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Descolonizando saberes y despertando imaginarios en américa latina.

Por:Mateo Aguado.

A pesar de haber recibido juicios variables a lo largo de la historia, la noción de bienestar ha sido considerada prácticamente siempre como la meta común y universal del ser humano. Tal y como sostenía Aristóteles, constituye el fin último de la actividad humana, el bien perfecto por excelencia, pues es algo que elegimos siempre por sí mismo y nunca por otra cosa.

En los últimos años, sin embargo, la preocupación social hacia el bienestar humano ha trascendido los ámbitos filosóficos para incorporarse de lleno a las agendas políticas de numerosos países a lo largo y ancho del planeta. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en Ecuador y Bolivia, en donde el Buen vivir ha sido formalizado como un concepto alternativo de progreso social alejado del PIB y enraizado en los saberes ancestrales de los pueblos originarios del país y en los derechos de la naturaleza.

El Buen vivir: una vida en plenitud, respeto y armonía

A través de diferentes expresiones, los planteamientos sobre el buen vivir han estado presentes en los pueblos originarios del mundo entero desde hace miles de años. No ha sido sin embargo hasta hace poco cuando, con las nuevas Constituciones de Ecuador y Bolivia, la noción del Buen vivir ha sido expresamente incorporada al constitucionalismo mundial a través, respectivamente, de los términos sumak kawsay (“buen vivir”) y suma qamaña (“vivir bien”).

Según Gudynas (2011), la idea del Buen vivir surgió en base a dos empujes fundamentales: la postura discrepante frente al desarrollo convencional, por un lado, y la búsqueda de alternativas para mejorar el bienestar y proteger la naturaleza, por otro. Sea como fuere, el hito político que ha supuesto la inclusión del Buen vivir en las leyes ecuatorianas y bolivianas ha permitido que por vez primera en la historia hayan sido contemplados como sujetos de derechos y de bienestar los pueblos originarios andino-amazónicos (tradicionalmente olvidados) y la propia naturaleza (oPacha Mama), configurando con ello un nuevo tipo de contrato social más amplio, justo y sostenible.

En términos generales, y en sintonía con las ideas de la Antigua Grecia, el Buen vivir podría entenderse como una vida en plenitud: una vida en armonía, respeto y equilibrio con la naturaleza y con el resto de seres humanos (Houtart, 2011; Mamani, 2010). Su noción se relaciona así con la cohesión social, con los valores comunitarios y con la participación activa, factores todos ellos clave en la búsqueda comunitaria de la felicidad y de la realización humana. Pero además, como destaca Ramírez (2010), el Buen vivir también tiene que ver con la disposición de tiempo libre: tiempo para la contemplación y la emancipación así como para que nuestras libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades reales se amplíen y florezcan de modo que nos permitan alcanzar aquello que valoramos como deseable en la vida. Para Gudynas (2011) son principalmente cinco los objetivos del Buen vivir: i) buscar la calidad de vida; ii) construir un sistema económico justo, democrático y solidario; iii) fomentar la participación y el control social;iv) recuperar y conservar la naturaleza, y v) promover un ordenamiento territorial equilibrado.

El Buen vivir y los Derechos de la Naturaleza

La perspectiva conservacionista de las últimas cuatro décadas ha estado caracterizada por una tensión constante entre el desarrollo socioeconómico, por un lado, y la conservación de la naturaleza, por otro. Este panorama ha sido, al fin y al cabo, el resultado de una concepción antropocéntrica de la naturaleza que ha tendido a contemplar los ecosistemas como un almacén inagotable de recursos a disposición de los seres humanos.

Frente a este tipo de posturas antropomórficas, los Derechos de la Naturaleza recogidos en el Capítulo Séptimo de la nueva Constitución ecuatoriana abrazan un enfoque biocéntrico de la naturaleza centrado en asumir los valores intrínsecos que poseen los ecosistemas como un sujeto propio de derechos, aceptando con ello, de forma inherente, el derecho a existir que tienen todas las especies (y no sólo la nuestra). El paso dado en este sentido por Ecuador ha supuesto un acontecimiento sin precedentes en la forma en que un Estado soberano concibe sus ecosistemas y su patrimonio natural, abriendo con ello la puerta a reconocer la existencia de límites biofísicos al crecimiento humano.

La filosofía del Buen vivir ha logrado de este modo romper con la idea clásica de concebir el bienestar humano como un asunto relacionado con los ingresos y las posesiones materiales inclinándose, por el contrario, a entender la vida desde una ética de lo suficiente (Boff, 2009); una ética que, basada en promover una vida sencilla, equilibrada y espiritual, transcurra y florezca en comunidad y en hermandad con el resto de seres vivos. Bajo el prisma del Buen vivir lo importante no es por tanto el ser humano o el crecimiento económico, sino la armonía misma con la naturaleza y la vida. Como sostiene Albó (2009), el propósito final no es otro que vivir y convivir bien, no vivir cada vez mejor a costa de otros y de la naturaleza.

El Buen vivir como noción exploratoria de alternativas al desarrollo occidental

Aunque existen numerosos enfoques respecto a lo que debe contemplarse bajo el paraguas conceptual del Buen vivir(una noción teórica y compleja que -conviene no olvidarlo- aún está en fase de construcción), parece existir un consenso bastante razonable en concebirlo como una alternativa al actual modelo de desarrollo capitalista (Acosta, 2013; Gudynas, 2011; Mamani, 2010). En esta línea, autores como Acosta (2013) han sostenido que el Buen vivir podría concebirse como una ventana de oportunidad a través de la cual pensar y debatir sobre nuevas formas de organizar la vida en sociedad; pudiéndose convertir incluso, con el paso del tiempo, en un nuevo paradigma civilizatorio mediante el cual dar respuesta a los grandes retos que en materia de sostenibilidad y justicia el ser humano tiene por delante en los albores del nuevo milenio.

Desde esta óptica contra-hegemónica podríamos interpretar la filosofía del Buen vivir como un importante aporte de las culturas ancestrales andinas orientado a recuperar propuestas tradicionalmente silenciadas por las élites del poder y encaminado a asumir profundas transformaciones sociales que superen los estrechos marcos cognitivos del capitalismo basados en el crecimiento económico y en la acumulación de artefactos como un fin en sí mismo. El Buen vivir trataría así de romper con la imposición monocultural del saber occidental-neocolonial a través de un reencuentro entre el ser humano y la naturaleza basado en el libre florecimiento de vidas buenas y armónicas que no excedan los límites de los ecosistemas.

Tras rebasar las fronteras latinoamericanas, el debate surgido en torno al Buen vivir y a losDerechos de la Naturalezaestá comenzando a impulsar una interesante reflexión política y académica a escala global que podría llegar a sentar las bases para la construcción de un paradigma alternativo al capitalismo que sea capaz de armonizar un desarrollo humano coherente con una naturaleza resiliente y sana. Para lograr tal objetivo será necesario que el Buen vivir se articule con otras iniciativas similares que están comenzando a surgir con fuerza en otras partes del mundo: desde proyectos sociales y comunitarios en Asia y África hasta los discursos críticos con el capitalismo que comienzan a cobrar vigor en occidente (como la corriente delDecrecimiento). A fin de cuentas la noción del Buen vivir podría actuar como un catalizador de nociones dispersas sobre el bienestar, la justicia y la sostenibilidad que ayude a construir una nueva identidad del ser humano sobre el planeta Tierra. Interculturalidad, saberes ancestrales y conocimientos modernos están llamados a entenderse durante el siglo XXI para ayudar a germinar este nuevo paradigma civilizatorio que la lógica humana demanda.

Acosta, A. (2013).El buen vivir: Sumak Kawsay, una oportunidad para imaginar otros mundos. Icaria.

Albó, X. (2009). Suma qamaña = el buen convivir. Revista Obets, 4, 25-40.

Boff, L. (2009). ¿Vivir mejor o “el Buen Vivir”?Revista Fusión.

Gudynas, E. (2011a). Buen Vivir: Germinando alternativas al desarrollo. América Latina en movimiento, 462, 1-20.

Houtart, F. (2011). El concepto de Sumak kawsay (buen vivir) y su correspondencia con el bien común de la humanidad.Revista de filosofía, 69(3).

Mamani, F. H. (2010). Buen vivir/Vivir bien: Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales andinas.Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas-CAOI.

Ramírez, R. (2010). La transición ecuatoriana hacía el Buen Vivir. En I. León (Ed.), Sumak Kawsay/Buen vivir y cambios civilizatorios (pp. 125-141). Quito: SENPLADES.

Para citar este artículo: Aguado, M. (2016). Descolonizando saberes y despertando imaginarios en América Latina.Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales VI, pp. 30 – 32. Recuperado en: http://iberoamericasocial.com/ descolonizando-saberes-despertando-imaginarios-america-latina.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/descolonizando-saberes-y-despertando-imaginarios-en-america-latina/

Imagen: http://www.contextolatinoamericano.com/media/magazine/articles/buen_vivir.jpg.240x160_q85_crop_upscale.jpg

 

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Hoy se conmemora el día internacional de la Mujer Indígena

Caracas/Septiembre de 2016/VTV

Para tributar las luchas de la Comandanta Bartolina, durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tiwanaku-Bolivia en el año 1983, se decretó la fecha en conmemoración a la mujer de los pueblos originarios.

ada 5 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Mujer Indígena para rendir honor a Bartolina Sisa, guerrera Aymara quien dedicó su vida a combatir  la opresión contra el colonialismo que sometía a su pueblo.  Fue asesinada por enemigos tras haber padecido fuertes torturas.

La virreina de la tribu Inca, fue entregada por sus propios compañeros a los españoles  en 1781 mismo año de su nombramiento y en 1783 fue decapitada y desmembrada.

Para tributar las luchas de la Comandanta Bartolina, durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tiwanaku-Bolivia en el año 1983, se decretó la fecha  de su muerte un día para conmemorar a la mujer de los pueblos originarios.

En Venezuela tanto las mujeres como los pueblos indígenas, no sólo cuentan con una variedad de derechos contemplados en la Constitución Bolivariana, impulsada por el Comandante Hugo Chávez en 1999, sino que son aplicados en toda su extensión, por lo que son incluidas e incluidos en los programas sociales que desarrolla el Estado venezolano.

Fuente: http://www.vtv.gob.ve/articulos/2016/09/04/hoy-se-conmemora-el-dia-internacional-de-la-mujer-indigena-3642.html

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En México: Llevan al rarámuri derechos infantiles

América del Norte/México/Jaime Armendáriz/El Diario

Chihuahua— A fin de que niños rarámuris conozcan sus derechos, diputadas del Congreso del Estado y una asociación civil emitieron el libro “Derechos Humanos de las Niñas, Niños y Adolescentes” o Sipoli, narrado en rarámuri, y que será repartido de manera gratuita en las próximas semanas.

En él se narra la historia de una niña que explica los derechos de los menores plasmados en leyes y en la propia Constitución Mexicana.

“Desde hace más de un año y medio estuvimos trabajando con este proyecto, y esperamos que sea de gran ayuda para nuestras niñas, niños y adolescentes indígenas”, dijo la diputada Mayra Díaz Guerra, presidenta de la comisión en materia de asuntos indigenistas, y que trabajó con otros entes para lograr la salida de ese cuadernillo.

Asimismo, dijo que la conservación de la identidad cultural de los pueblos es una tarea de todos, de ahí la intención de llevar a cabo este texto, el cual fue posible también por las aportaciones de la diputada Águeda Torres Varela, que falleció a finales del año pasado.

Sipolí, quien representa en el texto a una niña tarahumara que conoce sobre los derechos humanos y los explica en su lengua al resto de los pequeños, se realizó con la traducción de Guadalupe Pérez Holguín, y los conocimientos en Derechos Humanos de Heidi Segovia Luján.

jarmendariz@diarioch.com.mx

Fuente: http://diario.mx/Estado/2016-08-26_6162685c/llevan-al-raramuri-derechos-infantiles/

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Derecho a educación sigue esquivo para indígenas latinoamericanos.

Por: Orlando Milesi.

La educación, el  instrumento más poderoso en la lucha contra la exclusión y la discriminación, es aún esquivo para los pueblos indígenas de América Latina que, pese a tener una amplia presencia en la región, son todavía los más desfavorecidos.

La creciente necesidad de otorgar mayor acceso a una educación de calidad para los pueblos originarios de la región, con respeto a la interculturalidad y sus tradiciones, sigue siendo una declaración de buenas intenciones,  aún lejos de transformarse en políticas públicas reales y de largo plazo, afirmó a IPS el alcalde del municipio chileno de Tirúa, Adolfo Millabur.

En Chile, por ejemplo, “hay una especie de voluntad declarada, pero que no se realiza en la práctica”, dijo Millabur, cuyo municipio, a 685 kilómetros al sur de Santiago, se sitúa en la región de La Araucanía, donde se concentra casi 50 por ciento de población mapuche, el más numeroso pueblo indígena del país.

“Hoy la gente está demandando participar en espacios de toma de decisiones de toda índole, y es ahí donde los pueblos originarios se configuran como actores sociales a los que hay que prestar más atención”: Loreto Jara.

Millabur creció en la localidad de El Malo, a 35 kilómetros de Tirúa. Junto a sus ocho hermanos se levantaba a las cinco de la mañana y caminaban cada día 30 kilómetros hasta la escuela de Antiquina. Después de un par de horas en clase, todos emprendían el viaje de regreso a casa.

No recuerda cómo aprendió a leer y asegura que no tenía idea de cómo firmar un cheque cuando en 1996, con 28 años, se convirtió en el primer alcalde mapuche de Chile.

El derecho a la educación es el tema este año del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se celebra en el mundo cada 9 de agosto.

Ello porque se considera que el acceso a una escolaridad apropiada a sus métodos culturales de aprendizaje y con pleno reconocimiento de su diversidad, de sus valores y de sus necesidades específicas, incluyendo el aprender en su lengua materna, se considera la clave para romper con su vulnerabilidad y exclusión.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en América Latina viven cerca de 45 millones de personas indígenas, equivalentes a 8,3 por ciento de la población regional que supera los 605 millones de habitantes.

Bolivia posee algo más de 10 millones de habitantes y de ellos,  62,2 por ciento (6,2 millones) declara formar parte de un pueblo originario, lo que lo transforma en el país que cuenta con mayor porcentaje de personas indígenas sobre la población total, seguido por Guatemala, donde 41 por ciento de sus algo más de 16 millones de habitantes declara ser indígena (5,9 millones).

Les siguen Perú, donde 24 por ciento de su población total afirma pertenecer a un pueblo originario, y México, con 15,1 por ciento.

Según el estudio “Los pueblos indígenas de América Latina”, publicado en 2014 por la Cepal,  en la región existen 826 pueblos indígenas, con un panorama altamente heterogéneo.

En un extremo se ubica Brasil, con 0,5 por ciento indígena del total de su población  (900.000 habitantes), pero que cuenta con 305 pueblos originarios distintos, seguido por Colombia (102), Perú (85) y México (78). En el otro extremo están Costa Rica y Panamá, con solo nueve  pueblos indígenas cada uno, El Salvador (tres) y Uruguay (dos).

Los pueblos quechua, nahua, aymara, maya yucateco, ki’che’ y mapuche, son aquellos que cuentan con mayor población en la región, según ese estudio.

Pese a su presencia e influencia histórica, los pueblos originarios de América Latina aún representan uno de los colectivos más desfavorecidos en la región, indica la Cepal.

Los indígenas no solo han sufrido la pérdida sistemática de sus territorios con graves consecuencias para su bienestar, sino que constituyen el grupo más vulnerable en materia de pobreza y desigualdad en todos sus ámbitos.

En este escenario, el derecho a la educación es clave para el pleno goce de los derechos humanos y colectivos, y constituye un instrumento poderoso en la lucha para la erradicación de la exclusión y la discriminación.

“Uno de los grandes ausentes de las políticas educativas y también en términos curriculares  son los pueblos originarios”, afirmó Loreto Jara, investigadora de Política Educativa de la organización no gubernamental Educacion 2020.

“Hay una ausencia como sujeto histórico en el currículum mismo, pero también como actor social  en torno a los procesos de participación en la construcción  de los currículos”, añadió en diálogo con IPS.

Si bien en los últimos años se han observado progresos en el panorama educativo de los pueblos indígenas latinoamericanos, se comete el error de homogenizar los procesos “porque es más fácil trabajar en un escenario más o menos similar que  atender a  la diversidad”, explicó.

Precisó que la educación de cualquier pueblo originario “tiene lógicas distintas de nuestro sistema escolarizante”, por lo que es necesario incorporar, por ejemplo, educadores interculturales  en las escuelas.

Jara recordó la experiencia de Colombia donde existen “etnias por montones y son de diversa naturaleza, pueblos más pequeños, dialectos específicos, ligados a recuperación del territorio y a la reivindicación de las culturas indígenas”.

Precisó que en ese país, “la cultura indígena se está visualizando más desde el espacio de la ruralidad” y “las escuelas rurales están revitalizando mucho el tema de las lenguas indígenas”.

Esto, que busca también detener la migración de los jóvenes a las urbes, también ocurre en algunas zonas de México, agregó.

En la región chilena de La Araucanía, en tanto, hay 845 escuelas con enseñanza del mapudungun, la lengua mapuche, hasta cuarto año de enseñanza básica.

De ellas, 300 cuentan con apoyo directo del Ministerio de Educación y las demás con apoyo de un sostenedor particular, precisó María Díaz Coliñir, supervisora del gubernamental programa de Educación Intercultural Bilingüe.

La legislación chilena señala que todas las escuelas con más del 20 por ciento de alumnos de origen indígena deben tener programas de educación intercultural bilingüe en el que se enseñe mapudungun, quechua,  aymara o rapa nui, según corresponda en cada región.

Si bien el programa no garantiza que los niños y niñas aprendan su lengua originaria, sí potencia un mayor grado de identidad. “Se ha avanzado en la mayor autoidentificación del niño mapuche y en el mejoramiento de su autoestima”, afirmó Díaz a IPS.

Jara coincidió en las bondades de esta aproximación para todos los pueblos originarios de la región. “La reivindicación es a partir del lenguaje, porque eso representa su cosmovisión. Detrás de las lenguas indígenas se esconde toda la riqueza cultural de cada pueblo”, expresó.

Precisó que la necesidad de visibilizar a los pueblos originarios como actores sociales,  desde la enseñanza y el aprendizaje de su propia historia y su vínculo con la historia común del país,  es parte de los caminos pendientes por transitar en materia educativa.

“Hoy la gente está demandando participar en espacios de toma de decisiones de toda índole, y es ahí donde los pueblos originarios se configuran como actores sociales a los que hay que prestar más atención”, concluyó.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2016/08/derecho-a-educacion-sigue-esquivo-para-indigenas-latinoamericanos/

Imagen: http://cdn.ipsnoticias.net/wp-content/uploads/2016/08/8169571385_2c603b6afe_o-629×472.jpg

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The story of a separate and unequal Canadian health care system

Resumen: Maureen Lux es un profesor de historia en la Universidad de Brockquien habló con una multitud de invitados sobre su nuevo libro «Camas separadas: una historia de los hospitales indios en Canadá, 1920s-1980» en el que explora la historia de hospitales de la India y las muchas contradicciones en el seno de la asistencia sanitaria para los canadienses indígenas en el siglo 20 .  En el mismo  se reseña un capitulo doloroso en la historia de Canada en relación al trato con sus aborigenes cuyos hijo fueron internos en las escuelas residenciales, mientras que las mujeres indígenas eran asesinadas y desaparecidas, situación que en la actualidad es  oficialmente objeto de una investigación nacional. Al igual que la segregación racial vivida en las escuelas, tambien acontecieron situaciones similares en hospitales llamados «hospitales de la India», como se les conocía en el momento, operado en Canadá hasta la década de 1970, creados inicialmente para aislar a los pacientes indígenas con tuberculosis, pero que pronto se convirtieron en una forma de asegurar a los colonos canadienses por una parte los beneficios de la modernización de los hospitales sin tener que compartirlos con los pacientes indígenas, y por otra para asegurarse tener pacientes para la experimentación.

Canada is still coming to grips with several painful chapters in its history of relations with Aboriginal people. Canadians are finally becoming broadly acquainted with the shameful history of residential schools, and the issue of murdered and missing indigenous women is now officially the subject of a national inquiry.

Less well-known is the history of racially segregated hospitals in Canada. So-called «Indian hospitals,» as they were known at the time, operated in Canada until the 1970s.

[Residential schools and Indian hospitals] are rather like nodes in a larger web of incarceration, segregation, marginalization. – Maureen Lux

Born out of a mixture of paternalism, prejudice, and fear, Indian hospitals were created to isolate Indigenous tuberculosis patients — but they soon became a way to ensure settler Canadians could reap the benefits of modernizing hospitals without having to share them with Indigenous patients.

They were under-staffed and over-crowded, and some former patients say they were the victims of abuse and medical experimentation.

They rarely judged the Indian hospitals against other hospital standards. Instead, they judged the Indian hospitals against the perceived inadequate homes on reserves. So regardless of the conditions in the hospitals, the bureaucrats always understood that patients were better off in hospital than they would have been at home. It was very much the same justification that was used to take children from their homes and put them in residential school. – Maureen Lux

Maureen Lux is a professor of history at Brock University. She spoke to guest host Kevin Sylvester about her new book, Separate Beds: A History of Indian Hospitals in Canada, 1920s-1980s, which explores the history of Indian hospitals and the many contradictions at the heart of healthcare for Indigenous Canadians in the 20th century.

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Fuente: http://www.cbc.ca/radio/thesundayedition/revolver-at-50-canada-s-history-of-segregated-healthcare-frog-march-firings-penny-lang-1.3707673/the-story-of-a-separate-and-unequal-canadian-health-care-system-1.3707678

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La batalla ecológica de los pueblos originarios

Por.  Carlos Ruperto Fermín

El modo de vida establecido por nuestros queridos hermanos indígenas se ha convertido en una historia llena de antagonismo. Sus corazones bañados en sabiduría celestial, no pueden evitar que los gobiernos y las transnacionales se adueñen de los ancestrales recursos naturales. Parece ser un pecado, venerar los milenarios territorios que evocan la fertilidad del planeta Tierra, dejando en un mar de tinieblas el hermoso legado de la cultura aborigen.

No podemos vivir ajenos a esa trágica realidad. Los latinoamericanos somos los hijos predilectos de la Pachamama. Nacimos del amor que florece en el campo, de la semilla que aviva la ilusión del fruto fresco, y de la brisa que asolea el claroscuro de la mañana. Pero, se nos hace difícil reconocernos como hombres y mujeres de estirpe criolla, mulata y mestiza. Cada década se magnifica la pérdida del sentido de pertenencia y se agudiza el grave proceso de transculturación. El respeto hacia las comunidades indígenas se deteriora por culpa de una inhumana Sociedad Moderna que rechaza la paz, la armonía y la tolerancia.

Nos preguntamos: ¿Por qué si los pueblos originarios defienden los ecosistemas y la biodiversidad universal, tienen que vivir presos del miedo ante la persistente amenaza de los megaproyectos neoliberales extractivos? Vemos que el fuego, el aire, el agua y la tierra, ya no representan los cuatro genuinos elementos de la Naturaleza, debido a que la horda genocida y etnocida del dios dinero, sólo piensa en lucrarse gracias a prácticas ilegales que deforestan, contaminan y polucionan el Medio Ambiente. Es una batalla muy injusta, que oprime la voluntad y el deseo de los pueblos originarios, en seguir disfrutando del milagro fortuito de la vida, sin caer en la legendaria tentación del sueño americanizado.

Domar la razón requiere de esfuerzo, y por eso los latinoamericanos no somos capaces de volvernos empáticos con los problemas ambientales que aquejan a las tribus indígenas. Encontramos la felicidad en un atractivo Iphone 6, en un famosísimo muro en Facebook, en un blooper subido a Youtube, en una impresionante Playstation 4 y en un poderoso Peugeot 208. Pero cuando el precio del materialismo se paga con el historial de valores aprendidos en la vida, nos quedamos endeudados, de brazos cruzados y con la cabeza gacha a punto de presionar el gatillo.

No es fácil recobrar la conciencia ecológica, y ser solidarios con el glorioso clamor de los incas, de los mayas y de los aztecas. Sabemos que los ciudadanos no aprovechan la apertura del conocimiento devenida con la tecnología del siglo XXI, para dedicarse a investigar con entusiasmo sobre nuestra rica identidad cultural, y así exigir respeto por la soberanía indígena y sus chamanes.

Vivimos esclavizados al pin del Blackberry, a los mensajitos por WhatsApp y a las conversaciones vía Skype. Por eso, cada día enfatizamos el sistemático aislamiento social, que se incrementa a causa del exagerado crecimiento urbanístico, el cual nos aleja más y más de las raíces autóctonas de los indígenas, destruyendo la posibilidad de convivir dentro de un modelo de sostenibilidad y sustentabilidad ambiental.

A nadie le importa que la industria de las telecomunicaciones asalte la laguna de Sinamaica, la comuna de San Pedro de Atacama o el departamento del Valle del Cauca, para colocar una gigantesca torre WiFi, una antena parabólica de TV y un transmisor de señal FM, en medio de las proverbiales zonas rurales que pertenecieron a los pueblos originarios. No obstante, todos los clientes foráneos gozarán con la alta conectividad inalámbrica, con los miles de canales satelitales y con los divertidos programas radiales, a expensas de menguar la calidad de vida de las familias campesinas e indígenas que allí habitan, por las constantes vibraciones electromagnéticas y las células cancerígenas que asfixian sus espacios naturales.

Probablemente sentimos muchísima rabia citadina, al ver que la esperanza de vida de los indígenas verdes y silvestres, es mayor que la percibida por los individuos fashion de las metrópolis. Aunque los pueblos originarios no son adictos a las pastillas de Bayer, Novartis y Pfizer, ellos emplean las plantas medicinales que nos regala la Naturaleza para curar las dolencias, sin tener que pagar grandes sumas de dinero en clínicas, operaciones, consultas y récipes médicos.

Se enferman menos y viven más. Una paradoja que invita a reflexionar sobre la neurosis desencadenada a nivel global, por un irracional estilo de vida que somatiza el embotellamiento vehicular, las discusiones de pareja, el bombardeo publicitario, la competitividad laboral, los berrinches de los niños y los inconvenientes personales.

Es común que nos quedemos ciegos, sordos y mudos, si se trata de vocalizar la herencia recibida por la lengua quechua, ya que tenemos un complejo de inferioridad producto del consumismo, de la televisión basura y de los antivalores adquiridos con el paso de los años. Surgen las interrogantes. ¿Será que somos cobardes, inmaduros o simplemente una manga de ignorantes? ¿Por qué rechazamos con tanta frialdad la sangre que corre por nuestras venas?

Pese a que los indígenas no usan zapatos Converse, perfumes de Armani y camisas de Tommy Hilfiger, se ven mucho más elegantes y originales con un precioso Huipil, Guayuco, Cushma o Quechquémel. Tampoco visten uniformes militares plagados de cascos, insignias y medallas a los costados, que aprueban las bombas, los tanques y las granadas de la guerra estadounidense. Y ni siquiera se inyectan botox, colágeno o ácido hialurónico para ocultar las arrugas y las manchas del rostro, pues los pueblos originarios ensalzan la presencia de los ancianos por la vasta experiencia alcanzada en sus trayectorias de vida, y no terminan envejeciendo en la soledad de los fríos centros geriátricos.

Si fuéramos un poquito más inteligentes, tal vez comprendiéramos que al rechazar el tambor de crioula, la trutruka o la flauta de caña que musicaliza una colorida danza precolombina, por el capricho de lucir un teléfono androide, una MacBook o una llave USB que boicotea una fiesta de cumpleaños, estamos negando la constelación generacional que todos llevamos por dentro, ya que luego de nacer, crecer y desarrollarnos en una región planetaria específica, adoptamos un rasgo bioquímico distintivo que no puede ser borrado de nuestro ADN, por el simple hecho de expatriarnos y vivir frente a la corrosiva Estatua de la Libertad.

No hay duda que el Imperialismo yanqui y sus tentáculos hispanoparlantes convirtieron el incansable espíritu de lucha de un valiente “indio”, en una palabra despectiva, ofensiva y denotativa de la errática idiosincrasia que ostenta el Nuevo Orden Mundial. Salimos de la casa llenos de envidia, resentimiento e hipocresía, mientras nos atosigamos en la calle con hamburguesas de McDonald ‘ s y gaseosas de Coca Cola, para después regresar al hogar y dormir un par de horas, en espera de repetir la misma deprimente rutina hasta el cansancio. Por el contrario, el mal llamado “indio” supera las adversidades del destino siendo fiel a su ideología pacifista, altruista e introspectiva, en la que se comparten las alegrías y se lloran las desgracias, nunca guardando rencores que envenenan los confines del Universo, y siempre resplandeciendo junto a la cálida luz del Sol.

Una enseñanza holística que pocos se atreven a meditar en silencio, ya que nuestro acelerado ritmo de vida no permite detenernos por un instante, y separar la verdad de las peligrosas mentiras que coexisten en el entorno. Quizás sentimos una gran envidia por el coraje de Kukulkán, que carcome el cuerpo y el alma de los lacayos más débiles. Lo afirmamos, pues existen muchísimos compatriotas latinoamericanos que suprimieron por completo las costumbres y las tradiciones de los pueblos originarios, eligiendo festejar el 4 de julio al ritmo de los brillantes fuegos artificiales.

Para ellos, los indígenas son parte de civilizaciones extintas yacidas en las aburridas páginas de los libros de antropología, que jamás se atrevieron a leer durante la formación académica obtenida. No olvidemos que la cultura indígena ha sido menospreciada y eliminada del pensum de estudio que cursan los jóvenes en América Latina, refiriéndonos a todos los centros educativos privados que prefieren enseñarle a los niños el pensamiento capitalista del Tío Sam, por encima del valor humanista que resalta las virtudes de la Madre Tierra.

Es escalofriante observar el grado de indiferencia que demuestra la colectividad, en quebranto del patrimonio cultural nativo. Muchas veces viajamos por estados, ciudades y municipios de nuestros países, cuyos nombres se relacionan directamente con ilustres caciques indígenas (Arecibo, Guairá, Maracaibo, Arichuna, Capiatá, Baruta, Tabasco, Arauco, Guaicaipuro, Caricuao, Tonaya, Manaure, Guamá, Chacao, Maturín, Abayubá, Yaracuy, Guayaquil). Ellos defendieron hasta la muerte la territorialidad de esos pueblos y evitaron en lo posible, que los colonizadores españoles y los invasores extranjeros saquearan el oro y la plata.

Pero, somos incapaces de estimar ese invaluable sacrificio de antaño y seguir honrando a quien honor merece. Es por tanta apatía del prójimo, que en pleno siglo XXI se continúa facilitando la entrada de empresas mineras, petroleras y gasíferas, que saben la ubicación exacta de esos anecdóticos territorios, para empezar sin titubeos con la intromisión, el despojo y la aniquilación de las comarcas indígenas.

Una sangrienta calamidad que las agencias de noticias oligarcas soslayan en los contenidos informativos que transmiten a diario, pero que nosotros explicaremos con objetividad basándonos en sucesos acaecidos recientemente, en aras de reivindicar los derechos y pedir justicia a favor de la resistencia indígena latinoamericana. Por ejemplo, las comunidades nativas de Pampa Hermosa, de Nueva Jerusalén y de Pichanaki, han tenido que ejercer acciones de protesta en Perú para aplacar el despotismo de la empresa argentina Pluspetrol, que con sus actividades exploratorias en busca de gas, con sus derrames de hidrocarburos y con sus tácticas dilatorias, está afligiendo el equilibrio ecológico de la Amazonía peruana.

Es tan espinoso el desastre ambiental que provoca la codicia de las transnacionales, que los indígenas ecuatorianos tuvieron que acudir a la Corte Penal Internacional, para denunciar el archiconocido ecocidio perpetrado por Chevron-Texaco, que sigue socavando los recursos naturales de las casi desaparecidas tribus originarias. Una situación similar se vive en Colombia, donde la guerrilla, el narcotráfico y las multinacionales, se encargan de destruir las tierras con la complicidad del gobierno neogranadino, que otorga las licencias sin pensar en la vida de los pueblos ancestrales, tal como lo hizo la Concesionaria Yuma para empezar a construir la Ruta del Sol sector III, la cual ya arremetió contra más de 50 espacios sagrados que adoraban los indígenas Kankuamos, Arhuacos, Wiwas y Koguis en la Sierra Nevada de Santa Marta.

En paralelo, el gobierno paraguayo tuvo la osadía de respaldar la prospección geológica impulsada por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, que tiene como hipocentro el paisajístico Cerro León enclavado en el Parque Nacional Defensores del Chaco, donde habita el aguerrido pueblo Ayoreo que sufre por todos los abusos cometidos dentro de su majestuosa territorialidad. Mientras que la tribu Yaqui en suelo mexicano remó contra la corriente para frenar el proyecto del Acueducto Independencia, el cual ha trasvasado millones de metros cúbicos de agua desde la cuenca del río Yaqui a la del río Sonora, sin considerar el derecho fundamental de acceso a fuentes de agua limpia que tienen los habitantes indígenas, quienes podrían quedar sin una gota del mercantilizado vital líquido.

Recordemos que la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP20), desarrollada en Perú durante el mes de diciembre del 2014, fue un total fracaso para el porvenir de los pueblos autóctonos, ya que desde el rebuscado “pabellón indígena” utilizado como puente comunicacional para escuchar las voces de las tribus nativas, no se atendieron en absoluto los reclamos expresados por los grupos étnicos que asistieron al lugar. Vale aclarar que la descomunal quema de combustibles fósiles por parte de los consorcios internacionales, viene intoxicando el modus vivendi de las comunidades indígenas, pues se afecta la calidad del Medio Ambiente debido a las emisiones de gases de Efecto Invernadero.

De hecho, ninguna de las exigencias presentadas por los pueblos originarios fueron plasmadas en los célebres “diez campanazos” dados a conocer tras la mencionada conferencia, y que supuestamente demuestran el rotundo éxito conseguido en la financiada cita empresarial.

Además, los líderes indígenas están siendo asesinados en varias provincias de Latinoamérica, porque intentan salvaguardar los recursos naturales de sus territorios. En países como Venezuela, Perú, Brasil, Guatemala, Colombia, Nicaragua y México, se intensifican los secuestros, las agresiones físicas y los sicariatos de figuras indígenas, que no dan su brazo a torcer por el gran amor que sienten hacia la Pachamama. Tenemos el lamentable caso del pueblo Garifuna en Honduras, que visualiza como los sembradíos de droga, el contrabando, los agro-combustibles, el desalojo forzado de tierras, el turismo genocida, las mafias sindicales y el crimen organizado, han matado la sonrisa de la bella mujer afrodescendiente.

A su vez, en febrero del 2015 los indígenas Ngäbe en Panamá refutaron el proyecto Hidroeléctrico Barro Blanco, debido a que violaba los principios de la constitución panameña, que resguarda los territorios indígenas e impide que sean privatizados o enajenados. Cabe destacar que Panamá es el país centroamericano que ha perdido con mayor rapidez su identidad cultural, siendo el resultado de un atroz proceso de transculturación, que convierte la semilla del Sterculia Apetala en kilométricas infraestructuras comerciales, edificios y autopistas.

Por otro lado, una serie de estancieros en la Patagonia ocuparon tierras de los mapuches de forma ilegal, perjudicando a los indígenas de Comallo y Zapala que padecen la transgresión a la Ley Nacional 26.160, la cual se halla vigente en la geografía argentina y prohíbe desalojar a los pueblos originarios de sus tierras. De igual manera, el Consejo Autónomo Ayllus Sin Fronteras que labora en Chile, denunció la profanación del cementerio indígena prehispánico de Topáter durante el mes de enero del 2015, tras la irrupción de una motoniveladora a cargo de la empresa Aguas Antofagasta, que causó un profundo daño arqueológico en la hierática zona que data de hace 2.500 años AP.

Hasta la fecha, ningún ente gubernamental chileno ha condenado públicamente ese delito socio-ambiental, y no se enjuiciaron a los seres inescrupulosos que llevaron a cabo la degradación de la superficie, evadiendo el marco reglamentario de la Ley 17.288 que deja bajo tuición y protección del Estado a los cementerios aborígenes. ¿Por qué no se cumplen las leyes que defienden el legado de los pueblos originarios? ¿Qué pasaría si la motoniveladora en vez de romper el arte de los indígenas, hubiera tumbado una enorme torre WiFi que interconecta a millones de chilenos? Seguro que la nefasta noticia sería un “trending topic” en Twitter, y todos los cibernautas del resto del Mundo, se burlarían de la mala suerte que envuelve a los usuarios chilenos.

A lo largo del artículo vimos que los indígenas son engañados y traicionados por los corruptos gobiernos de turno, que le dan la espalda a sus propias raíces culturales. No son tomados en cuenta por los organismos ministeriales al aprobar o rechazar los megaproyectos extractivos, evitando realizar los estudios de impacto ambiental y las consultas públicas necesarias, para evaluar la opinión de los pobladores antes de iniciar los trabajos con maquinaria pesada. Son considerados una “minoría étnica” que entorpece los jugosos contratos que traen consigo las transnacionales, los inversionistas y su macabro escuadrón de ataque.

Queda claro que la cosmovisión tiene sus días contados en el planeta Tierra, por la agresiva globalización del orbe y la salvaje desidia ambiental, que deja ardiendo los ojos, las lágrimas y el llanto del indígena. Esta noche prendamos una vela aromática de optimismo, e iluminemos el futuro conservacionista de los victoriosos pueblos originarios.

Fuente original: http://ekologia.com.ve/

Imagen tomada de: http://hechoecologico.weebly.com/uploads/1/8/5/3/18533360/3510231.jpg?507

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Argentina: A pura música, miles de personas celebraron la Pachamama en Jujuy.

América del Sur/Argentina/02.08.2016/Autor y Fuente:http://www.telam.com.ar/

Más de 10 mil personas, entre ellos numerosos turistas, colmaron el predio de la Ciudad Cultural de Jujuy y vibraron con una veintena de grupos y artistas durante toda la noche hasta que a la medianoche subieron al escenario Tomás Lipán, Fortunato Ramos y Mónica Pantoja, para entregar los mejores ritmos quebradeños y que el público jujeño reconoció con aplausos.

“Pachamama somos todos, gracias a los que nos vienen a visitar de todas partes”, expresó Lipán al momento de compartir una ceremonia simbólica de la Pachamama sobre el escenario.

El festival finalizó con el grupo Los Tekis mostrando lo mejor de su repertorio y con diablos que desataron el típico carnaval quebradeño.

“Es un privilegio compartir esta celebración y devolverle a la tierra con gratitud todo lo que nos da”, dijo el ministro de Ambiente de la Nación, Sergio Bergman, presente en el festival junto al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.

“Jujuy es nuestra provincia verde (bautizada así por los proyectos de energía renovable) y esta celebración tiene un gran significado en toda la región. Son actos que lo viven con gran respeto y admiración los pueblos originarios”, manifestó Bergman.

Por su parte, Morales dijo que “el mes de agosto es muy caro al sentimiento de los jujeños por la celebración de la Pachamama, que será homenajeada como todos los años”, y anticipó que «el 27 próximo tenemos también una ceremonia en el Obelisco, por lo que se está coordinando” la actividad con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Festival de la Pachamama tuvo un fin solidario con la colecta de miles de libros que serán donados a bibliotecas populares de la provincia.

Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201608/157190-pachamama-jujuy-los-tekis.html

Imagen: http://www.telam.com.ar/advf/imagenes/2013/07/51f0261e6e30e_760x506.jpg

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