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El estatus del docente: un análisis global

Por: Paulette Delgado

¿Cuál es la posición de los docentes ante la sociedad? El Índice Del Estado Mundial Del Profesorado 2018 busca resolver estas preguntas.

¿Cómo es el respeto a los maestros en relación a otras profesiones? ¿Cuál es la posición social de los docentes? ¿Los profesores quieren que sus hijos se dediquen a la docencia? ¿Cuántas horas crees que trabajan los docentes a la semana? ¿Y cuánto se les debe pagar? Por segunda ocasión, la Fundación Varkey se dio a la tarea de resolver estas preguntas en su Índice Del Estado Mundial Del Profesorado 2018 (GTSI por sus siglas en inglés). La primera edición fue en 2013 donde se estudió a 21 países como China, Estados Unidos, Egipto, Brasil, España y otros. El nuevo GTSI agregó 14 países: Hungría, Ghana, Uganda, Argentina, Perú, Colombia, Chile, Panamá, India, Rusia, Malasia, Indonesia y Canadá.

De acuerdo con el índice, los diez países donde se respeta más al profesor son (de mayor a menor respeto):

  1. China

  2. Malasia

  3. Taiwán

  4. Rusia

  5. Indonesia

  6. Corea del Sur

  7. Turquía

  8. India

  9. Nueva Zelanda

  10. Singapur

Y los diez países donde menos se respeta la profesión docente (de menor respeto hacia mayor):

  1. Brasil

  2. Israel

  3. Italia

  4. Ghana

  5. Argentina

  6. República Checa

  7. Hungría

  8. Uganda

  9. España

  10. Colombia

Debido a que el respeto hacia la profesión docente  tiene muchas dimensiones, el estudio decidió enfocarse en cuatro puntos:

  1. Analizar la aspiración de ser educador

  2. Descubrir el estatus de los maestros de primaria y secundaria, así como los directores, en comparación a otras profesiones

  3. Comprender el contexto del estado social del profesor según su país

  4. Conocer el nivel de respeto que les tienen los alumnos

Una de las preguntas que incluía el índice era qué tanto respeto tiene un educador en comparación a otras profesiones, como por ejemplo, médicos, enfermeros, bibliotecarios, policías, abogados, contadores, entre otros. De acuerdo con el GTSI, estas profesiones se incluyeron en el conjunto de respuestas a elegir ya que requieren el mismo nivel de estudios (o equivalente) y porque son profesiones que podrían diferir si se desempeñan en un sector privado o público.

En promedio, de todas las otras ocupaciones, la sociedad calificó a los profesores de primaria en sexto lugar, siendo el 14 la profesión más alta. Los profesores de secundaria se encuentran  en séptimo lugar y los directores en octavo. En el 94 % de los países, los directores son más respetados que los educadores y en un 91 % los educadores de secundaria son más respetados que los de primaria.

La clasificación de los maestros

Es difícil determinar el verdadero valor de los docentes por país de manera cualitativa, especialmente al compararlos contra otras profesiones. Para resolver este problema, el índice decidió preguntar cómo las personas perciben el trabajo del educador al relacionarlo con un trabajador social, enfermero, bibliotecario, alguien con un puesto en el gobierno local o con un médico. La siguiente tabla ejemplifica algunos resultados:

 

Gráfica por el Observatorio

Gráfica por el Observatorio

El propósito detrás de esta comparación es conocer cómo ve la sociedad de cada país al maestro y cómo se ven ellos mismos. Por ejemplo, China y Malasia son de los países donde se respeta más al docente, lo que se refleja al considerarlos en el mismo nivel que un doctor. Esos dos países y Rusia fueron los únicos que contestaron “médico”. El 51 % de los países analizados, el público considera al educador como un “trabajador social” pero solo un 34 % de los docentes se ve a sí mismo de esa manera. Al contrario, un 43 % de los profesores se comparan con un enfermero y solo el 11 % de la opinión pública está de acuerdo.

Esta relación también ayuda a clasificar la manera en que se cree que se debería de pagar a los educadores. En otra sección del estudio, el público ve al médico con mucho respeto y se espera que tengan muy buen salario. En el caso de los trabajadores sociales, se ve como la profesión con menos respeto y menos ganancias, por lo que se entiende por qué, en países como Argentina, el maestro percibe que gana poco.

El respeto que le tiene la sociedad vs. el que se tienen los docentes

Cuando es el turno de los profesores de calificar el respeto hacia su profesión en comparación a la opinión de la sociedad, se pueden apreciar grandes diferencias. En 14 países, los docentes clasifican a los directores de las escuelas más alto que el público en general, especialmente en Corea, Singapur y Alemania. El caso de China es interesante porque es uno de los países donde más se respeta la profesión del maestro, pero no es recíproco el respeto del profesor hacia su superior. Por otra parte, países como Perú sucede lo contrario.

En comparación a los directores escolares, los profesores le tienen menos respeto a aquellos en secundaria que el público en general, especialmente en países como Argentina, Brasil o Portugal donde ya eran poco valorados. Al igual que en el caso de los directores, los maestros tienen menos respeto por los de primaria que el público en general. El peor caso es el de Panamá, donde la manera de ver a sus compañeros es muchísimo peor, seguido por el Reino Unido y Hungría.

Futuros docentes

El índice Del Estado Mundial Del Profesorado también se enfocó en descubrir si la enseñanza es una profesión a la que le gustaría que sus hijos se dedicaran. Se les pidió a los participantes describir si definitivamente no los alentaría, probablemente no los alentarán, tal vez los alentarán, probablemente los alentarán o definitivamente los alentarán.

Como era de esperarse, los países con un mayor nivel de respeto por los educadores, como China y Malasia, más de la mitad respondieron que sí alentarán a sus hijos a seguir la profesión docente. En el caso de Brasil e Israel, el 20 % o menos desea que sus hijos se desempeñen en esa profesión. Un caso particular es el de Rusia, donde se tiene mucho respeto al profesor pero fue el país donde la mayoría de los encuestados dijeron que menos quisieran que sus hijos sean maestros, incluso menos que en Brasil.

Otro caso interesante es el de España, uno de los diez países donde menos se respeta al educador, pero a esta pregunta en particular el 80 % respondieron que definitivamente alentarán a sus hijos a ser profesores, lo que demuestra que en varios países existe una disociación entre el respeto, el salario y si un padre alentaría a su hija a ingresar a la profesión.

El respeto de los alumnos hacia los maestros

No se puede hablar del respeto al maestro sin hablar de los alumnos. En este tema, el estudio decidió preguntar si el público cree que los alumnos respetan a sus docentes. El caso más curioso es el de Uganda, ya que es uno de los diez países donde menos se respeta al educador. Incluso, en el apartado sobre la opinión de los profesores sobre su profesión, salieron en el penúltimo lugar de los 35 países estudiados en cuanto a resultados de profesores de primaria. Sin embargo, al evaluar el respeto de los alumnos hacia los mismos educadores, quedó en el segundo lugar. En general, alrededor de la mitad de los encuestados dijo estar de acuerdo o muy de acuerdo que los maestros son respetados por sus alumnos.

Sueldo y horario laboral

Nota . Recuperado del Índice Del Estado Mundial Del Profesorado, de Dolton, P., Marcenaro, O., De Vries, R., & She, P.-W. N.,, (2018). Copyright por The Varkey Foundation, 2018. Recuperado de https://www.varkeyfoundation.org/media/4867/gts-index-13-11-2018.pdf

Nota. Recuperado del Índice Del Estado Mundial Del Profesorado, de Dolton, P., Marcenaro, O., De Vries, R., & She, P.-W. N.,, (2018). Copyright por The Varkey Foundation, 2018. Recuperado de https://www.varkeyfoundation.org/media/4867/gts-index-13-11-2018.pdf

La remuneración económica de una profesión a menudo se toma como una medida indirecta de la posición o el estatus social. El GTSI abordó este tema desde tres perspectivas: lo que el público cree que ganan los educadores (salario real estimado), si creían que era un salario  justo (salario justo percibido) y el salario real por país (salario real).

La gráfica del lado derecho ejemplifica esas respuestas por país. Aquí se puede ver que los salarios más altos son Suiza y Alemania y los más pobres aquellos en América Latina y África. En casos como Brasil, Argentina y Colombia, es interesante notar cómo el público asume que el salario justo es mucho más alto de lo que es realmente.

Al comparar el salario real estimado y el justo percibido, se muestra que el salario estimado es mucho menor en casi todos los países. Esto significa que la sociedad piensa que los docentes deberían ganar más de lo que realmente perciben, especialmente en países de África y Sudamérica donde el público cree que el salario justo es entre 40 % y 60 % más alto de lo que reciben actualmente. En el caso de Estados Unidos y Reino Unido, las personas piensan que el pago justo implicaría un aumento del salario de los maestros del  16 % en los Estados Unidos y 23 % en el Reino Unido.

Analizando el salario real y el percibido como salario real, en 28 de los 35 países, se cree que el primero es más bajo de lo que considera el público como justo, especialmente en el caso de Rusia, China, Uganda y Ghana donde hay diferencias de un 40 % y 60 %. Curiosamente, en el caso de Suiza, Alemania y Singapur ocurre lo contrario y se cree que el salario justo es mucho menor que el actual.

Pago relacionado con el rendimiento (PRR) y el horario laboral

Aunque se ha establecido que entre más alto el salario, mejor resultado tienen los alumnos, la paga de los educadores es uno de los temas más discutidos entre académicos y políticos.. Una de las publicaciones que menciona el índice es “Getting Beneath the Veil of Effective Schools: Evidence from New York City”, de Fryer et al.,  el cual describe cómo el desempeño de los alumnos mejora significativamente cuando hay un proceso de “aversión a la pérdida”. Ese proceso se basa en pagar a los docentes un bono al comienzo del año que deben devolver si al final del año el desempeño de sus estudiantes no fue bueno.

Por otro lado, el índice preguntó al público si consideraban que era una buena idea que los profesores reciban un bono dependiendo de su desempeño o el pago relacionado con el rendimiento (PRR). Al menos el 49 % contestaron que estaban totalmente de acuerdo o estaban de acuerdo con que se les debe de pagar de acuerdo al desempeño. El país que estaba más de acuerdo fue Egipto, con un 78 % a favor. Curiosamente, los países con los mejores puntajes en la prueba PISA son los que estaban menos de acuerdo con un sistema de PRR, como Finlandia, lo que puede estar relacionado con su sistema educativo.

El estudio también trató de encontrar la relación entre el deseo de tener un PRR y el respeto a los docentes, pero no encontró nada concluyente al respecto. Esto indica que el respeto no influye sobre el deseo de la gente de establecer una forma de pago basada en el desempeño del docente.

Varkey también analizó la percepción del público sobre las horas laborales de un profesor y compararlas con el horario real, incluyendo el tiempo fuera del aula para realizar actividades como calificar y planificar las clases. En la mayoría de los países, la gente subestima las horas de trabajo real de los docentes, especialmente aquellos de los países de América del Sur, Egipto y Panamá donde la subestimación está entre 39 % y 16 %.

La percepción de los docentes

Aunque en la mayoría de los países los encuestados sienten que los maestros son cariñosos, trabajadores, influyentes, inspiradoras, inteligentes y de confianza, existen grandes diferencias entre país y país. En lugares como China y Ghana, donde los docentes son vistos como profesionales de alto estatus, un 86 % de los entrevistados calificaron de manera positiva a los profesores mientras que en Perú y Grecia, sólo un 45 % los describirían así.

En el caso de la percepción de la sociedad sobre la competencia de los docentes y su relación con el respeto a la profesión, el índice GTSI descubrió que sí hay una relación. En países como China y Ghana, la sociedad ve a los docentes como altamente competentes y a la vez, se les ve con mucho respeto. Lo contrario ocurre en países como Perú, Grecia e Israel. Por otro lado, casos como el de Holanda, Nueva Zelanda, Brasil,República Checa y Reino Unido, son excepciones ya que aunque los docentes se ven como altamente capaces, su estatus ante la sociedad es bajo.

En cuanto a la percepción de los propios educadores y el respeto así mismos, en general es mayor que la del público pero varía mucho de acuerdo al país. En Perú, India, Uganda, Indonesia, Suiza y Panamá, donde la brecha entre las opiniones de ambos es grande, los docentes se ven así mismo de manera más positiva que el público. En el caso de Portugal, Estados Unidos, Hungría, España y Francia ocurre lo contrario, los profesores ven su propio nivel peor que el del público general.

La calidad del sistema educativo

El índice también investigó la percepción del sistema educativo de cada país sin involucrar a los educadores. El índice, donde 10 es la calificación más alta y 1 la más baja, el promedio de todos los países fue de 5.9. Los únicos países por debajo de 5 fueron Egipto, Brasil, Perú, Turquía, Hungría, Grecia y Panamá.

Al comparar esta clasificación  con el puntaje PISA de cada país, como era de esperarse, Finlandia, Suiza y Singapur, obtuvieron los mejores  puntajes al ser percibidos como buenos sistemas educativos por el público. En el caso de Egipto, Brasil, Perú y Turquía, que tienen un puntaje bajo, la percepción de la gente sobre su sistema educativo es mala.

La relación entre la paga del maestro, el estatus y la puntuación PISA

Al igual que Fryer, Dolton y Marcenaro, publicaron un artículo donde se estudia la probabilidad de  que la calidad del docente sea mayor si se le paga en relación a los resultados académicos de los estudiantes. El informe demuestra que existe un vínculo claro entre el respeto y el salario percibido: entre más alto sea el estatus, más va a ganar el profesionista. Y como se mencionó al inicio del artículo, en muchos países, la percepción sobre la remuneración que reciben los educadores es calificada de modesta en comparación a otros oficios. Pero la realidad es que cada país decide cuánto pagarle a los educadores y este salario no se ve afectado por el estatus que la profesión tenga ante el público.

Esto se debe a que cada país maneja la remuneración mediante la riqueza del país, el poder de negociación del gobierno frente a lo profesores, la percepción sobre la importancia de la profesión docente, y entre muchos otros factores. Esto significa que, aunque haya una mayor remuneración puede que mejore el respeto, pero no al revés, si aumenta el estatus de los profesores ante la sociedad, esto no significa que el gobierno les vaya a otorgar mejores salarios.

Aunado a esto, el índice demostró un posible vínculo entre el respeto al maestro y el rendimiento del alumno y cómo se ve afectado cuando se controla el salario de los educadores. Un aumento en el estatus del profesor y una mejor remuneración puede afectar positivamente en el rendimiento del aula.

Conclusiones

En conclusión, el índice demuestra que los directores de instituciones educativas suelen ser percibidos con un mejor estatus que los docentes. También se comprueba que el respeto y el salario de un maestro no siempre están relacionados. Varkey señala que, en general, los maestros no son remunerados de manera justa ni de acuerdo a lo que el público cree que se les debería de pagar, además de que la sociedad subestima la duración real de la jornada laboral de los profesores. Además, los factores culturales juegan un papel importante en el la percepción de la profesión docente. Países como China, Rusia y Malasia, ven al educador al mismo nivel que un médico, mientras que en Argentina y Perú, su nivel es similar al de un trabajador social.

El Índice Del Estado Mundial Del Profesorado 2018 también demostró que existe una fuerte relación entre el salario de los maestros y los  resultados en la prueba PISA. Aunado a eso, existe una relación, aunque más débil, entre el índice GTSI y los resultados de las pruebas PISA, más cuando se considera el efecto que tienen  la remuneración del maestro y su estatus con los resultados académicos de los alumnos. El índice concluye recalcando la importancia para los gobiernos del mundo el considerar el estatus de los docentes ya que puede contribuir directamente a mejorar el rendimiento de los alumnos. Si la carrera docente es respetada, habrá más personas interesadas en dedicarse a esta profesión, mejorando el rendimiento académico de los alumnos. Esto representa un reto muy grande para los diez países que calificaron con menor respeto a la profesión docente.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/estatus-docencia-analisis-global

Imagen: Hans Braxmeier en Pixabay

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Matemática, asignatura pendiente del sistema educativo guatemalteco

América Central/Guatemala/01-12-2019/Autor(a) y Fuente: www.prensa-latina.cu

De 157 mil 318 estudiantes guatemaltecos egresados del Sistema Educativo Nacional, solo el 13,56 por ciento obtuvo calificaciones de excelente y satisfactorio en Matemática, se informó hoy aquí.
Los datos corresponden a la Evaluación obligatoria de Graduandos 2019 del Ministerio de Educación (Mineduc), la cual refleja que si bien es un logro comparado con el 11,44 por ciento de 2018, todavía falta mucho para que esta asignatura deje de ser una piedra en el zapato de los alumnos.

Dentro del total mencionado, un 33,22 por ciento Debe Mejorar y otro 54,21 por ciento clasificó como Insatisfactorio, resultados que dan una idea de los retos en cuanto a calidad educativa.

En el caso de Lectura, las estadísticas arrojan un logro de 37,03 por ciento en comparación con el 34,81 de un año atrás; sin embargo, 28,91 por ciento Debe Mejorar y 34,06 por ciento no aprobó la evaluación.

La evaluación registró avances en departamentos como San Marcos, Huehuetenango, Suchitepéquez y Chimaltenango en el caso del área de Matemática, pero otros como Baja Verapaz y El Progreso tuvieron retroceso.

Izabal, Jalapa, Jutiapa, Retalhuleu, Suchitepéquez y Totonicapán tampoco registraron avances en el caso de Lectura, de acuerdo con el Mineduc.

A juicio de Alan Palala, coordinador de la Unidad de Divulgación de Resultados de Evaluación Educativa, es importante hacer uso de estos datos para tomar decisiones tanto a nivel de escuela y director como de Ministerio.

Además del nivel de desempeño, este año se registró la carrera que los alumnos cursaron, plan de estudios, idioma materno, área de residencia y grados repetidos, entre otros aspectos de interés.

De acuerdo con la base publicada, el 67 por ciento tenía 18 años o menos cuando realizó la evaluación; 26,64 por ciento se autoidentificó como maya y un 70,77 como no indígena, mientras que el otro 2,9 por ciento está distribuido entre garífuna, xinka y extranjero.

Un 91,51 por ciento indicó que su idioma materno era español; el 88,72 por ciento realizó sus estudios en el área urbana y solo el 11,28 por ciento correspondió a zonas rurales.

Asimismo, 73,36 por ciento se acogió a un plan regular o diario, el 24,47 por ciento lo hizo los fines de semana y 2,16 por ciento a distancia.

Las pruebas incluyeron las ramas de bachillerato, perito contador, magisterio y secretariado.

Un mayoritario 73 por ciento incluyó el sector privado, 21 por ciento el público, 4 por ciento cooperativa y 2 por ciento municipal, según la clasificación del Mineduc.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=324746&SEO=matematica-asignatura-pendiente-del-sistema-educativo-guatemalteco
Imagen: Gerd Altmann en Pixabay
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Antonio Romano: “La calidad educativa no tiene que ver con la repetición”. Uruguay

Redacción: La Diaria

Análisis de los reglamentos de educación media propone eliminar la repetición automática y promover instrumentos de evaluación distintos al examen.

Técnicos de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) terminaron de hacer una revisión de los reglamentos de evaluación de educación media básica y elaboraron un documento, aprobado por el Consejo Directivo Central (Codicen), en el que se propone eliminar la repetición automática (cuando el estudiante tiene seis o más materias bajas) y dejar en manos del colectivo docente la decisión de la promoción o no del estudiante. Antonio Romano, director de Planificación Educativa del Codicen, que ha liderado el proceso de revisión en conjunto con la División de Investigación, Evaluación y Estadística del Codicen y con representantes de los consejos de Secundaria y UTU, asegura que en los reglamentos de evaluación y pasaje de grado “es donde se condensa todo lo duro de un sistema que dificulta las transformaciones curriculares efectivas”, y que por eso los Repag, como se los conoce en la jerga, son más importantes que los planes de estudio. “Tenemos un sistema muy duro, que históricamente ha sido duro en las propuestas de primera oportunidad, y flexibilizamos en las propuestas de segunda oportunidad”, concluye. Propone, en cambio, flexibilizar las propuestas de primera oportunidad y evaluar qué sucede, lo que, adelanta, implica “discutir el modelo de organización de enseñanza media”. Esto supone instrumentar propuestas de acompañamiento docente a los estudiantes, o el trabajo entre docentes por dominios de conocimiento.

El cambio, insiste, busca que el sistema educativo garantice que un estudiante “pueda aprender el máximo de sus posibilidades” mientras cursa la educación obligatoria, algo que hoy no hace.

En el documento aprobado por el Codicen mencionan que los dos reglamentos de evaluación y pasaje de grado que concentran a los dos tercios de los estudiantes de ciclo básico “son los que tienen regímenes de evaluación más rígidos”, conocidos como de repetición automática, lo que significa que si un estudiante tiene la mitad o más de las asignaturas bajas o si supera determinado número de faltas tiene que repetir el año.

Lo de las faltas hoy está flexibilizado, y ese sería el camino; si bien se establece un límite, no es un límite inflexible, sino que los docentes pueden, atendiendo a la situación particular del estudiante, proponer la promoción. No ocurre lo mismo con las asignaturas: cuando tienen más de seis asignaturas bajas se aplica la repetición, por eso es automática. Incluso porque los promedios tienen que estar antes y el día de la reunión el docente no puede cambiar la calificación, no puede intercambiar con los otros, lo cual es un contrasentido, porque se supone que hay una reunión de profesores en la que tendrían que poder discutir qué es lo mejor para la trayectoria de un estudiante, y sin embargo lo que se plantea es cantar el promedio de ese estudiante sin saber lo que los otros docentes evaluaron, algo que incluso podría hacer un programa informático. La libreta digital ya permite hacer eso, pero se caería el sentido de la reunión planteada en esos términos. Y es que el sentido de la reunión en el fondo nunca es ese, el espíritu es que los docentes puedan discutir qué consideran que es lo más adecuado para el estudiante; lo que pasa es que entra en contradicción esta idea de privilegiar la evaluación que hacen los docentes frente al establecimiento de reglas objetivas que permiten definir, más allá de la voluntad de cada uno de los docentes, cuál es la situación de los estudiantes, si pasa o no pasa. Hay una contradicción entre una lógica que atiende a la trayectoria del estudiante y hace consideraciones de orden pedagógico y no cuantitativos, y, por otro lado, un criterio objetivo por el que la intervención de los docentes no influye en la definición final que se toma sobre el resultado de la promoción o repetición de un estudiante; son lógicas distintas, que coexisten actualmente y que en realidad lo que estamos proponiendo es que se ponga el acento en una de ellas, la que se centra en que sea el colectivo docente el que resuelva, en lugar de ser producto de algo que va más allá de la voluntad de los actores docentes que participan en esa reunión. Eso contraviene el espíritu de la reunión, que se vuelve puramente administrativa.

En el documento mencionan que no es bueno establecer normas fijas para todas las situaciones, en particular sobre la repetición. ¿Por qué?

La repetición no es indiferente desde el punto de vista de la continuidad educativa, que es lo que se plantea la educación obligatoria. Un acontecimiento como la repetición puede significar un obstáculo a esa continuidad. Se hace repetir a un estudiante porque se considera que desde el punto de vista pedagógico es lo mejor; sin embargo, desde el punto de vista pedagógico se sabe que una repetición puede tener efectos posteriores o inmediatos que puedan acentuar el proceso de desvinculación de un estudiante. El hecho de que se deje librado simplemente a un mecanismo impersonal no permite evaluar adecuadamente cuál es el efecto para la trayectoria de un estudiante, cuando se supone que si un estudiante continúa en el sistema educativo puede continuar aprendiendo. Sí tenemos claro que si el estudiante se desvincula, dentro del ámbito educativo no va a poder aprender; podrá aprender por otras vías distintas, fuera de la institución o por mecanismos informales. Entonces, si lo que tenemos previsto como sociedad para nuestros estudiantes, desde los cuatro años a los 17, es el sistema educativo como el lugar donde deben estar, y los mecanismos que establecemos para regular su pasaje por la institución, lejos de contribuir a que se pueda potenciar esa trayectoria, la debilitan, debiera ponerse en discusión el sentido de esa decisión.

El primer argumento que surge, incluso por parte de muchos docentes, es que flexibilizar el pasaje de grado afecta la calidad educativa: el argumento del “facilismo”.

La calidad educativa no tiene que ver con la repetición; ahí hay un error. La repetición es un mecanismo mediante el cual se regula el tránsito de un estudiante en función de una evaluación que define cuáles son los aprendizajes que en determinado grado alcanzó: el docente define que si no alcanzó determinados aprendizajes no debe pasar al grado siguiente; es un mecanismo que regula la transición. Ahora bien, un estudiante que transita dentro de un sistema organizado sobre el principio de que tiene que saber ciertas cosas para poder pasar al grado siguiente y que, si no las sabe, debe aprenderlas y por lo tanto repite, es una manera de estructurar el sistema. Hay otra, que consiste en que en cada edad un estudiante debe estar con su grupo etario correspondiente y el sistema educativo debe tratar de mantener a los estudiantes en una cohorte etaria, porque se considera que los aprendizajes están vinculados con esa diversidad característica inherente a la condición humana de que, por experiencias personales, por trayectorias, por capacidades individuales, siempre hay diversidad en todo grupo humano, y eso no implica un problema desde el punto de vista de que un estudiante no pueda aprender más o menos con ese grupo. Nunca un grupo es homogéneo: se agrupa una enorme cantidad de singularidades. El tema es que el sistema crea una ficción de que porque se le enseñó determinadas cosas, que se supone que sabe, ese grupo es homogéneo, cuando no lo es, nunca lo es. Entonces si el grupo no es homogéneo, ¿efectivamente se puede decir que porque sepa más o menos matemática un estudiante no pueda pasar al grado siguiente? No hay nada que demuestre esto. Es una ficción que construyó el sistema.

Un docente de matemática puede decir que sin determinados conocimientos un estudiante no puede aprender otros el año siguiente…

El sistema está estructurado así, y en parte es verdad que para poder aprender niveles de complejidad mayor tenés que tener otros conocimientos o habilidades, pero eso no significa que no pueda aprender. Lo que estamos intentando plantear es, y por eso esto es un cambio de modelo, la idea de que si vos tenés una educación obligatoria de los cuatro a los 17 años, la prioridad de un sistema educativo es que en ese período de tiempo garantices que un estudiante pueda aprender el máximo de sus posibilidades. Hoy, por cómo está organizado el sistema, esto no lo asegura, y tenés estudiantes que salen antes de los 17. Eso debe ser lo prioritario. El docente va a tener que definir otro tipo de estrategias para enseñarles, probablemente, con distintos niveles de aprendizaje de la matemática, la lectura o la biología.

Romper con el grado…

¡Claro! Esta es la lógica, porque la ley lo establece. Entonces, si la ley lo establece el argumento no es “yo, como docente, para poder enseñarle bien tengo que presuponer que él sabe tal cosa”. No, vos como docente de un sistema educativo que tiene que garantizar que ese estudiante pueda desarrollar su escolaridad y llegar a los máximos aprendizajes, tenés que preguntarte qué es lo que podés hacer en el momento de trabajar con ese estudiante. Cambia el sentido si lo centrás en uno o en otro. Este es el cambio que nos está costando, y es lógico, porque supone otros arreglos institucionales, probablemente suponga menos cantidad de estudiantes por clase; no hay duda. Pero la lógica de estructuración del curso tiene que ser distinta, como pasa, por ejemplo, en una escuela rural. Si mirás los indicadores de repetición de las escuelas públicas uruguayas en el monitor de primaria, la escuela que tiene menores índices de repetición es la escuela rural, y es la que tiene mayor diversidad de estudiantes en su aula, de primer año hasta sexto. Tenés una contraevidencia empírica en el propio sistema.

En esos casos los docentes saben que tienen que trabajar con formato multigrado.

Entonces, ¿el problema es que estén en niveles de aprendizaje distinto, o son las estrategias que utilizan los docentes para trabajar con alumnos que se supone que aprendieron cosas distintas? Cuando un docente está acostumbrado a trabajar en una lógica, en realidad eso no es un problema, y el sistema debería caminar hacia ahí. Entonces la discusión sobre la repetición no es si repiten sí o no, sino cuál es el modelo sobre el que se organiza la transición de un estudiante a lo largo de toda su escolaridad. Esta es la discusión de fondo.

¿Este cambio busca evitar la desvinculación?

Te lo diría en términos positivos: lo que busca es tratar de asegurar que un estudiante, de los cuatro años hasta los 17, que tiene su ciclo de escolaridad obligatoria, pueda aprender el máximo posible de acuerdo con sus capacidades. Esto es lo que tiene que garantizar el sistema educativo, no si sabe polinomios, la tabla del 2 o el teorema de Pitágoras, que son cosas que los docentes tienen que enseñar y que tienen que ser exigentes, no me cabe duda; ahora, lo importante es el desarrollo de las capacidades de estos estudiantes, y que puedan aprender a leer, a escribir y a razonar con un grado de complejidad cada vez mayor de acuerdo con la edad en la que están y de acuerdo con sus posibilidades. Esto supone un cambio importante en este sentido. Por eso, la discusión de los Repag, sobre la repetición, para nosotros es importante porque instala una discusión sobre la organización del sistema educativo, sobre la forma en que transita un estudiante y sobre lo que el sistema debe garantizar a un estudiante durante su ciclo escolar. Esto incluye a lo que se llama educación especial: no debería existir la educación especial en el sentido de una educación diferenciada para los alumnos de acuerdo con su capacidad. Esto no quiere decir que el docente no necesite apoyos para algunas situaciones en las que ese aprendizaje se vuelve más complejo, sin duda. Ahora, ¿cuál es el límite entre la normalidad y lo no normal?

El cambio de lógica de que cada quien pueda avanzar hasta sus posibilidades abandona también la idea de que la educación media es un preparatorio para la universidad.

Claro, porque la educación obligatoria no es preparatoria, aunque sí debe garantizar la continuidad educativa. Y una de las cosas que estuvimos conversando en el acuerdo que tenemos entre ANEP y la Universidad de la República fue precisamente esto. Tenemos un ciclo de educación obligatoria; la Universidad debe entender que la ANEP tiene esta responsabilidad en términos políticos, y que la Universidad debe acompañar para pensar cómo esta educación obligatoria garantiza la continuidad posterior, no reclamándole que se formen de tal o cual manera, sino acordando con la ANEP de qué manera logramos que se complete la escolaridad y al mismo tiempo se garantice la continuidad. La ANEP está dispuesta a colaborar en este punto. Pero hasta ahora el bachillerato de secundaria ha sido básicamente preuniversitario.

Estructura en base a dominios

Volviendo al documento, ¿se plantea eliminar la repetición automática?

Se plantean dos cosas. Primero, que hay una circular de Secundaria (la 3384) que establece que lo que un estudiante logró no lo pierde, que las materias que aprobó no las tiene que repetir. Un estudio que está haciendo el Consejo de Educación Secundaria, que compara estudiantes de liceos que aplicaron esta normativa y de los que no la aplican, demuestra que tienen mayor continuidad estudiantes de los liceos que se ampararon en esta normativa que los que aplicaron el régimen de repetición automática. En segundo lugar, la decisión de si el estudiante continúa o no la pueda definir el colectivo docente. Esto es a lo que estamos apostando. También es cierto que el colectivo debe plantear en qué condiciones debe hacerlo, y la institución debe procurar los apoyos necesarios para que ese estudiante pueda continuar.

¿Los nuevos reglamentos deberían plantear en base a qué criterios el colectivo docente puede tomar la definición de que el estudiante promueva?

No. Porque ahí se confía en la capacidad profesional de los docentes de poder definir, de la misma manera que lo deciden para sus asignaturas. Hay distintos mecanismos posibles. Por ejemplo, imaginemos que un estudiante tiene 12 materias o 13; entre ellas algunas componen grupos, como ciencias naturales: Biología, Física, Química y podríamos discutir si está Matemática o no… ¿Por qué no avanzar hacia una lógica en la cual debe tener seis de promedio en esas cuatro asignaturas, aunque se mantenga la asignatura? Nosotros lo definimos como dominios. Lo mismo en ciencias sociales, en lengua. El marco curricular va en esta dirección, definir dominios, que son más amplios que las asignaturas, para permitir que los profes de estas asignaturas puedan conversar qué cosas en común tienen entre sí. Capaz que debemos ir hacia una lógica, aunque se enseñe biología, de pensar: en educación media básica, ¿tiene sentido evaluar sobre biología o sobre el aprendizaje del pensamiento científico? Si importa esto, ¿por qué ponemos tanto el detalle de cómo le va en Biología, en Física o Química? Incluso podría pensarse en una evaluación conjunta de futuro.

En el documento también se habla de superar la lógica del examen y proponer otras formas de evaluación.

Claro. Pongamos un ejemplo: para un estudiante que tiene siete materias bajas, así como se puede evaluar más de una materia, por dominios, para la promoción, también se podría pensar que de esas siete materias pueda presentar un proyecto integrado de tres materias involucradas, por ejemplo, Biología, Química y Física, en lugar de tener que dar un examen de cada una de ellas, y la institución hace un acompañamiento para el armado del proyecto vinculado a estas áreas. ¿Por qué el examen tiene que ser de cada materia y no puede ser común? ¿O por qué no puede ser otra en modalidad, aunque se nombre examen, que abarque la presentación de un proyecto, un portafolio, otra modalidad de evaluación distinta que la lógica del examen? Con el examen tenemos esta paradoja. En educación media básica el examen es para cuando el estudiante no aprende. ¿Que un estudiante se vaya a examen qué presupone? Que el estudiante no aprendió lo que el docente tenía para enseñar, a pesar de que el docente supuestamente hizo todo lo posible para que aprendiera. ¿De quién es la responsabilidad cuando un docente manda a examen a un estudiante? Del estudiante y su familia. “No aprendió conmigo, entonces ahora tiene que buscar otras vías, tiene que dar el examen”. Esto desde el punto de vista pedagógico es un contrasentido, porque si no dio resultado la estrategia de trabajo en el aula simultánea con 20 o 30 estudiantes al mismo tiempo, la propia institución debería asumir que el estudiante necesita otras estrategias de acompañamiento para que aprenda, no plantearle: “Como no aprendiste de esta manera, hacete cargo vos”. Pero en bachillerato es aun más complejo y más paradójico, porque está establecido que la forma de aprobación de una materia es el examen; sin embargo, si obtiene una calificación por encima del promedio podría exonerar el examen, no la materia. ¿Por qué en educación obligatoria un estudiante tiene que exonerar el examen? Es un contrasentido. Debería exonerar la materia. ¿Por qué tiene que dar examen? Porque tiene la lógica preuniversitaria. Se supone que cuando el estudiante pase a la universidad va a tener exámenes, y tiene que aprender a dar exámenes. Es de otra universidad eso, de una universidad del pasado, hoy los estudiantes no dan exámenes, y sin embargo es más difícil aprobar un examen en educación media superior que en la universidad.

¿Actualmente están dadas las condiciones como para que existan esos acompañamientos?

Esto supone otras formas de organización del trabajo docente. Hoy hay 12 o 13 docentes para 25 o 30 estudiantes. Uno con 25 es difícil que pueda hacer un seguimiento. Pero en algunos liceos hay entre 30 y 40% de horas docentes que no se destinan a docencia directa, es un porcentaje alto: tutorías, bibliotecarios, ayudantes… El problema es que el sistema incorpora estas propuestas cuando los alumnos no funcionan en la clase. Imaginémonos de otra manera las cosas: incluso si no tuviéramos esta figura de acompañamiento, ¿qué es lo que impide que estos 12 docentes que tienen 25 o 30 estudiantes no puedan acompañar durante todo el año y hacer un seguimiento, cada docente a dos estudiantes? Que los estudiantes puedan elegir con qué docente se sienten más cómodos para ir conversando cuáles son sus dificultades. Hoy tenés al profesor consejero en secundaria, pero esta es otra lógica: que el acompañamiento debería ser parte del proceso de formación del estudiante, no pensado sólo cuando al estudiante le va mal en el aula. Con los recursos actuales podés ir hacia un escenario distinto de organización de trabajo docente que te permita atender esto. Lo que cuesta es que la idea que tiene el sistema es que el estudiante pueda funcionar en la clase, si no funciona, se necesita algún tipo de clase particular; es la clase particular pero incorporada al sistema como una prótesis cuando a un estudiante le va mal. No, pensemos que todo estudiante, en algún momento, necesita algún acompañamiento. ¿Cuánto podíamos evitar? Que un docente pueda detectar, por ejemplo, que el estudiante no está entendiendo Matemática, porque no está entendiendo lo que plantea el profe, y que esa docente pueda hablar con la profe de Matemática sobre esto. O que un estudiante está teniendo una situación particular desde el punto de vista familiar y que requiere otro tipo de atención, que está un poco perdido porque le están pasando cosas y no es que no le interese o no aprenda. Si no hay un espacio para que puedan conversar, y que el propio sistema plantee ese espacio, es muy difícil. Obviamente que va a llevar un tiempo, nos va a costar hacer esta transición hacia otra manera de trabajar.

Cuando hablás de la organización, un reclamo que surge es el del docente-taxi, que tiene que ir de una institución a otra.

Eso hay que cambiarlo. Tiene que haber un cambio, no le hemos encontrado la vuelta. Sería bueno implementar la lógica de primaria, donde eligen por tres años. Igual hay una ficción de creer que eso cambia y da mayor estabilidad a los docentes, porque por el censo sabemos que los niveles de rotación son prácticamente mínimos. Pero no es sólo poder concentrarse en un liceo, sino que a su vez el docente tenga, además de las horas de clase, horas para trabajo en el centro, coordinar con otros docentes; eso implica ir hacia una reestructuración del cargo, en la que se ponen en juego los estatutos y el presupuesto. Esa parte no es sencilla de resolver, pero es cierto que se debería ir hacia una lógica más de estimular a los docentes a que permanezcan en una institución.

¿Cómo se pasa de este documento a concretar estos cambios en la política educativa?

Nosotros esperamos que Codicen pueda aprobar alguna resolución que le encomiende a los consejos que efectivamente aborden este tema y encuentren algunas alternativas a la repetición. Simultáneamente generamos instancias de discusión de carácter pedagógico: el seminario en mayo, y ahora tenemos un coloquio el martes 4 de diciembre, para docentes en general, con la intención de mostrar experiencias alternativas a la repetición que actualmente se vienen desarrollando, con el foco en educación media.

En este período, lo que podemos decir es: más importante que los planes son los reglamentos de evaluación y pasaje de grado, que es donde se condensa todo lo duro de un sistema, que dificulta las transformaciones curriculares efectivas. Es ahí donde se plantea gran parte del núcleo duro, y lo que tenemos como aprendizaje es que actualmente tenemos un sistema muy duro, que históricamente ha sido duro en las propuestas de primera oportunidad, y flexibilizamos en las propuestas de segunda oportunidad. Lo que nosotros decimos es por qué no intentamos flexibilizar en las propuestas de primera oportunidad, evaluamos cómo nos va y a partir de ahí entramos a ver cómo hacemos para reconocer que son adolescentes, que requieren una atención individualizada, que no podemos pensar como si fueran simplemente un grupo homogéneo de estudiantes que tiene una trayectoria predefinida de antemano, que se tienen que ajustar y si no funciona, el problema lo tiene el estudiante. Eso es lo que no funciona más y tenemos que cambiar, y para hacer posible ese cambio tenemos que discutir los reglamentos de evaluación y pasaje de grado, que van más allá de la repetición. Cuando estamos planteando esta discusión es porque queremos discutir el modelo de organización de enseñanza media.

Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2019/11/antonio-romano-la-calidad-educativa-no-tiene-que-ver-con-la-repeticion/

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Entrevista a Michael Fullan: “Pagar más a los profesores no mejora su motivación”

Entrevista/28 Noviembre 2019/Autora: Ana Torres Menárguez/El país

Michael Fullan, asesor de Educación del primer ministro de Ontario durante 10 años e impulsor del cambio del modelo educativo de Canadá, critica los exámenes externos y la evaluación al profesorado

Michael Fullan (Toronto, 79 años) piensa que el actual sistema educativo aliena a los estudiantes. Se basa en un dato: a los seis años, cuando arranca el colegio, el interés de los niños por acudir a la escuela es del 99%, pero cuando llegan al instituto, con 15, ese entusiasmo se desploma hasta el 32%. Fullan, catedrático en Educación por la Universidad de Toronto, es uno de los expertos más solicitados del mundo; durante 10 años fue asesor del primer ministro de la provincia canadiense de Ontario y responsable de algunos de los grandes cambios que llevaron al país a estar entre los 10 mejores de PISA. Desde 2003, ha asesorado a los ministros de Educación del Reino Unido, Australia, Finlandia o el Estado de California (EE UU). La fórmula que defiende va contra los “pequeños parches” que usan, dice, algunos Gobiernos para contentar a su electorado. Él apuesta por reformas integrales, cambios profundos del sistema que, a priori, pueden no gustar al profesorado.

En los años en los que fue mano derecha del primer ministro de Ontario Dalton McGuinty (2003- 2013), la provincia —con 14 millones de habitantes y 4.900 escuelas e institutos— aumentó la tasa de graduación en Bachillerato del 68% al 88%. Incrementaron un 20% el presupuesto en Educación y crearon una unidad específica dentro del ministerio con 100 personas dedicadas a diseñar nuevos programas de formación del profesorado.

Esta semana está en Madrid, donde el lunes participó en una conferencia sobre políticas de innovación educativa organizada por la Institución Libre de Enseñanza, en la que presentó algunas de las conclusiones de su último libro El matiz (Morata). Es autor de más de 30 ensayos.

Pregunta. ¿Cuál es la gran carencia de la educación en los países a los que ha asesorado?

Respuesta. El principal reto que afrontan es mejorar los niveles de escritura, lectura, comprensión matemática y aumentar las tasas de acceso a la Universidad. Lo más urgente en todos ellos es reducir la brecha entre los estudiantes que obtienen buenos resultados y los que no. Otra de las urgencias es la necesidad de que los profesores trabajen conjuntamente, de que colaboren, y para ello es imprescindible entrenar a los directores de centro para que consigan hacerles ver que es beneficioso para el aprendizaje, tanto de ellos como de los alumnos. Es grave la falta de programas ambiciosos de formación del profesorado. No importa cuál sea el punto de partida del país, si quiere mejorar tiene que empezar por modificar la profesión docente.

P. Usted critica a los países que evalúan al profesorado y ligan los resultados académicos a los salarios. ¿Cuál es la fórmula para motivar a los docentes?

R. Cuanto mayor es la sensación de urgencia por modificar un sistema, mayor es la ansiedad y peor la solución. Por ejemplo, Estados Unidos ha estado en un constante estado de urgencia durante tres décadas, desde que en 1983 un informe alertara de que la educación era el camino para ser un país competitivo. Desde entonces, la rendición de cuentas por parte de los centros educativos y los exámenes externos (que diseñan cada uno de los Estados) han debilitado la eficacia de los profesores. A primera vista, ese tipo de medidas pueden ser atractivas e interesar de forma superficial al público. Pero lo que se esconde detrás es una fórmula para asegurarse de que las personas que están abajo actuarán de acuerdo a las directrices impuestas desde arriba. En nuestras investigaciones hemos comprobado que cuando se invierte en formación del profesorado, la mayoría de ellos se involucran más en el proyecto de centro. La presión extrema sin capacidades y aptitudes equivale a una actuación disfuncional.

P. Ese control del profesorado conlleva unos niveles de presión que pueden conducir al sistema por la vía equivocada. ¿Hay más opciones de que se haga trampa?

R. Hay un caso del que hablo en mi libro La dirección escolar que resulta ilustrativo. Fue en el Estado de Atlanta en el año 2009. Una superintendente responsable de una red de colegios públicos fue juzgada y condenada a prisión junto a otros cuatro educadores después de que se demostrara que durante años animaron a los profesores a alcanzar unos resultados determinados a toda costa. Se demostró que habían hecho trampa; los resultados estaban ligados a mejoras en su salario. Lo que comienza a pequeña escala se puede convertir en un problema sistémico, en una cultura de la trampa. Además, pagar más a los profesores no mejora su motivación.

Según diferentes investigaciones, en casi todos los empleos, si pagas a los trabajadores de forma individual para optimizar resultados, puede que en el corto plazo compitan con los demás y mejoren. Pero siempre falla. Se llama motivación extrínseca. En cambio, si les pagas suficiente dinero, salarios razonables, consigues que ese no sea el tema de conversación, su máxima preocupación. La clave es la llamada motivación intrínseca, hacer algo que tenga impacto global, trabajar con compañeros que no peleen por ganar ellos solos, y tener un buen jefe. Eso es lo que te da ganas de ir al trabajo cada día.

P. Sobre los exámenes externos que muchos países como Estados Unidos emplean, ¿por qué cree que son contraproducentes?

R. El problema no es la prueba en sí, sino la forma en la que es usada. Si lo usas para pagar mejor a los profesores, los incentivos son erróneos, no será efectivo. La cultura del teaching to the test (en español, centrar la enseñanza en los exámenes) de Estados Unidos lo que consigue es expulsar a muchos alumnos del sistema. La brecha entre los que continúan los estudios y los que no está aumentando, y los que se quedan fuera son en su mayoría los que tienen menos recursos económicos, los alumnos de entornos desfavorecidos. A estos, los exámenes no les motivan y no tienen los recursos para preparar esas pruebas en horario extraescolar.

Por otra parte, en diferentes investigaciones hemos encontrado que los estudiantes que solían hacerlo mejor están sufriendo cada vez mayores niveles de ansiedad. Competir por las notas les expulsa del aprendizaje. En países como Singapur, Corea y China, donde los alumnos están más ansiosos, han aumentado los suicidios. El modelo al que se está virando es el de las competencias, contenidos que se ajustan más a los retos que te plantea la vida, que, obviamente no es un examen continuo. Tener sensibilidad por temas como el cambio climático es ahora más importante que sacar o no buenas notas. Queremos formar ciudadanos con conciencia social.

P. De las reformas que aprobaron en Ontario, ¿cuál fue la más complicada?

R. Primero, decidimos incrementar un 20% el presupuesto en Educación, que es muy relevante o poco común en otros países. Desde el primer momento tuvimos claro que la prioridad era la mejora de la profesión docente, de sus competencias. Había que tomar una decisión: o destinábamos el dinero a las universidades y la reforma del grado de magisterio, o lo destinábamos a las escuelas y la formación del profesorado ya contratado. Escogimos la segunda. Las universidades no siempre lo hacen bien.

P. ¿Por qué es tan importante que los docentes trabajen conjuntamente para cambiar el sistema?

R. Antes de dedicarme a asesorar a los Gobiernos era investigador. Uno de mis trabajos mostró que cuando los profesores están en el aula solos no lo hacen tan bien como cuando colaboran. Es un fallo histórico de la profesión, el aislamiento en el aula. La mentalidad es la de ‘estoy solo en mi clase y no quiero que nadie me moleste’. Eso conlleva una limitación; solo aprenderá nuevos contenidos que estén a su alcance, se pierde la riqueza de los descubrimientos de sus colegas. Si el Gobierno impone el trabajo colaborativo entre docentes, por ejemplo, compartir un aula, no funcionará. La estrategia para el cambio tiene que ser sofisticada. Los buenos resultados llegan cuando los directores promueven esa colaboración. El modelo vertical no funciona. Los países que han intentado imponer nuevas reglas han fracasado. Desde que PISA empezó a medir los resultados internacionales en el año 2000, la mayoría de los países siguen estancados en los mismos resultados. Es una consecuencia directa de las malas políticas educativas.

DIRECTORES QUE NO CONTROLAN AL PROFESORADO

Cuando un país se acerca a Michael Fullan en busca de soluciones, él plantea el concepto de capital social. Se trata de invertir en la formación de los directores de escuela como figura clave para el cambio de paradigma en los centros.

“El modelo autoritario en el que los directores supervisan el trabajo y dan órdenes no funciona. Los profesores se sienten autónomos y quieren que se cuente con ellos al tomar decisiones. Para eso hace falta que el director entienda cuál es su rol: encontrar fórmulas de innovación fuera del colegio. Para eso tiene que hacer contactos con miembros de la comunidad, con expertos en ámbitos específicos que le acerquen a nuevos conocimientos y con otros colegios que le muestren sus nuevas pedagogías”, expone el experto.

El capital social es la calidad y la cantidad de interacciones entre los miembros de un centro, y de ello depende el acceso de los profesores a nuevos conocimientos. “Cuando los directores dedican tiempo a establecer contacto con la comunidad, buscando fuentes de ideas fuera del centro, la calidad de la enseñanza mejora. Al contrario, los directores que dedican más tiempo a controlar a los docentes, no producen ningún efecto en el rendimiento de los alumnos”. La dirección escolar es el segundo factor más importante, tras el profesor, en el aprendizaje de los alumnos, según varios informes.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/11/25/actualidad/1574713064_174839.html

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En defensa de la libertad educativa

Por: Jesús Rogero

El sistema educativo debe promover la libertad educativa estableciendo un contexto educativo adecuado y con recursos suficientes para todo el alumnado, eliminando las barreras económicas y sociales en el acceso a los centros, y garantizando la libertad de pensamiento.

En las últimas semanas, determinados sectores de la sociedad española han redoblado sus esfuerzos para reivindicar lo que denominan “libertad educativa”. Para ellos, la libertad educativa equivale a que los padres puedan elegir (o ser elegidos por) colegios e institutos de titularidad privada sufragados con dinero público (centros concertados), proceso al que llaman “libertad de elección de centro”. Aseguran que así se garantiza el derecho a que los padres elijan la formación religiosa y moral acorde con sus convicciones (Constitución Española, 27.3), a pesar de que la evidencia jurídica contradice su argumento (Tribunal Constitucional, sentencia 86/1985). Sostienen que la educación pública adoctrina a sus hijos en valores contrarios a los suyos. Su propuesta para evitarlo es ceder directamente la gestión de los centros a quienes defienden, en la mayoría de los casos y con escaso disimulo, intereses particulares (económicos, políticos y/o religiosos). Dicho de otro modo, quieren tener las manos libres para adoctrinar a sus hijos en valores que no respetan la diversidad ideológica, religiosa o sexual, y en un contexto que excluye a parte del alumnado. Y lo grave es que lo hacen y quieren seguir haciéndolo con dinero público.

En su férrea defensa, los supuestos adalides de la libertad educativa omiten, en primer lugar, que los titulares del derecho fundamental a la educación -que incluye la libertad educativa- son los niños y las niñas, y no sus padres. En segundo lugar, no mencionan que hay enormes obstáculos para que la libertad educativa se desarrolle de forma efectiva: no dicen que lo que realmente compromete esa libertad es que un niño asista a un centro con más del 80% de población vulnerable, porque ese contexto impide un aprendizaje adecuado para todos; que una niña de 3 años esté en una clase con otros 24 alumnos sin más apoyos que la tutora, porque esa situación limitará su aprendizaje en un momento clave de su desarrollo; que un niño sea invitado a marcharse de su colegio bilingüe por no seguir el ritmo, porque un centro debe atender a toda la diversidad y no lo hace; que una niña, por tener síndrome de Down, se vea obligada a irse a un centro de educación especial por carecer de los apoyos necesarios, porque se conculca su derecho a la inclusión; que un niño se eduque solo con varones, porque se le priva de entender y relacionarse de forma adecuada con otros géneros, o que a una niña se le obligue a realizar actividades religiosas en horario escolar, porque se compromete su libertad de conciencia. En estos y otros muchos casos se restringe gravemente la libertad educativa de la persona para acceder a una vida plena, respetuosa y con igualdad de derechos y oportunidades.

De esta forma, las propuestas de quienes hoy se proclaman sus defensores nada tienen que ver con la libertad educativa en términos sustantivos. La verdadera libertad educativa reside en que el origen y el contexto social de la niña y el niño no restrinjan sus opciones vitales. En un Estado democrático, el encargado de poner las bases materiales y sociales para garantizar ese principio es el sistema educativo, cuya finalidad es que todas las personas puedan elegir qué quieren ser en todos los ámbitos de su vida: en su trabajo remunerado, sus relaciones sentimentales, su identidad religiosa o sus ideas políticas. Para garantizar la libertad educativa, el sistema educativo debe asegurarse de que en su seno se respete la libertad de conciencia del alumnado, siempre bajo los principios democráticos de convivencia y los derechos y libertades fundamentales (CE, 27). Esta idea es incompatible con la imposición de formas de ser y de pensar por parte de grupos con intereses particulares de carácter económico, político o religioso.

En definitiva, el sistema educativo no puede soslayar su obligación y debe promover la libertad educativa estableciendo un contexto educativo adecuado y con recursos suficientes para todo el alumnado, eliminando las barreras económicas y sociales en el acceso a los centros, y garantizando la libertad de pensamiento. Ello solo es posible desde la ampliación y mejora de la escuela de titularidad pública, y a la ciudadanía corresponde defender y perfeccionar ambas, la libertad y la escuela pública, porque son lo mismo.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/26/en-defensa-de-la-libertad-educativa/

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La educación es el pilar del futuro

Por: Diario La Nueva España. 

 

“Nos une la educación. Las discrepancias deberíamos salvarlas porque el objetivo fundamental es el alumnado”. La frase corresponde a la consejera asturiana del ramo, Carmen Suárez. La pronunció ante los profesores de la enseñanza concertada. La reiteró luego a los padres. Tiene mérito por el sentido común y escaso convencionalismo con el que habló a un sector de tensas relaciones con los gobiernos socialistas y por centrar el debate en lo decisivo, la grandeza de la enseñanza, nunca en las miserias del postureo partidista. Hay que romper los clichés viejos y pensar de otra manera para lograr una educación libre e innovadora que dote a los estudiantes de nuevas herramientas con las que trabajar en el trepidante siglo XXI.

La sustitución del hombre por las máquinas ha sido un debate clásico desde la revolución industrial. Nunca como ahora, con los espectaculares progresos de la inteligencia artificial y la fluidez con la que circulan los datos, esa posibilidad ha estado tan cerca. Si cualquier ciudadano vuelve la vista atrás, a hace unos lustros o apenas unos meses, podrá comprobar cómo sin darse casi cuenta muchas de las tareas de su entorno han sido progresivamente automatizadas: las compras, los viajes, los trámites administrativos, las gestiones bancarias no requieren de un lugar físico para efectuarse, ni de personas al otro lado del mostrador que atiendan.

La capacidad de los ordenadores, según los expertos, se duplica cada dos años. Ya disfrutamos de avances alucinantes, de ciencia ficción, que parecerán cosa de niños comparados con los que conocerán los nietos de los hoy “millennials”. Así ha sido siempre y así será, inmerso el hombre en un vértigo de progreso constante. La conectividad total y la telemática suponen un salto cualitativo drástico.

¿Tenemos el sistema educativo adecuado para la que se avecina? Rotundamente no

La formación y el reciclaje continuo, la predisposición a continuar aprendiendo cada minuto, de cada día, de cada mes, de toda una vida laboral van a resultar esenciales para conseguir un buen empleo. Los requisitos de la sociedad digital reclaman imbuirse de la novedad y contactar con las primicias tecnológicas con mayor agilidad que antes. Los algoritmos y el “big data”, términos ya usuales, constituyen el pan nuestro de cada día, elementos esenciales del desempeño de cada cual como lo fueron las computadoras y la informática.

¿Tenemos el sistema educativo adecuado para la que se avecina? Rotundamente no. En un marco idéntico al que usó la ministra socialista de Educación, Carmen Celáa, para colgarse medallas partidistas, una asamblea de la enseñanza concertada, la consejera asturiana Carmen Suárez, de sus mismas siglas, se propuso sin sectarismos escuchar y mostrarse sincera. No se trata de privilegiar o castigar la red de centros públicos frente a los privados, sino de que ambas funcionen con precisión para suministrar a los estudiantes lo que necesitan: conocimientos que faciliten su inserción.

Estos tiempos requieren de otros saberes para ganarse el sustento con oficios todavía desconocidos. También de menos rigideces para atender las demandas de unas empresas en constante evolución. Carece de sentido licenciar ingenieros que acaban ejerciendo de bedeles y obligar a los empresarios con el paro existente a importar mano de obra o a instruirla por su cuenta por el estrepitoso fracaso de la formación profesional.

Hay que prepararse para que el triunfo de la tecnología no profundice la desigualdad

Igual que la preocupación por la violencia, el feminismo, el cambio climático o el racismo distingue a los jóvenes de hoy, otros valores muy importantes, como el civismo, la lucha contra el alcohol y el tabaquismo o la preparación para el desafío digital arraigarán desde la escuela. No cabe delegarlo todo en los profesores y en el sistema, el compromiso comienza en casa. Las familias desertan de su responsabilidad si dejan de mostrar a los hijos, por ejemplo, cómo se gestionan las emociones. El no, el límite, la libertad individual que finaliza allí donde choca con los derechos del otro, la responsabilidad, el respeto, el esfuerzo, la asunción del error son conceptos básicos para crecer como personas difuminados en este milenio de la satisfacción instantánea del deseo. De la importancia de educar en valores trató, precisamente, la jornada Gestionando hijos que LA NUEVA ESPAÑA organizó ayer en el Palacio de Congresos de Oviedo con asistencia de 2.000 personas.

Los robots ni se detienen, ni se cansan. Imposible aguantar su ritmo. La normalización e implantación de autómatas alumbrará otro tipo de sociedad que no alcanzamos a imaginar con precisión, que destruirá unos puestos, pero ideará otros de menos sacrificio físico y más habilidad intelectual. Tampoco hay que sorprenderse o alarmarse. Cientos de miles de cocheros e hilanderas desaparecieron con la irrupción del automóvil y el telar. Los remplazaron millones de especialistas en otras funciones, en un transporte y una industria textil que multiplicaron su potencialidad. No ocurrió de la noche a la mañana.

Hay que prepararse para que el triunfo de la tecnología no profundice la desigualdad. El pilar sólido, fundamental, para evitar el enquistamiento de una nueva clase social de desheredados es el conocimiento. Sólo una educación de calidad y flexible puede garantizar que no haya ganadores y perdedores en la aventura. Adentrarse en el futuro significa pensar únicamente en los alumnos, no en la política. Derribar muros en vez de elevarlos.

Fuente del artículo: https://afondo.lne.es/opinion/la-educacion-es-el-pilar-del-futuro.html

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Entrevista a Miguel Ángel Forte: “Estar en la educación pública implica militarla”

Redacción:  Perfil

El suplemento Educación dialogó con el sociólogo y profesor universitario, Miguel Ángel Forte, para profundizar sobre las manifestaciones y los reclamos que se dan en esta sociedad convulsionada.

A nivel mundial, nuevas oleadas de manifestaciones, reclamos y protestas tienen  a los jóvenes como sus actores más efusivos. Frente a este escenario, el suplemento Educación dialogó con Miguel Ángel Forte, una voz autorizada para analizar las transformaciones que se dan en esta sociedad convulsionada.

Sociólogo, profesor titular de la materia Sociología General en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la Maestría en Ciencia Política y Sociología en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Forte es además autor de Modernidad: tiempo, forma y sentido (EUDEBA), un libro donde establece que el hombre moderno, a diferencia del héroe trágico, solo cuenta consigo mismo para entender las consecuencias de sus actos. Para ello analiza, desde el punto de vista de la sociología, los posibles significados de la idea de la modernidad, al tiempo que plantea y examina, mediante la aplicación de conceptos sociológicos, un problema bastante intemporal: el poder.

“Nos sentimos muy felices de que existan les jóvenes de hoy, que hayan recogido parte de aquellas utopías. Es como siempre digo, un gol sobre la hora de los viejos socialistas”.

Desde tu labor como sociólogo y educador tenés una posición privilegiada para analizar el rol que los jóvenes están teniendo en la sociedad a nivel mundial. Cada vez con mayor frecuencia, a raíz de una desigualdad creciente en el mundo, los jóvenes parecieran ser los que no se callan, los que se manifiestan, los que están convencidos de que no solo se puede cambiar la realidad, sino que hay que hacerlo. ¿Coincidís con este diagnóstico? ¿Cómo analizás las movilizaciones de jóvenes en el mundo?

Coincido plenamente con este diagnóstico. Barcelona, Chile, Hong Kong, Puerto Rico y EEUU demuestran que hoy las mujeres y la juventud pasaron a ser sectores que impulsan grandes transformaciones. Es más, el socialismo ha ingresado en el lenguaje de les jóvenes de manera intensa. Estamos viviendo en tal sentido. A pesar de las reacciones de ultraderecha, se da una nueva versión de los setenta y los jóvenes de aquel tiempo. Nos sentimos muy felices de que existan les jóvenes de hoy, que hayan recogido parte de aquellas utopías. Es como siempre digo, un gol sobre la hora de los viejos socialistas.

¿Cómo considerás que coexisten la educación y una “sociedad de rendimiento” (en palabras de Byung Chul Han)?

La sociedad de rendimiento se expresa fuerte en el ámbito educativo, si recordamos cuando Byung nos dice que nuestra vida está atravesada por el éxito o por el fracaso. El sujeto de rendimiento expresa que en nuestros cuerpos portamos el campo de trabajo forzado, expresado bajo la forma de la ortopedia curricular al que los docentes de la universidad le rendimos homenaje de manera cotidiana. A saber, lo que hacemos vale, en tanto acredita. Esto es la sociedad positiva  que expulsa a lo distinto.

Das clases de Sociología en la UBA, FLACSO y otras instituciones. A partir de esta experiencia, ¿qué despierta en los estudiantes la curiosidad por la Sociología? ¿Cuál es el “poder” que tiene esta disciplina?

Tengo la suerte de ser profesor de la universidad pública y lo primero que les digo a les estudiantes en su primera materia Sociología General, es que estar en la educación pública implica militarla, es decir, luchar por su defensa contra todos los proyectos privatistas que nunca faltan. En el mismo sentido, el mayor poder de la Sociología son las herramientas que brinda para luchar contra el sentido común, que en política, como militante socialista del Nuevo MAS, implica enfrentar las posiciones posibilistas a los efectos de encarar proyectos revolucionarios.

Anteriormente hemos apelado al filósofo surcoreano Byung Chul Han y su talento para poder pensar. Sos uno de los grandes divulgadores de este autor en Argentina, combinando su producción con tus propios temas abordados. ¿Qué encontraste en él y por qué creés que Han es un aliado en el  pensamiento sociológico?

Lo primero que encontré en Byung -y por eso lo doy en el seminario “Carlos Marx y Byung-Chul Han, las cadenas radicales del panóptico digital” en la Maestría de Ciencia Política y Sociología de FLACSO- es la posibilidad de que un sujeto explique el padecimiento del individuo, en tanto entorno del sistema a la manera de Luhmann. Autor que enseño también en la carrera de Sociología de la UBA. Es así, una suerte de sujeto, tipo ideal de padecimiento. Al transcurrir su lectura encontré que también el coreano empalmaba con el marxismo de la escuela crítica, enfocada sobre los escritos juveniles de Marx, a propósito de la alienación y la explotación, que en el capitalismo contemporáneo es autoalienación y autoexplotación. A saber: “Nos autoexplotamos y sentimos que nos estamos realizando”.

Fuente: https://www.perfil.com/noticias/educacion/estar-en-la-educacion-publica-implica-militarla.phtml

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