Por: EducaBolivia
POCA PRECOLONIAL COMUNITARIO
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POCA PRECOLONIAL COMUNITARIO
España/17 de abril de 2018/Por: TAMARA MONTERO/Fuente: https://www.lavozdegalicia.e
La Ley General de Educación estuvo vigente hasta los noventa.
La universidad exigía a gritos un cambio. Lo exigía en la calle, en un conflicto sin precedentes. Al final, Manuel Lora Tamayo se vio desbordado. Y dimitió. Con las universidades todavía en pie de guerra -incluyendo la compostelana- asumió el Ministerio de Educación de los últimos estertores del franquismo un valenciano, José Luis Villar Palasí. El 18 de abril de 1968 accedió al cargo. En el siguiente Consejo de Ministros presentó una de las grandes reformas educativas de España. La que implantó la EGB y el BUP y que logró mantenerse vigente hasta 1990.
La Ley General de Educación, que se aprobó en 1970, venía precedida de un profundo análisis del sistema que fue capaz de poner el foco en los grandes errores que estaba cometiendo España. Reconocía que estaban coexistiendo dos sistemas educativos, uno para las clases acomodadas y otro diferente para las populares y que lo que debiera ser un promotor de la movilidad social a través de la meritocracia actuaba en realidad como un instrumento de estratificación social. Cada etapa educativa funcionaba en una total desconexión con la siguiente y los planes de estudios eran rígidos, uniformes y enciclopédicos. Tan solo había que mirar el sistema de reválidas para ver que se basaba en tragar para después escupir conocimientos. Y el primer corte se producía a los diez años.
Así que un grupo de tecnócratas se dedicó a diseñar un sistema educativo integral, que diera diferentes salidas al término de cada etapa, que fuese universal y que por primera vez contemplase el concepto de educación permanente. Habían nacido la EGB, el BUP y el COU, una estructura básica que permaneció vigente hasta que en los noventa se puso en marcha la actual, que amplía la educación obligatoria hasta los 16 años y la divide en dos niveles: la primaria y la educación secundaria obligatoria (ESO).
Una ley posfranquista
«Foi unha lei franquista pero pensada para unha etapa posfranquista». Lo explica el catedrático de Pedagoxía de la USC Miguel Anxo Santos Rego. El gran defecto de la ley es haber sido promulgada por una dictadura. La gran virtud, cree el profesor, es que fue «proxectada para facer fronte a un cambio social, a unha sociedade con clase media, valores distintos, unha apertura e circunstancias totalmente diferentes ás anteriores leis».
Y estuvo en vigor durante veinte años. «Durou bastante porque foi promulgada nunha conxuntura política que permitía a súa duración», aclara Santos Rego. Porque la Transición suponía un reajuste de toda la vida política y social. Sin embargo, no fue la más longeva. Aspectos de la ley de 1857 estuvieron vigentes hasta los setenta.
Según el sistema de la que acabó conociéndose como ley Villar Palasí, todos los pequeños de entre 6 y 14 años debían estar obligatoriamente escolarizados en la conocida como etapa general, que luego se bifurcaba en la formación profesional de primer grado o el acceso a un bachillerato común de tres años y asignaturas optativas, el BUP. Después, se escogía entre un curso de orientación universitaria o la FP de segundo grado.
También la enseñanza superior fue reformada y la estructura general funcionó hasta la implantación del Plan Bolonia, cuando desaparecieron diplomaturas y licenciaturas. Había carreras de primer ciclo, con tres años de duración -las diplomaturas-, y de segundo ciclo, que duraban cinco años y con las que se obtenía el título de licenciado. El tercer ciclo era el doctorado.
No fue un camino de rosas. La ley se implantó de manera bastante precipitada, sin programas piloto ni ensayos previos y además los recursos necesarios para su puesta en marcha no llegaron. De hecho, ante la escasez de financiación, no se creó realmente un preescolar gratuito. No era una etapa obligatoria.
Fuente de la Reseña:
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2018/04/16/villar-palasi-ministro-reformo-educacion-espanola/0003_201804G16P8991.htm
En el proceso de transformación educativa, las reformas a las leyes llevan su tiempo, pero no es ni lineal ni automático el paso del texto legal al cambio de prácticas en el aula. Así que se requiere de un sano y sensato equilibrio: ni esperar cambios mágicos, pues lo significativo requiere de perseverancia, ni –en el otro extremo– decir que hasta dentro de 25 años sabremos si el asunto funcionó.
No se les puede decir a las familias que sólo en el largo plazo la vida de sus hijos puede mejorar. La transformación educativa es un tema de “urgencia perseverante”: exigencia desde ya, pero continuada en el tiempo, sin desfallecer ni bajar las expectativas. Y eso implica una implementación educativa honesta y efectiva ya, desde hoy.
El tiempo de la educación siempre es el presente, es en el ahora. En estos momentos, en los que la corrupción, la impunidad y la seguridad ocupan casi todo el debate público, no se puede olvidar que dichos temas tienen la raíz de sus soluciones en la educación.
El ahora que estamos viviendo es ya de por sí convulso; pero además se acelera y se actúa en la prospectiva de la contienda electoral. Desde su arranque, hace ya más de 10 años, como Mexicanos Primero buscamos que el derecho de niñas, niños y jóvenes se ponga en el centro, en el primer lugar; se trata de poner su derecho a aprender primero. Y por eso, en la coyuntura electoral no podemos ser ajenos a ella y no vamos a serlo; queremos estar ahí por convicción y por identidad.
Somos y seremos, como iniciativa ciudadana, imparciales y apartidistas, pero nunca neutros. Estamos a favor de unos principios y propuestas, y en contra de otras. Y en las campañas nos expresamos. A nuestro juicio, la pasión con la queremos vivir hoy nos pone una alternativa: o nos echamos para atrás o nos echamos para adelante. Y la mejor manera para saber dónde es adelante son datos rigurosos y argumentos probados.
Así, hemos publicado La Escuela que Queremos (descargar sin costo en www.mexicanosprimero.org), un estudio que presenta 16 políticas públicas clave desde la aprobación de la reforma, en 2013, hasta el avance según el último dato al 12 de febrero de 2018.
La Escuela que Queremos nos ayuda a cumplir la misión de las expresiones de sociedad civil que, en el paso de una administración a otra, en el campo federal o bien de una gubernatura a otra, prevalezcan las políticas de Estado.
Fuente del Artículo:
“Piensa en todas las asignaturas que has cursado. ¿En cuántas has aprendido algo útil? Las clases que no te van a servir de nada después de graduarte empiezan ya en la guardería”. Estas son las tajantes frases que Bryan Caplan, profesor de Economía de la Universidad George Mason utiliza en la introducción de su último libro, ‘The Case Against Education’ (“Juicio a la educación”), para enmendar la plana al sistema educativo en su totalidad. Una quema de la que solo se libran contadas asignaturas, apenas una quinta parte del total. A saber: en el colegio, aprender a leer y escribir y a hacer cuentas; algo de matemáticas o carpintería en en instituto; y en la universidad, alguna que otra carrera como ingeniería o informática. El resto, paja.
El resto es un absoluto desperdicio, resume el polémico autor, definido en ‘Salon’ como “el próximo gran filósofo de la derecha”. Esa es la palabra que se repite una y otra vez en el libro y en las entrevistas con el autor. “Waste”,“desperdicio”. “Es es mi argumento básico: la educación es un derroche de tiempo y dinero porque gran parte de sus beneficios no provienen de aprender habilidades útiles para el trabajo ni de aprovechar la experiencia educativa”, explica a Sean Illing de ‘Vox’ en una entrevista a cara de perro. “Más bien, lo que pasa es que la gente presume, o como los economistas lo llaman, envían una señal. Intentan impresionar a sus futuros empleadores mostrándoles lo dedicados que son”.
Si estás en un concierto y te pones de pie, verás mejor. Pero si todo el mundo lo hace, todos verán igual de mal. Con la educación pasa lo mismo
El libro ha caído como una bomba en la prensa americana, especialmente a diferencia de la mayoría de críticas sobre el sistema educativo, que suelen centrarse en cuestiones de gobernanza u optimización de recursos, es una enmienda a la totalidad. En la reseña de ‘The Washington Post’, Sarah Carr, editora de ‘The Teacher Project’, decía del volumen que “plantea preguntas importantes, pero más allá de eso ofrece poco más que peligrosa y extravagante ideología disfrazada de análisis de datos creativo”. Caplan se define en todas las entrevistas como un “libertario”, y recuerda que por ello, cree que debe ser el gobierno el que demuestre la utilidad de la educación antes de hacer que los ciudadanos gasten su dinero.
En realidad, ‘The Case Against Education’ es uno de esos libros-síntoma que refleja el espíritu de los tiempos al recoger algunos de los argumentos cada vez más populares en sectores liberales. No es de extrañar, por tanto, que el autor sea un firme defensor de la Formación Profesional frente a la universitaria. “La mentalidad de universidad para todos ha fomentado que se rechace una alternativa realista: la formación práctica”, escribe en el libro. “Toda la formación profesional enseña habilidades laborales específicas, y consiste en aprender haciendo, no aprender escuchando. Las investigaciones, aunque un tanto escasas, muestran que la educación vocacional aumenta los sueldos, reduce el desempleo e incrementa el nivel de éxito escolar”. No es casualidad que en España partidos como el PSOE o el PP hayan abogado por la FP en los últimos tiempos.
Caplan analiza la educación como un producto que se devalúa al dejar de ser exclusiva. Muy ilustrativa resulta la metáfora del concierto que utiliza para explicar por qué la educación universitaria para todos es un problema. Si estás en un concierto y quieres ver mejor, te pondrás de pie: a nivel individual, la educación funciona. Sin embargo, si todo el mundo hiciese lo mismo, lo que ocurriría no sería que todo el mundo tendría una mejor vista… Sino que todo el mundo compartiría la misma (mala) visibilidad. Esto, unido a un diseño del sistema educativo propio del siglo XIX, es según Caplan la razón de que su utilidad es limitada. No sirve más que para “certificar la capacidad de conformarse y ética de trabajo” del futuro empleado. Por eso, niega sus beneficios, pero no anima a nadie a dejar su carrera, porque eso le dejaría en una situación aún peor.
“El éxito académico es una fuerte señal de la productividad el trabajador”. Esa es la verdadera razón por la que se siguen pidiendo carreras
“Nos encontramos en una situación en la que un montón de gente va a la universidad pero muchos no pueden conseguir un buen trabajo cuando acaban”, explica en la entrevista con ‘Vox’. “O consiguen una buena formación, se llenan de deudas y obtienen un empleo mediocre”. Nada que ver, recuerda, con la imagen que se nos vende de la educación, que en teoría proporciona “enseñanza valiosa, habilidades útiles y te recompensa con un buen trabajo”. El problema es que el sistema actual no proporciona ni empleabilidad ni conocimiento o habilidades. No solo eso, sino que lo sabemos y seguimos consintiéndolo porque no hemos sido capaces de encontrar una alternativa.
Mientras tanto, Caplan sugiere que dejemos de financiar con fondos públicos la educación; todo el dinero debería provenir de las matrículas y de la iniciativa privada. No solo eso, sino que también habría que cercenar las becas. La gran paradoja a la que se enfrenta el economista es intentar explicar por qué la educación beneficia al individuo pero no a la sociedad. “El aumento de rentabilidad para los graduados universitarios ha sido de un 73%”, admite. “La clave, sin embargo, no es cuánto renta, sino por qué. La respuesta que se suele dar es que los estudiantes aprenden cosas útiles”. Pero no es así: no se trata de lo que aprendes (“¿trigonometría? ¿arte? ¿música? ¿latin?”), sino de que hacer una carrera demuestra que eres capaz de tragar con todo: “El éxito académico es una fuerte señal de la productividad el trabajador”.

El propio profesor lo reconoce respecto a sus clases. “En lo que concierne a mejorar su rendimiento laboral, no puedo decir que lo haya conseguido con los estudiantes que están en empleos que no me son familiares”, admite en una entrevista con ‘The Chronicle of Higher Education‘ al sugerir que, efectivamente, sus clases de economía no enseñan gran cosa a futuros banqueros o comerciales. La mayoría de sus estudiantes, sospecha, pasan sus años en la universidad sufriendo, conscientes de que no están aprendiendo nada. El problema es que “la gente a la que no le gusta el colegio raramente escribe ensayos sobre lo malo que es”. Un círculo de silencio que le sale muy caro a las administraciones públicas.
Caplan no está solo, y su opinión se encuentra en línea con la de tantos pensadores liberales –también españoles– que abogan por reducir la financiación pública del sistema educativo. Por lo general, estos parten de la premisa de que es poco eficiente, por lo que aumentar la inversión tan solo sirve para perder aún más dinero: “Soy cínico respecto a los estudiantes, la mayoría son filisteos. Soy cínico sobre los profesores, la mayoría son poco inspiradores. Soy cínico sobre los que deciden, las autoridades de los colegios que controlan lo que los alumnos estudian”, admite el economista en el libro. “La mayoría creen que ya han hecho su trabajo al conseguir que los estudiantes obedezcan”.
El profesor aboga por una separación de Estado y escuela similar a la separación de Iglesia y Estado: “El gobierno debería salir del negocio y dejar que sus clientes y las organizaciones benéficas se encarguen de ello”. No obstante, reconoce que esta no es más que su opinión personal, a diferencia del resto de ideas que defiende en el libro que, según él, están más o menos justificadas por los datos. Todas ellas conducen, una y otra vez, a la idea de que destinar dinero a colegios y universidades es una malísima inversión. Como le cuenta a Illing, gastar menos haría que la educación se quedase igual “pero ahorraríamos un montón de recursos, y la gente podría empezar con sus vidas mucho antes, lo que sería una gran mejora. Hay muchos recursos que estarían mejor en otra parte”.
Las críticas no se han hecho esperar. No solo la de Nassim Nicholas Taleb, que aunque calificaba de “excelente” su argumento, señalaba que pasaba por alto la “convexidad de la prueba y error del aprendizaje heurístico” y retaba al autor a una discusión (algo que ocurrirá el próximo día 23). También la de otros como Peter McCoy de ‘Bloomberg‘, que recuerda que recortar en educación hace que sea “difícil o imposible que los niños pobres o de clase media-baja tengan el mismo acceso del aprendizaje que las familias ricas”. Por su parte, Carr añade que su forma de tratar a los profesores y la educación como un ente único elimina cualquier sutilidad en su análisis. La mayoría, no obstante, coinciden en algo: tenga más o menos razón, Caplan ha sacado a la palestra un tema, el de la razón última por la que las empresas piden títulos universitarios, del que raramente se suele hablar en términos tan descarnados.
Fuente de la Entrevista:
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-04-13/profesor-sistema-educativo-tirar-dinero_1547267/
Francia / 15 de abril de 2018 / Autor: Begoña Piña / Fuente: Público
El director francés, Olivier Ayache-Vidal, reflexiona en positivo y con humor en ‘El buen maestro’ sobre los problemas del sistema educativo en Francia, los prejuicios de los profesores en los colegios del extrarradio y su falta de formación para enseñar.
A mí una profe, cuando entraba por la puerta, me decía directamente: ‘Ya te puedes poner al final a dormir si quieres’. Pues vale, iba y me dormía. ‘Vete al final, duérmete o píntate las uñas, pero déjame hacer la clase’. Y yo aún no había hecho nada”. Eran declaraciones de una joven en riesgo de exclusión social el pasado año, cuando UNICEF alertó del “preocupante abandono escolar” en nuestro país. Aunque 10 puntos por encima de la media europea, el problema existe en otros países. “En Francia cada año 17.000 niños son excluidos de forma definitiva del sistema escolar. Cada día echan de sus colegios a cien niños. ¡Eso es horrible! Los prejuicios de los profesores hacen que los niños tengan menos capacidades”.
Producto en la mayoría de los casos de la procedencia y raza de los alumnos y de su clase social, esa escandalosa desigualdad de oportunidades que existe en la Educación pública en Francia animó a Olivier Ayache-Vidal a investigar durante dos años para rodar posteriormente sus ‘opera prima’, ‘El buen maestro’, una reflexión en positivo del sistema escolar con la que intenta abrir un debate que se materialice en respuestas a esos alumnos.
Protagonizada por el prestigioso actor de la Comédie-Française Denis Podalydès y con la participación de los chicos con los que convivió el director dos años –un grupo de jóvenes debutantes que concede mucha autenticidad y frescura-, la película denuncia el clasismo del sistema y la falta de preparación de los profesores.
Olivier Ayache-Vidal, director de ‘El buen maestro’
Al 100%. Es exactamente así. He estado más de dos años en el colegio Maurice Thorez de Stains conviviendo con 500 alumnos y 40 profesores. La película me ha costado cuatro años. He estado en un colegio, pero lo he investigado todo, desde el principio hasta el final: los profesores, las instituciones, el ministerio… lo he visto, me he entrevistado con todos. Podría escribir una tesis.
Sí. Hay tantos problemas hoy en la educación pública, pero el clasismo es grave y es muy difícil de cambiar. El sistema escolar francés es muy clasista. ¡Es espantoso! Y es fundamental que los chicos crean en sus capacidades. En una clase de Psicología se hace un experimento con ratas. Se dice a un grupo de la clase que son las ratas más inteligentes del mundo, mientras que a la otra parte de la clase se le dice lo contrario, que son las más tontas. Y se hace el test con el famoso laberinto. Las primeras lo hacen rapidísimo, las segundas ni siquiera se ponen en marcha. Pero son las mismas ratas. Con una persona pasa igual, así que imagina lo que ocurre cuando limitas desde la escuela a una persona.
Sí, los profesores, los profesores y sus prejuicios sobre la población. La inteligencia es la misma en todos, pero los prejuicios de los profesores hacen que los niños tengan menos capacidades.
Es un gravísimo problema, pero es que los profesores no están suficientemente formados, además de sus prejuicios. Es como si mañana uno fuera profesor de autoescuela porque es campeón de Fórmula 1, lo segundo no funciona nada para enseñar, para contagiar las ganas de aprender. Lo importante es conseguir que los alumnos, que generalmente no quieren aprender, tengan ganas de hacerlo y crean en ellos mismos.
Eso es. Después de unos años de especialidad, son buenos en una materia, pero no saben enseñarla. Hay que saber hacer que el otro quiera aprender. Los niños no quieren comer verdura, hay que hacerles entender por qué es buena la verdura y ponerla un poco atractiva. Pedagogía.
Mira, un día estaba al fondo de la clase poco antes de empezar a rodar y de pronto un alumno entra en clase tarde. Llegó tarde y traía una tarjeta con su excusa. El profesor leyó la nota y le dijo que estaba bien, que podía irse. Cuando terminó la clase me acerqué a la papelera donde el profesor había tirado la nota y la recogí, no entendí nada y se lo dije a un grupo de profesores. Les pregunté si el chico era extranjero o si tenía problemas de dislexia o algo así, y me dijeron que no. Era mucho más terrible, tenía quince años y no sabía todavía leer y escribir. ¡Escribía fonéticamente! Al chico le habían enviado al fondo de la clase y habían dejado de ocuparse de él. Es horrible.
Soy bastante optimista, a pesar de todo, pienso, que no es muy bueno exagerar. Lo que sí hay que hacer es poner el dedo en la llaga, pero no hay que decir que el sistema es una aberración. Se trata de mostrar los problemas y de solucionarlos y creo que cada vez tenemos más medios para hacer esto. Y una clave es formar mejor a los profesores, que estudien Pedagogía además de sus materias.
Es increíble. Y a pesar de todo esto que es terrorífico, creo que Francia y España también son países con suerte respecto de otros del resto del mundo.
Creo que poco a poco cada vez hay una mayor conciencia de lo que está ocurriendo en la Educación.
También. La Educación que tenemos es la que ha propiciado esta sociedad, así que sí, también es un reflejo. Y en la educación hoy están los colegios del centro burgués, que son elitistas, y los de los extrarradios. Por eso he hecho esta película, porque el cine sirve para ayudar también en estas cosas, para mostrar lo que ocurre, los problemas que hay, desde la ficción con historias en las que pones emociones y humor. Sirve para denunciar cosas y para enseñar a la gente cosas que a lo mejor no conoce bien.
No, yo tengo muchos amigos en los suburbios, en el extrarradio, pero he conocido extraordinarios profesores que sí los tienen.
El primer día tienen miedo y es normal porque los medios de comunicación se pasan todo el año diciendo que los profesores deben tener cuidado. Pero, la verdad es que jamás he visto a ningún profesor salir herido de un colegio. Lo que pasa es que llegan a un centro y ven a los jóvenes con esas vestimentas que llevan, sentados en la escalera… y se asustan.
Por supuesto, claro que incitan a ello. Tengo un amigo, un burgués del centro de París, que no conocía de nada el extrarradio de la ciudad y un día le llevé al colegio en el que estaba trabajando y al salir me reconoció que no era ni de lejos tan terrible ni tan tremendo como decían todo el día los periódicos y las televisiones.
Ahí está, pero también hay otras cosas. Y una de ellas, por ejemplo, es la xenofobia. La gente que emigra llega a nuestros países con una enorme energía. Ellos han hecho lo que debían, tenían que salir de donde estaban. Esos niños también quieren vivir y sus padres quieren empujarles hacia arriba y que prosperen, y deberíamos aprovechar su buena energía en lugar de lo contrario. Pero hay que ayudarles, darles las herramientas necesarias y luego ya que hagan lo que quieran, que escojan ellos.
Fuente de la Entrevista:
http://www.publico.es/culturas/entrevista-olivier-ayache-vidal-olivier-ayache-vidal-sistema-escolar-frances-clasista-espantoso-profesores-prejuicios-no-suficientemente-formados-gravisimo.html
Colombia/14 de Abril de 2018/Enter
Los trastornos de desarrollo intelectual (TDI) no deberían ser un impedimento para que las personas que lo padecen lleven una vida plena. Especialmente los niños, quienes intentan ingresar al sistema educativo, en ocasiones sin éxito.
En 2011, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó el ‘Informe mundial sobre la discapacidad’. El documento asegura que más de mil personas viven con algún tipo de discapacidad. Es decir, el 15% de la población mundial. La estimación en niños es de 95 millones (5,1%).
Con base a esta problemática, Yeison Chipud y Kevin Vélez, egresados del Programa de Diseño de Medios Interactivos de Icesi, en compañía de los tutores Juan Jiménez y Guillermo Álvarez, desarrollaron ‘Kumpa’, un videojuego orientado a niños de 8 a 12 años con discapacidad intelectual leve y con el foco de su discapacidad en los procesos de atención.
El juego consta de una serie de tablas con símbolos básicos (como vasos, comida, animales) y su respectiva palabra. También hay unas fichas correspondientes a esas figuras. Al final, la idea es que el jugador ordene cada tabla de manera correcta para relacionar los símbolos con las palabras y, de esta manera, aprender a leer.
Por el momento, los niños que se beneficiaron del proyecto son parte del Instituto Tobías Emanuel. Allí los estudiantes han sido relegados de otros colegios debido a sus limitaciones de aprendizaje.
‘Kumpa’ es un videojuego basado en la asociación de conceptos de la metodología de ABC de lectura. Se usa como una herramienta de aprendizaje. Para ello, ‘Kumpa’ aplica conceptos de ‘gamificación’, relación de formas, imágenes y sonidos. A su vez, estimula todos los canales multisensoriales para evitar que los niños no se dispersen.
Por medio de dispositivos electrónicos, se logra que los niños enfoquen toda su atención en la dinámica del juego y, de esta forma, aprendan y se incentive la lectura.
El videojuego en 3D le permite al jugador interactuar con cuatro jugadores al mismo tiempo. De esta forma se trabaja en las relaciones personales de los jugadores.
“Sabemos que incluir medios digitales en actividades esenciales como el aprendizaje sirve como incentivo para adaptar a los niños, en este caso, a un entorno social digital” aseguró Kevin Vélez, diseñador de medios interactivos de Icesi.
Fuente: http://www.enter.co/especiales/videojuegos/kumpa-un-videojuego-para-ninos-con-discapacidad-intelectual/
Con 95 votos a favor avanzó el proyecto de ley que pretende incrementar y mejorar la cobertura y calidad educativa.
El préstamo por 150 millones de dólares lo gestiona el Gobierno con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y será ejecutado por el Ministerio de Educación.
El presupuesto global del préstamo contempla la habilitación y remozamiento de centros escolares por US$88 millones 810 mil 600; mejoras de calidad de la enseñanza por 54 millones 524 mil 35 dólares; y US$6 millones 665 mil 365 para gastos administrativos, de supervisión y evaluación.
«Esta legislatura está haciendo historia» indica el diputado Marcos Yax, quien señala que la educación podría evita la migración de los guatemaltecos hacia los Estados Unidos.
La diputada Patricia Sandoval razonó su voto a favor del préstamo e instó al Congreso a seguir invirtiendo en Educación e hizo un llamado al Gobierno de Guatemala para que sepa administrar los debidos recursos. Ninguna sociedad se ha quedado pobre por invertir en educación».
Por su parte la diputada Nineth Montenegro indicó que tanto ella como la bancada de Encuentro por Guatemala apoyaron el préstamo luego de todos los esfuerzos y cambios realizados por el Ministerio de Finanzas, quien estableció las dos direcciones que ejecutarán el presupuesto.
Fuente: https://www.publinews.gt/gt/noticias/2018/04/10/congreso-aprueba-en-tercer-debate-prestamos-de-150-millones-de-dolares-para-educacion.html