentación de los seres humanos. Además, este tipo de recursos didácticos, los libros de texto, están construidos para ser utilizados por el alumnado de una misma edad escolar, de una única materia y curso. Modelo organizativo que no se acomoda a las peculiaridades del mundo rural.

Asimismo, el profesorado es formado en las Universidades y Escuelas de Magisterio sobre la base de metodologías para desarrollar con alumnado de la misma edad, del mismo curso académico. La atención a la didáctica multinivel, integrada e inclusiva es demasiado desconocida para las nuevas generaciones de docentes. Sin embargo, un modelo mucho más pertinente fue ensayado en la primera mitad del siglo XX, en las escuelas rurales de aquel momento, en las que en una misma aula trabajaban niñas y niños de distintas edades, de distintos niveles escolares, de distintas capacidades, con distintos intereses, con diferentes recursos y materiales curriculares.

 

En la medida en la que no se plantea la necesidad explícita de preparar a profesorado para trabajar en modelos de educación rural, es muy difícil contrarrestar el “sentido común” ideológicamente dominante. Un pensamiento que es totalmente contrario a las necesidades y prioridades del alumnado que vive en núcleos rurales.

No caer en la cuenta de estas rutinas y automatismos explica que, aun cuando se mantengan algunas escuelas rurales, sea cada vez más difícil el trabajo allí para un profesorado que fue formado con modelos y ejemplos de centros escolares urbanos. Igualmente, es cada vez más difícil que el profesorado que es destinado a centros ubicados en el medio rural decida trasladar allí su domicilio familiar e integrarse en aquella comunidad como un vecino o vecina más; implicarse en la vida colectiva que allí tiene lugar. Su mentalidad y aspiraciones urbanas es muy probable que le lleven a aceptar un cargo allí, pero como mal menor y, casi siempre, como un trabajo lo más provisional posible; hasta que se logre acumular la puntuación suficiente como para poder concursar a una plaza en un colegio urbano.

Es por todo ello que afirmamos que las instituciones escolares son un fuerte motor de desruralización.

A la hora de pensar el rol de los sistemas educativos en este creciente proceso de urbanización y, simultáneamente, de “guetización” de las minorías más desfavorecidas, no podemos olvidar que uno de los principales objetivos de los procesos de escolarización fue y sigue siendo, el contribuir a enseñar a convivir.

Los centros y aulas escolares son espacios en los que las niñas y niños aprenden a conocerse entre sí, a trabajar juntos y, por tanto, a socializarse y a convivir, con independencia de su clase social de origen, su nacionalidad, raza, sexo, capacidades, creencias religiosas y culturales, y sus opciones sexuales.

La desvertebración por barrios y, por tanto, por clases sociales hace dificilísimo el trabajo en esta meta de contribuir a vertebrar las sociedades. Asimismo, también es mucho más ardua la tarea de contrarrestar los prejuicios y estereotipos con los que el alumnado acude a las instituciones escolares, y que son construidos y reconstruidos constantemente mediante las informaciones e imágenes que vehiculan los medios de comunicación, un gran número de direcciones en Internet, el cine y la publicidad actual.

Si cada colectivo social vive y estudia aislado de los demás, el futuro también tiene mayores probabilidades de continuar siendo diferente en función del grupo de origen y de escolarización. Un presente geométricamente en paralelo augura un futuro en el que se continuarán evitando los encuentros y la colaboración.

Si nos acostumbramos a vivir, estudiar, trabajar y disfrutar en ambientes homogéneos y uniformes, con personas agrupadas por similares características sociales, económicas, físicas o intelectuales; en contextos en los que no nos vemos obligados a esforzarnos para comunicarnos, a trabajar colaborativamente e, incluso, a divertirnos con quienes son diferentes, poseen otra idiosincrasia distinta de la nuestra, “más probabilidades hay de que «desaprendamos» el arte de llegar a fórmulas conciliatorias y a un modus convivendi” (Zygmunt BAUMAN, 2007, pág. 34).

Una educación segregada siempre pretende evitar el encuentro con los que se considera como diferentes, con quienes se etiqueta como “los otros”.

Asimismo, conviene ser conscientes de que la ayuda que tradicionalmente vinieron desempeñando los sistemas educativos en la construcción de una identidad nacional, sobre la base de imponer y legitimar una única visión de la historia, de la cultura y una única lengua, supone en la actualidad una rémora para la nueva ciudadanía que requieren las sociedades abiertas y multiculturales. Los sistemas educativos actuaron en demasiados momentos de la historia como murallas de contención de lo extranjero, de lo diferente, de otras culturas, religiones, idiomas, ideologías, modelos de producción, etc.

Este acelerado proceso de urbanización de las sociedades precisa de hombres y mujeres que no se vean como extraños, en la medida en que no comparten raíces culturales y geográficas comunes. Los desplazamientos de la población rural a las ciudades son coincidentes con la llegada a ellas de personas de otros países, con raíces culturales y religiosas muy diversas, hablando distintos idiomas, etc. Y este nuevo fenómeno no debe contemplarse como una amenaza, como el preludio del choque de civilizaciones del que habla Samuel P. HUNTINGTON (1997), sino de un poderoso estímulo para generar modelos de convivencia y construir sociedades más abiertas e inclusivas.

Debemos hacer consciente a la población, pero de un modo muy destacado a las nuevas generaciones de que, como subraya Nan ELLIN, “al permitir que prospere la diversidad (de personas, actividades y credos), el espacio público posibilita la integración (o la reintegración) sin destruir las diferencias; en realidad las celebra. El miedo y la inseguridad se van calmando gracias a la preservación de la diferencia y al hecho de poder moverse uno a sus anchas por la ciudad”. (cit. en Zygmunt BAUMAN, 2007, pág. 57).

Las ciudades cosmopolitas siempre fueron un importante motor en el progreso humano. Si aprendemos de la historia y apostamos por un modelo de organización y de gestión más democrático y basado en la justicia social, esta nueva peculiaridad de las ciudades modernas debería ser algo realmente atractivo, creativo y productivo. Tal y como subraya Peter HALL (1998, pág. 285), “las ciudades creativas eran casi todas cosmopolitas; atraían al talento de los cuatro rincones de sus mundos, y desde el primer momento, estos mundos estaban a menudo sorprendentemente cercanos. Probablemente ninguna ciudad ha sido nunca creativa sin una continua renovación de esta corriente sanguínea creativa”.

Los nuevos vínculos de ciudadanía tienen que basarse más en compromisos con proyectos de futuro que en el compartir orígenes geográficos y tradiciones del pasado; algo que además es coherente con una ciudadanía democrática que desea y debe decidir sobre su futuro, no esclava de tradiciones que le vinieron impuestas, en la medida en que sólo unas pocas personas tenían derecho y posibilidades de decisión.

Las instituciones escolares son también un espacio privilegiado para imaginar nuevas posibilidades a los pueblos y núcleos rurales. Al igual que intencionalmente se llevó a cabo un proceso de urbanización acelerado, como consecuencia de unos modelos de industrialización y comercialización capitalista, de igual manera existe la posibilidad de reiniciar una nueva reinstalación y repoblamiento de entornos ahora abandonados, pero que con una infraestructura adecuada podrían contribuir a conformar nuevos modelos de convivencia más humanos, mucho más respetuosos con el medio ambiente y económicamente más limitado a las necesidades verdaderamente humanas y no de puro mercantilismo y acumulación al coste que sea.

Apostar por revitalizar un nuevo modelo de vida en núcleos rurales, aprovechando su potencial medioambiental, apostando por otros modelos de economía y de producción precisa, asimismo, de un sistema educativo que haga presente este mundo hasta ahora silenciado o nostálgicamente presentado, con todo su verdadero potencial. Es de este modo como el sistema educativo dejará de preparar fugitivos del mundo rural para educar otra ciudadanía más respetuosa con el medio ambiente y, lógicamente con las demás personas con las que convive. De este modo, las posibilidades de elección que el día de mañana tendrá cada alumna y alumno serán mayores, y sus elecciones las realizará disponiendo de mucha mas información y de mayor rigor en sus análisis.

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Bibliografía 

BAUMAN, Zygmunt (2007). Confianza y temor en la ciudad. Vivir con extranjeros. Barcelona. Arcadia, 4ª edic.

HALL, Peter (1998). Cities in Civilization: Culture, Innovation, and Urban Order. Londres. Weidenfeld and Nicholson.

HUNTINGTON, Samuel P. (1997). El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Barcelona. Paidós.

TORRES SANTOMÉ, Jurjo (2010). Justicia curricular. Madrid. Morata (en prensa).

UNFPA (United Nations Population Found) (2007). Estado de la población mundial 2007. Liberar el potencial del crecimiento urbano. New York. Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

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Descriptores:  Academia, Docencia, Docentes, Educación Superior, Empleabilidad, Equidad, Estudiantes, Financiamiento, Globalización, Gobierno, IES, Instituciones, Investigación, Latinoamérica, Políticas, Profesores, Público, Universidades estatales, Universidades privadas

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Inicialmente publicado en http://www.brunner.cl

Resumen: Latinoamérica reúne más de 10 mil instituciones de educación superior. El desenvolvimiento de los sistemas nacionales sigue patrones distintivos en cada país. Con todo, una rápida revisión de las políticas aplicadas permite observar algunas tendencias comunes.

JOSÉ JOAQUÍN BRUNNER

Prácticamente en todos los países de América Latina, los sistemas de educación superior se hallan sujetos a un conjunto de poderosas fuerzas que interactúan entre sí: masificación de la matrícula, insuficiente financiamiento público, fuerte desarrollo de instituciones privadas, diferenciación y proliferación de programas de estudio, dudas respecto del valor de los grados y títulos, comercialización del conocimiento, desconfianza gubernamental en la autonomía de las universidades, demanda por mayores regulaciones y el desafío de mejorar la calidad de la enseñanza, el impacto socioeconómico de la investigación y la distribución de oportunidades entre los jóvenes.

 

En su conjunto, Latinoamérica reúne más de 10 mil instituciones de educación superior -de las cuales alrededor de 3.500 se denominan universidades-, y aproximadamente unos 25 millones de estudiantes. Cada año se gradúan 2 millones de profesionales y técnicos superiores.

La diversidad organizacional de estos sistemas parece infinita. Aun entre las instituciones llamadas universidades hay una enorme variedad: universidades estatales, privadas subsidiadas por el Estado y privadas que viven de su propio presupuesto; cada una posee su propia misión, proyecto estratégico, trayectoria histórica, identidad y grado distintivo de prestigio. Unas poseen un carácter académico sofisticado y se focalizan en la investigación y la enseñanza de posgrado; la mayoría, en cambio, son exclusivamente docentes de pregrado con distintos niveles de densidad cultural. También la educación terciaria técnico-profesional varía en importancia y complejidad organizacional. Es fuerte en Chile y Colombia, por ejemplo, pero casi inexistente en Brasil y posee un débil desarrollo en Argentina.

En suma, el desenvolvimiento de los sistemas nacionales sigue patrones distintivos en cada país. Con todo, una rápida revisión de las políticas aplicadas permite observar algunas tendencias comunes.

Primero, la delegación por parte de los gobiernos -por acción u omisión- de la responsabilidad sobre la masificación de la matrícula en el sector de provisión privada y el mercado. Es notablemente el caso de Chile, Brasil, Perú, República Dominicana y Colombia. En el extremo opuesto, con un bajo grado de delegación privada, se encuentran Cuba, Argentina y Uruguay. Como resultado, la mitad de la matrícula latinoamericana corresponde a oferta privada. De esta, un 50 por ciento pertenece a organizaciones con fines de lucro.

Segundo, y en parte como reacción frente a la anterior tendencia y la consiguiente heterogénea diversificación de la provisión, los gobiernos instituyen mayores regulaciones y adoptan procedimientos para evaluar y acreditar la oferta. Los casos más comentados -por su vigor y riesgos para la autonomía institucional- son Ecuador y Perú. Debates en esa dirección existen también en Chile, Colombia, Costa Rica y otros países de la región.

Tercero, una demanda en aumento de financiamiento para cubrir los costos de la expansión y la necesaria inversión en infraestructura, equipamiento e investigación. Como resultado, financiamiento público y privado se complementan. A su vez, los gobiernos exigen mayor rendición de cuentas respecto del uso de los recursos y condicionan su entrega al desempeño y resultados de las organizaciones beneficiadas. Por su lado, los contribuyentes -y las familias y estudiantes que pagan- reclaman mejores servicios y tienen la expectativa (no siempre materializada) de un retorno positivo para su inversión.

Cuarto, la tendencia de las políticas públicas a seleccionar y concentrar la asignación de recursos públicos de manera de crear instituciones, consorcios, centros y áreas de excelencia (internacional), política adoptada en Ecuador por ejemplo y, en el campo de la investigación científico-tecnológica, por varios países de la región -Chile incluido-igual que Alemania, Finlandia y Corea del Sur, entre los países industrializados.

Quinto, a la luz de los cambios que experimenta la educación terciaria, diversos países latinoamericanos han emprendido la tarea de redefinir el marco base de la legislación aplicada a este sector. Entre los países andinos, Perú y Ecuador han dictado una nueva ley, Colombia lo intentó pero no pudo debido a la amplia resistencia y el gobierno chileno declara su intención de hacerlo. En todos estos casos, los temas claves más polémicos son cómo conformar la gobernanza del sistema nacional y el gobierno de las universidades, la autonomía y el rol de las instituciones universitarias, la función e importancia del nivel técnico-profesional, la regulación del mercado y de los títulos y grados, el control de calidad y el financiamiento de las instituciones y los estudiantes.

El gobierno de la Presidenta Bachelet anuncia incluso un cambio de paradigma, pero ha sido parco en sus especificaciones. El prometido proyecto de ley -uno o varios, no se sabe- se ha postergado varias veces para facilitar consultas que sin embargo no se materializan seriamente. En tanto, el Gobierno aprobó mediante una glosa presupuestaria y una forzada “ley corta” la gratuidad como un nuevo principio de financiación de las universidades. Como resultado de ese errático cuadro reinan la confusión y la incertidumbre.

Es de esperar que a partir de marzo se inicie una auténtica deliberación pública sobre el futuro de nuestra educación superior. Esta ha alcanzado un alto grado de complejidad e, igual como ocurre en el resto de América Latina, enfrenta poderosas fuerzas y desafíos. Políticas equivocadas podrían causar un severo daño y retrasar por una década o más la transformación y mejoramiento de nuestra educación terciaria.

 

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Cooperación genuina, área rural, educación universitaria, internado

Nicaragua: Estudiantes del área rural, concretando sus sueños en la UNA

NICARAGUA: Estudiantes del área rural, concretando sus sueños en la UNA

Historias. Casi no van a sus casas, se despiertan de madrugada para ser los primeros en bañarse y sobreviven con la ayuda que le brinda la Universidad Nacional Agraria de Nicaragua (Universidad pública), así es el día a día de los estudiantes internos. (…)

La cooperación genuina entre estudiantes becadas/os y no becadas/os hace posible que todas/os se preparen.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/386305-vida-internos/

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