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La UNED y Mujeres por África crean becas para estudiantes africanas

África / 24 de septiembre de 2017 / Autor: Redacción / Fuente: ABC

La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Fundación Mujeres por África pondrán en marcha un programa de becas de posgrado para estudiantes africanas, a través de un Acuerdo Marco y un Convenio Específico de colaboración firmado este lunes entre ambasinstituciones.

En la firma participaron el rector de la UNED, Alejandro Tiana, y la presidenta de Mujeres por África, María Teresa Fernández de la Vega. Jesuina G. Fonseca, de Guinea Bissau, será la primera beneficiaria estas becas. Realizará su estancia de investigación en la UNED, en el marco del Proyecto «Mujeres y bebés», liderado por la profesora del Departamento de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED María de la Fe Rodríguez, que será su tutora durante su estancia en Madrid.

Este programa forma parte del proyecto «Learn África», en el que participan22 universidades de la CRUE junto a dicha fundación. Desde su inicio en 2013, un total de 47 jóvenes procedentes de 22 países africanos han obtenido una beca para cursar estudios o realizar estancias de investigación en universidades españolas.

En el curso académico 2017-2018, el número de becadas ascendió a 34, aunque a la convocatoria pública se presentaron más de 400 solicitudes procedentes de todo el continente africano.

Las áreas de estudio de las becas están relacionadas con los grandes retos de África, como son la salud, el medio ambiente, la innovación, la paz o la igualdad de género. En su mayoría, las becas son para estudios de máster, aunque también hay algunos programas de grado y doctorado.

Su duración oscila entre los cinco meses de algunas estancias de investigación y los cuatro años de otras para máster más doctorado. Cubren los gastos de matrícula, viaje, seguro médico, alojamiento y manutención.

Fuente de la Noticia:

http://www.abc.es/sociedad/abci-uned-y-mujeres-africa-crean-becas-para-estudiantes-africanas-201709182206_noticia.html

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China se esfuerza por crear universidades y cursos de primera categoría

Asia/China/23 Septiembre 2017/Fuente: La Estrella

El proyecto está comprometido con la promoción del desarrollo coordinado regional de la educación superior

Las autoridades chinas iniciaron hoy jueves un proyecto que pretende elevar a la primera categoría 42 de sus instituciones de educación superior.

Otras 95 instituciones han sido designadas para desarrollar cursos de primera clase, según una circular emitida conjuntamente por los Ministerios de Educación y Hacienda y la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma. Nombrado «Doble Primera Categoría», el proyecto incluye a la Universidad de Peking, la Universidad Renmin de China y la Universidad Tsinghua, entre otras.

Las instituciones fueron seleccionadas después de un proceso de concurso entre sí, una revisión por parte de expertos y una evaluación gubernamental, de acuerdo con la circular.

Se hará un seguimiento y gestión dinámicos, dado que el título de «Doble Primera Categoría» no es un estado inmutable, añade el documento. Antes de este plan, el gobierno chino evaluó sus universidades a través de los proyectos «211» y «985», realizados en los años 90.

El proyecto 211 tenía como objetivo elevar los estándares de la educación en unas 100 universidades durante el siglo XXI, de ahí el número 211; y el proyecto 985, llamado así por la fecha en la que se puso en marcha, en mayo de 1998, se centró en seleccionar a las mejores de entre esas instituciones.

El nuevo proyecto se basa en los dos proyectos anteriores y está comprometido con la promoción del desarrollo coordinado regional de la educación superior.

Fuente: http://laestrella.com.pa/vida-de-hoy/familia/china-esfuerza-crear-universidades-cursos-primera-categoria/24023902

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Las universidades no están formando mejores ciudadanos

Por: Julián de Zubiría 

Las instituciones de educación superior colombianas privilegian la enseñanza académica y dejan de lado la formación integral. Si queremos construir la paz, hay que equilibrar esta situación.

Hace dos décadas, la Comisión de Educación de los Estados Unidos invitó a las universidades a promover entre los jóvenes estrategias que les permitieran cualificar el manejo del dinero y seleccionar las ideas más relevantes al interpretar la información que circula a diario en las redes. Los expertos que la conformaban insistieron en que eran competencias muy poco trabajadas en la educación superior. Un estudio similar en Colombia realizado por Corpoeducación y la Universidad de Antioquia seleccionó doce competencias esenciales para trabajar en todas las carreras profesionales, la gran mayoría socioemocionales y comunicativas tales como trabajo en equipo, autodisciplina, inteligencia emocional, planeación, escucha, lectura y escritura.

La conclusión de los dos estudios anteriores es significativa: a juicio de los empresarios, lo que se enseña en las universidades no es esencial para desempeñarse en el mundo laboral y, en cambio, lo que sí que requieren las empresas de sus trabajadores, las instituciones de educación superior no lo abordan.

Una reciente investigación elaborada también en Estados Unidos concluye que mientras el 96 % de los directores académicos de las universidades están satisfechos con la formación ofrecida, tan sólo el 10 % de los líderes empresariales la considera pertinente. La queja es similar a la que años atrás presentaban investigadores y miembros del gobierno, aunque ahora enfatizan en la carencia de pensamiento crítico, creatividad y capacidad para enfrentar problemas complejos y semiestructurados. Aun así, la crítica más generalizada sigue siendo la misma: en las universidades –dicen los empresario– no se desarrolla la inteligencia emocional de los jóvenes, debido a lo cual suelen presentar serios problemas de empatía, tolerancia, persistencia y capacidad para trabajar en equipo.

 Varios grupos sociales también comparten esta queja. Les preocupa la ausencia de formación en competencias ciudadanas vinculadas con el respeto a la diferencia y la responsabilidad social de los egresados del sistema.

Lo extraño es que, pese a las reiteradas críticas de los sectores sociales y empresariales, no parece haber ningún cambio significativo en las universidades que siguen concentradas, casi de manera exclusiva, en un trabajo técnico y académico. Pero las evidencias de que esta lógica formativa no funciona no podrían ser más dramáticas: buena parte de los estafadores de “cuello blanco” han sido formados en universidades del país y la mayoría de ellos posee títulos de pregrado y maestrías. Un hecho desconcertante y simbólico en esta paradoja es el grado con honores que recibió Guido Nule en 2002 después de culminar su tesis titulada “Ética y responsabilidad social de las empresas”. Las instituciones de educación superior se defienden con el argumento de que son “casos aislados”. Pero no es cierto.

Hay que reconocer que las universidades fueron creadas bajo un enfoque tradicional que suponía que el papel de la educación era transmitir las informaciones científicas y que la formación ética y ciudadana debería realizarse por fuera de las instituciones educativas. Por eso, en ellas no hay evaluación ni mediación de actitudes: ser solidario o autónomo no incide en la promoción de semestre y los docentes dejan por completo de lado el trabajo ético. No se orienta a los estudiantes para que mejoren el conocimiento de sí mismos, no se cualifica el trabajo en equipo, ni se analizan los dilemas éticos que plantean la ciencia y la vida. Tampoco existe algún tipo de apoyo para construir de manera mediada el proyecto de vida personal. Más grave aún: el docente universitario realiza un trabajo casi por completo aislado e independiente. En este contexto de amplia fragmentación es imposible asumir la tarea colectiva de la formación de mejores ciudadanos.

Lo extraño es que, pese a las reiteradas críticas de los sectores sociales y empresariales, no parece haber ningún cambio significativo en las universidades que siguen concentradas, casi de manera exclusiva, en un trabajo técnico y académico. Pero las evidencias de que esta lógica formativa no funciona no podrían ser más dramáticas: buena parte de los estafadores de “cuello blanco” han sido formados en universidades del país y la mayoría de ellos posee títulos de pregrado y maestrías. Un hecho desconcertante y simbólico en esta paradoja es el grado con honores que recibió Guido Nule en 2002 después de culminar su tesis titulada “Ética y responsabilidad social de las empresas”. Las instituciones de educación superior se defienden con el argumento de que son “casos aislados”. Pero no es cierto.

Hay que reconocer que las universidades fueron creadas bajo un enfoque tradicional que suponía que el papel de la educación era transmitir las informaciones científicas y que la formación ética y ciudadana debería realizarse por fuera de las instituciones educativas. Por eso, en ellas no hay evaluación ni mediación de actitudes: ser solidario o autónomo no incide en la promoción de semestre y los docentes dejan por completo de lado el trabajo ético. No se orienta a los estudiantes para que mejoren el conocimiento de sí mismos, no se cualifica el trabajo en equipo, ni se analizan los dilemas éticos que plantean la ciencia y la vida. Tampoco existe algún tipo de apoyo para construir de manera mediada el proyecto de vida personal. Más grave aún: el docente universitario realiza un trabajo casi por completo aislado e independiente. En este contexto de amplia fragmentación es imposible asumir la tarea colectiva de la formación de mejores ciudadanos.

Los seres humanos somos el resultado de múltiples procesos de mediación sociocultural, histórica, familiar, institucional y personal, de ahí que sería equivocado responsabilizar sólo a uno de ellos de los resultados. Lo que haga un docente y una universidad en un momento dado es sólo uno de los factores que influyen el desarrollo. Lo que sí sería muy grave es que no hiciéramos todo lo posible para garantizar una mejor formación integral en la universidad. Desafortunadamente, no lo estamos haciendo.

No basta formar contadores si al mismo tiempo no analizamos los costos morales de la doble contabilidad. De nada sirve formar buenos abogados, si ellos creen que el derecho no tiene que ver con la ética. De muy poco le sirve a la sociedad un administrador cuya finalidad es la maximización de las utilidades, si ella implica la subfacturación de costos y la evasión tributaria. Nuestros científicos sociales le agregarían poco a la sociedad si creyeran que la corrupción es natural a la vida y salieran a hacer política pensando en las próximas elecciones y descuidando a las próximas generaciones. Nuestros científicos naturales quedarían en deuda con la sociedad si fueran indiferentes al cambio climático o si, ante el dilema ético que representa botar desechos, primaran exclusivamente los intereses económicos de las empresas para las que trabajan.

Las universidades colombianas tienen que asumir de manera íntegra el compromiso que el momento histórico les demanda. La tarea para la educación en las próximas décadas tendrá que ligarse a la construcción de la paz e impulsar un cambio que permita superar una cultura heredada de las guerras y las mafias. Pero esto es válido desde la educación inicial hasta el doctorado. Estamos ante la infinita posibilidad de superar un pasado bañado en sangre y se requiere de un esfuerzo colectivo y conjunto de toda la sociedad para lograrlo. Obviamente no será una tarea exclusiva de los educadores, pero universidades y colegios tendrán necesariamente un rol protagónico en las nuevas condiciones históricas que nos correspondió vivir. Se trata de garantizar una formación más integral, que garantice un trabajo que involucre el cerebro, el corazón y el cuerpo. Se trata de reconocer que el papel esencial de toda educación es formar un mejor ser humano y que ello sólo se garantizará si todos los docentes, de todas las asignaturas y carreras, entendemos que la formación de mejores ciudadanos es una responsabilidad colectiva.

Un trabajo integral exigiría abordar propósitos y contenidos que ayuden a los jóvenes a pensar, valorar y hacer en cada una de las carreras y asignaturas. No se trata de crear cátedras formales, aisladas y desarticuladas, como ha sido la costumbre equivocada en Colombia, sino de asumir colectivamente y de mejor manera nuestra profunda responsabilidad con la historia.

Lo primero que hay que entender es que el propósito de la educación universitaria, necesariamente debería consistir en desarrollar procesos y competencias de carácter más general y no aprendizajes de carácter particular y fragmentado. Eso implica que la educación –tanto en la básica como en la universidad– debe estar focalizada en el desarrollo integral y no en el aprendizaje particular. Sin embargo, ello no será posible de alcanzar con currículos diseñados desde la fragmentación y la súper especialización. Por ello, una condición previa es elevar la reflexión pedagógica en las universidades colombianas –la cual es hasta el momento muy baja– para gestar nuevos currículos y nuevos modelos pedagógicos.

Somos seres que pensamos, sentimos y actuamos. De allí que una educación universitaria que no le asigne el mismo valor a la formación de mejores ciudadanos, seguirá en deuda con la sociedad. Esa deuda histórica debe ser saldada, sin falta y de manera general y estructural, por las universidades colombianas en las próximas décadas. De lo contrario, estaremos dejando que nos roben la esperanza de vivir en un país en paz, tal como de manera inspiradora, ética y profunda nos recordaba el papa Francisco en su reciente visita a Colombia.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/formacion-en-competencias-socioemocionales-en-universidades-colombianas/540281

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España: Mejora la empleabilidad de los titulados universitarios, pero aumenta la sobreeducación

España / 17 de septiembre de 2017 / Autor: Redacción / Fuente: Educaweb

El Informe CYD 2016 apunta que ha llegado el momento de abrir el debate de la reforma de la universidad española

La Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) ha hecho público recientemente el Informe CYD 2016, un estudio donde se expone y analiza la contribución de las universidades españolas al desarrollo económico y social.

El informe constata una mejoría de las condiciones de inserción laboral de los titulados superiores, si bien también detecta un incremento de la sobreeducación, esto es, la realización de tareas profesionales que requieren una cualificación inferior a la obtenida.

La tasa de ocupación de los titulados superiores alcanzó el 79,8% en 2016, 10,6 puntos más que la de los titulados de ciclos formativos de grado medio y bachillerato; y, al contrario, la tasa de paro se situó en el 10,9%, 6,1 puntos menos que los de niveles educativos inferiores.
El informe concluye, por tanto, que la probabilidad de quedarse en el paro es mucho menor si se posee una titulación superior. Esta situación también repercute en la calidad del trabajo, pues se firman menos empleos a tiempo parcial, menos contratos temporales y se obtienen mayores salarios.

La otra cara de la moneda reside en el «relativamente elevado» nivel de sobreeducación en comparación con otros países. El 34,4% de los contratos realizados a graduados universitarios durante 2016 requerían la realización de tareas de una cualificación inferior, lo que supone siete décimas más que en 2015 y más de cuatro puntos porcentuales respecto de 2010.

Otros datos incluidos en el capítulo dedicado a Graduados universitarios y mercado de trabajo confirman una tendencia hacia el descenso en el número de estudiantes grado (unos 200.000 egresados, un 9,1% menos que el curso anterior) y un aumento de los de máster (unos 90.000, un 20,5% más).

El reto de la internacionalización

El informe también incluye un capítulo dedicado a determinar la posición internacional de las universidades españolas.  El análisis de los rankings Academic Ranking of World Universities (ARWU), Times Higher Education (THE), Quacquarelli Symonds (QS) y U-Multirank (UMR) permite concluir que España destaca positivamente en los indicadores de contribución regional al desarrollo, la tasa de graduación de máster y en tres indicadores de transferencia: fondos privados, solicitud de patentes con empresas privadas e ingresos de formación continua.

Por el contrario, el sistema universitario ha de mejorar en todos los indicadores de investigación, en cuatro de transferencia (publicaciones con empresas, citadas en patentes, patentes con empresas privadas y spinoffs) y en todos los de orientación internacional a excepción de la movilidad del alumnado y la tasa de graduación de grado.

Más recursos y una reforma legal en profundidad

Los autores del informe constatan que los indicadores económicos que revelan un crecimiento de la economía española todavía no se están traduciendo en una mayor dotación presupuestaria para las universidades, si bien se ha roto con la tendencia de reducción de gasto continuado.

El informe aconseja, por tanto, que la sociedad y las administraciones públicas prioricen el gasto en educación superior, y en particular el gasto público, si se quiere alcanzar el promedio de la OCDE y, más todavía, situarse junto a países líderes en educación. «Corregir esta situación de la manera más rápida posible debería ser, sin duda, una prioridad inexcusable», sentencia.

Algo parecido ocurre cuando se recomienda avanzar hacia un nuevo marco legal. El modelo actual necesita «una urgente y profunda reforma para su adaptación a los retos que impone la sociedad del siglo XXI», indica. Entre los aspectos a reformar sugieren:

  • Marcos de financiación, para que sean estables y predecibles, y capaces de conjugar financiación básica y excelencia;
  • Política de recursos humanos, para definir la carrera académica y condiciones laborales de los docentes;
  • Mecanismos de acreditación y rendición de cuentas centrados más en las universidad en su conjunto que en programas concretos;
  • Modelos de gobernanza que garanticen la idoneidad de los responsables universitarios.

El decimotercer Informe CYD 2016 consta de cuatro capítulos: Sistema universitario español, Graduados universitarios y mercado de trabajo, Investigación y transferencia en las universidades españolas y La posición internacional  de las universidades españolas. También cuenta con un anexo con los resultados del Barómetro CYD y un anexo estadístico.  La Fundación CYD se constituyó en 2002 y tiene como principal objetivo analizar y promover la contribución de las universidades españolas al desarrollo económico y social del país y ampliar los vínculos entre la universidad y la empresa.

 

Fuente de la Noticia:

http://www.educaweb.com/noticia/2017/09/15/mejora-empleabilidad-titulados-universitarios-pero-aumenta-sobreeducacion-15104/

Fuente de la Imagen:

http://www.noticiasfuerteventura.com/fuerteventura/becas-prestamos-para-universitarios

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Conferencia: Interculturalidad en la Formación de Profesores de Ciencias: La educación del campo en foco

Brasil / 17 de septiembre de 2017 / Autor: Doctorado Interinstitucional en Educación – Universidad Distrital / Fuente: Youtube

Publicado el 11 sep. 2017
Conferencia del Doctorado Interinstitucional en Educación en el marco del Seminario Miradas Contemporáneas en Educación a cargo del Dr. Danilo Seithi Kato, Profesor de la Universidade Federal do Triangulo Mineiro (UFTM). Brasil.

Fuente:
https://www.youtube.com/watch?v=nxpDparojTg
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