Determinando la calidad para que la escuela sea mejor

(Texto para “Otras Voces en Educación”. Caracas, 27/03/2016)

 

Aurora Lacueva

 

Tratar de determinar, aun de manera aproximada, la calidad del trabajo que se realiza en las escuelas puede ayudarlas a avanzar y es así un esfuerzo valioso. Sin embargo, hay procedimientos e instrumentos que resultan poco útiles, poco incisivos e incluso perjudiciales; por ejemplo, el uso de pruebas estandarizadas para medir conocimientos estudiantiles o las clasificaciones jerarquizadas (rankings) entre países, zonas o escuelas. De ellos hablamos en anterior artículo para este portal web. Hace falta desarrollar procedimientos más integrales y profundos, y también más participativos,capaces de iluminar verdaderamente logros e insuficiencias del quehacer escolar con miras al mejoramiento/transformación de la escuela.

Por nuestra parte, proponemos cuatro estrategias que se complementan(las presentamos más extensamente en Lacueva, 2015b, ver también Lacueva, 2015a): autoevaluación de cada plantel con apoyo experto externo, estudios de caso por parte del ente rector en educación, estudios muestrales grandes para problemas específicos, a cargo del mismo organismo y, finalmente, recolección de información estadística pertinente, veraz y completa.

El núcleo de la determinación de calidad debe estar en la autoevaluación desarrollada en cada escuela, con orientación y apoyo externos,que suponemos normalmente ofrecidospor el ente nacional rector en educación o -según países- el local.Así se abre la “caja negra” de la acción escolar, gracias a la colaboración protagónica de los propios involucrados –única manera de lograrlo a cabalidad. Nos interesa conocer a la escuela, a cada escuela, por dentro, para poder luego tomar e implementar decisiones que les permitan ser mejores. ¿Qué considerar en esta evaluación? Sería algo a discutir en cada país, llegando a consensos. Creemos que los aspectos a tener en cuenta no deben conformar una larga lista, sino que conviene centrarse en asuntos clave y proponer mecanismos de evaluación factibles, evitando exigirde las y los participantes un exceso de tiempo y esfuerzo. Entre esos asuntos clave deben estar el local, la dotación (tanto la dirigida al centro como la que llega directamente a cada estudiante), las actividades pedagógicas que se desarrollan, los logros estudiantiles, el cogobierno y la gestión escolar, el clima institucional, las interrelaciones con la comunidad, y los programas sociales (como los de alimentación, salud o vestuario, entre otros).

En la autoevaluación de cada escuela es importante utilizar procedimientos variados, naturalísticos y flexibles, que estudien la vida de la institución sin alterarla demasiado y que permitan adentrarse en la complejidad de sus situaciones y devenir. Ejemplos de procedimientos adecuados seríanobservaciones (de clases, reuniones, patio…); análisis de documentos (cuadernos y trabajos de estudiantes, planificaciones docentes, evaluaciones, minutas de reuniones de cogobierno…); estudio de portafolios (de estudiantes, docentes, directivos…); entrevistas; grupos focales; cuestionarios sobre opiniones y experiencias; y recopilación y análisis de datos estadísticos del plantel y de cada estudiante.

El ente rector en educación debe colaborar con las escuelas ofreciéndoles pautas e instrumentos para su autoevaluación, pues resultaría demasiado arduo generarlos en cada centro y, además, ello haría imposible la consolidación de información, necesaria para visiones de conjunto del sistema educativo.También debe enviar a cada plantel a un pequeño grupo de asesores que acompañen el proceso. No proponemos estudiar necesariamente a cada docente ni, mucho menos, a cada estudiante: en la mayoría de los casos basta con una selección sistemática entre ellos, que permita caracterizar la situación de cada institución educativa, sus logros y sus necesidades. Y es que la evaluación de la calidad educativa no es sinónimo de supervisión o de evaluación del rendimiento, se trata de tres procesos distintos que deben mantenerse diferenciados.Además, una autoevaluación a fondo anual representa una carga fuerte, difícil de asumir tanto para el gobierno como para cada centro educativo, es suficiente  con cumplirla cada tres o cuatro años, en turnos anuales por grupos.

La autoevaluación de cada plantel necesita complementarse con estudios de caso desarrollados de modo, si se quiere, más metódico: en el sentido de uniformidad en la aplicación de procedimientos, atención a los detalles, sistematicidad, reducido involucramiento de las y los evaluadores con la realidad evaluada, etcétera. Se trata de estudios a profundidad realizados “desde afuera” de las escuelas, conformando de manera científica un grupo pequeño de casos, que exprese la variedad de planteles existentes en el país. Estos estudios permiten controlar, contrastar y ampliar los resultados de las autoevaluaciones de centros. En su implementaciónpor parte del ente rector educativo pueden ser importantes colaboradoras las universidades del país.

También el ente rector en educación puede realizar por sí mismo o encargar a universidades o a expertos ad hoc grandes estudios muestrales. Así, mientras los estudios de caso ofrecen profundidad y abordaje de la complejidad, los grandes estudios muestrales permiten amplia cobertura: los dos tipos de investigación se apoyan uno a otro. Desde luego, no es posible ni tampoco necesario atender a muchos factores a la vez con esta modalidad de evaluación, ni aplicarla de forma permanente para cada asunto considerado. La misma puede utilizarse cuando se quieran calibrar mejor las características e incidencia de un determinado problema o situación, que puede incluso haber sido detectado por las autoevaluaciones y los estudios de caso. No sólo lo negativo puede estudiarse, también es útil conocer más sobre lo que parece funcionar de manera positiva.

Por su parte, una pertinente y efectiva consolidación de datos estadísticos ofrece a gobierno y ciudadanía información valiosa para las decisiones de política educativa: tasa de escolaridad, repitencia, nivel de formación del profesorado… así como otros datos hoy menos destacados y que conviene relievar, por ejemplo, días de inasistencia docente o número de estudiantes por espacios laboratorio y taller. La propia autoevaluación de escuelas puede generar nueva información capaz de expresarse numéricamente en las tablas estadísticas, sería el caso de los tipos de actividades pedagógicas predominantes o las modalidades de participación del estudiantado en la vida escolar.

Progresivamente, las autoevaluaciones y los estudios de caso y muestrales pueden complejizarse y conducir de lo descriptivo y evaluativo a locorrelacional, lo interpretativo crítico, y lo explicativo, ramificándose así hacia investigaciones de punta dentro del ámbito educativo, generadoras de nuevas visiones pedagógicas, nuevas elaboraciones teóricas y estimulantes propuestas teórico-prácticas. Así mismo, de ellas pueden derivar poderosas investigaciones en la acción e innovadoras producciones de materiales educativos, como libros, simulaciones, videos, manuales de actividades, etcétera.

Estas cuatro vías de determinación de la calidad educativa escolar se complementan y refuerzan mutuamente, ofreciendo una alternativa a los toscos procedimientos predominantes en el presente. Al iluminar los procesos que se viven al interior de los centros educativos y al incorporar masivamente, junto al ente rector en educación, a profesorado, alumnado, familias y personal de apoyo en la evaluación y en la reflexión sobre resultados, sientan las bases para productivos procesos de diseño y aplicación de cambios. Cambios que podrán ser tanto realistas como ambiciosos, apuntando a superar dificultades y alcanzar una escuela cada día mejor.

(Incluimos en este artículo algunos planteamientos que estamos desarrollando para un trabajo en la revista Temas de Educación de la Universidad de La Serena, Chile).

Referencias

Lacueva, A. (2015a). Evaluación de la calidad educativa: democrática y para avanzar. Revista de Pedagogía. 36(99): 51-67. Disponible: http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_ped/issue/view/1246.

Lacueva, A. (2015b). La Determinación de la Calidad de la Educación Escolar: ¿Tecnocrática o Democrática? ¿Parcial o Integral? Informe preparado para el Ministerio del Poder Popular para la Educación de la República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la Consulta Nacional por la Calidad Educativa. (Versión revisada y actualizada). Recuperado dehttp://saber.ucv.ve/jspui/handle/123456789/10853.

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Aurora Lacueva

Aurora Lacueva se graduó como profesora de educación secundaria en el Instituto Pedagógico de Caracas, tiene dos maestrías de la Universidad de Stanford (EEUU) y un doctorado de la Universidad de Barcelona (España), todos en el área educativa. Es profesora de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. Se ocupa de temas de pedagogía general y enseñanza de las ciencias, dentro de un enfoque crítico, y ha publicado libros y artículos en ese campo. Ha colaborado con docentes en trabajos de investigación-acción en la escuela, guiando sus tesis de licenciatura y maestría.