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“Las élites se toman muy en serio algo aparentemente tan divertido y banal como la cultura popular”

24 Septiembre 2016/Autor: Salvador López Arnal/Fuente: Rebelión

Entrevista a Jon E. Illescas sobre «La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados» (y III)

Las últimas preguntas, he abusado demasiado. ¿Qué tienen que ver Obama, Cameron o el Pentágono con todo esto? ¿Al Pentágono le gustan los videoclips?

A la oligarquía y sus mandarines les importa todo aquello que tenga poder social. Y el videoclip tiene mucho poder entre los jóvenes pues es la mercancía cultural, de lejos, más consumida por ellos. No tiene ese poder o prácticamente ninguno contigo ni conmigo Salvador, pero sí con los jóvenes (15 a 24 años) e incluso antes, en una fase de máxima influencia que va de los 13 a los 18 años.

Obama y Cameron deben llevarse bien con las estrellas del pop porque son mucho más populares para conquistar electoralmente a los jóvenes que ellos mismos, para fidelizarlos a su marca electoral y de este modo continuar con la reproducción de la hegemonía burguesa en todas las edades.

-Dedicas un capítulo a John Lennon. ¿Qué representa para ti su música y su figura?

-No es un capítulo sino un epígrafe de un capitulo. No soy un estudioso ni un experto musical de los Beatles ni de John Lennon así que no me atrevería a pronunciarme. Es evidente que pese a que contaron con el apoyo de grandes capitales de la industria eran jóvenes con talento. Su repercusión en el mundo del pop y en la iconosfera-mundo está fuera de toda duda aunque la mayoría de los jóvenes consumidores de videoclips actuales no saben quiénes son. La figura pública de Lennon, en cambio, cuando se fue paulatinamente a la izquierda y comenzó a comprometerse con diversas causas progresistas fue interesante porque marcó los límites a los que podía llegar una estrella en el marco del capitalismo de finales de los sesenta y principio de los setenta. Esto es algo que la propia Yoko Ono advirtió lucidamente y que recojo en el libro.

-¿A qué llamas sexocracia? ¿No estarás haciendo un llamamiento al “puritanismo bien entendido”?

-Para nada Salvador. Para mí el sexo es fuente de inspiración artística, sólo tienes que ver mi producción pictórica para darte cuenta. El problema es el modo en que se trata en el videoclip, una forma en la que todo vale para llamar la atención. Un modo degradante y cosificador que a veces es sexista, machista e incluso violentamente misógino. Y esto, cuando el público es tan joven, es peligroso. Y utilizo la palabra “peligroso” con toda la fuerza que tiene adrede. Es peligroso y preocupante para la salud y la virtud pública. Sobre todo cuando “se supone” que todos estamos preocupados por la violencia interpersonal entre los jóvenes, hombres y mujeres, etc. ¿No es degradante y peligroso para las mujeres que uno de los artistas más importantes del momento haga un videoclip advirtiendo a los chicos adolescentes que no se fíen de las mujeres porque son unas “putas” mientras las bailarinas sonríen encantadas, ligeras de ropa, a los insultos de la “estrella”?

-¿Es posible una industria cultural contrahegemónica? ¿Con qué medios? ¿Quiénes podrían abonarla?

-Esta pregunta requiere una respuesta larga y ni siquiera estoy seguro de que sea lo suficientemente extensa la que plasmé en el libro así que aquí sólo podré ofrecerte un resumen que para quien esté interesado deberá ser complementado con la lectura de la obra. Y no es publicidad para que “me compren” un ejemplar, que el público lo lea de un amigo o en una biblioteca si lo desea, es la realidad. Pero vamos a intentarlo.

-Inténtalo por favor

-¿Es posible una industria contrahegemónica? Sí, con los mismos medios contrahegemónicos que tenemos desperdigados unificándolos bajo una empresa cooperativa multinacional con un programa de mínimos bien organizado donde las diferencias no sean un problema sino un enriquecimiento. Todos esos esfuerzos unificados producirían sinergias mucho más ilusionantes y poderosas en la población entre otras cosas por las facilidades de la economía de escala y la mayor presencia en el tejido social. Ayudaría el hecho de que la gestionara o estuviera íntimamente asociada a una nueva internacional obrera con un proyecto socialista internacional. ¿Respecto a la financiación? La de sus abonados y quien quisiera sufragarla pero con un método de gestión democrática en que cada afiliado (socio cooperativista de producción y/o de consumo en realidad) contara un voto sin importar la cuantía de su aportación. Como digo en el libro es absolutamente imposible luchar contra películas, programas de TV, música y videoclips dominantes consumidos por cientos, cuando no miles de millones de jóvenes, con artículos o libros leídos, en el mejor de los casos, por miles de personas. Sujetos marginales que, además, ya están previamente convencidos y pese a ello siguen expuestos al flujo de la cultura dominante o lo que es lo mismo: la cultura burguesa.

¿Cómo quieres que la gente vote socialista (y no me refiero al PSOE) cuando la cultura financiada por el capital les rocía las mentes en una relación de un millón frente a uno? ¿Has visto el porcentaje de jóvenes en las organizaciones políticas contrahegemónicas? Compáralos con su tasa de paro. Por favor, seamos serios. Es un tema impostergable. Necesitamos unidad para construir una cultura contrahegemónica. La cultura de izquierdas se hunde en la mayoría de las regiones del mundo porque entre otras cosas, no hemos entendido nada de esto. Las campañas políticas no duran 15 días en nuestras modernas sociedades capitalistas sino los 365 días del año y la propaganda omnipresente y seductora es la suya, no la nuestra. ¿Lo cambiamos o seguimos dándonos golpes de pecho cuando la clase obrera vote elección tras elección a los mismos que la explotan en la economía, la ningunean desde la política y la dominan desde la cultura?

-Hablas de los 100 videoclips contrahegemónicos en un anexo del libro ¿Qué videoclips son esos? ¿Qué artistas, qué colectivos los promueven? ¿Por qué nadie o casi nadie los conocemos? Los que no sabemos de su existencia, ¿vivimos en Marte?

-Son videoclips que desde un punto de vista cultural, ideológico o de ambos, reman a contracorriente de la cultura y la ideología promovidas por el gran capital. En general son artistas menos conocidos que pueden o no estar en grandes discográficas, pues si lo están son infrapromocionados con respecto a los otros. En bastantes casos se encuentran en compañías independientes o bajo criterios de autoproducción. En realidad, es justo lo contrario: están más cerca del Planeta Rojo aquellos que los conocen que la inmensa mayoría que no.

-¿Canciones censuradas, afirmas, por Clear Channel? ¿Por qué esa censura?

-Porque “algunos” entendieron desde las altas esferas que tras el atentado del 11S, en los días inmediatamente posteriores, radiar ciertas canciones podría tener inesperados y problemáticas consecuencias entre la población estadounidense. Observa lo en serio que las élites se toman algo aparentemente tan divertido y banal como la cultura popular. Algunas canciones fueron desterradas por sus letras críticas contra el capitalismo o el gobierno, otras por sus alusiones emocionales o a palabras que se pudieran relacionar con los atentados. Se trató de la ingeniera social de siempre que practican las élites del poder con la cultura de masas y que, a diferencia de la izquierda, se toman tan en serio. Lo curioso fue que muchos artistas que censuraron tras el 11S desaparecieron de Clear Channel (ahora rebautizada como iHeart Radio) no sólo los días posteriores a los atentados, sino hasta el presente. ¿La razón? ¿La guerra contra el “terrorismo” no ha acabado verdad? El miedo y la paranoia deben continuar sin partituras que desentonen su consabida melodía de guerras imperialistas disfrazadas de “intervenciones humanitarias”.

-Entre muchos otros nombres, el de Shakira, la señora de Piqué, no queda muy bien parada en tu libro. ¿Le tienes manía a la “estrella colombiana”, muy amiga según parece de Obama y Santos? ¿No te gusta cómo canta o es distancia hablando ideológicamente?

-¿Crees que no queda bien parada? Bueno, en realidad lo único que hago en el libro es contar lo que ella misma manifiesta públicamente en diversos lugares como su propia cuenta de YouTube, pero no suele aparecer en los medios de masas. Simplemente unifico y doy un poco de sentido a retazos que están allí y allá en la inmensidad del flujo de información pero que no interesa que sea conocido por el público mayoritario, pues quizás empañaría su imagen de simpática cantante preocupada por los más pobres. Shakira simplemente es, partiendo de Gramsci, una intelectual orgánica de la clase burguesa y una reconocida militante del filantrocapitalismo con conexiones con muchos de los hombres más poderosos del mundo, desde la oligarquía política a la económica mundial. Desde Obama o Santos a Carlos Slim. ¿No está mal para una cantante colombiana afincada en Barcelona verdad?

-¿Quieres añadir algo más?

-Sí. Me gustaría animar a los lectores a hacerse con mi libro: que lo compren, lo cojan prestado de una biblioteca o lo compartan con los amigos, pero que lo lean crítica y reflexivamente. ¿Sabes por qué? No sólo porque es necesario que comencemos a debatir estas cuestiones desde la izquierda con urgencia sino porque es casi un milagro que este libro exista, con todos los errores y/o carencias que seguro tendrá. Pero la existencia de esta obra es uno de esos fallos del sistema que hay que aprovechar.

No sabes la serie de afortunados y accidentados pasos que tuvieron que darse para que alguien como yo pudiera dedicar siete años de su vida a hacer un análisis netamente marxista de un fenómeno de masas como la industria del pop y el videoclip. Estuve a punto de perder el trabajo en la universidad como becario de investigación por emplear la perspectiva marxista. Si no hubiera sido por el trabajo remunerado durante cuatro años y el apoyo de profesores como Juan Antonio Ríos Carratalá, Ángeles Diez Rodríguez o María Teresa Molares ni la investigación hubiera podido ser lo profunda que fue ni, desde luego, este libro habría salido al mercado nunca. Además, y lo quiero dejar claro, que esta obra haya salido con el excelente formato y la fuerza con la que lo ha hecho ha sido posible gracias al trabajo de un editor tan comprometido e imprescindible en nuestro país como Miguel Riera.

Otra de las cuestiones por las que considero interesante su lectura es por la propuesta inédita que realizo del concepto de “renta del cuerpo” para explicar, desde la perspectiva del valor-trabajo de Marx, porqué las estrellas de la industria cultural son tan ricas. Esto no sólo incluye cantantes sino ases del deporte, estrellas del cine, presentadores de TV o esa extraña y polimorfa especie conocida bajo el nombre de “famosos”. Además, el libro tiene ilustraciones inéditas de un artista de la talla de Miguel Brieva y el tono con el que está escrito intenta ser entretenido a la par que científicamente riguroso y teóricamente profundo. Todo un reto o una locura, según se mire… Animo a que los lectores me digan si lo he conseguido y me escriban para debatir los temas tratados que seguro no dejarán indiferente a nadie.

-Yo soy uno de esos lectores. Lo has conseguido sin duda. Y tienes razón: los temas tratados no dejan o no deben dejar indiferente a nadie.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216685&titular=%93las-%E9lites-se-toman-muy-en-serio-algo-aparentemente-tan-divertido-y-banal-como-la-

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Reflexiones sobre el gobierno de Allende

Por: Marta Harnecker

A cuarenta y tres años de un 11 de septiembre que los latinoamericanos siempre recordarán, debemos preguntarnos qué lecciones podemos obtener de la experiencia chilena. En esta oportunidad, volvemos a publicar un texto importante de Marta Harnecker que subraya en particular que «en la medida en que el gobierno Allende fue avanzando, se fue creando internamente una verdadera situación contrarrevolucionaria. Los primeros síntomas ya eran patentes cuando Fidel visitó Chile en noviembre de 1971. Cada vez más sectores sociales de la derecha y sus aliados fueron participando en política: en cacerolazos, manifestaciones callejeras, paros de transportistas, huelgas en el cobre, manifestaciones contra los militares. Mientras que las fuerzas opositoras aplicaban consecuentemente su estrategia, las fuerzas de la Unidad Popular no lograban ponerse de acuerdo en torno al qué hacer»:
Reflexiones sobre el gobierno de Allende : estudiar el pasado para construir el futuro (junio 2003)

Descargar el texto en .PDF desde la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO:allende

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“La presencia de la industria cultural en nuestras vidas es mucho más persistente en la actualidad que hace 50 años cuando no existían internet, smartphones, Twitter o Facebook”

Entrevista a Jon E. Illescas sobre «La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados» (II)

-Estábamos en Marx. Abres el libro con una cita (muy dialéctica, en el mejor sentido de la expresión, de Marx, del padre de la gran Tussy: “La producción no solamente produce un objeto para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto. La producción produce, pues, el consumo”. ¿Y cómo consigue eso la producción? ¿Cómo nos producen para el consumo del objeto? ¿Tan estúpidos y alienados estamos?

-“Bañándonos” dictatorialmente con un flujo ininterrumpido de contenidos aparentemente variados pero en lo fundamental iguales que, al final, por la presión social, la ley del mínimo esfuerzo y las pocas horas de ocio disponibles para la mayoría de asalariados, crea consumidores adiestrados para digerir esos productos que la oligarquía financia. No es cuestión de si somos estúpidos o alienados, es cuestión de que las mayorías viven bajo una dictadura cultural. Del mismo modo que es más sencillo comprar y leer 50 sombras de Grey en cualquier librería en lugar de, por ejemplo, El Capital de Marx o uno más sencillo, El Estado y la revolución de Lenin; lo es ver un videoclip de Rihanna en lugar de otro de Kenny Arkana, artista anticapitalista francesa. Y alguien diría ingenuamente: pero las dos artistas están en YouTube. Eso da igual, porque en YouTube y fuera de él, Rihanna es promocionada insistentemente por grandes capitales creando la necesidad de seguir sabiendo de ella y la producción de Arkana, autoproducida o auspiciada bajo pequeños sellos, sólo la visualizará gente que ya la conoce o que es consumidora de música similar. Por eso Rihanna obtiene con sus videoclips entre 200 y 300 veces más visualizaciones que la artista francesa, una de las cantantes de izquierda más populares.

-El videoclip influye en la juventud, en toda la juventud del mundo si quieres. De acuerdo, no discuto ese punto. Pero mucha gente no somos jóvenes y la juventud, como sabes, es una enfermedad (perdona mi tontería) que pasa rápidamente. Luego por tanto, se podría decir, todo esto es limitado. Dura unos años y se pasa. Sería algo así como los tebeos de hazañas bélicas de hace 50 años o las canciones de los Sirex, los Brincos o incluso las de Concha Velasco o Mari Trini por ejemplo. ¿No influía Camilo Sesto en la juventud de los setenta?

-Supongo que en parte sí, pero como científico no puedo pronunciarme ya que desconozco el impacto real de esos populares artistas en su época. Conozco el de Katy Perry y Justin Bieber en la actual. En principio no creo que sean comparables cuantitativamente ya que la presencia de la industria cultural en nuestras vidas es mucho más persistente en la actualidad que hace 50 años cuando no existía Internet, smartphones ni Twitter o Facebook. Antes estaba la televisión, pero ahora la duración total del consumo de “pantallas” en superior con la suma de soportes.

El punto central es que la juventud, no sólo es una enfermedad pasajera sino también un regalo temporal. Y desde un punto de vista político tiene un potencial impresionante.

Primero, porque por la revolución biológica que sufren los jóvenes y su incremento en las descargas hormonales que sufren relacionadas con el despertar sexual, tienen un potencial brutal a desarrollar respecto a la música y también las causas sociales. Los jóvenes se pueden indignar vehementemente contra las injusticias y contestar políticamente. Vienen de una época, la infancia, donde todo parecía “estar en orden” y luego descubren toda la inmundicia del sistema. Y como la música la viven con más intensidad (por esos picos hormonales) que en ninguna etapa vital anterior ni posterior, el potencial de manipulación a través de la misma alcanza su grado más alto.

Segundo, porque los jóvenes disfrutan de una especial protección política de la sociedad (en el caso de los menores) y parental (económica de los padres y/o tutores) lo que permite que no sean tan vulnerables por el Estado ni tan dependientes del jefe de la empresa, etc. Su “colchón” económico familiar les permite, por ejemplo, experimentar más con su forma de vestir que, pongamos el caso, un padre de familia con 50 años y una hipoteca que pagar que no debe desagradar a su jefe. ¿Quién de los dos es potencialmente más peligroso para el sistema? Entonces, si desactivas ese potencial juvenil con esta seductora cultura de la alienación en masa mediante la música del capital obtienes un triunfo político importante para la clase dominante y el sistema que la nutre. Si como oligarquía canalizas esa rebeldía inmanente en que los jóvenes cambien el color de pelo, se pongan piercings o modifiquen la amplitud del escote en lugar de que se afilien a una organización contestataria, estarás desactivando un peligro objetivo para tus intereses de clase.

Aunque la juventud se marcha como el resto de etapas vitales, no creo que pueda haber ninguna revolución social favorable a los desposeídos sin la participación de los jóvenes. Ni cultural, ni política ni económica. Si la juventud está neutralizada, la izquierda sólo puede ser marginal o convenientemente domesticada. Es normal, el corazón le late más lento.

-Insisto un poco más, si un joven no mirase, no estuviera al día en ese mundo de los videoclips, ¿no quedaría un poco marginado, no sería un bicho raro a ojos de sus amigos y compañeros? Si no ves, si no consumes, no puedes hablar, no puedes relacionarte.

-Por supuesto, todo aquel que se aparte del punto medio de hegemonía cultural o político quedará como un bicho raro para las mayorías más adoctrinadas por el poder. Cuanto más lejos se encuentre de ese punto, mayor será la marginación que obtenga cuando se exprese. Del mismo modo que siendo adulto es más sencillo manifestar en una reunión con amigos que “todos los políticos son unos ladrones” o que “la educación pública debe ser de calidad” que abogar por “la sociabilización de bancos y principales empresas”, para los jóvenes es más sencillo y se sentirán más adaptados socialmente (lo que es una necesidad todavía mayor que para los adultos) cuando digan que quieren ir a un concierto de Justin Bieber o Shakira que cuando digan que les gusta el metal progresivo de Dream Theater o el rap combativo de Los Chikos del Maíz.

-¿Son tan dioses los dioses de la música a los que haces referencia? ¿No exageramos un poco? Yo suelo leer los diarios y de los que citas en el apartado “oro” sólo conozco a cuatro; de los de plata, apenas tres. ¿Soy demasiado viejo para entender todo esto?

-Lamento decirte que sí Salvador. Pero tranquilo, pese a mis 33 años, yo también soy demasiado viejo. Lo que opinemos nosotros no importa en absoluto. Date cuenta que en Twitter, la red social con el público más joven, el principal tema de conversación es la música y las tres cuentas más seguidas, por encima de la de Barak Obama, el presidente más popular, son de estrellas de la canción. En una relación nueve veces superior a las cuentas de estrellas del deporte o del cine. Hablamos de poder en mayúsculas. De hecho, que a tu edad conozcas al 35% de los 20 artistas más importantes que cito en el libro es muestra de su popularidad, ya que no eres parte del público al que van dirigidos…¡y pese a ello sabes quiénes son! ¿Ocurriría al revés con los autores de los libros que lees o la música que escuchas y su conocimiento por la mayoría de los jóvenes? Lamento decirte que Shakira es parte de la iconosfera-mundo y Manuel Sacristán o incluso Rossini, no.

-¿Cuáles son las principales empresas que están detrás de todo esto? ¿Son usa-corporaciones en su mayor parte? ¿Lo suyo es una cuestión de pasta, de mal gusto, de penetración cultural? ¿Están al servicio de los centros de poder del sistema?

-Son tres grandes discográficas, de mayor a menor: Universal (francesa, propiedad del conglomerado Vivendi), Sony (japonesa, de Sony Corporation) y Warner (la única estadounidense, propiedad de Access Industries). Sin embargo, la mayor parte de su producción se realiza en los Estados Unidos porque es el territorio donde hay más (y mejores) profesionales de la industria cultural y donde la superestructura jurídica garantiza un mayor retorno a sus inversiones. Por otra parte, la mayor difusora, YouTube, donde se consumen el 70% de los vídeos, es de propiedad mayoritariamente estadounidense pese a que también cuenta con capitales franceses y emiratíes. Guardan muy buena relación con los centros de poder, ya que la salud de sus negocios depende de lo bien que se lleven con ellos, como cualquier gran empresa.

-La ideología, la horrible ideología que subyace en muchos de los videoclips a los que haces referencia detallada, ¿influye realmente en el vivir, en el hacer de los jóvenes? Por ejemplo, muchos jóvenes españoles ven vídeos de Lady Gaga o de Eminem pero no entienden nada o casi nada de lo que dicen y cantan. Ni tan siquiera a veces conocen la temática de la canción. Les llaman la atención las imágenes, nada inocentes desde luego, y el ritmo y acaso la voz. Y ya está.

-Desde luego si conocen la letra y aun así les gusta, la penetración ideológica es mayor. En la actualidad, aunque nuestro país va a la cola de los más desarrollados, vivimos con la generación de jóvenes más angloparlantes de la historia. Por otra parte los chicos ya no tienen que comprarse un libro de letras para saber qué dicen las canciones de sus ídolos, simplemente han de consultar los vídeos subtitulados por los mismos fans colgados en YouTube. El esfuerzo es mínimo: mover y clicar el ratón. Pero es que además de eso, las imágenes muchas vecen hablan por sí mismas. Cuando aparece en un videoclip mainstream un rapero en una mansión rodeado de un harén de bellas mujeres bebiendo y celebrando orgiásticas fiestas con sus amigos, nadie le tiene que decir a los jóvenes qué significa todo aquello. Son lo suficientemente inteligentes.

-Un capítulo lleva por título: “Se llama capitalismo”. ¿Qué es para ti el capitalismo?

-Lo mismo que para Marx, un modo de producción basado en el enfrentamiento estructural entre dos clases principales: los capitalistas o empresarios y los trabajadores asalariados. Los primeros poseen los medios de producción y los segundos, como no los poseen, sólo pueden vender su fuerza de trabajo para ganarse la vida (esto es, sus habilidades profesionales). La fuerza de trabajo es la única mercancía que pueden y deben vender en el mercado diariamente para obtener un sustento. El capitalismo se rige por una ley absoluta: la producción de plusvalor, es decir, de excedente social generado por los trabajadores que va a parar a la clase capitalista trasnacional. Y no vuelve ni puede volver como sueñan los keynesianos de izquierda y en general los partidarios de la redistribución en la esfera de la circulación. Por eso, pese a los golpes de pecho y los programas de la ONU o los impuestos a las grandes fortunas, el año pasado se alcanzó la máxima desigualdad mundial: el 1% más rico tenían lo mismo que la mitad de la población global. Dentro del marco capitalista no hay otra solución, porque ninguna política redistributiva puede comprometer el margen de beneficio que garantiza la inversión privada.

Por otra parte, aunque el capitalismo no es el único modo de producción que convive entre nosotros, es de lejos el hegemónico y por eso es el que más incide en la formación de la sociedad-mundo actual. Y como todos los modos de producción anteriores, tiene fecha de caducidad: tuvo su origen, tiene su desarrollo y tendrá su fin. Igual que cualquier organismo. La gracia del asunto es que nosotros, dentro de ciertos límites, podemos acelerar su final para no demorar el sufrimiento de las mayorías y de paso evitar que su lógica abstracta y compulsa acabe con gran parte de la humanidad, el ecosistema y lo mejor de la civilización.

-¿En qué autores marxistas te has inspirado en tu reflexión? ¿Cuáles son tus marxistas preferidos?

-Para el libro han sido fundamentales Karl Marx, Friedrich Engels y Antonio Gramsci. También el gran psicólogo soviético Lev Vigotsky y uno de mis marxistas contemporáneos favoritos: el inimitable Terry Eagleton. Para desarrollar el armazón teórico económico a partir de la teoría del valor-trabajo fue clave descubrir la transformación de la atención del público en mercancía y su posterior venta a los anunciantes de manos de un filomarxista como el comunicólogo Dallas W. Smythe y su perfeccionamiento por el joven profesor de la Universidad de Ontario Tanner Mirrlees. Para conectarlo con la base económica del sistema han sido muy importantes los análisis de Diego Guerrero y Rolando Astarita, pero también de Xabier Arrizabalo o Anwar Shaik.

Otros marxistas a los que tengo gran aprecio son David Harvey, Neil Davidson, Ernst Mandel, John Berger, Robert W. McChesney Chris Harman, Minqi Li, Michel Löwy, Fredric Jameson, Ferrucio-Rossi Landi, Georg Lukács, Adolfo Sánchez Vázquez, Guy Debord o Vicente Romano. Desde un punto de vista más político, Lenin, Trostsky, Rosa Luxemburg o Antoni Domènech son personalidades que me han marcado pese a mis discrepancias con ellos. Por otra parte, he aprendido mucho leyendo a autores críticos influidos por el marxismo como Theodor Adorno, Charles Wright Mills, Raymond Williams, Marvin Harris, Armand Mattelart, Immanuel Wallerstein, Rafael Díaz-Salazar, Gordon Childe, Erich Fromm o Vincent Mosco. Por supuesto, me han influenciado muchos otros que me sabe mal no nombrar porque no quiero ser injusto, pero me temo que si lo hiciera parecería la lista de agradecimientos de los créditos de un filme.

-Te pregunto ahora por grandes nombres del sistema

-Me voy preparando.

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Una radiografía marxista de la globalización

Por: Olmedo Beluche

En este siglo XXI, siete mil millones de seres humanos vivimos bajo el signo de lo que se ha llamado «globalización». Este concepto procura captar una realidad compleja pero concreta, que determina, cual si de Dios se tratase, nuestras vidas: empleo, pobreza, migraciones, democracia, identidad, gustos, formas de pensar, etc. ¿Dónde está la esencia de este fenómeno multidimensional? ¿Qué es lo determinante: el proceso económico, el político – institucional, sus resultados sociales o sus consecuencias culturales?

«Marxismo y globalización capitalista», de Roberto Ayala Saavedra, profesor de sociología de la Universidad de Costa Rica, aborda de manera brillante este complejo problema y lo hace, como indica desde su título, con el método del materialismo histórico, «una teoría de la totalidad social… que busca fundar racionalmente la acción y que se construye en esa acción… una praxis transformadora que quiere ser consciente y racional».

De la generación de cientistas sociales centroamericanos de este inicio del siglo XXI, Roberto Ayala es uno de los más capacitados para acometer la titánica tarea de arriesgar una radiografía de la globalización bajo la lupa del método marxista. Ayala es una persona que ha combinado la lucidez de un pensamiento crítico, basado en una sólida formación teórica, con una vida de compromiso militante desde hace 40 años.

«Praxis transformadora» que Roberto ha sostenido inquebrantable desde que lo conocimos como brillante estudiante de secundaria y dirigente estudiantil, a mitad de los años 70; pasando por sus años de formación académica y política en Brasil; que lo llevó a ser uno de los fundadores del Partido Socialista de los Trabajadores de Panamá; y que ha sostenido por 20 años en Costa Rica, donde emigró y ha continuado combinando su labor académica con el compromiso militante hasta el día de hoy.

Globalización, un proceso abierto y en disputa

«Marxismo y globalización capitalista» es una obra extraordinaria, que disecciona al «capitalismo del siglo XXI» o «capitalismo tardío» (concepto tomado de Ernest Mandel), en una reflexión crítica que polemiza con enfoques teórico metodológicos de diversas corrientes de la Ciencia Social. Cada momento del análisis concreto va acompañado de una explicación metodológica, uno de sus mejores aportes, en que Ayala demuestra un dominio sobre el método hegeliano-marxista. El libro está compuesto por cinco capítulos y su conclusión: capitalismo global; América Latina: reconsideración del problema de la dependencia; globalización y cambio cultural; cuestión social y capitalismo; neoliberalismo y ética.

Desde la Introducción, Ayala se aleja de interpretaciones mecanicistas y metafísicas, para señalar que la globalización: «…es un proceso abierto y en disputa, cuya ulterior conformación depende de la relación de fuerzas entre diversas clases…» (Pág. 5). Siendo que una característica del capitalismo es su expansión sin fronteras y que desde el siglo XVI existe lo que I. Wallerstein llama «sistema mundo», Ayala se focaliza en las características específicas del capitalismo bajo la globalización actual.

De manera que define a la globalización como una realidad «compleja, multidimensional y móvil», estructurada y jerarquizada, no una «amalgama», que tiene «su base y condición general de posibilidad… su anatomía, en la economía política…» (Págs. 26 y 27). La globalización tiene cuatro dimensiones: económica, política, tecnológica y cultural, según Ayala.

Las cuatro dimensiones de la globalización

Respecto de la dimensión económica, llama a repudiar lo métodos que se focalizan sobre aspectos incidentales, abusando de la fenomenología y el método individualista, deshistorizando lo real. Por ende, a partir de la cita de Marx («el problema de la historia es la historia del problema»), invita a comprender la globalización a partir de la historia del capitalismo como un sistema de explotación de clases.

Al abordar la dimensión tecnológica, propone repudiar la «fetichización tecnológica» que se niega a ver que todos los desarrollos en esta dimensión tienen como objetivo el aumento de la productividad del trabajo, es decir, la explotación de clase.

Sobre la dimensión político-institucional, Roberto Ayala recuerda que el objetivo de la ideología liberal, y neoliberal por extensión, no es otro que la «naturalización» del mercado («reificación», diría Lukacs). La globalización ha implicado una «ofensiva capitalista en la lucha de clases» (J. Hirsh), bajo los criterios neoliberales. Pero esta ofensiva es velada a través de una institucionalidad internacional (ONU, OMC, UE, OEA, etc.) que opera como legitimadora de las decisiones, impulsando métodos políticos que han reducido la democracia a una práctica restringida y una ciudadanía con derechos humanos reducidos.

En el plano de la cultura, «las industrias culturales (audiovisuales), organizan la canalización del placer hacia formas y ámbitos compatibles con la reproducción económica y social del orden vigente» (Pág. 52). A la vez que promueven un hiperindividualismo, la indiferencia social, el consumismo cosificante con derrapes escapistas.

La globalización desplaza a las burguesías ‘nacionales’ de su propio mercado interno

El capítulo 2, donde se aborda el problema de la dependencia en América Latina, es uno de los más brillantes y donde se hacen aportes novedosos. Luego de polemizar con la teorías desarrollistas y de la dependencia, defendiendo la marxista teoría del imperialismo, Roberto Ayala sostiene que la fase de la globalización implica una nueva situación, un salto adelante de la internacionalización del sistema capitalista y dependencia de nuestros países.

La globalización implicaría un desplazamiento de los capitales nacionales en favor de los multinacionales imperialistas, una «tendencia general que desplaza a una posición subordinada, en su propio mercado ‘nacional’… su participación en el excedente internamente producido se reduce a una porción bastante menor… Desplazamiento en su propio mercado por el capital metropolitano…» que implica la derrota del proyecto capitalista autónomo en la periferia (Pág. 104 y 105).

Esta nueva realidad marca los límites y determina lo que pueden hacer los gobiernos «neodesarrollistas», que algunos llaman «populistas» o «progresistas».

Al respecto señala: «Cualesquiera que sean los avances puntuales, justamente apropiados y defendidos por los trabajadores y sectores populares como conquistas, en absoluto modifican la estructura socioeconómica interna ni las relaciones con la economía mundial, los mecanismos de la dominación permanecen inalterados… el neodesarrollismo no rompe con la lógica del sistema, se limita a buscar estrategias y políticas económicas heterodoxas que impulsen el crecimiento, mitiguen la desigualdad… No va más allá, aún en su versión de retórica más radical, de una variante de gestión del capitalismo periférico» (Pág. 119).

Las subjetividades moldeadas por la industria cultural

En lo que atañe a la globalización y el cambio cultural, Ayala empieza por señalar que tratar el tema de la cultura como una entidad separada de «las condiciones generales de existencia» es metodológicamente incorrecto porque rompe la unidad compleja de los social y lleva a caer en la metafísica idealista.

Las relaciones individuo / sociedad «se dan mediadas por objetos simbólicos, climas culturales… que refuerzan tendencias estructurales… las subjetividades adaptadas, integradas…» (Pág. 142). De ahí que proponga que una teoría de la acción social no puede despreciar los contextos históricos, que dan sentido a la acción, en esa perspectiva Ayala rescata el interaccionismo simbólico de G. H. Mead, y la fenomenología de Berger y Luckmann.

En una sociedad de clases como la globalizada capitalista, la industria cultural fabrica el clima cultural en que se forman las subjetividades individuales. «La modernidad burguesa se funda en el impetuoso desarrollo de las fuerzas productivas, pero se apoya en la colonización de la subjetividad. La interiorización naturalizada y mayormente inconsciente de las relaciones sociales imperantes» (Pág. 150).

Pero también se producen resistencias culturales, acciones subversivas y lucha de los oprimidos que no se reduce a la acción política o económica, sino que también es cultural. Estas respuestas son producidas por las evidentes contradicciones del sistema, en el que el gran desarrollo de fuerzas productivas no hace más feliz al ser humano, sino que la mayoría padecen sumidos en una vida frustrada por la miseria y el trabajo alienante (cuando lo consiguen).

Resistencias reaccionarias y resistencias revolucionarias

Ahora bien, el lado positivo del proceso en la visión de Ayala, es que «la globalización no es solo hamburguesas y coca cola, comporta todo un amplio espectro de normas y valores, ideologías y representaciones… (la) transculturización de los valores…» (Págs. 196 y 197). Esos valores no solo reproducen las relaciones sociales capitalistas, sino también conquistas democráticas que pertenecen a la humanidad y que confrontan valores y costumbres tradicionalistas, conservadoras y fundamentalistas arcaicas, pero que aún perviven.

De ahí que Ayala rescata el concepto de «sociedad abierta», pese a provenir de uno de los más grandes voceros del liberalismo, Karl Popper. Y lo hace en el sentido siguiente: «El capitalismo da lugar a una forma social incomparablemente abierta respecto de todas las formas que le antecedieron, impulsando de esta manera un proceso de individuación y secularización…» (Pág. 203).

Por eso no hay que confundirse, no todas las resistencias son progresivas. Nos propone Ayala que diferenciemos de las diversas resistencias que genera la globalización aquellas que son de tipo reaccionario («conservatismo atávico, exaltación teológico-trascendentalista, escapismo neorromántico, nihilismo epistemológico posmoderno o ingenuidad primitivista») de las resistencias que, basadas en el pensamiento crítico, defiendan las conquistas democráticas de la modernidad, «sin el oscuro costado del capitalismo».

De la caridad cristiana al enfoque neoliberal de las políticas sociales

En el capítulo IV se traza la historia de las doctrinas sociales, desde los siglo XIV al XVI, cuando se emitieron las primeras «leyes de pobres», época en que se interpretaba la pobreza como castigo divino, y asignaba a las parroquias el deber de auxiliarla, mientras que el objetivo de esa legislación consistía en obligar a la fuerza de trabajo desplazada del campo a disciplinarse de manera forzosa en las nacientes manufacturas y la vida urbana, so pena de cárcel y virtual esclavitud.

El análisis histórico pasa por la consolidación del capitalismo en el siglo XIX, en que el problema social adquiere dos perspectivas coetáneas: la liberal ascética, que percibe la riqueza como premio al trabajo (Mandeville), pero que promueve un individualismo insolidario que llega al paroxismo con el darwinismo social de Spencer; por otro lado, como subproducto de la Revolución Francesa se visualiza el problema desde la «dignidad humana» que no debe permitir la degradación social extrema, de la cual surgirá perspectiva de Bismarck, que busca atenuar el conflicto social con políticas de mitigamiento en las que la atención a la pobreza se desplaza de las parroquias a un deber del Estado.

La crisis posterior a la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa (primer intento concreto de construir una sociedad sin explotación de clases), la quiebra de 1929 y los dramáticos acontecimientos políticos de ese período, parieron el Estado Benefactor (J. M. Keynnes) como una forma de salvar al capitalismo de sí mismo, regulando la economía y las relaciones sociales desde el estado, dando origen así a la verdadera «política social». Pero el Estado Benefactor seguía siendo un estado capitalista que no podía superar sus contradicciones, dando paso el «boom» de la post guerra al estancamiento económico.

De esa crisis abierta en los años 70, se impone en la lógica del capital la doctrina neoliberal y su particular manera de enfocar el problema social, la cual arrecia a partir de la desaparición de la URSS, una de las amenazas a las que el estado de beneficio intentaba responder.

En «…la nueva fase de despliegue del capitalismo… la cuestión social sufre un replanteamiento correlativo…: retirada del estado, limitación fiscal, focalización, centralidad de la gestión de la pobreza (…), protagonismo del llamado tercer sector (ONG’s), alejamiento de los sectores medios de los servicios públicos y reorientación hacia el mercado, desplazamiento semántico de ‘igualdad’ a ‘equidad'», con el consiguiente aumento de la pobreza y la desigualdad (Pág. 321).

En fin, que la política social no ha escapado al objetivo de reproducir las condiciones de existencia del capitalismo administrando la cuestión social.

Frente a la ética individualista del capitalismo la ética de la solidaridad, única garantía de la libertad individual

El capítulo dedicado al neoliberalismo y la ética inicia analizando la filosofía del grupo de Mont Pelerine, y su ideólogo, Fiedrich von Hayek, para quienes el «igualitarismo» del Estado Benefactor mataba la libertad individual porque la desigualdad era un valor positivo, ya que alentaba la competencia, de la que depende el progreso social, en la perspectiva neoliberal.

Bajo la lógica liberal el individuo lo es todo, la sociedad o colectividad o no existe, o es una coerción contra el primero. Cita a Mario Vargas Llosa: «La libre elección está en la base del pensamiento liberal. Y lo está como manifestación de su individualismo, de su cerrado rechazo del colectivismo, de la defensa que hace, frente a la pretensión ideológica de convertir lo social en una instancia moral o política superior a los hombres y mujeres particulares». En palabras de Margaret Tatcher: «‘la sociedad no existe’, sería un invento de los comunistas» (Pág. 354).

Ayala señala que en vez de libre elección, esta nefasta ideología liberal es egoísmo social, que pretende elevar a la ética las reglas convenientes al orden social capitalista. esa ética liberal pretende naturalizar la desigualdad social y pone como su norte la competencia, y la división del mundo entre ganadores y perdedores, como algo «normal».

Esa perspectiva egoísta del capitalismo es introducida por el clima cultural en la mente de los oprimidos «mediante una sutil operación de fragmentación (demolición) de la estructura de la personalidad del individuo… y el consecuente desarrollo de los rasgos de carácter típicos, timidez, vida interior pobre, reverencia ante el poder, subordinación servil, baja autoestima y pobre autoconfianza, formas estereotipadas de pensamiento, inclinación al pensamiento mágico y a la superstición, resentimiento, canalizado con violencia en la relaciones personales, o en la situaciones de anonimato del individuo-masa… desprecio hacia los de su propio entorno…» (Págs. 368 y 369).

De manera que la lucha por una sociedad superior al capitalismo sólo puede construirse desde una ética en que «la libertad personal está en función de sí misma, mediada por la aspiración y la lucha por la emancipación humana y el enriquecimiento de la vida. Lo cual quiere decir que solo se torna realizable, alcanzable, sobre la base de una sociedad emancipada (de la explotación y las desigualdades estructurales) y emancipadora» (Pág. 375).

«El liberalismo es una falsa defensa de la libertad y la defensa de una falsa libertad», dictamina Ayala. Para él, «el yo humano solo puede actualizarse y ser entendido en el contexto condicionante y posibilitador del nosotros (la solidaridad es indispensable para el desarrollo de la individualidad); la consciencia/autoconsciencia solo puede surgir en la interacción; fuera de la interacción no hay sujeto humano…» (Pág. 382).

Crisis de la civilización es el fracaso de encontrar una salida al capitalismo

En sus conclusiones finales Roberto Ayala reflexiona sobre los grandes desgarramientos sociales, miserias y desigualdades que son producidos por este capitalismo del siglo XXI, llamado globalización o «capitalismo tardío». Reiterando, con Rosa Luxemburgo, que la disyuntiva humana actual está entre conquistar el socialismo o retroceder a la barbarie. La incapacidad hasta ahora demostrada para conseguir el primer objetivo es lo que explica los síntomas de la llamada «crisis civilizatoria».

«… sólo la acción consciente y decidida de los trabajadores, de todos los explotados y oprimidos, junto a la intelectualidad crítica y comprometida, siempre crucial, de todos aquellos, en fin que aspiran a un futuro de libertad, igualdad y solidaridad, puede abrir el horizonte a posibles vías de superación progresiva de la crisis civilizatoria a la que ha conducido el orden capitalista», concluye.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216675&titular=una-radiograf%EDa-marxista-de-la-globalizaci%F3n-

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Libro: La educación repensada

La educación repensada

  • Coord: Remedios Belando Montoro
  • Editorial: Ediciones Pirámide.
  • Páginas: 176
  • Edición: 01ª edición
  • Publicación: Septiembre 2015
  • I.S.B.N.: 978-84-368-3431-4

Sinopsis:  En esta obra se tratan de ordenar importantes cuestiones educativas, que es preciso re-pensar aquí y ahora. Lo que el lector se encuentra al adentrarse en el libro es un espléndido desarrollo, en primer lugar, de los fundamentos, desde la educación como idea, hecho y desafío, al ser humano como condición de posibilidad y horizonte de la educación. En segundo lugar, las condiciones, los contextos y los agentes, para revisar el sentido de la educación como proceso y como profesión, además de animar a una consulta a la tríada familias, escuelas y comunidades. En una tercera parte se analizan las grandes finalidades educativas en el mundo actual, nucleadas en torno a la educación moral y la educación en valores, la educación para la diversidad cultural y la educación en derechos humanos. Una estructura de conjunto que ayuda a perfilar una toma de conciencia holística sobre el alcance y permanente devenir del factum educación. El texto incluye temas básicos en la formación de educadores desde una visión actual y orientada a facilitar la comprensión de los problemas y retos a los que se enfrenta el ámbito educativo en el siglo XXI. Todos los temas se complementan con actividades para la reflexión y profundización.El libro ha sido elaborado por profesores de reconocido prestigio de las facultades de Ciencias de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, Universitat de Barcelona, Universidade de Santiago de Compostela, Universitat de València, Universidad de Málaga, Universidad de Córdoba y Universidad de Navarra.

Fuente de la reseña: http://www.edicionespiramide.es/libro.php?id=4253434

Fuente de la imagen: http://www.educaciontrespuntocero.com/wp-content/uploads/2016/05/la-educacion-repensada.jp

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La restauración conservadora llegó también a Brasil

Por: Emir Sader

El proceso de restauración conservadora, una contraofensiva de la derecha latinoamericana, llegó a Brasil de la forma menos esperada.

Con dificultades, Dilma Rousseff había logrado reelegirse, tras enfrentar una fuerte ofensiva de la derecha, pero no tuvo ninguna luna de miel. Desde el día siguiente fue blanco de intentos de reconteo de los votos, búsqueda de acusaciones de corrupción en contra de ella, ambos intentos fallidos. Hasta que la derecha cuajó esa vía del golpe parlamentario, como si Brasil fuera un país con régimen parlamentario, contando con el silencio cómplice del Judiciario. Y lo que tantos juzgaban imposible, por absurdo, se dio, haciendo que Brasil se sume a Argentina como eje de la restauración conservadora en Latinoamérica, aunque Brasil aparezca con un gobierno no elegido por el voto popular, sin el apoyo de la población y asediado por elecciones en 2 años más y por el fantasma del liderazgo de Lula.

El sueño de la derecha brasileña, desde 2002, se ha realizado. No bajo las formas anteriores que ensayó. No cuando intentó tumbar a Lula en 2005, con un impeachment, que no prosperó. No con los intentos electorales, en 2006, 2010, 2014, cuando fue derrotada. Ahora encuentra el atajo para interrumpir los gobiernos del PT, más ahora que seguiría perdiendo elecciones con Lula como próximo candidato.

Fue mediante un golpe blanco, para el cual los golpes de Honduras y Paraguay han servido como laboratorios. Derrotada en 4 elecciones sucesivas, y con el riesgo enorme de seguir siéndolo, la derecha buscó el atajo de un proceso de destitución sin ningún fundamento, contando con la traición del vicepresidente, elegido 2 veces con un programa, pero dispuesto a aplicar el programa derrotado 4 veces en las urnas.

Valiéndose de la mayoría parlamentaria elegida, en gran medida, con los recursos financieros recaudados por Eduardo Cunha, el unánimemente reconocido como el más corrupto entre todos los corruptos de la política brasileña, la derecha tumbó a una presidenta reelegida por 54 millones de brasileños, sin que se configurara ninguna razón para el impeachment.

Es la nueva forma que el golpe de la derecha asume en América Latina.

Es cierto que la democracia no tiene una larga tradición en Brasil. En las ultimas 9 décadas hubo solamente 3 presidentes civiles elegidos por el voto popular que han concluido sus mandatos. A lo largo de casi 3 décadas no hubo presidentes escogidos en elecciones democráticas. Cuatro presidentes civiles elegidos por voto popular no concluyeron sus mandatos.

No queda claro si la democracia o la dictadura son paréntesis en Brasil. Desde 1930, lo que es considerado el Brasil contemporáneo, con la revolución de Vargas, hubo prácticamente la mitad del tiempo con presidentes escogidos por el voto popular y la otra mitad, no. Mas, recientemente, Brasil había tenido 21 años de dictadura militar, más 5 años de gobierno de José Sarney, no elegido por el voto directo, sino por un Colegio Electoral nombrado por la dictadura —esto es, 26 años seguidos sin presidente elegido democráticamente—, seguidos por 26 años de elecciones presidenciales. Pero en este siglo, Brasil estaba viviendo una democracia con contenido social, aprobada por la mayoría de la población en 4 elecciones sucesivas. Justamente cuando la democracia empezó a ganar consistencia social, la derecha demostró que no la puede soportar.

Fue lo que pasó con el golpe blanco o institucional o parlamentario, pero golpe al fin y al cabo. En primer lugar porque no se ha configurado ninguna razón para terminar con el mandato de Dilma. En segundo, porque el vicepresidente, todavía como interino, empezó a poner en práctica no el programa con el cual había sido electo como vicepresidente, sino el programa derrotado 4 veces, 2 de ellas teniéndole a él como candidato a vicepresidente.

Es un verdadero asalto al poder por el bando de políticos corruptos más descalificados que Brasil haya conocido. Políticos derrotados sucesivamente se vuelven ministros, presidente de la Cámara de Diputados, lo cual no sería posible por el voto popular, solo por un golpe.

¿Qué es lo que le espera a Brasil ahora? En primer lugar, una inmensa crisis social. La economía, que ya venía en recesión hace por lo menos 3 años, sufrirá los efectos durísimos del peor ajuste fiscal que el país haya conocido. El fantasma de la estanflación se vuelve realidad. Un gobierno sin legitimidad popular, aplicando un duro ajuste en una economía en recesión va a producir la más grande crisis económica, social y política que el país haya conocido. El golpe no es el final de la crisis, sino su profundización.

Es una derrota, la conclusión del período político abierto con la primera victoria de Lula, en 2002. Pero, aun recuperando el Estado y la iniciativa que ello le propicia, la derecha brasileña tiene muy poca fuerza para consolidar su gobierno. Se enfrenta no solo a la crisis económica y social, sino también a un movimiento popular revigorizado y el liderazgo de Lula. Brasil se vuelve un escenario de grandes disputas de masa y políticas. El gobierno golpista intentará llegar al 2018 con el país deshecho, buscando prohibir a Lula como candidato y con mucha represión en contra de las movilizaciones populares. El movimiento popular tiene que reformular su estrategia y su plataforma, desarrollar formas a la vez amplias y combativas de movilización, para que el gobierno golpista sea un paréntesis más en la historia del país.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=216350

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El escenario regional después de Dilma

Por: Raúl Zibechi

La destitución de Dilma Rousseff por el Senado más conservador desde 1964 (año del golpe de Estado contra João Goulart) cierra el ciclo progresista que se inició con la asunción de Luiz Inacio Lula da Silva el primero de enero de 2003. Siendo Brasil el país más importante de la región y el que marca tendencias, estamos ante una inflexión irreversible en el corto plazo, donde las derechas conservadores imponen su agenda.

El panorama regional sudamericano aparece claramente dominado por la alianza entre el capital financiero, Estados Unidos y las derechas locales, que muestran un dinamismo difícil de acotar a corto plazo. Hay que remontarse a principios de la década de 1990 para encontrar un momento similar, pautado por el triunfo del Consenso de Washington, el auge del neoliberalismo y el derrumbe del bloque socialista.

Sin embargo, sería equivocado pensar que estamos volviendo al pasado, por más que algunos analistas crean que se están perdiendoconquistas. La realidad indica que la región camina hacia adelante pero, en lo inmediato, lo que tenemos enfrente no es la sociedad igualitaria y justa con la que soñamos, sino un inminente choque de trenes entre los de arriba y los de abajo, y luchas entre clases, razas, géneros y generaciones. Hacia ese desenlace va la humanidad, y ese es el futuro a mediano plazo que se avizora en la región.

En rigor, este panorama ya se venía perfilando desde hace varios años, cuando aún gobernaban los progresistas, por la creciente alianza de hecho entre las clases medias (viejas y nuevas) y los más ricos, en gran medida por el triunfo de la cultura consumista, despolitizadora y conservadora que impulsaron esos mismos gobiernos. Pero lo que importa, mirando hacia adelante, es el mentado choque de trenes.

Una nueva derecha se ha impuesto en la región. Una derecha que no tiene escrúpulos legalistas, que no está dispuesta a respetar los modos de las democracias, que pretende arrasar los sistemas educativo y de salud tal como los conocimos. En Brasil la nueva derecha ha puesto en pie el movimiento Escola Sem Partido, que ataca la educación pública, vapulea el legado de Paulo Freire y pretende controlar estrictamente a los docentes.

Habrá que volver con más detalle sobre este movimiento, que promueve la disociación entreeducar (responsabilidad de la familia y la Iglesia) e instruir (transmisión de conocimiento, que es la tarea de los profesores). Si los proyectos de ley que ingresaron al parlamento fueran aprobados, una porción de los docentes podría ser sancionada poradoctrinamiento ideológico, por hablar de la realidad del país, ya que en las aulas, pregonan, no debe existir la libertad de expresión. En esa realidad no sólo entra lo político, sino incluso la violencia contra las mujeres. Apenas una muestra de lo que viene.

Para comprender por dónde va la nueva derecha no hay que mirar atrás, o sea, el periodo de las dictaduras, sino a personajes como la primera ministra británica, Theresa May, quien asegura estar dispuesta a usar armas nucleares aunque le cuesten la vida a inocentes (The Guardian, 18/7/16). O como Hillary Clinton, que considera a Vladimir Putin el nuevo Hitler. No son declaraciones aisladas o fuera de contexto, es el estado de ánimo de las nuevas derechas, guerreristas, dispuestas a arrasar naciones enteras, como ya hicieron con media docena de países en Asia y Medio Oriente.

Para que haya choque de trenes tiene haber dos fuerzas antagónicas en disputa. Eso es lo que se viene perfilando en la región. Hemos recorrido las nuevas luchas estudiantiles y populares en Brasil (goo.gl/Bz9OBD), los movimientos que ganan protagonismo en Colombia (goo.gl/DfboIk) y las nuevas resistencias negras (goo.gl/GTQPzQ), entre otras.

A ellas deben sumarse la renovada fuerza del movimiento campesino en Paraguay; la resistencia al modelo soyero-minero en Argentina, y, en los últimos meses, al ajuste del gobierno de Macri; las importantes movilizaciones de las mujeres contra la violencia machista, como la realizada en Perú en agosto; la persistencia de los movimientos indígenas en Ecuador y Bolivia.

Se abren nuevas e imprevistas resistencias. En agosto hubo enormes movilizaciones en Chile, dos grandes marchas de más de un millón de personas contra el sistema privado de pensiones (Afp), y un cacerolazo, que anuncian el comienzo del fin de un sistema que fue la clave de la acumulación de capital en el régimen pospinochetista. Nueve de cada 10 jubilaciones son menores de 220 dólares, o sea, menos de 60 por ciento del salario mínimo, por lo que la población reclama el fin del sistema privado.

Lentamente se va abriendo paso entre los sectores populares la convicción de que la corrupción es sistémica, como el narco y los feminicidios, y que no importa si gobierna la derecha o la izquierda, porque las cosas seguirán más o menos igual. La prometida reforma educativa en Chile, que el Partido Comunista utilizó como argumento para abandonar la calle e ingresar al gobierno de Michelle Bachelet, se diluyó en las negociaciones con el empresariado y se sigue priorizando la enseñanza privada, como denuncia la nueva ofensiva estudiantil.

En esta etapa, el sistema no puede realizar reformas en favor de los pueblos, porque no tiene margen económico ni político. La economía funciona como una máquina que extrae, expropia y concentra los bienes comunes. La política se reduce a fuegos de artificio y deja paso, cada día con mayor evidencia, a la policía para dirimir los conflictos. La principal diferencia entre los colores que gobiernan es de velocidades en la aplicación de un modelo que no deja otra alternativa que la resistencia.

La destitución de Rousseff por un Senado infestado de corruptos podría ser la ocasión para reflexionar sobre la inconveniencia de seguir confiando en los mal llamados representantes, que están allí para devolver favores al capital, y apostar con mayor energía a la organización. Nadie lo hará por nosotros.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/09/02/opinion/020a2pol
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