La carta de suicidio de un director de preescolar en Saint-Denis culpa a sus condiciones laborales y al estado de la profesión por su agotamiento mental y físico. La trágica muerte ha desencadenado una campaña de sensibilización a nivel nacional.
Europa/Francia/PrensaIE
Christine Renon tenía 58 años y el director de la guardería Méhul en Saint-Denis, un barrio a las afueras de París. Se suicidó en el 21 st de septiembre en la escuela donde estaba empleada . Antes de su muerte, escribió a todos los directores de la zona y a su sindicato ( SNUIpp , afiliado a Education International), para explicarles su decisión. Ella se enmarca en el contexto de la creciente carga de trabajo y la presión sobre los directores de las escuelas y de la “soledad” a la que estaba sujeta.
Los sindicatos exigen una revisión de las condiciones de trabajo
Los sindicatos de educación franceses UNSA-Education, SNES-FSU, CGT Education, SGEN CFDT y SNUIpp han reaccionado unánimemente al condenar la situación que ha contribuido a este trágico resultado. En varias declaraciones públicas han expresado su apoyo a educadores, maestros y directores de escuela que carecen de las herramientas, el apoyo y la capacitación necesarios para enfrentar una carga de trabajo cada vez mayor y una legislación educativa en constante cambio.
A fin de que la muerte de su colega a “no sea en vano”, declaró su unión sería entregar una ‘alerta social’ llamar a las autoridades de educación – un primer paso hacia lo que podría ser la convocatoria de una huelga. Se exige que el ministerio y el canciller subir con medidas concretas para garantizar “la salud de la integridad, la moral y física de los trabajadores de la educación”.
Mujeres con trastornos psiquiátricos relatan las dificultades a las que se enfrentan y piden más apoyos
Gema Juanas, de 43 años, desprende y contagia energía. Vital y habladora, es la que rompe el hielo cuando se pide que alguna de las madres reunidas para este reportaje cuente su experiencia. Cuesta imaginarla hace ocho años, cuando estaba, como ella describe, “rota, deshecha, porque lo había perdido todo”. Diagnosticada de esquizofrenia paranoide, de celos delirantes y con dos niños, entonces de cinco y tres años, no tomaba la medicación. “Hacía la vida imposible a mi pareja”, reconoce. Así que cuando él pidió el divorcio, se quedó sin nada. “Me quitaron la custodia de mis hijos, estaba en la calle, sin ingresos, con una vida absolutamente desestructurada”, recuerda con absoluta naturalidad.
Juanas forma parte del 43% de padres y madres con algún trastorno mental de la Comunidad de Madrid que, según un estudio de la Universidad Complutense con la Fundación Manantial, acaba perdiendo la tutela de sus hijos. Las enfermedades psiquiátricas, sobre todo en el caso de las madres, no solo las aboca en muchos casos a ser separadas de sus niños, con el sufrimiento que conlleva para todos, sino que también afecta a la salud mental y al comportamiento de los pequeños. Para prevenir dicho riesgo y ayudar a estas mujeres, para las que ser madres es el mayor aliciente para cuidarse, la fundación puso en marcha en 2011 Casa Verde.
“Es un proyecto para huir de los centros psiquiátricos, que parezca una casa, donde se sientan como en una familia”, explica su directora, la psicóloga Raquel del Amo. En este pequeño piso del barrio madrileño de Vallecas reciben terapia embarazadas y madres con trastornos desde los más graves, como la esquizofrenia o el bipolar, hasta otros que pueden afectar al vínculo con el niño, como el trastorno de ansiedad o el obsesivo compulsivo. También sus hijos y otros familiares que puedan suponer un apoyo y a la vez necesitarlo, como padres y abuelos. La entrevista tiene lugar en el salón, con un café y unos bollos para desayunar. Las seis madres presentes están en confianza, y la reunión se convierte en una tertulia donde comparten experiencias por las que todas han pasado, como el miedo y el sentirse marcadas por los prejuicios sobre la enfermedad mental.
De pie, de izquierda a derecha, Mar Encinas, Chelo López, Rosa García y Silvia García. Sentadas, Joana Jiménez y Gema Juanas, en Casa Verde.ANDREA COMAS
“Lo mejor que te podían hacer es quitarte a los niños, porque no vas a poder”, le decían a Juanas sus propios familiares. “Nos hemos encontrado con ese tipo de obstáculos; tenemos que luchar 20 veces más que una madre normal”, dice. Al trastorno psiquiátrico y a la dificultad inherente de la maternidad, que incluso en las mejores condiciones desborda a muchas mujeres, estas madres añaden más impedimentos. Muchas cuidan de sus hijos solas. En algunos casos, han sufrido malos tratos antes de ser abandonadas por sus parejas. La mayoría está en paro o trabaja “de lo que va saliendo”.
Tras perder la tutela, Juanas estuvo varios meses sin ver a sus hijos. Fue de las primeras en entrar en Casa Verde, derivada desde servicios sociales y el centro de salud mental. Aquí, el equipo, formado por una psicóloga de adultos y otra infantil, un trabajador social, una terapeuta ocupacional y un educador social, intercedió para que pudiera ver a los niños varias horas a la semana, y la acompañó en las distintas citas con el juez para ir cambiando el régimen de visitas conforme mejoraba. “Me animaron a buscar trabajo, a recuperar la autoestima, a creer que podía salir adelante”. Y también le dieron herramientas para criar y relacionarse con sus hijos. “Te enseñan que no se les pega, a dialogar. Una madre ‘normal’, si el niño se porta mal en el parque, le da un par de azotes; si yo hago eso, el juez me los quita. Sientes que te están juzgando por algo que no puedes evitar, que está dentro de ti”, confía.
«La enfermedad mental da miedo»
“La enfermedad mental da miedo, y cuando hay niños pequeños implicados, saltan todas las alarmas”, reconoce Carlos Rodríguez, el trabajador social de Casa Verde. Pero no solo a los demás. “El terror que tenía antes de ser madre era que mis hijos tuvieran lo mismo que yo. Tenía miedo, sobre todo por mi dolor”, cuenta Silvia García, 45 años, con trastorno bipolar y dos niñas de 13 y 8 años. “Ves que la sociedad te dice que no puedes ser madre, y ese estigma se acaba convirtiendo en autoestigma y tú misma lo crees”, afirma. En su caso, el diagnóstico temprano, a los 20 años, y el trabajo con su psicoanalista le permitieron “construir un proyecto de maternidad saludable”. “Con el apoyo suficiente, una madre con un diagnóstico mental es capaz de cualquier cosa”, asegura.
Sin embargo, eso es lo difícil. Por eso, las mujeres reunidas piden que se extiendan recursos como Casa Verde, un proyecto piloto que ha atendido en estos ocho años a 114 familias, con 135 niños y 147 adultos en total. “Debería haber una en cada barrio”, dice Rosa, de 49 años, y con dos hijas de 13 y 9 años. “Nos orientan y dan pautas en situaciones en que no eres ni persona”. Auxiliar de geriatría, ahora cuida de su exmarido, que padece esquizofrenia. Aunque se encuentra “físicamente fuerte”, se nota “emocionalmente muy débil”.
Joana Jiménez, de 37 años, acude aquí casi desde que se creó. Llegó con un trastorno adaptativo de la conducta con muchas crisis de ansiedad. “Mi marido me abandonó cuando el niño tenía siete meses, venimos los dos a terapia semanal desde entonces”, cuenta. “Tenía la autoestima muy baja, mi ex me maltrataba, mi hijo me estorbaba, no sabía qué hacer con él”, relata. En aquel momento, Jiménez trabajaba de noche en discotecas, y la abuela se hacía cargo del niño. “Estábamos totalmente desconectados”, describe. “No sabía ni cómo jugar con él, sentía que me quitaba tiempo para estar con otras personas. Ahora me lo paso mejor con él que con nadie”, dice. En estos años, ha estudiado y cubre suplencias como auxiliar de enfermería.
«Me siento mala madre»
Las veteranas consuelan a Mar Encinas, de 46 años, madre del pequeño Jairo, de casi tres años, que corre, pinta y juega en este centro que no parece un centro como si estuviera en su casa. “Mi hijo es la razón para vivir”, dice entre lágrimas, “pero me siento mala madre”. “No me quiero, estoy siempre depresiva, con ganas de llorar”, describe Encinas, que sufre un trastorno de personalidad. También dan ánimos a Chelo López, de 44 años, que está muy agobiada porque desde servicios sociales proponen que su hija, de tres años, pase unos días a la semana en casa de una familiar para que la pequeña “se estabilice”. El caso viene de un año y medio atrás, cuando López, con trastorno bipolar, sufrió una crisis. Pero los propios expertos que la tratan creen que la medida, ahora, no tendría sentido. “Tengo pánico por si mi hija piensa que no la quiero”, dice sobre la posible separación.
Y es que la enfermedad mental no altera en absoluto, según Del Amo, la psicóloga, “la capacidad de amar ni de transmitir amor” de estas madres, fundamental en los primeros años de vida de los niños. Juanas lo corrobora. “Mis hijos han sido mi objetivo para luchar, si no qué sentido tendría mi vida. Lo que no pensaba es que de esa fuerza del amor madre-hijo fuera a salir algo tan bonito”, asegura. “Mi hija dice que soy admirable, porque aunque esté enferma ven que los quiero y me preocupo por ellos”, se enorgullece.
EL FANTASMA DE LA RETIRADA DE LA CUSTODIA
La proporción de mujeres con trastornos mentales graves con al menos un hijo está alrededor del 60%, duplicando al número de hombres, según un estudio de la Universidad Complutense. El 43% de los padres y madres con este tipo de diagnóstico en la Comunidad de Madrid acaba perdiendo la tutela de sus hijos menores.
La retirada de la custodia es uno de los principales fantasmas que persiguen a estas madres. La directora de Casa Verde explica que, pese a las palabras de agradecimiento que expresan, han tenido que vencer mucha desconfianza. “Cuando las mandan aquí no nos conocen, piensan que las vamos a juzgar y les vamos a quitar a los niños. Tenemos que hacerles entender que somos la mejor garantía de que podrán mantener la custodia”.
De los 135 niños que han pasado por el centro, solo ha habido un caso, de dos hermanos, en el que ha sido necesario retirarla. Por su experiencia, cree que los jueces de familia “suelen ser sensatos, saben de la importancia de mantener el vínculo”, y entienden que “la enfermedad mental no determina la calidad del cuidado de los niños cuando se tienen apoyos”.
Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/09/29/actualidad/1569766406_670479.html
Abordar la salud mental no solo desde lo clínico, sino desde los entornos de los estudiantes; ser empatía, no subestimar la depresión. En El Diario hablamos con una estudiante que quiso contar su caso. También conversamos con docentes y médicos.
Fuente de la reseña: https://www.semana.com/educacion/articulo/pude-haber-sido-yo-las-reflexiones-necesarias-tras-la-muerte-del-estudiante-de-la-universidad-javeriana/632780
Ya fue aprobada por los Demócratas y se activará en el año escolar 2020-21
La salud mental será un tema de estudio obligatorio en las escuelas públicas de Nueva Jersey, bajo una nueva ley firmada por el gobernador Phil Murphy.
Murphy firmó la medida bipartidista el viernes, tras ser aprobada por la Asamblea y el Senado liderados por su partido Demócrata a principios de este año sin ningún voto.
En un comunicado Murphy dijo que garantizar que los estudiantes aprendan sobre salud mental puede promover un futuro más saludable.
La ley se activará en el año escolar 2020-21 y requiere que los distritos escolares incluyan instrucción sobre salud mental desde el jardín de niños hasta el 12º grado, adaptando la instrucción a la edad de los estudiantes.
También requiere que la Junta de Educación del Estado revise y actualice los estándares para garantizar que la instrucción de salud mental sea adecuada, destacó Associated Press.
Image captionThota Vennela, de 18 años, fue una de las jóvenes que se quitó la vida tras reprobar su examen.
Al menos 23 adolescentes en el estado de Telangana, en el sur de India, se han suicidado desde que se anunciaron los resultados de sus exámenes del último año escolar en abril.
Deepthi Bathini, del Servicio Telegu de la BBC, explica por qué los resultados ha sido tan controvertidos.
A Thota Vennela le gustaba cocinar, ver series cómicas y comer comida callejera.
Su hermano mayor, Venkatesh, de 19 años, le había enseñado recientemente a andar en motocicleta. «Estaba tan feliz de que ella pudiera montar mi motocicleta como una profesional. Pero a veces la seguía, sin que ella supiera, para asegurarme de que estaba a salvo», dice.
Venkatesh lucha por contener las lágrimas mientras saca su billetera para mostrar una fotografía de su hermana. El 18 de abril, el día en que se enteró de que había reprobado sus exámenes del último año escolar, ella consumió veneno. Murió horas más tarde en un hospital.
Image captionVenkatesh era muy unido a su hermana, Thota Vennela.
«Se repetía una y otra vez, ¿cómo pude haber fallado?» recuerda su madre, Sunitha. «La consolamos y le dijimos que estaba bien y que podía solicitar una reevaluación o volver a realizar los exámenes. Pero incluso en el hospital, seguía diciendo: ‘Debería haber aprobado'».
Vennela fue una de los más de 320.000 estudiantes en Telangana que reprobaron sus exámenes de fin del ciclo escolar. Todos ellos iban a escuelas que enseñan un programa de estudios establecido por la Junta estatal de educación.
La educación superior en India es ferozmente competitiva. Y los exámenes del último año escolar son cruciales para conseguir un lugar en una buena universidad, lo que, a su vez, es considerado vital para luego obtener un trabajo bien remunerado y asegurarse un futuro prometedor.
Las mejores universidades también realizan pruebas de admisión independientes, pero los estudiantes que se desempeñan bien en ellas aún pueden perder su vacante si no aprueban los exámenes escolares.
En los días posteriores al anuncio de los resultados de los exámenes, estudiantes y padres sorprendidos salieron a protestar, alegando que había habido errores en la calificación y exigiendo que las pruebas se evalúen nuevamente.
Image captionVenugopal Reddy dice que está preocupado por su hijo.
«Me preocupa su salud mental»
«Mi hijo obtuvo la calificación máxima en matemáticas, física y química en sus exámenes del año pasado. Pero este año, los resultados muestran que obtuvo un uno en matemáticas y un cero en física. ¿Cómo es posible?» dice Venugopal Reddy.
«Él venía estudiando para otras pruebas difíciles. Pero después de esos resultados se siente abatido. Ha dejado de estudiar y de comer, y se niega a salir de la casa. Me preocupa su salud mental«, agrega.
A medida que se intensificaron las protestas, empezaron a llegar denuncias en todo el estado de estudiantes que se quitaron la vida tras haber fallado los exámenes.
Un grupo de derechos del niño solicitó al tribunal superior del estado que ordene a la Junta que vuelva a evaluar las respuestas de todos los que habían reprobado. El tribunal accedió y emitió la orden.
Los nuevos resultados se anunciaron el 27 de mayo: 1.137 de los estudiantes que habían reprobado ahora pasaron el examen. Uno, que inicialmente había obtenido una calificación de cero en una materia, terminó con un puntaje de 99 cuando sus respuestas fueron reevaluadas.
Image captionEn India es común ver carteles que muestran quién sacó las calificaciones más altas del examen.
La controversia está centrada en una empresa privada de software, Globarena Technology, que en 2017 ganó el contrato del gobierno para organizar el examen en todo el estado, donde hay más de 970.000 estudiantes.
La compañía también es responsable de procesar las puntuaciones finales.
La Junta estatal de educación, que contrató a Globarena, dijo que los suicidios no estaban «conectados con equivocaciones causados por errores técnicos y de procesamiento de resultados».
Globarena reconoció que había habido errores.
«Seguimos el proceso ordenado por la junta. Los incidentes que han ocurrido son desafortunados. Inicialmente hubo errores técnicos. Hemos hecho las correcciones», dijo en abril a la BBC VSN Raju, CEO de la compañía.
Image captionAnamika quería unirse al ejército indio.
Error en las puntuaciones
La familia de una estudiante que se suicidó, Anamika Yadav, dijo que presentará cargos penales contra la Junta de educación y contra Globarena.
Los Yaday le dijeron a la BBC que la joven de 16 años se suicidó horas después de descubrir que había reprobado los exámenes.
El 27 de mayo la reevaluación determinó que en realidad había pasado, pero horas después las calificaciones fueron revisadas nuevamente y volvieron a mostrar una reprobación.
Parece que hubo un error en la actualización de las puntuaciones. Funcionarios de la Junta dijeron que Globarena no participó en el proceso de reevaluación.
«Esto nos hace sospechar», dice el padre de Anamika, Atul Ganesh.
El padre de Thota Vennela, Gopalakrishna, también dice que quiere presentar cargos. «No puedo confiar en la Junta. ¿Cómo puede fallar mi hija, que siempre fue una buena estudiante? Necesito respuestas».
La reevaluación no incluyó las calificaciones de ninguno de los 23 estudiantes que se suicidaron. Pero sus padres no están seguros de qué hacer con esos resultados: están conmocionados y desconsolados, pero también desconcertados y sospechosos.
La mayoría de los padres describen a sus hijos como diligentes y ambiciosos.
Vodnali Shivani, de 16 años, se despertaba cada mañana al amanecer para estudiar. Quería ser ingeniera y solía decirle a su padre: «Espera cinco años y nuestras vidas cambiarán».
Image captionLa familia de Vodnali Shivani ha colocado un cartel en su memoria.
Devasothu Neerja quería ser doctora y pasaba la mayoría de las noches estudiando. «Ella siempre aprobó todos sus exámenes. Así que pensamos que debemos hacer todo lo posible para ayudarla», dice su padre, Rupal Singh.
A Bhanu Kiran, de 18 años, le encantaban las matemáticas y quería convertirse en un hacker ético, por lo que pasaba gran parte de su tiempo viendo tutoriales de YouTube sobre el tema.
Lo que tienen en común todos estos recuerdos es la inmensa presión para tener éxito. Los estudiantes en India, especialmente aquellos que desean estudiar ingeniería o medicina, rinden una serie de exámenes altamente competitivos en rápida sucesión.
Y la carrera para asegurarse un lugar en la universidad comienza temprano, dos años antes de los exámenes del fin del ciclo escolar, lo que genera una riesgosa y prolongada combinación de estrés, expectativas y sueños.
«El examen en sí está rodeado de estrés», dice la psicóloga Vasupradha Kartic. «Los estudiantes deben recibir asesoramiento de forma regular».
Agrega que los estudiantes deben poder ver más allá de los exámenes, que el fracaso no significa que no les queden opciones para una carrera o un futuro.
México / 14 de julio de 2019 / Autor: Paulette Delgado / Fuente: Observatorio de Innovación Educativa
Estudios realizados por Common Sense Media muestran que los adolescentes (de 13 a 17 años) pueden pasar aproximadamente hasta nueve horas en línea cada día. Pero no todo el tiempo frente a la pantalla es perjudicial si se consideran los recursos de aprendizaje e información que se pueden encontrar en línea. Sin embargo, la exposición excesiva a las redes sociales aumenta el riesgo de desarrollar un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Incluso los adolescentes están preocupados. En una investigación realizada por el Pew Research Center, el 60 % de los adolescentes entre 13 y 17 años reconocen que un tiempo de pantalla excesivo es un problema importante, pero admiten, no pueden controlarse.
La investigación detalla que, debido a los cambios neurobiológicos y hormonales en sus cerebros, los adolescentes sienten la necesidad de pertenecer, ser respetados y admirados, especialmente a través de las redes sociales. Esta necesidad de pertenencia, lleva a que el 44 % de ellos revise sus teléfonos inteligentes apenas se despiertan.
Cuando se les preguntó qué sentimientos asocian con la posibilidad de no tener a la mano su teléfono, el 42 % dijo sentirse ansioso. Particularmente, las niñas reportaron sentirse más deprimidas (49%) que los niños (35%). Estos datos preocupan a los docentes ya que la idea de que los estudiantes desarrollen una «nomofobia», el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil.
Pero no solo los estudiantes se ven afectados por el uso excesivo de los dispositivos móviles. En un sondeo realizado por la Sociedad Internacional de Tecnología en Educación (ISTE por sus siglas en inglés), el 34 % de los docentes encuestados admitieron que se distraen con los estudiantes que usan teléfonos móviles durante la clase.
Cuando se les preguntó acerca de la capacidad de multitasking de los estudiantes, es decir, la capacidad de realizar múltiples tareas y usar el teléfono mientras prestan atención a la clase, el 80 % estuvo de acuerdo en que los adolescentes podrían tener la capacidad de hacerlo pero el 61 % piensa que esto afecta su aprendizaje.
Sobre el equilibrio entre el uso de móviles en clase, los docentes tienen opiniones divididas. Una cuarta parte de los maestros señaló que dan un descanso a los estudiantes durante una lección para que puedan usar el móvil o están abiertos a la idea de hacerlo. Por otro lado, el 24 % piden a los estudiantes que apaguen sus dispositivos durante la clase y solo el 3 % dijeron que no hay necesidad de controlar el uso de los teléfonos.
En cuanto a políticas institucionales sobre el uso de dispositivos dentro de la escuela, el 56 % de los docentes encuestados indicó que su escuela cuenta con una política sobre el uso de dispositivos móviles.
Por otro lado, todos los encuestados concuerdan en que el uso excesivo de teléfonos móviles es un problema y señalan la necesidad de un esfuerzo comunitario para encontrar una solución a este problema.
Aún así, prohibir totalmente el uso de dispositivos móviles en clase es una medida controversial pues se estaría perdiendo la oportunidad de aprovechar las nuevas herramientas que ofrece la tecnología que sirven de apoyo a las actividades de enseñanza-aprendizaje. Encontrar el equilibrio es la clave para que esta problemática.
Cuéntanos, ¿controlas el uso de móviles en tu clase? Si es así, ¿cómo lo haces? ¿Pides a los estudiantes que los apaguen, das descansos para usarlos o no pones límites?
Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 14 de julio de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
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Profesores: se impone el rechazo a la propuesta del gobierno en resultado parcial (Chile)
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