Page 33 of 49
1 31 32 33 34 35 49

Frantz Fanon: de la descolonización al pensamiento crítico

Autor: Raúl Zibechi

Uno debe ponerse del lado de los oprimidos en cualquier circunstancia, incluso cuando están equivocados, sin perder de vista, no obstante, que están hechos del mismo barro que sus opresores (Emil Cioran)

Frantz Fanon fue un ser extraordinario. Vivió su breve vida entre cuatro países: en su Martinica natal, en Francia y en Argelia-Túnez, donde se comprometió con la lucha por la independencia integrándose como militante al Frente de Liberación Nacional (fln). La coherencia entre su vida y su obra es un faro que nos debe guiar en estos momentos de incertidumbre, cuando afloran riesgos notables que ponen en peligro la existencia misma de la humanidad de abajo.

Intervino en una de las guerras más crueles de la historia moderna. El fln estimó que fueron asesinados un millón 500 mil de argelinos entre el comienzo de la guerra en 1954 y la proclamación de la independencia en 1962, lo que representa el quince por ciento de una población que no llegaba a los 10 millones. Historiadores franceses reducen esa cifra a un tercio, lo que sigue siendo un porcentaje asombroso. Una cantidad similar de argelinos fueron torturados.

Como médico-jefe del hospital psiquiátrico de Blida (nombrado en 1953), Fanon tuvo una experiencia fenomenal: recibió y atendió tanto a franceses torturadores como a argelinos torturados, lo que le permitió acceder a los recovecos más recónditos de la opresión y la humillación coloniales. Uno de los aspectos menos conocidos de su maravillosa vida fue haber convertido el hospicio-prisión en “una nueva comunidad que introdujo el deporte, la música, el trabajo, y donde se tiraba un periódico escrito por enfermos”.

Su profesión como psiquiatra le permitió comprender actitudes de los seres humanos que nunca fueron explicadas adecuadamente por el pensamiento crítico. En esos años se había consolidado el giro hacia el economicismo y el materialismo vulgar, que todo lo apostaban al desarrollo de las fuerzas productivas, camino en el cual las ideas emancipatorias tendieron a mimetizarse con los postulados capitalistas.

La interiorización de la opresión

La generación militante de las décadas de 1960 y 1970 conocimos a Fanon a través de Los condenados de la tierra , su obra póstuma publicada en 1961. Es el libro/manifiesto de un combatiente que afirma la necesidad de la violencia para enfrentar y superar la colonización, porque sabe que “el colonialismo no cede sino con el cuchillo al cuello”.

Los condenados… es un texto luminoso, plagado de ideas que marchan a contrapelo del sentido común revolucionario de la época, como su defensa del campesinado y del lumpen-proletariado como sujetos políticos, ya que observa que en las colonias los proletarios son el sector más “mimado por el régimen colonial”. Critica también la cultura política de las izquierdas, que se dedican a captar a las personas más “avanzadas” –“las élites más conscientes del proletariado de las ciudades”, constata Fanon- sin comprender que en el mundo del colonizado el lugar central, y liberador, lo juegan la comunidad y la familia, no el partido o el sindicato.

Su apasionada defensa de la violencia del oprimido debe ser tamizada. Siempre es necesario recordar, como enfatiza Immanuel Wallerstein, que “sin violencia no podemos lograr nada”. No es un tema menor, porque el grueso de los partidos y movimientos antisistémicos parecen haberlo olvidado en su apuesta por incrustarse en las instituciones estatales.

Pero también es cierto, como reconoce el sociólogo, que la violencia por sí misma no resuelve nada. Fanon va más lejos cuando afirma que “la violencia desintoxica”, porque “libra al colonizado de su complejo de inferioridad”. En esa línea de argumentación, en Los condenados de la tierra concluye: “La violencia eleva al pueblo a la altura del dirigente.” Sabemos que las cosas son más complejas, como lo enseña medio siglo de lucha armada en América Latina.

Pese a la importancia que tuvo en nuestra generación el último libro de Fanon, considero que el primero, Piel negra, máscaras blancas, de 1952, es el que nos brinda mejores pistas sobre un siglo de fracasos de las revoluciones triunfantes. Aporta una mirada desde la subjetividad del oprimido, algo que los marxistas nunca habíamos conseguido desentrañar de forma tan cristalina. Nos dice que el complejo de inferioridad del colonizado tiene dos raíces: la económica y la interiorización o “epidermización” de la inferioridad. El varón negro desea blanquearse la piel y tener novia rubia. La mujer negra se plancha el pelo y sueña con un varón blanco. Deben abordarse ambos aspectos o la liberación será incompleta.

Fanon pone el dedo en la llaga cuando afirma que “el colonizado es un perseguido que sueña permanentemente en convertirse en perseguidor” (Los condenados de la tierra). En consecuencia, el colonizado no sólo quiere recuperar la hacienda del colono, sino que también desea su lugar, porque ese mundo le suscita envidia. Mira de frente el núcleo duro de los problemas legados por las revoluciones y que no podemos seguir eludiendo, en vista de dramas como los que atraviesa Nicaragua. ¿Por qué los revolucionarios se colocan en el lugar, material y simbólico, de los opresores y los capitalistas, y en ocasiones de los tiranos contra los que lucharon? Nos deja con la pregunta, ofreciendo apenas pistas sobre los caminos posibles para salir de este terrible círculo vicioso que reproduce la opresión y el colonialismo interno en nombre de la revolución. Fanon recorre los vericuetos de la psiquis del oprimido, con el mismo rigor y valor con que cuestiona a los revolucionarios que, cegados por la rabia, cometen abusos en el cuerpo de los colonizadores.

Las similitudes entre oprimidos y opresores sólo pueden desbordarse desde una lógica distinta a la del poder, y sólo pueden desarmarse si somos capaces de reconocerlas. Los dirigentes sandinistas comenzaron ocupando las residencias de Somoza y usando sus coches por razones de “seguridad”, hasta que el clan gobernante terminó actuando como el dictador.

La zona del no-ser

Fanon comprendió en carne propia que existe una zona de nuestras sociedades donde la humanidad es vulnerada sistemáticamente por la violencia del opresor. Se trata de un lugar estructural, que no depende de las cualidades de las personas. Estima que es justamente en esa zona, que denomina “zona del no-ser”, donde puede nacer la revolución por la que está dando su vida, y advierte que el mundo colonial tiene compartimentos cuyas fronteras están señalizadas por cuarteles y estaciones de policía. Esos dos mundos tienen vida propia, reglas particulares y se relacionan jerárquicamente. Sostengo que el período actual de acumulación por despojo/cuarta guerra mundial, implica la actualización de las relaciones coloniales. Es probable que la potente actualidad de Fanon venga de la mano de la creciente polarización entre el uno por ciento más rico y la mitad más pobre y humillada de la humanidad, rasgos propios del período colonial.

En todo su trabajo, el autor se empeñó en mostrar que lo que vale para una zona, no necesariamente puede trasladarse a la otra. Que los modos de hacer política en la metrópoli no pueden ser los mismos que en la colonia. Que las formas de organización legales y abiertas de las zonas donde rigen los derechos humanos de los ciudadanos, no pueden ser copiadas por quienes viven en territorios arrasados como las favelas, los palenques, las comunidades de los pueblos originarios y las barriadas de las periferias urbanas.

Para Fanon, los pueblos oprimidos no deben caminar detrás de los partidos europeos de izquierda, cuestión que en el mismo período denunció su maestro Aimé Césaire en la Carta a Maurice Thorez, donde enuncia el “paternalismo colonialista” del Partido Comunista Francés, que consideraba la lucha de los pueblos contra el racismo como “una parte de un conjunto más importante”, cuyo “todo” es la lucha obrera contra el capitalismo.

*

En América Latina existen varios movimientos que muestran cómo los oprimidos y las oprimidas van resolviendo a su manera los dos asuntos que he abordado. Los textos “Economía Política i y ii ” del subcomandante insurgente Moisés del ezln , las memorias del dirigente nasa-misak del Cauca colombiano, Lorenzo Muelas, así como las reflexiones y análisis de autoridades mapuche, entre muchas otras que no puedo citar, son buenos ejemplos de pensamiento critico en la zona del no-ser.

En el mismo sentido, las voces de las mujeres de abajo pueblan el grueso volumen recopilado por Francesca Gargallo, Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América. A esa multiplicidad de voces habría que sumar otras formas no occidentales de expresar cosmovisiones, desde el tejido y la danza hasta el cuidado de los animales, las plantas y la salud.

En segundo lugar, descubren que para despojarse de la imagen del opresor no alcanza con recuperar los medios de producción. Es un paso necesario sobre el que debe crearse algo nuevo, pero sobre todo diferente al mundo viejo, tejido de relaciones sociales no jerárquicas ni opresivas. La historia de las revoluciones nos enseña que este es el aspecto más complejo y la piedra con la que hemos tropezado una y otra vez.

Fanon advirtió los riesgos de que la acción rebelde termine reproduciendo la lógica colonial, en una luminosa y premonitoria referencia a Nietzsche: al final de Piel negra, máscaras blancas advierte que siempre hay resentimiento en la reacción. Sólo la creación de lo nuevo nos permite superar las opresiones, ya que la inercia reactiva tiende a invertirlas.

Medio siglo después podemos celebrar que muchos movimientos están empeñados, aquí y ahora, en vivir con dignidad en la zona del no-ser, esquivando las jerarquías estadocéntricas y patriarcales. Imaginemos que en esas creaciones late el corazón generoso de Fanon, desbordante de compromiso y creatividad.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=245239

Comparte este contenido:

¿Interracialidad o amor afrocentrado?

Por: Esther Pineda. 

Las mujeres africanas y afrodescendientes fueron hipersexualizadas, así como, subordinadas mediante la sistemática y repetida violación por parte de los hombres europeos.

El periodo de colonización europea en América no solo supuso un proceso de trastocamiento y desarticulación de los procesos organizativos, económicos, políticos y culturales de los pueblos originarios y africanos, sino también una trasformación de sus procesos relacionales, principalmente aquellos de carácter interpersonal y sexo-afectivo.

En el caso específico de la población africana secuestrada y esclavizada se les prohibió de forma taxativa el involucramiento afectivo y sexual con sus coetáneos, prohibición extendida a sus hijos nacidos en las Américas y, cuyas posibilidades de casamiento o procreación estaban determinadas por la aprobación de los esclavistas; esta la más de las veces estuvo supeditada a sus intereses económicos, es decir, a la necesidad de acrecentar la disponibilidad de pequeños nuevos cuerpos negros para poner a disposición del mercado de la esclavitud. De acuerdo a ello, la prohibición de relacionamiento y cohabitación entre los sujetos esclavizados cumplió una importante función social: 1) Evitar la rearticulación familiar africana y afrodescendiente destruida por el proceso esclavista y el comercio triangular. 2) Limitar la reconfiguración cultural africana y su transmisión transgeneracional. 3) Impedir el fortalecimiento de la identidad africana y afrodescendiente que representaba una amenaza al poder político, económico y social europeo esclavista.

En este contexto las mujeres africanas y afrodescendientes fueron hipersexualizadas, así como, subordinadas mediante la sistemática y repetida violación por parte de los hombres europeos. Esta violencia corporeizada y sexualizada infringida contra las mujeres negras no solo tuvo como motivación la necesidad de satisfacción de los deseos e imaginarios sexuales de los esclavistas en torno a ellas construidos; sino que también fue utilizada como herramienta bélica, es decir, como mecanismo del hombre blanco europeo para afirmar su poder y dominio, como medio para desmoralizar a los hombres negros, pero también, como forma de desarticulación de la resistencia de los esclavizados pues, se creía que la mezcla de la sangre del dominador con la del grupo dominado disminuiría el riesgo de alzamientos contra el poder colonial constituido.

De acuerdo a ello, es posible afirmar que durante el periodo colonial la interracialidad se dio en un contexto de relaciones de poder, en el cual generalmente las mujeres africanas y afrodescendientes fueron requeridas sexualmente por sus amos, abusadas bajo coacción o chantaje. Empero -y aunque no estuvieron exentas de relaciones de poder y desigualdad- también es cierto que existieron formas de relacionamiento sexual y afectivo entre europeos, africanos y afrodescendientes que trascendieron la dinámica comercial y violenta, es decir, organizadas como formas de enamoramiento; no obstante, estas formas de relacionamiento y vinculación entre personas de distintas razas fueron explicita y fuertemente prohibidas a través de los ordenamientos jurídicos de los países colonizados.

Amor afrocentrado

Pero la ley no bastó para evitar las relaciones interraciales, y por tanto, la institucionalización del mestizaje no violento y colonizador. Por esta razón, para el sostenimiento y perdurabilidad de esta prohibición se hizo necesario el desarrollo de otras formas de dominación de carácter simbólico, entre ellas: 1) Se construyó una narrativa en la que se desproveyó a la población africana y afrodescendiente de belleza y atractivo físico. Se les asocio a la fealdad, al displacer visual, por lo cual se naturalizó y cotidianizó el rechazo y repulsión a sus cuerpos, su piel, su fenotipo. 2) Se desproveyó a la población afrodescendiente de valores, ética y moral; con ello se hizo imposible su consideración para propósitos formales, duraderos, y por tanto, para la conformación familiar. Esto se logró a través de la configuración de una narrativa en la cual las mujeres afrodescendientes fueron concebidas como mujeres de fácil acceso, de una sexualidad exacerbada, insaciable, lo cual explicaba su supuesta promiscuidad; por su parte a los hombres afrodescendientes  se les atribuyó una capacidad y deseo sexual incontenible lo cual los hacia aparentemente violentos, y por tanto, un peligro para las mujeres blancas quienes estaban en riesgo de ser violadas por ellos.

De este modo, los sujetos racializados fueron excluidos y desestimados de la narrativa amorosa al no responder a los estereotipos y patrones de belleza impuesto por los imaginarios e intereses europeos; pero además rechazados al ser convertidos en sujetos inmorales y sexualmente peligrosos. Estos imaginarios tuvieron una mayor efectividad que las prohibiciones estatuidas en las leyes, propagándose y naturalizándose en el tiempo, las cuales se mantienen vigentes aún en la actualidad.

En nuestras sociedades contemporáneas gran parte de la población eurodescendiente aún considera impensable involucrase en una relación sexo-afectiva con un hombre o una mujer afrodescendiente, al seguir siendo estos considerados como un grupo social inferior, al no responder al canon y expectativas de belleza, pero sobre todo, al anidar prejuicios sobre una supuesta conducta sexual libertina, promiscua e irresponsable. Además, como consecuencia de la profunda penetración social del racismo, esta perspectiva también ha sido asumida y reproducida por hombres y mujeres afrodescendientes, quienes se niegan a mantener una relación sexo-afectiva con personas pertenecientes a su mismo grupo étnico, basados en los criterios antes expuestos, pero también, en criterios endorracistas; es decir, en el deseo de abandonar y trascender el grupo de origen, ascender socialmente, pero sobre todo de “mejorar la raza”.

Pero esta discriminación ejercida por hombres y mujeres eurodescendientes racistas, pero también por parte de hombres y mujeres afrodescendientes endorracistas, que rechazan con vehemencia la sola posibilidad de establecimiento relacional con una persona racializada, no es inofensiva; por el contrario, ha favorecido que las relaciones afectivas de las personas afrodescendientes sean significativamente breves, ha tenido como consecuencia menores índices de matrimonio y establecimiento en pareja en este grupo social, y finalmente, ha generado altos índices de embarazo adolescente y ausentismo paterno entre esta población estigmatizada…

Fuente: https://iberoamericasocial.com/interracialidad-o-amor-afrocentrado/

Fotografía: Iberoamérica Social

Comparte este contenido:

Racismo y restricciones, el otro lado de Corea del Sur

Redacción:La Silla Rota

Corea del Sur tiene muchos mejores índices de crecimiento y prosperidad, pero también tiene un lado plagado de racismo y nacionalismo extremo

Para ser un país tan pequeño —ocupa el puesto número 109 en el mundo en cuanto a área total, justo detrás de Islandia— Corea del Sur es uno de los países con la economía más floreciente.

Con un PIB de US$38.000 per cápita, según datos de la OCDE, su economía supera a países como España o México y se coloca muy cerca del nivel de potencias europeas como el Reino Unido.

El éxito económico surcoreano se debe en parte a un tejido empresarial competitivo, inversión extranjera y un sistema educativo competente.

Todavía está lejos de alcanzar el patrimonio Estados Unidos, pero en 50 años los ingresos medios de sus habitantes han recortado la distancia con el ciudadano medio estadounidense en un 60%, según la misma fuente.

Ciertamente, Corea del Sur tiene muchos mejores índices de crecimiento, prosperidad y democracia que su vecina Corea del Norte, pero también tiene un lado más oscuro, especialmente en cuanto a la recepción de inmigrantes, por razones humanitarias o no, dio a conocer BBC Mundo.

Nacionalismo étnico

Corea del Sur ha sido una nación tradicionalmente homogénea étnicamente, una condición impulsada desde un nacionalismo étnico muy arraigado que se extiende también a los coreanos del norte de la península.

Este patriotismo exacerbado se remonta a miles de años atrás, durante el nacimiento de la nación y de lo que se llama minjok, la raza coreana.

Pero fue la ocupación japonesa que vivió la península en gran parte de la primera mitad del siglo XX la que hizo resurgir un nacionalismo moderno de corte más moderno y, si cabe, más polémico.


«Es un nacionalismo de ‘sangre y tierra’ como el que se puede encontrar en otros países», explica a BBC Mundo Steve Denney, experto en estudios Asiáticos de la Universidad de Toronto.

Es, dice, como cualquier buena tradición nacional o historia nacionalista, «una invención destinada a justificar una causa política. En este caso, la soberanía del estado-nación coreano».

La península coreana estuvo bajo dominio nipón entre 1910-1945 y era considerada «colonia japonesa» hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Miller, el doctor que antes valoraba la calidad de la democracia en el país, no ve particularidades destacables en el caso surcoreano.

Él sostiene que, efectivamente, nació como una respuesta a la colonización japonesa pero también influenciado por las corrientes sobre racismo, socialismo darwiniano y nacionalismo étnico que a finales del XIX y principios del XX llegaban desde Europa y fueron filtradas por Japón durante la ocupación.

«El nacionalismo étnico coreano y japonés tiene muchas similitudes y se centra en ideas como linajes sanguíneos y razas únicas, pero no es algo único de Corea del Sur, puede verse en otro lugares».

Pureza de la raza

Pero es precisamente este tipo de nomenclatura, con alusiones a sangre y razas, lo que hace ver este nacionalismo con desconfianza. Hasta hace muy poco en Corea del Sur se usaba de forma institucionalizada el término danil minjok para referirse a la «raza pura» coreana.


«Es la idea de que Corea ha mantenido su yo distintivo y racialmente ‘puro’ al rechazar a los invasores, evitando así la disgregación de su linaje sanguíneo con extranjeros. Implica que Corea es y debe seguir siendo un país étnicamente homogéneo», aclara Denney.

Cuando se le pregunta si esa idea de raza puede ser equiparada con la de raza aria, Denney reconoce que «es en gran medida comparable con otras concepciones de pureza étnica y nacionalismos étnicos de todo el mundo».

Tras el fin de la ocupación, surcoreanos y japoneses tardaron 20 años en restablecer relaciones pero ahora son importantes socios comerciales. Presidente surcoreano Moon Jae-in y el primer ministro de Japón Shinzo Abe.

Durante décadas el mito de una raza pura fue enseñado en la escuelas. Lo explica en un artículo de opinión de el New York Times el surcoreano Se-Woong Koo, editor de un periódico en el país que recibió parte de este adoctrinamiento cuando era niño para justificar la «unidad nacional».

En 2007, una convención de la ONU para eliminar el racismo instó a Seúl a prohibir el uso de esa terminología alegando que «el énfasis puesto en la homogeneidad étnica de Corea puede representar un obstáculo para la promoción del entendimiento de la tolerancia y la amistad entre los diferentes grupos étnicos y nacionales que viven en su territorio».

Pero Koo recuerda en su artículo que los problemas persisten. A pesar del llamado de atención de Naciones Unidas, en 2009 hubo un famoso caso en los tribunales en los que un hombre indio acusó de racismo a un surcoreano.

También en 2017 hubo una polémica por un indio al que se le negó la entrada a un bar de un famoso distrito de la capital del país que reconoció negar la entrada a ciudadanos de ciertos países.

Y hace muy poco, una reciente crisis con refugiados yemeníes, un país en guerra civil desde hace más de tres años y en estado de hambruna, ha puesto de manifiesto el clima antiinmigración de Corea del Sur que se puede ver en parte de la población y también ciertas medidas que ha adoptado el propio gobierno.

5 claves para entender qué está pasando en Yemen, el país en guerra civil donde se enfrentan Arabia Saudita e Irán, las dos potencias de Medio Oriente

La agonía de Yemen, un país en guerra azotado por el cólera y la hambruna.

Adictos al trabajo

Los surcoreanos están tan acostumbrados a estudiar -el país tiene el nivel de educación más alto de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ya que el 98% de la población ha completado la educación secundaria y el 63% ha obtenido educación universitaria- que no pueden dejar el hábito una vez se han unido a la fuerza laboral.

Según este mapa poco convencional de thedoghousediaries, Brasil establece el estándar por los títulos de la Copa del Mundo de la FIFA y Corea del Norte ocupa el primer lugar en la categoría de «censura», pero Corea del Sur se lleva la corona por la cantidad de adictos al trabajo que hay entre su población.

Esto puedes verlo en cualquier ciudad coreana, donde las luces en los edificios permanecen encendidas hasta altas horas de la noche, mientras los empleados trabajan en exceso.

Según información recogida en 2012 por el Ministerio de Estrategia y Finanzas de Corea del Sur, los surcoreanos trabajan 44,6 horas a la semana, en comparación con el promedio de la OCDE de 32,8.

Borrachera de negocios

Cuando no están trabajando, los coreanos celebran sus últimos logros, o ahogan sus penas en soju.

Mientras muchas de las principales compañías están tratando de refrenar la cultura del trabajo/bebida, aún hay muchos jefes que arrastran a sus equipos a beber demasiadas rondas de «bombas» de soju/cerveza/whisky.

Quienes deciden no participar son tachados de maleducados o totalmente aburridos.

Sí, Japón y otros cuantos países podrían afirmar tener participación en esta categoría, pero Corea del Sur cuenta con estadísticas que respaldan el alarde de la visita a los bares.

El jinro soju fue el licor más vendido en el mundo el año pasado, por undécimo año consecutivo; su país de origen representó la mayoría de las ventas.

El fabricante surcoreano de licor destilado de arroz se vendió más que el vodka Smirnoff, el cual ocupó el segundo lugar con 37,48 millones de ventas.

Políticas restrictivas

Tras la llegada de más de 552 ciudadanos de Yemen entre enero y mayo de este año, Corea del Sur eliminó al país de una lista de estados que no necesitan visa para pisar territorio surcoreano. También ha bloqueado la salida de refugiados de la isla de Jeju, una zona libre de visa para ciudadanos de casi todo el mundo y habitual destino turístico.

La llegada de ciudadanos yemeníes a Corea del Sur en los últimos seis meses es mucho mayor que en los últimos 20 años.

La población local reaccionó a la oleada de inmigrantes lanzando una petición online que obtuvo más de medio millón de firmas en apenas dos semanas. Los firmantes exigían al presidente Monn Jae-in, en su día defensor de derechos civiles, que elimine o modifique la concesión del estatus de refugiado.

El Ministerio de Justicia, en una clara respuesta a las demandas de la gente, dijo que endurecerá las leyes para evitar que los inmigrantes «se aprovechen del sistema de protección de refugiados por razones económicas o de residencia para aliviar las preocupaciones de la población».

Pero la actitud de los surcoreanos ante los refugiados, no sorprende a quien, como Koo, conocen la relación histórica del país con los inmigrantes.

Refugiados

De acuerdo con un reporte del Foro Económico Mundial, que usa datos de Amnistía Internacional de 2016 (los más actuales), el país asiático dista en más de 20 puntos de otros como Alemania, España, Reino Unido o incluso de la vecina China a la hora de recibir refugiados.

En el mundo hay 68.5 millones de personas desplazadas por motivos forzados, 25,4 millones de refugiados y más de tres millones de personas buscando asilo (ACNUR 2018).

Corea del Sur pasó a formar parte de la Convención del Estatuto del Refugiado en 1992, aunque empezó a aceptar solicitudes en 1994. Desde entonces, según datos de Human Rights Watch (HRW), solo ha aprobado el 2,1% de las solicitudes de asilo de ciudadanos que no son coreanos. La cifra no incluye a los norcoreanos que se rigen por un índice distinto.

Esto significa que de 40.470 solicitantes solo a 839 se les otorgó el estatus de refugiado.

Vestigios del pasado

El doctor Miller dice que resulta sorprendente que la idea de raza pura, instalada en los años 20 del siglo pasado y superada (hasta cierto punto) en la cultura occidental donde se originó, haya pervivido hasta hace poco en este país.

Pero encuentra dos explicaciones.


«En parte se debe al legado del régimen autoritario que hubo en Corea del Sur hasta finales de los 80 y que usaba ese tipo de discurso. Otra razón es que hasta los 90, no había muchos extranjeros. Es a partir de entonces que el país tiene que decidir si definirse como una sociedad de raza pura o multicultural».

El país optó hace unos años por el multiculturalismo o damunhwa, como se lee en los documentos oficiales. Pero se refiere sobre todo al matrimonio de coreanos con extranjeros.

Ahora, la crisis con los refugiados, las nuevas medidas anunciadas por el Ministerio de Justicia y las protestas en las calles de Seúl con gente llevando pancartas que pedían a los solicitantes de asilo que se fueran, están levantando ciertas dudas sobre lo dispuestos que los surcoreanos están preparados a abrirse a otras culturas.

Protestas en Seúl en junio contra la llegada de inmigrantes a los que acusan de ser falsos refugiados y les piden que regresen a su casa.

Porque los niveles de recepción de extranjeros no solo afecta a quienes solicitan un estatus de refugiados, sino a ciudadanos de otros países.

Los residentes no nacidos en ninguna de las dos Coreas no son más que dos millones en una población de 51 millones, de acuerdo con el censo de 2014. Es apenas un 4%, un porcentaje muy bajo comparado con otros países.

Y pese a que las parejas multirraciales (o de sangre mixta como se decía hasta 2007) dice Denney que ya no son un tabú y van en ligero aumento, sí pueden levantar las miradas de algunos, llamando más la atención aquellas personas con un color de piel más oscuro, me confiesa una colega surcoreana que estudia una maestría en Londres.

«Pero la aceptación de gente de otra raza y con un color distinto de piel, depende de las personas, como en todos lados», defiende Jiye Choi.

Fuente: https://lasillarota.com/corea-del-sur-lado-oscuro-nacionalismo-racismo/237910

 

Comparte este contenido:

Otras miradas al racismo en Cuba a 10 años de documental pionero

Redacción: Portal Rebelión

Intelectuales y activistas reclaman acciones más concretas contra manifestaciones de discriminación racial

 

El argumento de que el debate racial podría dividir la nación cubana, aun cuando la crisis económica ha ahondado las brechas sociales, mantiene a la saga la lucha contra este tipo de discriminación con respecto al activismo para frenar otras segregaciones.Esa conclusión fue vertida por especialistas y activistas, en un debate realizado, el 10 de julio, en la sala Villena de la sede capitalina de la no gubernamental Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

Durante tres horas, los presentes enriquecieron el intercambio con anécdotas, argumentos y propuestas para enfrentar este problema luego de la exhibición del documental Raza (2008), del realizador Eric Corvalán (La Habana, 1972).

La propuesta audiovisual, estrenada hace una década, reúne reflexiones de artistas, intelectuales, investigadores, activistas y funcionarios de la isla caribeña, quienes coincidieron en la persistencia de un racismo antinegro, que muchas veces adopta formas sutiles y no tan fáciles de identificar.

Si bien la Revolución Cubana de 1959 implementó importantes políticas para el avance y empoderamiento de las personas negras, hoy perviven claras expresiones de discriminación por el color de la piel en las prácticas culturales, educativas y realidades económicas.

Algunos de los participantes lamentaron la ausencia en el debate de algún representante de la Comisión José Antonio Aponte de la propia Uneac, creada en 2009 para debatir y enfrentar el racismo y la discriminación racial desde el ámbito de la cultura.

Por su parte, Corvalán exhortó a debatir su obra en las comunidades.

“Olvidamos muchas veces a África, que es parte de nuestra identidad. He puesto el material en varias universidades y muchas veces los estudiantes no saben dónde queda África ni nada de su historia, religión y cultura”, refirió.

Con casi una decena de propuestas audiovisuales, este realizador sobresale por poner el foco en asuntos espinosos de la realidad nacional como es el caso de No es el camino (2012), relacionado con la violencia infantil, y Detrás del mostrador (2017), donde reflexiona sobre la calidad de los servicios en Cuba.

A continuación, la Redacción IPS Cuba comparte algunas ideas y propuestas suscitadas en el debate:

Gisela Arandia, investigadora: Un 10 de julio nació nuestro poeta nacional Nicolás Guillén (1902-1989). Muchos de sus textos e ideas, al igual que su paradigma como hombre negro, no fueron aceptados y muy criticados. Esa crítica a Guillén y su lenguaje era una expresión de racismo y hay aspectos que sobreviven.

Tato Quiñones, investigador: En el ámbito intelectual ha habido avances significativos, con más investigaciones y ponencias sobre el asunto. No hay cifras, pero es evidente que las desigualdades sociales se han profundizado en los últimos 10 años. Cada vez es más nítida la nueva clase de ricos y también otra hacia abajo –sobre todo de negras y negros- que sigue profundizándose en la pobreza.

Gerardo Alfonso, cantautor: Nuestra sociedad sigue siendo racista. Veo la segregación, discriminación y el racismo de manera sutil. Siento que el documental es superado por la realidad. La pobreza no es negra, es multicolor, pero la diferencia de clases entre blancos y negros se acentúa cada vez más.

Alden Knight, actor: Es difícil ser negro en Cuba, muy difícil, pero hay que serlo. De esto (el racismo) sí debe hablarse públicamente, porque la enfermedad que no se conoce no se cura.

Pedro Pérez Sarduy, escritor: Los cubanos no estamos tan mal como creemos. En la región y el mundo hay una reemergencia del racismo. Aquí hay elementos, argumentos, compañeros haciendo investigaciones formidables. Tienen la forma y el poder para que la TV aborde este tema con los especialistas. Ustedes tienen la palabra, aprovechen eso.

Myrna Padrón, activista: Con el espacio autónomo e independiente de creación artística y cultural Casa Tomada MirArte, en el capitalino municipio de Marianao, empezamos a dialogar sobre el tema de la racialidad y todas las discriminaciones mediante acciones interseccionales, con la ayuda de artistas plásticos y visuales que tocan en su obra la influencia de África y su diáspora. Es el hacer desde la autoaceptación.

Lázara Menéndez, investigadora: El problema de la raza anda ligado a la pobreza, la marginalidad, las exclusiones sociales y culturales, la religión. Es importante buscar alianzas y construir nuevas sensibilidades. Ver el fenómeno de manera interdisciplinar y no solo como “un asunto de los negros”, sino de toda la sociedad.

Mildred Cabrejas, publicista: Antonio Maceo (líder independentista, 1845-1896) tuvo un pensamiento… ¿Por qué no lo estudiamos? ¿Es que los negros de este país no hemos pensado? ¿Por qué no se estudia eso en las escuelas? El Censo de Población y Viviendas (2012) dijo que los negros éramos minoría en Cuba. Si vamos a visibilizar el problema, el Censo debe mostrar nuestra realidad porque de lo contrario no hay representatividad.

Rosalía Arnáez, locutora: La educación en Cuba debe transformarse desde la primaria, donde no se toca el tema de la racialidad.

Irene Ester, especialista en medios de comunicación: Hay deficiencia en la promoción de actrices y actores negros en las escuelas de artes para que puedan encarar papeles fundamentales en los dramatizados, y no asumir roles estereotipados.

Elvira Eduardo, investigadora: ¿Qué vamos a hacer, cuáles son nuestras expectativas, donde debemos estar dentro de cinco años? ¿Dónde estará situada la comunidad negra en Cuba en 2030 en el orden educativo, político, integración, medios de comunicación, en la economía? ¿Habrá menos negros en las cárceles que hoy, cuando son mayoría?

Esteban Morales, politólogo: Nuestra sociedad fue construida para que el negro esté siempre debajo. Además, llevamos la desventaja de la poca conciencia racial que tenemos los negros. Debemos ir a más, empezar a hacer, no le tenemos que pedir permiso a nadie, porque como miembros de la sociedad civil cubana tenemos derecho a que se nos atienda y entienda, que se nos den los canales para decir las cosas, debatir y discutir.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=244327
Comparte este contenido:

Paraguay vota por una educación inclusiva

Redacción: Prensa Latina

El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) de Paraguay presentará hoy los lineamientos para un Sistema Educativo Inclusivo, un ambicioso proyecto que pretende darle un vuelco a la enseñanza en el país, argumentaron fuentes de esa cartera.

El plan busca aumentar mediante las prácticas educativas, culturales y políticas, el acceso y el aprendizaje de todas las personas sin discriminación.

Los lineamientos -aseguran las fuentes-, condensan conceptos, normativas, procedimientos y estrategias que facilitan la implementación efectiva de la Ley Nº 5136/13 de Educación Inclusiva.

El documento aborda tres ejes fundamentales: política, cultura y prácticas educativas, bases de la realidad social de toda la comunidad educativa.

Esas tendencias son el resultado de un proceso de creación en el que se acoplaron maestros, directores, alumnos, supervisores y técnicos de diferentes dependencias del MEC; referentes de organizaciones relacionadas a personas con discapacidad, educación y niñez, entre otros.

Con los lineamientos las autoridades de Educación se proponen echar abajo el mito de que la inclusión es solo garantizar la participación y aprendizaje de las personas con discapacidad.

Reafirman además, que la inclusión supone transformar el sistema educativo, eliminando barreras y brindando los apoyos necesarios para facilitar el acceso y el aprendizaje de todas las personas sin discriminación.

Es importante destacar -recalcan desde el MEC-, que el material fue elabortado en el marco de la implementación de experiencias piloto, iniciadas en octubre del 2016 y que finalizan en diciembre del 2018.

Fuente: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=193073&SEO=paraguay-vota-por-una-educacion-inclusiva
Comparte este contenido:

Crisis europea, racismo e islamofobia. Encuentro con Ramón Grosfoguel Recopilación (AUDIOS)

Por Traficantes de Sueños

MIRADAS DECOLONIALES. CRISIS EUROPEA, RACISMO E ISLAMOFOBIA.

Encuentros en Madrid con Ramon Grosfoguel

En el año 2001 distintos pensadores y pensadoras se reunieron en torno al grupo Colonialidad/Modernidad/Decolonialidad. Su proposito era replantear algunas cuestiones centrales de la construccion de los aparatos de poder forjados en la epoca colonial. En este sentido, su vocacion fue ir mas alla de los limites de las relaciones centro/periferia y la matriz de analisis derivada de ella. Se trataba de explorar los limites del discurso del colonialismo como fase meramente historica y economica para apuntar su mirada sobre la colonialidad como conjunto de analisis y matriz de produccion de realidad.
De algun modo la «colonialidad del poder» se ubica en palabras de Nelson Maldonado en “la forma como el trabajo, el conocimiento, la autoridad y las relaciones intersubjetivas se articulan entre sí, a través del mercado capitalista mundial y la idea de raza”
Sera precisamente esta matriz de analisis la que tendremos oportunidad de conocer y aplicar sobre nuestra coyuntura en este seminario/encuentro con Ramon Grosfoguel, uno de los pensadores mas destacados del pensamiento decolonial. Para ello nos centraremos en tres preguntas centrales. ¿Que es y como podemos entender el pensamiento decolonial?¿Podriamos explorar en el mundo actual nuevas formas de entender el racismo? Y por último, ¿Como podemos aplicar estas cuestiones a la coyuntura europea actual y la contruccion de la islamofobia?

SOBRE RAMON GROSFOGUEL

Ramón Grosfoguel es sociólogo de origen puertorriqueño radicado en Estados Unidos y profesor de la Universidad de Berkeley. Su pensamiento está ligado a la filosofía de liberación latinoamericana, a la perspectiva de la colonialidad del poder, al pensamiento latino en los Estados Unidos, a la filosofía afro-caribeña y a la búsqueda de nuevas perspectivas geopolíticas del conocimiento no eurocéntricas.

Fuentes: https://soundcloud.com/traficantesdesue-os/sets/curso-miradas-decoloniales

Comparte este contenido:

The case for restricting hate speech

For: Laura Beth Nielse

As a sociologist and legal scholar, I struggle to explain the boundaries of free speech to undergraduates. Despite the 1st Amendment—I tell my students—local, state, and federal laws limit all kinds of speech. We regulate advertising, obscenity, slander, libel, and inciting lawless action to name just a few. My students nod along until we get to racist and sexist speech. Some can’t grasp why, if we restrict so many forms of speech, we don’t also restrict hate speech. Why, for example, did the Supreme Court on Monday rule that the trademark office cannot reject “disparaging” applications—like a request from an Oregon band to trademark “the Slants” as in Asian “slant eyes.”

The typical answer is that judges must balance benefits and harms. If judges are asked to compare the harm of restricting speech – a cherished core constitutional value – to the harm of hurt feelings, judges will rightly choose to protect free expression. But perhaps it’s nonsense to characterize the nature of the harm as nothing more than an emotional scratch; that’s a reflection of the deep inequalities in our society, and one that demonstrates a profound misunderstanding of how hate speech affects its targets.

Legally, we tell members of traditionally disadvantaged groups that they must live with hate speech except under very limited circumstances. The KKK can parade down Main Street. People can’t falsely yell fire in a theater but can yell the N-word at a person of color. College women are told that a crowd of frat boys chanting “no means yes and yes means anal” is something they must tolerate in the name of (someone else’s) freedom.

Consider also the protections afforded to soldiers’ families in the case of Westboro Baptist anti-gay demonstrations. When the Supreme Court in 2011 upheld that church’s right to stage offensive protetsts at veterans’ funerals, Congress passed the Honoring America’s Veterans’ Act, which prohibits any protests 300 to 500 feet around such funerals. (The statute made no mention of protecting LGBTQ funeral attendees from hate speech, just soldiers’ families).

So soldiers’ families, shoppers and workers are protected from troubling speech. People of color, women walking down public streets or just living in their dorm on a college campus are not. The only way to justify this disparity is to argue that commuters asked for money on the way to work experience a tangible harm, while women catcalled and worse on the way to work do not — as if being the target of a request for change is worse than being racially disparaged by a stranger.

In fact, empirical data suggest that frequent verbal harassment can lead to various negative consequences. Racist hate speech has been linked to cigarette smoking, high blood pressure, anxiety, depression and post-traumatic stress disorder, and requires complex coping strategies. Exposure to racial slurs also diminishes academic performance. Women subjected to sexualized speech may develop a phenomenon of “self-objectification,” which is associated with eating disorders.

These negative physical and mental health outcomes — which embody the historical roots of race and gender oppression — mean that hate speech is not “just speech.” Hate speech is doing something. It results in tangible harms that are serious in and of themselves and that collectively amount to the harm of subordination. The harm of perpetuating discrimination. The harm of creating inequality.

Many readers will find this line of thinking repellent. They will insist that protecting hate speech is consistent with and even central to our founding principles. They will argue that regulating hate speech would amount to a serious break from our tradition. They will trivialize the harms that social science research undeniably associates with being the target of hate speech, and call people seeking recognition of these affronts “snowflakes.”

But these free-speech absolutists must at least acknowledge two facts. First, the right to speak already is far from absolute. Second, they are asking disadvantaged members of our society to shoulder a heavy burden with serious consequences. Because we are “free” to be hateful, members of traditionally marginalized groups suffer.

Fuente: http://www.hoylosangeles.com/g00/latimesespanol/hoyla-el-argumento-para-restringir-el-discurso-de-odio-20170621-story.html?i10c.referrer=https%3A%2F%2Fwww.google.co.ve%2F

 

Comparte este contenido:
Page 33 of 49
1 31 32 33 34 35 49