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Venezuela Reclamos obreros. Trabajadores universitarios junto a otros sectores activos y jubilados protestan en Caracas

La Izquierda Diario 

Los trabajadores del sector universitario volvieron a tomar las calles este miércoles 25 de mayo junto a otros sectores como los de Supra Caracas, el Metro, de Bimbo, de la salud y demás trabajadores activos y jubilados. Se concentraron el a esquina de la Santa Capilla, avenida Urdaneta y llegaron a dos cuadras del Palacio de Miraflores impedidos de seguir marchando por un fuerte cordón policial.

Desde las 10 de la mañana los trabajadores universitarios y de otras dependencias marcaron como punto de encuentro la esquina de la Santa Capilla, allí coincidieron con personal activo de Supra Caracas, empresa de servicios de aseo urbano, quienes exigían públicamente mejoras en sus condiciones de trabajo pues -además del salario- no cuentan con implementos de higiene para cumplir sus funciones ni seguro médico para emergencias o enfermedades.

Luego marcharon por la Avenida Urdaneta hasta la esquina de Carmelitas, a dos cuadras del Palacio de Miraflores. Encolumnados y cantando sus principales demandas y exigencias eran más de 250 trabajadores y trabajadoras de los distintos sectores que fueron acompañados también por corrientes sindicales, movimientos sociales y organizaciones de izquierda.

Luego de recorrer el trecho entre la Vicepresidencia y el Banco Central de Venezuela, estuvieron apenas a dos cuadras del Palacio de Miraflores y allí se sumaron otros trabajadores del Metro de Caracas, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass) así como de jubilados y pensionados que acumulan varios meses de continuas protestas contra los ingresos de miseria.

Una de las demandas principales de los trabajadores universitarios y de la administración pública es que se deroguen las tablas salariales determinadas por un instructivo de la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), que no toma en cuenta las bases de cálculo estipuladas en los contratos colectivos y despoja a los trabajadores de primas y bonos acordados en sus contratos. Así como también la exigencia de que el salario mínimo sea equivalente a la canasta básica familiar y otras demandas fundamentales.

Los trabajadores denunciaron que el Proceso de Ajuste del Sistema de Remuneración de la Administración Pública, convenciones colectivas, tablas especiales y empresas estratégicas, aprobado por la Onapre y aplicado por los entes públicos desde que se aumentó el salario a 130 bolívares, desmejoró los ingresos de los trabajadores, quienes ahora ganan hasta 50 % menos de lo debido conforme a las convenciones colectivas aprobadas en agosto de 2021.

En el sector público los trabajadores universitarios vienen librando una importante batalla por defender los derechos de la convención colectiva, contra el inaudito autoritarismo y descaro patronal que modifica como le da su real gana los montos a pagar.

Juan Tovar, delegado de base del Sindicato de Obreros de la UCV, durante la protesta del sector universitario y demás trabajadores activos y jubilados en Caracas exige por los salarios, derechos laborales, los trabajadores presos y contra el plan de hambre del gobierno de Maduro.

Una barrera de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), y una tanqueta antimotines de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), se interpuso entre los manifestantes y la sede formal del Poder Ejecutivo, pero una comisión de los dirigentes sindicales y gremiales ingresó al Palacio Blanco para consignar sus quejas y reclamos.

Eduardo Sánchez, presidente del Sindicato de Trabajadores de la UCV (Sinatra-UCV), afirmó que este miércoles cumplieron con los objetivos que se trazaron y anunció que seguirán en las calles hasta ser escuchados directamente por Maduro.

La protesta de los trabajadores universitarios es parte de una creciente ola de protestas por el salario que se registran a nivel nacional tanto del sector público como de las empresas privadas. En el sector universitario, la reducción de los derechos laborales, la violación de la contratación colectiva y los paupérrimos salarios es el motor de sus reclamos, al igual que la mayoría de las protestas que se desarrollan en distintas partes del país.

En la protesta de este miércoles una vez más se pone de manifiesto las tendencias a la unidad de los trabajadores del sector público y privado, pues en la misma confluyeron distintas luchas que se llevan adelante en ambos sectores.

Por eso, como plantean referentes de la LTS, «hoy más que nunca se plantea la necesidad de coordinar todas las luchas que se desarrollan en el país y salir a luchar contra el fraude salarial del Gobierno de Maduro y por un salario igual a la canasta básica, indexado mensualmente a la inflación, así como también contra las nuevas tablas salariales impuestas desde arriba. Ante los paquetazos antiobreros del Gobierno de Maduro y los ataques del sector empresarial es necesario anteponer un plan obrero y popular de emergencia. Pero esto hay que realizarlo unificadamente golpeando con un solo puño, y para ello es necesario realizar un Encuentro nacional de los trabajadores que están luchando».

https://www.laizquierdadiario.com.ve/Trabajadores-universitarios-junto-a-otros-sectores-activos-y-jubilados-protestan-en-Caracas

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Venezuela: Sector universitario protesta para exigir restitución de derechos laborales

América del Sur/Venezuela/20-05-2022/Autor(a) y Fuente: www.elnacional.com

La manifestación, que fue pautada para las 10:00 am, se lleva a cabo en todo el país. Los docentes han reiterado que seguirán en las calles hasta que el gobierno de Nicolás Maduro cumpla sus peticiones.

Trabajadores del sector universitario protestan este miércoles en rechazo a la aplicación del instructivo de la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre) y para exigir la restitución de sus derechos laborales.

La protesta, que fue pautada para las 10:00 am, se lleva a cabo en todo el país.

Los docentes universitarios han señalado en diversas protestas que seguirán en las calles hasta que el gobierno de Nicolás Maduro cumpla sus peticiones.

Sin embargo, estas manifestaciones tomaron lugar desde hace aproximadamente cuatro años, cuando el Ejecutivo asomó su intención de aplicarles a los maestros el tabulador de la Onapre en lugar del que rige para el gremio.

Los docentes explicaron que, según la ley, los maestros no son considerados funcionarios públicos, por lo que no se les puede aplicar el mismo tabulador salarial o el diseñado por la Oficina Nacional de Presupuesto.

José Gregorio Afonso, directivo de la Asociación de Profesores de la UCV (Apucv), señaló para el medio de noticias Contrapunto que hay un conjunto de beneficios contractuales atados al salario, que son de la Cuarta Convención Colectiva del sector universitario firmada en mayo de 2021, y que han sido violados por el instructivo de la Onapre de marzo de 2022. Resaltó que ninguno de los cambios ha sido consultado.

Afonso además dijo que se han reducido primas como las de antigüedad (a la cual le pusieron un tope de 30%).

«El gobierno ha dado muestras de un desorden tremendo. La ejecutoria en la administración del Estado no es satisfactoria. En la primera quincena (marzo) aplicó el instructivo a algunas primas y a otras no (en promedio entre 30% y 40%). Los recortes siguieron en abril, con 50% o 60%. Y ahora podemos llegar a 70% de recorte», añadió.

Los maestros han reiterado sus exigencias en cada protesta: eliminación del tabulador de la Onapre, respeto a las contrataciones colectivas, respuestas por las irregularidades en los aportes a la caja de ahorro y salarios dignos.

El presidente del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Eduardo Sánchez, indicó recientemente que con la aplicación del tabulador de la Onapre cada trabajador pierde 45% y 62% del salario.

 

 

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/venezuela/sector-universitario-protesta-para-exigir-restitucion-de-derechos-laborales/

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La minería destroza la vida de los indígenas de Venezuela

Por: Ecología social

CARACAS – La voraz búsqueda de oro en el sur de Venezuela, practicada por miles de mineros ilegales amparados por diversos grupos armados, representa la mayor amenaza actual para la vida de sus indígenas, su hábitat y sus culturas, coinciden en señalar sus organizaciones y defensores de los derechos humanos.

En ese territorio que forma parte de la Amazonia “la minería, la violencia, la destrucción del hábitat, la muerte por enfermedades y la migración forzosa conforman un contexto que ya los indígenas califican como genocidio silencioso”, observó a IPS el investigador Aimé Tillet, con largos años de trabajo en el área.

Al otro extremo del país, en el noroeste fronterizo con Colombia, en el drama indígena destaca la delimitación pendiente de sus territorios, que les ha llevado a enfrentamientos y muertes en sus intentos por recuperar tierras ancestrales, mientras mueren de mengua y a menudo se ven reducidos a la indigencia.

Hay rasgos comunes en esa vida en regiones fronterizas que son hábitats indígenas, como el abandono por parte del Estado central, al incumplir sus deberes en salud, educación, seguridad, provisión de alimentos, combustible y transporte, insumos, comunicaciones y consultas debidas a los pueblos originarios.

El gobierno aúpa la actividad minera y decretó en 2016 como “Arco Minero del Orinoco”, en la margen derecha del río, un área de 111 844 kilómetros cuadrados, más grande que Bulgaria, Cuba o Portugal. En paralelo estableció una empresa de la Fuerza Armada, Camimpeg, para liderar la explotación de oro, diamantes, coltán y otros minerales convencionales y raros, de los que el país es especialmente rico.

La opacidad es un lunar en el manejo de las empresas militares por parte de las autoridades, según organizaciones no gubernamentales como Control Ciudadano para la Seguridad y Defensa

La prensa local ha mostrado unidades militares y policiales en la región involucradas en incidentes en torno a la actividad minera que han causado protestas de indígenas y defensores de los derechos humanos, y que van desde muertes de indígenas en altercados hasta masacres en las que “grupos desconocidos” han asesinado a decenas de personas.

La minería más artesanal y también ilegal, en centenares de espacios deforestados y junto a ríos contaminados con mercurio para la reducción del oro, es a menudo controlada por bandas delictivas que se autodenominan “sindicatos” y trafican con el metal, los insumos y también con las personas que van a trabajar en esas minas, muchas veces en forma forzosa.

Desde hace algunos años a los peligros se han sumado las guerrillas colombianas, en particular el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que participa de la minería y otras actividades ilegales en el sureño estado de Amazonas, así como disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, pacificadas en 2016, según destacan organizaciones de derechos humanos.

En la Sierra de Perijá, hábitat de tres pueblos originarios y que marca parte de la frontera norte entre Colombia y Venezuela, el ELN penetra en las comunidades indígenas, instala campamentos, cobra “vacunas (impuestos)” a ganaderos, supervisa el contrabando de ganado y recluta jóvenes para sus columnas.

Mapa de las áreas que son hábitat de los principales pueblos indígenas de Venezuela, según el estatal Instituto Geográfico Simón Bolívar. Los grupos más numerosos están en el extremo noroeste, sur y oriente del país. Imagen: IGVSB

 

Disparos en la selva

El 20 de marzo cuatro indígenas yanomami murieron abaleados en un sector de la Sierra de Parima, que en el extremo sur marca la frontera con Brasil, por disparos de efectivos de la Aviación venezolana, tras un altercado por la señal de internet y un aparato direccionador que compartían los militares e integrantes de una comunidad ancestral.

Los yanomami, que viven en esas selvas del sur venezolano y norte brasileño desde hace miles de años -son considerados testimonio viviente del hombre primitivo, entraron en contacto con el resto del mundo hace pocas décadas- han encontrado en la telefonía móvil un recurso de comunicación en sus muy dispersas comunidades.

Lo sucedido en Parima “no se puede tomar como una reacción aislada, sino como el resultado de un cúmulo de tensiones y abusos, de no tener un trato diferenciado en función de los derechos a una discriminación positiva”, declaró entonces Wataniba, una organización de apoyo a los pueblos indígenas de la Amazonia venezolana.

“Todas esas tensiones que se viven a diario en las fronteras son consecuencia del extractivismo, aunado a los abusos de poder por parte de efectivos militares, la transculturización y la falta de acciones concretas por parte de Estado para atender las necesidades primordiales de los pueblos indígenas”, agregó la organización.

Minería en la Amazonia venezolana. En centenares de explotaciones informales e ilegales para buscar oro se deforesta el terreno, se dañan los suelos, se contaminan la aguas con mercurio y se explota a los indígenas y otros trabajadores bajo formas de esclavitud moderna. Foto: RAISG

 

Garimpeiros indetenibles

En 1989, un decreto ley del entonces presidente Carlos Andrés Pérez (1922-2010 y quien gobernó el país entre 1974 y 1979 y 1989 y 1993)  prohibió por 50 años toda actividad minera en el estado de Amazonas, visible como el saliente sur en el mapa de Venezuela, selvático y de suelos frágiles, de 178 000 kilómetros cuadrados y 200 000 habitantes, más de la mitad de ellos integrantes de 20 pueblos indígenas.

Durante décadas, sin embargo, miles de garimpeiros (nombre brasileño para los buscadores informales de oro, de donde provenían originalmente), han incursionado en Amazonas, y en los últimos años a mayor escala, con empleo de pistas de aterrizaje, abundantes motobombas, e imponiendo relaciones a veces de intercambio y sobre todo de explotación con comunidades e individuos indígenas.

El 28 de julio de 2021, las organizaciones indígenas Kuyujani y Kuduno, así como el tribunal de justicia Tuduma Saka, de las etnias sanemá (rama yanomami) y sus vecinos ye’kuana (caribes), denunciaron la presencia de garimpeiros en cuatro comunidades en documentos entregados a la gubernamental Defensoría del Pueblo.

Más de 400 garimpeiros armados, según la denuncia, trabajaban con 30 máquinas extrayendo minerales preciosos en la zona del Alto Orinoco, forzando a hombres y niños a trabajar en la minería, y esclavizando y obligando a las mujeres a prostituirse.

La denuncia agregó que la destrucción de bosques alcanzó a los conucos (huertos) de las comunidades indígenas, que así quedaron dependientes de los suministros de los garimpeiros para su alimentación.

Tillet hizo notar que la incursión de guerrillas y mineros ilegales en el sur crea además focos de conflictos interétnicos, porque algunos indígenas y comunidades desesperadas por sobrevivir aceptan a los irregulares, y otras (como los uwottija o piaroas del Orinoco medio) se oponen contundentemente a esas incursiones.

Otra imagen de los daños de la minería sin control en una zona del sur de Venezuela. Foto: SOS Orinoco/RAISG

 

Esclavitud moderna

En las “currutelas”, minas de socavón, se busca emplear a varones jóvenes y niños para extraer arenas ricas en oro, y a mujeres para labores como cocinar, barrer, lavar y poner cierto orden en los campamentos, así como para explotarlas sexualmente.

Esa situación, generalizada en los cientos de minas del Amazonas y del suroriental estado de Bolívar, de unos 238 000 kilómetros cuadrados, se agrava en el caso de los indígenas, dijo a IPS el abogado Eduardo Trujillo, director del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello, que conduce varios estudios en la zona.

“Bajo el control de los grupos armados se generan dinámicas de violencia, con enfrentamientos y muertes, y situaciones de esclavitud moderna, con omisión que se traduce en aquiescencia por parte del Estado venezolano”, abundó Trujillo.

En particular, las mujeres indígenas, captadas para trabajar en los campamentos, “quedan sometidas a una dinámica de violencia, su trabajo no es voluntario, a veces no se les paga, y son sometidas con riesgo para su salud y vida”, subrayó.

La minería venezolana abona así cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), según las cuales más de 40 millones de personas son víctimas de esclavitud moderna, 152 millones del trabajo infantil y 25 millones realizan labores forzosas.

El cerro Autana, visto de las márgenes del río Cuao, afluente del Orinoco medio. El pueblo uwottija lo considera sagrado y rechaza la presencia en el área de grupos guerrilleros provenientes de Colombia, asociados a la minería ilegal. Foto: Humberto Márquez / IPS

 

Adiós hábitat, cultura y vida

En Venezuela, según el censo de 2011, de sus 28 millones de habitantes al menos 720 000 son indígenas, pertenecientes a unos 40 pueblos originarios, y cerca de medio millón viven en áreas rurales indígenas, sobre todo en las regiones fronterizas.

Aunque la etnia mayoritaria (60 %) es la wayúu, un pueblo de lengua arawak que habita la colombo-venezolana península de la Guajira (norte), la mayoría de los pueblos está en el sur del país, algunos con miles de integrantes y otros con muy pocos centenares y con sus idiomas y saberes en riesgo de extinción.

La organización ambientalista Provita sostiene que al sur del Orinoco se han deforestado en los últimos 20 años 380 000 hectáreas, y las dedicadas a la actividad minera aumentaron en el lapso 2000-2020 de 18 500 a 55 000 hectáreas.

Zonas muy afectadas han sido riberas y cabeceras de ríos, muchas en áreas teóricamente protegidas como parques nacionales, y Tillet subraya que, además del daño ambiental, se trata de zonas de recursos limitados para la subsistencia, por los que ahora compiten las comunidades indígenas y los mineros.

Los indígenas “al depender de la minería para obtener algún ingreso, se ven forzados a abandonar su actividad tradicional de siembra, pesca y caza, se deteriora su alimentación, y avanzan la desnutrición y las enfermedades, como el paludismo, y aparece la vía de decir adiós a sus tierras, desplazarse y migrar”, expuso Tillet.

El investigador sostiene que los servicios de salud responsabilidad del Estado prácticamente han desaparecido, y más con la pandemia de covid-19, y la educación se ha desplomado con la migración de maestros, dándose el caso de que “niños que deberían estar en la escuela ahora laboran explotados en las minas”.

En el documento que presentaron ante la Defensoría del Pueblo, las organizaciones yanomami y ye’kuana dijeron ser víctimas de asesinatos selectivos, contaminación de las aguas con mercurio, contagio de enfermedades y, en resumidas cuentas, de “un genocidio cultural silencioso”.

Niños de una comunidad uwottija (piaroa) en la zona del Orinoco medio, donde organizaciones de ese pueblo originario rechazan la presencia de grupos guerrilleros provenientes de la vecina Colombia, asociados a la minería ilegal. Foto: Humberto Márquez / IPS

 

El territorio, derecho huidizo

La vigente Constitución, de 1999, reconoció el derecho de los pueblos indígenas a conservar sus culturas y poseer sus territorios ancestrales, y previó una demarcación expedita de esas áreas, de lo cual se cumplió solo una pequeña parte en el país.

En el caso del estado Amazonas, cuyo territorio es casi en su totalidad hábitat de pueblos originarios, esa demarcación se ha ignorado, impidiendo a los pueblos indígenas reclamar derechos, exigir consultas y consentimiento para la explotación del territorio y, eventualmente, obtener beneficios derivados de su posesión.

Para Tillet “la demarcación se mantiene como deuda, para la que no hay voluntad política, pero la avalancha minera ha relativizado su importancia, pues si las áreas protegidas como parques nacionales o monumentos naturales son violadas por la minería, puede pensarse que se haría lo mismo con territorios indígenas”.

Ejemplos son el sudoriental Parque Nacional Canaima, de 30 000 kilómetros cuadrados, rico en tepuyes –montañas de paredes verticales y techos planos – y grandes saltos de agua, y el Yapacana, en medio del estado Amazonas, de 3200 kilómetros cuadrados, donde la minería se practica mientras las autoridades miran hacia otro lado.

En cambio, en el noroeste se mantiene, con episodios de violencia, la lucha por la tierra del pueblo yukpa, en el centro de la Sierra de Perijá y que, como sus vecinos barí de origen chibcha y los wayúu, son un pueblo binacional, aunque con más individuos del lado venezolano que del colombiano.

El nudo del conflicto es que a lo largo del siglo XX los indígenas fueron arrinconados en las tierras más inhóspitas de la montaña, mientras que las llanuras, sobre la margen occidental del lago de Maracaibo, fueron ocupadas por fincas ganaderas.

Algunas comunidades han aceptado lotes de tierras –las menos ricas- otorgadas por el gobierno, pero un núcleo yukpa duro, que dirigió hasta su asesinato en 2013 el cacique Sabino Romero, reclama tierras donde hay haciendas ganaderas, mientras resiste incursiones de contrabandistas y guerrilleros en plena montaña.

Sabino Romero, cacique yukpa, de la Sierra de Perijá, fronteriza con Colombia, asesinado en 2013 en el marco de las luchas de su pueblo por recuperar tierras que quedaron en manos de ganaderos a lo largo del siglo XX. Foto: Sociedad Homo et Natura

 

“Otros miembros de la familia y seguidores de Sabino han sido asesinados al paso de los años y soportan agresiones y el asedio de sicarios y empleados de fincas ganaderas, cuando no de la Guarda Nacional (policía militarizada) o el ELN”, dijo a IPS Lusbi Portillo, conductor de la ambientalista Sociedad Homo et Natura.

Ana María Fernández, activista yukpa de la zona, ha dicho que “no solo luchamos contra terratenientes, grandes hacendados, cuerpos policiales y Guardia Nacional, y el Estado que no permite la demarcación de nuestras tierras. Nos atacan por igual la guerrilla colombiana y sicarios contratados por ganaderos”.

En contrapartida, algunos yukpa en ocasiones toman ganado como modo de cobrar los daños que se les infligen, pero otros, menos combatientes y no habituados a vivir en las ciudades “improvisan alcabalas en lo que fueron sus tierras para cobrar derecho de paso y tener algo de dinero para comer y sobrevivir”, dijo Portillo.

El activista sostiene que una alternativa es que el Estado cumpla compromisos de indemnizar a ganaderos cuyas haciendas deban ser devueltas a los indígenas, así como sus deberes de proporcionar vías de transporte para la producción agrícola de las comunidades y atención en salud ante el auge de enfermedades.

Ana María Fernández, activista de comunidades yukpa que reclaman la demarcación de sus territorios ancestrales en la occidental Sierra de Perijá, y de los cuales las mejores tierras fueron ocupadas por haciendas ganaderas a lo largo del siglo XX. Foto: OEPV

 

Hora de migrar

La crisis de la segunda década de este siglo en Venezuela ha forzado a miles de indígenas a migrar, en el torrente de seis millones de venezolanos que han abandonado el país desde 2014, en su inmensa mayoría dirigiéndose a los países vecinos de América Latina y el Caribe, Estados Unidos y España.

El grupo más numeroso es el de los warao, pueblo poblador del nororiental delta del Orinoco, en cuyo frente sur también hay actividad minera y maderera, y que han ido mayoritariamente a Brasil, aunque también a Guyana y Trinidad y Tobago.

Los warao “son menos de 50 000, y la migración de al menos 6000, más de 10 % de ellos, es una merma que dice mucho de la situación de derechos humanos de esta población. En el norte brasileño hay unos 5000, y Brasil ya los considera como otro pueblo indígena, además muy viajero, en su territorio”, comentó Tillet.

Pablo Tapo, del pueblo baré y coordinador del Movimiento Indígena Amazonense de Derechos Humanos, levantó un informe según el cual más de 4500 indígenas de nueve etnias en su región cruzaron la frontera con destino a Colombia en tres años.

Tanto en ciudades como en las zonas rurales “las comunidades se quedan solas porque no hay atención ni servicios, en los hospitales ambulatorios no hay médicos, ni medicinas ni insumos, y no hay seguridad alimentaria”, dijo Tapo.

En el sudoccidental y llanero estado de Apure, la confrontación armada que involucró hace meses a guerrilleros colombianos con militares de Venezuela forzó la huida a Colombia de grupos indígenas que poblaban el lado venezolano del río Meta.

En el extremo sudoriental, junto a Brasil, el pueblo pemón se ha resentido del desplome del turismo por la inseguridad asociada a la minería y la pandemia, incentivo para migrar, y en el noroeste para pueblos como los wayúu aprovechar los cruces de frontera es una vieja práctica sin novedad.

En el centro de los dramas de los indígenas está la explotación minera, en particular el ansia insaciable de oro, del que según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) este país puede producir unas 75 toneladas anuales, aunque la extracción real, legal o clandestina, posiblemente sea la mitad.

ED: EG

Fuente: https://ipsnoticias.net/2022/05/la-mineria-destroza-la-vida-de-los-indigenas-de-venezuela/

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Venezuela: Pensionados y jubilados protestarán contra el bono de 10.000 bolívares: «Es una estafa»

América del Sur/Venezuela/06-05-2022/Autor(a) y Fuente: www.elnacional.com

Rechazan que se otorgue este «precario bono» a los jubilados más jóvenes y se discrimine a los pensionados y jubilados del Seguro Social antes de 2018, mayores de 60, 70, 80 y más años.

Los pensionados y jubilados de Venezuela tomarán las calles el 29 de mayo en protesta contra el bono único de 10.000 bolívares anunciado por el gobierno de Nicolás Maduro.

«El bono de 10.000 Bs es una estafa» es el eslogan de la protesta, informó la Coordinadora de Pensionados y Jubilados de Venezuela en un comunicado en el que acusó al líder chavista de pretender una estrategia divisionista, utilizando de manera discrecional los recursos del Estado, que deben ser para todos los venezolanos.

«Maduro otorga el bono solo a un sector de los jubilados, tratando de ganarse a los beneficiados para sus intereses políticos y evitar a la vez que se unan a las acciones en su contra convocadas por esta coordinadora», dice el documento.

Agregó que se otorga este «precario bono» a los jubilados más jóvenes y discrimina a los pensionados y jubilados del Seguro Social antes de 2018, mayores de 60, 70, 80 y más años, que son los más necesitados y vulnerables por razones de edad y salud.

Nicolás Maduro aprobó el 1 de mayo un «bono único» de 10.000 bolívares, unos 2.227 dólares al cambio oficial, para los trabajadores jubilados entre el 1 de enero de 2018 y el 1 de mayo de este año.

«Para todos aquellos que (se) hayan sido jubilados desde el 1 de enero de 2018 hasta el 1 de mayo de 2022, un bono único de 10.000 bolívares. Esto para reparar y compensar en algo a los jubilados de ese período», expresó Maduro en una manifestación en Caracas en el marco del Primero de Mayo.

Señaló que en medio de la «guerra económica imperialista» se afectó la vida de los jubilados. «Hubo jubilados que se fueron con un pago miserable», dijo.

Sostuvo que estudiará la posibilidad de compensar a jubilados de años anteriores a 2018.

«Hay que tomar las medidas para ir compensando y todo el que se jubile de aquí en adelante tenga su pago justo y digno de acuerdo a la labor que cumplió durante 30 años para el país», subrayó.

Maduro indicó que el pago a jubilados de este «bono único» será en tres partes. En el acto ordenó a Delcy Rodríguez discutir y mejorar todos los convenios colectivos de los trabajadores del país «sin excepción».

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/venezuela/pensionados-y-jubilados-protestaran-contra-el-bono-de-10-000-bolivares-es-una-estafa/

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Venezuela: 33% de los profesores universitarios come menos de tres veces al día

América del Sur/Venezuela/22-04-2022/Autora: Erika Hernández/Fuente: www.elnacional.com

56% de los docentes del país se han visto obligados a intercambiar bienes por comida para poder subsistir, de acuerdo con la Encuesta del Observatorio de Universidades (Enobu) realizada en 2021.

La Encuesta del Observatorio de Universidades (Enobu), sobre las condiciones de vida de la población universitaria en Venezuela, reveló que 33% de los profesores universitarios come menos de tres veces al día.

El estudio, realizado entre los meses de mayo y junio de 2021, contó con la participación de 4.180 docentes de 42 universidades públicas y 22 privadas, distribuidas en los 14 estados del país.

50% de los encuestados señaló que con respecto a 2020 su alimentación en 2021 empeoró y 45% dijo que se mantuvo igual, de acuerdo con los datos obtenidos por el Observatorio de Universidades.

En cuanto a lo que comen los profesores universitarios, la Enobu señaló que solo 23% consume fuentes de proteínas como carne, pollo y pescado tres veces a la semana. «Se observa que se disminuyen las porciones de comida y se selecciona lo más económico como los cereales, en contraposición con los productos cárnicos, vegetales y frutas. Estos dos últimos coadyuvan al mantenimiento de la salud ósea y muscular, y refuerzan el sistema de defensa del organismo», indica el documento.

El boletín alertó que entre la población estudiada hay notorias desigualdades territoriales. Según la encuesta, en el nororiente del país 48% de los académicos come menos de tres veces al día.

«En Guayana, encontramos el mayor porcentaje de profesores que han visto disminuir su alimentación», indicó la Enobu.

56% de los docentes universitarios del país se han visto obligados a intercambiar bienes por comida para poder subsistir, mientras que 86% tuvo que disminuir las raciones alimenticias por día durante los últimos 12 meses.

El estudio señaló que los profesores de mayor edad son los más afectados, pues 35% con 60 años de edad o más y 34% de 40 a 59 años comen menos de tres veces al día.

Durante 2021 el salario máximo por mes de un docente universitario en el máximo escalafón de una institución pública venezolana era de 11 dólares. Mientras que la Canasta Alimentaria rondaba los 341 dólares en ese entonces.

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/venezuela/33-de-los-profesores-universitarios-come-menos-de-tres-veces-al-dia/

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Activistas hicieron viacrucis por crisis de los servicios públicos en Venezuela

América del Sur/Venezuela/15-04-2022/Autor(a) y Fuente: www.elnacional.com

Desde hace varios años, ONG, activistas y políticos opositores han denunciado el colapso de los servicios públicos en el país

Un grupo de ONG y activistas venezolanos hicieron este jueves, a propósito de la conmemoración de la Semana Santa, una protesta creativa en Caracas a la que denominaron «viacrucis de los servicios públicos» para exigir la mejora en el acceso al agua, la electricidad y el transporte y alertar sobre «la agudización de la crisis» en Venezuela.

«Juntos por la exigencia de los servicios públicos de calidad y los derechos humanos. Activistas, organizaciones y comités de derechos humanos marchamos pacíficamente en un viacrucis por la crisis de los servicios básicos», detalló la ONG Provea, participante de la actividad, en su cuenta de Twitter.

Activistas hicieron viacrucis

En la manifestación, que tuvo lugar en una zona popular del oeste de Caracas, participaron también las ONG Caracas, Mi Convive, Comité de DD HH, Radar Caracas y, al menos, dos decenas de vecinos de la comunidad y jubilados y pensionados de distintas zonas.

En cada una de las estaciones dispuestas para el viacrucis, los activistas explicaron cómo han terminado vulnerados en Venezuela, a su juicio, los derechos humanos a servicios fundamentales como el agua, la luz, la educación y el Internet, entre otros.

La activista y presidenta del Colegio de Enfermería de Caracas, Ana Rosario Contreras, participó en la actividad y aseguró que los venezolanos siguen viviendo la violación de los derechos humanos.

«Los venezolanos seguimos con una violación continua de nuestros derechos humanos. Hoy, a 22 años de tener esta mal llamada revolución, los venezolanos tenemos que decir que el derecho a la vida, a la educación, al Internet. Todos han sido vulnerados». Así lo dijo en un video publicado por Provea.

En este sentido, Contreras pidió a sus compatriotas levantarse «con una bandera de lucha» por la defensa de los derechos.

Crisis de servicios públicos en Venezuela

Desde hace varios años, ONG, activistas y políticos opositores han denunciado el colapso de los servicios públicos en Venezuela.

La semana pasada, el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) informó que el 47% de los ciudadanos en 12 ciudades del país deben almacenar el agua. Esto como una alternativa ante la falta de suministro del líquido de forma continua por las tuberías.

Sobre el servicio eléctrico, este martes, el Comité de Afectados por Apagones, un ente independiente que contabiliza los cortes de luz y sus efectos, informó a Efe que las fallas eléctricas en Venezuela se redujeron un 64,6 % este año, respecto a 2021, cuando se registraron 38.004, frente a las 13.423 interrupciones del servicio computadas durante el primer trimestre de 2022.

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/venezuela/activistas-hicieron-viacrucis-por-crisis-de-los-servicios-publicos-en-venezuela/

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¿Vuelta a clases?

Por: Roberto Patiño

Hace un par de semanas el régimen ordenó la vuelta a clases presenciales en todo el país.

El anuncio fue presentado por la red de medios públicos como una evolución natural de los logros de la revolución frente a la pandemia, el resultado positivo de la inversión pública en la recuperación de los liceos y enmarcado dentro de un aumento salarial a los docentes que fue acordado, señalaron, con el apoyo de todos los gremios y sindicatos. Toda una emotiva declaración de principios que no puede ocultar la gravedad del sistema educativo venezolano.

Lo que no dijeron durante el evento es que, según información de los propios profesores, agrupados en torno a la Federación Venezolana de Maestros (FVM), de 27.000 liceos que hay en el país, el Estado venezolano sólo ha invertido recursos en 5.000, mientras que los más elementales servicios públicos en la mayoría de los colegios, como el agua, tan necesaria en medio de una pandemia que no ha sido erradicada, sigue agravándose, como queda demostrado con el hecho de que en cada diez centros educativos, ocho no tienen agua corriente. La educación en Venezuela, han advertido los profesionales que están sobre el terreno, es de colapso.

A esta realidad que no aparece reflejada por las pantallas de VTV hay que sumarle el hecho de que la tabla salarial de los docentes fue “aprobada” por el Ejecutivo de espalda a los profesionales de la educación, pasando por encima de años de luchas y reivindicaciones laborales. Este acto de fuerza sobre el gremio educativo impuso unas tablas salariales donde un Docente Tipo III, devenga un salario mensual de 82 dólares, mientras la Canasta Alimentaria está en 455 dólares al mes. Los maestros venezolanos tienen suficientes razones para pensar en abandonar los liceos, es un gremio al que no se le puede exigir más de lo que han dado por el país en los últimos años.

El grave estado del sistema educativo coincide con la publicación del informe de Cecodap y la Agencia PANA, donde señalan, entre otras cosas, que la pobreza, el hambre, la violencia doméstica y la deserción escolar, son factores de riesgo para que niños y adolescentes sean reclutados por megabandas delictivas que operan en el país. Un riesgo que nuestra sociedad no puede tolerar.

En nuestro trabajo en las comunidades, junto a nuestros líderes, apoyando la verdadera organización comunitaria, sabemos que la escuela, junto a la cancha deportiva, es el corazón de la comunidad, una coordenada geográfica y existencial donde ocurre el encuentro de los vecinos, donde nacen y se llevan adelante los proyectos que surgen al calor de los nuevos liderazgos.

El liceo es el centro de la vida social de muchas comunidades y las organizaciones que trabajan en torno al liceo, apoyando a los niños, padres y docentes, tienen un alcance limitado que no puede ni aspira a sustituir las obligaciones que tiene el Estado, por más importante que sea su misión.

El Estado debe cumplir con su deber de garantizar las condiciones de trabajo en los centros educativos, dando un sueldo de calidad a los docentes y desarrollando, junto a los profesores, padres y comunidad educativa, un pensum de estudios acorde a los tiempos que vivimos, una exigencia para la cual el régimen que gobierna Venezuela no está preparado.

Nosotros seguiremos en la calle, apoyando el trabajo de las comunidades educativas, los maestros y padres, colaborando en los esfuerzos que emprenden muchos líderes para evitar que nuestros colegios sean desmantelados de manera definitiva y, sobre todo, luchando para lograr el cambio pacífico y democrático que necesita Venezuela para colocar a la educación pública, en el centro del debate y de las obligaciones de nuestro país.

Este es nuestro compromiso.

www.rpatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/vuelta-a-clases/

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