El Salvador: Don Pedro Jaime de Matheu: el primer olímpico salvadoreño

Diplomático, hombre de letras, gentilhombre y amante del deporte, el compatriota Pedro Jaime de Matheu fue fundamental para que el Olimpismo no muriera en América Latina durante la I Guerra Mundial.

La historia del deporte salvadoreño es la historia de El Salvador. Existe, vive. No se ha perdido, pero necesita de un arduo trabajo de confección. La historia del país es una infinita colección de retazos dispersos necesitados de unión para luego ser contados.

En octubre de 1916 y por iniciativa del Barón Pierre de Coubertin, fundador del movimiento olímpico moderno, se conformó en París el Comité de Propaganda Olímpica para América Latina. Europa padecía los dramas de la Gran Guerra y el movimiento aún incipiente temía venirse abajo, que la exposición de su filosofía se perdiese en el conflicto armado.

El trabajo del comité, presidido por Enrique Dorn y de Alsúa, embajador de Ecuador en Francia, fue el de propagar el ideal olímpico en la América hispanoparlante. Con esta intención  el fundador del movimiento olímpico moderno, el Barón de Coubertin, confió la traducción de su texto “¿Qué es el Olimpismo?” a otro de los miembros del nuevo comité: Pedro Jaime de Matheu Salazar, embajador salvadoreño en París.

Pedro Jaime de Matheu Salazar nació en San Miguel, el 8 de marzo de 1876. Fue con 27 años que se marchó del país al ser nombrado cónsul general de El Salvador en Francia, con residencia en París. Reemplazaba al fallecido Rafael Zaldívar como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de El Salvador. Desde entonces participó activamente en la defensa diplomática de los intereses del país ante esa nación, apenas una de seis con legación salvadoreña en aquel entonces.

Desde esa posición es que conoce a De Coubertin. “Pude establecer en 1916 un comité interino, cuya piedra angular fue el Sr. de Matheu, cónsul (sic) general de El Salvador, y gracias a él se llevó a cabo la más activa propaganda”, escribió De Coubertin en sus memorias.

¿Por qué era tan importante tener traducido a todos los idiomas posibles ese documento? 

Recordemos que el Comité Olímpico Internacional fue fundado en 1894 tras reunión de asociaciones deportivas mundiales en La Sorbona, en París, y desde entonces comunicó sus actividades y resoluciones en documentos distribuidos, primero con un boletín y a partir de 1901 con la publicación de “Revue Olympique”.

Pero la Primera Guerra Mundial terminó con la publicación olímpica y con la posibilidad para dar a conocer los avances del COI y divulgar los ideales olímpicos. De Coubertin, reconociéndose como servidor de su patria, depositó la presidencia  del Comité Olímpico Internacional en su colega y amigo, el suizo Baron Godefroy de Blonay.

Baron Pierre de Coubertin.

Y por ende, en Pedro Jaime de Matheu Salazar depositó la tarea de conducir la propagación del mensaje olímpico en América Latina. Como secretario general del comité interino formado por De Coubertin, logró con sus publicaciones ser “efectivos en la divulgación de la idea Olímpica en países de habla hispana”. El folleto traducido por de Matheu Salazar fue distribuido “ampliamente en los países de Sudamérica”, escribió De Coubertin en sus Memorias.

LAUSANA, EL HITO
En abril de 1919, en el Hotel Beau-Sejour en Lausana, comenzó la 17ª. Sesión del Comité Olímpico Internacional, primera reunión del COI tras los años oscuros del primer conflicto mundial que provocaron una drástica caída en la cantidad de miembros activos del COI. Solo ocho de los 46 miembros habían asistido a la última sesión del COI antes de la Guerra, en junio de 1914. Después de la sesión de 1919, el Comité llevaría el número de sus miembros a 25. Entre ellos, por supuesto, con todos los merecimientos, al salvadoreño Don Pedro Jaime de Matheu Salazar.

Lausana 1919 se convirtió en una de las sesiones más importante del olimpismo. El movimiento demostraba vida después del conflicto, aumentaba la cantidad de sus miembros y variaba la procedencia de los mismos. De Matheu Salazar arrancaría su participación activa en el movimiento olímpico asistiendo a los Juegos de Amberes como representante del Comité Olímpico Salvadoreño, nombrado así por la Comisión Nacional de Educación Física que presidía don Alfonso Quiñónez Molina, quien un par de años más tarde sería presidente constitucional de El Salvador.

El diplomático salvadoreño fue miembro del COI desde aquel 1919 y durante 23 años hasta su fallecimiento en Madrid, en 1941.

Su participación más activa fue en la primera mitad de su membresía, en la década de los 20 y de esta se puede inferir que su dedicación por los ideales olímpicos trascendió la mera amistad con de Coubertin o la traducción de sus folletos. De Matheu fue fundamental en la reunión de México y naciones centroamericanas y del Caribe para la creación de los Juegos de esa región. En febrero de 1926, en una carta, Pierre de Coubertin felicita a de Matheu Salazar por su ardua tarea en la propagación del ideal olímpico. El manuscrito arranca diciendo “Querido colega y amigo…”.

La relación con el fundador del olimpismo moderno fue siempre muy cercana. Coubertin le dedicaba cartas con comentarios muy personales sobre la tarea que ambos desempeñaban. Quizás por la relación abierta cuando lo encomienda para el comité de propaganda del ideal olímpico, De Matheu Salazar se refería a él como “mi gran amigo”. Así comenzó una carta en la que felicita a Coubertin por la propuesta hecha por el comité del premio Nobel para que se le entregase al fundador del COI el premio de la paz vacante en 1928, en el siguiente año 1929. “Te has empleado más que nadie para unir a las personas y confraternizarlas con sentimientos nobles y elevados”, le escribía Don Pedro Jaime.

UN LEGADO ABRUMADOR
De Matheu Salazar logró dejar huella no sólo en el espíritu de Coubertin sino dentro del organismo. Las minutas de la Sesión del COI, realizada en el Salón permanente del ayuntamiento de Barcelona el 25 de abril de 1931, destacan que la votación fue cerrada y que las deliberaciones de Don Pedro Jaime fueron fundamentales para abrir paso al aumento de la participación femenina. También promovió el fortalecimiento de los eventos culturales dentro del programa de los Juegos Olímpicos, y en gran medida fue suyo el mérito de la conocida como Olimpiada Cultural de la cuál su hijo, el pintor Pedro de Matheu Montalvo, fue parte dentro de la exhibición oficial de Los Ángeles en 1932.

Cerca del arranque de la Segunda Guerra Mundial y ante el inminente peligro que significaba otro conflicto para la posteridad del movimiento olímpico, el secretario adjunto y consejero técnico del COI en aquella época, el alemán Werner Klingeberg, contactó a De Matheu Salazar para conocer la realidad deportiva de los países de América Latina y evaluar la posibilidad de llevar los Juegos a este continente.

“Le agradecería muchísimo que me enviara algunas de sus excelentes experiencias en esos países que me dé algunos consejos”, le escribió Klingeberg en septiembre de 1939. Un mes más tarde, De Matheu le respondió: “Acabo de recibir una carta del comité olímpico argentino de que Argentina tomaría la iniciativa de celebrar los Juegos Panamericanos en caso  que los Juegos de la XII Olimpiada en Helsinki (a celebrarse en 1940) no pudieran ser”.

Desplazado del servicio diplomático salvadoreño por el gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez, quien además dejó de pagar sus obligaciones con la legación salvadoreña que representaba, De Matheu Salazar pasó a ser cónsul honorario en Madrid para la República de Honduras.

Desde este puesto continuaría su tarea en los años del conflicto civil español. Fue en su sede diplomática del No.51 del Paseo de la Castellana, que ofrecería albergo a los perseguidos por los revolucionarios españoles al tiempo que las tropas avanzaban a Madrid. Era marzo de 1937. Ahí  apareció pidiendo refugio José María Escrivá de Balaguer.

Estos son retazos de la relevancia de un salvadoreño que estuvo en el corazón de la historia política y deportiva del siglo XX. Son retazos que han quedado sueltos, a falta de ser unidos para reconstruir nuestra historia deportiva, esa historia que vive y es la nuestra, salvadoreña línea por línea.

Fuente de la Información: https://www.laprensagrafica.com/deportes/Don-Pedro-Jaime-de-Matheu-el-primer-olimpico-salvadoreno-20190729-0359.html

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