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Hacia la construcción de una Izquierda Pedagógica

Por: Martín Torres

Los sistemas educativos viven una crisis importante, acompañando la que atraviesa el capitalismo global. Las élites gobernantes y corporaciones empresarias presionan por subordinar completamente la escuela a su ambición de ganancias. Apuestan a ganarse a la sociedad, abrumándola con discursos ‘pedagógicos’ engañosos y cínicos. Los educadores resisten en las calles. Unir las resistencias al neoliberalismo anti-educativo y construir propuestas que transformen la educación para que aporte a la superación de esta sociedad injusta y desigual. Desafíos para poner en pie una Izquierda Pedagógica, que decenas de docentes y estudiantes debatimos el sábado 3/9 en la Universidad Nacional de Córdoba.

Gabriela Ceballos y Martín Torres

En la misma semana, y no por casualidad.

La docencia argentina realiza una huelga nacional, reclamando reiniciar las negociaciones salariales, puesto que los magros aumentos ofrecidos a comienzos de año han sido deglutidos por la inflación a los pocos meses.

Ese día La Nación[1], un periódico por el que habla -desde siempre- la oligarquía del país, publica una nota titulada “Alarma la falta de docentes de alta calidad en América Latina”, basada en el informe presentado por la organización ‘Diálogo Interamericano’ conducida por los ex presidentes Lagos (Chile) y Zedillo (México)…con sede en Washington acompañada por una “Guía” para aumentar la presión sobre los educadores[2].

Al día siguiente, una maestra de nivel primario es golpeada y amenazada de muerte por la madre de un estudiante en la capital de nuestra provincia.

Tres días después, el periódico La Voz –el más poderoso de Córdoba- informa que “Cuatro de cada diez adolescentes pobres no asisten a la escuela”[3].

Pinceladas sobre lo que pedimos, recibimos y sentimos los educadores.

Cambios en educación, dos caminos

Ya no hay análisis serio que niegue la existencia de una crisis en la escuela y en los sistemas educativos de los países y regiones. Amplísimos sectores de la sociedad aspiran a que se produzcan cambios que ayuden a encontrar el rumbo perdido, para llegar al puerto de la ‘Calidad Educativa’. Y es justo que millones quieran la mejor educación posible para sus hijos, que son lo más preciado.

Pero a partir de allí, los caminos propuestos se bifurcan irremediablemente.

Por un lado, organismos como Banco Mundial, OCDE, BID, FMI vienen bombardeando (y no es completamente metafórico el término) a la población con estadísticas, informes de sus áreas de especialistas en educación y foros que se realizan en todo el mundo.

La tesis: tenemos una educación obsoleta, que no genera “productos de calidad” y los responsables son los docentes.

La respuesta: se deben evaluar y medir los resultados de los aprendizajes, premiando o castigando según los estándares internacionales, demandados por el complejo industrial y tecnológico internacional, para ser respetados a escala planetaria.

Lo que no sirva a las necesidades del poder concentrado, será señalado, castigado y posteriormente modificado para que nadie se salga del molde. Retomando lo que plantea el artículo reciente de Luis Bonilla[4], se propone avanzar aceleradamente rumbo a un “Apagón Pedagógico Global”.

A tono con esta propuesta, en nuestro país, a mediados de octubre debutará el operativo de evaluación nacional “Aprender 2016”.

Del otro lado, miles de docentes y estudiantes de magisterios y profesorados rechazan las recetas de los verdugos de la pedagogía y salen a las calles a enfrentar sus ataques. México está en la avanzada de un movimiento docente que ha puesto y sigue poniendo todo de sí para defender una educación pública, laica, gratuita, científica y popular. El encuentro propuesto por el Instituto McLaren y la CNTE[5] es una buena noticia, que debe ser difundida y aprovechada por los educadores de América Latina.

Esta mirada tiene otra tesis: los problemas en la educación son problemas sociales, producidos por un modo de organización social que no da respuesta a las demandas esenciales de la especie humana, profundizando la desigualdad e incluso ha comenzado a generar procesos de devastación a nivel de la naturaleza. Los sistemas de educación masivos y toda batalla por políticas de inclusión y democratización en ellos representa un obstáculo, que el poder económico y los gobiernos subordinados quieren reducir a la mínima expresión. Por eso, luego de quitarles presupuesto, dejarlos presionar por las corporaciones y abandonarlos a su suerte, los evalúan con una mirada meritocrática e individualista, promoviendo la producción de personas de ‘calidad’, adaptables a cualquier tarea, salvo a la de pensar por su propia cuenta.

La respuesta desde la mirada de las pedagogías críticas apunta a profundizar los aspectos democráticos, críticos, reflexivos dentro de la escuela. Salirse del rol docente-reproductor de un orden social injusto. Distribuir el conocimiento social y apostar a producir nuevos conocimientos, pero desde la perspectiva de la transformación positiva de la sociedad y de la personalidad, no para fomentar la competencia y el éxito individual.

Izquierda Pedagógica, ahora es cuando

Estamos asistiendo a un capítulo muy importante de la batalla por el derecho a la educación.

Los resultados de esta pulseada impactarán considerablemente en los sistemas educativos de todo el mundo.

Hay que multiplicar los esfuerzos para lograr una sólida articulación de quienes queremos frenar el neoliberalismo anti-educativo. Debemos hacerlo a escala local e internacional. La fragmentación es utilizada en nuestra contra. Encuentros, foros, debates, producciones colectivas, declaraciones, redes, tienen que comenzar a generarse con urgencia. No sólo para responder a los ataques, sino para generar debates en grandes sectores antes de que se intenten implementar las contrarreformas. La atomización –provocada o permitida por sindicalistas amigos del poder- impide que el movimiento docente tome conciencia de sus propias fuerzas. Tenemos que aportar nuestro esfuerzo a que esto se pueda lograr.

Y conjuntamente con esto, debemos intervenir con nuestras propias voces en el debate sobre los cambios que necesita la educación. Para llevarle al pueblo nuestra mirada, la de quienes somos educadores de sus hijos. Aprovechando los valiosísimos aportes de Paulo Freire, Giroux, McLaren y muchos otros, animarnos a elaborar nuestras propias respuestas.

En el marco de la convocatoria Universidad Anticapitalista, desarrollada por el MST de Córdoba, decenas de docentes y estudiantes nos empoderamos, construyendo nuestros caminos y soluciones. Esa es la fuerza, la mística, que da razón de existir a una Izquierda Pedagógica.

Viaje de ida, por el futuro de nuestros hijos.

Estamos en marcha.

[1] Diario La Nación, Argentina, 24 de agosto de 2016. http://www.lanacion.com.ar/1930958-alarma-en-america-latina-la-falta-de-docentes-de-alta-calidad-profesional

[2] Idem. http://www.lanacion.com.ar/1930940-guia-para-superar-la-crisis-en-la-region

[3] Diario La Voz del Interior, Córdoba, Argentina. http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/cuatro-de-cada-10-adolescentes-pobres-no-asisten-la-escuela

[4] Luis Bonilla-Molina; Apagón Pedagógico Global. Las reformas educativas en clave de resistencias. http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/139174

[5] Declaración del Simposio Internacional de Educación Comparada. México. 8 de agosto de 2016. http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/133129

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Entrevista con Leonardo Boff “No toleran que haya en el Atlántico Sur una potencia con autonomía, que no siga su dirección hegemónica”

América del Sur/Brasil/03 Septiembre 2016/Autor: Sergio Ferrari/Fuente: Rebelión

P: Brasil vive en los últimos meses profundos cambios institucionales. Un gobierno con sensibilidad social que ha sido revertido por mecanismos parlamentarios. ¿Cuál es su análisis?

Leonardo Boff (LB): La oligarquía brasilera, es decir esos 71 mil multimillonarios que controlan una gran parte de la riqueza nacional, nunca aceptó un obrero metalúrgico llegara a ser presidente. Toleraron a Lula porque no afectó su proceso de acumulación de riqueza y porque los proyectos sociales no interferían en su propia estrategia de acumulación. Pero cuando percibieron que después de 13 años de gobierno de Lula y de su seguidora, Dilma Rousseff, iba a consolidarse una política popular que benefició a 40 millones de personas, no lo aceptaron. Y decidieron interrumpir esa tendencia amenazadora para sus intereses de clase rica. Como no ganaron el gobierno mediante elecciones, optaron por el camino del golpe parlamentario. Atrás del mismo se alinean fuerzas conservadoras, partidos neoliberales, sectores de la justicia, la policía militar, una parte de la Corte Suprema y la prensa más conservadora de Rio de Janeiro y Sao Paulo.

Ofensiva reaccionaria, errores del campo progresista

P: Se aprovecharon de errores de altos funcionarios del Partido de los Trabajadores (PT)…

LB: Usaron como pretexto la participación de altos dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) en hechos graves de corrupción en la empresa nacional de petróleo PETROBRAS. Y aprovecharon del contexto de la nueva crisis económica, consecuencia de una profunda crisis política. Todo esto creó el marco para destituir a la presidenta Dilma, que es una persona honrada a quien no se le puede imputar ningún crimen. Crearon la figura de “irresponsabilidad fiscal”, a la que los mejores especialistas de derecho y de la economía niegan fundamentos. Desde la destitución provisoria de Dilma asumió el ejecutivo el vicepresidente Michel Temer quien lanzó el programa “Un puente para el futuro” nutrido de un virulento neoliberalismo. El mismo privilegia el mercado y suprime muchos de las conquistas sociales alcanzadas durante el gobierno del PT.

P: ¿Con consecuencias también en el rol de Brasil a nivel internacional?

LB: En efecto. En el terreno internacional las iniciativas del ministro de relaciones exteriores brasilero buscan romper el MERCOSUR y alinearse a las potencias hegemónicas: Estados Unidos y Europa. Es la ofensiva neoliberal que comenzó con los golpes en Honduras (2009) y Paraguay (2012), y se prolongó con Mauricio Macri elegido en Argentina a fines del 2015. No hay que subestimar un importante elemento geopolítico: Brasil pertenece a los BRICS (junto con Rusia, India, China y Sudáfrica). China está penetrando furiosamente en América Latina, incluso en Brasil. Diría que está comenzando una nueva “guerra fría” entre China y los Estados Unidos. La cuestión para los Estados Unidos es cómo controlar a Brasil en tanto séptima economía mundial. No toleran que haya en el Atlántico Sur una potencia con autonomía en sus visiones, que no siga su dirección hegemónica. Por su dimensión geográfica –más de 8 millones de kilómetros cuadrados- y una población de más de 200 millones de habitantes, la importancia de Brasil en el concierto latinoamericano es significativa. Y puede pensarse que los rumbos que tome Brasil podrían indicar el camino de los demás países del continente. Por eso es muy trascendente analizar de muy cerca lo que va a pasar ahora, después de la destitución de Dilma. Decisión tomada por un Senado que cuenta con 81 miembros, de los cuales 49 están investigados por corrupción. Es paradójico: los que deberían ser juzgados son los que han juzgado a una persona honesta e inocente.

P: ¿En este complejo proceso brasilero, cuánto se debe a la ofensiva de la oligarquía y cuánto a fallas políticas cometidas por los gobiernos del PT?

LB: Se dieron varios errores del Partido de los Trabajadores. Para garantizar la gobernabilidad estableció alianzas con partidos conservadores y claramente corruptos. Fue descuidando la articulación orgánica con los movimientos sociales, exactamente la fuerza principal que llevó a Lula a la presidencia en 2002. No se dio continuidad a la formación política de las bases partidarias. No han realizado una concientización activa de los beneficiados por los proyectos sociales para que no fueran solo consumidores sino, y fundamentalmente, ciudadanos críticos. Cuadros importantes del PT han participado en varios niveles de corrupción. Todo esto ha desmoralizado, desgastado, la autoridad política del PT. Los sectores conservadores, aliados a los grandes grupos mediáticos, han explotado esta situación y crearon la identificación del PT con la corrupción, cuando había tantos o más corruptos en los otros partidos, todos denunciados en el proceso de PETROBRAS. Lamentablemente el PT nunca hizo una autocrítica pública de sus errores. El pueblo, con toda seguridad, iba a comprender la situación. Y hubiera continuado a darle su apoyo porque representa las conquistas políticas de los pobres y de los que durante siglos fueron marginados.

 

Recrear la solidaridad internacional con los movimientos sociales

P: ¿Ante esta nueva ofensiva los movimientos sociales brasileros corren mayores riesgos?

LB: El Congreso elitista y conservador busca afectar a esos movimientos. Ha aprobado una ley que los criminaliza como si fueran terroristas. Ya la aplicaron a algunos miembros del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), el más crítico al sistema neoliberal y a la espantosa acumulación de tierras y riquezas que se da en Brasil. El MST constituye la oposición más sistemática y fuerte al rumbo neoliberal y antipopular del gobierno Temer.

P: ¿Cuál es el rol de la cooperación y de la solidaridad internacional en la actual coyuntura brasilera?

LB: Es muy importante implementar una articulación de los movimientos sociales brasileros con otros movimientos y ONG que en la escena internacional tienen una visión crítica hacia el actual modelo y apuestan a otro mundo posible y necesario. Conocemos el aporte significativo, por ejemplo, que E-CHANGER (INTERCAMBIAR)  y otras organizaciones suizas, europeas y de otras nacionalidades, han asegurado desde años en distintas regiones de Brasil. Pienso que es un momento esencial para promover una especie de diplomacia popular con intercambio de personas y de experiencias entre Suiza (Europa) y Brasil (Latinoamérica). Puede expresar una fuerza de resistencia. Y compartir la búsqueda de nuevos caminos alternativos a los actuales rumbos antisociales y privatizadores de los gobiernos neoliberales que vuelven a imponerse en nuestro continente.

P: No faltan en Europa  las voces que dicen que dado que Brasil es una potencia de primer nivel mundial la cooperación internacional debe retirarse.

LB: ¡Nada más falso! Insisto en lo que hemos dicho antes sobre la concentración brutal de la riqueza y de la existencia en Brasil de amplios sectores mayoritarios excluidos. Y mucho más si vemos la actual etapa que atraviesa mi país. Quiero insistir, por ejemplo, que E-CHANGER ha demostrado un fuerte sentido de solidaridad. Y sus cooperantes han demostrado siempre una gran capacidad de adaptación y encarnación en el mundo de los pobres. Se insertan sin problemas en los medios sociales más pobres y aportan mucho, con sus conocimientos y experiencias propias, a la búsqueda de soluciones a los problemas de los sectores más marginados. Siempre me ha impresionado el respeto profundo de esos cooper-actores suizos, en las comunidades más alejadas, a la escucha de la gente y evitando todo protagonismo. Son aliados importantes. Le aseguran a la gente con quienes trabajan la percepción que no está sola, sino que son actores reconocidos y respetados en el extranjero. Esa gente marginada siente que sus anhelos a mejoras son compartidos por muchos hermanos en el mundo. Sienten que sus vidas y experiencias llegan a otros pueblos y promueven oídos receptivos y más cooperación solidaria.

Conciencia ecológica creciente

P: ¿La coyuntura latinoamericana, con sus propias prioridades de política interna, así como la de Europa, con agendas propias -inmigración, terrorismo-, dejan en segundo plano otros temas trascendentes como el cambio climático?

LB: Constato una conciencia creciente de que la Tierra está enferma y que no podemos continuar en el rumbo actual porque puede llevarnos a un camino sin retorno. La gente siente en su propia piel los cambios climáticos. Los campesinos se dan cuenta que las aguas decrecen, que los agro tóxicos desbordan sus suelos, que el régimen de lluvias cambia radicalmente impactando negativamente en las cosechas. Esta conciencia extendida, sin embargo, no es compartida por los gobiernos, que son rehenes del sistema capitalista que necesita explotar al extremo los bienes y servicios de la naturaleza para permitir la acumulación de pocos. Más y más va quedando en evidencia que un planeta finito y limitado en sus “bondades” –al decir de los pueblos andinos- ya no soporta un proyecto infinito e ilimitado de enriquecimiento. La Tierra necesita un año y medio para reponer lo que extraemos en un año. Ya no es sostenible, y se manifiesta en el calentamiento global. Por primera vez en la COP21 de París, del año pasado, se llegó al consenso de hacer esfuerzos para limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius. Pero esa decisión consensual no es vinculante, de aplicación obligatoria. Y las naciones más grandes no asumen sus obligaciones…

P: Para terminar… ¿Cuál es el valor del paradigma del Hombre Nuevo, tan cercano a la reflexión y práctica política en los años setenta y que parece ahora diluirse conceptualmente?

LB: Estoy convencido, más que nunca, que debemos reinventar una forma nueva de habitar la Casa Común, tal como lo menciona el Papa Francisco en su Encíclica Laudato si. Esto exige reinventar una nueva forma de ser humano y de realizar la misión del hombre y de la mujer en tanto guardianes y cuidadores de la herencia sagrada que recibimos del universo o de Dios. “O cambiamos o vamos al encuentro de la oscuridad”, decía el gran historiador Eric Hobsbawm en su libro “La era de los extremos”. En otra parte de su libro dice: “O cambiamos o morimos”. Estoy convencido que al paradigma del poder como dominación – que es el eje del mundo moderno desde los últimos siglos- hay que oponerle el cuidado esencial y la responsabilidad colectiva por el futuro común de la Tierra y de la humanidad. Esto es lo que nos motivó a elaborar la Carta de la Tierra. Y que motiva al Papa a compartir su clara conciencia sobre “cómo cuidar la casa común”.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216211&titular=%93no-toleran-que-haya-en-el-atl%E1ntico-sur-una-potencia-con-autonom%EDa-que-no-siga-

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«17 contradicciones y el fin del capitalismo»

Autor: David Harvey

Traducción: Juan Mari Madariaga

Año: 2014

Maquetacion y Diseño de cubierta: Tranficantes de sueños;

Editado por: IAEN-Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador
Ciudad: Quito, Ecuador
ISBN: 978-84-96453-50-0
Sinopsis: Para crear una nueva versión de su núcleo dinámico. Mucho es lo que se derriba y se deshecha para hacer sitio a lo nuevo. Los espacios que fueron producti-vos se convierten en eriales industriales, las viejas fábricas se derriban o se reconvierten para nuevos usos, los barrios obreros se gentrifican. En otros lugares, las pequeñas granjas y las explotaciones campesinas son despla-zadas por la agricultura industrial a gran escala o por nuevas e impolutas fábricas. Los parques empresariales, los laboratorios de I+D y los centros de distribución y almacenaje al por mayor se extienden por todas partes mezclándose con las urbanizaciones periféricas conectadas por autopistas con enlaces en forma de trébol. Los centros metropolitanos compiten por la altura y el glamour de sus torres de oficinas y de sus edificios culturales icónicos, los megacentros comerciales proliferan a discreción tanto en la ciudad como en los barrios periféricos, algunos incluso con aeropuerto incorporado por el que pasan sin cesar hordas de turistas y ejecutivos en un mundo ineluctablemente cosmopolita

Texto completo en: http://www.lahaine.org/libro-17-contradicciones-y-el

 

 

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“El videoclip dominante consigue el consenso cultural e ideológico por medio de la seducción audiovisual centrada en dos pilares: la música y el sexo”

 

Entrevista a Jon E. Illescas sobre La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados (I)

Jon E Illescas Martínez es doctor cum laude en Sociología y Comunicación por la UA y Licenciado en Bellas Artes con Premio Extraordinario Fin de Carrera y Premio Universitario 5 Estrellas por la UMH. Artista plástico e inventor del sociorreproducionismo bajo el seudónimo de Jon Juanma, es autor de más se sesenta publicaciones sobre cultura, geopolítica, arte, comunicación y economía, varias de ellas traducidas al italiano y al portugués. En 2012 publicó su primer libro Nepal, la revolución desconocida. Colabora con frecuencia en las páginas de rebelión y de El Viejo Topo.

-Te felicito por tu libro, por tu enorme libro (y por el inmerecido y generoso agradecimiento que has escrito). ¡Más de 600 páginas, algunas de ellas bastante densas además! ¿A quiénes va destinado? ¿En quiénes han pensado mientras lo escribías?

-En realidad son 450 páginas, el resto son notas, bibliografía y anexos. Cuando lo escribía pensé sobre todo en la comunidad educativa y en general en todos aquellos interesados en conocer las razones por las cuales el pop actual es como es, lo que incluye a personas críticas de todas las edades. También va dirigido a los estudiantes y profesores de Sociología, Comunicación, Economía, Periodismo, Bellas Artes, etc. Por otra parte, creo que los marxistas tienen la oportunidad de comprobar que se puede hacer un análisis riguroso de la industria cultural y su influencia ideológica desde esta perspectiva que supere las fronteras del ensayo filosófico para adentrarse en la exposición y la rigurosidad científica. Algo de lo que carecían los autores de la Escuela de Frankfurt, una de las tradiciones más cercanas al marxismo que se han ocupado de la cultura industrialmente manufacturada.

-Más de 1.350 notas y 40 páginas de bibliografía. ¿Cuánto tiempo te ha llevado la investigación y la escritura de tu ensayo? ¿Desde cuándo tu interés por el tema de los videoclips?

-La investigación siete años y la escritura del libro, que no es un ensayo sino una mezcla heterodoxa de divulgación científica con partes ensayísticas y otras de teoría, casi un año. Mi interés por los videoclips proviene de cuando los conocí cuando era niño pero, sobre todo, desde la adolescencia, que es la edad donde más nos fascinan por nuestra eclosión sexual.

-Para los no puestos en el tema, ¿qué es un videoclip? ¿Por qué hablas de dictadura? ¿Qué dictadura es ésa?

-Un videoclip es un cortometraje basado en el desarrollo de una composición musical previa que fundamenta el despliegue de un conjunto de imágenes, las cuales, unidades a la música, dan lugar a un nuevo discurso estético.

Hablo de dictadura porque su producción no está regida por la voluntad democrática de las mayorías que la consumen. Es la dictadura cultural de la gran industria musical controlada por una oligarquía mediática con conexiones con la oligarquía política y económica trasnacional. Piensa que de los 500 videoclips más vistos de YouTube, más del 92% son distribuidos por tan solo tres grandes discográficas: Universal, Sony y Warner Music. Y parte del resto son vídeos que reproducen los contenidos de los controlados por las grandes empresas que son las que marcan los tipos predominantes. Las mayorías no tienen voz ni voto a la hora de decidir cómo será este flujo audiovisual que bañará sus mentes.

-Un videoclip hegemónico, uso tu terminología, ¿qué características tiene?

-Es aquel videoclip comercial producido y difundido por las industrias culturales hegemónicas con la intención de conquistar un público mayoritario dentro de una o varias franjas de edad en un territorio determinado, usualmente, de amplitud trasnacional. Un videoclip hegemónico tiene la particularidad de que además de ser una mercancía que busca obtener beneficios económicos es un reproductor de hegemonía, siguiendo la acepción gramsciana.

-Hablas en el subtítulo de la industria musical. ¿Es importante esta industria? ¿Mueve mucho dinero? La mayoría de la gente se descarga música de la red, sobre todo la gente joven, ¿no han perdido mucho mercado y con ello muchos beneficios? ¿No venden muchos menos discos?

-Venden menos discos pero se quedan más dinero de conciertos, merchandising, patrocinios, etc. Además, son empresas mucho más rentables que antes gracias a la tecnología de medición del consumo, en especial online. Hace una década, sólo 1 de cada 10 inversiones era un éxito, hoy lo son 1 de cada 5. Por otra parte, los videoclips les reportan más dinero en publicidad que nunca gracias a portales de streaming como YouTube, pues el público es mucho más numeroso que el que tenían los videoclips en la MTV (en la mayoría de lugares, una cadena de pago). En definitiva: la industria musical mueve el mismo o más dinero que antes, sólo que sus tentáculos se diversifican en distintos sectores de la industria, como haría cualquier buen inversor en cualquier sector.

-Esos sueños prefabricados a los que haces referencia en el subtítulo, ¿de quiénes son? ¿Cómo se generan? ¿No ha ocurrido siempre así?

-Son de la oligarquía mediática que controla las industrias culturales hegemónicas, entre ellas, las tres grandes discográficas y las empresas difusoras como YouTube o Vevo que controlan el negocio del videoclip dominante. También lo son de los intelectuales orgánicos que esta oligarquía burguesa contrata.

Históricamente, los sueños se han cocinado desde las alturas desde que, con la conservación del excedente y la profundización en la división del trabajo (con su separación radical entre trabajo manual y trabajo intelectual), vivimos en sociedades de clase. Sin embargo, esa continuidad adquiere diversas manifestaciones según el modo de producción dominante y dentro de él, en cada etapa de su desarrollo evolutivo. En el capitalismo global en el que vivimos, no es lo mismo que en el feudalismo, por ejemplo, pero tampoco que en el capitalismo de los años setenta del siglo pasado. Nunca antes en la historia tan pocas personas de la clase dominante han podido decidir y manipular los sueños de las mayorías globales como en nuestros días. Del mismo modo que se concentra y centraliza el capital lo hace el poder de decisión política y cultural.

-La tesis, una de las tesis del libro, con tus propias palabras: “Los videoclips dominantes son un instrumento mediante el cual la oligarquía capitalista mundial consigue el consenso político de la juventud asalariada internacional”. Tres preguntas sobre lo anterior: a) ese instrumento al que aludes, ¿está diseñado y planificado o ha surgido espontáneamente, por evolución musical y tecnológica? b) ¿cómo un videoclip consigue consenso? ¿Por su factura? ¿Consenso con qué, con el capitalismo, con el militarismo, con el sexismo,…? c) ¿No hay jóvenes asalariados que están a años-luz de todo ese mundo?, ¿no hay demasiados disidentes críticos en ese consenso?

-¿Tres preguntas en una?

-Es un truco…, un mal truco por lo que veo.

-Vayamos por partes. Sobre la primera, surge de dos formas: de modo consciente e inconsciente. La mayoría de las veces se genera sin que nadie sea consciente ni lo manipule porque el funcionamiento de la base económica lo “pare” de un modo natural. Digamos que la arquitectura capitalista, estructuralmente, “conspira” para que los videoclips mainstream o dominantes sean como son. Es su funcionamiento en “modo automático”. No olvidemos que, en nuestras insuficientemente democráticas sociedades, la empresa privada es una dictadura en sí misma, de estricto funcionamiento jerárquico y piramidal, por tanto es lógico que la producción cultural controlada por ella sólo pueda tener un origen dictatorial. Así no hace falta que nadie “conspire” desde las alturas.

Sin embargo, esto último también sucede en situaciones en las que la clase dominante lo requiere. Como cuando se desea introducir contenidos que “naturalmente” no surgirían del funcionamiento del “negocio” o cuando se desea censurar otros a contracorriente que sí surgen en situaciones excepcionales, como es el caso de la crisis actual. Es decir, si se quiere incrustar propaganda del Pentágono en un vídeo de Katy Perry se necesitará que alguien del Ministerio de Defensa de los EUA toque la puerta y haga la oferta. Así se pondrá a trabajar codo con codo con el resto de profesionales de la industria de un modo excepcional. Del mismo modo, pero en sentido inverso, si a alguna estrella del pop, de repente, le diera por realizar un videoclip con contenidos contrahegemónicos, llegaría alguien de la cima de la compañía y se encargaría que ese vídeo no arribara a las mayorías mediante su censura pura y dura o mediante la estrategia de la infrapromoción consciente.

-Vamos con la siguiente

-El videoclip dominante consigue el consenso cultural e ideológico por medio de la seducción audiovisual centrada en dos pilares: la música y el sexo. Y esos dos medios llevan al joven a naturalizar el orden capitalista como algo bueno. De este modo a los jóvenes este sistema no sólo les parece deseable sino el único posible. El militarismo, el sexismo, etc., son extras que pueden ser funcionales (o no) para determinados segmentos de la juventud, pero el núcleo incuestionable del mensaje es celebrar la riqueza capitalista como súmmum de la felicidad humana y esconder todo lo negativo que este sistema genera: desigualdad, paro creciente, guerras, cambio climático, consumismo, alienación social sin parangón, precarización de los proyectos vitales, mercantilización de todo lo que nos rodea y por ende el afianzamiento del imperio del dinero con su fetichismo adosado, la incesante cosificación de las personas, etc.

-Te falta la última

-¿Demasiados disidentes? ¿Has visto los resultados electorales de diciembre? ¿Ha ganado un partido comunista que se disponga a superar el capitalismo o quizás al menos una coalición socialista dispuesta a nacionalizar la banca y me lo he perdido? Claro que hay jóvenes críticos pero son una minoría en continua reducción. La juventud sufre cifras de paro que duplican la de los adultos y su participación y contestación político-social es mínima en relación a la gravedad de la crisis y la falta de oportunidades que sufren. Pero ojo, no sólo aquí en España, sino en cualquier parte del mundo, desde Latinoamérica a Asia. Porque cada vez más vivimos en una sociedad global moldeada por un mercado mundial de donde nos proveemos de la mayoría de los productos y servicios que no solo nutren nuestro estómago sino también nuestra forma de pensar. Ya lo apuntaron en 1848 Marx y Engels en el Manifiesto. Imagínate ahora con la velocidad y la baratura de los transportes o nuestra dependencia a Internet. Las mercancías culturales son los alimentos con los que la mayoría forjamos nuestros valores e ideologías, lo queramos o no.

-Dedicas el libro a todos los “músicos que aun ganándose la vida en este mundo imperfecto, saben que tanto la música como la melodía de la dignidad humana, no tienen precio”. Tal vez no la dignidad, pero ¿no tiene precio la música? A mí me gusta mucho Van Morrison y no he conseguido verle nunca, los precios de las entradas me lo impiden. En otro orden de cosas, jamás he podido ver una ópera mozartiana, verdiana o rossiniana en condiciones. Escucho pero no puedo ver desde mis localidades “tiradas de precio” de quinto piso del Liceo barcelonés. La platea me está prohibida.

-Claro, en el capitalismo la música, como todo producto o servicio mercantilizable, tiene un precio que paga el consumidor final. Alguien debe retribuir a los trabajadores musicales y no musicales que permiten su existencia y fruición. Si algún día consiguieras ver una ópera de Rossini en una buena localidad sería porque te ha tocado la lotería o porque hay un gobierno subvencionando la función, es decir, que no la pagarías directamente porque ya lo haría el Estado. Al final, de un modo u otro, alguien tendrá que retribuir a los trabajadores en cualquier sistema. En el socialismo la fruición musical tampoco será “gratis” (desde un punto de vista social, no me refiero a si tendremos o no que pagar la entrada con dinero) sino que la sufragaremos partiendo del excedente social generado entre todos. Lo positivo será que por la planificación de la economía se podrá decidir democráticamente que servicios merecen la pena que sean subvencionados total o parcialmente, por debajo de su costo de producción, y cuáles no. Espero y anhelo que tus admirados clásicos lo sean. Dependerá de nosotros.

-Abres el libro con una cita (muy dialéctica, en el mejor sentido de la expresión, de Marx, del padre de la gran Tussy: “La producción no solamente produce un objeto para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto. La producción produce, pues, el consumo”. Te pregunto sobre ella.

-De acuerdo, a tu disposición.

Fuente: El Viejo Topo, junio de 2016.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216101&titular=%93el-videoclip-dominante-consigue-el-consenso-cultural-e-ideol%F3gico-por-medio-de-la-seducci%F3n-audiovisual-

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La tragedia brasileña

Por: Atilio Boron

No está demás recordar que al capitalismo jamás le interesó la democracia: uno de sus principales teóricos, Friedrich von Hayek, decía que aquella era una simple “conveniencia”, admisible en la medida en que no interfiriese con el “libre mercado”, que es la no-negociable necesidad del sistema.

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Una banda de “malandros”, como canta el incisivo y premonitorio poema de Chico Buarque -“malandro oficial, malandro candidato a malandro federal, malandro con contrato, con corbata y capital”- acaba de consumar, desde su madriguera en el Palacio Legislativo de Brasil, un golpe de estado (mal llamado “blando”) en contra de la legítima y legal presidenta de Brasil Dilma Rousseff. Y decimos “mal llamado blando” porque como enseña la experiencia de este tipo de crímenes en países como Paraguay y Honduras, lo que invariablemente viene luego de esos derrocamientos es una salvaje represión para erradicar de la faz de la tierra cualquier tentativa de reconstrucción democrática. El tridente de la reacción: jueces, parlamentarios y medios de comunicación, todos corruptos hasta la médula, puso en marcha un proceso pseudo legal y claramente ilegítimo mediante el cual la democracia en Brasil, con sus deficiencias como cualquier otra, fue reemplazada por una descarada plutocracia animada por el sólo propósito de revertir el proceso iniciado en el 2002 con la elección de Luiz Inacio “Lula” da Silva a la presidencia. La voz de orden es retornar a la normalidad brasileña y poner a cada cual en su sitio: el “povao” admitiendo sin chistar su opresión y exclusión, y los ricos disfrutando de sus riquezas y privilegios sin temores a un desborde “populista” desde el Planalto. Por supuesto que esta conspiración contó con el apoyo y la bendición de Washington, que desde hacía años venía espiando, con aviesos propósitos, la correspondencia electrónica de Dilma y de distintos funcionarios del estado, además de Petrobras. No sólo eso: este triste episodio brasileño es un capítulo más de la contraofensiva estadounidense para acabar con los procesos progresistas y de izquierda que caracterizaron a varios países de la región desde finales del siglo pasado. Al inesperado triunfo de la derecha en la Argentina se le agrega ahora el manotazo propinado a la democracia en Brasil y la supresión de cualquier alternativa política en el Perú, donde el electorado tuvo que optar entre dos variantes de la derecha radical.

No está demás recordar que al capitalismo jamás le interesó la democracia: uno de sus principales teóricos, Friedrich von Hayek, decía que aquella era una simple “conveniencia”, admisible en la medida en que no interfiriese con el “libre mercado”, que es la no-negociable necesidad del sistema. Por eso era (y es) ingenuo esperar una “oposición leal” de los capitalistas y sus voceros políticos o intelectuales a un gobierno aún tan moderado como el de Dilma. De la tragedia brasileña se desprenden muchas lecciones, que deberán ser aprendidas y grabadas a fuego en nuestros países. Menciono apenas unas pocas. Primero, cualquier concesion a la derecha por parte de gobiernos de izquierda o progresistas sólo sirve para precipitar su ruina. Y el PT desde el mismo gobierno de Lula no cesó de incurrir en este error favoreciendo hasta lo indecible al capital financiero, a ciertos sectores industriales, al agronegocios y a los medios de comunicación más reaccionarios. Segundo, no olvidar que el proceso político no sólo transcurre por los canales institucionales del estado sino también por “la calle”, el turbulento mundo plebeyo. Y el PT, desde sus primeros años de gobierno, desmovilizó a sus militantes y simpatizantes y los redujo a la simple e inerme condición de base electoral. Cuando la derecha se lanzó a tomar el poder por asalto y Dilma se asomó al balcón del Palacio de Planalto esperando encontrar una multitud en su apoyo apenas si vió un pequeño puñado de descorazonados militantes, incapaces de resistir la violenta ofensiva “institucional” de la derecha. Tercero, las fuerzas progresistas y de izquierda no pueden caer otra vez en el error de apostar todas sus cartas exclusivamente en el juego democrático. No olvidar que para la derecha la democracia es sólo una opción táctica, fácilmente descartable. Por eso las fuerzas del cambio y la transformación social, ni hablar los sectores radicalmente reformistas o revolucionarios, tienen siempre que tener a mano “un plan B”, para enfrentar a las maniobras de la burguesía y el imperialismo que manejan a su antojo la institucionalidad y las normas del estado capitalista. Y esto supone la organización, movilización y educación política del vasto y heterogéneo conglomerado popular, cosa que el PT no hizo.

Conclusión: cuando se hable de la crisis de la democracia, una obviedad a esta altura de los acontecimientos, hay que señalar a los causantes de esta crisis. A la izquierda siempre se la acusó, con argumentos amañados, de no creer en la democracia. La evidencia histórica demuestra, en cambio, que quien ha cometido una serie de fríos asesinatos a la democracia, en todo el mundo, ha sido la derecha, que siempre se opondrá con todas la armas que estén a su alcance a cualquier proyecto encaminado a crear una buena sociedad y que no se arredrará si para lograrlo tiene que destruir un régimen democrático. Para los que tengan dudas allí están, en fechas recientes, los casos de Honduras, Paraguay, Brasil y, en Europa, Grecia. ¿Quién mató a la democracia en esos países? ¿Quiénes quieren matarla en Venezuela, Bolivia y Ecuador? ¿Quién la mató en Chile en 1973, en Indonesia en 1965, en el Congo Belga en 1961, en Irán en 1953 y en Guatemala en 1954?

Fuente: http://kaosenlared.net/la-tragedia-brasilena/

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Una libertad nada libre

Por: Marcelo Colussi

I

Durante los años de la Guerra Fría se hablaba del “mundo libre”, opuesto al ¿mundo de las tinieblas? que quedaba más allá de la “oprobiosa e infame” Cortina de Hierro. El Muro de Berlín fue, quizá, su ícono por excelencia.

La propaganda de Occidente (eufemismo por decir “mundo capitalista”) pregonaba insistentemente que más allá de esa frontera ideológica (¡y militar!) que dividía el mundo, reinaba la más completa falta de libertad y desasosiego, mientras que, por aquí, teníamos el reino de la bonhomía y la prosperidad. Pero más que nada: ¡de la libertad! ¿Alguien se lo habrá creído? Seguramente sí. En eso consiste, justamente, la ideología. El manejo de las mentes no es algo nuevo; el ejercicio del poder va siempre de la mano de ello. “Pan y circo” decían los romanos hace dos mil años; la historia no ha cambiado mucho.

Hoy por hoy asistimos a una compleja y muy bien estructurada tecnología del manejo de las mentalidades colectivas; del circo, dicho en otros términos. De hecho, se habla de una guerra de cuarta generación, término acuñado por el estratega militar estadounidense William Lind en 1989 para referirse a este tipo de lucha donde no hay un enfrentamiento directo entre dos cuerpos combatientes regulares, sino que se trata de dominar al oponente por medio de todo tipo de ardid, entrando allí el manejo de lo mediático, de la psicología colectiva, de la verdad. En otras palabras, se retoma aquella máxima de los nazis de “Una mentira repetida mil veces termina haciéndose una verdad”. En la guerra la primera víctima es la verdad, se ha dicho. No caben dudas que la guerra social sigue, aunque nos habían dicho que las luchas de clases ya habían terminado (aunque nunca nos dijeron exactamente cuándo y de qué modo).

En ese marco de mentiras bien urdidas, se nos dijo hasta el cansancio que nosotros éramos el “mundo libre”. Ahora el mundo ya no está dividido en estos dos grandes bloques. El socialismo murió (o, al menos, eso es lo que se nos dice). ¿Viviremos todos, entonces, en el reino de la libertad? Bueno, quedan islas de oprobio aún, según se nos sigue diciendo. Cuba y Corea del Norte, por ejemplo. Pero nosotros nos podemos dar por contentos porque estamos del lado de la libertad.

II

Un niño de nueve años me preguntó los otros días qué es la libertad. ¡Pregunta por demás difícil de responder! ¿Cómo explicarlo convincentemente? Se me vino a la imaginación esto del mundo dividido en los “libres” y los “no libres”. ¿Esclavos habría que decir, con mayor precisión? Siguiendo esa lógica, si somos libres, obviamente no somos esclavos.

Pero ahí empezaron los problemas: vivimos en países libres, pero ¿libres de qué? De poder elegir, pensé rápidamente. ¿Elegir qué? Si es a las autoridades de gobierno, eso es tan relativo que no me atreví de manifestárselo a mi infantil interlocutor. Uno elige a quienes lo van a gobernar por un cierto tiempo, entendiendo que ellos son nuestros representantes.

¿Lo son? ¿Me representan? Lo reflexioné seriamente, y no me atreví a mentirle a mi inquisidor. Nuestras autoridades gubernamentales no nos representan en lo más mínimo, por supuesto. ¿Cuántas veces por mes, o por semestre, o por año -bueno…, digámoslo claramente: ¿cuántas veces en la vida?- un funcionario electo por voto popular nos consulta algo para luego, supuestamente representándonos, transformarlo en una acción de gobierno? Creo que nunca. Es por ello que no pude decirle a mi joven demandante que allí había libertad. Podemos elegir libremente a un mentiroso que manejará las palancas de la estructura estatal, y terminado su período no habré cambiado en mucho. ¿Eso es libertad: ir a votar? No me pareció correcto decir eso.

Quise enfocar la respuesta, entonces, por el lado económico. Soy libre, claro, de “hacer dinero” si lo deseo. Onassis lo hizo en su momento, o Bill Gates, según nos cuenta la historia. Pero… ¿es cierto eso? La gran mayoría, inmensamente grande mayoría, no sale de pobre, aunque trabaje y se esfuerce toda la vida. Por lo que se ve, no somos tan libres. ¿Dónde está la libertad entonces?

¡En lo que consumimos! Ahí pude encontrar ese nivel de libertad con el que tanto se nos bombardea. “Estamos condenados a ser libres”, había dicho Jean-Paul Sartre. Por tanto, parece ser que con esto de comprar lo que me plazca podemos encontrar la verdadera libertad. Aunque pensándolo bien… ¿es cierto eso? ¿Por qué consumimos lo que consumimos?

Si lo profundizamos, no parece muy libre todo esto. Consumimos ¿enfermizamente? una cantidad creciente de productos solo porque nos lo imponen. ¿Para qué tomamos bebidas gaseosas? ¿O por qué cambiamos los modelos de aparatos de la industria moderna cada cierto tiempo? (refrigeradoras, teléfonos móviles, hornos a microondas, automóviles, computadoras, y una larga, casi interminable lista de productos). Me pregunto seriamente: ¿alguien decide con libertad el modelo de teléfono que hay que usar, por ejemplo? Pareciera que no. Las modas, la presión de la publicidad, la corriente que nos arrastra, nos fuerza en casi todas (¿en todas?) las decisiones de compra de algún bien o servicio.

Pero algo más profundo aún: ¿de dónde salió eso que compramos lo que queremos, con total libertad? En todo caso, en los opulentos países del Norte (que albergan apenas el 10% de la población planetaria), existe un alto poder de compra. En los del Sur (¡el grueso de la Humanidad!), a duras penas se sobrevive. Como alguien expresó alguna vez: “en el Norte se discute sobre la calidad de vida; en el Sur…, sobre su posibilidad”. Por más que los escaparates estén llenos de mercaderías y tenga toda la libertad del mundo para comprar lo que quiera, el bolsillo me dice que eso no es así. La libertad, una vez más, queda en entredicho.

¿Entonces: qué es la libertad? Se me hacía difícil encontrar la respuesta adecuada para mi joven interrogador. ¡Pero la encontré!

III

 

¡La libertad de locomoción! Podemos irnos libremente de un lugar a otro. Esa es la libertad que tenemos. Y reflexioné que en los países aquellos de la ignominia, de la noche eterna donde no había libertad, los que estaban detrás de la “bochornosa Cortina de Hierro”, su población tenía que escapar si quería la libertad. Aquí, en nuestros países libres, podemos irnos de un lado para otro cuando queramos. ¡Eso es la libertad!

Aunque…, bien pensado: eso no es exactamente así. En los países pobres de lo que antes se llamaba Tercer Mundo (pero que ahora, aunque no se les llame así, siguen siendo pobres), la gente no puede viajar con tanta facilidad precisamente. Comprar un boleto aéreo es cosa seria, muy seria. Averigüé un poco, y en nuestros pobres países del Sur (que son la amplísima mayoría del mundo) muy buena parte de sus habitantes nunca subió a un avión. En todo caso, si viajan, en general lo hacen como migrantes irregulares a los países más prósperos. Y así vemos corrientes monumentales de pobres que se van arriesgando su vida, cruzando mares o desiertos en condiciones de alto peligro, para buscar el “sueño” de algún país tentador. ¿Eso es la libertad?

La verdad, no me atreví a decirle a mi interlocutor que eso es la libertad, porque me pareció muy frágil la respuesta. Se decía que de Cuba escapaba la gente por la “dictadura comunista” que los encerraba. Me informé, y encontré que en la actualidad 30 personas por día abandonan la isla, con una población de 11 millones y medio de habitantes. Lo comparé con Guatemala, que no está muy lejos; allí, con una población de 15 millones de personas, no menos de 200 salen diariamente con rumbo a Estados Unidos. En el país centroamericano hay libertad, pero se va más gente (en realidad: huye de la pobreza crónica) que de Cuba.

Me empecé a encontrar sumamente contrariado por no poder darle una respuesta convincente y bien fundamentada a quien me había interrogado. Pero ¿es que no somos libres de nada entonces? ¡Y finalmente creí haberlo encontrado!: ¡el suicidio!

Yo, y solamente yo, puedo decidir lo que hago con mi vida. Suicidarse es el más alto indicador de libertad. Había encontrado la respuesta, y estaba ya casi listo para dársela a quien me había preguntado…, pero siempre hay un aguafiestas.

Por un lado, me dijo un sacerdote amigo que no es de buen católico suicidarse, que dios no desea eso, y que quien lo hace -contrariando la voluntad divina, que es la única instancia que puede disponer de nuestras vidas- no va al cielo sino que arderá eternamente en el infierno.

¡Y no solo eso! Otra amiga, psicoanalista ella, me dijo que no es cierto que esa es una decisión voluntaria. “La sombra del objeto ha caído sobre el Yo”, me explicó para fundamentar el suicidio. Fórmula, por cierto, que no entendí bien, pero que se me aclaró cuando me dijo que, según Freud, el iniciador del psicoanálisis, “nadie es dueño en su propia casa”. Es decir: que nuestras aparentes decisiones voluntarias no son tales. Y me puso como ejemplo para graficarlo el nombre propio: algo que nos hace ser lo que somos, que nos acompaña toda la vida, lo más propio que tenemos, no lo elegimos nosotros. ¡Patético! ¿no? Nuestros actos, nuestras conductas, nuestras decisiones más personales, aparentemente libres, no son tales; continuamente hay una vida psicológica que, aunque digamos racional, no depende de nuestra voluntad: ¡es inconsciente! Y me explicó que eso lo vemos en los sueños, en los actos fallidos, en el chiste, pero fundamentalmente en los síntomas, las inhibiciones y las angustias que nos acompañan. No soy libre de decidir mi vida…, ni mi muerte.

Llegado a ese punto, ya no supe qué decirle a mi amiguito. Pero como no podía dejarlo en ascuas, le contesté con algo que, quizá, le resultó incomprensible, pero él es libre de tomarlo o no: la libertad es una estatua francesa obsequiada al gobierno estadounidense que se encuentra a la entrada de Nueva York.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216097&titular=una-libertad-nada-libre-

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Brasil ya no será igual

Por: Emir Sader

Cualquiera que sea el desenlace inmediato de la más profunda y prolongada crisis que el país ha vivido, Brasil no saldrá igual, nunca más será el mismo que fue. Será mejor o peor, pero nunca más el mismo. La crisis devastó la credibilidad de todo el sistema político, liquidó la legitimidad del Congreso, propagó la falta de creencia en el Sistema Judicial e hizo que el pueblo sepa que no basta votar y ganar cuatro elecciones para que el mandato presidencial sea respetado.

En resumen, lo que se creía que el país tenía como República, se terminó. Lo que se difundía que era un sistema político democrático, ya no sobrevivirá. O bien Brasil construye una democracia sólida – para lo cual el Congreso actual, esta Justicia, este monopolio de los medios de comunicación no podrán seguir existiendo como ahora – o el país deja realmente de vivir en democracia.

La derecha brasileña muestra su cara sin eufemismos. Al inicio alegaba que se trataría de un proyecto para “reunificar el país”, supuestamente dividido por los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). Se valía de la pérdida de popularidad del gobierno Dilma, así como del Congreso más conservador y descalificado que el país ha tenido, como también del rol escandaloso y ya sin ningún pundonor de los viejos medios de comunicación, para destruir la democracia política que hemos tenido y promover un gobierno antidemocrático, antipopular y antinacional.

Muy rápidamente fue posible constatar que se trata simplemente de lo que se denunciaba por toda la región: el proyecto de restauración del modelo fracasado en los años 1990 con Fernando Collor de Mello y Fernando Henrique Cardoso, por un gobierno golpista y minoritario, contra el pueblo, contra la democracia y contra el país.

¿Cómo se va a pronunciar el Supremo Tribunal Federal sobre cualquier tema, si ha callado frente al golpe, puesto en práctica bajo sus narices, presidido en el Senado por su Presidente, que apoya todas las brutales ilegalidades que se practican? ¿De qué sirve una Justicia, un STF, que no está para impedir que un crimen en contra de la democracia sea perpetrado por el Congreso? Lo que hay es un silencio cómplice, mezclado con un vergonzoso aumento del 41% de sus salarios, concedido públicamente – con fotos en los periódicos -, por Eduardo Cunha, el político más corrupto del país, cuya impunidad solo se da por la complicidad de los que deberían punir, así como a tantos otros miembros del gobierno, incluso el presidente interino. Ya no habrá democracia en Brasil sin un Sistema Judicial elegido y controlado por la ciudadanía, con mandatos limitados y poderes circunscritos.

Dilma, dura de matar: con Danny Glover, sollidario

Dilma, con Danny Glover, sollidario

No habrá democracia en Brasil sin un Congreso efectivamente elegido y sin financiamiento privado, sin que represente a los lobbies elegidos por el poder del dinero. Un Congreso democrático tiene que estar fundado en el voto condicionado, por el cual los electores controlen aquellos en quienes han votado y que se comprometan con un programa y con un partido determinado.

En una democracia, todos tienen el derecho a la voz, la opinión pública no puede ser fabricada por algunas familias, que imponen su punto de vista al país, como si pudieran hablar en nombre del país, aun cuando han perdido cuatro elecciones presidenciales consecutivas. Nadie debe perder el derecho a hablar, pero todos deben tener el derecho a expresarse, sino, no se trata de una democracia, sino de la dictadura de una minoría oligárquica.

En una democracia un impostor no podría haber asumido la presidencia, aunque interina, por un golpe e imponer el programa económico derrotado cuatro veces sucesivamente, incluso en dos veces en que ese golpista estuvo en la lista vencedora, con un programa radicalmente opuesto al vencedor. Si ello ocurre, es porque la democracia fue herida de muerte, la voluntad de la mayoría fue desconocida.

Si el golpismo triunfa en el Senado brasileño, será necesario hacer que pague duramente el precio del atentado que está perpetrando. Que sus proyectos fracasen, que la vida de sus componentes se vuelva insoportable, que su banda de ladrones sea víctima de la ingobernabilidad. Que se ocupe y se resista en todos los espacios del gobierno ilegítimo, antidemocrático, antipopular y antinacional.

Es parte indisoluble de la resistencia democrática impedir cualquiera acción en contra de Lula, que representa los anhelos mayoritarios del pueblo brasileño, conforme las mismas encuestas que los golpistas han utilizado para buscar legitimidad popular, apuntan. Esta será la señal de que sobreviven espacios democráticos o no. Si logran blindar de tal forma su gobierno y constitucionalizar el neoliberalismo, habrán enterrado definitivamente cualquier señal de democracia en Brasil. En ese caso ellos tendrán el mismo destino de sus antecesores: serán tumbados, derrotados, execrados y un nuevo tribunal de la verdad los juzgará y los condenará por crimen en contra de la democracia. Serán derrotados por el pueblo, por la democracia, por el país, que construirán una democracia de verdad en Brasil.

Fuente: http://www.surysur.net/brasil-ya-no-sera-igual/

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