Page 4 of 5
1 2 3 4 5

Bolivia: Profe de agallas

Bolivia/7 de junio de 2016/ Autor: Alicia Bress Perrogón/ Fuente: eldeber

A simple vista Lucinda Mamani Choque parece ser una maestra más. Pero su esfuerzo y su trabajo por el empoderamiento de las adolescentes de su escuela le valieron para obtener, en 2014, el Premio a la Excelencia Educativa, que otorga la Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina, y para distinguirse como una de las 50 mejores profesoras del mundo y ser nominada, por la Varkey Foundation, con apoyo de las Naciones Unidas, al Global Teacher Prize 2016.

Fue seleccionada entre 8.000 postulantes, de 148 países, pero más allá del reconocimiento internacional, la vida de Lucyn, como la llaman de cariño, es un ejemplo de cómo un maestro puede revolucionar la educación y lograr un cambio social en la vida de sus alumnos.

De lunes a viernes y antes de que salga el sol, se abriga bien, alista sus libros, deja su casa, situada en el barrio Río Seco de la ciudad de El Alto, y se traslada hasta la tranca de Laja para ir a la Escuela Caleria. Como no hay transporte público que cubra esa ruta, se sube a las volquetas de una cementera que trasladan piedra caliza a Viacha. Durante dos horas recorre la vía hasta la unidad educativa, que queda en el distrito de Pucarani, una zona donde el frío cala hasta los huesos, más aún en esta temporada, en la que el termómetro desciende algunos grados bajo cero y la nieve forma una capa blanca sobre el pasto casi seco.

Llega antes de las 8:00. Unas sillas en el patio con escarcha de hielo le dan la bienvenida. Se para en la puerta de su aula y observa a las decenas de niños y adolescentes que van acercándose a la escuela, algunos en bicicleta y otros a pie, recorren varios kilómetros para llegar, desde las casas dispersas que hay en la comunidad Caleria. Lucinda los recibe con una sonrisa y ellos, con rostro alegre y mucho respeto, saludan a su profe. A las 8:30 se inician las clases.

La escuelita, que se pierde en medio de las montañas y que cuenta con unas pocas aulas estrechas donde los pupitres están uno casi encima de otro, tiene muchas necesidades. No hay un retrete, varias ventanas están con los vidrios rotos y la infraestructura necesita algunas obras de refacción y varias manos de pintura. Pero eso no le preocupa tanto a Lucinda, porque trata de transformar ese espacio deteriorado en un ambiente más dinámico para sus alumnos, decorando su aula con cuadros y pancartas que contienen mensajes informativos y educativos.
A la hora del recreo todos se reúnen en el patio de la escuela.

Los estudiantes reciben su desayuno escolar y poco antes del mediodía los maestros comparten un breve almuerzo comunitario. Por la tarde, los docentes sostienen algunas reuniones de coordinación, organización y planificación para finalizar con un encuentro deportivo entre los docentes. Cerca de las 16:00 Lucinda emprende el viaje de retorno en alguna de las volquetas.

“Los estudiantes y profesores debemos estar suficientemente alimentados. Me preocupa esa realidad. Pasamos clases desde las 8:30 hasta las 15:00, en ese intermedio tenemos un desayuno escolar mínimo, por lo que en la escuela hemos planteado una propuesta de alimentación con productos nativos del lugar. Por lo menos dos días a la semana las maestras preparamos refrigerios para reforzar a los alumnos”, dice.

Lucinda es licenciada en Educación Comunitaria con mención en Derechos Humanos. Hace ocho años que enseña Lenguaje y Comunicación en el nivel secundario en la Escuela Caleria. Además, hoy por hoy, está produciendo un programa de educación que se emite por la radio Tawantinsuyo, considerando que es una herramienta de trabajo masiva para sensibilizar, no solo a los estudiantes, sino también a los padres de familia y a sus mismos colegas.

La defensa de los derechos
No obstante, el redoblado esfuerzo que hace esta maestra de origen aimara para ir y volver a Caleria no es la única característica que la hizo quedar entre las 50 finalistas del Global Teacher Prize. Su método de enseñanza es muy particular. Ella no solo lucha para que los estudiantes aprendan Lenguaje, que es la materia que enseña, sino que, además, los prepara para hacer respetar sus derechos, haciendo hincapié en el empoderamiento de las mujeres, la igualdad de género y violencia cero, desafío que comenzó en el año 2013.

En este aspecto, no solo los estudiantes son capacitados, sino también las madres de familia, a quienes les da charlas informativas y les distribuye material didáctico para que conozcan sobre sus derechos y los hagan respetar.

La lucha por la equidad de género. Gracias a las charlas, obras de teatro y talleres de capacitación que les brinda la profe Lucyn, las niñas están aprendiendo a valorarse como mujercitas y a no sentirse menos que los varones.

La lucha por la equidad de género. Gracias a las charlas, obras de teatro y talleres de capacitación que les brinda la profe Lucyn, las niñas están aprendiendo a valorarse como mujercitas y a no sentirse menos que los varones.

“Presenciar un acto de discriminación a las mujeres adolescentes que querían postularse al centro de estudiantes de la escuela, a la que los varones se oponían porque pensaban que no podían ser manejados por mujeres, me animó a crear la metodología participativa que ya hemos replicado en más de 30 unidades educativas cercanas a Caleria”, cuenta Lucinda.

Agrega que si bien Bolivia ha avanzado mucho en el reconocimiento de los pueblos indígenas, los índices de discriminación y violencia hacia las mujeres son bastante elevados, peor aún en las zonas rurales.
Explica que para aplicar su método se crearon espacios de reflexión, a través de obras de teatro en la que los varones se ponían en la piel de sus compañeras para vivenciar los efectos que producían en ellas el rechazo y la discriminación. Luego avanzaron a la comunidad y con los estudiantes arrancaron con la difusión, ya que sin un trabajo en conjunto es difícil erradicar la violencia y discriminación contra la mujer.

“Esta experiencia de formación de liderazgo ha revelado que habíamos sido profesores poco equipados en cuanto a materiales educativos se refiere. Habíamos sido maestros solo para enseñar a los estudiantes jóvenes y no a los adultos. Vimos que necesitamos infraestructura, equipamiento, currículo regionalizado con énfasis en el contexto nacional y mundial y, sobre todo, recursos humanos idóneos surgidos de nuestra propia organización para la lucha permanente contra la violencia a la mujer”.

Fuera del aula
Existen excepcionales y muy buenos profesores de aula, remarca, pero que lamentablemente no quieren salir de allí y siguen solo con su tiza y su pizarra, algo que para esta joven maestra, de 31 años, ya no le cabe en su mente.
“Lo que hice fue buscar espacios creativos para incorporar a la malla curricular escolar un tema pendiente en mi escuela, en mi país, en mi continente, como los derechos humanos de la mujer. Impulsé el proyecto pedagógico comunitario con objetivos holísticos que incluyen la participación de la comunidad, las madres de familia, las profesoras y las estudiantes”, comenta.

Lucinda generó actividades de enseñanza fuera de lo común, como la organización de ferias educativas, la elaboración de textos y mensajes educativos de fácil lectura sobre los derechos de la mujer, difundiéndolos a través de programas y cuñas radiales, afiches y banners, a fin de llegar a una mayor cantidad de personas.

Al cabo de pocos meses, comenzó a realizar visitas a las familias de la comunidad para conocer de cerca cómo estaban desarrollando algunos valores como la solidaridad, la paz, la tolerancia y la toma de conciencia respecto a la violencia, pudiendo evidenciar que se estaban logrando los cambios esperados en madres e hijas.

“Mi estrategia ha funcionado porque nace de una necesidad real, dado que, vuelvo a reiterar, la vulneración de los derechos de la mujer es un asunto pendiente en Bolivia y en el mundo. Antes se pensaba que las mujeres campesinas no debían acceder a nada, menos al estudio; sin embargo, vemos que eso ha ido cambiando. Hoy la mejor estudiante de Caleria es una joven adolescente que se está preparando para ir a la universidad”, argumenta.

Soñaba con ganar el premio de un millón de dólares que la Fundación Varkey entrega ya por segundo año al mejor maestro del mundo y que quedó en manos de la docente palestina Al Hroub, que enseña en un instituto en Al Bireh, y no para hacerse millonaria, sino para invertir parte del dinero en que su iniciativa sea replicada en todos los colegios de Pucarani.

Se necesita de la ayuda de todos Lucinda cree que sin la colaboración del plantel docente de la escuela, de los alumnos y de los padres de familia, no sería posible el cambio.

Se necesita de la ayuda de todos. Lucinda cree que sin la colaboración del plantel docente de la escuela, de los alumnos y de los padres de familia, no sería posible el cambio.

Ahora su sueño es que en la escuela puedan tener un comedor para los estudiantes y una biblioteca repleta de libros, una promesa que hizo el ministro Roberto Aguilar cuando Lucinda obtuvo el Premio a la Excelencia Educativa, y que aún se está haciendo esperar. Su otro gran anhelo es contar con una emisora en la comunidad para que los maestros rurales puedan hacer escuchar su voz en todos los rincones del país.

Aunque Lucinda no pudo ganar ni calificar entre las 10 mejores maestras del mundo y tampoco consiguió dinero para viajar hasta Dubái, donde se entregó el premio, se siente satisfecha porque sabe que su esfuerzo está dando sus frutos, porque ve que las mujeres están siendo fortalecidas y ya no se sienten menos que los hombres.

“Lo que más me gusta de ser maestra es conocer los sueños, desafíos y metas de mis alumnos, escucharlos y platicar toda la experiencia de cada uno. Los maestros no solo enseñamos, también aprendemos de ellos. Es hermoso acompañarlos en la etapa de su juventud porque irradian la alegría y la energía con la que se preparan para su vida futura”.

Una niñez dura

Lucinda nació el 28 de agosto de 1984 en la comunidad de Cohana, provincia Los Andes (La Paz), en el seno de una familia muy humilde que pasó muchas necesidades. Cuando tenía cuatro años, su padre, Alejandro Mamani, que también era maestro, dejó su comunidad, a orillas del lago Titicaca, y emigró a El Alto en busca de oportunidades y mejores días. Fue así que estuvo varios años como docente del Centro de Educación Popular Qhana.

En 1994 viajó a Quito, Ecuador, a estudiar Comunicación Radiofónica en Ciespal, dejando a su esposa, Dominga Choque, al cuidado de sus cuatro hijos, Lucinda, Cancio, Leonarda y Julio, que murió a sus nueve meses por negligencia y falta de atención médica.

“Pasamos por momentos muy tristes. Mi madre, después de la muerte de Julio, estuvo muy enferma durante un largo tiempo y como hija mayor me tocó, desde muy pequeña, cumplir con algunas responsabilidades para poder ayudar a criar a mis hermanos más chicos. Fue una época muy dura, pero que, a la vez, me hizo fuerte”, confiesa.

Recuerda que ella y su familia vivían en condiciones muy precarias en una zona donde no había agua potable, mucho menos energía, por lo que de pequeña, ella con su hermano, Cancio, caminaban grandes distancias empujando una carretilla para buscar bidones de agua y llevarlos a su casa. Estudiaban, pero con mucha dificultad. Ahora todos son profesionales, Cancio es profesor y Leonarda, comunicadora.
Lucyn no siempre soñó con ser maestra. De niña quería estudiar enfermería, pero cuando creció, y sin pensarlo mucho, decidió registrarse en la Escuela Normal de Warisata. Se prometió a sí misma que no iba a ser una más del montón, sino que se formaría como la mejor, porque su mayor anhelo era revolucionar la educación en las escuelas, especialmente en las del área rural.

Tiempo de calidad
La joven docente es mamá de Lesly (9) y Grisel (5), a las que deja al cuidado de su mamá para ir a trabajar. Generalmente sale cuando ellas están todavía dormidas y llega al finalizar la tarde. Trata de ayudarlas con sus tareas y obligaciones pendientes, luego comparten la cena juntas. Intenta que ese tiempo que le queda con sus niñas sea de
calidad.

Los fines de semana los dedica íntegramente a sus hijas. Salen a pasear al parque, a tomar helados, al cine o se quedan en casa viendo videos. Aunque no es una experta en la cocina, le gusta cocinar y entre sus comidas favoritas están el fricasé, el thimpu, el wallaqi, que es su especialidad, y la waja.

Le ha tocado la amarga experiencia de no acompañarlas en sus primeras clases, en sus exposiciones o en las fechas importantes como sus cumpleaños o el Día de la Madre, pero ellas saben que son su motor para seguir adelante y para batallar ante las adversidades que les depara la vida. Día a día lucha para darles lo mejor y trata de mantener ese equilibrio entre el trabajo profesional y el de madre. Gracias a Dios, dice, tiene a su mamá, que es la que le ayuda en todo y en especial en la crianza de sus pequeñas.

Sería un orgullo que sus niñas sigan sus pasos, indica, aunque cree que los sueños se van construyendo a medida que uno va creciendo y los hijos tienen derecho de elegir y seguir los suyos propios. “Lo más importante es que tengan en cuenta que sin importar el lugar, la posición o el cargo que ocupen, con una ideología basada en valores, tienen el poder de transformar su entorno, construir un mejor futuro. Todos, niños, jóvenes, adultos, artesanos, carpinteros, agricultores, profesores o médicos, necesitamos de los demás para revolucionar el destino de un pueblo, de un país y del mundo. Tengo claro que un maestro puede cambiar la educación y la educación puede transformar al mundo”, concluye
El deporte también está presente. Una vez concluyen las labores educativas, las docentes dedican un tiempo para practicar deporte en la escuelita.

Fuente: http://www.eldeber.com.bo/suplementos/profe-agallas.html

Imagen: http://www.eldeber.com.bo/files/article_content/uploads/2016/06/04/57533ffa5fc65.jpeg

Comparte este contenido:

En Colombia: Ser maestro también significa reinventarse

Incentivar la lectura, mejorar competencias en lenguaje y matemáticas, algunas de las actividades.

ANA MARÍA OCORÓ LOZADA | 21 de mayo de 2016 /EL TIEMPO

Ser docente no solo implica dedicar parte del tiempo libre a preparar clase, tener paciencia para trabajar con grupos hasta de 50 estudiantes, o cumplir muchas veces con el rol de padre de familia para algunos estudiantes que no tienen ese acompañamiento.

También exige un compromiso irrompible con sus alumnos, que consiste en trabajar a diario por brindar una educación de calidad, ser innovador a pesar de los pocos recursos con los que cuenta y entender que su trabajo no es solo entrar al aula y enseñar conceptos y teorías, sino formar seres humanos con valores y competencias que les permitan tener un mejor futuro.

Cada vez son más los profesores que buscan la manera de reinventar sus prácticas e implementar nuevas estrategias buscando siempre hacer un trabajo de calidad.
Ana Rubiela Taborda constituye uno de esos casos. Es licenciada en Lenguas Modernas, con magister en Educación, de la Universidad del Valle; tiene estudios sobre énfasis en procesos de enseñanza y aprendizaje en la Universidad Uniminuto y cursa un doctorado en la Universidad Baja California en México.

Esta docente de la institución educativa Multipropósito, en el sector de La Sirena en Siloé, localidad de Cali, hace más de dos años trabaja con maestros, directivos y estudiantes de colegios públicos de la ciudad, acompañándolos en el diseño y aplicación de las herramientas pedagógicas adecuadas para mejorar el nivel educativo.

Se desempeña como tutora del Programa Todos a Aprender (PTA), impulsado por el Ministerio de Educación, cuyo objetivo principal es mejorar el aprendizaje de los estudiantes de primaria en la educación pública.

“Yo soy tutora del PTA desde el 2014 porque sentía que me estaba quemando en la institución donde trabajaba y necesitaba hacer otras cosas que no me desligaran de mi profesión, pero que sí me aportaran más experiencias, y justo se presentó esta oportunidad”, contó Taborda.

Su labor se centra en acompañar constantemente a los docentes para que juntos identifiquen las falencias y garanticen que los niños aprendan más cosas de la mejor manera.

Desde el 2014, Ana Rubiela está enfocando su trabajo en el colegio Rodrigo Lloreda Caicedo, en el barrio Mariano Ramos. “Hemos realizado un proceso fuerte y ya empezamos a recoger frutos: mejoramos en el índice sintético de calidad, pasamos de 3,37 a 5,68 puntos, y nos ubicamos entre los siete mejores colegios de Cali”, afirmó la tutora.

Actualmente, este programa cuenta con la participación de 2.900 tutores trabajando en más de 4.000 instituciones públicas en todo el país.

Durante el 2015, el PTA sufrió una reestructuración que permitió que los educadores enfocaran su trabajo y sus esfuerzos en una sola institución, y así garantizar un proceso más riguroso.

Santiago Varela, director del Programa Todos a Aprender, contó que “en 2015 hicimos énfasis en el acompañamiento en el aula, seleccionamos material educativo de calidad, y en lo que va de este año hemos enviado más de nueve millones de libros y módulos a las instituciones beneficiadas con el programa”.

Julia Emma López es otra docente que desde el 2013 es tutora en Popayán. Hasta diciembre del año pasado trabajó en el colegio Alejandro Humboldt, donde lograron mejorar el índice sintético de calidad, pasando de 4,98 a 7,02 puntos. Desde inicios de este año acompaña a los profesores del colegio Las Mercedes en la zona rural.

“Al principio fue difícil porque se generan dudas frente al sistema de evaluación de los docentes, pero con el paso del tiempo se fueron dando cuenta de los beneficios del programa y se fortalecieron las relaciones entre los maestros. Me convertí en un puente de comunicación asertiva entre los administrativos y los profes”, aseguró López.

Este esfuerzo por mejorar requiere un trabajo de formación y capacitación. Los tutores tienen semanas enteras en las que deben dedicarse a recibir charlas de sus formadores y a planear las estrategias para las clases, teniendo en cuenta protocolos y rutas de trabajo que están vigentes en todo el país.

El profesor Jorge Contreras forma parte del grupo de tutores de la Costa Atlántica y aunque no es licenciado de formación, asegura que esta experiencia como acompañante docente en el municipio La Gloria, Cesar, le ha permitido, además de trabajar por sus niños, reflexionar sobre su quehacer como profesor y cambiar algunas prácticas.

A ellos se suman otros profesores comprometidos con la educación que trabajan fuerte para que los niños de Colombia tengan las mismas oportunidades.

Opinan

Ana Rubiela Taborda
Tutora ‘Programa todos a aprender’

Este programa me ha hecho crecer y el día que yo vuelva a mi institución, voy a ser una maestra totalmente diferente.

Jorge Eliécer Contreras
Tutor ‘Todos a aprender’ (Cesar)

En mi práctica como docente he aprendido a través del PTA y estamos trabajando por una mejor educación.

Julia Emma López
Tutora ‘Pta’ en Popayán

Con este proyecto hemos podido recuperar, entre otras cosas, las relaciones entre los docentes.

Fuente: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/maestros-en-colombia-especial-educacion/16599490

Foto: Santiago Saldarriaga

Fecha de la publicación en OVE: 23 Mayo 2016

Comparte este contenido:

La Escuela en Democracia: Entrevista a Pedro García Olivo, para el periódico anarquista “El Amanecer”

PEDAGOGÍA TRÁGICA, EDICIONES OCASO Y RATA NEGRA EDICIONES CONVERSANDO CON PEDRO GARCÍA OLIVO

Ediciones Ocaso, Pedagogía Trágica y Rata Negra Ediciones, colectivos de la Región Chilena, estuvieron conversando con Pedro García Olivo sobre la cuestión de la Escuela y su reforma en el contexto de las nuevas y viejas democracias.

idea 1
Recogemos, a continuación, los primeros desarrollos de la entrevista:

LA ESCUELA EN LA DEMOCRACIA
Perspectivas para la denegación de toda forma de Escuela
(Pedagogía Trágica, Ediciones Ocaso y Rata Negra Ediciones conversando con Pedro García Olivo)
Entrevista para el Periódico Anarquista “El Amanecer”
Colaboran : Pedagogía Trágica, Ediciones Ocaso y Rata Negra Ediciones
Junio 2015 / Región Chilena
Pregunta núm 1
Universidad y Anarquismo

Siendo la Universidad un campo de concentración, donde circulan tanto amos como esclavos (académicos y estudiantes), estos últimos aún insisten en recurrir a ella como una salida o bien como un punto de encuentro: talleres, foros, encuentros, actividades, etc.
Usted también ha sido partícipe de ella, sea desde el espacio académico de formación y más tarde como un odiador (…).
Cabe preguntarse lo siguiente: ¿Es válido hacer desde allí un daño al aparato educativo y cómo ve usted esta enorme contradicción de seguir recurriendo o buscando en ella una especie de movilidad social o si, lo prefiere, una especie de concientización de masas?
En mi opinión, las demandas de educación pública, de calidad y gratuita, son un signo de la postración contemporánea del pensamiento crítico y de la praxis antagonista. La escuela pública, universal, como pretendido “derecho”, es una exigencia clásica del Capitalismo consolidado. El Sistema requiere escuelas, o bien estatales o bien para-estatales (privadas, concertadas, semi-públicas,…), con una preferencia creciente por los proyectos no-directivos, a menudo de inspiración libertaria… Acabo de participar en la Semana de las Educaciones Alternativas de Bogotá, evento sufragado con fondos públicos, desde los aparatos políticos y las cuotas de poder de la izquierda, de la socialdemocracia, del progresismo reformista. Se evidenció allí un interés mayúsculo de las administraciones, siguiendo pautas emanadas del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, de la Unesco y de cierta tecnocracia educativa muy influyente a escala global (pensemos en E. Morin, con su celebrado y siniestro manifiesto: “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”) y de los modelos propuestos por las potencias hegemónicas, en “reformar” la Escuela, en alejarla de los prototipos autoritarios clásicos, que ya no sirven para reproducir el Sistema, y en organizarla desde las pautas de “lo alternativo”, lo “no-directivo”, lo “activo y participativo”, lo “dialógico”, lo “democrático”, lo “asambleario”, etc.

La “Escuela alternativa” por la que se clamaba en ese encuentro (que se inscribe en una larga seria de eventos semejantes, en todos los continentes) será mañana la “Escuela oficial”, y de hecho ya lo es hoy en parte de Europa: es la Escuela por fin readaptada a una fase del Capitalismo que ya no requiere, sin más, “obreros dóciles y votantes crédulos”, sino “ciudadanos asertivos, emprendedores, organizativos; gentes creativas, imaginativas, asociativas” siempre —y este es el aspecto crucial— desde la aceptación franca de lo dado, desde la instalación plena en el sistema o, al menos, desde el deseo irrefrenable de acomodación. Para este nuevo perfil demandado por la máquina política y económica ya no sirve la escuela tradicional; se precisa una Escuela Renovada, y hay un interés mayúsculo, en las agencias económicas y en los poderes políticos, en promoverla.

Pero, como aconsejaba Maquiavelo, tal “exigencia del Sistema” no ha de ser meramente impuesta: conviene que sea el pueblo, la ciudadanía, el común de las gentes, quienes la demanden, quienes “luchen” por ella, movilizándose, llenando las calles, enfrentándose incluso con la policía, recibiendo golpes y padeciendo cárceles, soñando “conquistarla”. Cuando el clamor popular sea notable, y todo el mundo aspire a la reforma, el Príncipe, en un gesto de sensibilidad social y de amor a sus súbditos, “concederá” aquello que, desde el principio, deseaba “decretar”. No habrá “impuesto” nada: se dirá que ha cedido ante una aspiración ciudadana, o que la ha atendido al menos.
Este es nuestro caso: las demandas de Educación Pública Universal, de Escuelas Renovadas, de Pedagogías Aternativas, de Reformismo Metodológico, etc., son alentadas hoy por los poderes establecidos, aunque se permitan el guiñol de una represión de los demandantes, aunque encuadren frente a ellos policías y otras escuadras brutales. Estamos, aquí, en el ámbito de la “conflictividad conservadora”, de la “desobediencia inducida”, de lo que Foucault llamó “ilegalismo útil”, política e ideológicamente rentable.
Un mínimo punto de radicalidad en el cuestionamiento del dispositivo de enseñanza conduce a no aceptar la estatalización de la educación; a no tolerar la figura “demiúrgica” del Profesor, la hipóstasis del “encierro formativo” y el discurso anestésico-narcótico de las pedagogías todas, incluidas las nominalmente libertarias.
La segunda parte de vuestra pregunta plantea una cuestión compleja, que no tengo resuelta de un modo satisfactorio… Como “cementerio del espíritu”, que decía A. Artaud, es muy poco lo que cabe esperar de la Universidad para la crítica no sobornable y los anhelos de transformación. Pero cabe discutir el alcance de ese “muy poco”….
Yo nunca he simpatizado con las estrategias “entristas” o “de infiltración”, que hablaban de la necesidad de “tomar” progresivamente los centros de poder, para de algún modo desnaturalizarlos y volverlos contra su funcionalidad originaria. He visto ahí meras racionalizaciones del deseo de instalación, de la voluntad de acomodo. Los profesores de la Escuela de Frankfürt, con Adorno y Horkheimer a la cabeza, nos han ilustrado tristemente sobre la misera de dicha táctica: aspirar, decían, a la “pequeña desviación”, a la “diferencia mínima”, desde los mismos aparatos del Estado, incluida la Universidad, como refugio último de la esperanza emancipatoria.

Un gran radicalismo verbal se conjugaba en ellos con la completa adaptación a la maquinaria política y cultural capitalista (de ahí su asentamiento en la Universidad, su éxito académico, su poderosa estructura editorial, sus confortables viviendas, su aburguesamiento existencial,…). Detesto esa suerte de cinismo, esa división esquizoide entre el pensamiento y la vida; y no me parece sincera su apuesta por una ingresión rebelde en el sistema universitario… En España, hemos tenido los casos, quizá aún más lamentables, de celebrados “anarcofuncionarios”, empoltronados en la Universidad, viviendo de su enemigo declarado: el Estado. El anarquista que trabaja para el Estado, dando clases por ejemplo, encarna la máxima contradicción concebible, el cinismo más vergonzante: no se engaña en absoluto, no es víctima de una ilusión, de una mentira interior (si fuera presa de un auto-engaño, en el sentido de Nietzsche, si “creyera” en su oficio, aún le cabría cierta disculpa), pues lo sabe todo, sabe para quién se vende, a cambio de qué se le paga, la ignominia de su ocupación y de su vida, y sigue no obstante adelante…

En “El carácter destructivo”, W. Benjamin ofrece una descripción que se hace cargo admirablemente de la psicología de estos sucios personajes… En efecto, en un texto quizás ambiguo, este frankfürtiano díscolo describió un tipo de carácter, una estructura de la personalidad, que, en mi opinión, halla entre los “profesores izquierdistas” de nuestros días no pocos exponentes: el “carácter destructivo”. Esta psicología, que termina anegando el pathos destructivo en la conformidad y hasta en la reacción, que encuentra su referente social en la pequeña burguesía descontentadiza (o en los sectores revoltosos de la clase media, por utilizar otra expresión), y que también caracteriza a un segmento de la clase empresarial, se distingue por la insistencia en el rechazo visceral y en las propuestas demoledoras desde un cierto acomodo, desde una inocultable seguridad, desde un estar a salvo de las consecuencias previsibles de aquel rechazo y de aquella demolición.

El “carácter destructivo” aboga por una conmoción en la que no arriesga personalmente nada, unos trastocamientos que en nada afectan a su mundo. No se compromete verdaderamente, no se involucra hasta el fin, en las luchas que proclama, en los conflictos que suscita, en las convulsiones a que asiste. Su beligerancia, su radicalismo, su disconformidad, es, exactamente, de índole ritual, escenográfica, y tiene que ver, por un lado, con cierta “subida del telón” profesional y, por otro, con una particular conformación de su carácter —con un desdoblamiento de su psicología que reconcilia, como decía, la sed de crisis con el conservadurismo secreto, el apetito de infierno con el amor de Dios, los gestos de la negación insobornable con el soborno de una afirmación no-declarada.

En tanto “carácter destructivo”, el universitario progresista se incapacita para la verdadera praxis transformadora, disuelve e inoculiza su aparente insumisión en una parafernalia de ritos catárticos, en una gesticulación simbólica de hombre que niega las cosas de este mundo porque no peligra su bienestar en este mundo y que parece amar el desorden por el exceso mismo del orden que ha instaurado sobre los asuntos de su vida. Ritual y casi hipócrita, la ‘destrucción’ por la que suspiran muchos profesores contestatarios vale lo mismo que una consigna de rebelión escrita en la arena de la playa por un hombre desocupado que toma el sol entre bostezos: no es sincera, y la borrará cualquier pequeña ola…

Pero me ha parecido también que, en situaciones concretas, puede resultar interesante desatar discursos críticos, anti-escolares, anti-universitarios, en la misma Institución. Por un lado, el pensamiento des-sistematizado sale así, de alguna manera, de su gueto natural, de sus circuitos a veces sectarios, y alcanza a receptores, a públicos, en los que puede realmente “estallar”. Se trata de una cierta transgresión del orden del discurso, que se da raras veces, y en la que yo gusto de involucrarme.

Plantear, por ejemplo, con toda rotundidad, sin medias tintas, un discurso desescolarizador en la propia Universidad, ante estudiantes desprevenidos, de cuya formación se han excluido sistemáticamente tales perspectivas (dos o tres línea concedidas a la figura de I. Illich, como máximo, en las clases de pedagogía), puede resultar conmocionante y puede lanzar a muchos jóvenes tras la pista de textos y experiencias que ni se imaginaban. Ya sabéis que yo abandoné hace años la enseñanza, mi propia condición de “educador mercenario”, experto en pedagogías alternativas que encantaban por cierto a las autoridades educativas y a la propia Inspección, procurando vivir de unos huertos en el medio rural-marginal, dando la espalda progresivamente al mercado y al Estado, en una experiencia terminal de la libertad posible. Por ese lado di el culo a la Universidad, y procuré soltar un pedo en su rostro… Pero, como mi autosuficiencia no es aún absoluta, y hay alimentos que no puedo producir, más el gasto de esta conexión mínima a Internet que me permite hablar con vosotros y con los amigos, para no volverme loco de soledad, a fin de cuentas, por esta imposibilidad temporal de la autarquía, decía, de vez en cuando me dejo contratar por alguna Universidad para desatar en su seno, como pedradas contra lo establecido, discursos anti-escolares.

Los vínculos que he ido estableciendo con estudiantes que me escucharon asombrados y empezaron a replantearse alguna cosas, me hace creer que esa esporádica transacción (no me ocurre más de una o dos veces al año) arroja también unos “efectos colaterales” que son dignos de atender. También es posible, amigos, que me esté auto-engañando en este momento; y, de hecho, no tengo claro este asunto, lo confieso.

A veces determino no pisar nunca más una Universidad, no volver a dar charlas incluso, en ninguna parte, recuperando el ideal de Antístenes el Quínico: “Esconde tu vida”, “borra tus huellas”, “prescinde de todo público”… Pero, en otras ocasiones, me seduce más la beligerancia de Diógenes el Perro, su discípulo, con sus espectáculos provocativos, disgregadores, su necesidad (¿patética?) de auditorio… Oscilo de un extremo a otro, porque no hay medio camino practicable. Me callo por meses, y luego hablo demasiado —también en Universidades.
Tiendo, en conjunto, a negar la practica docente en la Universidad, si se alientan fines antagonistas; pero no me cierro en banda a la utilización selectiva, circunstancial, de sus espacios, en la medida en que se preserve la autonomía e independencia de los convocantes y de los convocados…

Fuente de la entrevista: http://pedrogarciaolivo.blogspot.com/

Fuente de la imagen; http://images.ara.cat/2015/11/01/societat/dels-que-del-perque-no_1459664116_25150359_1447x963.jpg

Comparte este contenido:

Azurena Molina: Ser maestro, una labor que va más allá del aula

Azurena Molina Molas recibirá el galardón Maestro Distinguido 2016 otorgado por la Segey, por su labor durante 36 años.

La maestra Azurena Molina Molas recuerda con mucha alegría aquellos años en los que le tocó estar en sitios en donde no había servicios públicos, como luz y agua, pero sí convivencia muy estrecha entre maestros con alumnos, padres de familia y la comunidad en general, a tal grado de sentirlos como su segunda familia. (José Acosta/Milenio Novedades)

El esfuerzo constante reflejado en 36 años de labor docente de la maestra Azurena María del Socorro Molina Molas será premiado mediante el galardón de “Maestro Distinguido 2016”, reconocimiento que cada año es entregado por la Secretaría de Educación del Estado de Yucatán (Segey).

Comenzó su ejercicio docente a los 17 años, pues le tocó ser parte de la generación de “normalistas”, es decir, personas que egresaban de la secundaria y posteriormente estudiaban en la Escuela Normal “Rodolfo Menéndez Peña”.

Sin embargo, el título que recibió a su corta edad no fue suficiente, ya que años después ingresó a la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en donde egresó como Licenciada en Educación Básica, pues el deseo de Azurena ha sido siempre ser una mujer preparada y capaz de lograr las metas personales y como profesionista.

Fue la primera mujer en su familia en obtener títulos universitarios, ya que para la época en la que le tocó desarrollarse se creía que las mujeres no podían salir de casa y que sólo los hombres tenían derecho de acudir a una universidad; no obstante agradece en demasía el apoyo de sus padres y de sus hermanos, quienes no se opusieron en el camino de alcanzar sus sueños.


“Me tocó desarrollarme en tiempos difíciles”, dice Azurena María del Socorro, ahora con una sonrisa en los labios, pues tras años de haber enfrentado diversos obstáculos hoy se siente dichosa y plena en todas las áreas de su vida.

Comenzó la “aventura” en la docencia en diversas comunidades rurales del estado de Yucatán, sitios que atesora en sus recuerdos por todas las enseñanzas que ella recibió durante este período aproximadamente de siete años, antes de que obtuviera un lugar en alguna escuela de Mérida.

Siempre buena estudiante, salió de la Escuela Normal con mención honorífica y este ahínco le permitió continuar sus estudios aún cuando se volvió madre.

Azurena recuerda con mucha alegría aquellos años en los que le tocó estar en sitios en donde no había servicios públicos, como luz y agua, pero sí convivencia muy estrecha entre maestros con alumnos, padres de familia y la comunidad en general, a tal grado de sentirlos como su segunda familia.

En las comunidades, ella describe que el mejor material educativo que tuvo a su alcance fue la naturaleza, pues para impartir la materia de Ciencias Naturales, sólo salía de las aulas con sus alumnos y tenían todo el panorama para hablar sobre árboles, plantas, oxígeno, agua, animales y lo importante que es cuidar todo el entorno.

Su pasión por esta asignatura se volvió tal que estudió posteriormente la licenciatura en Ciencias Naturales en la Escuela Normal Superior de Yucatán.

Madre de tres hijos, confiesa que no fue una labor fácil combinar las actividades, pues atender el plano personal y laboral no siempre van de la mano, pero con el esfuerzo, el esmero continuo y el amor por los suyos, la llevó a decir hoy en día: lo he logrado.

En algunas ocasiones la confianza con los padres de familia de las comunidades se consolidó tanto que mientras atendía  a sus hijos, como alumnos dentro de las aulas, ellos le cuidaban a sus hijos.

Aunque esta medida no fue necesaria siempre, se siente agradecida por las buenas personas que ha tenido en su camino.

Tuvo el apoyo incondicional de su familia, quienes también contribuyeron en el cuidado de sus hijos, quienes ahora ya cuentan con carreras profesionales y posgrados.

Hoy en día, uno de los motivos por los que Azurena sigue frente a grupo es porque siente en el pecho la misión de formar buenos ciudadanos, conscientes y responsables del mundo en el que habitamos.

Perfil
  • Nació en Mérida, Yucatán, el 14 de octubre de 1959.
Trayectoria
  • Estudió en la Escuela Normal “Rodolfo Menéndez de la Peña”.
  • Estudió en la Universidad Pedagógica Nacional, en donde obtuvo el título de Licenciada en Educación Básica.
  • Estudió Licenciatura en Ciencias Naturales en la Escuela Normal Superior de Yucatán.
  • Obtuvo el grado de Maestría en Educación: Campo de Desarrollo Curricular
  • Obtuvo el grado de Maestría en la Especialidad de Ciencias Naturales.
  • Estudia el doctorado en el Colegio de Tlaxcala, con el título Desarrollo Regional con la Especialidad en Planeación Educativa.
  • Ha dado clases en nivel básico, medio superior, superior y posgrados.

Fuente: http://sipse.com/milenio/proyecto-vida-entrevista-azurena-maria-molina-molas-maestro-distinguido-2016-203596.html

Comparte este contenido:

Reseña de la película “Ni uno menos”

Por Julián Espinoza M.

Estudiante Pedagogía en Matemática Universidad de la Frontera

Ni uno menos. Yi ge dou bun eng shou/Not one less

  1. China. 106 min.

Director: Zhang Yimou

Producción: Yu Zhao.

Montaje: Ru Zhai.

Diseño de producción: Juiping Cao.

Vestuario: Huamiao Tong.

Guión: Shi Xiangsheng

Música: San Bao

Fotografía: Hou Yong

Reparto: Minzhi Wei, Huike Zhang, Zhenda Tian, Enman Gao, Zhimei Sun, Yuying Fen, Fanfan Li, Zhang Yichang, Xu Zhanqing, Liu Hanzhi, Ma Guolin, Wu Wanlu, Liu Ru, Wang Shulan, Fu Xinmin, Bai Mei. Actores no profesionales interpretando unos personajes basados en ellos mismos.

Premios: León de Oro en el Festival de Venecia

En el  presente espacio de la web, haré una crítica a la película vista en clases llamada “Ni uno menos”, dirigida por el cineasta chino Zhang Yimou, en la cual se muestra a grandes rasgos la problemática del alcance de la educación china en los sectores rurales, combinando de manera sublime la realidad de los alumnos rurales con el drama acaecido por el estudiante  Zhang Huike al momento de partir a buscar dinero a la ciudad para cuidar a su madre enferma.

Comenzando el análisis del filme podemos mencionar de cómo llega la niña Wei a ser maestra de la escuela. Todo acontece debido a que el maestro titular Gao debe partir un mes fuera del poblado rural y surge la incertidumbre de quien lo reemplazará. No se encuentra ningún maestro que pueda suplirlo, por lo cual Wei debe asumir esa condición, incentivada básicamente por el dinero que ganará por realizar dicha labor. Para su trabajo se le otorgan 26 tizas (una para cada día), una pieza con escritorio para preparar la clase y el incentivo de dinero, que será pagado sólo si ningún alumno se retira de la escuela.  Podemos entonces afirmar que Wei en ningún momento llega a ser maestra por vocación, sino por el interés que le daba al dinero, además de mirar en menos la labor del profesor.

A ella, también, se le encarga enseñar algunos contenidos y que los niños aprendan una canción. Wei, que no tiene la experiencia ni los conocimientos necesarios como para enseñar, se preocupa la primera clase de reproducir textualmente el contenido que el maestro le encarga, escribiendo en la pizarra todo el material y despreocupándose de los niños. Al no tener un manejo de grupo adecuado, es evidente que sus alumnos se rebelen contra su clase y se desordenen, con clímax en el momento en que  Zhang bota las tizas del mes y las rompe. Es claro que la maestra Wei no se dedicó a enseñar, sino que a dar clases, pensando que los niños se quedarían en sus puestos escribiendo y poniendo atención.

Luego ocurre lo que Wei no espera: primero una de sus alumnos es llevada por un equipo deportivo para ser entrenada y posteriormente, Zhang se retira de la escuela para ir a trabajar a la ciudad. Es por esto que Wei crea el vínculo con sus alumnos a través de la planificación para la búsqueda de  Zhang en la ciudad. Es con esto que descubre cómo sus alumnos saben resolver problemas de cálculo al momento de trabajar en la ladrillería y sacar cuentas para comprar pasajes de bus.

Finalmente, gracias a la tozudez de Wei, logra llegar a la ciudad con más de algún inconveniente. Aquí es donde el filme se transforma en drama, ya que no logran encontrar a Zhang porque, al momento de llegar a la ciudad se pierde. Después de infructuosos esfuerzos, Wei llega a la televisión local para poner un anuncio en televisión, lo cual no está exento de problemas, ya que, no la dejan entrar a las instalaciones. Pero luego, el director de la estación de televisión se entera de su caso y transforma su problema en reportaje, logrando salir en televisión y encontrando a Zhang, para luego volver a su poblado rural con la televisión y numerosos regalos.

Evidentemente, el perfil de la maestra Wei contrasta con las teorías vistas hasta ahora, ya que ella ejecuta su misión sin vocación y sin herramientas pedagógicas para ejercer dicha profesión. Se encarga de reproducir el contenido sin analizarlo, sin hacer un juicio crítico ni un diagnóstico previo de cómo se encuentra cada alumnos, en qué condiciones se encuentran como para empezar a planificar una actividad. Además es posible observar el proceso valórico que suscita en Wei para con los niños; se produce una transformación en la manera de observarlos, desde permitir que no salieran de la sala hasta que copiaran lo de la pizarra culminando con la actividad que realizan cuando Wei vuelve a la escuela, con las tizas nuevas, haciéndolos escribir en la pizarra una frase que los represente.

Se observa que Wei menosprecia la profesión, que no le toma el peso a lo que está haciendo ni a lo que debe realizar. Además, se produce una transformación de la manera de ver la educación e, inclusive, la vida por parte de Wei, la cual se transforma por el cariño y la obstinación que tiene por el niño Zhang. Todo esto es circunstancial, porque lo hace para poder recibir el dinero prometido. Como valores del filme podemos destacar entonces la obstinación, preocupación y decisión de Wei, la ingenuidad e interés de los niños por su compañero Zhang y, de manera general,  la calidad y claridad de las problemáticas ocurridas en la escuela rural, como la falta de incentivos para adquirir más conocimientos y la capacidad de los niños no aprovechada Wei.

Es posible observar que la maestra no planificó ni desarrolló los problemas específicos del aprendizaje, ya que en ningún momento se preocupó si alguno de sus alumnos tenía o no problemas de algún tipo, como si alguien no supiera escribir o no supiera calcular. Un ejemplo es el caso cuando hacen el cálculo de los boletos de bus, en el cual, una alumna hace el cálculo errado y, Wei, en su rol de maestra, debió haber corregido y demostrado por qué no era así.

A modo de conclusión, podemos observar que el film deja como reflexión la problemática de la enseñanza en sectores rurales, la cual también se puede extrapolar a la sociedad chilena actual. Es necesario contextualizar la enseñanza en estos sectores, aplicando técnicas entendibles y reales para los alumnos. Es necesario aplicar el material didáctico, como queda claro en la película, cuando, de manera bastante poco ortodoxa, se lleva a los niños a trabajar a la ladrillería, se trabaja con la cantidad de ladrillos necesarios que deben trasladar para lograr cierta cantidad de dinero. Este filme es un excelente material para cuestionarse la enseñanza en dos aspectos: primero, la manera de enseñar. Wei nos muestra un ejemplo extremo de cómo no enseñar, sin planificaciones ni diagnósticos previos al desempeño del alumno. Segundo, observar la enseñanza como medio de cohesión y desarrollo social. Por esto, considero este film como fundamental antes de ir a plantarse en una escuela rural, de manera específica, y escuelas en general, por la forma en cómo ver la educación.

Fuente: https://analisisniunomenos.wordpress.com/

Comparte este contenido:

En Nicaragua: Crece el gusto por la docencia

En los últimos 20 años, el número de bachilleres que elige una carrera magisterial incrementó en casi 600%, a la vez que son más los profesores empíricos que deciden titularse.

FManagua, Nicaragua | 09 Abril 2016 |Rosmalia Ann González| Edición Impresa

Cuando se fundó la primera escuela de Magisterio de Nicaragua, en 1907, los docentes ganaban 40 córdobas. En aquel entonces, con cuatro córdobas los profesores podían comprar al contado un ropero, puntualiza la historiadora Isolda Rodríguez.

Este año, el salario promedio de un educador público de primaria es de 7,415 córdobas, indica el profesor y diputado suplente José Antonio Zepeda, secretario general de la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (Anden). La canasta básica tiene un valor de casi 13 mil córdobas.

Vocación

Aunque la situación económica de los maestros no les permite comprarse un ropero ni ajustar para la canasta básica, los estudiantes de Magisterio siguen siendo cada vez más en el país.
Zepeda confirmó que para los años noventa, a nivel nacional, había unos mil normalistas, a diferencia de ahora, cuando hay cerca de 6 mil.Muchos estudiantes de magisterio en Managua provienen de los departamentos.- Muchos estudiantes de magisterio en Managua provienen de los departamentos. –

Hay dos razones de peso que motivan a pensar que parte de estos estudiantes tomaron su profesión por vocación.

Antonio es uno de esos chavalos internos que cursa en uno de los ocho colegios normalistas públicos de formación primaria. Está en primer año y quiere ser maestro de inglés, por eso también piensa estudiar una licenciatura en idiomas.

Confiesa que al principio, a sus padres no les gustó la idea de que él estudiara Magisterio, porque solo los viernes gasta 200 córdobas para movilizarse del colegio a su casa, en La Dalia, Matagalpa, donde pasa los fines de semana.

“Quiero ser maestro porque es una profesión que desde chiquito me gustó, independientemente de lo que me paguen. Este es un oficio que debés tomar con amor porque uno como profesor no solo está sentado, sino que imparte conocimiento a los niños, poniendo en práctica todo lo que te enseñan en las escuelas normales”, cuenta Antonio.

Inicio

El término normal tiene su origen en su propósito, el de establecer normas de enseñanza. Empezaron a constituirse en Francia y luego se extendieron al resto del mundo, incluyendo Nicaragua.

“Las escuelas normales fueron la base de la formación de la mujer en Nicaragua durante los primeros años del siglo XIX, quien demostró sus capacidades más allá de las maternales”, comenta Rodríguez.

La primera escuela de Magisterio que se estableció en el país fue la Escuela Normal de Señoritas, fundada el 25 de julio de 1907 por la educadora Josefa Toledo de Aguerri y ubicada cerca del Cine González. En 1939 se abrió un centro normalista para varones, llamado Franklin D. Roosevelt, construido en el mismo edificio del Instituto Ramírez Goyena. En aquel entonces, la docencia era la única profesión que podían ejercer las mujeres, a quienes también se les preparaba para desempeñar las artes manuales, costura y repostería. A los varones, en cambio, se les instruía en trabajos de madera y mecánica, al tiempo que llevaban las clases normalistas, detalla el maestro universitario Róger Norori, quien ha ejercido la profesión durante los últimos 30 años.

Las mujeres

A como demuestra la historia, las protagonistas del pizarrón y el borrador siguen siendo las mujeres.

Para el 2002 ellas representaban el 82% del cuerpo docente de la educación básica y media de los centros urbanos estatales, de acuerdo con el documento “Maestros de las escuelas básicas en América Latina: Hacia una radiografía de la profesión”, publicado en el 2006 por Denise Vaillant y Cecilia Rossel. Esta cantidad se mantiene, dice Zepeda, explicando que una de las razones de este comportamiento, más que ser un feminismo de la educación, se debe al compromiso en mayor escala de estas hacia la formación. Lo que sí se mueven, y para bien, son los números del salario en el Magisterio. En los últimos diez años el pago de los maestros se ha triplicado, asegura Zepeda.

Para darse una idea de cómo la situación ha cambiado, las autoras Vaillant y Rossel sostienen que para el 2005 el pago básico mensual de un docente de primaria era 100 dólares, con una jornada de 30 horas semanales.

«Las escuelas normales fueron la base de la formación de la mujer en Nicaragua durante los primeros años del siglo XIX”. Isolda Rodríguez, Historiadora.
En este salario no se incluye el tiempo de preparación de las clases, que por lo general se realiza fuera del horario de trabajo. Este año, el sueldo de un docente de educación elemental ronda los 260 dólares, muy por debajo de lo que ganaba un maestro de El Salvador iniciada su carrera docente en el 2002, quien devengaba entre 372 y 409 dólares mensuales, se detalla en el informe de Vaillant y Rossel. Ahora un profesor salvadoreño de educación básica gana en promedio 500 dólares.

Lo que falta

Ana Hurtado, docente de primaria de un colegio capitalino afirma que a inicios de año tuvo un aumento salarial de 1,500 córdobas.

“Estamos bien, pero aún falta porque uno se desgasta bastante, por eso sostengo que esta es una profesión por vocación, porque uno lidia con enfermedades y cambios de humor, sobre todo aquellos estudiantes que están en la adolescencia, y sobrellevar todas esas emociones correctamente conlleva amor”, dice.

Por el esfuerzo que conlleva ser docente, Zepeda reconoce que todavía deben hacerse mayores esfuerzos, aunque afirma que hay una política encaminada en un reajuste salarial. Otro de los pegones de la formación magisterial es la gran cantidad de docentes empíricos que aún persisten en el país. Para 1989 había un empirismo del 43.2%, con una mejoría en 1997, pasando al 16%. No obstante, en el 2002 incrementó a un 27%, se explica en el “Informe del Progreso Educativo en Nicaragua”, realizado en el 2004 por el Foro Educativo Nicaragüense Eduquemos.

“Lo que pasa es que la directora ve que faltó la profesora de primer grado y va a buscar a la señora de limpieza para que la supla, la señora hace sus cálculos y ve que le sale mejor impartir clases, entonces ya es maestra sin mayores conocimientos y de ahí la tienen que mandar a ganarse su título, con todos los vicios que arrastra en su formación”, revela Norori.

El empirismo

DATOS. El Ministerio de Educación se ve obligado a continuar contratando a maestros empíricos con la esperanza de que completen su formación mientras están en servicio.

En la clasificación de empíricos también se incluye a personas con títulos en disciplinas distintas como ingenieros o economistas para ejercer la docencia en secundaria, afirman en un estudio Denise Vaillant y Cecilia Rossel.

“Persiste el debate acerca de quién realiza la mejor labor docente, si el que domina la materia aun siendo de otra profesión o el que siendo graduado de una carrera pedagógica no tiene la base sólida de la materia que imparte. La realidad es que las dos cosas son importantes: Se necesitan profesionales que dominen la materia y que sepan enseñar”, se documenta en el “Informe del Progreso Educativo en Nicaragua”.

El dirigente José Antonio Zepeda afirma que para este año hay alrededor de mil docentes ejerciendo, pero que están en proceso de titulación normalista, a la vez que se están haciendo ajustes en la formación docente para que se eleve la calidad educativa:

“El pénsum de los normalistas está en revisión porque tenemos que ligarlo al desarrollo que está teniendo el sistema educativo en Nicaragua, formándolo en capacidades para entender su entorno y transformarlo en la educación”, finaliza.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/389581-crece-gusto-docencia/

Fuente de la imagen de cabecera: http://endimages.s3.amazonaws.com/cache/0c/cc/0ccc003f16c3f7dde96b12efa424bfb8.jpg

Comparte este contenido:

Entrevista a la maestra que escribió la carta al Ratón Pérez

Maia Guiu/ La Izquierda Diario/Jueves 5 de mayo de 2016

La Izquierda Diario entrevistó a Betty Jouve, docente y escritora rosarina que escribió la enternecedora carta al Ratón Pérez para un alumno. La carta se viralizó por redes sociales y tuvo repercusión internacional.

Vos acostumbras a llevar adelante acciones como la que ahora se reconoce y valora, ¿por qué crees que esta vez tuvo tanta trascendencia?

Me parece que es una combinación de factores. Pero sin dudas, las redes sociales producen el fenómeno de la viralización. Además, me parece que hay una profunda necesidad social de escuchar otras noticias. Eso se veía reflejado en la cantidad de mensajes de agradecimiento que me iban llegando desde distintos lugares del país, y también desde el extranjero.

¿Con qué realidad se encuentra una docente en la actualidad? ¿Qué vida viven los chicos que van al colegio?

Los docentes nos encontramos día a día con realidades muy difíciles. Son muchas las problemáticas que atraviesan a las infancias. Los niños y las niñas de los sectores más empobrecidos de la población cargan con situaciones de muchas carencias, agravadas por situaciones de violencia que se ven agudizadas por el ingreso del narcotráfico a nuestros barrios.
Pero tampoco la tienen fácil los niños y las niñas de sectores medios, por ejemplo. Muchas veces se ven arrojados al encierro y a la soledad frente a la tele, la compu o la play mientras sus padres enfrentan largas jornadas laborales. Esto produce un verdadero empobrecimiento en los vínculos.
Todas estas situaciones hacen caja de resonancia en las aulas y en los patios, exigiéndonos miradas cada vez más atentas y respuestas para las que no siempre nos sentimos preparados.

¿Qué rol crees que juegan hoy las docentes como vos en una sociedad con una profunda crisis social?

El rol de los docentes es sumamente complejo. No es lineal. Por un lado intentamos resistir, producir cambios, quiebres que cuestionen el orden establecido. Y por el otro nos encontramos muchas veces con situaciones que nos exceden. Porque la escuela sola no puede, no cura, ni remedia los males que ella no ha generado.
De todas maneras, creo que como docentes no podemos renunciar a hacer de la escuela un lugar mejor, más humano. Donde podamos mirar y reconocer a nuestros alumnos, respetando sus lugares de procedencia, su cultura, sus creencias, sus saberes. Para desarrollarlos y complejizarlos, pero tendiendo puentes desde lo que ellos traen, sienten, piensan.

¿Cómo repercutió entre tus alumnos de la escuela, en especial en Ignacio, y entre tus alumnos del profesorado la exposición mediática de esta acción puntual tuya?

La verdad es que lo vivieron con mucha alegría. La escuela se hacía famosa… Ignacio con muchísima naturalidad, muy tranquilo y muy feliz. Lo más gracioso: todos los días los chicos de primer grado me buscan para decirme que tienen algún diente flojo. O los más grandes me preguntan: – Seño, ¿cómo va tu fama hoy? Y bueno, por supuesto, nos reímos.
También las compañeras estaban muy movilizadas, creo que se sintieron incluidas en este reconocimiento, en primer lugar de la comunidad, al trabajo que venimos haciendo todos los días en esta escuela pública de barrio.
Con los alumnos del profesorado fue una oportunidad para conversar acerca de muchas cuestiones, sobre todo de la relación entre la teoría y la práctica. En una de las clases de pedagogía de los institutos donde trabajo, yo les decía que como docentes sacamos cosas de la galera todos los días. Por eso lo importante es saber qué le ponemos a la galera. Y ahí es donde no puede faltar la formación, la sensibilidad, la reflexión crítica sobre nuestras prácticas.

Además de docente, sos escritora. Pero esto no es una suma de dos términos, sos una docente que escribe o quizás una escritora docente que transmite encantadora, dolorosa, dulce, comprometida y críticamente las postales de los patios y los salones de las escuelas. ¿Qué te gustaría lograr con tu «militancia literaria», es decir con todo lo que escribís cotidianamente?

Yo no sé si llamarla “militancia literaria”. La verdad es que he atravesado por distintas etapas desde que empecé a escribir hasta ahora. En un primer momento tenía que ver con una forma de resistir y desnaturalizar las situaciones de pobreza y de dolor que vivía junto a mis alumnos allá por los noventa en una escuela muy pobre de la ciudad. Después, estuvieron muy atravesadas por el espacio radial en el programa de Carlos Del Frade, donde tenía una columna a la que llamaba “Urgente Escuela”. La última etapa es una versión más literaria de las historias que pueblan las aulas y los patios.
De todos modos, el hilo conductor de esta escritura es la de hacer crónica del mundo escolar: mostrar, hacer visible, desnaturalizar. Pero también tomar la palabra. Y animar a otros docentes a que también lo hagan. Que no sean sólo los técnicos los que escriben sobre la escuela, sentados desde sus escritorios.

Los medios buscan muchas veces oponer la imagen de una maestra dedicada con la de sindicalistas rutinarias y desaprendidas. Sin embargo, junto con ser una docente responsable y preocupada por lo pedagógico, tenés una participación gremial. ¿No crees, que a pesar de lo que a veces intentan instalar los medios y los gobiernos, la vida gremial docente puede ir acompañada por una profunda reflexión pedagógica y un compromiso real con la tarea escolar?

En realidad creo que no sólo PUEDE… también DEBE. Creo que la lucha por las condiciones de trabajo de los docentes es la misma que la lucha por las condiciones de aprendizaje de nuestros alumnos. En ese sentido, no son dos tareas, sino una sola.
Por otro lado, históricamente la vanguardia pedagógica era también vanguardia gremial. El movimiento escuela nueva, sin ir más lejos, tenía profundas raíces sindicales. Ni qué decir de la vanguardia de fines de los sesenta y comienzos de los setenta con el SINTER (Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario) . Creo que como docentes críticos no podemos ceder el espacio de la producción intelectual.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Entrevista-a-la-maestra-que-escribio-la-carta-al-Raton-Perez

Comparte este contenido:
Page 4 of 5
1 2 3 4 5