Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 27 de enero de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
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Deconstrucción del pensamiento de James Watson, codescubridor de la estructura del ADN, que defiende en un documental tesis racistas sin base científica
Introducción
Precisamente, aquí aprovecho la ocasión para citar apartados del ensayo, El cerebro racista, de la autora, Amira Armenta (2018). En efecto, Armenta dice: “Ahora que el racismo, el supremacismo blanco, el nacionalismo y la xenofobia tienen gran visibilidad en la arena política mundial, algunos científicos insisten en identificar en el cerebro (o en su funcionamiento) la superioridad de unas razas sobre otras”.
“En su libro Amor, un sentimiento desordenado (2009), el filósofo y ensayista alemán Richard David Precht trae a cuento una anécdota del neuroanatomista francés del siglo XIX Paul Broca, conocido por sus investigaciones sobre el cerebro humano”.
“Broca pesó los cerebros de seres humanos, hombres y mujeres. Y —para su regocijo— encontró que el de los hombres era un 10 y hasta 15 por ciento más grande y pesado que el de las mujeres. Conclusión: el hombre es más inteligente que la mujer. Después, Broca y sus colegas compararon también los cerebros de personas de diferentes nacionalidades con resultados menos felices. Cuenta Precht que el investigador perdería el interés en pesar y medir cerebros cuando se encontró que los cerebros de los alemanes son más grandes que los de los franceses”.
“Pero eso era en el siglo XIX. Hoy día, parece que el criterio del tamaño y el peso ha quedado descalificado entre los neurocientíficos para determinar la inteligencia. Después de todo, el cerebro de los neandertales era más grande que el del Homo Sapiens, y sin embargo el primero se extinguió, y el segundo conquistó el planeta. Como en muchas otras cosas en la vida, no es el tamaño lo que cuenta”.
“Siempre han existido pueblos que se han considerado a sí mismo más bellos y más inteligentes que otros. Creo que no es descabellado decir que la historia de la humanidad se confunde con la historia de la discriminación racial y étnica. La esclavitud y la colonización, ambos fenómenos que datan de épocas remotas, se ha ejercido con el convencimiento de que el pueblo esclavizado o colonizado es inferior: más feo y menos inteligente. Los genocidios se han justificado al atribuirle al pueblo que se quiere eliminar una categoría de ‘subhumano’, como se dijo de los judíos durante la segunda guerra mundial, o se dice de los rohingyas en la Myanmar de hoy”.
“Pero esta discriminación siempre se había basado en la mera fantasía del poderoso, incapaz de compararse o de reconocerse con alguien más pobre, más ignorante o de piel más oscura que él. En el siglo XIX, el desarrollo de las ciencias biológicas le ofreció al colonizador europeo la posibilidad de fundamentar científicamente esta fantasía. Es decir, demostrar que no es una fantasía sino una realidad objetiva. Las ideologías supremacistas se han apoyado desde entonces en este trabajo ‘científico’ de antropólogos, psicólogos evolucionistas, y otros investigadores del cerebro humano para justificar su superioridad. Y aunque nunca nadie ha llegado a probar que hay pueblos o razas biológicamente mejor que otros, algunos, como los nazis, lo dieron por hecho, y ya sabemos lo que pasó”.
“Después del shock que causó en el mundo el genocidio judío, los cerebros racistas se quedaron un poco tranquilos. Pero no por mucho tiempo. Un extenso artículo del periódico The Guardian analiza el ‘resurgimiento de la ciencia de la raza’ en los últimos años. Los promotores más entusiastas de esta ‘ciencia’ son, no es de extrañar, las cabezas más visibles de la llamada alt-right, la ultraderecha contemporánea. El tristemente famoso Steve Bannon afirma que ‘los negros tienen más predisposición genética para la violencia que los otros’. ¿Cómo habrá hecho Bannon para saberlo? Hasta ahora, el gen de la violencia todavía no ha sido aislado como para que se le pueda atribuir claramente a alguien. Tampoco el gen de la inteligencia”.
“Desde que el tema del tamaño y el peso del cerebro se quedó anticuado, los científicos racistas echaron mano de un instrumento más sutil: el coeficiente intelectual (CI). Así, en Estados Unidos, estos ‘científicos’ encontraron, con base en pruebas de CI, que el resultado de las personas blancas suele ser más alto que el de las negras. Y decidieron que esta superioridad se explicaba en la genética: los blancos tienen mejores genes. El Apartheid de Suráfrica estuvo sustentado en este tipo de argumentos. Este sistema político ya desapareció como tal, pero gente como Bannon, los crecientes grupos de supremacistas blancos en los EE. UU., y el nacionalismo xenófobo y racista de cada vez más países de Europa que apoyan estas teorías, están en ascenso”.
Aprovecho el instante para subrayar (Rodríguez Bobb), que en Colombia, el nazismo también está presente a través del partido político (“Centro Democrático”) en sus dirigentes, por ejemplo, concretamente en María Fernanda Cabal, nazista y racista recalcitrante, hembra que en su lenguaje racista es más cócora o fastidiosa que una cama colonizada por pulgas.
“A nadie le sorprende —prosigue, Armenta— que los grupos neonazis alemanes organicen festivales y conciertos, y proclamen en sus consignas que ellos hacen parte de una raza superior. Como se sabe, estos festivales se caracterizan por el desorden y los excesos. Pero que unos tipos que se consideran científicos y trabajan en prestigiosas universidades estadounidenses persistan en imponer acomodados criterios genéticos para justificar la superioridad de una raza sobre las otras es algo más difícil de digerir. Hoy día una investigación científica sobre la inteligencia incluye muchos más factores que los meramente genéticos: el entorno social, económico, la alimentación, el nivel educativo de la persona observada. Es decir, todo aquello que explica por qué hay más negros en las cárceles estadounidenses, por qué hay más pobres de raza negra, y por qué sus CI resultan más bajos”.
Incluso, recientemente, el 4 de enero de 2019, El País, periodico global, editado en Madrid, publicó el siguiente artículo: El premio Nobel que afirma que los negros son menos inteligentes vuelve a la carga. James Watson, codescubridor de la estructura del ADN, defiende en un documental sus tesis racistas sin base científica.
“‘Entre los blancos y los negros hay diferencias en los resultados de las pruebas de inteligencia. Yo diría que la diferencia es genética’ (asegura Watson). El polémico biólogo James Watson, ganador del premio Nobel de Medicina en 1962 por ser uno de los descubridores de la estructura del ADN, ha vuelto a lanzar al mundo sus teorías racistas, esta vez en el documental Decoding Watson [descodificando a Watson], estrenado anoche en la televisión pública estadounidense PBS”.
“Watson, nacido en Chicago hace 90 años, está muy solo con sus elucubraciones. Hace apenas dos meses la Sociedad de Genética Humana de EE. UU. emitió un comunicado ‘alarmada ante el resurgimiento social de grupos que rechazan el valor de la diversidad genética y utilizan conceptos genéticos distorsionados o ya desacreditados para reforzar afirmaciones falsas sobre la supremacía blanca’. La genética, continuaba la nota, ‘demuestra que los humanos no pueden dividirse en subcategorías biológicamente distintas’. En palabras del genetista español Carles Lalueza Fox, ‘las poblaciones no han estado suficientemente aisladas como para que surjan diferencias genéticas en rasgos cognitivos”.
“Watson fue hace cuatro décadas uno de los mayores impulsores de la lectura del genoma humano y de la investigación de las bases moleculares del cáncer. Su defenestración llegó en 2007, cuando, en una entrevista con el semanario británico The Sunday Times, declaró que era “pesimista” sobre el futuro de África. Las políticas de cooperación al desarrollo, aseguró, “se basan en el hecho de que su inteligencia es la misma que la nuestra, mientras que todas las pruebas dicen que no”. Existe el deseo de que todos los seres humanos sean iguales, añadió Watson, pero “las personas que tienen que tratar con empleados negros saben que no es cierto’”.
“El documental Decoding Watson es el regreso del científico apestado a los focos. El filme, dirigido por Mark Mannucci, sigue a Watson y a su entorno durante un año. Era la oportunidad perfecta para matizar sus declaraciones racistas de 2007, pero el científico nonagenario ha optado por mantenerlas. Preguntado por si había cambiado de opinión, Watson responde: ‘En absoluto. Me gustaría haber cambiado, que hubiese habido nuevos descubrimientos científicos que mostrasen que lo adquirido es mucho más importante que lo innato, pero no los he visto’”.
“‘Es decepcionante que alguien que ha hecho contribuciones tan innovadoras a la ciencia esté perpetuando creencias tan dañinas y tan infundadas científicamente’, ha declarado al diario The New York Times el director de los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU., Francis Collins. La mayoría de los expertos en inteligencia considera que las diferencias detectadas en los tests no surgen de factores genéticos, sino ambientales, subraya Collins. Las personas con mayor nivel socieoconómico, mejor alimentación y mejor educación tendrán, en promedio, mejores resultados en las pruebas de inteligencia. Y es más habitual que estas personas con recursos sean blancas”.
Desarrollo
Pues bien, no es mi deber desplegar histórica, antropológica, química, médica y sociológicamente el oscurecimiento de la Era de las Luces. Sabemos que ésta, a pesar de las numerosas alabanzas y fascinaciones, durante los siglos XVIII y XIX y por lo que respecta a sus propios rendimientos y planes, no ha sabido actuar preferentemente, con el fermento de la razón con respecto al ser del negro, de una forma sana e imparcialmente razonable y aspirando progresivamente hacia adelante. A pesar del desarrollo de deslumbrantes teorías sobre la condición humana, se permitió creer que la ley del progreso estaba de su parte. Grandes nombres de la Era de las Luces están a favor de los grandes logros: basta solamente emprender un vistazo histórico. Sus prestaciones tal vez puedan rechazarse abruptamente, pero esto sería un gesto irracional, no racional. El derecho, la religión, la filosofía, la antropología, la biología, la sociología, la historia, la literatura, ¿quién podría discutir que estas disciplinas son del todo indignas de consideración en el jardín de la razón? Sin embargo tras el horror del siglo XV y del XVI con el establecimiento de la exportación de seres humanos de piel negra como esclavos, la experiencia habla irónicamente a todos los optimismos. Tanto la conciencia teológica, llegando hasta la conciencia ilustrada como el pesimismo, parecen llegar a lo mismo. Y las catástrofes en cuanto a los derechos humanos sucedidas alrededor de la esclava y del esclavo de piel negra (crujen aún) en la estructura social que alimenta una duda presente sobre la civilización. La razón en los siglos XVIII y XIX anduvo respecto al ser del negro a la deriva de un futurismo negativo. El negro contó con lo peor. En los próximos siglos, ahora «solo» hace falta que suceda el milagro: el reconocimiento de su ser como tal, al mismo tiempo que su ser social e intelectual.
Pues bien, no es mi deber desplegar histórica, antropológica y sociológicamente el oscurecimiento de la Era de las Luces. Sabemos que ésta, a pesar de las numerosas alabanzas y fascinaciones, durante los siglos XVIII y XIX y por lo que respecta a sus propios rendimientos y planes, no ha sabido actuar preferentemente, con el fermento de la razón con respecto al ser del negro, de una forma sana e imparcialmente razonable y aspirando progresivamente hacia adelante. A pesar del desarrollo de deslumbrantes teorías sobre la condición humana, se permitió creer que la ley del progreso estaba de su parte. Grandes nombres de la Era de las Luces están a favor de los grandes logros: basta solamente emprender un vistazo histórico. Sus prestaciones tal vez puedan rechazarse abruptamente, pero esto sería un gesto irracional, no racional. El derecho, la religión, la filosofía, la antropología, la biología, la sociología, la historia, la literatura, ¿quién podría discutir que estas disciplinas son del todo indignas de consideración en el jardín de la razón? Sin embargo tras el horror del siglo XV y del XVI con el establecimiento de la exportación de seres humanos de piel negra como esclavos, la experiencia habla irónicamente a todos los optimismos. Tanto la conciencia teológica, llegando hasta la conciencia ilustrada como el pesimismo, parecen llegar a lo mismo. Y las catástrofes en cuanto a los derechos humanos sucedidas alrededor de la esclava y del esclavo de piel negra (crujen aún) en la estructura social que alimenta una duda presente sobre la civilización. La razón en los siglos XVIII y XIX anduvo respecto al ser del negro a la deriva de un futurismo negativo. El negro contó con lo peor. En los próximos siglos, ahora «solo» hace falta que suceda el milagro: el reconocimiento de su ser como tal, al mismo tiempo que su ser social e intelectual.
De todas maneras, Fontana Lázaro (1994) dice: “Buffon, que conocía y admiraba la obra de Montesquieu, sostenía que las diferencias entre los hombres derivaban de la influencia del medio: ‘Todo contribuye a probar que el género humano no se compone de especies esencialmente diferentes entre sí sino que, por el contrario, no ha habido originariamente más que una sola especie de hombres que, habiéndose multiplicado y extendido por toda la superficie de la tierra, ha sufrido diferentes cambios por la influencia del clima, enfermedades epidérmicas y también por el cruce variado al infinito de individuos más o menos semejantes’. Lo cual le llevaba a la conclusión de que, a consecuencia del medio hostil en que se habían desarrollado, los indígenas americanos eran inferiores a los del Viejo Mundo, como lo eran, en general, todos los animales de aquel continente. Con lo que, en definitiva, se acababa negando la igualdad que se suponía defender”.
Para el pensamiento naturalista positivista burgués,”lo europeo” aparece en calidad de un modelo perfecto de desarrollo en comparación con el cual, todos los demás pueblos se disponen en orden decadente de “humanitarismo” y “civilización”. Con todo, Buffon no diferenciaba los niveles de desarrollo de los distintos pueblos no europeos, considerándolos a todos salvajes. Buffon, citado por Fernández Herrero (1996) dice: “En efecto, si bien el salvaje del Nuevo Mundo tiene más o menos la misma estatura que el hombre de nuestro mundo, ello no es suficiente para que constituya una excepción al hecho general del empequeñecimiento de la naturaleza viviente en todo el continente que habita. El salvaje es débil y pequeño en cuanto a sus órganos de generación. No tiene ni vello ni barba y carece de ardor para su hembra. Aun siendo más ágil que el europeo por su costumbre de correr, es, sin embargo, mucho menos fuerte físicamente; es mucho menos sensible, y no obstante, más tímido y cobarde, no tiene ninguna vivacidad, ninguna actividad en el espíritu. La corporal es más bien una acción imprescindible determinada por la necesidad que un ejercicio o un movimiento voluntario: quitadle el hambre y la sed, y destruiréis al mismo tiempo el principio activo de todos sus movimientos, se quedará torpemente en cuclillas o tendido de espaldas durante días enteros’. —el párrafo anterior (puntualiza Fernández Herrero) nos dice ya lo que será la definición del salvaje impotente en el tratamiento de inferioridad americana realizado por Buffon. Incluso llega a comparar a los indígenas con serpientes, al definirlos como igualmente fríos. Todas estas degeneraciones, combinadas en un ambiente húmedo donde todo se corrompe, llevan a Buffon a hablar de la juventud de América, a la que define como un continente joven que todavía no se ha secado de su relativamente reciente emergencia de las aguas. En el plano humano, la juventud es la misma: el hombre americano aún no ha tomado posesión del mundo, pero ‘dentro de algunos siglos, cuando se hayan roturado las tierras, talado los bosques, encauzado los ríos y controlado las aguas, esta misma tierra ha de devenir la más fecunda, la más sana y la más rica de todas, como parece serlo en todas las regiones que el hombre ha trabajado’. De toda la teoría de Buffon, es precisamente la parte en que hace juicios de valor, con sus calificativos de «bueno» y «malo», «mejor» y «peor», la que se va a imponer a sus contemporáneos”.
Dicho brevemente, Brion Davis (1996) precisa: “Montesquieu señaló la importancia del clima como influencia modeladora y el Abbé Raynal afirmaba confiadamente que los negros se iban volviendo blancos cuanto más vivieran lejos de África. Según Adam Smith, el filósofo y el mandadero común habían sido muy semejantes cuando niños; las diferencias individuales podían explicarse generalmente por la educación, los usos y costumbres. De modo semejante, las diferencias entre sociedades eran resultado de condiciones y oportunidades económicas. África había tenido la gran desventaja de su aislamiento geográfico y su falta de ríos navegables. Los hombres eran tan plásticos que sus variaciones físicas y culturales no eran más que productos temporales de presiones del contorno (…). Pero en otro nivel, la teoría del ambiente ponía severamente a prueba la creencia en la igualdad natural del hombre (…). Rousseau sospechaba que ciertas condiciones opresoras podían deshumanizar a los hombres al desposeerlos del amor por la libertad. Oliver Goldsmith podía atribuir al clima las diferencias del negro y calificar empero a toda la raza de “estúpida, indolente y malévola”. Hasta autores que profesaban simpatía por el negro admitían con frecuencia implícitamente que si bien las diferencias del africano se debían al contorno que lo rodeaba, era en cierto sentido inferior al europeo. Reforzaban esta conclusión las teorías de científicos como Buffon y Pierre de Maupertius, que no por ello dejaban de creer en la unidad de la raza humana. Negros y europeos tenían el mismo origen y eran miembros de la misma especie, aunque para Buffon, como por cierto para la mayor parte de los teóricos del siglo XVIII, el hombre blanco era la norma humana y el negro la desviación. Este supuesto etnocéntrico parecía confirmado por los albinos africanos y por la relativa blancura de los negros cuando nacían. La negrura era por lo tanto una suerte de aberración o enfermedad, y algunos decían que procedía de una sustancia vitriólica que había quedado atrapada entre las capas de la piel fermentando allí y como resultado de causas climáticas y químicas, los africanos se habían “degenerado”, para emplear el término de Buffon, de su tipo blanco ancestral. Era ésta, en cierto sentido, una versión secular de la maldición de Cam en la que el clima ocupaba el lugar del juicio de Dios”.
La confusión entre los intelectuales occidentales del período de la Ilustración con respecto al ser del africano es de una considerable constancia. Brion Davis (1996) suministra algunos indicios que manifiestan que el problema es de graves dimensiones, cuando dice: “En 1765, cuando Arthur Lee ilustraba a los ingleses sobre el carácter del negro, Rousselot de Surgy difundía opiniones similares en Francia. El año siguiente un crítico de Ephémérides du citoyen, citó triunfalmente pasajes de un libro sobre historia natural donde se afirmaba que las almas de los negros eran tan negras como sus pieles y que su inteligencia era inferior a la que cabía admirar en elefantes: ‘Leur naturel est pervers, toutes leurs inclinations sont vicieuses’. Y puesto que no existía ningún negro, desde el rey más encumbrado hasta el más bajo esclavo que no fuera capaz de vender a su mujer e hijos por algo de alcohol, era obvio que solo el temor podía obligarlos a cumplir sus deberes. En 1770 la argumentación de que los negros eran por naturaleza incapaces de libertad recibió fuerte apoyo de Pierre Victor Malouet, que había sido alto funcionario en Guayana y Santo Domingo y así mismo, en 1777 una declaración real prohibió la introducción de negros en Francia por motivos de seguridad pública y porque ‘les maisons publiqués en sont infectées; les couleurs se mélent, le sang s’ altére’”.
Asimismo, en plena etapa imperial francesa, el conde de Gobineau decía sin rodeos lo que muchos europeos no osarían después afirmar con tanta nitidez. Del negro no podía salir nada y si tenía alguna capacidad artística, esta solo podía plasmarse con la ayuda de la sangre blanca. La perspectiva del mestizaje universal puede ser atractiva y deseable pero muchas teorías históricas sobre el mestizaje han sido elaboradas desde bases oscuras, o a veces demasiado nítidas. En el Libro, II, cap. VII, de la traducción española, Gobineau (1937) dice: “Así, el negro posee en el más elevado grado la facultad sensual sin la cual no hay arte posible; y, por otro lado, la ausencia de aptitudes intelectuales le hace completamente inapropiado para la cultura artística, incluso para apreciar todo aquello que esta noble aplicación de la inteligencia de los humanos puede producir de elevado. Para hacer viables sus facultades es necesario que se una con una raza dotada de otra manera (…). El genio artístico, igualmente extranjero en los tres grandes tipos, ha surgido después del himeneo de los blancos con los negros”.
En un sentido y en cierto grado, todo tiene la estructura del espíritu. Por lo pronto me gustaría limitar a un punto el tema de la ilustración incompleta en Gobineau, a la cuestión de la “ausencia de aptitudes intelectuales” en el negro. Es decir, de los medios del poder mentir cuando se tiene ante sí una conciencia opuestamente estructurada. Sin embargo, preguntarse por qué esta ilustración a medias en Gobineau respecto al negro es ya en cierto modo incorrecto, debido a que la capacidad de ilustrarse sobre el Otro es ante todo un acuerdo libre, pues es Gobineau quien no quiere tener la presión de ilustrarse racionalmente. Uno de los polos para querer informarse sobre el Otro o sobre la cultura del Otro, es verse impulsado por la razón. El diálogo libre de prejuicios con el Otro, es de los que algunos se esfuerzan tras la razón. Su núcleo metódico y su ideal moral al mismo tiempo es el consenso voluntario. Con ello se quiere decir que la conciencia de Gobineau en relación a las “aptitudes intelectuales” del negro, se actualiza bajo la presión del argumento no convincente. En efecto, en Gobineau, se trata de un acaecer sublimemente violento en el que, bajo el choque de una razón incomprensible, se despliegan posiciones del pensar que se han hecho viejas e insostenibles. Con ello, la Ilustración porta en sí, si se me permite expresarlo de esta manera, una primigenia escena medieval, un turbulento idilio de teoría histórica sobre otras culturas no europeas, una horrenda y académica visión: la del impedimento, la del libre diálogo intercultural. Aquí vienen a coincidir, bajo estas leyes irracionales, individuos ingenuos como Gobineau, esclavizados por su conciencia, presionado por ataduras sociales, políticas y de clase, en un diálogo encaminado a la mentira. La verdad que quiere extender Gobineau sobre las “aptitudes intelectuales” de la mujer negra y del hombre negro surge de la falsedad de los hechos, logrados sin esfuerzos, a unos razonamientos (los de Gobineau) débiles, sacrificando a los protagonistas o descubridores de teorías científicas pertenecientes a una historia cronológicamente dada.
En cierto sentido, Cavalli-Sforza (1994) dice: “Gobineau fue el creador del mito en el que se inspiraron Wagner, Nietzsche y el propio Hitler (…). De todos modos, el racismo es más antiguo que estas ideologías, probablemente tanto como la humanidad. Por lo general, cada quien considera que la mejor «raza» es la suya, si por raza se entiende el grupo social, independientemente de que lo que más ponderemos en nuestro grupo sean hechos biológicos (nos parece que somos más guapos y fuertes que los demás) o socioculturales (la vida es más agradable entre nosotros). Normalmente no se hace un esfuerzo por separar biología de cultura y con gran frecuencia se comete el error de meterlas en el mismo saco. En cualquier caso, en la época de Gobineau hubiera sido difícil distinguirlas (…). En una época más lejana, los griegos miraban con desprecio a cualquier extranjero. Les llamaban «bárbaros», o sea, balbucientes, porque no sabían hablar griego. Pero probablemente en todo grupo étnico existió siempre un orgullo de grupo que le impidió tener una visión objetiva. Como racista, Gobineau tenía una peculiaridad, ya que no daba preferencia a su pueblo sino a otro, el germano. Aunque es cierto que los franceses del noreste y muchos aristócratas pueden considerarse, con razón o sin ella, descendientes de los francos, unos bárbaros germanos que tras la caída del imperio romano invadieron el norte del país. Los ingleses también pueden presumir de ascendencia germánica a través de las invasiones anglosajonas. Uno de ellos, (…) se convirtió en un gran admirador de los alemanes y propagandista del mito ario (…). Este mito, entre otras cosas, es una invención reciente”.
“El término «ario» apareció en la lingüística durante el siglo pasado para designar los lenguajes indios. La raíz indoeuropea ari significa caudillo, noble (de ahí «aristócrata»). Hitler se encaprichó de la palabra, pero quizá hubiera elegido otra de haber conocido su verdadero origen: los indios son mucho más distintos de los rubios nórdicos que, por ejemplo, los judíos, a los que odiaba más que a ningún otro grupo (…). En la historia moderna europea ha habido grandes expansiones políticas y económicas. Inglaterra y Francia, sobre todo, han tenido siglos de grandeza y gloria, (…) España vivió (…) siglos de riqueza y conquistas (…). El paso constante del poder de unas manos a otras demuestra que es muy frágil y difícil de conservar durante mucho tiempo. Por lo general el éxito y el poder van de la mano. La sensación eufórica de pertenecer a la primera nación del mundo, o por lo menos a una de las más importantes, con las consiguientes ventajas, puede llevar a pensar que esa superioridad es objetiva, innata, duradera, cuando en realidad es el resultado de una política (…) que podría ser efímera. La historia revela que estas situaciones felices no duran mucho tiempo y están destinadas a caer, a veces de forma repentina (…) ¿adónde va a parar la pretendida superioridad? No hay razón de peso para reivindicarla. No se puede pensar que en las pocas generaciones que dura el naufragio de las grandes civilizaciones haya podido cambiar el patrimonio genético de un pueblo, tal vez por culpa de los cruzamientos entre razas —y concretamente con los amarillos y los negros—, como pensaba Gobineau (…). La condición entre cultura y civilización por un lado, y patrimonio genético por otro, entre nación y población, ha dado pie a esta pretendida superioridad biológica que nadie es capaz de demostrar. La lectura de los argumentos de Gobineau es decepcionante, porque sin basarse en ningún dato pretende demostrar que la decadencia de las civilizaciones se debe a la mezcla de razas, y que todos los progresos de la humanidad se deben a la obra de unos cuantos arios. Pero el caso es que consiguió convencer con esta falaz tesis racista a una parte importante de los intelectuales europeos, y embaucarlos durante casi un siglo. Naturalmente, no le resultó difícil convencer a los directos beneficiarios de la teoría, los alemanes, que también acabaron siendo quienes creyeron en ella durante más tiempo, con las consecuencias más nefastas”.
“No tiene sentido echarle toda la culpa a Gobineau, ya que tuvo muchos seguidores, y hubo otros que, independientemente, propugnaron ideas parecidas. En cualquier caso, el racismo tiene raíces mucho más profundas que las teorías de un intelectual aristócrata (…). La selección natural por fecundidad sigue actuando como factor de evolución, pero lo hace de un modo que tiende a mantener el statu quo en todos los caracteres, pues favorece a los heterocigotos (los que han recibido dos formas distintas del mismo gen de su padre y su madre), y que por ello actúa en detrimento de los tipos extremos y a favor de los intermedios (…). La selección natural está modificando de un modo importante la población mundial en otro sentido, porque cambia la proporción numérica entre las razas, sea cual sea su definición (…). Es un dato que sacará de sus casillas a los racistas blancos, pero en realidad resulta tranquilizador desde otro punto de vista, en especial el del consumo (…). Todas estas consideraciones se refieren a hechos socioculturales. En el plano genético, el hombre, en general, evolucionará muy poco. El hecho más significativo será el desplazamiento de las relaciones numéricas entre las razas. También habrá un aumento continuo de los movimientos migratorios individuales, e inevitablemente la mezcla interracial será más intensa que hoy. No es ninguna mala noticia, aunque entre el conde de Gobineau y sus amigos habría cundido el pánico al conocerla”.
Así las cosas, toda teoría oficialista del sistema colonial que trate funcionalmente la «verdad histórica del ser de África» —lo digo ya de antemano—, oculta un poderoso potencial tanto racional-cínico como racista y puesto que cada inteligencia occidental clásica está incluida en el proceso de tales teorías oficialistas —James Watson— se enreda irremisiblemente en el latente o abierto racismo señorial de estas formas de pensamiento. La Ilustración, considerada en su origen, conservó efectivamente una ambivalencia con respecto al ser del africano o del afrodescendiente entre las perspectivas emancipatorias y las cosificantes. En este sentido, la teoría oficialista todavía hace caer la última sensibilidad con respecto a las mujeres, los hombres, las niñas y los niños negros. Unida a corrientes conservadoras, la teoría oficialista, decreta las teorías incorrectas con respecto a los negros, en el sentido, de que los negros deben de ser inferiorizados, de una vez por todas, ya que con ellos la sociedad colonial vendría a funcionar adecuadamente.
La ingenuidad de tal teoría oficialista pretende planificar a las personas de piel negra como capital fijo. Siempre es una buena reserva, someter voluntades y fuerzas de trabajo, da igual para qué fin. Los teóricos oficialistas sobre la “inferioridad de los africanos” y los estrategas del mantenimiento del orden colonial, están desde el principio interiorizados con esa creencia ingenua, sin embargo, para aquellos que deben creer en ellos, vale el siguiente lema: Basta de reflexión ilustrada o científica y de valores sólidos.
De esta manera, en Estados Unidos el racismo se desarrolla también emparejado con el nacionalismo, por ejemplo, ya en la época de la Independencia de Estados Unidos, el mismo Jefferson expresa la idea de que el pueblo o la nación estadounidense ha recibido como herencia inalienable el derecho a la libertad: derecho de los estadounidenses y no los derechos de sus subordinados no estadounidenses esclavizados. Esta idea, ampliamente difundida, será completada con la doctrina del poligenismo que afirma una distancia absoluta entre las razas, puesto que éstas se remontan a orígenes muy diversos. Posteriormente, el mismo darwinismo, aporta las armas ideológicas de dominación, tanto de raza como de clase social así como el eugenismo. El término se debe a Francis Galton, primo de Darwin y pionero de los estudios de genética humana, quien lo introdujo en 1883 para expresar la idea de la mejora del patrimonio genético de la especia humana que constituye una prolongación del darwinismo.
En este sentido, Cavalli-Sforza (1994) dice: “Desde los comienzos de la biología y la lingüística modernas ha habido un soterrado intercambio de ideas entre las dos disciplinas (…). A mediados del siglo pasado, Charles Darwin explicó la evolución biológica como consecuencia del proceso natural que generan los seres vivos «probando y volviendo a probar» por tanteo. Los organismos más logrados son los que dan muestras de ser más funcionales porque están mejor adaptados al medio y son seleccionados automáticamente pues se multiplican más que los otros (…). El método de la naturaleza, «probar y volver a probar», consiste en presentar constantemente nuevas mutaciones (un término que no existía en tiempos de Darwin). La selección natural es la criba que rechaza las mutaciones desventajosas y favorece las ventajosas, sencillamente porque las segundas se multiplican y propagan más que las primeras. Darwin, basándose en estos conceptos fundamentales, explica la multiplicación, transformación y diferenciación de los organismos vivos y las ilustra en su obra El origen de las especies con ejemplos hipotéticos de árboles evolutivos de las especies”.
Aun todo lo que considerado en la cita anterior, pudiera parecernos como un progreso dentro de la ciencia y de la Ilustración, ha colaborado, sin embargo, indirectamente en la tergiversación de los hechos. La consideración histórica no debe descuidar o menospreciar este elemento esquivo porque precisamente su carácter inmaduro nos pone de manifiesto de la manera más directa y clara, sobre la elaboración de una conciencia filosófica falsa.
Al respecto, Fontana Lázaro (1994) subraya: “(…) la visión evolucionista del mundo elaborada a partir de Darwin (…) recogió el esquema ordenado de los seres vivos que habían elaborado los naturalistas del siglo XVIII y le introdujo una dinámica explicativa. La historia —la teoría de la evolución social diseñada inicialmente por la escuela escocesa— había proporcionado a los científicos la clave para poner en movimiento los «sistemas de la naturaleza» de sus antecesores. En contrapartida, «las ciencias» venían ahora a confirmar estas intuiciones de los filósofos sociales y los historiadores, y proporcionaban un fundamento a las nuevas disciplinas sociales, como la antropología o la sociología, que aspiraban a asemejarse a ellas (para Radcliffe-Brown la antropología social era «una rama de las ciencias naturales») (…). Que ese paradigma global, cuyo elemento central era una visión lineal de la historia natural y humana animada por una concepción del progreso, tuviese mucho de proyección de la sociedad sobre la ciencia, no significa que fuese una mera legitimación de unos intereses de clase en el seno de las sociedades capitalistas y de la dominación colonial de los europeos sobre otros pueblos, en la escena planetaria. Era un marco de ideas amplio, dentro del cual podían desarrollarse a la vez posturas legitimadoras y críticas. El evolucionismo social se ha definido como «una especie de genealogía cósmica de la civilización burguesa» pero era también compatible con una visión crítica de ésta”.
En este sentido, Darwin supuso que la lucha por la supervivencia se aplicaba también a las razas humanas, donde las favorecidas —según él eran las blancas europeas— que habían emergido victoriosas. En cuanto a las africanas y asiáticas, se habrían quedado rezagadas en la lucha por la supervivencia e incluso Darwin aventuró su futuro al decir que desaparecerían completamente en esa lucha de carácter mundial. De este modo, el mismo Darwin (1982, 1a. edición 1859) dice: “En algún momento de un futuro no muy distante como para medirlo en siglos, casi con toda certeza las razas humanas civilizadas exterminarán y reemplazarán a las salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos (…) sin duda, serán exterminados. La diferencia entre hombres y sus allegados más cercanos se presentará entonces más amplia porque será la que corresponda entre el ser humano con una civilización incluso mayor que la de los caucásicos (inferiores) y la de algunos monos como el mandril, en vez de como se presenta ahora entre el negro africano o el australiano y el gorila (…)”. Como se ve, Darwin consideró a los habitantes originarios de Australia, a los habitantes de África negra y a los asiáticos (incluyendo a los amerindios), prácticamente, en un mismo nivel junto con los monos y sostuvo que debían desaparecer. En cuanto a los occidentales (blancos) con enfermedades congénitas, los consideraba “inferiores” y opinaba que era esencial impedir su multiplicación, de modo que definitivamente terminen extinguiéndose.
En el mismo marco reflexivo que Darwin, Havelock Ellis (citado por Haroun Yahya, 2003) afirma: “Los niños de muchas razas africanas son poco o nada menos inteligentes que los niños europeos pero al desarrollarse se vuelven estúpidos y obtusos y en el conjunto de su vida social permanecen dentro de una rutina de poco vuelo, en tanto que los europeos mantienen mucho de su vivacidad de la infancia”.
Siguiendo esta “lógica”, Fontana Lázaro (1994) enfatiza: “En 1869, Alfred Russel Wallace concluía el relato de ocho años de viajes y estudios por el archipiélago malayo con una comparación entre la solidaridad y la justicia que había conocido en los pueblos salvajes y los males de la sociedad británica que le llevaban a sostener que «en lo relativo a la auténtica ciencia social, estamos en una fase de barbarie» (…). Para usar críticamente esta teoría bastaba con negarse a aceptar el presente como «el fin de la historia», y reducirlo a una fase transitoria del progreso humano, en la cual subsistían rasgos negativos que habían de superarse llevando la evolución más allá (…). La «historia universal» construida a partir de esta teoría se asienta en una serie de falsificaciones, comenzando por su manera de concebir «el motor» del progreso. Nuestras interpretaciones de la superioridad europea se basan en una concepción sesgada del avance tecnológico, reducido por lo general a dos elementos claves: la energía y la máquina. «Solo la energía domada por la tecnología proporciona progreso cultural». La llamada «revolución industrial» se suele definir en términos de vapor y mecanización y cuando se ha tratado de analizarla en función de las normas de organización del trabajo humano, no ha faltado quien se apresure a insistir en que lo esencial reside en el paso de una economía que depende de la energía orgánica, a otra que usa sobre todo, energía mineral (…). Fueron las máquinas las que dieron al europeo una superioridad decisiva en la investigación y en la guerra y le permitieron su rápida expansión imperial en África y Asia, de modo que no ha de extrañar que viese en ellas la razón de su primacía y pensasen que la capacidad de los hombres para construirlas proporcionaba una regla segura con qué medir su grado de civilización (…). Nuestras historias de la tecnología suelen ser poco más que historias de la mecanización y hablan poco de todo lo demás. Se describen por encima las aportaciones del mundo islámico, se citan las de la tecnología china —sin aceptar, no obstante, que «los grandes inventos que iban a permitir la llegada de los tiempos modernos en Occidente», sean en lo fundamental legados del saber chino como quieren los sinólogos— y las civilizaciones autóctonas de América y del África negra, carentes de máquinas, no son siquiera mencionadas o se las arroja a la «prehistoria»”.
En efecto, la fábula de la teoría de la inferioridad de los no occidentales no podía ser de otra manera criticada por Fontana Lázaro radicalmente a pesar de un efecto que ha perdurado a través de los siglos, postulando un mecanismo de desarmonización en el interior del ser no occidental. En este sentido, algunos intelectuales occidentales significativos, conculcaron la libertad individual de personas no occidentales y en virtud de ello, cada uno, de manera arbitraria desplegó egoístamente su naturaleza en la medida en que este despliegue (que, considerado “aisladamente”, podría aparecer útil o incluso no perjudicial para la felicidad común de los no occidentales), contribuye de hecho, de manera consciente por el intelectual occidental (a modo individual), a la realización del mayor mal posible pero si el mal en este mundo, tanto moral como natural, es el principio que hace de nosotros criaturas sociables, la base que establecen las teorías eurocéntricas, etnocéntricas y racistas por parte de estos intelectuales occidentales importantes contra los no occidentales, es asociable. En una palabra: incluso ese mal, situado en el tiempo con respecto al desarrollo de la modernidad (en los continentes no occidentales), no es un bien, mucho menos una armonía, es un mal en el sentido de que contribuye a uno mayor.
De hecho, el pensar naturalista del siglo XIX no cambió radicalmente su función. Las ciencias de la naturaleza proporcionaron un concepto de la naturaleza del ser del negro distinto del idílico. Sobre todo los intelectuales blancos, convertidos en imperialistas, utilizaron la alimaña como su emblema político; James Watson que debía de hablar de apaciguamiento, legitima la violencia ideológica contra las y los afrodescendientes, apelando a la diferencia racial entre el blanco y el negro. Mucho antes de James Watson y obviamente contra él, se dio un naturalismo aristocrático en Estados Unidos que se renovó en la burguesía y en la clase media intelectual —(blanca, aunque muchos intelectuales negros de la clase media, cayeron también en la trampa)—, poderosa, como biologismo político. Nada puede mostrar más claramente que el ambientalismo racista de James Watson contra la o el afrodescendientes había sido solo una estilización momentánea del pensamiento intelectual en la que a duras penas se podría apoyar confiadamente una declaración de la emancipación de la y el afrodescendientes. Por ello, James Watson empezó de una manera vacilante a despedirse de la y el afrodescendientes, una despedida que, sin duda, nunca lo ha podido conducir a una ruptura con su otro Yo, el Yo racista.
Como muy bien lo apunta Josep Fontana Lázaro en las citas anteriores, este rechazo del pesimismo político con referencia a la naturaleza humana no blanca es en primer lugar convincente. Tiene a su favor la argumentación del “pensar” como colonialidad del poder. Disuelve los estados morales y las cualidades en procesos, por lo tanto, de acuerdo a lo aquí analizado, no existen hombres indios o negros brutales, sino solo su brutalización; no existe en el hombre negro o en el hombre indio la criminalidad, sino solo la criminalización; no existe en la mujer india y en la mujer negra la idiotez, sino solo la idiotización; no existe en los seres humanos egolatría, sino solo adiestramiento egoísta; no existen razas menores de edad, sino solo víctimas de tutela. Lo que la argumentación racional «blanca» acepta como su naturaleza superior es, en verdad, naturaleza falseada: represión de la oportunidad humana de los no blancos. Sobre estas dos figuras, el indio y el negro, la literatura occidental desarrolla dos de sus pasiones más íntimas: la etnología, la pedagogía, los estudios sobre poder, la deconstrucción, estudios globales, estudios epistemicos, postmodernos y los estudios culturales. En principio, esto no ha cambiado nada, (hasta el día de hoy, siglo XXI) literalmente, esta doble pasión ha tenido su precipitado en dos géneros de gran envergadura: por una parte, en la literatura exótica de viajes y la posterior etnología (sobre todo la alemana, la francesa, la inglesa y la que produce Watson) y, por otra, en la novela de formación y la literatura de pedagogos.
Conclusión
En este sentido, el eurocentrismo, el etnocentrismo y el nacionalismo que va implícito en el racismo estructural aquí analizado, sería, sino la causa única de la desgracia de las y los afrodescendientes, en cualquier caso, la condición determinante para su exclusión, segregación y muerte, tanto física como social en los períodos que van del siglo XV hasta el siglo XXI. Mejor aún, otras de las causas de ese racismo contra las personas de piel negra, bien pudieron ser: los motivos expansionistas por efecto de las crisis económicas internas de los Estados europeos o los problemas psicológicos de los intelectuales en cuestión, por motivos ambivalentes con respecto al sentimiento de la identidad personal y de la pertenencia colectiva. Sin duda, una consideración así confirmaría que la teoría racista elaborada por el pensamiento occidental no tiene nada que ver con la existencia de razas biológicas objetivas pero si muestra que el pensamiento racista de James Watson aquí analizado, es un producto histórico o cultural, obviando el equívoco de las explicaciones posmodernistas que, por otra vertiente, tienden también a convertir o a relativizar estas actitudes racistas “cultas” en elemento invariable de la naturaleza humana.
En realidad, frente a estos hechos realistas, el modelo de interés por la humanidad del otro se comporta, a ciencia y conciencia, de una manera no realista. Resulta antinatural burlarse del ser de las personas de piel negra, de la idea de la razón como fuente y fuerza de iluminación para todos los seres humanos y en parte este análisis intenta, en efecto, hacer justicia a esa carcajada irracional sobre esta forma de racionalismo necio, pero cuando se hayan aclarado todas las contradicciones contra los africanos y afrodescendientes, quizá, la humanidad que no posee piel negra, haya atravesado todos los infiernos del irracionalismo sobre el Mismo. El conservar intacta la saludable ficción de una Alta Razón como fuerza para el entendimiento de todos los seres entre sí, —teniendo en cuenta las características etno-raciales o culturales—, es mi última tarea como soñador.
Notas
– Las citas aquí no aparecen reglamentariamente completas, faltan las numeraciones de páginas. Este trabajo se compone de párrafos, que hacen parte de un libro que será publicado, y se titula: Violencia epistémica. La academia, la esclavización y sus huellas en las Américas.
– El autor del presente trabajo, tiene como línea de investigación: el racismo en las ciencias en Europa, América Latina y el Caribe.
El antisemitismo, el odio y la intolerancia no son exclusivos de los Estados Unidos, dice en una carta abierta la Presidenta de la Comisión Canadiense de Derechos Humanos, Marie-Claude Landry, luego del incidente del tiroteo ocurrido el sábado en una sinagoga de Pittsburgh. Una afirmación confirmada por Estadísticas Canadá.
Este sábado pasado Robert Bowers, un estadounidense de 46 años, entró en la sinagoga ‘The Tree of Life’, gritó “¡Todos los judíos deben morir!”, y abrió fuego contra las personas que se encontraban en el templo celebrando diversos actos religiosos. Bowers, que tiene un amplio historial de comentarios antijudíos y anti inmigrantes en redes sociales, ha asesinado al menos a 11 de los asistentes. Entre ellos, una canadiense originaria de la ciudad de Toronto.
Joyce Fienberg, una canadiense que vivía en Estados Unidos, fue una de las 11 personas que murieron en la Sinagoga del Árbol de la Vida después de que un hombre armado abrió fuego durante los servicios religiosos el sábado. (Suministrada)
Estas personas y grupos que diseminan odio han experimentado un fuerte auge desde la entrada de Donald Trump en política y, muy especialmente, a partir de su triunfo en las elecciones de hace dos años.
Canadá no tiene un Trump a la cabeza del país. Sin embargo, expertos dicen que hay que permanecer atentos.
“Algunos podrían tratar de minimizar estos actos provenientes de un puñado de personas equivocadas que no deberían tomarse en serio. […] Pero vemos cada vez más odio e intolerancia expresados hacia personas simplemente por lo que son. […] Necesitamos ver de cerca cómo se propaga y pedir cuentas a quienes los propagan “, escribe Marie-Claude Landry en The Globe and Mail.
Quien era la canadiense Joyce Feinberg
El domingo, el Centro de Investigación y Desarrollo de Aprendizaje (LRDC, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Pittsburgh dijo en su página de Facebook que Fienberg era una ex miembro de la entidad educativa y que estaban “consternados y entristecidos” por el ataque. LRDC dijo que Fienberg era un especialista en investigación en el centro, que analizaba el aprendizaje en aulas y museos, desde 1983 hasta su jubilación en 2008. Trabajó en varios proyectos, incluyendo el estudio de las prácticas de maestros altamente efectivos.
Los delitos de odio en aumento
De hecho, según Estadísticas Canadá, los delitos de odio están aumentando en Canadá. De los 1167 incidentes de delitos de odio denunciados por la policía en todo el país en 2013, se pasó a 1409 en 2016, un aumento del 21%.
Los delitos motivados por el odio a una religión o grupo religioso aumentaron dramáticamente en cuatro años, de 326 a 460, un aumento del 41%.
En 2016, el judaísmo fue la religión más atacada por estos crímenes, que ascendió a 221, un 22% más que en 2013. Sin embargo, son los crímenes contra los musulmanes los que ven el mayor aumento en cuatro años. Estos pasaron de 65 a 139, un aumento del 114%.
Los delitos motivados por el odio de origen racial o étnico fueron los más numerosos en 2016, representando el 48% de los delitos de odio denunciados por la policía.
La importancia de los medios
En el Centro para la prevención de la radicalización que conduce a la violencia, cuya misión es recopilar informes de testigos de mensajes de odio, el director, Herman Deparice-Okomba, enfatiza que “la cantidad y el tipo de informes están relacionados siempre con las noticias”.
“Notamos que tan pronto como sucede algo a nivel nacional o internacional, la gente nos llama”, dice.
Por ejemplo, Deparice-Okomba menciona que el número de mensajes misóginos ha aumentado en lo más fuerte del movimiento #MeToo. Y los mensajes en contra de la inmigración aumentaron con la llegada masiva de solicitantes de asilo ilegales a la frontera en 2017.
Seleccionamos una veintena de documentales impactantes y necesarios, de esos que ayudan a comprender el mundo que nos rodea y también a mirar de forma crítica nuestra Historia para no olvidarla. Ni repetirla.
No hay arma cinematográfica más certera que el documental. Ya sea desde los bustos parlantes, la animación o la primera persona, este género abarca grandes reflexiones sobre los temas más candentes de nuestra actualidad, de una forma crítica que nos ayuda a entender mejor el mundo que nos rodea. Traspasan las barreras del marketing para mostrarnos realidades ocultas, fruto de investigaciones periodísticas o los testimonios inagotables de los afectados. Es, además, una herramienta irrenunciable para mirar al pasado, a nuestra Historia, y no olvidarla. No vaya a ser que la repitamos.
Con motivo del estreno de ‘El silencio de otros’, uno de los documentales más importantes de la temporada, seleccionamos una veintena de títulos que van a remover alguna que otra conciencia. Si hay suerte.
1. EL SILENCIO DE OTROS (2018)
BTeam Pictures
De qué va: las víctimas del franquismo.
Como escribía Carlos Loureda en su crítica para FOTOGRAMAS, este es el documental más importante de los últimos 80 años. Y lo es: Almudena Carracedo y Robert Bahar cuestionan la Transición y su Pacto del Olvido, por el que los crímenes del dictador Francisco Franco y sus seguidores fueron escondidos, y sus víctimas abandonadas en las cunetas. Ahora, tantos años después, un grupo de familiares busca una justicia que el estado español no parece dispuesto a darles.
De qué va: los secretos del poder y el espionaje masivo.
Ganador del Oscar a Mejor Documental, este filme de Laura Poitras recoge uno de los momentos más alucinantes de la última década: cuando Edward Snowden dejó su trabajo en la CIA y se refugió en Hong Kong para contar al mundo los secretos que había descubierto y violaban los derechos fundamentales a nivel mundial.
3. CIUTAT MORTA (2014)
Metromuster
De qué va: los abusos de poder y las mentiras que los encubren.
Representantes del cine más militante del momento, Xapo Ortega y Xavier Artigas se dieron a conocer con este documental, que investiga los motivos del suicidio de Patricia Heras para acabar retratando la otra cara de Barcelona. Una que tiene muchos secretos bajo la alfombra y muchos crímenes por los que rendir cuentas.
La cineasta Ava DuVernay se pasa al documental para componer una minuciosa investigación sobre las relaciones entre la comunidad afroamericana, las cifras de encarcelamientos y el racismo institucional del país. La criminalización del colectivo se acaba revelando como un auténtico cáncer, y las reflexiones que desprende el filme son tan contundentes como necesarias.
Ahora que se habla tanto de los abusos sexuales, de Harvey Weinstein y el #MeToo, toca volver a este documental de 2014 dirigido por Amy Berg y que pasó bastante desapercibido. En él se abordan los casos más flagrantes de abusos de menores en la industria norteamericana, con nombres y apellidos. Algunos te dejarán de piedra.
6. FOOD INC (2008)
Magnolia Pictures
De qué va: la industria alimentaria.
Este documental de Robert Kenner te va a hacer replantearte tu dieta. Su retrato de la industria alimentaria es impactante, implacable y profundamente crítico. Como con tantos otros temas, seguimos haciendo la vista gorda como sociedad a los procesos que se esconden tras la comida que compramos plastificada en el supermercado. Quizás verlo nos haga cambiar de idea.
Hablando de temas a los que la sociedad da la espalda… Jill Bauer y Ronna Gradus se sumergen en el mundo del negocio del sexo, donde encuentran grandes cantidades de precariedad laboral, falta de derechos y maltrato a las mujeres. Netflix amplió los temas con la serie ‘Hot Girls Wanted: Turned On’ de Rashida Jones, pero sólo con esta hora y media basta para convencernos de que hay un problema. Inside Job
8. INSIDE JOB (2010)
Sony Pictures
De qué va: la crisis económica de 2008, y los intereses que hubo detrás.
Un clásico moderno que todavía no ha caducado. De hecho, sigue siendo la historia interminable y sin escrúpulos de nuestro capitalismo contemporáneo. Como se dice varias veces en este documental de Charles Ferguson, la crisis económica de hace una década no fue un accidente. Tuvo responsables y tantos otros que podrían haberla evitado. Tras ella, los pobres son más pobres y los ricos más ricos (y más despiadados). Una película absolutamente necesaria.
9. LAGO DE FUEGO (2006)
Getty Images
De qué va: el aborto.
Tras dirigir aquella aclamada ‘American History X’, el cineasta Tony Kaye se sumerge en el género documental para hablar de un tema candente: el aborto. Kaye realiza una investigación a través de multitud de entrevistas, poniéndose intermitentemente a un lado y otro del debate.
Como documentalista, Werner Herzog siempre ha sabido explorar sus temas más allá de lo evidente y llegar a las reflexiones más humanas. Con esta deslumbrante película, el alemán entrevista a importantes pioneros de la era digital para mostrar cómo ha cambiado la vida, cómo se presenta el futuro y, sobre todo, cómo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos en la era de Internet. La imagen de los monjes absortos en sus ‘smartphones’ no tiene precio.
11. OF FATHERS AND SONS (2017)
Basis Berlin
De qué va: los niños del ISIS.
Premio del Jurado en el Festival de Sundance y nominado a Mejor Documental en los próximos Premios del Cine Europeo, este filme de Talal Derki es un documento único y de primera mano de cómo ISIS prepara a la juventud siria para ser sus próximos soldados. Derki vivió durante dos años con una familia, observando con su cámara a los niños, y el resultado es escalofriante.
En un momento en el que el feminismo está de nuevo en boca de todos, es más importante que nunca recordar lo que este movimiento ha conseguido a lo largo de su historia, especialmente en la década de los 60, cuando se negaron a ser unas segundonas en la historia. Cuando dijeron que «lo personal es político» y cambiaron el mundo. La cineasta Mary Dore nos lleva a un momento del que deberíamos tomar nota.
Nunca es tarde para volver a Claude Lanzmann y el que es uno de los mejores documentales de la historia del cine. Lo es no sólo por sus nueve horas de entrevistas, testimonios y visitas a los lugares donde sucedió todo, sino sobre todo porque nos enseña lo necesario que es revisionar la historia, tenerla presente y entenderla para que no caiga en el olvido. Para que no se repita. Ya sabéis: quien no conoce la historia está condenado a repetirla.
14. THE ACT OF KILLING (2012)
Avalon
De qué va: el impune genocidio en la Indonesia de los 60.
Fue toda una sensación cuando se estrenó: ganó el BAFTA, el galardón de los Premios del Cine Europeo y llegó a estar nominado a los Oscars, aunque no lo ganó. El furor que causó, y que llevó a Joshua Oppenheimer a hacer una segunda parte (‘La mirada del silencio’), está justificado: en su retrato de unos exmercenarios que recrean sus crímenes sin ninguna clase de remordimiento, el cineasta estaba lanzando un poderoso mensaje social: la impunidad es un fracaso de la historia.
Mark Achbar, Jennifer Abbott y Joel Bakan retratan en este documental cómo se formaron algunas de las mayores y más poderosas corporaciones de nuestro planeta, con menciones directas a marcas como Nike o Coca-Cola. Con presentadores de excepción para las reflexiones que suscita, desde Noam Chomsky hasta Michael Moore, este documental es otra muestra más de todo lo que esconde el capitalismo moderno y que todo su marketing no nos deja ver.
De qué va: el horror de la guerra entre Israel y El Líbano.
Con una animación que quita el hipo, Ari Folman nos contó los horrores de esta guerra de principios de los 80 para exorcizar fantasmas de una historia que debe ser observada con mayor crítica. Demuestra, además, que hay muchas maneras de contar historias y que el documental es un género apasionante y diverso.
17. CONFESIONES DE UN BANQUERO (2013)
Bauderfilm
De qué va: el poder de los banqueros.
En nuestra sociedad hay pocos colectivos tan poderosos como el de los banqueros. En este documental de Marc Bauder, uno de ellos se abre en canal para contarnos sus motivaciones personales y profesionales, y cómo funciona ese oscuro mundo paralelo donde, parece ser, viven unos señores trajeados con los bolsillos rebosantes de dinero.
El patriarcado no es sólo en el enemigo de las mujeres, también de los hombres. Tradicionalmente, se les ha enseñado a ser fuertes, a no llorar, a no mostrarse débiles ante los demás, a tragarse sus emociones y seguir el camino de los que les precedieron. Pero todo eso, como dice el título de este documental de Jennifer Siebel Newsom, es una máscara. Una que hay que quitar cuanto antes. Este filme aporta su granito de arena para hacerlo.
De qué va: la lucha entre la explotación y la conservación.
Como bien dice el título, dos mundos chocan violentamente en este documental de Heidi Brandenburg y Mathew Orzel: el de un gobernante que quiere destrozar la naturaleza para obtener beneficios con los materiales que allí se encuentran y los habitantes de esas tierras que no están dispuestos a dejar que destroce sus vidas. Una lucha de colosos que simboliza la gran batalla que el planeta lleva años librando, entre la explotación económica y la conservación de nuestros paisajes.
20. PEPE, UNA VIDA SUPREMA (2018)
K&S Films
De qué va: Pepe Mujica. Y ya.
El cineasta Emir Kusturica elabora un retrato de un hombre inspirador al que deberíamos escuchar cada semana. El modelo de país que aplicó en Uruguay se ha demostrado un éxito y persigue unos ideales que nada tienen que ver con el capitalismo moderno. Y es que Mujica siempre le gustó imaginar que el mundo podía ser un lugar mejor.
Fray Junípero ha sido desterrado de la Universidad Stanford, el novohispano Juan de Oñate ha sido relegado a un tercer plano en Nuevo México y la estatua dedicada a Cristóbal Colón en Los Ángeles ha sido retirada recientemente por un concejal llamado Mitch O’Farrell, que califica al descubridor de «genocida». ABC consulta la opinión de historiadores y expertos en el pasado colonial de América sobre este fenómeno antihispánico
A principios del siglo XX, el historiador norteamericano Charles F. Lummis, gran defensor de los indios, aseguró en Los Ángeles que «la razón de que no hayamos hechos justicia a los exploradores españoles es sencillamente que hemos sido mal informados. Su Historia no tiene paralelo…». Superada la guerra de 1898, gran parte de EE.UU quería, como F. Lummis, reconciliarse con aquellos españoles que se abrieron paso por tierras hostiles y brotaron el mayor mestizaje de la historia.
Un siglo después, fray Junípero ha sido desterrado de la Universidad Stanford, el novohispano Juan de Oñate relegado a un tercer plano en Nuevo México y la estatua dedicada a Cristóbal Colón en Los Ángeles retirada recientemente por un concejal llamado Mitch O’Farrell, que califica al descubridor de «genocida». ABC quiere conocer la opinión de historiadores y expertos en el pasado colonial de América sobre lo que está pasando en EE.UU. y sobre el origen de este nuevo brote de mala información.
«Buscan cabezas de turco alternativas»
Jesús Torrecilla, profesor en UCLA
En palabras de Jesús Torrecilla, profesor de Literatura en UCLA, el origen de este revisionismo está en la búsqueda de cabezas de turco alternativas para celebrar la «diversidad del país sin atacar los fundamentos racistas de la identidad nacional de EE.UU.». «Se ha puesto énfasis en denunciar el racismo en los estados secesionistas del sur, derribando las estatuas de sus principales líderes en los últimos años. Ahora le toca el turno a la labor colonizadora de España, el otro gran villano contra el que se pueden tirar piedras sin que el edificio de Estados Unidos se resienta», explica Torrecilla. Este profesor universitario se pregunta si, usando los mismos argumentos que condenan a la figura de Colón, «¿deberíamos dejar también de celebrar el Día de Acción de Gracias porque el establecimiento de una colonia inglesa en Virginia fue el origen de uno de los mayores genocidios de la historia?».
«La celebración de la diversidad, tal y como se está llevando a cabo, no implica un propósito de autocrítica. Se celebra el espíritu americano como un ejemplo de tolerancia e inclusión, y se condena a los enemigos de ese espíritu (racistas del sur y genocidas españoles…), como los verdaderos culpables de los males que ha experimentado o experimenta el país. Esto no implica una actitud revisionista de su historia, siempre dolorosa, sino una reacción interesada e hipócrita frente a los nuevos retos que plantea el mundo actual», puntualiza.
«Es inconcebible que hablen de genocidio»
Enriqueta Vila, académica de la RAH
Para Enriqueta Vila, miembro de la Real Academia de Historia, lo que ocurre es difícil de explicar en «una sociedad [la estadounidense] que ha construido una epopeya de celuloide de su expansión hacia el Oeste arrasando a los pueblos y sociedades indígenas y los que quedaron viven aún en reservas. Es inconcebible. Creo que están mejor calladitos en el tema del genocidio y aprendiendo de sus vecinos de abajo, entre los cuales la población mestiza e india es mayoritaria después de tres siglos y medio de ocupación española».
«Lo que no entiendo es qué pinta Colón en ese movimiento californiano. Ni era español, ni supo encontrar el paso y llegar allí, y sus posibles desmanes solo los pudo cometer en las Antillas, donde los indios caníbales mataban a más indios taínos que los nuevos colonizadores que portaron, eso sí, virus de enfermedades a las que los indios no estaban inmunes», precisa Vila, quien recuerda que Colón, después de su tercer viaje, fue trasladado preso a España por la Corona acusado de mal gobierno.
«No se puede valorar una labor de siglos por un solo hombre»
Ricardo García Cárcel, catedrático
El historiador valenciano pide prudencia a la hora de delimitar si se trata de una campaña o si solo es el resurgir de «viejas opiniones desde la izquierda contra la labor colonizadora y conquistadora realizada por España». «Colón fue un “empresario” que explotó los recursos que tenía a su alcance de manera atentatoria contra lo que hoy llamamos derechos humanos, al menos si le juzgamos con criterios actuales. Pero de eso a llamarle genocida hay un mundo; es surrealista», precisa el historiador valenciano. Asimismo, este miembro de la Real Academia de la Historia elogia la forma en la que España colonizó el Nuevo Mundo buscando en «todo momento la integración y el mestizaje»: «No se puede valorar una labor que duró siglos en función de un solo hombre, entre otras cosas porque fue la propia Corona española la que penalizó la forma de proceder de Colón».
«La retirada no tiene que ver con Colón»
Henry Kamen, hispanista
El hispanista británico, que defiende que la llamada Leyenda Negra no existe, considera que la retirada de la estatua de Colón «es consecuencia de una creciente tendencia en la vida pública de EE.UU, de insistir más en las consecuencias negativas del “descubrimiento” de América en 1492». «La retirada es simbólica, no tiene nada que ver con Colón. Y, evidentemente, todavía menos con el papel de España. Los que han votado retirar la estatua están pensando igualmente en Inglaterra y en Francia», apunta Kamen, para quien no tiene ningún «sentido o justificación» llamar genocida al descubridor.
«Desde un punto de vista científico, ese concepto no tiene base ninguna. No hubo intención, por parte de los colonizadores, de eliminar la población indígena, así que la palabra es totalmente inadecuada, porque no se trata de matanzas sino que intervienen otros factores como epidemias».
«Es fácil insultar a figuras como Colón»
Felipe Fernández-Armesto, catedrático
Historiadores españoles y extranjeros coinciden en que la retirada de la estatua y el destierro de Junípero va más allá de nombres propios. Felipe Fernández-Armesto, catedrático en la Universidad de Londres, cree que la herencia hispánica es víctima del fuego cruzado entre dos Américas «que no dialogan y no se comprenden»: «Ni la América tradicional de herencia anglosajona, ni la América social, plural y posmoderna aprecian la contribución hispánica a EE.UU. Así que figuras como Colón y San Junípero son fáciles de insultar y desdeñar».
Fernández-Armesto, a su vez, califica de «injusticia» y fruto de la «ignorancia» reprochar a figuras históricas ser personas de su época que admitían, por ejemplo, la esclavitud o condenaban el paganismo». Así es el caso de Colón, «una mezcla de vicios y virtudes que quería esclavizar a los indios y no dudó en hacerles la guerra. Pero sus contribuciones a la historia del mundo son digno de conmemorarse. En democracias maduras, debemos aceptar toda nuestra historia», concluye el británico.
«Los niños aprenden que lo hispánico representa el mal»
Tomás Pérez Vejo, historiador
Un español que ve la polémica desde México, el profesor Tomás Pérez Vejo, cree que hay un camino muy largo para revertir la Leyenda Negra y convencer a las dos Américas de lo importante de su sangre hispánica. «Sobre la que se enseña en Estados Unidos poco se puede hacer. Su historia se inscribe en un relato en el que lo anglosajón representa el progreso y el bien de la humanidad y lo hispánico, el mal. Los niños aprenden en la escuela que los que llegan con Colón son conquistadores y que los que lo hacen en el Mayflower son pacíficos colonos», apunta este profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México.
Bajo su visión, el auténtico problema es que la historia que se enseña en los diferentes países hispanoamericanos tampoco es demasiado diferente:«El componente victimista es un importante cemento de identidad para muchos hijos de la conquista».
«Hay que reconstruir el edificio hispánico»
Borja Cardelús, presidente de la Fundación Civilización Hispánica
Al respecto de si Colón y España tiene quién la defienda en EE.UU, Borja Cardelús, presidente de la Fundación Civilización Hispánica, recuerda que en Iberoamérica «hay muchas personas que defienden a Colón y la obra española. Son los que están bien informados, los que han leídos y han accedido a la verdad con mayúsculas, que es lo que debe buscarse. Es intención de la fundación que presido movilizar a todas esas personas en la labor común de reconstruir el edificio de la comunidad hispánica, desmoronado a causa de la insidiosa Leyenda Negra».
El mundo hispánico debe defender su cultura, en opinión de Cardelús, haciendo uso de medios que lleguen al público de forma masiva: «A través del cine, la televisión, las exposiciones, las redes sociales, que es justamente lo que han hecho otras naciones con su imagen, como Francia o Inglaterra, cultivadores eximios de su historia».
«EE.UU. se configuró en torno al expolio masivo»
Francisco M. Hoyos, historiador
Otro factor a tener en cuenta en la ecuación americana es la creciente influencia del movimiento indigenista en los actuales EE.UU. «Vivimos en tiempos de recuperación de la Memoria. No es extraño que, después de un largo silencio, se denuncien los crímenes que sufrieron los pueblos indígenas. De hecho, el país se configuró a partir de un expolio masivo, tantas veces mitificado como fue “la conquista del Oeste”», explica Francisco Martínez Hoyos, autor de «La historia del indigenismo».
Este doctor en Historia aclara que lo sucedido no es una demostración de hispanofobia: «También se ha solicitado la retirada de estatuas de personajes norteamericanos como el general Custer o Andrew Jackson. Este último hizo expulsar de sus tierras a los indios cherokee y creek. Nos encontramos ante una lucha por la memoria histórica. Los indígenas tienen la suya, que no coincide con la de los italoamericanos, que ven en Cristóbal Colón a un héroe que refuerza su identidad de grupo».
«Colón no necesita un abogado»
Carmen M. Rubio, historiadora
Carmen Martín Rubio, autora de «Francisco Pizarro: el hombre desconocido» (Ediciones Nobel), pone énfasis en que, dada la importancia histórica de la empresa iniciada por Cristóbal Colón, «no necesita ningún abogado. Su descubrimiento llevó consigo la aparición de un mundo nuevo y moderno, tanto en Europa como en la recién descubierta América, en el que surgieron nuevas nacionalidades, se mejoró la alimentación de las gentes por el intercambio de productos y, además, fue básico para que se iniciaran viajes de exploraciones geográficas para un un mayor conocimiento de nuestro planeta Tierra».
Esta historiadora recuerda, además, que, cuando los colonos comenzaron a someter a los indígenas a fuertes trabajos, «Colón legisló una serie de ordenanzas para protegerlos, aunque, ciertamente, en aquellos territorios, a lo largo del siglo XVI, se produjo una gran mortandad, tanto entre los aborígenes como en los españoles, pero no se puede obviar que fue propiciada por enfermedades: las gripes que contagiaban los cerdos, la principal despensa de los conquistadores, la viruela, el sarampión, etc.».
«Es un intento por quitar importancia al mundo hispano»
Javier Santamarta del Pozo, politólogo
El politógo experto en ayuda humanitaria y autor del libro «Siempre tuvimos héroes» achaca a la ignorancia la actitud hostil contra personajes claves de la historia como Colón o fray Junípero. «Detrás hay un intento geopolítico para quitar importancia a todo lo que representa lo hispano, habida cuenta de lo pujante del idioma español en Estados Unidos, con decenas de millones de hispanohablantes. Es un revisionismo que cuesta mucho pensar que solo venga por falta de conocimiento, puesto que la mala fe tiene un buen aliado con esa ignorancia y ese reverdecer de la Leyenda Negra».
En este sentido, Santamarta reivindica las grandes aportaciones españolas a Norteamérica, empezando por el conocimiento de aquel territorio, «explorándolo siglos antes que otros europeos y creando caminos que serían usados por los que se llamarían “pioneros” en los siglos venideros, cuando España ya lo había sido». «Hay hitos fundamentales como fue el descubrimiento de la Florida en 1513. Aparte de los establecimientos de ciudades como San Francisco o El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles del Río de Porciúncula, más conocida como Los Ángeles, y donde se retiró la estatua de Colón, desconociendo que en su fundación estuvieron indígenas, mestizos, mulatos», añade.
«Es una moda hipócrita y frívola»
Fernando García de Cortázar, catedrático y director de la Fundación Vocento
Como en la caso de Junípero, el director de la Fundación Vocento culpa de la campaña desatada ahora contra Colón a «un indigenismo de salón ante el que han sucumbido no pocos políticos y centros universitarios, una moda frívola y bastante hipócrita que se agota en la denuncia mecánica de Occidente, y en el caso de América, en la conquista y colonización española». Algo que no deja de ser especialmente injusto dado que la española fue «la única nación que reveló interés por resolver el problema del trato a los indígenas, con unos escrúpulos de conciencia que todavía hoy, tras siglos de lucha por los derechos humanos, son infrecuentes».
«No podemos olvidar que cuando las carabelas de Colón arribaron a las playas americanas atravesaron una especie de túnel del tiempo, poniendo en contacto dos continentes que habían evolucionado por separado; creencias, alimentación, tabúes morales… todo era distinto. La hazaña de Colón dio paso a una gran epopeya, compasiva a veces, sangrienta otras. La conquista de América fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego. La gloria y la abyección fueron igualmente notorias en aquella hazaña. Pero sólo quien ignore la complejidad de la naturaleza humana puede escandalizarse de estas ambigüedades y contradicciones».
«Colón no quería aniquilar a la población»
Iván Vélez, autor de «Sobre la Leyenda Negra» y «El mito de Cortés»
Entre las muchas aportaciones de España a Norteamérica, Iván Vélez, autor de los libros «Sobre la Leyenda Negra» y «El mito de Cortés», destaca «las instituciones –universidades, hospitales, catedrales, ayuntamientos- propias de un imperio generador que, a diferencia del impulsado por los ingleses, permitió la conservación de los naturales. Mientras los anglosajones dejaron una pradera desnuda, los hispanos construyeron cientos de ciudades pobladas por mestizos».
El hecho de que Colón trajera esclavos demuestra, según el divulgador y arquitecto, «que no tenía intención de aniquilar a la población nativa» y lo infundado de llamar genocida al descubridor. «Cada individuo, cada “pieza”, eufemismo muy común en la época, podía alcanzar un alto valor en un mercado floreciente, en el que destacaban las factorías genovesas».
«El primer paso debería darlo el mundo académico»
Rafael Rodrigo Fernández, doctor en historia y administrador de «El Gran Capitán. Historia Militar»
Al respecto de qué pueden hacer los españoles para revertir la Leyenda Negra, Rafael Rodrigo Fernández cree que hoy en día existen «muchos frentes en donde poder trabajar para rebatir la propaganda antiespañola, la cual tuvo su razón de ser hasta el siglo XIX, al ser España el Imperio a batir, pero que desde entonces se ha mantenido más por los propios españoles que por sus antiguos rivales». «Tenemos que divulgar a través de todos los medios posibles la realidad de la historia y el pasado de España. El primer paso debería darlo el mundo académico, cosa que me consta que está sucediendo mediante diversos proyectos, el último un documental del Instituto CEU de Estudios Históricos sobre los Tercios españoles, dirigido por Luis Togores. Sin embargo, luego nos encontramos con la realidad institucional, donde el propio Instituto Cervantes de Londres y la embajada Española colaboraban, parece ser que al final debieron pensarlo mejor, en unas jornadas sobre la (in)tolerancia de la Monarquía Hispánica. Cabría preguntarse si algo así podría suceder si hablásemos sobre la persecución religiosa en Inglaterra y las jornadas se celebrasen en Madrid con patrocinio británico».
La elección en octubre pasado del ex capitán del ejército Jair Bolsonaro como futuro presidente de Brasil cerró una campaña electoral donde no faltaron entre sus argumentos electorales los elogios a la dictadura militar que sufrió ese país sudamericano entre 1964 y 1985.
Mirando de reojo ese periodo de la historia, el presidente electo –que inició su vida política nacional en 1990 cuando fue elegido diputado federal por el Partido Demócrata Cristiano- prometió “hacer un Brasil que se parezca al de hace 40 o 50 años”. Subrayando que “el error de la dictadura fue de torturar en vez de matar” a los opositores.
Durante la campaña, Bolsonaro, se pronunció a favor de la esterilización forzada de individuos pobres o criminales; de la portación de armas; de la tortura a los traficantes de drogas y de la pena de muerte. Atacó el aborto y subestimó con desprecio a mujeres, minorías indígenas y negras, así como a la población LGBT.
Esta concepción del futuro presidente de la mayor potencia latinoamericana no deja indiferente al resto del continente. “Entre las causas del *fenómeno Bolsonaro* debemos incluir la deficiencia en el trabajo de memoria, verdad y justicia, que se vivió en Brasil”, afirma la abogada argentina Lucila Puyol.
Militante social y feminista, integrante de la agrupación HIJOS (hijas e hijos de desaparecidos, asesinados, ex presos políticos y exiliados) y del equipo jurídico de dicha organización en Santa Fe, Puyol ha participado en los últimos 20 años, como parte acusadora, en numerosos juicios contra militares responsables de crímenes de Lesa Humanidad durante la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983).
La memoria, antídoto contra la impunidad
“Bolsonaro llega al poder en un país donde no se dio, prácticamente, una discusión de fondo sobre lo que significaron realmente los 20 años de la dictadura que comenzó en 1964. Y lo que sucedió en ese periodo con respecto a los muertos, a los presos, a la tortura”, afirma Puyol. Recordando que incluso la ex – presidenta, Dilma Rousseff, como joven resistente anti dictatorial, fue detenida en 1970, torturada brutalmente durante más de veinte días y presa tres años.
“Lamentablemente en países como Brasil, Chile e incluso Uruguay, a diferencia de lo que se vivió en Argentina, no hubo un trabajo lo suficientemente intenso, colectivo y de sociedad sobre lo que fue la dictadura”. Realidad que, tal como lo subraya Puyol, “creó un contexto de impunidad que explica parcialmente que un ex militar, pro dictadura, gane las elecciones y sea el próximo presidente de Brasil. Solo la memoria y la verdad puede ser un buen antídoto contra la impunidad”, enfatiza.
¿Se banalizó el real efecto de la dictadura brasilera al retornar a la democracia? ¿Se la integró como un hecho más de la historia de ese país sudamericano?, preguntamos. Tal vez, usar el concepto de banalización sea demasiado fuerte, explica la defensora de derechos humanos. “Sería más exacto pensar que la memoria, la verdad y la justicia no fueron consideradas como pilares esenciales para el saneamiento posterior de las instituciones, cuando se dio la transición de la dictadura a la democracia”, sostiene.
Esa transición, no solo en Brasil, sino en todos los países latinoamericanos que padecieron Golpes de Estado, doctrinas de seguridad nacional y violencia represiva generalizada, “fue muy importante y tuvo una connotación política, social y cultural trascendente para el futuro de los pueblos”, explica la abogada. Recuperar la democracia, no significó solamente elegir y poder ser electo sino definir toda una nueva política para un país. Que incluyó, como elemento esencial, la democratización de las fuerzas armadas, policiales y de seguridad, subraya.
“Mientras en Argentina logramos introducir leyes que impiden que esos actores intervengan en la política y los conflictos internos, no pasó igual en Brasil. Los militares intervienen activamente, por ejemplo, con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. Entran en una favela, destruyen, torturan, y pareciera que no hay condena, ni jurídica ni social”.
Algo semejante, explica, pasa con la justicia. Y se interroga: ¿cómo entender, si no, que el juez Sergio Moro, que condenó y envió a prisión al ex presidente Lula, haya sido propuesto por Bolsonaro como próximo Ministro de Justicia en su futuro gabinete? “Una total vergüenza institucional”, enfatiza la militante de HIJOS/Argentina. Sudamérica y el trabajo de la memoria
La diferencia que se ha dado en el trabajo de la memoria, conlleva a posturas políticas diferentes en Brasil y Argentina, analiza Lucila Puyol.
Y su hipótesis la sustancia con argumentos. “El Gobierno de Mauricio Macri, que asumió en Argentina en diciembre del 2015, también es de derecha. A inicios del 2016, Darío Lopérfido, funcionario de alto rango en el sector de la cultura de su Gobierno, puso en duda la cifra de 30 mil desaparecidos durante la dictadura”. Y esto suscitó una masiva movilización ciudadana de condena que le obligó a renunciar, explica.
En mayo 2017, la Corte Suprema de Justicia, con una mayoría favorable al Gobierno de Macri, decidió “resucitar” y aplicar la Ley 24390, o del 2 x 1, (promulgada en 1994 y derogada en 2001) para reducir a la mitad las condenas por crímenes de Lesa Humanidad, a militares enjuiciados.
Los organismos de derechos humanos, la mayor parte de la clase política y la sociedad argentina consideraron que se trataba de un indulto maquillado que podría beneficiar a más de 250 militares de la dictadura (de los 500 condenados y encarcelados). “Y la respuesta fue masiva y en las calles. Fue tan impresionante la movilización que el Parlamento se vio obligado a dictar otra ley que revocó ese intento de suavizar las penas de los genocidas condenados”, recuerda.
Otros ejemplos, indican la sensibilidad extrema de la sociedad argentina en todo lo relativo a los derechos humanos, enumera la abogada. El presidente Macri se vio obligado a mantener -a pesar de sus deseos- el 24 de marzo de cada año como feriado nacional (con movilizaciones sociales) como ejercicio de memoria y condena al Golpe de Estado de 1976. El nuevo Gobierno no pudo frenar la continuidad de los juicios contra responsables de la dictadura, realizados por jueces y tribunales normales y ordinarios. Por otra parte, cada *bebé desaparecido* por los militares en los setenta, que recupera su identidad gracias a la acción de los organismos de derechos humanos, se convierte en un evento político/social que conmueve aun hoy a la gran mayoría de la sociedad argentina.
“El trabajo de memoria colectiva sigue muy fuerte y vigente”, enfatiza la abogada. Quien reivindica también las constantes movilizaciones masivas a favor del aborto que promueve el movimiento feminista. Y las protestas y paros nacionales sindicales por el salario y contra el desempleo. Expresiones significativas de la defensa de los derechos humanos en su concepción más amplia.
No confundir las víctimas con los victimarios
Comparando esa realidad argentina y la brasilera y el discurso ganador de Bolsonaro, se puede pensar que Brasil paga el precio de una cierta *amnesia colectiva*, preguntamos en forma de síntesis final.
“No debemos confundir el pueblo con los grupos de poder de un país, incluyendo los grandes monopolios de información – como la red O Globo- que elaboran, transfieren e imponen conceptos y argumentos contrarios a los derechos humanos que pueden confundir al electorado”, relativiza Puyol. Quien se dice convencida que en el gigante sudamericano existen importantes movimientos sociales, populares, de mujeres, que “nunca han aceptado las políticas oficiales post-dictatoriales que impidieron profundizar el trabajo de memoria”. No se debe penalizar doble a las víctimas y los marginados, considerándoles que padecen de amnesia, subraya.
¿O acaso “podemos criticar a la gente más marginada, -que a veces tiene como prioridad cotidiana la lucha contra el hambre y por su sobrevivencia-, por el hecho de haber sido engañada con promesas y discursos electorales de la derecha y por no haberse podido informarse de forma alternativa o diferente de los contenidos dominantes de los monopolios informativos?, se interroga. Y concluye con convencimiento: “en estos momentos de retrocesos sociales, políticos y culturales en América Latina, debemos recuperar, en Brasil, en Argentina, en todas partes, la capacidad de pensar y soñar en un continente hermanado y solidario, en un mundo más justo, equitativo y ecológicamente durable, con plena vigencia de los derechos humanos hoy seriamente amenazados”.
Una nueva legislación obliga a indicar la dirección y en la reserva, muchos inmuebles carecen de dirección formal. «Están tratando de evitar que votemos porque no quieren oír nuestra voz y nuestras opiniones», protesta una de las ciudadanas indígenas.
Mientras la capa de niebla matutina se evapora en las afueras de Fort Yates, un grupo de voluntarios hace cola en el interior de un edificio amarillo anodino, decorado con carteles en los que se puede leer: Standing Rock votará. Todos los lugareños saben de la existencia de esta oficina. Existe desde hace décadas y es propiedad de la jefatura de la tribu de la reserva. Sin embargo, es probable que no dispongan de la siguiente información: la dirección exacta.
Hasta no hace mucho esto no tenía ninguna importancia. En la reserva, muchos inmuebles, desde edificios gubernamentales a casas pequeñas, carecen de dirección formal. De hecho, los miembros de la tribu sioux Lakota que viven en Standing Rock, como los nativos americanos de otras cuatro reservas en Dakota del Norte, saben dónde viven los miembros de su comunidad, sin necesidad de tener una dirección exacta. La mayoría de ellos utiliza un apartado de correos para recoger la correspondencia. Durante años, miles de personas han utilizado sus apartados de correos al registrar documentos de identificación oficiales.
Sin embargo, ahora, cuando solo faltan dos semanas para que en Estados Unidos se celebren unas elecciones legislativas que son clave, la falta de una dirección formal se ha convertido en un problema burocrático que podría cambiar el resultado de una campaña crucial.
Después de que el Tribunal Supremo se pronunciara a principios de mes a favor de la ley de votantes, los nuevos requisitos legales entrarán en vigor en noviembre. Según la nueva ley, para poder depositar su voto en la urna, primero los votantes deberán mostrar un documento de identidad que incluya su dirección. Esta ley, auspiciada por el Partido Republicano, se interpreta como una acción deliberada para que la comunidad indígena no pueda votar.
«Tramitaron la ley sin pedir nuestra opinión en ningún momento», indica Danielle Ta’Sheena Finn, directora de asuntos externos de Standing Rock: «Nunca nos invitaron para que pudiéramos expresar nuestras preocupaciones o preguntar. Lo hicieron prácticamente a escondidas, con lo cual queda claro qué pretenden conseguir».
En el interior del edificio amarillo, el pequeño ejército de voluntarios, convocado por una coalición de grupos indígenas para la defensa de los derechos civiles, tiene el firme propósito de contraatacar. Planean llamar a todas las puertas del lado norte de esta gran reserva, que se extiende por los estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur, y llevar a los habitantes en autobús al único edificio gubernamental que expide nuevos documentos de identificación tribal hasta que toda la población de Standing Rock tenga la documentación que le permita votar.
Un proceso complicado
Se trata de una tarea de gran envergadura. En esta extensa zona viven unos 3.000 votantes, en comunidades repartidas a lo largo y ancho de una extensión de unos 3.000 kilómetros cuadrados.
Alva Cottonwood-Gabe está sentada en la oficina, con el documento de identidad [sin dirección] que ha utilizado hasta ahora. Caducó hace muchos años pero esta mujer de 57 años, que vive con una ayuda [cupones para alimentos] de unos 340 euros al mes y otros subsidios del Gobierno, no podía pagar los cinco dólares que cuesta renovarlo. «Mantengo a cuatro nietos y tengo otros gastos en casa», explica.
Tras el fallo del Tribunal Supremo, los gobiernos tribales de todas las reservas han decidido renovar los documentos de identidad sin coste alguno para los ciudadanos y han asumido el coste del trámite. Cottonwood-Gabe fue una de las primeras en llegar en autobús para recoger su nuevo documento de identidad, que blandió sobre su cabeza, un pequeño símbolo de victoria. Es idéntico a su documento de identidad anterior, salvo que ahora incluye su dirección: 568 Sioux Avenue.
A la mujer, todos los trámites, y el farragoso proceso, que incluyó rellenar tres formularios y hacer cola en la oficina federal, le sirvieron como recordatorio de lo que, para ella, es el objetivo final de la nueva ley.
«Están tratando de evitar que votemos porque no quieren oír nuestra voz y nuestras opiniones», indica: «Pero votar es muy importante, no solo para mí, sino también para mis hijos, mis nietos, mis bisnietos».
Madre de 13 hijos y abuela de 20 nietos, Cottonwood-Gabe participó activamente en las protestas por la construcción de un oleoducto en Dakota del Norte que logró captar la atención internacional en 2016. En los enfrentamientos con la policía, fue atacada en tres ocasiones con gases lacrimógenos. Los agentes también utilizaron dispositivos acústicos de largo alcance [cañones de sonido antidusturbios] y la mujer ha quedado parcialmente sorda.
Siempre ha vivido en Standing Rock y desde 1984 ha votado en todos los comicios. En las elecciones legislativas de noviembre, su prioridad es la protección del medio ambiente.
El importante escaño de Dakota del Norte
La batalla para conseguir el escaño de Dakota del Norte es una de las más determinantes en estas elecciones legislativas. La actual senadora demócrata, Heidi Heitkamp, se enfrenta al congresista republicano Kevin Cramer en una votación que podría decidirse por sólo unos pocos miles de votos. Si los demócratas no consiguen el escaño, será casi imposible que tengan el control sobre el Senado. Según los sondeos, Heitkamp, que votó en contra del polémico candidato de Donald Trump para magistrado del Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh, parte de desventaja.
De hecho, en 2012 ganó por un margen de menos de 3.000 votos. Es por este motivo que las comunidades indígenas, que representan el 5% de la población del estado y tienden a votar demócrata, se han convertido en un grupo decisivo.
Prácticamente después de su victoria, los republicanos impulsaron la ley para cambiar los requisitos del documento de identidad. Tras algunos fallos judiciales que en un inicio la dejaron sin efecto, y tras la decisión del Supremo, ya habrá entrado en vigor cuando se celebren las elecciones legislativas.
Cramer, un ultraconservador, ha argumentado, como otros republicanos del estado, que la ley es indispensable para luchar contra el fraude electoral. En un debate celebrado la semana pasada indicó que no discriminaba a ninguna comunidad y acusó a los que critican la ley de estar jugando la carta de «políticas identitarias».
La historia nos demuestra que la realidad es muy diferente.
En las últimas décadas, Dakota del Norte, el único estado del país que no exige a los ciudadanos que se registren antes de votar, solo ha tenido un caso de fraude electoral. Según el consejo tribal de Standing Rock, en el condado Sioux nunca se ha dado un caso de fraude electoral.
Para algunos, la nueva ley es un recordatorio del pasado racista del estado, cuando se impidió a las comunidades indígenas que pudieran votar. En el siglo XX, la constitución de Dakota del Norte otorgó el derecho de voto solo a «las personas civilizadas con antepasados indios» que ya no mantenían vínculos con el gobierno de la tribu. Como las leyes Jim Crow de los estados sureños, la discriminación se acabó formalmente con la ley de derecho de voto de 1965; un logro determinante para el movimiento a favor de los derechos civiles.
La decisión del Tribunal Supremo de 2013 terminó con disposiciones clave de esa ley y el derecho de voto de minorías como las comunidades indígenas se ha visto amenazado.
Desde lo alto de una colina con vistas a Fort Yates, mientras el viento arrastra las hojas de otoño, Chase Iron Eyes contempla el hogar donde creció. «A lo largo de la historia, no hemos sido respetados como seres humanos ni se ha respetado nuestro derecho a la participación ciudadana en una democracia», señala.
«El Gobierno nunca necesitó nuestra dirección para venir hasta nuestros hogares y mandar a nuestros hijos a un internado. Tampoco necesitó una dirección cuando consideró que nuestros jóvenes se tenían que alistar en el ejército. Ahora necesitan nuestra dirección para que nosotros podamos reivindicar uno de los derechos más básicos en una democracia representativa».
La movilización de los votantes
Como muchas otras personas que reivindican su derecho a voto, Iron Eyes, un destacado activista y excandidato demócrata al Congreso espera que las trabas legales solo sirvan para movilizar a los votantes. Sin embargo, es consciente del reto que plantea este nuevo inconveniente burocrático en un territorio azotado por la epidemia de la adicción y que tiene unas tasas de desempleo que superan el 60%.
«Cada vez que se celebran elecciones tenemos que hacer un esfuerzo monumental y organizarnos para que a los miembros de nuestra comunidad, personas que se sienten desencantadas, oprimidas y marginadas, les importe su destino. Es difícil».
The Guardian siguió durante dos días a los voluntarios que llamaban puerta a puerta a los miembros de la comunidad para convencerlos de que renovaran su documento de identidad. Decenas de ellos les indicaron que ya lo habían hecho. Sin embargo, los activistas se quedaron preocupados por varios incidentes que muestran que los requisitos para obtener el nuevo documento y poder votar son muy estrictos.
La solicitud se tiene que rellenar con un bolígrafo de tinta azul. Los funcionarios han rechazado solicitudes que habían sido rellenadas con un bolígrafo de color negro o verde. A un miembro de Standing Rock, Dale Ramsey, le denegaron la solicitud porque en otro documento había hecho constar una dirección distinta (durante un tiempo no tuvo hogar y dio la dirección del refugio donde se estaba quedando). De momento, no podrá votar.
A la tribu también le preocupa el hecho de que el día de la jornada electoral dos de los cinco colegios electorales de la reserva no abrirán hasta el mediodía; los otros tres estarán abiertos a partir de las nueve de la mañana.
Los voluntarios han pedido a los votantes que vayan a votar antes de la jornada electoral y lo hagan en el juzgado del condado. Para ello, deben tramitar una solicitud de voto ausente y entregarla junto con la papeleta de voto. Sin embargo, lo cierto esas oficinas también estarán saturadas porque tienen que atender otras tareas municipales.
En el lejano asentamiento de Selfridge, Honorata Defender, una mujer de 34 años, llama puerta a puerta junto con otros tres voluntarios. En una polvorienta calle, James Cowry, un hombre de 81 años, abre la puerta, sorprendido por la visita.
Hace treinta años que vive en la misma casa y nunca ha tenido una dirección formal. Los voluntarios le aconsejan que llame al 911 para que le proporcionen toda la información necesaria para votar. Sin embargo, él todavía no sabe si votará.
«No me identifico con ninguno de los candidatos», reconoce. Defender le promete que volverá en una semana y conducirá 50 kilómetros para recoger su documento de identificación. «Cada voto cuenta», puntualiza: «Haré todo lo que sea necesario para ayudarte».
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