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EEUU: Protestas pacíficas piden reformas profundas en Estados Unidos

América del Norte/ EEUU/ 09.06.2020/ Fuente: www.metro.pr.

 

Las demandas de profundas reformas policiales ganaron impulso el domingo después de que las autoridades de la ciudad donde murió George Floyd a manos de un policía iniciaran el proceso para desmantelar todo el departamento de policía.

La muerte de Floyd desencadenó protestas en todo el país exigiendo que se afronte el racismo institucional. En ocasiones, las marchas derivaron en choques con la policía, pero muchos agentes adoptaron una actitud menos agresiva durante el fin de semana, cuando la gran mayoría de las manifestaciones fueron pacíficas.

Dos semanas después de la muerte de Floyd, un empleado de seguridad que se había quedado sin trabajo, después de que un policía blanco de Minneapolis le apretara el cuello con la rodilla durante varios minutos, la mayoría del Consejo Municipal de Minneapolis votó a favor de desmantelar la agencia de 800 miembros.

“Está claro que nuestro sistema de policía no está manteniendo a salvo a nuestras comunidades”, dijo el domingo la presidenta del consejo, Lisa Bender. “Nuestros esfuerzos de reformas progresivas han fracasado, punto”.

No es la primera vez que una ciudad estadounidense busca la forma de gestionar un departamento de policía acusado de ser demasiado agresivo o de ejercer prácticas discriminatorias. En Ferguson, Misuri, donde un policía blanco mató a tiros en 2014 a Michael Brown, un joven negro de 18 años, el entonces secretario de Justicia, Eric Holder, dijo que las autoridades federales consideraron desmantelar todo el cuerpo de policía local. La ciudad terminó llegando a un acuerdo menos drástico, pero que requería amplias reformas.

El estado de Minnesota ha iniciado una investigación de derechos civiles sobre el Departamento de Policía de Minneapolis. Los primeros cambios concretos llegaron cuando la ciudad acordó prohibir las presas de estrangulamiento.

Nueve de los 12 miembros del Consejo Local de Minneapolis prometieron el domingo poner fin a la policía tal y como es ahora en la ciudad. El alcalde, Jacob Frey, dijo no apoyar la “abolición completa” del departamento.

En respuesta a la muerte de Floyd, manifestantes en todo el país reclamaban reformas policiales y que se afrontara el racismo institucional. Los coros en favor de retirar el financiamiento a la policía se han convertido en lemas para muchos. La agresiva respuesta policial a las marchas en muchos lugares ha subrayado lo que mantenían muchas voces críticas: la policía está militarizada y emplea una fuerza excesiva con demasiada frecuencia.

Algunas ciudades impusieron toques de queda después de que varias marchas la semana pasada se vieran empañadas por incendios provocados, agresiones y saqueos de negocios. Más de 10.000 personas fueron detenidas en todo el país desde el inicio de las protestas, según registros monitoreados por The Associated Press. Han circulado videos de agentes con equipo antimotines empleando gas lacrimógeno o fuerza física incluso contra manifestantes pacíficos.

Pero las marchas de los últimos días en Estados Unidos han sido pacíficas en su gran mayoría, y durante el fin de semana, varios cuerpos policiales parecieron evitar estrategias agresivas.

También se levantaron toques de queda en ciudades como Chicago y Nueva York, donde el gobernador instó a los manifestantes a hacerse pruebas del nuevo coronavirus y tener precaución hasta tener los resultados. Líderes de todo el país han expresado su preocupación porque las concentraciones pudieran provocar un aumento de los contagios.

Por primera vez dese que comenzaron las protestas en Nueva York hace más de una semana, la mayoría de los agentes desplegados el domingo ante las marchas no llevaban cascos antimotines. La policía movió las barricadas ante el hotel de Trump en Columbus Circle para que los manifestantes pudieran pasar por la zona.

En algunos puntos de la ciudad se veía a los agentes fumando, tomando pizza o comiendo helados con tranquilidad. Algunos agentes estrecharon manos y se tomaron fotos con motociclistas en una marcha.

En Compton, California, miles de manifestantes, algunos de ellos a caballo, marcharon de forma pacífica por la ciudad al sur de Los Ángeles. La única presencia policial era una docena de agentes del condado, que observaban sin confrontar a los asistentes.

En Washington D.C. se vio a miembros de la Guardia Nacional llegados de Carolina del Sur saliendo de su hotel el domingo, poco antes de que el presidente, Donald Trump, tuiteara que había dado orden de retirarlos de la capital.

Las cosas no fueron pacíficas en Seattle, donde el alcalde y el jefe de policía habían dicho que intentaban reducir la tensión. La policía utilizó granadas de flash y aerosol de pimienta para dispersar a la gente después de que se lanzaran piedras, botellas y explosivos a los agentes el sábado por la noche. El domingo por la noche, un hombre dirigió un auto contra los manifestantes, chocó con una barricada y después salió del vehículo mostrando una pistola, según las autoridades. Un hombre de 27 años fue baleado y trasladado al hospital en condición estable, según el cuerpo de bomberos de Seattle.

Dos crisis paralelas -la pandemia del coronavirus y las protestas- han sido especialmente duras para la población negra estadounidenses, que se ha visto afectada de forma desproporcionada por el virus y expuesta a profundas divisiones políticas durante este año de elecciones presidenciales.

El liderazgo de Trump en ambas situaciones ha sido cuestionado por demócratas y unos pocos republicanos, que consideraron su gestión del COVID-19 como tardía e insuficiente, y su reacción a las protestas como dura e insensible.

El senador federal Mitt Romney de Utah marchó el domingo en una protesta en Washington contra el maltrato policial a las minorías, lo que le convierte en el primer senador republicano conocido que lo hace.

El cuerpo de Floyd llegó el domingo a Texas para un tercer y último servicio fúnebre, según el jefe de policía de Houston, Art Acevedo. Estaba previsto celebrar una capilla ardiente el lunes en Houston, seguida de un servicio religioso y un entierro el martes en el suburbio de Pearland.

Fuente de la noticia: https://www.metro.pr/pr/noticias/2020/06/08/protestas-pacificas-piden-reformas-profundas-estados-unidos.html

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15 grandes libros sobre racismo en EEUU escritos por quienes más saben

Mundo/Autor(a) y Fuente: www.eldiario.es

La última campaña por el asesinato de George Floyd consistió en subir un cuadrado negro a las redes sociales como símbolo de escucha y solidaridad con la comunidad negra. Era solo un día, pero este acto de prestar oídos a los que sufren el racismo en primera persona y se han alzado contra él en la mayor crisis de las últimas décadas no debería concluir a las veinticuatro horas. Por eso, una buena forma de ayudar y de seguir escuchando es a través de los libros.

Hay grandes obras que sirven de cabecera en las protestas de Estados Unidos y que, en cambio, aquí no encontraron su hueco en el mercado editorial. Pero hay muchos otros que sí y que conviene rescatar ahora para entender el alcance del racismo que se salda con vidas en Norteamérica desde mucho antes de la agresión contra Floyd. Seleccionar lecturas sobre la estructura racista de un país y aplicarlas a otros es lo que hacen, precisamente, proyectos como Los libros que nos unen.

Apadrinado por el periodista y activista Moha Gerehou, cada semana analizan un título atravesado por la causa racial en sus redes sociales y una vez al mes (cuando volvamos) de forma presencial en la librería Traficantes de sueños de Madrid.

Una gran parte del movimiento Black Lives Matter se centra en la enseñanza porque «si hay algo que puede acabar en el futuro con el racismo, además de la lucha política, es la educación». Y estos 15 títulos escritos por mujeres y hombres negros son toda una muestra de conocimiento, comprensión y orientación para empezar con el cambio.

color

El color de la justicia, de Michelle Alexander (Capitán Swing)

Es conocido como la biblia del Black Lives Matter. Un porcentaje desproporcionado de la población carcelaria de Estados Unidos está compuesto por afroamericanos y, en este libro, la periodista Michelle Alexander detalla la combinación de diferentes factores legales que hacen que los hombres negros tengan más probabilidades de ser blanco de la policía y de recibir largas condenas de prisión.

En inglés se titula The New Jim Crow en referencia a las leyes de segregación racial del sur de EEUU.


Americanah

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie (Literatura Random House)

Ifemelu, como su autora, es una chica nigeriana de clase alta que llega a Nueva York para estudiar y buscar nuevas oportunidades. Una expectativa que se desvanece en cuanto pone un pie al otro lado del charco y empieza a sufrir el escarnio por su color de piel.

El relato ficticio se funde con el de Chimamanda, ya que muchas de las cosas que cuenta las sufrió en primera persona cuando llegó a Filadelfia con una beca para la universidad. Ahora, su relato se ha convertido en un referente para muchas jóvenes afroamericanas.


Angela Davis

La libertad es una batalla constante, de Angela Davis (Capitán Swing)

Una de las características que define y une a los grandes pensadores de la Historia es la capacidad de ir por delante de la sociedad y de dar antes con las conclusiones que el resto tardaremos años en obtener. Y, en ese grupo selecto, Angela Davis ocupa una posición de oro.

Ya fue pionera en el libro Género, raza y clase donde sentó las bases teóricas de la interseccionalidad que hoy está en boca de todos. Por su parte, La libertad es una batalla constante profundiza en la necesidad de instaurar un activismo que plante cara a todas las injusticias sociales: del feminismo al antirracismo, pasando por la lucha contra el cambio climático o la liberación de Palestina. Desafía a construir el Movimiento de la liberación humana y nos recuerda que esa es «una batalla constante».


destello

Un destello de libertad, de Keeanga-Yamahtta Taylor (Traficantes de sueños)

El trabajo de Taylor es seguramente uno de los mejores análisis políticos sobre las relaciones entre el viejo y el nuevo movimiento negro. De la corriente por los Derechos Civiles y los Black Panthers al contraataque económico e ideológico de Nixon y Reagan y los límites de la integración de políticos afroamericanos en las instituciones, con Obama como mejor exponente.

Destaca la novedad de la reciente oleada de protestas, en una increíble anticipación de estas últimas, y también los múltiples problemas a los que se enfrentan.


Ilustración que aparece en la cubierta del libro

Un día más en la muerte de EEUU, de Gary Younge (Libros del K.O)

El 23 de noviembre de 2013 murieron diez adolescentes por arma de fuego en Estados Unidos. El más pequeño tenía nueve años; el mayor, diecinueve. Esta cifra, que en muchos otros países habría parecido desorbitada, pasó sin apenas atención entre las noticias de la prensa estadounidense.

El periodista Gary Younge, entonces corresponsal de The Guardian en el país norteamericano, se propuso rescatar del olvido los nombres y las historias de aquellos diez muchachos. Aquí se puede leer un fragmento en exclusiva del ensayo.


mundo y yo

Entre el mundo y yo, de Ta-Nehisi Coates (Seix Barrall)

«Te escribo en tu decimoquinto cumpleaños», escribe Coates a su hijo. «El año en el que te enteraste de que Eric Garner fue ahogado por vender cigarrillos; de que Renisha McBride fue disparada por buscar ayuda; y de que a John Crawford le dispararon por merodear en una tienda. Has visto a hombres vestidos de uniforme y asesinando a Tamir Rice, un niño de 12 años a quien juraron proteger. Y has visto a hombres con el mismo uniforme golpear a Marlene Pinnock, la abuela de alguien, a un lado de la carretera». Un análisis desgarrador de la posición céntrica que ocupa el racismo en la vida de este periodista, su hijo y todos los que les rodean.


Gueto

Gueto, de Mitchell Duneier (Capitán Swing)

Para el sociólogo Duneier, el concepto de gueto fue una invención de los estados represores que querían segregar a una parte de su población y más tarde esos lugares se convirtieron en un símbolo político en sí mismo para quienes viven en ellos.

Mediante un pormenorizado análisis de los trabajos intelectuales de distintas épocas, infiere que el alambre de espino de los nazis no era más eficaz que los contratos restrictivos de los negros de EEUU, con los que creció la discriminación laboral, empeoraron las condiciones higiénicas, sanitarias y educacionales y la delincuencia juvenil se convirtió en una lacra. Un ensayo fundamental para entender una realidad que colea en el presente.


matrimonio

Un matrimonio americano, de Tayari Jones (Alianza editorial)

Además de ser elegido por Obama en su clásica lista de lecturas de verano, esta novela es «una representación conmovedora de los efectos de una condena injusta por violación en una joven pareja afroamericana».

Los protagonistas, Roy y Celestial, son un joven ejecutivo y una artista en ciernes con una brillante carrera profesional por delante. La suya es una historia de amor, pérdida, lealtad y capacidad de recuperación de los seres humanos, pintada sobre un lienzo político que ilumina la Norteamérica de hoy.


Malcolm

Biografía de Malcolm X, de Alex Haley (Capitán Swing)

Escrita por Alex Haley, autor del vademécum de la lucha racial, Raíces, y ganador del Pulitzer, esta biografía es fruto de más de 50 entrevistas en las que se recoge la historia del dirigente negro que, junto a Martín Luther King, ha marcado la lucha por los derechos de los descendientes de esclavos.

Malcolm X ahonda sobre las mentiras y limitaciones del sueño americano y sobre el racismo de una sociedad que niega a sus ciudadanos no blancos la oportunidad de soñar.


Ojos azules

Ojos azules, de Toni Morrison (Debolsillo)

Morrison estrenó pluma a los 40 años. Suena tarde para la mayoría, pero en su caso fue la clave para esbozar unas primeras líneas que dejan sin aliento a casi todo el que las lee. «Silencioso como si estuviera oculto, no había caléndulas en el otoño de 1941. En aquél momento pensamos que las caléndulas no crecían porque Pecola iba a tener el hijo de su padre».

Así comienza Ojos azules, sobre una niña negra, solitaria y poco querida que sueña con tener unos ojos como los de Shirley Temple. La autora neoyorquina se atrevió a irrumpir con tal dureza debido a su trayectoria como editora en el gigante Random House. Allí descubrió un punto ciego y racista en el mercado norteamericano, le puso luz y lo empequeñeció. Una labor impresionante que comenzó con esta obra.


The Underground Railroad

El ferrocarril subterráneo, de Colson Whitehead (Literatura Random House)

Whitehead leyó muchos testimonios de esclavos de plantaciones para dar forma a su Ferrocarril subterráneo pero lo que le destrozó de verdad fue la película 12 años de esclavitud. La protagonista en su caso, Cora, es una chica de quince años que escapa de los trabajos forzados a través de una red subterránea de trenes y vías.

El jurado del Pulitzer, que ganó en 2017, comparó esta obra con Cien años de soledad y con El diario de Anna Frank por la crudeza de las palabras de esta adolescente.


odio

El odio que das, de Angie Thomas (Gran Travesía)

Starr es una chica de dieciséis años de edad que vive entre dos mundos: el barrio pobre de gente negra donde nació, y su instituto situado en un elegante barrio residencial blanco. El difícil equilibrio entre ambos se hace añicos cuando se convierte en testigo del asesinato a tiros de su mejor amigo, Khalil, a manos de un policía.

El libro de Thomas, que después se convirtió en película, causó un gran revuelo en Estados Unidos, donde trece editoriales se disputaron sus derechos por reflejar fielmente el espíritu del Black Lives Matter.


KKKLAN

Infiltrado en el KKKlan, de Ron Stallworth (Capitán Swing)

Pocos conocen que la aplaudida película de Spike Lee narra la historia real de Ron Stallworth, un agente negro que en los años 70 consiguió infiltrarse en el Ku Klux Klan (KKK), el grupo de supremacistas blancos más importante de Estados Unidos. Para ello, contó con la ayuda de un policía blanco que asistía a las reuniones, hacía amigos y grababa las conversaciones, por lo que consiguió algunos de los detalles más escabrosos de la organización. Durante la investigación, Ron también saboteó quemas de cruces y desenmascaró a los supremacistas blancos del Ejército.


pajaro

Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou (Libros del Asteroide)

Angelou fue una de las primeras mujeres afroamericanas que usó su literatura como arma contra el racismo, y esta es su primera autobiografía. Aunque narra episodios dolorosos, lo hace desde la inocencia y la alegría de una voz infantil, sobre todo en el periodo en el que vivió con su abuela en un pequeño pueblo de Arkansas. Lo que vio y aprendió allí, el sentimiento de comunidad, le permitió sobrevivir a las agresiones raciales y sexuales que sufrió por parte de hombres blancos en California. Al final, las letras y Shakespeare fueron su salvación.


blues

El blues de Beale Street, de James Baldwing (Literatura Random House)

La mejor obra de Baldwin para analizar el racismo en EEUU es The Fire Next Time, su apasionada súplica para «poner fin a la pesadilla racial» en Estados Unidos que fue un éxito de ventas, que no ha llegado a nuestro país. Pero, teniendo en cuenta que es una pluma referente del movimiento, esta tampoco se queda atrás: una dolorosa historia de amor e injusticia racial en el Nueva York de los setenta que el año pasado inspiró una película de Barry Jenkins, director de Moonlight.

Fuente e Imagen: https://www.eldiario.es/cultura/libros/Libros-racismo-Estados-Unidos_0_1034146986.html

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Afrodescendiente en Chile: “La gente se acerca y toca nuestra piel y nuestro pelo como si fuéramos una mascota”

Redacción: La Tercera

A pesar de la invisibilización histórica que sufre la cultura africana en Chile, se sabe por estudios que un 3,8% de nuestro genoma proviene de ese continente. Mujeres afrochilenas e inmigrantes se han agrupado para dar visibilidad a la lucha negra y a sus vivencias, tras años de estigmatización y discriminación. Este es el testimonio de Ofelia Hayde Munizaga de Castro (26), música y activista nacida en Angola, sobre lo que significa estar fuera de la norma blanca.

Mi papá y mi mamá se conocieron en Angola, África. Él era militante socialista y antes del 73 se fue de Chile por estudios. Estuvo 18 años en el continente, ocho de esos en Angola, y siempre dice que es el lugar donde se ha sentido más libre. Yo nací en Luanda, la capital, y pasé mis primeros cuatro años de vida allá. A pesar de haber sido pequeña recuerdo olores, texturas, sabores. A mi papá lo veía un par de veces al mes porque trabajaba lejos de donde vivíamos y nos juntábamos con él en una bahía cercana. Era un momento breve, pero importante. También recuerdo que no comíamos en la mesa, sino en una esterilla, y siempre con las manos, que es costumbre allá. La siesta se dormía también en una esterilla y andaba con los pies descalzos.

La gente en Angola no tiene prejuicios, todos tienen una mentalidad muy abierta y son muy libres, alegres. Cuando toca una banda no hay nadie quieto, porque es inevitable bailar: sienten la música por dentro, la sienten de verdad. Aun así, es un país que ha sufrido mucho con las guerrillas y en esa época había minas antipersonales en todas partes. Por eso a mis padres les pareció peligroso que creciera ahí. Además, no había certezas de si iba a poder acceder a una educación adecuada. Por lo que mi papá decidió traerme a Chile. Como los pasajes eran muy caros –tuvo que pedir plata prestada a sus amigos–, nos vinimos los dos en el año 2000. Fue muy duro. Recuerdo que era mayo y yo no entendía por qué la gente usaba tanta ropa, porque en Angola prácticamente no existe el frío. Por otro lado, dejar a mi madre fue complejo. Nos llamábamos, nos mandábamos cartas y al año siguiente nos visitó durante un mes, pero ella sabía que este no era su lugar. Esta era una cultura muy distinta para ella, muy preocupada del qué dirán. Además, en ese momento prácticamente no había gente negra en Chile. Yo ahora tengo una hija y no sé si sería capaz de dejarla ir. Pero entiendo que ella, a pesar de su infancia y su vida difícil, trató de darme todo el amor que pudo.

Vi a mi mamá por última vez en 2006, cuando fui a visitarla, y al año siguiente falleció. Mi mamá simbolizaba mis raíces y me pesaba que la gente me preguntara por ella, por mi familia, si mi papá era realmente mi papá porque era blanco. Ser la única con mi color me costó mucho durante la infancia y la adolescencia, porque el único referente de mi cultura era mi madre. Yo tenía mis costumbres, mi forma de ser y tuve que encajarlas para que no me miraran mal. En segundo básico comenzaron los acosos. Mis compañeros me empujaban, me escupían, me tiraban el pelo, me lanzaban cosas y no me dejaban tranquila hasta que yo comenzaba a llorar. Una vez me metieron los dedos en un enchufe descompuesto y me electrocuté. Cuando fui a acusarlos con el inspector, le causó gracia. Dejé de querer ir al colegio porque hasta los profesores se burlaban de mí: me decían indirectamente que yo era más tonta por ser negra. Me gritaban cosas en la calle y algunos adultos, afuera o dentro del colegio, se limpiaban la mano luego de saludarme, situación que hasta hace poco me pasó. Mi pelo siempre lo llevaba amarrado por miedo a que me molestaran, porque es muy llamativo. No entiendo ese afán de alguna gente en el metro y en la calle de acercarse y tocar nuestra piel y pelo, como si fuéramos una mascota. Es muy invasivo y a casi todas las mujeres negras nos ha pasado.

La gente pensaba que lo que me hacían no era racista y me daba mucha impotencia. Por eso durante la adolescente me puse más violenta y reactiva. No me sentía escuchada. Mi papá siempre me apoyó, me ayudó a entender que nadie tenía el derecho de poner el pie encima a otra persona y que había que poner límites. Desde muy chica tuve que ser consciente del egoísmo de las personas y de su incapacidad de ponerse en el lugar del otro. Por suerte tuve amigas, pocas pero buenas, que me acompañaron y me defendieron en todo momento.

Siempre fui buena para las artes, sobre todo en música, y era la mejor en educación física, así que a los 15 le pedí a mi papá que me cambiara a un liceo con enfoque artístico y experimental, el mismo al que asistían mis primas. Ahí por primera vez me sentí libre: no había prejuicios, nadie me pedía que me alisara el pelo y mi raza no era tema. Nunca voy a olvidar el día en que comencé a mostrar el pelo. “Ahora vas a tener que andar con el pelo así, te queda muy lindo”, me dijo mi mejor amiga cuando me soltó el colet. De a poco comencé a atreverme, aunque en la calle me lo tomaba. Eso ya no es tema: ahora ando siempre con mi corona a la vista.

Luego del colegio, hice estudios de música y comencé a conectar con los ritmos africanos. Tocaba en una banda y fue así que desde Colectiva Negrocéntricas me contactaron para un evento de concientización sobre la cultura negra. Me gustó el colectivo y me quedé. Ahí empecé a conocer otras organizaciones de mujeres negras, como la Red de Mujeres Afrodiaspóricas que funciona desde el año pasado. Buscamos a través de herramientas del feminismo negro y desde nuestras propias experiencias dar apoyo a las mujeres negras que recién llegan a Chile y viven todas las aberraciones que una ya vivió. Además nos interesa generar políticas que protejan la cultura afrodescendiente en Chile y acabar con la discriminación que sufrimos.

Nunca esperé encontrar a tantas mujeres como yo, con las mismas vivencias, y estoy muy agradecida. Nosotras damos un mensaje claro: queremos que nos dejen de estereotipar y cosificar, que nos dejen de tratar como tontas. El sistema es tan cruel y te lo deja tan claro que te empiezas a cuestionar tus reales capacidades. Por eso buscamos que las mujeres negras se unan entre ellas y que puedan ser lo que quieran ser, que nadie las convenza de lo contrario. Es importante intervenir y dejar de ser cómplices cuando vemos situaciones de racismo: no hacerlo te vuelve tan racista como la persona que está agrediendo. Es un cambio de consciencia que tenemos que hacer todas las personas, sin importar nuestro color. Sabemos que será un proceso largo, pero no podemos permitir que se siga manteniendo un sistema basado en la opresión”.

Fuente: https://www.latercera.com/paula/noticia/afrodescendiente-en-chile-la-gente-se-acerca-y-toca-nuestra-piel-nuestro-pelo-como-si-fueramos-una-mascota/C6ZP32VZ7BEV5BOGZVG4LD25GA/

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Muerte de George Floyd | «La idea de que América Latina es menos racista que EE.UU. es falsa»: Alejandro de la Fuente, experto en racismo de Harvard

Redacción: BBC Mundo

La muerte de George Floyd mientras se encontraba bajo custodia policial en Estados Unidos ha generado protestas contra la violencia racial en todo el mundo, incluyendo varios países de América Latina.

Pero, ¿es mejor la situación de lo afrodescendientes en la región que en EE.UU.?

Se lo preguntamos al experto en racismo en América Latina Alejandro de la Fuente, director del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard.

Y de paso aprovechamos para conversar sobre temas como la arraigada convicción latinoamericana de que en la región no hay racismo, solo clasismo, y sobre la diferencia entre el racismo contra afrodescendientes e indígenas del sur del continente.

Activistas indígenas y afrodescendientes protestan contra el racismo en Brasil.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl racismo en América Latina afecta a indígenas y afrodescendientes.
Línea

¿Es comparable el racismo en contra de los afrodescendientes en Estados Unidos con el de América Latina? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?

Hay que empezar desdichadamente por las similitudes. Y hay que empezar por las similitudes porque la discriminación racial, el racismo sistémico y la exclusión de las personas afordescendientes de los proyectos nacionales, de los proyectos de ciudadanía, son realidades comunes a todas las Américas. Son realidades que tienen una historia compartida, una historia común, y que se expresan de maneras diferentes en distintos lugares, pero que se expresan en muchos lugares en las Américas.

Y las formas más extremas y recientes de esa historia -la brutalidad policial, la criminalización de las personas afrodescendientes, la asociaciones entre ciertos rasgos fenotípicos y la criminalidad- eso no es algo que atañe solo a EE.UU., aunque adquiera una visibilidad singular cuando pasa en los EEUU. Pero si uno sigue más o menos de cerca las noticias de Brasil encontraría noticias muy similares y probablemente mucho peores que las que estamos leyendo sobre EE.UU. en términos de violencia racializada y en términos de criminalización de la población afrodescendiente.

Protesta contra la brutalidad policial en BrasilDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn Brasil la policía mata a mas afrodescendientes que en EE.UU.

La otra similitud fundamental y muy contemporánea es que en la situación de la crisis de salud pública que estamos viviendo, los efectos diferenciales de la pandemia de covid-19 según grupos racializados son otra realidad que parece ser común a las Américas. En eso tenemos mucha mejor información para EE.UU., tenemos alguna información para Brasil y tenemos casi ninguna información para los otros países de América Latina; sabemos muy poco sobre el impacto de la covid-19 sobre los distintos grupos poblacionales, pero hay muchas denuncias desde el terreno y suficiente información para intuir que la pandemia está teniendo efectos raciales diferenciados.

El racismo y la discriminación adoptan formas diferentes, maneras diferentes en los distintos países. El racismo puede expresarse de formas distintas. Pero a estas aturas hay que decir que el viejo sueño de que América Latina es menos racista que EE.UU., o que el racismo estadounidense es peor que el de América Latina, es simplemente falso

¿Y las diferencias? La primera que me viene a la mente es la mayor representación política y capacidad organizativa de la comunidad afroestadounidense, ¿o me equivoco?

No, no se equivoca. Creo que en EE.UU., después de las luchas por los derechos civiles (que se dieron desde mediados de la década de 1950 a fines de la de 1960), la representación política, la visibilidad política del tema, la capacidad de un sector de la población afroamericana de ejercer presión sobre el gobierno federal y los gobiernos estatales es superior a la de las poblaciones afrodescendientes en América Latina.

Niña con letrero con las imágenes de Martin Luther King y Barack ObamaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa lucha por los derechos civiles de Martin Luther King Jr. permitió la llegada a la presidencia de Barack Obama.

Pero hay otra diferencia que creo es fundamental y es una diferencia que conecta con las maneras en cómo pensamos y cómo sentimos el racismo y la discriminación en los distintos países. Y es el hecho que, dentro de la Américas, la experiencia de la segregación racial formal, legalmente entronizada, es una experiencia muy peculiar de los EE.UU.

En EE.UU., a veces se habla del «excepcionalismo latinoamericano» y yo siempre digo que la excepción, si acaso, son ellos, aunque no me gusta mucho hablar en esos términos, porque creo que no es muy productivo. Pero en los países latinoamericanos, en muchos países de América Latina -en nuestra América, como hubiera dicho Martí- existieron y existen imaginarios nacionales que, al menos de forma retórica, incluían a la población afrodescendiente. Y esos idearios pueden funcionar de muchas maneras: pueden ayudar a silenciar las realidades, el racismo sistémico y la discriminación; pueden ayudar a invisibilizar a esas poblaciones; pero también pueden ayudar para hacer políticamente más difícil cualquier política abiertamente racista, incluyendo estas formas extremas de brutalidad policial.

Es decir, en América Latina existe una especie de consenso nacional de que el racismo es una cosa inaceptable y una cosa vergonzosa. En EE.UU. existen en estos momentos, incluso a nivel gubernamental, una coyuntura muy diferente. Porque hay un gobierno federal, hay una administración, que ha mandado muchas señales de que probablemente está bien ser racista y a veces de manera muy explícita ha utilizado un lenguaje que es abiertamente racista, abiertamente xenófobo, abiertamente sexista. Y todo esto crea un ambiente, digamos, favorable, para que ese policía que vimos en el caso de señor George Floyd se sienta empoderado para hacer algo así.

Miembro del KKKDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionEl discurso supremacista blanco está mucho más naturalizado en EE.UU. que en América Latina.

¿Esa concepción más integradora de nuestro ideario colectivo es la que por ejemplo explica que muchos latinoamericanos insistan que en sus países lo que hay es clasismo, no racismo, sin darse cuenta de lo interrelacionados que están?

Sí, ese es uno de los anclajes culturales e ideológicos de esa visión, que no es por supuesto una visión completamente equivocada. El clasismo es una forma fundamental de estructuración de nuestras sociedades al sur del Río Grande. Lo que pasa es que como tú decías, el clasismo en América Latina tiene color. El clasismo de América Latina no es incoloro, no es neutral desde el punto de vista del color. Existe una asociación potentísima entre pigmentación y ubicación de clase y posibilidades socioeconómicas. Y hay muchos estudios -muchos muy serios, sobre todo desde Brasil, pero no solo desde Brasil- que demuestran que incluso cuando uno mide toda una serie de variables sociodemográficas -educación, estructura familiar, lugar de residencia…- hay todavía unas diferencias entre las personas afrodescendientes y las personas no afrodescendientes que no logramos explicar por esas variables. Y es ahí donde el racismo y a discriminación están jugando un papel fundamental, y eso es algo devastador que tiene un efecto acumulativo a lo largo de generaciones, y es así como se reproducen esas estructuras socio-clasistas racializadas.

Vendedor ambulanteDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn América Latina hay una estrecha relación entre raza y clase.

¿Y hay diferencias entre el racismo que sufren los afrodescendientes y el que afecta a los pueblos indígenas u originarios?

Es interesante destacar que, en casi todos los países de la región, los indígenas tienen indicadores de bienestar inferiores a los de las personas afrodescendientes. Esto se debe en parte a que la categoría misma de indígena está asociada a las comunidades rurales, que suelen ser más pobres, mientras que las personas afrodescendientes participan más de las economías urbanas, aunque frecuentemente lo hagan desde la informalidad. Tanto «indio» como «negro» son categorías de manufactura colonial que produjeron grupos racializados, subordinados e inferiores. Pero la inferioridad indígena es frecuentemente explicada a través de insuficiencias culturales, mientras que la de los afrodescendientes hace énfasis en la supuesta inferioridad biológica, racial.

En la práctica, sin embargo, muchas personas de ambos grupos enfrentan la discriminación racial de forma similar, especialmente cuando intentan ascender socialmente y acceder a espacios tradicionalmente «blancos».

Indígenas guatemaltecasDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionLos indígenas tienden a vivir en mayores condiciones de pobreza que los afrodescendientes.

Y en ese contexto, y haciendo referencia al eslogan de las prestas en EE.UU., ¿importa más la vida de los negros en América Latina o no hay mayor diferencia?

La verdad -y me duele y me apena decir esto- es que no hay una gran diferencia. Hoy en día tenemos mucha más información estadística sobre las diferencias raciales en América Latina, en los últimos diez años se han producido muchos datos que permiten demostrar perfectamente, y más allá de cualquier debate, que en América Latina tener la piel oscura implica mayor subordinación social.

Esto es verdad en toda la región, incluso en la Cuba socialista que supuestamente en algún momento resolvió este problema, sin resolverlo nunca.

Protesta contra el racismo en ColombiaDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionEn muchos indicadores los afrodescendientes están peor en América Latina que en EE.UU.

Existen hoy en día datos estadísticos que permiten de hecho una comparación más o menos sistemática entre muchos países de la región y EE.UU. Y, en esa comparación, EE.UU. no siempre luce peor. Porque desde los derechos civiles se produjo en EE.UU. todo un diseño de políticas públicas para lidiar con los legados de la segregación racial, y antes de eso la esclavización de las personas africanas y afrodescendientes. Y en América Latina esas políticas solo han empezado a desarrollarse a partir esencialmente de finales de los años 80 y los años 90.

De hecho, si hubiéramos tenido esta conversación hace diez años, habríamos dicho que Brasil estaba a la cabeza en todo el hemisferio en términos de política pública con respecto a los afrodescendientes, especialmente porque Brasil estableció una serie de políticas de acción afirmativa en acceso a la universidad que transformó -y esto se puede demostrar- el escenario de la educación superior brasileña. Esos programas, como te imaginaras, han sido reducidos y han estado bajo ataque en los últimos años, pero produjeron resultados absolutamente dramáticos.

Es decir, que aunque a América Latina le tomó mucho más tiempo aceptar la noción de que era necesario desarrollar políticas públicas específicamente diseñadas para la población afrodescendiente, esas políticas públicas han ganado terreno. De manera insegura, de manera parcial, pero han ganado terreno. Y han ganado terreno en multitud de países, con Brasil a la cabeza. Pero Colombia también ha estado haciendo bastante.

Partdio Colombia vs. BrasilDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionBrasil y Colombia están entre los países de la región con mayor población afrodescendiente.

¿Le sorprende entonces que con esos avances en políticas en Brasil mueran mucho más afrodescendientes a manos de la policía que en EE.UU.? ¿Cómo se explica?

Mira, ahí pones el dedo sobre la esencia del racismo. El racismo no es solo una cuestión de una distribución desigual de recursos. El racismo está anclado en una distribución desigual de recursos, pero el racismo es mucho más que eso. Es todo un complejo cultural que de alguna manera «explica» o «naturaliza» -en los dos caso así, entre comillas- la subordinación de esas personas, de los que tienen menor acceso.

Por eso uno puede tener un ejemplo como el caso cubano, como el caso de la Cuba posrevolucionaria, donde a pesar de existir altísimos niveles de igualdad el racismo continúa, el racismo no desaparece.

Protesta contra la letalidad policial en BrasilDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa idea de que los afrodescendientes son más propensos al crimen y la violencia es una construcción racista fuertemente arraigada.

Lo que eso sugiere es que acabar con el racismo requiere no solo de políticas de acción afirmativa en Brasil, Colombia, Uruguay y otros países, sino además de una campaña sistemática para transformar cómo las personas se piensan a sí mismas y piensan a los demás. Porque cuando un policía interactúa con un afrodescendiente, lo que ve es un criminal. Ahora, uno puede preguntarse ¿por qué? ¿Por qué ve a un criminal? Pues porque existe todo un cuerpo de saber producido desde fines del siglo XIX que supuestamente demuestra, supuestamente científicamente, que las personas afrodescendientes -los mal llamados negros- tienen una mayor propensión a la criminalidad. Entonces ese policía ha incorporado eso en su manera de ser y de pensar. Y para que ese policía piense de manera diferente tenemos que reprogramarlo, tenemos que ayudarlo a desaprender eso.

¿Además de Brasil, hay otro país en la región brutalidad policial contra afrodescendientes sea un problema mayor?

Otro país donde la violencia racializada y la violencia racista es bastante generalizada es Colombia. Creo que es un fenómeno diferente al de Brasil, pero es un país del que tenemos información sistemática, absolutamente devastadora, de que la violencia de distintas fuerzas de seguridad recae con frecuencia sobre activistas afrodescedientes pacíficos que luchan por los derechos de las comunidades, los derechos medioambientales, la protección de territorios.

Esas son formas de violencia racializada que quizás leemos diferente a cuando tenemos a un policía uniformado, pero son forma de violencia racializada que también están siendo instrumentadas desde grupos de poder y cuerpos de seguridad más o menos formales. De manera que si uno quisiera ver un caso adicional al de Brasil probablemente el de Colombia sería el caso a mirar.

Militares en Buenaventura, ColombiaDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionEn Colombia los territorios con mayor presencia afro a menudo son los que más sufren la violencia.
Línea

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-52922526

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Webinar Racismo y Pandemia

Por: Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL), la Cátedra UNESCO Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en América Latina y el Caribe (FILAC) y el Espacio Común de Educación Superior en Línea (ECESELI)

Viernes 12 de junio  9hs Centroamérica — 10hs Colombia/Ecuador/México/Perú — 11hs Bolivia/Chile/Paraguay/Venezuela — 12hs Argentina/Brasil/Uruguay
Expositoras:  Myrna Kay Cunningham Kain. Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas deAmérica Latina y el CARIBE- FILAC. AnnyOcoró Loango. Asociación deInvestigadores/as Afrolatinoamericanos/as y del Caribe AINALC. Yasnaya Elena Aguilar Gil. Colectivo MixeCOLMIX.   Tujuayliya GeaZamora.  Redde Profesionales Indígenas de la Salud.   MarleideNascimento.  Universidade da Integração Internacional daLusofonia Afro-Brasileira – UNILAB. Moderador: Daniel Mato. CátedraUNESCO Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en AméricaLatina. Universidad Nacional de Tres de Febrero – UNTREF.

Racismo y Pandemia

La Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL), la Cátedra UNESCO Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en América Latina y el Caribe (FILAC) y el Espacio Común de Educación Superior en Línea (ECESELI) invitan a toda la comunidad universitaria a participar en la serie de webinars sobre el COVID-19 y sus implicaciones sociales, económicas, de salud y educación en América Latina y el Caribe.

Participan:
– Myrna Cunnigham, Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en América Latina y el Caribe (FILAC)
– Marleide Nascimento, Universidad de Integración Internacional de Lusofonía Afro-Brasileña (UNILAB)
– Anny Ocoró Loango, Asociación de Investigadores/as Afrolatinoamericanos/as y del Caribe (AINALC)
-Yasnaya Elena Aguilar Gil, Colectivo de Jóvenes Mixes (COLMIX)
-Tujuayliya Gea Zamora, Red de Profesionales Indígenas de la Salud

Moderador:
Daniel Mato, Cátedra UNESCO Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina, UNTREF

12 jun 2020 10:00 AM en Ciudad de México

Fuente de la reseña: Equipo de Ove
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Libro(PDF): «El mundo al revés: imágenes de la Mujer Indígena»

Reseña: CLACSO

¿Qué tienen que decir sobre la mujer indígena en el Perú las feministas y los operadores de proyectos rurales de desarrollo? Este libro pretende hilvanar una curiosidad y una preocupación. Por la primera, se indagan las causas de las omisiones de las feministas de la década de 1970 respecto a las mujeres de zonas rurales andinas; por la segunda, las resistencias de los funcionarios de Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo para aceptar que las campesinas andinas están discriminadas, en su familia y comunidad. En estos dos casos estamos frente a representaciones sociales diametralmente opuestas sobre un mismo sujeto, las indígenas, y también ante un mismo temor, la contaminación. Ese es el puente entre ambos discursos, el miedo a reconocernos en los indios o el pavor a la invasión del «Occidente».

Autor (a):  Maruja Barrig. [Autora]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2001

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 950-9231-67-3

Descarga: El mundo al revés: imágenes de la Mujer Indígena

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=259&pageNum_rs_libros=124&totalRows_rs_libros=1396&orden=

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El Dalai Lama culpa al racismo por la muerte de George Floyd en Minneapolis, Estados Unidos

Redacción: El Confidencial

El líder espiritual tibetano se muestra abatido por los graves sucesos que se están produciendo en Estados Unidos.

La ciudad de Minneapolis se encuentra en una situación de extrema violencia por los altercados que se están produciendo tras la muerte de George Floyd, un ciudadano afroamericano, a manos de cuatro policías blancos. A las manifestaciones de protesta por el polémico fallecimiento han seguido altercados y vandalismo que han convertido la ciudad en un polvorín a punto de estallar.

En las últimas horas, un grupo de manifestantes ha prendido fuego a una de las estaciones de policía de Minneapolis, provocando graves enfrentamientos. En uno de ellos, un hombre ha muerto tras recibir un disparo, lo que ha obligado al alcalde, Jacob Frey, a declarar el estado de emergencia en la ciudad.

Ahora, el Dalai Lama también ha mostrado su preocupación por lo que está sucediendo en Minneapolis. El líder tibetano ha culpado a la discriminación y al racismo de lo sucedido: «Vemos en los medios de comunicación noticias sobre la discriminación por motivos de color o religión en estos días; y, después, hay asesinatos debido a eso, y hay personas que incluso se enorgullecen de poder matar a alguien«.

El problema del racismo

A continuación, el Dalai Lama dio su versión sobre lo sucedido en Minneapolis: «Justo ayer vi en las noticias por televisión que, en algún lugar de Minnesota o en algún lugar de Estados Unidos, una persona negra se había caído debajo de un automóvil y el equipo de policía… en realidad apretó su rodilla contra el cuello de esa persona negra«.

El alcalde de Minneapolis ha tenido que decretar el estado de emergencia en la ciudad.

En declaraciones que recoge la CNN, el líder espiritual tibetano añadió que «debido a esta discriminación, a un racismo basado en la raza, se hacen este tipo de cosas». Una situación que ha generado una gran preocupación en el Dalai Lama ante las imágenes procedentes de Minneapolis y que ya llenan los informativos de todo el mundo.

El Dalai Lama pronunció estas palabras durante una charla educativa de dos días sobre el ‘Avalokiteshvara’, una práctica que está centrada en la compasión. Es una de las primeras apariciones del líder tibetano desde que se propagara el coronavirus por todo el mundo, como medida de prevención.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-05-29/dalai-lama-racismo-george-floyd-minneapolis_2616132/

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