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La madre ataja el caos

Aurora Lacueva

En la formación del carácter de una persona se parte siempre de una base innata: hay infantes “por naturaleza” nerviosos y otros tranquilos, se encuentran unos muy activos y otros más bien pasivos, y mientras ciertos pequeños se lanzan de inmediato a explorar lo nuevo los hay que prefieren ir poco a poco. Esa base temperamental, de origen genético y ya modificada durante el embarazo, favorece ciertas tendencias sobre otras pero no dice la palabra definitiva. En efecto, las influencias del entorno van modulando y hasta cambiando las respuestas innatas, participando así en la definición del carácter. La variedad que apreciamos entre las personas en este sentido es enriquecedora, siempre que todas y todos compartamos una deseable firmeza y una buena disposición, que nos permitan relacionarnos en forma adecuada con el mundo y desarrollar nuestro proyecto de vida sobre la base de positivas emociones.

Muchos factores pueden contribuir a formar el carácter de un niño o una niña, entre ellos por cierto la escuela; mas el principal es la familia y especialmente la madre. Las primeras relaciones de apego son cruciales: ser amado y no ignorado o rechazado. También lo son las creencias aprendidas de los padres sobre el mundo y sobre uno mismo. En su libro El cerebro infantil: la gran oportunidad, José Antonio Marina habla sobre este tema y explica cómo el niño o la niña aprenden por sus experiencias en los primeros años a ver el mundo como previsible o imprevisible, controlable o incontrolable, seguro o inseguro. Agrega que un mundo imprevisible, incontrolable e inseguro resulta aterrador. Y cita a Rainer Maria Rilke, quien en un poema le dice a la madre de un pequeño: “Inclinaste sobre los ojos nuevos el mundo amigo, apartando el extraño”. Y luego pregunta con nostalgia: “¿Dónde, ay, quedaron los años cuando tú, sencilla, con tu figura esbelta atajabas el caos bullente?”. No se trata de sobreproteger, sino de proveer estabilidad, espacios de iniciativa sin riesgos, y creencia en las posibilidades de las y los pequeños.

Le dedico este artículo a mi madre, Aurora Teruel, hoy con problemas de salud, y quien con la ayuda de mi padre y abuelos me ofreció el tesoro de una infancia feliz, llena de amor, alegría y confianza. (lacuevat@hotmail.com).

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Determinando la calidad para que la escuela sea mejor

(Texto para “Otras Voces en Educación”. Caracas, 27/03/2016)

 

Aurora Lacueva

 

Tratar de determinar, aun de manera aproximada, la calidad del trabajo que se realiza en las escuelas puede ayudarlas a avanzar y es así un esfuerzo valioso. Sin embargo, hay procedimientos e instrumentos que resultan poco útiles, poco incisivos e incluso perjudiciales; por ejemplo, el uso de pruebas estandarizadas para medir conocimientos estudiantiles o las clasificaciones jerarquizadas (rankings) entre países, zonas o escuelas. De ellos hablamos en anterior artículo para este portal web. Hace falta desarrollar procedimientos más integrales y profundos, y también más participativos,capaces de iluminar verdaderamente logros e insuficiencias del quehacer escolar con miras al mejoramiento/transformación de la escuela.

Por nuestra parte, proponemos cuatro estrategias que se complementan(las presentamos más extensamente en Lacueva, 2015b, ver también Lacueva, 2015a): autoevaluación de cada plantel con apoyo experto externo, estudios de caso por parte del ente rector en educación, estudios muestrales grandes para problemas específicos, a cargo del mismo organismo y, finalmente, recolección de información estadística pertinente, veraz y completa.

El núcleo de la determinación de calidad debe estar en la autoevaluación desarrollada en cada escuela, con orientación y apoyo externos,que suponemos normalmente ofrecidospor el ente nacional rector en educación o -según países- el local.Así se abre la “caja negra” de la acción escolar, gracias a la colaboración protagónica de los propios involucrados –única manera de lograrlo a cabalidad. Nos interesa conocer a la escuela, a cada escuela, por dentro, para poder luego tomar e implementar decisiones que les permitan ser mejores. ¿Qué considerar en esta evaluación? Sería algo a discutir en cada país, llegando a consensos. Creemos que los aspectos a tener en cuenta no deben conformar una larga lista, sino que conviene centrarse en asuntos clave y proponer mecanismos de evaluación factibles, evitando exigirde las y los participantes un exceso de tiempo y esfuerzo. Entre esos asuntos clave deben estar el local, la dotación (tanto la dirigida al centro como la que llega directamente a cada estudiante), las actividades pedagógicas que se desarrollan, los logros estudiantiles, el cogobierno y la gestión escolar, el clima institucional, las interrelaciones con la comunidad, y los programas sociales (como los de alimentación, salud o vestuario, entre otros).

En la autoevaluación de cada escuela es importante utilizar procedimientos variados, naturalísticos y flexibles, que estudien la vida de la institución sin alterarla demasiado y que permitan adentrarse en la complejidad de sus situaciones y devenir. Ejemplos de procedimientos adecuados seríanobservaciones (de clases, reuniones, patio…); análisis de documentos (cuadernos y trabajos de estudiantes, planificaciones docentes, evaluaciones, minutas de reuniones de cogobierno…); estudio de portafolios (de estudiantes, docentes, directivos…); entrevistas; grupos focales; cuestionarios sobre opiniones y experiencias; y recopilación y análisis de datos estadísticos del plantel y de cada estudiante.

El ente rector en educación debe colaborar con las escuelas ofreciéndoles pautas e instrumentos para su autoevaluación, pues resultaría demasiado arduo generarlos en cada centro y, además, ello haría imposible la consolidación de información, necesaria para visiones de conjunto del sistema educativo.También debe enviar a cada plantel a un pequeño grupo de asesores que acompañen el proceso. No proponemos estudiar necesariamente a cada docente ni, mucho menos, a cada estudiante: en la mayoría de los casos basta con una selección sistemática entre ellos, que permita caracterizar la situación de cada institución educativa, sus logros y sus necesidades. Y es que la evaluación de la calidad educativa no es sinónimo de supervisión o de evaluación del rendimiento, se trata de tres procesos distintos que deben mantenerse diferenciados.Además, una autoevaluación a fondo anual representa una carga fuerte, difícil de asumir tanto para el gobierno como para cada centro educativo, es suficiente  con cumplirla cada tres o cuatro años, en turnos anuales por grupos.

La autoevaluación de cada plantel necesita complementarse con estudios de caso desarrollados de modo, si se quiere, más metódico: en el sentido de uniformidad en la aplicación de procedimientos, atención a los detalles, sistematicidad, reducido involucramiento de las y los evaluadores con la realidad evaluada, etcétera. Se trata de estudios a profundidad realizados “desde afuera” de las escuelas, conformando de manera científica un grupo pequeño de casos, que exprese la variedad de planteles existentes en el país. Estos estudios permiten controlar, contrastar y ampliar los resultados de las autoevaluaciones de centros. En su implementaciónpor parte del ente rector educativo pueden ser importantes colaboradoras las universidades del país.

También el ente rector en educación puede realizar por sí mismo o encargar a universidades o a expertos ad hoc grandes estudios muestrales. Así, mientras los estudios de caso ofrecen profundidad y abordaje de la complejidad, los grandes estudios muestrales permiten amplia cobertura: los dos tipos de investigación se apoyan uno a otro. Desde luego, no es posible ni tampoco necesario atender a muchos factores a la vez con esta modalidad de evaluación, ni aplicarla de forma permanente para cada asunto considerado. La misma puede utilizarse cuando se quieran calibrar mejor las características e incidencia de un determinado problema o situación, que puede incluso haber sido detectado por las autoevaluaciones y los estudios de caso. No sólo lo negativo puede estudiarse, también es útil conocer más sobre lo que parece funcionar de manera positiva.

Por su parte, una pertinente y efectiva consolidación de datos estadísticos ofrece a gobierno y ciudadanía información valiosa para las decisiones de política educativa: tasa de escolaridad, repitencia, nivel de formación del profesorado… así como otros datos hoy menos destacados y que conviene relievar, por ejemplo, días de inasistencia docente o número de estudiantes por espacios laboratorio y taller. La propia autoevaluación de escuelas puede generar nueva información capaz de expresarse numéricamente en las tablas estadísticas, sería el caso de los tipos de actividades pedagógicas predominantes o las modalidades de participación del estudiantado en la vida escolar.

Progresivamente, las autoevaluaciones y los estudios de caso y muestrales pueden complejizarse y conducir de lo descriptivo y evaluativo a locorrelacional, lo interpretativo crítico, y lo explicativo, ramificándose así hacia investigaciones de punta dentro del ámbito educativo, generadoras de nuevas visiones pedagógicas, nuevas elaboraciones teóricas y estimulantes propuestas teórico-prácticas. Así mismo, de ellas pueden derivar poderosas investigaciones en la acción e innovadoras producciones de materiales educativos, como libros, simulaciones, videos, manuales de actividades, etcétera.

Estas cuatro vías de determinación de la calidad educativa escolar se complementan y refuerzan mutuamente, ofreciendo una alternativa a los toscos procedimientos predominantes en el presente. Al iluminar los procesos que se viven al interior de los centros educativos y al incorporar masivamente, junto al ente rector en educación, a profesorado, alumnado, familias y personal de apoyo en la evaluación y en la reflexión sobre resultados, sientan las bases para productivos procesos de diseño y aplicación de cambios. Cambios que podrán ser tanto realistas como ambiciosos, apuntando a superar dificultades y alcanzar una escuela cada día mejor.

(Incluimos en este artículo algunos planteamientos que estamos desarrollando para un trabajo en la revista Temas de Educación de la Universidad de La Serena, Chile).

Referencias

Lacueva, A. (2015a). Evaluación de la calidad educativa: democrática y para avanzar. Revista de Pedagogía. 36(99): 51-67. Disponible: http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_ped/issue/view/1246.

Lacueva, A. (2015b). La Determinación de la Calidad de la Educación Escolar: ¿Tecnocrática o Democrática? ¿Parcial o Integral? Informe preparado para el Ministerio del Poder Popular para la Educación de la República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa. (Versión revisada y actualizada). Recuperado dehttp://saber.ucv.ve/jspui/handle/123456789/10853.

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Cuidado con el arco minero!

Aurora Lacueva
Si al sur del río Orinoco tenemos oro, diamantes, coltán y otros materiales valiosos descansando bajo tierra parece buena idea aprovecharlos, a fin de obtener divisas y crear fuentes de trabajo. Así se ha delimitado una extensa zona de esas regiones bajo el nombre de “arco minero”: son 111.800 kilómetros cuadrados, más del 12% del territorio nacional, donde el gobierno se plantea cuantificar reservas e intensificar la extracción de estos recursos, con la participación de compañías internacionales y la pequeña minería. Pero las cosas no son tan sencillas: por encima de las vetas minerales existe allí otro arco, un arco verde de biodiversidad y aguas. Son bosques donde una densa multitud de árboles cada día purifica la atmósfera limpiándola de gases invernadero, y donde conviven una variada gama de seres vivos: helechos, musgos, hongos, aves, mamíferos, ranas, reptiles, arañas, mariposas… Los ríos circulan por el territorio tejiendo sus redes, que sustentan tal abundancia de flora y fauna. Durante miles de años, diversas poblaciones indígenas han desarrollado sus culturas en esos exuberantes pero delicados ecosistemas.
 
La entrada en ellos “a lo grande” de la minería nos puede hacer perder una riqueza muchísimo más valiosa que la que esa actividad es capaz de generar. Y eso pensando en términos estrictamente económicos, sumando dólar a dólar, mucho más si consideramos que cuidar los bosques es requisito para la sobrevivencia de la humanidad. Los planes gubernamentales hablan de minería “sostenible”, respetuosa del ambiente, pero ¿es eso posible con las tecnologías existentes? En el caso del oro, por ejemplo, se trabaja principalmente “a cielo abierto”: deforestando extensas superficies, dinamitando rocas y lavando con cianuro el mineral. Se trata de una de las actividades humanas más destructoras de la naturaleza.
 
Creemos que el presidente Maduro debe reunirse con personas conocedoras del tema ambiental para confrontar visiones y alternativas. El asunto lo merece. Pueden ser aceptables algunos proyectos a menor escala, bien supervisados, en las zonas menos frágiles y ya intervenidas de estos irreemplazables hábitats. Ni la destrucción caótica de la minería ilegal ni la ordenada del “arco minero” son positivas.
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Pruebas estandarizadas: Instrumento rudimentario y hasta contraproducente

 

 

Aurora Lacueva

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Las pruebas estandarizadas, sean estas nacionales o internacionales, están hoy de moda como herramienta central para determinar la calidad de la educación escolar. Sin embargo, resultan un instrumento demasiado rudimentario y fuera de foco, e incluso contraproducente: pueden contribuir a desmejorar la calidad del trabajo en las escuelas (Lacueva, 2015). Para empezar son incompletas, dado que -al menos hasta el presente-en general no evalúan habilidades prácticas, evaluación que no es nada fácil incluir en este tipo de protocolos, y muy poco consideran actitudes y valores (Casassus, 2011; UNESCO, 2014). Además, se concentran en pocas asignaturas -usualmente matemáticas, lenguaje y, si acaso, ciencias naturales-. Este último rasgo tiene consecuencias en el día a día del aula: sobre todo si estos instrumentos son censales, es decir, si cubren a todo el estudiantado, su aplicación provoca que las y los docentes tiendan a enseñar “para las pruebas”, dedicándole más tiempo y esfuerzo a las asignaturas y las temáticas que están presentes en ellas y descuidando o hasta ignorando las que no aparecen. Esto conduce a un estrechamiento del currículo que se vive en los salones de clase, con negativas consecuencias para la formación integral del alumnado.

Tampoco constituyen las pruebas estandarizadas un indicador directo de la calidad educativa, pues entre lo que exija una prueba y lo que logren alcanzar en ella las y los estudiantes no se encuentra solo presente la labor de la institución escolar, sino otras muchas mediaciones; como podrían ser, por ejemplo, la situación socioeconómica del alumnado, el apoyo familiar, o la pertenencia a grupos tradicionalmente discriminados.

Ciertamente, es usual hoy que estos exámenes se acompañen de cuestionarios de contexto, o cuestionarios de “factores asociados”, que cumplimentan estudiantes, docentes y familias (véase, por ejemplo, LLECE, 2015). Los mismos indagan acerca de asuntos que puede presumirse impactan en el aprendizaje, como nivel educativo de los padres, infraestructura escolar o formación de las y los docentes. Pero la atención sobre ellos debería ser mayor.

Al publicarse los resultados por escuela o zona en las pruebas nacionales o por países en las internacionales, inevitablemente los mismos tienden a leerse como una clasificación jerarquizada o ranking, con triunfadores y perdedores. Lo cual, lejos de estimular elavance, más bien desestimula y reafirma en su condición de “inferiores” a quienes quedan en los más bajos peldaños de la escala.

Pero, yendomás a fondo en la consideración de las pruebas,lo más importanteesque no se puede detectar de modo apropiado lo que el o la discente conoce y es capaz de hacer al sentársele solo o sola en un pupitre para que en un lapso corto responda una lista de preguntas que otros –lejanos- han considerado plantearle: la prueba es un momento artificioso, limitado y descontextualizado. No es que no sondee de algún modo lo que la persona sabe, pero ¡qué diferencia con permitirle a quien se evalúa actuar en una situación que tenga sentido para él o para ella! Así, una situación en cuya determinación y diseño haya participado, y en la que pueda trabajar durante períodos amplios –de días, semanas o meses, según el caso-, en contextos amables, consultando fuentes diversas -libros, Internet, expertos…-, realizando actividades variadas –talleres, proyectos, visitas, debates…-, y contando con la colaboración de su docente y compañeros y compañeras. En una situación así se desarrollan procesos interesantes y se obtienen al final productos complejos: una dramatización, una pintura, un informe de investigación, una creación tecnológica… Es tomando nota de esos procesos y productos como lograremos vislumbrar lo que cada estudiante sabe. Cualquier otra forma de evaluarlo no alcanzará a tocar sino la superficie de ese saber.

No es aceptable entonces que las pruebas estandarizadas, con sus graves limitaciones, se conviertan en modelo de evaluación para el profesorado, como de hecho lo sonal recibir tanta dedicación de los entes rectores de la educación en numerosos países, al serles otorgado tanto peso y al disfrutar de tanta publicidad.

Por otra parte, ellas en sí mismas no ayudan a saber qué puede hacerse para mejorar la calidad de la educación escolar. Como señalaBellei (OREALC UNESCO, 2013), en cuanto a las condiciones de la educación, el foco al evaluar hoy está en el personal docente; y en cuanto a los logros el énfasis reside en las pruebas estandarizadas de conocimientosaplicadas al estudiantado. Pero lo que conecta a los insumos con los resultados en educación son los procesos de enseñanza-aprendizaje. Y puesto que los mismos son difíciles de observar y medir se han convertido, dice este autor, en el punto ciego del monitoreo de la calidad educativa. Requerimos entonces procedimientos de evaluación de esta calidad que sí nos permitan asomarnos a lo que está pasando en los planteles: las actividades que se realizan, los resultados obtenidos, la naturaleza de las interaccciones entre quienes allí se encuentran, lo que los diferentes participantes de la vida escolar piensan y sienten acerca de ese mundo, las propuestas e iniciativas que tienen para que las cosas sean mejores…En próximo artículo presentaremos algunas posibilidades en ese sentido.

 

Referencias

Casassus, J. (2011). Ver el Caballo de Troya. La desigualdad en la calidad de la educación. Docencia. XIX(44): 64-74. Disponible: http://www.revistadocencia.cl/pdf/20111013052447.pdf

LLECE, Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación. (2015, Julio). Resumen Ejecutivo. TERCE, Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo. Informe de Resultados. Factores Asociados. Santiago: OREALC UNESCO. Disponible: http://unesdoc.unesco.org/images/0024/002439/243979s.pdf

Lacueva, A. (2015). La Determinación de la Calidad de la Educación Escolar: ¿Tecnocrática o Democrática? ¿Parcial o Integral? Informe preparado para el Ministerio del Poder Popular para la Educación de la República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa. (Versión revisada y actualizada).Disponible: http://saber.ucv.ve/jspui/handle/123456789/10853

OREALC UNESCO. (2013). Situación Educativa de América Latina y el Caribe: Hacia la educación de calidad para todos al 2015. Santiago: OREALC UNESCO. Disponible: http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/images/SITIED-espanol.pdf

UNESCO (2014). Enseñanza y Aprendizaje: lograr la calidad para todos. Educación para Todos. Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo 2013/4. [Libro en línea]. París: Autor. Disponible: http://unesdoc.unesco.org/images/0022/002261/226159s.pdf

 

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El desafío del cerebro

Aurora Lacueva

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Cada vez más, las investigaciones nos revelan que el cerebro es un órgano activo, capaz de cambiar a lo largo del tiempo. Las cosas no están ya dadas al nacer, lejos de eso. Contamos con una base genética que ofrece potencialidades y límites, pero mucho va a depender de las experiencias que tengamos y de las actividades que desarrollemos en el transcurrir de nuestra existencia. Las conexiones entre las neuronas pueden fortalecerse o debilitarse, reestructurando el “cableado” del cerebro. Y si ocurre una lesión, el sistema nervioso actúaparatratar de que otras regiones suplan a la dañada y permitan la recuperación, al menos parcial. Lo que es más, antes se creía que no era posible la generación de nuevas neuronas luego del nacimiento, pero hoy sabemos que ello no es así: existen células madre que las producen. De manera que incluso a edades muy avanzadas podemos mejorar nuestro funcionamiento mental, si utilizamos los estímulos adecuados.

La cierto es que lo que hacemos día a día va modelando nuestro cerebro: ¿cómo pasamos nuestro tiempo?, ¿qué tipo de actividades alcanzamos a poner en práctica?, ¿cómo nos relacionamos con los demás?, ¿cuál es nuestro estado de ánimo?, ¿qué alternativas de descanso y recreación buscamos? Es decir: ¿aprovechamos bien la plasticidad de nuestro cerebro o la desaprovechamos? La sociedad, para ser digna y justa, debe ofrecer a cada una y cada uno de sus miembros las oportunidades para esculpir su cerebro de la mejor manera.

En particular, esto le plantea hermosos desafíos a la escuela: las niñas y los niños dependen mucho de ella para configurar sus cerebros. ¿Los estamos ayudando hoy en la escuela a construir estructuras cerebrales consistentes y flexibles? Nos referimos no solo a lo cognitivo, sino a lo afectivo y lo ejecutivo. ¿Los apoyamos para que sepan evaluar y ser críticos, así como para que puedan autoevaluarse y regular su acción? ¿Los estimulamos a desarrollar su creatividad, y a ser afables y animosos?¿Los incitamos a organizarse y a desarrollar iniciativas? Porque la plasticidad del cerebro significa mucho más que adaptarse a lo dado, significa hacer junto a otras y otros su propia historia, imaginar y construir el mundo. ¿Cómo debe ser la escuela que ayude a ello? (lacuevat@hotmail.com). Publicado en Ultimas Noticias 

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