Page 13 of 49
1 11 12 13 14 15 49

¿Por qué volvió a ganar el MAS? Lecturas de las elecciones bolivianas

Por: Fernando Molina, Julio Córdova Villazón, Pablo Ortiz,Verónica Rocha Fuentes


Contra todos los pronósticos, el Movimiento al Socialismo (MAS) se impuso en las elecciones bolivianas con más del 50% según todos los conteos rápidos. ¿Qué explica este resultado a solo un año de la caída de Evo Morales?


El triunfo del binomio Luis Arce-David Choquehuanca en primera vuelta, con más de 50% de los votos, acabó abruptamente con muchos de los análisis vertidos durante toda la campaña y le permite al Movimiento al Socialismo (MAS) volver al poder a solo un año de haber sido ejecutado por unas movilizaciones combinadas con un motín policial y, finalmente, el aval de las Fuerzas Armadas.

¿Qué explica está victoria y el fracaso de la candidatura de centroderecha de Carlos Mesa? ¿Qué nos dice este proceso electoral, que logró desarrollarse en orden y con un rápido reconocimiento de los resultados, aún preliminares, por parte de todas las fuerzas políticas? Para responder a estas preguntas, Nueva Sociedad pidió la opinión de analistas e investigadores sociales, que proyectan sus miradas más allá y más acá de las elecciones del pasado 18 de octubre.

Pablo Ortiz (periodista)

Un año después de su caída, el MAS vuelve a ser el partido hegemónico de la política boliviana. Es el único realmente estructurado, con una militancia y un voto fidelizado, que resiste incluso la salida del escenario político de su máximo líder y fundador: Evo Morales.

La elección general de 2020 es la primera elección sin Evo Morales desde 1997 y es la primera votación que cumple con el referendo del 21 de febrero de 2016, que le dijo a Morales que no podía aspirar a una nueva reelección. Durante toda la campaña se había hablado del siguiente quinquenio presidencial como un ejercicio de transición antes de llegar al posmasismo, pero las urnas decidieron contradecir a los pronosticadores de la política y dictaron sentencia: no era el proyecto del MAS el que estaba agotado, sino el mando único, la repetición sin fin de la figura de Morales como presidente.

Luis Arce Catacora concluirá primero cuando se termine de contar los votos y habrá logrado entre seis y diez puntos más que Morales en las elecciones fallidas de 2019. Para eso necesitó algunas herramientas que lo llevaron a un triunfo con una ventaja insospechada.

La primera fue la estrategia correcta. Mientras que Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho y otras fuerzas menores apostaron al clivaje MAS/anti-MAS (todos se presentaban como la mejor opción para que el anterior partido de gobierno jamás volviera), el MAS puso el acento en la crisis económica y la estabilidad como ejes de discurso y apostó a consolidar su voto duro como objetivo público número uno. El MAS desarrolló una campaña en los márgenes de las ciudades, con caminatas y concentraciones pequeñas, mezclando reuniones sindicales con conferencias académicas para alejarse de la imagen que predominó en la última campaña de Morales.

Arce y sus estrategas apostaron por las barrios alejados, por los pobres y los empobrecidos del coronavirus; por quienes pasaron de la pobreza a la clase media durante los 14 años de gobierno de Morales y volvieron a caer en la pobreza por el coronavirus; por la nostalgia que el agravamiento de la crisis (a principios de mayo, 3,2 millones de bolivianos no tenían lo suficiente para comprar alimentos, por culpa de la pandemia y la cuarentena) creó de los años de bonanza del MAS.

Para eso tuvo aliados involuntarios, ambos llegados desde el Oriente boliviano, las regiones del país que siempre se le resistieron a Morales. La primera «ayuda» fue la del gobierno de transición. El gobierno de Jeanine Áñez era leído como la continuación de la llamada «revolución de las pititas», la revuelta ciudadana que precedió al motín policial y la «sugerencia» de renuncia de la Fuerzas Armadas a Evo Morales. La presidenta, surfeando sobre los 100 días de luna de miel, se animó a lanzar su candidatura en enero pasado para unas elecciones que debían ser en mayo, y con ello destruyó las bases de su gobierno: un pacto no escrito entre todas las figuras del antievismo para asegurar una transición que finalizara con un partido distinto del MAS en el poder, y la colaboración de los dos tercios de diputados y senadores del MAS en la Asamblea Legislativa, que entendían que colaborando con Áñez llegarían antes a unas elecciones que los devolverían al poder.

Con el inicio de la campaña, cayó el coronavirus. Al tiempo que familiares y ministros de Áñez comenzaban a disfrutar de las ventajas del poder (aviones, fiestas), sus aliados de retiraban dejando un reguero de hechos de corrupción que destruyeron uno de los primeros mitos fundacionales del antievismo: ellos eran capaces de cometer los mismos actos de corrupción y abuso de poder que el MAS. El tiro de gracia a la popularidad de Áñez llegó en plena cuarentena: se compraron más de 100 respiradores de origen español que no solo se pagaron cuatro veces más de su precio de lista, sino que no servían para terapia intensiva. Así, los reemplazantes de los supuestos corruptos y fraudulentos no solo eran corruptos, sino también altamente ineficientes. En pocos meses, y en medio de la pandemia, cayó un ministro de Salud tras otro.

Pero hubo una «ayuda» más. De las calles surgió un liderazgo potente y que prometía victoria: Luis Fernando Camacho, el hombre que había liderado la «revolución de las pititas» e incluso había forzado a Morales a abandonar Bolivia (tras la renuncia del presidente, él mismo anunció que estaban buscándolo para arrestarlo, lo cual precipitó la evacuación hacia México), se postuló para presidente aprovechando su gran popularidad en Santa Cruz.

El MAS y Arce aún eran hegemónicos en La Paz y Cochabamba, pero necesitaban que la renuente Santa Cruz, la segunda región con mayor cantidad de votantes de Bolivia e históricamente antimasista, no se inclinara por Mesa, el candidato que más cerca estaba de Arce. En 2019 se había dado un escenario parecido. Morales lideraba las encuestas y Santa Cruz estaba controlada por Óscar Ortiz, candidato local que aspiraba a ser presidente, pero en la última semana la estrategia de «voto útil» de Mesa le dio 47% de los votos cruceños y lo acercó lo suficiente a Morales como para discutir si había ganado en primera vuelta o no.

Esta vez, Camacho no sufrió el mismo efecto de desgaste. Surgido de las calles, religioso y con un discurso que exuda testosterona, tiene una impronta más emocional que propositiva y se planteó a sí mismo como el garante de que Morales no volvería al país. Pero esa no fue la clave para que se impusiera ante la estrategia del voto útil de Mesa, sino que logró exacerbar el orgullo identitario del cruceño y convertirlo en voto. A diferencia de Ortiz, Camacho no trató de «nacionalizarse» para conquistar votos, sino que apostó por convertir al resto de los bolivianos en cruceños. Eso, sumado a la juventud del votante cruceño, convirtieron a Camacho en una fuerza local e irreductible que cerró el territorio de Santa Cruz a Mesa y polarizó el voto con Arce, lo que le permitió a este una victoria más holgada.

Eso sí, nadie se esperaba que Arce, que no es caudillo sino tecnócrata, superara el 50% de los votos. Para ello tuvo que hacer algunas jugadas finales, que lo acercan a priori a ser el primer presidente del posevismo antes que la continuidad de Morales. Lo primero fue tener la capacidad de criticar la gestión de Morales y cuestionar el entorno con el que gobernó el «primer presidente indígena». Arce ha prometido un gobierno de jóvenes, de nuevas figuras. Lo segundo fue alejar del votante boliviano esa idea de que el MAS viene a eternizarse en el poder. Arce ha prometido gobernar solo cinco años y «reencaminar el proceso de cambio». Y la tercera promesa fue desterrar la idea de que con el MAS volverían las persecuciones políticas y el revanchismo. Arce ha prometido también que no perseguirá a policías ni a militares involucrados en la renuncia de Morales.

Así, el tecnócrata logró resetear el proceso de cambio y podrá gobernar con mayoría absoluta en ambas cámaras de la Asamblea Legislativa. Sin embargo, para saber si de verdad el MAS entró en la era posevista, habrá que ver cuál será el rol de Morales cuando regrese a Bolivia. De ello no solo dependerá la autoridad que podrá ejercer Arce sobre su bancada y sobre el país, sino también su estabilidad política. Para ganar, para cerrar el territorio cruceño a Mesa, el MAS hizo crecer a golpes a Camacho. Ahora, con todo el poder territorial conseguido en el Oriente, este será el único opositor con capacidad de movilización con el que tendrán que lidiar.

Julio Córdova Villazón (sociólogo, investigador sobre movimientos religiosos y cultura política)

Según los conteos rápidos no oficiales, el MAS obtuvo una contundente victoria en primera vuelta con 52% de los votos. ¿Por qué el desempeño electoral del MAS fue tan exitoso, excediendo las expectativas, incluso de los más optimistas? Por tres razones principales.

Primero, por la emergencia de un «voto de resistencia» de sectores urbano-populares y campesinos. Estos sectores fueron objeto de varias violencias en los últimos meses: a) la violencia electoral: su voto por el MAS en 2019 fue escamoteado a raíz de una falsa denuncia de fraude avalada por la Organización de Estados Americanos (OEA); b) la violencia simbólica: hubo constantes descalificaciones desde el Estado y en las redes sociales pobladas por sectores conservadores de clases medias, se difundió la imagen de «hordas de violentos e ignorantes» en referencia a estos sectores populares, y en noviembre de 2019 algunos policías quemaron la wiphala (bandera indígena reconocida constitucionalmente); c) la violencia militar-policial, concretada principalmente en las masacres de Sacaba (en los valles) y de Senkata (en el Altiplano); d) la violencia económica: las medidas de cuarentena frente al covid-19 fueron tomadas en desmedro del sector informal de la economía.

Segundo, por la rearticulación de las organizaciones sindicales y campesinas. En los últimos años estas organizaciones resultaron debilitadas por su propia relación clientelar con el gobierno de Evo Morales. Después de la renuncia del presidente en noviembre de 2019, estas organizaciones lograron rearticularse rápidamente, en un tejido social vigoroso, que mostró su musculatura paralizando Bolivia a principios de agosto de este año para impedir el prorroguismo del gobierno de transición. Este tejido organizacional fue la base de un renovado apoyo electoral al MAS.

Tercero, por la propia debilidad política y electoral de los competidores de derecha del MAS, fragmentados y enfrentados entre sí. El candidato de centroderecha Carlos Mesa no logró articular un proyecto de país ni un discurso electoral capaz de seducir a los indecisos del Occidente boliviano. El candidato de la derecha empresarial, Fernando Camacho, tampoco logró convencer a los indecisos del Oriente del país. Hasta una semana antes de las elecciones, en el bastión electoral de Camacho, en el departamento de Santa Cruz, había 28% de indecisos, que representan 7,5% del padrón electoral total. Son personas de sectores pobres que fueron excluidos por los empresarios a los que representa el líder cruceño, y que fueron violentadas en las movilizaciones que lideró este empresario contra Evo Morales hace un año. En la elección del 18 de octubre, estos indecisos de tierras bajas optaron por el MAS, en rechazo a una elite empresarial incapaz de incluirlos en su «modelo de desarrollo». Por eso el MAS obtuvo 35% de los votos en esa región.

El próximo gobierno del MAS, con Arce a la cabeza, estará signado por la crisis económica, el conflicto social y la emergencia sanitaria por el covid-19. El apoyo de 52% del electorado no significa una sólida base social necesariamente. El MAS no logrará controlar los dos tercios de la Asamblea Legislativa como lo hizo en los últimos años. La coyuntura política requiere de una cultura democrática de construcción de acuerdos con otros actores políticos. Y tal cultura es muy débil, casi inexistente, en un MAS acostumbrado a un tipo de hegemonía política que ya no existe en Bolivia.

Verónica Rocha Fuentes (comunicadora social)

Durante toda la campaña para las elecciones del 18 de octubre se evidenció la existencia de una categoría de voto que había tenido poca relevancia en otras elecciones anteriores, aquella que se denominó «voto oculto». Esa categoría de votos, junto con la de «voto indeciso», fue determinante para establecer una diferencia que, según todas las proyecciones, es de más de 20 puntos en favor de Luis Arce Catacora. Los múltiples estudios de opinión que se presentaron durante el periodo de campaña electoral habían logrado detectar la existencia de ese voto con una prevalencia mucho mayor a los datos históricos. Lo que no lograron las instituciones de estudios de opinión fue detectar a dónde se iba a dirigir esa votación. En las primeras horas de conocerse esta tendencia, todo parece indicar que fueron esas categorías de voto las que terminaron definiendo la amplia victoria del MAS en primera vuelta.

Un voto que se llamó oculto durante el periodo de campaña y que, tras la jornada electoral, bien podría apellidarse «paciente» podría ser útil para graficar no solo el inesperado virtual resultado, sino además el proceso electoral más largo y difícil de la reciente historia democrática de Bolivia. El voto oculto y paciente no habría sido otro fenómeno distinto de aquel que durante el periodo de la democracia pactada y neoliberal se conocía como el de la «Bolivia profunda». La misma que, habiendo «salido a la superficie» en los últimos años –proceso constituyente de por medio– casi desapareció por completo durante el año de gobierno transitorio en el que se desarrolló el proceso electoral de 2020, y cuya presencia se extinguió en la maquinaria simbólica, institucional, mediática y empresarial que suele establecer las narrativas en pugna política. Tras un año de cotidiana y sistemática estigmatización del «masismo» (o cualquiera que «pareciera» pertenecer o adherir al MAS), todo apunta a que sus partidarios optaron por ocultarse y esperar las urnas. Ocultarse por miedo, ocultarse por vergüenza o quizá hasta ocultarse por estrategia.

Voto oculto sí, pero también inusitadamente paciente. Ese voto que terminó definiendo una virtual pero amplia e indiscutible victoria en primera vuelta tuvo que atravesar una crisis institucional, un gobierno transitorio, una pandemia, un inicio de crisis económica, cuatro cambios de fecha de votación, una jornada electoral bajo amenazas del gobierno, cambios en los planes del Tribunal Supremo Electoral de ultimísima hora, votar bajo un país militarizado y no contar con ningún resultado durante la jornada electoral para, finalmente, con una paciencia que varias veces rozó el límite pero no cedió, aferrarse a lo último que le quedaba a Bolivia antes del precipicio: las urnas.

Así, en menos de un año, bajo la narrativa de un fraude electoral, Bolivia ha transitado abruptos, forzados y violentos reacomodos de su tejido político, institucional y mediático; todo esto a la sombra de un complejo tejido social que, aunque dañado, pareciera haber mantenido sus estructuras en pie. Y que, oculta y pacientemente solo, parecía esperar la oportunidad legítima para volver a dejarse ver. Al menos, ese pareciera, por ahora, el principal resultado de las recientes elecciones que, sin duda, van mucho más allá de una virtual victoria del MAS, pues establecen los mínimos sobre los cuales tocará establecer un urgente proceso de reconciliación nacional.

Fernando Molina (periodista y escritor)

No cabe duda de que los adversarios del MAS subestimaron el potencial electoral de este partido y de su candidato Luis Arce. Por un lado, las encuestas –que no detectaron la verdadera intención de quienes se presentaban como indecisos– los despistaron. Por el otro lado, esta subestimación se debió a la incapacidad de estos grupos políticos, que representan a las elites tradicionales, de reconocer al MAS como una expresión genuina de los sectores sociales menos pudientes y más indígenas del país. En cambio, normalmente han visto al MAS como «marioneta del chavismo», «organización delincuencial», «grupo de narcoterroristas» y han considerado la adhesión que despierta como un fenómeno puramente clientelar.

En esta miopía existe una fuerte carga de racismo. Desde siempre, los sectores tradicionalmente dominantes del país han concebido la politización de los subalternos –que socava los pilares meritocráticos y hereditarios de su poder– como una irrupción de la irracionalidad y la codicia. Esto viene desde el siglo XIX, cuando los representantes de la oligarquía de la época, los septembristas, se quejaban por «tener que descender» a la actividad política a causa de la invasión de esta por el «cholaje belzista» (por los seguidores de Isidoro Belzu), que era tanto como decir la «barbarie».

La subestimación de la que hablamos estuvo presente en el candidato Carlos Mesa, que fue incapaz de construir un partido con incidencia en el mundo indígena. También estuvo presente en el gobierno interino de Jeanine Áñez, que gobernó con la mente puesta en las clases sociales más elevadas, las cuales querían vengarse del MAS y estaban acostumbradas a ver a los indígenas exclusivamente como empleados o incordios sociales.

Las elites se han revelado incapaces de analizar por qué Evo Morales les ganó en 2005, las razones del predominio político de este durante tantos años y las causas por las que el MAS no se hizo trizas después de su caída en noviembre de 2019. Bolivia no es censitaria desde 1952, pero la mentalidad de sus elites tradicionales sigue siéndolo.

De este modo, pese a que estas triunfaron sobre Morales el año pasado y tenían posibilidades de construir una hegemonía –contaban con el apoyo de la parte más educada y económicamente acomodada de la población, así como con un respaldo «intenso» de las Fuerzas Armadas y la Policía–, perdieron el poder que tanto anhelaban solo un año después de haberse hecho de él.

Unas elites oligárquicas y racistas gobernaron el país de 1825, fecha de su nacimiento, hasta 1952, año de la Revolución Nacional. Lo hicieron sobre la base de la imposición ciega y violenta de su voluntad sobre una mayoría ignorante y a menudo silenciosa. Las condiciones de este dominio fueron desapareciendo en el último medio siglo, pero la elite misma solo cambió superficialmente. Hasta hoy sigue siendo «tradicional» y con tendencias a oligarquizarse. Esta es la «paradoja señorial» de la que hablaba René Zavaleta.

La transformación más importante en las condiciones de dominio se dio cuando los sectores subalternos encontraron la forma de crear su propia expresión político-electoral: el MAS. Desde ese momento, la acción electoral ha resultado manifiestamente adversa a los partidos de las elites tradicionales. Teóricamente hablando, la forma en que estas podrían recuperar el poder de una manera algo más durable sería por medio de la fuerza bruta, como en los años 60 y 70, pero esta vía es imposible hoy por las características «epocales».

Por otra parte, una reforma de las elites tradicionales parece imposible. Si no aprendieron la lección después de que Morales se aprovechara de sus errores, abusos y excesos durante el neoliberalismo para derrotarlas, es difícil pensar que aprenderán alguna vez. En efecto, apenas tuvieron una oportunidad de prevalecer nuevamente, desnudaron los mismos vicios y la misma miopía que tenían en los años 90, o unos vicios y una miopía peores aún, porque en este tiempo no impera el neoliberalismo sino una forma particularmente perversa del conservadurismo, el populismo de derecha.

Al mismo tiempo, el MAS haría mal si también menospreciara a sus adversarios en el futuro. Aunque esta no parece capaz de generar un proyecto sostenible de poder en un país insumiso y mayoritariamente indígena como Bolivia, de todas formas está furiosa, resentida, acumula gran parte del capital económico y casi todo el capital cultural y, como demostró en el último año, tiene fuerza suficiente, en alianza con las clases medias militares y policiales, para destrozar las bases de sustentación del proyecto antagónico. Puede salirse del marco democrático cuando esto le sea posible.

Las elites tradicionales pueden aprovechar las deficiencias y fallas del bloque popular (como hizo con el narcisismo de Morales y la corrupción de su gobierno) y atacar justo cuando este pierda pie, se equivoque, se confunda y entonces deje de ser 50% más uno del pueblo boliviano.

Fuente e imagen: https://nuso.org./articulo/Bolivia-Luis-Arce-Evo-Morales/

Comparte este contenido:

La Guatemala del eterno abuso a los pueblos originarios

 Por: Ilka Oliva Corado


Guatemala, país de desigualdades eternas y racismo enraizado hasta en el azúcar del café. País de clasistas muertos de hambre. En esa Guatemala que se desborda de poesía y memoria en los huipiles de las mujeres indígenas y; de sacrificio y trabajo milenario en sus manos y espaldas, la exclusión la ponen los mestizos que desde siempre se han creído superiores por etnia y clase social.

En esa Guatemala de indígenas masacrados y desaparecidos en masa, en la Guatemala de la desmemoria colectiva, del abuso gubernamental, de la deforestación, de  los ecocidios, de la migración forzada, de las parvadas de clicas criminales saqueando el Estado. Esa Guatemala de mestizos jactándose de tener niñas indígenas de empleadas domésticas en sus casas. De indígenas rajándose el lomo cargando los bultos de los mestizos en el mercado La Terminal. De mestizos muertos de hambre.

Guatemala, donde se vivió uno de los genocidios más atroces de la historia latinoamericana que buscaba exterminar a los pueblos originarios. Poco ha cambiado desde entonces, los indígenas siguen siendo humillados, excluidos y explotados. Sus tierras siguen siendo robadas por oligarquías a las que el Estado solapa, las aguas de los ríos contaminadas dejando a comunidades enteras sin sustento. Porque en la Guatemala de las eternas desigualdades y el racismo los pueblos originarios son los más maltratados, pero también los más dignos. Lloran solos a sus muertos, como si la muerte de un indígena no valiera lo mismo que la de un mestizo, como si masacrar indígenas fuera como atacar plagas.

Se cuidan entre ellos, se abrigan entre ellos porque solo se tienen a ellos mismos, los indígenas en Guatemala como parte de la sociedad y la población solo existen para ser explotados. Guatemala está parada sobre sus lomos, resuella el país gracias a las remesas que envían miles de migrantes indocumentados, esos migrantes son en su mayoría indígenas que han tenido que abandonar sus pueblos para irse a buscar la vida a otro país. Entonces también, a pesar de ser discriminados por sus propios connacionales ellos los mantienen a flote con sus remesas. Guatemala no subsiste gracias los mestizos, logra medio respirar gracias a las remesas de miles de indígenas. Los mismos indígenas que probado está que en tiempo de crisis dan a manos llenas, se quitan el bocado de la boca para darlo a quien tenga necesidad sin detenerse a pensar en etnias.

Y esto se ve también en las luchas por la defensa del medio ambiente, son los indígenas los que ponen el pecho, los que defienden el agua de los ríos, los que defienden los bosques, los derechos humanos de sus pueblos. Y cuando atacan, violentan o asesinan a uno de ellos, son ellos los únicos que salen a denunciar. Está patente el caso de las mujeres ixiles que denunciaron haber sido violadas por miembros del ejército en tiempos de dictadura, en el juicio por genocidio en el 2013. La sociedad las dejó solas, no solo las acusó de mentirosas también las discriminó por su etnia.

Está el ejemplo de la Masacre de Alaska, el 4 de octubre de 2012 en donde 7 personas indígenas fueron masacradas   por soldados del ejército en el kilómetro 169, en la Cumbre de Alaska cuando se manifestaban pacíficamente junto  a otros cientos, en defensa de la educación y por el alza a la energía eléctrica.  Hasta la fecha los familiares de esas víctimas siguen luchando por justicia en la Guatemala de la eterna impunidad. La sociedad también los dejó solos, eran indígenas que los mestizos no reconocen como personas. Las poblaciones que en Petén, frontera con México son sacadas de sus casas por docenas de policías y soldados, para entregarles las tierras a finqueros. ¿Qué sociedad por ellas?

Cuando detienen y violentan a periodistas indígenas comunitarios solo los pueblos originarios con ellos.   Y como un ejemplo también reciente, la detención de la periodista comunitaria Anastasia Mejía Tiriquiz, directora de la estación de radio Xol Abaj Radio  y Xol Abaj Tv, en el municipio de Joyabaj, Quiché. A la que se le acusa de sedición, atentado agravado, incendio provocado y robo agravado, porque documentó e informó sobre irregularidades de gestión y manejo del alcalde de Joyabaj, Francisco Carrascosa y las manifestaciones de la población en su contra. Es decir, a las autoridades de turno no les gustó que la periodista documentara con video y audio las imágenes de la población manifestando su rechazo a su gestión en la alcaldía y de ahí su detención no solo para amedrentarla pero también para callar la expresión y denuncia.

Estas detenciones a periodistas comunitarios se dan con regularidad en un país donde la impunidad socaba toda lucha por la justicia, periodistas que son discriminados por parte del gremio, donde abundan los mestizos, clasistas y racistas que los denigran por sus etnias, pero también porque estos comunicadores no cuentan con el título universitario que los acredite. En el caso de la periodista Anastasia Mejía Tiriquiz se ha visto muy claro el racismo y el clasismo del gremio periodístico del país que cuando tocan a uno de los suyos brincan con uñas y dientes, pero no vaya a ser un indígena porque entonces que se defienda solo. Lo que no sorprende, porque en un país donde el racismo y el clasismo está hasta en las moscas del plato de comida, raro sería que el gremio actuara con solidaridad y por consecuencia humana; que ninguna de las dos la dan los cartones universitarios y vaya que si de eso sabrán los pueblos originarios más que nadie.

Con qué gran sacrificio los periodistas comunitarios escriben sus artículos de opinión, realizan sus videos, sus notas de audio, toman sus fotografías, denunciando lo que sucede en sus comunidades, pues no cuentan con los recursos materiales ni con el financiamiento de nada, es de su propia bolsa, no trabajan para ningún medio donde les paguen un salario, lo hacen por la necesidad de informar a sus comunidades. Para que encima de todo el abuso gubernamental, el racismo y el clasismo propios del país el gremio no se solidarice con ellos y los ignore con esto colocándolos en posiciones más vulnerables todavía contra el abuso. Pero ni falta que hacen, los pueblos originarios se han defendido solos desde siempre y lo seguirán haciendo.

Los pueblos originarios de Guatemala exigen la libertad inmediata de la periodista comunitaria Anastasia Mejía Tiriquiz. Y junto a ellos quienes creemos en el derecho a la libertad de expresión y en que un título universitario, una etnia o clase social no le da las agallas ni la dignidad a nadie, ni se las quita.

Fuente: URL: https://cronicasdeunainquilina.com

Comparte este contenido:

Esencialismo y negacionismo racista

Por: Leonardo Díaz

El racismo no solo alude a una ideología segregacionista explícita o legitimada jurídicamente en una sociedad. También existen otros racismos implícitos no legalmente establecidos, pero culturalmente aceptados e incorporados a la vida cotidiana.

En el coloquio virtual, celebrado la pasada semana, “Los fundamentos filosóficos del racismo”, pude percibir dos actitudes entre algunos integrantes del público.

La primera puede ser denominada como actitud esencialista. Desde esta perspectiva es difícil concebir los conceptos como cambiantes y determinados por los contextos donde se aplican. A ciertas personas se les dificulta comprender que el concepto de racismo, como cualquier otro término que aluda a un fenómeno social, puede tener distintos significados y distintas expresiones. Por ejemplo, el racismo no solo alude a una ideología segregacionista explícita o legitimada jurídicamente en una sociedad. También existen otros racismos implícitos no legalmente establecidos, pero culturalmente aceptados e incorporados a la vida cotidiana.

La segunda actitud es el negacionismo. Ya sea por motivos emocionales o ideológicos, algunas personas niegan la existencia de prácticas racistas en la sociedad dominicana.

En algunos casos, no se perciben las diferentes actitudes, conductas, discursos y simbologías cargadas de un imaginario racista; en otros casos, se minimizan relativizándolas dentro de otros enfrentamientos como son los conflictos entre clases sociales.

Piensen, por ejemplo, en el fenómeno de la publicidad. ¿Cuál es el fenotipo predominante en nuestros comerciales? ¿Qué roles sociales se les asignan de modo consistente a las personas negras en los mismos?

Las actitudes señaladas también pueden constituir un mecanismo de defensa discursiva de quienes han asumido posturas xenófobas vinculadas al racismo más rancio.

En todo caso, el esencialismo y el negacionismo en el tema racial obscurece el abordaje del problema y no contribuye a la búsqueda de sus soluciones.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/esencialismo-y-negacionismo-racista-8864343.html

Comparte este contenido:

Fundamentos filosóficos del racismo

Por: Leonardo Díaz

En palabras, de Taguieff, “el racismo depende de los contextos, más que de las disposiciones de ciertos actores”. Nos habla de “racismos”, los cuales se expresan de diferentes modos en distintas circunstancias:

Cuando mis lectores se encuentren en contacto con estas líneas, habré concluido mi participación en un coloquio virtual sobre los fundamentos filosóficos del racismo, junto al Dr. Roque Santos, colega a quien agradezco haberme proporcionado un artículo clásico sobre el problema: “El racismo”, del filósofo francés, Pierre André Taguieff.

En el referido escrito, Taguieff nos estimula a reformular la idea clásica del racismo como ideología biologicista, distinguiendo dos clases de nuevo racismo: el universalista, fundamentado en la negación de la identidad; y el diferencialista, fundamentado en la negación de la humanidad. El primero desconoce las especificidades propias de los distintos grupos humanos, rechaza la diversidad. El segundo fetichiza las especificidades fenotípicas o culturales de los colectivos, negándoles las raíces y atributos comunes que los vinculan como integrantes de la especie humana.

Usualmente, reducimos el racismo a expresiones políticas como el colonialismo y el nazismo. Taguieff entiende que esta actitud simplifica el problema y obscurece la comprensión del racismo como representación simbólica vedada e incorporada a las prácticas humanas, de aparente difuminación en el espacio público.

La propuesta de reformulación de Taguieff implica no analizar el racismo desde un enfoque esencialista, sino, situacional. En otras palabras, en vez de mirar las actitudes racistas como típicas de individuos con una naturaleza injusta o maligna -lo que nos llevaría a creer que su marginación o penalización resuelve el problema- debemos comprender de modo integral las variables sociales y culturales que posibilitan las prácticas racistas a fin de transformar estas acciones desde la transmutación de esas variables.

En palabras, de Taguieff, “el racismo depende de los contextos, más que de las disposiciones de ciertos actores”. Nos habla de “racismos”, los cuales se expresan de diferentes modos en distintas circunstancias:

  1. Como actitud, o como prejuicio que estigmatiza.
  2. Como práctica social, desde la discriminación a la persecusión.
  3. Como dinámica institucional, o normativización estructural excluyente.
  4. Como discurso ideológico, o cosmovisión del mundo.

Por consiguiente, debemos analizar procesos complejos donde interactúan entre sí estas modalidades, así como ellas con los factores determinantes de carácter económico, social y político.

Y sobre todo, recordar la advertencia de Taguieff de que el problema de los racismos no se soluciona con una cacería de individuos, ni con esa actitud tan mojigata de nuestros días de comprometerse con un discurso políticamente correcto. Esto solo arroja un velo sobre el problema y su solución, obstaculizando una batalla cuyo escenario fundamental no es psicologico, ni moral, ni legal; sino político.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/fundamentos-filosoficos-del-racismo-8861799.html

Comparte este contenido:

Entrevista a Kevin B. Anderson, profesor de la Universidad de California “Marx siempre apoyó los movimientos de autoemancipación negra”

En esta entrevista que hicimos con Kevin B. Anderson, profesor de la Universidad de California, pasamos revista a la trayectoria del pensamiento de Karl Marx, y su defensa de la cuestión negra y de la lucha de los pueblos coloniales contra el militarismo europeo. A partir de su estudio “Marx at the Margins”, podemos explorar en detalle la intersección entre clase, raza y nacionalidad en el pensamiento del fundador del socialismo científico. Cuestión muy importante, tomando en cuenta todos los esfuerzos hechos durante décadas por caratular a Marx como un pensador supuestamente eurocéntrico, como lo ha hecho en su obra, por ejemplo, Edward Said. En aquel libro de Anderson, se puede encontrar un Marx preocupado por problemas que van mucho más allá del Viejo Continente, con un conocimiento sofisticado de las sociedades no-occidentales y coloniales, como China, India, Polonia, Rusia, Irlanda, compartiendo estas reflexiones con su amigo y gran revolucionario Friedrich Engels. Junto con las batallas de la clase obrera internacional, Marx ha dedicado gran parte de su atención a las luchas por la emancipación nacional y contra la esclavitud. En el diálogo con Anderson, compartiendo la visión de sobre la postura revolucionaria de Marx, abordamos muchos temas en los que coincidimos y otros en los que tenemos diferencias, en particular consideramos que es indispensable tener presente que Marx siempre consideró la clase trabajadora como el sujeto central de la emancipación humana en esta sociedad capitalista, una centralidad estratégica que exhibe por su posición estratégica en los centros neurálgicos de la producción y reproducción de la sociedad. Desde este punto de vista, Marx consideraba la potencia de la revolución mundial para la emancipación de los pueblos oprimidos del mundo, una articulación estratégica que será desarrollada en el siglo XX por grandes revolucionarios como Lenin y Trotsky, algo hemos desarrollado en muchas elaboraciones de Ideas de Izquierda.

André Barbieri.- Hola profesor Kevin, es muy bueno tenerlo aquí con nosotros. Entonces, empecemos la entrevista. Si Ud. quiere hacer una breve presentación, si desea saludar a nuestra audiencia siéntase libre para enviar unas palabras.

Kevin Anderson.-Sí, hola André. Antes que nada muchas gracias por la invitación, es un placer para mí estar aquí comunicándonos con nuestros amigos y colegas brasileños y estoy ansioso por nuestra conversación.

André Barbieri.- […] La primera pregunta que quisiera hacer es esta: una de las cuestiones más importantes de su libro es traer a la superficie la verdad sobre la evolución del pensamiento de Marx sobre los países en la periferia del capitalismo, en particular sus opiniones sobre las civilizaciones no occidentales. Hay algunos escritores, algunos pensadores como Edward Said, que sin aprehender la evolución del pensamiento de Marx, lo critican indebidamente por tener algún tipo de pensamiento eurocéntrico. ¿Podría explicar el punto central de su argumento contra esa visión de que Marx era un pensador “eurocéntrico”?

Kevin Anderson.-Cierto, gracias André, es una cuestión muy importante. Creo que todavía es muy actual a 10 años de la publicación de este libro en inglés. En primer lugar, existe un aspecto cuantitativo que es el siguiente: los trabajos más conocidos de Marx son los Manuscritos de 1844, los Grundrisse, El Capital y podríamos nombrar algunos otros. Esos están casi enteramente dedicados a Europa occidental y a Norteamérica y el tipo de capitalismo que se desarrolló allí, pero existen muchos otros escritos que Marx escribió durante su vida, por ejemplo en los años 1850 en las Obras Completas de Marx, yo los tengo en inglés, tenemos esos 50 volúmenes de las Obras Completas [Collected Works].

André Barbieri.- Sí, esos volúmenes son preciosos.

Kevin Anderson.- Siete u ocho de esos volúmenes enteros están dedicados a sus escritos para el The New York Tribune en los años 1850. Buena parte de esos escritos son sobre sociedades fuera de Europa. Él básicamente escribió sobre todos los lugares del mundo, Latinoamérica, Europa, y claro, Europa oriental como Rusia, África, y ciertamente el norte de África, India y China. Él escribió sobre todos esos lugares y algunos de los escritos del período anterior como 1853 son muy problemáticos porque tal vez esté mirando muy ampliamente y entonces ve el capitalismo trayendo industria y modernización a lugares como India por medio del colonialismo británico, o incluso en el Manifiesto Comunista que es un escrito central de Marx y Engels. Está esa frase sobre tirar abajo las murallas chinas y forzar a las naciones bárbaras a entrar en el comercio mundial y un poco celebrándolo como una conquista de la burguesía. Entonces existe una especie de progresivismo en Marx, uno podría llamarlo así, presente en ese período anterior donde creo que no es completamente consciente de la brutalidad del capitalismo en términos de cómo opera fuera de Europa. En realidad podríamos ir más allá y decir que él no tiene total conciencia incluso del modo como el capitalismo actúa sobre la propia clase trabajadora británica, también porque en el Manifiesto Comunista y en algunos de los escritos anteriores hay muchos ataques al feudalismo y mucha discusión de que, aun siendo doloroso, mucho progreso está teniendo lugar. Si uno se va un poco después, a los libros Grundrisse y El Capital, lo que se encuentra es mucho más concentración en la brutal explotación de las clases trabajadoras. Hay una frase que encontré en el libro I de El Capital, en la que Marx celebra el progreso que está trayendo el capitalismo. La mayor parte del libro es muy, muy negativa sobre el modo en que el capitalismo trata a los trabajadores en lugares como Inglaterra. Entonces una evolución similar sucede desde su punto de vista y perspectiva sobre lugares como India y China, tan pronto como en 1856, es decir, solo tres años después de esos escritos sobre India que Edward Said tanto ataca que mencionaste antes, hay un cambio en la posición de Marx, porque China e India, las dos entran en procesos de rebeliones nacionalistas, o al menos insurrecciones anticoloniales contra los británicos, en China se la llama la Segunda Guerra del Opio, empezando en 1856. En India se la llama La Gran Rebelión o la Rebelión de los Puertos.

Entonces, esos procesos dos abarcan años y años de luchas antes que los ingleses y otras potencias occidentales sean capaces de reprimir esas revueltas, y Marx y Engels están un poco mirando ahí, y ellos empiezan a dar un fuerte apoyo a esas rebeliones contra el imperialismo. Entonces, eso está empezando a suceder. Ahora, ellos no apoyan el proyecto político de esas rebeliones porque el proyecto político toma centralidad, existe un proyecto político. Esas son rebeliones espontáneas, el proyecto político es una nostalgia del pasado por la política precolonial, entonces está claro que Marx y Engels, como socialistas, no pueden apoyar eso, pero aun así apoyan esos levantamientos y los consideran justificados y… si en 1848, en el Manifiesto Comunista, ellos le dijeron bárbaros a los chinos, ahora le están diciendo bárbaros a los británicos. El lenguaje del barbarismo está direccionado contra los británicos. Entonces, eso es un cambio que empieza a ocurrir en sus escritos. En términos de crítica de la economía política, puede verse un sentido más amplio en los Grundrisse, porque los Grundrisse de 1857-58 incluyen por primera vez un capítulo sobre modos de producción precapitalistas, un capítulo muy largo, y lo que hace allí básicamente es decir que sociedades como Roma y Grecia antiguas tienen una estructura social distinta a las sociedades como India, entonces da dos ejemplos: el de la India y el de Roma, y solo habla sobre eso por un tiempo, y concluye que toda la estructura de las relaciones de propiedad en las aldeas en India versus las aldeas en Roma, son dos civilizaciones agrarias pero son muy distintas entre sí. Entonces no elabora realmente sobre qué significa eso para el futuro, porque está hablando en términos de pasado. Pero una cosa que hace es librarse de lo que algunas veces se le llama paradigma teleológico en Marx. Eso no es algo por lo que Said ataca a Marx, pero otras personas, con una intención similar, algunas veces dicen que existe… Se lo menciona por primera vez en la Ideología Alemana. Existen varios modos de producción: el primitivo, el antiguo, de esclavismo o feudalismo basado en plebeyos o siervos, y entonces el burgués, o la sociedad capitalista, con trabajo asalariado libre, trabajo asalariado formalmente libre, y entonces el socialismo. Existen algunos marxistas que hasta hoy intentan encajar la China o la India precoloniales en esos esquemas, pero ellas no eran feudales, tenían Estados muy centralizados, tanto como lo permitía la tecnología de la época. Entonces no eran para nada feudales en el sentido occidental europeo. Este tipo de cosas, como que hay que pasar por el feudalismo, de ahí entonces al capitalismo, y finalmente por el socialismo, él lo empieza a romper, él crea las herramientas que permiten que escape de eso como modelo político después, en los Grundrisse, porque la historia pasada se torna más multilineal, podemos usar esa expresión […] Que hay un conjunto distinto de desarrollos en aquella parte del mundo, y tal vez en otras partes también, porque él habla sobre los Incas también, etc. Entonces, esas sociedades no pueden ser medidas por estadios que la civilización europea o la civilización occidental europea estaba atravesando, del Imperio Romano al capitalismo.

André Barbieri.- Sí, recuerdo que es una parte muy interesante esa evolución del pensamiento de Marx, porque en su libro, y yo vi también algunas cartas de Marx a Engels, en las que dice “India es nuestra mejor aliada para la revolución en Europa”, entonces eso y otras cartas en las que dice, criticando la brutalidad del colonialismo británico en China, expresando mucho entusiástico sobre la posible rebelión, o revolución incluso, en China, que ella podría ser el punto de partida para la revolución en Europa. Entonces, todos esos escritos de los años 1850, esa evolución del pensamiento de Marx, es muy importante porque aquí y en muchos otros lugares, tenemos algunos autores como Carlos Moore que dicen que Marx es un supremacista blanco. No es serio, simplemente no es serio […] Es una forma de ignorancia de los escritos posteriores de Marx en los años 1850 que para nada considera esos escritos importantes y todo lo que Marx escribió al final y después de las décadas de 1850 y 1860, Marx realmente le dio peso a ese apoyo a los pueblos coloniales, entonces creo que es muy muy interesante eso que Ud. dice y que planteó en su libro. Nos ayuda a eliminar ese tipo de pensamiento.

Kevin Anderson.-Sí, y quiero decir, ese autor particular tiene ese panfleto en inglés, “Eran Marx y Engels racistas blancos?” con un punto de interrogación, pero eso ya no es una cuestión.

André Barbieri.- Sí.

Kevin Anderson.- Lo que él hace es citar muy selectivamente, él incluso cita el fragmento que es racista que dice “la esclavitud trae progreso”, él cita eso, y Marx escribió eso. Él escribió eso en… Miseria de la Filosofía. Pero el problema de citar esto es que Marx estaba resumiendo la posición de Pierre-Joseph Proudhon, y algunas frases después comienza a atacar esa posición porque no está de acuerdo con esa posición. Pero ella está allá, entonces las personas se sienten libres incluso para… solo citar, y algunas veces probablemente incluso crean citas de Marx. Pero el problema es que… vino también del campo marxista esto, un tipo de reduccionismo de clase que pensaba que raza no era importante y nuevamente ese progresivismo. Si fuese verdad, que la sociedad pasa por aquellas etapas y entonces la esclavitud podría ser considerada progresista en una cierta etapa, pero uno nunca ve a Marx diciendo eso, en verdad.

André Barbieri.- Sí, y eso nos lleva a nuestra próxima pregunta, porque, como Ud. ya planteó, el joven Marx ya había teorizado que el capitalismo industrial fue fundado no solo sobre la explotación de la clase trabajadora asalariada sino también sobre la existencia del trabajo esclavo del pueblo negro. En los años 1860, la Guerra Civil estadounidense en verdad representó un período importante de su pensamiento, en el que Marx conecta clase, raza y nacionalidad, y lo hace no solo en los trabajos político-históricos sino también en los Grundrisse y en el libro I de El Capital, como mencionas en el libro. ¿Podríamos decir que Marx no separó los problemas de clase y de raza en una teoría de la emancipación? En tiempos de Black Lives Matter eso es muy importante para nosotros, ¿cierto?

Kevin Anderson.- Sí, bien… Marx no hizo todo, nosotros tenemos que hacer, pero él ciertamente apoyó a muchos movimientos negros por la autoemancipación durante su vida. Se opuso a la esclavitud toda su vida. La primera Internacional, la Asociación Internacional de Trabajadores que ayudó a fundar en 1864, quiero decir, la base real para [fundar] la base más importante para eso fueron los trabajadores europeos y los socialistas juntándose para apoyar al norte [abolicionistas] durante la guerra civil contra el Sur [esclavistas], porque varios gobiernos, principalmente el de Inglaterra, pero también de Francia, la Francia de Luis Bonaparte, estaban pensando en intervenir en América para sacar ventaja de la guerra civil y ambos tendían más hacia el lado del Sur que a apoyar al Norte, por diversas razones, y las clases trabajadoras de Inglaterra y de Europa se opusieron fuertemente a eso y las redes que se formaron alrededor de Marx estaba… En 1858 Marx estaba bien aislado de la clase trabajadora británica, y él conocía a algunas personas pero las conoció en el movimiento Cartista, y ese movimiento había sido ampliamente reprimido, entonces alrededor de 1861 están todas esas especies de grandes reuniones ocurriendo en Inglaterra porque los trabajadores están saliendo a la calle y se oponen a las sugerencias del gobierno de que tal vez debieran intervenir al lado del Sur en la guerra. Eso se torna un movimiento bien grande y Marx termina conociendo a esas personas y cuando ellas fundan la Primera Internacional, son los representantes de los trabajadores británicos, son las personas que eran parte de aquel movimiento apoyando al Norte, y tuvieron éxito. La presión de ellos impidió, o Marx ciertamente pensó que la presión de ellos impidió al imperio británico intervenir del lado del Sur en aquella guerra.

André Barbieri.- Sí, Marx y Engels tenían una posición muy bien delimitada en contra de la esclavitud, contra los Confederados, y ellos incluso criticaron a Abraham Lincoln por haber sido tan liviano contra los Confederados, ¿cierto?

Kevin Anderson.- Bastante, sí, especialmente al inicio porque pasaron dos años antes de que Lincoln realmente se posicionase totalmente en contra de la esclavitud, y la esclavitud no fue abolida legalmente, en verdad, hasta 1865, con la enmienda constitucional porque la proclamación de la emancipación de 1863 era solo una medida de guerra, entonces ella podía ser revocada cuando la guerra terminara, pero yo quiero decir que eso es realmente un ejemplo de internacionalismo proletario, en otras palabras. No hemos tenido tantos ejemplos así, ni siquiera hoy o ni siquiera a comienzos del siglo XX, pero aquí se tiene a los trabajadores británicos que están perdiendo sus trabajos y el gobierno británico está diciendo: “Ustedes están perdiendo sus trabajos porque el Norte está bloqueando los puertos de Charleston y Nueva Orleans y el algodón o está llegando a Manchester, por eso Uds. están sin trabajo”, pero los trabajadores no caen en esa, no lo compran. Dicen “nosotros no queremos preservarnos al precio del trabajo esclavo del otro lado del Atlántico”. Y claro, es idealismo y solidaridad de clase, pero también existe un interés material real allí. La gente no se da cuenta porque piensa en Inglaterra como el país de la libertad de expresión, etc. pero en 1864 la clase trabajadora no tenía derecho al voto. Ellos no lo pudieron tener hasta cerca de 20 o 30 años después. Entonces, en Estados Unidos, aunque fuese un país racista, y todavía lo es, hombres blancos de la clase trabajadora tenían el derecho al voto y no había prerrequisitos de propiedad para votar en la mayoría de los estados. Estados Unidos en aquella época era la mayor sociedad que poseía derechos democráticos burgueses básicos o el comienzo de eso en términos de que decenas de millones de personas podían votar, y tener acceso al sufragio, aunque no fuese un derecho para las mujeres, aunque no fuese un derecho para los negros… No estoy intentando exagerar los hechos. Entonces, cuando los trabajadores británicos están viendo la guerra, la prensa británica, los medios y el establishment están llenos de cosas tipo: “Hay una forma de gobierno republicano en Estados Unidos y miren a esos idiotas como Lincoln que ellos terminan eligiendo, todo el sistema se está despedazando y es obvio que ese experimento republicano tiene menos de 100 años, no va a funcionar», y el Sur realmente se muestra mucho mejor en términos de cómo se hacen que las cosas funcionen con personas más educadas teniendo poder. Porque ellos negaban el voto a muchas personas blancas en el Sur también.

André Barbieri.- Entonces esa tradición importante del marxismo en Estados Unidos es central ahora para, en mi opinión, combatir el racismo y todo eso que estamos viendo, la policía, el Estado, no solo a Trump sino también al Partido Demócrata, que son los verdaderos responsables por las muertes de personas negras allá, incluso en la época de Obama.

Kevin Anderson.- Cierto, y Minneapolis, donde todo comenzó, es una de las ciudades más liberales de Estados Unidos y ellos realmente intentaron reformar la policía bastante, pero no funcionó. Ellos no consiguieron y entonces estamos todavía con revueltas ocurriendo por todas partes, hasta en las ciudades “más liberales” como Seattle o San Francisco y Nueva York. Es decir, Nueva York es un caso distinto porque es una ciudad muy liberal, pero también es el hogar del gran capital, entonces siempre hubo una fuerza policial violenta. Entonces sí, cuando se empieza a hablar sobre desafiar a la policía o tal vez abolir la policía, quiero decir, no siempre se expresa abiertamente en términos anticapitalistas, pero es realmente un sostén del sistema capitalista, quiero decir: ¿cómo se termina con la policía sin abolir el capitalismo y los antagonismos de clase, si la policía existe exactamente para aplastar y prevenir que las clases subordinadas se levanten? Entonces esa es una cuestión muy difícil, y claro, si la policía fuese abolida y si mañana a la mañana yo muevo mi varita mágica y nosotros terminamos con la fuerza policial de Los Ángeles, lo que pasaría es que todos los ricos y los intereses privados simplemente empezarían a contratar policías privados, eso es lo que harían.

André Barbieri.- Sí, creo que estás muy en lo cierto en eso de que si se aboliera la policía habría que luchar contra el capitalismo, porque es el sistema, la policía es la guardia armada de la propiedad privada, entonces sí, si se la aboliera, habría que abolir lo que esa institución racista protege. Entonces, si tomamos de Estados Unidos estas cuestiones y vamos a Inglaterra e Irlanda, son temas muy importantes para Marx también. Especialmente en los años 1860 como mencionaste en tu libro, porque a partir de 1869, antes de la Comuna de París, realzás que Marx da un importante giro en su visión sobre cómo la emancipación de Irlanda se desarrollaría. Marx afirma que Irlanda era la clave para empezar la revolución en una sociedad capitalista avanzada como Inglaterra. Eso es una afirmación muy, muy importante. Podemos decir que es una idea falsa que Marx haya pensado la dinámica de la revolución empezando solo por los países desarrollados. ¿Qué pensás?

Kevin Anderson.- Sí, es decir, lo que pasa después de la muerte de Marx con personas como Karl Kautsky y afines es que hay expresiones mecánicas que terminaron transformándose en marxismo ortodoxo. Y es claro que los mejores pensadores de aquella era como Lenin o Trotsky o Rosa Luxemburg, aunque estuviesen operando dentro de esas categorías en algún grado, son capaces de ver más allá de eso. Pero hay cosas como que el campesinado es atrasado, la clase trabajadora industrial es progresista, los trabajadores que viven hace más tiempo en las ciudades son más inteligentes que los recién llegados del interior. Entonces yo creo que eso habría excluido a alguien como Lula. Una persona como Lula nunca podría haber sido de joven un dirigente, porque él vino… él no nació en San Pablo. En fin, todo ese tipo de cosas. Entonces, Marx en sí es siempre muy flexible y creativo en la forma en que mira la revolución. Hay una frase de los años 1850, creo que la citaste antes, donde dice que tal vez la revolución vaya a empezar en China y esparcirse. Él está hablando de la Rebelión de Taiping. En 1863, cuando explota la insurrección en Polonia, dice “quizás va a salir de Polonia hacia Europa Occidental» […] Él está esperando que otra era como 1848 pueda volver a pasar, tal vez vaya a empezar allí. Y claro, Irlanda, que es de lo que estamos hablando, es muy importante, porque Irlanda no es solo una colonia. Pero están también los trabajadores irlandeses en Gran Bretaña, que ocupan posiciones similares a las de los trabajadores negros en Estados Unidos. Eso lo que Marx dice. Él dice que su posición es similar a la de los trabajadores negros en Estados Unidos, y que los trabajadores blancos… él dice en realidad que los blancos «británicos» no les tienen simpatía y comprensión. Hay una frase en los trabajos no publicados de Marx del mismo período, un poco después, en la que está hablando sobre la esclavitud romana, los plebeyos romanos y los esclavos romanos y cómo esos levantamientos en los siglos I y II antes de Cristo siempre están divididos entre ellos. Entonces Marx dice en sus notas que esos trabajadores blancos, los plebeyos romanos, como los trabajadores blancos, o los blancos pobres, así lo escribe en inglés, los blancos pobres del Sur. Él está siempre muy preocupado por ellos y por qué a veces se unen con los negros, incluyendo a los negros esclavizados, pero en muchos otros momentos, ellos se sienten orgullosos de ser blancos, o como se le quiera llamar, y entonces se alían a la clase dominante. Y los trabajadores británicos, y los trabajadores ingleses dentro de Gran Bretaña, dice él, hacen mucho eso. Ellos desprecian a los irlandeses, ellos también se enorgullecen de que Gran Bretaña sea el centro de un imperio mundial, y entonces pierden, él básicamente dice que están perdiendo su conciencia de clase, minada por esas apelaciones a la raza y a la nacionalidad. Entonces la revolución irlandesa es muy importante, porque los trabajadores ingleses tienen ese estereotipo de los irlandeses. Lo que dicen sobre cualquier inmigrante es que trabajan por salario bajos, que son sumisos, que no quieren entrar en su sindicato, etc. Ellos los despreciaban, hasta los sindicatos ingleses decían «por qué querríamos tenerlos como miembros? De todas formas ellos no son miembros confiables”. Entonces si Irlanda pudiese levantarse y expulsar a los británicos –y sería a los propietarios rurales británicos quienes estarían expulsando– eso cambiaría la actitud de los trabajadores británicos en relación a ellos. “Esos irlandeses saben luchar, eso es interesante, creíamos que eran sumisos con el patrón, ahora son temibles, tal vez deberíamos estudiar más eso”, y lo que dice en 1869 y 1870 es que hasta que Irlanda no sea independiente no puede haber una conciencia de clase plenamente desarrollada en Gran Bretaña.

André Barbieri.- Sí, en ese sentido, déjeme hacerle una pregunta. En su libro menciona la teoría de Trotsky del desarrollo desigual y combinado. ¿Cuáles son las relaciones que ve entre el desarrollo multilineal en Marx y la teoría de Trotsky?

Kevin Anderson.- Sí, claro que hay similitudes y diferencias. Las similitudes y continuidades son que Trotsky percibe que lo que él llama un eslabón débil en la cadena del capitalismo puede ser el lugar donde la revolución mundial comience. Y claro, Marx y Trotsky también son similares en que ninguno de ellos creía en el socialismo en un solo país. Esa es una ficción inventada por Stalin. Nunca vas a encontrar eso en ninguno de los grandes dirigentes socialistas. Digo, mira lo que pasó con Grecia algunos años atrás. No es que fuese socialismo, pero incluso un intento de socialismo y es destruido por el capitalismo global. Esas son las continuidades. La discontinuidad es que, mientras Trotsky fue capaz de alejarse bastante de la ortodoxia reformista de la II Internacional, no lo hizo hasta el final en cuestiones como el campesinado. Porque mientras sus escritos sobre China son muy buenos en términos de criticar las políticas stalinistas en la década de 1920 y la alianza acrítica y oportunista que formaron con nacionalistas burgueses, él solo está interesado en el proletariado industrial, no desarrolla una posición que le permita ver una revolución agraria campesina. Mientras Marx es capaz de hacerlo, en la manera como Marx conceptualiza hay muchos lugares, incluso Irlanda, donde Marx cree que una revolución agraria es posible y progresista. No hay que esperar una industrialización sustancial. Otro punto donde Trotsky es similar a Marx, no sé si esto está en portugués, pero en Estados Unidos es siempre muy importante. Alrededor de 1939, Trotsky conversó con CLR James y varios otros intelectuales sobre negros en Estados Unidos. Y Trotsky toma una posición muy fuerte en el sentido de la necesidad de que los socialistas apoyen todas las luchas negras, incluso cuando ella asuma algunos tonos nacionalistas hay que apoyarla, dice él. Es una posición muy, muy fuerte, no hay ningún reduccionismo de clase allí, no es algo tipo “tenemos que esperar que los negros desarrollen una conciencia socialista antes de apoyarlos”. Hasta a las organizaciones negras burguesas, dice él, hay que apoyarlas en la lucha por los derechos democráticos básicos. Haciendo esto se da un paso muy importante en la conciencia de clase del proletariado como un todo en Estados Unidos, porque como los británicos en Irlanda, él no lo dice de esta manera pero veníamos hablando de eso, los trabajadores blancos en Estados Unidos, por su racismo y sus prejuicios, se bloquea en gran medida el desarrollo de una conciencia de clase completa y eso es tan verdad hoy como lo era en aquella época que Trotsky escribió eso o hizo esas declaraciones. Entonces Trotsky tiene varios puntos positivos pero yo diría que en esa cuestión de las sociedades agrarias es un poco débil.

André Barbieri.- Creo que es muy interesante lo que dijiste que Trotsky y Marx tuvieron una continuidad en esa visión de que la revolución debe ser mundial, que no está restringida a un país. Creo que hay algunos prejuicios stalinistas con relación a eso que a Trotsky no le importaba o nunca desarrolló una teoría sobre el campesinado, porque yo creo que en verdad Trotsky enfatiza la importancia de la revolución agraria en Rusia y en todos los países orientales, y dice que debe ser combinada con la revolución industrial para que el proletariado, la clase trabajadora industrial tenga un gran papel dirigente en esta alianza, de liderar esa inmensa lucha del campesinado y de los trabajadores rurales. Entonces creo que tenemos que ver de manera un poco más profunda esa teoría, porque la Teoría de la Revolución Permanente realmente tiene en cuenta la importancia del campesinado luchando junto con la clase trabajadora industrial, ¿no te parece?

Kevin Anderson.- Bueno, no es solo Trotsky el que dice eso, hay personas como Amílcar Cabral también. El problema es que ¿por qué la clase trabajadora, en una sociedad agraria, tiene que ser quien lidere la revolución necesariamente? Aquí es donde escritos de personas como Frantz Fanon valen la pena ser leídos. Los Condenados de la Tierra, donde habla de un movimiento revolucionario basado en el campesinado y él habla sobre los trabajadores. Y la Argelia del tiempo en que él escribe es tan subdesarrollada industrialmente que la clase trabajadora es un estrato privilegiado en las ciudades. Ahora, cada situación colonial es distinta. Entonces, por ejemplo, Sudáfrica tiene una gran clase trabajadora en la minería y también en la producción. Creo que el Apartheid es una continuación del colonialismo, entonces allá hay grandes movimientos obreros y el sector agrario es menos importante. Pero si uno mira las varias luchas africanas, varias de las luchas en India, China, Vietnam y otros lugares, creo que se considerarán a los campesinos más significativos que la teoría de Trotsky les permite ser. Sinceramente, creo que la verdadera posición caricaturesca es la de Kautsky, que ve a los campesinos simplemente como atrasados. Creo que de todas las personas, Luxemburg también, Lenin supera eso en mayor grado que Trotsky y Luxemburg.

Pero todos ellos tienen esa cosa sobre la centralidad del proletariado, del proletariado industrial de los grandes centros urbanos, que no es tan sutil como la teoría de Marx. No es tan sutil, no es tan dialéctico. Ellos mismos lo habrían admitido. Tal vez ellos mismos habrían dicho “no somos tan buenos como Marx”. Yo también lo creo, claro.

André Barbieri.- Claro. Recuerdo algunos escritos de los años 1930 de Trotsky, sobre India, Indonesia, donde él realmente tiene en cuenta la importancia de la cuestión agraria para revolucionar la sociedad. Entonces hace esa importante afirmación que la clase trabajadora, la clase trabajadora urbana, debe tener en cuenta, debe ayudar a que se desarrolle la revolución agraria. Este es un debate muy interesante, pero para volver a los escritos de Marx, me gustaría hacerte una pregunta muy importante para nosotros acá en Brasil, porque nosotros no tenemos publicado en portugués los Cuadernos Antropológicos de 1879-1882. Esa serie de artículos son casi desconocidos del gran público, principalmente porque la mayor parte no fue publicada. De su libro sabemos que Marx escribe sobre India, Indonesia, Rusia, Argelia y hasta Latinoamérica. ¿Qué tipo de novedad podemos extraer de esos estudios?

Kevin Anderson.- Bueno, en primer lugar hay que entender que no existen libros, no son ensayos, algunos son borradores, como líneas crudas, son notas sobre otros autores, etc. Hay mucho sobre Irlanda ahí. Él mira la estructura social interna de Rusia, de India, el norte de África, un poco de Latinoamérica, como dijiste. Irlanda y también mucho sobre grupos indígenas como sociedades nativas de las Américas, en particular estadounidenses pero también los Aztecas en el norte de México. Entonces él observa esas diversas sociedades indígenas y sus estructuras sociales, él estaba muy interesado en cómo empieza nuestra jerarquía social, el comienzo de las clases, no exactamente estructuras de clase sino cómo las clases sociales están surgiendo, los indicios de que están empezando a formarse. Claro que él está interesado en las relaciones de género. Ahora, parte de lo que nosotros, como marxistas, conocemos es el libro de Engels, “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”. Eso es así porque Engels leyó algunos de los cuadernos de Marx y entonces escribe un libro sobre la historia de las relaciones familiares y de género desde los tiempos antiguos hasta su tiempo, y concluye a través de eso que hubo un período ancestral donde la vida era más colectivista, más igualitaria entre hombres y mujeres, y que eso sería una especie de base a partir de la cual podríamos pensar el comunismo. Sabremos en el futuro que el modelo de Engels es un poco simplista comparado con el de Marx, entonces es interesante mirar los cuadernos de Marx, que son más dialécticos. Lo que Engels no se dio cuenta o no se concentró detenidamente es que hablan de colonialismo tanto como hablan de género, ambos son los focos de Engels, en los asuntos de relaciones familiares y de género. Entonces hay una amplia gama de material que no sabemos qué iba a ser Marx con él. Pero es realmente interesante, porque Marx terminó el volumen 1 de El Capital fue trabajando en él de 1867 a 1875. Siguió trabajando siete u ocho años antes de su muerte en el volumen 1 porque había una edición francesa (1872-75) que él se quedaba retrabajando y revisando. Los volúmenes 2 y 3 de El Capital, como sabemos, fueron escritos entre 1864 y 1865, y nunca volvió sobre ellos, solo un poco en el volumen 2 en la década de 1870. Entonces Engels y muchas otras personas pensaron “bueno, él debe estar terminando el resto de El Capital”. Pero en lugar de eso, al final de su vida estaba haciendo una serie de otras cosas, no solo sobre las sociedades, hay cuadernos sobre química, ciencias naturales, historia europea, etc. Entonces, él estaba haciendo un montón de cosas distintas. Pero esas en particular son interesantes porque Engels quedó asustado cuando Marx se muere y él ve los escritos de Marx y se pone triste, pensando: “¿Por qué no terminó El Capital? ¿Por qué se quedó trabajando en esto?” Entonces por ahí puede verse el eurocentrismo de Engels, “por qué está trabajando con cosas secundarias como India en lugar de terminar El Capital?” Entonces cuando los rusos en la década de 1920… bueno, vos sabés que la Segunda Internacional nunca publicó los escritos completos de Marx. Solo en Rusia vemos el primer intento en los años 1920 de ese joven David Riazanov. Es él quien establece lo que podemos llamar “Obras Completas de Marx”, la estructura y todo lo demás. Él nota bien que existen esos cuadernos que Marx escribió en el final de su vida e incluso considera que algunos son interesantes, pero cree que eso muestra básicamente el deterioro mental de Marx en sus últimos años, cuando ya no era capaz de hacer trabajos serios como la Crítica a la economía política, solo podía leer sobre India y Rusia. “Entonces no incluiremos esto en las Obras de Marx, obviamente”. Es por eso que por casi 100 años ese material ha sido conocido por los estudiosos de Marx en Moscú, en Berlín y en otros lugares, como Ámsterdam, pero nunca hubo mucho interés en publicarlo. Es donde estamos hoy. Entonces hay dos períodos en su vida, en 1850 y en el período final, esos son los períodos donde su pensamiento sale un poco de Europa en términos de investigación, y eso es algo realmente interesante para analizar. Conocemos algo que salió de eso que es la carta a Vera Zasulich y el prefacio a la edición rusa del Manifiesto Comunista de 1881 y 1882, las dos últimas cosas que escribe, donde habla… bueno, puedo contarte pero tal vez me esté alargando mucho…

André Barbieri.- Puede seguir, sin problemas.

Kevin Anderson.- Porque hay un tipo de conclusión política sobre esto, y la forma más sucinta y mejor para analizar si sos del tipo de persona que dice “bueno, tal vez Marx estuviese pensando solo en esas cosas”, pero es solo a través de los cuadernos que él realmente… cómo podemos saber qué estaba pensando realmente… Esas son solo sus notas, pero miremos el prefacio de 1882 al Manifiesto Comunista, esa es la última publicación de Marx, que, claro, está firmado por Engels también. Entonces, es el último escrito publicado por Marx en alemán, rápidamente traducido al ruso porque era la edición rusa del Manifiesto y rápidamente es publicada en alemán también. ¿Entonces qué dice? Dice “bueno, en el Manifiesto Comunista hay dos países que dejamos afuera, uno era Rusia”. Entonces empieza a hablar sobre el movimiento revolucionario en Rusia y cómo los populistas estaban atacando al gobierno con tácticas terroristas y que obligaban al gobierno a tener inmensas guardias policiales para todos los ministros. Entonces dice que tenemos que mirar también a Estados Unidos, habla sobre lo que ahora llamamos capitalismo monopolista que estaba empezando a surgir en Estados Unidos. Entonces vuelve a Rusia y dice que algo distinto está ocurriendo en Rusia, las aldeas rusas estaban empezando a ser impactadas por las relaciones sociales capitalistas y que la aldea rusa tenía una estructura social muy distinta que en la aldea de Europa occidental bajo el feudalismo. En aquella aldea rusa había relaciones colectivistas, y la propiedad comunal entonces él la llama comunismo, en realidad usa la palabra comunismo para esas relaciones comunales. Y dice que los rusos logran defender sus relaciones comunales en la aldea contra las invasiones capitalistas, si eso se generaliza, eso puede ser el comienzo de una revolución europea más amplia que podría ligarse al proletariado de Europa occidental, entonces, nuevamente como en Irlanda. La revolución empieza no en París o en Londres. Ella comienza en la aldea rusa, y lo que podría volverse la chispa. Claro que Marx no era adepto del socialismo en un solo país, entonces no creía que Rusia sola se desarrollaría en una sociedad socialista viable, pero podría volverse una chispa, y una importante parte de un movimiento amplio contra el sistema capitalista si lograra ligarse al movimiento obrero en Occidente. Entonces tenemos tres ejemplos: tenemos la Guerra Civil, donde el movimiento de esclavos, la rebelión de los esclavos fue una gran parte de la Guerra Civil. Esos esclavos o las personas negras se ligan con las aspiraciones de los trabajadores británicos dentro de Inglaterra, que los apoyan. Segundo, tenemos a Irlanda, donde los trabajadores británicos podrían apoyar o aprender con el movimiento nacional internamente en Irlanda, y los dos se ligarían a ese movimiento rural, y el movimiento obrero en Inglaterra y todas las minorías irlandesas dentro de la clase trabajadora inglesa. Ahora tenemos el tercero, que es la revolución mundial –o al menos en Europa y América del Norte– podría empezar en las aldeas rusas. Con personas intentando defender algunos remanentes de comunismo primitivo que podría generalizarse en Rusia y entonces ligarse con el movimiento socialista en Occidente, y que podría incluso triunfar. Pero la chispa podría ocurrir en Rusia.

André Barbieri.- Eso fue bastante interesante, la conexión que hace Marx de las sociedades que están “subdesarrolladas” desde el punto de vista capitalista y que pueden ser el puntapié inicial de la revolución en toda Europa. Es bien interesante eso que dijo sobre Irlanda y a veces menciona a China, y ahora hablando de Rusia. A modo de conclusión, quisiera hacer otra pregunta: el final de Marx en los márgenes muestra cómo la teoría del cambio social en Marx es en verdad la combinación de la lucha de clases, razas y nacionalidades. ¿De qué modo podemos conectar eso con la perspectiva, por ejemplo hoy, cuando tenemos el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos, o la covid-19 en el mundo, y esa crisis económica capitalista que estamos viviendo?

Kevin Anderson.- La covid-19 es un buen ejemplo para empezar, porque por un lado el virus es completamente neutral y global, alcanza a todos y no le importan las razas o clases o nacionalidades, él va a todos los lugares, es totalmente impersonal. El capital tiene la misma forma. No es lo mismo, pero es una relación social que penetra e intenta desarrollarse. Incluso hay mucha gente que compara el capitalismo con un virus o un parásito. Uno de mis alumnos hizo una disertación sobre eso recientemente. Se llama Sean van Dalken. Pero por otro lado, eso está en un nivel altísimo de abstracción, pero cuando miramos más a fondo vemos que Marx escribía sobre la lucha de clases en el Manifiesto Comunista. Él y Engels pueden escribir que todo está polarizado entre dos clases, burguesía y proletariado, y todas las otras clases van desapareciendo, la aristocracia, la pequeñoburguesía, campesinos, todas van desapareciendo. Pero ese es un modelo muy abstracto. Es como la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Es una tendencia de larguísimo plazo, pero cuando se describe una sociedad particular, un país particular, hay que ser concreto, hay que establecer la dialéctica de lo concreto. Cuando miramos de cierto modo al volumen 1 de El Capital, Inglaterra era el país más puro, ¿cierto? Y todos los ejemplos venían de allí. Pero Inglaterra no es un país capitalista puro, porque su estructura de clase… antes de todo ellos tienen una aristocracia, no tiene solo una clase manufacturera. Y la aristocracia poseía tierras en Irlanda, y también tenían una clase trabajadora segmentada y dividida por el subproletariado irlandés. Entonces empezamos a mirar concretamente a la clase trabajadora británica y no podemos hablar solo de capital y trabajo. Tenemos que hablar sobre razas y etnias y nacionalismo y capital y trabajo. Tenemos que hacer un análisis histórico-sociológico concreto del lugar de Inglaterra en aquella determinada época. Y tenemos que ser muy dialécticos, y bien, yo soy sociólogo, y hay sociólogos muy buenos como Pierre Bourdieu, fantásticos a veces, para analizar las estructuras de dominación, Max Weber también, pero la sociología es muy débil como campo de observación de los subjetivo, en observar cuáles son las fuerzas en oposición y de la revolución, y Marx está siempre preocupado por ambas. Marx nunca escribió que los trabajadores británicos son todos una banda de etnocéntricos anti irlandeses y que nunca van a hacer una revolución por eso, ni siquiera cuando los blancos pobres del sur de Estados Unidos apoyaron la Guerra Civil. Ellos podrían haber apoyado a los Confederados y los dueños de esclavos en la Guerra Civil. Él nunca perdió la confianza en ellos, porque todas las clases sociales pasan por diferentes períodos de retrocesos y de saltos de la conciencia, y por eso siempre tenemos que ver la posibilidad que grandes cambios sociales puedan quebrar esos prejuicios y estructuras que mantiene el capital en los distintos lugares, que los mantiene alienados, y las falsas formas de conciencia de clase, siempre la posibilidad de que se quiebren. Aquí en Estados Unidos hablamos mucho de la clase trabajadora blanca como parte de la base de Trump, pero eso no es monolítico, no es que esas personas vayan a ser así para siempre. «Siempre fueron así y siempre serán de esta manera”. Lo que tenemos ahora con Black Lives Matter, como mencionaste, ese movimiento inmenso, que involucra a jóvenes negros, involucra a muchos jóvenes blancos, y a muchos jóvenes latinos, a personas de origen latinoamericano, la mayoría de origen mexicano, el mayor grupo de ellos, mexicanos-americanos por su origen, aunque muchos de ellos hayan nacido aquí. Ahora, eso ha ocurrido después de la campaña de Sanders, donde muchas personas se movilizaron alrededor de cuestiones de clase y ahora tenemos esa inmensa rabia contra el racismo del sistema social estadounidense. Están a la vanguardia y es muy interesante ver cómo todo eso está interactuando en este momento. Dicen que más personas han participado en este movimiento desde punto de vista numérico, que en cualquier otro movimiento de la historia de este país. Un antiguo líder negro, John Lewis, falleció recientemente, un líder muy importante del movimiento por los derechos civiles. Además, muchos viejos líderes negros tienen su base en la iglesia negra, en las iglesias, muchos de ellos son pastores y reverendos. Black Lives Matter tiene muy poco que ver con esos grupos, las dos fundadoras del movimiento son mujeres negras lesbianas. Entonces, en ese movimiento, desde que fue fundado, hace cuatro o cinco años atrás, nunca tuvo mucho que ver con la parte del movimiento negro basada en las iglesias, entonces es un poco distinto, es una nueva sensibilidad, una nueva conciencia, y está realmente moviendo las cosas de una forma que realmente no veíamos desde los años 1960 en este país. Creo que le podemos agradecer a Donald Trump, él es muy peligroso, puede hacer mucho daño. Digo, aunque no sea reelegido, estará en el poder hasta enero y ya está mandando la Policía Federal a Portland, estado de Oregon… parece que estamos en Brasil, hay policías que no tienen sus nombres identificatorios, simplemente ponen una cosa en la cabeza de las personas y las meten presas y dicen “no vamos a responder ninguna pregunta sobre por qué te estamos encarcelando”. Eso muestra cómo el mundo es realmente global, y Estados Unidos no tiene como apoyar por décadas ese tipo de regímenes en todo el mundo, y no tener eso de vuelta en su propio país, y Trump él es lo que es, demagógico, líder dictatorial, con aspiraciones de tener un golpe militar o algo de ese tipo.

André Barbieri.- Como dijiste, hay en Estados Unidos un régimen muy racista, un régimen agresivamente racista y bipartidista. El Partido Republicano y el Partido Demócrata han mostrado que ambos son responsables por eso. Trump es lo más vil que podemos pensar como ser humano, y si vamos a tener en cuenta las ideas que discutimos aquí, realmente me gustó esta conversación, porque apropiarse de las ideas marxistas, de las ideas de Marx y de todos esos escritos, podemos imaginar que todo eso muestra que en Estados Unidos necesitamos un movimiento marxista, ese movimiento socialista que sea necesariamente independiente, tanto del Partido Demócrata, Biden, Obama e incluso Sanders. Necesitamos un nuevo movimiento de la clase trabajadora que nos permita volver a pensar la revolución en Estados Unidos. Entonces, realmente me gustó esta conversación con el profesor Kevin, muchas gracias por su tiempo, nosotros haremos el cierre de la entrevista, si quiere puede dirigir unas últimas palabras a nuestra audiencia.

Kevin Anderson.- Claro, realmente me gustó la charla, tengo que decir que Brasil es un lugar que tiene mucho más conocimiento del marxismo que Estados Unidos, muchas más personas son versadas en marxismo, por eso estoy tan feliz que mi libro sea publicado en portugués en Brasil. Creo que encontrará una serie de lectores que realmente entienden sobre los asuntos de los que estoy hablando. Me gustaría mencionar que escribo para un sitio que se llama imhojournal.org, es una publicación online y varios de mis escritos cortos están allí. Tengo un artículo sobre Black Lives Matter que está en ese sitio, se lo recomiendo a todos que quieran leerlo. Vuelvo a agradecer, aprecié mucho el diálogo.

Fuente: https://rebelion.org/marx-siempre-apoyo-los-movimientos-de-autoemancipacion-negra/

Comparte este contenido:

¿A dónde conducirá la crisis boliviana? Elecciones y reconfiguraciones políticas

Por: Fernando Molina

 

Bolivia se encamina a las elecciones presidenciales con un nuevo escenario político: tras la caída de Evo Morales y el impacto sufrido por su fuerza política, el Movimiento al Socialismo (MAS) recuperó terreno y podría ganar otra vez. ¿Lo logrará? Si así fuera, ¿podrá retornar al poder? En cualquier caso, se avizora una batalla polarizada entre el MAS y sus adversarios.

Nota del editor: en una reciente decisión, el Tribunal Supremo Electoral cambió nuevamente la fecha de las elecciones y la fijó para el 18 de octubre, lo que generó diversas amenazas de movilizaciones para reponer el 6 de septiembre, la fecha aprobada por el Parlamento.

Las elecciones bolivianas del 6 de septiembre próximo expresarán una enorme polarización política y social. No es el único caso: el proceso electoral de noviembre en Estados Unidos también lo hará. Pero la diferencia es que el sistema electoral estadounidense, siendo bipartidista, tiende naturalmente a la polarización. El ejemplo boliviano, en cambio, resulta peculiar. Participarán varios partidos, pero el electorado se dividirá de acuerdo con una sola alternativa: a favor o en contra del Movimiento al Socialismo (mas).

Todavía no se sabe qué partido logrará representar a los votantes «anti-mas». Existe una competencia entre varias expresiones de centro y derecha que es alentada por las leyes electorales bolivianas, las cuales establecen la posibilidad de una segunda vuelta o balotaje. Esta posibilidad abre espacio para que estos partidos hagan cálculos individuales, una práctica que muchos antimasistas consideran indignante, ya que pone en riesgo lo logrado con el derrocamiento del presidente Evo Morales en noviembre pasado, esto es, el brusco apartamiento del poder del bloque sociopolítico que conmovió y manejó el país desde comienzos del siglo xxi.

Tal es, hoy, la principal preocupación de las elites económicas, intelectuales y mediáticas bolivianas: evitar que los peligrosos juegos entre los antiguos opositores a Morales –que se resisten a ceder unos ante los otros y no son capaces de formar un frente único contra el «enemigo público número uno», como llamó al ex-presidente un periodista paceño1– terminen invocando al espectro más terrorífico para la parte alta la sociedad: el «retorno del mas».

Los partidos criticados pretenden redimirse asegurando que cada uno de ellos está en las antípodas del mas y que, gracias a sus particulares virtudes, garantizará un triunfo definitivo y sostenible sobre este2. Al mismo tiempo, cada uno de ellos busca demostrar que sus rivales no son dignos de confianza porque su actuación lleva agua al molino del mas. La expresión que se usa es: «ser funcional al mas». Esta fue la tónica, por ejemplo, de la réplica del oficialismo (la agrupación Juntos, que postula a la presidenta interina Jeanine Añez) a los candidatos opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, cuando estos criticaron su manejo de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de covid-193. A la inversa, los partidos opositores han acusado al oficialismo de propiciar, con su mala gestión de esta crisis, el retorno del mas4. En este juego han entrado también los medios de comunicación, como indica este titular de El Deber, el principal periódico de Santa Cruz, sobre el ex-presidente y candidato para 2020: «Mesa comparte foro con el presidente de Argentina, Alberto Fernández, que dio refugio a Evo»5.

El odio al mas

Aborrecer al mas es la pasión dominante de las elites tradicionales del país. En las raíces de esta pasión se mezclan el recuerdo de los agravios sufridos (la pérdida de espacios de poder por la disolución de la tecnocracia de los años 90 y la desvalorización del «capital genealógico» durante 14 años), las diferencias ideológicas (liberal-republicanismo versus nacional-caudillismo) y el racismo contra los indígenas y los mestizos plebeyos o «cholos».

El odio al mas comenzó incluso antes de la asunción al poder del «primer presidente indígena» y la instalación en él de movimientos sociales que aglutinaban a indígenas, campesinos y trabajadores. Esto ya se podía sentir en 2002, cuando el mas se transformó en una alternativa seria de poder. Entre 2006 y 2008, durante los dos primeros años de gobierno de Morales, estuvo a punto de provocar una guerra civil entre las regiones noroccidentales y surorientales del país. Si no lo hizo, fue por el peso de la popularidad del presidente, que sin embargo no logró consolidarse en el gobierno sin antes pulir las aristas más radicales de su programa de reformas al Estado y reducir al mínimo su programa de redistribución de la propiedad agraria.

Pese a ello, el aborrecimiento al partido izquierdista y su líder no desapareció. Incluso durante el periodo de auge 2009-2015, mientras el país vivía el mejor momento económico de su historia, la mayoría de los bolivianos tenían más ingresos y el bienestar social aumentaba, esta animadversión estuvo ardiendo como llama votiva en los altares secretos de las organizaciones empresariales, los clubes sociales, las logias, las fraternidades del carnaval de Santa Cruz, los grupos de rummy de las mujeres acomodadas y, en fin, en los múltiples escenarios de la vida privada en los que las elites tradicionales blancas no perdieron su primacía. Incluso si algunos dirigentes burgueses «se pasaban» al gobierno del mas o si amagaban confraternizar con él; o si la mayor parte de los intelectuales y periodistas se cuidaban de «criticar demasiado» al poderoso régimen, la enemistad clasista y racial siempre estuvo allí, esperando un mejor momento para expresarse.

Lo mismo pasó con el prejuicio racial. Aunque las expresiones públicas de este prejuicio quedaron atenuadas por miedo a que el gobierno implementara las sanciones legales y morales que merecían, el país continuó lastrado por las rémoras del orden estamental colonial. El mas tuvo incluso que hacer concesiones de Realpolitik al racismo, como designar a personajes más pintorescos que persuasivos en el recién creado Viceministerio de Descolonización, diseñado para dirigir la política igualitaria; o como tolerar que las Fuerzas Armadas mantuvieran un estatuto que discriminaba a los sargentos y cabos, la mayoría de los cuales son de origen indígena6.

Los nostálgicos de los viejos poderes y de las antiguas relaciones interclasistas se fueron fortaleciendo paulatinamente conforme el gobierno del mas se iba debilitando por el desgaste natural de su prolongada permanencia en el poder, los errores que iba cometiendo y las limitaciones que iba revelando. Ser «antimasista» se convirtió en un signo de estatus social y racial, y por tanto comenzó a ser interiorizado por las clases medias bajas como un elemento «aspiracional», esto es, como un mecanismo de ascenso social.

¿Cuáles fueron los errores que cometió y las limitaciones que desveló el gobierno del mas? Su «electoralismo», que terminó reduciendo el proceso social a una sucesión de triunfos en las urnas y a la conservación del poder a toda costa, incluso con métodos autoritarios; su «campesinismo», que debe entenderse como una relativa sordera frente a las demandas de los sectores urbanos; su cooptación por parte de una cúpula de incondicionales «evistas»; su corrupción y burocratización; su indecisión ideológica entre un extremo pragmatismo y el «nacional-estalinismo»7 y, sobre todo, su caudillismo.

Con su éxito político, económico y gubernamental, Morales se convirtió en el más importante caudillo de un país que había estado lleno de ellos; un país en el que, según su sociólogo más creativo, René Zavaleta, «el caudillo es el modo de organizarse de las masas»8. La centralidad del presidente y el culto estatal a su personalidad llegaron a unas cotas igual de altas que las alcanzadas por otros grandes líderes nacionales, como Víctor Paz Estenssoro o José María Linares. Si al principio la adulación oficial a Morales se correspondía en parte con la realidad, más tarde se convirtió en un espejismo y en un mecanismo de gratificación y manipulación del narcisismo del presidente boliviano. A punto tal que este creyó que tenía fuerza suficiente, incluso, para darle la espalda a la fuente de su poder, las mayorías electorales, en caso de que estas lo contrariaran.

Así lo hizo en lo que respecta al referendo constitucional del 21 de febrero de 2016, que le prohibió la reelección, y quizá también en lo que respecta al resultado de las elecciones del 20 de octubre de 2019, que, según la percepción de la mayoría de los bolivianos9, hizo alterar para evitar una segunda vuelta (una noción que, sin embargo, Morales y el mas niegan y que en este momento es objeto de disputa en la campaña electoral y los tribunales).

En todo caso, suponer que la indudable fuerza de su figura era superior al apego de los bolivianos al voto –que en este país es clave, porque permite resolver las sempiternas disputas por las rentas provenientes de los recursos naturales– constituyó un gravísimo paso en falso. Terminó confundiendo y fragmentando el bloque social que respaldaba al gobierno del mas, el cual ya estaba debilitado por su larga incorporación al oficialismo, con todas las ventajas y tentaciones que esta situación implicaba10. Al final, en las últimas horas de su gobierno, el mas, que había surgido de las luchas sociales, no era sin embargo capaz de movilizar eficientemente a sus adherentes; se había transformado en una maquinaria electoral que todavía podía lograr buenas votaciones pero que ya no despertaba ningún fervor progresista. Solo los ultraleales cocaleros del Chapare, los vecinos de los barrios más indígenas de la metrópoli aymara de El Alto y ciertos grupos de funcionarios estuvieron dispuestos a luchar efectivamente para impedir que Morales cayera.

Luego de su derrocamiento, la quema de buses, fábricas y casas de opositores a Morales en La Paz, así como el «cerco a las ciudades» ordenado por el ex-presidente desde el exilio, despertaron el ancestral terror de los blancos bolivianos al «malón indio» y elevaron el aborrecimiento al mas al nivel de la histeria colectiva. Fue en ese momento cuando emergió el relato furibundamente antisocialista que continúa vigente hasta hoy. Pablo Stefanoni detectó en él «tres palabras claves: ‘hordas’ –los militantes del mas son reducidos a meros grupos de choque facinerosos–; ‘despilfarro’ –el ampliamente elogiado manejo macroeconómico [de Morales] habría sido una mera realidad virtual– y ‘tiranía’ –los últimos 14 años habrían sido puro despotismo estatal–»11. Este relato fue en parte el móvil y en parte la cobertura de la represión del mas ejecutada por el gobierno interino. Los grupos que se movilizaron a favor del ex-presidente Morales fueron desmantelados por las fuerzas combinadas de la Policía y las Fuerzas Armadas, lo que costó la vida de más de 30 personas. Casi 1.000 dirigentes fueron detenidos temporalmente. Varias decenas de ex-funcionarios, entre ellos Morales y su vicepresidente, Álvaro García Linera, tuvieron que salir del país con rumbo a México y Argentina. Cientos han sido investigados por corrupción. Dos ex-ministros fueron apresados y continúan en la cárcel. Siete jerarcas del mas se refugiaron en la residencia de la Embajada de México en La Paz, donde quedaron varados por la falta de salvoconductos para salir del país.

Al mismo tiempo, la esfera pública fue casi completamente ganada por los voceros –genuinos y advenedizos– de la «revolución de las pititas», como llamó la prensa a las protestas que antecedieron al derrocamiento de Morales12. Incluso los intelectuales que habían estado vinculados y habían medrado con el gobierno anterior comenzaron a practicar tiro al blanco contra Morales, convertido en la «bolsa de golpear» de cualquiera que supiera hilvanar unas cuantas frases para producir un artículo de opinión. Los más importantes académicos de izquierda se cuidaron mucho de contrariar este clima de opinión e hicieron gestos de absolución del gobierno interino de Añez13. Este gobierno disfrutó desde el inicio de la hegemonía sobre los medios de comunicación14, que recién ahora comienza a tornarse menos intensa por el rápido desgaste del manejo del poder, pero que todavía resulta unánime si se invoca en contra del mas.

En este contexto, cualquiera habría pensado que el mas tenía los días contados, que su futuro sería convertirse en un grupo político secundario, exclusivamente rural, en fin… Sin embargo, a principios de año, pese a las condiciones adversas que hemos descrito, el mas apareció encabezando las primeras encuestas de intención de voto, incluso antes de tener candidatos. La sigla atraía una adhesión «dura», esto es, ideológica y sociológica, de alcances masivos. En enero, 21% del electorado estaba dispuesto a votar por ella sin que importara quiénes fueran sus figuras y cuáles fueran sus ofertas electorales15. En marzo, con sus candidatos ya elegidos, 33% de la población la apoyaba16.

Los trabajadores, los sectores plebeyos de la población, los indígenas y los cholos que no se habían «desclasado» seguían viendo en el mas –aunque este no había hecho ninguna autocrítica consistente de sus errores– la única fuerza capaz de representarlos y de defender el estatismo, el nacionalismo y el igualitarismo racial que la vuelta al poder de las elites tradicionales parecía haber puesto en riesgo. Pero, además, esta fuerza está asociada a una época de prosperidad y estabilidad política inusitadas. (Por esta razón, entre otras, no prosperó la iniciativa de los «pititas» más radicales de usar la acusación de fraude que pende sobre el mas para vetar su participación en las elecciones).Se trataba de un resultado contraintuitivo. Pese a todo lo ocurrido, el mas seguía estando en el centro de la escena política y las demás fuerzas se posicionaban respecto a él. Ni siquiera la derrota de alcances históricos que había sufrido en noviembre pasado lo había desplazado de este lugar «nuclear». Se trataba de un sorprendente ejemplo de resiliencia política, que sin duda expresaba, como hemos dicho, procesos de identificación clasista y, simultáneamente, racial.

La respuesta del mas después de su caída

El «evismo» (o admiración y lealtad –no siempre sanas– a Evo Morales), por un lado, y la posibilidad de obtener un triunfo electoral en las próximas elecciones, por el otro, son las dos fuerzas que han conservado la unidad del mas después del terrible remezón que significó para este partido su salida violenta del gobierno. Para quienes suponen que su caída se debió solo a la acción de una fuerza externa (la «conspiración del imperio para apropiarse del litio boliviano» o el «golpe policial y militar»), la unidad de los masistas puede parecer una premisa obvia, pero no es así porque, como hemos visto, el desmoronamiento del gobierno de Morales respondió a causas tanto internas como externas. Además, el mas nunca ha sido un partido ideológico, sino «sindicalista», y parte de su atractivo ha residido en su capacidad de posibilitar el ascenso social de los elementos más despiertos y ambiciosos de los sindicatos y las clases medias plebeyas. De modo que la expectativa de volver pronto al poder ha influido sobre su comportamiento unitario.

Morales también ha tenido una participación fundamental en ello, al constituirse en la referencia única de grupos que, sin él, probablemente buscarían competir entre sí para expresar a ese 33% o más del electorado que hoy se inclina a la izquierda. Este siempre ha sido el papel de Morales. Si el mas logró consumar uno de los más caros anhelos de los progresistas del siglo xx, la «unidad de la izquierda», no lo hizo sobre las bases previstas (hegemonía ideológica, frente defensivo, etc.), sino, a la boliviana, en torno de una figura tutelar17. Morales articula las tres alas principales de su partido, todas las cuales son «evistas». Logra que «se queden en el Instrumento Político» al mismo tiempo que evita el surgimiento de competidores peligrosos para su liderazgo carismático.

Las tres grandes facciones del mas, cada una de las cuales incluye a muchos grupos menores, son las siguientes:

a) El ala formada por las organizaciones obreras y campesinas del denominado «Pacto de Unidad». Esta está dirigida, por un lado, por David Choquehuanca, ex-canciller entre 2006 y 2018, actual candidato vicepresidencial y líder indígena altiplánico, y por el otro, por el joven Andrónico Rodríguez, dirigente efectivo de las federaciones sindicales cocaleras que siguen siendo presididas por Morales.

b) La formada por los numerosos grupúsculos de militantes que vienen de la izquierda tradicional; en esta ala predominan los dirigentes radicales y «nacional-estalinistas», aunque en ella también se ubica el más moderado candidato a la Presidencia, el ex-ministro de Economía y militante socialista Luis Arce.

c) La formada por los intelectuales neomarxistas, posmodernos, humanistas de izquierda y demócratas progresistas que se sumaron al mas en vísperas y después de su llegada al poder y que, dado su capital educativo, cumplieron un importante papel en la gestión gubernamental. Una parte minoritaria de estos elementos de clase media tiene vínculos con Choquehuanca, mientras que otra parte más amplia estuvo relacionada con García Linera (cuyo papel futuro es incierto).

El ala indígena y sindical leyó la salida de Morales del poder en una clave puramente racial. En parte, este sentimiento se ha volcado contra los propios militantes de clase media del mas, que han sido considerados oportunistas que se aprovecharon del «gobierno de los indios» para construir fama y fortuna. En el marco de esta crítica, resurgió la popularidad de Choquehuanca, quien había estado «en la congeladora» por un par de años, desde que Morales lo echara del Ministerio de Relaciones Exteriores por tomarse en serio la posibilidad que se le atribuía de sucederlo en la Presidencia, justo cuando el jefe de Estado buscaba el respaldo incondicional de su partido para su tercera reelección. De hecho, Choquehuanca cumplió un rol importante, como articulador de varias ong con base rural, al promover el salto del joven «hermano Evo» del sindicalismo campesino a la política nacional.

Cuando se fundó el mas, Choquehuanca era su principal operador en la zona aymara del país (el altiplano que abarca La Paz y Oruro), mientras que Morales, pese a su origen también aymara, dominaba los valles de Cochabamba, con predominio de población de origen quechua. Choquehuanca es un indianista cultural y, por tanto, moderado, pero tiende a acumular fuerza política de la oposición entre los indígenas y la clase media del mas. Dentro del gabinete, se enfrentó sordamente con García Linera. Con arreglo a su visión de tonalidades racistas sobre el balance de fuerzas dentro de su partido, acusó al entonces vicepresidente de ser culpable de todos los defectos del gobierno, inclusive de su propia salida del poder, en tanto que absolvió de ellos, por lo menos en público, a Morales.

Después de que perdieran la Cancillería, los choquehuanquistas fueron apartados del gobierno y Choquehuanca mismo fue enviado al «exilio dorado» en Venezuela como secretario ejecutivo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (alba). Luego del derrocamiento de Morales, el Pacto de Unidad los postuló a él y a Andrónico Rodríguez como candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia, respectivamente. El partido aprobó esta postulación, igual que la lista de candidatos decidida por el Pacto de Unidad, lo que mostró cuál de sus alas era la más fuerte. Sin embargo, Morales objetó la fórmula e impuso como candidato presidencial a una figura de clase media cercana a él, Luis Arce, y desplazó a Choquehuanca a la segunda posición. A diferencia de Choquehuanca, Arce no tiene base social propia, y en caso de triunfo dependería de Morales. De forma característica, el ex-canciller aceptó la decisión de Morales en público, pero fue reticente a ella en privado y la atribuyó a una intriga de García Linera. De cualquier forma, su acatamiento, haya sido hipócrita o no, impidió que se produjera un choque entre el Pacto de Unidad y el exilio en Buenos Aires que habría sido muy peligroso para el mas.

Sin embargo, las tensiones entre «trabajadores» y «profesionales», «fundadores» rurales e «invitados» urbanos, «nacionalistas» y «comunistas» siguen existiendo y seguramente se expresarán más abiertamente en el futuro, tanto si el mas gana como si pierde las elecciones. Una muestra muy elocuente de estas tensiones fue la denuncia del senador del mas Efraín Chambi en contra de

actores de extrema izquierda, comunista, como Raúl García Linera [hermano del ex-vicepresidente], que lamentablemente se ha estado dedicando en los últimos tiempos a incitar y utilizar a algunas personas en el país, lo que no representa al mas… Siempre en el mas ha habido extremistas de este tipo, comunistas. No todos, algunos del Partido Comunista son muy sabios, coherentes y responsables. Pero sabemos también que hay otros, como la persona que hice referencia, y lo denuncio sin miedo alguno, porque le hace mucho daño al Instrumento Político18.

Probando la flexibilidad y la porosidad del mas, Chambi no fue sancionado por relacionar en la prensa a uno de sus compañeros con la violencia callejera, en un contexto en el que la represión no era imaginaria.

Otra figura política surgida de las organizaciones sociales, la presidenta de la Asamblea Legislativa, Eva Copa, ha mantenido una línea de reivindicación racial y ha conducido a los parlamentarios masistas con cierta independencia respecto de Arce, por un lado, y del exilio, por el otro. No es forzado clasificarla entre los «choquehuanquistas». Poco después de la caída de noviembre, Copa llegó a ciertos acuerdos con el gobierno de Añez que no coordinó con sus compañeros en Bolivia y, en algunos casos, tampoco con los de Buenos Aires. También ha criticado públicamente a dirigentes de clase media, como la senadora Adriana Salvatierra, pese a que esta se hallaba en una difícil situación personal. Ninguna de estas conductas ha sido desautorizada por Morales. Este, como tantos otros caudillos, mantiene relaciones con todos los grupos e individuos a los que puede usar para concretar sus planes. La actitud de Evo –y, por otra parte, la falta de interés o de dedicación del gobierno para lograrla– ha impedido la deserción de la bancada del mas en la Asamblea Legislativa. Luego de que pasara el momento más álgido de la represión, en el que esta deserción parecía inminente, los parlamentarios recuperaron la iniciativa parlamentaria y comenzó lo que algunos observadores han visto como un contraataque del bloque nacional-popular19.

La tolerancia extrema e incluso el descuido ideológico del mas se deben a que este partido es profundamente electoralista. A la vez, estas características determinan que permanezca como tal: amorfo y pensando que la solución a todos sus problemas –o, mejor, que su único problema– reside en ganar los siguientes comicios. Como es lógico, esto le ha impedido debatir sistemáticamente las causas de su derrota política, aprender de sus errores, mejorar… Si Morales, muy a regañadientes, llegó a aceptar que se había equivocado al intentar reelegirse por tercera vez20, ahora, aprovechando la leve mejoría de su situación en Bolivia a causa de los problemas de gestión que enfrenta Añez, entre ellos los debidos a la crisis sanitaria, ha cambiado de idea. Acaba de decir, otra vez, que no erró al postularse una vez más21.

¿Puede el mas volver al poder? ¿Le convendría a mediano plazo?

¿Puede el mas volver al poder en septiembre? Técnicamente, sí. Le bastaría sacar más de 40% de los votos –lo que no es imposible, si pensamos que ya tiene entre 33% y 35%– y esperar que Mesa y Añez, corriendo por separado, no superaran excesivamente los sendos porcentajes de 20% con que cuentan ahora. El mayor obstáculo para esto residiría en que, en vísperas de las elecciones, el electorado «anti-mas» virase masivamente a favor de uno u otro de estos candidatos. Un viraje parecido ya ocurrió en las elecciones de octubre de 2019 y las encuestas lo hallan probable. En ese caso, se debería ir a un balotaje entre Arce y uno de estos retadores: Mesa o Añez. La polarización se intensificaría al máximo y probablemente ganaría, por poco, el candidato anti-mas, sea este cual fuere.

Ahora bien, si el mas llegase a ganar, ¿podría asumir el gobierno? En la historia boliviana existe un periodo con similitudes con el actual. Durante la segunda mitad de la década de 1940, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr), que había cogobernado con militares nacionalistas entre 1943 y 1946, enfrentaba igualmente el aborrecimiento y odio de los sectores altos de la población. Tanto que Mamerto Urriolagoitia, el presidente saliente, no aceptó el triunfo de Paz Estenssoro en las elecciones de 1951 y, con tal de que este no gobernase, prefirió entregar el poder a una junta militar. Esta maniobra pasó a la historia como el «mamertazo».

¿Hay campo para un nuevo «mamertazo» en la historia boliviana? Hoy, por supuesto, la situación internacional es muy distinta. No obstante, fuerzas muy poderosas podrían resistir con todos los recursos a su alcance el retorno del «cáncer de Bolivia» –como llamó al mas un columnista22–. Entre ellas, una parte del Ejército23.

Si el argumento de Urriolagoitia para desconocer el triunfo del mnr fue que no se le podía entregar el poder a los «comunistas», ahora varios podrían señalar que no debe pasar a las manos de los «narcoterroristas»; o que debe impedirse el ascenso de un partido que trató de engañar al país con un fraude electoral, y que debió haber sido inhabilitado antes de las elecciones… Morales ha advertido sobre la posibilidad de este desenlace. «Puede pasar… es el Plan b», declaró a France 2424.

La parte más democrática de las elites bolivianas, sin embargo, vería la reedición de un «mamertazo» como la repetición de un error. Hay que recordar que, apenas unos meses después de la acción de Urriolagoitia, estallaba la Revolución Nacional y Paz Estenssoro volvía de su exilio argentino en olor de multitudes.Una pregunta aún más interesante –aunque ingenua– es si volver de inmediato al poder le conviene al mas. Pensemos que, en tal caso, no tendría tiempo ni espacio para revisarse a sí mismo, reponerse de sus heridas, establecer una relación más sana con su «presidente Evo», en fin, no podría evitar cometer los mismos errores y sufrir los mismos quebrantos que antes. Por otra parte, también es cierto que, siendo en este momento un partido acorralado por los servicios de seguridad del Estado, quedarse fuera del gobierno podría terminar diezmándolo y dividiéndolo. No cabe duda de que una cosa como la «ventaja de perder» no está en la mente de Morales, Arce y los conductores del mas, y mucho menos en la de los masistas metidos en juicios, prisiones o exilios.

¿Qué harían Arce y Choquehuanca si llegasen a gobernar? ¿Qué tendrían que enfrentar en el periodo 2020-2025? Algunos pronósticos: enfrentarían la resistencia –por lo menos inicial– de los organismos de seguridad del Estado; la implacable campaña en su contra de las elites económicas, sociales, universitarias y mediáticas; la movilización constante de ciertos sectores de clase media que no querrían retirarse a sus cuarteles de invierno luego de haber disfrutado de las mieles del poder; un Parlamento dividido; un mas agitado y erosionado por la batalla entre «revanchistas» y «conciliadores»; y, encima de todo, los coletazos de la pandemia y una de las peores crisis económicas de la historia del país.

En ese contexto, no cabe duda de que Arce tendría suerte si lograse detener el proceso de restauración que sus enemigos han comenzado y administrase el Estado desde la perspectiva de los de abajo. Asignarle cualquier otro objetivo resultaría poco realista… Y si fracasase en esto, probablemente comprometería aún más las posibilidades de montar un proyecto izquierdista de grandes alcances en el futuro.En todo caso, como testifican los anales y las epopeyas, los generales nunca han hecho caso de los agoreros cuando ya se habían decidido a partir a la batalla.

  • 1.Robert Brockmann: «El enemigo público No 1» en Brújula Digital, 18/6/2020.
  • 2.«Mesa: mi responsabilidad es ganarle al MAS en elecciones para evitar que siga gobernando el país»
    en ANF, 24/6/2020.
  • 3.«Samuel acusa a ‘Camacho, Mesa y el MAS’ de conformar un bloque contra el Gobierno» en Correo del Sur, 26/5/2020.
  • 4.Erika Segales: «Camacho, Mesa y Tuto pasan a la ‘ofensiva’ contra Añez» en Página Siete, 26/5/2020.
  • 5.Marcelo Tedesqui: «Mesa comparte foro con el presidente de Argentina, Alberto Fernández, que dio refugio a Evo» en El Deber, 20/6/2020.
  • 6.Por ejemplo, no se les permite comer en los mismos «casinos» donde lo hacen los oficiales. Ver Fernando Molina: «Patria o muerte. Venceremos. El orden castrense de Evo Morales» en Nueva Sociedad No 278, 11-12/2018, disponible en <www.nuso.org>.
  • 7.Esto es, un antiimperialismo estereotipado, proclive a fantásticas teorías de la conspiración, poco apegado a la democracia y con tendencia a organizar purgas internas.
  • 8.R. Zavaleta: Obras completas I, Plural, La Paz, p. 112.
  • 9.Katiuska Vásquez: «El 70% cree que Evo se fue por revuelta y 62%, que hay fraude» en Los Tiempos,
    23/12/2019.
  • 10.P. Stefanoni: «Las lecciones que nos deja Bolivia» en Nueva Sociedad, edición digital, 3/2020, disponible en <www.nuso.org>.
  • 11.P. Stefanoni: «Bolivia: anatomía de un derrocamiento» en El País, 21/1/2020.
  • 12.En alusión a las pitas o cuerdas delgadas utilizadas para bloquear las calles para eludir la necesidad de movilizar a muchos manifestantes, una costumbre de las clases medias bolivianas que fue ridiculizada por Morales en uno de sus últimos discursos como presidente del país.
  • 13.Por ejemplo, v. Luis Tapia: «Crisis política en Bolivia: la coyuntura de disolución de la dominación masista. Fraude y resistencia democrática» en CIDES-UMSA, 19/11/2019.
  • 14.F. Molina: «Hegemonía instantánea: la prensa en la crisis boliviana» en Contrahegemonía.web, 3/12/2019
  • 15.Paula Lazarte: «Ciesmori perfila al candidato del MAS como ganador en encuesta» en Página Siete, 2/1/2020.
  • 16.«Arce aumenta ventaja y Mesa afianza el segundo lugar, según encuesta de Ciesmori» en Página Siete, 15/3/2020.
  • 17.Fernando Mayorga: Mandato y contingencia. Estilo de gobierno de Evo Morales, Fundación Friedrich Ebert, La Paz, 2019.
  • 18.M. Tedesqui: «Desde el mas apuntan a Raúl García Linera por violencia del jueves y Murillo les dice ‘dos caras’» en El Deber, 6/5/2020.
  • 19.F. Mayorga: «‘Elecciones ya’: ¿el mas recupera la iniciativa?» en Nueva Sociedad, edición digital, 6/2020, <www.nuso.org>.
  • 20.«Evo Morales: ‘Fue un error volver a presentarme’» en DW, 17/1/2020.
  • 21.Boris Miranda: «Evo Morales en entrevista con bbc Mundo: ‘Nosotros vamos a recuperar el gobierno’» en BBC Mundo, 24/6/2020.
  • 22.Francesco Zaratti: «El cáncer de Bolivia» en Página Siete, 16/11/2019.
  • 23.Ver Isabel Mercado: «El plan del mas es ‘sacar esta ley, maniatarnos y crear milicias’», entrevista al ministro de Defensa Fernando López en Página Siete, 29/6/2020.
  • 24.Natalio Cosoy: «Evo Morales cree que puede haber un ‘golpe’ si el mas gana las elecciones en Bolivia» en France 24, 17/3/2020.

Fuente e imagen: https://nuso.org./articulo/donde-conducira-la-crisis-boliviana/

Comparte este contenido:

México: La batalla secular contra la discriminación y el racismo

En plena pandemia los pueblos indígenas luchan con otro enemigo que está arrebatando la vida de sus hijos e hijas, tanto en sus comunidades como en los diferentes condados de Nueva York. Además de las muertes maternas, de los niños y niñas indígenas que mueren por desnutrición, los feminicidios, la violencia delincuencial que ha cobrado muchas vidas de jóvenes que se vieron obligados a incorporarse a las filas del sicariato, en el primer semestre del 2020 se ha elevado el número de muertes de jóvenes y adultos mayores de los pueblos indígenas que han muerto por covid. El desmantelamiento de los centros hospitalarios, la carencia de personal médico, de equipamiento y medicinas son indicadores funestos de la discriminación y el racismo, que cotidianamente enfrentan las madres y padres de familia cuando llegan a los hospitales o clínicas de salud.

La falta de pruebas PCR invisibiliza los contagios, pero sobre todo desdeñan las muertes que ocurren en las comunidades indígenas. Son atisbos del etnocidio que se sigue reproduciendo por parte del estado ante el abandono secular y el despojo sistemático de sus riquezas naturales y del presupuesto público, por parte de una clase política voraz, que se ensaña contra la población más vulnerable. El escenario es cruento en las regiones indígenas porque el desmantelamiento de la vida comunitaria está tocando fondo, sobre todo porque se ha ido resquebrajando la red de solidaridad que han sabido tejer en las últimas décadas para contar con ingresos seguros que provienen de las remesas. El gran número de muertes de jóvenes indígenas en Nueva York, nos muestra el rostro del racismo que padecen en Estados Unidos, por el simple hecho, de asumir una identidad cimentada en sus raíces culturales y por pertenecer a la población estigmatizada por el presidente Trump, que los sataniza por el hecho de ser personas indocumentadas.

En nuestro país la brecha social y económica tiene visos de una brecha que institucionaliza la discriminación y el racismo, porque la clase política y el empresariado mexicano siempre se han erigido como los herederos de la revolución y los elegidos y ungidos para gobernar un país pluricultural. Sigue imperando una forma vertical de ejercer el poder con una visión etnocéntrica que tiene como paradigma el individualismo, la privatización de los bienes públicos y el modelo extractivista para garantizar la acumulación capitalista. Las consecuencias de este sistema depredador se han traducido en miseria, muerte y sometimiento a una población indígena insumisa, que ha sido protagonista de las grandes transformaciones del país, pero que al final de las gestas históricas, siempre han sido relegados tratándolos como súbditos o seres sin derechos.

En Guerrero la lucha por el reconocimiento de los pueblos indígenas y afromexicanos nos remite a momentos claves de nuestra historia. La lucha independentista y la gesta revolucionara no se entiende sin la participación de estas poblaciones y de sus dirigentes. A pesar de que, en el estado, el mismo congreso celebra con bombo y platillo el legado histórico que nos dejó José María Morelos y Pavón, en los Sentimientos de la Nación, que es como la carta de los derechos humanos en América, los diputados y diputadas de esta legislatura, se han negado atender la demanda legitima de los pueblos de Guerrero, para impulsar una reforma que reconozca plenamente sus derechos como pueblos indígenas y afromexicanos.

En esta lucha varias organizaciones sociales y autoridades comunitarias buscamos el acercamiento con diputados de la actual legislatura del estado, con el fin de emprender un proceso de dialogo que iniciamos en los meses de mayo y junio de 2019. Celebramos 4 sesiones de parlamento abierto, donde se invitamos a varios expertos y expertas en los temas e hicimos mesas de trabajo para discutir las problemáticas y propuestas en la materia.

Posteriormente se organizaron 10 foros de consulta previa, libre e informada y culturalmente adecuada en diversas regiones y municipios del Estado de Guerrero, siendo un ejercicio inédito, por la participación de diferentes actores sociales y políticos, pero sobre todo de las comunidades indígenas y afromexicanas. El primer foro fue en la comunidad del Paraíso, municipio de Ayutla; el segundo, se realizó en la cabecera municipal de Metlatónoc; el tercero, en Tlapa de Comonfort; el cuarto en la comunidad de Paraje Montero; el quinto, en San Luis Acatlán; el sexto, en Marquelia; el séptimo, el Tlacoachistlahuca; el octavo, en la comunidad de las Juntas-Caxitepec municipio de Acatepec; el noveno, Xalitla municipio de Tepecoacuilco de Trujano y el décimo en el Puerto de Acapulco.

Los foros de consulta cumplieron con los requisitos de ser previos puesto que se realizaron anteriormente a la elaboración y presentación de la iniciativa de reforma, libres e informados pues a la gente no se le condicionó ni se le obligó a ir, sino que por su propia voluntad acudieron a manifestar sus voces de reclamo y propuestas sobre sus derechos; de buena fe, porque no hubo otra intención más que la del reconocimiento pleno de los derechos; y culturalmente adecuados porque se dieron en el marco de sus asambleas estando presentes sus autoridades. Se contó con intérpretes y las decisiones las tomaron de acuerdo a sus sistemas internos.

Después de todo este proceso de consulta en el mes de octubre 2019 por parte de la Comisión de Asuntos Indígenas y Afromexicanos del Congreso se nombró un Comité Técnico Comunitario, el cual se encuentra integrado por autoridades indígenas y afromexicanas, así como expertos en el tema. Una vez que tomaron protesta dicho Comité comenzó a trabajar y redactó la iniciativa de reforma constitucional tomando en cuenta todas las participaciones y propuestas que se dieron en los foros de consulta.

En diciembre de 2019 el presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas y Afromexicanos presentó la iniciativa de reforma constitucional que redactó el Comité Técnico Comunitario, la cual fue respaldada por otros 19 diputados y diputadas, siendo turnada a la Comisión de Estudios Constitucionales y Jurídicos. Sin embargo, hasta el 1 de junio de 2020, luego de que diversas autoridades comunitarias e integrantes del Comité Técnico Comunitario, realizaran una manifestación en el Congreso del Estado, para pedir la dictaminación y aprobación de dicha reforma, fueron recibidos por los integrantes de la Junta de Coordinación Política del Congreso (JUCOPO), tomando como acuerdo central, discutir esta propuesta para el 24 de junio del 2020.

Se sostuvieron dos reuniones virtuales entre los integrantes del Comité Técnico Comunitario y la JUCOPO, y a pesar de que los diputados y diputadas han expresado su disposición y la voluntad política de legislar en la materia de los derechos indígenas y afromexicanos, no hay avances a más de 8 meses y ni si quiera un dictamen por parte de la Comisión de Estudios Constitucionales y Jurídicos.

Recientemente, el 3 de agosto el Comité Técnico Comunitario dio una conferencia de prensa en la que exhortó a los diputados integrantes de la JUCOPO, para que se instalará el 9 de agosto de 2020 una mesa de trabajo para debatir los temas. Contrario a lo esperado emitieron un comunicado argumentando que los anexos de los foros de consulta no habían sido entregados y en consecuencia, no podían determinar que dicha iniciativa había sido sometida a consulta a los pueblos indígenas y afromexicanos.

Conviene traer a colación las palabras del EZLN hechas en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona cuando de igual manera el gobierno en turno y los partidos políticos traicionaron los Acuerdos de Sn Andres Larrainzar: Y entonces en esos acuerdos los malos gobiernos dijeron que sí van a reconocer los derechos de los pueblos indios de México y van a respetar su cultura, y todo lo van a hacer ley en la Constitución. Pero, ya luego que firmaron, los malos gobiernos se hicieron como que se les olvida y pasan muchos años y nada que se cumplen esos acuerdos”.

“Pero resulta que no, que los políticos que son del partido PRI, el partido PAN y el partido PRD se pusieron de acuerdo entre ellos y nomás no reconocieron los derechos y la cultura indígenas. Eso fue en abril del 2001 y ahí los políticos demostraron claro que no tienen nada de decencia y son unos sinvergüenzas que sólo piensan en ganar sus buenos dineros como malos gobernantes que son. Esto hay que recordarlo porque ya van a ver ustedes que ahora van a decir que sí van a reconocer los derechos indígenas, pero es una mentira que echan para que votemos por ellos, pero ya tuvieron su oportunidad y no cumplieron”

Estos Acuerdos tienen más de 20 años y no han sido cumplidos. No es posible que a pesar de todo este tiempo que ha pasado los legisladores se sientan con el derecho de decidir quién debe tener derechos y quién no. Ojalá que la reforma en el estado de Guerrero se logré plasmar conforme al interés supremo de los sujetos principales que son los pueblos indígenas y afromexicanos. Que esta reforma sea una respuesta efectiva para avanzar sus demandas históricas. Ya es tiempo de que los pueblos sean reconocidos como sujetos de derechos públicos y que formen parte de las transformaciones sociales que se requieren en nuestro estado, para que haya justicia, equidad, pluralidad política, autónoma, respeto a los sistemas normativos y una verdadera representación política en todos los órganos de gobierno.

Fuente e imagen: Tlachinollan

Comparte este contenido:
Page 13 of 49
1 11 12 13 14 15 49