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Un coro infantil para revitalizar una lengua indígena en la capital panameña

Centro América/ Panamá/ 27.08.2019/ Fuente: www.eldiario.es.

 

Colocados en círculo de mayor a menor estatura, veinte niños indígenas guna de entre 6 y 12 años cogen y sueltan aire al unísono y realizan un ritual de ejercicios para relajar los músculos y aclarar la voz.

«Suelten toda la tensión y acuérdense de respirar por la nariz. Hoy vamos a empezar con ‘Goe Machi'», les dice el profesor de canto Evelio Calvo, mientras da órdenes al pianista para que empiece a tocar esta canción de cuna típica de los guna, uno de los siete pueblos indígenas que viven en Panamá.

Calvo es el director de este coro infantil que nació hace dos años con el objetivo de revitalizar la milenaria lengua dulegaya entre los niños nacidos fuera la comarca Guna Yala, el archipiélago del Caribe panameño con autonomía propia donde habita esta etnia indígena, ubicado a 120 kilómetros al noreste de la capital.

Tras «Goe Machi», el coro entonará «Usu Ome», una fábula sobre una coneja que alimenta a sus crías y cuya letra resulta fácil para los principiantes en el dulegaya, un idioma perteneciente a la familia lingüística chibcha y cuyo alfabeto consta solo de diez consonantes y cinco vocales.

A Johanny Barrantes, de 10 años, la canción que más le gusta es «Guna Yala Guiné» porque habla de las costumbres de la comarca y de las «molas», esos textiles tradicionales de múltiples capas y colores que aún teje su abuela.

«La música es una herramienta poderosa para enseñar nuestro idioma. A muchos niños capitalinos no les hablan en sus casas en guna y cuando viajan a la comarca no entienden nada», lamentó a Efe Calvo, que impartía clases semanalmente en su vivienda hasta que hace un par de meses el Centro Cultural Internacional, en el barrio capitalino de Santa Ana, le cedió sus instalaciones.

Al igual que en otros países de la región, Panamá aprobó en 2010 una ley que implanta en las cinco comarcas originarias la conocida como Educación Intercultural Bilingüe (EIB), un modelo que reconoce la diversidad cultural y combina la enseñanza en dos idiomas.

En Guna Yala, los niños estudian en dulegaya y cursan asignaturas relacionadas con la cosmovisión, las tradiciones y la historia de este pueblo, que en 1925 protagonizó una famosa revolución ante el intento de las autoridades de la época de occidentalizar su cultura.

El gran problema, sin embargo, lo tienen los guna escolarizados fuera del archipiélago, que no tienen acceso a esa educación bilingüe.

«Mi esposo es ‘waga’ (no indígena) y me resulta muy difícil hablar guna en casa, por eso la traigo al coro», reconoció a Efe Gisette Yisseth, oriunda de una pequeña isla a la que no vuelve desde hace años.

Según el censo de 2010, en Panamá hay cerca de 80.000 gunas, de los cuales la mitad vive fuera de la comarca, principalmente en la capital. Una cifra que ha ido aumentando en los últimos años debido a la falta de oportunidades en Guna Yala, donde la pobreza afecta al 90 % de la población.

Pese a que el dulegaya se está perdiendo fuera de la comarca, el oficial de Educación de Unicef en Panamá, Francisco Trejos, indicó a Efe que los gunas son «uno de los pueblos que más se ha aplicado en los últimos años en la enseñanza de su lengua».

Aún así, agregó, «hay que seguir trabajando y capacitar a más docentes para que no les ocurra como a los buglé (otra etnia panameña), que están a punto de perder su idioma».

Según un reciente estudio del Banco Mundial, uno de cada cinco pueblos amerindios ha perdido su idioma nativo en las últimas décadas, y el 26 % de las más de 560 lenguas indígenas que aún se hablan en la región están en riesgo de desaparecer.

Consciente de que la identidad de su pueblo está ligada al dulegaya, Calvo está formando a nuevos maestros para poder extender las clases de canto a otras zonas de la ciudad.

Su objetivo es abrir otro coro a finales de año y captar a más niños, ya que la mayoría de sus alumnos son niñas: «Las mujeres han sido tradicionalmente las guardianas de nuestra cultura, pero necesitamos también incluir a los hombres en esta lucha», apuntó.

Fuente de la noticia: https://www.eldiario.es/politica/infantil-revitalizar-indigena-capital-panamena_0_933707213.html

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Entrevista a Sonia Guajajara: “No es posible la dignidad sin tierra”

Entrevista/22 Agosto 2019/Autora: María Pitarch/El país

La activista en defensa del Amazonas destaca en su visita a España que la lucha ambiental y la indígena “no pueden separarse”

Sonia Guajajara (Maranhão, 1974) es uno de los rostros visibles de la lucha mundial por el medio ambiente y líder de la resistencia pacífica a los planes que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, tiene en la Amazonia y que ponen en peligro la vida de los pueblos que habitan este pulmón verde. Es la primera mujer indígena que ha optado a la vicepresidenta del Ejecutivo brasileño (en la lista encabezada por Guilherme Boulos, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad) y el motor que ha estado tras el último campamento Tierra Libre celebrado en abril, que reúne cada año a los 800.000 indígenas de 225 tribus que habitan casi el 14% del territorio de Brasil. Un encuentro que clamó, esta vez, contra el decreto que transfiere al Ministerio de Agricultura la demarcación de tierras, competencia hasta la fecha de la Fundación Nacional del Indio.

Formada en Letras, Enfermería y Educación Especial en la Universidad Estatal de Maranhão, Guajajara llega a Benicàssim (Castellón) tras la primera manifestación de mujeres indígenas que han recorrido Brasilia para alzar su voz contra las políticas del ultraderechista Bolsonaro. Lo hace para participar en el debate Tierra y Dignidad del Foro Social del festival internacional Rototom Sunsplash, que acoge la localidad castellonense hasta hoy.

Pregunta. Su ponencia en Rototom Sunsplash lleva por título Tierra y Dignidad. ¿No hay dignidad sin tierra?

Respuesta. No es posible la dignidad sin tierra. La tierra es determinante. Para que sea posible otra política educativa, cultural y social es necesaria esa garantía de acceso a la tierra.

P. ¿Cómo se está manifestando la presión ambiental, social y cultural del ejecutivo Bolsonaro sobre la población indígena?

R. El primer impacto de la política Bolsonaro fue extinguir el Ministerio de Derechos Humanos y de Cultura, y colocar al frente de Medio Ambiente a una persona totalmente favorable a los agronegocios. Fue entonces, desde enero, cuando los pueblos indígenas empezamos a movilizarnos. Lo llamamos el enero rojo, por el genocidio de los pueblos indígenas, por la resistencia. La lucha ambiental y la indígena no pueden separarse. Es una lucha única. Estamos trabajando con parlamentarios para frenar esas medidas que están acabando con las leyes ambientales.

P. ¿Cuál es la principal amenaza para la Amazonia en este momento?

R. La deforestación, los incendios forestales y los macroproyectos autorizados por el Gobierno que abren paso a los grandes cultivos, a las explotaciones a gran escala, como las de soja, caña de azúcar o eucalipto, junto a la explotación minera.

P. ¿Qué es la Amazonia para los pueblos indígenas?

R. Vida (sonríe).

P. Tiene voz en el Consejo General de Derechos Humanos de la ONU y ha llevado sus denuncias a las Conferencias Mundiales por el Clima y al Parlamento Europeo. ¿Su batalla va más allá del plano medioambiental?

R. Reivindico el respeto a los derechos sociales, ambientales y a las culturas. Precisamente, nuestra cultura es la garante de esta relación con el medio ambiente, con la madre naturaleza. Es lo que garantiza la ciudadanía plena de los pueblos indígenas.

P. ¿Cómo es el Brasil de Bolsonaro?

R. Ningún Gobierno ha visto como prioritarios los derechos de los pueblos indígenas, pero con Bolsonaro la situación se agrava mucho más. Tiene intereses en negocios propios que alientan la destrucción del medio ambiente. Es un momento muy grave. Si esto se prolonga durante mucho tiempo no solo Brasil se verá perjudicado sino todo el planeta, porque si se destruye la Amazonia todos los pueblos se verán afectados. No es solo luchar por la Amazonia, es hacerlo contra el fascismo. Es una responsabilidad de todas las personas.

P. Está recién llegada de la protesta de activistas ambientales en Brasil. Más de 2.500 mujeres unidas bajo el lema Nuestro territorio, nuestro cuerpo, nuestro espíritu. ¿Qué ha supuesto?

R. Hemos logrado un fortalecimiento de la lucha de las mujeres, un empoderamiento. Dar visibilidad a esta conciencia política y ecológica. Todas ellas han reaccionado de manera muy fuerte y directa ante esta política genocida del Gobierno Bolsonaro.

P. Berta Cáceres. Olivia Arévalo. Son dos de las activistas que han pagado con su vida su compromiso en defensa de la tierra. ¿Se siente amenazada? ¿Teme por su seguridad?

R. Todas las personas que hoy hacemos esta lucha en defensa de la Madre Tierra estamos en peligro. Sobre todo, si esta voz tiene fuerza en todo el mundo, estamos en el punto de mira. Se pone el ojo en quienes lideran este movimiento. Pero no he tenido una amenaza directa. Los propios discursos del Gobierno ponen a la sociedad en nuestra contra. Incitan a la violencia. Es como si la sociedad tuviera el respaldo del Gobierno para practicar actos de violencia contra todas las personas que estamos en esta causa.

P. Mujer e indígena. ¿Qué pluses aporta este binomio a su defensa por la Tierra?

R. Las mujeres del mundo entero están protagonizando muchos frentes de lucha. Las mujeres indígenas nos sentimos en el compromiso de unir a todas las del resto del mundo.

P. ¿Qué le inspira el ecofeminismo?

R. (Sonríe). Es luchar en defensa de la vida. Del agua, de los bosques y de todos los bienes comunes que están amenazados. La mujer tiene mucha más sensibilidad y capacidad de darse cuenta de que es una batalla urgente.

P. ¿Quedan muchos prejuicios por derribar sobre los pueblos indígenas?

R. La gente nos ve como salvajes. Somos personas que luchamos, que plantamos cara a los conflictos y que tenemos una relación de respeto hacia el medio ambiente muy diferente. Necesitamos que nuestros derechos sean garantizados. También nuestro modo de vida, tanto por parte de las sociedades como de los Gobiernos.

P. En este festival ha trasladado historias del Amazonas a los más pequeños en una sesión de cuentacuentos. ¿Hay futuro para el planeta?

R. Es necesario invertir en educación, en la formación de la infancia para que crezca con otro pensamiento, para crear esa conciencia ecológica y política y entender que con este modelo actual basado en la destrucción esto se acaba.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/08/20/actualidad/1566321378_818654.html

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9 de agosto aún no es de los pueblos indígenas

Por: Ollantay Itzamná
Desde 1994, la comunidad internacional conmemora cada 9 de agosto como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas mediante diversas actividades públicas para sensibilizar y visibilizar los derechos humanos jurídicamente reconocidos a los pueblos.

Sin embargo, a 25 años de estar celebrando esta fecha, y a 30 años de la aprobación del Convenio Internacional nº 169 de la OIT sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, las condiciones de subordinación/aniquilación para las y los indígenas recrudecen.

El sistema mundo occidental capitalista, en su fase de acumulación por despojo violento, está obligando a los pueblos indígenas a defender sus territorios por vías no violentas, pero la respuesta sistemática de las empresas-estados es la criminalización y asesinato de indígenas defensores de sus territorios.

Si hacemos un balance de los asesinatos de defensores de derechos en países como Guatemala, Colombia o México, casi el 100% de defensores de derechos asesinados son indígenas. En lo que va del 2019, de los 8 asesinatos de defensores miembros del movimiento social que acompaño en Guatemala, todos son indígenas.

Los bicentenarios estados criollos de Latinoamérica aún continúan tratando a indígenas como si fueran una especie de la fauna silvestre. No únicamente porque las y los indígenas viven sin Estado, sin derechos, ni oportunidades, sino porque las políticas de “mestizaje” y de eugenesia (blanqueamiento genético) continúan vigentes y potentes mediante dispositivos culturales criollos instalados.

Un indígena para ser ciudadano en una República criolla está irremediablemente condenado a renegar de su “ser indígena” y a asimilar el alma criolla. En los estados criollos el indígena que no renuncia a su identidad/dignidad sólo tiene obligaciones, mas no derechos. Mucho menos oportunidades.

El sistema mundo occidental colonizador, en su versión neoliberal, no sólo invade, despoja y destruye territorios indígenas/santuarios ecosistémicos, también rentabiliza el remanente cultural indígena (que dejó siglos de colonialismo permanente) como un exitoso bien comercial exótico.

Así, los cuerpos de indígenas, especialmente de jóvenes, envueltos en tejidos multicolores, son expuestos como anzuelos para atrapar la atención del consumidor en los mercados postmodernos.

Suficiente observar ciudades como Oaxaca, Cusco, Antigua Guatemala… Ocurre con los vestigios de las espiritualidades indígenas. Ocurre con la gastronomía. Ocurre con la indumentaria fruto de la Colonia. Ocurre con los lugares/legados arqueológicos… Incluso con el cerebro y psicología de indígenas profesionalizados.

El año 2019 está establecido, por la ONU, como “Año Internacional de Lenguas Indígenas”. Aunque los indígenas no hablamos lenguas, sino idiomas, porque el término lengua es una construcción ideológica para “naturalizar” la subordinación indígena a las culturas oficiales (que sí hablan idioma). Sin embargo, las y los indígenas conscientes no deberíamos distraernos únicamente en la defensa/ejercicio de nuestros derechos culturales. Debemos transitar hacia el ejercicio de los derechos políticos y económicos.

La proclamación y ejercicio de las autonomías indígenas, en base a la norma internacional, es una tarea aún pendiente casi para todos los pueblos indígenas. Ejercer autonomía requiere necesariamente recuperar nuestros territorios. Y esto implica reconfiguración estructural de los estados criollos en estados plurinacionales. Sin territorio, y sin autonomía, toda lucha indígena es miope.

Quizás uno de los legados de los 25 años del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, o los 30 años del Convenio Internacional nº 169, sea el avance en la sensibilización/ejercicio de los derechos culturales (idioma, traje, comida, espiritualidad). Pero, mucho de este esfuerzo se pervirtió en el culturalismo y oportunismo indígena rampante.

A tal grado que en países envidiablemente multiculturales como Guatemala, con frondosas ONG y cooperación internacional pro indígenas, tenemos “reinas” mayas (jóvenes) coronadas y envueltas en aparatosos trajes indocoloniales haciendo ceremoniosas filas para reverenciar y besar la mano del candidato presidencial criollo (del sector ultraconservador/militar). Esto ocurre, ahora.

O la humillante lambisconería de intelectuales y académicas mayas celebrando rimbombante Congreso Académico sobre Racismo, en 2018, en Guatemala ciudad, nada menos que para legitimar y posesionar el logotipo y el nombre de la USAID como el benefactor más sublime de Guatemaya.

Que el 9 de agosto nos motive hacia el activismo reflexivo y auto crítico a las y los indígenas privilegiados. Sobre todo a transitar del culturalismo/folclorismo hacia la promoción/ejercicio de los derechos políticos y económicos. Es verdad que 9 de agosto aún no es, ni será, para todos nuestros hermanos/as de las comunidades rurales, pero si las y los indígenas privilegiados (sin abandonar nuestras comunidades) le apostamos a la autonomía indígena, los territorios y el Buen Vivir, creo que habremos acelerado el esperado amanecer que tarda en clarear para la humanidad.

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Acoge Bolivia encuentro de rescate y valoración del saber ancestral

América del sur/Bolivia/25 Julio 2019/Fuente: Prensa Latina

Esta ciudad acogerá durante dos días el »Encuentro Andino Amazónico para el diálogo intercientífico, rescate y valoración de saberes y conocimientos de los Pueblos Indígenas Originarios Campesinos», con representantes de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Brasil.

El objetivo de este Encuentro es reflexionar y socializar los avances teórico-metodológicos relacionados al diálogo intercientífico, a partir de experiencias asociadas al aprovechamiento sustentable de la biodiversidad en países andino-amazónicos, explicó hace unos días la viceministra boliviana de Ciencia y Tecnología, Jenny Carrasco.

La funcionaria añadió que participarán instituciones gubernamentales, universidades públicas, privadas e indígenas, expertos nacionales e internacionales, con amplia experiencia y trayectoria en el campo de la sabiduría indígena de estos cinco países.

Asimismo, señaló que la sistematización de las ponencias presentadas por los académicos asistentes permitirá elaborar una propuesta del marco teórico y metodológico para el diálogo intercientífico en base a los avances y experiencias existentes en estas regiones.

El foro es organizado a través del Programa de Participación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y Cultura (Unesco), que presta asistencia complementaria a iniciativas de los Estados miembros.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=292952&SEO=acoge-bolivia-encuentro-de-rescate-y-valoracion-del-saber-ancestral
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Nativos de Brasil crean protocolo de consulta sobre la Amazonia

América del sur/Brasil/ 25 Julio 2019/Fuente: Telesur Tv

«El Estado tiene el deber de consultar a los pueblos indígenas antes de que entre en sus territorios», indicó el vicepresidente de la Asociación Hutukara Yanomami, Dário Yanomami.

Comunidades indígenas de los estados de Roraima y Amazonas (Brasil) elaboraron un documento que establece cómo desean ser consultados sobre los proyectos en la Amazonia.

El vicepresidente de la Asociación Hutukara Yanomami, Dário Yanomami, indicó que elprotocolo es una forma de recordar a la sociedad no solo la necesidad de consultar a los pueblos, sino también los procedimientos a seguir en cada situación.

“Esto significa que el Gobierno brasileño debe reconocer el protocolo de consulta, (entender) lo que piensan los yanomami y cómo funcionan. Si algún proyecto quiere explotar en nuestro territorio, por ejemplo, el protocolo se asemeja al derecho de consulta», dijo.

«El Estado tiene el deber de consultar a los pueblos indígenas antes de que (nadie) entre en sus territorios», agregó Yanomami.

La deforestación en el Amazonia brasileño ha aumentado durante el Gobierno de Bolsonaro. | Foto: TRT

La elaboración de este documento tiene en cuenta el avance de grupos económicos en tierras  indígenas, como empresas minera, madereras y de agronegocios por lo que la comunidad nativa insta con este texto a respetar sus decisiones y pensamientos a través de este protocolo.

El documento llamado protocolo de consulta fue elaborado durante cuatro años entre agencias públicas y se archivó en instituciones como la Fiscalía Federal, la Secretaría Especial de Salud Indígena y los ministerios de Medio Ambiente y de Educación, la Fundación Nacional del Indio y en la presidencia de la República.

Desde que llegó Jair Bolsonaro, el pasado 1 de enero de 2019, a la Presidencia los yanomami así como otros grupos étnicos, temen el riesgo de las normas de protección para los pueblos tradicionales.

En el mes de marzo, el Gobierno de Bolsonaro manifestó la posibilidad que Brasil se retire del acuerdo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo que pondría a las comunidades en un área más insegura con respecto a la garantía de los derechos de los indígenas.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/brasil-indigenas-protocolo-consulta-amazonia-20190723-0010.html

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Nativos de Brasil crean protocolo de consulta sobre la Amazonia

América del Sur/ Brasil/ 23.07.2019/ Fuente: www.telesurtv.net.

«El Estado tiene el deber de consultar a los pueblos indígenas antes de que entre en sus territorios», indicó el vicepresidente de la Asociación Hutukara Yanomami, Dário Yanomami.

Comunidades indígenas de los estados de Roraima y Amazonas (Brasil) elaboraron un documento que establece cómo desean ser consultados sobre los proyectos en la Amazonia.

El vicepresidente de la Asociación Hutukara Yanomami, Dário Yanomami, indicó que elprotocolo es una forma de recordar a la sociedad no solo la necesidad de consultar a los pueblos, sino también los procedimientos a seguir en cada situación.

“Esto significa que el Gobierno brasileño debe reconocer el protocolo de consulta, (entender) lo que piensan los yanomami y cómo funcionan. Si algún proyecto quiere explotar en nuestro territorio, por ejemplo, el protocolo se asemeja al derecho de consulta», dijo.

«El Estado tiene el deber de consultar a los pueblos indígenas antes de que (nadie) entre en sus territorios», agregó Yanomami.

La deforestación en el Amazonia brasileño ha aumentado durante el Gobierno de Bolsonaro. | Foto: TRT

La elaboración de este documento tiene en cuenta el avance de grupos económicos en tierras  indígenas, como empresas minera, madereras y de agronegocios por lo que la comunidad nativa insta con este texto a respetar sus decisiones y pensamientos a través de este protocolo.

El documento llamado protocolo de consulta fue elaborado durante cuatro años entre agencias públicas y se archivó en instituciones como la Fiscalía Federal, la Secretaría Especial de Salud Indígena y los ministerios de Medio Ambiente y de Educación, la Fundación Nacional del Indio y en la presidencia de la República.

Desde que llegó Jair Bolsonaro, el pasado 1 de enero de 2019, a la Presidencia los yanomami así como otros grupos étnicos, temen el riesgo de las normas de protección para los pueblos tradicionales.

En el mes de marzo, el Gobierno de Bolsonaro manifestó la posibilidad que Brasilse retire del acuerdo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo que pondría a las comunidades en un área más insegura con respecto a la garantía de los derechos de los indígenas.

Fuente de la noticia: https://www.telesurtv.net/news/brasil-indigenas-protocolo-consulta-amazonia-20190723-0010.html

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Brasil: Ednei. Aqui é território indígena Maró

América del sur/Brasil/18 Julio 2019/Fuente: El país

As comunidades da região amazônica do Brasil enfrentam desafios devido às atividades industriais agressivas, hoje incentivadas pelo novo Governo de Bolsonaro. Esta série apresenta cinco jovens líderes que defendem a floresta. Neste capítulo: Ednei, representante de 45 aldeias de 13 povos indígenas

Um velho motor de barco (um Yanmar diesel de dois cilindros feito no Brasil) instalado em um chassi de caminhão, algumas chapas de aço, colocadas como uma cabine e uma caixa traseira sólida de madeira boa, compõem um veículo de aparência precária, mas poderoso em toda a sua simplicidade.

Utilizando-a há pouco mais de um ano, as 3 aldeias indígenas Borarí e Arapiun da Terra Indígena Maró (TI Maró) podem cobrir todo o perímetro de seu território em poucos dias. Isso é algo que a pé, como foi feito desde o início, leva muito mais tempo, cerca de duas longas semanas.

O grupo indígena Borarí chegou a esse território remoto, povoado há séculos pelos Arapiun, há relativamente pouco tempo. Eles fugiram da pobreza de Alter do Chão, terra predominantemente Borarí, a cerca de 30 quilômetros a oeste de Santarém, hoje a capital do Baixo Tapajós, no Pará. Eles subiram todo o rio Arapiuns até a sua nascente, e de lá eles entraram no pequeno rio Maró, que é o que dá nome ao território.

O grupo é modesto, composto por cerca de 300 pessoas espalhadas pelas três aldeias: Novo Lugar, Cachoeira do Maró e São José III. Mas o território é relativamente grande: abrange cerca de 42.000 hectares de floresta primária, isto é, floresta amazônica intacta, que nunca foi derrubada.

Povos indígenas dos grupos étnicos borari e arapiun durante a inspeção mensal do território na prevenção da presença de madeireiros ilegais.
Povos indígenas dos grupos étnicos borari e arapiun durante a inspeção mensal do território na prevenção da presença de madeireiros ilegais. Pablo Albarenga

Para um observador inexperiente, a floresta inteira parece igual, mas há uma diferença fundamental entre essa floresta virgem e aquela que já foi explorada. Em uma primeira fase de exploração madeireira, são derrubadas as árvores que contêm as madeiras tropicais mais valiosas, que são cotadas nos mercados internacionais.

Uma segunda fase consiste em explorar a madeira restante, e uma terceira e última, na eliminação total da vegetação, geralmente para fins de agricultura industrial ou pecuária extensiva. Embora ao longo do tempo a floresta possa recuperar o espaço destruído, a biodiversidade original é extinta para sempre.

No Brasil, o avanço devastador do desmatamento ilegal parece irrefreável. Mas comunidades como as do Maró são aquelas que ainda oferecem resistência, e sua presença tem sido uma garantia de conservação, mesmo com dificuldades e mobilizações diante da agressão. Mas a chegada de Bolsonaro ao poder em janeiro deste ano já está mudando as coisas muito rapidamente.

Diante dessa nova realidade, eles precisam se preparar para enfrentar uma ameaça ainda maior: aqueles que se sentem protegidos pelas palavras agressivas do presidente contra os indígenas e contra a Amazônia. Muitos de seus seguidores acreditam que podem finalmente fazer o que querem, levando à letra o fato de Bolsonaro considerar os índios um «obstáculo à agroindústria e ao desenvolvimento”.

Bolsonaro foi eleito com um discurso racista, atacando minorias, negros e indígenas, dizendo que eles devem ser «integrados» a um uniforme distópico e ao Brasil «produtivo» que ele imagina. Essa ideia de preservar territórios indígenas, derivar suas terras e respeitar seus direitos, acabou, apesar de estarem incluídos na constituição brasileira de 1988.

No pacote, Bolsonaro também inclui ambientalistas e ativistas dos direitos humanos e dos direitos civis. Em seu famoso discurso eleitoral gravado em um pretenso vídeo caseiro, do quintal da sua casa, ele deixou claro suas intenções: «ou eles vão embora ou vão para a cadeia».

Até que ponto algumas pessoas se sentem protegidas pelo discurso de Bolsonaro e agem por conta própria, pudemos presenciar durante nossa viagem ao interior do território indígena Maró. Pilotado por Dadá Borarí, o segundo-cacique depois do seu tio-avô, que é o primeiro-cacique do território, o veículo improvisado nos levou pela estrada que marca o perímetro do território indígena, rota cheia de obstáculos e perigos que, no entanto, os vigilantes enfrentam com entusiasmo e determinação.

Há alguns anos, desde que as incursões dos madeireiros se tornaram mais agressivas, e seguindo uma recomendação da FUNAI, um grupo de homens eleitos pelas aldeias viraram vigilantes do território e percorrem seu perímetro regularmente, em jornadas que geralmente duram cerca de dez dias.

Esses homens experientes, que conhecem a floresta desde pequenos, centímetro a centímetro, incluem há pouco tempo Ednei, um jovem Arapiun de Cachoeira do Maró, a aldeia vizinha de Novo Lugar, que também foi recentemente eleito como coordenador do Conselho Indígena Tapajós-Arapiuns (CITA), representante legítimo de 45 aldeias de 13 povos indígenas diferentes, pertencentes aos povos indígenas do Baixo Tapajós, Rio Arapiuns, Rio Maró e Planalto Santareno.

Ednei, com apenas vinte anos, é uma pessoa de poucas palavras, mas mostra grande determinação. Ele entende bem o papel atribuído a ele e está disposto a continuar com toda a coragem de sua juventude.

A incorporação de jovens ao grupo de vigilantes é fundamental para a continuidade de sua missão ao longo do tempo. É essencial que eles adquiram o conhecimento e experiência necessários para a defesa de um território submetido à pressão de um ambiente hostil e ganancioso, que busca extrair suas muitas riquezas.

A pressão, acima de tudo, vem das madeireiras que operam na região e de alguns caçadores furtivos que vêm para roubar madeira ou caçar a rica diversidade de animais que fazem parte da subsistência das aldeias. Estes últimos são, muitas vezes, moradores de terras vizinhas que venderam suas florestas e que agora, empobrecidos, não têm outra opção a não ser tentar obter alimentos na Terra Indígena Maró, ainda intacta.

As rodovias de vigilância são longas e as condições na floresta difíceis, mas as crenças desses nativos fornecem a sabedoria e a coragem para garantir o sucesso de suas expedições. A Terra Indígena Maró, conta Dada, além de sustentar, abriga lugares sagrados, igarapés que alimentam o rio Maró, ervas e plantas medicinais e, acima de tudo, vive a Curupira.

Um caminhão de grande tonelagem transporta madeira por uma trilha na fronteira com a Terra Indígena Maró.
Um caminhão de grande tonelagem transporta madeira por uma trilha na fronteira com a Terra Indígena Maró. Pablo Albarenga

Por essas terras, a entidade protetora das matas adquire um sentido muito mais profundo, e enigmático. Como entidade sagrada, a Curupira tem poderes mágicos que determinam o que acontece àqueles que entram na floresta. A missão que se propuseram esses indígenas é a de respeitar e proteger a terra, e, dessa forma, respeitar e proteger a si mesmos.

Aprender a defender o território é um dos desafios importantes do jovem Ednei, que também cursa o primeiro ano de Ciências Atmosféricas na Universidade de Santarém, a metrópole que fica a meio dia de barco da aldeia.

Comandado por Dada, junto com Ednei e o grupo de vigilantes da TI Maró, entramos na mata para uma viagem de reconhecimento. No caminho, eles mostram restos de madeira roubada, 26 grandes e valiosos troncos já enumerados que uma madeireira não pôde terminar de remover: é um triste cemitério de árvores derrubadas antes que o território conseguisse avançar na demarcação como terra indígena e ser protegido por lei.

Essa madeira abandonada, que lentamente se decompõe para servir como nutriente para a mesma terra em que cresceu, é o trágico testemunho de uma depredação real e muito próxima. A passagem de um caminhão de grande tonelagem transportando troncos majestosos pela faixa fronteiriça com o território, que provavelmente leva o seu tesouro abatido aos mercados internacionais, nos recorda que a ameaça não é virtual.

Os povos indígenas do Maró têm grande interesse em denunciar um descampado onde uma antiga madeireira abandonou máquinas sem uso e outros detritos de sua atividade predatória no território. Mas para eles significa uma ferida, um traço execrável que eles exigem apagar, e parece que a sua concepção sagrada da floresta dá ao depósito o caráter de uma profanação.

O conflito adquire uma dimensão explícita quando a disputa territorial se materializa na propriedade imobiliária. É o caso de uma casa que pertenceu a um madeireiro, mas como o território começou a ser demarcado e a construção foi incluída no território indígena, ela por lei passou a pertencer aos indígenas do Maró.

Mas o antigo proprietário insistiu em mostrar seu poder contratando caseiros para habitar a casa e confrontar os índios, que desejam dar a essa propriedade um uso comunitário.

Integrantes do grupo de vigilantes do Território Indígena Maró.
Integrantes do grupo de vigilantes do Território Indígena Maró. Pablo Albarenga

Desde que o processo de demarcação foi retomado, em 2016, a casa permaneceu desabitada. Mas, recentemente, pichações ameaçadoras começaram a aparecer em uma parede lateral: «Índio ladrão», lia uma, «vá para o inferno». “Bonsonaro”, dizia outro, com erro de ortografia incluído. O apelo a Bolsonaro já significava uma premonição de algo pior, um mau presságio.

Mas a surpresa desta vez foi que, quando chegamos, encontramos a casa fechada, vigiada por dois cães. Quando o grupo conseguiu abrir a porta trancada e finalmente entrar na casa, encontrou comida fresca e sinais óbvios de que a casa estava novamente invadida. O suposto dono havia retornado à sua política de confronto.

Ajudados por uma equipe de jovens ativistas indígenas que acompanharam a expedição, e liderados por Ednei, também membro desse grupo, eles decidiram pintar em dois cartazes uma mensagem muito clara. «Aqui é terra indígena», disse o primeiro. «MARÓ», em maiúsculas, o segundo.

Eles dedicaram tempo para pintar os cartazes. Decoraram com grafismos indígenas, mostrando sua disposição em reafirmar a posse do território e tudo o que ele contém. E fazê-lo com dignidade e orgulho. Ednei se esmerou pessoalmente até o último detalhe, cuidando da combinação de vermelho e azul nas bordas geométricas, um sinal de identidade indígena.

No exato momento em que posaram para a foto, mostrando com satisfação e orgulho as duas faixas coloridas antes de finalmente pendurá-las, uma índia de aparência muito humilde apareceu na estrada, carregando na cabeça um macaco e acompanhada de um porquinho, que parecia ter escapado da fazenda de George Orwell.

Depois de um momento de perplexidade geral, Dada se dirigiu a ela, com uma mistura de autoridade e solenidade que explica o seu status de cacique. Dada explicou que a ação de protesto não era contra ela, mas contra quem a enviou para ocupar a casa.

Pediu que ela notificasse os encarregados, que ele queria falar com o madeireiro, e que o encontraria na sexta-feira seguinte para lhe dizer pessoalmente que não tem direito a essa propriedade que está construída em terra Maró e que não pretende ceder aos atos de intimidação. Após a conversa, a jovem pôde entrar novamente, acompanhada pelo macaco e pelo porquinho.

Eles então colocaram as faixas na frente da casa. Ao dar a última martelada no último prego que os afixava, Dada demonstrou a ferocidade e a determinação de quem sabe que enfrenta uma ameaça real, agora protegida por aquele Bonsonaro que o madeireiro evoca como garantia de impunidade.

Essa comunidade de não mais de trezentos indígenas, que defende seu território contra o poder potencialmente avassalador de qualquer indústria madeireira ou extrativa que seja suficientemente fortalecida pelo bolsonarismo que congelou os processos de demarcação, representa a enorme vulnerabilidade desses pedaços de floresta virgem.

Já de volta ao acampamento onde passamos a noite anterior, Ednei permanece de pé na caixa do veículo, segurando sob intensa chuva tropical sua carabina de caça, incorporando uma nova geração de afirmação e resistência. Pertence a uma geração que, tendo assumido orgulhosamente os valores de seus pais e avós, está preparada para enfrentar os desafios de um futuro ameaçado por todos os lados.

Herdeiros de uma luta de gerações, aprendem a defender esses pequenos territórios da enorme e devastadora destruição da mata. E eles sabem que sua luta também contribui para a defesa de uma causa mais global, a defesa do pulmão e da biodiversidade do planeta, a luta contra a mudança climática, embora Trump, Bolsonaro e muitos outros agora neguem que o fenômeno realmente exista.

Essa nova geração, já educada em autoafirmação, começa a usar as ferramentas do ativismo para lutar por seus direitos, com a eficiência necessária para resistir ao desafio que está por vir.

Desafiando a noite na mata virgem, sob um céu brilhante de estrelas que não conhecem a poluição luminosa, o veículo nos leva de volta à vila, onde chegamos bem a tempo de embarcar em uma barcaça velha que nos levará de volta.

Ednei e seu povo conhecem, junto com tantas outras comunidades indígenas brasileiras sobreviventes de genocídios devastadores, que o simples fato de existir é resistir.

De gente como eles, dependem muitas coisas, para que nós façamos vista grossa.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/06/06/planeta_futuro/1559816628_912175_1559819532_sumario_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://brasil.elpais.com/brasil/2019/06/06/actualidad/1559816628_912175.html

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