España: El 36% de los jóvenes universitarios padece algún problema de salud mental

El asesor de UNIR y catedrático en Salud Pública, Miguel Ángel Martínez-González, alerta de la incidencia de trastornos mentales entre los universitarios españoles

El asesor de UNIRMiguel Ángel Martínez-González, experto en Salud Pública y Premio Nacional de Investigación Gregorio Marañón, ha afirmado que en España el 36% de los universitarios cumplen criterios para diagnosticarles al menos una enfermedad mental». Asimismo, el 41% de la población universitaria padecerá en algún trastorno a lo largo de toda su vida, según los últimos estudios.

Estos datos revelados por Martínez-González, quien también es el catedrático de las universidades de Harvard y Navarra, ponen en evidencia una «problemática social que podría considerarse análoga al consumo de tabaco, alcohol o drogas y que ahora están ocurriendo en ámbitos relativos a la sexualidad». En esta línea, Martínez-González apuntó que otro dato preocupante aportado por el Colegio de Médicos de Madrid es que «los requerimientos sexuales a los menores durante la pandemia aumentaron un 507%».

Durante la presentación de su libro ‘Salmones, Hormonas y Pantallas’, en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid, Martínez-González expuso una visión panorámica de los problemas emergentes de salud pública que afecta a la población general tras la pandemia, con especial atención a la crisis de salud mental entre los jóvenes, las enfermedades de transmisión sexual, la pornografía, el acoso sexual y los efectos nocivos de la tecnología en la salud, temas que aborda en su libro ‘Salmones, Hormonas y Pantallas’.

«Hay que poner el foco en la crisis de salud mental que está afectando a los jóvenes. En concreto el preocupante aumento de los suicidios, que se ha convertido en la primera causa de muerte», señaló Martínez-González en el encuentro.

Este problema emergente de salud pública se ha visto agravado tras la pandemia, sobre lo que el experto alertó que detrás de ello están «los intereses comerciales a nivel mundial de las plataformas tecnológicas y la omisión de los gobiernos para abordar esta problemática».

Por su parte, Vicente Soriano, Vicedecano de Investigación de la Facultad de Ciencias de Salud y director del proyecto de Bienestar Emocional de UNIR señaló que «los trastornos de salud mental en la población juvenil suponen un revulsivo para la sociedad del bienestar. El impacto de las redes sociales, la desinformación y la ausencia de educación en valores han contribuido a crear un ambiente individualista y con poco compromiso social».

Mal uso de la tecnología y problemas de salud mental
En su libro ‘Salmones, Hormonas y Pantallas’, Martínez-González habla sobre los crecientes problemas de salud mental como consecuencia del mal uso de los dispositivos electrónicos con acceso a internet.

Basado en la evidencia científica, el reconocido catedrático aportó que «la investigación epidemiológica ha demostrado que las pantallas y las redes sociales, especialmente cuando están relacionados con contenido pornográfico o denotan acoso, afectan a la salud mental, particularmente a la de los adolescentes, contribuyendo al aumento de conductas suicida, trastornos de conducta alimentaria y otros problemas de salud mental».

En este sentido, el autor del libro insta a los padres y profesores a ser empáticos y proactivos ante este problema, «se debe hablar sobre estos temas con los jóvenes, así como a atrasar el uso de dispositivos móviles, regular el acceso a internet y establecer normas para su uso».

Entre los trastornos que ha causado el mal uso de los dispositivos electrónicos el asesor de la UNIR destaca la ‘nomofobia’, esa dependencia psicológica a estar conectado a los teléfonos móviles y la ansiedad que esto genera, o el desprecio a las personas reales que le rodean por la imposibilidad de desconectarse del móvil y estar consultándolo continuamente, conocido como ‘phubbing’. «La continua conexión a las pantallas crea, especialmente en jóvenes, un crecimiento exponencial en actitudes gregarias y despersonalizadas», explicó el investigador.

Martínez-González añadió que «la experiencia de dependencia -paradójicamente ligada a mayor sensación de soledad de los jóvenes- ha crecido en paralelo con el abuso de los dispositivos móviles con acceso a internet, las cuales ofrecen una ficticia sensación de relaciones interpersonales». Las pantallas carecen de calidez y certeza en el trato directo, impidiendo disfrutar de la necesaria proximidad, confianza y apertura de las relaciones cara a cara. Esta situación favorece el aislamiento, ansiedad, tristeza y depresión.

Necesidad de un cambio estructural
Ante el número creciente de enfermedades relacionadas con la salud mental entre los jóvenes, Miguel Ángel Martínez-González insta al sector público a tomar medidas sobre el asunto, como se ha hecho en otras ocasiones con problemas de salud pública como el tabaco, la obesidad o para descender el número de accidentes de tráfico.

Sobre este punto, el experto piensa que «es posible modificar las conductas de los jóvenes. Los cambios requieren de tiempo y educación, pero los gobiernos deben tomar medidas estructurales para fomentar estilos de vida sanos, aunque vayan en contra de intereses comerciales de grandes tecnológicas que buscan conductas compulsivas y generan dependencia».

En la misma línea, Vicente Soriano se ha referido a la necesidad de reinventar la educación en valores y las competencias en relaciones sociales y solidaridad con las personas más próximas, desde la familia al ambiente laboral.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es

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Entrevista a Alfredo Barrera: Las familias víctimas de femicidios se reunieron con el presidente Alberto Fernández

Por: Mario Hernández

-Estamos con Alfredo Barrera, el papá de Carla Soggiu. Buenas noches, Alfredo.

-Buenas noches, Mario. ¿Cómo te va?

-Te agradezco. Sé que no andás bien de salud, te agradezco de todas maneras que hayas tenido la deferencia de atendernos. Luego de prácticamente 20 cartas les atendió el presidente, Alberto Fernández.

-Sí, fueron 20 cartas.

-Han tenido la oportunidad el pasado 3 de junio de dialogar con el presidente de la Nación. ¿Qué nos podés comentar respecto de esa reunión?

-Era algo que estábamos esperando hace mucho y bueno, se dio. Nos avisaron a última hora del día anterior así que hubo gente que vino de 600 kilómetros, así que imaginate, sacar el pasaje y todo porque no había que dejar pasar la oportunidad. Era algo que estábamos esperando.

En la reunión en sí, muchos de mis compañeros pudieron explayarse sobre el caso de sus hijas, comentarles las problemáticas que tienen cada uno que son individuales y a la vez son grupales porque muchos aspectos se parecen, ¿cierto? Ese es el problema que tenemos con la justicia.

Es muy complicado el tema que tenemos con la justicia, también el tema de lo que es el primer momento, porque nosotros no hablamos solo de lo que es el caso y por nuestras hijas que ya no están más, sino por todos los casos que se suman día a día lamentablemente.

Para que tengan un acceso más instantáneo a todo, para una justicia más justa, para eso hay que preservar la escena del hecho si es que hay y ellos tienen que poner a disposición un montón de cosas. Avisarles a los padres, a las madres, a la hermana o a quien sea, que tiene que defender ese camino, para dónde tiene que caminar, porque nosotros lo tuvimos que hacer casi a ciegas.

En mi caso no tuve la oportunidad de hablar porque no podíamos hablar todos, había que elegir a los oradores y yo estaba bastante complicado. De todas maneras, me quedé con ganas de hablar. Cuando lo saludamos cada uno de manera particular le pedí si más adelante podía hacer una reunión más porque habíamos quedado muchos familiares sin haber podido expresarnos.

-¿Cuáles fueron las exigencias concretas que llevaron al presidente de la Nación?

-Las exigencias son: un cambio en la reglamentación de la Ley Brisa porque casi nadie accede, te piden infinidad de cosas, te piden un procesamiento firme, te piden un montón de cosas… y los chicos que perdieron a su mamá están ahora. En mi caso tengo trabajo, esforzándome, pero hay gente que la pasa muy mal después de que perdió una hija, una hermana o lo que sea porque ¿qué pasa con esas criaturas? Los tiempos de la justicia son lentos y las criaturas están hoy, tienen necesidades hoy de todo tipo, de ayuda monetaria, es integral.

Justicia justa, valga la redundancia, pero es eso, tener una justicia con perspectiva de género con jueces y fiscales idóneos para ese puesto, que no estén manchados. Nosotros hemos repartido a muchos periodistas el escrito completo de las propuestas. Ahora quedamos a la espera de alguna respuesta por lo afirmativo y por lo negativo. Creo que todo de la noche a la mañana no se puede, pero nosotros venimos luchando hace tiempo y rescatamos que se abrieran los canales de diálogo. Hay que sacar algo bueno de esto. Siempre te lo dije, nosotros queríamos hablar con él para sumar, que nos escuche, porque no hay nada más importante que escuchar a una persona que tiene la experiencia, pero en la práctica. Nosotros no somos burócratas ni estudiamos para eso, lamentablemente lo sabemos desde la práctica. Solamente queríamos eso, poder expresarnos y que nos escuchen, que reciban nuestra propuesta y que la estudien y que salgan soluciones porque lo que nosotros lo que le brindamos son soluciones.

Sabemos que el país está complicado, sabemos todo. Somos gente común y corriente que tiene que vivir el día a día como todo el mundo. Al margen de eso nuestras hijas ya no están más con nosotros, que no es solamente tener el corazón destrozado sino un montón de cosas más. Porque hoy justamente lo hablaba con mi señora, no sabemos cómo extraño llegar del trabajo, pegarme un baño y poder olvidarme de todo por un ratito y ser uno libre de la manera que uno quiera. ¿Sabes cómo extraño eso? Horrores lo extraño.

-¿Qué impresión se llevaron de la reunión con el presidente? Una reunión tan esperada después de 20 cartas.

Se cortó la comunicación con Alfredo Barrera, el papá de Carla Soggiu, uno de los asistentes a la reunión con el presidente de la Nación, con Alberto Fernández, el pasado 3 de junio cuando recibió en la Casa Rosada al grupo de familiares sobrevivientes de femicidios, las madres y padres de mujeres asesinadas por la violencia machista, que describieron cada caso y lo que tienen en común, la falta de justicia, la complicidad policial, la trama narco, la justicia patriarcal y la desidia estatal.

Entregaron un petitorio con reclamos concretos como el efectivo cumplimiento de la Ley Brisa, la dificultad para pagar peritos y abogados. Se fueron con la sensación de ser escuchados, lo que sigue es pasar a la acción.

Yo quiero leerles la carta que le entregaron al presidente de la Nación el pasado 3 de junio: En este doloroso y angustiante camino que emprendimos el día que asesinaron a nuestras hijas hemos tenido que luchar todos los días contra un Poder judicial enceguecido por la corrupción de sus intereses, un Poder legislativo que se acuerda del tema cada fecha fotografiable y un Poder ejecutivo que habla más de lo que hace. Algunas familias llevamos años llevando esta cruz así que la afirmación que realizamos se aplica a diferentes administraciones e incluso de signos políticos contrarios. Todas han prometido mucho, todas han hecho poco, todas también han preferido tener como interlocutores a expertes que no han soportado el cachetazo que significa que un Estado obligado por leyes y tratados a hacer algo lo incumpla todos los días, así la puerta de acceso a la justicia, nuestros derechos que tenemos como familias es estrecha, arbitraria y prebendaria, así no podemos seguir ni un día más, sumando nuestros dolores y experiencias. Focalizamos hoy nuestra exigencia en estos tres reclamos urgentes, necesarios y justos al concretarse el Estado Argentino estará dando un paso importante para que la letra de la ley se convierta en hechos. Nuestras tres exigencias son las siguientes: exigimos el cambio de la reglamentación de la Ley Brisa, el acceso al derecho que garantiza la Ley Brisa a las infancias huérfanas por feminicidios se ve obstruido por la reglamentación que hizo el Poder ejecutivo como consecuencia en el peor momento y cuando más apoyo necesitan las familias deben hacerse cargo de sostener la vida de esas infancias sin apoyo alguno. El trámite hoy en día no es administrativo, sino judicial lo cual requiere la participación de abogados, los letrados oficiales están recargados y hacen más lento el proceso judicial. En 2020 hubo 343 infancias huérfanas por femicidios y en los primeros 100 días del 2021 ya suman 80, según datos del Observatorio Lucía Pérez esas infancias no pueden esperar ni un día más. Dos, exigimos que el Estado garantice el acceso a la justicia y desde el primer día la investigación imparcial judicial justa y con perspectiva de género. Y tres, exigimos el acompañamiento integral a las familias víctimas de femicidios. La Normativa Internacional de DD HH obliga al Estado Argentino a reconocer la identidad de víctimas que tienen nuestras familias, dicha identidad nos convierte en los portadores de los derechos que le fueron asesinados a nuestras hijas y esos derechos están establecidos claramente por leyes y tratados. Exigimos que comiencen a cumplirse, se respeten y garanticen en forma integral. 

Estos fueron los tres planteos centrales que hicieron al presidente Alberto Fernández las familias víctimas de femicidios el pasado 3 de junio.

Fuente: https://rebelion.org/las-familias-victimas-de-femicidios-se-reunieron-con-el-presidente-alberto-fernandez/

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Coronavirus y militancias: recuperar la audacia táctica y la proyección estratégica

Por: Mariano Pacheco

El precariado, el feminismo popular, la organización (de base) y la problemática social; el Estado y sus limitaciones; las militancias: archivo, elaboración teórico-política, proyección estrategia y audacia para intervenir en la coyuntura. Filosofía y política; pandemia y cuarentena. PreguntaS sobre el día después.

  — A lo mejor es una fiebre que no cura.

– A lo mejor es rebelión, y está viniendo

(Humberto Constantini, “Che”)

Hay una frase, bella, que en algunos ámbitos se ha repetido hasta el cansancio en estos días: “la crisis como oportunidad”; que traducida a la “coyuntura-COVID19” sería algo así parecido a “la cuarentena como posibilidad”. ¿Posibilidad de qué? ¿Oportunidad para qué? Entre otras cuestiones, ocasión para comenzar a reponernos de un modo más agudo de la derrota (nacional, Latinoamericana y mundial) de los proyectos populares de transformación; derrota con la que ingresamos al siglo XXI.

Esta sería la primera vez, en estos 20/30 años, que se podría oponer a nivel global un proyecto societal diferente al del capitalismo (una situación mucho más excepcional que la crisis de 2008). Claro: enunciado así, puede sonar despampanante. Y sabemos, en medio de estos vientos posmodernos, todo lo global, general, grande, tiende a ser condenado por total (itario); total, mientras, nos resignamos al totalitarismo capitalista, pero de eso mejor no decimos nada. Total, como esgrime el dicho popular: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Pero sus efectos, qué duda cabe, pueden verse cada día. Por otra parte, no basta decir “no siento” para no sentir. Los efectos del capitalismo, en su fase salvaje-planetaria, se hacen sentir sobre nuestros cuerpos. ¿Dónde se expresa esa derrota, con mayor crudeza, sino en esa renuncia a ser partes de un proyecto general de cambio global del modo en que hoy vive la humanidad? (sociedades en las que el 10% de la población mundial es propietaria del 86% de la riqueza, y el 1% concentra casi la mitad).

“Quien dice algo diferente marcha voluntariamente al manicomio”, escribe Nietzsche en su Zaratustra.

Para no marchar al manicomio, pero para no dejar de marchar, es decir, de estar en movimiento en medio de la quietud que impone el confinamiento por razones sanitarias, van algunas hipótesis, restringidas al plano nacional, y destinadas a establecer un diálogo con las militancias, y con quienes –interpelados por la situación– sienten la incomodidad de aun no formar parte de un proyecto colectivo.

Sabemos: han circulado ya infinidad de textos en estos días, todos elaborados por grandes personalidades del elenco filosófico mundial, pero tal como ha señalado Damián Celsi en un texto reciente (“Introducción a la pandemia”), ninguno de estos escritos “se preocupa por encarar la simple pregunta leninista de ´qué hacer´”. Así que nada de pretensiones académicas ni cosmopolitas respecto del mundillo filosófico contemporáneo. Nos basta con una intención mucho más modesta: poder interpelar a (en el mismo movimiento en el que nos dejarnos interpelar por) las militancias actuales de la Argentina. A ellas, no sin un claro reconocimiento a su vocación y su compromiso (que vaya que es el nuestro), van destinadas estas líneas, desde quien entiende que la escritura  misma puede ser también un cierto tipo de intervención militante –restringida y acotada por cierto, pero un cierto tipo de intervención militante al fin y al cabo–, si por militancia entendemos intervención crítica sobre la realidad en búsquedas de modificarla.

  1. Organización (de base)/ Problemática social

La cuarentena puso sobre el tapete, de manera recargada, muchas cuestiones que se venían amasando en la vida cotidiana, durante la “normalidad”. Es decir, antes de que comenzara a transcurrir esta situación excepcional que implicó que durante semanas permaneciéramos confinados en nuestros hogares, nuestros barrios (o donde nos encontráramos al momento de comenzar la cuarentena general y obligatoria). Con el COVID-19, entonces, no apareció una dimensión desconocida de nosotros mismos y nuestros semejantes: lo que pasó fue que asistimos a ver, exasperadas, actitudes que ya estaban presentes en el cuerpo social.

La cuarentena obligó a radicalizar ciertos componentes cotidianos del aspecto micropolítico:  ¿cómo hacer, cada día, para vincularnos de un modo no canalla con nuestros semejantes? (No es fácil, teniendo en cuenta que el encierro puede hacer brotar lo peor de cada quien).

Así, en estos días, se hizo evidente –o aun más evidente– la contraposición entre un modo de vida sostenido en el individualismo más ramplón, y una forma de vida desarrollada sobre valores como la solidaridad, la cooperación, la empatía con los demás. En un libro reciente –La ofensiva sensible– el ensayista argentino Diego Sztulwark nos recuerda que el neoliberalismo es “un ataque a la dimensión sensible de la existencia de la vida misma” (como el terrorismo de estado), que nos transforma en personas sólo aptas para competir, aptas para un individualismo e incapaces de crear colectividades por fuera de eso. De allí que, siguiendo a  Sztulwark, la pregunta por cómo hacernos una forma de vida impliquen directamente una intervención en el plano de la lucha de clases.

 ¿Qué pasa con los gestos igualitarios? Dentro de esta segunda franja de la población mencionada, de todos modos, existe a su vez una diferencia entre quienes llevan adelante esos valores desde una mera (y noble) actitud personal, y quienes entienden que esa actitud debe estar puesta en relación con otras actitudes (sentimientos, pensamientos, acciones), es decir, que se debe organizar junto con otras personas los modos de intervenir en la sociedad en la búsqueda de transformarla. Eso que usualmente, y en un lenguaje clásico bastante vilipendiado por las corrientes posmodernas, suele llamarse MILITANCIAS.

Fueron estas militancias, sobre todo las de los movimientos sociales, quienes sostuvieron espacios fundamentales para la reproducción de la vida, fundamentalmente entre los sectores del precariado, para quienes no salir a circular por las calles implicó, todos estos días, imposibilidad de contar con los recursos mínimos necesarios para la subsistencia. Tal como dimos cuenta en una nota publicada en la revista Zoom durante los primeros días de expansión masiva del virus (“Unidad, solidaridad, organización. La economía popular frente a la  pandemia”), fueron esas militancias quienes garantizaron la elaboración y reparto de comida, las que advirtieron al gobierno sobre la necesidad urgente de otorgar un bono a las y los beneficiarios de los Salarios Sociales Complementarios e incluso –sobre todo– llamaron la atención sobre la gran cantidad de personas que ni siquiera accedían a esa u otra asistencia social por parte del Estado y no contaban con un salario para afrontar los gastos mínimos para vivir durante esos días. También las militancias feministas sostuvieron las redes de agitación, de reclamo y de propuestas para enfrentar la violencia machista, incrementada en el contexto de aislamiento social, y no faltaron quienes sostuvieron con creatividad espacios de agitación para que la filantropía no nos ganara la partida: escritos, videos, flyers, gráficas, audios que circularon tematizando la pandemia y denunciando situaciones como las del abuso policial.

En general, de todos modos, las militancias parecimos quedarnos con poca nafta a la hora de garantizar espacios de reunión que permitieran tomar definiciones para intervenir con más iniciativa en la nueva coyuntura.

Por supuesto, desde el Estado se sostiene una actitud que pretende relegar a las militancias al mero rol de asistentes estatales para viabilizar la ayuda social. Y con la crisis, arcaicas instituciones como las iglesias y el Ejército volvieron a retomar cierto protagonismo, una determinada visibilidad que antes de la crisis no tenían; sobre todo el Ejército, puesto que las iglesias son un fenómeno más complejo, con una vasta red social extendida por el territorio.

  1. Reunión/ Movilización

Obviamente, ante problemas urgentes y con los medios digitales disponibles, no se anularon los canales de reunión y expresión. Muestras de ello fueron las formas en que las organizaciones de base lograron ir resolviendo las cuestiones cotidianas en los barrios y las agitaciones en redes sociales que se llevaron adelante para el 24 de marzo –en repudio a la dictadura instaurada en 1976 y en homenaje a quienes en ese ciclo represivo fueron secuestrados/asesinados, pero también, en reivindicación por todas estas décadas de lucha para sostener el lema de “Memoria, Verdad y Justicia”– y para el 30 de marzo, cuando se llevó adelante el “Ruidazo” denunciando los casos de femicidio durante la cuarentena. Eso, por un lado.

Por otro lado, también cabe quizás hacerse la siguiente pregunta: ¿fuimos lo suficientemente audaces para inventar formas de expresión, deliberación y resolución colectiva que la hora viene reclamando, teniendo en cuenta los medios tecnológicos hoy a nuestro alcance?

El inédito contexto de imposibilidad de reunirse y manifestarse (de cuerpo presente), como parte de una política de autocuidado que implicó no circular si no era por una imperiosa necesidad de hacerlo fue diferente a la de otros momentos históricos, más vinculados a la prohibición estatal de reunirse y manifestarse, que se sorteó tomando las necesarias medidas de seguridad, en la búsqueda por no dejar de reunirse y manifestarse (políticas de la clandestinidad que se les dice).

Cabe destacar aquí que, en general, hemos contado con más tiempo que el disponible en la “normal cotidianeidad”, cuando gran parte de nuestras horas de vida “se nos van”, sea expropiadas por el trabajo asalariado, sea por el tiempo que, como no poseedores de medios de producción y sin ser empleados por una patronal, destinamos a las tareas necesarias para garantizar medios de subsistencia, además de las horas semanales  que dejamos  transladándonos en micros y colectivos, trenes y subtes, combis o autos (una excepción: quienes realizan sus tareas laborales por medios digitales, y según los relatos que proliferan, vienen con una carga grande de sobre-trabajo).

Así y todo, sea por falta de costumbre, sea por la cultura dominante contemporánea, ha costado sostener espacios de deliberación y resolución colectiva. Aquí puede indagarse sobre cuánto los dispositivos tecnológicos nos formatean para la individualización (más acostumbrados a tareas en soledad frente a nuestras computadoras e incluso teléfonos personales que a reunirnos de manera virtual) así como a cierta cultura política hegemónica, que por un lado delega las grandes resoluciones en las dirigencias y, por otro lado, hace del asambleísmo un culto liberal de la opinión de cada quien, con grandes dificultades para sostener una disciplina militante y una efectividad práctica.

La cuestión de la autodisciplina, seguramente, sea uno de los grandes temas a investigar en los próximos tiempos, después de esta cuarentena que ha mostrado, a niveles masivos y alarmantes, cuánto del liberalismo llevamos dentro quienes lo cuestionamos (¿cómo poner mi cuerpo en relación con otros cuerpos sin pretender todo el tiempo situar el mío por sobre la experiencia común?). Evidentemente, una situación de crisis y de cuarentena impone dinámicas a las que tal vez estemos poco o nada acostumbrados (y acostumbradas). Hay que tener rigurosidad con los horarios de inicio de las reuniones, mantener la escucha atenta frente a la pantalla, ser ordenados (y ordenadas) para tomar la palabra, apelar a la capacidad de síntesis y la claridad para expresar las ideas, ser capaces de intercambiar pareceres por un rato pero luego resolver, es decir, acoplar nuestra mirada a una decisión colectiva que no puede seguir en debate mucho tiempo más, sea porque la red de internet “se cuelga” o porque comienzan a “colgarse” sus participantes, sea porque tenemos menos hábitos de reunión por vía un dispositivo tecnológico y nos fastidia (podrá argumentarse que es una cuestión de edad, pero sospecho que aún la gente más joven tiene poca gimnasia en esto de reuniones virtuales entre muchas personas, y sobre todo, para discutir ideas y tomar resoluciones que implican las vidas de otras tantas decenas o cientos o miles de personas).

La pandemia, entonces, parece ofrecer condiciones para derribar dos grandes mitos del liberalismo: el que coloca al individuo (“ciudadano libre”) por sobre todas las cosas, y el asume que todos los individuos, en tanto ciudadanos, somos iguales frente a la ley, pero también, frente una adversidad natural o una enfermedad.

Lógica, e históricamente, el individuo no está primero que la comunidad, y al menos en el capitalismo, pobres y ricos no somos iguales frente a una pandemia (tampoco en “épocas normales”, es el mismo el tipo de vinculo que los sectores populares tienen con la libertad y con muerte: los lugares en donde viven son bien diferentes a los que habita la burguesía y la pequeña burguesía: el status que sostienen, los lugares en donde se atienden si se enferman y los recursos con los que cuentan para afrontar esa situación llegado el caso, etcétera).

  1. Elaboración del archivo

En un texto reciente (“Encerrar y vigilar”), publicado en el contexto de la pandemia, Paul B. Preciado incita a utilizar el tiempo y la fuerza del encierro “para estudiar las tradiciones de lucha y resistencia minoritarias que nos han ayudado a sobrevivir hasta aquí”.

También León Trotski, hace un siglo atrás, planteó en su discusión con las vanguardias artísticas del momento que el marxismo se caracterizaba por inscribir sus postulados “dentro de una tradición”; una tradición que a estas alturas –sabemos– siempre es una invención y poco tiene que ver con el tradicionalismo conservador, puesto que, de lo que se trata, es de construir un legado, apelar a imágenes del pasado para que funcionen como inspiración en el presente.

La historia no da respuestas por sí mismas, pero sabemos, puede ser productiva la operación intelectual de reelaborar el pasado, de ver qué cuestiones que en un momento parecían imposibles al tiempo dejaron de parecerlo. A propósito de los cambios de percepción, y sus temporalidades, Raúl Cerdeiras hace hincapié, también en un artículo reciente (“Capitalismo o existencia humana”), sobre el hecho de que, en su momento (de la mano de Copérnico y muchos otros más), la humanidad tuviera “que digerir el cimbronazo de que la Tierra era un minúsculo cascote que flota en un Universo inmenso sin saber a ciencia cierta cuál es su destino”. Es el comienzo de la llamada “muerte de Dios” –recuerda Raúl– que tardó más de un siglo en ser aceptada y a regañadientes. “El cimbronazo producido en el sentido común compartido por siglos (es falso que Dios puso al Hombre en el centro del universo) fue un acicate para invenciones decisivas en la historia de la existencia humana, de las que no podemos olvidar la apertura de las eras de las revoluciones políticas destronando a las monarquías feudales y proclamando principios que afirmaban la igualdad de los humanos”, remata Cerdeiras.

No se trata aquí de caer en la reaccionaria concepción que idealiza “pasados mejores” para recostarse en un lúcido escepticismo del presente, sino de invocar futuros perdidos que nos permitan reanudar temporalidades, sin “progresismos” ni linealidades. Tampoco se trata de pensar que elaboraciones teóricas de otros contextos podrán destrabar la gestación de conceptos que hoy necesitamos para explicar de otro modo nuestros problemas contemporáneos, pero resulta ya no sólo soberbio sino hasta estúpido creer que podemos prescindir de décadas, e incluso siglos, de producción de teoría crítica. Al fin y al cabo, en diferentes contextos y latitudes, hay preguntas que suelen ser muy similares, y puede ser fecundo estudiar cómo se resolvieron esos interrogantes en otros momentos históricos.

Por supuesto: no señalamos una tarea completamente ausente en nuestra contemporaneidad, mucho menos en un país como Argentina, donde somos unas cuantas las voluntades de quienes – contra el olvido y a distancia del “memorialismo”– venimos intentando contribuir a enhebrar los hilos de las insurgencias a través de la elaboración de determinadas genealogías.

No se trata aquí, finalmente, de bajar línea, de “encuadrar una tropa” para que se inscriba en un linaje determinado, por más que en más de una ocasión hayamos insistido en la necesidad de gestar un linaje mutante, desprolijo, contaminado, que implique a tradiciones diversas, que van desde las izquierdas en toda su amplitud (ismos marxistas y libertarios), el nacionalismo popular-revolucionario, el ecologismo anticapitalista, el cristianismo de liberación, el latinoamericanismo y los procesos de decolonización, los feminismos populares y las diversidades o bien llamadas minorías (bien llamadas en el sentido de “sustracción de la norma mayoritaria” que rige nuestras sociedades, que son no sólo clasistas sino también patriarcales, heterocisnormativistas, racistas). Cada corriente política sabrá qué figuras, imágenes de experiencias y teorías del pasado hará suyas, no es objeto de este texto situar un aspecto de polémica en este punto. Lo importante es avanzar en construir los propios linajes, con fundamentos, para ser capaces de establecer una discusión que despeje fantasmas (los del macartismo y el gorilismo, pongamos por caso) e invoque los espectros de las generaciones pasadas, para que el debate no sea sólo entre vivos, contemporáneos, sino también con los muertos, con las generaciones que lucharon antaño.

  1. Reflexión/ Sistematización/ Elaboración

Hay tres lemas que me parecen emblemáticos para rescatar hoy.

En primer lugar uno del dirigente bolchevique Vladimir Lenin, que dice así: “sin teoría revolucionaria no hay revolución”.

El otro es del filósofo francés Louis Althusser, quien sostiene: “el marxismo introduce la lucha de clases en la teoría”.

Por último, una bella frase de los pensadores Gilles Deleuze y Félix Guattari: “filosofía es crear conceptos; conceptos que tienen que ver siempre con nuestra historia, y sobre todo, con nuestros devenires”.

Por su función interrogadora, la filosofía –o más bien: ciertas filosofías– puede contribuir a promover la desobediencia y la rebelión. Al menos desde la Revolución Francesa de 1789 en adelante, durante todo el siglo XIX y todo el siglo XX la relación entre bibliotecas y procesos de cambio ha sido muy estrecha.

El ciclo comunista moderno colapsó hacia fines del siglo pasado, pero no por eso deberíamos apresurarnos a tirar por la borda el concepto mismo de comunismo, vinculado asimismo a otras ideas como lo común, la comunidad, la comunión (la común/unión). Recuperar/recrear/reelaborar el concepto de comunismo, entonces, puede ser una tarea fundamental del momento histórico que atravesamos, si tenemos en cuenta que es un concepto maldito (en el buen sentido), para la filosofía; aunque también maldito (en el mal sentido), para la tradición política argentina. De allí la necesidad de diferenciar los planos de intervención: el de la lucha teórica y el de la lucha política, donde la orientación deberá ser comunista, obviamente, pero para que efectivamente sea popular –sospechamos– quizás el significante comunismo reste más de lo que aporte (a diferencia del más genérico de “emancipación”).

“La crisis del socialismo nos ha quitado durante demasiado tiempo la posibilidad de pensar cualquier solución a la cuestión del desarrollo más allá de los límites del capitalismo. Con cada crisis en lugar de abrirse una oportunidad para pensar proyectos emancipatorios parece abrirse una trampa que nos obliga a elegir entre la aceptación de la disciplina del capital o la pobreza y el hambre”, escribe Adrián Piva en un texto titulado “Desarrollo, dependencia y estado en Argentina    desde 1976”. Son los efectos del terror posdictatorial en el cuerpo social argentino, podríamos pensar, junto a los “chichones” en las cabezas de personas de todo el mundo, que aún duelen, luego de que los ladrillos el Muro de Berlín se cayeran en 1989.

La actual “coyuntura-COVID19” nos puso cara a cara con una situación que muchas veces pretende ser dejada de lado, porque indagar sobre ella puede ser angustiante. A saber: la fragilidad de la existencia humana. A diferencia del siglo XX, y gran parte del XIX, momentos históricos regidos por cierta voluntad de certeza, el siglo XXI se caracteriza por una profunda incertidumbre: política, teórica, existencial. De este modo, cuando en momentos como el actual  ciertas certezas de la vida cotidiana aparecen corroídas, la situación puede tornarse profundamente angustiante, pero también, enormemente productiva. De nuevo: las crisis (pongamos por caso la desatada por una pandemia mundial), pueden ser muy productivas, en tanto que durante ellas nos repreguntamos quienes somos, qué queremos, hacia donde vamos, tanto en el plano singular como colectivo. Agudizar una mirada crítica respecto del mundo que habitamos, asumir que las cosas no están dadas de una vez y para siempre, puede abrirnos caminos insospechados. La cuestión es dejarse interpelar, atravesar la senda de la interrogación (por más angustiante que pueda ser) y, obviamente, entretejar algunas respuestas, al menos a modo de hipótesis que nos permitan seguir con el andar.

Tenemos que ser capaces, entonces, de desandar esa dicotomía incruenta que se viene produciendo en las últimas décadas entre elaboración teórica y práctica política, que suele coincidir tristemente, muchas veces, con el par “pragmatismo peronista/teoricismo izquierdista”. Tenemos que ser capaces de recuperar una intervención estratégica integral, tanto en las izquierdas como en los peronismos, que incluya prácticas políticas de masas, con arraigo social, y elaboración conceptual rigurosa, que sea producción de teoría como arma para la transformación, y no papeles para avanzar en una investigación que financie nuevas becas individuales.

“El ser tiende a perseverar en el ser”, supo destacar el filósofo Spinoza, para quien ser –precisamente– es siempre en una relación con los demás. La voluntad colectiva de atenerse a la cuarentena puede ser leída como un gesto individualista (salvar mi propia vida), pero también como “preocupación por otras personas de la comunidad”, tal como subrayó la filósofa Anastasia Berg, en un claro reproche al filósofo-que-lo-sabe-todo Georgio Agamben. “No es entonces la vida desnuda que se entrega al poder soberano omnipotente y garante de la supervivencia”, escribe Omar Acha en su artículo “La filosofía en tiempos de pandemia”.

Como hemos dichos, estas semanas han proliferado numerosos textos de filósofos del elenco internacional. Quizás demasiados; seguramente pocos con una vocación de intervención militante. Así y todo, filósofas como la argentina Esther Días han subrayado la voluntad de ejercer el oficio filosófico ligado a la coyuntura, cultivando una suerte de “pensamiento rápido” que permita meter preguntas allí donde el poder da por supuesto que no debe haber ninguna. El filósofo esloveno Slavoj Žižek fue uno de los primeros en proponer que la pandemia podría inaugurar la posibilidad de replantear horizontes hasta hace poco impensables. Y en un rapto de optimismo, metió la discusión sobre el comunismo. El  surcoreano Byung-Chul Han, por el contrario, subrayó de manera pesimista la situación a partir de la cual podía imponerse en muchos rincones del mundo el “modelo asiático”, sostenido sobre el control poblacional y el empleo de los llamados Big Data para contener la pandemia.

Aquí, en la Argentina, el ensayista Christian Ferrer sostuvo por su parte que, apenas pasada la amenaza y el peligro, la gente va a volver a lo mismo de siempre. Y subraya: “porque no conoce otra cultura alternativa”; porque “no hay otro horizonte de un mejor ideal de vida, por lo menos a nivel colectivo”.

¿Qué rol entendemos entonces deberíamos jugar las militancias en este contexto para revertir esa situación? ¿Es suficiente el papel desempeñado hasta el momento? Sería importante asumir que los cambios históricos se han producido siempre en coyunturas dramáticas (guerras, dictaduras… ¿pandemias acaso?) y pasar a la ofensiva, al menos en el plano de las ideas, de las propuestas en torno a cómo salir de este atolladero en el que nos encontramos.

Necesitamos llenar de preguntas nuestro presente. Dijimos que la filosofía –ciertas filosofías al menos– podían contribuir a promover la desobediencia y la rebelión. ¿Necesariamente hay que entender la rebelión como insubordinación a las políticas de Estado? Por ejemplo, en la Argentina actual, ¿pasa la desobediencia por romper la cuarentena? ¿O la cuarentena puede ser un modo de autocuidado colectivo que nos brinde a su vez un cierto respiro, una cierta modulación para operar un transitorio movimiento de repliegue para reflexionar, sistematizar experiencias, reelaborar planteos, proyectarnos estratégicamente y tomar fuerzas para intervenir de manera más audaz y efectiva en las próximas coyunturas?

Quizás haya que pensar en momentos en donde pueda considerarse, no al Estado en sí mismo (que por más que “exprese” las correlaciones de fuerzas de la lucha de clases no deja de ser un aparato gestado para la dominación) pero sí  a zonas estatales y personal de la gestión estatal como aliados, compañeres de ruta en funciones dentro de una institucionalidad que sabemos enemiga, pero también –por experiencias– conocemos en sus tendencias menos represivas y más intervencionistas en el plano del financiamiento de aquello que los neoliberales denominan “gasto social”. Quizás hoy no se trate tanto de entender la rebelión como insubordinación ante las medidas del gobierno, sino –como sostienen las compañeras y compañeros del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas– de desobedecer las lógicas que impone el capital.

¿Qué Argentina queremos para los próximos meses? ¿Qué medidas fundamentales entendemos que tiene que tomar el gobierno en los próximos meses, semanas, días?

No podemos quedarnos con los brazos cruzados, esperando a ver y escuchar las palabras presidenciales por Cadena Nacional, para luego aplaudir o criticar.

Tenemos que construir una Agenda Programática Popular con algunos pocos puntos fundamentales que nos permitan avanzar, aquí y ahora, en algunos cambios urgentes y necesarios. La política aborrece del vacío, ya lo dijo Perón, que algo de todo esto sabía. Aquello que no discutamos y podamos proponer hoy, desde abajo, ya estará resuelto mañana por arriba.

Por supuesto, una Agenda Programática Popular no lo podrá construir ningún intelectual en soledad, ni tampoco, ningún sector en particular. Se trata de establecer una discusión entre las principales corrientes del movimiento popular, para que sean las organizaciones sociales y sindicales (del precariado y del movimiento obrero organizado), los feminismos y los ecologismos populares, la intelectualidad crítica y los derechos humanos; para que sean quienes están cada día en la primera línea de batalla contra las diversas injusticias que padecemos, fundamentalmente, quienes tengan la voz respecto del rumbo a seguir.

POSDATA: “Por un internacionalismo del siglo XXI”

Alguna vez, el pensador argentino Juan José Hernández Arregui planteó que, la revolución, debía concebirse en el plano “nacional, Latinoamericano, y mundial”. Y remataba: “y en ese orden”.

Quizás podamos discutir si es una cuestión de orden o de etapas, o si vale la pena o no seguir sosteniendo un concepto como el de revolución (este cronista sospecha que sí), pero lo que es seguro –y todos los proyectos de cambio lo demostraron en el Siglo XX, cuando la globalización capitalista estaba menos desarrollada que en el presente– es que en el actual momento de mundialización capitalista es imposible pensar procesos de transformación que no tengan en su horizonte una confrontación mundial con el capital. En ese camino, la conformación de bloques regionales se torna fundamental. Por necesidad, pero también por historia cultural y política, en Nuestra América al menos, se suele reactualizar una vocación de integración continental de nuestros pueblos cada vez que hay momentos de avance de las luchas.

Elaborar entonces formas de articulación, tanto estatal (por arriba), como popular (por abajo), será fundamental. Tenemos los ensayos esbozados en el último cuarto de siglo, desde los Encuentros Zapatistas hasta el ALBA o la CELAC, pasando por los Foros Sociales Mundiales, o la Articulación de los Movimientos Populares hacia el ALBA. Son las imágenes más recientes sobre las que deberemos proyectar nuevas formas y otros contenidos para la emancipación en los tiempos que vendrán. Ciertos feminismos ya han dado un paso en ese sentido. Como sostuvo Verónica Gago en su último libro (La potencia feminista. O el deseo de cambiarlo todo), necesitamos efectuar un pensar situado que sea inevitablemente internacionalista. Y en América Latina hay “capas múltiples de insurgencias y rebeliones” que son el suelo desde el cual pensar una resonancia mundial desde el Sur capaz de gestar un “transnacionalismo”, o un nuevo internacionalismo del siglo XXI.

Parafraseando al poeta argentino Humberto Constantini con el que comenzamos este texto, en medio de la pandemia mundial parece que estamos ante “una fiebre que no cura”. Pero quizás, también, como escribió en su poema en homenaje a Guevara, “a lo mejor es rebelión… y está viniendo”.

Fuente e imagen: http://lobosuelto.com/militanciasycovid-pacheco/

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5 recursos didácticos para luchar contra la explotación infantil

Por: Laura Román

Conocer la vida de activistas referentes en la lucha contra la explotación infantil, visionar cortometrajes sobre esta temática o lecturas de libros pueden ayudar a introducir la problemática social del trabajo infantil en las aulas. A pesar de que ahora se celebra el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil, es una cuestión que puede ser debatida en clase en cualquier momento

El 16 de abril de 1995, y con tan solo 13 años de edad, el pakistaní Iqbal Masih fue asesinado por la mafia que controlaba la fábrica de alfombras en la que trabajaba desde los cuatro años de edad. ¿Cuál fue la razón? Su lucha por denunciar las duras condiciones laborales en las que se encontraban sus compañeros, niños como él.

Por eso, esta fecha fue elegida para conmemorar el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil. La historia de Masih, y la de otros muchos personajes reales o ficticios, puede ayudar a introducir esta problemática social en las aulas, fomentar el pensamiento crítico del alumnado y el debate en grupo.

A continuación, proponemos cinco recursos para que los estudiantes descubran más sobre este día y por qué es importante para los derechos de todos los niños.

1Un libro: ‘La historia de Iqbal’

La protagonista de este relato es Fátima, una chica que trabaja de sol a sol en una fábrica de alfombras, sin descansos ni apenas comida. Es ella la que cuenta la historia de Iqbal Massih, un joven del que se hace amigo y que comienza a trabajar en el mismo sitio. Aunque realiza su trabajo a la perfección, Masih lucha para acabar con la explotación y las condiciones en las que realiza su trabajo.

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2Un referente: Kailash Satyarthi

Este activista trabaja desde la década de los 90 contra el trabajo infantil a través de  una organización, Bachpan Bachao Andolan, que ayuda a los niños a escapar de las formas denigrantes de trabajo infantil que se producen en el mundo. En el año 2014 consiguió  el Premio Nobel de la Paz, que compartió con la también activista Malala Yousafzai.

3Un corto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

En este vídeo se muestra cómo afecta a los niños los conflictos bélicos o las catástrofes naturales y de qué forma tienen que sobrevivir. Muestra las situaciones reales de menores refugiados procedentes de Siria que se encuentran en el Líbano y cómo reciben distintas ayudas para mejorar su vida. Para ello, explica los distintos centros educativos que se han creado para ellos, cómo han participado las organizaciones internacionales y distintas ONG y cómo se consigue proporcionar un trabajo digno para sus familias.

4Una web: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo

Dispone de numerosas herramientas para tratar el tema de la explotación y pobreza infantil en el mundo. Entre ellas destaca el apartado Historias de Cooperación, donde se cuenta de qué forma ayuda la Agencia Española para sacar de la exclusión social a niños y jóvenes en el mundo, dándoles un futuro en los que la educación es la pieza clave. También sobresalen las alianzas españolas con otras zonas, como en América Latina, para acabar con el trabajo infantil antes de 2025.

5Una película: Slumdog Millionaire

Consiguió ocho premios Oscar en el año 2008 y cuenta la historia de Jamal Malik, un adolescente que vive en los suburbios de Bombay y que consigue participar en el programa de televisión ‘¿Quién quiere ser millonario?’. Cuando está a punto de alcanzar el premio final, la policía lo detiene acusado de hacer trampas. En esta película se trata, a través del protagonista, la pobreza en India además de las condiciones laborales de muchos niños que viven en esta parte del mundo.

Fuente de la reseña:  https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/luchar-contra-esclavitud-infantil/103838.html

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Educación Sexual Integral: ¿por qué aún no se aplica en todas las escuelas?

Por Fedra Abagianos.

Sancionada hace ya trece años, la normativa lucha contra la resistencia de los padres y la falta de capacitación académica para los docentes. 

La ley 26.510 de Educación Sexual Integral (ESI) fue sancionada en octubre de 2006 pero trece años después, un informe presentado por la Auditoría General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reveló que no se encuentra instituida un área específica dentro del Ministerio de Educación que se encargue de avanzar en su implementación,  como tampoco se realizan tareas de planificación, ejecución y evaluación. En ese sentido, el 82,61% de las escuelas primarias no recibió capacitación en materia de contenidos para el equipo directivo y docente.

«La formación profesional es fundamental y los maestros no pueden hacer esto solos. Si no hay un equipo que acompañe, no se va a poder avanzar porque hoy las escuelas ya están desbordadas con la problemática social creciente. Los docentes necesitan los materiales, información y la capacitación efectuada por personal formado en esta temática», alertó en diálogo con Crónica,  Cecilia Segura Rattagan, presidenta de la Auditoría General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las tareas de campo desarrolladas por la Auditoría durante 2018, arrojaron además que el  35% de las instituciones educativas de nivel primario no incorporó contenidos de ESI en las planificaciones del área de Ciencias Sociales,  como tampoco lo hicieron los planes de estudio vigentes para el Ciclo Básico en todas las escuelas técnicas y en el 23% de las escuelas de nivel secundario de los «Proyectos Escuela».

Por otro lado, tampoco se realizaron acciones específicas para llevar adelante talleres de formación y reflexión para padres, madres y tutores, como establece la Ley.

«Los docentes necesitan los materiales, información y la capacitación»

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De acuerdo con Segura, fue la demanda social sobre la falta de implementación de la ESI lo que los impulsó a llevar adelante la auditoría. «Percibíamos, a raíz de denuncias que nos llegaban, que existía un alto nivel de incumplimiento en las escuelas y, lamentablemente, los resultados de la auditoria nos dieron la razón», afirmó.

«Falta mucho camino por recorrer para una verdadera implementación de esta ley. Hace falta una coordinación y gestión centralizada por parte del Ministerio de Educación», explicó Segura y concluyó: «El informe fue elevado al Poder Ejecutivo y a la Legislatura Porteña, esperamos que las recomendaciones realizadas por el organismo sean tomadas en cuenta y que se pueda avanzar, ya que es función del Estado garantizar que se cumplan todos los derechos que están incluidos en esta Ley».

«Es función del Estado garantizar que se cumplan todos los derechos que están incluidos en esta Ley»

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Pero lo que pasa en la Ciudad de Buenos Aires también se replica de alguna forma a nivel provincial y a nivel nacional. Mujeres de la Matria Latinoamericana (MUMALA) de la Provincia de Buenos Aires, en un relevamiento que hicieron a través de una encuesta presencial que llevaron adelante del 9 al 27 de julio de 2018, descubrieron que el 62% desconocía que desde hacía más de una década esta ley era obligatoria y que sólo el 54, 9% sabía en qué consistía la ESI.

Por otro lado, en un estudio que realizó la Fundación Huésped para evaluar su implementación, reveló ya en 2017 que el 79% de los docentes conocían la ley pero no la incorporaban a sus materias. Además,  del 96% de los docentes sólo la mitad había recibido formación en capacitaciones otorgadas por el Estado. Y que el 57% de los docentes aseguró haber buscado información por sus propios medios.

«Existe voluntad por parte de los docentes en aplicar la ESI. A pesar de esto su incorporación es deficiente por el alcance limitado de la formación por parte del Estado a los docentes y a la falta de una directiva institucional que incentive su implementación en todas las materias y en todos los niveles.», argumentó en el estudio Cecilia Valeriano, coordinadora del programa de movilización social y redes de Fundación Huésped.

En ese mismo documento se conoció que para el 86% de los estudiantes, la ESI consistía en «aprender sobre el aparato reproductor».

La ESI establece que «todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada» desde el nivel inicial hasta el nivel terciario. Y es integral porque contempla una formación en relación a la prevención de enfermedades de transmisión sexual y de métodos anticonceptivos para evitar embarazos no deseados, la inclusión de temas como identidad de género, orientación sexual y la igualdad de trato y oportunidades para las mujeres.

Además de la creación de un Programa Nacional de Educación Sexual Integral en el ámbito del Ministerio de Educación de la Nación, como así también el desarrollo de capacitaciones presenciales y virtuales a los docentes, la elaboración de materiales y recursos para que los contenidos lleguen a todas las comunidades educativas del país.

¿Y por qué es tan importante la implementación de la ESI?

«Es una enseñanza que habilita a chicas y chicos a entender mejor su cuerpo y a que no les hagan lo que no quieren. Es importante para la prevención del abuso sexual en la infancia, además de que sirve para entender los cambios corporales y psicológicos que implica la adolescencia, la juventud, luego la edad adulta y la tercera edad,  para darle un marco a la sexualidad social y psicológica», explicó a Crónica Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM). 

«Sirve para entender los cambios corporales y psicológicos que implica la adolescencia, la juventud, luego la edad adulta y la tercera edad,  para darle un marco a la sexualidad social y psicológica»

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Para Bianco,  la ESI no es solamente una enseñanza genital,  es además «aprender a relacionarse con los otros sin atarse a lo biológico» y a «entender y respetar las decisiones de los otros». 

Según la presidenta de FEIM, la ley «ayuda a disminuir los embarazos precoces y no consentidos en la adolescencia,  a disminuir los abusos y las violaciones por parte de los varones, que también reciben ESI, a disminuir las infecciones de transporte Sexual incluido el VIH /sida y sobretodo a vivir más plenamente», aseguró.

De acuerdo a la edad y al momento evolutivo la ESI ayuda a que los más chicos «sepan decir no y denunciar o decir cuando están siendo abusados por un mayor,  cualquiera sea el vínculo familiar o afectivo con esa persona», como también a los que crecen los ayuda «a vincularse mejor con los del otro sexo y a aceptar que hay personas diferentes y con formas de vida diferentes», dijo Bianco.

«La ESI ayuda a que los más chicos sepan decir no y denunciar o decir cuándo están siendo abusados por un mayor, cualquiera sea el vínculo familiar o afectivo con esa persona».

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En definitiva, para Bianco la ESI enseña «a convivir con las personas diferentes sin discriminarlas y respetándolas», como también «a encuadrar sus cambios físicos»«Así es como chicas y chicos crecen más autónomos con más autoestima y son más felices», aseguró.

Pero una ley sancionada que no está correctamente implementada y controlada por el Estado, es una ley que no existe. Sobretodo si es una ley que no sólo establece derechos sino que además necesita de un seguimiento contínuo, de una ampliación de conocimientos, más allá de un acompañamiento de contenidos, materiales, recursos y capacitaciones para su efectiva implementación.

Una ley de características como esta necesita además que sea acompañada de un presupuesto significativo para que sea llevada adelante. En el estudio elevado por la Auditoría de la Ciudad se indicó que «sólo se ejecutó el 11% del presupuesto», de un total de 1.117.600 se ejecutaron 131.620 pesos. Bastante poco se ejecutó si ya partimos del punto que el presupuesto destinado para la ESI es más que pobre para tamaña responsabilidad.

Para Bianco en algunas escuelas hay varias razones por las que aún no se enseña la ESI. «Las autoridades de la localidad o provincia no quieren,  o porque dicen que no tienen todos los profesores o docentes capacitados,  o porque tienen miedo que los padres se opongan.  No la conocen bien,  no saben lo que es pero se oponen o tienen ideas contrarias que se las imponen al resto de las personas,  y a los chicos que justamente serían los beneficiados. Cabe señalar que es ley,  por lo tanto no implementarla es no respetar la ley», dijo.

La ESI ya tiene trece años desde que aprobaron sus contenidos pero según Bianco, fue recién el año pasado que se aprobó una resolución por la cual todos los ministros se comprometieron a implementarla. «Pero aún no se logra al 100%, lo que falta es decisión política», aseguró.

Para Bianco la Ciudad de Buenos Aires estuvo muy adelantada con la ESI y su implementación en los distintos niveles educativos en relación al resto del país, pero «se registró un retroceso importante», explicó.

En una realidad donde cada día nacen 250 niños de madres menores de 20 años y donde  siete de cada diez embarazos no son planeados, son los niños, los adolescentes y su futuro lo que está en juego,  por lo que la implementación de la ESI para Bianco es urgente. «Nuestras adolescentes son anuladas sexualmente,  en gran medida porque son madres adolescentes precoces, menores de 15 años,  y la mayoría son abusadas», dijo.

«Los alumnos la piden,  las maestras la agradecen porque es un tema que no se animan a tocar si alguien no les enseña. Y los padres,  especialmente los de sectores más vulnerables,  también la agradecen. Otros se enojan,  pero esos son los menos y lo hacen por motivos religiosos o ideológicos», concluyó Bianco.

«Los alumnos la piden, las maestras la agradecen y los padres también»

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En Santa Fe, mucho antes de que se sancionara la ESI, hubo una psicóloga que se convirtió en referente, Liliana Pauluzzi, quien realizó el documental «La aventura de crecer» y editó el libro ¿Qué preguntan los chicos sobre sexo?, que utilizó como material didáctico para brindar  charlas y talleres de capacitación,  hizo de la educación sexual en la infancia un activismo,  y convirtió esa lucha en algo personal.

Feminista, integrante desde 1980 del Grupo de Reflexión Rosario y una de las fundadoras en 1986 de la Casa de la Mujer Rosario, fue una adelantada a esos y estos tiempos. Fue una pionera en la educación sexual en la infancia y logró con su lucha que Santa Fe promulgue una ley mucho antes que la que se promulgó a  nivel nacional. Fue ella quien convirtió a esa provincia en precursora. El 8 de julio pasado falleció a los 66 años.

Liliana Paluzzi, una pionera de la ESI en Rosario, Santa Fe. 

En 2015 surgieron «Las Pauluzzi», un grupo de docentes y no docentes que trabajan y defienden la educación sexual integral y los derechos de los niños y niñas como objetivos, la siguieron ayer y la homenajean hoy.

«Queríamos llevar su bandera porque para nosotros fue nuestra referente», expresó en diálogo con Crónica Estefanía Giménez, una de sus integrantes.

«En Santa Fé hay un equipo de más de 40 personas que funciona desde 2008 que se ocupan de hacer formación docente a lo largo y a lo ancho de toda la provincia,  y eso se nota»,  expresó Gimenez y agregó:  «La ESI no es sólo una capacitación, es un trabajo de todo el tiempo, es pensar nuevas formas, otras pedagogías, no es lineal pensar ese proceso».

En la primera edición de 2018 de Escuelas que Enseñan ESI, un estudio sobre buenas prácticas pedagógicas en Educación Sexual Integral, que formó parte de las acciones realizadas por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF,  en cooperación con el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, junto al Programa Nacional de ESI, los hallazgos de la investigación confirmaron que  «requiere de un proceso de trabajo sostenido» por parte de las escuelas.

«La ESI requiere de un proceso de trabajo sostenido»

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«Una buena práctica pedagógica en ESI es aquella que se constituye a partir de las acciones sistemáticas de docentes y equipos de gestión en una escuela determinada. Da cuenta de un camino en donde las practicas de enseñanza y de gestión se entrelazan, se potencian y redundan en mayor apropiación de los contenidos», explicó el informe.

El hallazgo en la investigación de UNICEF concluye y coincide con la evidencia internacional sobre cuáles son las características de los programas exitosos de educación integral de la sexualidad de UNESCO 2016 y también con antecedentes en la investigación argentina.

Fuente del artículo: https://www.cronica.com.ar/info-general/Educacion-Sexual-Integral-por-que-aun-no-se-aplica-en-todas-las-escuelas–20190716-0106.html

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Racismo, xenofobia, violencia y solidaridad en Costa Rica

Por Beatriz Villareal 

Las terribles luchas políticas que está librando el pueblo de Nicaragua y sus consecuencias se expanden por todo Centro América y llegan de nuevo a  Costa Rica como perseguidos, huyendo de la violencia y de la pobreza pues ese país no ha resuelto sus problemas sociales. Vienen en busca de apoyo político, trabajo, salud, comida y alojamiento. Los refugiados son personas,  estudiantes y profesionales perseguidos por participar o dirigir las protestas o por asistir a los heridos. Costa Rica ha recibido población nica desde hace muchos años. Ha respondido solidariamente en algunas ocasiones, pero fundamentalmente recibe cantidades significativas de mano de obra barata. Son personas en busca de empleo de baja calificación y bajos salarios. Se ubican en todas las regiones del país como peones agrícola, obreros de la construcción, las mujeres sirven en las casas, en las fábricas o realizan ventas de productos en las calles. Los ingresos que perciben son pocos para subsistir aquí (estadía y alimento), y enviar pequeñas cantidades de dinero para la subsistencia de sus familias en Nicaragua. Este contingente de mano de obra barata ha beneficiado  económicamente por años a este país.

Los problemas que se han generado con esta nueva oleada son diversos. Uno de los más evidentes  es que se ha llenado aún más de casas pobres o viejas reutilizadas a cambio de escasos alquileres a lo largo y ancho del país. Pero en especial en la ciudad capital que se ha convertido en un lugar con grandes extensiones de cuarterías habitadas por nicaragüenses y costarricenses. Ha alterado y afeado aún más esta ciudad capital, sobre todo en las áreas más cercanas a la catedral con ventas de todo tipo de objetos. San José es hoy una ciudad fea llena de casuchas y de vendedores ambulantes. Esto provoca la reacción de sectores medios acostumbrados a pasear y caminar por la ciudad para visitar lugares o hacer compras en las tiendas. Hoy eso no es posible. Pues también ha sido convertido en espacio de distracción de pobladores de las zonas más populares de los distritos sur de este cantón. Además provoca reacciones  negativas de los sectores trabajadores nacionales con escasa formación que a su vez son migrantes urbanos o rurales del interior  que se han convertido en obreros y trabajadores de servicios. Son mal pagados y viven muy modestamente. Son parte de ese 20% de pobreza que tiene este país.

La población nicaragüense migrante trata de vivir y satisfacer sus necesidades aquí. En muchos casos se casan o traen a sus hijos. Hacen uso de los servicios de salud y educación sin pagarlos, pues la educación en términos generales es pública. La salud también, pero se tiene que contribuir con una cuota mensual, si se es trabajador formal, o si está legalizado. El patrono lo asegura o ellos mismos lo hacen. El problema es con los que no se aseguran, pues según la ley la salud es un derecho universal. Los nicaragüenses en su mayoría no pueden hacerlo pues es un servicio caro. Cuando tiene un problema de salud acuden a los hospitales y clínicas públicas a recibir medicinas y tratamientos de buena  o de regular calidad por un pago bajo. Esto genera reacciones negativas y violentas de los que sí pagan este seguro. Situación semejante ocurre en las escuelas públicas. Lo que ha generado rechazo irracional y críticas contra los “nicas”.

El problema: El estilo de vida o mito del tico de clase media consumista se contagia tanto a los nacionales como a los extranjeros, al igual que en muchas partes del mundo. La tranquilidad y seguridad que da un Estado fuerte y centralizado como este a su población también es atrayente, solo que tiene su costo, que en muchos casos no es posible pagar. La solidaridad interna a veces se acepta o se acata simplemente por los diferentes sectores trabajadores. El problema es cuando se trata de extender a todos las personas que viven aquí. Este estilo de vida efectivamente es el plus que tiene Costa Rica con relación al resto de Centro América, cubre al 80% aproximadamente de los habitantes. La lucha y garantía para que los niños coman bien y vayan a una escuela es algo que  los Estados deben hacer. Pero que no es así en el la región Centro Americana, donde élites y ejércitos corruptos tradicionales  utilizan los ingresos del Estado para su enriquecimiento propio. Pareciera que este es el origen, la razón y la causa del racismo, la xenofobia y la violencia contra estos migrantes en Costa Rica pues la población de este país se siente bien de vivir en un país con un sistema social como este.

El racismo: se expresa como el rechazo hacia las personas con características físicas (color de piel y forma de hablar) achacadas a los nicas, aunque muchos ticos se parezcan a ellos. Se les considera como inferiores, poco inteligentes y no trabajadores. Son segregados por el resto de la población nacional. Un ejemplo es  que se reúnen los domingos en el Parque de La Merced para pasar el día de descanso, socializar con los suyos y comer sus propias comidas.  En su mayoría son personas buenas, inteligentes y trabajadoras que luchan por vivir y obtener algún ingreso para paliar la pobreza aquí y en su país.

Xenofobia: es el  odio y el rechazo extremo de pequeños grupos nacionalistas violentos que se creen superiores a los extranjeros. Los agreden con ofensas y violencia física, en este caso es la población tica contra los nicas. Siempre había habido racismo, pero con dimensiones xenófobas es muy reciente. Su origen está en esta última crisis generada por el gobierno nicaragüense y por la ofensa que ha dirigido hacia este país su presidente. Ha generado mucha agresividad de estos grupos  que se han organizado para enfrentar, expulsar, ofender y agredir a esta población.

Violencia: es el enfrentamiento con palos, piedras y hasta con pequeñas armas contra estos “extranjeros” con el fin de que se vayan. Se dio una primera manifestación y se está organizando otra. Participa población urbana violenta, pobre y no tan pobre que no acepta su presencia aquí,  que tiene muy acentuado el mito del  nacionalismo en el sentido de que somos los mejores de Centro América.

Solidaridad: también se han dado muestras y acciones de apoyo de parte de la población consciente del  sufrimiento  que sufren al tener que enfrentar,  además de dejar a su país, sufrir la persecución y la violencia aquí.  Fueron obligados a huir  de su patria en busca de apoyo ante la gravedad de los hechos que están enfrentando estos inmigrantes.  El Estado les ha dado matrícula a algunos estudiantes universitarios. Los medios de comunicación han cedido espacios en programas radiales y televisivos para que expresen sus dificultades. Y se han celebrado actos de apoyo público para estos nuevos migrantes. Esta es en síntesis una radiografía y una interpretación particular de esta problemática social.

Fuente del artículo: http://s21.gt/2018/09/03/racismo-xenofobia-violencia-y-solidaridad-en-costa-rica/

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