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México: Reforma educativa empezó al revés, señala académico de la UNAM

México/01 de Abril de 2017/Vanguardia

Afirmó que es una tarea pendiente para el gobierno el establecer un proyecto para las escuelas normales.

Ángel Díaz Barriga, investigador emérito del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, señaló que la reforma educativa que se implementa en México “está al revés”, ya que primero se establecieron regulaciones a la relación entre profesores y gobierno, y cuatro años después se analizó en el contenido pedagógico.

Durante su participación en la mesa de análisis “Retos y perspectivas de la educación básica en México”, dijo que “cuando se habla de reformas educativas no se sabe a qué se refieren: a política, al sistema educativo, curricular, o es solamente la primera parte de una reforma laboral”.

Para el experto, el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) no conforma un sistema de retroalimentación, “sólo permite un escándalo social que señala el lugar que ocupan los alumnos mexicanos con respecto a los de otros países, pero ni siquiera se ha hecho un taller para preguntarnos a qué se deben esos resultados y qué podemos hacer al respecto”, afirmó.

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María de Ibarrola, académica del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), destacó que otras reformas fueron fallidas y la actual tiene un objetivo estructural, que plantea calidad y un sistema integral de información para saber cuántos maestros son, qué plaza tienen y cómo es la infraestructura de los planteles.

La especialista subrayó que quedan desafíos, como que el país tiene que hacerse responsable de una escolaridad obligatoria de 15 grados, desde preescolar hasta nivel medio superior; con 30 millones de estudiantes y diferentes modalidades de servicio, como escuelas rurales, indígenas y comunitarias.

En tanto, el titular de la Coordinación de Humanidades, Alberto Vital, refirió que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), para 2015 los habitantes de 15 años y más tenían nueve años de escolaridad en promedio, es decir, un poco más de la secundaria; y lamentó que el dato varíe gravemente en cada entidad. “Ésta es una más de las desigualdades en las cuales hay que seguir trabajando”, apuntó.

“La educación es un punto neurálgico de la compleja realidad contemporánea, y la Universidad Nacional puede aportar ideas concretas para mejorar ese aspecto tan importante para México”, subrayó.

El rector de la unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Romualdo López Zarate, consideró que la confianza que tiene la sociedad en las universidades públicas se debe a que forman jóvenes competentes y les enseñan valores.

“Se trata de hechos como que el ingreso es por méritos, mediante un proceso de selección, sin corrupción; que se respeta la diversidad sexual, de opiniones. Ése es el gran aporte que pueden hacer las instituciones de educación superior a la sociedad”, puntualizó.

Fuente: http://www.vanguardia.com.mx/articulo/reforma-educativa-empezo-al-reves-senala-academico-de-la-unam

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Tecnología de poder y Reforma Educativa

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Adapto el concepto tecnología del poder del texto de James March y Johan Olsen (El redescubrimiento de las instituciones: la base organizativa de la política), que lo definen como una práctica rutinaria que se ejerce en el seno de las instituciones. Incluye creencias, paradigmas, códigos, culturas y conocimiento que rodean, apoyan, elaboran y contradicen esos papeles rutinarios. Lo cual implica conductas previsibles, pero también mudanzas en el comportamiento de quienes ejercen el poder político.

March y Olsen reinterpretaron —o actualizaron— ciertas nociones de Max Weber sobre la dominación burocrática y situaron su ejercicio en el hacer político de las instituciones. Algo así como racionalidad de la burocracia, sí, pero siempre al servicio de los intereses de quienes mandan y en respuesta a quienes se oponen. Es una lucha de contrarios y una construcción de consensos en busca de legitimidad.

Utilizo esa noción en conjunción con otras —como la dialéctica del control, en la versión de Anthony Giddens— para interpretar lo que acontece en la política educativa. En los últimos años la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto no ha reposado ni me ha dado sosiego.

El Mecanismo de Coordinación Regional es un dispositivo que inventó el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, quizá bajo la inspiración de la corriente que se denomina nueva gerencia pública, para relacionarse con los gobernadores y, de ser posible, conseguir apoyo político de ellos a la Reforma Educativa.

Este mecanismo fracciona a la Conferencia Nacional de Gobernadores en cinco zonas para negociar, en corto, aspectos de la reforma y de la administración del sistema. El secretario no podía convenir en forma “racional” con 31 mandatarios en las reuniones tradicionales, que se habían vuelto rutinarias, con declaraciones solemnes, pero con poca eficacia en la ejecución de programas. Tratar con cada uno es otra cosa; tal vez el secretario no pueda dedicar un día completo para convencerlo y no rinda los frutos mediáticos que espera. Pero en grupos pequeños, sí.

El secretario Nuño convoca y fija la agenda para cada reunión —ya va en la cuarta ronda— y tiene a los secretarios y otros funcionarios de los estados no como coro, sino como los ejecutores directos de la política. Me imagino, porque no he observado ninguna sesión, que el secretario impulsa ciertos puntos, presiona, quizá con gentileza, les ofrece incentivos, escucha quejas (que de seguro las hay) y, lo trascendente, termina con acuerdos concretos.

La cuarta vuelta es para empujar el Modelo Educativo para la Educación Obligatoria y ratificar que siguen las auditorías de personal, con el fin de “poner orden y transparencia en el desorden de años en el majo de las plazas”. Se trata de cambiar de adscripción al personal administrativo que cobra con recursos del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y el Gasto Operativo. Aunque el secretario afirma que las auditorías han sido en colaboración, las conduce la SEP, escuela por escuela. El acuerdo: “Fortalecer los trabajos de depuración y consolidación de la nómina magisterial”.

La Reforma Educativa no es un cambio de paradigma, pero sí incluye códigos nuevos, mudanzas en las rutinas y variaciones en el comportamiento de los gobernadores. Tal vez no estén todavía convencidos. La reforma les movió sus relaciones con los líderes de las secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el centro les quitó el Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y hoy les restringe el uso del Fone para pagar a su burocracia.

Sin embargo, no protestan, al menos no en público. Quizá algunos muestren su enojo no asistiendo a las reuniones, como los gobernadores de Nuevo León y Tamaulipas, que no fueron la semana pasada a la de Durango. Pero tal vez cavilen que es mejor negociar y ganar algo, que tener que enfrentar al gobierno central. Quienes lo hicieron, recibieron regaños de la Suprema Corte de Justicia.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/tecnologia-de-poder-y-reforma-educativa/

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Defensa de la Licenciatura

Por: Luis Armando González. San Salvador. 26/04/2017

Una batalla imposible es una batalla condenada, de antemano, a la derrota. No obstante, ello no quiere decir que no deba librarse, a sabiendas de la imposibilidad de una victoria. ¿Por qué, entonces, empeñarse en ella? Quizás porque quienes la hacen suya consideran que no hacer nada es peor que quedarse cruzados de brazos; quizás porque consideran que nadar contra la corriente, aunque sean arrastrados violentamente por ella, es más digno que dejarse llevar incluso con complacencia.

Metáforas aparte, hay dos batallas importantes, pero imposibles, que hay que seguir librando, pese a que las modas (cual corrientes indetenibles) llevan las cosas en sentido contrario: una batalla debe ser librada en la educación superior, y apunta a la revidindicación, fortalecimiento y dignificación del grado de licenciatura. La otra batalla debe librarse en la defensa y recuperación de los espacios públicos, lo cual significa enfrentarse a la lógica y prácticas que, sin cesar, conducen a la apropiación privada de aquéllos.

        A propósito de lo primero, la batalla en defensa de la licenciatura es algo imperioso, si se quiere dar un salto de calidad en la educación superior. No es irracional pensar que una licenciatura sólida es fundamental no sólo para lograr avances significativos en la educación superior, sino para hacer más eficaces los aportes de la educación a la sociedad en general y a la economía en particular.

Por el lado contrario, una licenciatura débil aporta poco tanto al avance educativo como a la sociedad y a la economía. Decisiones y concepciones educativas equivocadas (no ajenas al mercantilismo y la privatizacion) llevaron a un empobrecimiento de la licenciatura que de estudios superiores básicos, en el sentido de fundamentales, pasaron a ser estudios universitarios “elementales”. La tesis que se impuso, alentada por un mercantilismo privarizador, fue que esa formación elemental iba a ser completada por “ofertas” educativas que llenarían las lagunas de lo que fue visto como una “primera etapa” formativa poco importante, pues lo mejor vendría después bajo la modalidad de una palabra mágica: los postgrados, que como maestrías y doctorados sí serían algo valioso y digno de presumir.

        Al hacer de la licencitura algo elemental y, por tanto, una estación menor en la carrera académica, la misma perdió dignidad y prestigio. Detrás de esa pérdida estuvo la erosión de su calidad, vía el empobrecimiento de sus contenidos y exigencias, lo mismo que por la disminución de sus tiempos formativos. En la visión empresarial de la educación superior, cuánto más rápido salieran de las aulas los licenciados más rápido iban a convertirse en clientelas de los postgrados ofertados, sobre todo cuando a las carencias del primer tramo formativo se sumaba la convicción de que ser licenciados era una mala carta de presentación en un mundo laboral en donde la dignidad comenzaba a ganarse con las maestrías y se adquiría plenamente sólo con los doctorados. Esta lógica terminó por imponerse y no se ve por ningún lado (en El Salvador) su relevo por una lógica más apegada a la realidad.

        Sin embargo, hay que poner los pies en la realidad. Y desde ésta, lo más razonable es asegurar que quien obtiene el grado de licenciatura tenga la formación más completa posible en áreas fundamentales del conocimiento. Completo quiere decir que le permita aportar a una disciplina si esa es su vocación, desempeñarse eficazmente en su profesión, ser un ciudadano íntegro y gozar de un estatus y un reconocimiento que lo dignifiquen y le permitan ganarse la vida decentemente.

Es decir, lo que aquí se propone –en contra del paradigma predominante– es que la licenciatura sea vista como una carrera académica completa, como un fin en sí mismo,  con la visión de que después de eso no habrá nada más para quienes obtengan ese grado acaémico. Y si se la ve así, se tendrá que ofrecer lo mejor de lo mejor a cada estudiante en las distintas áreas de conocimiento, en las metodologías y en los enfoques teórico-prácticos. Por su parte, cada estudiante pondrá sus mejores energías en juego para obtener un grado académico en el cual descansará su futuro laboral y profesional[1].

        ¿Cierra lo anterior las puertas a otros grados académicos superiores? Por supuesto que no. Habrá quienes por vocación, ganas, tiempo o afanes intelectuales decidirán optar por otro grado. Pero lo ideal es que no sea porque su formación anterior es deficiente o porque andan en busca del prestigio de los títulos o de afanes monetarios, sino porque pretenden dedicarse a una especialidad y aportar conocimientos a una disciplina. Su nuevo grado no tendría porqué ponerlos por encima, en dignidad, prestigio o ingresos, de quienes poseen un grado superior igualmente digno, como lo es (debería ser) el grado de licenciatura.

        No tiene sentido que una sociedad no busque que sus licenciados tengan la mejor formación posible de nivel superior. Es antieconómico, antiacadémico y antisocial. No tiene sentido que la gente se gaste su dinero en una formación de licenciatura incompleta y deficiente, para luego seguir pagando por otra carrera que le corregirrá (a veces y con suerte) las fallas de la carrera previa. Eso es una estafa, por más que quienes son estafados no se den cuenta de ello, atrapados por la parafernalia academicista que les hace creer que ahora sí, con su nuevo grado de ficción, son parte de una élite del saber con conexiones a nivel mundial.

        La defensa de la licenciatura es, pues, algo irrenunciable por parte de quienes creemos que es un grado académico desde el cual, si se le da la importancia que merece, se pueden avances significativos en la educación superior. Habemos quienes, contra las modas y corrientes predominantes, creemos que es ahí donde está la clave de la educación superior. Fortalecido y dignificado el grado de licenciado, otros grados académicos recibirán, con realismo y con la debida seriedad su lugar, peso e importancia en el desarrollo educativo del país. Y quizás también, al calor de esta dinámica, se imponga la convicción de que los grados académicos obligan, ante la sociedad y sus problemas, a quienes los poseen; es decir, la convicción de que los grados académicos más que fuente de privilegios lo son de obligaciones y responsabilidades.

        Por último, es paradódico que entre quienes “ningunean” el grado de licenciatura –y han contribuido a su empobrecimiento curricular, teórico y metodológico— se encuentren  académicos que no sólo poseen sólidas licenciaturas, sino que las bases de su desempeño intelectual se encuentran en el privilegio de una formación concebida en su momento con criterios de la máxima excelencia y calidad. Gracias esa formación destacaron y obtuvieron un estatus en virtud de lo cual pudieron tomar decisiones educativas que muchas veces, lamentablemente, fueron en contra de aquello que les permitió llegar hasta donde llegaron en lo académico y en lo laboral. Claro está que tales decisiones no fueron en perjucio propio, sino de las nuevas generaciones que fueron excluidas del saber y las destrezas que sus mayores consideraron, de un día para otro, “memorísticas”, “desfasadas”, “inútiles” y contrarias a las modas de la “facililtación” vigentes en una época neoliberal.

En suma, una educación “amigable” y “fácil” fue la receta promovida por quienes, gracias a no haber recibido una educación  ni fácil ni amigable, estaban en condiciones de tomar decisiones educativas de envergadura nacional. Este evidente egoísmo generacional se vendió como preocupación bonachona por los jóvenes, a quienes se les ha hecho creer, en distintos ambientes universitarios, que para destacar académicamente no deben pasar por las tensiones y las preocupaciones intelectuales de sus mayores, pues el secreto está en encontrar el camino más fácil y directo al éxito, que se mide por las buenas notas y por la obtención rápida de un grado. Los agobios, las lecturas, la escritura incesante, la disciplina, la dedicación, el respeto por el saber… todo eso es cosa de un pasado dinosaúrico que es mejor olvidar.

[1] Este principio se extiende, por supuesto, a las ingenerierías  en todas sus modalidades y a la formación en medicina general, porque el mercantilismo privatizador también ha tenido efectos nocivos en estas áreas del conocimiento.

Fuente:http://insurgenciamagisterial.com/defensa-de-la-licenciatura/

Fotografía: tovima

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Reforma educativa,¿con qué cara?

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Lo que expresa el discurso de la reforma educativa, en cuanto a la formación en valores cívicos, lo contradice, de manera contumaz y cotidiana, la acción, palabra y silencio de quienes la proponen e impulsan: el gobierno actual carece de la legitimidad ética e intelectual para sostenerlo. Se solía armar, hace tiempo, que lo que la escuela hace en la mañana, en la tarde la televisión lo desmorona: se procura una formación basada en el conocimiento racional y riguroso, ajeno a dogmas y supersticiones, y en la tele (casi) no falta, digamos, el horóscopo.

De forma más aguda, lo que en las aulas se trata de aprender, y en el espacio escolar vivir en materia de honradez, cumplimiento de la ley, respeto por, y cuidado de, las instituciones democráticas y el lenguaje, la administración que padecemos lo destroza con ahínco y sin pudor. Lo que se advierte en el caso del ex gobernador Duarte, abrumador en cuanto a cinismo y la magnitud del atropello, es solo un botón de muestra que contradice el propósito fundamental de todo proceso educativo: adherirnos a los valores de la responsabilidad con los otros y la honradez.

Ofende, aún más, el uso mediático de su detención. Los cómplices que voltearon para otro lado, los beneficiarios del desvío de los dineros públicos para fines personales o de coalición delictiva (en buena medida arrebatados a los fondos para la educación); esas autoridades que durante 6 años solaparon y permitieron la corrupción gigantesca de ese supuesto servidor público, con alarde inaudito, arman que la detención es una muestra de su compromiso con la legalidad y la transparencia. Los rateros, por su cuenta, y socios de los hurtos del ahora procesado al que, a todas luces —¿o sombras?— dejaron escapar, ahora piden que se le aplique todo el peso de la ley.

Solo hay una palabra que los describe: hipócritas; si sabían lo que sucedía y lo consintieron, mal; y si no lo sabían, peor. Duarte es, nada más, uno de tantos casos. Impune y buen amigo de los ahora indignados, dizque representante de un nuevo tipo de funcionario eficiente y honrado, es parte de una élite política a la que zurce la complicidad.

En otra forma de la misma erosión ética, no hay reparo ni explicación cuando, con pruebas irrefutables, se da a conocer (EL UNIVERSAL, 4/04/ 2017) que la SEP entregó al SNTE, cuando menos, 550 millones de pesos para “promover la reforma educativa”. Dinero de todos que debería destinarse a la educación en serio, se entrega al sindicato —proveniente de la partida de Prestaciones— para hacer propaganda al gobierno en turno.

Roban sin límite dinero, pero hurtan también algo más caro: el esfuerzo educativo cotidiano, ético, que descansa en el patrimonio común. Lo desmienten a pesar de mentarlo como raíz de su aparente proyecto reformista.

Y en la premura de justificar lo educativo de una reforma que no es tal, plagian y hasta la correcta forma de escribir nos escatiman: “El número de horas cuyos contenidos serán determinados con autonomía curricular varían del nivel y modalidad educativos. Por ejemplo, una primaria de ‘joornada’ (sic) regular puede tener desde 2.5 horas lectivas de 50 a 60 ‘minútos’ (sic) de autonomía curricular a la semana, pero si es de jornada de tiempo completo ‘éstas’ (sic) pueden ascender hasta a 20”, (p. 76 del Nuevo Modelo Educativo). Sin palabras. Escribir con tal sintaxis y descuido los desnuda. Y el colmo: frente a la crítica, el Presidente, molesto, dice: “No hay chile que les enchufe”. ¿Eso es propio de un jefe de Estado al que interesa lo educativo? De ninguna manera.

Es preciso repetirlo: en materia educativa, nadie da lo que no tiene. Y estos señores, gerentes mediocres y usufructuarios inmorales de los bienes públicos, carecen de lo elemental a pesar de sus poses, trajes y corbatas: dignidad. Descarados y enmascarados.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/author/manuel-gil-anton/

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Entrevista a Ken Robinson: Deben de tomarse en serio la creatividad en las escuelas

24 abril 2017/Fuente: webdelmaestrocmf.com

El “País Semanal” ha publicado una entrevista de Ken Robison realizada por “Pilar Álvarez” en donde el educador sostiene que si vas en serio con la creatividad, necesitas una estrategia para impulsarla.

Compartimos la siguiente entrevista con fines únicamente educativos – pastorales.

“PAGAMOS UN ALTO PRECIO POR SACAR LOS SENTIMIENTOS DE LA ESCUELA”

Brillante orador y escritor superventas, asesora a Gobiernos e instituciones para promover un sistema educativo que no encorsete el talento y se tome en serio la creatividad.

Ha sido asesor del ex primer ministro británico Tony Blair y de más de una decena de Gobiernos. Millones de personas siguen sus conferencias, gestionadas por la misma agencia que supervisa las apariciones del político George W. Bush o el Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Sir Ken Robinson –la reina Isabel II lo nombró caballero en 2003 por el fomento de las artes– es uno de los pensadores educativos más solicitados de las últimas dos décadas.

Y predica un mensaje devastador para la escuela tradicional: los niños nacen con cualidades que, a menudo, el sistema entierra. Su colegio, al que llegó por casualidad, le cambió la vida.

Era un crío de rizos pelirrojos que perseguía un balón en el barrio de Walton, en Liverpool, cuando su padre sentenció: “Este niño jugará al fútbol en el Everton”. Pero la polio se cruzó en su camino. A Ken Robinson (Liverpool, 1950) lo enviaron a un centro de educación especial para los descartados del sistema, niños con problemas físicos o retrasos en el aprendizaje. En aquella clase, que él define como “un montón de individuos diferentes que recordaba a la cantina de La guerra de las galaxias”, sus profesores, Mr. Strafford y Mrs. York, fomentaron las aptitudes que lo han convertido en uno de los grandes referentes de la enseñanza y en un prolífico escritor de best sellers.

“LA GENTE PIENSA QUE ES UNA EXCENTRICIDAD DECIR QUE LA ESCUELA FUNCIONA COMO UNA FÁBRICA, PERO ES CIERTO”

Ken Robinson llega sonriente a la cita en una oficina compartida a escasos metros del campus de la Universidad de California, en Los Ángeles. “Llevo muchos años aquí. Ya soy angelino”, comenta, aunque su piel pálida y su acento lo desmientan. El inglés se apoya en un bastón –tiene la pierna derecha más corta que la izquierda–, tiende una mirada brillante y enarbola un discurso rotundo: “Pagamos un precio muy alto por sacar los sentimientos de la escuela”.

Hace 15 años que vive en la megalópolis californiana. Tras dar clases en la Universidad de Warwick (Coventry, Inglaterra), recaló allí con su mujer, Terry, también de Liverpool y escritora, y con sus dos hijos, James y Kate.

El Elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo (Grijalbo, 2009), que se ha traducido a 21 idiomas, es su libro más conocido. Contiene las historias de éxito que desgrana en sus charlas. Habla, por ejemplo, de cómo Matt Groening, el creador de Los Simpson, encontró su camino cuando se enteró de que “había otras personas que no sabían dibujar pero vivían de ello”. O del economista Paul Samuelson, que siempre consideró los números “pura diversión”.

El éxito de Robinson está estrechamente ligado al crecimiento de las redes sociales. En febrero de 2006 protagonizó una charla TED –organización pionera en proponer un formato de conferencias breves que se difunden por Internet–, que desde entonces suma una media de 10.000 visionados diarios y roza ya los 40 millones. En aquella ponencia de 19 minutos y 24 segundos, que tituló ¿Matan las escuelas la creatividad?, cuenta la anécdota de una niña retraída que siempre pintaba en clase. “¿Qué dibujas?”, le preguntó la maestra. “Estoy pintando a Dios”, respondió. Cuando su profesora le hace entender que nadie lo ha visto nunca, ella replica: “Mejor, en cinco minutos podrán saber cómo es”.

En sus charlas defiende que bailar es tan importante como sumar. 

Creo que la gente que piensa que bailar no es importante, probablemente ni baila ni nunca lo ha intentado. Y lo digo en serio. Los humanos tenemos un cuerpo, no somos programas, y nuestra relación con él es fundamental para nuestro bienestar. Muchos problemas del mundo civilizado tienen que ver con la obesidad, la diabetes o la depresión. En Estados Unidos hay una generación de jóvenes que, por primera vez, puede que vivan menos que sus padres debido a enfermedades cardiacas y otras dolencias vinculadas a una dieta pobre y poco ejercicio.

El sistema educativo trata la vida humana como si solo importase lo que existe entre las dos orejas. La danza está relacionada con el resto de las artes y ciencias, y yo defiendo una concepción holística de la inteligencia. Además, resulta que hay un montón de matemáticas en la danza, pregunte a cualquiera que baile profesionalmente.

En 1997, el Gobierno británico le pidió formar una comisión nacional para asesorarle sobre cómo potenciar la creatividad en la escuela de los 5 a los 18 años. ¿Ha cambiado el sistema educativo desde su informe?

El Gobierno actual avanza en sentido contrario, como ocurre en Estados Unidos. Pero el de entonces, con Tony Blair de primer ministro, llevaba tiempo planteando que hacían falta cambios. El mundo evoluciona rápida y profundamente, y los sistemas educativos que funcionaban en el siglo XIX no sirven para los retos actuales.

Cuando Blair llegó al poder lideró una serie de reformas que tuvieron justo el efecto contrario: más estandarización, más pruebas, un currículo menos flexible. Así que unos cuantos le dijimos que, ya que lo pregonaba, debía tomarse en serio la creatividad. Si defiendes la alfabetización y te importa que la gente aprenda a leer y a escribir, no te limitas a dejar libros a su alrededor a ver si muestran interés. Si vas en serio con la creatividad, necesitas una estrategia para impulsarla, por eso reuní a 50 personas y creamos una comisión gubernamental para diseñarla.

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Ken Robinson, durante la entrevista en el campus de la UCLA de Los Ángeles. NANCY PASTOR

Robinson forma parte de una corriente de pensadores que busca transformar el sistema con innovaciones, y que se enfrenta a otra, también muy relevante, que reclama reforzar la disciplina y evaluar de forma sistemática el modelo. Rechaza la proliferación de exámenes estandarizados que se da en Estados Unidos –donde los alumnos se enfrentan a hasta un centenar de evaluaciones externas a lo largo de su vida escolar– y que está empezando a implantarse en España. Su modelo pasa por una escuela que promueva disciplinas como la danza o el teatro, y que experimente con técnicas novedosas como el aprendizaje basado en proyectos, consistente en enseñar a los alumnos a través de casos reales. Por ejemplo, montar una empresa de jabones para aprender química y economía.

Lo cierto es que han transcurrido casi dos décadas y sus ideas no han calado. Al menos no de forma mayoritaria.

Bueno, es difícil saberlo. Pero llevo hablando de esto mucho más de 20 años. Empecé en 1972, cuando conseguí mi primer trabajo en educación. Y hay otros que comenzaron mucho antes: Maria Montessori, John Dewey y muchos más. Siempre ha habido expertos que han reclamado una aproximación más humana y personalizada y no un sistema que se asemeje a una cadena de producción industrial. La gente piensa que es una excentricidad decir que la escuela funciona como una fábrica, pero es cierto. Se divide en compartimentos separados, a los que la gente acude durante unas horas fijas; los días se distribuyen en bloques de tiempo y los alumnos son evaluados de forma periódica para saber si son aptos para seguir ahí. A los que no se adaptan se les responsabiliza de su fracaso, pese a que es el sistema el que les ha fallado. La gente entiende esto y cada vez hay más colegios que quieren aplicar otras teorías.

De ellos habla en su último libro, Escuelas creativas (Grijalbo).

La educación es un sistema dinámico y complejo. Hablo con mucha gente y a menudo veo que han recibido una influencia positiva porque sienten que, de alguna forma, les estoy dando permiso para innovar. Trato de justificar por qué la creatividad no es un conjunto extravagante de actos expresivos, sino la forma más elevada de expresión intelectual. Así funcionan los grandes académicos. La ciencia se ha cimentado sobre un pensamiento rico, original y creativo unido al entendimiento crítico. Estas charlas han logrado abrir ese debate. Hay países enteros cambiando, como Finlandia, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y otras zonas de China, que ya empiezan a planteárselo.

¿Y Estados Unidos?

Aún no. Al menos no a nivel nacional. Lo debaten, como hizo Inglaterra, pero luego hacen algo diferente. Afortunadamente, la educación va más allá de los discursos de los políticos. Yo trato de ayudar a la gente para que sean ellos los que modifiquen el sistema.

Usted proclama que los títulos universitarios ya no valen nada.

No es que no valgan nada, es que valen menos. Cuando yo empecé en esto, si tenías un doctorado, formabas parte del 0,01% de la población mundial que lo había cursado, y ya no es así. Funciona como la inflación. Antes, una carrera era todo lo que necesitabas para conseguir un buen trabajo; ahora hace falta también un máster. ¿Dónde acaba? Supongo que dentro de unos años tendrás que ganar un Nobel para trabajar. “Ah, tienes un Nobel, qué bien. Pero ¿qué tal dominas el Excel?”. Las promesas de una buena educación superior comienzan a tambalearse. Algunos empiezan a pensar que tal vez no sea imprescindible ir a la universidad. Aunque, de momento, la pelota está en el campo de los titulados porque sus rentas son mayores que el promedio. Yo solo digo que eso está cambiando.

¿A quién perjudica el sistema actual?

Cuando ves a niños a los que la escuela les da un mal servicio, que abandonan las aulas pensando que son estúpidos y acaban en las calles como pandilleros, en la cárcel, en trabajos precarios o que hunden su vida en antidepresivos y alcohol… No digo que la educación sea la respuesta a todo esto, pero creo que un mejor comienzo vital les brindaría la oportunidad de descubrir sus auténticas cualidades y elegir su camino. Esto ocurre a menudo en los buenos colegios. Hay profesores estupendos que son capaces de rescatar niños al borde del abismo y encauzarlos. Cuando digo que es una cuestión de derechos humanos no es una exageración: la gente tiene derecho a dirigir su propia vida.

En lo que Ken Robinson sí parece un auténtico angelino es en su aura de estrella. Sus charlas las gestiona la Washington Speakers Bureau, que pide un caché de entre 6.700 a 36.000 euros por conferencia. Además de figuras políticas estadounidenses, entre los representados de la agencia se encuentra el cocinero José Andrés o el expresidente José María Aznar. En 2015 le contratóMeridianos –que invitó a El País Semanal a Los Ángeles para entrevistar a Robinson–, la fundación española que busca opciones para menores marginados y que participa en la primera red europea de empleo para jóvenes exinfractores y en riesgo de exclusión social.

¿Cuál es el papel de los padres?

Ahora trabajo en un libro dirigido a ellos, porque me preguntan mucho, y a veces las familias son parte del problema. Muchas de las presiones que llegan a los colegios provienen de padres angustiados por la educación de sus hijos. Otros muchos consideran que el sistema vigente está bien y piden más deberes y programas de refuerzo. Creo que les puedo ayudar porque solo conocen el modelo que vivieron ellos, y hay algunos mitos que me gustaría desterrar porque así presionarán para lograr un cambio. En Estados Unidos, los Estados están aprobando progresivamente el matrimonio homosexual, y eso hace 20 años era impensable. No estaba en la agenda, pero la gente transmitió que no tenía sentido y los gobernantes tuvieron que hacerles caso. El cambio llegó de abajo arriba, como ocurre siempre con los derechos civiles, y así es como debe transformarse el sistema.

¿Cómo educó usted a sus hijos?

Me lo preguntan mucho y siempre respondo que cada niño es único. Mis chicos –el mayor, James, tiene ahora 31 años, y Kate ha cumplido 26– compartieron colegio en Inglaterra durante un tiempo. Para él era bueno, pero para ella no tanto. A James le interesa más la teoría, y a Kate, el diseño y la danza, y esa escuela era muy académica, así que decidimos cambiarla. Nos mudamos a Los Ángeles cuando ya eran adolescentes y la situación se repitió. Al final, sacamos a Kate del centro a los 16 años y la educamos en casa. Mi mujer se encargó de casi todo. Le diseñamos un programa y luego fue al colegio universitario [con titulaciones de dos años]. Lo curioso es que ahora le fascina la educación. No la hemos convencido nosotros, pero seguramente nuestra trayectoria le ha influido: dirige un proyecto del Gobierno finlandés, The HundrED, concebido para identificar los cien programas de enseñanza más innovadores del mundo.

Este contenido ha sido publicado originalmente por El País en la siguiente dirección: elpaissemanal.elpais.com

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Fuente:http://webdelmaestrocmf.com/portal/ken-robinson-debe-de-tomarse-en-serio-la-creatividad-en-las-escuelas/

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Sylvia Schmelkes: Reforma educativa a evaluación

profelandia.com/24-04-2017/México

La reforma educativa, como toda política en materia de educación, será sometida a un proceso de evaluación, y con ello, verificar el impacto que ha tenido en el sistema educativo nacional.

Así lo reveló en entrevista la Consejera Presidente del Instituto Nacional de la Evaluación de la Educación (INEE), Sylvia Schmelkes del Valle, luego de presentar el informe 2017 del organismo autónomo, ante integrantes de la Comisión de Educación y Servicios Educativos de la Cámara de Diputados.

La funcionaria refirió que dicha evaluación a la reforma educativa se realizará el próximo año, concretamente al cierre del sexenio del Presidente Enrique Peña Nieto.

Se trata dijo, de tener un balance de los resultados de la reforma en la materia desde que fue lanzada en 2013 por la actual administración federal.

Cabe señalar que, desde la perspectiva del INEE, el principal reto que enfrenta el sistema educativo mexicano es la calidad de la educación, principalmente en los sectores más empobrecidos del País como la población indígena.

“Como nosotros tenemos la obligación de evaluar políticas y programas, la reforma educativa es una gran política y nos parece muy importante, hacia el cierre del gobierno que inició la reforma educativa, poder tener un balance de qué es lo que ha sucedido. Se le ha pedido al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo que trabaje junto con nosotros en la evaluación de la reforma educativa”.

Fuente: http://profelandia.com/reforma-educativa-a-evaluacion-schmelkes/

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La partida de Sylvia Schmelkes

Por: Lev Moujahid Velásquez Barriga 

Sylvia Schmelkes, socióloga e investigadora reconocida a nivel nacional e internacional, llegó a la presidencia de la junta de gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) generando grandes expectativas. Hasta antes de ocupar el cargo, había cosechado un prestigio envidiable entre la comunidad educativa. Sin temor a equivocarme, me atrevo a decir que prácticamente no hay escuela de educación superior en el ámbito universitario y de la formación docente que no haya estudiado sus aportaciones en el tema de la interculturalidad. No es para menos, en un país como México que se caracteriza por su riqueza pluriétnica.

No obstante, a unos días de terminar su gestión al frente del INEE, se va, contradiciendo sus propias convicciones intelectuales. Lamentablemente, lejos de haber implementado un modelo de evaluación respetuoso de la diversidad regional, cultural y lingüística, impulsó una propuesta que camina en dirección contraria a estos principios, cuya lógica orientada hacia la estandarización es invasiva, aculturizadora, discriminante de los pueblos originarios y reduccionista de los muchos Méxicos que se expresan en la diversidad social y geográfica, pero también de las formas varias en que los niños construyen, demuestran e interiorizan los aprendizajes escolares.

Schmelkes fue miembro connotada y reconocida en el medio académico, donde cultivó muchas amistades. Fue integrante del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (Comie), el órgano de mayor prestigio en este campo, de donde emergen los primeros miembros de la junta de gobierno del INEE, ella incluida. Sin embargo, hoy se retira de la presidencia de este organismo desoyendo y faltando a la confianza que sus compañeros depositaron en ella. Su actitud estrecha ante la opinión, muchas veces mesurada, del Comie, provocó la ruptura de un sector de este consejo (que se distanció de ella), con importante presencia en los medios de comunicación, en la opinión pública, credibilidad en el magisterio y las instituciones de gobierno.

La CNTE, que siempre ha sido escéptica de la reforma educativa, así como de las personas e instituciones que la instrumentan, confirmó las sospechas iniciales que relacionaban la poca independencia de la consejera presidenta, por sus antecedentes como asesora de la OCDE, los cuales marcaron el sometimiento de su gestión a los lineamientos empresariales que promovieron una evaluación para la precarización laboral. Para los profesores que quizás nunca se pensaron involucrados en ninguna actitud de oposición a la reforma, la presidenta se va, dejando en ellos el descrédito y la decepción de quien fue parte de su formación inicial y de su preparación continua. Priva en muchos de ellos la convicción de que, con la evaluación punitiva, les da la puñalada por la espalda, ningunea la profesión docente, desconoce sus años de seguridad laboral y quebranta la satisfacción personal de haber escalado en el mérito a la carrera magisterial.

Sylvia Schmelkes deja resultados mediocres al frente del INEE. Nunca pudo consolidar un instrumento que superara los errores que llevaron al examen Enlace a su desaparición. El Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) sigue siendo una prueba que hace tabula rasa de los alumnos. Además, ha padecido dificultades para aplicarse desde su origen: desde la insuficiencia presupuestal hasta la carencia de recursos humanos para llegar a un amplio sector. Su impacto en la interpretación del estatus cognitivo, social y escolar de los estudiantes no fue el esperado. La prueba internacional Pisa, diseñada por una institución ajena a lo educativo como la OCDE, es hasta hoy el principal termómetro para orientar la política gubernamental y se impone desde los grupos de empresarios nacionales, por encima de la supuesta autonomía del órgano evaluador reconocido constitucionalmente.

Los fracasos de la socióloga al frente del instituto no son pocos ni son defendibles. Antes que reconocer la inviabilidad de la reforma no educativa y la necesidad imperiosa de cambiarla, por sus incongruencias constitucionales y por las evidentes incapacidades institucionales para instrumentarla, prefirió violar sistemáticamente la legislación que el INEE, los empresarios y el gobierno federal promovieron. En lugar de escuchar el descontento social y el desacato magisterial a la evaluación antipedagógica, prefirió ignorarlos.

Las omisiones saltan a la vista en sus últimos informes: apenas 10 por ciento de los docentes se han evaluado en tres años. En el mejor de los casos, la expectativa más optimista prevé que en la última calendarización en curso la cifra pueda llegar a 20 por ciento. Este hecho muestra que no se está cumpliendo con la legislación, la cual establece que en 2018 todos los maestros deberían estar evaluados en un lapso de cuatro años. Es así como podemos hablar de una muerte lenta de la reforma. Si accediera a darle un giro más formativo, voluntario y no castigador a la evaluación, se podría evitar la agonía de los próximos 10 años.

De cara a su retiro, Silvia Schmelkes no puede ignorar que su investidura quedó manchada con la sangre de los muertos que fueron víctimas de la evaluación policiaca y militarizada. No puede dejar de lado que, con su complicidad, fueron despedidos más de 600 maestros que se negaron a evaluarse en legítima defensa de su derecho a trabajar dignamente y a no arriesgar el sostén de sus familias.

Seguramente la despedirán en medio de un acto solemne, en el que le reconozcan sus logros y cualidades. Sin embargo, para los maestros, normalistas, académicos, padres de familia e intelectuales de bien, quedará en las páginas de la educación mexicana como anfitriona de una historia de ineptitudes, fracasos, entreguismos y represiones.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/04/22/politica/014a2pol

Fuente de la imagen: http://snte.org.mx/seccion56/images/big/20150709/224617219.jpg

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